Tarea
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Con esta disquisición jurídico-económica damos paso a una serie de entradas sobre los
derechos reales y otras eventualidades que tienen acceso al Registro de la Propiedad. El tema
es arduo, pero considero que se puede analizar desde un punto de vista práctico y aprender
los significados y atribuciones de una forma enriquecedora.
Antes de entrar en el tema central, deberíamos saber qué son los derechos reales y
diferenciarlos de los derechos de crédito:
Facultad de goce, que implica tanto el uso de la cosa como disposición de sus frutos, como sería
el alquiler, por ejemplo.
Facultad de exclusión, fundamento de la propiedad privada; esta facultad tiene varias
manifestaciones, entre las que podemos comentar el poder de cerrar y cercar las propiedades o
la de oponerse e impedir la entrada de una persona ajena en su propiedad, siempre que ello no
cause ningún perjuicio ni daño. Un ejemplo simple de lo que no podría hacer es poner paredes
con cristales rotos en su cima, que pueden producir daños físicos a quién trata de subirse encima
de ellas.
Facultad de disposición, también llamada de enajenar. Incluye también la posibilidad de gravar
un bien, por ejemplo mediante una hipoteca.
Tomando como base estas tres facultades del derecho real más amplio, la propiedad, iremos
analizando los derechos reales más significativos que nos encontramos en el tráfico
económico. El usufructo, por ejemplo, da al usufructuario la facultad de goce pero no la
disposición; el titular fideicomisario, pese a ser propietario, tiene unas facultades de
disposición muy limitadas, siendo una tipo de propiedad muy particular. Y en base a este
esquema veremos los derechos reales más representativos, que nos permitirá evaluar con
precisión nuestras decisiones de inversión.
El usufructo y el caso particular de las acciones
Hemos visto que el derecho de propiedad o dominio es el derecho real pleno, sin más
limitaciones que las establecidas por la ley; comentamos que el contenido de este derecho
real pleno se puede dividir en las facultades de goce, exclusión y disposición.
EDUCACIÓN FINANCIERA
PROPIEDAD
a) La propiedad es posterior a la posesión
b) La propiedad está premunida de ciertos atributos: El derecho de usar, disfrutar y disponer
c) La prueba de la existencia de la propiedad se realiza mediante un título.
d) Para defender el derecho de propiedad se tiene: La acción reivindicatoria y la tercería
excluyente de dominio.
e) Triunfa el derecho de propiedad respecto de quien presenta mejor título
f) La propiedad de inmuebles es susceptible de adquirirse por prescripción adquisitiva,
mediante título traslativo de dominio.
E l i u s d i s p o n e n d i " d e r e c h o d e disponer#
1. GENERALIDADES
La propiedad podía adquirirse de dos maneras: per universitatem (a título universal) y a título singular. Se
realizaba la adquisición en la primera forma cuando el adquirente sucedía al transmisor en una
universalidad patrimonial, con todos sus elementos activos y pasivos, derechos reales, créditos y
obligaciones. Se operaba este medio principalmente en la sucesión por causa de muerte. Se adquiría a título
singular cuando la adquisición tenía por objeto una o más cosas singulares.
Los medios de adquirir el dominio a título singular se dividían en dos clases: 1) Medios del derecho civil ( i
us civile) y 2) Medios del ius gentium.
Los primeros fueron instituidos por el ius civile, con destino exclusivo a los ciudadanos romanos. Los
segundos fueron creación del ius gentium, y se extendían a los no ciudadanos, como a los peregrinos. Los
medios adquisitivos propios del ius civile fueron: La mancipatio, la in iure cessio, la usucapión, la adjudicatio
y la lex. Los del ius gentium fueron: la ocupación, la tradición, la accesión, la especificación, la percepción de
frutos, la confusión y la commixtio.
a) Mancipatio. Era una transmisión del derecho de dominio de una persona a otra bajo el símbolo de una
venta y con el empleo de la forma ritual y solemne denominada per aes et libram. Debían comparecer el
enajenante y el adquirente en presencia de cinco ciudadanos romanos púberes y otro ciudadano que en ese
acto solemne se denominaba libripens, el cual tenía en sus manos una balanza. El adquirente afirmaba su
derecho de dominio en términos solemnes golpeando la balanza con una moneda de cobre que entregaba al
enajenante como símbolo del precio. El enajenante asentía a todo aquello y de ese modo quedaba operada la
adquisición, quedando el adquirente como propietario ex iure quiritium (propietario quiritario).
La mancipatio daba el dominio al adquirente, más por sí sola no le daba la posesión, si la cosa no era
materialmente entregada por el enajenante.
b) In iure cessio.
Era un medio solemne y simbólico. Las dos partes, enajenante y adquirente, comparecían ante el magistrado
figurando un juicio de reivindicación de la cosa cuyo dominio pretendía adquirirse. Si la cosa era mueble,
debía ser llevada ante el magistrado. Si era inmueble, parece haberse admitido que se llevara un fragmento
de ella. El adquirente, tocando la cosa mueble o el fragmento del inmueble, afirmaba, en presencia del
magistrado y del enajenante, ser suya, según el derecho civil. El enajenante declaraba ser cierta tal
afirmación y en vista de ello el magistrado declaraba propietario al adquirente.
c) Usucapión.
La usucapión (usucapere, tomar por el uso) era un medio de adquirir el dominio de una cosa mediante la
posesión de esta por el tiempo y en las condiciones prescritas por la ley.
Fue el origen de la prescripción adquisitiva del derecho moderno. Esta institución, como todas las
instituciones jurídicas de Roma, evolucionó progresivamente a través de los siglos. Nacida dentro de un
estrecho molde en la época de la Ley de las Doce Tablas, vino a ensancharse en la época clásica y a culminar,
bajo el derecho de JUSTINIANO, en la institución básica de la moderna prescripción adquisitiva.
En la época clásica la usucapión podía producir dos efectos distintos: convertir al propietario bonitario en
propietario quiritario y hacer propietario al poseedor que no lo era.
Todas las cosas corporales, muebles e inmuebles, mancipi o nec mancipi, eran susceptibles de ser adquiridas
por usucapión, salvo aquellas que la ley exceptuaba, como los fundos provinciales, las cosas robadas (res
furtivae), los muebles e inmuebles ocupados por violencia (res vi possessae) y los predia rústica vel
suburbana de los pupilos y menores de veinticinco años, ocupados por terceros. En general, tampoco podían
ser usucapidas las cosas que no eran susceptibles de propiedad particular. Los requisitos para adquirir por
usucapión eran: justa causa, buena fe y posesión continuada durante cierto tiempo.
1°) Justa causa. Se entendía por tal un acto jurídico, válido en sí mismo, que, sin embargo, de hacer poseedor
al pretendido adquirente, no lo hacía propietario, o solo lo hacía propietario in bonis (bonitario). Ejemplo:
una venta hecha por quien no era dueño de la cosa vendida (a non domino). La justa causa se denomina
también justo título en el derecho moderno. Nullo iusto título praecedente, possidentes ratio iuris quaerere
dominium prohibet ("No ha-viendo justo título precedente, la razón del derecho prohíbe a los poseedores
adquirir el dominio"). (DIOCLECIANO, L. 24).
2°) Buena fe. Es la creencia honrada, aunque equivocada, de haber adquirido el dominio de la cosa por
medios legítimos.
3°) La posesión continuada. Se requerían sus dos elementos: corpus y animus. Según la Ley de las Doce
Tablas, la posesión debía ser continuada durante un año para los muebles y dos años para los inmuebles.
Sine pos-sessione usucapió contingere non potest ("No puede ocurrir usucapión sin posesión"). (Dig., XLI, 3).
Ya veremos cómo posteriormente se amplió dicho término.
Se podía además unir la posesión propia a la del antecesor para completar el tiempo necesario. Así, si el
antecesor había poseído un inmueble durante un año continuo en las condiciones exigidas para la usucapión
(justa causa y buena fe), el sucesor podía completar con un año más, en las mismas condiciones, el tiempo de
la usucapión. Esta unión de posesiones se denominaba accessio possessionis.
La usucapión propiamente dicha solo era aplicable a las cosas que podían ser objeto de la propiedad civil o
quiritaria. Con el fin de dar una protección semejante a las otras cosas, especial-mente a los fundos
provinciales, el pretor introdujo una institución semejante: la praescriptio longi temporis.
He aquí en qué consistía: si dentro de diez años entre presentes y veinte entre ausentes no se ejercitaba
acción contra el poseedor por quien se creyera dueño de la cosa, el poseedor demandado podía alegar la
praescriptio longi temporis a manera de excepción. Si la acción se ejercitaba dentro de aquel espacio de
tiempo, se interrumpía civilmente la praescriptio, que ya no podía alegarse.
En rigor, no era, pues, un medio de adquirir el dominio, sino un medio de defensa procesal encaminado a
enervar la acción del demandante contra el poseedor. Por lo demás, para poder alegar la prescriptio longi
temporis, se requería la posesión en las mismas condiciones que para la usucapión.
En la época del derecho justinianeo llegaron a fusionarse la usucapión antigua y la praescriptio longi
temporis, convirtiéndose esta última en un medio de adquisición. El tiempo de la posesión se fijó así: tres
años para los muebles, diez años entre presentes para los inmuebles y veinte, entre ausentes, para los
mismos.
Los demás elementos generadores de la adquisición del dominio por este medio, posesión continuada,
adquirida con justa causa y de buena fe, fueron mantenidos.
Esta usucapión fue llamada ordinaria, para diferenciarla de la extraordinaria, que vamos a ver.
La acción reivindicatoria del dueño de una cosa contra el poseedor debía ejercitarse dentro del término de
treinta años, al cabo de los cuales el poseedor, aun de mala fe, podía rechazar al reivindicante alegando la
praescriptlo longissimi temporis, llamada también praescriptio triginta annorum, o prescripción
extraordinaria.
JUSTINIANO estableció que habiéndose adquirido de buena fe aquella posesión treintenaria, aun sin título,
pudiera ser, más que una excepción o medio de defensa para el poseedor, un medio de adquirir el dominio.
Fue esta una usucapión extraordinaria, extensiva a todas las cosas de propiedad privada. Ese es el origen de
la prescripción adquisitiva extraordinaria del derecho moderno.
d) La adjudicatio.
En la decisión de ciertas acciones judiciales, tales como la actio familiae erciscundae (división de la herencia),
la actio communi dividundo (división de los bienes comunes) y la actio finium regundorum (acción de
deslinde), el juez tenía el poder de atribuir la propiedad de determinadas cosas a las partes que actuaban en
el proceso. Esa atribución se llamaba adjudicatio (adjudicación), y era considerada como un verdadero medio
de adquirir el dominio. El adjudicatario derivaba directamente de la adjudicación la propiedad de la cosa
adjudicada. No es así en el derecho moderno.
e) La ley (lex). Es discutible que la ley por sí sola, sin hecho alguno del hombre, pueda operar la adquisición
del dominio. Pero ULPIANO la cita entre los medios de adquirir en limitadísimos casos, como la adquisición
por algunas entidades o por el aeraríum, en virtud de la Ley Papia Poppaea, de ciertas liberalidades
testamentarias que no llegaban a ser recogidas por sus asignatarios.
3.1) Ocupación.
La ocupación consiste en llevar al poder de una persona, con el ánimo de apropiación, las cosas que no
pertenecen a nadie y que son susceptibles de propiedad privada. Quod enim nullius est, id ratione naturali
occupanti conceditur ("Por razón natural lo que es de nadie se concede al ocupante"). (GAYO, L. 3, D. XLI, 1).
Requiere, por consiguiente, para que opere la adquisición:
1°) Que la cosa no pertenezca a nadie; las cosas en tal situación se denominan res nullius.
2°) Que pueda ser objeto de propiedad privada;
3°) Que se la tome con intención de apropiársela.
Las principales modalidades de la ocupación eran: I) La ocupación de los animales salvajes, que comprende
la caza y la pesca; II) La invención o hallazgo. Entiéndese por tal la ocupación de cosas inanimadas que nunca
han tenido dueño, o que han sido abandonadas por este con intención de desprenderse de su dominio, como
las perlas marítimas o el tesoro oculto encontrado por una persona, y III) La ocupación por causa de guerra,
por cuanto los romanos consideraban al enemigo en guerra fuera de derecho. De allí deducían que su
persona y sus bienes eran materia de ocupación.
3.2) La tradición. La tradición, como medio de adquirir el dominio, es el acto por el cual se entrega una cosa
a otro, o se pone bajo su poder físico y jurídico, habiendo en quien la entrega la intención de transferir el
dominio, y en quien la recibe la intención de adquirirlo.
La persona que efectuaba la tradición se denominaba tradens (tradente), y aquella a quien se hacía, accipiens
(adquirente). El tradens se desprendía del dominio. El accipiens lo adquiría. Para que la tradición operara la
adquisición del dominio, se requería:
El acto material de la tradición no requería a veces el desplazamiento físico de la cosa de una persona a otra.
En ocasiones el accipiens ya tenía la cosa en su poder, aunque en nombre del tradens; v. gr., en calidad de
arrendatario de este. Bastaba entonces que lo reconociera como dueño, convirtiéndole su tenencia en
posesión. Otras veces sucedía lo contrario. El tradens, dueño y poseedor, se constituía en simple tenedor en
nombre del accipiens, desde el momento de la tradición. Se enajenaba, v. gr., una cosa, y el enajenante seguía
como arrendatario del adquirente. Con ese solo cambio de la calidad jurídica se efectuaba el acto material de
la tradición. En estos casos y en sus semejantes se consideraba haberse entregado materialmente la cosa al
accipiens en calidad de tal, y esa figura extraordinaria de tradición se denominaba traditio brevi manu.
3.3) Accesión.
La accesión, como medio de adquirir el dominio, resulta de la unión de una cosa a otra. Si una cosa se adhiere
a otra formando con ella un todo inseparable, el propietario de la cosa principal se hace dueño del todo,
ad¬quiriendo así el dominio de la cosa adherida. El sistema romano es no otra cosa que la aplicación del
principio accessio cedit principali.
Pero en la aplicación del sistema debe también entrar en juego el principio prohibitivo del enriquecimiento
injusto en daño de otro. Cuando quiera, pues, que sea el caso de aplicar este precepto de moral jurídica, será
preciso que el dueño de la cosa adherida, cuyo dominio pierde, sea indemnizado por quien se hace dueño del
todo. Salvo naturalmente los casos excepcionales en que el enriquecimiento por parte de este no se considere
injusto.
Desde el derecho romano la accesión ha revestido, en orden a la adquisición del dominio, diversas
modalidades. He aquí las principales:
a) Aluvión. Es la capa de tierra que se forma en las orillas de los ríos o corrientes de agua, quedando
permanentemente descubierta por las aguas. La regla, según el derecho romano, es que pertenece por
accesión al dueño de la heredad a la cual se junta.
b) Cauce abandonado. Si una corriente de agua abandona definitivamente su cauce, el terreno de este accede
a la respectiva o a las respectivas heredades. Si las de uno y otro lado son de distintos dueños, el cauce
abandonado accede a cada una por mitad. Tal es el sistema romano sobre la materia.
Se aplicaba la misma regla del cauce abandonado; dividido el cauce por una línea longitudinal en dos partes
iguales, si la isla nacía entera en una de esas dos mitades, pertenecía al dueño de la heredad adyacente; y
siendo abarcada por varias heredades, a todos sus dueños proporcionalmente. Si se extendía a una y otra
mitad del cauce, accedía proporcionalmente a las heredades de uno y otro lado.
La regla general a este respecto era que el dueño del terreno se hacía dueño de la plantación, sementera o
edificación desde e! momento en que se adhiriera al inmueble en tal forma que no pudiera separarse de él sin
grave perjuicio. Todo esto regido, según hemos dicho, por el principio prohibitivo del enriquecimiento sin
causa justa, cuya aplicación imponía determinadas prestaciones o indemnizaciones entre los dueños de las
cosas que así llegaban a juntarse.
Siendo de distintos dueños los muebles que se juntan formando un todo indivisible, se opera el hecho
denominado adjunción. La regla, según el derecho romano, era que el dueño de la cosa principal se hacía
dueño del todo. Se consideraba como cosa principal la más importante, y como cosa accesoria la que perdía
su individualidad propia refundiéndose de modo inseparable en la principal.
Según los sabinianos, el dueño de la materia no perdía su propiedad, puesto que no hacia sino modificarse
por medio de la confección del nuevo objeto. De consiguiente, este debía pertenecerle, salvo la indemnización
al fabricante de buena fe, para que no hubiera enriquecimiento sin causa justa. Según los proculeyanos, la
propiedad del objeto nuevo debía ser del fabricante del objeto, puesto que en él se había refundido la materia
primitiva. Salvo la indemnización al dueño de esta, en aplicación del principio prohibitivo del
enriquecimiento sin causa.
Bajo JUSTINIANO se consagró una solución intermedia: si la materia no podía volver a su primitivo estado, el
objeto pertenecía al artífice, debiendo ser indemnizado el dueño de la materia. En caso contrario, el dueño de
la materia conservaba su propiedad, extendiéndose esta al nuevo objeto, salvo la indemnización al artífice de
buena fe. Si se había empleado en parte materia ajena y en parte propia, el artífice conservaba en todos los
casos la propiedad del objeto fabricado, salvo la indemnización al dueño de la materia ajena.
5) Adquisición de frutos. Siendo el derecho a los frutos uno de los atributos del derecho de propiedad, es
apenas lógico y natural el principio de que las cosas producen frutos para su dueño que, como regla general,
ha imperado desde el derecho romano. El dueño de una cosa cualquiera adquiere, pues, la propiedad de sus
frutos, como consecuencia jurídica de su derecho de dominio. Pero esa norma general no está exenta de
limitaciones. Puede una cosa excep-cionalmente producir frutos para otra persona distinta de su dueño,
como en el caso del usufructo, del poseedor de buena fe que no es propietario, y en general en todos los casos
en que persona distinta del dueño ha adquirido de antemano derecho de dominio sobre los frutos de una
cosa.
6) Confusión. La confusión, como medio de adquirir el dominio, era entre los romanos la unión de dos o más
líquidos o metales en fusión, pertenecientes a distintos dueños, de tal manera que no pudieran separarse. En
tal evento se formaba una comunidad sobre el todo, que venía a pertenecer a los distintos dueños de las
materias confundidas, en proporción del valor de cada una de estas.
7) Commixtio. Commixtio o mezcla era la unión de cuerpos sólidos pertenecientes a distintos dueños que, sin
formar un objeto nuevo no pudieran distinguirse unos de otros, de manera que no podían volver
individualizados a sus respectivos dueños. Por ejemplo, la mezcla de granos o de especies monetarias de
distintos dueños. Podía cada uno reivindicar una parte del todo, igual al valor de sus objetos mezclados en él.
Aparentemente no hay adquisición de propiedad. Pero la hay si se considera que el objeto de una persona
puede ir a dar a poder de otra, como consecuencia de la imposibilidad física de distinguirlos.
La reivindicatio era concedida al dueño de la cosa contra quien la poseía o simplemente la tenía en su poder
sin ser dueño. Se encaminaba dicha acción a que se reconociera al demandante su derecho de propiedad y se
condenara al poseedor o al detentador a restituirle la cosa con sus accesiones y frutos, o a indemnizarle todo
perjuicio si había perecido. Pero se hacía una distinción: el poseedor de buena fe no respondía de la culpa
sino desde la litis contestatio, al paso que el poseedor de mala fe respondía durante todo el tiempo que
hubiera tenido la cosa en su poder. El poseedor de buena fe no debía restituir los frutos percibidos antes de
la litis contestatio. El poseedor de mala fe debía restituirlos todos.
La publiciana in rem actio (acción publiciana) fue instituida por el pretor Publicio, de quien deriva su
nombre, a favor de quien, sin ser dueño, tenía una posesión con las calidades necesarias para que mediante
ella pudiera llegar a hacerse dueño por usucapión, una vez que completara el tiempo requerido. Vale decir
que la acción publiciana fue creada a favor de quien se hallara en vía de adquirir por usucapión el dominio de
una cosa (in vía usucapiendi ). Era dirigida contra quien tuviera la cosa en su poder sin mejor derecho que el
poseedor in vía usucapiendi. Sus efectos eran en un todo análogos a los de la reivindicación.