Pto Saavedra

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LLEGAMOS HASTA PUERTO SAAVEDRA Y EL LAGO BUDI, VENTANAS

DE LA ARAUCANÍA AL PACÍFICO QUE NOS MOSTRARON EL VALOR


ÉTNICO DE LA REGIÓN.
El río Imperial corre sometido a la geografía hasta que finalmente se libera cuando llega al Pacífico. Es ahí, en Puerto Saavedra,
donde el paisaje costero se vuelve agreste y fascinante, se carga de historia y significación cultural.

Desde sus orígenes habitada por la cultura mapuche, esta localidad capital de la comuna fue fundada por Cornelio Saavedra en
1885. Luego del maremoto de 1960, Saavedra dejó de ser un puerto fluvial para pasar a ser un atractivo balneario muy visitado por
chilenos y turistas extranjeros.
En el centro urbano, en la Ruka Witral o Casa del Telar se elabora y vende artesanías en fibra vegetal y textiles mapuches, además
de brindar información turística sobre toda la región.

Al igual que los antiguos pobladores lafkenche, lo cual significa “gente de la costa”, los pescadores artesanales se extienden a lo largo
de la amplia orilla del mar.

Caminar por la Maule, la playa principal de la comuna que se extiende a lo largo de 4 kilómetros, permite sentir la brisa marina y la
fina arena bajo los pies. Además, en verano su Ruka Newen Lafken invita a probar frescas tortillas al rescoldo, entre otras comidas
típicas.

Otro sitio es Los Pinos, una playa más reparada con área de camping y esparcimiento para disfrutar en familia.
Pero sin dudas el lugar más pintoresco de Puerto Saavedra es lago Budi, situado a 10 kilómetros al sureste de la ciudad. En el sector
conocido como la Boca Budi, esta albúfera o espejo de agua salada se une al óceano Pacífico formando espectaculares playas donde
se pueden contemplar cisnes de cuello negro que completan la paradísiaca estampa.

A orillas del lago, el pintoresco caserío de Puerto Dominguéz recibe el nombre de “el jardín del Budi”. El poblado cuenta con
comercios, servicios e infraestructura para los visitantes y es el punto desde donde zarpa el transbordador Carlos Schalchli hacia isla
Huapi. En este lugar, la Ruka Lafken Leufu recrea las costumbres y tradiciones mapuches en un entorno de singular belleza escénica.

De esta manera, al recorrer la costa de la Araucanía no sólo nos dejamos maravillar por sus riquezas naturales, sino también por el
encanto de su historia que se refleja en cada contacto con la gente del lugar.

Hito 6 Puente Puyangue members who had been captured. Doña Inés was able to survive
the siege, as stated in the records of the abandonment of the city, and her heroic effort made
her deserving of later recognition by the Spanish Crown. The Doña Inés island was the stage
for the particular adventure of Don Isidoro Errázuriz, a journalist and Chilean politician at the
end of the 19th Century, who sent for species such as deer, tortoises and exotic birds to be
brought to decorate the island. However, the animals could not withstand the strong
southern rains, putting a quick end to the orator’s fantasy of establishing a tropical paradise
on the island. Continuing along the Coastal Highway, on one of the heights of the road, to
the right side you will find a rural transport lodge, carrying the name “Paradero vista A esta
altura del camino, advertirá cómo comienzan a avistarse los humedales que se nutren del
río Moncul, el que podrá contemplar desde el Hito 6 o Puente Puyangue. El río Moncul se
origina en la laguna de Trovolhue, hacia el noreste. Este cuerpo de agua destaca por ser la
laguna de mayor tamaño de Carahue y forma parte de la subcuenca del Moncul, la segunda
con mayor extensión de humedales de la región de La Araucanía, luego de la
correspondiente al río Queule, en la comuna de Toltén. Existen 26 humedales que se
forman en las inmediaciones del río Moncul. Dichos espacios, que a una primera vista no
revisten mayor particularidad, son, en efecto, reservorios donde se concentra una rica
biodiversidad de especies animales y vegetales, siendo un escenario ideal para
a observación de diversas aves, como los cisnes de cuello negro (Cygnus melancoryphus).
Alrededor de las totoras (Scirpetum californiae) y junquillos (Juncetum procerii) habita
también el coipo (myocastor coypus), un tipo de roedor propio de Sudamérica parecido al
castor, que encontrará en las vegas, lagunas y lagos que comprende esta ruta. Los
habitantes de la zona lo describen como un animal “mañoso” que tiende a alejarse de los
humanos, pero que, por las noches, sale de sus guaridas dejándose ver. Desde la ruta
terrestre en que nos encontramos, la riqueza y biodiversidad de los humedales no puede
apreciarse a cabalidad. Le recomendamos que al final de este ámbito, en la localidad de
Nehuentue, consulte por operadores turísticos que realizan un recorrido por el río Moncul y
sus humedales. Arriba de un bote – y preferentemente de noche –se podrá internar en ellos
y, si tiene suerte, observar alguno de estos esquivos animales y una diversidad de aves
que pueden apreciarse mejor después del ocaso. Si bien en la actualidad el río Moncul sólo
permite el paso de botes de bajo calado, a principios del siglo XX formaba parte del circuito
fluvial del territorio, conectando la ciudad de Carahue con la vecina localidad de Trovolhue.
Desde allí se embarcaban maderas para ser distribuidas en distintos puntos del país y se
reparaban embarcaciones, lo que la transformó en un punto necesario de detención de la
ruta fluvial del territorio. Luego de cruzar por el puente, continúe un largo tramo por la
Carretera de la Costa hasta llegar al kilómetro 54 de la ruta hacia Tirúa, donde encontrará
un cruce para acceder a la localidad de Hueñalihuen. Nos encontramos en una zona
prioritariamente indígena, formada por comunidades que descienden de aquellos lafkenche
que escaparon de los colonos chilenos que comenzaban a poblar la provincia de Arauco, a
mediados del siglo XIX. Son 8 las comunidades indígenas que habitan el sector norte de la
costa de Carahue, desde la localidad de Casa Piedra, al norte, hasta la playa de Coi Coi, al
sur. En conjunto se encuentran organizadas bajo la agrupación Newen Pu Lafkenche
(“fuerza de todos los lafkenche”) de la cual se desprende una asociación de buzos
mariscadores, una agrupación de mujeres recolectoras de orilla y una organización turística.
Aproveche de consultar en esta zona por mujeres que aún practican la artesanía en ñocha,
planta bromeliácea, similar a la pita, que se utiliza para la creación de diversos productos
de cestería, los que son comercializados por algunos miembros de la agrupación turística,
en la localidad vecina de Casa Piedra. En Hueñalihuen, baje por el camino hacia la playa
donde podrá observar el océano y tener un punto de detención en el viaje. Pregunte a los
vecinos si el estado de las mareas permite el paseo por la playa hacia el sur para así llegar
al estero Pichico y el camino del mismo nombre, escenario de una de las leyendas más
conocidas de la localidad y la comuna. Cuentan que Pedro de Valdivia en su recorrido por
la costa advirtió lo cansadas que viajaban sus mulas y, para restarles peso, se vio obligado
a enterrar la carga de oro que llevaba. El punto donde se cree que yace aún escondido el
tesoro es este camino, lo que ha motivado que más de algún aventurado haya intentado
desenterrarlo sin tener éxito. Quizás ello se deba a la creencia local de que éste, y otros
tesoros españoles que se encontrarían desperdigados por la zona desde tiempos de La
Imperial, tienen un dueño predestinado. Así, los locales señalan que sólo aquel que posea
las características físicas y/o genealógicas que el tesoro demanda, podrán desenterrarlo,
de lo contrario éste “se corre” para evitar ser encontrado. Hito 7 Mirador Natural Los
Arrayanes Saliendo del camino de Hueñalihuen retome la Carretera de la Costa
devolviéndose hacia el sur. A unos 7 kilómetros se encontrará con el cruce hacia Lilicura,
tome el camino rural que lo conducirá al Hito 7: Mirador natural Los Arrayanes, desde donde
podrá observar bellas vistas de los acantilados que caracterizan la zona costera de la
comuna de Carahue. En este punto, deténgase y baje de su vehículo para realizar un
ascenso por el camino de tierra. Unos metros más arriba encontrará bellas panorámicas
del Océano Pacífico y, si el día está despejado, podrá avistar hacia el norte la Isla Mocha.
Desde los empinados acantilados en que se encuentra, podrá ver los pequeños bordes de
costa en los que se desarrollan estrategias extractivas ancestrales, como lo es la
recolección de orilla, principal actividad de las comunidades aledañas. Aquí los habitantes
recolectan algas marinas como la luga luga (Iridaea spp), que es utilizada con fines
industriales y cosméticos o el cochayuyo (Durvillaea antarctica), conocido en mapudungun
como kollof o kolloi. Las algas son comercializadas en los alrededores. Más al norte, en la
localidad de Casa Piedra, las comunidades se encargan de trasladarlo en yuntas de bueyes
hasta los mismos puntos de distribución, los que suelen estar entre Tirúa y Temuco.
También en este Hito podrá observar la avifauna característica del litoral costero, donde
prima el pato lile (Phalacrocorax gaimardi), un bello cormorán de patas coloradas propio de
las costas de nuestro país. Su gran presencia en esta zona le da nombre a la localidad
vecina de Lilicura. (“Piedra de los patos lile”) Continuando el recorrido hacia el sur, en el
kilómetro 17 de la ruta a Tirúa, se ubican las playas de Coi Coi y, más al sur, La Lobería,
sin lugar a dudas, el balneario más popular de la zona. En verano es visitado por familias
de Carahue y Saavedra, quienes se acomodan en la playa para hacer picnic o disfrutar un
asado. El nombre “La Lobería” se debe a la presencia de una colonia de lobos marinos de
un pelo (Otaria flavescens), que residía en los acantilados próximos y solía apostarse en la
gran roca que se encuentra en el océano frente a la playa. El terremoto de 1960 originó en
este lugar otra de las historias que se transmiten de boca en boca y que recientemente fue
rescatada en un libro de tradiciones locales: el lobo blanco. Según cuentan, momentos
antes del maremoto, un lobo blanco que habitaba el sector vaticinó el peligro, llevándose a
su colonia lejos, lo que evitó que murieran con el tsunami que azotó las costas. Hoy, la
historia cobra nueva vida, ya que después del terremoto de febrero del año 2010, la colonia
migró de la playa, dejando a sus habitantes a la espera de su regreso. Fíjese atentamente
si logra avistar a algún lobo, pues estos son, sin duda, uno de los mejores atractivos de este
balneario. Hito 8 Costanera de Nehuentue. Retome la Carretera de la Costa hacia el sur
hasta el cruce de la localidad de Tranapuente, donde deberá tomar la ruta S- 36 hacia la
derecha que lo conducirá al poblado de Nehuentue, lugar donde se ubica el Hito 8 o
Costanera de Nehuentue. Nehuentue es una bella caleta de pescadores al suroeste de la
comuna de Carahue, próxima a la ciudad de Puerto Saavedra, en la confluencia de los ríos
Imperial y Moncul, a 3 kilómetros de la desembocadura del mar. La zona se caracteriza por
la pesca de estuario, dando pie a un rico desarrollo gastronómico, que puede observarse
en los locales de comida al paso y cocinerías que se ubican en su costanera. La pesca aquí
se desarrolla tanto en el mar como en el río, primando la obtención de especies como el
róbalo, la lisa y, en el océano, la corvina. Para obtenerlos, los pescadores de Nehuentue
ejecutan distintas técnicas –como la de “calado”, la “de barrera” o la “de corrida”–, las que
son el resultado de un conocimiento vasto del medio ambiente que les permite interpretar
el estado del mar y su comportamiento. Le recomendamos observar cómo se desarrolla
esta actividad, en especial, el momento en que salen las redes llenas de peces, que
después podrá degustar en alguno de los puestos de comida. Otra especie característica
de la zona es el choro maltón o choro zapato (Choromytilus chorus), molusco bivalvo que
se encuentra aquí en abundancia y es conocido por su alto valor proteico, rico sabor y el
gran tamaño que puede alcanzar. Nehuentue es uno de los puntos del país reconocidos
por la presencia de este molusco, pues a 2 kilómetros de la caleta de pescadores se ubica
un banco estuarino, desde donde se extrae para luego comercializarlo o elaborar uno de
los platos más populares de la localidad: los choritos al vapor. Ahora, si desea aventurarse
a degustar un típico plato local, que no suele estar dentro del menú de las cocinerías,
consulte por el Mangueto, cocimiento típico de los pescadores de esta zona, que contiene
papas y pescado, enriquecido con un poco de harina tostada para que le otorgue mayor
consistencia. Bordeada de ríos, Nehuentue se conecta con los puntos cercanos a través de
balseos que la comunican con las costas hacia la playa de Moncul (ver recuadro: Circuito
Sugerido Moncul - Los Obispos) y Puerto Saavedra. Diríjase por la costanera hacia la
izquierda, donde encontrará la balsa que podrá transportar su vehículo hacia la entrada de
esta ciudad, en un trayecto que no tarda más de 15 minutos. Aquí concluye el Ámbito 2:
Costa Pacífico Norte, dando paso al Ámbito 3: Puerto Saavedra, donde encontrará
alojamiento y así podrá retomar el viaje al día siguiente.
Al Ámbito 3: Puerto Saavedra se accede desde el puente de Tranapuente para después
tomar la ruta S-40, en la ribera sur del río, hasta Puerto Saavedra, o desde Nehuentue
cruzando el río Imperial a través del balseo. Si escoge esta alternativa, en la ribera sur del
río tomará la ruta S-416 la que bordea el último tramo del curso del Imperial. Hacia el este,
o izquierda, podrá apreciar la planicie fluvial, formación geológica que le otorga al paisaje
una gran profundidad en la que sobresalen algunos coigües que son testimonio de los
bosques que poblaban la zona.
Puerto Saavedra, helado en las riberas del Imperial: las desembocaduras enarenadas, el
glacial lamento de las gaviotas que me parecían surgir como azahares tempestuosos, sin
que nadie arrullara sus follajes, dulces desviadas hacia mi ternura, despedazadas por el
mar violento y salpicadas en las soledades. “Canto General”, Pablo Neruda.
A mediados del siglo XIX se instalan en las cercanías de la desem - bocadura del río
Imperial los misioneros capuchinos. Con ellos se empieza a formar un pequeño caserío, el
que es el precedente del poblado que fundara Cornelio Saavedra, en 1885, con el nombre
de Bajo Imperial. Veinte años después, en 1906, el asentamiento ribereño cambia su
nombre a Puerto Saavedra, en homenaje al responsable de la ocupación de La Araucanía
y fundador del lugar. Con la llegada de colonos chilenos y extranjeros, el área empie - za a
desarrollarse comercialmente de la mano de la navegación y la instalación del puerto
marítimo y fluvial en Puerto Saavedra, el que unía el Océano Pacífico con Carahue a través
del río Imperial. El auge dura cerca de medio siglo. Luego, el cierre del puerto marítimo, el
abandono de la ruta fluvial y, finalmente, el terre - moto y maremoto del 22 de mayo de
1960, dan fin a la historia portuaria de la ciudad. A partir de entonces, Puerto Saavedra se
reconstruye como un “puerto sin puerto” que busca insertarse en la escena regional y
nacional como un destino turístico.
Al Ámbito 3: Puerto Saavedra se accede desde el puente de Tranapuente para después
tomar la ruta S-40, en la ribera sur del río, hasta Puerto Saavedra, o desde Nehuentue
cruzando el río Imperial a través del balseo. Si escoge esta alternativa, en la ribera sur del
río tomará la ruta S-416 la que bordea el último tramo del curso del Imperial. Hacia el este,
o izquierda, podrá apreciar la planicie fluvial, formación geológica que le otorga al paisaje
una gran profundidad en la que sobresalen algunos coigües que son testimonio de los
bosques que poblaban la zona.
Hito 9 Ruinas de la Casa Duhalde
Al final de la ruta S-416, en el acceso a Puerto Saavedra, encontrará el Hito 9 o Ruinas de
la Casa Duhalde. Estos vestigios en el borde río corresponden a las bodegas de una antigua
casa patronal que perteneció a las familias más adineradas de Puerto Saavedra: primero a
los Duarte, luego a los Winter, después a los Duhalde y, finalmente, a los Lüer. Las ruinas
que observa son solamente una pequeña porción de lo que fuera ese lugar, ya que, antes
de 1960, ahí se encontraba una gran casa patronal de madera, bodegas y un muelle
particular, entre otras construcciones. A pesar de sus diferentes dueños, este lugar es
llamado por los habitantes de la comuna como “la casa Duhalde”. Lo anterior es en recuerdo
de quien fuera, a principios del siglo XX, el administrador de la Sociedad Agrícola del Budi:
José Duhalde. Se cuenta de él que era un hombre abusivo con sus trabajadores, que a
algunos los castigaba arrastrándolos por el pueblo con caballos. Historias como estas se
mantienen vivas en la memoria de los vecinos de la comuna. A principios de los ’90 se filmó
en Puerto Saavedra la película chilena La Frontera, la que, en parte, retrata el drama del
maremoto de 1960. Algunas escenas fueron registradas en las ruinas de la casa Duhalde
y en éstas es posible observar palmeras que hoy ya no se encuentran en el lugar. Su
ausencia se debe a que sólo parte de la casa patronal fue arrasada en el maremoto, el resto
fue destruido progresivamente por el río, ya que la desembocadura del Imperial quedó
frente al predio cuando se desplazó 5 kilómetros al norte, producto de la actividad sísmica,
hecho que contribuyó a erosionar el espacio costero en el que se encuentra. Luego de dejar
el Hito 9, ingrese a Puerto Saavedra por Calle Ejército, su principal avenida. A la altura de
la calle Caupolicán se encontrará con la Plaza de Armas. Aquí empezará un pequeño
recorrido por los vestigios del terremoto y maremoto de 1960, el que es, sin duda, el hecho
más relevante de la historia local reciente. El detalle de los hechos es el siguiente: el día 21
de mayo de 1960 se sucedieron dos sismos en el sur de Chile con epicentro en Concepción
y de una magnitud de 7.5. Éstos fueron sólo un anticipo. El día 22, a las 15:11 horas se
produjo un terremoto de 10 minutos de duración que alcanzó un magnitud de 9.5 grados en
escala de Richter. Se trataba del mayor sismo jamás registrado y afectó el sur del país
desde Concepción hasta la península de Taitao. Después del terremoto vino un maremoto
que azotó las costas sureñas desde Talcahuano, por el norte, hasta Puerto Aguirre, en
Aysén. Los lugares más afectados fueron la isla Guafo, Maullín, Caleta Mansa, Corral,
Mehuín, isla Mocha y Puerto Saavedra. Del antiguo puerto quedaron en pie sólo 13
construcciones, dos de ellas se encuentran en las inmediaciones de la Plaza de Armas y
corresponden al antiguo molino (ubicado en la calle Maipú entre las calles 21 de Mayo y 8
de octubre) y el Liceo Reino de Suecia (emplazado en la calle Maipú, entre 8 de octubre y
Ejército). Si bien la tragedia sólo cobró 12 víctimas, la historia de Puerto Saavedra dio un
giro radical. Un ejemplo es la Plaza en la que usted se encuentra. Ésta era, antes del
maremoto, el centro de la ciudad y en sus alrededores se localizaban los principales
servicios públicos. Los puertosaavedrinos aún recuerdan el ajetreo y la pérgola de la plaza,
que consideraban como la más linda de la región. Cuando la ciudad se reconstruyó, el
centro se desplazó hacia el sur, hacia la Plaza Arturo Prat y la Plaza de Armas perdió su
protagonismo. Continúe su recorrido tomando la calle Caupolicán; una cuadra hacia el este,
se ubica la calle 18 de Septiembre. En esta costanera también encontrará huellas del
terremoto. La primera de ellas es la calle misma, que antes del sismo era la principal
avenida de Puerto Saavedra. Actualmente, la acera poniente está bajo el río Imperial y aún
es posible observar las fundaciones de algunas construcciones, como el primer generador
eléctrico frente al Hospital viejo, en la intersección entre Caupolicán y 18 de Septiembre, y
las ruinas de una antigua panadería, frente a calle Fresia. En este punto también podrá
apreciar la desembocadura del río Imperial.
Hito 10 Cementerio Municipal de Puerto Saavedra
Siga su recorrido por la costanera hasta la calle San Sebastián y diríjase hacia el inicio del
camino al Temo, en el oeste, ahí encontrará el Hito 10 o Cementerio Municipal de Puerto
Saavedra, lugar que ofrece una panorámica privilegiada que le permitirá observar la ciudad
de Puerto Saavedra, el río Imperial y sus vegas, junto con la costa del Oceáno Pacífico.
Además de su riqueza paisajística, este punto posee un innegable valor dentro de la historia
local, pues, el cementerio se ubica en las cercanías del cerro Stella Maris, también llamado
cerro de los Curas. Ambos nombres recuerdan a los misioneros capuchinos –primero
italianos, luego españoles y, finalmente, alemanas bávaros–, que llegaron a la región a
mediados del siglo XIX. Fue el gobierno chileno el promotor del ingreso de los capuchinos,
pues se veía en la misión una oportunidad para asimilar a la población mapuche y así
solucionar el problema que representaba el Estado de Arauco, el que dividía el territorio
chileno en dos. Los padres Angelo Vigilio di Lonigo y Constancio fueron los primeros
capuchinos en arribar a Puerto Saavedra y al lago Budi. Con ellos se inicia la historia de la
misión de Bajo Imperial, luego llamada Stella Maris, la que se entreteje irremediablemente
con la de Puerto Saavedra y del lago Budi. Así, los misioneros fueron partícipes y
observadores de episodios tales como las consecuencias del naufragio del Joven Daniel
(1849), el hundimiento del Vapor Maule en el cerro Cholñi (1856), el último levantamiento
mapuche (1881) y la instalación de la Sociedad Colonizadora del Budi, liderada por
Eleuterio Domínguez (1903), entre otros. El cementerio municipal en el que se encuentra
dependió, en su origen, de la parroquia de Saavedra, fundada por la Orden Capuchina.
Recorriendo dicho cementerio, junto con disfrutar de las distintas vistas que éste ofrece,
encontrará las tumbas de connotados vecinos de Puerto Saavedra, entre ellos, el mausoleo
de la familia Duhalde y la tumba de Augusto Winter (1868-1927), creador de la primera
biblioteca pública de la zona y poeta cuya creación más conocida es “La fuga de los cisnes”,
poema inspirado en la avifauna local. Al salir del cementerio desande camino y diríjase a la
esquina de San Sebastián con Ejército, donde se emplaza la Iglesia del Sagrado Corazón
de Jesús. Esta parroquia nace con la misión de Saavedra, ubicándose originalmente en las
inmediaciones del cementerio que acaba de conocer. Después, a la par con el desarrollo
del pueblo, fue traslada hacia la parte baja de la ciudad. Como podrá deducir por su diseño,
la iglesia es posterior al maremoto. Esta construcción le da la espalda al mar. No siempre
fue así. La iglesia antigua tenía su acceso por la calle 18 de Septiembre, pero después de
la reorganización de la ciudad, el ingreso quedó hacia la calle Ejército. La primera piedra
de la nueva parroquia fue instalada en 1967 y su inauguración se realizó el 12 de octubre
de 1968. De acuerdo al relato de los vecinos de Puerto Saavedra, su diseño –sea por
conmemoración o protección –evocaría un rompeolas, el que evitaría que el mar se la lleve
en el caso de ocurrir un maremoto como el del ‘60. La riqueza de este espacio no se limita
a sus particularidades arquitectónicas, sino que también es el escenario de la festividad
católica más importante de la comuna: la fiesta de San Sebastián, el día 20 de enero. La
imagen de San Sebastián llegó a Puerto Saavedra a fines del siglo XIX y la fiesta del santo
se celebró por primera vez el 20 de enero de 1891 con gran concurrencia de fieles. En 1948,
la peregrinación de enero se vio enlutada por el hundimiento del vapor Cautín en el río
Imperial, tragedia que, como le contamos con anterioridad, aún es recordada por los
vecinos de Puerto Saavedra y Carahue. Pese a que los hechos de 1960 causaron daños
significativos en la Iglesia, la imagen de San Sebastián resultó ilesa, hecho que habría
aumentado la fe en el santo. Todavía hoy, los días 20 de enero un gran número de
creyentes viaja a Puerto Saavedra a pagar las mandas realizadas a San Sebastián. Retome
su camino por la calle Ejército hacia el sur. Pasará por la Plaza Arturo Prat, actual centro
de Puerto Saavedra. En sus inmediaciones encontrará los principales servicios públicos de
la comuna. Siguiendo la ruta, tome el desvío hacia Villa Maule -Boca Budi. En el camino
podrá ver la caleta y el centro gastronómico a los pies del cerro Huilque. La caleta se
encuentra en la orilla de la laguna del Imperial, donde los pescadores realizan pesca de
estuario, principalmente los meses de primavera y verano, obteniendo diversas especies
como la corvina, el pejerrey de mar, el tollo y la lisa. Pescados que podrá degustar en el
centro gastronómico, junto con empanadas y sopaipillas.
Siguiendo el camino hacia el sur, en el terminal de Villa Maule, puede ingresar a la Villa y
llegar hasta la Playa Maule, a los pies del cerro del mismo nombre, lugar donde
antiguamente se encontraba la desembocadura del río Imperial.
Hito 11 Mirador del Cerro Maule
Volviendo al terminal, tome la ruta que sube hacia el cerro. Ahí se encontrará en el Hito 11
o Mirador Cerro Maule. Llamado originalmente Cholñi, tomó su nombre actual luego de que,
en 1856, encallara el vapor Maule tratando de acceder al puerto a través de la
desembocadura del Imperial, que en ese entonces se hallaba a los pies del cerro. El
naufragio de embarcaciones en las inmediaciones de la barra antigua, no era poco
frecuente, esto pues, se trata de una zona de costa expuesta a la que se suma una
desembocadura no idónea para el ingreso de navíos. Así, junto con el Maule, encallaron
tratando de cruzar la barra los vapores Biobío (1898), Lumaco (1907), Tirúa
(1908), Tomé (1909), entre otros. Sin embargo, estos no son los únicos naufragios que se
registran en el área. Hacia el sur, se recuerdan aún los hundimientos del bergantín nacional
Joven Daniel en Puaucho (1849) y el vapor Flamstead, frente a Malalhue, en la comuna de
Teodoro Schmidt (1893), ya que tuvieron un gran impacto para las poblaciones costeras.
Además de su valor histórico, este hito presenta una de las panorámicas más bellas del
área. Su gran amplitud y profundidad da la posibilidad de observar y comprender un espacio
marcado por la confluencia de cuerpos de agua: costa del Océano Pacífico, laguna del
Imperial, río Imperial y su desembocadura; más al norte, la confluencia entre el Moncul y el
Imperial y, si la bruma lo permite, la isla Mocha. El paisaje que observa tiene sólo 50 años.
Antes del terremoto, la desembocadura se encontraba a los pies del cerro y la laguna del
Imperial formaba parte del río. La desembocadura actual, ubicada kilómetros más al norte
frente a la ciudad, se desplazó originalmente hasta la altura de la casa Duhalde, sin
embargo, con el tiempo ha ido bajando hacia el sur, tratando de retomar su curso anterior.
Se trata, entonces, de un ambiente dinámico moldeado constantemente por las aguas

Hito 12 Boca Budi Prosiga su recorrido hacia el Hito 12 o Boca Budi, un par de kilómetros
hacia el sur desde Cerro Maule. Boca Budi, un bello e importante balneario regional, es el
punto donde el lago Budi desagua en el mar a través del río del mismo nombre. Esta unión
entre el lago y el océano es esporádica, puesto que la acción de la marea y el oleaje
producen una barra de sedimentos en la boca que se encuentra presente gran parte del
año. Cuando llueve los niveles del lago se elevan, inundando parte de las riberas. Para
volver las aguas a su nivel normal, el lago es desagua do de manera artificial entre dos a
cuatro veces al año. Esta dinámica ambiental es bien conocida por los habitantes de la
zona, llamando al proceso de desagüe como que “está corriendo el Budi”; también, la
apertura del lago tiene cierta significancia sociocultural, de modo que, cuando se despeja
la barra, se realiza un llellipun –o rogativa mapuche – para pedir permiso. Junto con el valor
ambiental de Boca Budi, este lugar también forma parte de la historia de navegación en el
área. Antiguamente, en Boca Budi se ubicaba un muelle desde donde zarpaban vapores y
otras embarcaciones menores que hacían la ruta del lago, uniendo así Puerto Saavedra
con Puerto Domínguez. En este hito finaliza el Ámbito 3: Puerto Saavedra. Desde aquí
puede seguir su ruta hacia el Ámbito 4: lago Budi o retomar la marcha al día siguiente,
pernoctando en Puerto Saavedra.
Lago Budi Lake Budi
Reina en el lago de los misterios tristeza suma: los bellos cisnes de cuello negro terciopelo,
y de plumaje de seda blanca como la espuma, se han ido lejos porque el hombre tiene
recelo. (…) Eran del lago la nota alegre, la nota clara, que al panorama prestaba vida y
animación; ya fuera un grupo que en la ribera se acurrucara, ya una pareja de enamorados
en un rincón. “La fuga de los cisnes” Augusto Winter, poeta local.
Al sur de Puerto Saavedra se encuentra el Budi, un importante lago de aguas salobres que
ocupa una superficie aproximada de 51 km2, y cuya forma irregular da origen a una serie
de ensenadas anchas y poco profundas. El lago y los 14 km2 de humedales que lo
circundan, son ricos reservorios de biodiversidad. Así, el Budi es el hábitat de 11 especies
de peces, una de ellas endémica: el huaiquil (Micropogon manni); mientras que los
humedales albergan a 132 especies de aves. Esta naturaleza de especial belleza es
habitada por comunidades mapuche Lafkenche, pueblo originario que le ha dado a este
espacio un cariz particular. Durante el dominio español, al territorio que se extendía al sur
del río Cautín se le denominaba Ultra Cautín y era habitado por distintos grupos indígenas,
entre ellos los mapuches del Budi, quienes vivían en la costa del lago Budi y las cercanías
de los ríos Queule y Toltén. Estos grupos se encontraban lejos de los escenarios militares
y de la frontera del Biobío, lo que contribuyó a que se mantuvieran al margen de las crónicas
hasta 1849, año en que naufragó en las costas de Puaucho el bergantín nacional Joven
Daniel. Por esos mismos años, arribaban al área los misioneros capuchinos, dando inicio
al entramado de relaciones interculturales que caracterizan el territorio hasta el día hoy.
Al Ámbito 4: lago Budi, ubicado al sur de la comuna de Saavedra, se accede desde Puerto
Saavedra por la ruta S- 282, conocida como el camino a Puaucho, siendo el puente Budi el
punto que marca el ingreso al ámbito. Desde este lugar es posible apreciar el río Budi y
empezar a distinguir algunas de las 132 aves que pueblan el sector. Luego de cruzar el
puente Budi, se encontrará en un área netamente rural, a la que se internará a través de un
camino sinuoso, en el que podrá apreciar los brazos de agua que forman la costa irregular
del lago Budi. Después de dejar atrás el cruce a la península de Romopulli (ver recuadro:
Circuito Sugerido Romopulli), unos metros más al sur del puente Opazo, vire a la izquierda
y diríjase a la Escuela del Magisterio de Deume. En una de sus salas se halla un pequeño
museo local, donde se exponen piezas arqueológicas y etnográficas de las poblaciones
mapuche que tradicionalmente han habitado el sector. Aquí encontrará piezas cerámicas,
ollas, fotografías y un wampo o canoa. El museo funciona en horario escolar, de modo que
le recomendamos planificar su jornada a fin de poder a visitarlo con calma. Además, una
vez estando aquí, le sugerimos que converse con el encargado para que sea él quien le
cuente la historia del museo y los detalles de la colección.
Hito 13 Vega Deume Retome la ruta hacia Puaucho, aproximadamente 12 kilómetros al sur
de Puerto Saavedra se encontrará con una gran explanada, la que corresponde al Hito 13
o Vega Deume. Éste es uno de los humedales más extensos de las riberas del lago,
ecosistemas que se caracterizan por la abundante presencia de avifauna. En el lago Budi
se han registrado 132 especies de aves, lo que corresponde al 30% de la avifauna nacional.
De éstas, las más numerosas son el pidén (Rallus sanguinolentus) y la gaviota cahuil (Larus
maculipenis). También viven algunas aves que tienen problemas de conservación tales
como la fardela blanca (Puffinus creatopus), el cisne de cuello negro (Cygnus
melancoryphus), la becasina pintada (Nycticryphes semicollaris) y la torcaza (Columba
araucana). Prosiga su ruta, pasando por el cruce a Isla Huapi (ver recuadro: Circuito
Sugerido Isla Huapi) y el sector de Piedra Alta (ver recuadro Circuito Sugerido Piureo -
Puaucho), más al sur, el camino se abrirá y podrá observar una gran extensión de arenales
y dunas que se encuentran a la orilla del mar. Ha llegado a Puaucho, playa que limita con
la comuna de Teodoro Schmidt. Hemos mencionado los naufragios que ocurrieron en este
sector: el Joven Daniel y el Flamstead. Ahora, le narraremos parte de estas historias que
aún permanecen –fragmentadas y difusas– en la memoria local. En torno al naufragio del
Joven Daniel se han contado múltiples historias, una de ellas habla que del barco
siniestrado salieron vivos algunos pasajeros. Dicen que algunas chiñurras (señoras)
sobrevivieron el siniestro y que los caciques locales las habrían tomado como esposas. El
lonko Pascual Coña, “un indígena legítimo de la antigua raza araucana”, cuenta en sus
memorias que algunas de ellas fueron llevadas a Boroa, localidad cercana del río Quepe,
donde “ellas se acostumbraron de modo que cuando más tarde sus parientes vinieron a
llevarlas, no quisieron irse; quedaron viviendo con los indígenas”. En el Santiago de la
época, estas cautivas tomaron el rostro de Elisa Bravo, joven valdiviana. La historia
despertó el interés nacional, la joven Elisa fue retratada por el pintor Monvoisin y su historia
fue escrita por diversos autores. Mientras, el Estado chileno tomaba presos a dos lonkos y
se los llevaba a Santiago para ser juzgados. Era Huaquinpan de Collileufu el ñidol lonko, el
cacique principal que gobernaba a los mapuche del norte del río Toltén hasta la
desembocadura del río Cautín; y desde el mar hasta Boroa. Fue él quien viajó a Santiago
a parlamentar con el presidente Manuel Bulnes para pedir la libertad de los caciques. Y lo
consiguió. Casi cincuenta años después, el lonko Pascual Painemilla de Piedra Alta había
sucedido a Huaquinpan y, en Malalhue, gobernaba el lonko Pedro Painen, hijo de Kurin,
uno de los caciques presos. En esa época, 1893, fue cuando encalló el vapor Flamstead,
un poco más al sur, en la playa frente al Fütapulli (el cerro que se ve al final de los arenales).
Este navío es llamado por los lugareños el “Flantes”. Los indígenas ayudaron a recuperar
la carga del barco y, al parecer, algunas señoras de éste fueron tomadas cautivas. Es
creencia conocida – y a veces solapada –que el mestizaje vino con los barcos. Dicen que
las cautivas engendraron mapuches de tez, cabello y ojos claros, cuyos descendientes aún
vivirían en las inmediaciones del Budi y Boroa. No se tiene certeza si las cautivas viajaban
en el Joven Daniel o el Flantes. Confusión u olvido que, el final de cuentas, no cambia la
trama de esta historia. De los restos de los naufragios poco queda: sólo con marea baja se
podría ver un fragmento del Flamstead. El maremoto cambió esta costa y ocultó los
vestigios de tamaña historia local. de Llaguepulli es que se trata de una comunidad
mapuche que vive un proceso de rescate y fortalecimiento de su cultura, encontrando en
su forma de vida tradicional una manera de insertarse como un destino etnoturístico. Ello
se manifiesta, por ejemplo, en que la recuperación de la tradición constructiva de rukas –
viviendas ancestrales de planta ovalada con muros y techos de paja– que invitan a reunirse
en torno al fogón, tomando mate y contando historias. Llaguepulli es un excelente lugar
para conocer de manera vivencial al pueblo mapuche, su cultura y tradiciones. Por esto, le
recomendamos permanecer en él un día o dos. La ruta continúa hacia Puerto Domínguez.
En el límite entre las comunas de Teodoro Schmidt y Saavedra pasará la vega Allipén, bello
humedal que es el hábitat de aves acuáticas y coipos. Siga su camino, bordeando el lago
llegará al Hito 14 o Llaguepulli, en la comuna de Teodoro Schmidt. La comunidad de
Llaguepulli vive en un lugar privilegiado: posee diversos puntos de observación de avifauna,
además de panorámicas que permiten apreciar el lago Budi y el Océano Pacífico. Sin
embargo, lo que más destaca de Llaguepulli es que se trata de una comunidad mapuche
que vive un proceso de rescate y fortalecimiento de su cultura, encontrando en su forma de
vida tradicional una manera de insertarse como un destino etnoturístico. Ello se manifiesta,
por ejemplo, en que la recuperación de la tradición constructiva de rukas –viviendas
ancestrales de planta ovalada con muros y techos de paja– que invitan a reunirse en torno
al fogón, tomando mate y contando historias. Llaguepulli es un excelente lugar para conocer
de manera vivencial al pueblo mapuche, su cultura y tradiciones. Por esto, le
recomendamos permanecer en él un día o dos. La ruta continúa hacia Puerto Domínguez.
En el límite entre las comunas de Teodoro Schmidt y Saavedra pasará la vega Allipén, bello
humedal que es el hábitat de aves acuáticas y coipos.
Hito 15 Vega López Antes de llegar a Puerto Domínguez, se encontrará en el Hito 15 o
Vega López. Le recomendamos bajar de su vehículo y detenerse a observar este humedal.
Fijar la mirada para ir descubriendo las aves que pueblan la vega: cisnes de cuello negro
(Cygnus melancoryphus), garza blanca (Casmererodius Albus), tagua chica (Fulica
leucoptera) y pato cuchara (Anas Platalea). Si viaja a la zona en los meses de otoñoinvierno,
encontrará también aves migratorias, como el pato jergón (Anas georgica) y el pato jergón
chico (Anas flavirostris). Siguiendo hacia el norte, llegará a Puerto Domínguez, un pequeño
pueblo apostado en la orilla oriental del lago Budi. Esta localidad lleva su nombre en
homenaje a Eleuterio Domínguez, líder de la Sociedad Colonizadora del Budi. La presencia
de esta sociedad es resultado del proceso de ocupación de La Araucanía. Durante la
década de los ‘60 del siglo XIX, se gesta y pone en marcha el plan de ocupación del Estado
de Arauco, cuyo artífice fue el general de Ejército Cornelio Saavedra. Dicho plan tenía por
fin anexar La Araucanía al Estado chileno y, de esta manera, resolver el problema que
significaba tener dividido el territorio en dos. Asimismo, los nuevos terrenos posibilitaban la
expansión agrícola de Chile central. La campaña de ocupación duró cerca de dos décadas,
en las que, junto con los avances en el sur, Chile se veía involucrado en la guerra con
España (1865-1866) y la guerra del Pacífico (1879-1883). Mientras, en La Araucanía se
vivía un proceso complejo en el que se sucedieron parlamentos, alianzas, el avance de la
frontera y enfrentamientos bélicos que mermaron a las poblaciones originarias. Finalmente,
en 1881 se produce el último alzamiento general de los mapuche del sur. La derrota marca
el inicio de una nueva etapa para este pueblo: el Estado decretó que La Araucanía era
chilena y luego procedió a colonizar. Las tierras, ahora de propiedad fiscal, fueron
entregadas en pequeñas porciones a los indígenas en “Títulos de Merced”, mientras que el
resto fue sacado a remate para que fueran ocupadas por colonos de España, Suiza e Italia.
En 1903, Eleuterio Domínguez inició, con familias de Aragón y de las islas Canarias, la
Sociedad Colonizadora del Budi. Ésta, apostada en la franja oriental del lago, tenía por fin
la instalación de 300 familias españolas, a quienes se les entregarían 42.000 hectáreas
para su explotación comercial. Las crónicas de la época dan cuenta que entre colonos e
indígenas se produjeron algunos conflictos por las tierras y que eran los misioneros
capuchinos, entre ellos el padre Félix José de Augusta, quienes intercedían por los
mapuche ante el Protector de Indígenas y el Gobierno, a fin de evitar abusos y pugnas. La
sociedad fracasó en su plan de inmigración y explotación: de las 300 familias que se
proyectaba llegarían a estas tierras, arribaron sólo 88. En 1914 la sociedad fue
reorganizada y rebautizada con el nombre de Sociedad Agrícola del Budi. Ésta era presidida
por la familia Alessandri y su administrador en el área era José Duhalde. A la Sociedad
Agrícola del Budi se le entregaron los derechos de explotación maderera de una amplia
zona: desde el Imperial al Toltén, incluida toda la cordillera de la costa. En los cerca de 30
años de funcionamiento de esta sociedad, se explotaron intensivamente los bosques de
olivillos, de roble-laurel-lingue y temo-pitra. En parte debido a este proceso es que el paisaje
que se observa sólo presenta fragmentos de estas comunidades vegetales. Una vez dentro
de Puerto Domínguez diríjase al muelle. Desde este punto podrá observar una bonita y
amplia vista del lago Budi, pudiendo distinguir algunas de las varias islas que forman el
paisaje lacustre, entre ellas, la isla Huapi. Gracias al desarrollo de la navegación, las islas
del lago han sido pobladas y visitadas desde larga data. El wampo era la embarcación que
tradicionalmente se usaba en el Budi. De construcción sencilla –se trata un tronco de olivillo
o laurel excavado–, éste fue el principal medio de transporte y también un soporte para el
desarrollo de la vida social, cultural y económica. Así, los wampos antiguos, que eran de 8
o 9 metros de largo, no sólo permitían el traslado de un grupo familiar completo a las
distintas riberas del lago, sino que posibilitaban el fortalecimiento de relaciones de
parentesco, de lazos económicos y de la identidad cultural. En la actualidad, aún quedan
algunas canoas, pero son de menor envergadura, alcanzando los 4 o 5 metros de largo.
Éstas son utilizadas principalmente en los meses de primavera y verano para la pesca de
carpa en los totorales. ¬ Con el correr de los años las técnicas de navegación han ido
variando. Ahora, junto con botes y wampos pequeños, también es posible conectar las
riberas del lago mediante el uso de transbordadores. Desde el muelle en que se encuentra
zarpa uno de ellos que hace distintas rutas en el lago Budi. Le invitamos a abordarlo (por
ejemplo, hacia la Isla Huapi y recorrer el circuito sugerido
Hito 16 Plaza de Puerto Domínguez Retomando camino, en calle Alessandri está el Hito 16
o Plaza de Puerto Domínguez, en la que se encuentran las esculturas gigantes realizadas
por el escultor local Enrique Quilempan. Estas figuras talladas en madera hablan de la
historia local del Budi, representando a personajes como Augusto Winter, una pareja de
mapuche lafkenche, un pescador en wampo y Pascual Coña. Pascual Coña murió a los
ochenta años el 28 de octubre de 1927,
el mismo día que terminó de dictar sus memorias al sacerdote capuchino Ernesto Wilhem
de Moesbach en la Misión del Budi. En vida, Pascual Coña, oriundo de Piedra Alta, fue un
lonko a quien le tocó vivir importantes procesos históricos del territorio. Gracias a que
narrara su vida al padre Ernesto, hoy sabemos con detalle cómo se vivieron estos procesos
en el Budi, así como también la vida cotidiana y costumbres de los mapuches del sector.
valor patrimonial que tienen los cementerios para los pueblos es que en ellos se concentra
la historia de la localidad: ahí están los vecinos y conocidos, los hijos ilustres y los no tanto,
los muertos antiguos y los recientes. En el caso de Puerto Domínguez, el cementerio
muestra la historia de abajo hacia arriba: los vecinos de antaño, venidos quizás con
Eleuterio Domínguez, se encuentran en la parte baja del cementerio, mientras que los más
recientes están en el alto. En el viaje de regreso a Carahue, terminado la Ruta Costera de
la Araucanía: del Imperial al Budi, pasará por un pequeño puente justo en la salida norte de
Puerto Domínguez, lugar de observación de cisnes, patos y garzas. Luego tome el camino
antiguo, que bordea el lago y empalma con la ruta S-46 en el paradero de Lonkonao. Más
al norte pasará por Quechocahuin, a mano derecha podrá apreciar la escultura gigante del
lonko Francisco Quilempan, respetado cacique local, quien vivió la ocupación y vio como
en estas tierras se formaba un crisol cultural. Hito 17 Cementerio Municipal de Puerto
Dominguez Siga su recorrido por el camino Misiones al Hito 17 o Cementerio Municipal de
Puerto Domínguez. Este cementerio, al igual que el de Puerto Saavedra, se emplaza en la
cima de una loma y presenta una vista hermosa del lago Budi. El valor patrimonial que
tienen los cementerios para los pueblos es que en ellos se concentra la historia de la
localidad: ahí están los vecinos y conocidos, los hijos ilustres y los no tanto, los muertos
antiguos y los recientes. En el caso de Puerto Domínguez, el cementerio muestra la historia
de abajo hacia arriba: los vecinos de antaño, venidos quizás con Eleuterio Domínguez, se
encuentran en la parte baja del cementerio, mientras que los más recientes están en el alto.
En el viaje de regreso a Carahue, terminado la Ruta Costera de la Araucanía: del Imperial
al Budi, pasará por un pequeño puente justo en la salida norte de Puerto Domínguez, lugar
de observación de cisnes, patos y garzas. Luego tome el camino antiguo, que bordea el
lago y empalma con la ruta S-46 en el paradero de Lonkonao. Más al norte pasará por
Quechocahuin, a mano derecha podrá apreciar la escultura gigante del lonko Francisco
Quilempan, respetado cacique local, quien vivió la ocupación y vio como en estas tierras se
formaba un crisol cultural.

Historia local, patrimonio e identidad En cuanto a la historia local los participantes de las
mesas culturales y las entrevistas aplicadas, indican que existen dos hitos relevantes que
marcan el devenir histórico de la comuna, uno es la pacificación de la Araucanía y el otro
es el maremoto de 1960. a) La pacificación de la Araucanía En un comienzo Saavedra de
llamó “Bajo imperial” que se constituía por caseríos de colonos que fueron destruidas por
medio del levantamiento indígena, pero fue luego re-fundada por Don Cornelio Saavedra
en el contexto de la pacificación de la Araucanía. Él impuso su nombre al lugar que era
conocido por los habitantes originarios como “Konun Traytrayco” lo Plan Municipal de
Cultura 2014 – 2016, Comuna de Saavedra 14 cual es traducido como “lugar donde se
juntan las aguas” haciendo alusión a la desembocadura donde confluyen el Océano
Pacifico, el Lago Budi y el Rio Imperial. En cuanto a Puerto Domínguez, la historia local
menciona su constitución por medio de los procesos colonizadores que encabezó Eleuterio
Ramírez en donde hicieron ocupación de un gran número de tierras que pertenecían al
Cacique mapuche Pascual Coña, lo que hoy en día constituyen fundos y el centro urbano.
En el pasado se caracteriza la localidad por el uso del lago como ruta fluvial en donde daba
movimiento al comercio a través de vapores y por la actividad de pesca tradicional de
especies como el Huaiquil (especie endémica de la zona) a través de la pesca con “lance”
y uso del wampo (especie de canoa tradicional) en la actualidad se reconoce a Puerto
Domínguez como zona turística por sus paisajes entorno al lago y se anhela ser
reconocidos como el pueblo de las esculturas. b) El Puerto y el Maremoto del 1960 Es para
destacar la sobrevaloración de los habitantes de Saavedra por el pasado, la condición de
Puerto que tuvo la zona antes del maremoto del 1960, produjo un gran apogeo económico
por ser un activo puerto fluvial facilitando el comercio y la importación de productos a la
zona. Sin embargo, después del terremoto, se identifica a Saavedra como un lugar pobre y
aislado geográficamente, se menciona que “…después del maremoto ocurrió un cataclismo
económico en el sector que truncó mucho la actividad comercial que había.”, ya que la
actividad portuaria desapareció por los cambios geográficos producidos por el fenómeno
natural, volviendo innavegable la ruta fluvial que existía. No obstante, desde este momento
se reconoce grandes adelantos en la comuna referentes a diversas obras públicas como la
carretera Carahue – Saavedra. También, destacan historias locales referentes a la cultura
mapuche lafkenche, como Manquián que hace alusión a una roca que se encuentra en el
sector de Piedra Alta y la historia del sacrificio de un niño en el Cerro Maule. Dentro de los
elementos identitarios y de pertenencia que reconocen los vecinos, las organizaciones y la
institución municipal, se encuentra muy marcada por la presencia de las comunidades
mapuche Lafkenche quienes aún conservan su lengua originarias el mapudungun, la
medicina, algunos rituales como el guillatún, machitún y el deporte “Palin”. También es
preciso mencionar, que desde las comunidades se ha levantado un proceso incipiente de
revitalización de las costumbres y tradiciones propias de la cultura ya que se encuentran
debilitadas por la gran intervención provocada desde los procesos de asimilación y los
procesos productivos impartidos por el estado. Como se menciona; “El we tripantu se Plan
Municipal de Cultura 2014 – 2016, Comuna de Saavedra 15 comenzó a celebrar hace poco
y hoy en día se toma como una actividad casi folclórica de exhibición, de alguna u otra
forma se rescatan estas expresiones ceremoniales y se catalogan dentro de un espacio de
exhibición, pero creo que lo valorable es que se sigue reproduciendo y estos gestos abren
hacía el conocimiento de esos ritos ceremoniales”. También cabe mencionar el
reconocimiento de la influencia de las religiones como factor de debilitamiento de la
identidad mapuche produciendo cambios en las estructuras culturales identitarias,
principalmente en el ámbito de la religiosidad mapuche “…para la iglesia eso es todo malo,
entonces eso nos está matando día a día, salen a las comunidades los días domingos con
sus megáfonos y hablan mal de la misma persona que hace la medicina y a la machi la
tratan de bruja y eso es triste, esa la invasión que tenemos.” La comuna también se
reconoce por poseer patrimonios reconocidos nacional y regionalmente; tanto lugares de
importancia relacionadas a la cultura mapuche, como sitios de rogativas y ceremonias
(nguillatuwe), lugares históricos como las ruinas “Las palmeras” que dejó el maremoto,
sitios naturales (cerros, Lago Budi y Océano Pacífico) y personas que destacan por rescatar
aspectos de la cultura (Lorenzo Aillapan – Hombre Pájaro, Tesoro Humano Vivo).
3.3. Participación, expresiones culturales y manifestaciones colectivas comunales La
comuna se caracteriza por poseer un gran número de cultores y artistas pero poco
valorados por la comunidad de Saavedra, por ende se dificulta la propagación de las
disciplinas artísticas por falta de financiamiento y espacios. Es preciso mencionar que a
pesar de lo anterior, existe hoy en día, como dice un entrevistado, una “Ebullición de
cambios y empoderamiento por parte de artistas y cultores” de la zona, quienes se
encuentran en proceso de demanda constante de mayores espacios culturales y apoyo
para potenciar diversas disciplinas artísticas y oficios; como el teatro, la música, el tallado
en madera, pintura, entre otros. En el mismo plano, existe un buen número de agrupaciones
culturales que hoy en día se encuentran inactivas por motivos de financiamiento y poco
apoyo del mundo institucional, lo que se ve reflejado en la siguiente afirmación de un
entrevistado; “…hay trabas con el municipio y hay que pelear para que te presten algo y
eso desmotiva y cansa, en ese sentido las organizaciones se agotan, no hay recursos.”

Rememorando el Maremoto de 1960 en Puerto Saavedra.


Este 22 de mayo se conmemoraron 50 años de la ocurrencia del mayor terremoto y maremoto que ha asolado
las costas chilenas, su recuerdo aún pervive en la memoria de los habitantes de Puerto Saavedra y se ha
vuelto más latente aun producto del terremoto del 27 de febrero recién pasado, el que revivió en la población
de Saavedra el temor de que se volviese a repetir la historia.

No cabe duda que el hecho de mayor trascendencia en la historia de Puerto Saavedra, fue la ocurrencia del
terremoto y maremoto del año 1960, dicho suceso aún se encuentra vigente dentro de los recuerdos de
sus habitantes, siendo común poder oír comentarios que hacen alusión a como era el pueblo antes de que se
produjera la “salida del mar”, ya que tras la ocurrencia de dicha catástrofe, se produjeron grandes cambios
dados los niveles de destrucción alcanzados.

El terremoto que se produjo a las 14:55 hrs, tuvo una intensidad de 9,5 grados en la escala Richter y una
duración que alcanzó los 10 minutos. No obstante, los temblores comenzaron el día 21 de mayo, sin embargo,
la salida de mar producto del terremoto solo se produjo el día 22 de mayo en la tarde; la gente frente a lo que
estaba sucediendo comenzó a arrancar hacia los cerros, huyendo especialmente hacia el cerro Stella Maris,
lugar en que se encuentra el cementerio de Puerto Saavedra; todos quienes ahí llegaban comenzaban a
organizarse y realizar ollas comunes para poder alimentarse, nadie sabía con certeza que es lo que podría
ocurrir.

Primero fueron unos temblores, vinieron tres temblores, uno a las 6 de la mañana, el otro como a las dos de la
tarde y el grande que salió el mar a las tres y tanto (…) así desesperados llegábamos a gritar, toda la gente
lloraba, a cada rato temblaba y se abría la tierra…las casas quedaron aquí por toda esta orilla de los cerros…[2]

Con el paso de las horas y al poder observar las dimensiones que alcanzó el maremoto, las personas fueron
trasladadas a albergues que se crearon en Carahue y Nueva Imperial; asimismo, una vez que se calmó la
situación se instaló en el pueblo el Regimiento Tucapel, el cual estaba encargado del orden y de controlar el
acceso de la gente al pueblo, para evitar así los saqueos; por supuestos quienes eran más vigilados, eran los
campesinos mapuche que iban al pueblo.

Hasta ese entonces, Puerto Saavedra se emplazaba como un puerto fluvial que contaba con gran cantidad de
servicios tales como Banco Estado, Correos de Chile, Juzgado del Crimen, Hospital, además de grandes tiendas
comerciales, hoteles y existiendo inclusive fabricas de elaboración de conservas y otros. Puerto Saavedra era
un lugar de comercio, esto básicamente por ser un puerto al cual llegaban vapores que traían y llevaban
productos desde y hacia otras ciudades.

El maremoto sin embargo cambió abruptamente la geografía de este puerto y con ello alteró el desarrollo que
hasta ese entonces se había producido. El cambio más significativo y de mayor importancia fue el cambio en el
acceso al mar, que trajo como consecuencia directa el fin del comercio y transporte fluvial existente, sumado a
esto, la destrucción de las casas y edificios públicos llevó a que se creara y comenzara a construir un nuevo
Puerto Saavedra, esta vez el río Imperial y el mar de sus costas solo serían un atractivo balneario para turistas.
Tras el terremoto y posterior tsunami solo quedaron algunas casas en pie y las palmeras de la casa de uno de
los colonos de ese tiempo, la familia Lüer; hoy en día es posible apreciar algunas ruinas que persisten a pesar
de la erosión del agua y el desamparo en el que han estado todo este tiempo.

Sacrificio en el Budi.

Otro hecho que se encuentra en la memoria de las personas, es el sacrificio que se produjo en el Budi, los
mapuche, producto del temor que les causó el terremoto y el maremoto y como forma de calmar a la naturaleza,
decidieron realizar un sacrificio humano, entregando al mar el cuerpo de un niño de la zona; dicho sacrificio se
realizó en el Cerro La Mesa.

Cuando hubo terremoto, no hallaron la gente pa donde cortar, cerrito por cerrito, cerrito por cerrito, y ese donde
sacrificaron al niño, ese cerro se salvó, quedó, tiene otro nombre pero es más conocido como cerro La Mesa,
ahí mataron al niño, le sacaron la cabecita, el niño pedía dicen, pero yo no escuche muy bien, yo me arranqué,
decía para que me van a matar si yo te sirvo abuelo, a mi no me puede matar, toma a un cordero para sacrificar,
llegó el otro y le cortó el brazo y como todavía saltaba su cabecita, al pobrecito lo tiraron al mar; pero no voy a
mentir, como que la mar se contuvo, se sujetó(…[3])

Este hecho quedó registrado en ese entonces como noticia en la Revista Vea, hubo un gran revuelo por todo lo
ocurrido, nadie podía entender por qué un niño debía ser la ofrenda para realizar el sacrificio, por qué no un
animal como suele hacerse en otro tipo de ritos. Todo esto llevó a que la Machi que realizó el sacrificio en
conjunto con parientes del menor fuesen detenidos y enjuiciados, sin embargo, tras dos años de juicio son
declarados inocentes, señalando en ese entonces que “habían actuado bajo los influjos de una fuerza psíquica
irresistible e impulsados por un miedo insuperable[4]”

La historia del menor ofrecido en sacrificio cuenta que era un pequeño de 5 años, llamado José Luis Painecur,
según lo que recuerda la gente, el niño debía ser huérfano, y este menor se encontraba bajo el cuidado de su
abuelo, ya que su madre estaba trabajando como “nana” en Santiago, por lo que podía ser ofrendado al mar
para que este calmase su furia.

Este hecho es silenciado por la población, la percepción de la gente del pueblo respecto al sacrificio ocurrido
es negativa, suelen tratar de justificarla frente a los otros, como un acto de los mapuches y de su cultura, sin
embargo, existe un gran reproche a lo que ahí aconteció ya que se critica que la victima haya tenido que ser un
niño pequeño, quizás de haber sido un animal el que se ofreciese a la naturaleza no existiría el reproche y
silenciamiento que hay de esta historia.

Conmemoraciones.

La tragedia vivida en el año 60, persiste en la memoria de los pobladores de Puerto Saavedra, sus nuevas
generaciones a pesar de no haber vivido dicha experiencia hacen suyo el relato de lo acontecido como si
hubiesen estado presentes.

Para conmemorar este nuevo aniversario de la tragedia del año 60, el día sábado se desarrollaron actividades
organizadas por el municipio de Puerto Saavedra para recordar lo acontecido 50 años atrás. Antes de comenzar
la actividad, se vivió un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas del maremoto, para luego dar paso a la
exhibición de un video en el que sobrevivientes del terremoto y maremoto contaban sus experiencias de lo
vivido aquel 22 de mayo, asimismo, se homenajeó y se les hizo entrega de presentes a personas que vivieron
dicha catástrofe, todos ya adultos mayores que aun viven en Puerto Saavedra.

Por otra parte, se procedió a inaugurar un memorial – que se instalará en la plaza de armas de la comuna – en
el que están plasmados los nombres de las víctimas de esta catástrofe, en total fueron 50 personas de la comuna
las fallecidas, sin embargo, las pérdidas materiales afectaron a prácticamente toda su población, dichas
pérdidas y la magnitud de lo acontecido era posible observarlo en una muestra fotográfica realizada este mismo
día, para que los vecinos recordasen y conociesen lo que ocurrió en ese entonces.

Sin duda que este aniversario del terremoto y maremoto fue de gran importancia para los pobladores de
Saavedra, los recuerdos de dicha catástrofe no han sido relegados al olvido, es más, siempre los lugareños
están recordando esa historia que cambió el devenir del pueblo y dio paso a la fundación de lo que es
actualmente Puerto Saavedra, no es posible concebir la historia de este lugar y la idiosincrasia de sus habitantes
sin hacer mención al maremoto, cambió en todo sentido la vida de este pueblo, se pasó de ser una ciudad
prospera en pleno auge de desarrollo a una localidad que debió renacer y reinventarse, sus pescadores ahora
miran el mar, pero no entran en él, las poblaciones de casas se emplazan sobre los cerros mirando desde la
altura el mar, el rio que en ese entonces era un medio de comunicación y transporte hoy corren tranquilas sus
aguas calmas y en la temporada estival sirve de balneario para turistas que llegan a la zona, mientras todos
esperan como volver a ese desarrollo anhelado y en algún futuro volver a tener un puerto como el de antaño.

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