Elder Silva - 2002 - Mal de Ausencias

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mal de ausencias

© oiviles iletrados
Maldonado, Uruguay
Tel. (+59842) 251575
e-mail: civiles@ adinet.com.uy
www.arte-latino/poesia/civiles

Arte de Tapa: Mercedes Salazar


mal de ausencias

c e /é c c ió n e/e n á u /r a ^ o i / 9
“E n un m a l de ausencia
se nos va la vida.
Siempre a la querencia
dándole el adiós ”

“Palomita blanca”
A. Aieta / F. García Gim énez

p a ra M artha C ereijoj W ilson Eluberas,


m is maestros de Pueblo Eavalleja
A lbum de fotos

Lo escrito en el polvo de las carreteras,


entre el escape de gas de un camión de cargas
que iba para Isla Cabellos;
los chilcales ardiendo bajo el sol en Toro Negro,
cardenales que veíamos en Sopas, en los atardeceres
o aquel vaso de vino que nos sirvió
un almacenero en Tala,
eider silva
vienen ahora al ordenador de textos
como fotografías encontradas de pronto en
una caja de zapatos.

Todo cabe en la pantalla azul, I


ese sueño que soñó por nosotros Bill Gates,
ese ayudamemoria.

Me resisto a la idea de suprimir otras imágenes:


huyen patos
un muchacho a caballo arreando unos temeros
por campos de Laureles.
En lugar de supr, archivo esta tarde como tropero
para un futuro poema,
ya con el alma apaciguada
como un camino vecinal después del aguacero.
1. Cartas de Pueblo Lavalleja
Una luna alta hacia el lado de Patitas
se reparte las nubes .
y acaso el sur de la Vía Láctea,
como señales para el prójimo.

Las chapas del excusado


golpeándose en el viento
toda la noche.

Recostado en la cama
pienso que el verano es un invento
de los pájaros.

Tengo doce años


y he besado por primera vez a mi novia.
G a to al s o l

No es asunto interesante para un pasajero


de Varig que vuela a 7.000 pies sobre el
litoral del país
y apenas percibe el verde dominante
-intenso en los campos de arroz-,
12 / mal de ausencias

las venas de los arroyos


y los tajos de las rutas nacionales.
Tampoco llama la atención de los que
se vuelven para Salto en el ómnibus de
Spinatelli.
Ni acaso al almacenero
I enredado en los hilos de las ventas de fiado.

Sin embargo,
sentado en la puerta de esta fonda,
no hago otra cosa que distraerme
con el gato que duerme patas arriba,
abandonado a moscas y jejenes.
Aturdido acaso
entre ruidos del planeta azul de Gagarin,
dueño absoluto de las sombras del sol.
S alto - P u e b lo L a v a lleja

Voy junto a la ventanilla.


Algún pájaro atraviesa
la incandescencia de los faros, el haz de sodio
que los faros del ómnibus difunden entre
la noche. ¿Serán lechuzas? ¿Serán murcié­
lagos?
Pájaros que cruzan:
un ardoroso plumaje en el aire virgiliano.
Adentro solo se escucha el rumor degradado y
persistente del macadam molido bajo los neumáticos,
la voz de alguno hablándole al compañero de asiento,
voces en los puestos de la policía caminera.
Y el si­
gilo del polvo enamorado,
empapándolo todo.
N o c h e s de verano

Bichos de luz destrozándose en los vidrios,


en la carretera a Pueblo Olivera,
comadrejas,
algún lagarto del espesor de una moneda
14 / mal de ausencias

en la cabecera del puente.

La Ruta 4 como un documental:


la velocidad,
sus residuos,
bichos de pelambres grisáceas
enceguecidos por la luz.
|

Mientras avanzamos nerviosos hasta la casa


de Graciela, registramos los estragos del sol,
la noche que se pudre en el orín de los
alambres,
el chistar de las lechuzas.

Sabemos que no arribaremos a ningún puerto


y sin embargo aceleramos
aceleramos
bajo un cielo desahuciado.
M a s a llá d e lo s a lg a r r o b o s
e s tá n q u e m a n d o c a m p o s

para
Patricia
Severin
en
Reconquista

eider silva
Mas allá de los algarrobos
hay olor a molles quemados,
a libélulas que huyen hacia el caserío,
a langostas trituradas por el calor.
Hay aire molido delante de mis ojos, ■
un cielo limpio
como la túnica de mi novia del sexto escolar.

Hay vidas rápidas en el mediodía.

Un mosquito vive 24 horas,


las mariposas 12,
los jejenes tampoco alcanzan
la vida eterna.
Y sin embargo están allí,
girando sin apuros,
cumpliendo con su ciclo
como quien paga sus impuestos
al cajero automático.
Vidas que no se escuchan entre miles de
automóviles, luces, polvo, senos, entrevistas,
caídas en las ventas.
Ni siquiera se ven en las fotos minuciosas
que mi hermano Roberto
tomo en el verano por campos de Lluberas.
Pero sabemos que están allí:
vidas estelares que alimentan los días,
las horas, los días,

Y que sostienen la humareda


que ahora se levanta tras los algarrobos
en silencio.
16 / mal de ausencias
2. Canciones del Litoral
E n C a rm elo

En el Arroyo de las Vacas comen papas


fritas las turistas argentinas.

A 15’ esta Nueva Palmira.


A 10’ una iglesia construida en 1650.
A 5’ una procesadora de leche con
empleados de blanco como en una enfermería.

Mientras caminamos con mi mujer y mis hijas


por una calle de plátanos
se me entreveran las fechas:
Sé que Artigas fundó el caserío en 1818,
que hay un cuadro pintado por Blanes
en la Vicaría.
Y que en los 50 años de su presencia en
el país, Embotelladoras Coca Cola puso
en blanco y rojo los carteles de estacionar,
las flechas, los semáforos.

La náutica tiene un buen desarrollo en la zona


con auspicios de la municipalidad.
La pesca del dorado
no ha sido reglamentada aún.
E s c r ito e n u n 125 al Cerro

Solo en los poemas breves se puede


aspirar a la calidad total,
a la perfección de la palabra.
Uno escribe cardales, por ejemplo,
(o escribe estiércol, anacahuita)
20 / mal de ausencias

y queda en el papel un sabor de agua


verdosa,
un ardor en la memoria.

La historia se abre con un mamboretá


Aplastado en la retina.
O recuerdo ortigales al lado
|

de la empalizada (allá en Sequeira)


en casa de Amando.

Cosas extrañas suceden en este viaje.


Secuencias que se acumulan
como en un poema de Marcial
( “El amor que no atormenta,
aburre”),
como en los anuncios de gaseosas:
esas cosas que no nos dejan mentir.
L u to

FlechiUales con colores de Benetton.

Caballos sueltos.

(Caballos blancos, galopando como en el cine


por los cerros de Arapey Chico.)

eider silva
Una hilera de sábalos colgados
de las branquias
delante de la casa.
/
21

Un poco mas acá,


I

el pobre paisaje que dibujan unas


camisas negras secándose al sol.
Bar “Z apucay”

El hombre que destapa la cerveza


extiende sus ojos tras el Arroyo de las Vacas.

Impenetrable entre el ardor del mediodía.

Ni los lanchones que llegan del Tigre


22 / mal de ausencias

con su oleaje de rutina,


ni las mujeres que agitan sus pechos
por la vereda del Hotel “Fronteras”,
Ni siquiera la rubia salida de un desfile de Armani
parece inquietarlo.
Solo atento al ritmo que muele
esa vieja refrigeradora
|

hinchada de alcohol.
O de desidia.
Barrio Saladero

Latas herrumbradas,
cartones sucios,
gente calentando su almuerzo en
envases de mermelada.

Los hijos de los desocupados


jugando a la bolita en las calles
donde antaño cruzaba el ganado
camino al matadero.

En el bar, un viejo afiche donde


Pedro Virgilio Rocha sonríe con la casaca
del seleccionado.

Los automóviles que pasan hacia


Arenitas Blancas
-un flash entre el cielo y la tierra-
no se detienen nunca
ante espectáculo de tan poca factura.
R a d io “L ito r a l”

“gente que muere sin haber


visto nunca el m a r”

Jorge Teillier
24 / mal de ausencias

El zumbido de moscardones en
el cerco de ligustros
disputaba la banda de sonido de los mediodías
con los chamamés que tío Mariano escuchaba por
Radio “Litoral”.
I

El sol sombrío entre los zapallares


y los surcos de maíz amarinándose.
Los bichos disueltos en aquel aire de Degas,
en el vapor por donde llegaban las primeras
noticias de un mundo desastroso.
Mezclada con una música triste
que cantaba gente que habría de morirse
un día cualquiera
sin haber visto nunca el mar.
S a n ta C a ta lin a

El mar azul
colgado detrás de la terminal de ómnibuses.

Polvo por Camino Burdeos.


Un L4 cargado de escolares.

Me alejo hacia las rocas del saladero abandonado

eider silva
pisando en las piedras de Rubén Darío
como quien muele sus pecados en un confesionario.

No tengo preguntas para hacer.


/
25

Nada para olvidar.


I

Mas allá de la arena:


Viejos botes cargados de abadejos
que vienen al atracadero,
Y acaso el olor de esa humareda sucia
blanqueándolo todo.
Y a caré

Escondido en bañados del Arapey.


En el Cuaró.
Por pajonales del Arerunguá, las serranías ciegas.
Vive oculto cerca de Paso Fiallo, en Buricayupí.
Huyendo de las balaceras y los ruidos
desova junto al Campamento.
26 / mal de ausencias

Algunos vagan por Yacuí, entre sarandisales,


bajo matas de yuyos, los ojos a flor de agua.

Pasan garzas espejeando en blanco sobre


el arroyo Sopas,
pasa un ómnibus casi vacío hacia el norte
y en el agua flota una tararira muerta.
|

Sentado sobre el puente pongo la palabra yacaré


en este poema.

La extinción del yacaré es un problema


para la poesía,
como lo son los bajos salarios o el soborno.
D ía s e n la fro n tera

1.

Andan moscas en el cuarto donde


sigo acostado
a pesar de los avanzado de la mañana.
Afuera el tránsito es como un agujero

eider silva
en los oídos.

En alguna parte
alguien canta una canción mientras se baña.
/
27
I
2.

Arboledas lavadas se cruzan en la ruta


como un mal de ausencias.
Pueblos pequeños bajo el vuelo
de los pájaros,
cementerios,
28 / mal de ausencias

perros sin dueño por campos de la


frontera.
Cosas sin importancia que asolan mi memoria
aquí en Montevideo,
a fines de un siglo triturado.
|
3.

Muerdo frutos de guaviyú.

Con los pies en el agua (como en


las églogas de Garcilaso),
me pregunto porque volví a este sitio
que no me recuerda a nadie.

eider silva
Porque estoy aquí de camisa blanca
como un novio abandonado,
huyendo de la luz.
Acaso que me dicen los sábalos
durmiendo en la restinga,
el sol arrastrado por la brisa. |

La lengua se pega al paladar


y no hay palabras propicias.

Las ramas dobladas sobre el agua


-rojas y verdes-
ya no salpican mi corazón.
U r u g u a ia n p o e tr y

Decía Aldo hace algún tiempo, que la sequía


es como una tela sobre los cerros del Norte.
Una pátina amarilla en las laderas
por donde Benavides cazaba martinetas
o tuvo alguna vez amaneceres con urracas.
Ricardo Scagliola recuerda la cinta
30 / mal de ausencias

de bandurrias en el cielo sin agua.

Nosotros desde el pueblo veíamos


arder los pastizales,
el vuelo desesperado de garzas
sin aldea global,
la agonía de las bogas en el fondo
|

del Arapey Chico.


Anades flotando hacia campos de Sequeira.

Otros pisaron caminos polvorientos.


o viajaron por rutas con caballos
muriéndose despacio,
flechillales con ictericia,
pastizales de Van Gogh a fines de febrero.
Y también hay aquella certeza de que el
Norte son los campos quemados,
que la sequía que arde bajo las patas de mi
caballo acaso ya tiene su poética.

O la advertencia de Juan Carlos Macedo:


“En sus vuelos las aves
deberán considerar nuevos aliados” .
3. Daltonismos
Q u e b r a r e l c e ro

Un gol olímpico es el poema perfecto


como una historia de amor,
un auto sin usar,
una nueva marca de champú
sin ir mas lejos.

(A veces uno espera quebrar el cero.


Uno siempre ansia quebrar el cero.)

Una pelota cierta desde el


banderín de córner,
sin intermediarios,
como un sueldo justo,
o la primera noche de sexo
con tu novia.

Y luego, las piolas de la red


sacudidas en la cámara lenta
de todos los televisores de tu país.
Cosas que emocionan,
como deseos sin cumplir,
como una utopía,
acaso
si existiera.
A lb e r to S p e n c e r , h é r o e d e u n a tard e

Tenia un amigo que creía que los


Reyes Magos no eran tres sino cinco:
Abbadie, Rocha, Spencer, Silva y Joya,
La delantera del Peñarol del 66.
Luis Pereira, que ahora vive en San Carlos,
leyó una vez un poema que (dijo)
nunca se había escrito
y que hablaba de los campeones de América,
con Ladislao Mazurkiewicz al arco.
Como yo no creo en los Reyes Magos,
ni en la posibilidad de escribir el
mejor poema,
apenas dejo aquí mi gratitud a Alberto Spencer,
que una vez le hizo cinco goles
al Peñarol de Salto
y yo me pude llevar a la cama a mi prima
que había apostado por los locales.
C en trojás

Pelota al medio.

La tarde se agacha entre los álamos.

Detrás de la tribuna de los visitantes


38 / mal de ausencias

habrán de olvidarse los intentos


de igualar la marca.

La cabeza sin sueños,


pero alerta.
|
L o n d r e s 66, N a s h v ille 1968

(a los
héroes de
Rampla
Juniors)

eider silva
¿Qué fue de John Fogerty luego de “Yambalaya”,
de campos de algodón —que traducido al ingles
es Cotton Fields?-
¿Qué hace Bobby Charlton a estas horas en Londres
/
39

cuando aquí en Montevideo el viento


I

huele a cosas demasiado absurdas?

Leo a jóvenes poetas tucumanos.


Leo los rastros que has dejado
en los ceniceros y en las sábanas,
pero quiero recordar aquel cero por cero
en Wembley, con Mazurkiewicz
en la valla nuestra.

La pelota a la altura de la cabeza, pienso.


El alma a la altura de la cabeza
y un teléfono arrastrándose entre
los aires de otro mundo.

¿Qué fue de John Fogerty


que ahora no lo pasan en la FM?

Año 66. Cero por cero.

La camiseta transpirando en verde y rojo


pegada a mi pecho.
40 / mal de ausencias
0
4. De toda la vida
C o m o u n sá b a lo

En esta tarde del pueblo


se termina la vida:
la puerta de la casa se cerró por
última vez tras sus sandalias.

El espejo azul del horizonte


ya no arderá en nuestras pupilas.

Como un sábalo boqueando


en el barrial del patio,
mi corazón se asfixia.
T e x t o s p ara c o n s u m ir

El frasco de yogurt helado


al contacto de la mano,
la cuchara que viaja nerviosa entre
los dedos hacia la boca
y vuelve a la boca del frasco.
44 / mal de ausencias

La tarde salteña como una ciénaga.

Y esas preguntas feroces acerca del año


que termina,
como una autocrítica.
T o d a la v id a

Vos leyendo bajo la portátil.


Vos dialogando con Marx y sus conceptos
de ganancia y plusvalía, de precios
y salarios.
Vos con la niña para que se duerma junto
a sus juguetes.

A pesar de los años que llevamos juntos


seguís quitándome el sueño.
Y en momentos de descuido,
hasta las formas de quedarme a solas
son usurpadas por tu imagen,
como es usurpada por vos la buena y
la mala poesía,
los versos ramplones,
mis serias intenciones de subvertir la vida.
E s c r ito e n u n a p o s t a l

Abre la ventanilla
y deja que entre el aroma de
los campos de manzanillas
de la primavera.
El polvo de estos caminos vecinales,
46 / mal de ausencias

mas que borrarlo todo,


anuncia el comienzo de una estación
donde habremos de encontrarnos otra vez.
|
C a rg a p esad a

Descarto los detalles superfluos de ese ticket


TOTAL 4.59
CASH TD 20.60
CHANGE 15.41
Y detengo mis ojos en la hora que marcó
la registradora:
12.24 PM.
Y ella que salía del mini market,
desolada y alegre a la vez,
como si todas las cosas pudieran convivir
en la palidez de su rostro.
La veo tomando un taxi en la mañana de llovizna.
La sorprendo en la calle, entre el verano,
corriendo como en una película de espionaje.
Tal vez ahora esté mirando la serie de trasnoche,
bebiendo a la salud de los que se consuelan
con el fulgor desolado de la TV.
Es posible que no vaya a llamarla nunca,
que jamas nos vayamos juntos de esta
ciudad de simios.

Por eso dejo que la poesía sea pulcra en la tarea


de reconstruirla
y así alivie el corazón del trabajo pesado.
48 / mal de ausencias
|
T r e s in s ta n t á n e a s d e B e lla U n ió n

1.

eider silva
A mas de seiscientos kilómetros de tu boca,
en el otro extremo del país, no dejo de pensar
en vos.
Orion derrotada cerca del horizonte
/
49

no me dice nada,
como nada le dice
I

a las voces que ocupan mi pensamiento,


a los rastros de memoria.
Solo se entiende
con las luces de Bella Unión
reflejadas en la ventanilla del ómnibus
y con el perfil del que te ama,
también reflejado en el vidrio
coqueteando con astros y galaxias.
2.

¿Cuál de estos boleros te gustaría escuchar?

Se que sería el menos banal,


el menos trágico.
50 / mal de ausencias

Se que al final terminaríamos


bailando solos en una habitación sin aire.
Y que yo hablaría largamente de las esdrújulas
y de su efecto pulsivo en el ritmo del filin.
B
3.

Ningún aire te defiende.


Aquí hay cañaverales
y los niños tienen hambre.
El agua enrojece en los atardeceres
y los trenes asoman cada dos
o tres días por los rieles deshechos.
Ningún aire contempla los diferentes tonos

eider silva
de tu piel, de invierno a verano.
Ni pastos,
ni pastizales hendidos en lo oscuro.
Solo los mojones de la ruta recuerdan la distancia,
/

defienden el abrazo,
51

el instante preciso en que mi camisa habrá de caer


I

sobre la silla de tu cuarto.


E s ta tard e b a n a l

“nesta tarde banal de homen adulto,y


José Ferreira Gullar

Han pasado las tres de la tarde


52 / mal de ausencias

y quedan muchas cosas ocupando el pensamiento:


las moscas que giran en danza
sobre los restos de comida,
los platos sucios que algún cliente dejó
y el mozo del bar aún no ha recogido.
Los ruidos y el tintineo de la registradora,
marcando la llegada de una pareja,
I

de un hombre solo,
de una mujer de ojos azules.
Marcando los pasos de alguno que se aleja
por la puerta de vidrio.

El farfullar de la juguera
turbulenta como una cascada.
Y la estupidez del sol afuera
asolando el asfalto,
el trozo de vereda junto a la ventana donde
aguardo a que llegue la muchacha en sandalias,
dulce bajo sus rizos negros
y su nombre lleno de íes.
C u m p le a ñ o s d e M a lí

Me queda una duda:


¿En 1961, cuando vos naciste, Arlo Guthrie
ya había compuesto “This land is your land”,
eso que después grabó Pete Seegers con una banda de
54 / mal de ausencias

tercera?
Si así fuera, es decir si nuestra tierra en realidad
estuviera en la California de arenas calcinadas,
esta saliva hubiera sido otra,
otro el color de tus ojos.
Es mas: hasta podríamos haber celebrado este
nuevo cumpleaños tuyo con un viaje a Montevideo,
|

unas cervezas en El Perro que Fuma, un beso


en el malecón del puerto, con llovizna.
Sin olvidar que somos extranjeros
e indocumentados.
Y en cualquier sitio
“caras (muito) dificeis de domesticar,,
5. Cotos de caza
M e s a fa m ilia r

A la hora del almuerzo abuela Palmira


leía pasajes de la Biblia en portugués
y luego
comíamos papas doradas con carne del cordero de dios.

Por la ventana veíamos la inmensidad del cielo,


pájaros ateridos,
muchachas cruzando hacia el arroyo.

Abuela, vestida de negro, hablaba de su marido


que tocaba el violín bajo las retamas.

Horas y días que germinaban


dentro de otras horas y otros días.
Poesía cotidiana que se hacía
y deshacía
entre mis ojos.
A n to n io C is n e r o s , c o r d e ro d e d io s

Por las mañanas, tu poesía y el sol entraban


a mi cuarto
como una amenaza de guerra,
como un conflicto de baja intensidad.
A Tres Cruces llegaban los niños grandes de
Miraflores,
58 / mal de ausencias

vahos del agua todavía escapando por mi cuerpo


(amo discretamente la ducha)
y esa resaca de scotch
que cargabas entre las arboledas de Baldomir
aquella mañana del 92:

Temeroso y humilde como un cordero de dios.


|
C u e s t ió n d e erres

Cuentan que el padre de Farabundo Martí


no era Martí, sino Mártir.
Pero dicen que se hizo cambiar el apellido
por el de Martí, por admiración al poeta cubano,
de quien había leído con devoción:
“Prisión política en Cuba”, “Flores en el exilio”,
sus poemas.

Cuentan que cuando los grupos guerrilleros


se unieron en El Salvador, no dudaron en nominar
a la organización como
Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional
-FMLN-
en honor al “Negro” Martí, o Farabundo,
mártir de los episodios de 1932
cuando murieron mas de 30.000 salvadoreños
y como 50.000 huyeron hacia Honduras
y eso fue cuando aún faltaban como tres años
para que naciera Roque Dalton.
A e r o s o le s

Los Sex Pistols viven.


Sid Vicious vive.
Lúea Prodan.
Escribieron en los muros del Swift.
El frigorífico no vive.
60 / mal de ausencias

Te amo María del Carmen


escribieron con el rojo del aerosol
en las paredes del frigorífico vacío,
al costado del carril por donde
llevaban las reses a morir.

Y también:
|

El Daltonismo es un invento de la
viveza criolla para no pagar
las multas de tránsito.
C a c e r ía s

Para matar un chancho


hay que utilizar un cuchillo largo y afilado
(si no se les toca el corazón,
los cerdos no terminan de morirse nunca).

Una bala de rifle


no mata a un ñandú en la pradera.
“La bala le pasa por el cuerpo como si fuera
un alambre fino”, decía mi padre.

El colibrí se caza
mojándole las alas con un balde de agua
mientras vuela.

Nosotros a los patos los matábamos


deshaciéndole la cabeza con una bocha.
En el patio de la casa de abuelo Sabino
había un montón pudriéndose al sol
y nadie sabía en que usarlas.
D arío en Salto

Algunos dicen que cuando Darío vino a Salto


ya estaba en el declive de sus días
y que
-como Dylan Thomas-
convertía sus recitales y conferencias
en puro alcohol.
62 / mal de ausencias

Aunque en realidad lo que le reprocharon


es que haya subido borracho al
escenario del Teatro “Larrañaga” la noche
del banquete.

(Tipos como él
no podrías estar a tu lado, nena.)
|

O tal vez extrañaban que entre sus ropas


ya no sufrieran cisnes,
ni el shopping de Versalles o de alondras,
sino apenas el olor del buey que
vio una vez en Nicaragua
siendo niño.

Y que aun le pesaba entre los ojos


como la furiosa sombra de la fama.
A J o r g e T e illie r

para Francisco Lussich,


en Traiguén,
en Angol9 en Concepción

Había planeado verte

eider silva
en Providencia, pero tu muerte
-la cuota de rencor de
un 22 de abril-
dio otra vez razón a Eliot
/
63

de que abril es un mes


espantoso para la poesía.
I

Había leído poemas tuyos


en el verano del 90,
en Carmelo:
de la mano de Malí salíamos
por las tardes
y habían patos como deteniéndose
en el río.
Venían ángeles y gorriones
a nuestras bocas,
lluvias del sur,
boliches de poca monta,
moscas arrepentidas midiendo
los sueños del alcohol.

- Jorge Teillier
era santo de mi devoción.-

Al final de la pista la crónica dirá,


si es que a alguien le ocurre
borrar la cordillera,
que acá vamos vos y yo
-la duda siempre-
ensuciando este claro sol.
64 / mal de ausencias
|
N a cid o en 1955

Amaneceres con olor a alkazelzer,


la radio encendida
con una música incierta
en estos días de los cuarenta años.

No hay signos de gastritis,


ni cirrosis.

eider silva
Hay si, menos dientes en mi boca,
demasiadas noches lejos de mis pagos.
/
65

Hay olor a manzanillas y a velorios.


I

Hay camiones destartalados


que cargaron con los que se salieron
de la carretera.

No hay balance en mitad de la vida,


ni siquiera el repaso
del formidable sol.

Es humo lo que envuelve al cajero del “Haifa”,


al ventilador cagado por las moscas.
Hay cartas que nadie ha contestado,
caseríos de adobe, tardes de amor,
campos de girasol, una avioneta Cessna
sobrevolando el pueblo.
Hay patios con pisadas de caballos
después de la lluvia:

Casi todo lo perdido.

Solo el amor (tu amor Malí)


me recuerda el milagro de las aguas,
el color de los hilos tejidos
por tus ojos
y por esos dedos flacos que acomodan el mundo.
66 / mal de ausencias
|
6. Ultimas
C on fesión con lu g a res c o m u n es

L a vida es mucho m as bella en la T V .


L a s gaseosas son siempre refrescantes
y las muchachas van en traje de baño
entre las arenas
y esa buena espuma a^ulverdosa.
¿ Y vos no vas a la playa esta m añana ?
A veces —como ahora-
una imagen de tus senos
cae entre m is papeles.
H e decidido deshacerme de todos los símbolos:
Con un spray mato las últim as moscas
que hace unos añosfueron un robo honesto
a áerto poem a de Robert L o m ll.
- (L a s moscas en el borde del vaso”-
M iro T V en m i casa.
Solo.
V o y y vengo, de los papeles a la p a n ta lla
donde nunca aparece tu boca.
Descarto la huida,
p ues los bares están atestados
de borrachosy de gente en busca de amoresfáciles.
E spío en m is zapatos del año pasado
y comprendo que no me llevarán a ningún sitio
p o r lo que apago el televisor
y desde elfondo de la silla, escribo
la prim era línea:
<cL a vida es mucho m ás bella en la T V ”.
O fden del libro

Album de fotos

1. - Cartas de Pueblo Lavalleja

En la alta luna
Gato al sol
Salto-Pueblo Lavalleja
Noches de verano
Mas allá de los algarrobos están quemando campos

2. - Canciones del Litoral

En Carmelo
Escrito en un 125 al Cerro
Luto
Bar “Zapucay”
Barrio Saladero
Radio “Litoral”
Santa Catalina
Yacaré
Días en la frontera
Uruguaian poetry
3.- Daltonism os

Quebrar el cero
Alberto Spencer, héroe de una tarde
Centrojás
Londres 66, Nashville 68

4. - D e toda la vida

Como un sábalo
Textos para consumir
Toda la vida
Escrito en una postal
Carga pesada
Tres instantáneas de Bella Unión
Esta tarde banal
Cumpleaños de Malí

5. - Cotos de caza

Mesa familiar
Antonio Cisneros, cordero de dios
Cuestión de erres
Aerosoles
Cacerías
Darío en Salto
A Jorge Teillier
Nacido en 1955

6. - Ultimas

Confesión con lugares comunes


TITULOS PUBLICADOS

POESIA

Fotonovela, canción de perdedores, Eider Silva, 1996


Incendio Intencional, Gabriel Di Leone, 1997
C uaderno de N ueva York, Víctor Cunha, 1998
R etrato de m ujer azul, Luis Pereira, 1998
La vida y otros contratos, Gustavo Lerena, 2001

TEATRO

Cuentos de hadas y Del miedo y sus racimos, Raquel


Diana, 1999

NARRATIVAS

De los suburbios de almíbar, Víctor Guichón, 1999,


coedición Ediciones del A v a h a r
Encrucijada de almas (un tríptico), Alfredo Fonticelli, 2000
Portland, Alejandro Ferreiro, 2000
P rim era edición de 3 0 0 ejem p lares.
Se term inó de imprimir en feb rero de 2 0 0 2
en IG SA (Bergalli 56 8 , M ald on ado )
igsa @adinet. com. uy
Depósito Legal N s 2 6 .6 3 3 /0 2
Lo escrito en el polvo de las carreteras, entre el escape
de gas de un camión de cargas. para olvidar. Más
allá de la arena: Viejos botes cargados de abadejos que
vienen al atracadero, y acaso el olor de esa humareda
sucia blanqueándolo todo.
Pasan garzas espejeando en blanco sobre el arroyo
Sopas, pasa un ómnibus casi vacío hacia el norte
y en elagua ilota una tararira m uerta.
Nosotros desde el pueblo veíamos arder los pastizales,
el vuelo desesperado de garzas, la agonía de las bogas en
el fondo del Arapey Chico.
Espío en mis zapatos del año pasado desde el fondo de
la silla, escribo la primera línea: “La vida es m ucho m as
bella en la T V ”.

Eider Silva (Pueblo Lavalleja, Salto) nació en 1955. Es


poeta, periodista y gestor cultural. Su obra édita
comprende lineas de fuego (Ediciones de la Banda
Oriental, 1982), Cuadernos agrarios (Ediciones de la
Feria,1985), Un viejo asunto con el sol (Arca, 1987),
Fotonovela Canción de perdedores ( ,
1998), y La cajera del Oxford y otros poemas de am or,
(ediciones abrelios,1999). En 1988 integró el grupo
Fabla.
Ha sido jefe de las páginas culturales de los matutinos
La Hora y Estediario. Dirigió E l E co del Cerro. Desde
1997 es coordinador del Centro Cultural Florencio
Sánchez de la Villa del Cerro.

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