Historia de La Enfermeria

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HISTORIA DE LA ENFERMERÍA

Resumen del libro de Amaro Cano, María Fernanda. 2004

1. Prácticas de enfermería en la Edad Antigua

En la comunidad primitiva los hombres daban solución a los síntomas que padecían sin
conocer ni imaginarse la enfermedad como una entidad. El hombre primitivo enriqueció su
experiencia observando a los animales; pero sobre todo observando su propia experiencia y
trasmitiéndola a otros hombres contemporáneos y a otras generaciones. Es esta característica
la que identifica a la práctica médica como fenómeno de la sociedad humana.

El hombre primitivo no encontró explicación a muchos de los fenómenos que ocurrían en su


organismo en su interacción con el medio, de manera que, al no encontrar respuesta asociaron
estos fenómenos a la voluntad de seres sobrenaturales. De ahí que las prácticas curativas
estuvieron asociadas desde esos tiempos a concepciones mítico-mágicas. Unido a ello estaba
el hecho de que ese sacerdote-brujo, que realizaba acciones curativas también se ocupaba de
cuidar a los enfermos. De manera que no puede desligarse en esos tiempos tan antiguos, el
arte de "cuidar", base de la enfermería de hoy, del arte de "curar", asociado a la práctica
médica.1

Al surgir la primera sociedad clasista, el esclavismo, ocurrieron cambios cualitativos en la vida


de los hombres y, por tanto, también en la práctica médica. En Mesopotamia (4.000 a.n.e.), por
ejemplo, donde existieron tres civilizaciones en distintos períodos de su historia, la formación
de los médicos se hacía en los templos. En Sumer (4.000 a.n.e.), la más antigua de estas
civilizaciones, se desarrolló la higiene, la cirugía y la descripción de algunas enfermedades. En
Babilonia (2.000 a.n.e.), aparece la primera legislación para el ejercicio de la práctica médica,
con su código moral y legal, el Código de Hammurabi, con deberes y derechos explícitos,
incluyendo las sanciones para los transgresores. En este mismo período se practica el
aislamiento de los enfermos contagiosos. En Asiria (1.000 a.n.e.), la última de las civilizaciones
mesopotámicas del mundo antiguo, dadas las características guerreras de sus pueblos, se
desarrolla la cirugía y, a partir de las necesidades que de ella se derivan, se inicia la disección
de animales y, con ello, el conocimiento de la anatomía.2

Por su parte, en Egipto (4.000 a.n.e.) surge la especialización, los médicos se agrupan en
cirujanos y los que se ocupan de las enfermedades internas. La higiene y las medidas de Salud
Pública que se practican en esta civilización son consideradas superiores a las que luego
fueron conocidas en la Edad Media. Otro elemento importante es que en la práctica médica
apenas se aprecian elementos religiosos, aunque las primeras Escuelas de Medicina se
crearon en los templos dedicados a Imhotep, padre de la medicina egipcia. A estos templos
acudían griegos, árabes y hebreos para estudiar.3

En China (3.000 a.n.e.), Muchos emperadores fueron médicos. Los conocimientos se trasmitían
de padres a hijos. El primer tratado de Farmacopea fue "El Gran Herbario", del emperador
Chen Nung, que ha contado con numerosas reediciones, de las cuales la última fue en 1911.
Se hacía operaciones torácicas y abdominales. Se relacionó la aparición de la peste con la
existencia de ratas. Se aplicó la vacuna contra la viruela. Se conoció que la contracción del
corazón era la causa del movimiento de la sangre. Se desarrolló la técnica de la acupuntura.4

Grecia (2 000 a.n.e.) Esculapio era un dios local en cuyo honor se construyeron los
Asclepiaeum o Asclepíades, templos dedicados a su culto. Sus sacerdotes eran los médicos
más distinguidos. Posteriormente surgieron las escuelas laicas, basadas en la observación,
punto de partida de la clínica real. Dentro de estas escuelas se destacaron las de Cnido (siglo
VII), cuyas enseñanzas giraban en torno al diagnóstico a partir de los síntomas de la
enfermedad, la de Cos (siglo VI), basada en el pronóstico y curso de las enfermedades -a la
cual perteneció Hipócrates, el padre de la medicina occidental-, y la de Crotona, que era la de
los pitagóricos, quienes utilizaban la disección de los animales para realizar sus
descubrimientos anatómicos (nervio óptico, trompa de Eustaquio).5
En la civilización griega, la mujer era considerada como menor de edad, no tenía libertad para
escoger a su marido, y con rarísimas excepciones tampoco participaba de las actividades
intelectuales del hombre. Sin embargo, en los relatos homéricos aparece la figura de Panacea,
hija de Asclepio y, por tanto, nieta del dios Apolo, seleccionando hierbas medicinales y
ayudando a los sacerdotes del templo en el cuidado de los enfermos, pero también de los
heridos. En la Odisea, se habla de Euriclea, esclava a quien Ulises llama "buena enfermera" y
le pide que traiga azufre para desinfectar la casa.6

En la India (100 a.n.e.) la higiene fue lo más desarrollado. Por su parte, en los libros sagrados,
especialmente el Ayurveda, aparecen descritos los síntomas clásicos de la inflamación (calor,
rubor, dolor), atribuidos posteriormente al médico romano, Celso. Se practicaba la operación
cesárea y la extracción de cálculos biliares. Se realizaba la cirugía estética de la nariz, con una
técnica que aun se utiliza hoy día (colgajo de la frente). Entre los procedimientos obstétricos
que se practicaban estaban la versión podálica y cefálica, la embriotomía y la craneotomía.8

En la lección IX del Charaka-Samhita, uno de los libros sagrados de la India Antigua, se ofrece
una interesante relación del concepto de trabajo en equipo para la atención al enfermo. "El
médico, las drogas, los enfermeros y el paciente constituyen un equipo cuyas virtudes para la
curación de las enfermedades deben conocerse".

El propio capítulo describe las funciones de cada uno de los integrantes del grupo de trabajo.
En el caso de los enfermeros dice: "Los enfermeros deben tener un conocimiento de la
preparación de las drogas, inteligencia, devoción al paciente y pureza de cuerpo y alma".

Las crónicas médicas de la India mencionan el trabajo de los enfermeros más veces que
ninguna otra crónica antigua.9

En Roma (750 a.n.e.) imperaban las ideas teístas, de manera que había dioses para las
enfermedades (Febris), dioses protectores de los órganos (Uterina) y dioses protectores de las
funciones (Lucina). El Pater Familia conservaba y transmitía los conocimientos. Había mucho
interés por la higiene, de ahí que construyeran grandes alcantarillados (Cloaca Máxima),
grandes acueductos y los cementerios fuera de las ciudades. Se practicaba la cesárea. Existía
una regulación de la conducta médica (contra el aborto, el envenenamiento y la negligencia con
los pacientes). Por sus características de pueblo guerrero y conquistador se desarrolló la
Sanidad Militar y, ya en el siglo I, surgieron los hospitales.10

El último gran representante de la medicina antigua fue Claudio Galeno, nativo de Pérgamo. De
él se conservan muchas obras, se cree que alrededor de 100 son originales. Gran parte de su
producción existe en traducciones árabes, hebreas y latinas hechas en el Medioevo. Su "Arte
Médica" fue durante mucho tiempo el manual clásico de medicina. En lo general, Galeno
continuó las gloriosas tradiciones materialistas de la medicina griega, siguiendo los principios
de Hipócrates; pero también se dejó influir por las tendencias mítico-religiosas y la creencia en
los sueños, con las que también impregnó sus obras.11

El papel de la mujer era más importante en Roma que en Grecia, gobernaba también la casa;
pero con mayor autoridad que la mujer griega, porque estaba más asociada a la vida de su
marido. Compartía los honores que se le brindaban a su esposo, compartía la mesa en
comidas y recepciones y aparecía con él en público. Evidentemente eso permitió que varias de
ellas practicaran labores como enfermeras, al prestarse a cuidar a los enfermos y heridos,
atender a las parturientas y cuidar a los niños enfermos. Muchas eran viudas; pero algunas
fueron matronas. Cuando surgió el cristianismo, varias mujeres se incorporaron a esta
humanitaria labor. Entre ellas se destacó una devota cristiana, Fabiola.12

2. Prácticas de enfermería en la Edad Media


Europa continental, bajo la égida de la Iglesia Cristiana, ve aparecer la creación de hospicios
junto a los monasterios. En general, el cuidado de los enfermos fue uno de los primeros
trabajos de la Iglesia. Al principio, el clero estaba obligado a visitar al enfermo que el cristiano
hospedaba en su casa, aunque no fuera de su familia, pues a veces se trataba simplemente de
un viajero.

Aquellos que carecían de hogar y se encontraban enfermos eran recibidos en casa del Obispo.
Muchos de esos trabajos eran realizados por los diáconos y diaconisas. La institución de los
diáconos (ministro eclesiástico de grado inmediato al sacerdocio: el diácono ayudaba al
sacerdote en el altar) fue establecida principalmente para ayudar a los Obispos y a los
Presbíteros en sus labores seculares (labores del siglo, del mundo, sociales). Las diaconisas,
por su parte, eran mujeres que sin profesar votos religiosos, se ofrecían voluntariamente a
prestar servicios al clero en la asistencia del pobre y el desvalido, así como otras tareas de la
iglesia (cuidado de los paños del altar, etc.).13

Durante los primeros cinco siglos de la Edad Media, los conocimientos médicos y sanitarios
fueron conservados y ejercidos en los monasterios, ya que el clero atesoraba a las personas
más instruidas. Por otra parte, durante ese período, los señoríos y los monasterios estaban
ubicados en lugares aislados, y las enfermedades no se propagaban fácilmente. Pero las
guerras eran muy frecuentes y los soldados recibían heridas. Las mujeres de los señores
feudales, ayudadas por sus siervas, curaban y atendían con gran habilidad e inventiva a los
soldados heridos.

Los médicos eran pocos; en general, lo que se desarrolló más fue la cirugía, derivada de la
propia necesidad que generaban las guerras y sus consecuencias, los heridos. De otra parte,
de la propia necesidad que provocaba la insuficiente cantidad de cirujanos enrolados en las
tropas guerreras, surgió la habilidad de las mujeres de los señoríos y, bajo su responsabilidad
quedó la curación de los heridos y la atención durante la convalecencia de aquellos
guerreros.14

En los monasterios, muchos monjes ejercían la medicina, y otros realizaban actividades de


enfermería. Buena parte de los jardines de los monasterios estaban dedicados al cultivo de
hierbas medicinales.15

A partir del siglo VI, en que comienzan a fundarse los hospitales, muchos de estos monjes y
monjas se convierten en los enfermeros y enfermeras que atienden a los enfermos internados.
En este caso se destaca la Orden fundada por Benito de Nursia, en Montecassino, Italia, en el
año 529, que recomienda profundamente la atención a los enfermos16 (Fig. 1).

Con todo, el bagaje médico es pobre. La terapéutica y la cirugía sufren un marcado retroceso.
La asistencia hospitalaria se limita casi exclusivamente a los hospicios y enfermerías, anexas a
los monasterios, aunque en esta época se fundan dos hospitales, sin influencia religiosa ni
asociados a ningún monasterio, que alcanzarán su mayor auge en la época siguiente: los de
Lyon (siglo VI) y París (siglo VII), ambos en Francia.17 Sus primeras enfermeras eran viudas y
mujeres que se dedicaban al cuidado de los enfermos, como penitencia.18

En el siglo X declinó la medicina monástica. La Iglesia publicó edictos prohibiendo a los monjes
tratamientos que consideraba como perjudiciales para los enfermos y negando el permiso para
que practicaran la cirugía19

En 1054, mediante el Cisma Griego, se dividía la Iglesia Cristiana de Oriente y Occidente. En


1095 se producía la Primera Cruzada o Guerra Santa contra los musulmanes para recuperar el
Santo Sepulcro. Entre ésta y la última, que concluyó en 1270 con la muerte del rey francés,
Luis IX, en Túnez, fueron nueve Cruzadas, siete de ellas dirigidas contra los musulmanes y dos
organizadas por el Papa: una contra los albigenses (secta religiosa del sur de Francia) y otra
contra el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico II, a quien había
excomulgado por no haber iniciado la Cruzada contra los musulmanes en el tiempo
establecido.20
Desde el punto de vista de la historia de la enfermería, las Cruzadas dieron origen a las
ordenes Militares de Enfermería. Se hicieron progresos en el desarrollo de los hospitales, se
desarrolló la cirugía y se despertó la inventiva de las mujeres en su tarea de curar a los heridos
y enfermos.21

Muchos de los peregrinos que iban a visitar Jerusalén enfermaban en el viaje o al llegar al
Oriente. La Iglesia había fundado allí posadas, mucho antes de las Cruzadas. La primera de la
cual se tiene noticias se inauguró como una simple hostería. Posteriormente, en 1048, fue
cedida a los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, para la atención de los
enfermos. Esta Orden estaba integrada por caballeros, presbíteros y legos, y no sólo atendía a
los enfermos, sino que defendía con las armas a los peregrinos. De ahí su nombre de
Caballeros Hospitalarios, porque actuaban como enfermeros y soldados, según la necesidad. A
imitación de esta primera Orden se fundaron algunas más. La Orden de los Hospitalarios fue la
de mayor influencia y duración. Retuvieron el mismo título hasta el siglo XIV, en que adoptaron
el de Orden de los Caballeros de Rodas y, luego, en 1530, lo cambiaron por el de Caballeros
de Malta, con cuyo nombre existen todavía22 (Fig. 3).

En 1118, los Cruzados franceses fundaron la Orden de los Caballeros Templarios (junto al
Templo) para el cuidado y defensa de los peregrinos, y, en 1190, los alemanes fundaron la
Orden Teutónica, con los mismos fines.

En el siglo XII, fueron fundadas también órdenes Militares en España, para la defensa contra la
invasión árabe y la ayuda a los peregrinos que iban a Compostela, a visitar la tumba del
Apóstol Santiago. Entre las órdenes más famosas se encuentran las de Calatrava, Alcántara y
Santiago.23

A fines del siglo XII, en 1198, el Papa Inocencio III estableció una institución que se proponía
como modelo para la atención de los enfermos. En Roma se le llamó "Hospital del Santo
Espíritu"; en Alemania, "Heilige Geist" (Espíritu Santo); y en Francia, "Hotel de Dieu" (Casa de
Dios). El Papa Inocencio IV (el mismo que destituyó a su gran oponente, el Emperador del
Sacro Imperio Germánico, Federico II, excomulgándolo) interesado en la gran obra que estas
instituciones abarcaban, y que no estaban controladas por la Iglesia, invitó a las enfermeras
francesas de los Hospitales de Lyon y París a organizarse bajo una regla monacal, sugerencia
que muchas aceptaron y fundaron la Orden de las "Agustinas", en 1264. Estas monjas
Agustinas de Francia son las primeras que tomaron con su "especial misión" el cuidado de los
enfermos24

Durante los siglos XII y XIII, muchos de los hospitales de la Europa continental, que dependían
del poder eclesiástico, pasaron a manos del poder secular. En ellos no faltaba nunca el servicio
de enfermería durante las 24 horas, y los informes de la época prueban que se daba atención a
las medidas de higiene, según las normas reinantes en esos momentos (bastante deficientes,
por cierto), además de procurar medios de comodidad para el paciente, aunque no faltaban los
abusos y la torpeza en el manejo de los bienes del hospital.25

En los hospicios se albergaba igualmente al enfermo, al desvalido y al peregrino; pero ya en el


siglo XIV había una distinción más clara entre un asilo y un hospital.

Famosos fueron los hospitales: del Espíritu Santo (1204), de Roma; San Bartolomé (1123) y
Santo Tomás (1213), de Londres; y los de Santiago, Dominus Dei y del Rey (siglo XII), Santa
Cruz de Barcelona y el de Valencia (siglo XIII), Santa Cruz de Toledo (siglo XIV), San Juan de
Burgos y el Real de Santiago (siglo XV), además de otros en Valencia, Granada, Salamanca y
el de Cinco Llagas en Sevilla, todos en España.26

En estos hospitales el servicio de enfermería descansaba en el trabajo de monjes-enfermeros,


cuya dedicación al enfermo le hizo acreedores, en no pocos casos, a la beatificación y
canonización por la Iglesia. En otros casos, cristianos que no eran monjes, pero vivían como
tales, se dedicaban al cuidado de los enfermos. Ello ocurría con mayor frecuencia entre las
mujeres jóvenes -a quienes las continuas guerras les hacían perder la posibilidad de
matrimonio; pero la vida conventual tampoco satisfacía sus temperamentos. Esta situación dio
origen, en Flandes, a las "Beguinas", mujeres que se consagraban al prójimo en trabajos de
servicio social y de enfermería.

En el siglo XIII hubo muchos "beguinajes" (nombre de la comunidad donde vivían, sin
pronunciar votos), en Bélgica, Suiza y Alemania. Su misión consistía en cuidar niños y atender
enfermos en las casas, cuando sus servicios eran solicitados. En ocasiones se les daba el
encargo de un hospital. Parecida a la institución de las beguinas; pero dependiendo
directamente de órdenes religiosas, es justo mencionar a las ordenes Terciarias, como las de
Francisco de Asís y Domingo de Guzmán. En estos tiempos medievales las instituciones
religiosas y sociales de hombres y mujeres adoptaron la costumbre de un hábito distintivo de su
grupo.27

Los Dominicos y los Franciscanos eran órdenes mendicantes. Los primeros, llamados "frailes
negros" por un manto de este color con capucha que incluía su uniforme y, los segundos
"frailes grises" por los tonos pardos o grisáceos de sus túnicas.

En Bizancio, en el siglo IX, la clase dominante protegió a los hombres sabios. Se organizó una
escuela superior y se crearon hospitales y farmacias civiles. Recientes descubrimientos hablan
del valioso aporte bizantino al surgimiento del hospital moderno.
En el Mundo Árabe, 28 la clase dominante también protegió a los hombres sabios y se
tradujeron muchas obras helénicas a la lengua árabe, especialmente en Medicina. La materia
médica alcanzó gran desarrollo y los médicos gozaron de gran estima. Durante la existencia del
Imperio Musulmán se distinguieron dos Califatos: el de Bagdad (siglos VIII y IX) y el de
Córdoba (siglo X).

En el Califato de Bagdad, se destacaron los sirios, quienes habían sido fundadores de grandes
hospitales y escuelas, desde el siglo IV. Tras los hospitales surgieron las farmacias, con el
consiguiente desarrollo de la química. Se aprecian ya en este período construcciones de
hospitales especializados para determinadas enfermedades (Bagdad, año 786, el primer
manicomio), así como hospitales ambulantes con carácter esencialmente militar.

En este tiempo se distinguieron muchos médicos judíos, tales como Maimónides, cuya fama
como médico igualaba a la que gozó como filósofo y autoridad en la ley judía. Llegó a ser
médico de Saladino I, sultán de Egipto y Siria. Sólo al final del siglo IX empezaron a aparecer
los médicos árabes.

Dentro de las figuras más relevantes de la medicina árabe es preciso citar a Rhazés de
Bagdad, quien cultivó magistralmente la clínica, y Avicena, con su Canon de la Ciencia Médica,
que reúne todos los conocimientos médicos de la época. En 1258, Bagdad fue destruida por la
invasión de los mongoles.

El Califato de Córdoba, en 1256, estaba limitado a Granada y finalmente fue reconquistado por
Fernando el Católico, en el siglo XV. Los árabes perduran en la historia universal por sus
valiosos aportes a las ciencias y, en especial, a la medicina.

En este Califato, entre los médicos más destacados figuran: Avenzoar, que cuestiona la
anatomía de Galeno; Averroes, quien deja como legado su gran obra "Kitab el Coliyat o Libro
Universal de la Medicina", libro galénico y aristotélico que se mantendrá vigente por muchos
años; y Abulcasim, cuyo Vademecum de cirugía se constituye en uno de los clásicos hasta el
siglo XVIII. De todos los aportes de la medicina árabe conviene resaltar el uso de las suturas y
el opio. En cuanto a las prácticas de enfermería, estas eran realizadas por enfermeros
hombres para las salas de hombres, y mujeres para las salas de mujeres y de niños. El
personal de enfermería no sólo prodigaba cuidados al cuerpo, sino también al espíritu,
proporcionándoles lecturas y música a los enfermos.
3. Enfermería en la Edad Moderna

A partir del siglo XV ocurren cambios importantes en el mundo occidental, que permiten
diferenciar este siglo y el subsiguiente del mundo feudal. El sistema feudal comienza a ser
reemplazado en numerosos reinos por la aparición paulatina de estados nacionales (Inglaterra,
Francia, España, Alemania, etc.). Al propio tiempo existe un importante crecimiento
demográfico, con una afirmación en los centros urbanos y el consiguiente desarrollo de la
burguesía.

Las propias necesidades materiales, derivadas del desarrollo del intercambio comercial, obligan
a la búsqueda de nuevas vías marítimas, lo que a su vez genera la necesidad de desarrollar los
conocimientos científicos, entre las cuales se encuentra también la medicina, pues los hombres
no sólo continuaban enfermando de enfermedades conocidas, sino que surgían nuevas en
correspondencia con los cambios en el modo de vida de este período.29

La mayor parte de las nuevas enfermedades vienen asociadas a cambios en el


comportamiento humano. Los centros urbanos se desarrollan en forma alarmante, con grandes
concentraciones de familias pobres que generan condiciones higiénicas deplorables,
favoreciendo todo ello el florecimiento de diversas enfermedades, tales como el raquitismo,
enfermedades venéreas, epidemias de otras enfermedades transmisibles (peste, tifus,
influenza, difteria, escarlatina, paludismo, tifoidea) y la aparición de algunas enfermedades
laborales (escorbuto entre los marinos, saturnismo en los pintores y coloreadores de vidrio, y
silicosis en los mineros).30

En filosofía, el humanismo, como afirmación de la persona, emancipa al hombre y le ofrece


posibilidades creativas como nunca antes. El Renacimiento se ve así atormentado por una gran
crisis: la Iglesia Católica Romana sufre profundas divisiones (reforma anglicana, luterana,
calvinista) que repercuten en todos los campos. No es pues de extrañar que, en este ambiente,
la ciencia y la técnica disfruten de un auge sin precedentes, incluyendo la medicina.31

Si bien la Revolución Francesa genera cambios importantes en la concepción como en el


ejercicio técnico de la medicina, es en el ámbito social donde se logran los avances más
espectaculares. Técnicamente moderna, conceptualmente neohipocrática, la medicina
desarrollada bajo el influjo de la Revolución busca el alivio del enfermo con el menor
sufrimiento. La terapéutica se hace menos agresiva; la cirugía busca no sólo quitar el mal sino
restituir al máximo la función.32

La cirugía, al igual que la terapéutica, aporta algunas innovaciones trascendentales, todas ellas
encaminadas a un mayor humanitarismo en el trato de los pacientes y a combatir la gran
mortalidad de los pacientes quirúrgicos. El aseo cuidadoso de las heridas, la hemostasia por
compresión o taponamiento, el manejo incruento de las fracturas, el uso de los fórceps y el
mayor conocimiento de las distocias en el parto traen consigo una notable disminución de la
mortalidad. Los hospitales no sólo aumentan en número, sino que mejoran sus servicios y se
vuelven semilleros de la intelectualidad médica. Muchos de ellos son los escenarios docentes
de las Universidades.

Ya en el siglo XIX las ciencias naturales habían avanzado mucho y los médicos, como sus
representantes, eran aun más estimados, contando con ingresos satisfactorios que les
permitían tratar gratuitamente a los pobres.

A comienzos del siglo, las nuevas máquinas alteran la estructura de la sociedad, se produce un
gran crecimiento de la población y, cada vez mayor cantidad de personas viven en condiciones
de extrema pobreza. Las grandes epidemias amenazan de nuevo y cuando ocurre la del cólera
de los años treinta, la burguesía reconocerá que las malas condiciones de salud del
proletariado industrial amenazan su propia existencia.
La concentración de los obreros en lugares inhóspitos e insalubres provocaba la aparición del
bacilo de la tuberculosis. Es también en esos lugares donde aparece incrementada la
mortalidad infantil, fundamentalmente por enfermedades infecciosas (neumonía, meningitis,
disenterías) y también por la desnutrición. Se produce igualmente un mayor número de
enfermos de malaria y fiebre tifoidea. Los pobres son de este modo las mayores víctimas de las
enfermedades.

Es así que, en 1843, se establece en Inglaterra una Comisión para estudiar el estado sanitario
del país, cuyos resultados condujeron a que se dictara la primera Ley de Salud Pública, en
1848. Este nuevo movimiento higiénico comenzó en Inglaterra y ello no fue casual. Allí se había
producido la Revolución Industrial y el gobierno inglés era fuerte y estable en el plano interno.
Por otra parte, en la educación humanística inglesa se reflejaba fielmente el viejo ideal griego
del hombre bien equilibrado. La armonía del cuerpo requería tanto de la belleza como de la
limpieza. A ello ayudó mucho la práctica deportiva en la educación británica.33

Pero el cuidado de los enfermos, especialmente los pertenecientes a las clases más humildes,
descansaba en manos no sólo inexpertas, sino en muchos casos inescrupulosas. Una imagen
de ello lo ofrece el novelista inglés, Charles Dickens (1812-1870), uno de los escritores más
conocidos de la literatura mundial, en su obra Martin Chuzzlewit (1843-1844), en la que
inmortalizó a Sairey Gamp y a Betsy Prig, dos viejas, sucias, descuidadas, perezosas, como
una "fiel representación del tipo de personas que se contrataban para atender a enfermos
pobres".

Por su parte, en la Europa católica, hasta el siglo XIX la enfermería había estado casi por
completo relacionada con las órdenes Religiosas, fundamentalmente femeninas, y bajo su
cuidado. A pesar de que estas mujeres, con frecuencia, no tenían apenas instrucción,
acababan por aprender su arte por experiencia práctica, sin conferencias ni exámenes y, por
otra parte, se ocupaban más de las necesidades del alma que las del cuerpo de sus pacientes.
De este modo, y a pesar de las limitaciones evidentes de su formación, muchas de ellas
llegaban a ser excelentes enfermeras, según las exigencias de aquellos tiempos.34

A medida que la medicina se hacía más científica, la importancia y necesidad de un tipo de


enfermero más instruido y mejor preparaoa se hacía evidente. Este proceso de reforma de la
enfermería comenzó en Alemania, en 1833, dirigido por Theodor Fliedner (1800-1864), ministro
de una pequeña iglesia luterana en Kaiserswerth, quien, en ocasión de los viajes realizados por
su patria y Holanda e Inglaterra, con objeto de reunir fondos para su iglesia, conoció a las
diaconisas manonitas de Holanda y el movimiento de reformas en las prisiones de Inglaterra.

En Alemania, las prisiones estaban en el estado más deplorable, e inspirado por lo que había
visto en Inglaterra, organizó la primera Sociedad de Prisiones en su país natal.

En 1826 se casó con Friederika Munster, y juntos trabajaron en la organización de una


sociedad de enfermeras visitadoras, tratando de copiar la labor de las diaconisas manonitas de
Holanda.35

Empezaron su labor de entrenamiento de enfermeras transformando el pabellón de su jardín en


un hogar para ancianas reclusas y tres años más tarde, en 1836, inauguraban la primera
Escuela para Diaconisas, tal y como explica el Diccionario de Religiones:

"En la Iglesia cristiana, mujer dedicada a trabajos religiosos. Entre los cristianos primitivos, las
diaconisas cuidaban a los enfermos, además de realizar otras actividades de carácter religioso.
En la Iglesia occidental el oficio cayó en desuso en el siglo VI; fue restablecido por el
luteranismo."36

La Escuela de Diaconisas de los esposos Fliedner, en Kaiserswerth, Alemania, fue la primera


Escuela de Enfermeras con estudios, que duraban tres años y consistían en un entrenamiento
práctico de labores domésticas y el cuidado general del enfermo. Este curso sirvió de modelo a
otros establecimientos del mismo género, tanto en Alemania como en otros países 37.
4. Florence Nightingale y el surgimiento de la enfermería profesional

En los primeros años de la década del 40 del siglo XIX, una joven dama inglesa, nombrada
Florence Nightingale, visitaba la Escuela Fliedner, y esta visita cambiaría radicalmente su vida.

¿Quién fue en realidad esta mujer, de cuya vida y personalidad se ha hecho un mito por parte
de muchos historiadores, críticos y hasta novelistas?

La sociedad inglesa de inicios del siglo XIX estaba caracterizada por una estructura social de
abismal disparidad. De un lado, unas clases viviendo en un estado de aislamiento poderoso e
influyente (la aristocracia y la burguesía); de otro, las clases víctimas de su opresión y vasallaje
(los obreros y los campesinos). Por su parte, la mayoría de la clase obrera estaba
caracterizada a su vez por la depauperación, el hambre, el alcoholismo y las deplorables
condiciones de trabajo, todo lo cual engendraba enfermedades, incapacidades y hasta la
muerte.38

La aristocracia inglesa, dispuesta a secundar algunas de las reformas solicitadas por la


burguesía, adoptaba formas caritativas, tales como bazares, bailes y otras actividades sociales
destinadas a recaudar fondos y beneficiar así a las clases desposeídas.

En esa sociedad dividida en clases antagónicas, dirigida por el pacto de la aristocracia


filantrópica y la burguesía mercantilista, nació Florence Nightingale. En ese modelo
socioeconómico creció y se desarrolló. En la formación de su carácter están reflejados todos
los conflictos de su tiempo.

El bisabuelo materno de Florence se había enriquecido en el comercio y había sido alabado por
sus ideas y actividades humanitarias. Su abuelo ocupó un escaño en la Cámara de los
Comunes durante casi 50 años, luchando a favor de los débiles, los desfavorecidos y los
oprimidos. Por el contrario, su padre fue un rico diletante, aficionado a las artes, indolente,
encantador, con gran ingenio, cultura y amante de los viajes.39

Justamente en uno de los numerosos viajes realizados por el matrimonio Nightingale, nacieron
sus hijas Parthénope (Grecia) y Florence, en la ciudad de igual nombre, cuna del Renacimiento
italiano, el 12 de mayo de 1820. 40

En ese contexto familiar, fuertemente caracterizado por el amor a las artes, ideas religiosas
anglicanas ortodoxas, sentimientos filantrópicos y desarrollo intelectual, Florence recibió una
esmerada educación, especialmente dirigida por su padre, quien rápidamente se sintió
orgulloso de su bella e inteligente hija.

Su preparación abarcó los conocimientos de Filosofía, Historia, Artes, Matemáticas,


Estadísticas, Religión, lo que, acompañado de la inestimable retroalimentación que le
proporcionaron sus numerosos viajes, tales como el dominio de diferentes lenguas, la
percepción de aspectos relacionados con la política, la economía, los sistemas de gobierno, los
conceptos de libertad, las condiciones sociales, etc., la situó en el campo de la lucha por un
mundo mejor. En su opinión, el hombre creativo tiene la habilidad de modificar su destino, y en
ese sentido señalaba que:

"...un mundo mejor... no se nos ha dado; comencemos entonces, sin demora, a hacer uno".41

El encuentro de Florence y la enfermería se produjo en 1844, cuando visitara la Escuela de


Diaconisas de los esposos Fliedner, en Alemania. Inmediatamente pensó que había recibido "el
llamado de Dios" 42 para este trabajo. La obra de los esposos Fliedner, en Kaiserswerth, hizo
tal impresión a Florence, que decide tomar ella misma un curso de enfermera, por quince días,
en esa escuela.
A su regreso a Inglaterra se dedica a visitar e inspeccionar, durante tres años, los hospitales
ingleses, recopilando datos de éstos y solicitando información similar, a través de diversos
amigos, en diferentes países europeos. Esta faceta de su vida es desconocida para muchos.
Sus grandes conocimientos matemáticos y sobre estadísticas le permitieron desarrollar
innovaciones de técnicas en el análisis estadístico (como el "pilotaje" de incidencias de muerte
prevenible entre los militares durante la guerra), con lo cual mostró, finalmente, cómo un
fenómeno social podía ser medido objetivamente y analizado matemáticamente. Ella fue una
innovadora en la recolección, tabulación, interpretación y presentación gráfica de las
estadísticas descriptivas; mostró cómo la estadística proporciona un marco de organización
para controlar y aprender, y puede llevar a mejoramientos en las prácticas quirúrgicas y
médicas. También desarrolló una Fórmula Modelo de Estadística Hospitalaria para que los
hospitales recolectaran y generaran datos y estadísticas consistentes.43

Mientras realizaba estas actividades, tiene que enfrentar la fuerte oposición familiar a su idea
de convertirse en enfermera. Tanto su madre -una dominante mujer que le perdonaba apenas a
su hija su inteligencia y encanto- como su padre -que sentía perder la agradable e inteligente
compañía de la mejor dotada de sus hijas- se mostraron francamente en contra de esta idea.
Ambos estaban esperando a que Florence se decidiera a elegir, entre sus numerosos
pretendientes, a su futuro esposo 44.

Por su parte, Parthénope, la hermana que siempre sintió un poco de envidia hacia la
inteligencia y belleza superior de su hermana - que la hacía mucho más atractiva a los hombres
y seducía con su carisma a los amigos de la familia, e incluso a su abuela y a sus tías-
reclamaba, sin embargo, con gran sentido posesivo, la compañía de Florence.45

A todas las dificultades mencionadas anteriormente se sumaba el hecho de que su


entrenamiento como enfermera práctica estaba limitado a los quince días que había durado el
curso que recibió en la Escuela de los esposos Fliedner en 1850, y otro de tres meses, un año
más tarde.

A pesar de todas esas dificultades, en 1853, se encarga de un puesto de Superintendente en


una Casa para Nobles Inválidas. En esa época, el número de enfermeras capacitadas en
Inglaterra era inferior al necesario. Todas procedían de las clases sociales más humildes, con
poca instrucción y educación; una gran parte de ellas eran alcohólicas y de conductas morales
reprobables. La mayoría abandonaba pronto el hospital para dedicarse al mundo más libre de
la enfermería privada. 46

Muy pronto se hizo evidente la capacidad organizativa y de dirección de Florence Nightingale al


frente de la Casa de Nobles Inválidas. Médicos y personalidades de la aristocracia gobernante
se fijaron en sus dotes como administradora, tanto de recursos materiales como humanos.

En 1854, cuando estalla la Guerra de Crimea, a punto de partida de las armas empuñadas por
el nuevo Napoleón contra Rusia, en la que Francia tiene como aliada a Inglaterra, ésta se
encuentra frente al gran problema de que sus tropas se ven diezmadas, no por las balas
enemigas, sino por las epidemias de tifus y cólera que producen más bajas por el inadecuado
servicio médico del ejército.

La incompetencia de los jefes militares y altos funcionarios se vieron reflejados en las noticias
que el Times exhibía ante la opinión pública, en las que se daba cuenta de las terribles
condiciones en que se encontraban los enfermos y heridos de la campaña de Crimea. Las
noticias ponían de manifiesto, además, la completa desorganización y fracaso de los servicios
médicos, provocando la alarma y la indignación popular. Todo ello dio origen a una importante
colecta con el objetivo de enviar material de medicina y enfermería a los campos de batalla.47

Sir Sydney Herbert, íntimo amigo de Florence, era miembro del gobierno y ocupaba en esos
momentos el cargo de Secretario de Guerra, y le ofrecía a ella el puesto de Superintendente de
Enfermeras en Crimea, en momentos en que ella misma -desafiando las opiniones de su
familia e incluso de algunos amigos- le enviaba una misiva ofreciendo sus servicios,
cruzándose así las cartas de la solicitud y el ofrecimiento, que permitieron a Florence desplegar
una labor de 20 meses en el frente de guerra de Crimea, hecho que -aunque constituyó sólo un
corto incidente en su carrera- la colocó en posibilidades de influir notablemente en el desarrollo
ulterior de la enfermería 48.

Nadie mejor que Florence en aquella época, quien era muy instruida y de una buena familia
burguesa, para emprender la cruzada de la reforma de la enfermería. Nunca antes una inglesa
con tantas cualidades había soñado con hacerse enfermera. Poseía un carácter y una energía
especiales. Sus magníficas relaciones con funcionarios ubicados en las altas esferas de los
servicios administrativos le proporcionaron apoyo material y moral para el ejercicio de sus
funciones.

Unido a todo lo anterior, Florence tuvo el don de conquistar el favor de la opinión pública y de
explotar el sentimiento de vergüenza que invadía a Inglaterra cuando supo que Francia
disponía de un buen número de religiosas, Hermanas de la Caridad, para curar a los soldados
enfermos y heridos, mientras que la Inglaterra anglicana no contaba con esos servicios, pues
esa Orden apenas tenía representación en el país.

Después de reclutar un grupo de 38 enfermeras, partió para Scutari, en Turquía, donde estaban
ubicados los hospitales militares ingleses. Desde su llegada al teatro de operaciones, retira la
dirección de los cuidados a los heridos de manos de las autoridades militares para confiarlos a
las mujeres que había traído con ella.

A pesar de ocupar un puesto oficial en Scutari, hubo de enfrentarse con fuertes prejuicios. El
primero de todos, los obstáculos que debía vencer se correspondía con el propio desarrollo de
la sociedad a la que pertenecía: su condición de mujer le impedía la paridad social con el
hombre, y los médicos que estaban en el campo de batalla eran todos, hombres. La mayoría de
ellos se mostraron hostiles y desconfiados; pero poco a poco, demostrando en el trabajo su
capacidad organizativa, sus cualidades de administradora eficiente y el don de haber sabido
elegir a las enfermeras que le estaban subordinadas, y que había traído al Frente, desde
Inglaterra, le hicieron ganar el respeto y la consideración de los hombres que ocupaban
responsabilidades médicas y militares 50.

Todos sus biógrafos coinciden en que constantemente dio muestras de dedicación, valor y
desvelo en el ejercicio de sus funciones. No sólo sacó orden del caos que reinaba antes de su
llegada a las barracas de Scutari, sino que su educación, su nivel intelectual, sus dotes
organizativas y de dirección, sus virtudes de abnegación y sacrificio, su valentía y seguridad en
sí misma, así como la suavidad y dulzura que acompañaban a su firmeza, resultaron fuente de
ánimo para sus pacientes y motivo para consolidar su prestigio y autoridad entre sus colegas,
médicos y oficiales del ejército. 51

Todo parece indicar que Florence poseía un gran carisma. Hasta sus biógrafos han recibido su
efecto. Todo lo anterior ha motivado, más de una vez, que se cree una impresión falsa
alrededor de la figura de Florence, aureolada por elementos míticos.

La lámpara de Florence Nightingale. (Museo Nightingale).

No siempre consiguió lo que quería, ni pudo introducir cambios inmediatos en la asistencia de


enfermería. Fue una mujer de su tiempo, aunque con ideas más avanzadas en muchos
aspectos; pero sometida a las acciones y reacciones sociales del período histórico que le tocó
vivir. No nació líder, la hicieron líder las propias circunstancias del contexto histórico en que
desarrolló sus actividades, aunque, evidentemente, sus propias aptitudes personales facilitaron
el proceso de desarrollo de su liderazgo.

Regresó de la Guerra como una Heroína Nacional. La Reina Victoria la condecoró con la Cruz
de Honor.
Pero el trabajo de su vida comenzó en realidad después de la guerra. Sus experiencias en esta
última le habían dejado huellas indelebles en la mente. Reunió a su alrededor un enjambre de
trabajadores, capitaneados por Sydney Herbert, su gran amigo y Secretario de la Guerra.
Mediante esta influencia se nombró una Comisión con facultades para investigar los actos de la
Administración Médica del Ejército. La consecuencia fue una reorganización completa de dicho
departamento. Así se convirtió ella en una autoridad en lo referente a la construcción,
organización y dirección de hospitales y a su higiene.

Alcanzó tal fama que fueron procurados sus consejos para la reorganización de los hospitales y
departamentos sanitarios del ejército inglés en la India; también los estadounidenses del Norte
y del Sur los solicitaron durante la Guerra de Secesión (1861-1866), así como las dos partes
beligerantes en la Guerra Franco-Prusiana, de 1870.52

En 1872, después de terminada la Guerra Franco-Prusiana, Henry Dunant, dijo:


"Aunque se me conoce como el fundador de la Cruz Roja y el promotor de la Convención de
Ginebra, corresponde a una dama inglesa todo el honor de la Convención. Lo que me indujo a
viajar a Italia durante la guerra de 1859 fue el trabajo realizado por Miss Florence Nightingale
en Crimea".53

Sus escritos fundamentales fueron su Diario, informes, sugerencias e innumerables notas. El


más conocido es "Notas de Enfermería" las cuales, inmediatamente después de publicadas,
tuvieron una venta enorme y fueron traducidas a numerosos idiomas. En estas Notas aparece
la primera definición teórica acerca de esta naciente profesión: "... la enfermería tiene la
responsabilidad de cuidar la salud de las personas..., y tiene que poner a la persona en la
mejor forma posible para que la naturaleza pueda actuar sobre ella (...)".54

Su ejemplo personal tuvo una gran significación, no sólo para quienes trabajaron con ella, sino
también para futuras generaciones de enfermeros y otras personas con las que tropezó a lo
largo de su vida. Mucho antes de llegar a la vejez, Florence tuvo la oportunidad de ver
terminadas muchas de las reformas que había iniciado, y hasta última hora, y aun hoy, su
experiencia ha ejercido una gran influencia en el mundo de la administración de hospitales y en
la enfermería.

"Al término de la Segunda Guerra Mundial, cuando se fundó la Organización de las Naciones
Unidas y éstas constituyeron sus organizaciones especializadas, entre las cuales se cuenta la
Organización Mundial de la Salud, una de las primeras acciones fue instituir el 12 de mayo, día
del natalicio de Florence Nightingale, como el Día de los Hospitales."55

Dos sucesos importantes ocurrirían en vida de Florence, en los que vería materializada parte
de la obra de su vida: la fundación de la Asociación de Enfermeras Inglesas (1877) y "la batalla
de las enfermeras inglesas", que culminó con la aprobación del Registro Oficial Profesional
(1893). En el ámbito internacional pudo conocer desde su lecho de enferma -en el que estaba
postrada hacía ya algunos años, aunque con su mente lúcida y todavía productiva- la fundación
del Consejo Internacional de Enfermeras (1899).

Florence Nightingale murió al año siguiente, a los 90 años de edad, el 14 de agosto de 1910,
en Londres.

Sus restos reposan, junto a los de su familia, en el cementerio de Hempshire-East Wellow. En


su tumba, como último testimonio de su más grande virtud -la modestia- está escrito solamente:
"F.N. 1820-1910".

Constitución del Concilio Internacional de Enfermeras: una de las expresiones del impacto
social de la obra de Florence Nightingale en la época contemporánea
En 1899, en el seno de una Conferencia convocada en Londres por el Consejo Internacional de
la Mujer, Ethel Bedford organiza una Sección de Enfermería, la cual celebra una reunión que
contó con una carta dirigida por Florence Nightingale, desde su lecho de enferma, a sus
"queridas, muy queridas enfermeras".60 De esta conferencia nace el acuerdo de constituir una
organización independiente para agrupar a las Asociaciones Nacionales de Enfermeras y crear
así un medio a través del cual compartieran sus intereses comunes, trabajando por el
desarrollo de la enfermería.

La idea de Ethel Bedford estaba basada en la necesidad, para enfermería, de estar organizada,
y para las enfermeras, de tener un sistema reconocido de educación de enfermería y un
método de control de la profesión.

El Comité Provisional eligió, en 1900, a Ethel Bedford como su primera Presidenta; a Lavinia
Dock, de EE.UU., como su primera Secretaria honoraria; y a Agnes Snively, de Canadá, como
su Tesorera honoraria.

En su I Congreso, celebrado en Búfalo, EUA, en 1901, Ethel Bedford introdujo la práctica de


dar una consigna a cada período de mandato de la directiva naciente del CIE. La primera
consigna fue "trabajo".

El objetivo fundamental del CIE es mejorar la calidad de la enfermería para contribuir de una
manera más efectiva a la promoción de la salud de los pueblos y al cuidado de los enfermos.

Las acciones fundamentales del CIE están dirigidas a:

 Ayudar a las enfermeras a organizarse a nivel de acciones.


 Influir en el fortalecimiento de las organizaciones nacionales de enfermería, lo cual se
debe manifestar en el mejoramiento de los servicios de salud que las enfermeras prestan a la
comunidad como miembro de un equipo responsable de los cuidados esenciales para el
bienestar de la humanidad.

 Velar porque sus organizaciones miembros optimicen el nivel de su profesión y


contribuyan a su desarrollo.

 Colaborar para que la condición académica, social y económica de los profesionales


de la enfermería sea la idea, bajo un lema que contiene un hermoso principio de equidad:
cuidar de los que cuidan.61

En la sesión matinal del Congreso celebrado en 1912, en Colonia, Alemania, fue anunciado que
un hecho doloroso había ocurrido en el tiempo transcurrido desde el anterior Congreso,
celebrado en Londres, en 1909. Se trataba del fallecimiento de Florence Nightingale, la
fundadora de la enfermería moderna.

El último día del Congreso, la Señora Bedford, en su discurso, hizo una propuesta: "instituir un
Memorial apropiado a Florence Nightingale, algo como una fundación educacional que haría lo
posible por las futuras enfermeras.

Ethel Bedford no perdió la oportunidad en esa ocasión de hacer notar que el Congreso se
celebraba en Colonia, muy cerca de Kaiserswerth, donde Florence había dado sus primeros
pasos en el aprendizaje de los principios básicos de enfermería.

La crisis que amenazaba desde el umbral del siglo y que estalla en 1914 hiere en su base el
frágil equilibrio sobre el cual descansaba el enriquecimiento y la dominación de Europa. El
triunfo de la Revolución Socialista de Octubre, en Rusia, en 1917, provoca profundos cambios
no sólo en el orden político y económico, sino también en la esfera de las ciencias, de las ideas
y del arte. Estos acontecimientos, que cierran la época moderna para dar paso a los tiempos
actuales o época contemporánea, tienen amplias repercusiones en la medicina y la enfermería.
5. Enfermería en la época Contemporánea

Especialmente a partir de 1925 y hasta los años 60, la medicina aportó un gran número de
descubrimientos, demostrando que su progreso en esa etapa ha sido mayor que en todo el
tiempo anterior transcurrido. El perfeccionamiento de la quimioterapia; la introducción del uso
de las sulfamidas y los antibióticos; los aportes de la biología a las nuevas concepciones
acerca de la naturaleza de ciertas enfermedades; las nuevas técnicas e instrumentos para el
diagnóstico y la cirugía -incluyendo todos los órganos a cielo abierto; la experimentación en
animales; la masividad de la vacunación; la perfusión de sustancias por arterias y venas, con
fines diagnósticos y terapéuticos; el nuevo concepto de salud-enfermedad, en el que se toman
en consideración no sólo los componentes biológicos sino las determinantes sociales del
proceso, todo ello ha provocado una verdadera revolución en el campo de las ciencias
médicas. 63

En correspondencia con todos esos avances, se hacía cada vez más necesario un cuerpo de
enfermeros con mayores conocimientos teóricos y habilidades prácticas y, especialmente, con
un alto compromiso moral en el ejercicio profesional.

En este sentido, el Concilio Internacional de Enfermeros continuaba abogando por la


materialización de la idea sobre la Fundación Florence Nightingale, y aunque demoró cerca de
dos décadas, pudo al fin constituirse en 1934. Sus fondos se destinan a la financiación de
actividades de educación en enfermería en cualquier parte del mundo.

Con respecto a los problemas éticos y morales del ejercicio profesional, en el Congreso de
Montreal, Canadá, en 1929, se había presentado ya la primera propuesta de crear un Código
Internacional de ética de la Profesión, aunque no fue aprobado hasta 1953. No sería hasta
1973, veinte años más tarde, que ese Código fuera modificado, a la luz del desarrollo de la
profesión y especialmente en lo concerniente a la subordinación absoluta al médico.

Los aspectos teóricos de la enfermería fueron tratados, desde sus inicios, por la propia
Florence Nightingale, con su orientación filosófica acerca de la interacción paciente-entorno y
los principios y reglas sobre los que sustentó su ejercicio profesional. Es comprensible el
acento puesto por Nightingale en el entorno, en correspondencia con la preocupación
dominante en Europa y, especialmente en Inglaterra, sobre los problemas higiénico-sanitarios,
que le habían hecho dictar la primera Ley de Salud Pública, en 1848. Nightingale creía que la
enfermedad era un proceso reparador y que la manipulación del medio ambiente podía
contribuir a ese proceso reparador y al bienestar del paciente.64

Desde mediados de los años 50, varias teóricas de la enfermería habían comenzado a formular
sus consideraciones acerca del método de actuación profesional de las enfermeras: el Proceso
de Atención de Enfermería (PAE), el que fue realmente considerado un proceso, por primera
vez, por Lidia E. Hall, enfermera norteamericana, en 1955. Otras enfermeras, que se
desempeñaban en el campo de la docencia en distintas instituciones de gran prestigio, también
comenzaron a trabajar los aspectos teóricos de la enfermería, incluyendo su definición y las
consideraciones acerca del Proceso. Entre las más destacadas de la década de los 50 se
encuentran también Dorothea Orem (1958), con su definición y la teoría del déficit del
autocuidado; Hildegard E. Peplau, con sus aportes a la enfermería en general, y muy en
particular a la enfermería psiquiátrica, centró su atención en las relaciones interpersonales en
enfermería; y Faye Glenn Abdellah, quien definió 21 problemas clásicos de enfermería para el
diagnóstico de enfermería, término que se utilizó por primera vez en 1950.65

En 1959, en la reunión del Buró Ejecutivo del Concilio Internacional de Enfermeras, celebrada
en Helsinki, Finlandia, se aprobó para su publicación la famosa obra de la enfermera
norteamericana, Virginia Henderson, "Principios básicos de enfermería".

La década de los años 60 es muy rica en trabajos teóricos de enfermería. Entre las autoras
más destacadas se encuentran: Myra Estrin Levine, quien sin intenciones de redefinir la
enfermería o elaborar ninguna teoría, aportó el enfoque holístico; Martha E. Rogers,
considerada como una de las más creativas, centra su atención en sus reflexiones acerca de
los seres humanos unitarios; Betty Neuman, elaboró un modelo de sistemas para los servicios
de salud mental; Nancy Roper, trabajó sobre los principios en los cuales descansa la
enfermería y las actividades vitales; Joyce Travelbee, enfatizó en que la enfermería debía
basarse en las relaciones persona a persona; Kathryn E. Barnard, activa investigadora sobre
los cuidados a niños discapacitados, diseñó un modelo para evaluar la salud de los niños;
Dorothy E. Jonson, diseñó un modelo de sistema conductual; Sor Callista Roy, centra su
atención en la identidad del hombre y su entorno y su capacidad de adaptación; Madeleine
Leininger, elaboró la teoría de los cuidados transculturales; Imogene King, ha elaborado su
modelo a partir del reconocimiento de la existencia de tres sistemas: el personal, el
interpersonal y el social; Margaret A. Newman ha trabajado sobre la teoría del desarrollo en
enfermería e Ida Jean Orlando (Pelletier), formuló la teoría de la respuesta profesional en la
relación recíproca enfermero-paciente.

La década de los años 70 contó con el aporte continuo de estas estudiosas de las teorías y
modelos de enfermería. A ellas se sumarían otras tales como: Jean Watson, con su magnífico
libro titulado "Enfermería: la filosofía y la ciencia del cuidado", quien concentró su atención en
los problemas de la atención sanitaria, con un enfoque social; Patricia Benner, con su teoría
fenomenológica acerca de los cuidados de enfermería; Joan Riel-Sisca, con sus trabajos sobre
interaccionismo simbólico; Ramona T. Mercer, con su estudio acerca del rol maternal de la
enfermera; Joyce J. Fitzpatrick, con su modelo de la perspectiva vital, quien ha escrito además
acerca del envejecimiento y el suicidio; y Nola Pender, quien a partir de su estudio de cómo las
personas toman las decisiones sobre su propia salud ha elaborado un modelo de promoción de
salud.

En 1972 se creó la Fundación Christianne Reiman, gracias al generoso legado de esta


enfermera danesa, quien fuera la primera Secretaria asalariada del CIE. Esta Fundación otorga
un Premio cada cuatro años a la enfermera o al grupo de enfermeras que hagan una
contribución sobresaliente a la profesión. La primera ganadora de este Premio, que se otorgó
en 1985, fue la inmensamente popular Virginia Henderson.

En 1977, esta popular enfermera, en la reedición de su libro "Principios básicos de enfermería",


le incluyó su ya bien conocida definición de enfermería:

"...la asistencia al individuo enfermo o sano en la ejecución de aquellas actividades que


favorecen su salud o la recuperación de la misma... tareas que él podría resolver sin ayuda si
tuviera las energías, fuerza de voluntad y conocimientos necesarios".66

El CIE tiene una publicación que cuenta con 4 números anuales. La sede de la organización
estuvo en Londres hasta 1925 en que se trasladó a Ginebra, Suiza. De aquí regresó a Londres,
en 1947, y, finalmente, desde 1966 radica de nuevo en Ginebra.67

Los últimos veinte años del concluido siglo XX han resultado muy fructíferos para la enfermería,
como ciencia y como profesión. Se han elaborado nuevas teorías y modelos y, en
consecuencia, han sido modificados planes de estudio, programas de la disciplina y
asignaturas y se ha diseñado un nuevo sistema de educación posgraduada que incluye la
especialización, los diplomados, las maestrías y los doctorados.

En el campo de la gerencia en salud, los enfermeros han ocupado cada vez más cargos de
responsabilidad, no sólo en el ámbito de enfermería propiamente dicho, sino en la gestión
sanitaria en general. Otro tanto ha ocurrido en la elevación del respeto a la profesión por el
aporte que ha proporcionado un trabajo multi e interdisciplinario en salud, donde el
protagonismo de la enfermería se ha reforzado.

Educación médica y de enfermería en Inglaterra, Estados Unidos de América, Canadá y


España
En el siglo XX la medicina sufre numerosas transformaciones en su fundamento doctrinario, en
su estructura y aplicación. Se integran a la medicina, en forma definitiva, áreas cognoscitivas
tales como la antropología, la genética, la inmunología, la psicología y la sociología.

La explosiva tecnificación que caracteriza al siglo XX se manifiesta también en la medicina,


proporcionándole nuevas armas, tanto en el campo de la investigación, la clínica y su práctica,
como en la terapéutica e incluso en la docencia y la publicación.70

La medicina del siglo XX se universaliza, es decir, los conocimientos y práctica son semejantes
en casi todos los países. Sin embargo, la medicina adopta modalidades especiales en
dependencia de la base económica que la sustenta y el sustrato social en el que se aplica. La
distinción del grado de desarrollo alcanzado por la medicina en los diferentes países se debe
más al monto de los recursos y sistemas socioeconómicos existentes en cada uno de ellos.

Junto a la medicina, la enfermería va a recibir los beneficios y perjuicios de la época


contemporánea. En tanto la medicina sigue avanzando a pasos agigantados, se hace evidente
cada vez más la necesidad de enfermeros bien calificados para que los servicios se sostengan
en su progreso.

6. Prácticas curativas en América

Los españoles llegaron a América como "descubridores" y conquistadores de un Nuevo Mundo,


a mediados del siglo XV. A partir de ese momento y durante el próximo siglo se incrementa la
llegada de españoles y otros europeos, encontrando a una población que tenía diferentes
costumbres, creencias, lenguas y culturas.

De forma general, la organización social más frecuente que encontraron era que en una misma
comunidad existía un jefe y sus integrantes estaban relacionados, de una u otra forma,
genéticamente. Sin embargo, había diferencias notables en cuanto al desarrollo cultural de
esas comunidades, en correspondencia con las distintas zonas geográficas que habitaban. Tal
es el caso de las primeras tierras ocupadas por los españoles en la parte caribeña, central y sur
del continente, y por los propios españoles, franceses e ingleses en la parte norte. En las
referidas zonas, los mayas y aztecas en México y Yucatán, y los incas, en el Perú, eran las
culturas de mayor desarrollo en el continente americano. 77

En cuanto a las prácticas curativas, llaman la atención los aspectos siguientes:

 El diagnóstico de las enfermedades: no iba más allá de la comprobación de los


síntomas del paciente y se combinaba el reconocimiento con prácticas de adivinación pues las
enfermedades eran interpretadas como consecuencia de los poderes sobrenaturales, y, al
igual que en otras regiones del mundo en los tiempos primitivos, las creencias religiosas y la
medicina estaban vinculadas entre sí.
 Las enfermedades conocidas y sus causas: estaban asociadas al castigo, bien por
ofensas a los dioses o por causas traumáticas -que eran evidentes- pero que tampoco le
daban la verdadera interpretación.

 Los tratamientos que aplicaban: los relacionaban con las cuestiones sobrenaturales y
les ofrecían soluciones empíricas, a partir de los efectos de determinadas plantas que
empleaban (baño purificado con vapor para bajar la fiebre mediante la sudación, sangrías
utilizando las puntas coriáceas de las hojas del magüey, variados ungüentos y cocimientos o
tizanas para aliviar dolores y malestares diversos). En el caso de los aztecas, tenían muy
desarrollada la medicina herbolaria (prácticas curativas con plantas). Tenían identificadas unas
1.200 especies de plantas donde los principios curativos estaban presentes, pues las
sustancias tales como la quinina, el riano, la coca, estaban presentes en toda o en partes de
algunas de estas plantas, lo que se tradujo en un aporte a la medicina europea, dado el valor
terapéutico de muchas de estas sustancias. También utilizaban sustancias de origen animal o
mineral. Estaban presentes además prácticas quirúrgicas, tales como la trepanación de
cráneo, amputación de miembros, sutura de heridas, en las cuales utilizaban cuchillos,
lancetas, cabellos y algodón.

 El ejercicio o ejecución de las prácticas curativas: fundamentalmente a cargo de los


sacerdotes o hechiceros, los cuales transmitían sus conocimientos y experiencias a sus
descendientes u otros miembros de la tribu, encargados de realizarlas cuando ellos fallecían.

 La existencia de algunas prácticas de enfermería: no aparecen reportadas en la


documentación revisada, aunque sí se habla de personas dedicadas a la preparación y
administración de los medicamentos de origen vegetal, animal o mineral, así como mujeres
que se dedicaban a vigilar y atender, antes y después del parto, a las mujeres embarazadas,
otros cuidaban a los enfermos en sus camas, haciéndoles cumplir las indicaciones del
sacerdote-hechicero-curandero.78

7. Fundación de los primeros hospitales y escuelas de medicina durante la colonización


española

La colonización en el continente americano aporta características significativas, de acuerdo a


los intereses de los conquistadores. En el caso de los franceses e ingleses, que practicaron
una colonización absentista, es decir, los colonos no permanecían todo el tiempo en los
territorios conquistados y colonizados, y por tanto no fundaban sus familias en esos lugares, a
ellos no les preocupó trasladar o "trasplantar" su cultura de origen; en cambio, los españoles,
que ocuparon la parte inferior del norte de América, la parte central, caribeña y sur del
continente, que permanecen todo el tiempo en la colonia, e incluso fundan allí sus familias, sí
logran implantar y fusionar su cultura a la existente en estas regiones, lo cual se manifiesta de
variadas formas y, en el caso de la medicina, en la temprana fundación de sus hospitales y
escuelas de medicina y en la organización de la salud pública (tabla 1).

Tabla 1. Primeros hospitales fundados durante la colonización españ ola

Año Hospital Lugar

1508 San Nicolás de Bari Santo Domingo, Nueva España

1512 Hospital San Andrés Santo Domingo, Nueva España

1515 Hospital Panamá Panamá, Nueva España

1524 Hospital en México. México, Nueva España

1525 Hospital Santiago de Cuba Cuba, Nueva España

1534 Hospital de Dementes México, Nueva España

1535 Hospital de Lima Perú, Nueva España

1543 Hospital Santiago Chile, Nueva España

1543 Hospital Río Brasil, colonia portuguesa

1544 Hospital Bayamo Cuba, Nueva España

1555 Hospital Civil Viejo La Habana Cuba, Nueva España


1556 Hospital Barracón San Fco. Cuba, Nueva España

1573 Hospital Militar San Felipe Cuba, Nueva España.

1613 Hospital Buenos Aires Argentina, Nueva España

1636 Hospital en Québec Canadá, Nueva Francia

1643 Hospital en Montreal Canadá, Nueva Francia

1658 Hospital en Manhattan Trece Colonias, Nueva Inglaterra

Hospital Mujeres San Francisco de


1668 Cuba, Nueva España
Paula

1681 Hospital Leprosos San Lázaro Cuba, Nueva España

1731 Hospital en Filadelfia Trece Colonias, Nueva Inglaterra

1752 Hospital en Pennsylvania Trece Colonias, Nueva Inglaterra

En todos estos años, de los siglos XVI al XVIII, tanto durante la conquista como durante la
colonización del continente americano, la situación epidemiológica se agudiza, pues tanto
españoles como franceses e ingleses traen consigo numerosas enfermedades infecciosas:
viruela, sarampión, paludismo, gripe, que afectan sensiblemente a estas poblaciones del norte,
centro y sur del continente pues su espectro inmunológico no estaba preparado para esta
variedad de enfermedades que no conocían. De ahí que las diferentes órdenes religiosas,
fundamentalmente las dedicadas a la atención de los enfermos, que acompañaron a los
colonizadores, desempeñaran una función fundamental con los enfermos en estos hospitales.

La fundación de los hospitales en estos años permite brindar una mejor atención a los
pacientes, aunque la concepción inicial era que estas instalaciones atendieran a los militares y
soldados, fundamentalmente; pero también servían como hospicios a las personas sin
protección, por lo que estos lugares se consideraban como "casas santas" de la civilización y
de la doctrina religiosa, no sólo como instituciones de salud.84

Aunque el desarrollo científico que aportó España al llamado "Nuevo Mundo" fue el principal
resultado de la cultura renacentista en cuanto a los nuevos criterios astronómicos, físico-
matemáticos, geográficos y biológicos en general, en el plano filosófico perduraron por mucho
tiempo las concepciones escolásticas patrocinadas por la Iglesia.

A pesar de que Maquiavelo y otros pensadores italianos rompieron con la añeja relación entre
dos mundos: lo terrenal y lo divino, es decir, lo político y lo religioso, España mantuvo el
concepto de Estado-Iglesia en los siglos XVI y XVII, de modo que un número considerable de
adelantos científico-técnicos fueron traídos a Cuba de manera tardía.85

Este molde escolástico, que hasta muy entrado el siglo XVIII comprimió el pensamiento
español y lo alejó de las corrientes más dinámicas de la historia moderna, desde otro punto de
vista menos utilitario contribuyó también a dar a la vida hispánica su firme estilo moral.

No cabe duda de que el dominio monárquico-clerical de la presencia hispánica sobre la ciencia


sirvió de freno para su desarrollo general en América. El clero restringía, mediante la censura
de libros, su expansión en las colonias. Mientras tanto, los movimientos antifeudales de los
siglos XV y XVI en Europa Occidental también estuvieron dirigidos contra el dominio ideológico
de la Iglesia Católica, imprimiendo una profunda huella en la ciencia, particularmente en la
filosofía.

Para contrarrestar estas nuevas corrientes filosóficas se instauró el Santo Oficio de la


Inquisición; pero las contradicciones en el campo de las ideas minaban desde dentro los
principios teológicos, y el humanismo influye a la larga en las Universidades españolas de
Salamanca (fundada en 1220) y Valladolid y, sobre todo, en la recién abierta Universidad de
Alcalá de Henares (1508) y va penetrando, muy a pesar de la Iglesia, en la intelectualidad
sacerdotal.

Durante la Revolución Francesa (1789) se produce la transformación del hospital en un lugar,


además, para la enseñanza médica, y es a partir de la institucionalización de la cama individual
del enfermo (1792), que surge el hospital moderno, tal y como se le conoce hoy. Por eso,
paralelamente, con el desarrollo de los hospitales cobra un notable impulso la enseñanza de la
medicina junto a la cama del paciente. Este indiscutible adelanto en la educación médica se
hace sentir en las universidades ya creadas en América (tabla 2).

Tabla 2. Universidades creadas en América

Año Escuela Lugar

1530 Universidad Santo Domingo

1553 Medicina en la Universidad México

1645 Disección de cadáveres Universidad México

1726 Dictado lecciones medicina La Habana, Cuba

1728 Universidad de La Habana Cuba

1765 Enseñanza medicina Universidad Pennsylvania, EUA.86

8. Prácticas de enfermería en el continente americano

A lo largo de la historia del continente, muchas mujeres se dedicaron a esta labor, aun sin estar
establecida esta profesión, tal y como había venido ocurriendo en diferentes latitudes hasta el
surgimiento de la Escuela Práctica de Diaconisas, en Alemania, en los años 30 del siglo XIX.

A la llegada a América, los europeos se encontraron frente a unos pueblos en diferentes


estadios del período neolítico de la Edad de Piedra, y comienzos de la Edad de Cobre. Eran
pueblos de raza mongoloide, poco numerosos y muy desigualmente repartidos en todo el
territorio y habían alcanzado distintos grados de civilización.

En el centro, en México, en el istmo americano y en el Perú existieron verdaderos estados de


población densa, aferrados al suelo, que vivían de la agricultura y poseían ciudades. Los
Mayas, que ocupaban una región tropical correspondiente al actual sur de Méjico y el norte de
América Central, integraron la más brillante civilización del Nuevo Mundo en los tiempos
precolombinos (siglo IV hasta el XVI). Estaban divididos en ciudades-estados independientes,
tal y como existía en la Grecia Antigua.

Ixchel, Itzamná, Cit Bolom Tun y Ahan Chamahles eran dioses de la medicina. Los médicos y
hechiceros eran los grupos que participaban en las ceremonias que se les dedicaban. Cuando
las personas enfermaban llamaban al sacerdote, al curandero o a un hechicero. La mayoría de
las veces una sola persona reunía las tres condiciones. Como Yucatán tiene muchas hierbas y
plantas medicinales, los hechiceros-curanderos contaban con una extensa farmacopea a su
disposición.89

La civilización azteca no era autóctona como la maya. Los Aztecas eran conquistadores
procedentes del norte, probablemente llegados en el siglo XII. Mal recibidos por los ocupantes,
toda su vida transcurrió en una perpetua guerra por el agua potable y las tierras de cultivo.90

Por su parte, los Incas constituían una aristocracia victoriosa que dominaba las sociedades
vencidas, a las que organizaron en un Imperio, constituido por el clan de los quechuas, quienes
extendieron su dominación sobre los aymarás y otras confederaciones de tribus, que tenían sus
civilizaciones particulares. La propiedad era colectiva y apenas existía la división del trabajo; sin
embargo, algunos indígenas se habían especializado, tradición que se transmitía de padres a
hijos. La especialización se manifestaba incluso en ciertas tribus. Los Kollaluraya
proporcionaban a los médicos.

Utilizaban diferentes plantas con propiedades medicinales, a las cuales les atribuían poderes
mágicos, tales como la coca, utilizada por sus propiedades narcóticas, o el tabaco, usado en
forma de rapé por sus propiedades medicinales. Sin embargo, la chinchona, de la cual se
deriva la quinina, apenas se usaba en el Perú Antiguo. Usaban fórceps y vendajes y algunos
cráneos fósiles muestran señales de haber sufrido operaciones en el seno frontal. En Perú se
ha encontrado el mayor índice de trepanaciones que se haya encontrado en los restos
arqueológicos del mundo antiguo. No tenían prácticas anticonceptivas y el infanticidio era muy
raro. A las mujeres les ayudaban en el parto vecinos expertos, no existían mujeres dedicadas a
esta actividad.91

En la América del Sur, los araucanos, que habitaban en el actual Chile, eran mucho menos
avanzados que los incas; sin embargo, practicaban la medicina y la cirugía. Sus "machis",
mujeres con una vida solitaria y austera, se dedicaban a cuidar la salud física y moral de los
enfermos.92

En las tribus indígenas de América del Norte existían mujeres hechiceras que cumplían
funciones médicas.

Tomando en consideración la variedad de los tipos de asentamiento y el grado de desarrollo


cultural que habían alcanzado las diferentes tribus indígenas en las diversas regiones del
continente, matizado además por las características de transculturación producida a partir de
las diferencias aportadas por las distintas naciones colonizadoras, se puede tomar los casos de
Estados Unidos, Canadá y México, para ofrecer la diversidad aportada por las colonias
inglesas, francesas y españolas al desarrollo del arte de cuidar.

En Estados Unidos se destaca la figura de Elizabeth Ann Bayley Seton, más conocida por
Mother Seton, que en el siglo XIX favoreció la incorporación a la Congregación de las Hijas de
la Caridad de San Vicente de Paul, que atendieron de forma destacada hospitales y escuelas
de niños pobres y ricos, así como asilos. Posteriormente las Hermanas de la Misericordia, otra
Congregación religiosa, al frente de la cual se encontraba Catherine Mc Auley, logran ejercer
una gran influencia en el resto de los países del continente.93

En el caso de Canadá, la primera mujer que ejerció trabajos de enfermería fue Marie Hubou,
esposa de un cirujano que llegó a ese país en 1617. Más tarde se fortaleció la práctica de
enfermería con la llegada de los Jesuitas, quienes dieron un notable impulso a la fundación de
hospitales. En el siglo XIX, Francisca Gifford, fue la primera religiosa enfermera canadiense,
hija del primer médico del hospital. Por ese mismo tiempo, Marguerite Marie D'Youville, fundó la
Congregación de las Monjas Grises para el cuidado de los enfermos, ancianos y ni?os
expósitos. Estas fueron realmente el antecedente histórico de las actuales enfermeras de
distrito de Canadá. Otra figura destacada de este tiempo es Jeanne Mance, hija de una familia
francesa culta, radicada en Canadá, que se dedicó al cuidado de los enfermos.94
En México, país donde se había fundado uno de los primeros hospitales del continente, en
1524, y se había iniciado la enseñanza de la medicina en 1553, se asociaron prontamente los
servicios de salud y la enseñanza de la medicina, lo que evidenció muy rápidamente la
necesidad de asociar también al ejercicio de la enfermería, motivo por el cual se funda, en
1894, una de las primeras escuelas de enfermeras del continente.95

Las enfermeras prácticas que realizaban sus labores en los hospitales no sólo estaban
dedicadas al cuidado de los enfermos en las actividades relacionadas con el aseo, la
alimentación y la vigilancia, sino también al cumplimiento de los llamados "deberes médicos" o
"cumplimiento de las indicaciones médicas". En este sentido, las religiosas de la Congregación
"Hermanas de la Inmaculada Concepción", ayudadas por mujeres seglares, que no se
distinguían precisamente por su buena reputación, fueron las que se ocuparon de la atención a
los enfermos en los hospitales. La sociedad de la época no concebía que las mujeres de bien,
por demás atadas al hogar y la familia, se ocuparan de esos menesteres con personas
extrañas.

A lo largo de los siglos XVII y XVIII, tal y como aparece en las fuentes documentales
consultadas, junto a los capellanes y cirujanos aparecen los nombres de enfermeros y
practicantes, así como de mujeres que realizan prácticas de enfermería y que eran adiestradas
por médicos y cirujanos.96

En 1844, llegan a México las primeras Hijas de la Caridad, provenientes de la Congregación


fundada en España a partir del modelo francés de San Vicente de Paul, para dedicarse
totalmente al cuidado de los enfermos de los asilos y hospitales.

No es hasta finales del siglo XIX que los conocimientos aumentan y se realizan notables
aportes por Florence Nightingale. Bajo este modelo, se funda, en 1894, la primera escuela de
enfermeras, en el Hospital Militar de México, para mujeres no religiosas.

Referencias bibliográficas
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Editor. Bogotá, 1974.
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Verniers. Bélgique, 1962.
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5 IBIDEM. (2)
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7 FRANK-ELIZONDO. Desarrollo histórico de la enfermería. Ediciones Capilco, S. A. México,
1987.
8 HERREMAN, ROGELIO. Obra citada. (3)
9 FRANK-ELIZONDO. Obra citada. (7)
10 HERREMAN, ROGELIO. Obra citada. (3)
11 KOVALIOV, S. I. Historia de Roma. Tomo II. Edición Revolucionaria. Instituto del Libro. La
Habana, 1968.
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14 CROUZET, MAURICE. Historia General de las Civilizaciones. La edad media. Editora
Revolucionaria. La Habana, 1968.
15 IBIDEM. (14)
16 PYKE, ROYSTON. Obra citada. (12)
17 MAURIAC PIERRE. Libre histoire de la médecine fran?aise. Librairie Stock. Paris, 1956.
18 DE MENA, JOSE MARÍA. Historia de la Medicina Universal. Ediciones Mensajero, Bilbao,
1987.
19 WALKER, KENNETH. Obra citada. (2)
20 ENCICLOPEDIA ENCARTA 2001.
21 FRANK-ELIZONDO. Obra citada. (7)
22 WALKER, KENNETH. (2)
23 ESEVERRI CHAVERRI, CECILIO. Historia de la enfermería española e
hispanoamericana. Salvat Editores. S. A., España, 1984.
24 FRANK-ELIZONDO. Obra citada. (7)
25 CROUZET, MAURICE. Historia General de las Civilizaciones. La edad media. Obra
citada. (14)
26 ESEVERRI CHAVERRI, CECILIO. Obra citada. (23)
27 PYKE, ROYSTON. Obra citada. (12)
28 G?MEZ GUTI?RREZ., A.LBERTO. Del macroscopio al microscopio. Historia de la
Medicina Científica. Fundación Cultural Javeriana de Artes Gráficas. Bogotá D. C. 2002.
29 CROUZET, MAURICE. Historia General de las Civilizaciones. Siglos XVI y XVII. Editora
Revolucionaria. La Habana, 1968.
30 SIGERIST, HENRY E. Obra citada. (1)
31 WHITE MICHAEL. Leonardo, el primer científico. Plaza & Janés, Barcelona, 2001.
32 CARRILLO, JUAN LUIS. “La medicina en el siglo XVIII”, en: Historia de la ciencia y de la
técnica. T. 30 Akal, Madrid, 1992.
33 SIGERIST, HENRY E. (1)
34 DINGWALL, R. AND OTHERS. An Introduction to the Social History of Nursing. London:
Routledge, 1988
35 IBIDEM. (34)
36 PYKE, ROYSTON. Obra citada. (12)
37 MAGGS, C. J. Exploring history: An Introduction to Nursing’s Past. Nurse Education
Programme. London, 1989.
38 ENGELS, FEDERICO. La situación de la clase obrera en Inglaterra (1844). Editora
Política. La Habana, 1963.
39 WOODHAN-SMITH, CECIL. Florence Nightingale. 1820-1910. Constable and Company
Ltd. London, Reprinted in 1992.
40 IBIDEM. (39)
41 TURKISH NURSES ASSOCIATION. Florence Nightingale Museum. Istambul, 1987.
(Tomado de Cook, E.T. The Life of Florence Nightingale. London, 1914.)
42 BALY, M. E. Florence Nightingale and the Nursing Legacy. London, 1986.
43 KOPF, E.W. “Florence Nightingale as a Statistician,” J. Amer. Statist. Assoc., 15 (1916),
388-404.
44 WOODHAN-SMITH, CECIL. Obra citada. (39)
45 IBIDEM. (39)
46 NUTTING, A. AND DOCK, L. A History of Nursing. G. P. Putnam’s Sons. London, 1907
47 WALKER, KENNETH. Obra citada. (2)
48 MARION JAMIESON, E. AND SEWALL, M. Trends in Nursing History (Their relationship
to world events). W. B. Saunders Company. Philadelphia and London, 1942.
49 PYKE, ROYSTON. Obra citada. (12)
50 SKEET, M. “Líderes de Salud. Florence Nightingale, una mujer con visión y empuje”, en:
Revista Internacional Foro Mundial de la Salud. 9 (2): OMS. Ginebra, 1988.
51 COOK, EDWARD. The life of Florence Nightingale. Macmillan and Co. London, 1913.
52 TOOLEY, SARAH. The life of Florence Nightingale. Cassell and Co., Ltd. London, 1910.
53 TURKISH NURSES ASSOCIATION. Obra citada. (41)
54 NIGHTINGALE, FLORENCE. Notes on Nursing. What it is and what it is not. Dover
Publications, Inc. New York, 1969.
55 BALY, M. E. Obra citada. (42)
56 SANTANA ALEM?N, JULIA. “La enfermera cubana y su evolución”, en: Revista Romances.
La Habana, agosto, 1952.
57 ENCARTA. “Elizabeth Blackwell.” Enciclopedia Microsoft 1993-2000 Microsoft
Corporation. 2001
58 LEDDY, S. AND PEPPER, J.M. Bases conceptuales de la enfermería profesional. 1?
edición en espa?ol. J. B. Lippincott Company filadelfia. OPS, 1989.
59 BRIDGES, DAISY. A History of the International Council of Nurses. 1899-1964.
60 QUINOS, DAME SHEILA. ICN Past and Present. 1964-1989.
61 IBIDEM. (60)
62 CROUZET, MAURICE. Historia General de las Civilizaciones. La época contemporánea.
Edición Revolucionaria. La Habana, 1966.
63 G?MEZ GUTI?RREZ., ALBERTO. Obra citada. (28)
64 MARRINER TOMEY, A. AND RAILE ALLIGOOD, M. Modelos y teorías en enfermería.
Ediciones Harcourt, S. A. Madrid, 2000. 4? edición.
65 IBIDEM. (64)
66 IYER, TAPTICH AND BEMOCCHI. Proceso de Enfermería y Diagnóstico de Enfermería.
Interamericana Mc. Graw-Hill. 2da. Edición en espa?ol. México, 1989.
67 BRIDGES, DAISY. Obra citada. (59)
68 AMARO CANO, MAR?A DEL CARMEN. Surgimiento y desarrollo de las Escuelas de
Enfermeras en Cuba. (1899-1909). Tesis de grado Maestría de Historia. Universidad de La
Habana, 2000.
69 IBIDEM. (68)
70 S?NCHEZ RON, JOS? MANUEL. El siglo de la ciencia. Taurus. Madrid, 2000.
71 QUINOS, DAME SHEILA. Obra citada. (60)
72 FLEXNER, A. Medical Educations in United States and Canada. The Carnegie
Foundation for the Advancement of Teaching. New York, 1910.
73 ADAMS HAMPTON, ISABEL. Manual para Enfermeras. Departamento de Beneficencia.
Edición en espa?ol. La Habana, 1900.
74 MARION JAMIESON, E. AND SEWALL, M. Obra citada. (48)
75 MAGGS, C. J. Obra citada. (37)
76 FENTON TAIT, MAR?A. Testimonio oral ofrecido a la autora, en la FCM “Calixto García”,
en ocasión del XX aniversario del inicio de la ense?anza universitaria de enfermería en Cuba.
La Habana, 1996.
77 HERREMAN, ROGELIO. Obra citada. (3)
78 GUERRA FRANCISCO. La medicina precolombina. Ediciones de Cultura Hispánica.
México, 1990.
79 RIVERO DE LA CALLE, MANUEL. Nociones de Anatomía aplicada a la arqueología de
nuestros aborígenes. Editorial Científico-Técnica. La Habana, 1985.
80 PORTUONDO, FERNANDO. Historia de Cuba 1492-1898. Editorial Pueblo y Educación.
La Habana, 1965.

81 MART?NEZ-FORT?N Y FOLLO, J. A. Cuadernos Historia de Salud Pública. No. 54. La


Habana, 1971.
82 GARC?A HERN?NDEZ Y MART?NEZ-FORT?N. Cuadernos de Historia de Salud Pública.
No. 33. La Habana, 1967.
83 IBIDEM. (82)
84 DEL PINO Y DEL VEGA, M. “Apuntes para la historia de los hospitales de Cuba. (1523 a
1899)”, en: Cuadernos de Historia de la Salud Pública. No. 24. La Habana, 1963.
85 CROUZET, MAURICE. Historia General de las Civilizaciones. Siglos XVI y XVII. Obra
citada. (29)
86 HERREMAN, ROGELIO. Obra citada. (3)
87 L?PEZ S?NCHEZ, JOS?. “ La medicina en La Habana”, en: Cuadernos de Historia de la
Salud Pública. No. 47. La Habana, 1974.
88 L?PEZ S?NCHEZ, JOS?. Tomás Romay y el origen de la ciencia en Cuba. Editora
Cubana del Libro. La Habana, 1964.
89 MORLEY, SYLVANUS G. La civilización maya. Fondo de la Cultura Económica. México,
1947.
90 CROUZET, MAURICE. Obra citada. (14).
91 ALDEN MASON, J. Las Antiguas Culturas del Perú. Fondo de Cultura Económica. México,
1961.
92 SEJOURN?E, LAURETTE. Las civilizaciones precolombinas. Fondo de Cultura
Económica. México, 1968.
93 SELLEW, GLADYS. A History of Nursing. York, 1951.
94 WOLSEY, ABBY H. A Century of Nursing. W. B. Saunders Company. London, 1999.
95 FRANK- ELIZONDO. Obra citada. (7)
96 IBIDEM. (7)
TRABAJO SOBRE HISTORIA DE LA ENFERMERÍA

1. ¿Porque las prácticas curativas estaban asociadas a concepciones mítico-mágicas en


la edad antigua?
2. Escriba al frente de cada civilización los aportes en la práctica del cuidado de la salud y
enfermedad:
Mesopotamia, Babilonia, Asiria, Egipto, China, Grecia, India y Roma
3. Explique brevemente como eran las prácticas de enfermería en la edad media.
4. ¿Desde el punto de vista de la historia de la enfermería qué dio origen a las órdenes
Militares de Enfermería y qué se desarrolló a partir de ellas?
5. ¿Qué características tenían los hospitales del siglo XII y XIII los cuales dependían del
poder secular?
6. ¿De los aportes de la medicina árabe qué se puede resaltar?
7. ¿Por quién era realizada la práctica de la enfermería en la civilización árabe?
8. Explique las razones de la aparición de las epidemias en la edad media.
9. ¿Qué enfermedades son predominantes en la edad media, explique una de ellas?
10. ¿Qué cambios en el cuidado de la salud produjo la Revolución Francesa?
11. ¿Cuál fue la primera escuela de enfermería con un plan de estudios establecido?
12. Escriba cuales fueron los avances en cuidado de la salud que propuso Florence
Nightingale.
13. ¿Cuál es el objetivo fundamental del Consejo Internacional de Enfermería – CIE?
14. ¿Cuáles son las acciones fundamentales del CIE?
15. Escribe frente a cada autora que aporte hizo a la enfermería:
Myra Estrin Levine, Martha Rogers, Betty Neuman, Nancy Rope, Joyce Travelbee,
Kathryn E. Bernard, Dorothy Jhonson, Callista Roy, Madeleine Leininger, Imogene King
y Margaret Newman
16. ¿Qué aspectos importantes señala el artículo como resultado en los últimos años del
siglo XX para enfermería?
17. Explique brevemente las prácticas curativas en América.
18. Explique brevemente las Prácticas de enfermería en el Continente Americano.
19. Escriba 3 conclusiones de esta lectura que a su modo de ver son importantes resaltar
en la historia de la enfermería.
20. Escriba una pregunta sobre la lectura y respóndala.

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