UN CASO COMÚN - Investigación

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UN CASO COMÚN, NADA ESPECIAL

Goodman, Paul.
El alumno que describe Paul Goodman es un buen estudiante pero su aprendizaje
carece de vitalidad de relación con la realidad que él vive y la que probablemente
vivirá en el futuro.
He aquí a un joven es su salón de clases él no es común, para todos es único, pero sus
caso es usual, llevará quince años consecutivos, interrumpidos únicamente por
vacaciones de verano para jugar, su vida ha consistido en escuchar a ciertos adultos y
en hacer sus tareas. Algunas veces cuando niño, pensó que estaba haciendo algo
importante, pero los adultos lo interrumpieron y se desanimó.
El principal obstáculo para la discusión son los otros estudiantes, a si juicio las
discusiones son los otros estudiantes la enseñanza se hace ver al estudiante la
relevancia, necesidad y belleza de la materia, la universidad no es otra cosa que aun
fabrica para entrenar aprendices y procesar certificados académicos, la enseñanza de
licenciatura es abstracto.

Un caso común, nada especial


“Él solo aprende las respuestas y resuelve los exámenes. Sobra decir que ha
olvidado la mayoría de las respuestas que una vez ´conoció´ lo suficiente para
pasar, a veces brillantemente.”
¿Para qué existe la escuela? Es una pregunta que nos deberíamos plantear
todos los miembros de la sociedad en tiempos donde las disfunciones,
problemas y contrariedades pesan más en el panorama de los futuros
ciudadanos.
¿Qué pasa en la escuela que los niños y jóvenes se ven en la necesidad de
aprender respuestas mecánicas para pasar pruebas aún más estandarizadas?
Sucede que los contenidos que ofrece se han desvirtuado a los ojos de los
estudiantes, se antojan desligados de su contexto y sin aplicación práctica en su
vida presente y futura.
Los alumnos, por no calificarlos como estudiantes, se enteran que al día
siguiente hay exámenes. Esa noche se ponen a repasar los temas abordados,
revisan todo lo que no hicieron en un bimestre, incluso formulan mecanismos
para aprenderse las respuestas de manera textual, y después de que ven su
boleta, una sonrisa se esboza en su rostro. Pero cuestionémosles sobre los
contenidos y es muy probable que no lo recuerden, ese fenómeno no es culpa
de ellos sino de los docentes y del mismo sistema que exige ese tipo
de contestaciones.
Los docentes debemos propiciar un ambiente donde la reflexión y la crítica sean
la panacea del nuevo ciudadano. Un hombre capaz de cuestionarse, deliberar y
ofrecer soluciones a sus problemas personales y contextuales. ¿Cómo lograrlo?
Empezando a reflexionar y comprender en uno mismo.

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