El Abogado Honrado, Nace Despues de Un Disciplinario

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El abogado honrado, nace después de un juicio disciplinario.

La abogacía consiste en tres reglas o principios básicos:


vivir honestamente, no dañar a los demás y dar a cada uno lo suyo.
“Es el arte de lo bueno y lo equitativo”. (Ulpiano, 200 A.C)

“Es el arte de lo bueno y lo equitativo”, es lo que debería ser el derecho y en general el


ejercicio de la abogacía, sin embargo, la imagen social del abogado denota todo lo contrario,
se observa una profesión cercenada por el rechazo social impulsado esto por el
comportamiento antiético de muchos colegas, y ese es el punto neurálgico de nuestra
profesión, la ética. Durante el desarrollo de este escrito observaremos desde distintos puntos
de vista la importancia del derecho para una sociedad y él porque se dice que el abogado no
tiene ética y porque es necesaria.

El ejercicio del derecho, como lo ha desarrollado la corte constitucional, implica en sí mismo,


una función social, debido al alto impacto que el ejercicio de la profesión tiene en los
derechos de un individuo o de una comunidad. Sin embargo, ser abogado para esta
corporación, implica el reconocimiento de los fines que en ella se promulgan, tales como:
“observar la constitución y la ley, defender y promocionar los derechos humanos, colaborar
en la realización de la justicia y los fines del Estado, prevenir litigios “innecesarios, innocuos
o fraudulentos”, facilitar los mecanismos de solución alternativa de conflictos y abstenerse
de incurrir en actuaciones temerarias. La profesión adquiere una especial relevancia social,
pues se encuentra íntimamente ligada a la búsqueda de un orden justo y al logro de la
convivencia pacífica” (C-290, 2008)
Es por ello que este órgano jurisdiccional, es enfática en reiterar la rigidez del código
disciplinario del abogado (hoy ley 1952 de 2019), sin embargo, ese es el problema, ya que
en Colombia se regula la ética profesional en el marco de un proceso disciplinario, y a través
de un código de muy poco contenido ético del que poco se conoce, ya que, entre otras cosas,
es un código con conductas abiertas y abstractas, y a no ser que el abogado se vea inmerso
en un proceso disciplinario, sea en calidad de demandado o de apoderado, seguramente nunca
se cruzará con el contenido de esta disposición; vemos entonces, que la “ética” dentro del
derecho se da posterior a cometer la conducta, es decir, cuando se pone en movimiento la
jurisdicción disciplinaria, y durante el libre ejercicio de la profesión, se manifiesta como un
aspecto personal del abogado concerniente, en mayor medida, a la educación que recibió en
su hogar.
Contrario es a lo que sucede en otras profesiones de índole liberal, donde la ética es concebida
desde el punto de vista interno del profesional y cuya finalidad es la autorrealización del
mismo, direccionándolo a que sepa decidir sobre lo bueno y lo malo, es por ello que se
manifiesta desde la misma formación, donde primero se enseña la ética de su profesión
“como debo actuar” y después se le enseñan las sanciones a una mala conducta. Es el caso,
por ejemplo, de los médicos, donde su juramento hipocrático es la materialización de una
ética bien definida en su profesión “…Desempeñaré mi arte con conciencia y dignidad. La
salud y la vida del enfermo serán las primeras de mis preocupaciones…” (Ginebra, 1948),
para el abogado, no existe un buen actuar, solo un código disciplinario, que sanciona
determinadas conductas, pero nunca se formó al estudiante en la honradez, respeto y
disciplina de su profesión.

En conclusión, un abogado honrado nace posterior a un juicio disciplinario, ya que antes de


eso, nada lo regulaba para cometer una conducta, la realidad social que enfrenta el ejercicio
de la profesión denota que hay un vacío, ya que esta carrera es una carrera de astucia y donde
el pensamiento maquiavélico tiene especial relevancia en nuestra profesión. La enseñanza
principal en las facultades de derecho será “ganar siempre es la única opción”, nos enseñan
el proceso, pero no como puede responder la contraparte y es ahí donde se daña un abogado.

Juan Camilo Saray Castillo


Derecho 8 C

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