Biografias Santos
Biografias Santos
Biografias Santos
Lo que ganaba como jornalero, Isidro lo distribuía en tres partes: una para el
templo, otra para los pobres y otra para su familia (él, su esposa y su hijito). Y
hasta para las avecillas tenía sus apartados. En pleno invierno cuando el suelo
se cubría de nieve, Isidro esparcía granos de trigo por el camino para que las
avecillas tuvieran con que alimentarse. Un día lo invitaron a un gran almuerzo. Él
se llevó a varios mendigos a que almorzaran también. El invitador le dijo
disgustado que solamente le podía dar almuerzo a él y no para los otros. Isidro
repartió su almuerzo entre los mendigos y alcanzó para todos y sobró.
Los domingos los distribuía así: un buen rato en el templo rezando, asistiendo a
misa y escuchando la Palabra de Dios. Otro buen rato visitando pobres y
enfermos y por la tarde saliendo a pasear por los campos con su esposa y su
hijito. Pero un día mientras ellos corrían por el campo, dejaron al niñito junto a un
profundo pozo de sacar agua y en un movimiento brusco del chiquitín, la canasta
donde estaba dio vuelta y cayó dentro del hoyo. Alcanzaron a ver esto los dos
esposos y corrieron junto al pozo, pero este era muy profundo y no había cómo
rescatar al hijo. Entonces se arrodillaron a rezar con toda fe y las aguas de aquel
aljibe fueron subiendo y apareció la canasta con el niño y a este no le había
sucedido ningún mal. No se cansaron nunca de dar gracias a Dios por tan
admirable prodigio.
Volvió después a Madrid y se alquiló como obrero en una finca, pero los otros
peones, llenos de envidia lo acusaron ante el dueño de que trabajaba menos
que los demás por dedicarse a rezar y a ir al templo. El dueño le puso entonces
como tarea a cada obrero cultivar una parcela de tierra. Y la de Isidro produjo el
doble que las de los demás, porque Nuestro Señor le recompensaba su piedad y
su generosidad.
En el año 1130 sintiendo que se iba a morir hizo humilde confesión de sus
pecados y recomendando a sus familiares y amigos que tuvieran mucho amor a
Dios y mucha caridad con el prójimo, murió santamente. A los 43 años de haber
sido sepultado en 1163 sacaron del sepulcro su cadáver y estaba incorrupto,
como si estuviera recién muerto. Las gentes consideraron esto como un milagro.
Poco después el rey Felipe III se hallaba gravísimamente enfermo y los médicos
dijeron que se moriría de aquella enfermedad. Entonces sacaron los restos de
San Isidro del templo a donde los habían llevado cuando los trasladaron del
cementerio. Y tan pronto como los restos salieron del templo, al rey se le fue la
fiebre y al llegar junto a él los restos del santo se le fue por completo la
enfermedad. A causa de esto el rey intercedió ante el Sumo Pontífice para que
declarara santo al humilde labrador, y por este y otros muchos milagros, el Papa
lo canonizó en el año 1622 junto con Santa Teresa, San Ignacio, San Francisco
Javier y San Felipe Neri.
San José
Esposo de María, madre
de Jesús. Descendiente
de David, José era el
padre putativo de Jesús,
a cuyo nacimiento asistió
en Belén. Vivió en
Nazaret ejerciendo el
oficio de carpintero y, al
parecer, murió antes de
que comenzase la vida
pública de Jesús. Su
culto, extendido en
Oriente antes del siglo V,
no llegó a Occidente
hasta la Edad Media. En
1870 fue proclamado
patrón de la Iglesia
universal; es también
patrono de los
carpinteros y de los
moribundos.
Dentro del cristianismo, San José encarna las virtudes de la honestidad, el amor
al trabajo y la fe inquebrantable en Dios. Los hechos relativos a la vida de San
José aparecen en los Evangelios, sobre todo en los de San Mateo y San Lucas.
Descendiente de la casa del rey David, José se casó con María, pero, antes de
que cohabitasen, supo que María había concebido un hijo.
Tras el nacimiento de Jesús en Belén, San José, avisado de nuevo por un ángel,
tomó a Jesús y a la Virgen María y los condujo a Egipto para huir de la furia del
rey de Judea, Herodes el Grande. A la muerte del monarca, y después de una
nueva revelación del ángel, San José retornó a su país; pero, por temor al
sucesor de Herodes, la familia no se estableció en Belén, sino en Nazaret de
Galilea. Allí San José ejerció su oficio de carpintero.
Los evangelios citan por última vez a San José en el episodio (narrado por San
Lucas) en el que Jesús se perdió durante una visita a Jerusalén, y fue hallado
por sus padres en el templo, discutiendo con los doctores. Nada cierto se sabe
acerca de la muerte de San José, aunque por la narración evangélica parece
probable que fuera antes de que Jesús iniciara su vida pública.
Cuando Jesús llegó con su buena nueva ante Pedro, éste dejó todo y se unió a
él.
Pedro no disponía de una educación formal, sin embargo, su manera de ser tan
particular y decidida lo convertiría pronto en uno de los elegidos de Jesús y en
una de las voces más destacadas del grupo de los apóstoles.
De acuerdo a lo que nos cuentan las páginas del Evangelio el sobrenombre de
Pedro surgiría del propio Jesús, quien tras indicarle a Pedro una piedra, que en
latín se designa petra, le vaticinaría que sería quien tendría la enorme y
distinguida tarea de erigir la iglesia de Jesús.
También el evangelio nos dice que Jesús le anticipó a San Pedro que éste lo
negaría tres veces en el momento de su detención, aunque, tal situación, que de
inmediato avergonzaría a Pedro, haría que a continuación se convirtiese en el
hombre que más defendería la fe cristiana que Cristo le inculcó, incluso a costa
de su propia vida…
Así es que una vez que Jesús dejó la tierra, San Pedro, levantó su bandera y se
convirtió en el primer líder del cristianismo.
Para concretar su misión, San Pablo, viajó por diversas partes del
mundo: Grecia, Asia Menor, Siria, Palestina, también, escribió cartas a
diferentes pueblos del mediterráneo, entre otros.
Más de la mitad de los Libros del Nuevo Testamento de la Biblia se le atribuyen
a San Pablo.
Cabe destacar, que conceptos como los del pecado original, la creencia que
Jesús murió en la cruz por los pecados de los hombres y que su
sufrimiento redime a la humanidad, que Jesucristo era el mismísimo Dios y
no tan solo un predicador, el rechazo de la sexualidad y la subordinación
de la mujer, entre otros, se le deben a San Pablo.
En Jerusalén, sus ideas no fueron aceptadas de ningún modo por los judíos más
ortodoxos, en tanto, una vez allí fue detenido, juzgado, y enviado a Roma, donde
probablemente murió ejecutado cuando corría el año 67.
Los 7 sacramentos