Comprender El
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El dolor por la pérdida de un ser querido es una de las experiencias más duras que los
seres humanos tenemos que vivir. Es el precio del amor.
No se puede crecer sin sufrir. El dolor tiene diversos rostros: puede estar provocado por la
irresponsabilidad humana y por circunstancias fortuitas e imprevisibles, pero está inscrito en la
ley misma de la naturaleza. Las víctimas y familiares de Accidentes de Tráfico, de Atentados
Terroristas, de Malos Tratos, de Adicciones, de Enfermedades físicas o psíquicas, de
Desempleo, Mobbing, Separaciones, etc… La dinámica del desprendimiento es una constante
de la vida humana. La persona crece en la medida en que acepta creativamente el principio de la
separación y de la pérdida como condición necesaria para vivir.Nadie puede saber cómo
reaccionará ante una pérdida hasta que no se encuentra frente a ella.
Las condiciones de vida dificiles y sus pruebas no son un castigo de Dios. Sufrir una
pérdida es como forjar un hierro candente, es la ocasión que nos es dada para crecer y la única
razón de nuestra existencia. Se crece cuando se acepta el sufrimiento intentando comprenderlo.
Surge una transformación. Si se escucha la voz interior y el propio saber interno, que con
relación a uno mismo es el más importante, entonces, uno no se engañará y sabrá lo que debe
hacer con su vida. Es necesario tomar consciencia y no tener miedo. Abriéndonos a la
espiritualidad y la comprensión. El sufrimiento entra en contacto con nuestro yo, con nuestro ser
profundo. Quitarnos el miedo, la negatividad. Tomar la vida como un reto, como un lugar de
exámen para poner a prueba nuestras capacidades internas y nuestra fuerza. La casualidad no
existe. Dios no es alguien que castiga y condena;somos nosotros mismos los que tenemos
ocasión de juzgarnos.El Dios en quien yo creo no nos manda el problema, sino la fuerza para
sobrellevarlo. No se debe luchar contra el dolor, ya que tiene su función. Al no tener resistencia,
se realiza la transformación necesaria. Esta es la verdad que se descubre al final del camino de
las lágrimas: "Que los duelos son imprescindibles para nuestro crecimiento personal, que las
pérdidas son necesarias para nuestra maduración y que ésta a su vez nos ayuda a recorrer el
camino, madurar es aprender a soltar".
"En el proceso de duelo, uno siente dolor de cuerpo, y dolor del alma; Nos duele el
pasado, el presente y el futuro, que en estos momentos vemos incierto".
Existe una amplia variedad de pérdidas: salud, vínculos afectivos, fases de desarrollo,
bienes materiales, identidad personal, nacimiento, sueños y deseos, cultura, bienes humanos y
espirituales y muerte de una persona (luto).
La última pérdida: la muerte.- De todas las separaciones, la muerte es la más temida tanto
si nos concierne a nosotros mismos como a una persona querida. El don del nacimiento
comporta la inevitabilidad de la muerte como parte integrante de la vida.
- Es inevitable.
Hay distintas etapas de un proceso de elaboración del duelo: entre las más conocidas se
encuentras las fases determinadas por Elizabeth Kubler-Ross:
Toda persona, dentro de la familia, asume un papel que garantiza seguridad y continuidad;
si falta provoca un trastorno en los equilibrios: la gravedad de la molestia es proporcionada al
rol desempeñado por el desaparecido, y en las consecuencias graves en la estructuración de la
vida cotidiana.
Por lo que el proceso de duelo está condicionado por la calidad de la relación con el
difunto, o con la persona que ha padecido algún tipo de pérdida.
El acontecimiento estresante de la muerte es gestionado mejor por las familias que pueden
contar con la cohesión, con la flexibilidad de los roles, con la apertura y la estima recíprocas; la
elaboración del luto será mucho más difícil para las familias caracterizadas por la distancia
interpersonal, por la rigidez de los roles, por la falta de apoyo recíproco y por el aislamiento de
la sociedad.
Todas las personas tenemos mecanismos de defensa que nos permiten gestionar la
angustia, afrontar situaciones difíciles o controlar reacciones emotivas. Un uso apropiado de
estos mecanismos es útil y eficaz; si es excesivo, se obstaculiza el proceso de crecimiento.
Los mecanismos de defensa tienen una función saludable en el desarrollo de las personas.
El recurso al uso de uno u otro depende de la situación y del sujeto. La finalidad no es
removerlos o desmantelarlos, sino el comprender su función.
Estos mecanismos juegan un rol en los diversos tipos de duelo: anticipatorio, retardado,
crónico, patológico (existe la posibilidad de una dependencia del individuo a fármacos sin
control médico, o alcohol, etc.).
Se debe tomar conciencia de los problemas planteados por la rigidez de los mecanismos
de defensa, la capacidad de desarrollar actitudes y comportamientos constructivos y el recurso a
la ayuda profesional, para facilitar una recuperación gradual de una condición problemática de
duelo.
5.- La superación del duelo: En general, se puede afirmar que se ha superado el duelo
cuando existe la capacidad de recordar y de hablar de la persona amada sin llorar ni
desconcertarse y cuando se es capaz de establecer relaciones nuevas y de aceptar los retos de la
vida.
1.- Aprender a desapegarse: Desapegarse significa, crear un espacio entre la muerte del
ser querido y el reto de sacar adelante el propio proyecto existencial.
2.- Comunicar lo que se siente
3.- Tomar decisiones.: Nunca nos podrán quitar nuestro poder de elegir qué actitud
asumir ante los acontecimientos. (siempre y cuando la libertad no se vea
comprometida, por alguna enfermedad mental).
La persona debe optar por vivir, una hora cada día, sin preocuparse o dramatizar el
mañana, ya que el desafío es reinstaurar un ritmo cotidinano de un modo sencillo.
4.- Ser paciente consigo mismo: No es fácil ser pacientes consigo mismos y con los
cambios: el esfuerzo por asumir nuevas tareas requiere la capacidad de relativizar los
problemas, la disponibilidad para cometer errores, la fuerza de soportar frustraciones y
soledad. Tras la experiencia la persona seguramente no será la misma, pues la pérdida
habrá transformado su mundo para siempre, pero podrá ser incluso mejor, más humana
y con mayor comprensión.
6.- Acudir a la propia fe: La imagen que se tiene de Dios, entra en crisis, tras la pérdida
de un ser querido. Dios no rechaza los desahogos humanos. La fé no protege del dolor,
pero ayuda a afrontarlo.
8.- Entablar nuevas relaciones: Para reducir la soledad más que evitarla.
Bibliografía recomendada: