Trabajo Practico Casa Tomada
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Trabajo Practico Casa Tomada
El narrador es protagonista, dado que participa de la historia y por ello la conoce, pero
sin embargo no conoce los sentimientos de los demás personajes – en este caso su
hermana - , y relata la historia en primera persona, en tanto que cuenta su historia
personal.
2. Los dos personajes son Irene y su hermano. El narrador, cuyo nombre no es
nombrado, es un hombre perteneciente a la burguesía, que vive con su hermana
Irene. Ninguno de ellos contrajo matrimonio a causa de que viven en una casa muy
grande que les da mucho trabajo. Ellos no tienen la necesidad de trabajar, puesto que
recibían ingresos mensuales del campo que se acumulaban dado que no eran
gastados. Como no trabajaban cada uno de ellos había encontrado un hobbie para
pasar el tiempo. Por ejemplo, Irene pasaba sus días tejiendo: “Irene era una chica
nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del
día tejiendo en el sofá de su dormitorio”, y el narrador paseaba por la ciudad en busca
de buna literatura francesa, además de observar como su hermana tejía: “Yo
aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente
si había novedades en literatura francesa” “Pero a Irene solamente la entretenía el
tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las
manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el
suelo donde se agitaban constantemente los ovillos”
Además, juntos compartían la ardua tarea de limpiar la casa: “Hacíamos la limpieza por
la mañana, levantándonos a la siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas
habitaciones por repasar y me iba a la cocina”
3. Lo que sabemos de la casa es que era una casa antigua y muy grande, que se podría
relacionar con la burguesía porteñas, puesta que se encontraba en Recoleta (nos
damos cuenta cuando nombra que una parte de la casa daba a Rodriguez Peña) “El
comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en
la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña”. Además nos dice el narrador
que era una casa muy silencioso, y por tanto, el mínimo ruido es detectado con
claridad. “Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores
domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del
álbum filatélico.”
4.
Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple
y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su
dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me
ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo
hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la
cocina cuando escuché algo en el
comedor o la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo,
como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado
susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo
o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la
puerta. Me tiré contra la puerta
antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apo-yando el cuerpo; felizmente
la llave estaba puesta de nuestro
lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.
Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de
vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:
–Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado
la parte del fondo.
Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos
cansados.
–¿Estás seguro?
Asentí.
–Entonces –dijo recogiendo las agujas– tendremos
que vivir en este lado.
Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor.
Me acuerdo que tejía un
chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.