El Duelo
El Duelo
El Duelo
INTRODUCCIÓN................................................................................................ 2
CONCLUSIONES ............................................................................................. 34
BIBLIOGRAFIA................................................................................................. 35
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INTRODUCCIÓN
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Pero el profesional sanitario en general y el médico en concreto, no ha sido
formado en la Facultad para compartir y convivir con la muerte sino sólo para
combatirla.
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CONSIDERACIONES SOBRE EL DUELO
Posibilidad de maduración, que hace que el ser humano emerja del proceso
como persona diferente: consigue, de manera consciente o no consciente,
deshacer los lazos que le unían al ser querido, adaptarse a la pérdida y volver a
vivir de manera “sana” en un mundo en el que ese ser querido nunca más estará.
Sale fortalecido psíquica y espiritualmente.
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La intensidad y duración del duelo depende de muchos factores: tipo de muerte
(esperada o repentina, apacible o violenta), de la intensidad de la unión con el
fallecido, de las características de la relación con la persona perdida
(dependencia, conflictos, ambivalencia...), de la edad.
El duelo tiene lugar tras cualquier clase de pérdida, aunque suele ser más
intenso tras el fallecimiento de algún ser querido. No es un sentimiento único,
sino más bien una completa sucesión de sentimientos que precisan de cierto
tiempo para ser superados, no siendo posible el acortar este período de tiempo.
Aunque todos somos diferentes, el orden en que experimentamos estos
sentimientos es muy similar para la mayoría de nosotros. El duelo es más
frecuente tras el fallecimiento de alguien al que conocíamos desde hace algún
tiempo. No obstante, parece claro que aquellas personas que han tenido un
aborto o que han experimentado la pérdida de niños
muy pequeños sufren una experiencia muy similar al duelo y precisan de la
misma clase de cuidados y consideración.
La duración del duelo por la muerte de una persona muy querida puede durar
entre 1 y 3 años.
Duelo resuelto. Podemos decir que hemos completado un duelo cuando somos
capaces de recordar al fallecido sin sentir dolor, cuando hemos aprendido a vivir
sin él o ella, cuando hemos dejado de vivir en el pasado y podemos invertir de
nuevo toda nuestra energía en la vida y en los vivos…, en el aquí y en el ahora.
El duelo en Terapia Gestalt. En T. G. todo tiene un principio y un final, un abrir
y un cerrar, un contacto y una retirada. Y cuando no queda ningún apetito en la
consciencia del cuerpo, el cierre, la retirada del campo organismo-entorno, se da
de una forma natural, organísmica, necesaria. Se da una pérdida total de interés,
y solamente cuando hay una confluencia insana, se mantiene la relación con el
objeto. En el proceso de duelo no hay esa ausencia de apetito en el cuerpo, no
hay una retirada natural, organísmica sino que, por el contrario, el entorno
desaparece produciéndose una situación de frustración, de tensión intolerable
en la frontera de contacto, pues las necesidades propioceptivas no pueden
equilibrarse desde el entorno. El proceso por el que se atraviesa para resolver
esta tensión intolerable debida a la frustración es el duelo. La pena, la confusión,
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el sufrimiento,… se mantienen durante tiempo, ya que hay mucho por destruir y
aniquilar, y mucho que asimilar.
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Además, toda pérdida principal viene acompañada de pérdidas secundarias y
toda pérdida física de otras simbólicas:
La muerte del ser querido es una pérdida principal. Puede generar en el doliente,
dependiendo del rol que haya jugado en su vida, pérdida de status, de lugar de
residencia, de amistades, de relación con otros miembros de la familia, de
entorno social. Estas pérdidas secundarias, no siempre se identifican como tales
y pueden causar problemas al originar reacciones que no se entienden y que
hacen sufrir.
Una pérdida física, pérdida tangible que puede tocarse y verse, la pérdida del
marido, el robo del coche, el incendio de la casa; conlleva pérdidas simbólicas
abstractas de naturaleza psicosocial. Una enfermedad grave, origina, además
de la pérdida de la salud, pérdida de la autonomía, de las funciones corporales,
de la identidad, la intimidad, los contactos sociales, la autoestima y la movilidad.
Y también la pérdida de esperanzas, sueños y expectativas.
La muerte de un ser querido es una pérdida que se diferencia de otras por dos
características:
La intensidad de los sentimientos.
La irreversibilidad y “el para siempre” de la muerte.
Estas son algunas de las reacciones más comunes que suelen aparecer después
de una pérdida. No todas las sensaciones, sentimientos y experiencias aquí
descritas tienen porqué darse, pues cada duelo, como cada persona, es único.
Negación / incredulidad
¡No puede ser verdad! ¡No es más que una horrible pesadilla!
Piensas y actúas como si tu ser querido continuara vivo. Suena el teléfono y, por
un instante, piensas que es él. No has perdido la esperanza de que vuelva.
Necesitas tiempo.
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Insensibilidad
Es como si le estuviese pasando a otro.
Nada parece real, te sientes embotada, como un autómata, incapaz de
reaccionar… Este aturdimiento te ayuda a ir asimilando la dura realidad.
Enojo /rabia /resentimiento
¿Por qué has permitido esto Dios mío? ¡Esos malditos médicos la dejaron morir!
¿Cómo me dejas ahora con todo lo que te necesito? ¡Todos siguen viviendo
como si nada hubiera pasado!
Estás rabioso contra todos y contra todo. El resentimiento forma parte de tu dolor
y es algo normal. No luches contra él. A medida que tu dolor se vaya calmando
ira disminuyendo.
Tristeza
Siento una pena muy grande y todo me hace llorar. La tristeza es el sentimiento
más común. Puede tener muchas expresiones: llanto, pena, melancolía,
nostalgia… Date permiso para estar triste, para llorar.
No te preocupes si lloras mucho o poco; el llanto no es la medida de tu amor,
sino parte de tu propia expresividad.
Miedo / angustia
Estoy asustado/a ¿qué va a ser de mí?
Te sientes inquieto/a, confuso/a, desamparado/a, desesperado/a. Tienes miedo
de volverte loco/a. Estos sentimientos tan intensos y tan desagradables son algo
natural.
CULPA / AUTORREPROCHES
Si al menos hubiera sido más cariñoso/a llamado antes al médico tenido más
paciencia le hubiera dicho más a menudo lo que le quiero.
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también una lista con todo lo que hiciste por tu ser querido y de cómo juntos, con
tus aportaciones también, hicisteis algo único y hermoso de vuestra relación.
Soledad
Me siento tan sola ahora. Es como si el mundo se hubiera acabado.
Son tantas cosas vividas y compartidas juntos que vas a necesitar tiempo para
aprender y acostumbrarte a estar sin él o ella.
Alivio
Gracias a Dios que todo ha terminado.
El final de una larga y dolorosa enfermedad o relación se pueden vivir con una
sensación de alivio y descanso.
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Puedes estar tranquilo/a en un momento dado y alborotado/a en el instante
siguiente. Los sentimientos pueden ser cambiantes y contradictorios. Acéptate
así, imprevisible.
Acepta el hecho de que estarás menos atento e interesado por tus ocupaciones
habituales o por tus amistades durante un tiempo, que tu vida va a ser diferente,
que tendrás que cambiar algunas costumbres...
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Sentir y expresar el dolor, la tristeza, la rabia, el miedo... por la muerte de tu ser
amado, es parte del camino que tienes que recorrer.
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Se paciente contigo mismo/a
Aunque las emociones que estas viviendo pueden ser muy intensas y necesitar
mucha energía, son PASAJERAS. Procura vivir el momento presente, por duro
que sea. Se amable contigo mismo/a. Recuerda que el peor enemigo en el duelo
es no quererse.
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Aplaza las decisiones importantes
Decisiones como vender la casa, dejar el trabajo, marcharte a otro lugar…, es
preferible dejarlas para más adelante. Seguramente, ahora no puedes pensar
con suficiente claridad, y podrías más tarde lamentarlo. No suele ser tampoco
conveniente iniciar una nueva relación afectiva (nueva pareja, otro embarazo…)
mientras no hayas resuelto adecuadamente la pérdida.
No descuides tu salud
Pasados los primeros días puede resultarte muy útil que te hagas un horario
(hora de levantarte, comidas, hora de acostarte…) y lo sigas. Aliméntate bien y
cuida tu cuerpo. No abuses del tabaco, alcohol, tranquilizantes... Durante el
proceso de duelo somos más susceptibles de sufrir enfermedades. Si padeces
alguna enfermedad crónica no abandones los cuidados habituales ni los
tratamientos con la excusa de que te da igual lo que te pase...
No te automediques
Si para ayudarte en estos momentos tienes que tomar algún medicamento, que
sea siempre a criterio de un médico y nunca por los consejos de familiares,
amigos y vecinos bien intencionados. Recuerda que tomar medicamentos para
"no sentir" puede contribuir a cronificar el duelo o a postergar su desenlace.
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Ignora los intentos de algunas personas de decirte cómo debes sentirte y por
cuanto tiempo. Sentirás que algunas personas no comprenden lo que estas
viviendo. Intentarán hacer que te olvides de tu dolor, comprende que lo hacen
para no verte triste. Piensa que quieren ayudarte, pero que no saben como
hacerlo. Busca personas de confianza que te permitan "estar mal" y desahogarte
sin miedo cuando lo necesites.
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No es más fuerte el que no necesita ayuda, sino el que tiene el valor de pedirla
cuando la necesita.
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ha muerto, manifestando ira y furor contra todo y contra todos. “ ¿Por qué
a mí?”
La fase de acomodación: declina gradualmente el dolor agudo y comienza
una reinserción emocional y social en el mundo cotidiano, en el que poco
a poco el doliente aprende a vivir sin el fallecido.
Para Grollman las fases son de shock, sufrimiento y recuperación.
Monbourquette habla de amar, perder, crecer: de la pérdida a la
“ganancia”.
EL DUELO COMO TRABAJO
El duelo es un trabajo.
La mayoría de los estudiosos del duelo, coinciden en que el doliente necesita
estar activo y “hacer” más que esperar que “algo ocurra”, de manera que el
proceso probablemente consiste tanto en experimentar a través de unas fases
como en cumplir ciertas tareas.
Para Wordon “los trabajos del duelo”, difieren de las fases del duelo; requieren
actividad por parte del doliente y son muy valiosos para el proceso.
Cook y Phillips, que hablan también de trabajo, acuñan la frase “resolución del
duelo” como la etapa final del mismo.
Theres Rando dice que duelo y trabajo son sinónimos, pues el acomodarse a la
ausencia del ser querido y construirse una nueva identidad y un nuevo mundo,
requiere del doliente trabajar duro.
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Bob Wright cree que se conjuga la pasividad con la actividad que requiere todo
proceso de duelo, al dejar emerger los sentimientos, aceptarlos, poner de relieve
su valía y a la vez, confrontarlos y explorarlos.
Kübler Ross insiste en el duelo como proceso y como trabajo que posibilitan al
doliente el salir fortalecido y enriquecido de esta experiencia
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Cantidad y calidad de los “asuntos” sin resolver entre el doliente y el fallecido,
características del fallecido, (edad, sexo, personalidad), percepción del doliente
sobre la «realización, satisfacción y cumplimiento « que la vida ha deparado al
fallecido.
Rol y funciones del fallecido para el doliente, su familia y el sistema social en que
se movía, que van a dar lugar a determinado número de pérdidas secundarias.
Si las relaciones con el ser querido han sido conflictivas, el dolor no solo es por
la pérdida; el doliente también se culpa de no haber tenido mejores relaciones
con el fallecido; no le queda ni la esperanza de poder mejorarlas algún día.
En este caso, la muerte del ser querido resucita viejos conflictos, no resueltos
con anterioridad: miedos, ansiedades, sentimientos de abandono infantiles; y
conflictos de ambivalencia, dependencia, seguridad en las relaciones padres
hijo. El doliente tiene que enfrentarse a la pérdida actual y a viejas pérdidas.
Existe más riesgo de encronización del duelo, cuando la relación previa entre el
fallecido y el doliente (padres-hijo, relación de pareja) no era ya sana. Puede
producir el “síndrome de duelo ambivalente”, en el que se mezcla la sensación
de alivio con los sentimientos de culpa.
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Depende de:
Sus comportamientos adaptativos, personalidad , carácter y salud mental.
El grado de confianza en sí mismo,
El nivel de madurez e inteligencia, relacionados de manera positiva con una
buena resolución del duelo, al dar más posibilidades de entender el sentido e
implicaciones de esa muerte.
El haber o no sufrido otros duelos, que pueden afectarle de manera positiva -
sabe que “sobrevive” a la pérdida - o negativa.
La posibilidad de expresar el duelo.
La concurrencia de otras crisis personales, que complican el duelo. Cada una de
ellas demanda energía y atención, en momentos en que se está «vacío».
La comprensión, implicaciones, manera de afrontar y expresar la pérdida, están
influidos siempre por el propio sentido de la existencia y la fundamentación
religiosofilosófica, cultural y social del doliente.
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deja sentimientos de culpa profundos o la que resulta de actos violentos
(asesinatos, violaciones). Los dolientes pueden obsesionarse con el
pensamiento de cómo habrá vivido su ser querido aquellos últimos momentos.
Los dolientes viven su duelo en una determinada realidad social, que influye en
el proceso de recuperación.
La familia es el contexto fundamental y puede ayudar o entorpecer la elaboración
de un duelo, permitiendo, por ej., exteriorizar la pena o por el contrario,
premiando “la fortaleza” y “entereza” del que “se controla”. Toda “cultura familiar”
implica comportamientos, tradiciones, valores sociales y expectativas.
Los amigos, los profesionales, los “grupos de pertenencia”, la Iglesia, los “grupos
de ayuda mutua” -formados por personas que han sufrido experiencias similares-
pueden ser otras tantas posibilidades de apoyo y consuelo.
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Tipos de duelo que requieren la ayuda profesional:
Crónico, que arrastra el doliente durante años, absorbido por los recuerdos,
incapaz de reincorporarse a la vida normal.
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Los síntomas más intensos del duelo agudo pueden durar entre 6 y 12 meses,
pero se conocen procesos que necesitan 3 años y más. Hay aspectos de la
pérdida que acompañan al doliente para siempre o del duelo mediato, que se
prolongan durante años y a veces hasta su muerte.
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en un estado de tristeza o de soledad profundo. La persona en duelo ve
interrumpido su proceso de contacto de un modo radical. La reacción más
habitual es primero una función temporal infranormal, la soledad, seguida de otra
supranormal: el sueño, la imaginación, la pseudoalucinación. La primera como
una forma de protección y la segunda como una descarga de energía de la
tensión del exceso propioceptivo al no poder equilibrarse desde el entorno.
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al muerto, generalmente de un modo no consciente, como un modo de perpetuar
su memoria. Lo importante del ritual no es tanto recuperar la actividad a la que
se renunció sino la consciencia de la renuncia.
Tercera fase. Ira. Es la rabia, la ira, la primera emoción que empieza a sacar en
el campo. Es como si las lágrimas y la tristeza anteriores fueran sólo para ella/el
mismo. Su rabia va desde la abstracción a seres más o menos cercanos, incluso
la propia persona que ha muerto. Nos encontramos en una fase de destrucción,
de desestructurar la situación intolerable y la pérdida del objeto amado, con el
fin de asimilar posteriormente una nueva totalidad.
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Se rompe el contacto entre paciente y terapeuta, siendo el trabajo de este último
el de apoyar la expresión de las emociones junto con las interrupciones que
vayan apareciendo.
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FASES DEL PROCESO DE DUELO según Bob Wright
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emerger frustraciones. Hablar del muerto y llorar, alivia y hace que se compartan
sentimientos con otros. El identificar las emociones y los sentimientos: “estoy
triste”,”estoy furioso”, “estoy dolido “, desahoga y sirven de cauce para que las
penas fluyan.
El sentido de culpa sin resolver y las emociones mal interpretadas pueden llevar
al doliente a sentirse mal durante años o a manifestarlo a través de síntomas
físicos. Puesto que el pasado no puede cambiarse, hay que aceptarlo e integrarlo
en la propia vida; el aceptar la culpa es una forma de integración. El doliente está
furioso; lleno de ira, rabia, cólera y resentimiento. Incluso indignación con el
propio ser querido.
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normal y sano. Es una necesidad psicológica, un camino lento y tortuoso para
llegar a aceptar la pérdida y forma parte del proceso de decir “adiós” al ser
querido. Disminuye de manera importante la autoestima. Está mejorando puesto
que puede expresar sentimientos muy fuertes de los que no se creía capaz.
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En realidad se produce una “conspiración del silencio” y no se menciona al
difunto para no provocar la aflicción del doliente. Algo importante que pueden
realizar los familiares y amigos es el ayudar a conservar la memoria del difunto.
El doliente debería abrirse a nuevas relaciones e iniciar algo diferente. Pero no
le apetece y le cuesta, lo cual es muy normal.
Se recupera el sentido de sí mismo que pasa por aceptar la pérdida: “mi hijo ha
muerto”. Se afronta la dura realidad.
Todos los estudiosos del duelo están de acuerdo en afirmar que un duelo se
resuelve mejor si se cuenta con soporte emocional y social adecuados, ya que
el doliente aprende que no tiene que afrontar el presente y el futuro solo: cuenta
con familiares y amigos que le ayudan a temer menos al mundo real.
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FRASES SOBRE EL DOLOR Y LA PÉRDIDA
La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los
inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y
definitivamente.
FRANÇOIS MAURIAC
JOHN BRANTNER
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un desierto que se hace acogedor de lo más valioso que tenemos, lo esencial de
lo que permanece cuando ya no se puede nada. JEAN-YVES LELOUP.
J. MONTOYA CARRAQUILLA
Solo sanamos de un dolor cuando lo padecemos plenamente MARCEL PROUST
Recordar es el mejor modo de olvidar
SIGMUND FREUD
Cuando eres consciente de la muerte, acabas asumiendo tu propia soledad.
ROSA REGÁS
Amar a alguien, es decirle: no morirás.
GABRIEL MARCEL
Lo que una vez disfrutamos, nunca lo perdemos. Todo lo que amamos
profundamente se convierte en parte de nosotros mismos. HELLEN KELLER
El amigo que está en silencio con nosotros, en un momento de angustia o
incertidumbre, que puede compartir nuestro pesar y desconsuelo... y enfrentar
con nosotros la realidad de nuestra impotencia, ése es el amigo que realmente
nos quiere.
HENRI NOUWEN
En medio de este atolladero de angustia encontré la fuerza para luchar y salir
adelante. Quizás me di cuenta de que mi esposa no hubiese querido verme así.
Algo me hizo arrancar y aferrarme a la vida y al amor.
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WILLIARD KOHN
Aun cuando todavía queden momentos difíciles, cuando llegas a aceptar el dolor
encuentras fuerza en ti mismo y puedes mirar al futuro con esperanza.
HAROLD S. KUSHNER
Nadie puede explicarnos el dolor, su ilimitado alcance ni sus profundidades
enigmáticas. Nadie nos puede descubrir el vacío que deja en el mismo centro de
nuestro ser, un vacío que nada lo llena.
RUTH COUGHLIN
Nunca nadie me dijo que el dolor se sentía como se siente el miedo... La misma
tensión en el estómago, el mismo desasosiego.
H. DAVID THOREAU
El pesar oculto, como un horno cerrado, quema el corazón hasta reducirlo en
cenizas.
W. SHAKESPEARE.
La muerte se lleva todo lo que no fue, pero nosotros nos quedamos con lo que
tuvimos.
MARIO ROJZMAN
Lo que importa no es lo que la vida te hace, sino lo que tú haces con lo que la
vida te hace.
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EDGAR JACKSON
Señor, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor
para cambiar las cosas que puedo y sabiduría para poder diferenciarlas.
REINHOLD NIEBUHR
Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan.
Y que en cambio, con las penas pasa al revés. Se achican.
Tal vez lo que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el corazón. Y un
corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías y mejor
defendido para que las penas no nos lastimen por dentro.
MAMERTO MENAPACE
Vivir siempre angustiada es producto de grave vanidad. Es soberbia obstinada,
ya que toda ansiedad termina donde empieza la humildad
GUADALUPE AMOR
El que acepta sufrir, sufrirá la mitad de la vida; el que no acepta sufrir, sufrirá
durante su vida entera.
CONFUCIO
El dolor quema mucha superficialidad.
OSWALD CHAMBERS
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CONCLUSIONES
Después de una pérdida, las cogniciones toman otro rumbo y el entorno de vida
del adulto es apreciado de un modo distinto. Ahora bien, el adulto puede no llegar
a una resolución saludable si las tareas del duelo no se cumplen, afectando, así,
su personalidad y con ésta, la rutina diaria de actividades.
Las emociones se ven afectadas durante dicho proceso, ya que pocas veces
estamos preparados para poder comprender la ausencia de los seres que
amamos, y esto nos conduce en ocasiones a disminuir nuestra vida social y
experimentar sentimientos de coraje, impotencia, culpa, en sí, un coctel de
sentimientos. Pero, también, existe una gran posibilidad de que en este
procedimiento, el entorno social y familiar del individuo, le tiendan la mano,
ayudándolo a reorientar su energía, pero depende también de la aceptación que
éste pueda tener hacia la ayuda que recibe, esto sin olvidar que el duelo, tanto
en hombres como en mujeres, se vive y se siente de manera diferente.
Por otro lado, al ser nosotros un grupo social en donde la cultura hacia la muerte
se ha ido perdiendo, debemos empezar a trabajar en este aspecto, pues todo
sería más fácil si desde pequeños aprendiéramos a manejar y expresar nuestros
sentimientos hacia la pérdida, lo que nos brindaría la oportunidad de vivir los
duelos solamente como la culminación de la oportunidad de vivir, y buscar de
nuevo el equilibrio de nuestras vidas.
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