La Discusión Sobre El Canibalismo

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Vol. 30, No.

100 (2009) 39

Fecha de entrega: 15 de octubre de 2008


Fecha de aprobación: 8 de abril de 2009

LA DISCUSIÓN SOBRE EL
CANIBALISMO Y LOS SACRIFICIOS
HUMANOS EN LA DISPUTA DE
SEPÚLVEDA CON LAS CASAS
(1550-1551)
THE DISCUSSION ABOUT THE CANNIBALISM AND THE HUMAN SAC-
RIFICES IN THE DISPUTE OF SEPÚLVEDA WITH LAS CASAS (1550-1551)

Gustavo Zuluaga Hoyos1

Resumen
El propósito de este trabajo es ofrecer un análisis de la discusión sobre el canibalismo y
los sacrificios humanos de los indígenas en el contexto de la controversia entre Las Casas
y Sepúlveda. Dicho análisis es muy relevante, en tanto que permite observar las raíces más
remotas del actual derecho de intervención y de la doctrina de los derechos humanos. Para
tal fin, el autor empieza con una rápida descripción de los motivos que condujeron a la
disputa de Valladolid, al tiempo que enuncia los cuatro puntos en discusión. En segundo
lugar, realiza una descripción más o menos detallada del cuarto argumento de la contro-
versia, que trata en concreto sobre los sacrificios humanos y el canibalismo indígena. Y
concluye mostrando que, al justificar estas prácticas, Las Casas busca ante todo la integra-
ción de las culturas indígenas en el marco general del conocimiento histórico universal.

Palabras clave
Canibalismo, sacrificios humanos, ley natural, guerra justa.

1 Profesor del Instituto de Filosofía Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia. [email protected].


40 Cuadernos de filosofía latinoamericana

Abstract
The proposal of this paper is to offer an analysis of the discussion about the cannibalism
and the native human sacrifices in the contest of the controversy between Las Casas and
Sepúlveda. This analysis is very relevant, because it allows observing the roots more distant
of the actual law of intervention and the doctrine of the human rights. For that effect, the
author begins with a fast description of the causes that drove to the fight of Valladolid, at
the same time that enunciates the four points in discussion. In second place, is realized a
description more or less detailed of the fourth argument of the controversy, which treats
about the human sacrifices and the native cannibalism. And it concludes showing that,
explaining these practices, Las Casas looks for the integration of the native cultures in
the general mark of the historic universal knowledge.

Key Words
Cannibalism, human sacrifices, natural law, right war.

Contextualización giró alrededor de ciertos planteamientos


formulados algunos años atrás por Juan
A principios del siglo XVI, apenas concluida Ginés de Sepúlveda, a la sazón cronista del
la primera fase de exploración de las Antillas emperador Carlos V, en un diálogo titulado
menores y de las costas de tierra firme, un Democrates alter, o de las justas causa de la
grupo de misioneros dominicos, radicados guerra contra los indios. Sepúlveda defendía
desde 1510 en la Española, se propuso de- allí que los indígenas americanos merecían
nunciar a los colonos de la isla a causa de ser sometidos por cuatro razones.
sus numerosos atropellos en contra de los
indígenas recién descubiertos. Esta denuncia, I. Porque eran bárbaros, esto es, semi-
concretada en el sermón pronunciado por hombres (Homunculos) incapacitados para
Antonio de Montesinos en diciembre de 1511, ejercitarse en los menesteres de la vida civil
constituyó en realidad el primer capítulo en y política (de ahí que fueran caracterizados
una larga polémica sobre la naturaleza de los como esclavos por naturaleza).
indígenas americanos y sobre los métodos
de dominación que deberían emplearse para II. Porque violaban la ley natural con la ma-
someterlos al imperio de los españoles. Dicha yoría de sus costumbres, especialmente con
polémica, que incluyó las opiniones diversas la idolatría, la antropofagia y los sacrificios
de frailes, teólogos, filósofos, conquistadores humanos, hecho que justificaría una guerra
o simples funcionarios reales, atravesó toda de exterminio como las que se prescribían
la primera mitad del siglo XVI y su epígono en el Antiguo Testamento.
más famoso fue la discusión de Sepúlveda
III. Porque así se facilitaría el curso de la
con Las Casas en Valladolid, llevada a cabo
evangelización, permitiendo que los predica-
entre agosto de 1550 y abril de 1551, frente
dores, al amparo de las fuerzas militares, pu-
a una junta de catorce eruditos de las princi-
dieran predicar la fe libremente y sin peligros.
pales universidades de España.
IV. Para salvar a muchos hombres inocentes
En relación con la disputa que sostuvieron
de las tiranías de sus propios gobernantes, que
estos dos últimos personajes, vale decir que
fomentaban como costumbres institucionali-
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zadas la práctica “inhumana” del canibalismo polémica de las culturas europeas de la anti-
y de los sacrificios humanos. güedad, lo que le restaría cualidad humanista
a sus reflexiones. Pero es innegable que este
Como puede verse fácilmente, estos plantea- proyecto se manifiesta con gran eficacia
mientos eran tan radicales que, habiéndose cuando Las Casas sostiene, contra el primer
remitido el libro de Sepúlveda a las univer- argumento de Sepúlveda, que la barbarie no
sidades de Alcalá y Salamanca para que sus debía ser entendida como una categoría fija
doctrinas fueran revisadas en detalle, los e inmutable, al modo de una determinación
académicos optaron por que no se conce- ontológica substancial, sino como una cate-
diera el imprimatur. Tal medida enfureció goría tan móvil e indeterminada, tan relativa a
a Sepúlveda, que, para resarcirse, redactó e la historia y a las condiciones culturales, que
hizo publicar en Roma clandestinamente, en podrían caber en ella todos los pueblos del
el año de 1550, una “Apología” de su libro orbe, incluidos los muy civilizados europeos2.
“sobre las justas causas” (donde resumía las
principales ideas del Demócrates), al tiempo Pero quizá este proyecto lascasiano de in-
que persuadía a Carlos V para que citara una tegración de las culturas indígenas en las
junta de letrados con el fin de ventilar más coordenadas de la cultura universal se revele
ampliamente la cuestión. con más nitidez en la discusión del obispo
contra el cuarto argumento de Sepúlveda.
Sin embargo, el reconocido filántropo Bar- Como tendremos ocasión de observarlo a
tolomé de Las Casas, denodado líder de la continuación, Sepúlveda había interpretado
corriente indigenista por casi cuatro décadas, (siguiendo en esto muy de cerca a Vitoria) que
no iba a quedarse con las manos cruzadas. el canibalismo y los sacrificios humanos de
Enterado de las ideas y movimientos de Se- los aborígenes justificaban una intervención
púlveda a su regreso del obispado de Chiapa, bélica para librar a los inocentes que eran
en 1547, también pidió al monarca español injuriados con ellos. Las Casas, en cambio,
que suspendiera las conquistas hasta que le fiel a su actitud polémica frente a Sepúlveda,
fuera posible enfrentarse públicamente al terminará por admitir la legitimidad de tales
cronista imperial. Frente a tanta insistencia, prácticas (aunque en el fondo no las compar-
Carlos V no tuvo otro remedio que ordenar, el tiera) basándose en razones extraídas tanto
16 de abril de 1550, que una junta de eruditos del derecho natural tomista como de la lectura
se reuniera en el mes de agosto en la ciudad de diversos historiadores griegos y romanos.
de Valladolid (Hanke, 1949, p. 322). Con todo, a diferencia de Vitoria, que había
proporcionado en la primera sección de De
Sobra decir que Las Casas respondió a cada
indis el esquema para la integración de los
uno de los argumentos de Sepúlveda, hacien-
aborígenes en los marcos del derecho natural
do gran acopio de erudición y experiencia
europeo, Las Casas no se limita al reconoci-
(como era su costumbre). No obstante, lo que
miento abstracto del derecho de propiedad
tal vez sea menos evidente es que, en cada una
de los indígenas, sino que, como lo ha de-
de sus refutaciones de las tesis de Sepúlveda,
mostrado Mauricio Beuchot (1994, p. 65 y
se percibe siempre el deseo de integrar a las
ss.), dio un paso adelante al reconocer, como
antiguas culturas americanas en el horizonte
un derecho humano inalienable, la validez y
amplio del conocimiento histórico universal.
dignidad de sus culturas. Bosquejada, pues,
Es verdad que, como lo han señalado algu-
nos autores (Góngora, 2004, p. 54; Beuchot,
1994), tal vez este proyecto de integración se 2 Para un análisis pormenorizado del concepto de
bárbaro en el contexto de las obras lascasianas,
viera algo menoscabado por la denigración véase Castañeda, 2002.
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esta breve contextualización, nos corresponde arguye que los aztecas sacrificaban más de
ahora adentrarnos en el examen de este último veinte mil personas cada año. Y que, ade-
punto de la disputa. más, la costumbre de la antropofagia estaba
muy extendida en toda América antes de la
Conquista, según los relatos de Oviedo y de
El cuarto argumento de Sepúlveda muchos otros clérigos y cronistas. Su visión
a favor de la guerra contra los respecto de la intervención militar de los
indios españoles en América se podría interpretar,
entonces, como un deber de asistencia al
El cuarto y último argumento en favor de la oprimido, un deber al que los príncipes de
guerra contra los indios es, como subraya Lo- las naciones civilizadas, como la española,
sada, el “más sólido” de los cuatro expuestos estarían especialmente obligados, a fin de
por Sepúlveda. Y se deriva sobre todo de las refrenar los furiosos instintos de los salvajes
razones I y II, porque, al tiempo que es una que, tanto por la teoría como por sus hechos,
aplicación explícita del deber de castigar los debían ser comprendidos en la categoría de
pecados contra la ley natural (razón II), se los esclavos por naturaleza.
afirma en la certeza de que los aborígenes son,
de hecho, bárbaros cargados de vicios y malas Defender, pues –escribe Sepúlveda
costumbres, y, por tanto, esclavos por natu- en el Demócrates-, de tan grandes
raleza, según la personal interpretación de la injurias á tantos hombres inocentes,
teoría aristotélica de la servidumbre natural ¿qué hombre piadoso ha de negar
confeccionada por el retórico español (razón que es obligación de un príncipe
I). De forma general, este cuarto “derecho de excelente y religioso? Porque, como
guerra” se podría expresar en los términos enseña San Ambrosio, la ley de la
siguientes: la guerra en el Nuevo Mundo virtud consiste, no en sufrir, sino en
se justifica como un medio para salvar a las repeler las injurias. El que pudiendo
víctimas inocentes de los regímenes tiránicos no defiende á su prójimo de tales
implantados por los jefes de los bárbaros, ofensas, comete tan grave delito
quienes consentían la práctica inhumana de como el que las hace (Sepúlveda,
los sacrificios humanos y del canibalismo.
Sepúlveda funda esta afirmación en un prin- 1996, p. 131)4.
cipio del derecho natural según el cual es
un deber de “todos los hombres […] evitar vel ipsorum dominorum apud barbaros vel
que hombres inocentes sean degollados con etiam propter leges tyrannicas in iniuriam
indigna muerte” (1975, p. 64). El argumento innocentium, puta quia sacrificant homines
innocentes vel alias occidunt indemnatos ad
es serio, e incluso lo comparte enteramente vescendum carnibus eorum” (Vitoria, 1917,
Vitoria, quien lo incluye en la tercera sección p. 265) Vitoria había sostenido esta misma
de De indis como uno de los siete títulos le- opinión en una reelección anterior a De indis,
gítimos por los cuales los bárbaros pudieron dedicada al tema de la templanza, donde se
caer en poder de los españoles3. Sepúlveda ocupó sobre todo de cuestiones dietéticas y
reproductivas. Allí escribió: “Los príncipes
cristianos pueden hacer la guerra a los bárbaros
porque se alimentan de carne humana y
3 Al expresar este título de legitimidad de la
sacrifican hombres” (Citado en Castañeda,
intervención militar española en el orden
2004, p. 14).
social amerindio, Vitoria hace énfasis, como
Sepúlveda, en la condición institucional de 4 Según Gilles Bienvenu, Sepúlveda debe ser
los sacrificios humanos y de la antropofagia: considerado como uno de los principales
“Alius titulus potest esse propter tyrannidem precursores del derecho internacional moderno,
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La respuesta de Las Casas a este complejo matanzas y la esclavización indiscriminada


argumento, que en su aspecto formal sigue de los aborígenes, de lo cual se desprenderían
siendo empleado en nuestra época para legiti- “males mayores”.
mar las intervenciones bélicas de las naciones
colonialistas contra los estados más débiles5, Por otra parte, Las Casas puntualiza que los
se desarrolló, como indica Todorov (1982, p. españoles no tenían ninguna autoridad moral
236 y ss.), a partir de dos momentos diferen- para castigar a los amerindios por los sacri-
ciados. En un primer momento, Las Casas ficios humanos o el canibalismo, ya que casi
ataca la tesis de Sepúlveda basándose en todos los pueblos de la antigüedad, incluidos
razones de hecho. Explica que una interven- los más civilizados, como los griegos y la-
ción armada en el Nuevo Mundo no sólo sería tinos, habían reverenciado a sus dioses con
ilícita porque los sacrificios humanos o la an- seres humanos y practicado algunas veces la
tropofagia no se hallaban tan extendidos en el antropofagia. Por ejemplo, en el sacrificio de
Nuevo Mundo como quería darlo a entender hombres, se habían destacado los franceses
Sepúlveda, sino que, incluso, en el caso de y los cartagineses que, no sólo ofrecían en
que esto fuese así, no se seguiría por ello que sus aras más de trescientos hombres por vez,
los príncipes cristianos estuvieran autoriza- sino que, informa Las Casas, mataban a sus
dos para invalidar la autoridad legítima de los propios familiares, y, en casos extremos, se
jefes amerindios, so pretexto de instaurar el ofrecían a sí mismos “por no quedar notados
respeto de los derechos naturales (Las Casas, de poco religiosos” (Las Casas, 2, 1967, p.
1822, p. 10). Más aún, Las Casas desestima 253). Y no debe olvidarse tampoco que los
por completo los supuestos beneficios que españoles, que ahora se jactaban tanto de
se derivarían de una guerra contra los indios sus instituciones y costumbres, no parecían
cuya misión fuera acabar con la antropofagia “haberse quedado muy atrás, pues de ciento
y los sacrificios humanos. Porque la solución en ciento sacrificaba[n] juntos los hombres”
de un “mal menor” (el sacrificio de algunos (Las Casas, 2, 1967, pp. 252-253).
inocentes) implicaría que se multiplicaran las De manera análoga, la antropofagia había
sido una costumbre común en muchas nacio-
en la medida en que sus aportaciones, aunque nes del viejo mundo. Aunque algunos pue-
poco reconocidas en la actualidad, tienen gran blos, como los franceses y los españoles, se
interés en el contexto de los modernos debates
habían visto obligados a comer carne humana
sobre el derecho de intervención y los límites
de la soberanía de los estados (Véase Bienvenu, en momentos de extrema necesidad durante
1994, p. 40). ciertas confrontaciones bélicas, otros, como
5 Como lo ha señalado el Profesor Neil L.
los escoceses, los masagetas o los antropó-
Whitehead, en un artículo clásico sobre fagos preferidos de Las Casas, los escitas, lo
el canibalismo de los pueblos Caribes, el habían hecho por ferocidad y crueldad, y para
concepto de caníbal que los españoles usaron atemorizar a sus vecinos y enemigos (Las
para referirse a los indígenas durante el siglo Casas, 2, 1967, pp. 354-355). En fin, aunque,
XVI tuvo un rol semejante al que tiene en
la actualidad la categoría de “terrorista” en
como admite Las Casas, la antropofagia sea
el contexto de la geopolítica internacional: “muncho cruel bestialidad” y haya sido prác-
“an accusation of cannibalism in colonial tica común entre algunos pueblos del Nuevo
South America funtioned much as the epithet Mundo, especialmente entre los Caribes, no
‘terrorist’ does in modern Europe: i.e. to place se sigue que por esta razón los españoles estén
groups of people beyond the normal political
process and in this way be able to justify various
justificados para someterlos por medio de las
forms of extraordinary violence against them” armas, ya que “no fueron estas gentes solas
(1984, p. 76). en este pecado”. Antes bien, añade el obispo,
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así como las naciones europeas que habían así es de ley natural (Las Casas, 2,
practicado el canibalismo después de la pre- 1967, pp. 242-243).
dicación del cristianismo dejaron “aquellos
vicios”, era creíble que, si se predicaba con A partir de la formulación de este principio,
el método adecuado, lo mismo ocurriría en Bartolomé concluye que los pueblos que ofre-
América, donde la providencia tenía “mun- cen mejores elementos a sus dioses reflejan
chos y muy munchos predestinados, que sin un más elevado nivel de racionalidad que los
alguna duda tiene al fin de salvar” (Las Casas, pueblos que no lo hacen. Y, por consiguiente,
2, 1967, p. 356). que los más devotos en sus sacrificios están
más capacitados para entender las comple-
En cuanto a las razones de derecho para jidades de la verdadera religión. Como él
invalidar esta causa de justa guerra, Las mismo indica enseguida:
Casas sostuvo que, antes que una muestra de
barbarie, los sacrificios humanos –y, en cierto […] aquel hombre o aquella gente
modo, la antropofagia que relacionada con que de mejores y más preciosas y
ellos– eran pruebas concretas de religiosidad costosas y más de sí amadas cosas
y de racionalidad (Zavala, 1984, pp. 90 y ss.). ofrece a Dios sacrificio […] parece
El argumento central de Las Casas era que todo naturalmente formar y tener mejor y
hombre religioso, por un impulso natural, se más noble y digno concepto y esti-
siente inclinado a ofrecer a sus dioses algún mación natural y cognoscimiento de
tributo en señal de reverencia y reconocimien- la excelencia y nobleza y dignidad y
to, y que esto es de derecho o ley natural6. merecimientos de Dios y de la deuda
Sin embargo, como se deduce del ejemplo que las criaturas le deben (Las Casas,
paradigmático de Caín y Abel (véase Génesis 2, 1967, p. 243).
4, 1-5), los hombres también están obligados
por ley divina y natural a ofrecer lo mejor que
De todo esto se desprende que, según Las
poseen, y no elementos viles e inferiores. Las
Casas, la especie del objeto sacrificado
Casas expresa el sentido de esta obligación
permite deducir la índole intelectual y es-
bajo la forma de un principio general: piritual del sacrificante. Así, los hombres
que sacrificaran hierbas, aromas, comidas
Nuestro entendimiento y razón natu- u otros objetos inanimados, se mostrarían
ral juzga y nos enseña naturalmente menos racionales y religiosos que los que
y dicta que a Dios debemos ofrecer ofrecieran a sus dioses seres animados. Con-
cuando le ofreciéremos lo mejor y secuentemente, quienes ofrendaran cerdos,
más precioso que tuviéremos, y esto asnos y otras “bestias viles” que se pueden
con summo cuidado y diligencia, y adquirir fácilmente y por poco precio, aunque
revelarían más racionalidad y devoción que
los que sólo sacrifican cosas inanimadas, sin
6 Las Casas, 2, 1967, p. 175. “Antes que se embargo, serían en realidad menos juiciosos
descubriese la Nueva España y las provincias
e intelectivos que aquellos que ofrecieran a
de Naco, y Honduras y el Perú, por ver el
cuidado que los indios de aquestas islas, en sus dioses caballos, leones, camellos y otros
especial de esta Española y Cuba, tenían de “animales valiosos” (véase Las Casas, 2,
dar [una] parte de los fructos que cogían, como 1967, p. 244). Y, finalmente, como conclusión
primicias, y gastarlos en ofrenda de aquella de sus observaciones, Las Casas puntualiza
manera, comencé a advertir ser de ley natural
que las naciones que inmolaban hombres a
la obligación de hacer a Dios sacrificio, que
antes había leído y no visto”. sus dioses manifestaban un nivel más alto
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de racionalidad y de reverencia por sus de los aztecas y mayas) eran pruebas de ra-
divinidades: cionalidad y devoción, no lo hizo pensando
en que el hecho en sí fuera justificable. Por
Las naciones que a sus dioses ofrecían el contrario, pienso que es posible sospechar
en sacrificio hombres, por la misma que, pese a sus objeciones morales a tales
razón mejor concepto formaron y más prácticas, su perspectiva al respecto hacía
noble y digna estimación tuvieron de parte de un plan más general (explícitamente
la excelencia y deidad y merecimiento polémico e intencionalmente encaminado en
(puesto que idólatras engañados) de esa dirección), en el que era indispensable
sus dioses y, por consiguiente, mejor salvaguardar a toda costa la racionalidad de
consideración naturalmente y más los amerindios, a fin de echar por tierra la
cierto discurso y juicio de razón y acusación de que eran amentes y, por ello
mejor usaron de los actos del enten- mismo, esclavos por naturaleza.
dimiento que todas las otras […] (Las
Casas, 2, 1967, p. 244).
Conclusión
Sin embargo, como sugiere Anthony Pagden Como se ha visto, el proyecto lascasiano de
(1988), esta conclusión era evidentemente integración de las culturas americanas en el
polémica, pues sólo invertía en lo fundamen- horizonte de la historia universal, se verifica
tal el punto de vista de Sepúlveda, para quien de manera ejemplar a partir del reconoci-
los sacrificios humanos y la antropofagia miento de la dignidad y el valor de sus ma-
eran, no solamente evidencias concretas de nifestaciones religiosas; tal reconocimiento
su falta de capacidad racional y buen juicio, lo llevó a sostener contra Sepúlveda que el
sino violaciones flagrantes de la ley natural. canibalismo y los sacrificios humanos de los
En efecto, como decía el humanista español, indígenas se legitimaban con pleno derecho
los aztecas –a quienes se refería explícita- en la ley natural. Por el contrario, Sepúlveda,
mente– no se atenían en sus ritos “al espíritu fundándose en lo que Enrique Dussel denomi-
que vivifica […] sino á la letra que mata”, nara una “lógica totalitaria” (2002, pp. 43 y
sustituyendo una entidad metafísica (las al- ss.), esto es, una identificación de las normas
mas de los hombres) con organismos vivos: jurídicas europeas con el orden universal,
el corazón y la carne de los sacrificados. consideraba que tales prácticas eran inexcu-
En consecuencia, argüía Sepúlveda, ni los sables y justificaban la declaración de una
mexicanos ni, de manera general, los pueblos guerra punitiva. En este sentido, resta decir
amerindios, podían ir con sus ritos más allá finalmente que, concluidas las exposiciones
de un plano meramente sensible, quedando sobre este cuarto punto de la disputa, la junta
incapacitados para entender la “esencia espi- se disolvió sin emitir sentencia alguna. Sin
ritual” de la verdadera religión. embargo, pese a esta indeterminación final
de los jueces, lo que parece concluirse de
Es indudable que Las Casas comprendía
esta discusión que acabo de esbozar es que
perfectamente la sutileza de este argumento
obligó a integrar las costumbres y creencias
de Sepúlveda. E incluso reprobaba la antro-
de los pueblos indígenas en las coordenadas
pofagia de los pueblos caribes como una co-
interpretativas de la tradición europea (ba-
rrupción, aunque accidental, de su naturaleza
sadas de preferencia en el derecho natural),
humana. Sin embargo, hay que decir que si
con lo cual se crearon los precedentes para la
Las Casas consideró que la antropofagia y
ulterior formulación sistemática del derecho
los sacrificios humanos (especialmente los
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de intervención, de la doctrina de los derechos Revista de Filosofía, 40, 35-57. Univer-


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