03vaquero Carmen PDF
03vaquero Carmen PDF
03vaquero Carmen PDF
ISSN: 1579-735X
Dos sonetos para dos Sás: Garcilaso y Góngora
María del Carmen Vaquero Serrano
IES Alfonso X el Sabio (Toledo)
Abstract:
In this essay I attempt to show how mu hypothesis that Garcilaso could be playing, in his sonnet xxviii,
with the syllable “sa”, taken from Beatriz de Sa´s surname, is confirmed in Gongora´s sonnet 165, poem in
which the poet from Cordoba also uses the syllable “sa” in the rhymes to remember Guiomar de Sa.
RESUMEN:
En este artículo trato de demostrar cómo mi hipótesis de que que Garcilaso podía estar jugando, en su so-
neto xxviii, con la sílaba “sa” del apellido de doña Beatriz de Sá, se confirma en el soneto 135 de Góngora,
poema en el que el poeta cordobés, también con la sílaba “sa” de sus rimas, evoca a doña Guiomar de Sá.
.- Para este soneto y el xxiii, que copiaré más adelante, sigo la edición de Elias L. Rivers, Garcilaso de la Vega, Poesías
castellanas completas, Madrid, Clásicos Castalia, 2.º ed., 1972.
38 Lemi 11 (2007) María del Carmen Vaquero Serrano
Pues bien, quizá en este poema, que muy probablemente conocía Garcilaso, o en
otros parecidos a él, se halle la clave para solucionar el enigma del soneto del poe-
ta español. Porque, si nos fijamos en el recurso empleado por el Sr. de Abranches
de repetir dos veces el apellido de la dama, una al comienzo de un verso y otra en
el medio de otro, y lo comparamos con el primer terceto de nuestro soneto
Sabed qu´en mi perfeta edad y armado,
con mis ojos abiertos, m´he rendido
al niño que sabéis, ciego y desnudo.
comprobamos que los versos del portugués y del toledano, en cuanto al artificio
empleado y la posición de las palabras clave, son exactos. Abranches y Garcilaso,
los dos, han jugado para aludir a la dama con la primera sílaba del verbo sabe.
Para mí resulta clarísimo que Garcilaso, en su soneto xxviii, mediante un recurso
previamente utilizado por los poetas portugueses del Cancionero general de resende, a
quienes muy probablemente imitaba, nos revela de un modo sutil, pero al mismo tiempo
muy literario, que la dama objeto de su amor no era otra que su cuñada portuguesa doña
beatriz de Sá, la segunda esposa de su hermano Pedro Laso. Y quiero recordar también
que, desde hace años, vengo defendiendo que doña beatriz —acaso conocida como «la
Sá»— fue quien posiblemente inspiró el nombre y la historia de la pastora o ninfa Elisa de
las églogas garcilasianas, cuya muerte lloraba Nemoroso. Este es, pues, el resumen de mis
investigaciones hasta 2006.
Pero la lectura de otro poeta español, admirador profundo de Garcilaso, me ha depa-
rado una agradable sorpresa al volver sobre uno de sus libros. Me refiero a Góngora. Esta-
ba releyendo sus Sonetos completos (edición de birute Ciplijauskaité, Madrid, Ed. Castalia,
4.ª edición, 1981) cuando, de repente, en la página 212, llamó mi atención –nunca antes
lo había hecho– el soneto 135, fechado en 1610. Primero, reparé en su título:
En la muerte de Doña Guiomar de Sá,
mujer de Juan Fernández de Espinosa
Y, después, se fueron mis ojos a la primera frase del comentario que Ciplijauskaité incluye
al pie del soneto. Dice la editora:
Soneto construido sobre la metáfora de la rosa, inspirada por el apellido de la dama.
Sin perder un minuto, leí los catorce versos del —desde ese instante y para mí— sorpren-
dente soneto gongorino.
Pálida restituye a su elemento
su ya esplendor purpúreo casta rosa,
que en planta dulce un tiempo, si espinosa,
gloria del Sol, lisonja fue del viento.
5 El mismo que espiró süave aliento
fresca, espira marchita y siempre hermosa;
no yace, no, en la tierra, mas reposa,
negándole aun el hado lo violento.
Sus hojas sí, no su fragancia, llora
10 en polvo el patrio betis, hojas bellas,
que aun en polvo el materno Tejo dora.
40 Lemi 11 (2007) María del Carmen Vaquero Serrano
fuera cordobés («el patrio betis») y su madre, doña Guiomar de Sá, portuguesa («el ma-
terno Tejo»), era fácilmente deducible por la historia documentada de ambas familias.
Pero adentrémonos en el tema que me ocupa. Lo importante para mi investigación es
lo que resumo en los dos puntos siguientes:
1.º Que, como afirma Ciplijauskaité, el «soneto [se ha] construido sobre la metáfora de
la rosa, inspirada por el apellido de la dama».
2.º Que, en las rimas b de los cuartetos, se juega con la sílaba «sa», en clara alusión
al apellido de doña Guiomar, aunque también en el tercer verso se lea el apellido
de su esposo, casualmente acabado asimismo en «sa». repasaré los cuartetos,
destacando en negrita lo que me interesa de los versos con rimas b:
Pálida restituye a su elemento
su ya esplendor purpúreo casta rosa,
que en planta dulce un tiempo, si espinosa,
gloria del Sol, lisonja fue del viento.
5 El mismo que espiró süave aliento
fresca, espira marchita y siempre hermosa;
no yace, no, en la tierra, mas reposa,
negándole aun el hado lo violento.
De ello infiero tres conclusiones:
1.ª Que doña Guiomar, de quien se toma como base su apellido, es aludida como
rosa y su esposo por su patronímico completo. Ella es una rosa y él, Espinosa.
2.ª Que en este soneto, como ya hicieran los poetas del Cancionero de resende y po-
siblemente Garcilaso en su soneto xxviii, se juega —Góngora lo hace en sílaba
final de rima— con la sílaba «sa».
3.ª Que tanto los líricos portugueses como Garcilaso y Góngora cantan a una mu-
jer de la familia Sá. Los primeros y el toledano, a doña beatriz de Sá; y el último,
a una sobrina nieta de ella, doña Guiomar de Sá. Pero todos emplean el mismo
artificio: la repetición de la sílaba «sa», lo cual —creo— es una confirmación de
mi hipótesis sobre la adivinanza contenida en el garcilasiano soneto xxviii y su
solución.
Para concluir este apartado recordaré dos detalles. Uno de ellos –en relación con la
segunda de las conclusiones– es que, conforme ya dije en su día, en la composición del to-
ledano, también las sílabas finales de los vocablos de las rimas b de los cuartetos (aereza,
terneza, torpeza y bajeza), leídas con el fonema fricativo sonoro de la época (asperedsa,
ternedsa, torpedsa y bajedsa), reproducen asimismo el apellido de la dama. Y si compara-
mos su situación final y en qué versos se han colocado, veremos que coinciden absoluta-
mente con las de Góngora.
boscán, vengado estáis, con mengua mía,
de mi rigor pasado y mi aspereza,
con que reprehenderos la terneza
de vuestro blando corazón solía;
42 Lemi 11 (2007) María del Carmen Vaquero Serrano
neto gongorino), también con s sonora; y que, en el verso final, la palabra «mudanza» se
leería mudantsa igualmente con s, pero en este caso sorda por ir precedida de consonante.
Cuatro veces, por tanto, la sílaba «sa» y dos de ellas en la metáfora rosa, que es la única
flor que aparece junto con la azucena, si bien esta solo consta una vez.
Y nos podemos preguntar: ¿qué hizo Góngora al volver en otro conocidísimo soneto
sobre el tópico del Carpe diem? Copiaré el poema:
Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano,
mira tu blanca frente el lilio bello;