Civil Cosa Juzgada

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CIVIL COSA JUZGADA, PREJUDICIAL DAD Y LITISPENDENCIA

Juan Añón Calvete

1. INTRODUCCION

Cuando en un procedimiento civil se plantean cuestiones referidas a otros, actuales o


anteriores, se debe distinguir si estamos ante una cuestión prejudicial, si existe
litispendencia o si es oponible la autoridad de la cosa juzgada.

El proceso pretende resolver controversias jurídicas y despliega efectos impidiendo que


durante su tramitación se inicie otro que tenga el mismo objeto, lo que resultaría
contrario a la seguridad jurídica ante la posibilidad de que recaigan resoluciones
judiciales de signo diferente en cada uno de ellos. Una vez concluido, la Sentencia que
se dicte despliega efectos respecto de la pretensión que se ejercite en un ulterior
proceso, si concurre la identidad o conexión suficiente.

Cosa juzgada, prejudicialidad y litispendencia son conceptos e instituciones procesales


diferentes, tanto en sus presupuestos como en sus efectos, unas veces impidiendo un
nuevo pronunciamiento judicial sobre lo ya resuelto, otras suspendiendo su tramitación.

2. COSA JUZGADA

El efecto de cosa juzgada es el que producen las resoluciones judiciales firmes, en el


mismo proceso o en otros.

2.1 Cosa Juzgada Formal.

Las Sentencias y resoluciones judiciales producen efectos desde el momento en que


cumplen el mandato constitucional del art. 117.3 de la Constitución Española (en
adelante CE) de juzgar, es decir, dar cumplimiento y respuesta al derecho que el art. 24
CE reconoce de obtener tutela judicial efectiva.

Por resolución definitiva el art. 207 de la Ley de Enjuiciamiento Civil entienden


aquellas que ponen fin a la primera instancia o deciden los recursos interpuestos frente a
ellas. Determinados Autos y Decretos son definitivos por poner fin a la cuestión que es
objeto de resolución, por ejemplo el que resuelve la falta de jurisdicción.

Las resoluciones firmes son (i) aquéllas contra las que no cabe recurso alguno porque la
ley no concede la posibilidad de ser recurridas, (ii) aquellas contra las que cabe recurso,
pero que se no se ha interpuesto, (iii) aquellas contra las que cabe recurso pero no se ha
admitido por no haberse interpuesto eficazmente al no cumplir requisitos procesales o
materiales exigibles (iv) aquellas contra las que se ha interpuesto eficazmente el recurso
pero se abandona posteriormente bien por no comparecer ante el Tribunal superior que
deba resolverlo o bien por no cumplir algún requisito formal durante la tramitación del
recurso.
La firmeza de la resolución judicial supone que, en la dicción literal del art. 207.4 LEC,
pasan en autoridad de cosa juzgada, que alcanzan esta categoría.

La resolución judicial firme produce los efectos procesales que le son propios en el
proceso en el que se dicta, poniéndole fin, y, también, produce efectos materiales para
los litigantes, resolviendo tanto la cuestión jurídica controvertida, declarando o no el
derecho cuyo reconocimiento se reclamaba, o condenado o absolviendo de la prestación
reclamada, como impidiendo en el propio proceso volver a resolver lo ya resuelto.

En el art. 207.3 LEC hace referencia a la cosa juzgada formal en el sentido de que tal
efecto se logra con la firmeza de las resoluciones judiciales y el tribunal del proceso en
que hayan recaído deberá atenerse en todo caso a lo dispuesto en ellas. De ahí que el
efecto de la cosa juzgada formal se entienda referido al proceso en el que la resolución
alcanza este grado, quedando el Tribunal y las partes vinculados a lo resuelto en ella, en
cuanto al efecto preclusivo, no pudiendo recurrir lo no recurrido, y en cuanto a impedir
que una nueva resolución judicial dentro del mismo proceso vuelva a resolver lo ya
resuelto (no se puede discutir ni resolver en ejecución de sentencia lo decidido en ella).

Una vez que una resolución judicial alcanza la categoría de cosa juzgada el tribunal que
la ha dictado no solo no puede dictar otras que decidan de modo diferente la misma
cuestión, sino que todas las demás resoluciones posteriores han de tomar lo decido
como punto de partida para resolver otras cuestiones. Y en los mismo dos sentido, las
partes se ven impedidas en de ejercitar pretensiones en sentido diferente al ya resuelto.

Cuando se habla de cosa juzgada formal se hace referencia a las resoluciones que se van
produciendo en el proceso, pero no aquellas que le ponen fin, bien se trate de Auto o de
Sentencia, ya que, siguiendo a Montero[1], estas que ponen el punto final al proceso,
siendo firmes y por lo tanto invariables en los términos del art. 214 LEC, no admiten
nueva actividad procesal al haber finalizado el proceso.

El fundamento de la cosa juzgada formal reside en la seguridad jurídica y en la idea


misma de proceso entendido como orden a seguir en la tramitación. Así se indica en la
STS 271/14 de 5 de junio, Roj: STS 2658/2014 - ECLI:ES:TS:2014:2658, cuando
indica que fueron razones de seguridad jurídica, además de otras elementales
relacionadas con la economía de medios, las que determinaron al legislador a atribuir al
contenido de algunas resoluciones judiciales firmes la fuerza de vincular en otros
procesos, unas veces, con un alcance excluyente o negativo - porque lo decidido
excluye un segundo proceso o, al menos, una segunda sentencia sobre lo mismo -, y,
otras veces, con un alcance positivo o prejudicial - porque impone que la decisión sobre
el fondo se atenga a lo ya resuelto en la sentencia firme anterior, tomándolo como
indiscutible punto de partida.

También el fundamento hay que encontrarlo en el derecho constitucional de obtener


tutela efectiva del art. 24 CE (STS 760/14 de 8 de enero).

2.2. Cosa Juzgada Material

La cosa juzgada tiene carácter externo respecto del proceso en el que se dicta la
resolución investida de esta autoridad, por diferencia con la cosa juzgada formal que
despliega sus efectos en el mismo proceso en el que se dicta. Supone la vinculación de
cualquier tribunal y de las propias partes, al contenido de la resolución judicial por
virtud de la autoridad de cosa juzgada, tanto en el sentido de constituir el punto de
partida de lo que debe resolverse en el ulterior proceso, como por impedir volver a
pronunciarse sobre lo ya resuelto, efectos positivo y negativo contemplados en el art.
222 LEC.

La cosa juzgada material es el efecto externo que una resolución judicial firme tiene
sobre los restantes órganos jurisdiccionales o sobre el mismo tribunal en un
procedimiento distinto, consistente en una vinculación negativa y positiva. (STS 215/13
de 8 de abril, Roj STS 3513/2013 - ECLI:ES:TS:2013:3513)

La cosa juzgada se proyecta sobre la cuestión sustantiva sometida a litigio y decidida


definitivamente, esto es, lo que efectivamente ha decidido el órgano jurisdiccional y
plasmado en la sentencia de acuerdo con las pretensiones formuladas por las partes, sin
que el efecto de cosa juzgada alcance a simples razonamientos de la sentencia cuando
no integran la “ratio decidendi” ni tienen reflejo en el fallo de la sentencia (Sentencias
23/2012, de 26 enero, y 777/2012, de 17 de diciembre).

2.2.1. Efecto negativo o excluyente


El art. 222.1 LEC dispone que la cosa juzgada de las sentencias firmes, sean
estimatorias o desestimatorias, excluirá, conforme a la ley, un ulterior proceso cuyo
objeto sea idéntico al del proceso en que aquélla se produjo.

Su fundamento se encuentra en la seguridad jurídica evitando continuos procesos sobre


la misma cuestión entre las mismas partes, no solo en función de lo que en el primer
proceso se haya deducido sino, también, lo que se hubiera podido deducir.

Como indica la STS 650/14 de 27 de noviembre, Roj: STS 5251/2014 -


ECLI:ES:TS:2014:5251, la cosa juzgada significó antiguamente una presunción de que
lo juzgado es cierto -“quia res iudicata pro veritate accipitur “ (porque la cosa juzgada
se tiene por verdad) -, y se ha reconducido modernamente - como resulta de la
exposición de motivos de la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil - a la
condición de instituto, de naturaleza procesal, dirigido a evitar la repetición indebida de
litigios, mediante el llamado efecto negativo o excluyente, para impedir que una
contienda judicial, ya dilucidada por sentencia firme sobre el fondo de la cuestión,
pueda volver a plantearse (En igual sentido, 123/13 de 11 de marzo, STS 360/2012 de
13 de junio, STS 826/2011 de 23 de noviembre y 155/2014 de 19 de marzo).

La finalidad de la cosa juzgada es impedir que un mismo litigio se reproduzca


indefinidamente y que sobre una misma cuestión que afecta a unas mismas partes
recaigan sentencias contradictorias o bien se reiteren sin razón sentencias en el mismo
sentido (STS 164/11 de 21 de marzo, Roj: STS 1240/2011 - ECLI:ES:TS:2011:1240).

En la STS 392/06 de 19 abril 2006 (Roj: STS 2972/2006 – ECLI:ES: TS:2006:2972) y


768/13 de 5 de diciembre, se concluye que la cosa juzgada material crea una situación
de plena estabilidad que no sólo permite actuar en consonancia con lo resuelto, sino que
trasciende con eficacia al futuro, impidiendo reproducir la misma cuestión y volver
sobre lo que se ha se ha resuelto impidiendo en el nuevo proceso toda actividad
jurisdiccional sobre el asunto, incluso para dictar una declaración idéntica sobre él. Su
esencia es impedir declaraciones contrarias a la cuestión completamente resuelta, con
posibilidad únicamente de actividad jurisdiccional posterior de aspectos que afecten a su
efectividad.

Los requisitos para apreciar el efecto de cosa juzgada material en su sentido negativo o
excluyente, son la identidad de sujetos, objeto y causa de pedir. Esta triple identidad
supone:

a) que entre el proceso ya resuelto y el nuevo en el que se opone la autoridad de cosa


juzgada de la resolución dictada en el primero exista identidad de sujetos, de litigantes,
identidad subjetiva contemplada en el art. 222.3 LEC cuando dice que la cosa juzgada
afectará a las partes del proceso en que se dicte y a sus herederos y causahabientes, así
como a los sujetos, no litigantes, titulares de los derechos que fundamenten la
legitimación de las partes conforme a lo previsto en el artículo 11 de esta Ley.
Montero[2] identifica este requisito con la calidad jurídica del interviniente en el primer
proceso pues lo que importa es la titularidad de la relación jurídica, no la identidad
física sino la jurídica, salvo en los casos exceptuados por la ley (i) herederos o
causahabientes de las partes (ii) sujetos titulares de los derechos que fundamenten la
legitimación de las partes conforme a lo previsto en el artículo 11 de esta Ley (casos de
legitimación procesal extraordinaria –sustitución- u ordinaria –asociaciones de
consumidores-, y en los casos de la ley de forma taxativa extienda los efectos de la
sentencia a terceros, como en el caso de la impugnación de acuerdos sociales, en que se
extiende a los socios).

Con carácter especifico, el art 222.3 LEC hace extensiva la cosa juzgada material «erga
omnes», a partir de la inscripción o anotación en el Registro Civil, respecto de las
sentencias sobre estado civil, matrimonio, filiación, paternidad, maternidad e
incapacitación y reintegración de la capacidad.

b) que entre el litigio ya resuelto y el nuevo, exista identidad de objeto litigioso. Así, el
art. 222.1 LEC hace referencia a la identidad de objeto del proceso en que aquélla se
produjo, lo cual ha debido quedar claramente determinado en la demanda o
reconvención.

Por objeto del proceso no hay que entender únicamente lo que ha sido objeto del debate
jurídico, sino también forman parte del contenido de la cosa juzgada material en su
sentido negativo o excluyente, las excepciones materiales y los hechos extintivos,
impeditivos o excluyentes de la relación jurídica debatida en del proceso no alegados
por el demandado que pudieron ser alegados. Así, la STS 629/13 de 28 de octubre Roj:
STS 5188/2013 - ECLI:ES:TS:2013:5188, indica que la cosa juzgada se extiende
incluso a cuestiones no juzgadas, en cuanto no deducidas expresamente en el proceso,
pero que resultan cubiertas igualmente por la cosa juzgada impidiendo su reproducción
en ulterior proceso, cual sucede con peticiones complementarias de otra principal u
otras cuestiones deducibles y no deducidas, como una indemnización de daños no
solicitada, siempre que entre ellas y el objeto principal del pleito exista un profundo
enlace, pues el mantenimiento en el tiempo de la incertidumbre litigiosa, después de una
demanda donde objetiva y causalmente el actor pudo hacer valer todos los pedimentos
que tenía contra el demandado, quiebra las garantías jurídicas del demandado (SSTS 28-
2-91 y 30-7-96) postulados en gran medida incorporados explícitamente al art. 400 de la
LEC.
El art. 400 LEC impone la necesidad de alegar los hechos, fundamentos o títulos
jurídicos en que pueda fundarse lo que se pide en la demanda, sin poder reservarse su
alegación para un proceso ulterior. Se pretende que el demandante haga valer en el
proceso todas las causas de pedir de la pretensión deducida, de forma que a efectos de
cosa juzgada, los hechos y los fundamentos jurídicos aducidos en un litigio se
considerarán los mismos que los alegados en otro juicio anterior si hubiesen podido
alegarse en éste, lo que la STS 189/11, de 30 marzo, Roj: STS 2227/2011 -
ECLI:ES:TS:2011:2227, interpreta exigiendo que ante la existencia de dos demandas,
las causas de pedir alegadas en ellas sean diferentes (bien por sus elementos fácticos, es
decir, diferentes hechos, bien por sus elementos normativos, es decir, distintos
fundamentos o títulos jurídicos), y que habiendo podido ser alegada en la primera
demanda la causa de pedir, haya quedado reservada para el proceso ulterior - “resulten
conocidos o puedan invocarse”-, y por lo tanto se trata de haber pedido lo mismo en las
dos demandas. En definitiva, no pueden ejercitarse acciones posteriores basadas en
distintos hechos, fundamentos o títulos jurídicos cuando lo que se pide es lo mismo y
cuando tales fundamentos, fácticos y jurídicos, pudieron ser alegados en la primera
demanda.

Según la doctrina del T.Supremo expuesta en la Sentencia citada nº 629/13 de 28 de


octubre, que se remite a la nº 309/09, de 21 de mayo, no sólo se trata de incluir dentro
de la excepción de cosa juzgada aquellas alegaciones que se realizaron en el Juicio
Cambiario, sino aquellas que no se alegaron pudiendo haberlo hecho, por lo que no
pueden volver a repetirse en un procedimiento ordinario posterior. Así, el art. 827.3
LEC otorga efectos de cosa juzgada a la sentencia firme que se dicte en el juicio
cambiario tras la oposición del demandado, respecto de las cuestiones que pudieron ser
en él alegadas y discutidas, pudiéndose plantear las cuestiones restantes en el juicio
correspondiente, regla que confirma la jurisprudencia de la Sala 1ª del T.Supremo a
propósito del art. 1479 de la LEC de 1881

c) Entre los requisitos para que tenga lugar ese efecto negativo de la cosa juzgada, se
encuentra el referido a la identidad de la causa de pedir, esto es, del conjunto de hechos
jurídicamente relevantes a los que la norma aplicable vincula el efecto jurídico que se
pretende, hechos jurídicamente relevantes para fundar la pretensión, es decir, que entre
el litigio ya resuelto y el nuevo exista identidad de la causa de pedir en el sentido del art.
222.2 LEC según el cual la cosa juzgada alcanza a las pretensiones de la demanda y de
la reconvención, así como a los puntos a que se refieren los apartados 1 y 2 del artículo
408 LEC, considerando hechos nuevos y distintos, en relación con el fundamento de las
referidas pretensiones, los posteriores a la completa preclusión de los actos de alegación
en el proceso en que aquéllas se formularen. La causa de pedir viene integrada por el
conjunto de hechos esenciales para el logro de la consecuencia jurídica pretendida por la
parte actora.

La STS nº 539/14 de 14 de enero de 2015, Roj: STS 125/2015 - ECLI:ES:TS:2015:125,


se refiere a la causa de pedir como hechos constitutivos con relevancia jurídica que
sirvan de fundamento a la petición y que delimitan, individualizan e identifican la
pretensión procesal.

2.2.2 Efecto positivo o prejudicial


La cosa juzgada material, en su vertiente positiva, supone la necesidad de partir de lo ya
juzgado en el anterior proceso, como punto de partida del proceso ulterior, siempre que
aquel pronunciamiento sea el presupuesto lógico jurídico de éste. El art. 222.4 LEC se
refiere a este efecto diciendo que lo resuelto con fuerza de cosa juzgada en la sentencia
firme que haya puesto fin a un proceso vinculará al tribunal de un proceso posterior
cuando en éste aparezca como antecedente lógico de lo que sea su objeto, siempre que
los litigantes de ambos procesos sean los mismos o la cosa juzgada se extienda a ellos
por disposición legal. En la STS 789/13 de 30 de diciembre, Roj: STS 6494/2013 -
ECLI:ES:TS:2013:6494, se reitera la doctrina jurisprudencial, diciendo que el efecto
prejudicial de la cosa juzgada se vincula al fallo, pero también a los razonamientos de la
sentencia cuando constituyan la razón decisoria, desde el momento en que se admite que
la sentencia firme, con independencia de la cosa juzgada, produzca efectos indirectos,
entre ellos el de constituir en un ulterior proceso un medio de prueba de los hechos en
aquella contemplados y valorados, en el caso de que sean determinantes del fallo.

El efecto positivo o prejudicial de la sentencia firme anterior condiciona la resolución


de las posteriores, tratando de evitar que dos relaciones jurídicas se resuelvan de forma
contradictoria ya que para el derecho no es posible que una determinada cuestión sea y
no sea al tiempo.

La apreciación de la cosa juzgada material en sentido positivo no exige identidades


objetivas, sino que el objeto del ulterior recurso sea parcialmente idéntico ya que si se
produjese la identidad de objeto plena estaríamos ante el efecto excluyente, y por otra
parte, la causa de pedir no puede exigirse desde el momento que ésta es presupuesto del
objeto del proceso. Sin embargo es exigible identidad subjetiva.

En este sentido se pronuncia La STS 117/15 de 5 de marzo, Roj: STS 685/2015 -


ECLI:ES:TS:2015:685, con cita de la STS 383/2014, de 7 julio, cuando declara que la
función positiva de la cosa juzgada consiste en que el tribunal que deba pronunciarse
sobre una determinada relación jurídica que es dependiente de otra ya resuelta ha de
atenerse al contenido de la sentencia allí pronunciada; o lo que es lo mismo, queda
vinculado por aquel juicio anterior sin poder contradecir lo ya decidido. «Es el efecto al
que se refiere el artículo 222.4 LEC para el que no se exige que concurran las tres
identidades que integran el efecto negativo o preclusivo de la cosa juzgada, pues basta
con la identidad subjetiva en ambos procesos, cualquiera que sean las posiciones que se
ocupen en cada uno de ellos, y con que lo que se haya decidido en el primero constituya
un antecedente lógico de lo que sea objeto del posterior ( STS de 17 de junio de 2011,
recurso nº 1515/2007). La finalidad perseguida es evitar pronunciamientos
contradictorios incompatibles con el principio de seguridad jurídica y, en consecuencia,
con el derecho a la tutela efectiva, cuando se está ante una sentencia firme que afecte a
materias indisolublemente conexas con las que son objeto de un pleito posterior».

Si en el proceso instado por la comunicad de propietarios el demandado no resulta


condenado al pago de gastos comunes de propiedad horizontal por no ser el dueño de la
vivienda, en una ulterior demanda de privación del uso de determinados servicios y
reclamación de daños y perjuicios podrá discutirse la existencia o no de dichos daños,
pero no el concepto de propietario moroso que funda la privación del uso de dichos
servicios.

2.3 Modo de oponer la excepción de cosa juzgada.


La cosa juzgada es una excepción procesal que debe oponerse por el demandado o
demandante reconvenido, aun cuando en sentido negativo o excluyente puede ser
apreciada de oficio, según resulta de los arts. 414.1. II y 412 del LEC.

El art. 405.3 y 407.2 LEC obligan al demandado y al reconvenido a alegar en su escrito


de contestación a la demanda todas las excepciones procesales y demás alegaciones que
pongan de relieve cuanto obste a la válida prosecución y término del proceso mediante
sentencia sobre el fondo. En la Audiencia Previa, entre otras funciones, deben
examinarse las cuestiones procesales que pudieran obstar a la prosecución del
procedimiento y a su terminación mediante sentencia sobre su objeto, de forma que,
descartado el acuerdo entre las partes, el tribunal debe resolver, según el art. 416,1,2ª
sobre cualquier circunstancias que pueda impedir la válida prosecución y término del
proceso mediante sentencia sobre el fondo, y en especial, sobre la cosa juzgada. Así,
tratándose del efecto negativo o excluyente de la cosa juzgada, el art. 421 LEC establece
que cuando el tribunal aprecie la existencia de resolución firme sobre objeto idéntico,
conforme a lo dispuesto en los apartados 2 y 3 del artículo 222, dará por finalizada la
audiencia y dictará, en el plazo de los siguientes cinco días, auto de sobreseimiento.

El efecto positivo o prejudicial de la cosa juzgada puede ser objeto de alegación tanto
por el demandante como el demandado, dado que en sí misma no es una cuestión que se
oponga a la continuación del procedimiento sino que lo condiciona, pudiendo
igualmente ser apreciada de oficio. El mismo art. 421 dispone que el proceso no se
sobreseerá en el caso de que, conforme al apartado 4 del artículo 222, el efecto de una
sentencia firme anterior haya de ser vinculante para el tribunal que está conociendo del
proceso posterior. En caso de desestimar la existencia de la prejudicialidad como efecto
de la cosa juzgada, el tribunal lo declarará motivadamente, en el acto y decidirá que la
audiencia prosiga para sus restantes finalidades, o resolverá mediante Auto en los 5 días
posteriores.

2.4. Sentencias que no producen efecto de cosa juzgada

Cabe acudir a un proceso declarativo en el que se suscite la misma cuestión debatida, no


produciéndose el efecto de cosa juzgada en sentido negativo o excluyente, con carácter
general respecto de las resoluciones judiciales a las que, en casos determinados, las
leyes nieguen esos efectos.

Específicamente, no producirán efecto de cosa juzgada, de conformidad con lo previsto


en el art 447.2 LEC, las sentencias dictadas en los siguientes juicios verbales: (i) juicio
verbal sobre tutela sumaria de la posesión, (ii) juicio verbal que decida sobre la
pretensión de desahucio o recuperación de finca, rústica o urbana, dada en
arrendamiento, por impago de la renta o alquiler o por expiración legal o contractual del
plazo, y (iii) juicio verbal sobre otras pretensiones de tutela que la LEC califique como
sumarias, (iv) juico verbal en que se pretenda la efectividad de derechos reales inscritos
frente a quienes se opongan a ellos o perturben su ejercicio, sin disponer de título
inscrito.

Sin perjuicio de lo anterior, tal como se indica en la STS 755/13 de 3 de diciembre, Roj:
STS 5761/2013 - ECLI:ES:TS:2013:5761, es jurisprudencia de la Sala 1ª del T.Supremo
que las reservas de derechos contenidas en los fallos de las sentencias no dan ni quitan
derechos, porque estos solo se generan por disposición de la Ley o por la voluntad de
los obligados. Por ello carecen de virtualidad jurídica en el sentido de que las Sentencias
con reserva de derecho no son susceptibles oponerse con autoridad de cosa juzgada.

3. PREJUDICIALIDAD

En el proceso civil pueden plantearse cuestiones que tienen relación con la que
constituye el fondo del asunto, cuestiones que el propio tribunal podrá resolver, o no,
bien por impedirlo el efecto de cosa juzgada positiva, bien por tratarse de cuestiones
sometidas a otro orden jurisdiccional, con carácter exclusivo y excluyente. Se trata de
las cuestiones prejudiciales, que no hay que confundir con el efecto prejudicial de la
cosa juzgada que se acaba de ver. Se trata de cuestiones conexas con la cuestión de
fondo que pueden estar atribuidas a la competencia de un tribunal del mismo o diferente
orden jurisdiccional, pero que pueden dar lugar a un procedimiento y resolución
independiente. Tampoco hay que confundir las cuestiones prejudiciales con las
cuestiones incidentales.

El art. 10.1 Ley Orgánica 6/85 de 1 de julio, del Poder Judicial, (en adelante LOPJ)
dispone que a los solos efectos prejudiciales, cada orden jurisdiccional podrá conocer de
asuntos que no le estén atribuidos privativamente.

Sin perjuicio de la existencia de cuestiones prejudiciales, el tribunal tiene la posibilidad,


de oficio o a instancia de parte, de plantear al Tribunal Constitucional la posibilidad de
que una norma con rango de Ley aplicable al caso y de cuya validez dependa el fallo
pueda ser contraria a la Constitución, de conformidad con lo establecido en el art. 165
CE y 35 de la L.O. 2/79 de 3 de octubre, del Tribunal Constitucional, cuyo
planteamiento producirá la suspensión de las actuaciones hasta que el Tribunal
Constitucional se pronuncie sobre su admisión y resuelva definitivamente sobre la
cuestión.

Igualmente el art. 267 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea faculta a


cualquier órgano jurisdiccional para presentar al Tribunal de Justicia de la Unión
Europea (en adelante TJUE) peticiones de decisión prejudicial sobre la interpretación de
los Tratados o sobre la validez o interpretación de los actos adoptados por las
instituciones, órganos u organismos de la Unión, si estima necesaria una decisión al
respecto para poder emitir su fallo y resolver el litigio que esté conociendo.

Pero en ambos casos la llamada prejudicialidad constitucional y comunitaria hace


referencia a disposiciones legales y no a la calificación de hechos o decisión sobre
relaciones jurídicas controvertidas.

3.1 Cuestión Prejudicial Civil

Como punto de partida debemos indicar que el tribunal del orden jurisdiccional civil
que esté conocimiento de un asunto es competente para resolver todas las cuestiones
que se susciten en dicho proceso, pero en los casos en que se plantea por alguna de las
partes una cuestión prejudicial es necesario distinguir su naturaleza. La aparición de una
cuestión de naturaleza civil puede dar lugar a 3 situaciones diferentes:
a) Que la cuestión prejudicial de naturaleza civil hubiera sido resuelta con anterioridad
en otro proceso ante el mismo o diferente tribunal. En este caso no se trata de una
cuestión prejudicial que deba decidirse con carácter previo para poder resolver el
procedimiento en el que se presente, sino que estaremos ante una cuestión ya decidida,
con autoridad de cosa juzgada en su efecto positivo o prejudicial.

b) Que la cuestión prejudicial de naturaleza civil no hubiera sido resuelta con


anterioridad. En este caso debemos distinguir el supuesto de que esa cuestión esté
siendo objeto de un proceso civil o no. Si no existe un proceso en trámite en el que la
cuestión prejudicial sea su objeto, no solo el tribunal ante el que surge esta cuestión es
competente para resolverla, sino que el principio de exhaustividad y congruencia
expresado en el art. 218 LEC le obliga a resolverlas, dada que ese es el cometido de la
función jurisdiccional expresado en el art. 117.3 CE, juzgar y hacer ejecutar lo juzgado.
Esta cuestión podrá ser objeto de Incidente (art 387 y ss. LEC).

c) Por el contrario, de conformidad con lo dispuesto en el art. 43 LEC, si se trata de una


cuestión de naturaleza civil que no ha sido resuelta con anterioridad pero está siendo
objeto de otro proceso ante el mismo o diferente tribunal, siempre que se trate de
procedimientos conexos y que, de seguirse de forma independiente, exista riesgo de
pronunciamientos diferentes sobre la misma cuestión, deberá intentarse la acumulación
de autos. La conexidad de los procesos no significa identidad absoluta sino simplemente
que, para resolver el proceso en el que se manifiesta la cuestión prejudicial, sea
necesario resolverla previamente.

Si la acumulación es imposible, el tribunal, a petición de ambas partes o de una de ellas,


oída la contraria, podrá mediante Auto acordar la suspensión del proceso hasta que
finalice el proceso que tenga por objeto la cuestión prejudicial, de forma que lo que allí
se resuelva tendrá el efecto prejudicial de la cosa juzgada. Contra el Auto que acuerde la
suspensión del proceso cabe recurso de apelación. Contra el que la deniegue cabe solo
recurso de reposición.

Aun cuando la suspensión se hubiera solicitado por ambas partes el tribunal no queda
condicionado sino que debe examinar la concurrencia de los requisitos esenciales del
art. 43 LEC decidiendo en consecuencia. Otra cosa es que las partes soliciten de mutuo
acuerdo la suspensión del procedimiento al amparo de lo establecido en el art. 19.4 LEC
dado el derecho de disposición que asiste a los litigantes.

Por el contrario, si una vez que se haya puesto de manifiesto la cuestión prejudicial
ninguna de las partes solicita la suspensión, apreciado el riesgo de pronunciamiento
contradictorios, el tribunal puede convocar a la partes a una comparecencia con el fin de
decidir sobre la posible suspensión del procedimiento, ya que no cabe decidir de oficio
sobre la suspensión por esta causa.

Pero, en conclusión, lo decisivo es la conexión entre ambos procesos, es decir, la


necesidad de que la cuestión planteada quede resuelta con carácter previo por ser
necesario un pronunciamiento al respecto para resolver la cuestión objeto del proceso en
el que aquella cuestión se manifiesta. En este sentido, traemos a colación la Sentencia
dictada por la AP de Girona (1ª) de 7 de septiembre de 2015, que deniega la suspensión
por prejudicialidad civil del Juicio Ordinario en el que se ejercitaba acción de individual
tendente a la nulidad de cláusula suelo de un prestamo hipotecario, prejudicialidad que
se solicito con fundamento en la existencia de una acción colectiva ejercitada por
asociaciones de consumidores. La Sentencia declara que la acción colectiva no prejuzga
la acción individual de nulidad de la condición general de la contratación impugnada ya
que esta acción es un instrumento mas en defensa de los intereses de los consumidores,
que no puede suponer una restricción de sus derechos. En el mismo sentido tampoco
apreció la procedencia de la prejudicialidad ante la existencia de una cuestión sometida
al TJUE.

3.2 Cuestión Prejudicial Contencioso-administrativa y Social.

Si la naturaleza de la cuestión es contencioso-administrativa o social, el art. 42 LEC


permite al tribunal civil resolverla, a los solos efectos prejudiciales, es decir, como
antecedente, elemento o presupuesto lógico jurídico del que partir para resolver la
verdadera cuestión de fondo, posibilidad que se contempla con carácter dispositivo y no
imperativo. Lo resuelto de este modo solo surtirá efecto en este proceso, sin efectos, por
tanto, de cosa juzgada material.

No obstante, el proceso quedará en suspenso, según determina el art. 42.3 LEC, hasta
que aquellas cuestiones se resuelvan por los órganos de la jurisdicción correspondiente,
cuando lo imponga la ley o lo pidan las partes de común acuerdo o una de ellas con el
consentimiento de la otra.

Una vez resuelta la cuestión, aquella resolución tendrá efectos de cosa juzgada material
en su vertiente positiva o prejudicial, aun cuando se trate de resolución del Tribunal de
Cuentas.

Aun cuando el efecto de cosa juzgada del art. 222.4 LEC se predica de las resoluciones
de otros órganos del jurisdicción civil, el art. 42.3 LEC establece este efecto positivo de
cosa juzgada para las resoluciones dictadas por la Administración Publica competente,
por el Tribunal de Cuentas o por los tribunales del orden contencioso-administrativo o
social. En este sentido, la Sentencia del Pleno de la Sala 1ª del T.Supremo nº 532/13 de
19 de septiembre, Roj: STS 4673/2013 - ECLI:ES:TS:2013:4673, pone de manifiesto el
cambio de criterio según el cual consideraba improcedente la alegación de cosa juzgada
o de litispendencia respecto de litigios de otro orden jurisdiccional (STS 67/1998, de 6
de febrero), cambio de interpretación que se acomoda a la jurisprudencia constitucional,
entre las que se cita STC 192/09, de 28 de septiembre, en la que se declara contrario al
art. 9.3 y 24 de la CE la existencia de pronunciamientos contradictorios en las
resoluciones judiciales de los que resulte que “unos mismos hechos ocurrieron y no
ocurrieron” pues no resultan compatibles la efectividad de dicha tutela y la firmeza de
los pronunciamientos judiciales. El T. Constitucional ha destacado que «en la realidad
histórica relevante para el Derecho no puede admitirse que unos hechos existen y dejan
de existir para los órganos del Estado, pues a ello se oponen principios elementales de
lógica jurídica y extrajurídica, salvo que la contradicción derive de haberse abordado
unos mismos hechos desde perspectivas jurídicas diversas (por todas, STC 109/2008, de
22 de septiembre F. 3)».

El T.Supremo concluye que «los tribunales deben tomar en consideración los hechos
declarados probados en resoluciones firmes dictadas por tribunales de una jurisdicción
distinta, de modo que sólo pueden separarse de tales hechos exponiendo las razones y
fundamentos que justifiquen tal divergencia. Pero ello no impide que en cada
jurisdicción haya de producirse un enjuiciamiento y una calificación en el plano jurídico
de forma independiente y con resultados distintos si ello resulta de la aplicación de
normativas diferentes».

No obstante lo dicho la existencia de cualquier cuestión sometida a un órgano


administrativo o laboral no supone necesariamente la existencia de una cuestión
prejudicial de carácter administrativo. Así la STS 671/14 de 19 de noviembre, Roj: STS
4840/2014 - ECLI:ES:TS:2014:4840, declaró que no era imprescindible la resolución de
la Agencia Española de Protección de Datos para que el órgano de la jurisdicción civil
se pronunciara acerca de la existencia de intromisión ilegítima en el derecho al honor
causada por la indebida inclusión de los datos personales en un registro de morosos, ya
que se trata de cuestiones distintas, puesto que aun cuando la inclusión en dicho registro
haya respetado los requisitos administrativos, puede no obstante ser constitutiva de la
intromisión en el derecho constitucional protegido por el art. 18 CE.

3.3 Cuestión Prejudicial Penal.

El orden jurisdiccional penal es preferente (art. 44 LOPJ) de forma que el art. 10.2
exceptúa la regla general de conocimiento con efectos meramente prejudiciales. Así, la
existencia de una cuestión prejudicial penal de la que no pueda prescindirse para la
debida decisión o que condicione directamente su contenido, determinará la suspensión
del procedimiento mientras aquélla no sea resuelta por los órganos penales a quienes
corresponda, salvo las excepciones que la ley establezca.

La cuestión prejudicial penal es aquella a la que se refiere el art. 40 LEC, es decir,


hechos investigados en causa criminal como presuntamente constitutivos de delito, que
fundamenten las pretensiones de las partes en el proceso civil, siempre que la decisión
del tribunal penal acerca de tales hechos pueda tener influencia decisiva en la resolución
sobre el asunto civil.

Si en el proceso civil apareciesen hechos que ofrezcan la apariencia de delito, el


tribunal, mediante providencia, debe ponerlo en conocimiento del Ministerio Fiscal, por
si hubiere lugar al ejercicio de la acción penal, pero en tal caso no procederá la
suspensión del procedimiento civil salvo que concurran los requisitos anteriores.

El conflicto se presenta siempre en cuanto a la suspensión del proceso civil y la


eventualidad de la utilización fraudulenta de ésta posibilidad, dado que el art. 114 de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal (en adelante LECrim) dispone que «promovido juicio
criminal en averiguación de un delito o falta, no podrá seguirse pleito sobre el mismo
hecho; suspendiéndole si le hubiese, en el estado en que se hallare, hasta que recaiga
sentencia firme en la causa criminal.»

El régimen de la suspensión del proceso civil ante la existencia de la cuestión


prejudicial penal es el siguiente:

1. Con carácter general, la existencia de una cuestión prejudicial penal no suspende el


curso del proceso civil.
2. La suspensión del proceso civil se producirá cuando concurran las siguientes
circunstancias: (i) existencia de causa criminal en marcha, (ii) que los hechos de
apariencia delictiva investigados en la causa penal sean el fundamento de las
pretensiones deducida en el proceso civil, (iii) que la decisión del tribunal penal pueda
tener influencia decisiva en la resolución sobre el asunto civil. En este sentido, la STS
209/13 de 4 de abril, Roj: STS 1569/2013 - ECLI:ES:TS:2013:1569, declaró que «para
que resulte procedente la suspensión por prejudicialidad penal, el art. 40.2 LEC no sólo
exige, en el apartado 1º, la existencia de una causa criminal por unos hechos de
apariencia delictiva que fundamenten las pretensión del proceso civil, sino también, en
el 2º, que la decisión del tribunal penal acerca del hecho por el que procede la causa
criminal pueda tener un influencia decisiva en la resolución sobre el asunto civil», por
cuya razón no se estimó que aun cuando existía una causa penal por falsedad de los
pagares que eran objeto del procedimiento civil, al haberse reconocido, en el Juicio
Ordinario, que la firma del emitente estaba falsificada, no era necesario el
pronunciamiento penal para resolver sobre las nulidad de dichos efectos.

3. No procederá la suspensión del proceso civil de inmediato sino que continuará su


tramitación hasta el momento anterior a dictar Sentencia, salvo cuando la causa penal se
siga por falsedad de algún documento aportado al proceso civil, en cuyo caso se
acordará la suspensión tan pronto como se acredite que se sigue causa criminal sobre
aquel delito, si, a juicio del tribunal, el documento pudiera ser decisivo para resolver
sobre el fondo del asunto. Pero la suspensión no se acordará o se alzará la acordada, si
la parte a la que pudiera favorecer el documento renuncia a él.

4. Evidentemente, la carga de la prueba tanto de la existencia de la cuestión prejudicial


penal como de la concurrencia de las circunstancias que posibilitan la suspensión del
procedimiento civil, corresponde al litigante que la solicita.

5. Cuando la causa penal sobre falsedad de algún documento aportado al proceso civil
se inicie a instancia de alguna de las partes, en caso de que en el proceso penal finalice
por resolución que declare la autenticidad del documento, o no haberse probado su
falsedad, la parte a quien perjudique la suspensión del proceso civil puede pedir
indemnización de daños y perjuicios, con arreglo a lo dispuesto en los artículos 712 y
ss. LEC.

En cuanto a los recursos que se pueden interponer contra el Auto acordando o


denegando la suspensión del procedimiento civil, el art. 41 LEC distingue:

a) Contra el Auto que deniegue la suspensión del asunto civil cabe recurso de reposición
únicamente, pudiendo reproducirse la cuestión en la segunda instancia, o, durante la
tramitación de los recursos extraordinarios por infracción procesal o de casación.

b) Contra el Auto que acuerde la suspensión cabe recurso de apelación y contra los
Autos dictados en apelación acordando o confirmando la suspensión cabe, recurso
extraordinario por infracción procesal. Se refiere tanto al Auto que acuerde inicialmente
la suspensión, como al Auto que la acuerda al estimar el recurso de reposición.

c) Contra el Decreto del Secretario judicial que acuerde el alzamiento de la suspensión


podrá ser interpuesto recurso directo de revisión.
En conclusión lo decisivo es la conexión entre ambos procesos, es decir, la necesidad de
que la cuestión planteada quede resuelta con carácter previo por ser necesario un
pronunciamiento al respecto para resolver la cuestión objeto del proceso en el que
aquella cuestión se manifiesta.

3.4 Prejudicialidad en procesos de ejecución.

Los arts. 569 y 697 LEC regulan la suspensión del procedimiento de ejecución, y del
proceso de ejecución sobre bienes hipotecados o pignorados, por la que
denominan prejudicialidad penal, denominación que se ha tachado de incorrecta dado
que el ámbito de aplicación de las cuestiones prejudiciales son los procesos
declarativos, en los que se pone de manifiesto una cuestión cuya resolución resulta
necesaria para resolver la que constituye el objeto del procedimiento en el que aquella
aparece. Pero en el proceso de ejecución no existe cuestión a resolver, por lo que, en
puridad de conceptos, carece de sentido que exista una cuestión prejudicial, sin perjuicio
de que existan causa de oposición, pero cuya resolución nunca causaran efecto de cosa
juzgada mas allá del propio objeto de la oposición y respecto de aquellas cuestiones que
no han sido opuesta pudiendo haber sido objeto de la oposición.

Aun cuando lo mas adecuado hubiera sido mantener la posible suspensión del proceso
de ejecución en el ámbito del art. 114 de la LECrim, dada la prevalencia del proceso
penal, la LEC, quizá por criterio de coherencia, acoge la posibilidad de suspender el
proceso para evitar pronunciamientos contradictorios referidos a la falsedad o nulidad
del título, o la invalidez o ilicitud del despacho de la ejecución.

Siguiendo el mismo criterio de la prejudicialidad penal, la simple presentación de


denuncia o querella en que se expongan hechos de apariencia delictiva relacionados con
el título ejecutivo o con el despacho de la ejecución forzosa no determina, por sí solas,
que la suspensión de la ejecución. Se requiere al menos la admisión, y por lo tanto la
pendencia de causa criminal que tenga por objeto hechos de apariencia delictiva que, de
ser ciertos, determinarían la falsedad o nulidad del título, o la invalidez o ilicitud del
despacho de la ejecución. Aun cuando proceda la suspensión por esta causa, la
ejecución podrá seguir adelante si el ejecutante presta, en cualquiera de las formas
previstas en el párrafo segundo del apartado 3 del artículo 529, caución suficiente, a
juicio del tribunal que la despachó, para responder de lo que perciba y de los daños y
perjuicios que la ejecución produzca al ejecutado en caso de que finalmente se declare
la falsedad o nulidad del título, o la invalidez o ilicitud del despacho de la ejecución, lo
que se convertirá en la estimación sobrevenida de la nulidad del proceso.

El proceso de ejecución descansa en la existencia de alguno de los títulos descritos en el


art. 517 LEC, unos judiciales y otros no judiciales. Tratándose de título judicial es
prácticamente impensable algún supuesto de falsedad o nulidad del título, o la invalidez
o ilicitud del despacho de la ejecución con relevancia penal, dado que el procedimiento
de ejecución que tenga por fundamento un título judicial se seguirá ante el propio
tribunal que lo creó. Téngase en cuenta que, en que en estos casos, las causas de
oposición admitidas por el art. 556 LEC son las expresamente tasadas: pago o
cumplimiento de lo ordenado en la sentencia, laudo o acuerdo, que habrá de
justificar documentalmente; caducidad de la acción ejecutiva, y los pactos y
transacciones que se hubiesen convenido para evitar la ejecución, siempre que dichos
pactos y transacciones consten en documento público; y cuando la ejecución se haya
despachado en virtud del auto a que se refiere el número 8º del apartado 2 del artículo
517, la oposición podrá fundarse en cualquiera de las causas previstas en el art. 557 y,
especialmente en culpa exclusiva de la víctima, fuerza mayor extraña a la conducción o
al funcionamiento del vehículo, o concurrencia de culpas.

Tratándose de ejecución basada en títulos no judiciales, solo cabe oposición, por


motivos de fondo por las causas del art. 557 y 558 (pluspetición). Si la oposición tiene
su fundamento en defectos procesales, solo está admitida, además de las causas basadas
en los requisitos procesales de carácter general, la oposición basada en las 4 causas
contempladas en el art. 559, entre ellas, la nulidad radical del despacho de la ejecución
por no contener la sentencia o el laudo arbitral pronunciamientos de condena, o porque
el laudo o el acuerdo de mediación no cumpla los requisitos legales exigidos para
llevar aparejada ejecución, o por infracción, al despacharse ejecución, de lo dispuesto
en el artículo 520, es decir, que se trate de cantidad determinada superior a 300 €,en
dinero efectivo o moneda extranjera convertible, cosa o especie computable en dinero.
Los requisitos que el título debe reunir para que se despache ejecución, son los
generales de los arts. 517 a 522, y 523 en cuanto al titulo extranjero, así como los del
Capítulo I del Título IV, arts. 571 a 579 LEC referidos a la ejecución dineraria. En el
procedimiento de ejecución de bienes hipotecados o pignorados, los requisitos que el
titulo debe reunir para que se despache ejecución, son los del art. 682.2

Todo lo anterior se trae colación para significar que la LEC no prevé como causa de
oposición por motivos de fondo ni por defectos procesales, la falsedad o nulidad del
título, o la invalidez o ilicitud del despacho de la ejecución, dado que el proceso de
ejecución en general y la ejecución sobre bienes hipotecados o pignorados en particular,
parten de la incolumidad del título ejecutivo, cuya integridad y perfección formal se
tiene como presupuesto del despacho de ejecución, por lo que la eventualidad de su
falsedad o nulidad, de la invalidez o ilicitud del despacho de la ejecución, siempre que
sea objeto de una causa penal en marcha, provoca al suspensión del proceso de
ejecución. Esta suspensión es acorde con la doctrina del T. Constitucional antes
expuesta (STC 192/09 de 28 de septiembre) en el sentido de repeler la existencia de
pronunciamientos contradictorios por oponerse a los arts. 9.3 y 24 CE, ya que para el
Derecho no es posible que unos hechos existan y dejen de existir al mismo tiempo, de
donde se comprende que no es posible admitir la validad del título ejecutivo para
despachar ejecución, a la vez que declarar su falsedad o nulidad en el orden penal, pues
a ello se oponen principios elementales de lógica jurídica.

Solo este criterio de integridad el sistema hace posible la existencia de una


llamada cuestión prejudicial en un procedimiento en el que no se emitirá un juicio.

4. LITISPENDENCIA

La litispendencia es la situación y efectos que se producen con la presentación de la


demanda, una vez que se haya sido admitida, según el art. 410 LEC, que en definitiva
significa que el proceso se ha iniciado y está pendiente de resolución.

Los efectos que produce la pendencia del proceso son varios: desde la perpetuación de
la jurisdicción y de la legitimación de las partes, prohibición de cambio del objeto del
procedimiento ( art. 411 y 412 LEC), a la obligación para el órgano jurisdiccional de
seguir el proceso y resolverlo, la asunción de las partes de sus respectivas obligaciones
procesales, y la prohibición de seguir otro proceso posterior en el que se de la triple
identidad exigible para apreciar la cosa juzgada material excluyente, prohibición que
podrá denunciarse a través de la excepción del art. 416.1.2ª LEC (efectos respecto de la
usucapión, o la constitución en mora del deudor, entre otros).

El fundamento de la litispendencia se encuentra tanto en el derecho constitucional a


obtener tutela efectiva de los jueces y tribunales, como en la seguridad jurídica, en tanto
que mediante esta excepción se impide que pueda existir otro proceso idéntico con
posibilidad de sentencias contradictorias.

La litispendencia se ha considerado como institución tutelar de la cosa juzgada desde el


momento en que, prohibiendo la continuación de un proceso idéntico al anteriormente
iniciado, se garantiza que la sentencia que recaiga en el primero despliegue eficazmente
el efecto de cosa juzgada, lo que no se conseguiría si se permitiera continuar el segundo
procedimiento y recayese una Sentencia que podría ser contradictoria a la del primero.
Así lo mantiene la STS 150/11 de 11 de marzo, Roj: STS 1676/2011 -
ECLI:ES:TS:2011:1676, diciendo que “ la litispendencia, como institución tutelar de la
cosa juzgada, y la cosa juzgada, despliegan sus efectos en un segundo proceso para
evitar que se adopten pronunciamientos contradictorios en las resoluciones judiciales, lo
que sería incompatible con el principio de seguridad jurídica que integra la expectativa
legítima de los justiciables a obtener para una misma cuestión una respuesta inequívoca
de los órganos encargados de impartir justicia y con el derecho a una tutela judicial
efectiva que reconoce el artículo 24.1 de la Constitución Española ( STC 34/2003, de 25
de febrero)”.

Por lo tanto, se trata de una institución procesal, cercana a la cosa juzgada, que pretende
impedir que segundo proceso pueda llegar a dejar sin valor el efecto de cosa juzgada
que se producirá con la sentencia del primero, por lo cual se requieren los tres mismos
requisitos o identidades que se exigen en la cosa juzgada material en su aspecto
negativo o excluyente, es decir, identidad de sujetos, objeto de causa de pedir.

Además de tratarse de una excepción oponible que debe ser resuelta en la Audiencia
Previa, ya que supone una circunstancia que puede impedir la válida prosecución y
término del proceso mediante sentencia sobre el fondo (art. 416,1,2ª LEC), la
jurisprudencia del T.Supremo admite que sea apreciada de oficio, tal como se expone en
la STS 594/09 de 16 de septiembre, Roj: STS 5696/2009 - ECLI:ES:TS:2009:5696 dada
la función de salvaguarda de la cosa juzgada evitando la posible contradicción de
sentencias en pleitos promovidos sobre lo mismo.

A los efectos del presente estudio, nos interesa señalar que la apreciación de la
litispendencia supone la imposibilidad de continuar el procedimiento, y por lo tanto la
absolución de la parte demandada, por lo que como tal excepción oponible por la parte
demandada, tiene efecto preclusivo, sin perjuicio de la apreciación de oficio por el
tribunal, (STS de 3 de mato de 2007, STS 456/10 de 14 de julio). No debe confundirse
con la prejudicialidad: una cosa es que entre dos procedimientos exista conexión dado
que en uno se está decidiendo una cuestión cuya resolución sea decisiva para resolver el
segundo (cuestión prejudicial civil, también llamada litispendencia impropia en la STS
628/10 de 13 de octubre) y otra, que entre ambos procedimientos exista la triple
identidad, de forma que si en el primero, en lugar de estar en marcha existiese sentencia
firme, se produciría el efecto excluyente de la cosa juzga material. En la STS 539/10 de
28 de julio se expone con toda claridad que el sistema procesal español reacciona frente
a situaciones patológicas de pendencia simultánea de dos procesos con identidad de
objetos, sujetos y causas, a fin de impedir que el segundo finalice con una sentencia
sobre el fondo, afirmándose que los principios de justicia rogada, dispositivo y de
congruencia, no obstan a que el órgano jurisdiccional aprecie de oficio su concurrencia,
si bien aclarando que la jurisprudencia referida a la LEC de 1881 aplicaba las reglas de
la litispendencia ala prejudicialidad civil a modo de "litispendencia impropia o por
conexión" que tiene lugar cuando un pleito interfiere o prejuzga el resultado de otro, con
la posibilidad de dos fallos contradictorios que no pueden concurrir en armonía
decisoria al resultar interdependientes. Pero con la actual regulación de la cuestión
prejudicial del art. 43 y 412 LEC, no puede mantenerse la estimación de oficio de la
prejudicialidad pero si de la litispendencia, y, de otra parte, las consecuencias de la
litispendencia y de la prejudicialidad no son las mismas, la primera tiende a absolver a
la parte demandada, y la segunda a suspender el proceso hasta que la cuestión
prejudicial quede resuelta.

5. CONCLUSION

El derecho constitucional del art. 24.1 CE a obtener la tutela efectiva de los jueces y
tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, y la seguridad jurídica
fundamentan la prohibición de que exista dos resoluciones judiciales sobre la misma
materia, especialmente si son contradictorias.

En aquellos casos en que exista una resolución judicial firme sobre una material
concreta, no procederá la excepción de litispendencia dado que el procedimiento ya está
resuelto por esa sentencia firme, ni se oponible la existencia de una cuestión prejudicial
que deba resolverse con carácter previo, cuestión que la sentencia firme ya ha resuelto.
En estos casos, apreciada incluso de oficio la autoridad de cosa juzgada material
negativa o excluyente, el segundo procedimiento no puede continuar. Tampoco
procederá oponer la litispendencia ni la cuestión prejudicial en aquellos casos en que la
Sentencia despliega los efectos positivos de la cosa juzgada constituyendo el precedente
desde el que el segundo proceso debe resolverse.

Si la cuestión debatida está siendo objeto de un procedimiento judicial, y por lo tanto no


ha sido resuelta en sentencia firme, no es oponible la autoridad de cosa juzgada por la
evidente razón de que no existe resolución firme, debiendo en tal caso analizar si se
trata de una cuestión que debe resolverse previamente, en cuyo caso se suspenderá el
procedimiento posterior para reanudarse cuando la cuestión haya sido resuelta,
continuado a partir de precedente así resuelto. En caso de que entre el procedimiento
anterior y posterior exista identidad de objeto, sujeto y causa de pedir, la triple identidad
manifiesta la existencia de la litispendencia que impedirá la continuación del segundo
procedimiento, para que cuando el primero que resuelto, su sentencia firme pueda
desplegar el efecto de cosa juzgada material excluyente que le es propio.

[1] Montero Aroca, Gomez Colomer, Montón Redondo y Barona Vilar, El nuevo
proceso civil. Valencia, 2000.Tirant lo Blanch. ISBN 84-8442-025-6

[2] Opus cit.

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