Clases de Palabras
Clases de Palabras
Clases de Palabras
CLASES DE PALABRAS
Número
Desaparecido el dual, el sustantivo suele presentar dos posibilidades de variación
numérica: singular y plural. El primero se refiere a un solo individuo de una clase, y el segundo
denota varios objetos de una misma clase.
El significante de estas diferencias suele corresponderse con la oposición Ø / – s, –es:
perro / perros, león / leones. Pero la distinción se manifiesta a veces sólo por el artículo u otras
concordancias: crisis, atlas, jueves. En general se asigna –s a los sustantivos terminados en
vocal y –es a los terminados en consonante; pero si el significante del singular termina en –i
tónica la formación del plural fluctúa: jabalíes / jabalís, esquíes / esquís (se considera más culta
la primera forma).
Por lo que respecta a los latinismos y extranjerismos resulta recomendable la
adaptación rápida a la morfología española: currículos, mejor que currículums; yogures mejor
que yoghourts.
Entre las peculiaridades del significado del número se puede señalar el caso de los
singularia tántum, que aparecen sólo con la forma del singular, y los pluralia tántum, sólo
admisibles en plural: el caos, la salud, la sed frente a los víveres, los comestibles, las afueras.
En ocasiones, las referencias del singular y el plural son equivalentes: muralla, escalera,
intestino. No obstante, a menudo hay entre ambos diferencias de tipo expresivo: barba, pelo,
espalda; o, incluso, otros matices significativos: interés, imaginación, razón, locura, polvo, trigo.
Como vemos, el significado de singular y de plural no se corresponde siempre con la
definición que ofrecíamos más arriba. Mientras que el plural se refiere siempre a varios objetos
de una clase, el singular puede aludir tanto a uno solo como al conjunto total de ejemplares de
una clase:
El hombre se sentó a descansar en el alféizar de la ventana. / El hombre es mortal.
José Néstor Mevorás
ARTÍCULO
Llamaremos artículo sólo al que tradicionalmente se ha llamado determinado o definido
y que únicamente puede desempeñar la función de determinante, es decir, a las formas el, la,
los, las, lo, que, como se sabe, conciertan en género y número con el sustantivo, por lo que
permite discernir el género y el número de los sustantivos invariables: el flautista, la penitente,
los atlas. Las formas un, una, unos, unas deben ser considerados pronombres indefinidos,
aunque a veces desempeñen también la función de determinante. Las diferencias son notables:
por un lado los indefinidos son formas tónicas y, por tanto, pueden desempeñar función sin
apoyarse en otros elementos; en cambio, los artículos son formas átonas y dependientes de la
palabra a la que acompañan, de la que no pueden separarse por constituir con ella un solo
grupo fónico. Aunque se escriba separado del sustantivo, el artículo desempeña una función
análoga a la de los morfemas de género y número [ALARCOS, 1994, § 79].
Por motivos explicables históricamente los sustantivos femeninos singulares cuyo
significante empieza por /á–/ tónica (escrita a– o ha–) utilizan el artículo el: el agua, el hambre.
Por analogía, muchos hablantes extienden esta regla a otros determinantes como los
demostrativos: *este agua. En realidad, la norma afecta sólo al artículo, y es incorrecto aplicarla
a otras formas. Ejemplos correctos son: esta acta, toda el aula.
Un solo artículo puede servir para actualizar dos sustantivos coordinados; el artículo, en
este caso, suele concertar con el primero de los sustantivos: las torturas y asesinatos:
Pinochet ya está pagando por los crímenes y abusos que cometió.
Ya se ha hablado del papel sustantivador del artículo, que puede afectar a una palabra,
a un sintagma completo o a toda una proposición:
El bajito tenía más éxito que el alto.
De todas las clases de hoy, la de matemáticas ha sido la más divertida.
Los que más molestaban han abandonado los estudios.
Existe, incluso, un artículo especializado en esta función sustantivadora: lo. Puede
llamarse neutro porque es indiferente a las variaciones de género y número: Me admira lo lista
que es / Me admira lo listo que es.
El mismo valor que se consigue con el artículo (Trae cerveza / Trae la cerveza, Ladran
perros / ladran los perros) lo consigue por sí mismo un tipo especial de sustantivos que se
conocen tradicionalmente como nombres propios. Frente a los sustantivos comunes, que
clasifican los objetos físicos o mentales como pertenecientes a una determinada clase, los
nombres propios identifican con su etiqueta a un objeto dado, que resulta así inconfundible para
los interlocutores. Son objetos únicos en absoluto (el Sol, la Luna, Jaén) o únicos en la situación
de habla (Nuria, Aurora, Bernardo).
La mayoría de los nombres propios rechazan el artículo (Jaén, Júpiter), pero algunos lo
llevan siempre (los Pirineos, el Duero) y, por último, otros alternan las dos posibilidades (China /
la China, Perú / el Perú).
En conclusión, mientras el sustantivo común sin artículo es clasificador, tanto el
sustantivo común con artículo como el nombre propio son identificadores. Así pues, el artículo
es un morfema libre que transforma el sustantivo clasificador en sustantivo identificador.
José Néstor Mevorás
ADJETIVO
Los adjetivos son palabras de inventario abierto que aparecen junto al núcleo el
sintagma nominal. Desde un punto de vista funcionalista, no podemos ofrecer una definición
unívoca válida para los dos tipos de adjetivos: calificativos y determinativos. Los calificativos
pueden constituirse en núcleos de sintagmas adjetivos (SAdj), admiten cualquier posición
respecto del núcleo del sintagma nominal al que acompañan y pueden coordinarse con otro
adyacente. Los determinativos, también llamados pronombres adjetivos, se caracterizan por
exigir estar antepuestos y nunca pospuestos a los calificativos cuando aparecen juntos (*El
Nuevo este Instituto también tiene goteras).
Dentro del sintagma nominal, los adjetivos calificativos son núcleos de sintagmas
adjetivos (SAdj). Fuera de él, aisladamente, pueden cumplir por sí solos la función de atributos
(Atr) de un núcleo verbal atributivo o semiatributivo y la de complementos predicativos (CPred)
dependientes de un núcleo verbal predicativo.
Los adjetivos determinativos únicamente pueden desempeñar la función de
determinantes (Det).
En el adjetivo se combina un lexema con tres morfemas: género, número y grado. Las
diferencias de género y número son análogas a las de los sustantivos: inquieto, inquieta,
inquietos, inquietas.
Alarcos, sin embargo, observa que no coincide su valor referencial con los morfemas del
sustantivo. En el sustantivo el género y el número modifican la referencia: perro designa un
animal macho; perra, uno hembra; perros y perras, un determinado conjunto de esos animales.
En cambio, con el adjetivo, el género y el número no modifican la referencia real: inquieto
designa la misma cualidad que inquieta. Las variaciones de género y número que se observan
en el adjetivo son simples repercusiones de los morfemas que afectan al sustantivo con el que
se pone en relación, por un fenómeno que recibe el nombre de concordancia: el perro inquieto,
la perra inquieta, las perras inquietas. Así pues, los morfemas del adjetivo no añaden
información al sintagma y son meros índices funcionales de la relación entre el sustantivo y el
adjetivo.
Género
Muchos adjetivos distinguen la variación de género con la oposición /–o/, /–a/ en su
significante: bueno/buena, amarillo/amarilla, duro/dura. Otros no poseen característica propia en
el masculino y sólo se distingue el femenino: francés/francesa, registrador/registradora,
ladrón/ladrona, creador/creadora, grandote/grandota, feote/feota. Y otros carecen de esta
variación genérica: verde, cortés, celta, vinícola, azul, cruel, feliz, atroz, fácil, virgen.
Número
La formación del plural en el adjetivo coincide con la del sustantivo: blanco / blancos,
blanca / blancas, holgazán / holgazanes. Es raro que el adjetivo sea indiferente al número: el
triángulo isósceles / los triángulos isósceles. Esto es algo más frecuente en español coloquial:
viejales, rubiales, frescales, vivales, que no varían de número y que suelen usarse como
sustantivos.
Grado
El morfema de grado es característico –aunque no exclusivo– de esta categoría de
palabras y marca otra diferencia entre los adjetivos calificativos y los pronombres adjetivos. Sólo
los primeros, tanto en la función de adyacente como en la de atributo, pueden incrementarse
con elementos cuantitativos que producen gradación: mujer delgada, más delgada, menos
delgada, tan delgada, muy delgada, casi delgada, algo delgada, poco delgada, etc.
El sistema de gradación del español, aunque de origen latino, es fundamentalmente
analítico, es decir, se compone mediante palabras añadidas al adjetivo; no obstante quedan
algunos restos de comparativos y superlativos sintéticos latinos. Unos son relativamente
frecuentes en español coloquial: mejor, peor, mayor, menor, máximo, mínimo, último; otros se
usan casi exclusivamente en registros cultos y, con frecuencia pierden su sentido primitivo
José Néstor Mevorás
convirtiéndose en meros adjetivos intensivos: inferior, superior, anterior, posterior, íntimo, ínfimo,
supremo, postremo, óptimo, pésimo, sumo.
Sustantivación
El adjetivo puede funcionar en el enunciado como lo hace el sustantivo; entonces
adquiere la posibilidad de combinarse con el tercer morfema del sustantivo: el artículo.
Un tipo especial de sustantivación se produce cuando el sustantivo se elude por ser
consabida de los interlocutores; su función pasa a desempeñarla entonces el adjetivo precedido
del artículo pertinente. En una conversación en la que, por ejemplo, se hable de camisas, puede
aparecer este tipo de sustantivación: Dame las limpias. Otros ejemplos de este tipo de
sustantivación son: De esos trajes prefiero el negro. Esa actitud me parece la mejor.
Otras veces, la sustantivación existe sin necesidad de que el contexto o la situación
sugieran un sustantivo elidido: el móvil, el portátil, los accesorios, la locomotora, la lavadora, son
plenamente sustantivos, aunque originalmente eran adjetivos (el teléfono móvil, el ordenador
portátil, la máquina locomotora, etc.).
Cuando el adjetivo se sustantiva con el artículo, puede adoptar una tercera variación
genérica, la del neutro; el artículo es el que confiere al adjetivo sustantivado esa triple variación:
el nuevo / la nueva / lo nuevo, el verde / la verde / lo verde. El neutro no participa de las
distinciones de género ni de número: Lo nuevo es esa noticia.Lo nuevo son esos artículos.
Adverbialización
Para que se produzca la adverbialización del adjetivo basta con la eliminación de sus
posibilidades de variación morfemática: Los de segundo trabajan duro para los exámenes.
Persona
El morfema de persona hace alusión a uno de los entes que intervienen en un acto de
comunicación. El verbo lleva primera persona cuando el hablante coincide en la realidad con el
ente a que se refiere el sujeto gramatical; se habla de segunda persona cuando lo denotado por
el sujeto gramatical coincide con el oyente; se considera que hay tercera persona cuando la
referencia del sujeto gramatical no coincide ni con el hablante ni con el oyente. Esta tercera
persona se manifiesta también cuando no interesa o no se puede puntualizar en la realidad la
referencia del sujeto gramatical; en este caso no hay sujeto explícito. Así pues, la tercera es la
persona cero, la no marcada, la que posee en menor medida la referencia personal.
Número
El morfema de número es solidario con el de persona dentro del verbo. La oposición
singular/plural en el morfema de número verbal es de índole distinta a la del sustantivo:
cantamos, en plural, no se refiere a un conjunto de varias primeras personas, sino que su sujeto
gramatical abarca simultáneamente la referencia a la primera persona y a otras personas no
primeras; cantáis denota la segunda persona del oyente junto con otras; sólo cantan alude a un
conjunto de terceras personas, de modo semejante al del plural de los sustantivos.
José Néstor Mevorás
Morfemas exclusivamente verbales
Dejando aparte, pues, persona y número, que no son exclusivamente verbales, quedan
otros morfemas que oponen entre sí las diferentes variaciones de la conjugación del verbo; son:
anterioridad, modo, perspectiva (tiempo) y aspecto.
Anterioridad
Si comparamos las formas simples con las formas compuestas de la conjugación verbal,
en las que se funden una forma del verbo haber y un participio, observamos que las
compuestas señalan respecto de las otras un contenido de anterioridad.
Modo
Dejando aparte el imperativo y las formas no personales, el resto de las formas verbales
se reparte en dos grupos dependiendo de su compatibilidad con las modalidades del enunciado:
Uno reúne las formas compatibles con la modalidad interrogativa: cantas,
cantabas, cantaste, cantarás y cantarías.
El otro engloba las que carecen de esta posibilidad: cantes, cantases,
cantaras y cantares.
También se han distinguido ambos grupos por su diferente dependencia sintáctica en las
oraciones subordinadas: de un lado las que aparecen en:
Creo que viene,
Creo que venía,
Creo que vino,
Creo que vendrá,
Creo que vendría,
y de otro las que ocurren en:
No creo que venga,
No creo que viniera,
No creo que viniese.
Perspectiva (tiempo)
Se suele decir que los rasgos de significación que separan a cantas de cantabas y
cantaste tienen que ver con el tiempo en el que el hablante sitúa la noción denotada por el
verbo. Pero el uso de estas formas temporales no es tan simple, porque no indican siempre una
referencia concreta y precisa a un momento del tiempo objetivo.
Nuestra interpretación psicológica del transcurso temporal discierne tres zonas:
José Néstor Mevorás
Reflejando esta concepción del tiempo externo, se han fijado en la terminología tres
etiquetas para las formas verbales que señalarían la situación de los hechos que comunicamos
en la secuencia temporal: el presente, el pretérito y el futuro.
Pero la referencia de estos tiempos verbales no alude siempre al tiempo real respecto
del acto de habla:
Llaman a la puerta. PASADO.
Ahora mismo subo. TIEMPO REAL: FUTURO.
Así, el presente no significa la mera coincidencia de la noción verbal con el acto de
habla, sino un segmento temporal en que ese acto está incluido.
Aspecto
Es el morfema verbal más difícil de definir, no sólo porque su significante se presenta
amalgamado con el de otros morfemas, sino porque en el aspecto de una forma verbal
intervienen también algunos rasgos significativos de la raíz verbal (modo de acción del verbo).
No nos vamos a ocupar con detalle de esta última cuestión, pero es conveniente saber que
según el significado del verbo, los diferentes morfemas aspectuales cobran un valor semántico u
otro. Así pues, un determinado aspecto no produce el mismo valor significativo con todos los
verbos, sino que se combina con el modo de acción para producir su significado. El aspecto es
un morfema mediante el cual el hablante indica cómo considera el transcurrir de la acción. Es
independiente del momento en que se ubica la acción en el eje cronológico. Afecta a la acción o
proceso considerados en sí mismos. Las oposiciones fundamentales se establecen entre los
siguientes valores aspectuales:
PRONOMBRES DEMOSTRATIVOS
Observaciones sobre la tilde diacrítica
AÑADIR Errores de posesivos con adverbios delante, detrás, encima, debajo
Cosas poseídas
Pronombres posesivos
Una Varias
(adjetivos y sustantivos)
Masculina Femenina Masculina Femenina
Yo mío (mi)mía (mi)míos (mis)
Tú tuyo (tu)tuya (tu)tuyos (tus)
Él, ella, ustedsuyo (su)suya (su)suyos (sus)
Poseedores
Nosotros, nosotrasnuestro nuestra nuestros
Vosotros, vosotrasvuestro vuestra vuestros
Ellos, ellas, ustedes suyo (su) suya (su) suyos (sus)
Pronombres Posesivos
Observaciones sobre la tilde diacrítica
AÑADIR Errores de posesivos con adverbios delante, detrás, encima, debajo
Cosas poseídas
Pronombres posesivos
Una Varias
(adjetivos y sustantivos)
Masculina Femenina Masculina Femenina
Yo mío (mi)mía (mi)míos (mis)
Tú tuyo (tu)tuya (tu)tuyos (tus)
Él, ella, ustedsuyo (su)suya (su)suyos (sus)
Poseedores
Nosotros, nosotrasnuestro nuestra nuestros
Vosotros, vosotrasvuestro vuestra vuestros
Ellos, ellas, ustedes suyo (su) suya (su) suyos (sus)