Civil Cosa Juzgada
Civil Cosa Juzgada
Civil Cosa Juzgada
1. INTRODUCCION
2. COSA JUZGADA
Las resoluciones firmes son (i) aquéllas contra las que no cabe recurso alguno porque la
ley no concede la posibilidad de ser recurridas, (ii) aquellas contra las que cabe recurso,
pero que se no se ha interpuesto, (iii) aquellas contra las que cabe recurso pero no se ha
admitido por no haberse interpuesto eficazmente al no cumplir requisitos procesales o
materiales exigibles (iv) aquellas contra las que se ha interpuesto eficazmente el recurso
pero se abandona posteriormente bien por no comparecer ante el Tribunal superior que
deba resolverlo o bien por no cumplir algún requisito formal durante la tramitación del
recurso.
La firmeza de la resolución judicial supone que, en la dicción literal del art. 207.4 LEC,
pasan en autoridad de cosa juzgada, que alcanzan esta categoría.
La resolución judicial firme produce los efectos procesales que le son propios en el
proceso en el que se dicta, poniéndole fin, y, también, produce efectos materiales para
los litigantes, resolviendo tanto la cuestión jurídica controvertida, declarando o no el
derecho cuyo reconocimiento se reclamaba, o condenado o absolviendo de la prestación
reclamada, como impidiendo en el propio proceso volver a resolver lo ya resuelto.
En el art. 207.3 LEC hace referencia a la cosa juzgada formal en el sentido de que tal
efecto se logra con la firmeza de las resoluciones judiciales y el tribunal del proceso en
que hayan recaído deberá atenerse en todo caso a lo dispuesto en ellas. De ahí que el
efecto de la cosa juzgada formal se entienda referido al proceso en el que la resolución
alcanza este grado, quedando el Tribunal y las partes vinculados a lo resuelto en ella, en
cuanto al efecto preclusivo, no pudiendo recurrir lo no recurrido, y en cuanto a impedir
que una nueva resolución judicial dentro del mismo proceso vuelva a resolver lo ya
resuelto (no se puede discutir ni resolver en ejecución de sentencia lo decidido en ella).
Una vez que una resolución judicial alcanza la categoría de cosa juzgada el tribunal que
la ha dictado no solo no puede dictar otras que decidan de modo diferente la misma
cuestión, sino que todas las demás resoluciones posteriores han de tomar lo decido
como punto de partida para resolver otras cuestiones. Y en los mismo dos sentido, las
partes se ven impedidas en de ejercitar pretensiones en sentido diferente al ya resuelto.
Cuando se habla de cosa juzgada formal se hace referencia a las resoluciones que se van
produciendo en el proceso, pero no aquellas que le ponen fin, bien se trate de Auto o de
Sentencia, ya que, siguiendo a Montero[1], estas que ponen el punto final al proceso,
siendo firmes y por lo tanto invariables en los términos del art. 214 LEC, no admiten
nueva actividad procesal al haber finalizado el proceso.
La cosa juzgada tiene carácter externo respecto del proceso en el que se dicta la
resolución investida de esta autoridad, por diferencia con la cosa juzgada formal que
despliega sus efectos en el mismo proceso en el que se dicta. Supone la vinculación de
cualquier tribunal y de las propias partes, al contenido de la resolución judicial por
virtud de la autoridad de cosa juzgada, tanto en el sentido de constituir el punto de
partida de lo que debe resolverse en el ulterior proceso, como por impedir volver a
pronunciarse sobre lo ya resuelto, efectos positivo y negativo contemplados en el art.
222 LEC.
La cosa juzgada material es el efecto externo que una resolución judicial firme tiene
sobre los restantes órganos jurisdiccionales o sobre el mismo tribunal en un
procedimiento distinto, consistente en una vinculación negativa y positiva. (STS 215/13
de 8 de abril, Roj STS 3513/2013 - ECLI:ES:TS:2013:3513)
Los requisitos para apreciar el efecto de cosa juzgada material en su sentido negativo o
excluyente, son la identidad de sujetos, objeto y causa de pedir. Esta triple identidad
supone:
Con carácter especifico, el art 222.3 LEC hace extensiva la cosa juzgada material «erga
omnes», a partir de la inscripción o anotación en el Registro Civil, respecto de las
sentencias sobre estado civil, matrimonio, filiación, paternidad, maternidad e
incapacitación y reintegración de la capacidad.
b) que entre el litigio ya resuelto y el nuevo, exista identidad de objeto litigioso. Así, el
art. 222.1 LEC hace referencia a la identidad de objeto del proceso en que aquélla se
produjo, lo cual ha debido quedar claramente determinado en la demanda o
reconvención.
Por objeto del proceso no hay que entender únicamente lo que ha sido objeto del debate
jurídico, sino también forman parte del contenido de la cosa juzgada material en su
sentido negativo o excluyente, las excepciones materiales y los hechos extintivos,
impeditivos o excluyentes de la relación jurídica debatida en del proceso no alegados
por el demandado que pudieron ser alegados. Así, la STS 629/13 de 28 de octubre Roj:
STS 5188/2013 - ECLI:ES:TS:2013:5188, indica que la cosa juzgada se extiende
incluso a cuestiones no juzgadas, en cuanto no deducidas expresamente en el proceso,
pero que resultan cubiertas igualmente por la cosa juzgada impidiendo su reproducción
en ulterior proceso, cual sucede con peticiones complementarias de otra principal u
otras cuestiones deducibles y no deducidas, como una indemnización de daños no
solicitada, siempre que entre ellas y el objeto principal del pleito exista un profundo
enlace, pues el mantenimiento en el tiempo de la incertidumbre litigiosa, después de una
demanda donde objetiva y causalmente el actor pudo hacer valer todos los pedimentos
que tenía contra el demandado, quiebra las garantías jurídicas del demandado (SSTS 28-
2-91 y 30-7-96) postulados en gran medida incorporados explícitamente al art. 400 de la
LEC.
El art. 400 LEC impone la necesidad de alegar los hechos, fundamentos o títulos
jurídicos en que pueda fundarse lo que se pide en la demanda, sin poder reservarse su
alegación para un proceso ulterior. Se pretende que el demandante haga valer en el
proceso todas las causas de pedir de la pretensión deducida, de forma que a efectos de
cosa juzgada, los hechos y los fundamentos jurídicos aducidos en un litigio se
considerarán los mismos que los alegados en otro juicio anterior si hubiesen podido
alegarse en éste, lo que la STS 189/11, de 30 marzo, Roj: STS 2227/2011 -
ECLI:ES:TS:2011:2227, interpreta exigiendo que ante la existencia de dos demandas,
las causas de pedir alegadas en ellas sean diferentes (bien por sus elementos fácticos, es
decir, diferentes hechos, bien por sus elementos normativos, es decir, distintos
fundamentos o títulos jurídicos), y que habiendo podido ser alegada en la primera
demanda la causa de pedir, haya quedado reservada para el proceso ulterior - “resulten
conocidos o puedan invocarse”-, y por lo tanto se trata de haber pedido lo mismo en las
dos demandas. En definitiva, no pueden ejercitarse acciones posteriores basadas en
distintos hechos, fundamentos o títulos jurídicos cuando lo que se pide es lo mismo y
cuando tales fundamentos, fácticos y jurídicos, pudieron ser alegados en la primera
demanda.
c) Entre los requisitos para que tenga lugar ese efecto negativo de la cosa juzgada, se
encuentra el referido a la identidad de la causa de pedir, esto es, del conjunto de hechos
jurídicamente relevantes a los que la norma aplicable vincula el efecto jurídico que se
pretende, hechos jurídicamente relevantes para fundar la pretensión, es decir, que entre
el litigio ya resuelto y el nuevo exista identidad de la causa de pedir en el sentido del art.
222.2 LEC según el cual la cosa juzgada alcanza a las pretensiones de la demanda y de
la reconvención, así como a los puntos a que se refieren los apartados 1 y 2 del artículo
408 LEC, considerando hechos nuevos y distintos, en relación con el fundamento de las
referidas pretensiones, los posteriores a la completa preclusión de los actos de alegación
en el proceso en que aquéllas se formularen. La causa de pedir viene integrada por el
conjunto de hechos esenciales para el logro de la consecuencia jurídica pretendida por la
parte actora.
El efecto positivo o prejudicial de la cosa juzgada puede ser objeto de alegación tanto
por el demandante como el demandado, dado que en sí misma no es una cuestión que se
oponga a la continuación del procedimiento sino que lo condiciona, pudiendo
igualmente ser apreciada de oficio. El mismo art. 421 dispone que el proceso no se
sobreseerá en el caso de que, conforme al apartado 4 del artículo 222, el efecto de una
sentencia firme anterior haya de ser vinculante para el tribunal que está conociendo del
proceso posterior. En caso de desestimar la existencia de la prejudicialidad como efecto
de la cosa juzgada, el tribunal lo declarará motivadamente, en el acto y decidirá que la
audiencia prosiga para sus restantes finalidades, o resolverá mediante Auto en los 5 días
posteriores.
Sin perjuicio de lo anterior, tal como se indica en la STS 755/13 de 3 de diciembre, Roj:
STS 5761/2013 - ECLI:ES:TS:2013:5761, es jurisprudencia de la Sala 1ª del T.Supremo
que las reservas de derechos contenidas en los fallos de las sentencias no dan ni quitan
derechos, porque estos solo se generan por disposición de la Ley o por la voluntad de
los obligados. Por ello carecen de virtualidad jurídica en el sentido de que las Sentencias
con reserva de derecho no son susceptibles oponerse con autoridad de cosa juzgada.
3. PREJUDICIALIDAD
En el proceso civil pueden plantearse cuestiones que tienen relación con la que
constituye el fondo del asunto, cuestiones que el propio tribunal podrá resolver, o no,
bien por impedirlo el efecto de cosa juzgada positiva, bien por tratarse de cuestiones
sometidas a otro orden jurisdiccional, con carácter exclusivo y excluyente. Se trata de
las cuestiones prejudiciales, que no hay que confundir con el efecto prejudicial de la
cosa juzgada que se acaba de ver. Se trata de cuestiones conexas con la cuestión de
fondo que pueden estar atribuidas a la competencia de un tribunal del mismo o diferente
orden jurisdiccional, pero que pueden dar lugar a un procedimiento y resolución
independiente. Tampoco hay que confundir las cuestiones prejudiciales con las
cuestiones incidentales.
El art. 10.1 Ley Orgánica 6/85 de 1 de julio, del Poder Judicial, (en adelante LOPJ)
dispone que a los solos efectos prejudiciales, cada orden jurisdiccional podrá conocer de
asuntos que no le estén atribuidos privativamente.
Como punto de partida debemos indicar que el tribunal del orden jurisdiccional civil
que esté conocimiento de un asunto es competente para resolver todas las cuestiones
que se susciten en dicho proceso, pero en los casos en que se plantea por alguna de las
partes una cuestión prejudicial es necesario distinguir su naturaleza. La aparición de una
cuestión de naturaleza civil puede dar lugar a 3 situaciones diferentes:
a) Que la cuestión prejudicial de naturaleza civil hubiera sido resuelta con anterioridad
en otro proceso ante el mismo o diferente tribunal. En este caso no se trata de una
cuestión prejudicial que deba decidirse con carácter previo para poder resolver el
procedimiento en el que se presente, sino que estaremos ante una cuestión ya decidida,
con autoridad de cosa juzgada en su efecto positivo o prejudicial.
Aun cuando la suspensión se hubiera solicitado por ambas partes el tribunal no queda
condicionado sino que debe examinar la concurrencia de los requisitos esenciales del
art. 43 LEC decidiendo en consecuencia. Otra cosa es que las partes soliciten de mutuo
acuerdo la suspensión del procedimiento al amparo de lo establecido en el art. 19.4 LEC
dado el derecho de disposición que asiste a los litigantes.
Por el contrario, si una vez que se haya puesto de manifiesto la cuestión prejudicial
ninguna de las partes solicita la suspensión, apreciado el riesgo de pronunciamiento
contradictorios, el tribunal puede convocar a la partes a una comparecencia con el fin de
decidir sobre la posible suspensión del procedimiento, ya que no cabe decidir de oficio
sobre la suspensión por esta causa.
No obstante, el proceso quedará en suspenso, según determina el art. 42.3 LEC, hasta
que aquellas cuestiones se resuelvan por los órganos de la jurisdicción correspondiente,
cuando lo imponga la ley o lo pidan las partes de común acuerdo o una de ellas con el
consentimiento de la otra.
Una vez resuelta la cuestión, aquella resolución tendrá efectos de cosa juzgada material
en su vertiente positiva o prejudicial, aun cuando se trate de resolución del Tribunal de
Cuentas.
Aun cuando el efecto de cosa juzgada del art. 222.4 LEC se predica de las resoluciones
de otros órganos del jurisdicción civil, el art. 42.3 LEC establece este efecto positivo de
cosa juzgada para las resoluciones dictadas por la Administración Publica competente,
por el Tribunal de Cuentas o por los tribunales del orden contencioso-administrativo o
social. En este sentido, la Sentencia del Pleno de la Sala 1ª del T.Supremo nº 532/13 de
19 de septiembre, Roj: STS 4673/2013 - ECLI:ES:TS:2013:4673, pone de manifiesto el
cambio de criterio según el cual consideraba improcedente la alegación de cosa juzgada
o de litispendencia respecto de litigios de otro orden jurisdiccional (STS 67/1998, de 6
de febrero), cambio de interpretación que se acomoda a la jurisprudencia constitucional,
entre las que se cita STC 192/09, de 28 de septiembre, en la que se declara contrario al
art. 9.3 y 24 de la CE la existencia de pronunciamientos contradictorios en las
resoluciones judiciales de los que resulte que “unos mismos hechos ocurrieron y no
ocurrieron” pues no resultan compatibles la efectividad de dicha tutela y la firmeza de
los pronunciamientos judiciales. El T. Constitucional ha destacado que «en la realidad
histórica relevante para el Derecho no puede admitirse que unos hechos existen y dejan
de existir para los órganos del Estado, pues a ello se oponen principios elementales de
lógica jurídica y extrajurídica, salvo que la contradicción derive de haberse abordado
unos mismos hechos desde perspectivas jurídicas diversas (por todas, STC 109/2008, de
22 de septiembre F. 3)».
El T.Supremo concluye que «los tribunales deben tomar en consideración los hechos
declarados probados en resoluciones firmes dictadas por tribunales de una jurisdicción
distinta, de modo que sólo pueden separarse de tales hechos exponiendo las razones y
fundamentos que justifiquen tal divergencia. Pero ello no impide que en cada
jurisdicción haya de producirse un enjuiciamiento y una calificación en el plano jurídico
de forma independiente y con resultados distintos si ello resulta de la aplicación de
normativas diferentes».
El orden jurisdiccional penal es preferente (art. 44 LOPJ) de forma que el art. 10.2
exceptúa la regla general de conocimiento con efectos meramente prejudiciales. Así, la
existencia de una cuestión prejudicial penal de la que no pueda prescindirse para la
debida decisión o que condicione directamente su contenido, determinará la suspensión
del procedimiento mientras aquélla no sea resuelta por los órganos penales a quienes
corresponda, salvo las excepciones que la ley establezca.
5. Cuando la causa penal sobre falsedad de algún documento aportado al proceso civil
se inicie a instancia de alguna de las partes, en caso de que en el proceso penal finalice
por resolución que declare la autenticidad del documento, o no haberse probado su
falsedad, la parte a quien perjudique la suspensión del proceso civil puede pedir
indemnización de daños y perjuicios, con arreglo a lo dispuesto en los artículos 712 y
ss. LEC.
a) Contra el Auto que deniegue la suspensión del asunto civil cabe recurso de reposición
únicamente, pudiendo reproducirse la cuestión en la segunda instancia, o, durante la
tramitación de los recursos extraordinarios por infracción procesal o de casación.
b) Contra el Auto que acuerde la suspensión cabe recurso de apelación y contra los
Autos dictados en apelación acordando o confirmando la suspensión cabe, recurso
extraordinario por infracción procesal. Se refiere tanto al Auto que acuerde inicialmente
la suspensión, como al Auto que la acuerda al estimar el recurso de reposición.
Los arts. 569 y 697 LEC regulan la suspensión del procedimiento de ejecución, y del
proceso de ejecución sobre bienes hipotecados o pignorados, por la que
denominan prejudicialidad penal, denominación que se ha tachado de incorrecta dado
que el ámbito de aplicación de las cuestiones prejudiciales son los procesos
declarativos, en los que se pone de manifiesto una cuestión cuya resolución resulta
necesaria para resolver la que constituye el objeto del procedimiento en el que aquella
aparece. Pero en el proceso de ejecución no existe cuestión a resolver, por lo que, en
puridad de conceptos, carece de sentido que exista una cuestión prejudicial, sin perjuicio
de que existan causa de oposición, pero cuya resolución nunca causaran efecto de cosa
juzgada mas allá del propio objeto de la oposición y respecto de aquellas cuestiones que
no han sido opuesta pudiendo haber sido objeto de la oposición.
Aun cuando lo mas adecuado hubiera sido mantener la posible suspensión del proceso
de ejecución en el ámbito del art. 114 de la LECrim, dada la prevalencia del proceso
penal, la LEC, quizá por criterio de coherencia, acoge la posibilidad de suspender el
proceso para evitar pronunciamientos contradictorios referidos a la falsedad o nulidad
del título, o la invalidez o ilicitud del despacho de la ejecución.
Todo lo anterior se trae colación para significar que la LEC no prevé como causa de
oposición por motivos de fondo ni por defectos procesales, la falsedad o nulidad del
título, o la invalidez o ilicitud del despacho de la ejecución, dado que el proceso de
ejecución en general y la ejecución sobre bienes hipotecados o pignorados en particular,
parten de la incolumidad del título ejecutivo, cuya integridad y perfección formal se
tiene como presupuesto del despacho de ejecución, por lo que la eventualidad de su
falsedad o nulidad, de la invalidez o ilicitud del despacho de la ejecución, siempre que
sea objeto de una causa penal en marcha, provoca al suspensión del proceso de
ejecución. Esta suspensión es acorde con la doctrina del T. Constitucional antes
expuesta (STC 192/09 de 28 de septiembre) en el sentido de repeler la existencia de
pronunciamientos contradictorios por oponerse a los arts. 9.3 y 24 CE, ya que para el
Derecho no es posible que unos hechos existan y dejen de existir al mismo tiempo, de
donde se comprende que no es posible admitir la validad del título ejecutivo para
despachar ejecución, a la vez que declarar su falsedad o nulidad en el orden penal, pues
a ello se oponen principios elementales de lógica jurídica.
4. LITISPENDENCIA
Los efectos que produce la pendencia del proceso son varios: desde la perpetuación de
la jurisdicción y de la legitimación de las partes, prohibición de cambio del objeto del
procedimiento ( art. 411 y 412 LEC), a la obligación para el órgano jurisdiccional de
seguir el proceso y resolverlo, la asunción de las partes de sus respectivas obligaciones
procesales, y la prohibición de seguir otro proceso posterior en el que se de la triple
identidad exigible para apreciar la cosa juzgada material excluyente, prohibición que
podrá denunciarse a través de la excepción del art. 416.1.2ª LEC (efectos respecto de la
usucapión, o la constitución en mora del deudor, entre otros).
Por lo tanto, se trata de una institución procesal, cercana a la cosa juzgada, que pretende
impedir que segundo proceso pueda llegar a dejar sin valor el efecto de cosa juzgada
que se producirá con la sentencia del primero, por lo cual se requieren los tres mismos
requisitos o identidades que se exigen en la cosa juzgada material en su aspecto
negativo o excluyente, es decir, identidad de sujetos, objeto de causa de pedir.
Además de tratarse de una excepción oponible que debe ser resuelta en la Audiencia
Previa, ya que supone una circunstancia que puede impedir la válida prosecución y
término del proceso mediante sentencia sobre el fondo (art. 416,1,2ª LEC), la
jurisprudencia del T.Supremo admite que sea apreciada de oficio, tal como se expone en
la STS 594/09 de 16 de septiembre, Roj: STS 5696/2009 - ECLI:ES:TS:2009:5696 dada
la función de salvaguarda de la cosa juzgada evitando la posible contradicción de
sentencias en pleitos promovidos sobre lo mismo.
A los efectos del presente estudio, nos interesa señalar que la apreciación de la
litispendencia supone la imposibilidad de continuar el procedimiento, y por lo tanto la
absolución de la parte demandada, por lo que como tal excepción oponible por la parte
demandada, tiene efecto preclusivo, sin perjuicio de la apreciación de oficio por el
tribunal, (STS de 3 de mato de 2007, STS 456/10 de 14 de julio). No debe confundirse
con la prejudicialidad: una cosa es que entre dos procedimientos exista conexión dado
que en uno se está decidiendo una cuestión cuya resolución sea decisiva para resolver el
segundo (cuestión prejudicial civil, también llamada litispendencia impropia en la STS
628/10 de 13 de octubre) y otra, que entre ambos procedimientos exista la triple
identidad, de forma que si en el primero, en lugar de estar en marcha existiese sentencia
firme, se produciría el efecto excluyente de la cosa juzga material. En la STS 539/10 de
28 de julio se expone con toda claridad que el sistema procesal español reacciona frente
a situaciones patológicas de pendencia simultánea de dos procesos con identidad de
objetos, sujetos y causas, a fin de impedir que el segundo finalice con una sentencia
sobre el fondo, afirmándose que los principios de justicia rogada, dispositivo y de
congruencia, no obstan a que el órgano jurisdiccional aprecie de oficio su concurrencia,
si bien aclarando que la jurisprudencia referida a la LEC de 1881 aplicaba las reglas de
la litispendencia ala prejudicialidad civil a modo de "litispendencia impropia o por
conexión" que tiene lugar cuando un pleito interfiere o prejuzga el resultado de otro, con
la posibilidad de dos fallos contradictorios que no pueden concurrir en armonía
decisoria al resultar interdependientes. Pero con la actual regulación de la cuestión
prejudicial del art. 43 y 412 LEC, no puede mantenerse la estimación de oficio de la
prejudicialidad pero si de la litispendencia, y, de otra parte, las consecuencias de la
litispendencia y de la prejudicialidad no son las mismas, la primera tiende a absolver a
la parte demandada, y la segunda a suspender el proceso hasta que la cuestión
prejudicial quede resuelta.
5. CONCLUSION
El derecho constitucional del art. 24.1 CE a obtener la tutela efectiva de los jueces y
tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, y la seguridad jurídica
fundamentan la prohibición de que exista dos resoluciones judiciales sobre la misma
materia, especialmente si son contradictorias.
En aquellos casos en que exista una resolución judicial firme sobre una material
concreta, no procederá la excepción de litispendencia dado que el procedimiento ya está
resuelto por esa sentencia firme, ni se oponible la existencia de una cuestión prejudicial
que deba resolverse con carácter previo, cuestión que la sentencia firme ya ha resuelto.
En estos casos, apreciada incluso de oficio la autoridad de cosa juzgada material
negativa o excluyente, el segundo procedimiento no puede continuar. Tampoco
procederá oponer la litispendencia ni la cuestión prejudicial en aquellos casos en que la
Sentencia despliega los efectos positivos de la cosa juzgada constituyendo el precedente
desde el que el segundo proceso debe resolverse.
[1] Montero Aroca, Gomez Colomer, Montón Redondo y Barona Vilar, El nuevo
proceso civil. Valencia, 2000.Tirant lo Blanch. ISBN 84-8442-025-6