Origen de La Ciudad de Oviedo
Origen de La Ciudad de Oviedo
Origen de La Ciudad de Oviedo
Resumen: Los recientes datos arqueológicos extraídos de las excavaciones realizadas en Oviedo, permiten
cuestionar ideas, consideradas válidas hasta el momento, sobre el origen y la fundación de la ciudad. Ideas
basadas en la existencia de un documento del siglo XII en el que se copia un pacto monástico datado el
25 de noviembre del año 781. Dicho pacto relata como veinte años antes varios monjes llegaron a un lugar
despoblado y establecieron en él el germen de lo que posteriormente se convirtió en la ciudad de Oviedo.
Sobre el documento se han realizado minuciosos análisis, algunos de los cuales aventuran la existencia de
un espacio de ocupación anterior al medieval. Hecho que parece quedar confirmado desde la arqueología.
Résumé: Les récentes données archéologiques obtenues des fouilles réalisées à Oviedo, permettent de
questioner les idées considerées valides jusqu´au moment sur l´origine et la fondation de la ville. Des
idées basées en l´existence d´un document du siècle XII dans lequel on a copié un pacte monastique daté du
25 Novembre de 781. Ce pacte-ci raconte l´arrivée de quelques moines, vingt années après, à un lieu
dépeuplé et l´etablissement là-bas du germe de ce que, postérieurement, a été transformé dans la ville
d´Oviedo. Sur le document, on a réalisé minutieuses analyses. Quelques-unes permettent de penser à
l´existence d´un place d´ocupation précédent au médiéval. Fait qui paraît rester confirmé dès l´archéologie.
Datos documentales:
Mucho se ha escrito sobre la fundación y el origen de la ciudad que hoy en día ostenta la capitalidad de la provincia
asturiana. Autores expertos en materias humanísticas han discutido largamente sobre las diferentes posibilidades que, a
través de los documentos y de la toponimia, se nos ofrecen de un período como el que nos ocupa. Todos ellos se fundamentan
en el estudio detallado y minucioso de un documento fechable, teniendo en cuenta el grafismo que presenta y según
Floriano Cumbreño, probablemente en los primeros decenios del siglo XII (FLORIANO CUMBREÑO, 1967:13); aunque para
Señas Encinas puede ser de mediados o finales del mismo siglo (SEÑAS ENCINAS, 1961:201). Se trata de una copia del
pacto monástico de Montano y veinticinco monjes que por medio del mismo se someten a la prelacía de un abad llamado
Fromistano. El pacto, datado el 25 de noviembre del año 781, es la única fuente con la que contamos en la que se nos dan
datos sobre la génesis de Oviedo, más allá de meras alusiones a su nombre en crónicas muy posteriores.
Consta de dos partes que deben ser diferenciadas con claridad, puesto que con independencia del pacto monástico
se narra, además, una presura, esto es: un sistema de adquisición de la propiedad de un lugar sin dueño por ocupación
y cultivo del mismo. De forma que en la parte expositiva del documento se aclara que veinte años antes de la realización
del pacto, un monje de nombre Máximo, procedente de nadie sabe dónde1 y seguido de sus siervos y compañeros, llega
para instalarse en el lugar denominado Ovetao. Con posterioridad el tío de Máximo, Fromistano, se une a los nuevos
colonizadores, pasando a ocuparse de la incentivación de la espiritualidad del grupo, construyendo en lo alto de la planicie
una pequeña iglesia consagrada a San Vicente.
Otra de las interpolaciones discutidas es la mención a la regla de San Benito, error cometido, seguramente, por un
exceso de adhesión del copista a la orden que profesaba. Debemos considerar que los monjes mencionados en el pacto
monástico estarían sujetos a Regula Sancta o Regula Communis, promulgada por San Fructuoso de Braga que era la que
regía en todos los monasterios desde la época visigoda, pues la orden de San Benito no se extendió por España hasta bien
entrado el siglo X (FLORIANO CUMBREÑO, 1967:17).
Sin embargo, a pesar de las interpolaciones, el documento puede considerarse, si no diplomática, al menos
históricamente auténtico. Se narran hechos reales ocurridos en un lapso de tiempo de veinte años. Hechos que nos pueden
ayudar a comprender el origen y la fundación de la ciudad de Oviedo, dos hitos que deben ser diferenciados. Una cosa
es el momento en que se crea el germen de una ciudad y otra, el momento en el que se produce el acto fundacional de la
misma. Y en el caso de Oviedo, y basándonos en el documento, se trata de dos momentos separados por un largo espacio
de tiempo.
Por lo que respecta al origen, deberíamos tratar de comprender qué llevó a Máximo y a su tío a asentarse en un lugar
como Oviedo. En este sentido encontramos, desde los comienzos de la Historia de la Humanidad, huellas en el concejo de
la presencia de grupos humanos que disfrutaron del entorno para desarrollar su vida. Recientes hallazgos arqueológicos
en la ciudad de Oviedo indican la más que posible ocupación del lugar en momentos anteriores a la llegada de Máximo y
Fromistano.
Pero volviendo al momento que nos ocupa, en el año 761 se vive en España un período crítico, en el que nuestra
provincia no es una excepción, máxime si tenemos en cuenta las circunstancias que se desarrollaron desde la batalla de
Covadonga. Alfonso I lleva a cabo campañas contra los contingentes berberiscos que quedaron en la parte norte de la
cuenca del Duero hacia el año 742. Estas campañas fueron seguidas de movimientos de traslado de grupos de cristianos
que antes vivían allí sometidos a los musulmanes y ahora vienen a engrosar la población de las tierras comprendidas
entre el mar y la cordillera cantábrica, desarrollando una política de repoblación de las tierras astures. Cuantas personas
no convinieron vivir bajo el dominio musulmán se desplazaron hacia las montañas cántabras y astures, desarrollándose,
por esta causa, una importante actividad colonizadora. En estas circunstancias Máximo y sus siervos llegan al lugar de
Oviedo, situado en una región que se hallaba naturalmente aislada del resto de España por medio la Cordillera Cantábrica,
cuya elevación, unida al intrincado sistema de valles ofrecía seguridad y protección ante posibles ataques invasores.
Además contaba con el factor añadido de la expulsión de los musulmanes en renombrada batalla. Era el lugar perfecto
para refugiarse de las hordas musulmanas (GRACIA NORIEGA, 1997:28).
Pero, al mismo tiempo que las circunstancias geopolíticas, la elección del lugar de Oviedo como punto de partida para
el establecimiento de un germen monacal, llevaba aparejada condiciones indispensables para el desarrollo de la vida de
una comunidad. El espacio elegido por los nuevos ocupantes gozaba de una calidad estratégica que difícilmente debía
pasar desapercibida, pues se trataba de un lugar ubicado en una encrucijada de caminos, desde el que resultaba posible
el acceso a toda la provincia. Las principales vías que lo atravesaban comunicaban, por una parte, la franja litoral con el
interior y, por otra, los territorios situados a este y oeste, de oriente a occidente. Estas comunicaciones seguían dos rutas
naturales, impuestas por la configuración del relieve terrestre desde tiempos muy antiguos2. Existían en la época romana,
destacándose a lo largo de sus respectivos recorridos algunas poblaciones, y tal vez, algunos trozos de calzadas, algún
puente -de los que no quedan vestigios- y otras obras públicas (URÍA RÍU, 1967:278). Sin olvidar que las vías principales
enlazarían con otras secundarias que permitieran el traslado por todo el territorio circundante. Considerando todos estos
González García opina, basándose en el documento fundacional, que resulta clara la existencia de un Oviedo anterior
al siglo VIII. El hecho de que en el documento se reitere: “sin que nadie lo poseyese” y “de ninguno habitado” parece dar
a entender que anteriormente había sido poseído y habitado. Por otro lado, el lugar ya era conocido con el nombre de
Oviedo, por lo tanto, el documento de fundación se refiere indirectamente a una población anterior al siglo VIII (GONZÁLEZ
GARCÍA, 1984:57, 58). Fernández Buelta es de la misma opinión: “Fromestano y Máximo pudieron haber creído prudente
advertir (ante alguna ruina, vestigio de una pasada población o habitación), que «nadie lo habitaba y que estaba lleno de
maleza»”: 1948:80. Este autor establece la hipótesis de que, puesto que es innegable que toponímicamente Oviedo existía
antes de la llegada de Máximo y Fromistano, pudo existir en este lugar un castro, ciudadela o fortaleza (quizá la primera
fortaleza avanzada de Lucus Asturum), incluso una villa no lejana de las que existieron en el Naranco (FERNÁNDEZ BUELTA,
1948:85). Hipótesis confirmadas, hace apenas unos meses, con la aparición bajo el solar de edificios contiguos al Museo
de Bellas Artes de la ciudad de Oviedo, de la estructura de una fuente de clara construcción romana y para la que se ha
otorgado, basándose en los análisis de carbono 14, una datación del siglo IV d.C.
En la colina de Oviedo se daban las circunstancias favorables para roturar el terreno y comenzar a cultivarlo. Los
territorios adquirían la calificación de lugares poblados cuando se trabajaba la tierra, es decir, cuando el hombre se
establecía en ella para explotarla y aprovechar sus frutos. Afirmación que basa en el significado del verbo “poblar”: populare,
que aparece en los documentos de este periodo. Dicho verbo haría referencia al asentamiento de un grupo humano en un
territorio con la intencionalidad de desarrollar de modo permanente actividades vitales (FLORIANO CUMBREÑO, 1967:9). La
ocupación se legitima entonces, con el vínculo que se establece entre el hombre y la tierra que pasa a ocupar y trabajar.
Los colonizadores ya se han instalado y han transcurrido veinte años desde la llegada del grupo a Oviedo, en los que
el asentamiento ha prosperado constituyendo, posiblemente, un importante núcleo de población. En ese momento Máximo
y Formistano dan un paso hacia adelante. Convierten la pequeña iglesia de San Vicente en basílica, centrando en ella un
monasterio. Fromistano (ya mencionado como abad) deja constancia de haber recibido al presbítero Montano y a otros
veinticinco compañeros más bajo su monacato, tomando, además, todas sus posesiones. La fundación del monasterio de
San Vicente pasa a constituir el núcleo inicial de la ciudad de Oviedo.
Es posible que Fruela I mandase edificar cerca del nuevo monasterio una iglesia dedicada a San Salvador. Se considera
factible la posibilidad de que hubiese vivido algún tiempo en Oviedo, quizá pensando en la conveniencia de establecer algún
baluarte, puesto defensivo y de vigilancia, sin prescindir totalmente de la antigua capitalidad de Cangas, o sustituyéndola,
al menos temporalmente. Oviedo se situaba en el centro, atendiendo a las sublevaciones que podían sobrevenir en el este
y en el oeste y a los ataques de los musulmanes provenientes del sur. En este sentido, resulta casi obvio señalar que la
distribución geográfica de los espacios habitados se ha ido determinando, a lo largo de los siglos, teniendo en cuenta
factores favorables, no sólo para la habitabilidad y subsistencia, sino también estratégicos y de defensa; lugares que
ofreciesen las posibilidades de cobijarse, alimentarse y producir. Oviedo resultaba ser, tal y como hemos visto, un enclave
privilegiado en el que confluían factores geoestratégicos favorables, desde el punto de vista del momento político del que
estamos hablando. Teniendo en cuenta dichos factores, es posible que el rey juzgase la situación de Oviedo como idónea
para la creación de una villa capaz de resistir los ataques de los invasores. Oviedo era, un emplazamiento bien defendido
de forma natural, frente a las principales vías de invasión: el mar y el camino que unía Asturias con la Meseta. Esta
defensa se materializaba, por un lado, en la Sierra del Naranco y por otro, en el desarrollo del río Nalón y del río Nora. Las
alturas del Naranco le otorgaban importancia como prominencia desde la que podían divisarse y controlarse buena parte
de los accidentes destacados de la provincia y los movimientos que se produjesen en varios kilómetros a la redonda, así
como la inmediatez del territorio circundante a la ciudad. Los meandros del río Nora no debían ser defensa fútil y el río
Nalón dificultaría el acceso desde el sur, valorándose como un obstáculo nada despreciable.
Pero centrándonos en lo que se refiere a la fundación consideramos necesario preguntarnos si fue realmente Fruela I el
fundador de una entidad civil, como asiento, siquiera transitorio, de su corte, en el lugar ocupado por la entidad monástica
Hoy en día se tiende a considerar a Alfonso II como el primer fundador de la ciudad, de manera sencilla y sin más
disquisiciones. Quizá el silencio de las crónicas con respecto a Fruela se deba a que quedó oscurecido por la aureola que
rodeó al período alfonsino, no tanto por la belleza y número de los edificios, cuanto por la autoridad que impartía el orden
de Toledo restaurado. Será Alfonso II el que dote de funciones de capitalidad a la ciudad. Reorganiza internamente su reino,
estableciendo la corte en Oviedo, más o menos hacia el 812, y levantando, en el mismo lugar que lo había hecho su padre,
una basílica en honor de El Salvador. En un intento de restaurar la magnificencia y el poder político de la corte de Toledo,
erige un conjunto de nuevas edificaciones civiles y religiosas como expresión física del nuevo papel otorgado a la ciudad de
Oviedo que conocerá días de esplendor arquitectónico, con hermosas iglesias y obras extraordinarias para su tiempo. Nace,
definitivamente, la ciudad más antigua de la España cristiana medieval (RUIZ DE LA PEÑA, 1995:59).
Datos arqueológicos:
Los datos expuestos hasta el momento pueden hacernos pensar en el nacimiento de una ciudad en época medieval,
pero los datos ofrecidos por la arqueología parecen descompensar esta argumentación, sobre todo si tenemos en cuenta
no sólo los testimonios ofrecidos por las excavaciones en la propia ciudad de Oviedo, sino por lo acontecido en las mismas
en el entorno rural del municipio.
Muchos han sido los hallazgos de época romana que pueden ayudarnos a despejar las dudas sobre el origen de la
ciudad. Interesante, en este sentido, es la información aportada por el Castiello de Llagú, poblado castreño emplazado
en las inmediaciones de Oviedo, entre la ribera del Nalón y el Aramo, en pleno valle de Latores. Es uno de los castros
más polémicos del concejo por haberse encontrado en su día gravemente afectado por las labores extractivas de una
cantera muy próxima al recinto, que obligaron a su desmantelación en búsqueda de un lugar apropiado para su nueva
instalación.
En el año 1997 se concedió al yacimiento el estatus de BIC., lo que provocó que al día siguiente de la declaración
aparecieran destruidos sus principales vestigios. La Consejería de Cultura del Principado promovió una excavación que se
llevó a cabo en 1998. Gracias a la misma pudieron concretarse tres fases de ocupación en Llagú: la primera asociada a la
construcción de la muralla en torno al siglo IV a. C.; la segunda vinculada a la primera mitad del siglo I d. C.; y la última
que determina el momento final de la ocupación en torno a los siglos I-II d.C., ya en época plenamente romana. A partir del
siglo II d.C no se puede hablar de ocupaciones estables, observándose un deterioro de las condiciones materiales de Llagú
(BERROCAL-RANGEL et alii, 2002:58, 60, 322).
El valle de Llagú habría podido condicionar el establecimiento del poblado, pues los recursos naturales y estratégicos
en los entornos del castro permiten la explotación de riquezas de carácter agropecuario. Por otro lado, no podemos olvidar
las vías que desde la Meseta llegan hasta le norte de la región asturiana, destacando la vía romana de la Carisa sobre la
que desde el poblado se ejerce cierto control (BERROCAL-RANGEL, et alii 2002:28). Además, desde el recinto se controlan
visualmente los dos meandros en los que desemboca el Gafu, y la cercanía de las minas del Aramo parece haber sido
fundamental, puesto que a los pies del castro discurre una vía de carácter natural que enlaza la Cuenca de Oviedo con la
Sierra del Aramo.
Pero no sólo contamos con el Castiello de Llagú. Teniendo en cuenta la ubicación de la ciudad, podemos advertir que
lo más probable es que fuera atravesada por la vía romana que desde Asturia Augusta conducía a Lucus Asturum y desde
allí a Lucus Augusti. Resulta, en este sentido, apropiado recordar los datos ofrecidos sobre el monte Naranco. Lugar de
En la parroquia de Naranco se localizaron, en la falda sur del monte a 2 Km de la ciudad de Oviedo, dos estelas
funerarias romanas que vienen a corroborar los datos ofrecidos por el estudio toponímico. De la primera de ellas podemos
decir que se trata de un fragmento de una estela funeraria de caliza. Fue descubierta en el año 1885 en un muro cercano
a la puerta de la Casa Rectoral que por aquel entonces estaba adosada a Santa María del Naranco. Hoy en día sólo se
conserva la cabecera que presenta forma semicircular. Su estado de conservación es precario, presentándose picada
y maltratada. Tiene 0,46 metros de altura, una anchura de 0,49 y un grosor de 0, 08 metros. Teniendo en cuenta las
dimensiones y tal como parece indicar la rotura, es posible que le faltase más de la mitad; sin embargo no se descubre
huella de letras al final del tercer renglón, en el espacio que permite ver la mitad superior de la que podría ser la cuarta
línea (MIGUEL VIGIL, 1987:221).
En la estela se lee el epígrafe: Q VIIND / IRICVS/ AGIIDI F[ILIUS] Se traduce de la siguiente manera: “Quinto Vendirico,
hijo de Agedio”. De su lectura se deduce que el difunto era Quinto Vendirico, un hombre que tiene nombre romano y
praenomen de radical indoeuropeo, hijo de Agedius que tiene nombre prerromano (GONZÁLEZ, 1963:83).
Pero las estelas no son los únicos hallazgos que se hacen eco de un establecimiento romano en el Naranco. Tenemos
constancia de la recuperación de lo que se ha dado en considerar un denario de Probo, siendo mucho más probable que se
trate, según la reciente lectura de Fernando Gil Sendino, de un claro antoniniano por presentar la efigie del emperador la
cabeza radiada3. La lectura que se ha dado para esta moneda es la que sigue:
Los vestigios romanos se ven incrementados, además, con la presencia de restos de tegulas halladas en torno a la
iglesia de San Miguel de Lillo y de Santa María del Naranco. En la excavación realizada por César García de Castro se
recogieron unos 600 fragmentos de ladrillo y de teja plana sin ningún tipo de decoración. Puesto que estas últimas se
corresponden morfológicamente con las tegulae romanas y teniendo en cuenta que en épocas medievales se reaprovecharon
materiales constructivos de épocas anteriores, tenemos que pensar que son romanas, a pesar de la opinión de García de
Castro que no encuentra ninguna razón para suponer que lo sean (GARCÍA DE CASTRO, 1995:131, 132).
Contamos, además, con otro importante testimonio, materializado en la inscripción del ara de Santa María del Naranco,
datada el 23 de junio del año 848 en la que se alude a la renovación realizada por el rey Ramiro y por Paterna, su esposa, de
aquella morada que era excesivamente vieja. Suponen los estudiosos que tres siglos después del fin del Imperio Romano en
Asturias, una vejez excesiva debía hacer referencia a edificaciones construidas en época romana (GONZÁLEZ, 1963:84, 85).
Por otro lado, Villarmorsén, lugar perteneciente a la parroquia de Naranco, situado en la falda meridional del monte,
presenta también restos de ocupación romana. En 1958 Joaquín Manzanares localizó, al sur de los caseríos del lugar, lo
que supuso eran vestigios romanos. Recogió fragmentos de tegula entre lo que entendía era material de construcción.
Con posterioridad, en una tierra de labor conocida como “La Llaniella”, volvió a encontrar fragmentos de teja romana
plana, uno de teja curva y fragmentos de cerámica. Es interesante tener en cuenta que en las proximidades del lugar
No una villa, pero sí un interesante asentamiento romano fue localizado en Priañes, lugar de la parroquia de Nora,
ubicado sobre una península que se une al concejo de Oviedo a través de un istmo. Está circunvalado por el Nalón y por el
Nora que se unen al noroeste del núcleo.
El yacimiento de Priañes fue descubierto casualmente en el año 2003 durante las tareas de acondicionamiento
de una parcela situada en al zona más elevada del pueblo, en una finca conocida como “El Fompín”. La intervención
arqueológica determinó la presencia de un conjunto de estructuras relacionadas con actividades artesanales y
agropecuarias, con una cronología que se extiende desde la segunda mitad del siglo IV hasta comienzos del siglo
V d.C., establecida por los materiales arqueológicos recuperados que reflejan su pertenencia a un ajuar doméstico
tardorromano.
La excavación sacó a la luz una estancia de planta rectangular realizada por medio de mampuestos de piedra caliza
que, además del suelo de opus signinum, preserva restos de pinturas monocromáticas y enfoscados muy deteriorados en
las paredes. Al norte de esta estancia apareció un pozo de planta irregular en una zona muy afectada por las acciones de
acondicionamiento de la finca. Presentaba claras señales de haber sido sometido a la acción del fuego y en su entorno se
encontraron escorias de hierro que llevaron a interpretarlo como un horno. Esta estructura puede ponerse en relación con
una canalización realizada con lajas de caliza, de la que se conserva un tramo de 12 metros.
Por encima de estas estructuras, superponiéndose a las mismas se documentó una necrópolis medieval. La tipología
es clara: lajas de piedra con cubiertas también de lajas o de tierra. En principio se creyó que se correspondía de manera
exclusiva con un período medieval, sin embargo, posteriormente pudo confirmarse la existencia de un enterramiento
cubierto de tegulae, en el interior del cual apareció un bronce de época bajoimperial (siglo IV). Es posible que pueda
entenderse como un enterramiento ocasional, como el encontrado en la villa de Murias de Beloño en el concejo de Gijón; sin
descartar la posibilidad de que pertenezca a una fase tardorromana de la necrópolis, en cuyo caso, podría estar en relación
con un asentamiento próximo del tipo villa, situado a unos 400 metros en una finca conocida con el nombre de “La Villa”
o “Las Huertas de la Villa”, si atendemos a la toponimia.
Los materiales arqueológicos recuperados de la excavación pueden ponerse en relación con los de yacimientos cercanos,
como el asentamiento y la necrópolis tardorromana de Paredes de Siero, La Muria de Paraxuga en Oviedo (desde Priañes se
puede contemplar la Facultad de Medicina sita sobre el desaparecido yacimiento), o los de la villa de Andallón y La Muria
de Llazana en el municipio de Las Regueras. De todos los materiales muestran especial interés los restos constructivos que
se relacionan con las producciones características de los hornos romanos de La Venta del Gallo (Cayés, concejo de Llanera)
que abastecían a los asentamientos de la zona entre los siglos II y IV d.C. Se trata de un hallazgo excepcional que pone
de manifiesto la importante influencia romana en la zona. Es el primer yacimiento de estas características encontrado en
Asturias y pasa a engrosar la lista de los escasos ejemplos localizados en el norte peninsular.
No podemos olvidarnos tampoco de los dos puentes que se ubican sobre el río Nalón y de los que salvan el río Nora, y
que nos informan sobre la actividad romana en la zona. Se ubica el primero de los del Nalón junto al pueblo de Godos, en
la parroquia del mismo nombre. Conserva dos arcos sobre pilares muy deteriorados, pero se le suponen otras seis arcadas
y, a pesar de las sucesivas remodelaciones, un origen romano. El segundo, en las inmediaciones de Olloniego, en la vega
del mismo nombre y rodeado de fincas, se encuentra separado del cauce del río ya desde época remota (MIGUEL VIGIL,
Los puentes de Colloto y de Villaperi son los que se ubican al norte del municipio, uniendo las dos orillas del Nora.
El primero de ellos no se encuentra situado propiamente dentro de los límites del concejo de Oviedo, pero considerada la
importancia del mismo como lugar de paso sobre el río Nora en la ruta que los romanos utilizaban para dirigirse a Lucus
Asturum, y su ubicación en un entorno muy cercano a la ciudad y próximo a los restos romanos de Lugones, hemos decidido
incluirlo como parte de esta investigación. Es llamado el Puente Romano o el Puente Viejo de Colloto. Fue declarado Bien
de Interés Cultural en el año 1999. Presenta un grado de deterioro importante y a lo largo de su historia ha sufrido varias
remodelaciones6. Actualmente consta de dos arcos de medio punto apoyados en un pilar central, perforado por un arquillo
de descarga también de medio punto. Por este puente cruzaba el Camino Francés hacia San Salvador de Oviedo. A pesar de
las restauraciones realizadas en la estructura, Vicente Rodríguez Otero es de la opinión de que la técnica de construcción
está indicando una posible factura imperial (RODRÍGUEZ OTERO, 1989). Sin embargo, la opinión más generalizada es la
de la dificultad de establecer una cronología.
El puente de Villaperi conocido comúnmente con el nombre del Puente Viejo de Villaperi, se sitúa en la parroquia
más septentrional del término municipal, y permitía cruzar el río Nora en dirección hacia la costa. A través del puente
se comunicaba el centro de la región no sólo con la ciudad romana de Gigia, sino con los alrededores de la misma y, por
consiguiente, con las villae gijonesas.
Además, en La Canal, término contiguo a Fitoria, volvió a encontrar Manzanares teja romana plana y curva acanalada.
A consecuencia de la construcción de la actual carretera, se pudieron recuperar varias monedas romanas de plata,
destacando entre ellas un denario de Augusto, sin que conozcamos más información al respecto. José Manuel González
recogió en La Matorra varias tejas romanas que se citan como provenientes de la iglesia de San Pedro de los Arcos, en la
que se documentaron materiales de construcción semejantes. En San Esteban de Las Cruces se señalan vestigios romanos
similares a los de Villamorsén. Fueron localizados en una heredad a la izquierda de la carretera que conduce a Morente
desde Lugigo.
Más que destacables, y ya dentro de la propia ciudad de Oviedo, son los restos de la Muria de Paraxuga que fueron
identificados por el profesor José Manuel González a finales de los años 50 del siglo XX. Se trataba, claramente,
de restos romanos, a pesar de aparecer revueltos a causa de la presencia de una trinchera de la guerra civil y del
desmonte provocado por el solar de una casa. Fueron localizados entre la avenida Julián Clavería y la carretera general
de Galicia, área perteneciente al antiguo lugar de Paraxuga. González consideró, teniendo en cuenta la extensión, el
emplazamiento y las características presentes en su nuevo hallazgo, que se encontraba ante una villa romana. Se
realizó un reconocimiento de urgencia, provocado por la inminencia de la construcción de la Facultad de Medicina
(hoy en día dicha facultad se localiza encima de los antiguos restos) y F. Jordá Cerdá fue el investigador encargado de
sondear el yacimiento.
Los restos metálicos recopilados por Jordá a lo largo de su intervención fueron estudiados por M. Escortell Ponsada,
quien los publica en el año 1974 siendo directora del Museo Arqueológico Provincial (ESCORTELL PONSADA, 1974a:311-
314). De todos ellos destacamos tres, por parecernos los más representativos. El primero es una moneda de bronce de
Constantino, fechada en el siglo IV d.C. Su importancia radica en que señala un momento tardío en la ocupación de la
supuesta villa. Anv.: cabeza de Constantino de perfil a derecha: CONSTANTIUS NOB[ILISIMUS] C[AESAR] Rev.: dos soldados
en pie con escudo y lanza, entre ellos trofeos militares. GLORIA EXERCITUS. El peso de la moneda es de 2,1 gramos y en el
exergo la ceca que es ilegible. Por el hecho de presentar el reverso dos estandartes se baraja la posibilidad de que la fecha
esté comprendida entre el 330 y el 332.
El segundo elemento destacado es una sortija de bronce formada por anillo y chatón circular dividido en cinco celdillas
rellenas con pasta vítrea de color azul marino que puede fecharse claramente en época imperial romana (ESCORTELL
PONSADA, 1974a:312). Finalmente contamos con una hebilla, igualmente de bronce, fundida en molde, de sección circular
y abierta, con extremos vueltos sobre sí mismos y rematados en sendos botones incisos. En ocasiones, a este tipo de
hebillas se les denomina fíbulas, porque mantienen en común con éstas el aro y la aguja, a pesar de todo carecen de muelle
que es el elemento definidor de las últimas. Según Escortell son un evidente signo de romanización. Sin olvidar que del
simple estudio de las piezas no se pueden extraer conclusiones categóricas con respecto a la cronología de las mismas por
desconocer la relación estratigráfica en la que fueron halladas, la moneda permite admitir que al menos en el siglo IV d.C.
la Muria de Paraxuga era habitada “fecha esta que coincide con la de otras villas asturianas como la de la vega de Ciego
en el concejo de Lena, la de Cenero en el de Gijón o la de Puelles, en Villaviciosa”: Escortell Ponsada 1974a:314.
Los materiales cerámicos fueron estudiados por Carmen Fernández Ochoa muy posteriormente. El conjunto está
formado por fragmentos muy pequeños y rodados de terra sigillata hispánica, así como de cerámica común romana que
permiten pensar en un ambiente tardío. A éste se añade otro conformado por fragmentos de cerámica común romana,
cerámica pintada tardorromana, cerámica paleocristiana gris y anaranjada de producción local, y cerámica de imitación
paleocristiana que fueron estudiados por Beatriz Junquera Lantero7.
Parece ser que las edificaciones se levantaron en dos momentos diferentes. La primera época de construcción que
se corresponde con los muros más antiguos, se fecharía en un momento bajoimperial dado por la moneda. Un segundo
Determinante para el debate sobre el origen de la ciudad de Oviedo ha sido el reciente hallazgo de una fuente de
factura y de datación romana en un solar del centro de Oviedo. En un primer momento se consideró la posibilidad de que
se tratase de una fuente prerrománica por su similitud formal con la de Foncalada; joya del prerrománico asturiano y única
construcción civil pública que se conserva de este periodo. Sin embargo, las obras de ampliación del Museo de Bellas
Artes de Asturias permitieron el hallazgo que, junto con los datos expuestos hasta el momento, parece consentir adelantar
unos cuantos siglos la existencia de la ciudad de Oviedo. Pruebas de carbono 14 realizadas sobre una muestra del mortero
hidráulico de la fuente, únicos restos típicamente romanos, aprueban establecer para la misma una datación del siglo IV
d.C. Los análisis realizados determinan que dicha muestra pertenece a una construcción realizada entre el año 240 y el 420
d.C., esto es, en época imperial. El mortero del que se extrajeron restos para el análisis se encuentra en el estrato inferior
y pertenece a la época más antigua, puesto que la excavación ha determinado diferentes fases de ocupación para las que
también se han establecido dataciones superpuestas temporalmente que presentan una cronología lógica. Por encima del
mortero se analizaron restos óseos que arrojaron una datación entre el 650 y el 780. Una tercera muestra establece, por
encima de las dos anteriores una datación comprendida entre el año 1040 y el 1260.
Los restos de la fuente evidencian, según Rogelio Estrada, director de las excavaciones, la existencia de una
construcción de carácter monumental que permiten atisbar la importancia del lugar en época romana, considerando que
las características no sólo constructivas, sino funcionales de la fuente informan sobre la presencia de un grupo humano lo
suficientemente importante para que el esfuerzo invertido en la realización de la misma mereciese la pena. No se emplea
esfuerzo, tiempo y dinero en la realización de una fuente que va a quedar aislada en un lugar despoblado. Sea como
fuere, la aparición de esta construcción es inestimable para reescribir una parte de la historia de Oviedo. Parece quedar
confirmada la necesidad de repetir en el pacto monástico al que aludimos más arriba la idea de que Ovetao era un lugar
por nadie habitado.
Aparte de los yacimientos mencionados hasta el momento, Vicente José González García (GONZÁLEZ GARCÍA,1984: 63)
realiza un recuento de los hallazgos encontrados en la ciudad de Oviedo que podrían ayudar a establecer la confirmación
de un lugar de habitación anterior a 761. Recuento que se ve incrementado con las aportaciones que en su día ofrecieron
Fernández Buelta y de Hevia (FERNÁNDEZ BUELTA Y HEVIA, 1948; FERNÁNDEZ BUELTA Y HEVIA 1950; FERNÁNDEZ BUELTA Y
HEVIA 1951). No consideramos acertado citarlos debido a que no les otorgamos demasiada veracidad.
En nuestro intento de documentar arqueológicamente el origen de a ciudad de Oviedo no podemos dejar de mencionar
los restos romanos aparecidos en el entorno del concejo ovetense. De todos ello es fundamental el enclave romano de
Lucus Asturum, verdadera sede del Imperio en el entorno y verdadero cruce de caminos del centro de la región, del que muy
probablemente dependían los vestigios de las zonas del Naranco, Priañes y Nora.
Fue en el año 1960 cuando José Manuel González propuso la identificación de la localidad de Lugo de Llanera (en el
concejo de Llanera, a unos 10 Km de Oviedo) con la civitas romana de Lucus Asturum, basándose en los datos ofrecidos
por el estudio de la toponimia y por la revisión de la documentación medieval (CID LÓPEZ et alii, 1991:17, 19). Dentro del
término municipal de Llanera la población de Lugo se sitúa en un espacio en el que las condiciones geográficas son muy
favorables, no sólo desde el punto de vista de la habitabilidad del espacio, sino por situarse en un lugar clave como punto
de enlace de las rutas romanas del interior de la región asturiana. El acceso a la costa estaba facilitado por la falta de
obstáculos orográficos en el concejo. No en vano el nombre de Llanera nos está indicando la presencia de una importante
llanada.
Ahora bien, teniendo en cuenta los resultados de las investigaciones llevadas a cabo por Fernández Ochoa, García Díaz
y Zarzalejos Prieto es necesario dudar de la ubicación de Lucus Asturum en el lugar de Lugo de Llanera. Los estudios que
se han realizado en los entornos de este enclave han descartado la existencia de indicios que puedan permitir identificar
Es importante mencionar el hallazgo de una inscripción dedicada a los dioses lares Viales que nos otorga datos
importantes en este sentido, sobre todo considerando que las advocaciones a los lares viales suelen aparecer en lugares
cercanos a los ejes viarios de comunicación o en los puntos justos de intersección de dichos ejes. A este respecto las
investigaciones arqueológicas han determinado que la importancia de Lucus Asturum en época romana está directamente
relacionada con su condición de confluencia de caminos. Lo más probable es que la evolución y la pervivencia de Lucus
estuviese relacionada con su condición de encrucijada. Las investigaciones concluyen con la posibilidad de identificar los
restos aparecidos en el territorio de Lugo de Llanera como pertenecientes a un Vicus viarii, entendiendo éste como una
aglomeración compuesta por construcciones separadas o formando pequeños grupos que constituyen, a su vez, un centro
asociado, pero internamente disperso. Los restos hallados en Llanera presentan semejanzas con los vici documentados
en puntos importantes de las principales rutas romanas. Por tanto resulta apropiado pensar en la funcionalidad de
Lucus Asturum como verdadero cruce de caminos del centro de la región. Funcionalidad que sería trasladada a Oviedo
posteriormente, en el momento en el que comenzó a considerarse más interesante su ubicación en lo que actualmente es
el municipio ovetense.
No quería dejar de hacer referencia a la necrópolis tardorromana de Paredes de Siero localizada durante las tareas
previas a la construcción del complejo comercial Parque Principado en el año 1997. Esta necrópolis resultó ser la primera
evidencia arqueológica clara de entidad importante sobre este tipo de yacimientos en la región y no sólo por la cantidad del
material recogido y por su importancia, sino también porque el estudio detallado del yacimiento permite extraer conclusiones
que expresan creencias y conceptos religiosos que pueden relacionarse directamente con patrones socioculturales de la
romanidad tardía (en torno segunda mitad del siglo IV y principios del V d.C.). La necrópolis se relaciona, además, con una
villa localizada al sureste de la misma en el caserío El Monte, reconocida en los años 50 del siglo pasado.
La intervención arqueológica determinó que el espacio funerario se desarrolló en extensión, no habiéndose constatado
superposiciones ni reutilizaciones en el mismo, si bien pudo llegar a diferenciarse la existencia de grupos de tumbas que
podrían corresponder a agrupaciones familiares. Se identificaron 36 enterramientos (REQUEJO PAGÉS et alii, 2007:311).
Muy interesantes son, asimismo, los hornos romanos de la Venta del Gallo, en el concejo de Llanera, que fueron
localizados como resultado de las labores de control arqueológico realizadas durante las obras de construcción de la AS-
18, vía de comunicación entre los concejos de Oviedo, Llanera, Siero y Gijón en una zona considerada de riesgo arqueológico
por la relevancia de los restos hallados en las inmediaciones. En una zona muy próxima Emilio Marcos Vallaure descubrió
en los años 60 del siglo pasado una estructura que identificó como un horno romano de planta circular con corredor. Se
trataba del primer horno romano localizado en Asturias (REQUEJO PAGÉS, 2007:306).
Las tareas de excavación identificaron un total de cinco hornos dedicados a la cocción de materiales constructivos.
Formarían parte de un complejo industrial alfarero en el que debían existir estructuras y dependencias que formarían
parte de la infraestructura y de las que desgraciadamente no se conservan vestigios. La habilidad técnica y la previsión
de los obreros encargados de la construcción de los hornos queda patente no sólo en la ubicación de los mismos en una
zona con abundantes recursos de arcilla y de agua (separados un centenar de metros de los ríos Nora y Noreña), sino
porque las soluciones técnicas adoptadas para la construcción de los hornos, para los que se aprovechan las condiciones
topográficas, denotan una interesante habilidad técnica. Los hornos están construidos con materiales arcillosos que
permiten conservar el calor y que, además, son refractarios, por lo que resisten bien las elevadas temperaturas. Teniendo
Es muy posible que el complejo alfarero de Cayés sirviese para realizar materiales a gran escala (tejas y ladrillos) y
abastecer a las villae de la región, como podrían ser Paredes, Beloño, Veranes o Puelles, incluso Paraxuga, constatándose,
además, la reutilización de los materiales elaborados en este complejo en los enterramientos de la cercana necrópolis
tardorromana de Paredes, a la que hemos hecho referencia más arriba. El descubrimiento de estos hornos, con sistemas de
producción estandarizados y típicamente romanos denota la profunda presencia romana en el sector central de Asturias.
Conclusión:
Todos estos datos no hacen sino confirmar que una vez establecido el Imperio Romano en territorio asturiano, se produce
una asimilación de culturas y el desarrollo de un sistema social a partir del cual se formaliza la aparición de nuevas formas de
relación con el medio y con el entorno, basadas en la existencia de estructuras de explotación que impulsaron una dinámica
esencialmente diferente al proceso histórico vivido hasta el momento por las comunidades indígenas, produciendo un cambio
en las pautas de apropiación del territorio. Se siguen explotando los mismos recursos pero, al cambiar las técnicas, cambia
también la intervención sobre el medio natural y, por tanto, los resultados de esa intervención.
Las villae son el sistema fundamental de ocupación del suelo desde el siglo II d.C. En el concejo de Oviedo tenemos claro
testimonio arqueológico de la presencia de, al menos, una; certeza que se confirma como consecuencia de la excavación
realizada en el lugar, a pesar de que en la actualidad carezcamos de restos por estar tapados por la Facultad de Medicina.
Conocemos además, gracias a las labores de prospección y al hallazgo de materiales, la probable existencia de otra en
el Naranco. Es posible que los restos de materiales de construcción diseminados por el concejo estén indicándonos la
presencia de edificaciones relacionadas con alguna entidad de este tipo. Además del reciente e importantísimo hallazgo
de la fuente a la que aludíamos más arriba. Y finalmente tenemos los testimonios que aporta la toponimia que son muchos
y bastante claros en este sentido y que se extienden por todo el término municipal, salvo en las parroquias de Nora, Godos,
La Manjoya, La Pereda, Pando, Manzaneda, Santianes y Agüeria, ocho de las treinta y una, confirmándonos la importante
presencia romana en la zona. Abuli (Abulius / Abullius), Ajuyán (ad: hacia o junto a Iulianum o ad (villam) Iuliani), Alperi
(ager, agri: campo y Petrus: el campo de Pedro), Areces (Aretius), Argudín (posible Argutus o bien agrum Gutinus / Gotinos:
campo de Godín), Arzamil (Arsamirus o Arsamius), Aviño (Abinius / Aviniu), Ayones (Allio(n) / Alionius / Alio / Aius), Belovio
(Velovius), Bendones (Vindonius), Bisueña (Bistonius), Box (Bausus), Caces (Cattius / Caccius), Camales (Camalus), Cantil
(Cantilius), Cayés (Caius), Cerdeño (Cerdenius / Ceridonius), Constante (Constantius), Contriz (posible construcción latina
cuyo segundo elemento procede del germánico -ricus; Gontericus > Guntericus), El Padrún (Patronus o Petronius), El Peri
(Petri de Petrus), Fontarente (Tarentinus o Tarentius), Fuso de la Reina (Fusus), La Carisa (Carisius), La Llana (derivado
femenino de Iulianus), La Paranza (Sperantia, Speratinus, o quizá Speratianus aunque lo más acertado parece relacionarlo
con el verbo parar), Ladines (Latinus / Ladinius / Ladinnius / Latinius / Flavinus), Lampaya (Lampadius o villa Lampadia),
Latores (Latturus), Lillo (Linius), Limanes (Lima), Loriana (Laurius), Lubrió (Lubrius), Lúgido (Lausius / Lusius), Maniello
(Mannus / Mannellusi), Morán (Moranus / Maurianus), Morente (Maurus o quizá Morens -entis), Moreo (Maurus), Nonín
(Nonius), Olloniego (Ollenius + Aecus), Paderni (Paternus), Pedroño y Pedruño (Petronius), Poyana (Polius / Pollianus),
Pumarín (Pomarinus, formado a partir Pomarius o Pomerius), Rozavente (Ventius), Sendín (Sandinus / Sendinus), Siones
(Silio / Sellius), Sobrepoyana (sobre la casería de Polius / Pollianus), Udrión (Otronius), Ules (Ulius), Valdemora (vallem:
valle y Maura), Vallobín (Lupinus, encontrándonos con un posible vallem Lupini, latino o Leovini, germánico), Vidayán
(Vitalianus), Villacizán (villa + Caecianus), Villamar (villam de Mari, flexión de Marus / Marius), Villamejil (villa + Maginus),
Villamiana (Medius o Medianus), Villaverde (Vertius / Bertus / Viridius), Vixil (Vigildius / Vigilius) y Xineciu (Genetius) son
todos probables derivados de posesores romanos, y, por consiguiente, originados en torno a la ocupación y puesta en
explotación de la tierra y al régimen de propiedad de la misma.
Obviada la toponimia y basándonos en la presencia de yacimientos y restos arqueológicos, la ocupación romana del
concejo de Oviedo parece centrarse en la propia capital y en su entorno inmediato, lugar en el que encontramos el mayor
número de espacios con posibles restos romanos. Destacan entre todos ellos los representados por la Muria Paraxuga,
Pensamos, por lo tanto, no en un cambio drástico en cuanto a las teorías sobre la fundación de Oviedo como tal, pero sí
en lo que se refiere a sus orígenes, distantes como se había creído hasta el momento de época medieval y más cercanos a
un período de importante presencia romana en la zona central asturiana, tal y como hemos intentado demostrar a lo largo
de esta exposición.
Cierto es que hasta que los resultados de las excavaciones que han sacado a la luz la fuente que ha conseguido
poner en entredicho las informaciones con respecto a la existencia de un Oviedo romano no estén publicadas, nada podrá
confirmarse con absoluta exactitud, cosa que no hemos pretendido. Más bien intentamos que queden patentes hechos
que han de tenerse en cuenta a la hora de hablar del origen de la ciudad de Oviedo. Parece que hemos de tener presente
la existencia de una población romana en el lugar mucho antes de la llegada de Máximo y de Fromistano. Población que
nos dejó varios vestigios como testimonios válidos de su existencia y de su presencia en lo que hoy en día es la capital del
Principado de Asturias.
Bibliografía:
ALBERTOS FIRMAT, M. L. (1984): “La onomástica personal en las inscripciones romanas de Asturias”. Lletres Asturianes,
12, pp: 37-53
ADÁN ÁLVAREZ, G. (1992a): “Seguimiento arqueológico en el inmueble sito en la calle Paraíso-Postigo (Oviedo). Octubre,
noviembre 1989”. Excavaciones Arqueológicas en Asturias, 1987-1990. Servicio de Publicaciones del Principado
de Asturias. Consejería de Educación, Cultura, Deportes y Juventud, pp: 263
ADÁN ÁLVAREZ, G. (1992b): “Seguimiento arqueológico en el interior de la casa Valdediós (Fuero 8, Oviedo) Enero, febrero
1990”. Excavaciones Arqueológicas en Asturias, 1987-1990. Servicio de Publicaciones del Principado de
Asturias. Consejería de Educación, Cultura, Deportes y Juventud, pp: 261-262
AGUADÉ NIETO, S. (1981): “Transformaciones del poblamiento rural de Asturias durante la Alta Edad Media: la villa”.
Bidea, 104, pp: 621-665
AGUILAR HUERGO, E. y BARRERA LOGARES, J. M. (2007): “Prospecciones arqueológicas en las terrazas fluviales de la
cuenca media del río Nalón”. En Excavaciones arqueológicas en Asturias 1999-2002. Gobierno del Principado
de Asturias. Consejería de Cultura, Comunicación Social y Turismo, pp: 13-15
ALONSO MATHIAS, F. (2002): “Fechas de carbono-14 en los castros asturianos”. En: BLAS CORTINA, M. A. de, y VILLA
VALDÉS, A. (eds.): Poblados fortificados del Noroeste de la Península Ibérica: formación y desarrollo de la Cultura
Castreña. Coloquios de Arqueología en la Cuenca del Navia. Navia, pp: 337-344
ARAMBURU Y ZULOAGA, F. de (1989): Monografía de Asturias.1899. Biblioteca Histórica Asturiana. Silverio Cañada, editor.
Barcelona.
ARCE, E. (1977): Oviedo y los ovetenses. Colección popular asturiana. Ayalga Ediciones. Oviedo.
ARCE, J. (1982): El último siglo de la España Romana: 284-409. Alianza universidad, Madrid.
ARCE, J. (2005): Bárbaros y romanos en Hispania. 400-507 A.D. Marcial Pons, Ediciones de Historia, S. A. Madrid.
BELLÓN RAMÍREZ, J. (1977): “Nuevas aportaciones a la arqueología romana de Asturias”. Bidea, 90-91, pp: 373-381
BERROCAL-RANGEL, L.; MARTÍNEZ SECO, P. y RUÍZ TRIVIÑO, C. (2002): El Castiello de Llagú. Un castro astur en los orígenes
de Oviedo. Real Academia de la Historia. Madrid.
BESGA MARROQUÍN, A. (2000): Orígenes hispanogodos del Reino de Asturias. RIDEA. Principado de Asturias. Oviedo.
BOBES NAVES, M. C. (1960): “La toponimia romana en Asturias”. Emerita, tomo XVIII, pp: 241-284
BOBES NAVES, M. C. (1961): “La toponimia romana de Asturias”. Emerita, tomo XXIX, pp: 1-52
BOBES NAVES, M. C. (1962): “De toponimia asturiana”. Archivum, tomo XII, pp: 427-444
CABAL RUBIERA, C. (1961): “Un nuevo punto de vista sobre la fundación de la ciudad”. Bidea, 43, pp: 391-408
CALLEJA PUERTA, M. (2004): “La ciudad de Oviedo en la alta Edad Media”, Luces de peregrinación. Sede real y sede
apostólica, pp: 109-130
CAMINO MAYOR, J. (coord.) (2005a): La Carisa. Ástures y Romanos frente a frente. Caja de Asturias. Obra Social y
Cultural.
CAMINO MAYOR, J. (2005b): “Prehistoria e Historia Antigua”. En FERNÁNDEZ PÉREZ, A. y FRIERA SUÁREZ, F. (coords.):
Historia de Asturias. KRK Ediciones. Oviedo, pp: 15-148
CANELLA SECADES, F. (1990): El libro de Oviedo. Biblioteca de Autores Asturianos. Reproducción facsímil de la edición de:
Oviedo, Imprenta de Vicente Brid 1887. Ed. Auseva. Gijón.
CANTERO DESMARTINES, M. C. (1999): “Estudio arqueológico en el edificio de la calle San Vicente núm. 3. (Oviedo)”.
Excavaciones Arqueológicas en Asturias, 1995-1998. Servicio de Publicaciones del Principado de Asturias.
Consejería de Cultura, pp: 261-270
CARVALLO, L. A., DE (2005): Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias. Reproducción facsímil de la
edición de: En Madrid por Julián Paredes, impressor de libros, en la Plaqueta del Ángel año 1695. Edición Maxtor.
Valladolid.
CASAPRIMA COLLERA, A. (2002): Diccionario geográfico del Concejo de Oviedo. Casaprima Editor. Oviedo.
CID LÓPEZ, R. M.; FERNÁNDEZ OCHOA, C.; GARCÍA DÍAZ, P. y PEDREGAL RODRÍGUEZ, A. (1991): Asentamiento romano y
necrópolis medieval en Lugo de Llanera (Principado de Asturias). Ayuntamiento de Llanera.
EGOCHEAGA RODRÍGUEZ, J. E. (2004): Reflexiones de un antropólogo físico sobre la génesis del poblamiento en Asturias.
RIDEA, Oviedo
ESCORTELL PONSADA, M. (1974a): Guía-catálogo del Museo Arqueológico Provincial. Excma. Diputación Provincial de
Oviedo. Oviedo.
ESCORTELL PONSADA, M. (1974b): “Materiales romanos de Paraxuga. Oviedo”. Miscelánea Arqueológica, I, pp: 311-314
ESCORTELL PONSADA, M. (1982): Catálogo de las Edades de los Metales del Museo Arqueológico Oviedo. Consejería de
Educación y Cultura del Principado de Asturias.
FANJUL PERAZA, A. (2005): Los castros de Asturias. Una revisión territorial y funcional. Ayuntamiento de Teverga.
FANJUL PERAZA, A. y MENÉNDEZ BUEYES, L. R. (2004): El complejo castreño de los astures transmontanos. El poblamiento
de la cuenca central de Asturias. Ediciones Universidad de Salamanca.
FERNÁNDEZ MIER, M. (1999): Génesis del territorio en la Edad Media. Arqueología del paisaje y evolución histórica en la
montaña asturiana. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Oviedo.
FERNÁNDEZ AVELLO, M. y RODRÍGUEZ MUÑOZ, J. (1998): “Oviedo”. En RODRÍGUEZ MUÑOZ, J (dirección y coordinación):
Asturias a través de sus concejos. Ed. Prensa Asturiana, S. A., La Nueva España. Oviedo, pp: 500-535
FERNÁNDEZ BUELTA, J. M. (1948): “Ruinas del Oviedo primitivo. Preliminares para un estudio sobre lo hallado en las
excavaciones”. Bidea, 4, pp: 73-102
FERNÁNDEZ BUELTA, J. M. y HEVIA GRANDA, V. (1950): “Nueva fase de las excavaciones del Oviedo antiguo”. Bidea, 10, pp:
123-159
FERNÁNDEZ BUELTA, J. M. y HEVIA GRANDA, V. (1951): “Tercera fase de las excavaciones del Oviedo primitivo”. Bidea, 13,
pp: 113-128
FERNÁNDEZ OCHOA, C. (2003): El lenguaje de las piedras. La recuperación del Patrimonio Arqueológico de Gijón. Silverio
Cañada Editor. Gijón.
FERNÁNDEZ OCHOA, C. y MORILLO CERDÁN, A. (1999): La tierra de los astures. Nuevas perspectivas sobre la implantación
romana en la antigua Asturia. Ediciones TREA, S. L. Gijón.
FERNÁNDEZ OCHOA, C. y MORILLO CERDÁN, A. (2002): “La configuración del territorio en la Asturia Transmontana”. Actas
de los XII Cursos monográficos sobre el Patrimonio Histórico, 6. Reinosa, pp: 381-400
FERNÁNDEZ OCHOA, C.; GARCÍA DÍAZ, P. y ZARZALEJOS PRIETO, M. (2001): Excavaciones arqueológicas en Santa María de
Lugo de Llanera (Asturias). Memoria de las campañas de 1991 a 1995. RIDEA. Oviedo.
FLORIANO CUMBREÑO, A. (1967): Origen, fundación y nombre de Oviedo. Excmo. Ayuntamiento de Oviedo. Oviedo.
FRANCISCO OLMOS, J. M. de (2003): Los usos cronológicos de la documentación epigráfica de la Europa occidental en las
épocas antigua y medieval. Castellum, Madrid.
GARCÍA CUETOS, M. P. (2004): “Los pasos perdidos. El trazado urbano de Oviedo bajo la Plaza de Alfonso II”. Sulcum sevit.
Estudios en homenaje a Eloy Benito Ruano, tomo II, pp: 763-796
GARCÍA DE CASTRO VALDÉS, C. (1995): “Excavaciones arqueológicas en San Miguel de Lillo (Oviedo) Campaña de 1991”.
Excavaciones Arqueológicas en Asturias, 1991-1994. Servicio de Publicaciones del Principado de Asturias.
Consejería de Cultura, pp: 127-135
GARCÍA LARRAGUETA, S. (1962): Colección de documentos de la Catedral de Oviedo. Real Instituto de Estudios Asturianos.
Oviedo.
GARCÍA SANJUÁN, L. (2005): Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio. Ariel Prehistoria.
Barcelona.
GONZÁLEZ GARCÍA, V. J. (1984): “El Oviedo antiguo y medieval. (Estudio histórico-arqueológico sobre los orígenes y la
formación de la Ciudad)”. Santa Ovetensis, VII, pp: 54-65
GONZÁLEZ Y FERNÁNDEZ VALLÉS, J. M. (1956): “Mansiones en el trayecto de Vía Romana Lucus Asturum-Lucus Augusti”.
Archivum, tomo VI, pp: 287-300
GONZÁLEZ Y FERNÁNDEZ VALLÉS, J. M. (1957): “Una «muria» romana en Oviedo (Buenavista)”. Boletín de la Comisión
Provincial de Monumentos, I. Trabajos del año 1956, pp: 198-200
GONZÁLEZ Y FERNÁNDEZ VALLÉS, J. M. (1963): “La «villa» romana de Linio en Naranco (Oviedo)”. Archivum, tomo XII, pp:
73-89
GONZÁLEZ Y FERNÁNDEZ VALLÉS, J. M. (1974): “Historia Preurbana”. En: AA. VV.: El libro de Oviedo. Ediciones Naranco, S.
A. Oviedo, pp: 2-20
JOVE Y BRAVO, R. (1988): “Oviedo”. En CANELLA SECADES, F y BELLMUNT Y TRAVER, O. (Dtores): Asturias. Su historia y
monumentos..., 1895. Silverio Cañada Editor. Gijón. Reproducción facsímil de la edición de Gijón: Fototipo y Tipo
de O. Bellmunt, 1894-1900. Tomo I, pp: 59-103
JUNQUERA LANTERO, B. (1982): Carta Arqueológica del Concejo de Oviedo. Memoria de Licenciatura. Facultad de Geografía
e Historia. Universidad de Oviedo. Inédito.
LÓPEZ BARJA, P. (1993): Epigrafía latina: las inscripciones romanas desde los orígenes hasta el siglo III d.C. Tórculo,
Santiago de Compostela.
LÓPEZ GONZÁLEZ, L. F.; ÁLVAREZ GONZÁLEZ, Y. y LÓPEZ MARCOS, M. A. (1999): “Excavación en el Castro de Llagú. Latores
(Oviedo, 1998). Avance de los resultados”. Excavaciones Arqueológicas en Asturias, 1995-1998. Servicio de
Publicaciones del Principado de Asturias. Consejería de Cultura, pp: 237-251
LLANO, A. del (1928): Bellezas de Asturias de Oriente a Occidente. Excelentísima Diputación Provincial de Oviedo. Oviedo.
MANZANARES RODRÍGUEZ, J. (1960): “Vestigios romanos en Villarmorsén”. Tabvlarivum Artis Astvriensis. Publicación 16,
pp: 219 -221
MAYA GONZÁLEZ, J. L. y MESTRES, J. S. (1998): “Dataciones prerromanas del Castiello de Llagú (Latores, Oviedo)”. Revista
de Arqueología, año XIX, 211, pp: 6-11
MIGUEL VIGIL, C. (1987): Asturias Monumental, Epigráfica y Diplomática. Datos para la Historia de la Provincia. Servicio de
Publicaciones del Principado de Asturias. Consejería de Educación, Cultura y Deportes.
QUIRÓS LINARES, F. (1978): El crecimiento espacial de Oviedo. Departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo.
Oviedo.
QUIRÓS LINARES, F. (1983): “Ciudad, villa y espacio rural”. Ástura, 1, pp: 55-58
REQUEJO PAGÉS, O. (1999): “Noticia sobre el yacimiento tardorromano de Paredes de Siero: Primera necrópolis romana en
Asturias”. Separata de “De Oriente a Occidente” Homenaje al Dr. Emilio Olávarri. Biblioteca Salmanticensis.
Est. 205. Publicaciones Universidad Pontificia de Salamanca, pp: 305-319
REQUEJO PAGÉS, O. (2000): “Primera necrópolis tardía en el territorio de los «Astures Transmontani»: el yacimiento de
Paredes de Siero (Principado de Asturias, España)”. Separata de las Actas del Tercer Congreso de Arqueología
Peninsular: Arqueología da Antiguedade na Península Ibérica. Oporto, ADECAP, pp: 513-526
REQUEJO PAGÉS, O.; CABO PÉREZ, L. y JIMÉNEZ SÁNCHEZ, M. (2007): “Necrópolis tardorromana de Paredes (Siero, Asturias).
Aspectos tafonómicos”. En Excavaciones arqueológicas en Asturias 1999-2002. Gobierno del Principado de
Asturias. Consejería de Cultura, Comunicación Social y Turismo, pp: 311-315
RÍOS GONZÁLEZ, S. (1999): “Excavación arqueológica en el solar del Monasterio de San Vicente (número 3 de la calle San
Vicente de Oviedo). Julio 1995”. Excavaciones Arqueológicas en Asturias, 1995-1998. Servicio de Publicaciones
del Principado de Asturias. Consejería de Cultura, pp: 257-259
RODRÍGUEZ BALBÍN, H. (1977): De un monte despoblado a un Fuero Real 700 a 1145. Estudio sobre los primeros siglos de
desarrollo urbano de Oviedo. Universidad de Oviedo.
RODRÍGUEZ OTERO, V. (1989): Carta Arqueológica de Langreo, Noreña y Siero. Memoria de Licenciatura. Departamento de
Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Oviedo. Oviedo.
RUIZ DE LA PEÑA SOLAR, J. I. (coord.) (1995): Asturias concejo a concejo. Oviedo. Real Instituto de Estudios Asturianos.
Oviedo.
RUIZ DE LA PEÑA SOLAR, J. I. y SANZ FUENTES, M. J. (1991): Colección diplomática del Monasterio de San Vicente de Oviedo:
(siglos XIII- XV). Imprenta Gofer. Oviedo.
RUIZ DE LA PEÑA SOLAR, J. I.; SANZ FUENTES, M. J. y HEVIA BALLINA, A. (2005): Testamento de Alfonso II el Casto. Ediciones
Madú. Granda (Siero).
SANZ FUENTES, M. J. (1995): Liber Testamentorum Eclesiae Ovetensis. Estudio Paleográfico, edición diplomática e índices.
M. M. Editor, S.A., Barcelona.
SEÑAS ENCINAS, F. (1961): “Sobre la fundación de Oviedo”. Bidea, 43, pp: 201-212
SUÁREZ BELTRÁN, S. (2001): “Los puentes como elementos articuladores del espacio en Asturias: el ejemplo de los de
Olloniego y Mieres del Camino”. Bidea, 157, pp: 41-60
TOLÍVAR FAES, J. A. (1992): Nombres y cosas de las calles de Oviedo. Excelentísimo Ayuntamiento de Oviedo.
URÍA RÍU, J. (1948): “Dos etimologías del topónimo Oviedo”. Revista Oviedo, pp: 1-2
URÍA RÍU, J. (1967): “Cuestiones Histórico-Arqueológicas relativas a la Ciudad de Oviedo de los siglos VIII al X”. Notas para
la Historia de Oviedo. Ex Libris, Biblioteca Asturiana. Gijón, pp: 261-328.
URÍA RÍU, J. (1974): “Orígenes y desarrollo de la ciudad”. En: AA. VV.: El libro de Oviedo. Ediciones Naranco, S. A. Oviedo,
pp: 23-61
NOTAS
1 El hecho de que trajeran reliquias de San Vicente y bajo su advocación fundaran un monasterio es un detalle que hace que se les haya
supuesto procedentes de Valencia (Tolívar Faes 1992: 430).
2 Quirós Linares también advierte estas posibilidades estratégicas aduciendo que el primitivo núcleo convertido hoy día en Oviedo, nace en
las cercanías de dos vías: la conformada por el propio surco prelitoral asturiano, y la que en sentido meridiano llegaba hasta la Meseta
por el Puerto de Pajares. Se convierte este último en un eje trascendental, cerca del que en época romana nació el vicus viarii de Lucus
Asturum, por lo que parece quedar confirmada la posible vinculación entre la ciudad de Oviedo y el camino que unía la ciudad de Legio con
la de Lucus (QUIRÓS LINARES, 1978:6).
3 Agradezco a Fernando Gil Sendino la lectura de la moneda, extraída de su investigación “La circulación monetaria en Asturias durante la
época romana”, T.E.A. defendido en la Universidad Autónoma de Madrid y que próximamente publicará.
4 Schlunk llegó a determinar que el edificio ramirense de Santa María del Naranco está realizado de una sola pieza, lo que le llevó a plante-
arse que la construcción a la que se refiere la inscripción es a la de San Miguel de Lillo, antes Santa María, lugar en el que primitivamente
estaba el ara que junto con el culto fue trasladada al palacio de Santa María, adquiriendo San Miguel las funciones de una capilla.
6 Durante la guerra civil se realizaron una serie de trabajos en el puente para colocar una carga de dinamita, gracias a los que pudieron ser
recuperadas varias monedas, encontradas en el arco de descarga del puente. De la mayoría desconocemos el paradero, pero dos de ellas
han sido catalogadas. Una es un cobre bien conservado en cuyo anverso puede distinguirse la cabeza diademada con perlas de Honorio,
mirando hacia la derecha. La inscripción es la que sigue: DN HONORIUS PF AVG. En el reverso volvemos a encontrarnos con la figura de
Honorio mirando hacia la derecha pero con el cuerpo de frente; se viste con hábito militar y se acompaña de un estandarte y de un globo.
GLORIA ROMANORVM. Exergo: Anta. Estas monedas nos dan una datación ante quem de la construcción del puente.
Una vez finalizado el artículo sobre el origen y la fundación de la ciudad de Oviedo aparecieron nuevos hallazgos en
las excavaciones realizadas para la ampliación del Museo de Bellas Artes de Asturias que considero necesario incluir
porque avalan la teoría presentada en el mismo y sirven de refuerzo a dicha hipótesis. Además de la mencionada fuente, el
hallazgo de un capitel y de una moneda vienen a confirmar la existencia de un Oviedo anterior al de época medieval.
El capitel, labrado en mármol blanco y en un estado de conservación relativamente bueno, es de estilo corintio y ha
sido datado en el siglo III d.C. teniendo en cuenta los condicionamientos tipológicos. El arqueólogo encargado de dirigir
las excavaciones, Rogelio Estrada, es de la opinión de que podría estar relacionado con la fuente, formando parte de la
misma, dato que, de momento, no está confirmado. Por lo que se refiere a la moneda, se trata de un as de bronce de Tiberio,
datado en la primera mitad del siglo I d.C., acuñado en el valle del Ebro, actual término municipal de Calahorra. Este tipo
de moneda fue encontrado en yacimientos cercanos a Oviedo de clara presencia romana, como el de La Carisa o el del
castro de Llagú.
Resulta evidente pensar que el valor de estas dos piezas por si solas es importante, pero unidas al hallazgo de la
fuente, suponen una confirmación para las teorías que corroboran la existencia de un Oviedo romano. A pesar de todo, las
valoraciones al respecto deberán esperar pacientemente los resultados científicos de las excavaciones.