El Prólogo de Los Diez Mandamientos
El Prólogo de Los Diez Mandamientos
El Prólogo de Los Diez Mandamientos
Introducción
Al estudiar los Diez Mandamientos, no debemos pasar por alto el prólogo que les anteseden. Me
refiero a las palabras que Dios pronuncia antes de decretar, y que son las siguientes: “Yo soy Jehová
tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.” Estas palabras forman parte
importate de los Diez Mandamientos, por tanto, debemos prestar mucha antención a ellas ¿Por
qué? Porque este prólogo ayuda a iluminar el hecho de que en el Decálogo – Diez mandamientos*
– tenemos una carta del pacto que Dios estableció con Israel en el Sinaí.1 Así que, en el Dacálogo
encontramos lo que al pueblo le corresponde cumplir para ser fiel a su pacto con el Señor: “No tener
dioses ajenos, no hacer de estos dioses imágenes para adorarlas, no tomar el nombre de Dios en vano,
guardar el día de reposo, honrar a los padres, no asesinar, no cometer adulterio, no tomar lo que es de
otro, no hablar falso testimonio, no codiciar”. La escrirura se refiere a ellos – Los Diez Mandamientos
– como el anuncio del Pacto de Dios con Israel; Deuteronomio 4:13 “Y él os anunció su pacto, el cual
os mandó poner por obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra.” Entonces
¿Cómo podemos definir los Diez Mandamientos? Cómo documento de un pacto.
En el prólogo pronunciado en Éxodo 20:2 (Cf. Dt.5:6) contiene tres puntos muy importantes
respecto al pacto ofrecido por Dios al pueblo. Vemos a Dios presentarse como el Dios del pacto, el
Rey Soberano que se presenta delante de sus súbditos, donde despúes describe el favor que se
otorga al pueblo, y finaliza decretando la parte que al pueblo le corresponde cumplir como señal de
fidelidad al pacto.
Ante estas palabras (Dt.4.10) Entendemos que los Israelitas debian honor, respeto y servicio a
Dios, en palabras claras: Debian fidelidad al Dios que los liberó de la esclavitud que sufrian en tierra
de Egipto.Pero, encontramos un punto muy importante dentro de estas mismas palabras, y que es
muy relevante para la iglesia: Es una invitación a escuchar sus Palabras “Reúneme el pueblo, para
que yo les haga oír mis palabras…” Por tanto, Deuteronomio 4:10, prueba que las primeras
Podemos darnos cuenta que en el prólogo, Dios se viene a presentar como “Yo Soy Jehová…” El
Dios del pacto, que ha sacado a Israel de Egipto, el lugar de esclavitud. El Señor se presenta ante su
pueblo como el único Dios que salva y libera, el Dios que cumple su promesa. El Dios que escuchó
el lamento del pueblo cuando estaba siendo oprimido, y recordó su pacto. Por tanto, les envía un
libertador: Moisés.
Entonces el pueblo de Israel sabía y, no desconocia la clase de Dios que le había dado la libertad
de la esclavitud. Sin embargo, fueron necios, y renagaron de Dios aún cuando se encontraban en
condición de esclavos, y se volvieron contra Moisés y contra la palabra que se les había anunciado:
Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el
desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto?¿No es esto lo que te
hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los
egipcios, que morir nosotros en el desierto. (Éx. 14:11-12)
Estas palabras nos dicen la verdad de lo que realmente había en el corazón del Pueblo de Israel:
Un deseo de regresar a la vida que vivian en Egipto, que resulta en un deseo más fuerte que el deseo
de llegar a la tierra prometida. Y estos pensamientos continuamente los sacaban durante el camino
a Canaan, al punto que Dios les llama de rebeldes “Rebeldes habéis sido a Jehová desde el día que yo
os conozco.” (Dt. 9:24)
En un momento en el desierto fue necesario que Moisés intercediera por ellos para impedir que
Dios les destruyera. Veamos como Moises intercede por el pueblo:
Deuteronomio 9:25 “Me postré, pues, delante de Jehová; cuarenta días y cuarenta noches estuve
postrado, porque Jehová dijo que os había de destruir. 26 Y oré a Jehová, diciendo: Oh Señor Jehová,
no destruyas a tu pueblo y a tu heredad que has redimido con tu grandeza, que sacaste de Egipto con
mano poderosa.27 Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob; no mires a la dureza de este
pueblo, ni a su impiedad ni a su pecado, 28 no sea que digan los de la tierra de donde nos sacaste: Por
cuanto no pudo Jehová introducirlos en la tierra que les había prometido, o porque los aborrecía, los
sacó para matarlos en el desierto. 29 Y ellos son tu pueblo y tu heredad, que sacaste con tu gran poder
y con tu brazo extendido.”
¿Cuál es la razón por la que Dios no los destruye? ¿La interseción de Moisés? V27 “Acuérdate de tus
siervos Abraham, Isaac y Jacob…” ¿Quiénes eran Abraham, Isaac y Jacob? ¡Recuerda Tu pacto, no
lo anules! R= EL PACTO.
Enseñanza: La iglesia debe recordar esto siempre. La libertad del pecado que Dios le da al creyente
es una libertad que no se merece. ¡Dios no le debe nada a la Iglesia! (Explicar esto)
3. Vida Santa.
Al prólogo le siguen los Diez Mandamientos que los Israelitas debian obedecer. Los Diez
Mandamientos tienen un carcater muy especial, no son los mandamientos de un déspota que
decreta su ley en el sentido de “obedezcan y callen”, de ninguna manera, Él tiene algo especial:
Quiere que su pueblo permanezca libre. El argumento bíblico para esta aformción es que primero
Dios libera a su pueblo de la esclavitud, y despúes viene la ley.
Entonces somos libres dentro de nuestros limites (Ejemplo el pez en el agua)