Movimientos Que Lucharon Por La Independencia Del Peru

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MOVIMIENTOS QUE LUCHARON POR LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ

La Independencia del Perú es un proceso histórico donde aparecieron levantamientos y conflictos

de gran magnitud que propició la independencia política y el surgimiento de la República

Peruana como un estado independiente de la monarquía española. En el siglo XVIII, se

sucedieron muchos movimientos y así como manifestaciones de parte de los indígenas contra la

colonial. Las primeras rebeliones autónomas peruanas surgieron desde 1811 por el descontento

indígena y también se tuvo la colaboración los criollos.

Las rebeliones durante la conquista y el período colonial del Perú se produjeron desde la captura

del inca Atahualpa en la emboscada de Cajamarca, el 16 de noviembre de 1532, y que llevó a la

conquista del Perú por parte de Francisco Pizarro. Algunos pretendidos sucesores de los incas

trataron en varias ocasiones de retomar el país, reconquistar su imperio e instalar de nuevo su

gobierno. La guerra de reconquista incaica la encabezó Manco Inca en 1536, quien puso sitio al

Cuzco y tomó la fortaleza de Sacsayhuaman, consiguiendo aniquilar a importantes partidas de

soldados españoles. Uno de sus lugartenientes, Titu Yupanqui, sitió a la recién fundada ciudad de

Lima, en la costa. Los españoles resistieron tanto en Lima como en el Cuzco, con el apoyo de

miles de indios auxiliares (cañaris, chachapoyas, huancas). Sin embargo, cuando se comenzaba

acabar la comida e inicios de hambruna, Manco Inca decidió retirar a sus fuerzas y se refugió en

las selvas de Vilca bamba, con el propósito de renovar la rebelión. Durante algún tiempo se

pensó enviar a sus tropas a incursionar en los poblados fundados por los españoles, hasta que

resultó asesinado hacia 1542, a manos de unos almagristas a los que había dado refugio. Sus

sucesores, llamados incas de Vilcabamba, mantuvieron la resistencia en dicha zona hasta 1572,

cuando el último de ellos, Túpac Amaru I, fue capturado y llevado al Cuzco, donde fue

ejecutado.

En el siglo XVIII, estallaron en el territorio del Virreinato del Perú protestas y rebeliones de la

más diversa índole, que se originaron, indistintamente, por los abusos de los funcionarios reales

y el mal gobierno de las autoridades virreinales. En especial, los corregidores fueron el centro

principal de las quejas, ya que cometían una serie de abusos y excesos sobre la población

indígena, en lo referente a la distribución del trabajo en las mitas, el cobro de los tributos y el

repartimiento de mercaderías. Las reformas, que implicaron el aumento de los impuestos y otras

contribuciones, fueron otro factor agravante del descontento popular.


Las más importantes protestas y rebeliones estalladas en el siglo XVIII, son en 1724-1736. La

rebelión de los indios de Azángaro, Carabaya, Cotabambas y Castrovirreyna, quienes dieron

muerte a sus corregidores o también llamados funcionarios reales. La rebelión fue cruelmente

reprimida, siendo los indios masacrados, ajusticiados sin juicio y condenados de por vida a

trabajar en las mitas de Potosí y Huancavelica.

Otra fue entre los años 1722-1732. Protestas de Vicente Mora Chimo Cápac, curaca de Chicama

(norte del Perú) y descendiente de los reyes chimúes e incas. Este personaje viajó sin

autorización a España, donde presentó sucesivos memoriales ante el rey de España, reclamo

justicia para los indios y quejándose de los funcionarios reales.

En el año 1737. Rebelión de Andrés Ignacio Cacma Condori y José Orco Huaranca, curacas

pertenecientes a las antiguas panacas incas del Cuzco. En la conjura se hallaban implicados otros

17 curacas. Al producirse hechos violentos en Azángaro, las autoridades virreinales actuaron con

gran rapidez, deteniendo a 89 indios principales del Cuzco, mientras que columnas milicianas

armadas por los mercaderes entraban en Azángaro, donde, tras cometer excesos de todo tipo,

apresaron a 39 indios sindicados como cabecillas de la rebelión. Todos los implicados fueron

condenados a diversas penas. En 1739 la conspiración de Oruro (Alto Perú), bajo el mando de

Juan Vélez de Córdova, personaje que se proclamó descendiente de los reyes incas y exigió a

través de un Manifiesto de agravio el fin de la dominación española.

Entre los años 1742-1756. La rebelión de Juan Santos Atahualpa, caudillo mestizo que se

proclamó descendiente de los Incas y tuvo el propósito expreso de restaurar el Imperio incaico y

expulsar a los españoles. Al frente de las tribus selváticas, logró controlar un extenso territorio de

la selva central del Virreinato del Perú, el llamado Gran Pajonal, llegando a amagar la sierra

central. Si bien la rebelión no llegó a extenderse más allá de esos límites, tampoco pudo ser

sometida por la autoridad virreinal, Juan Santos desapareció misteriosamente en 1756,

desconociéndose la fecha y las circunstancias de su fallecimiento. En 1750 la revolución de

Huarochirí. Encabezada por Francisco Inca y Pedro de los Santos, en protesta por los abusos y

arbitrariedades de las autoridades virreinales. Los insurgentes tomaron la ciudad de Huarochirí, a

cuyo corregidor ajusticiaron. Las fuerzas virreinales, al mando del Marqués de Monterrico,

cercaron Huarochirí, donde los rebeldes resistieron con heroísmo, hasta ser derrotados. Los
líderes de la revuelta fueron apresados; algunos fueron asesinados y otros llevados a Lima, donde

fueron ajusticiados.

El Movimiento de Quitos se dio en 1766, en la que participaron indios y mestizos, en protesta

por el establecimiento de las aduanas. Se produjeron diversos motines y tumultos en dicha

ciudad, a lo largo de dicho año. Desde Lima se enviaron tropas, para apaciguar a la población

exaltada. En 1771 el Movimiento de Pacajes (Alto Perú). Los indios de dicha localidad dieron

muerte a su corregidor y persiguieron a los coadjutores de estos. Igualmente fue reprimido

severamente.

Entre los años 1780-1781 la rebelión de los hermanos Catari en el Alto Perú. Ellos eran Tomás,

Nicolás y Dámaso Catari. Actuaron en relación con la revolución de Túpac Amaru II. Tomás

Catari fue capturado por los españoles y despeñado el 15 de enero de 1781. Sus hermanos

acabaron siendo sucesivamente delatados y apresados. En 1780 la conspiración de los plateros en

el Cuzco. Los plateros Lorenzo Farfán de los Godos, Ildefonso Castillo, Juan de Dios Vera,

Diego Aguilar, Ascensio Vergara, José Gómez y Eugenio Cárdenas, se complotaron con el

influyente curaca de Písac, Bernardo Tambohuacso Pumayali. Descubierta la conspiración,

Farfán de los Godos y otros seis plateros fueron apresados y ajusticiados, en junio de 1780.

Posteriormente fue capturado el curaca Tambowaqso, que fue ajusticiado el 17 de noviembre de

1780, días después del estallido de la revolución de Túpac Amaru II.

La rebelión de, Túpac Amaru II, sin duda, la más importante de este periodo, que estalló en Tinta

el 4 de noviembre de 1780. Descendiente de la realeza inca, José Gabriel Condorcanqui, cacique

de Surimana, Tungasuca y Pampamarca, adoptó el nombre de Túpac Amaru II y encabezó la más

formidable revolución indígena de la época colonial, en protesta por el maltrato que recibían los

indios por parte de los corregidores. Entre sus exigencias figuraba la supresión de los

corregimientos y la creación de una Real Audiencia en el Cuzco para una rápida administración

de justicia, ya que solo existía la Real Audiencia de Lima para todo el territorio del Virreinato. A

estos reclamos, se unió posteriormente su deseo de separarse del yugo español; es decir, su

rebelión, originalmente de tendencia reformista, se convirtió en separatista. Para algunos

analistas, fue el iniciador de la lucha por la emancipación política del Perú.


La rebelión se desato el 4 de noviembre de 1780 en el pueblo de Tinta (50 leguas al sur del

Cuzco) y puso en movimiento a todo el sur del Virreinato del Perú, hasta la región de Charcas.

Repercutió, además, en el resto de los dominios españoles de Sudamérica.

El primer episodio de la revolución fue el apresamiento del odiado corregidor de Tinta, Antonio

de Arriaga, quien fue ejecutado públicamente. Acto seguido, Túpac Amaru se puso en marcha

hacia el norte contando con la simpatía y adhesión de los pobladores que, en su mayoría, estaban

armados de picos, palos, hachas y sólo algunas armas de fuego. En estas condiciones, ganó la

batalla de Sangarará, librada el 18 de noviembre de 1780. Pero no quiso todavía dirigirse al

Cuzco y prefirió retirarse a Tinta, donde el día 27, lanzó un manifiesto explicando las causas que

le habían llevado a la sublevación. Poco después, a inicios de diciembre se dirigió al sur,

atravesó la cadena del Vilcanota, pasó por Lampa, Pucará y penetró en Azángaro, extenso

recorrido con el que pretendía ganar adeptos a su causa.

El virrey Agustín de Jáuregui envió al Cuzco al visitador José Antonio de Areche, con poderes

extraordinarios para detener la rebelión, teniendo como ejecutar inmediato al mariscal José del

Valle. Es así como los españoles, con refuerzos llegados desde Lima, enfrentaron a Túpac

Amaru, que ya por entonces en enero de 1781, se había decidido a atacar el Cuzco. Sin embargo,

éste no pudo doblegar el poderío de las fuerzas realistas y sufrió sendos reveses en las batallas de

Checacupe y Combapata, por lo que se vio obligado a retroceder. Los realistas, en su

persecución, ingresaron a sangre y fuego a Tinta, que fue totalmente destruida. El inca, su mujer

y sus tres hijos huyeron a la villa de Langui donde fueron apresados por la traición de un

partidario suyo. Enseguida, fue a parar a manos de Areche. Sufrió torturas, para que delatara a

sus colaboradores cuzqueños, pero permaneció callado. Finalmente fue sentenciado a muerte.

El 18 de mayo de 1781, en la Plaza de Armas del Cuzco, Túpac Amaru II fue descuartizado a

hachazos, luego de un intento fallido de desmembrarlo usando la fuerza de cuatro caballos.

Previamente, se le obligó a presenciar la muerte de su esposa Micaela Bastidas, de sus dos hijos

mayores y de otros familiares y partidarios suyos. Su hijo menor, Fernando, fue enviado a los

presidios de África. Sus miembros mutilados fueron enviados a distintos puntos del sur del

virreinato y clavados en picas, para que sirviera de escarmiento a las poblaciones rebeldes. Sin

embargo, el espíritu de lucha se mantuvo entre sus partidarios, quienes, encabezados por Diego

Cristóbal Túpac Amaru (primo suyo), se mantuvieron en pie de lucha hasta principios de 1782.
El aterrador sacrificio de Túpac Amaru y la represión feroz de la rebelión (cuyo saldo, según el

cálculo de los mismos represores, fue de 120.000 hombres andinos muertos), avivó más la

rebeldía contra la dominación española. Lo que obligó a la corona española concentrar sus

fuerzas en el sur peruano, de modo que dicha zona se convirtió en el último bastión del poder

español en Sudamérica. Además, en su momento el sacrificio de Túpac Amaru II no resultó

estéril, pues a raíz de esta rebelión se suprimieron los corregimientos y se creó la Real Audiencia

del Cuzco, tal como lo había exigido el inca rebelde.

Una segunda fase de la revolución tupacamarista la protagonizó el caudillo aimara Julián Apaza

en el Alto Perú. Este personaje adoptó el nombre de Túpac Catari (en homenaje a Túpac Amaru

II y Tomás Catari) y que comandaba 40.000 indios puso sitio a La Paz (13 de marzo de 1781);

exigió la entrega de los corregidores y el retiro de los españoles. Aunque suspendió el cerco en

julio, lo estrechó más y lo mantuvo hasta el 17 de octubre, teniendo que retirarse para concertar

nuevas acciones. Pero traicionado y entregado a las autoridades españolas (10 de noviembre) fue

condenado a ser arrastrado atado a la cola de un caballo y luego descuartizado por cuatro

caballos.

Entre el fin de la revolución de Túpac Amaru II y el inicio de la guerra de la independencia

hispanoamericana de 1810-1824, tuvieron lugar en el Perú otras conspiraciones y revueltas,

como las siguientes:

El movimiento de Huarochirí en 1782, encabezado por Felipe Velasco Túpac Inca Yupanqui,

con apoyo del indio Ciriaco Flores y en conexión con Diego Cristóbal Túpac Amaru. Movilizó a

seis pueblos de la provincia de Huarochirí. El virrey envió contra ellos al corregidor de

Huarochirí, al gobernador de Yauyos y a un destacamento de Lima. Los agitadores fueron

sorprendidos y tomados prisioneros. Sometido a proceso, Felipe Velasco Túpac Inca Yupanqui

fue ejecutado en Lima, el 7 de julio de 1783.

La conspiración del Cuzco de José Gabriel Aguilar y Manuel Ubalde en 1805. El primero era un

minero huanuqueño y el segundo un abogado arequipeño, que se conocieron en Lima y se

hicieron amigos. Luego coincidieron en el Cuzco, donde, con el apoyo de diversas

personalidades, tramaron un plan para independizar al Perú y restaurar el Incanato. Delatados

antes de producirse el alzamiento, fueron apresados y ajusticiados, el 5 de diciembre de 1805.


La Independencia del Perú es un proceso histórico donde aparecieron levantamientos y conflictos

de gran magnitud que propició la independencia política y el surgimiento de la República

Peruana como un estado independiente de la monarquía española. En el siglo XVIII se

sucedieron muchos movimientos y así como manifestaciones de parte de los indígenas contra la

colonial. La rebelión de, Túpac Amaru II, sin duda, la más importante de este periodo, que

estalló en Tinta el 4 de noviembre de 1780. Descendiente de la realeza inca, José Gabriel

Condorcanqui, cacique de Surimana, Tungasuca y Pampamarca, adoptó el nombre de Túpac

Amaru II y encabezó la más formidable revolución indígena de la época colonial.


Bibliografía

Basadre Grohmann, Jorge (2005). Historia de la República del Perú (1822-1933).

Roel Pineda, Virgilio: Conatos, levantamientos, campañas e ideología de la independencia.

Historia del Perú. Perú Republicano. Tomo VI. Cuarta edición. Lima, Editorial Mejía Baca,

1982.

Tauro del Pino, Alberto: Enciclopedia Ilustrada del Perú. Tercera Edición.

Leguía y Martínez, Germán: Historia de la Emancipación del Perú: el Protectorado. Tomo III.

Lima 1972.

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