El Sustantivo

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EL SUSTANTIVO

Los sustantivos son palabras cuyos referentes son clases de entidades fijas (a diferencia de los
pronombres cuyos referentes son contextuales), no estados de hechos o relaciones gramaticales.
Los pronombres personales en cada contexto tienen un referente pero este cambia de contexto a
contexto, por ejemplo: "yo" no tiene referente fijo sino que depende de quien habla. Por su parte
los verbos designan estados de hechos, procesos o relaciones entre entidades, mientras que las
preposiciones generalmente indican relaciones abstractas. Sintácticamente los sustantivos
funcionan como núcleos de sintagma nominal, es decir, como argumentos del verbo o
complementos del nombre.

En español, al igual que en las demás lenguas romances, los sustantivos son variables en género y
número, mientras que en otras lenguas, el chino por ejemplo, los sustantivos son invariantes. La
mayoría de las lenguas conocidas distinguen sistemáticamente entre sustantivos y verbos,
teniendo propiedades formales diferentes. Sin embargo, esta distinción tampoco es universal, ya
que algunas lenguas como el náhuatl o lenguas salish como el lummi o el kalispel no parecen
distinguir consistentemente entre ambas categorías y las formas que funcionan como sustantivo
también aceptan flexión verbal.

Los sustantivos son palabras con las que se designan y clasifican los seres y las entidades de la
realidad o de la ficción. Los sustantivos se clasifican en:

Nombres comunes y nombres propios

Los nombres comunes permiten nombrar a las personas, animales o cosas de la misma clase o
especie, sin particularizar su significado como hombre, caballo, casa. Agrupan los objetos que
denominan por sus características, sin expresar rasgos distintivos. Por eso, se consideran
sustantivos genéricos.

Los nombres propios identifican e individualizan a un ser para diferenciarlo de otros de una misma
clase. Dentro de los nombres propios se encuentran los antropónimos, que son los nombres y los
apodos de las personas, como por ejemplo Ramón, Carmen y Lola, y los topónimos, que son los
nombres de lugares geográficos, como por ejemplo Aguadulce y Almería. Tienen referencia única y
carecen de significado lingüístico. En idioma español, los nombres propios se escriben con letra
inicial mayúscula.

Nombres concretos y nombres abstractos

Los nombres concretos designan seres que se perciben por los sentidos, pero no quiere decir que
existan en la realidad, como sucede por ejemplo con las hadas o los unicornios, que son seres
imaginarios representados mediante imágenes.

Los nombres abstractos designan conceptos que se puede percibir solamente por la mente y no
por los sentidos, en forma de ideas, como ocurre por ejemplo con el miedo y la belleza. En idioma
español, estas palabras generalmente no tienen plural, y cuando pluralizan suelen estar
recategorizados como sustantivos concretos: por ejemplo "Tienes que superar tus miedos" (las
situaciones que te provocan miedo).

Abstractos de fenómeno: Están relacionados con sustantivos que designan acciones, estados o sus
efectos, por ejemplo lectura, caminata, causa.

Abstractos de cualidad: Están relacionados con adjetivos y designan cualidades o propiedades de


los objetos o de los seres, por ejemplo belleza, maldad.

Abstractos de números o cuantitativos: Cuantifican tanto de forma precisa como de forma


imprecisa, por ejemplo cantidad, montón.

Nombres contables y nombres incontables

Los sustantivos contables señalan entes que se pueden contar, por ejemplo cinco niños, tres rocas,
trece euros. Los sustantivos contables se combinan con cuantificadores plurales sin alterarse
semánticamente.

Los sustantivos no contables señalan realidades que no se pueden contar salvo al referirse a clases
o variedades distintas, por ejemplo leche, humor, aire, humo, basura. Los sustantivos incontables
solamente pueden combinarse con cuantificadores en singular sin modificar su significado. Sólo
admiten numerales cardinales o cuantificadores plurales cuando indican una clase o modalidad.
Por ejemplo: "Tres vasos de leche", "Muchos vasos de leche", "Mucha leche", "Los humos emitidos
por los ácidos suelen ser nocivos", "Mucho aire". Ellos se clasifican por mitades de acuerdo con el
pronombre personal.

Nombres individuales y nombres colectivos

Los nombres individuales designan en singular un ser contable de un conjunto de seres, como por
ejemplo perro y cerdo. Designan a un único ser, pero en idiomas con plural gramatical admiten el
morfema del plural para designar a más de uno.

Los nombres colectivos designan en singular un conjunto de seres contables que presentan una
semejanza, como por ejemplo jauría y piara. Tienen inherente la idea de pluralidad sin necesitar
un morfema que lo exprese, pero no en el sentido de uno más uno, sino en cuanto a conjunto
colectivo formado por varias unidades de la misma cosa designada.

Flexión del sustantivo

En las lenguas sintéticas, el sustantivo puede adoptar diversas formas morfológicas dependiendo
de una serie de categorías gramaticales. Entre las más comunes están:

El número gramatical es bastante común la distinción entre el número singular y el plural, aunque
también hay lenguas sintéticas sin número, como el idioma japonés. Menos corriente es el
número dual, y aún menos otros, como el trial y el paucal.

El caso gramatical.

El género gramatical, que normalmente flexiona entre masculino y femenino para personas y
animales.

En las lenguas analíticas, como el chino mandarín o el idioma vietnamita, por definición ni el
nombre ni otras partes de la oración flexionan.

Género

El género es una propiedad gramatical que permite agrupar los sustantivos en masculinos y
femeninos.

En el caso de los animales y las personas, el género del sustantivo diferencia el sexo (macho o
hembra, hombre o mujer). En la mayoría de los casos el sustantivo no diferencia esta
característica, como ocurre por ejemplo en calculadora, que el artículo que le acompañaría, la, ni
la terminación en -a, no justifica que sea femenino, o por ejemplo en poeta, el artículo que le
acompañaría, el, no justifica que sea masculino.

En los casos donde el sustantivo se refiere a un ser que tenga sexo, hay diferentes procedimientos
que marcan la diferencia entre lo masculino de lo femenino.

Morfemas flexivos: Los morfemas flexivos para el género masculino son -o, -e o ninguno, y para el
género femenino -a.
Sufijos especiales: Los sufijos especiales se utilizan solamente para el género femenino, como
ocurre con -esa, -isa, -ina y -triz.

Palabras diferentes: Existen sustantivos que se utilizan para cada tipo de género, que se
denominan heterónimos, como sucede en madre y padre.

Concordancia con determinantes y adjetivos: Existen sustantivos que no varían de forma para
distinguir entre hombre y mujer, por lo que para diferenciarlos se utilizan determinantes y
adjetivos. Estos sustantivos se denominan nombres de género común, y un ejemplo sería el
futbolista y la futbolista.

Clasificación por género

Aproximadamente un 20 % de las lenguas del mundo tiene distinción de género en el sustantivo,


lo cual significa que los sustantivos en clases nominales o géneros (que pueden ser clases formales
o clases semánticamente motivadas). En las lenguas indoeuropeas existen generalmente dos o
tres géneros gramaticales estrictos (masculino, femenino y a veces también neutro), en las lenguas
semíticas lo común es distinguir entre dos géneros (masculino/femenino). Paralelamente algunas
lenguas como el inglés además de género, reflejado sólo en la substitución pronominal, los
sustantivos pueden clasificarse en contables e incontables. Otras lenguas distinguen un gran
número de géneros o clases nominales como las lenguas bantúes, y en el otro extremo el chino o
las lenguas urálicas y altaicas no distinguen género.

Género y sexo

Es importante recordar la diferencia que existe entre el género gramatical y el sexo (género
semántico): el género es un rasgo gramatical de la palabra y el sexo (género semántico) es un
rasgo biológico de los seres vivos a los que hace referencia algunos sustantivos. Normalmente el
género gramatical concuerda con el género semántico cuando se habla de los seres vivos, pero no
cuando se trata de objetos inanimados o abstractos. Ejemplo: soltero es un sustantivo de género
gramatical masculino, que además, hace referencia a un ser vivo de sexo masculino (género
semántico masculino); luz es un sustantivo de género gramatical femenino, el cual por ser
inanimado (sucede lo mismo con los seres, objetos y conceptos abstractos) carece de sexo (género
semántico nulo).

Puede darse el caso de que no haya correspondencia entre ambos tipos de género, como en las
palabras del idioma alemán Mädchen ("muchacha") y Fräulein ("señorita"), que son de género
neutro.

Género del nombre en castellano

Según el género, en español, los sustantivos se clasifican en:

Sustantivos masculinos: El género masculino de un nombre frecuentemente lleva el morfema de


género –o al final de la forma de singular (libro, niño, sombrero), aunque existen algunas
excepciones ya que palabras que acaban en –o son femeninas como la foto(grafía), la mano, la
moto(cicleta). También existen nombres masculinos acabados en consonante alveolar (árbol,
ataúd, alias, armazón, ...). La mejor prueba para determinar el género de cualquier sustantivo es
comprobar si la palabra requiere un artículo masculino (el, un, etc.). Por lo demás, los días de la
semana, los meses del año, los puntos cardinales y los números son masculinos.

Sustantivos femeninos: El género femenino de un sustantivo se determina añadiendo el morfema


de género –a (niña, vaca, mesa, ventana, ...). Anteponiendo un artículo femenino (la, una, etc.) a
una palabra y viendo si es gramaticalmente aceptable la expresión se conoce el género. Las letras
del alfabeto son femeninas. Existen unas pocas palabras acabadas en -a que son masculinas el día,
el mapa, el clima, el cometa, el planeta. Y las palabras en -ista pueden ser masculinas o femeninas
según el contexto.

Sustantivos ambiguos: Son los nombres referidos a cosas que se usan, sin cambiar de significado,
tanto en femenino como en masculino: "el" mar (culto), "la" mar (coloquial); arte "moderno",
artes "plásticas"; "el" vodka, "la" vodka; "el" calor, "la" calor. No deben confundirse con los
sustantivos para personas que cambian según el género de estas, como el/la artista, que son
llamados sustantivos comunes en cuanto al género.

Cuando el género gramatical del sustantivo sirve para diferenciar el sexo (género semántico) se
manifiesta:

Con la terminación -o, -e o consonante para el masculino y -a, -esa, -ina, -isa, -triz para el femenino

Heterónimo: Cuando no admiten una flexión de género usual a pesar de que por el referente
debería admitir flexión de género. Esto sucede frecuentemente en los nombres de numerosos
animales domésticos: caballo - yegua, toro - vaca.

Cuando se cambia el género gramatical del determinante y se mantiene el del sustantivo. Ejemplo:
el joven/la joven. Estos sustantivos son denominados comunes en cuanto al género gramatical.

Epiceno: A algunos sustantivos que se refieren a animales pero que mantienen la misma forma
para el masculino y el femenino, se les añaden términos como "macho" o "hembra" para
diferenciar el sexo (género semántico).Por ejemplo: pez macho o delfín hembra

Cuando el género gramatical del sustantivo no sirve para diferenciar el sexo (género semántico) se
manifiesta:

Con las terminaciones -o para el masculino y la -a para el femenino, determinan diferencia de


tamaño, forma o diferenciación árbol-fruta. Ejemplo: huerto/huerta (tamaño), jarra/jarro (forma),
naranja/naranjo (fruta-árbol).

Homónimo: Cambiando el género gramatical del determinativo que lo acompaña, varia el


significado del sustantivo. Ejemplo: el capital/la capital.

Número

El número es una propiedad gramatical que informa del número de referentes; puede ser singular,
dual, trial, plural, etc.

Número del sustantivo en español

En español, para indicar el plural, los morfemas flexivos son -s y -es en masculino, y -as para en
femenino.
Sustantivos singulares: si el número de objetos a los que hace referencia el nombre es único. En
singular, los sustantivos no tienen ningún morfema de número.

Sustantivos plurales: si el número de objetos a los que hace referencia el nombre son varios o más
de uno.

Se usan las reglas siguientes:

Cuando el sustantivo en singular termina en vocal átona o en -é, el plural se forma con -s.

Cuando el sustantivo termina en vocal tónica distinta de -é, el plural se forma con -es y en otros
casos con -s. Debido a esta norma se explica que una misma palabra exista de dos maneras
distintas para el plural, como por ejemplo marroquís y marroquíes.

Cuando el sustantivo termina en consonante distinta de -s, el plural se forma con -es.

Cuando el sustantivo acaba en -s, si la palabra es aguda, el plural se forma con -es, y si la palabra
no es aguda, el plural, el morfema de número se distingue mediante concordancia de
determinantes y adjetivos, como ocurre con los días de la semana.

También hay sustantivos que no admiten esa distinción y pueden ser usados unos solamente en
singular y otros solamente en plural.

Otras formas de clasificación de los sustantivos.

Según la complejidad morfológica o el origen de los sustantivos, los nombres se clasifican en:

Sustantivos primitivos: las palabras primitivas son las que sirven de cabeza de serie a una familia,
funcionando como raíz de las palabras derivadas de ellos. Los sustantivos primitivos sólo están
formados por un lexema básico y optativamente por morfemas de género y número. Por ejemplo
pan.

Sustantivos gentilicios: son los sustantivos que se derivan del lugar de nacimiento (país, región o
estado) de personas, animales o cosas, como por ejemplo, chileno, sueco, peruano, dominicano,
etc.

Sustantivos patronímicos: son los sustantivos que se derivan de algún nombre propio. Por
ejemplo los apellidos de origen español se formaron originariamente a partir del nombre de pila.
Normalmente acaban en -ez. Se da el nombre de patronímicos a todos los apellidos. Por ejemplo
de Gonzalo – González, de Fernando – Fernández, de Ramiro - Ramírez, de Pedro - Pérez.

Sustantivos hipocorísticos: son los sustantivos propios que hacen una abreviación o modificación
familiar del antropónimo. Por ejemplo, de Francisco, Pancho, de José, Pepe, de Jesús, Chucho, de
María Dolores, Lola.

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