Ejemplos Predicables

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ÍNDICE

A PPROVIDENCIA
AAMISTAD
Q
B R
Bbeaitud RRECTA INTENCIÓN / VVANAGLORIA:

C S
CCIELO SSANTOS
CCRUZ SSACRAMENTOS
CCULTURA
- Decadencia actual T
TTIEMPO
Caducidad del tiempo / peregrinos

D U
E V
F WXYZ
FFIN DEL HOMRE

G
GGENEROSIDAD

H
I
J
K
L
M
MMISERICORDIA DIVINA
MMUNDO

N
Ñ
O
OOBEDIENCIA
OORACIÓN

P
PPECADO
-A-
AAMISTAD

- Su nombre era Fleming, y era un granjero escocés pobre. Un día, mientras intentaba ganarse la
vida para su familia, oyó un lamento pidiendo ayuda que provenía de un pantano cercano.
Dejó caer sus herramientas y corrió al pantano. Allí,
encontró hasta la cintura en el estiércol húmedo y negro a un muchacho
aterrado, gritando y esforzándose por liberarse.
El granjero Fleming salvó al muchacho de lo que podría ser una
lenta y espantosa muerte.
Al día siguiente, llegó un carruaje elegante a la granja. Un
noble, elegantemente vestido, salió y se presentó como el padre del
muchacho al que el granjero Fleming había ayudado.
"Yo quiero recompensarlo", dijo el noble. "Usted salvó la
vida de mi hijo". "No, yo no puedo aceptar un pago por lo que hice", el
granjero escocés contestó.
En ese momento, el hijo del granjero vino a la puerta de la cabaña.
"¿Es su hijo?" el noble preguntó.
"Sí", el granjero contestó orgullosamente.
"Le propongo hacer un trato. Permítame proporcionarle a su
hijo el mismo nivel de educación que mi hijo disfrutará. Si el muchacho se
parece a su padre, no dudo que crecerá hasta convertirse en el hombre del
que nosotros dos estaremos orgullosos".
Y el granjero aceptó. El hijo del granjero Fleming asistió a las
mejores escuelas y, al tiempo, se graduó en la Escuela Médica del St.Mary's Hospital en Londres, y
siguió hasta darse a conocer en el mundo como
el renombrado Dr. Alexander Fleming, el descubridor de la Penicilina.
Años después, el hijo del mismo noble que fue salvado del
pantano estaba enfermo de pulmonía. ¿Qué salvo su vida esta vez? La
penicilina.
El nombre del noble? Sir Randolph Churchill.
El nombre de su hijo? Sir Winston Churchill.
Alguien dijo una vez: Lo que va, regresa.
Trabaja como si no necesitaras el dinero.
Ama como si nunca hubieses sido herido.
Baila como si nadie estuviera mirando.
Canta como si nadie escuchara.
Vive como si fuera el Cielo en la Tierra.
-B-
Bbeaitud

- Voy a adivinaros que tenéis en el pensamiento: “omnes vos beatis esse vultis” (ej.
predicable n 289)

Los galgos detrás de la liebre


En el estadio sueltan una liebre mecánica y, en seguida, una jauría de galgos. La liebre corre,
va adelante, y los galgos, enloquecidos, van tras ella.
Cuando van a agarrarla, alguien da más fuerza a la corriente eléctrica y la liebre corre más fuerte
todavía. Los galgos, con los ojos inyectados en sangre, la persiguen; no oyen no ven, sacan la
lengua, sudan, se sofocan… y, sin embargo, no pueden agarrarla
El hombre moderno se afana, se fatiga, pero no puede agarrar la felicidad. Ve ante sí una
imagen engañosa en el dinero, en los placeres… y, cuando ya casi los alcanza, se le escapan de las
manos. (EEPP n290)

En la tierra la felicidad es el sacrificio


Cuenta una leyenda oriental que una princesita triste soñaba con felicidades extrañas
asomada al balcón de su castillo. De pronto entre las flores aparece su hada madrina y le dice:
- La felicidad va a venir por estos caminos; si logras conocerla, ve tras ella y te dará la dicha
que sueñas.
Desapareció le hada madrina después de haber tocado con su varita mágica los rosales.
Y apareció un hada magnífica adornada de colares de oro y de sortijas de plata. La siguió la
princesita anhelante., y al ver que no era dichosa con ella, le preguntó:
- ¿Eres tu la felicidad?
- No –contestó-, soy la riqueza.
- Por eso –dijo la princesita- sentía yo a tu lado saber de tierra despreciable en mis labios.
Y apareció en seguida otra hada, cubierta con un manto de estrellas. La princesita caminó
con ella, y al notar el corazón vacío, le preguntó:
- ¿Eres tú la felicidad?
- No –contestó-, soy la gloria.
-Por eso –dijo la princesa- sentía yo a tu lado llena de humo y viento la cabeza.
Y apareció después otra hada sonando cascabeles de alegría. La princesita la siguió, y al ver
en sus ojos una niebla triste, le preguntó:
- ¿Eres tu la felicidad?
- No, soy el placer.
- Por eso –dijo la princesita- sentía yo en el alma como un peso de ilusiones muertas.
Y apareció una viejecita descuidada, pero agradable, con un rostro surcado de lágrimas,
entre las que miraba sonriendo. La princesita la siguió. Caminaba por caminos largos, de abrojos y
espinas, y sentía la princesita en el alma como un descanso parecido al placer. Y en medio de un
bosque la viejecita se transformó en la más admirable de las hermosuras.
- ¡Oh! – gritó la princesita, cayendo de rodillas- ¡Tu eres la felicidad!
- No –contestó ella- ¡Soy el sacrificio! La felicidad completa no existe en esta tierra; pero,
entre todas las apariencias del mundo, soy la única verdadera.

¡Admirable lección! La felicidad perfecta no existe en esta tierra. La felicidad no está en la


riqueza que nos deslumbre, ni en la gloria que nos encanta, ni en el placer que nos esclaviza. Pero
hay un sustitutivo de la felicidad: el sacrificio. (EEPP n 293)
-C-
CCIELO

Se cuenta de San Virila, abad de un monasterio en España, que tenía muchas tentaciones acerca de
la eternidad del cielo (estar toda la eternidad sólo viendo a Dios). Y un día salió de paseo por fuera
del monasterio y se quedó escuchando el canto de un pájaro. Luego volvió al monasterio y cuanto
tocó la puerta para entrar ya no conocía a ningún monje y ninguno lo conocía a él. Él dijo que era
Virila, el abad, y le respondieron que algunos siglos atrás había habido en ese monasterio un abad
llamado Virila que un día se fue a pasear y no volvió más. Y entonces un voz le reveló a Virila: si
pudiste estar tanto tiempo escuchando a un pájaro, cuánto más viendo a Dios?... La monasterio se
encuentra dentro del camino a Santiago.

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CCRUZ

Amor a la Cruz

- A San Ignacio se le solían unir jóvenes cuando predicaba… por eso la inquisición dudaba y
3 veces lo pusieron en prisión. La última vez lo fue a visitar el inquisidor Frias junto con el Obispo
Mendoza, quien brilló mucho después en el conc. de Trento como cardenal de Burgos; el inquisidor
le preguntó ironicamente:
- me tiene rabia a mí por estos grillos y cadenas?;
- Respondió: Dr. Frías sepa que no hay en toda salamanca tantos grillo y cadenas como yo quisiera
sufrir por Jesucristo”.
P. Castellani. Sermón del 30 de julio.

- San Francisco de Asís: ¿Cuál es la verdadera alegría?


“Yendo una vez Francisco desde Perusa a Santa María de los Ángeles con fray León en tiempo de
invierno y con un frío riguroso que le molestaba mucho, llamó a fray León, que iba un poco
adelante, y le dijo:
 Fray león, aunque los frailes Menores diesen en toda la tierra ejemplo de santidad y mucha
edificación; escribe y advierte claramente que no está en eso la perfecta alegría.

Y andando un poco más, le llamó San Francisco por segunda vez diciendo:
 ¡Oh, fray León! Aunque el fraile Menor de vista a los ciegos y sane a los tullidos y arroje los
demonios y haga oír a los sordos, andar a los cojos, hablar a los mudos, y, lo que es más,
resucite al muerto de cuatro días; escribe que no está en eso la perfecta alegría.

Después de otro poco, San Francisco levantó la voz y dijo:


 ¡Oh, fray León! Si el fraile Menor supiese todas las lenguas y todas las ciencias y todas las
Escrituras, de modo que supiese profetizar y revelar no sólo las cosas futuras, sino también los
secretos de las conciencias y de las almas; escribe que no está en eso la perfecta alegría.

Caminando algo más, San Francisco llamó otra vez en alta voz:
 ¡Oh, fray León, ovejuela de Dios! Bien que el fraile menor hable la lengua de los ángeles, y
sepa el curso de las estrellas y las virtudes de las hierbas, y le sean descubiertos todos los
tesoros de la tierra, y conozca la naturaleza de las aves y de los peces y de todos los animales y
de los hombres y de las propiedades de los árboles, piedras y raíces de las aguas; escribe que no
está en eso la perfecta alegría.

Y habiendo andado otro trecho, San Francisco llamó alto:


 ¡Oh, fray León! Si el fraile Menor supiese predicar tan bien que convirtiese a todos los infieles a
la fe de Cristo; escribe que no está en eso la perfecta alegría.

Y continuando este modo de hablar por espacio de más de dos millas, le dijo fray León muy
admirado:
 Padre, te ruego en nombre de Dios que me digas en qué está la perfecta alegría.
 Supón, le respondió San Francisco, que al llegar nosotros ahora a Santa María de los Ángeles,
empapados dela lluvia, helados de frío cubiertos de lodo y desfalleciendo de hambre, llamamos
a la puerta del convento y viene el portero incomodado y pregunta: ¿Quiénes sois vosotros? Y
diciendo “somos dos hermanos vuestros” responde él: “No decís verdad, sois dos bribones que
andáis engañando al mundo y robando las limosnas de los pobres, marchaos de aquí”; y no nos
abre, y nos hace estar fuera a la nieve y a la lluvia, sufriendo el frío y el hambre hasta la noche;
si toda esta crueldad, injurias y repulsas las sufrimos nosotros pacientemente sin alterarnos ni
murmurar, pensando humilde y caritativamente que aquel portero conoce realmente nuestra
indignidad y que Dios le hace hablar así contra nosotros; escribe, oh hermano León, que en esto
está la perfecta alegría.

Y si perseverando nosotros en llamar, sale él afuera airado y nos echa de allí con villanías y a
bofetadas, como a unos bribones importunos, diciendo: “Fuera de aquí ladronzuelos vilísimos; id
al hospital, que aquí no se os dará comida ni albergue”; si nosotros sufrimos esto pacientemente y
con alegría y amor; escribe, oh fray León, que en esto está la perfecta alegría.
Y si nosotros obligados por el hambre y por el frío y la noche, volvemos a llamar y suplicamos
por amor de Dios y con grande llanto, que nos abran y metan dentro; y él, más irritado, dice:
“¡Cuidado si son importunos estos bribones! Yo los trataré como se merecen”, y sale afuera con
un palo nudoso, y asiéndonos por la capucha, nos echa por tierra, nos revuelca entre la nieve y nos
golpea con el palo; si nosotros llevamos todas estas cosas con paciencia y alegría, pensando en las
penas de Cristo bendito, las cuales nosotros debemos sufrir por su amor; escribe, fray León, que en
esto está la perfecta alegría.
Y ahora oye la conclusión, hermano León. Sobre todos los bienes, gracias y dones del Espíritu
Santo que Cristo concede a sus amigos, está el vencerse a sí propio y sufrir voluntariamente, por
amor de Cristo, penas, injurias, oprobios y molestias; ya que de todos los otros dones de Dios no
podemos gloriarnos, porque no son nuestros sino de Dios; y por esto dice el Apóstol: ¿Qué tienes tu
que o lo hayas recibido de Dios? Y si lo has recibido, de Él, ¿por qué te glorías como si fuese tuyo?.
Pero en la cruz de las tribulaciones y aflicciones podemos gloriarnos; porque es cosa nuestra; y
así dice el Apóstol: Yo no quiero gloriarme sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Al cual sea
siempre honra y gloria por los siglos de los siglos. Amén.”(Florecillas de San Francisco de Asís,
cap. I, VIII.).

- Santa Juana de Arco dentro de la hoguera pedía al sacerdote dominico que la auxilió en sus
últimos momentos que levantase el crucifijo. Como el humo y las llamas molestaban para ver pedía
insistentemente que lo levantase más.

Salva
- Un sacerdote católico, al darse cuenta de que los universitarios de color eran atraídos y
conquistados por sectas no católicas y por masones, comprendió la necesidad de una labor exquisita
y se dio a ella con todas  sus fuerzas y con todos los medios a su alcance.
Muchísimo logro el sacerdote en este sentido. Tanto, que sus adversarios se alarmaron y
escogieron un chino muy inteligente para que destruyera toda la labor del sacerdote.
El chino fue a este para que le instruyera en la religión cristiana, pero fue sincero desde un
principio y le dijo claramente que el quería instruirse para así poderle atacar mejor y así poder
destruirlo.
Puesta la confianza en Dios, se avino el sacerdote a este contrato. Pero en seguida fue a
ver a una joven enferma y le suplico que ofreciera todos sus dolores a favor de un chino. Cada
día este iba a instruirse en la religión cristiana, cada día el sacerdote telefoneaba a la enferma y cada
día aumentaba los dolores de esta. Un día, a una hora desacostumbrada, presentóse el chino y dijo:
- Padre, no puedo más. Quiero recibir el Bautismo.
En seguida telefoneo a la casa de aquella enferma para comunicarle esta grata noticia, pero recibió
esta contestación: “Acaba de morir”. Eso es ser verdadera luz del mundo y sal de la tierra.(Del libro
Ejemplos Predicables, Mauricio Rufino, Barcelona, Ed. Herder,1962, pag 807, nº 1992)

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CCULTURA

Decadencia actual
…. En una de las familias a las que fui, me pidieron que por favor permitiera que el perro de la señora que
había fallecido, estuviera presente… me dijeron que cuando no se que activista holandés murió, en la misa
el pastor había permitido que sus dos perros estuvieran presentes en el servicio religioso (eran protestantes)
y que le había puesto agua bendita para que tomasen. Por suerte no me costó mucho convencerlos de que
mejor el perro se quedara en la casa. (Victor Deminaczuk, 5/6/06)
-D-
-E-
-F-
FFIN DEL HOMRE

Los pájaros cantan pero el hombre no ama a Dios


El Santo Cura de Ars, Juan María Vianney, iba de camino entre los campos. Era
un resplandeciente día e primavera y los pájaros alegraban la naturaleza con sus trinos.
El santo se detuvo a escuchar.
¡Ah! –exclamó-, vosotros, pájaros, fuisteis creados para cantar y cantáis. El
hombre fue creado para amar a Dios y no le ama. (EE.PP. 229)

Para qué haces esto


Había una vez un hombre que encontrándote en un pueblo de visita salio a caminar. Se encontró
entonces con un hombre que estaba pescando.
Le preguntó:
- Qué hace?
- Pues, pesco; respondió.
- Y para qué pesca? Insistió el visitante
- Para tener muchos pescados.
- Y para qué quiere muchos pescados?, preguntó nuevamente
- Para poder venderlos.
- Y para qué?
El hombre ya un poco molesto le respondió:
- Para tener dinero y poder comer.
- Y para qué comer? Volvió a preguntar.
- Para seguir pescando…
Ya con esta respuesta el visitante siguió caminando y se encontró con otro hombre que estaba
construyendo una casa; se acercó y le preguntó.
- Qué está haciendo?
- Estoy construyendo, acaso no ve?; le contestó.
- Y para qué construye?
- Para tener dinero para irme de vacaciones.
- Y para qué?
- Para poder descansar.
- Y esto para qué?
A lo cual no le supo contestar y lo despidió de mala manera.
Siguió unas cuadras más adelante y encontró a una niña. Le preguntó:
- Qué haces?
- Recojo flores?
- Para qué?, le preguntó.
- Para llevárselas a la Virgen.
- Y para qué esto?
- Para que ella me guarde y luego pueda entrar al cielo.
Luego de esta respuesta el viajero pensó: encontré al menos una niña que sepa cuál es el por qué
de nuestra vida sobre la tierra, que no es otro que el cielo. Ella sí que estaba obrando como Dios lo
quiere.
-G-
GGENEROSIDAD

-- “La generosidad es la gran arma para aceptar la ley y para ir más lejos en el servicio de
Dios. Los Ejercicios están hechos para almas generosas... que quieran mucho afectarse en todo
servicio de sus Señor.

Hubo un gorrión que se gloriaba de ser filósofo, había estudiado lógica y armaba excelentes
silogismos. “He descubierto –les dijo a los gorriones reunidos en congreso- que a medida que
aumenta nuestro peso se dificulta nuestro vuelo: cuando la lluvia empapa nuestras alas casi no
podemos alzarnos. ¡Muy cierto, chirriaron los gorriones! “Ahora bien, es muy cierto que nuestras
alas representan un peso; sin nuestras alas vamos pesar menos”.
¡Cierto, conforme, conforme, chirriaron los gorriones todos!. “Vean pues la solución, el
silogismo es perfecto: cuando pesamos menos, volamos mejor; sin nuestras alas pesamos menos;
luego, si nos quitamos las alas vamos a volar como un cohete...”. Los gorriones enmudecieron
todos, hasta que al fin un viejo gorrión se arriesgó a decir: “Señor Doctor, no sé qué contestar; pero
tengo mis dudas... Haga primero la experiencia. Córtese las alas y luego vemos”. Tenía razón el
viejo gorrión, porque a pesar de la paradoja, las alas que lleva el pájaro, lo llevan también a él. Es
un peso que ayuda a llevar el peso; un peso que en vez de aplastar, levanta.

Lo mismo acontece con la generosidad. La gente que regatea con los mandamientos los hace
pesados... cortan dos, tres, o cuatro, y no pueden cargar ni con el resto. En cambio hay muchos que
encima de todos sus mandamientos han colocado sobre sus hombros toda su generosidad. Hacen
mucho más que el frío deber. Agregan a sus obligaciones comunes todas las obras que les inspira el
amor, caminan alegres donde los demás arrastran y afirman que es hermosos servir a Dios. El
generoso que hace más que lo obligado quita a la obligación su carácter áspero. El santo es el único
que hace siempre lo que quieres”1

1
SAN ALBERTO HURTADO, Un disparo a la eternidad, pp. 155-156 (Ejercicios predicados quizás a sacerdotes)
-I-
-J-
-K-
-L-
-M-
MMISERICORDIA DIVINA:

¿Qué más puedo darte Señor?: Dame tus pecados


En la cueva donde Jesús niño vino al mundo, moró por espacio de veinticinco años el célebre doctor
de la Iglesia san Jerónimo (+420).
Una vez oró a Jesús de este modo: “Querido Niño, tú has sufrido mucho por salvarme. ¿Cómo
podré yo compensártelo? Y oyó que le respondían: “Alaba a Dios con las palabras: Gloria a Dios en
las alturas”. Repuso el santo: “Eso ya lo hago; quiero darte algo: todo mi dinero”. A lo que obtuvo
esta respuesta: “El dinero dáselo a los pobres; será como si me lo dieses a mí” “así lo haré; pero a ti,
¿que puedo darte?” La respuesta fue ésta: “Dame tus pecados: te los pido para borrarlos”.
A estas palabras, Jerónimo se echó a llorar y dijo: “Querido Jesús, toma todo lo que es mío y tú
dame todo lo que es tuyo”.
Por este diálogo comprenderéis cuán grande es la bondad de Dios para con los hombres. EE.PP.
1651

¿Sabéis quién era ese hijo? Yo mismo


En el año 1868 se daba una misión en Aquisgrán. En uno de los sermones refirió el misionero
una historia que impresionó mucho. Dijo:
“Hace algunos años, una pobre madre se encontraba en el lecho de muerte rodeada de sus hijos.
Sólo faltaba uno, que ese hallaba en la cárcel, condenado a cinco años por un delito que había
causado a la madre un serio disgusto. La moribunda pidió entonces que pudiese venir su hijo junto a
su lecho de muerte. La petición fue atendida por la autoridad, y el hijo fue llevado por los guardias
donde estaba la madre.
”No pudiendo ésta ya hablar, dirigió a su hijo una profunda mirada que obró un milagro, pues,
vuelto el hijo a la cárcel, se postró en tierra llorando y, después, con una dolorosa confesión y con
penitencias, se purificó de sus pecados.
” Y aún hizo más con él la gracia de Dios: cuando hubo pagado su pena se hizo sacerdote y
predicador. ¿Sabéis quién era ese hijo? Yo mismo”
Así habló el misionero. Y después añadió: “Queridos hermanos, ¡ánimo y confianza! Los
pecados podrán ser enormes; pero la bondad y la misericordia de Dios son aun mayores”.
Ésta es la historia del predicador que conmovió a todos los oyentes. EE.PP. 1649

Jesús Crucificado, desde la cruz lo absolvió


Una encantadora leyenda nos habla de un pecador que se confesó con profunda contrición. El
confesor absolvió al penitente y le previno contra la recaída. El hombre, con todo, cayó en la misma
tentación, y, al presentarse de nuevo contrito al tribunal de la penitencia, el confesor vaciló largo
tiempo en absolverle. Cuado, por fin, lo hizo, advirtió: “Ésta es la última vez”. Más, a pesar de
todos los propósitos, la tentación pudo más que el pecador, y cuando por tercera vez fue al
confesionario, el confesor le negó rotundamente la absolución porque dudaba de que el
arrepentimiento del penitente fuera sincero. El buen hombre, en cambio, afirmaba que se sentía
profundamente contrito. El sacerdote, no obstante, persistió en la negativa. Mas en aquel preciso
momento aconteció que desde la alta cruz del coro sonó por la iglesia como un llanto. Sorprendido
el confesor, levantó los ojos y vio como la imagen adquiría vida y el Crucificado soltaba la mano
derecha del madero de la cruz y trazaba sobre el pecador el signo de la absolución.
Y para el severo confesor sonó esta recriminación: “No has derramado tú la sangre por él”
EE.PP. 1644

El Crucificado lo abrazó
En una de las más hermosas iglesias de Würzburgo, en Baviera, hay un crucifijo que es muy
distinto a todos cuantos hayamos podido ver en nuestra vida, pues allí tiene el Salvador las manos
desprendidas de los clavos, juntas encima del pecho, como si quisiera sujetar algo y estrecharlo
contra su corazón... Este ademán tan extraordinario de la imagen de Cristo lo explican las crónicas
así:
Una noche había penetrado un ladrón en aquel santuario codiciando la valiosa corona que almas
piadosas habían ofrendado al crucifijo. Ya había subido el ladrón a la altura necesaria para alcanzar
la joya, ya tocaban sus manos sacrílegas la corona, cuando vio que las manos del crucifijo se
desprendían de los clavos para abrazarle... El espanto hacía temblar el cuerpo del criminal. Sus ojos,
desmesuradamente abiertos por el terror, se miraron con los ojos de Cristo... Los brazos de Cristo le
tenían abrazado... Tres horas se miraron así: Jesús y el pecador..., tres horas se hablaron... Pronto
lloraron los ojos del ladrón lágrimas de sincero dolor, y prono se pusieron también sus brazos
alrededor del cuerpo de Cristo con dolor y con amor. Y el Sumo Sacerdote en la cruz oyó de sus
labios una confesión sincera que terminó con una oración de amor y gratitud.
Y el amanecer de aquel día halló en la cruz no sólo al Redentor, sino también a un redimido...
vencido por aquel “que nos amó primero” (1 Jn 4,19). EE.PP. 1631

Una confesión en la nieve


Poco tiempo después de ordenarse Sacerdote, Don Orione, había ido a predicar una misión a
Castellnuovo Srivia. La última noche, fiesta de la inmaculada, el frío ocasionado por una importante nevada,
había hecho necesario colocar braseros en la Iglesia.
En su prédica Don Orione se refirió a la confesión: “la infinita misericordia de Dios no tiene
comparación con los pecados de los hombres. No importa cuan enorme puedan parecer nuestras
faltas, siempre se medirán con una escala humana”.
Como ejemplo, dijo que si un hombre hubiera cometido el crimen de matar a la madre echándole veneno
en la comida, a pesar de ello, la misericordia de Dios siempre esperaría su arrepentimiento y la confesión de
su culpa, dándole después el perdón y la paz.
Terminada la prédica Don Orione estuvo confesando hasta pasada la medianoche. El cura Párroco lo
invitó a quedarse a dormir en la casa parroquial tratando de disuadirlo de enfrentar una noche tan cruda. Pero
el religioso tenía presente su propósito de neo-sacerdote de elegir siempre el mayor sacrificio: resolvió
volver a Tortona, donde a primera hora del día siguiente debía celebrar una Misa. A la 1 de la mañana Don
Oriene tomó el camino hacia Tortona. Estaba acostumbrado a recorrer los 10kms a pie.
A poca distancia del pueblo había un puente iluminado por el vago resplandor de la nieve sobre el que se
divisaba a un encapullado que parecía esperarlo.
“¡Qué poco previsor he sido –pensó-, seguramente este sujeto a calculado que debo llevar dinero, ya que
es costumbre entregar a los predicadores algunas sumas para las intenciones de las Misas. Nada me hubiera
costado evitar el incidente, aceptando la compañía que me habían ofrecido”.
Encomendándose a Dios, siguió su camino como era de esperarse, la persona se le acercó y lo interpeló
preguntándole si era el padre que había predicado en el pueblo vecino. Don Orione respondió
afirmativamente.
- Y usted... ¿cree en lo que ha dicho?
- Sí, -contestó el sacerdote-, le puedo asegurar que creo en todo lo que he dicho, ya
que, de no ser así, no sería predicador de verdad.
- ¿Cómo sabe lo del veneno?
Don Orione dedujo que aquel ejemplo que él había creído supuesto, respondía a una terrible realidad.
Tenía ante sí al matricida. Al mismo tiempo, comprendió que el hombre también era un posible penitente y,
ante la idea de ganar aquella alma atormentada, su celo apostólico se encendió.
El hombre –una persona de bastante edad- no había podido descansar desde el crimen. Desde entonces
veía un reproche en cada persona, pensaba que todos –por malvados que fueran- al menos tendrían el amor
de la madre y no podía encontrar niños y mujeres sin recordar a su víctima. Había llegado a la decisión de
terminar su triste carrera poniendo fin a sus días, cuando al ver una iglesia iluminada había decidido oír “qué
dicen los curas”. Dentro del lugar, el ambiente tímido y tenue iluminación habían empezado habían
empezado a obrar sobre sus sentidos exasperados por el frío de la noche, cuando oyó cómo el sacerdote
describía con vivos colores el crimen cuyas huellas creía haber borrado por completo.
Junto a un trineo en la nieve, el hombre confesó todas sus culpas.
“...Su arrodilló y se confesó llorando y le dí la absolución; luego se levantó y me abrazó,
siempre llorando, y no quería separarse de mí.
También yo lloraba. Lo besé en la frente y mis lágrimas se confundían con las suyas. Quiso
acompañarme hasta Tortona, y sólo antes mi insistencia dio la vuelta. Yo continué mi camino con
una gran consolación, con una alegría en el corazón que nunca había experimentado en mi vida.
No supe nada más de él. Llegué a Tortona todo mojado, me quité los zapatos, me arrojé en la
cama y soñe. ¿Qué soñé? Soñé con el corazón de Jesucristo, sentí el corazón de Dios, ¡Qué grande
es la misericordia de Dios!.

MMUNDO

- “De nuestro Padre Francisco de Borja, leemos (Vida, 1.1, c.7) que cuando llegó a Granada con el
cuerpo de la emperatriz, al tiempo que hubo de hacer la entrega de él, destaparon la caja de plomo
en que iba y descubrieron su rostro, el cual estaba tan trocado, tan feo y desfigurado, que ponía
horror a los que le miraban. Causó esto en él tanto sentimiento, que trocándole Dios el corazón con
aquel desengaño tan grande del mundo, propuso firmemente: Yo os ofrezco, Dios mío, de no servir
más a Señor que se me pueda morir”. EPVC, 463
-N-
-O-
OOBEDIENCIA

Historia que usaba DB


“Una tarde la gallina no ha querido entrar en el gallinero. En vano el ama ha intentado
conducirla, corre por el patio hasta que la buena mujer, fatigada de perseguirla, cierra el gallinero y
se va a casa.
La gallina se pasea por aquí, por allí, picoteando algunos granos que halla en la tierra,
satisfecha de su libertad,. Al entrar la noche ve la escalera apoyada al granero, y saltando de
peldaño en peldaño, llega hasta el heno, busca una postura cómoda y se dispone a dormir.
He aquí un ruido que la despierta. Es de noche; nadie en la casa vela. Los perros andan por
la viña cuidando los racimos.
Una zorra ha invadido el granero, ha visto a la gallina y se dispone a devorarla. La gallina,
espantada, vuela; de un salto la zorra quiere atraparla, pero cae en el huerto, mientras la gallina se
refugia en las ramas de un árbol. La zorra no la pierde de vista, y, acurrucada en el suelo,
permanece con el hocico en alto. Después de una hora larga, la gallina da otro vuelo, alcanza el
muro que rodea el huerto. La zorra está al pie. El muro es más bajo que las ramas del árbol. La zorra
descubre un madreo apoyado en él y se trepa y corre por el filo de la pared, y la gallina sólo puede
salvarse con un tercer vuelo a un árbol que está fuera de la huerta y que es más bajo aún. La zorra
desciende, sale por un albañal y se dispone a subirse por el tronco. La gallina, que se ve casi cogida,
vuela hacia otro arbolillo, ciega de terror, se arroja sobre una cerca. La zorra se introduce entre las
ramas, y la gallina da un último vuelo, pero ya no encuentra dónde refugiarse, y cada vez está más
cerca del suelo, y la zorra, con ojos de fugo, la persigue hasta que cae entre sus zarpas. La gallina
cacarea, nadie la oye, y pronto no queda de ella más que un montón de plumas ensangrentadas.
Hijitos: La zorra es el demonio; la gallina son ciertos jóvenes que serán buenos, pero se fían
en sus fuerzas, no admiten reglas, como la gallina, que no quería dejarse encerrar en le gallinero.
Inexpertos, desdeñan los consejos, porque tiene alas, la buena voluntad y la oración. No piensan que
la naturaleza enferma tiende a caer. Algunos son golosos, otros son perezosos, otros son.,.. ¡Dios lo
sabe! Hay quienes dicen: ¿Por qué se nos prohíben ciertas amistades? ¿Nosotros no hacemos nada
malo?. Luego comienzan a infringir las reglas, huyen de los superiores, después ciertas caritas,
ciertos pensamientos, cierta familiaridad, cietas amistades particulares, cierta sensibilidad. Se
desciende, se desciende, las alas no bastan, la zorra está abajo y corre, y se termina cayendo en sus
Fauces. ¡Buenas noches!” HUGO WAST, Don Bosco y su tiempo, pp. 294-295.

OORACIÓN
FE
“Le preguntaron a Don Orione porqué la ayuda de la Providencia se manifiesta en forma
menos evidente cuando se trata del sostenimiento del hogar por parte de un padre de familia y si
esto se debe a la obra que se cumple en el Cottolengo es superior a la ordinaria carga de una familia.
-No- respondió-. La obra del padre de familia es superior a la del Cottolengo, porque la
carga que asume es enviada por Dios mismo, mientras que la del Cottolengo es elegida por los
religiosos. Estos obtienen siempre el socorro providencial porque piden con más fe, todo está en
eso. La fe con que pedimos es la que nos garantiza la ayuda.
Es curioso- agregó-. A menudo les pregunto a las personas que me viene a pedir oraciones:
¿Avete pregato? La mayoría de las veces responden que no... y se extrañan de no conseguir lo que
necesitan
-P-
PPECADO

La única desdicha es el pecado mortal

- Cierto día, en una carreta, el conde de Stolberg se tropieza con un anciano que llora.
Se acerca a él y le pregunta acerca de su tristeza.
El pobre viejo señala las ruinas de su casa, recién destruida por un incendio, y dice sollozando:
- Me quedo solo; tenía una familia, pero todos perecieron.
- ¡Oh, cuán desdichado es usted! –exclama el conde, dándole una importante limosna.
De pronto, recobrando la energía de su fe, se levanta el anciano frente al hidalgo y, mirándole de
arriba abajo dice:
- Desdichado no, no lo soy. ¡Mi madre me enseñó que en la tierra sólo hay una desgracia: el
pecado mortal! Como yo, gracias a Dios, nunca lo cometí, jamás he sido desdichado.
Ejemplos Predicables n. 2069

El pecado maltrata a Jesús

San Alfonso, obispo de Santa Águeda de los Godos, cerca de Nápoles (+1787), hizo venir
junto a él a un pecador escandaloso para exhortarle a cambiar de vida.
Al entrar en la habitación del obispo, aquel pecador vio arrojado en el suelo, en el umbral de
la puerta, un gran crucifijo y no quiso entrar quedándose afuera... Pero el santo obispo le dijo: “Pase
por encima del cuerpo de Jesús; no es la primera vez que le maltrata; lo ha hecho muchas veces con
sus pecados...”! Estas palabras conmovieron a aquel escandaloso, que rompió a llorar de dolor, y
desde entonces cambió de vida. (EE.PP. 614)

La cara de Judas

Se cuenta de Leonardo da Vinci. Estaba trabajando para su famosa “Última Cena”, y tomó
como modelo de nuestro Señor a un joven que cantaba en el coro de la catedral de Milán, llamado
Pietro Bandinelli. Años después, el pintor buscaba un modelo para llevar a cabo la cara de Judas.
Un día, en las calles de toma, vio a un hombre de mirada oscura y de semblante que denotaba una
vida viciosa. “Este es mi modelo”, pensó. Y así fue.
Mientras trabajaba en el estudio, algo característico en los modales de aquel hombre indujo a
Leonardo a preguntarle:
- ¿Cómo se llama usted?
Respondió el otro:
- Usted ya me pintó en otra ocasión. Soy Pietro Bandinelli.
El pecado mortal puede producir también tristes cambios en el exterior de las personas. El
espejo del alma es la cara, suele decirse…, y muchas veces se cumple esta aseveración.
Anécdotas y Virtudes, n.547

Lo único que temía

San Juan Crisóstomo, patriarca de Constantinopla, por su defensa de la religión y por su


rectitud se había enemistado con el emperador Arcadio. Preguntó éste a sus cortesanos qué podría
hacer para dañarle.
Uno contestó: “Mándale al destierro”. Otro: “Confíscale los bienes”. Otro: “Métele en la
cárcel”. Otro: “Mátale y todo se habrá acabado”. Pero el más listo habló así: “todos os equivocáis;
esos medios propuestos no sirven para nada. ¿El desierto? Para él todo el mundo es patria. ¿La
cárcel? Besará las cadenas. ¿La confiscación de los bienes? Equivale a quitarlos a los pobres. ¿La
muerte¿ Le abrirá el Cielo. Señor, si queréis vengaros realmente de ese hombre, obligadle a cometer
un pecado; es lo único que él teme”.
El santo obispo fue desterrado a Armenia, y murió tras cuatro años de persecución y
sufrimientos. Una cosa tenía clara: lo único temible es el pecado.
Anécdotas y Virtudes, n. 549

PPROVIDENCIA

Una Iglesia con 40 céntimos (título de capítulo)

Don Bosco estaba muy enfermo, escupía sangre, apenas se alimentaba, se había desmayado
ya dos veces en público; hacía poco él mismo anunciaba su muerte...
Pusieron la piedra fundamental, DB estaba muy contento. “Ha prometido pagar algo a
cuenta al empresario de las obras, que tiene que abonar la quincena a sus albañiles.
- ¡Bravo, Carlos Buzzeti! Hoy es un gran día. Voy a darte lo prometidol. No será mucho,
pero te aseguro que es todo lo que tengo.
DB extrae pausadamente de su faltriquera, aquel viejo bolsillo donde junta el donativo de los
magnates y el óbolo de la viuda, y lo vuelca enteramente en la mano extendida del ilusionado
Buzzetti. ¡Ocho sueldos! ¡Cuarenta céntimos!
- Está tranquilo! Esto e s lo mío, pero la Madonna va enviar los suyos para pagar su
iglesia. Yo no seré más que el cajero.
Los que escuchan hallan un poco fuerte la escena. ¡Don Bosco es un temerario! ¡DB no tiene
sentido común! ¡Quebrantará! ¡Acabará en la cárcel!
DB sonríe con aquella característica sonrisa suya, hecha de confianza en Dios y, ¿por qué no
decirlo?, de conocimiento de las cosas futuras, y respondía:
No temáis; es necesario que nosotros comencemos, después, Dios nos ayudará. Ya veréis
cómo los quatrini (dinero) vienen solos...” Hugo Wast, Don Bosco y su tiempo,pp 3433-332

- “Cuando se le ocurre (a Don Bosco) empezar a construir su primera iglesia, que llamará
San Francisco De Sales y que será la verdadera porciúncula de su Orden no posee más que deudas.
Debe al panadero, al sastre y al proveedor de víveres, y hasta al barbero. Debe, además, 20.000 liras
al abaste Rosmini.
A pesar de todo, encarga los planos. Se los hacen, los modifica, los aprueba. Llama a un
constructor y le señala el terreno vacío de casa Pinardi.
- ¿Se anima a edificarme esta iglesia?
- Con todo gusto.
- Le advierto que no estoy sobrado de dinero...
- Eso no importa.
- Más bien... escaso. Quiero decir que hay días en que no tengo un céntimo...
- Pero al día siguiente, sin duda, tendrá la bolsa llena.
- Ni al día siguiente, ni al otro. Me acontece pasar una semana y más viviendo de la caridad.
El constructor se pone frío.
- Entonces iremos despacio.
- ‘No, no! Yo quiero que vayamos aprisa, y que antes de un año inauguremos la iglesia.
El constructor mira aquel rostro entusiasta y radiante , aquellos ojos negros que parecen
penetra el provenir.
¡Así lo haremos! ¡Antes que una año bendecirá su iglesia!”. HUGO WAST, Don Bosco y su tiempo,
p. 224
-Q-
-R-
RRECTA INTENCIÓN / VVANAGLORIA:

* Un hermnao había leído un libro del que era autor otro religioso de la misma orden. Al
encontrar al autor, le dijo:
- Padrfe, un día Dios le dará una gran recompensa por lo que escribe.
- Hermano –repuso el padre con humildad-, en el día del juicio mis libros y la escoba que
ustd tiene entre sus manos tendrán el mismo valor; y, si su intención al barrer ha sido mejor que la
mía al escribir, su sitio en el cielo será, sin duda, mejor que el mío. EEPP 1795
-S-
SSANTOS

Santificación en lo que Dios quiera de cada uno


Santo Domingo de la Calzada se santificó haciendo caminos para los peregrinos que iban a
Santiago de Compostela (campo stellae: porque vieron estrellas en el lugar donde la tradición
afirmaba que estaba Santiago, destaparon y allí estaba)

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SSACRAMENTOS

Decía Orígenes que los cristianos somos como pezcaditos. A estos no se los puede sacar del agua
porque mueren... a nos. no nos pueden sacar de la atmósfera sacramental. (Cit. Por Mons. Aguer en
curso de formación para sacerdotes, sem. Diocesano, san Rafael, 6-6-06
-T-
TTIEMPO

Caducidad del tiempo / peregrinos (puede servir para principio y fundamento)

EL ANILLO DEL REY


Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte:
- Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles.
Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de
desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre.
Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.
Todos quienes escucharon eran sabios y grandes eruditos. Podrían haber escrito grandes tratados,
pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de
desesperación total...
Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada.
El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey
murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey
sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó.
Y éste le dijo:
- No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje.
Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me
encontré con un Sacerdote. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como
gesto de agradecimiento, me dio este mensaje, el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló
y se lo dio al rey, diciendo:
"Pero no lo leas le dijo, mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya
fracasado, cuando no encuentres salida a la situación."
Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su
caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran
numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida. Enfrente había un
precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le
cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos.
No podía seguir hacia adelante y no había ningún otro camino...
De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje
tremendamente valioso. Simplemente decía... "ESTO TAMBIÉN PASARÁ".
Mientras leía "esto también pasará" sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que
le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo
cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos. El rey se sentía profundamente
agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas.
Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. El día que
entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes... y él se
sentía muy orgulloso de sí mismo.
El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo:
- Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.
- ¿Qué quieres decir? preguntó el rey. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy
desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.
- Escucha, dijo el anciano: este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para
situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes
victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje:
"ESTO TAMBIÉN PASARÁ", y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de
la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo
terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado. Entonces el anciano le dijo:
- RECUERDA QUE TODO PASA. Ninguna cosa, ni ninguna emoción son permanentes. Como el
día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la
dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas. GRÁBATELO BIEN EN TU
CABEZA Y EN TU CORAZÓN.

Estamos de paso
Se cuenta que en el siglo pasado, un turista americano fue a la ciudad de El Cairo, Egipto, con la
finalidad de visitar a un famoso sabio. El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un
cuartito muy simple y lleno de libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un
banco.
 - ¿Dónde están sus muebles? preguntó el turista.
   Y el sabio, rápidamente, también preguntó:
 -¿Y dónde están los suyos...?
 - ¿Los míos?, se sorprendió el turista. ¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso!
 - Yo también... concluyó el sabio.
La vida en la tierra es solamente temporal... sin embargo, algunos viven como si fueran a quedarse
aquí eternamente y se olvidan de ser felices".
El valor de las cosas no está en el tiempo que duran, sino en la
intensidad con que suceden. Por eso existen momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas
incomparables."

 1. Dios no te preguntará qué modelo de auto usabas; te preguntará a cuánta gente llevaste.
 2. Dios no te preguntará los metros cuadrados de tu casa; te preguntará a cuánta gente recibiste en
ella.
 3. Dios no te preguntará la marca de la ropa en tu armario; te preguntará a cuántos ayudaste a
vestirse.
 4. Dios no te preguntará cuán alto era tu sueldo; te preguntará si vendiste tu conciencia para
obtenerlo.
5.Dios no te preguntará cuál era tu título; te preguntará si hiciste tu trabajo con lo mejor de tu
capacidad.
6. Dios no te preguntará cuántos amigos tenías; te preguntará cuánta gente te consideraba su amigo.
 7. Dios no te preguntará en qué vecindario vivías; te preguntará cómo tratabas a tus vecinos.
 8. Dios no te preguntará el color de tu piel; te preguntará por la pureza de tu interior.
 9. Dios no te preguntará por qué tardaste tanto en buscar la Salvación;
te llevará con amor a tu casa en el Cielo y no a las puertas del Infierno.
 10. Dios no te preguntará a cuántas personas enviaste este mensaje; te preguntará si te dio
vergüenza hacerlo.
-U-
-V-
-Y-
-Z-

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