Ponencia Profesor Rafael Alvira
Ponencia Profesor Rafael Alvira
Ponencia Profesor Rafael Alvira
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XXI Encuentro Internacional de Profesores de Política de la Empresa
Instituto Internacional San Telmo
Sevilla, 11-12 de noviembre de 2019
Rafael Alvira
En primer lugar, nuevo es lo que antes no era. En ese sentido, significa la aparición
absoluta de un ser. También se puede entender -lo recordaba Ortega y Gasset
aludiendo a la riqueza metafísica de la lengua castellana- como lo que no estaba.
Aquí se trata de una aparición relativa. Tanto en un caso como en otro, el resultado
en la persona que lo experimenta es la sorpresa. La vivencia de la sorpresa, si es
ante algo bueno y agradable, suscita la admiración. Sorpresa y admiración son
actitudes naturales de respuesta ante lo verdadera y profundamente nuevo.
Pero lo nuevo se puede entender también por su contraposición con lo viejo, y por
eso se puede aplicar a la repristinación de algo que ya era y estaba, pero se había
avejentado o estaba a punto, de avejentarse. En este sentido el concepto de nuevo
se refiere a la vida temporal, pues tanto en una vida eterna como en una hipotética
inercia total, no hay vejez posible. Esa vida temporal tiene siempre un inicio absoluto
-primera novedad, “ser nuevo”-, seguida de un momento de plenitud, o juventud -
segunda novedad “estar nuevo”-, para acabar después en la vejez, por pérdida de
energía vital, y finalmente en la muerte.
A partir de ahí, con más claridad que antes, la tradición de Occidente ve al amor
verdadero siempre como el elemento transformador por excelencia. Él otorga una
nueva vida, sin destruir la anterior, pero llevándola “más allá”. La paradoja de ese “más
allá” consiste en que gracias a él, gracias a salir “fuera de ti”, logras encontrarte a ti
mismo. Eso es lo que habitualmente recibe el nombre de locura amorosa.
Todo el que se empeña de verdad -“vitam impendere vero”, que recordaba también
Ortega y Gasset- en realizar algo, es porque le ha “entrado” la locura. Y como ningún
ser humano puede vivir bien sin un cierto estar “fuera de sí”, todo el arte de vivir
consiste en “alocarse” estudiando a la vez hacia dónde y cómo hacerlo. Si aciertas
eres un “loco en sus cabales”, formas parte del escogido grupo de los “locos
razonables”, que son los grandes transformadores; en caso contrario, si apenas eres
loco tu vida es un aburrimiento por quedar fuera del ámbito de lo nuevo, y si eres un
mal loco fracasas.
6. Lo nuevo y el tiempo
Otro sentido de lo nuevo lo encontramos en relación con los momentos del tiempo:
pasado, presente y futuro. Aquí lo nuevo es lo mismo que lo presente, pues ni el
pasado ni el futuro -uno por defecto y otro por exceso- pueden calificarse de nuevos.
Sin embargo, en esto aparece una cierta dificultad: a veces parece que lo presente
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está “aviejado”, o que es incluso un cierto “muerto en vida”; otras veces, nos topamos
con un presente que parece ya “estar siendo” el futuro, lo que es el ideal de todo
“futurista”.
Esta dificultad está originada por el carácter peculiar del presente. No hay presente,
no puede existir, sin presencia. El presente se da y existe en la atención. En la
dispersión estoy “fuera de mi”, “alocado” en el mal sentido de la expresión, mientras
que “fijamos la atención” cuando somos “raptados” “arrebatados” por algo que,
aunque sea mínimamente, suscita nuestro afecto, y si el amor es vida en el más alto
grado, un auténtico presente no puede estar “aviejado” ni ser “futurista”. El verdadero
presente lo que hace es integrar en él el pasado y el futuro, lo cual es posible
precisamente porque es un “más allá del tiempo en el tiempo”, es “eterno”. Cuando
se pone el corazón desaparece la sensación de “paso del tiempo”, mientras que en
caso contrario el tiempo pesa terriblemente en el puro pasar del tiempo, que es el
aburrimiento. En él no hay presente alguno, sino pura dispersión.
7. Lo nuevo y la “creatividad”
8. Lo nuevo y la innovación
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Los que ahora son conocidos generalmente como “técnicos”, los “ingenieros”, tienen
quizás tanta o más “creatividad” que el puro artista, pero el tener que depender más
de lo material y obedecer más a la metodología científico-técnica, unido a que la
finalidad de su trabajo productivo es explícitamente utilitaria, les hace más “modestos”
en lo relativo a la apropiación de la figura de “genio”.
Con todo, el mundo de la ingeniería es sus diversas formas utiliza cada vez más la
idea y la expresión “creatividad”. Pero la palabra que ha pasado a ocupar el centro de
la moda ha sido aquí, como es sabido, la de “innovación”. El innovador es un creativo,
aunque no un “genio”, porque ha de atenerse a lo factible y viable.
9. La degeneración de lo nuevo
Todos los elementos y los factores principales de nuestro mundo actual, impregnado
de la cultura “moderna” apuntan a dar el papel primero al futuro. Por tanto, a la
creatividad y la innovación. Es la llamada “filosofía del progreso”, en la que el Progreso
es ya un dios. A él, como a Moloch, se inmolan todas las vidas que haga falta.
El engaño en las Bellas Artes aparece por doquier, en obras que podrán ser
técnicamente buenas, e incluso con una cierta inspiración, pero que no significan ni
dicen nada, y son alimento para los capaces de dejarse engañar por ellos -que no son
pocos-. En las Artes Mecánicas, en el mundo de la Innovación, esto sucede menos,
porque si la utilidad no es real, se descubre pronto. Con todo, como es bien sabido,
también hay muchas “innovaciones” en las que se esconde una no pequeña cantidad
de engaño.
Ese “humanista práctico” sabe que ofrendarse a la pura innovación sin cuidar que su
empresa viva una rica y verdadera tradición supone a medio y largo plazo la pérdida
de la propia empresa. Es imposible vivir de la mera innovación.
Como buena madre o buen padre de familia sabrá calibrar cuando ha de renovar y
cómo y cuando es el momento de transformar. Sabrá que engañar conduce al
desastre; sabrá que su empresa funcionará bien cuando se ha conseguido que todos
los “stakeholders” se sientan en ella “como en su casa”, con confianza, y que eso
implica el amor que les hace estar atentos, a renovar, a transformar y a innovar.
Es un error pensar que cada una de esas funciones de lo nuevo existen por separado,
y mayor aún considerar que lo único nuevo es la innovación. Un verdadero empresario
no lo cometerá.