Poema Erotico

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NOTAS

EL CODO ARDIENTE: TESTIMONIOS


DE UN EUFEMISMO ERÓTICO DE LOS SIGLOS DE ORO

Uno de los poemas más agudos y picantes de los que alumbró el


desenfadado ingenio de don Jerónimo de Barrionuevo (ca. 1587-ca.
1671), canónigo de Sigüenza y uno de los más destacados autores de
prosa noticiera y de poesía erótica de su tiempo, es el que dice:

El codico me arde, madre; Madre mía, el codo me arde.


madre mía, el codo me arde.
No diga al vecino
El pie en una estaca que acá se nos pase,
topando aier tarde, porque no entretenga
me di un tropezón con dos disparates;
que al suelo acabase; mire que es un hombre
en mitad del codo que de todo sabe,
fue el golpe tan grande algibrista bravo,
que llegó la vista médico del arte,
a despabilarse; que tiene la mano
como una estocada tan hecha a desastres
pudiera pasarme, que quita dolores
a no estar las sayas solo en un instante.
hasta los ijares. Madre mía, el codo me arde.
Madre mía, el codo me arde.
Si desto no gusta,
Búsqueme, señora, tráigase acá un fraile,
emplastos y naves, mire que deseo
y hálleme un médico mucho confesarme,
para que me sane; que de su cordón
ponga cosas tiesas milagros bastantes
con que se me ablande, se han visto en mujeres
que yo no hago caso llegando a tocarle;
de las flojedades; podrá ser que pueda
sáqueme el bustillo esto mitigarse,
dentre aquesos naipes, si no es que el hisopo
que puede sin duda del cura lo aplaque.
él solo sanarme. Madre mía, el codo me arde1.

1 El poema se ha conservado en el manuscrito 3736 de la Biblioteca Nacional de


Madrid, pp. 263-264. Sobre este poema, véase mi artículo “Flor de canciones tradi-
cionales inéditas de los Siglos de Oro: el cancionero de Jerónimo de Barrionuevo

NRFH, XLVI (1998), núm. 1, 97-103


98 JOSÉ MANUEL PEDROSA NRFH, XLVI

La cabeza del villancico que de forma tan desenfadada glosó Ba-


rrionuevo (“El codico me arde madre/madre mía el codo me arde”)
tiene todo el aspecto, pese a que no se conocen más testimonios que
corroboren su difusión en aquella época, de haber sido tradicional en
el Siglo de Oro, como buena parte de los otros villancicos que glosó el
canónigo de Sigüenza. En cualquier caso, sí que es indicio de tradi-
cionalidad el que esté basado en un eufemismo de tipo sexual, el de
la equivalencia codo =coño, que sabemos a ciencia cierta ha tenido al-
gún arraigo en el habla coloquial y en la cultura oral de los siglos XVI
y XVII especialmente, con algún eco que ha llegado incluso hasta el XX.
Efectivamente, ya Pere Vallés, en su Libro de refranes publicado en
1549, incluía el refrán “dolor d’codo: dolor d’esposso: duele mucho:
y dura poco”2, cuyo sentido, al ser explicado dos décadas después, en
1568, por Ioan de Mal Lara en La Philosophia Vulgar, quedaba mucho
mejor aclarado:

Dolor de esposo, dolor de cobdo, duele mucho y dura poco: Puede se


entender esto en dos maneras. La vna que al principio del amor en el
esposo, es gran dolor si se absenta, ò va lexos tierra, ò se muere. Pero
como era alos principios y el amor no auía tomado fundamento, ni auía
prendas entre ellos que les doliessen, solamente se sintió dolor gran-
demente por la falta delo venidero. Pero las viejas dan otro y creo que
es más verdadero, porque lo he oýdo algunas vezes que el amor del espo-
so, entra dando dolor quandose casa con donzella, y porque la esposa,
no auiendo vsado tal cosa siente dolor al principio, consuelan la con
dezir que aunque duele mucho, dura poco, de manera que es semejante
al dolor del cobdo, que por estar en huesso, es grande, pero dura poco,
y también deue el refrán de jugar del vocablo cobdo. &c.3

“Y también deue el refrán de jugar del vocablo cobdo. &c.”. Con


este eufemístico circunloquio aludía Mal Lara al tercer sentido “del
vocablo cobdo” en este contexto: el erótico-humorístico, que debía
ser, pese al recatado tercer lugar en que él lo arrinconó, el más pró-
ximo y el que mejor reconocerían el común de sus contemporáneos.
Es lástima que, cuando Gonzalo Correas, en su Vocabulario de re-
franes de 1627, ofreció este mismo refrán, “Dolor de esposo, dolor de

(B.N.M. Mss. 3736) y otros manuscritos madrileños”, RFilR, 11/12 (1994-95), 309-
325. Aunque este manuscrito lleva en portada el título de Comedias y poesías varias por
Don Juan Cantón de Salazar, y la fecha de 1700, lo cierto es que hay acuerdo general
entre los críticos en la atribución a “D. Hierónymo Barrionuevo y Peralta, Canóni-
go de Sigüenza”, y en la datación en torno a 1641-1643. Sobre Barrionuevo, puede
verse además el trabajo de JOSÉ RAMÓN FERNÁNDEZ DE CANO Y MARTÍN, “Don Jerónimo
de Barrionuevo, poeta castrado”, Estado actual de los estudios sobre el Siglo de Oro: Actas
del II Congreso Internacional de Hispanistas del Siglo de Oro, eds. M. García Martín, I. Are-
llano, J. Blasco y M. Vitse, Universidad, Salamanca, 1993, t. 1, pp. 347-355.
2 Zaragoza, en Casa de Juana Milian…, f. 23r.
3 Hernando Díaz, Sevilla, f. 72v.
NRFH, XLVI UN EUFEMISMO ERÓTICO DE LOS SIGLOS DE ORO 99

kodo: duele mucho i dura poko”4, no le añadiese uno de los agudos


comentarios a los que tan aficionado era. Afortunadamente, esta au-
sencia se vio compensada por la explicación de don Luis Galindo en
sus Sentencias filosóficas y morales de hacia 1660-1669: “Dolor de cobdo
dolor de esposo; duele mucho y dura poco… comparando este do-
lorzillo agudo al que la donzella padeze en la entrada primera dela con-
sumación de su matrimonio. Y por honestidad vsa este Castellano del
equíuoco”5. De nuevo el reconocimiento del valor eufemístico de la
expresión (“equíuoco por honestidad”) reafirma el evidente simbo-
lismo sexual que este cobdo debía de tener en época de Galindo.
Más codos de este tipo aparecen en otros textos literarios de la épo-
ca. De nuevo en el inagotable Vocabulario (1627) de Correas encon-
tramos un ejemplo adicional y revelador de la metáfora erótica que
estamos analizando: “A tu marido, muéstrale el kodo, mas no del todo”.
En el mismo lugar anotó Correas otras variantes, todas ellas dotadas de
un doble sentido inconfundible: “a tu espó, muéstrale el kó, mas no del
tó”, “a tu esposo, muéstrale, mas no del todo”; “a tu marido, muéstra-
le lo otro, mas no del todo”. El comentario acompañante aconsejaba
el mismo recato en los gestos de la mujer que el refrán mostraba en el
lenguaje: “akonséxala ke no dé indizio de desonesta, i ke sea sekreta;
i a todos, ke sean advertidos i la traten kon rrekato i rresguardo”6.
Los cancioneros y romanceros de finales del siglo XVI y comienzos
del XVII fueron muy fecundos en la documentación del vocablo codo
con doble sentido erótico. En un romancillo erótico publicado por
primera vez en la Séptima parte de Flor de varios romances (1595), de don-
de pasaría después al Romancero general de 1600-1605, la alusión a un

4 Vocabulario de refranes y frases proverbiales, ed. L. Combet, Université, Bordeaux,


1967, p. 333.
5 Sentencias filosóficas i verdades morales, que otros llaman prouerbios o adagios caste-
llanos, 10 ts. [B.N.M. Mss. 9772-9781], t. 5: [Ms. 9776], ff. 9v-10r.
6 G. CORREAS, Vocabulario de refranes, p. 24. Un siglo antes que Correas, Francis-
co Delicado había incluido el mismo refrán en El retrato de la Lozana andaluza (cf. la
ed. de C. Allaigre, Cátedra, Madrid, 1985, mamotreto 3, p. 180): “amuestra a tu mari-
do el copo, mas no del todo”, utilizando la metáfora del copo, que también equivalió
en su época a coño. Lo prueba, por ejemplo, la célebre composición del Cancionero
musical de Palacio: “Una moçuela de Logroño / mostrado me avía su co… / po de
lana negro que hilava”. O el poema dieciochesco de Samaniego: “La monja, como
era lega / y profesaba al otoño, / rabiaba por darle entrada / y le enseñaba su co…
/ su copo con que ella hilaba”. La canción fue editada en La música en la corte de los
Reyes Católicos, t. 4-2: Cancionero musical de Palacio. (Siglos xv-xvi), vol. 3-B, ed. J. Romeu
Figueras, CSIC, Barcelona, 1965, núm. 141, y reproducida en MARGIT FRENK, Corpus
de la antigua lírica popular hispánica. (Siglos xv a xvii), Castalia, Madrid, 1987, núm.
1719. El poema de Samaniego fue editado en El jardín de Venus, ed. E. Palacios, A-Z
Ediciones, Madrid, 1991, p. 172. Sobre ambos poemas, y sobre el recurso poético que
los informa, véase mi artículo “Mozas de Logroño y defraudación obscena en el can-
cionero popular: del Cancionero musical de Palacio al folklore moderno”, Revista de Fol-
klore, 1993, núm. 153, 75-82.
100 JOSÉ MANUEL PEDROSA NRFH, XLVI

codo localizado sorprendentemente “por las piernas” de “las vecinas”


no dejaba demasiadas dudas sobre su verdadero sentido:

Madrugastes vezina mía


a sacar pollos,
plega a Dios no os encue[n]tre el duende
y os coma el coco.

Dizen las vecinas,


que ceuan palomas,
y las que del huerto
coxen los cogombros,
que a penas se acuestan,
y cierran los ojos,
cuando, con vn huesso,
de la mano al codo,
las dan por las piernas
golpes tan sabrosos
que cruxen los dientes
de dentera todos…7

Un villancico glosado que aparece en el Cancionero musical de Mó-


dena, compilado justo por aquellos años, proclamaba:

A my gusto me acomodo
Madre mía en buena fe,
que si se me rompe el codo
codi[r]rota me quedaré.

7 Séptima parte de Flor de varios romances nueuos recopilados de muchos autores por Fran-
cisco Enríquez, Casa de la bivda de Alonso Gómez, Madrid, 1595, ff. 137v-138r. Hay ree-
dición facsímil de ANTONIO RODRÍGUEZ MOÑINO en el noveno de los doce tomos de sus
Fuentes del Romancero General (Madrid, 1600), Real Academia Española, Madrid, 1957.
La composición puede verse también en la moderna edición del Romancero General
(1600, 1604 y 1605) de ÁNGEL GONZÁLEZ PALENCIA, CSIC, Madrid, 1947, núm. 613.
También la editaron PIERRE ALZIEU, ROBERT JAMMES e YVAN LISSORGUES en su Poesía eró-
tica del Siglo de Oro, Crítica, Barcelona, 1983, núm. 49. Los editores franceses expli-
caron la expresión de la mano al codo como equivalente a “un codo de largo. Pero es
difícil precisar más, ya que hubo varias medidas de longitud llamadas codo. «Las medi-
das del codo fueron diversas —dice Covarrubias—; una del codo a la mano, otra que
llamavan codo real, y el tercero codo geométrico». Hubo más. Para abreviar, diremos
que el codo puede tener entre 44 y 72 centímetros. ¡Lo que puede el miedo en la
imaginación de una mujer!”. A este comentario se puede ahora añadir que aunque,
efectivamente, el poema juega con la expresión de la mano al codo en su acepción de
‘medida de longitud’, la exploración del sentido metafórico de la voz codo que esta-
mos realizando avala que opera también, intencionadamente, con el equívoco
codo/coño. Máxime cuando pone en escena un codo que no tiene relación con los bra-
zos, sino con las piernas de las mujeres: “…cuando, con un hueso / de la mano al
codo, / las dan por las piernas / golpes tan sabrosos…”.
NRFH, XLVI UN EUFEMISMO ERÓTICO DE LOS SIGLOS DE ORO 101

COPLAS

Madre, de qué se alborota


que más uale por su uida
ser rica y codi[r]rompida
que no pobre y codi[r]rota.
Que si no es deste modo
no se puede andar a fe
que si se me rompe el codo
codi[r]rota me quedaré.

Y aunque a su gusto no quadre


Madre mía no se aflija.
Basta lo que he sido hija
déxame agora ser madre
que si a madre me acomodo
qué de nietos que le haré
que si se me rompe el codo
codi[r]rota me quedaré.

No quiero calamitades
ni estar suspensa contino.
Mejor es abrir camino
a tantas dificultades.
Y abierto a Roma por todo
como las demás iré
que si se me rompe el codo
codi[r]rota me quedaré 8.

La misma cancioncilla aparecería así, con la indicación de que


era “cantar i rrefrán”, en el Arte de la lengua de Gonzalo de Correas:
“Que si à todo le doi de codo, madre mía, en buena fe, que si à todo
le doi de codo, codirrota me quedaré”9.
Una seguidilla vieja de los inicios del siglo XVII aludía de este
modo a las enfermedades venéreas de las prostitutas:

—Putas, Puticas, Putacas,


¿qué traeis en aquesos codos?
—Bubas, encordios, demonios,
pujabantes i tenaças10.

18 CHARLES V. AUBRUN, “Chansonniers musicaux espagnols du XVIIe siècle. II. Les


recueils de Modène”, BHi, 52 (1950), 313-374. Cf. M. FRENK, Corpus, núm. 1551.
19 Arte de la lengua española castellana, ed. E. Alarcos García, Revista de Filología
Española, Madrid, 1954, p. 328.
10 La seguidilla fue anotada en el Manuscrito 3915 [Parnaso Español] de la B.
N. M., f. 319v; fue reproducida en R. FOULCHÉ-DELBOSC, “Séguedilles anciennes”, RHi,
8 (1901), 309-331, núm. 330.
102 JOSÉ MANUEL PEDROSA NRFH, XLVI

Y un romance artificioso y anónimo del mismo siglo decía:

Muy enferma está Marica,


la hija de Andrés Chamorro,
de un gran dolor que le traba
vientre, cadera y lomos.
Dicen que su mal procede
de la picada de un bromo,
porque, lavando en la mar,
quiso meterse a lo hondo.
Otros dicen que, tendiendo
los palos en un madroño,
cayó y metióse, al alzar,
un garrancho por el codo…11

La abundancia de documentación del vocablo codo con doble sen-


tido sexual en los siglos XVI y XVII revela que este uso debió ser corriente
en aquellos tiempos. El hecho de que su rastro parezca perderse casi
del todo después de aquella época puede ser debido a que esa acep-
ción decayera efectivamente en el habla coloquial, o a que los escritores
del siglo XVIII en adelante no supieron reflejar con la misma viveza que
los de siglos anteriores el registro más vulgar de la lengua, al que sin
duda perteneció este ingenioso eufemismo. Es difícil pronunciarse al
respecto. Algunos de los más importantes diccionarios o repertorios
de eufemismos de hoy en día (incluyendo los de Camilo José Cela) si-
lencian completamente esta acepción. Pero que no está definitiva-
mente muerta lo prueba el que, tras un prolongado silencio docu-
mental de varios siglos, todavía sigan asomando estos equívocos codos
entre los versos de una canción carnavalesca que es posible escuchar
todavía hoy en el pueblo de Priego (Córdoba):
Una niña muy bonita
que a su balcón se asomaba
y un caballero al pasar
con atención la miraba.
Y la niña le decía:
“Cara de carnero mocho”.
—Dispense usted, señorita,
que le estaba viendo… el codo12.
11 Antologado en JOAQUÍN LÓPEZ BARBADILLO, Cancionero de amor y de risa en que
van juntas las más alegres, libres y curiosas poesías eróticas del Parnaso español, muchas jamás
impresas hasta ahora y las restantes publicadas en rarísimos libros, Akal, Madrid, 1977,
pp. 93-94.
12 ENRIQUE ALCALÁ ORTIZ, Cancionero popular de Priego: poesía cordobesa de cante y bai-
le II, Priego, [edición del autor], 1986, p. 180, núm. 1498. El verso que dice “cara de
carnero mocho” es en realidad una fórmula perteneciente a un cuento muy difun-
dido en España y en Portugal que he estudiado en mi artículo “Correspondencias fol-
clóricas españolas de la Farsa de Inês Pereira de Gil Vicente”, Estudos de Literatura Oral,
NRFH, XLVI UN EUFEMISMO ERÓTICO DE LOS SIGLOS DE ORO 103

El testimonio que ofrece esta última canción, documentada en la


tradición folclórica del siglo XX, avala la tradicionalidad y el arraigo
multisecular de la voz codo como eufemismo connotador del sexo
femenino, y nos permite avanzar un pequeño paso más en nuestro
conocimiento, todavía limitado y parcial, de la simbología erótica en
que se encierran algunas de las claves ideológicas más perdurables de
nuestra lengua, literatura y cultura.

JOSÉ MANUEL PEDROSA


Universidad de Alcalá de Henares

1 (1995), 137-143. Una versión recogida por mí de un informante del pueblo de


Tobarra (Albacete), comenzaba: “Un marido le cuenta a su mujer y dice: «Oye,
mujer, cada vez que paso por la puerta del cura, sale y me dice carnero mocho…»”.

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