La Falsedad Documental Inocua en La Jurisprudencia Español
La Falsedad Documental Inocua en La Jurisprudencia Español
La Falsedad Documental Inocua en La Jurisprudencia Español
5311771519
TESIS DOCTORAL
DONATIVO
Autor: MARIA VICTORIA CALLE RODRíGUEZ
Director: Dr. D. MANUEL COBO DEL ROSAL
1995
PARTE PRIMERA: Inocuidad y acción falsaria documental
filosófico-moral.
falsedad la “falta de verdad”, la “falta de conformidad entre las palabras, las ideas y
las cosas”. En lenguaje común, falsedad no es otra cosa que la falta de verdad, y es
una voz que se aplica a las personas y a las cosas, pero no a las acciones, para las que
que, a su vez, es derivación del verbo “fallere” que significa engañar. Partiendo de
esta previa aproximación conceptual, falsedad es tanto corno decir ausencia de verdad,
veritatis “Y
COBO DEL ROSAL3 puntualiza algo que va a resultar del “máximo interés” y que
significa otra cosa sino sencillamente engañar, frustrar la esperanza de uno, o faltar
a la palabra dada. Y la misma raíz, añade el autor, tiene la palabra “falacia’t que no
de falsedad es algo que rebasa la órbita del Derecho penal y también del Derecho
Asevera CARRARA que “la falsedad acompaña constantemente a todos los fraudes. Sea
con palabras, sea con falsos signos exteriores, mentir siempre es la divisa del estafador.
Pero, por una antigua costumbre de los juristas, se ha dado casi por antonomasia el nombre
de falsedad a la mentira que se exterioriza por escrito” (CARRARA, FRANCESCO:
“Programa del Curso de Derecho Criminal”, Edit. Depalma, Buenos Aires, vol. IV, parág.
2.363). En esta perspectiva, ilustra con señuelos de añoranza VALDES RUBIO cuando
asevera que “el fraude y el engaño, la mentira y la mala fe han reemplazado en muchos
2
manifestaciones no siempre constituyen delito, por lo que existen supuestos de
falsedad que no llevan consigo una sanción penal y otros en los que sólo procede una
todos los supuestos, pero, en suma, se trata más de una fórmula de naturaleza ética
Desde esta perspectiva podemos afirmar que la norma ética prescribe decir la
verdad y evitar el engaño o mentira, lo cual resulta una exigencia natural que deriva
casos, como negras manchas que obscurecen las más espléndidas civilizaciones, á la
veracidad, que era carácter honroso de otras edades y siglos, descritos admirablemente por
nuestro prodigioso Cervantes en el inmortal discurso de universal fama U..). Primero bastó
la palabra para que lo convenido fuera exactamente cumplido; luego se empleó como prueba
una tableta partida, de la que conservaba una parte cada parte contratante. Escribiéronse
después en ellas las obligaciones contraídas (cantidad, plazo de entrega, etc.). El juramento
fué durante muchos siglos la garantía del cumplimiento de lo convenido; y ya no bastaron
ni la prueba testifical, que muchas legislaciones modernas rechazan si la cuantía excede de
un limite marcado, ni los documentos privados” (VALDES RUBIO, JOSE MARIA:
“Derecho Penal”, Imp. del Asilo de Huérfanos del S.C. de Jesús, Madrid, 1913, tomo 1, p.
291).
3
Señala la sentencia de 30 de junio de 1972 (Pte. Escudero del Corral. Ar.
3.463) “que dentro de las relaciones humanas, la mentira posee un amplio registro
valorativo, pues dada su gran frecuencia, por la proclividad del hombre a alterar
civil, para terminar en la más enérgica y restringida falsedad penal” (CDO. 1 ~‘).
ética de esta parcela del ordenamiento jurídico penar, hay que convenir no obstante
de filósofos, sino de labradores y comerciantes, gentes para quienes verdad y mentira no eran
aspectos y conceptos de teoría del conocimiento, sino modos de llevar a cabo actos y
contratos (...). No mentir es, pues, no dar gato por liebre; no sisar en el volumen, peso o
cantidad; es el principio del comercio honrado, la base de lo que iba a ser el capitalismo
moderno, la banca, el cambio, la estabilidad monetaria, todo lo que reinó en el mundo
atlántico hasta la primera guerra mundial (...)“; y sigue reinando, al parecer, precisa
BENEYTEZ MERINO.
4
con QUINTANO R[POLLES10 que si bien la noción ética o moral de falsedad ha
servido de base a las figuras delictivas para las que aquélla sirve de subsuelo del
más extenso el moral que el jurídico, pues si toda falsedad es una mentira (desde la
vista jurídico o penal). Así lo entiende también COBO DEL ROSAL al significar que
García Gómez. Ar. 1.588), en la que tras consignarse expresamente por el Tribunal
<a quo> que no consta que los asientos de los libros Diario y Mayor en los que se
la realidad de las operaciones de dicha fábrica, por lo que no puede decirse, con
verdad, que es requisito esencial e indispensable para que surja esta figura punible,
distinta de la anterior, que se comenzó a formalizar en los libros Diario y Mayor, que
también fueron intervenidos, pero con los folios en los que figuraban los asientos
“Curso de Derecho Penal”. •Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1963, vol.
II, p. 405.
5
arrancados, “como no ha podido averiguarse en qué consistían esos asientos, ni
constan que los mismos hayan servido de base para la rendición de cuentas de la
administración judicial, oque hayan surtido efecto en parte alguna, no hay elementos
bastantes para determinar si los actos realizados por los procesados, o que se
la ética, escapa del ámbito de la Ley punitiva, por no haberse plasmado en hechos
(“immutatio veritatis”) es un requisito de la falsedad que hace parte del cuerpo de ese
delito, siendo de tal importancia que de ese fenómeno se ha hecho consistir la esencia
señala que decir “immutatio veris” es sólo un juego de palabras ya que, hablando de
falsedad, la mutación no puede referirse sino a la verdad. Por ello, indica este último,
~ ROMERO SOTO. LUIS E.: “La falsedad documental”, Ed. Temis, Bogotá
(Colombia), 1960, p. 77.
12 Más concretamente, señala CARNELUTTI que es preferible la expresión “immutatio
naturae” porque aun cuando la prueba documental pertenece a la especie de las artificiales,
es decir, de las creadas por el hombre, si el documento es verdadero, viene a ser un trasunto
de la verdad, y como a su vez la verdad es el espejo en que se mira la naturaleza (“speculum
naturae”) se tiene, en fin de cuentas, que la alteración de la verdad documental es inmutación
de la naturaleza, pero no un cambio directo sino indirecto de ésta, ya que el artificio no
consiste tanto en poner el arte en lugar de la naturaleza, como en el hacer de aquél un medio
para que ésta aparezca diversa de como es (“Teoría del falso”, Pp. 40 y 41, citado por
ROMERO SOTO, op. cit., p. 79).
6
JIMENEZ ASENJO’3 ofrece una definición de falsificación penal para
cosa jurídicamente protegida, con ánimo de que surta efectos como si fuera auténtica
o verdadera
Por otra parte, CASAS BARQUERO’4 reseña que la palabra falso se presenta
Tal es así que el término “falso” aparece normalmente relacionado con el sentido de
lo no genuino o mendaz.
En esta misma línea, COBO DEL ROSAL’5 da un paso más considerando que
primer lugar. como aquello que no es genuino, esto es, que no es auténtico”. Y en
segundo término, como aquello “que constituye algo mendaz, es decir, no verdadero,
que no se atiene a la verdad o que no se dice la verdad”. Para añadir más adelante
esto proyectará unas consecuencias jurídicas concretas del máximo interés político
natural y lógico pues se trata de una evidente consecuencia primordial: sus dos
inexorablemente, virtualidad para provocar un juicio erróneo, esto es, han de ser
IX, p. 467.
Op. cit., p. 6.
7
capaces, sin más, de engaliar”.
formas genuinas, que requieren concretos actos humanos, que en tales pruebas
o mercantiles, señalados en los arts. 302 y 303 del C.P., es indispensable a fin de
de los extremos trascendentes, con cambio cierto de la eficacia que tenían que
desarrollar dentro del tráfico jurídico a que se dirigen, pues las que se
excluye del ámbito penal la simple inautenticidad formal, totalmente objetiva, ya que
indicados, por ser un delito de tendencia que ha de tergiversar, con “animus laedendi”
8
la paz jurídica, porque el documento se haga valer con daño ajeno y provecho propio
daño del tráfico jurídico, sin embargo, no puede estimarse existente, si la resolución
no determina en tal sentido elementos bastantes, y los que señala conduzcan a otras
consecuencias diversas, por dirigirse a un buen fin, por ser consentido por las partes
el resultado de situaciones jurídicas entre partes, que pudieran defender sus derechos,
civil y la penal están conectadas según lo están la acción civil y penal. Es decir, que
hechos no significa que los mismos hayan de ser objeto de incriminación, si es que
ese supuesto 110 se encuentra debidamente tipificado y. por lo que ahora interesa, no
9
persecución, la acción civil fundada en causa falsa podrá prosperar porque entonces
Recordemos que la naturaleza propia del Derecho penal configura a éste como
consecuencias jurídicas propias’7, que no son otras que ligar la pena establecida por
el ordenamiento jurídico a aquellos comportamientos exteriorizados con relevancia
penal, pues no hay que olvidar que éstos cobran significación jurídico-penal en la
riesgos o lesiones de los bienes jurídicos protegidos por la Ley penal’8. De aquí que
caso, merecer el reproche desde otra rama del Derecho, en este caso el Derecho civil.
reuniendo los hechos examinados todas las condiciones para merecer la respuesta
correspondiente de parte del Derecho civil, sin embargo no alcanzan a tener entidad
17COBO DEL ROSAL, M. y VIVES ANTON, T.S.: “Derecho Penal. Parte General”,
Universidad de Valencia, 1984, p. 35.
I8 RODRíGUEZ MOURULLO, GONZALO: “Derecho Penal. Parte General”, Ed.
Civitas, Madrid, 1978, p. 24.
lo
concordancia entre éstos y los documentos que se tachan de falsos en el recurso,
obligaciones bilaterales donde intervino como parte otra persona extraña al proceso
(CDO. 3<’).
Ar. 958) declara que en relación a los hechos examinados, éstos “sólo revelan que los
creían asistirles, con visos de credulidad, sea por estimar el contrato como
porque variadas las circunstancias bajo las que se contrató y cambiadas las finalidades
que cada parte pretendía recabar de su contratación, unos y otros han procurado para
enjuiciar situaciones que ofrezcan mayor o menor aspecto de legalidad, sino que
punible, como efecto de aquella creencia de resolución disponer de lo que en tal caso
11
que a los actos aludidos atribuya jurisdicción distinta de la criminal” (CDO. 2<’).
inaplicación los núms. 2, 4 y 9 del art. 302 en relación con el 303 del citado Cuerpo
como librada sino que la letra iba dirigida frente al colegio y si figuró como aceptante
y no una falsedad que pueda ser subsumida en tal número” (CDO. 2<’).
en el art. 306 en relación con el núm. 2” del 302, ambos del C.P. requiere un primer
personas que no la han tenido, lo que aplicado al supuesto que contemplamos, exige
la afirmación contundente de que la cláusula octava del contrato suscrito entre los
hace imposible borrar una sentencia condenatoria penal en suposiciones más o menos
12
de los encartados la no motivación de dicha cláusula aumentando el precio al
arrendamiento del local, razonamiento que se le vuelve en contra, por haber aceptado
después, cuando el Ayuntamiento negó autorización para efectuar las obras solicitadas,
lo que viene a poner de manifiesto que nos encontramos ante un caso de marcado
del local para tienda, que en manera alguna se puede ventilar en procedimiento
declara que “la línea decisoria entre el dolo penal y el dolo civil, el ilícito penal frente
elementos que revelen el propósito o dolo característico del tipo, no tiene por qué
suficientes para reestablecer el imperio del derecho ante vicios de puro orden civil,
sobre todo si de supuestos dudosos se trata en los que la frontera entre lo civil y lo
13
tenerse en cuenta: 1”) Que las letras de cambio fueron libradas, y aceptadas por el
señor R.G., como medio de pago de una parte del precio de la obra contratada por
el mismo con el procesado; 2”) que los interesados convinieron únicamente que “la
primera letra tendría validez o (sería) presentada al cobro a los treinta días de estar
funcionando la referida Discoteca, siguiendo las demás el trámite sucesivo”; y 3<’) que
las letras de cambio, por esencia, son títulos destinados a la circulación (y. arts. 461
vencimiento de las letras, en la forma que se dice en el “factum”: 1<’) que tanto la
y del Cheque (y. 55. 5-3-1943 y 18-4-1981), como actualmente el art. 12 de la citada
decir, las firmadas sin constar en ellas todos los extremos que en las mismas deben
consignarse (y. arts. 444 del C.Com., y, actualmente el art. 1” de la Ley Cambiaria);
y 2<’) que las fechas de vencimiento consignadas por el procesado en las referidas
el señor R.G., es decir, con la fecha prevista para la terminación de las obras (del 10
señor R.B.-, se liniitó a completar determinados extremos de las letras aceptadas por
14
procediendo seguidamente a endosarías a una entidad bancaria, siguiendo una práctica
motivo”.
(Pte. Cid y Ruiz-Zorrilla. Ar. 5.254) y de 21 de octubre de 1988 (Pte. Ruiz Vadillo.
Ar. 8.377).
21 Op. cit., p. 6.
15
falsificación se aplicaría a las acciones.
refiere a la acción o efecto de falsificar, esto es, la operación por la cual se realiza
se materialice, en tanto que la falsedad tiene una existencia autónoma sin necesidad
de objeto.
falsificación suelen usarse como sinónimos y, en este sentido, hay legislaciones que
emplean el término “falsedad” (v.gr. Italia, Colombia, etc.), mientras que otras
acaba de señalarse, el primero de los términos suele reservarse para la creación total
denominándolas de distinta manera. Este es el caso del Código penal suizo donde se
16
falsamente o creación de un documento falso). También el Código penal alemán
exclusivamente para las falsedades cometidas por los funcionarios públicos que tienen
lo que bien puede atirmarse con el autor que la falsedad es el género en tanto que la
falsificación será una de sus especies. Por esto mismo, para que esta última tenga
verdaderos.
27 Se recuerda que el Título III del Libro 11 del Código penal se denomina “De los delitos
de falsedades”, para, seguidamente, en los diferentes Capítulos y Secciones hablar de las
“falsificaciones”. Por otra parte, una oportunidad fallida de profundizar en la distinción entre
ambas categorías penales resultó ser el artículo 368 del Anteproyecto de Código penal de
1992, que definía la falsificación de documento en los siguientes términos: “además de la
simulación total o parcial del mismo o de la realidad jurídica que refleja, toda actuación o
intervención material intelectual que, incidiendo en su contenido, sentido o integridad,
intencionadamente configure una situación jurídica que no se corresponda con la realidad,
o altere su relevancia o eficacia, o lo atribuya a persona u órgano que no hayan intervenido
en su creación, contenido o firma”. En el Anteproyecto de Código penal de 1994 no se
incorpora precepto alguno equivalente.
17
esta que no se presenta precisamente como baladí, sino que, por el contrario,alcanza
eso, como hemos adelantado, la falsedad se puede predicar incluso de las personas,
exigiría tan sólo una simple actitud intelectual, como es la llamada falsedad
personas (se habla así de falsedad en ellas), en tanto que la falsificación queda referida
las cosas que adolecen de falsedad o que son falsas). Se ha propuesto una fórmula de
28 Este teína será objeto de posterior estudio con ocasión del examen de las modalidades
falsarias del artículo 302 y siguientes del Código penal.
18
consistente en poner lo falso en vez de lo que debiera ser verdadero y falsificación en
al plantear la distinción de una manera clara y sintética señalando que “si la falsedad
avanza algo más en esta materia cuando dice que “falsedad o falsificación, que se
han querido diferenciar en tanto la primera afecta a los sujetos y la segunda a las
acciones. En tal sentido la falsedad consiste en poner lo falso en lo que debería ser
¡5. 26-11-19901, según un criterio más cualitativo sometido siempre a puntos de vista
que nunca serán unánimes y respecto de los que nunca tampoco podrán establecerse
19
3.1. Proyección de la distinción en el Código penal.
Código penal. Así lo advertía ya PACHECO3<> cuando afirmaba que la Ley daba
siempre técnicamente el nombre de falsedad a lo que realmente comprendía la
así desde el punto de vista gramatical, que está ciertamente justificado. Es por ello
es el supuesto del artículo 302 del Código penal vigente respecto a la de documentos
modalidad formal como que la actuación falsaria sea o no típica conforme a las
Ar. 3.466), citada, al reseñar que “únicamente se aplicará esta última y más grave
20
categoría (la falsedad penal), dadas sus consecuencias punitivas y su excepcionalidad,
Escudero del Corral. Ar. 287) cuando afirma que “para que la falsedad, o mutación
vida del Derecho, al menos potencialmente, por poseer aptitud para causar un
Ar. 3.928) reitera nuevamente que “la falsedad documental requiere la <mutatio
para engañar y lesionar, con daño real o potencial, el tráfico jurídico protegido,
entre en el campo penal por acogerla sus tipicidades falsarias” (CDO. 8”).
21
Obviamente, esta dependencia de la falsedad o falsificación respecto a la Ley
penal ha sufrido las consecuencias del proceso evolutivo connatural con el Derecho
mismo, del cual el Derecho penal no es sino una de sus expresiones concretas y, por
extensión de esta figura penal se refiere. Y así nos encontramos con conductas que,
caso, por ejemplo, del falso testimonio, que actualmente se considera como delito
jurídico penal33 para entender por tal toda alteración de la verdad realizada de una
22
surta efectos en el tráfico jurídico, como si se tratara de auténtica o verdadera. Nos
~ Idem, p. 771.
23
vez, la falsificación documental puede revestir la manifestación de falsificación
falsedades:
o por funcionarios públicos cuando actúan fuera del ejercicio de sus funciones. La
formación total debe comprender no sólo el texto del documento, sino también la
firma, ya que si ésta es verdadera y sólo aquél es falso, nos encontraríamos ante un
~ Más adelante tendremos ocasión de referirnos con mayor extensión a las figuras de la
falsedad ideológica y material, por lo que nos remitimos a ese lugar.
24
2” La falsedad accesoria o formación parcial de un documento falso.
ser cometida tanto por el autor del documento mismo o por terceras personas.
cualquier punto importante para los efectos de la prueba. Se relaciona con la anterior
auténtico, pero en tanto que la falsedad parcial, sin alterar su contenido, le agrega
algo, la alteración toma el texto mismo del documento para cambiarlo parcialmente.
~ Es de observar que en nuestro vigente Código penal este tipo de falsedad impropia
viene regulado en el artículo 364, dentro del Libro II (“Delitos y sus penas”), Título VII
(“De los delitos de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus cargos”), Capítulo III (“De
la infedilidad en la custodia de documentos”), que castiga al “funcionario público que
sustrajere, destruyere u ocultare documentos o papeles que le estuvieren confiados por razón
de su cargo”. En el Anteproyecto de Código penal de 1994 este precepto recibe un nuevo
tratamiento sistemático: constituye el ordinal 390, abriendo el Capitulo IV (“De la intidelidad
en la custodia de documentos y de la violación de secretos”) del Título XVI (“Delitos contra
la Administración Pública”) del Libro II (“Delitos y sus penas”).
25
no sirva en general como medio de prueba o no sirva para demostrar la relación
temporalmente. fuera del alcance de la persona que tiene derecho a usarlo. O cuando
no negativa.
26
.
jurídico.
requiere la acción del agente, sin que sea necesario esperar la concurrencia de
un hecho eventual41>.
falsedad documental.
social.
punibles”, organización esta que tiene precisamente por base un “concepto de bien
jurídico”. Se impone de esta manera una previa delimitación del bien jurídico
27
tipificación de una conducta42.
La evolución del concepto de bien jurídico en la falsedad documental corre
28
mediados del siglo XIX. Ningún otro sector del ordenamiento jurídico representa una
siguiendo las pautas marcadas por la transformación del concepto y principios que
teoría sobre el bien jurídico con objeto de buscar un fundamento al poder punitivo del
penal: para declarar una conducta como delito no debería bastar que suponga una
infracción de la norma ética o divina, es necesario ante todo la prueba de que lesiona
jurídicos. De esta manera se sentaron las bases para un sistema penal orientado
conducta humana solamente puede ser injusto punible si lesiona un bien jurídico”.
Esto es, como fundamento del merecimiento de castigo penal de una conducta, al
divina, antes al contrario, tiene que demostrar la lesión de un bien jurídico: reaparece
de esta manera la “víctima” como titular de los bienes, derechos o intereses que han
sido lesionados. Desde este punto de vista, el poder punitivo del Estado irá
29
de una especial significación en el ámbito de las relaciones socialest
dichos bienes han sido expuestos. Es necesario, además, que esa protección que
brinda la norma esté rodeada de ciertos principios correctivos que garanticen, por un
~“‘ BENEYTEZ MERINO parte de una concepción del Derecho penal como instrumento
jurídico de protección de valores (“El bien jurídico protegido , op. cit., p. 39). En este
mismo sentido CASAS BARQUERO señala que por bien jurídico se puede entender, en una
perspectiva dogmática de estimación de la teoría del delito, todas las categorías conceptuales
que asumen un valor, contienen un sentido o sustentan un significado que son positivamente
evaluados dentro de una consideración institucional de la vida regulada por el Derecho, como
merecedores de la máxima protección jurídica representada por la conminación penal de
determinados comportamientos mediante descripciones típicas legales de éstos (“El delito de
falsedad en documento privado”, op. cit., p. 135.
‘~ En este sentido, afirma MIR PUIG que el Derecho penal de un Estado social y
democrático de Derecho debe orientar la función preventiva de la pena con arreglo a los
principios de exclusiva protección de bienes jurídicos de proporcionalidad y de culpabilidad
(“Función de la pena y teoría del delito en el Estado social y democrático de Derecho”, Ed.
Bosch, Barcelona, 1982, p. 30). Por su parte, HASSEMER alude a la incidencia del sistema
penal orientado empíricamente no ya sólo en el ámbito del legislador penal, sino también en
la jurisprudencia y en la ejecución de la pena. En este sentido, afirma el autor que el Juez
penal, a la hora de determinación de la pena, ha de tomar en consideración también las
consecuencias que son dc esperar que la misma produzca en el sujeto, reclamándose también
que la ejecución penitenciaria proporcione al penado posibilidades para que pueda llevar en
el futuro una vida social responsable sin incurrir en el delito. O sea, de este modo el sistema
deja de ser un “sistema de realización (cumplimiento) de las normas” y se transforma en un
“sistema de orientación social de las conductas” (op. cit., Pp. 38-39).
30
delimitación del objeto de protección exclusivamente penal. En este sentido todas las
teorías referentes al bien jurídico tienen en común el concebir la idea de bien en torno
46 Refiere el autor que esta teoría marca las más importantes orientaciones de la política
criminal, concretamente las tres siguientes: primero, la teoría y la praxis del Derecho penal
ha de tener en cuenta las necesidades e intereses del sistema social; segundo, se apunta que
no toda lesión de un interés humano (bien jurídico) exige una reacción mediante el Derecho
penal, sino tan sólo aquella que, además, presenta el carácter de socialinente dañosa, esto es,
que en sus efectos lesivos va más allá del conflicto entre autor y víctima y del daño
individual que esta última sufre; y tercero, exige al legislador penal que disponga de
conocimientos empíricos y que los aplique en la formulación de las conductas punibles y en
la previsión de las consecuencias jurídicas (HASSEMER, op. cit., p. 38). Entre nosostros,
GOMEZ BENíTEZ ha estudiado con detalle el problema de la protección de los bienes
jurídicos como teoría sobre el proceso de criminalización, con especial consideración de la
“teoría espiritualista”, dc influencia neokantiana, que se expresa juridico-penalmente a través
de la teoría de la protección de bienes jurídicos como valores espirituales-culturales, así como
de las interpretaciones “sociales” del bien jurídico que pretenden acceder a un concepto
material de la lesión del bien jurídico (de lo prohibido, del injusto penal) que tenga contenido
social. Las conclusiones críticas a las que llega el autor se resumen de la siguiente forma:
131 concepto espiritual y valorativo del bien jurídico y del injusto ha quedado superado, dada
su inaptitud para servir de límite a la criminalización de conductas no perjudiciales
socialmente y dada, también, su incapacidad para asumir coherentemente el sistema de causas
de justificación y de explicar coherentemente su significado negador de injusto penal, así
como por su incapacidad para asumir y explicar coherentemente los aspectos sociales que
también fundamentan el desvalor de la acción. Su teoría del injusto penal -agrega- como
hecho anticultural centrado en el resultado ofrece, actualmente, sin embargo, un concepto
material del proceso de criminalización de la materia de prohibición contenida en el tipo y
de la antijuricidad, que supera los antiguos términos causalistas. Por lo que se refiere al
concepto social del bien jurídico y del injusto, entiende el autor que la teoría del bien jurídico
es útil, por el contrario, en cuanto que permite sólo la criminalización de conductas
perjudiciales socialmente y posibilita así, además, una explicación coherente del sistema de
causas de justificación como solución social de conflictos. No obstante, dicho concepto
social, en cuanto quiera su utilidad, debe someterse a las correcciones que señala GOMEZ
BENíTEZ, a saber: 1” El bien jurídico debe ser, en todo caso y directamente, un concepto
de contenido social, es decir, expresión directa de funcionalidad; 2” El perjuicio social, que
es el criterio por el que se dirije el proceso de criminalización, se identifica con la necesidad
preventivo-general de penar; y 3” En consecuencia, el injusto penal deducido de este proceso
de criminalización se refiere a peligros para los bienes jurídicos y no a su efectiva lesión (lo
31
En efecto, como señala COBO DEL ROSAL47, el concepto de bien jurídico
perspectiva, hablar de bien jurídico es tanto como hablar de todo valor de la vida
sociales comunitarios. Puede afirmarse entonces que la esencia del bien jurídico,
que los penalistas adheridos a la filosofía de los valores han concedido al bien jurídico
que no significa que el desvalor del resultado sea intrascendente al respecto) y a hechos
objetivamente innecesarios <ex ante> (lo que no es idéntico a la ausencia de causas de
justificación) (GOMEZ BENíTEZ, JOSE MANUEL: “Sobre la teoría del <bien jurídico>
(aproximación al ilícito penal)”, Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad
Complutense, núm. 69, 1983, Pp. 85 y ss., especialmente citadas Pp. 110-111).
~ COBO DEI. ROSAL,M. y VIVES ANTON,T.S.:” Derecho penal. Parte general”, Ed.
Tirant lo Blanch, Valencia, 1990, p. 249, siguiendo a ROCCO.
32
Como pone de manifiesto el autor citado, este tema del bien jurídico lesionado
general, ha posibilitado que pudiera hablarse de una suerte de “dogmática del bien
penal positivo y la ofensa del bien jurídico considerado. Es más, dice COBO DEL
atirmarse con el autor que “el bien jurídico es típico”, pues se extrae
33
Puede adelantarse ya que el bien jurídico protegido en el delito de falsedad
hombre cuanto la vertiente social de éste integrado en la sociedad y con los derechos
y deberes ante ésta. Más concretamente, se pretende proteger los documentos cuya
falsedad o falsificación puedan poner en riesgo la seguridad del tráfico jurídico basada
4.2. La antijuricidad.
antijurídica, esto es, una acción que infringe normas de Derecho52. No podemos
34
olvidar que el ordenamiento jurídico es un “conjunto de preceptos que valoran las
conductas humanas, de modo que, con relación a aquéllas, éstas son declaradas
Revista de Derecho Privado, Madrid, 1958, vol. 1, Pp. 183-184). Por su parte,
STRATENWERTH señala que la tarea del Derecho consiste en ordenar la vida social
mediante normas que delimitan los comportamientos admisibles de los que no lo son: el
traspaso de tales límites da lugar a la coacción jurídica y, si se interviene en el ámbito de
libertad de otro, inclusive genera derechos de defensa del afectado. Cabalmente, el concepto
de antijuricidad se refiere al traspaso de esas barreras puestas por el Derecho. Y con ella se
vinculan también puntos de vista que tienen que ver con el Estado de Derecho: las
autoridades estatales son competentes para penetrar en el ámbito personal del individuo con
preguntas inquisitoriales referentes a la especie y medida de la culpabilidad sólo en relación
a un comportamiento antijurídico (“Derecho penal , op. cit., p. 67).
~ DEL ROSAL, JUAN: “Tratado de Derecho penal español”, Madrid, 1978, vol. 1, p.
803.
35
A este respecto, ANTON ONECA distingue dos conceptos: primero, el delito
56 Refiere ANTON ONECA las dos corrientes doctrinales que se han pronunciado en
relación a la naturaleza de la antijuricidad: la tendencia obietivista (BELING, HIPPEL.
LISZT, MEZGER, BATTAGLINI, entre otros), postura dominante, según la cual la
antijuricidad resulta de un juicio formulado sobre la acción, al cual es indiferente que el
sujeto sea o no culpable; y la tendencia subietivista o doctrina de los imperativos (MERKEL,
BINDING, MAYER, PETROCELLI, entre otros), en virtud de la cual las normas jurídicas
son imperativos que imponen al sujeto el deber de obrar de modo determinado y es, por
consiguiente, necesario un acto anímico, la conciencia de obrar contra el deber, la voluntad
contraria al Derecho, para que la conducta pueda calificarse de antijurídica. Entre objetivistas
y subjetivistas se ha articulado la doctrina de los elementos subletivos de la antijuricidad
(FINGER, HECJLER, MAYER y MERKEL), cuya formulación consiste en la regla general
de que el carácter antijurídico de la conducta no depende de elementos subjetivos, si bien hay
casos en que, excepcionalmente, la tipicidad de la conducta o la existencia de una causa de
justificación depende de la intención o miviles del sujeto, de suerte que entre dos acciones
externamente iguales, una será antijurídica y otra no, en virtud precisamente de elementos
psicológicos del sujeto activo (op. cit., Pp. 178-179).
Citado por ANTON ONECA (op. cit., p. 180), a quien seguimos en esta exposición.
36
de una norma establecida por el Estado; la acción es materialmente antijurídica en
cuanto significa una conducta dañosa para la sociedad, un ataque a los intereses de los
jurídico59. Sin embargo, COBO DEL ROSAL~” disiente de esta distinción bipartita
sobre la base de la vigencia absoluta del principio de legalidad y de una concepción
con este autor, “solamente cabe hablar de antijuricidad sin ulteriores calificativos,
~ Dice DEL ROSAL (“Tratado , op. cit., 1, p. 816) que “la acción u omisión
antijurídica siempre revestirá este aspecto bifronte. De un lado, la infracción de una norma
penal, con la consiguiente lesión o puesta en peligro de un valor jurídicamente defendido.
De otra parte, la estimación formal de la simple transgresión de un mandato penal”.
60 “Derecho penal. Parte general”, op. cit., p. 231.
37
pues la antijuricidad, en suma, es una sola. Y más concretamente, se decanta por la
Y así, el bien jurídico, protegido por el precepto penal y atacado por el delito,
38
síntesis valorativa de la figura delictiva, el fin con arreglo al cual debe ser
precisamente, la figura del delito de falsedad, pues tratándose éste de un delito contra
la fe pública, se deduce que la simple mutación de verdad, sin peligro para el tráfico
documento público85.
valorativamente entendido, al del bien jurídico, estimando como genuino objeto de tutela
penal y, correlativamente, como momento categorial de establecimiento del contenido
material de la antijuricidad típica” (“Documentación Jurídica”, núm. 14, 1977, p. 348).
65 Resulta interesante la referencia del autor a las objeciones más importantes que se han
formulado a la doctrina del bien jurídico -bajo la influencia de la filosofía de los valores- en
el contexto del Derecho penal autoritario.
1” Se ha dicho que la teoría del bien jurídico es una variante de la formulada por
FEUERBACH y otros penalistas de la Ilustración, que sólo veían en el delito la violación de
derechos subjetivos, o sea, un sistema penal con una finalidad protectora de una serie de
intereses individuales. Frente a esta concepción objetiva se reivindica (SCHAFFSTEIN) un
concepto de delito como violación del deber de obediencia al Estado, como voluntad rebelde
a la colectividad. La cual objeción es para ONECA infundada puesto que, sobre la base del
propio Derecho positivo, se observa que detrás del objeto del delito, “envolviéndolo y
sosteniéndolo”, aparece siempre el denominado “objeto genérico del delito” (ROCCO): el
interés del Estado a su propia conservación y defensa.
2” También se ha afirmado que la doctrina del bien jurídico ha incurrido en excesos
de abstracción, de apartamiento de la realidad, cuyos ejemplos más claros serían las rúbricas
-tomadas del Código penal italiano- de “delitos contra la incoluinidad pública; la moral
pública o la fe pública. A lo que ha de responderse que el método jurídico es precisamente
un proceso de generalización: los tipos delictivos son ya abstracciones de hechos reales y los
elementos generales del delito son abstracciones de abstracciones. Renunciar a ellas equivale
a prescindir de la dogmática. En todo caso, lo resolutivo es que en el fondo de los conceptos
“palpite la vida real”, y ésta aparece con toda su concreción cuando hablamos de la vida o
del patrimonio como contenido del bien jurídico.
3” Finalmente, se ha reprochado a la teoría del bien jurídico su tendencia unilateral
y monopolizadora. Esta sí es una objeción acertada en opinión de ONECA en cuanto que,
en efecto, aunque el bien jurídico sea básico para la constitución de las figuras de delito y
para la correspondiente sistematización de éstas en los cuerpos legales, no es menos cierto
que en la constitución y gravedad de las infracciones criminales influyen, además, otros
elementos: la condición de la persona (delitos de funcionarios públicos); los medios y modos
del ataque al bien jurídico (decisivos en las falsedades).
39
4.3. La tipicidad.
elementos constitutivos del delito, las relaciones entre la antijuricidad y la tipicidad son
insoslayables. Ello no obstante, es preciso establecer con MAURACH un signo diferencial
entre ambos elementos, ya que la antijuricidad es un injusto abstracto e hipotético, en tanto
que la tipicidad es un injusto concreto. Esto es, la tipicidad constituiría la previsión abstracta
del delito, y la antijuricidad su concreción al caso dado, es decir, el delito concreto en que
no aparezca justificación alguna. De donde resulta que la tipicidad, en tanto que definición
del delito, constituye sólo una hipótesis, manifestación de la antijuricidad en tanto que no se
destruya por la presencia de causas justificativas. La tipicidad es, por lo tanto, manifestación
de la antijuricidad, pero únicamente hipotética. La consecuencia de todo lo dicho y de la
primacía conceptual de la tipicidad es que ésta puede existir, y existe de hecho muchas veces,
siempre que concurran causas de justificación, sin la antijuricidad, en tanto que es
inconcebible ésta sin la ripicidad, al nienos en la dosgrnática legalista (“Compendio op.
cit., vol. 1, Pp. 184-185).
<‘~MUÑOZ CONDE, “Teoría general...”, op. cit., p. 48. Y añade a continuación: “Por
imperativo del principio de legalidad en su vertiente del <nullum crimen sine lege> sólo
los hechos tipificados en la ley penal como delitos pueden ser considerados como tales.
Ningún hecho, por antijurídico y culpable que sea, puede llegar a la categoría de delito si,
al mismo tiempo, no es típico, es decir, no corresponde a la descripción contenida en una
norma penal”. Por su parte, DEL ROSAL afirma que “la estimación que una acción u
omisión es típica supone su inscripción en una regla penal. A <sensu contrario> su
atipicidad se traduce por su falta de subsunción en un precepto. La atipicidad, por tanto,
delimita la órbita penal, pues lo que cae por fuera de ella no interesa a la valoración jurídico-
penal” (“Tratado “ op. cit., vol. 1, p. 792).
(‘~Se refiere a esta función MEZGER con las siguientes palabras: “Es indudable que el
delito es actualmente acción antijurídica (...) Por ello, resulta imprescindible que el mismo
derecho penal se procure el remedio adecuado y la claridad indispensable para que en su
ámbito la antijuricidad, por lo menos en lo que concierne a la fundamentación del delito,
aparezca determinada de manera precisa e inequívoca. El derecho penal ha creado esta
40
legislaciones del antiguo régimen contuvieran también, más o menos imperfectos,
tipos delictivos; si bien a diferencia de los actuales sistemas cerrados, eran aquéllos
abiertos, susceptibles de ser completados por el Juez ante el caso concreto. Tal es así
que puede muy bien afirmarse que el instrumento técnico de la función conminatoria
comportamiento humano aparece con fuerza la función crítica del sistema del hecho
punible; estadio este que determina los limites de la punibilidad y cuya misión
jurídico-penal pues en dicho estadio se pueden reconocer las grandes lineas que traza
determinando, al mismo tiempo, los intereses humanos y bienes jurídicos que gozan
Como sintetiza COBO DEL ROSAL, los tipos penales expresan, pues, la
(‘~ ANTON ONECA, “Derecho Penal”, op. cit., p. 183. Y añade el autor: “Si el estado,
por medio de la amenaza penal, dispone las conductas de que todo el mundo debe abstenerse,
es preciso la delimitación previa de tales acciones de modo que puedan ser conocidas. Donde
falta tal precisión podrán crearse estados de terror y desasosiego, frenos para el
desenvolvimiento y progreso de la vida colectiva, pero la justicia penal, más temida que
respetada, no ejercerá su magisterio moralizador”.
41
desvalorización objetiva que el ordenamiento jurídico penal atribuye a ciertas clases
jurídico es la clave que permite descubrir la naturaleza del tipo, dándole sentido y
fundamento, pues como sabemos, todo tipo de delito está orientado hacia la puesta en
peligro o la lesión de un bien jurídico, el cual no es sino el valor que la ley quiere
~‘ Op. cit., p. 235. Ello no obstante, puntualiza el autor que la “antijuricidad no es una
relación establecida entre el tipo y el ordenamiento jurídico, sino entre una determinada
realización del tipo y el Derecho”. De aquí que “en determinados casos, el ordenamiento
jurídico puede contemplar como adecuadas y conformes a Derecho ciertas lesiones de bienes
o intereses jurídicamente protegidos. La lesión o puesta en peligro de un bien jurídico deja.
en tales casos, de ser contraria a Derecho”. Consecuencia esta que “tiene lugar cuando el
ordenamiento jurídico permite el sacrificio de determinados bienes o intereses en beneficio
de otros que estima superiores”. De esta manera, “junto a los diversos tipos, se contienen
en los Códigos penales causas de justificación, esto es, causas que excluyen la antijuricidad
de la conducta típica, pues la hacen conforme a Derecho”. Por su parte, MUÑOZ CONDE
se refiere al binomio tipo-adecuación social para señalar que aunque el tipo, a diferencia de
lo que pensaba su creador ERNST BELING, no es una categoría neutra valorativamente, sino
que implica ya una selección de comportamientos y, por tanto, una valoración (lo típico es
ya lo relevante penalmente). no es menos cierto, sin embargo, que en ciertas acciones en si
típicas carecen de relevancia al ser corrientes en el ámbito social. Así, por ejemplo, la
ponderación excesiva de las cualidades de una mercancia en la propaganda comercial, un tipo
de estafa. Sin embargo -añade-, se confunde con esta teoría de la adecuación social dos
planos distintos y con distinta trascendencia: el social y el jurídico. En este sentido, el
desfase que puede producirse entre lo que las normas penales prohiben y lo que socialmente
se considera adecuado puede llevar incluso a la derogación de hecho de la norma jurídica y
a proponer su derogación formal, pero en tanto esto último no suceda, no puede admitirse
que la adecuación social sea una causa de exclusión de la tipicidad: todo lo más que puede
ser la adecuación es un criterio que permita, en algunos casos, una interpretación restrictiva
de los tipos penales que, redactados con excesiva amplitud, extienden en demasía el ámbito
de prohibición (“Teoría general , op. cit., p. 51). Vid, sobre este tema ROLDAN
BARBERO: “Adecuación social y teoría jurídica del delito. Sobre el contenido y los límites
de una interpretación sociológica restrictiva de los tipos penales”, Córdoba, 1992 y CANCIO
MELIA, MANUEL: “La teoría de la adecuación social en Welzel”, Anuario de Derecho
Penal y Ciencias Penales, Tomo XLVI, fasc. II, mayo-agosto 1993, Pp. 697 y ss.
32 “Teoría general , op. cit., p. 56.
42
proteger de las acciones que pueden dañarlo: la cualidad de bien jurídico es, por lo
1.919) ilustra lo que acaba de exponerse en los siguientes términos: “La doctrina
documento de concesión de visado, pues “no existió intención por parte del acusado
objetivamente era idóneo para demostrar la exención de visado”, por lo que “el relato
describe una falsedad inocua que queda extramuros del derecho penal, aunque
43
pudiera provocar otras reacciones o correcciones de índole administrativa” (ED.
Único).
ya la segunda mitad del siglo XVIII. Más concretamente, es a partir del siglo XIX
los romanos, la fe estaba ligada a la divinidad en cuanto aquélla era un reflejo de ésta
castigaron la mentira y el engaño como entidades autónomas, sino que se las penó
juramento o el falso testimonio. Sólo a partir del siglo XIX se vino a considerar la fe
44
documental ha sido siempre una <vexata quaestio>, dando lugar a una polémica
doctrinal en torno a este tema que queda patente en las diversas posiciones de los
autores, quienes <grosso modo> se dividen entre los que aceptan la existencia de
la fe pública y los que la niegan. Y aun dentro de cada una de estas posiciones
tampoco existe unanimidad, pues, en primer lugar, entre los que aceptan la existencia
Estado en la medida en que éste, como forma superior de la evolución social, tiene
el deber de facilitar las relaciones entre los asociados, para lo cual debe crear medios
colectiva, como es la mutua confianza entre los asociados. Finalmente, entre quienes
niegan la existencia de la fe pública o, por lo menos, que ella sea el bien jurídico
ofendido por el delito, se encuentran, de una parte, aquellos que, como LOMBARDI,
y artificioso que, más que una institución, constituye una costumbre social y, de otra,
~ Por su parte, C,ONQALVES MONIZ (“O crime , op. cit., p. 69) considera que la
fe pública no es un bien jurídico-penal, sino una característica que emana de determinados
documentos.
45
la verdad”75
El primero en definir el concepto fue FILANGIERI, quien se refiere a los
los delitos comprendidos en esta clase”76. Por su parte, ROCCO define la fe pública
como “la confianza que la sociedad pone en los objetos, en los signos y en las formas
atribuye un valor probatorio, así como la buena fe y los créditos de los ciudadanos en
~(‘“Ciencia de la Legislación” (trad. española), Madrid, 1787, t. VII, pp. 151 y ss.
Considera ROMERO SOTO que este concepto de la fe pública, entendida únicamente como
la confianza que se pone en las personas, era demasiado estrecho y, además, excesivamente
genérico. No servía, por lo tanto, para caracterizar la objetividad jurídica del delito de
falsedad. Por su parte, la definición dc CARMIGNANI, repitiendo la dada por los prácticos,
no representa un avance reseñable en la medida que, según él, este delito lesiona la propiedad
de los bienes muebles (op. cit., p. 15).
~ “L’oggetto del reato e della tutela guiridica”. Tormo, 1913, p. 199. Matiza esta idea
C. CREUS (“Falsificación de documentos en general”, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1993, Pp.
2 y 3) señalando que “si bien es jurídicamente pensable una fe pública, como aquello que el
Derecho propone para que todos lo crean como representación de lo verdadero, mediante la
asignación de una determinada simbologia. no es nada fácil pensar en una confianza colectiva
sí no es como expresión de una suma de confianzas individuales. Estamos en dos planos
distintos, en los actuales la ingerencia de lo jurídico no es la misma: el Derecho puede
otorgar fe pública a determinados objetos, condicionando sus efectos en virtud de ella; pero,
por supuesto, no puede obligar a que todos confien en él como expresión de lo verdadero.
El tema va más allá de la mera curiosidad ontológica: si lo atacado por los delitos que vamos
a tratar es la fe pública en sí misma, en principio todo lo que desfigure (material o
ideológicamente) el instrumento al que la Ley le asigna la función de portaría, podrá tener
cabida en las figuras típicas; pero si lo que se considera atacado es la confianza de los
integrantes de la sociedad en tales instrumentos, la conducta debe constituir un algo más para
poner realmente en peligro el bien protegido: ya no bastará con la deformación del
instrumento, tendrá que ser idónea para mantener la confianza que aquél merezca como
portador de la fe pública”. Y más adelante definirá el autor la fe pública indicando que ésta,
46
CARRARA78 se refiere a la fe pública como concepto que expresa una
ciertas cosas, derivado de una providencia del Estado, bien porque cree por sí mismo
“como confianza pública o colectiva, no es la confianza del público, sino la confianza que
una persona cualquiera (no determinada) puede otorgar al documento que jurídicamente es
portador de aquélla como prueba del acto a que se refiere” (p. 7).
78 CARRARA, FRANCESCO: “Programa del curso de Derecho Criminal... , op. cit.,
vol. V, parágrafos 3.355-3.358.
47
instrumentos8t. Lo que en buena medida supone relacionar la fe pública con la fuerza
probatoria de los documentos como estudiaremos más adelante81.
público en general reconoce como inherente a los documentos, sean estos públicos o
SO Como reseña DE RIVACOBA, “con toda la vaguedad y todos los inconvenientes del
concepto de fe pública, cuando a fines del siglo pasado o comienzos del actual se ha
pretendido disolverlo o aniquilarlo y reemplazarlo por la garantía de legitimidad y veracidad
de los medios de prueba (Binding y Carnelutti) o la seguridad y autenticidad del tráfico
jurídico (Frank), y aun prescindiendo de la insuficiencia de estas nociones, ninguna de ellas
y de las funciones consiguientes es comprensible ni posible si a su pie o en su raíz no hay
una confianza generalizada que se base en el respaldo del estado a objetos, signos o
documentos, imponiéndose de este modo la reivindicación del controvertido concepto y
cobrando así nuevo brillo”. Tras este razonamiento el autor ofrece la siguiente definición de
fe pública: “Confianza generalizada en la autenticidad y el valor de ciertos objetos, signos
o documentos que suscita o impone la garantía que les dispensa el Estado, sea directamente
o a través de las instituciones o los funcionarios o ministros en quienes delega al efecto” (DE
RIVACOBA Y RIVACOBA, MANUEL: “Objeto jurídico y sujeto pasivo de la falsificación
de moneda”, en “Doctrina penal. Teoría y práctica en las Ciencias Penales”, Ed. Depalma,
Buenos Aires, 1986, núms. 33 a 36, Pp. 43-44).
<‘ “La conducta delictuosa pone en peligro el bien jurídico cuando la actividad sobre el
instrumento logra que cualquiera pueda apreciarlo como el que auténtica y verdaderamente
es prueba de la relación jurídica de que se trate. El carácter del instrumento, la idoneidad de
la falsificación y la exigencia típica de la posibilidad de perjuicio, forman unidad en torno
al concepto jurídico-penal de fe pública, al menos en el capitulo de las falsedades
documentales” (CREUS, “Falsificación , op. cit., p. 6).
82 FERRER SAMA, ANTONIO: “Comentarios al Código penal”, Sucesores de Nogués,
Murcia, 1948, tomo III, p. 325.
~ QUERALT JIMENEZ, JOAN J.: “Derecho penal español. Parte especial”, Ed. Bosch,
Barcelona, 1992, p. 361.
48
se quiere proteger la confianza social de ciertas relaciones, es decir, asegurar la
tráfico jurídico en realidad viene realizada por la norma penal propiamente a través
pública equivale al crédito o la certeza de que gozan los documentos o que deben
también alude el autor a la fe pública entendida como confianza impuesta por la ley
49
indiferenciado85.
Para CONDE PUMPíDO~(’ en las falsedades la fe pública es el bien jurídico
tutelado por su punición y tiene por objeto del tipo siempre una cosa que, según la
Ley o el uso social, goza de una particular fiducia o crédito en las relaciones de la
vida comunitaria.
“singularización del bien jurídico” en el delito de falsedad, que no es otra cosa que
este respecto, señala el autor que la primera razón que salta a nuestra reflexión es la
necesidad social de que determinados objetos gocen de un crédito público, esto es,
~ Señala el autor que, igualmente, cuando se alude a “fe”, ello debe entenderse,
lógicamente, bajo el aspecto concreto de fe individual, que cada persona considerada
individualmente pone en los objetos o documentos (CASAS BARQUERO: “Reflexiones
técnico-jurídicas sobre los delitos de falsedades del Titulo III, del Libro II del Código Penal”,
en Documentación Jurídica, Publicaciones del Ministerio de Justicia, vol. 2, enero-diciembre
1983, 37/40, p. 1.058).
~(‘ Lo que sucede, puntualiza el autor, es que en algunos casos (v.gr. falsificación de
50
lo conceptúa como “la confianza que pone la sociedad en una serie de objetos, de
Ahora bien, como quiera que esta noción parte de un presupuesto preciso, cual
hipótesis inversa puede darse perfectamente. Y es que en el fondo, no hay que olvidar
con COBO DEL ROSAL, que la expresión que encierra la “fe pública” proviene,
básicamente, de un uso social que puede ser creado por precepto, por mandato de la
Autoridad o simplemente por la costumbre; uso social que debe ser comprobado por
el jurista.
las relaciones privadas como en el de las públicas. A este respecto, cita el artículo 7
88 Citado por BENEYTEZ MERINO, “El bien jurídico protegido , op. cit., p. 41.
51
del Código civil, a tenor del cual en el ejercicio de los derechos (de todos los poderes
la buena fe. Ello es así, explica PAREJO, porque el derecho subjetivo, el poder
jurídico, es sólo la vertiente que puede calificarse como estática del mundo jurídico,
cuya realidad se expresa más bien en la dinámica de las relaciones, del tráfico
jurídico: “el correcto funcionamiento de éste tiene como presupuesto que la existencia
misma y, en su caso, los términos de dichas relaciones y, por tanto, de las situaciones
de los actos y negocios jurídicos y, por ende, una seguridad mínima en punto a su
totalidad del ordenamiento jurídico. Quiere esto decir, que la necesidad a que
juicio del autor, y ello constituye un elemento fundamental como veremos más
declaración que se añade a las realizadas por las partes en éste; cabalmente en una
52
declaración de conocimiento (conocer a las partes o haber determinado su actividad;
declaraciones efectuadas por las partes). Se trata, pues, de una actividad (...), más
significado de esta institución jurídica, destaca el autor que la misma lo tiene no sólo
del oficial público que interviene en las mismas. El valor jurídico de certeza que
reflejado, pero al mismo tiempo impone esa correspondencia, como certeza tutelada
por el Derecho. Por esto, la fe pública es una certidumbre producida por el Derecho,
como certeza de hechos, actos o relaciones que la ley deriva como efecto jurídico de
~ Idem, p. 163.
~ Idem, p. 17.
53
Ahora bien, quedaría por precisar con FERRER SAMA92, que sigue a su vez
a MANZINI, que es errónea la creencia de que el documento resulte tutelable sólo en
Derecho penal en relación con la clase de delitos que nos ocupa, sino la fe pública en
sentido objetivo, esto es, el crédito que los documentos de cualquier especie suelen
que imprime a los documentos la fe de que aquí se trata, sino el público en general.
Es por esta concreta razón por lo que atentan también contra esta fe pública los que
ha sido concebido con anterioridad básicamente bajo dos acepciones que inicialmente
señalar que, según la concepción objetiva normativa, la fe está en los sujetos como
~ Afirma CREUS (“Falsificación op. cit., p. 8) que para que sea atacado o puesto
en peligro el bien jurídico de la fe pública no bastará “ni la mera objetividad deformante ni
la mera confianza infundada en la autenticidad y veracidad del instrumentos”, pues una y otra
han de estar presentes. Se requiere. en concreto, ‘la posibilidad de que esa confianza
infundada (o errónea) originada en la deformación objetiva del instrumento, sea extensible
a cualquier sujeto que pueda encontrarse en la misma situación que el sujeto en quien se ha
producido esa confianza”.
54
de la cual el objeto de la tutela penal es la fe pública entendida como la fe o el crédito
relevantes.
La sentencia de 27 de mayo de 1988 (Pte. Puerta Luis. Ar. 4.098) hace una
carácter general95:
sólo el cumplimiento de los elementos integrantes del tipo sino, además, el que
de antijurídica;
55
y e) por todo ello, la existencia de la falsedad documental requiere que la
que debían desarrollar dentro del tráfico jurídico; es decir, que para la
de Vega Ruiz. Ar. 4.832), en relación con los delitos de falsedad o falsificación,
56
4.5. La seguridad del tráfico jurídico: seguridad estática y seguridad
dinámica.
Una visión más utilitaria del bien jurídico considera que el documento
y fiabilidad del tráfico ~(‘ pasan así a identificarse con el contenido del interés
57
En efecto, como pone de relieve COBO DEL ROSAL98, falsificar tiene
siempre un fin esencial, normalmente obtener una ventaja ilícita, por ejemplo,
es la fe pública, sino también ante la necesidad de paliar los perjuicios que pueden
los mismos.
exige, para velar por seguridad jurídica, que los hechos, actos o negocios jurídicos
58
atendiendo a un “titulo” o “titularidad” (motivación “objetiva”) constituye, afirma
59
para la creación y aplicación “segura” de la regla jurídica (“legal security”). Implica
individuo pueda prever las consecuencias que el Derecho hace derivar de su actuación,
normas y actos jurídicos, cuyos presupuestos, requisitos y efectos tienden, entre otras
Cita el autor, a este respecto, a FULLER quien menciona ocho requisitos exigibles
para satisfacer la seguridad jurídica, a saber: la generalidad de las normas, la promulgación,
la irretroactividad, la claridad, la coherencia, la posibilidad de cumplimiento, la estabilidad
y la congruencia entre lo dispuesto en las leyes y su aplicación.
102 Como dice FLORES MICHEO, “para satisfacer a la persona su deseo de seguridad
jurídica, el Derecho le ofrece: objetivamente, la previsibilidad de las consecuencias jurídicas
y la exclusión de la arbitrariedad; y subjetivamente, la coacción preventiva y represiva de
la norma y los mecanismos y figuras jurídicas que garantizan la estática de las relaciones y
la dinámica del intercambio de bienes o servicios, así como la potestad de que cada uno
regule soberanamente, dentro de ciertos límites, la singularidad de sus necesidades, dentro
de relaciones en las que la situación de cada parte queda establecida con claridad” (FLORES
MICI-IEO, R.:” Formas indirectasoatípicasdegarantía”, en “Estudios de Derecho Privado”,
Edersa, Madrid, 1962, vol. 1, Pp. 587 y Ss.).
103 Sostiene MEZQUITA DEL CACHO la idea de que “la Forma sirve al fondo de las
relaciones jurídicas, ya que constituye la ocasión de control de sus circunstancias y permite
proyectar sobre ellas la luz de la libertad y de la equidad, alcanzándose <seguridad
sustancial> a través de la <certeza formal>” (op. cit., 1, p. 380).
60
entre esas “formas” destacan, como acaba de exponerse, las dotadas de fe pública, por
intersubjetivas.
exactitud que no tuviere objeto alguno ilícito ni reportase provecho para el actor
no podría reputarse como falsedad, que es, según la Ley de Partida, la imitación,
Martínez de Arizala. Ar. 2.226) decide la absolución de los condenados por la Sala
tenía a su muerte más que una pequeña cantidad que destinaron al legado por el alma
(CDO. 3”)
61
determinado domicilio, sin ser ello cierto, es absolutamente inocua ante el Derecho
alguna, ni probatorio bajo ningún aspecto, por lo que igualmente debe desestimarse
el segundo de los motivos amparado en el núm. 1” del art. 849 de la L.E. Crim., por
inaplicación del art. 304, en relación con los 302 núm. 4” y art. 1<’, todos del vigente
Sanmiguel. Ar. 371), que absuelve al condenado en primera instancia como autor de
denunciado por la misma “por el enojo de que el encartado hubiese pasado dos noches
fuera del domicilio”- por entender que tales hechos “no son útiles para calificarlos
como integrantes del delito de falsificación del art. 303 en relación con el número 1
del art. 302 del Código penal, por el que condenó la Audiencia; porque abandonada
62
irregularidad formal es inocua en el campo de la punición si no va animada de
la vocación del agente de alterar la seguridad del tráfico jurídico” (CDO. único).
“vacías” o sin causa para, utilizando el descuento que la compañía mercantil de la que
uno de ellos era prácticamente propietario -junto con su esposa- tenía en varias
entidades bancarias, hacerse primero con el capital figurado en las cambiales, que
repartieron entre si, y conseguir posteriormente que dicho numerario fuera cargado
con el fin de aportar, con esta maniobra, dinerario a un negocio que tenían entre si,
creando de esta manera “un documento inauténtico con daño y peligro para la
seguridad del tráfico jurídico (bien jurídico protegido), apreciándose así todos y
cada uno de los requisitos o elementos precisos para el nacimiento a la vida jurídica
comisión del delito objeto de acusación por faltar algunos requisitos, en primer lugar
‘<‘4Hipótesis estas que han servido para separar la falsedad documental de otros delitos
con los que nació y con los que ha ido conviviendo a lo largo de su evolución histórica, la
cual no ha concluido totalmente y buena prueba de ello es la reciente problemática que se
suscita en relación al mundo de los ordenadores y de la informática, en general.
63
rectificó su expresión de voluntad en el sentido de volver a la primera decisión
vidual y es lo que el Notario rectificó; bien es verdad que este deseo posterior
pero más que por su rectificación por haberla hecho, según aquéllos, a sabiendas
Así la falsedad estribaría en ese dato más que en su forma” (FD. 2<’).
con extensas razones. En ellas se insiste en que se ha probado que por medio alguno
desde luego Hacienda aún no había practicado diligencia liquidatoria alguna (distinta
rectificación se hizo veritatis causa [5. 10-3-19711. Aplicado a las figuras del art.
302 no hubo caso para el núm. 37’ pues no se atribuyeron manifestaciones distintas
a la otorgante, ni por lo tanto el 6?’ y 7.” puesto que el documento coincidía con las
64
liquidada, la renuncia no existió y el supuesto derecho renunciado no tenía contenido
Ménguez. Ar. 117) -conociendo del supuesto de la reproducción, por la Secretaria del
ocupación de una determinada parcela, la cual contó con la negativa a su firma por
65
tráfico jurídico. Y así, la sentencia de 22 de mayo de 1992 (Pte. Delgado García.
acusación a M~ V. por delito de falsedad porque había firmado unos recibos de renta
con opción de compra mediante rúbrica semejante a la que venía poniendo en una
Supremo entiende que “el conocimiento por parte de todos los interesados respecto de
la realidad de esa falsedad ideológica, así como su aceptación continuada por todos
dato de que la firma del recibo fuera puesta por persona distinta de la titular del
contrato, en el sentido de que para nada afecta a la seguridad del tráfico, que es
Ahora bien, no basta con reseñar que el bien jurídico protegido por la
seguridad del tráfico juridico, como acabarnos de exponer, sino además el interés
66
conciencia social, merecen un especial crédito en las relaciones intersubjetivas105.
Sobre el particular, señala VARGAS CABRERA1<(’ que la doctrina penal de
nuestro país viene utilizando el concepto clásico más abstracto de fe pública, aunque
la autenticidad del tráfico jurídico y de los medios de prueba. Por ello la doctrina
extranjera -y. gr. ANTOLISEI- habla del delito de falsedad como un delito
que viola o arriesga108. Señala también este autor que en contra de la admisión de
~s En este sentido CASAS BARQUERO, en cita a ANTOLISEI (“El delito , op. cit.,
p. 51). Por su parte, BACIGALUPO señala que en la medida en que los delitos de falsedad
documental afectan a una “declaración probatoria por escrito”, se ha propuesto confirmar una
categoría única con todos aquellos delitos que impliquen una falsedad en las declaraciones
y agrupar los delitos de falsedad documental con los de falsas declaraciones testimoniales o
de peritos, lo que daría lugar a una categoría de hechos punibles que tendrían en común la
protección de todo medio de prueba constituido por declaraciones de personas (“Estudios
sobre la parte especial del Derecho penal”, Ed. Akal, Madrid, 1991, p. 321). Explícitamente,
GONCALVES MONIZ (“O crime , op. cit., pp. 31 y 70) señala que la verdadera lesión
del bien jurídico protegido por la falsedad documental solamente se verifica cuando el
documento se utiliza como medio de prueba de algún hecho, esto es, cuando aquél es
colocado en el tráfico jurídico, pues no hay que olvidar que el bien jurídico protegido por
este tipo legal es la seguridad del tráfico jurídico y, especialmente, del tráfico de los medios
de prueba.
“La culpabilidad en las falsedades documentales op. cit., p. 206.
‘<>< Citado por QUINTANO RIPOLLES, “La falsedad , op. cit., p. 58)
67
argumentado que si la fe pública es un real interés social merecedor de protección por
parte del Estado y no una categoría abstracta, queda injustificada la pretensión de una
ulterior lesión para la protección del delito de falsedad. No obstante, añade que ha de
advertirse que no siempre la falsedad tiene como meta un fin ulterior, sino que
y La impune: en primer lugar, por no poder inducir a engaño y no atentar por ello a
la fe pública, quedan excluidas del campo penal las “falsedades groseras”, esto es,
aquellas que saltan a la vista y no pueden engañar a nadie. En segundo lugar, por la
penal de la punición porque -citando el autor a MANZINI- en tal caso no hay falsedad
otras).
68
peligro un interés probatorio o de documentación, es decir, ha de crearse al menos
una situación de peligro para el medio u objeto probatorio que se falsifica, afectando
ello determine otras lesiones en bienes jurídicos distintos del probatorio, normalmente
jurídico de los tipos delictivos que se encuadran bajo el ámbito propio de las
falsedades.
Más adelante precisará el autor estas ideas señalando que, desde el punto de
La dogmática distingue, teniendo en cuenta la acción del sujeto sobre el bien jurídico,
entre delitos de peligro y delitos de daño; distinguiendo a su vez dentro de la primera
categoría los delitos de peligro abstracto y de peligro concreto. El delito de falsificación de
documentos es, de acuerdo con GONCALVES MONIZ (“O crime , op. cii., Pp. 3 1-34),
un delito de peligro abstracto o presunto, pues para que el tipo legal se considere realizado
no es necesario que, en concreto, se verifique ese peligro, bastando que exista una
probabilidad de lesión de la confianza y de la seguridad que la sociedad deposita en los
documentos y, por tanto, en el tráfico jurídico.
69
preponderante en los documentos, propiamente, su valor o eficacia probatoria. De
aquí que concluya afirmando que el bien jurídico protegido con la tipificación de los
prueba, o sea, la confianza en que los documentos son genuinos y veraces, debido a
que se han producido conforme a normas legales y que, por ello, pueden servir de
prueba.
En estas condiciones la falsedad es, ante todo, un delito contra los medios de
la sociedad y del perjuicio que para ésta resultaría de la alteración de esos medios. De
aquí que se pueda concluir afirmando que la ley no protege la función pública
70
capacidad probatoria del documento y el derecho que, por medio de esa prueba, puede
Bacigalupo Zapater. Ar. 7.713) “un documento será falso cuando su contenido no
de 27 de junio de 1991, ya citada, cuando afirma que “la alteración de los medios
8.318) declara que “para que exista el delito de falsedad, además del contenido
señala que el Código penal no protege un derecho universal a la verdad, sino que
71
identificación de la falsedad con la <inmutatio ven> y, en segundo término, la
Martin Pallin. Ar. 2.343) cuando, con ocasión del enjuiciamiento de la conducta de
Corporación Local y firmó una diligencia de embargo a practicar con una deudora
o vida del derecho”. Y dice aún más: “La actuación falsaria tiene que ser de tal
72
administrativas. Solamente entran en los módulos del tipo de la falsedad aquellas
sentido amplio, siempre y cuando el documento como simple medio de prueba sea
refiere a un borrador del acta de una sesión, en el cual, entre otros acuerdos, figuraba
el de denunciar en el Juzgado de Cervera los hechos relativos a dos talones con firmas
““ Por ello, QUERALT (“Derecho penal , op. cit., p. 362) afirma que lo que
verdaderamente se protege con el delito de falsedad es la “capacidad de prueba” de una serie
de instrumentos como son los documentos y otros objetos perceptibles por los sentidos. E
insiste en ello VARGAS CABRERA (“La culpabilidad en las falsedades documentales
op. cit., p. 206) cuando, tras referirse a la imprecisión del concepto de <fides publica>
para determinar el bien jurídico protegido del delito de falsedad y, en aras de alumbrar dicha
imprecisión señala que la razón última de la incriminación sería el riesgo o peligro que de
las falsificaciones se pueden derivar para otros bienes o intereses penalmente protegidos por
instrumentos o actuaciones falsarias (eficacia de la actuación administrativa, economía
nacional, estado civil, derechos patrimoniales, etc.). En este sentido, para BACIGALUPO
ZAPATER (“Estudios , op. cit., p. 321) resulta objetable considerar a este bien
jurídicamente protegido dentro de la amplia categoría de los “valores sociales supraestatales”
pues, agrega el autor, el tráfico jurídico no puede estar por encima del Estado ya que sin la
protección que le brinda éste carecería de toda entidad.
73
detalles que, pese a que fue firmado por él y por otros concejales, no llegó a
Tribunal Supremo declara que “el bien jurídico protegido en esta clase de delitos
es la seguridad del tráfico, que no resulta afectada cuando, como aquí ocurrió,
el pretendido documento oficial no puede reputarse tal por carecer, por su propia
naturaleza, de aptitud para acreditar como auténtico lo que no lo era” (FD. 3<’).
conociendo del hecho del otorgamiento del acta previa a una finca determinada del
(art. 302, apartados 2, 3 y 5 del Código penal) porque la falsedad documental exige,
forma alguna pues la supuesta e imputada falsedad no tiene entidad suficiente para
74
del bien jurídico atacado por las falsificaciones en documentos privados, cuyo objeto
deviene de este modo en elemento subjetivo del injusto que convierte a la infracción
propiedad, sino que se satisface con la exigencia de que la falsedad agrave la posición
febrero de 1955 (García Murga y Mateos. Ar. 521) que “el delito de falsedad en
documento público, oficial o mercantil, que delimita y sanciona el art. 303 del
75
de 1992 (Pte. Puerta Luis. Ar. 1.110) que, tratando el supuesto muy reiterado de
sentencia de 15 de julio de 1989 para señalar que “no todas las manifestaciones
falsedad documental ideológica del art. 302-4” del Código penal al que hace expresa
bien jurídico aquí protegido. Así las cosas -añade la sentencia-, en un caso similar
con fundamento en el art. 302-4” del Código penal por cuanto dicha afirmación no
queda cubierta por la fe pública que protege el texto legal”. Tales afirmaciones sirven
absolver a ésta del delito de falsedad de que era acusada, “ya que, en último término,
76
el fedatario garantice“‘(‘.
del daño real en la vida del Derecho, al menos apreciado potencialmente, por tener
inocuas o accesorias, son las que incidiendo en valores públicos o privados dignos de
jurídico”7.
Sobre este particular, la sentencia de 26 de abril de 1955 (Pte. Lozano
solamente tres de ellos fueron los asistentes, declara que “el documento público u
77
quebranto de tal crédito público” (CDO. 3<’).
afirma que “la falsificación de documentos oficiales es figura delictiva que requiere,
que se enumeran en el artículo 302 del Código penal y con dolo falsario, esto es, con
siguiente manera:
consideración de antijurídica
78
.
haya constancia de que los intereses citados no han sufrido riesgo alguno
Ar. 5.044) afirmaba que “por mucha amplitud que se otorgue a la objetividad y
79
.
un lado el delito requiere el dolo falsario y de otro precisa del elemento o presupuesto
objeto que obre como condición especial de punibilidad, que es el efecto real y
tendencia, que pretende hacer valer el documento alterado con daño ajeno y provecho
80
II. EL DOCUMENTO COMO OBJETO MATERIAL DE LA
FALSEDAD.
1. Concepto de documento.
punto de vista conceptual- de ese término documental, pues los diversos tipos que,
como veremos, se agrupan en torno a esta figura penal tienen por común
denominador, desde la perspectiva del objeto material, el documento, esto es, aquella
porción de la realidad material sobre la que recae la actividad física del agente
falsario’’9.
hg Matiza CARRARA, tras señalar que “el nombre no crea el objeto”, que en la
falsedad, lo mismo que ocurre en otros casos, “el criterio determinante de la noción
de los delitos no puede ser ni el <accidens> del nombre, ni el <accidens> de una
materialidad, ni el de la pena, sino solamente la naturaleza del derecho lesionado con
el maleficio; y, en el caso de lesión de varios derechos, el derecho prevaleciente
(“Programa , op. cit., vol. IV, parág. 2.365).
81
En este sentido es ilustrativa la afirmación de QUINTANO RIPOLLES>2’> al
señalar que en el aspecto material de objeto del delito de falsedad y aun en el procesal
acuerdo con este mismo autor, uno de los clásicos puntos de fricción entre las
este término.
objetos en los que quepa la posibilidad de cometer de alguna forma la acción típica
falsario; el resto podrá seguir teniendo la calificación como documento por asimilación
82
documental.
religiosos y consistente en un gesto hecho con las manos extendidas para ofrecer o
recibir algo. Precedente este que se corresponde con la forma verbal latina “doceo”
que, a su vez, constituye una conjunción de los términos “do” y “scio”, que quiere
es una cosa -en sentido físico corporal- que “docet”, que enseña, que hace conocer:
121 Vid, sobre el particular PARRA QUIJANO, J.: “Tratado de la prueba judicial.
Los documentos”, Ed. Librería del Profesional, Bogotá (Colombia), 1989, t. III, PP.
3 y ss.
122 Cfr. CASAS BARQUERO: “El delito...”, op. cit., p. 225, en especial nota 1
bibliográfica; y MARTíNEZ PEREDA: “Las falsedades en documentos oficiales”, en
“Las falsedades documentales”, op. cit., p. 79. Una reseña sobre los antecedentes
históricos del documento en NAVARRO HERNAN, MANUEL: “El documento
auténtico y la casación civil y penal”, Ed. Montecorvo, Madrid, 1977, Pp. 67-71.
123 “Hechos y derechos en el documento público”, Imp. Viuda de Galo Sáez,
Madrid, 1950, pp. 26 y ss.
83
contenido representativo’24.
Aparece aquí ya el doble sentido que la palabra documento puede alcanzar: en
acta o escritura con que se prueba, acredita o hace constar alguna cosa’25.
84
requiere siempre la presencia de un soporte físico indeleble para la constancia efectiva
85
pensamiento cuanto en la representación de éste. Cuatro son las notas que
como documentos, si bien separa éstos del hecho o hechos que forman su
contenido’3<>.
>2<>Por lo que a la aptitud probatoria del documento se refiere, las teorías que en
esta perspectiva se han formulado -y que NAVARRO HERNAN reseña- son, entre
otras, las siguientes:
a) Teoría de la prueba legal (FURNO).
b) Teoría de la certeza jurídica (MOSSA).
c) Teoría del medio de prueba procesal de naturaleza real (GUASP).
d) Teoría de la publicidad del documento (SORIANO).
e) Teoría de la legitimidad (Notarialistas españoles).
86
de lo que ha de entenderse por documento. Y así, por tal se entiende el soporte
cualquiera que tenga una cualidad material corpórea, lo que a su vez comporta las
siguientes notas:
soporte;
tiempo;
87
de la difusión del pensamiento humano y, en consecuencia, merezcan la misma
consideración de documento.
innovación tecnológica tales como las cintas magnetofónicas, los videos, los discos y
bandas magnéticas de los ordenadores, etc., esto es, instrumentos que posibilitan la
Problema distinto, pero al cual habrá ocasión de referirse en otro lugar, es el referido
requeridas por el orden jurídico como presupuestos para asignar valor de acreditación
88
1.3. Concepto legal. El fenómeno informático en la falsedad
documental.
acto ocurrido y por medio del cual se hayan extinguido obligaciones, facultades, etc.,
ya por expresar la voluntad del sujeto otorgante de obligarse en el futuro, o crear
derechos u otorgar facultades a otro sujeto” (pp. 23 y 26). En definitva, se requiere
la “juridicidad” o trascendencia jurídica del documento (p. 28)
89
de algún autor se hace al articulo 208.1 del Proyecto de Código Civil de 1821 en el
1.215 del Código Civil vigente donde al enumerarse los medios de prueba se alude
“139
a la de “por instrumentos
Para subsanar esta laguna, la propia doctrina se ha encargado de acuñar un
jurídico’4<.
La dificultad estriba en que el capitulo IV del titulo III del libro II del Código
~> Cfr. MUÑOZ CONDE: “Derecho Penal. Parte Especial”, Ed. Tirant lo
Blanch, Valencia, 1991, Pp. 542-544. Por su parte, QUINTANO RIPOLLES ofrecía
la siguiente definición de documento a efectos penales: “todo objeto transmisible
emanante de una persona y que sea susceptible de constituir, disponer o testimoniar
un derecho a un hecho de trascendencia jurídica”. Definición esta que, como se
encarga de precisar el propio autor, tiene un alcance ciertamente penalistico que “nada
prejuzga de su valor en otros terrenos civiles, procesales o mercantiles”. En efecto,
como ya se ha adelantado y en ello insiste QUINTANO, “en defecto de una definición
legal, tenemos en nuestro Código penal vigente una terminología que es menester
concordar con la civil, mercantil y procesal; labor no siempre sencilla y sujeta a
ambigliedades cuando la valoración es diversa” (“La falsedad...”, op. cit., Pp. 86-87).
Por su parte, ROMERO SOTO define el documento como “todo escrito que contiene
una manifestación de voluntad o una declaración de verdad jurídicamente relevante,
aptas para servir de prueba y cuyo autor puede ser claramente identificado” (“La
falsedad documental”, op. cit., p. 31).
90
ocasiones, objetos que, literalmente, no aparecen concebidos como documentos, tales
como los despachos telegráficos (art. 305), documentos de identidad (arts. 308 a 310),
a su correspondiente normativa.
refiere, conviene recordar que ha sido la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio
Histórico Nacional la que ha venido a colmar este huero legal para definir en el
articulo 49.1, a los efectos de dicha Ley se precisa, el documento como “toda
soportes informáticos”. Comprobamos pues que este concepto legal define en su justa
modernas tecnologías tal como anteriormente señalábamos. Pero también es cierto que
no deja de ser esta una concepción estrictamente material o corporal, todo lo más
Código Civil, según la cual “son documentos públicos los autorizados por un Notario
91
o empleado público competente, con las solemnidades requeridas por la ley”’42, da
por supuesto, como percibe RODRíGUEZ ADRADOS’43, el previo concepto de
sistemática de los diversos artículos de este texto legal en que dispersamente aparecen
92
del Código civil y 578 y 596 a 605 de la Ley de Enjuiciamiento Civil’45, si noque
también es medio de constitución, modificación o extinción de relaciones jurídicas;
textos legales utilizan los vocablos documentos, sean éstos públicos o privados, se
están refiriendo normalmente a documentos “escritos”. Así, por ejemplo, los artículos
1.216 a 1.230 del Código civil, en cuyos preceptos se emplean frecuentemente las
palabras “escrituras”, “letras”, “escritos”, etc. Y el propio artículo 1.248 del mismo
cuerpo legal se refiere a “los negocios en que de ordinario suelen intervenir escrituras,
documentos privados, o algún principio de prueba por escrito”. Incluso el articulo 51
del Código de comercio, fiel a esta concepción clásica de documento, determina que
la correspondencia telegráfica sólo producirá obligación entre los contratantes que
hayan admitido este medio en “contrato escrito”. No obstante, se resalta cómo ya en
la propia Ley de Enjuiciamiento Criminal -“dirigida más abiertamente a la búsqueda
de la verdad material”, dice el autor- cita como expresos medios probatorios los
planos y fotografías. Este es el caso del artículo 327, que dispone que “cuando fuere
93
construir el concepto de documento sobre los modernos inventos de la técnica -a ellos
alude el art. 49. 1 de la LPI-IE como acabamos de ver- se ha difundido la teoría de que
al soporte físico papel y escritura, y como ejemplo puede citarse, por todos, la
de la legislación positiva.
94
de circunscribirse exclusivamente a esta forma de manifestación. Aludía el autor a la
CALON), en los que está siempre presente la referencia al elemento escriturario como
expresa o tácita a formas escriturarias, como los 1”, 5” y 8” del art. 302 (Código
penal de 1944), la falsedad puede muy bien recaer sobre objetos no precisamente
voluntad testimonial o probatoria. Reconoce que es casi seguro que la intención del
1848 se gestó) fué la de amparar tan sólo, bajo el nombre de documento, la escritura,
interpretación amplia del concepto, que el texto de la ley tolera y que no permite
incriminar interesantes actividades falsarias que de otro modo tendrían difícil encaje
en lo penal.
Ahora bien, sin coincidir con la tesis germánica según la cual es documento
cualquier objeto apto para la prueba’5<’, entiende QUINTANO que “no sólo (es)
95
posible, sino también deseable el abarcar en el término documento cosas no escritas,
cuando no mejor preveer, los nuevos pasos en que se desenvuelve ese progreso
social152.
tradicionales (papel, palabra, gráfico, imagen) para utilizar magnitudes físicas que
por el Derecho penal como probatorios “no pueden calificarse de documento a efectos
penales; tal ocurre con los discos de gramófono, las fotografías y otros análogos”. No
obstante. admite la consideración de la fotografía como documento cuando
precisamente lo es de un escrito (fotocopia) (“Comentarios , op. cit., tomo III, p.
328). Más matizado, ORTS BERENGUER entiende que nada se opone a que objetos
que por sí mismos no constituyen un documento, como es el caso de un plano, pero
que han sido agregados a un documento, de forma que éste efectúe remisiones o
alusiones a aquél, si experimentan alguna manipulación de las tipificadas que afecte
a extremos esenciales, transfieren los efectos de las alteraciones al propio documento,
dando pie a la existencia de un delito de falsedad documental (“Derecho Penal. Parte
Especial”, Ed. Tirant lo Blanch, Valencia, 1988, p. 228). Así también LUZON
CUESTA, para quien determinados objetos, como planos o fotografías, pueden ser
objeto de falsedad documental en cuanto forman parte de un documento compuesto
en el que será esencial la escritura (“Compendio...”, op. cit., p. 262).
DOMíNGUEZ LUIS, “Registro de la Propiedad
[52 , op. cit., II, p. 749, nota
núm. 708.
96
representen, mediante la codificación binaria de los datos en un soporte informático,
que la doctrina tiende, en general, a equiparar documento con escrito y ello estimando
que es una consecuencia de una interpretación correcta de los artículos 1.215 del
Código civil y 596 de la Ley de Enjuiciamiento Civil en los términos antes expuestos.
aquella en la que la información está representada por los signos del lenguaje. Pero
97
En conclusión, “el soporte informático sobre el que se encuentran palabras u
otros signos que identifican ideas, es un documento con todas las características de
de documento.
c) En el caso de un registro informático la diferencia entre copia y original
desaparece, mientras que en el documento escrito esta diferencia es de gran
mportancia.
98
línea marcada por la sentencia de la Sala Primera de 30 de noviembre de 1981,
al decir que las relaciones de medios probatorios de las leyes rituales no tienen un
medida en que son expresión de una realidad social que el derecho no puede
desconocer”. En esta perspectiva, habría que considerar la plena validez jurídica del
manejado’56.
Por otra parte, ya se ha hecho referencia a la atención particular que dedica
“157
procedimientos
156 DOMíNGUEZ LUIS, “Registro de la Propiedad , op. cit., II, p. 749, nota
núm. 708.
99
LLegados a este punto es de rigor verter algunas consideraciones en relación
con la falsificación a través de medios informáticos, cuestión esta que, como subraya
GONCALVES ~o~JzIS~, reviste gran dificultad, sobre todo por lo que se refiere
informáticos- dentro del concepto tradicional (escrito) de documento. Ahora bie, a este
respecto hay que apuntar que si bien en la mayor parte de las legislaciones (a
en nuestro caso el concepto ha sido objeto de una ampliación por vía jurisprudencial
y doctrinal para comprender dentro del mismo a otros soportes físicos además del
datos de este carácter se puede realizar tanto en fase de introducción de nuevos datos
de estos datos (manipulaciones ‘output’). Pues bien, es dentro de esta última categoría
~O crime , op. cit., Pp. 247 y ss., a quien seguimos en este tema.
‘~ Op. cit., Pp. 252-253. Es interesante a este respecto la diferenciación que hace
loo
Por lo que se refiere al denominado sabotaje de programación de datos
magnéticos, nos encontramos también en este caso una forma de falsificación de datos
realizada por medios informáticos sobre documentos de la misma naturaleza, tanto por
lo que se refiere a la acción delictiva como a los efectos de la misma habida cuenta
la singularidad del propio medio en que nos situamos. Por otra parte, se trata de una
clase de delito cuyos efectos son permanentes, a la vez que se multiplican de forma
datos
provocar engaño en las relaciones jurídicask, siempre que esos datos o programas
sirvan como medio de prueba, de suerte que su visualización produzca los mismos
101
efectos que un documento falso. Se trata, por consiguiente, de proteger la seguridad
material y jurídico del delito falsario adoptado por la doctrina alemana más moderna
y jurídico del delito falsario, esto es, el documento mismo, no en cuanto a papel
inexistente en el acto que se describe, pues por pai-te del procesado jamás se
102
Por su parte, es concluyente la sentencia de 19 de octubre de 1963 (Pte.
Quintano Ripollés. Ar. 4.135) al declarar, en el considerando primero, que “el delito
de falsedad, por su propia naturaleza y por imperativo del epígrafe del Capítulo 4<),
Titulo 30, Libro 2’~ del C.P., requiere como primero e inexcusable elemento de la
octubre de 1976 (Pte. Vivas Marzal. Ar. 3.965), que se refiere a éste como
“trascendente receptáculo de valores ideales” que a efectos del capítulo IV, del título
III, del libro II del C.P. ha sido formulado, de diferente modo, aunque coincidente
103
ofrecidas por una y otra, ora como un “pensamiento objetivado”, ora como “todo
destinado a probar alguna realidad jurídica”, ora, en fin, como “escritura fijada sobre
Marzal. Ar. 2.025) que designa con el concepto de documento a “todo vestigio del
pasado, <vox mortua>, y, con mayor concreción, toda representación gráfica del
104
probatoria y destinada a surtir efectos en el tráfico jurídico” (ED Y>).
Zapater. Ar. 7.014) que “la jurisprudencia reciente de esta Sala ha definido el
documento, en el sentido de los arts. 302 y ss. del Código penal, como la
(Pte. Castro Pérez. Ar. 2.908) niega que una tarjeta en al que consta una simple
anotación escrita a lápiz por el imputado que dice “2000 bobinas, peso 37,870
(CDO. 1’>).
noviembre de 1987 (Pte. Vivas Marzal. Ar. 8.520) considera que “la carta de
105
finalidad de preconstitución probatoria, sin que, con ella, se acredite o intente
que las razones invocadas para la cesación dicha, sean auténticas o, por el contrario,
pueden ser las manifestaciones de testigos o procesados, el acta de juicio oral, las
cartas personales, etc. Así las sentencias de 16 de octubre de 1991 (Pte. de Vega
Ruiz. Ar. 7,287), 4 de marzo de 1992 (Pte. Montero Fernández-Cid. Ar. 1.733) y
febrero de 1994 (Pte. Ruiz Vadillo) y el Auto de 25 de mayo de 1992 (Pte. Ruiz
106
Concretamente, la sentencia de 19 de enero de 1994 (Pte. Martínez-Pereda)
Por otra parte, es relevante en esta materia el tratamiento que han de tener las
entiende a este respecto que para que las fotocopias tengan valor documental han de
certificada (...) a tenor de lo dispuesto en los arts. 596.1 de la LEC y 1.216 y 1.220
107
Posteriormente, la sentencia de 7 de octubre de 1991 (Pte. Bacigalupo
Zapater. Ar. 7.014), ya citada, en la que examina, entre otras cuestiones, la relativa
ele los extremos establecidos en el original. Comienza el Tribunal por advertir que
es discutible que una fotocopia pueda tener el carácter de objeto de la acción del delito
como documento falso en el sentido de los delitos de falsedad. Por ello, a partir del
seguidamente que “en la doctrina moderna se entiende que es, por lo menos
dudoso, que las fotocopias cumplan con estas funciones. Ibisicamente se sostiene
razonamiento- sólo acepta que una fotocopia tenga el carácter de documento cuando
está certificada, dado que la certificación, como tal, importa ya un documento” (FD
108
Y> del primer recurso).
regidos por la norma prohibitiva de intervenir una misma persona en dos o más
el recurrente por vulneración, por aplicación indebida, del artículo 303 del Código
penal afirmando que la fotocopia de un documento es sin duda otro documento, como
escrito que refleja una idea (la misma del documento original)’67, obteniéndose por
medio de ella una reproducción fiel o imitación exacta del documento sobre el que se
obtiene, dotando a la copia de una apariencia de realidad, cada vez más acentuada
16$ Sentencia de 1 de junio de 1992, donde se dice que “el documento original
transmite su imagen a la reproducción fotográfica, pero ello no quiere decir que le
transmita también su naturaleza jurídica en cuanto ésta viene determinada por la
concurrencia de una serie de factores, que no se dan en el momento de la
reproducción”. Para concluir afirmando que la falsedad realizada en fotocopia no
109
doctrina reciente de la Sala’69, superando la mantenida con anterioridad’71>
sostiene que si~”el documento original transmite su imagen a la reproducción
en cuanto que ésta viene determinada por la concurrencia de una serie de factores
autenticación. En el caso que se realice por un Notario que expida copia fotográfica
oficial”.
Identidad sobre cuyo contenido se realizaron las alteraciones de las cifras de sus
números, para concluir que “la falsedad así realizada en una fotocopia no autenticada,
autenticada “sólo puede ser equiparada a un documento privado que la parte obtiene
para su uso y que a falta de cualquier forma de autenticación no puede ser equiparado
a documento público u oficial”.
169 Sentencia de 1 de junio de 1992 que acaba de citarse.
110
sólo puede ser equiparada a un documento privado y que a falta de cualquier forma
fotocopia no autenticada por quien podía hacerlo”, y si bien la propia Sala reconoce
que la fotocopia de un documento “es sin duda otro documento, como escrito que
refleja una idea (la misma del documento original)’7, dicha transmisión de imagen
en cuanto ésta viene determinada por la concurrencia de una serie de factores que no
documento, como escrito que refleja una idea (la misma del documento original) (cfr.
ésta viene determinada por la concurrencia de una serie de factores que no se dan en
111
de la naturaleza que tenga el original (público, oficial o mercantil), y sí,
un acto de voluntad. Tres son las funciones que la doctrina atribuye a los documentos:
una función probatoria, pues permite probar una declaración de voluntad 172. una
172 FERRER SAMA (“Comentarios ,op. cit., tomo III, Pp. 327-328), a partir
de la definición de documento propuesta por MANZINI (recordemos: “Documento,
en sentido propio, es toda escritura fijada sobre un medio transmisible, debida a un
autor determinado, que contiene manifestaciones o declaraciones de voluntad o bien
testimonios de verdad, aptos para fundamentar o para apoyar una pretensión jurídica
o bien para probar un acto jurídicamente relevante en una relación procesal o en otra
relación jurídica”, enuncia entre los caracteres esenciales del documento en sentido
penal la “aptitud probatoria del escrito”. En este sentido, afirma el autor que “el
documento objeto de tutela penal es siempre considerado en su entidad de medio
probatorio, actual o eventual. Es estimado como un elemento de prueba autónoma,
como una fuente de fe pública, como un bien jurídico por sí mismo. Mas es
indiferente que el documento sea preordenado a la prueba misma o que
originariamente no estuviese destinado a esta finalidad”.
112
función perpetuante, que consiste en dar forma permanente a una declaración de
que rehúsa el faiio de Ja Sala de instancia que consideró que los recurrentes habían
tomado parte en un delito de falsedad ideológica (art. 302, 4”’ Código penal), pues
la fecha en que se acordó un abono de casi ocho millones de pesetas, sin que el
casación aducido por los condenados en primera instancia, comienza por aclarar si la
elementos requeridos por el concepto de documento en el sentido del art. 302 del
113
función probatoria del acta de la Comisión en relación a la existencia de los
se documenta en ella o si, por el contrario, el acta sólo tiene la función de probar la
decisión adoptada. Cuestión esta que, como afirma el Tribunal Supremo, tiene
antiguo que la falsedad que requieren todas las hipótesis del art. 302 del Código penal
se debe referir a los “efectos” del documento’73, entendiéndose por tales los que
afecten a “aspectos esenciales del documento”’74.
falsedad por escrito lo es documental delictiva (...) ya que a veces los elementos sobre
los que recae la mentira no son más que coadyuvantes”. Y en este mismo sentido se
ratifican las sentencias de 27 de mayo y 28 de junio de 1988 cuando afirman que tal
tipicidad requiere “un cambio cierto de la eficacia que (los documentos) debían
desarrollar dentro del tráfico jurídico”. Aplicando todos estos principios al supuesto
Efectivamente, dice el Tribunal Supremo que “el efecto probatorio del acta
(ji. Por lo tanto las actas de las sesiones de un cuerpo administrativo sólo tienen
114
la función de probar las manifestaciones formuladas por los miembros del órgano
y las decisiones que éste adopta”. Por consiguiente, “la manifestación falsa en el
acta, de haber observado los requisitos procesales de una decisión del órgano
no se ajusta al tipo penal del artículo 302.4 del Código penal, así como tampoco lo
informe.
vivienda que con anterioridad había transmitido a los querellantes, confirma el fallo
producido falsedad alguna toda vez que no se han afectado las funciones esenciales
Razona el Alto Tribunal afirmando que “en el presente caso no cabe duda
lis
la escritura pública sólo tiene que probar que uno de los sujetos transfiere al otro la
propiedad sobre un inmueble determinado, pues los derechos reales no se prueban por
Ley Hipotecaria. Dicho de otra manera, la escritura prueba lo que se declaró, pero
se enajenan. Por lo tanto -concluye el Tribunal Supremo- no se dan los elementos del
tipo objetivo del delito del falsedad en documento descrito en el art. 302 del Código
penal y, en virtud de ello, ya no tiene sentido plantear el problema del dolo” (ED
Unico).
en este planteamiento cuando declara que el caso de autos -atribución por el procesado
han sido afectadas las funciones esenciales del documento: concretamente, “en
116
documento y que afecte “en forma directa a alguna de las funciones del mismo,
el sentido del artículo 302 del Código penal, el Tribunal Supremo responde que
Concretamente, se dice: “Por lo tanto, cuando el particular expone por escrito una
117
declaración incompleta no falta a la verdad de los hechos que el documento debe
probar, siempre y cuando, claro está, que lo que conste sea aquello que declara.
Naturalmente que ello puede generar engaño, pero no es acertado considerar que todo
artículo 302.4 del Código penal, porque se haya cometido falso testimonio.
palabra, como son la grabación en disco fonográfico o en cinta magnética, con o sin
reproducción de imagen.
118
2.813) aseverando que “el concepto de documento, actualmente, no puede ceñirse
desde el momento que nuevas técnicas han multiplicado las ofertas de soportes
falsarias al igual que el documento escrito. Una inspiración ampliatoria -reseña- late
ha producido una verdadera revolución en esta materia. Técnica esta que, como se
119
eliminando transacciones verdaderas que debieron ser introducidas, todo con
120
conducta falsaria, pues “el hecho de que el delito esté ligado a la informática no hace
Sin duda alguna que la cuestión así planteada no puede pasar inadvertida a la
dogmática del Derecho Penal sustantivo; por ello es preciso sentar de principio que
distintos puntos de vista: en primer lugar, desde una perspectiva subjetiva como la
“‘~ Refiere a este respecto LUIS BENEYTEZ MERINO que “hoy sólo será posible
121
exigencia de un <animus probandi>; y en segundo término, se considera que este
producir una prueba. Se trata del elemento que permite distinguir entre “documentos
prueba.
560 del Código penal -referido a la destrucción de documentos-, pues aquí el autor
gozar de eficacia probatoria, es algo que carece de toda duda. Pero, en relación
directa con este concepto, se ha diferenciado entre la finalidad para la prueba que,
‘~“A este respecto, señala CREUS (op. cit., p. 25) que “la función probatoria del
documento puede serle atribuida en su mismo nacimiento o insertándola con
posterioridad, acudiendo a la virtualidad que posee su virtualidad para acreditar lo
pasado”.
122
fin de producir efectivamente la prueba de su contenido. Desde este punto de vista,
representación gráfica del pensamiento... surgida al mundo exterior con una finalidad
relevante, en una relación procesal o jurídica” (CDO 1 “). 1-lay que tener presente
5.665) sea concluyente al declarar, eso sí, por vía de exlusión o negación, que “no
el juicio oral, ni tampoco los informes, dictámenes, etc., a salvo los supuestos
123
fraccionada por el Tribunal <a quo> sin la adecuada justificación’~ o el informe
pericial dactilográfico en los supuestos a los que la doctrina de esta Sala se refiere en
Vadillo), no todo documento tiene este carácter respecto de la casación y así, como
ocurre en el supuesto de autos, cuando “se invoca un error como motivo de casación,
éste ha de ser acreditado por una prueba documental que tenga ese carácter <per
124
2.4. Perspectiva volitiva.
identificación.
3.965) afirma que “por más que es frecuente sostener que el documento privado
queda ultimado cuando ha sido redactado y suscrito por los otorgantes, deduciéndose
así de lo prescrito en el artículo 1.225 del CC, es lo cierto que, examinado el contexto
de los artículos 1.228 y 1.229 del mismo cuerpo legal, se deduce la eficacia de los
>~ Señala FERRER SAMA que el contenido del escrito ha de estar constituido,
125
nnpresa, e incluso manuscrita por un tercero o por uno de los otorgantes, y en
tal caso será indispensable la suscripción del mismo por todos los intervinientes,
o intercalaciones a que se refiere el número 6 del artículo 302 antes citado, o, por el
segunda teoría según la cual la declaración de voluntad pertenece a aquél del que
proviene espiritualmente.
Lo decisivo es, pues, que sea factible determinar al autor del documento ya
que de no ser así, se trataría más bien de un escrito anónimo del que, eventualmente,
126
producir efectos jurídicos, que genere derechos y obligaciones. Es por ello que puede,
desde ya, afirmarse que no existe falsedad en documento nulo (por ejemplo,
nulidad de los actos y negocios jurídicos, que constituye, como observa CASTAN,
“uno de los conceptos más confusos del Derecho civil”’86. No obstante, la técnica
jurídica ha ido perfilando una serie de tipos de ineficacia a los que se refieren las
diferentes disposiciones legales. Entre estos tipos importa aquí referirse a los de
187
romano
‘~ Vid. ORTS, op. cit., pp. 229 y 230. Señala el autor que no basta con que en
un escrito se reconozca o se pretenda generar derechos u obligaciones para que se le
pueda calificar de documento, si se presenta alguno de los requisitos esenciales de que
debe ir acompañado y resulta, por ende, nulo. Aunque, en ocasiones, como ha hecho
notar FERRER SAMA y CORDOBA, un escrito puede ser nulo en un determinado
aspecto y derivar efectos jurídicos en otros, en cuyo caso, si la falsificación deja sentir
su influencia en las facetas en las que sí es eficaz, existirá objeto material, esto es,
documento, desde el punto de vista penal. Lo mismo sucederá cuandola nulidad de un
escrito no impida que produzca ciertos efectos jurídicos durante algún tiempo.
186 CASTAN TOBEÑAS, JOSE: “Derecho civil español, común y foral”, Ed.
Reus, Madrid, 1978, tomo 1, vol. II, p. 915. Resalta el autor la imprecisión con la
que tradicionalmente se han utilizado los términos de ineficacia, inexistencia,
invalidez, nulidad, anulabilidad, rescisión, etc., si bien en la actualidad se ha ido
aclarando el panorama y estableciendo parámetros de fijeza. Así, el término ineficacia
es de mayor amplitud que el resto de los aludidos e implica la carencia de efectos
jurídicos del acto o negocio jurídico (p. 916).
127
Ya sabemos que la nulidad de pleno derecho o nulidad propiamente dicha “>~
jurídico que integran todos los requisitos esenciales del mismo y no es contrario a la
‘>~ Siguiendo a CASTAN, Idem, pp. 923 y ss. En términos análogos se expresa
RUIZ VADILLO, ENRIQUE: “Derecho civil”, Ed. Ochoa, Logroño, 1988-1989, Pp.
218 y ss.
128
controversia el supuesto de la nulidad absoluta del acto o negocio que se
evidentemente pueden ser objeto de documentación, pero que nada tienen que ver -se
palabras de la autora que acabamos de citar, de que un documento nulo puede ser
aseveración, que en el caso del delito de falsedad no se requiere tanto una efectiva
relevancia jurídica cuanto una “potencial relevancia jurídica”, la que alcanza también
al documento nulo.
Sin embargo, entendemos por nuestra parte que una tal solución es discutible
en la medida en que olvida una de las notas esenciales que caracterizan a la nulidad
‘~<> Véase en este sentido QUINTANO RIPOLLES, “La falsedad ,op. cit., p.
102; ROMERO SOTO, “La falsedad...”, op. cit., Pp. 48 y ss.; JIMENEZ ASENJO,
“Falsificación”, op. cit., p. 476 y ss.; CORDOBA RODA, “Comentarios ,op. cit.,
pp. 780 y 781; y GARCíA CANTIZANO, “Falsedades ,op. cit., pp. 158 y ss.,
todos ellos con abundantes referencias a la doctrina italiana (CARRARA, MANZINI,
MAGGIORE, PESSINA, MIRTO, entre otros).
129
absoluta o radical es, precisamente, la inexistencia del acto o negocio jurídico que se
jurídico del documento en que se plasman. Pues como ha declarado nuestro Tribunal
absoluta y radicalmente, con efectos <ex tunc> y, por tanto, inexistente en el mundo
del derecho, difícilmente puede decirse que ha producido efecto jurídico alguno que
sea digno de protección penal (<quod nullum est, nullum habet effectum>). Otra
declaración produce efectos <ex nunc> y, por tanto, en este supuesto sí se han
decreta su anulabilidad.
130
continente (documento)’92. Tan sólo podrá merecer una tal conducta una reprobación
ética o moral, pues hemos salido del ámbito de la juridicidad al no existir hecho
señala que es el documento nulo por causa inmoral el supuesto que parece de más
material, si bien siempre que aquélla sea <ex origene>. Así la sentencia de 22 de
diciembre de 1961 (Pte. Quintano Ripollés. Ar. 4.423), en la que se plantea la tesis
otra datada en fecha 15 de enero de 1952, que las anuló y dejó sin efecto, “por
ineficaces la alteraciones de verdad realizadas sobre ellos”. Tesis esta que aun
192 Tan sólo cabría una excepción a esta aseveración, cual es el supuesto de la
falsificación de un documento que, siendo nulo como documento público, puede
mantener su validez como documento privado y, en este caso, siempre que reuniera
los requisitos al efecto exigidos por el tipo penal para esta clase de documentos,
podría constituir objeto de falsificación. A este respecto, como se ha apuntado
anteriormente, la inobservancia en los documentos notariales de las solemnidades o
la incompetencia del Notario autorizante relega el documento a la categoría de privado
siempre que en él concurran los requisitos establecidos legalmente. En este sentido,
el art. 1.223 del C.C. dispone que “la escritura defectuosa, por incompetencia del
Notario o por otra falta en la forma, tendrá el concepto de documento privado, si
estuviese firmada por los otorgantes”. Véase sobre el particular CREUS,
“Falsificación , op. cit., p. 84.
131
autos porque, como fundamental argumento, “la nulidad del documento susceptible
de voluntad propias o extrañas, como sucedió, según el recurrente, con las nueves
letras sustituidas por la del importe global posterior, pues cuando fueron extendidas
así como una eficacia potencial que no perdieron hasta después de consumarse los
respectivos delitos; esto es, en momento en que la acción criminal actual y finalista
jurídico, para lo cual será necesario algo más que el deseo o la intención de sus
redactores o firmantes, ya que sin la concurrencia de las características que se han ido
llamados “ocasionales” no pensados por sus autores para surtir efectos en el ámbito
132
1962 (Pte. Quintano Ripollés. Ar. 4.575) al referirse al objeto material y jurídico del
delito falsario, “esto es, el documento mismo, no en cuanto a papel escrito, sino
a efectos penales, como “todo objeto transmisible emanante de una persona y que sea
trascendencia jurídica”’94.
Este es el concepto insito en la sentencia de 25 de septiembre de 1978 (Pte.
abril de 1994 (Pte. Montero Cid) cuando se reitera la jurisprudencia del Tribunal
Supremo sobre la materia’95 que “ha venido configurando los delitos de falsedad
133
3. Tipología documental.
3. 1. El documento público.
A) Concepto.
de puesta en peligro sólo por determinado tipo de documento. Pues no debe olvidarse
refiere, es perceptible la ausencia de definición legal alguna, razón por la cual se hace
‘“~ Son elocuentes las palabras de CARRARA cuando afirma que “en la falsedad
documental, el hecho de ser el documento privado o público no produce solamente
una diferencia de gravedad relativa. No; de ello emerge una diversidad de objeto, esto
es, una diversidad de derecho lesionado. En la falsedad pública, el culpable tiene en
mira ofender la propiedad privada, lo mismo que en la falsedad privada. Pero en
aquélla, recayendo el medio voluntariamente elegido sobre un documento al cual las
instituciones sociales dan la autoridad de hacer fe respecto de todos, acontece que la
fe pública que representa un derecho universal de todos los ciudadanos que tienen un
interés común en que se respeten los documentos públicos, presenta una <lesión
medio> preponderante sobre la <lesión fin>. De consiguiente, por obsequio a las
reglas cardinales (se está refiriendo a aquellas que sirven para determinar que la
134
El concepto de documento público recogido en las codificaciones civiles -
que dedica la cuarta parte a examinar la “prueba de las obligaciones y de los pagos”,
abriendo una línea que pasará después al Código civil francés y a los Códigos
posteriores influenciados por éste, entre ellos nuestro Código civil. Como advierte
documento, que más tarde manejará el Código civil español, sino la de actos y títulos,
los cuales, de acuerdo con el clásico autor francés, son auténticos o privados: los
actos auténticos o títulos auténticos son aquellos que son emitidos por una persona
variedad del derecho agredido o violado -verdadero criterio ontológico del ente
jurídico- es el único criterio exacto y seguro de la cualidad de los delitos) y por
necesidad lógica, la prevalencia del medio sobre el fin conduce al delito de falsedad
en documento público a la clase donde lo reclama el <medio>, y debe, si queremos
ser exactos y obedientes a la verdad ontológica, llevarse este delito al orden de los
<sociales> y a la familia de los <delitos contra la fe pública> Por el contrario,
“.
en la falsedad privada falta esa preponderancia del medio sobre el fin. En definitiva,
la falsedad en documento público y la falsedad en documento privado son dos entes
jurídicos intrínsecamente diferentes, porque el ente jurídico se determina por el
diverso objeto y por el derecho lesionado (“Programa op. cit., vol. IV, parág.
,
2.366).
“Fe pública y documento público”, en “La fe pública”, Colegios Notariales de
198
135
que autoriza un funcionario de esta clase en los negocios relativos al ejercicio de su
definición es la “autorización”, resulta clara la idea del autor de que la función pública
redacción. Ahora bien. como reseña el propio autor, en el Código civil español, de
En este sentido, hay que recordar que el artículo 1.216 del Código civil que
competente, con las solemnidades requeridas por la ley”2””. Cierto que, como
externo que abarca las tres notas que distinguen el documento público -la intervención
136
de un Notario o funcionario público que preste autenticidad; la competencia de aquél,
ofrece la necesaria amplitud para que en ella estén comprendidos todos los
y Leyes especiales.
137
de las provincias o de los pueblos203 y las copias sacadas y autorizados por
los Secretarios y Archiveros por mandato de la Autoridad competente.
defunción dadas con arreglo a los libros por los Párrocos o por los que tengan
determinado por el ámbito en que se produce y por el sujeto u órgano del cual emana
su formación, sea que éste actúe en función de creador del contenido íntegro del
documento (v.gr. una sentencia judicial), sea que lo haga en función de otorgador de
autenticidad (v.gr. los fedatarios públicos); a lo que tiene que unirse -en lo que atañe
que los presenta como veraces con una presunción <iuris tantum>, que permite
138
8) Caracterizacion.
alguna nota esencial que califique a los documentos públicos. De esta manera,
siguiendo la definición legal del artículo 1.216 del Código civil, dos serían los
solemnidades legales.
Ello no obstante, la definición legal resulta poco profunda para GUASP por
cuanto, si bien desde un punto de vista teórico y práctico puede ser apreciable y
suficiente, sin embargo “no caía en la esencia más íntima del fenómeno que se conoce
con el nombre de documento público”. A este respecto, el autor asevera que las notas
que se recogen en aquélla constituyen distintivos hasta cierto punto superficiales del
205 “Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Civil”, Madrid, 1947, tomo II, vol.
1, 2~ parte, pp. 550 y ss., citado por DIEZ-PICAZO Y PONCE DE LEON, op. cit.,
pp. 209a 211.
139
fenómeno pero que no indican el por qué de la índole pública del documento. Y añade
jurídico público, esto es, que el documento se refiera a una realidad insita en la esfera
pública y no en la privada.
A este propósito, GUASP propone, por ejemplo, el supuesto -que más adelante
necesario exigir la adscripción de su esencia -de aquello que hace del documento lo
sino documentos fehacientes”. Tales documentos fehacientes son los de los números
1 y 2 del artículo 596 de la L.E.C., esto es, “aquellos que, versando sobre situaciones
particulares el medio de otorgar a las relaciones jurídicas en que están interesados una
140
eficacia probatoria superior a la que normalmente tendrían”.
ellos”20~.
Sin duda que los instrumentos públicos fundamentales son las escrituras
públicas y las actas. Las primeras son instrumentos públicos notariales cuyo
Notarial). Las actas, por su parte, son instrumentos públicos cuyo contenido propio
son hechos jurídicos que por su naturaleza no sean materia de contrato (art. 144.3
RN). Tanto en ~asescrituras como en las actas hay que distinguir la matriz de las
firmada por los otorgantes y, en su caso, testigos, y signada y firmada por el Notario,
primera copia, según el mismo precepto, “el traslado de la escritura matriz que tiene
141
derecho a obtener por primera vez cada uno de los otorgantes”. Segundas o
posteriores copias son las que se expiden a las personas que hayan obtenido ya la
- ~10
primera~
Tienen también carácter de instrumento público los testimonios por exhibición,
esto es, aquellos que por no estar el documento oficialmente en poder del Notario, se
sobre que recae, un valor probatorio absoluto, que no admite en contrario más
211 “Fe pública y documento público”, op. cit., pp. 214 y ss.
142
b.2. Método de enumeración: documento oficial, documento
“arbitrario casuismo” como la del artículo 596 de la L.E.C. Y así, divide los
oficiales213, que trasplantada del viejo Código penal francés ha perdurado entre
212 Dentro del ámbito administrativo, GUASP distingue tres supuestos: que el
Estado (<lato sansu>) documente realidades causadas por él mismo; que documente
realidades causadas por otros sujetos, pero autorizadas o asistidas por él; y en tercer
lugar, que documente realidades causadas por otros sin asistencia estatal, limitándose
al aspecto externo del documento o de la actividad documentada.
213 Para JARAMILLO -en postura ciertamente discutible- parece evidente la
diferenciación entre ambas clases de documentos, si bien resulta difícil buscar qué
documentos, sin ser públicos, llegarán a ostentar el carácter de oficiales. En este
sentido el autor, partiendo de la ausencia en el Código de una definición de estos
últimos, se atreve a ofrecer una diciendo “que serán los autorizados por el Gobierno
o sus agentes o por los funcionarios que estén facultados para expedirlos, y que no
tengan el carácter de públicos”. Lo que no obsta para que reconozca acto seguido que
nos encontramos ante un circulo vicioso, por lo que ha de convenirse que documento
público será finalmente aquél en el que ha intervenido un funcionario público, dejando
los demás con la consideración, a efectos penales, de documentos oficiales”
(JARAMILLO GARCíA, A.: “Novísimo Código penal comentado y cotejado con el
de 1870”, Imp. de la Gaceta Regional, Salamanca, 1929, p. 92).
143
los documentos en las dos categorías de públicos y privados2t4
La doctrina más reciente (PUIG PENA, RODRíGUEZ DEVESA,
con los oficiales, los cuales no serían sino una clase de los públicos, es decir, de los
expedidos por los funcionarios públicos en el ejercicio de sus cargos (art. 596.3
LEC)215.
215 Tratándose del aspecto probatorio del documento, sin duda que el documento
público tiene una eficacia probatoria privilegiada. Así, el artículo 1.218 del Código
civil dice que “los documentos públicos hacen prueba, aun contra tercero, del hecho
que motiva su otorgamiento y de la fecha de éste”; respecto de los contratantes y sus
144
En este sentido, la sentencia de 14 de junio de 1951 (Pte. Ruiz Falcó. Ar.
1.733) viene a identificar documento público y documento oficial cuando dice que
596 de la LEC, no estándolo en este sentido “la hoja de papel en que se hizo figurar
L. L., para que éste aprovechase los chopos y leñas, que en ella existían por el precio
3.007) considera documento oficial a los efectos del art. 303 del C.P. los libros
mayo de 1933, una vez que dichos libros se ajustan al modelo oficial y están sellados
partimos que constituyen una clase de los públicos ¿Para qué mencionarlos
causahabientes hacen prueba también “en cuanto a las declaraciones que en ellos
hubieren hecho los primeros”. El valor probatorio que al documento se otorga por el
ordenamiento jurídico es determinante de la norma jurídico-penal de protección. Por
ello, indica BENEYTEZ MERINO que el término “documento público u oficial” sólo
puede considerarse como un elemento normativo del tipo, lo que hace preciso acudir
a las normas sobre la prueba para determinar su concepto. Precisamente, en las
normas sobre la prueba no hay distinción entre documentos públicos y oficiales (“Bien
jurídico protegido...”, op. cit., p. 64).
145
expresamente, además de los públicos, si luego se van a equiparar en todos sus
efectos penales?”2>6. Es por ello que el autor, desde el punto de vista del Derecho
positivo penal, se almea con la posición de JIMENEZ ASENJO cuando afirma que
Enjuiciamiento Civil2>7.
(Pte. Ruiz Vadillo. Rec. n” 2.450/93> advierte sobre la dificultad de encontrar una
subrayando por ello las reservas que ofrece en la actualidad el perfil del
Ello no obsta para que esta misma jurisprudencia haya intentado acuñar una
que afirma “que, a diferencia de los documentos públicos que se definen y enumeran
217 Idem, p. 95. Considera el autor a este respecto un error equiparar los
documentos oficiales a los públicos a través del número 3 del artículo 596 de la Ley
Procesal Civil, pues si partimos de que los primeros constituyen una clase o especie
de los segundos, entiende este autor que no es preciso mencionarlos expresamente,
además de los públicos, si luego se van a equiparar en todos sus efectos penales. Y
explicita, siguiendo a QUINTANO RIPOLLES, que a partir de esta doble noción de
“documento público” y “documento oficial” -de origen parece ser más civil y procesal
que penal- nos encontramos con una tripartición documental penal de publicidad,
privaticidad y cuasipublicidad un tanto caprichosa y ambigua que no parece tener otra
finalidad que la de tratar de paliar los inconvenientes del formalismo riguroso y la
ausencia de móviles y motivos determinantes del acto, pues en tales condiciones la
total equiparación de los documentos al estilo germánico acarreará las más injustas
consecuencias.
146
respectivamente en el art. 1216 del C.C. y en el art. 596 de la L.E.C., no existe, en
por sus agentes, por los empleados públicos que tienen el poder de hacerlo o por
las oficinas de toda clase que, con arreglo a la institución, los expidan o,
finalmente, los que acreditan una situación jurídica, función o garantía mediante
entidad a los que legalmente estén atribuidas tales funciones” (CDO. 1”).
misma cuestión; en concreto, cita las sentencias de 16 abril 1890 y 30 marzo 1894
que definían tales documentos como aquellos que, para satisfacer necesidades o
los efectos debatidos que se trate de un acto de poder estatal y que el documento
que “el concepto lo facilitan los arts. 1216 del Código Civil y 596 de la Ley de
147
Enjuiciamiento Criminal. Realmente son al menos oficiales aquellos que provienen de
funcionario sea apto e idóneo para la perpetración del delito [5. 16-5-1990]”. Para
agregar más adelante que “en el inicio, el documento público u oficial viene de la
(FD. 2<’>. Reconoce empero que “difícil es llegar a una exacta definición del
colegirse la naturaleza oficial de las matrices que, como garantía del servicio
prestado, legitiman, con los demás detalles anexos identificativos, una función y
8.496), que reitera el concepto acuñado por la de 18 de enero de 19W, señala que
218 La sentencia de 5 de octubre de 1957 (Pte. García Gómez. Ar. 2.637) señala
que el Montepío Nacional de la Construcción y Obras Públicas, si bien tiene
determinada autonomía en cuanto a su funcionamiento para la recaudación de cuotas
a sus asociados y concesión de premios, pensiones y auxilios, es un Organismo
paraestatal, dependiente de la Dirección General de Previsión y que está bajo la tutela
del Ministerio de Trabajo, y por tanto hay que considerar oficiales los expedientes
y recibos de cantidades que se extienden por los beneficiarios en el papel
timbrado del mencionado Montepío para percibir las cantidades que les
correspondan por pensiones o por cualquier otro concepto.
148
Criterio jurisprudencial este del que ya se hacia eco QUINTANO RIPOLLES
cuando se refiere a los documentos oficiales como una categoría conceptual para la
por tales “los que acrediten una situación jurídica, función o garantía mediante la
órganos de las Administraciones Públicas (art. 46.4 LRJAPyPC). categoría esta última
Por todo ello, habría que coincidir con MARTíNEZ-PEREDA cuando estima
220 Y así, la Sección Primera del Capítulo II del Título XV reza “De la
falsificación de documentos públicos, oficiales y mercantiles y de los despachos
transmitidos por Servicios de telecomunicación”.
149
Pese a ello, el Anteproyecto de Código penal de 1994 conserva la distinción
tradicional cuando rotula la Sección Primera del Capítulo II del Titulo XV “De la
“a los mismos efectos (alude al Capítulo VIII del Título 1, sobre “Delitos e
correspondencia con lo que acabamos de exponer, sería más preciso hablar en este
Administración electoral.
En este punto, habría que referirse por último a la usual equiparación entre
tienen ambas expresiones. Así, como acabamos de exponer, la calidad de público del
cambio, al hecho de que su autor verdadero sea el que aparece como tal en el
22
221 Vid. ROMERO SOTO, “La falsedad , op. cit., p. 42. Para JARAMILLO
(“Novísimo Código penal , op. cit., p. 92) “es documento verdadero el legítimo,
el auténtico
150
b.3. Método de eliminación.
públicos todos aquellos documentos que no son privados, o que gozan de una eficacia
probatoria superior a los meros documentos privados. Método que para GUASP es
es, por naturaleza, de Derecho público, o tiene importancia para ese Derecho (v.gr.
particulares, que tienen simple valor de documento privado. Pueden ser de dos clases:
sujeto privado y los recibidos por los Notarios y otros funcionarios semejantes.
222 “Trattato di diritto penale italiano”, t. VI, p. 633, citado por ROMERO SOTO,
op. cit., p. 42.
151
concepto de documento público a los documentos a que se refiere la Sección 1a del
Capitulo IV del Título III del Código Penal, esto es, aquellos provenientes de las
C) Criterio jurisprudencial.
Código civil citado - el cual hay que relacionar con la enumeración de tales que
funcionario público actuando como tal, es decir, dentro del marco de sus competencias
y de acuerdo con las normas que rigen su función. En este sentido, el apartado 3” del
citado artículo 596 L.E.C. considera documentos públicos “los documentos públicos
expedidos por los funcionarios públicos que estén autorizados para ello”.
(Pte. Vivas Marzal. Ar. 2.025), “documento público es todo aquel que se subsume
en la definición del artículo 1.216 del Código civil o que se halla comprendido en
Agregando el articulo 1.217 que “los documentos en que intervenga Notario púbíico
diciembre de 1963 (Pte. González Díaz. Ar. 4.986> expresa que “la falsificación de
documentos públicos expone necesariamente que la actividad del falsario actúe sobre
152
un documento de esa naturaleza y como en el Código penal no se da un concepto
punición, de acuerdo con el artículo 1.216 del CC, además de los autorizados por
presupuestos que establece el articulo 119 del Código penal citado. Veamos.
actuando como mero particular, no desvirtua la índole del negocio realizado y, por
atribuir a ese documento privado el carácter de público u oficial que no le. corresponde
para que el documento oficial pueda ser considerado como tal se requiere que sea
153
autorizado o expedido por autoridades o funcionarios que, con arreglo a las leyes, se
libro en el que sentaba los derechos que le correspondía percibir a cada uno de los
contribuyentes del pueblo y en el que puso al dorso de la primera hoja una diligencia
que decíase “abría y autorizaba por el Alcalde, Síndico y Secretario, que la firman”,
sellándose todas las hojas con el de la Alcaldía. La solución dada por el Tribunal
Supremo es que todo esto que se hizo cuando el libro en cuestión estaba en blanco
no le otorga el carácter de documento público u oficial ni, por ende, “da valor
“conforme a lo dispuesto en el núm. 4 del art. 314 en relación con el 315, ambos del
si bien los expedientes de apremio instruidos por los comisionados para el cobro
de las contribuciones son de carácter oficial, las diligencias terminan una vez
154
hechas por escrito y ante testigos”.
adquiere su valor jurídico por la interposición del ministerio que realiza el funcionario
público, y en este sentido “son documentos oficiales los expedientes que los
funcionarios públicos promueven o dirigen por razón de las funciones que les
funcionario público es apto o idóneo para cometer una falsedad en documento oficial,
sino que es necesario que intervenga en condición de tal, es decir, “para considerar
firma del funcionario que lo autorice”. Por ello, se añade, “no puede estimarse
oficial del documento no es tanto una cuestión de mera calificación como tal cuanto
155
carácter de documento oficial, a efectos penales, a la matriz de ingresos y al libro
de Pola de Siero, no puede tener el alcance necesario a los efectos jurídicos antes
mencionados, limitándose ellos -dentro de los términos poco expresivos del segundo
(CDO. 5”).
Hijas Palacios. Ar. 1.139) éste es “un documento oficial en cuanto que está
156
La sentencia de 7 de Julio de 1930 (Ar. 368) se remite a los ya aludidos
artículos 1.216 del Código civil y 596 de la Ley de Enjuiciamiento Civil para definir
cometidos, no se puede asignar más que en aquellos casos en que, de modo claro
impuestas a los que cometieron tal delito en los mismos, sin que pueda señalarse,
por lo tanto, con tal denominación a ningún documento distinto de aquellos a quienes
taxativamente les corresponda con arreglo a lo preceptuado en los artículos 1.216 del
Sáez Jiménez. Ar. 3.869), referente a un documento que se afirma falsificado cuando
que nada garantiza que fuera expedido por un funcionario público por razón de su
157
cargo, pues carece de firma y del sello autentificador”, por lo que, concluye el
verdaderamente como oficial es necesario que reúna los requisitos del articulo
Ruiz. Ar. 2.373) -teniendo en cuenta los avances de las modernas tecnologías en la
oficial ex artículos 1,216 del Código civil y 596 de la Ley de Enjuiciamiento Civil,
manifestación o contenido concreto. Hay nuevas técnicas que han multiplicado las
ofertas, las necesidades, las peticiones. Por eso nuevos son también los soportes
(CDO. 2”).
entendiendo por el primero “todo aquel que se subsume en la definición del art.
225 La cita que en la misma se hace al artículo 1.261 del mismo cuerpo legal no
deja de constituir un error tipográfico.
158
1.216 dei CC o que se halla comprendido en la enumeración del art. 596 de la
LEC”, en tanto que por oficial “hay que entender todos aquellos (documentos) que
1.542) al afirmar que “como documentos oficiales no han de estimarse más que
que el simple membrete y sello del Colegio de Médicos que llevaban impreso las
pueden ser bastante para que se les reconozca tal carácter ni ninguno otro más
10)226
226 Los hechos declarados probados en este caso son, sucintamente, los siguientes:
el procesado G.R. al ser detenido llevaba en su poder 11 recetas para el despacho de
penicilina que tienen membrete y sello impreso del Colegio Oficial de Médicos, y
están autorizadas con la firma de diversos facultativos, las que le había entregado al
procesado un dependiente de farmacia para que con ellas adquiriese dicho antibiótico
que precisaba para un hermano suyo, para cuya finalidad hizo el procesado de su puño
y letra en las mismas recetas, con las que ya había sido expedido el mismo producto
en dicho establecimiento, diversas modificaciones, como fueron enmendar el mes en
una de ellas, cambiar la fecha en otras siete y enmendar la cantidad de antibiótico en
159
En este mismo sentido se pronuncia la sentencia de 11 de enero de 1954 (Pte.
García Murga. Ar. 10)227. Los hechos declarados probados en el presente caso eran,
sucintamente, los siguientes: En fecha 31 dejulio de 1945 don D. del C., propietario
a hacer un contrato de los diversos locales del mismo a favor del procesado E. F. A.
poner fecha atrasada para eludir responsabilidades que pudieran afectarías por las
sentencia que “el delito de falsedad en documento oficial que se aprecia en el fallo de
instancia, lo deriva éste del extremo de los hechos probados en que se sienta que el
procesado y otra persona ya fallecida convinieron el alquiler de una parte del solar de
estamparon la fecha de 1” de diciembre de 1945, con notoria falsedad, toda vez que
las demás.
227La sentencia de 25 de abril de 1994 mantiene este mismo criterio cuando
entiende por documento oficial “el proveniente de entidades públicas en el desempeño
de sus funciones o fines o de los servicios públicos (sentencias de 20 de marzo de
1992 y 10 de noviembre de 1993) y que tenga ya tal naturaleza de oficial cuando
sobre él se realice la maniobra mendaz que convierte su contenido en inveraz
(sentencia de 9 de octubre de 1992)”.
160
el impreso salió de la administración de Tabacalera, S.A. para su venta por la
un efecto timbrado, sino que a tal conceptuación no alcanza más que aquellos que
registrados en sus libros y que por tales acaecimientos tomaron estado oficial bien
por acreditar alguna situación jurídica amparada por el Poder Público, bien por
que en la formación del mismo “interviniera funcionario público alguno; tan sólo
228 La sentencia se refiere pues a los documentos oficiales considerados como tales
no sólo por razón de su origen, sino también de su destino, aspecto este al que nos
referiremos más adelante.
161
se dice que fueron padre e hijo, lo que implica que lo realmente falsificado fue
timbrado de los expedidos por el Estado para esos fines”, pues de acuerdo con la
Marzal. Ar. 2.742) que al mantener una interpretación restrictiva del concepto de
documento público niega este carácter a todos aquellos expedidos por los
atribuya dicha condición. De lo que se infiere que si, con carácter general, la Ley de
162
eclesiástica que hayan de obrar en el campo del estado civil de las personas
podrán reputarse documentos públicos, sin que sea posible asignar y atribuir tal
religiosos afecten a los esposos y a su futura prole, toda vez que dicho Libro,
Corral. Ar. 881) declara que “para que goce de la calificación de auténtico un
Ar. 4.139) se había referido a este mismo tema al declarar que “si bien los
163
condición de auténticos a fines de casación por cuanto no se los aporta a este
sabido es que en vía penal las pruebas de testimonio, a lo que se reducen por
Bolsa de los folios 242, 244 y 246 y la diligencia judicial del folio 229” (CDO. 3”).
4.781) señala “que el documento que invoca la parte recurrente para probar que se
164
se expresa en parecidos términos, sistematizando la anterior doctrina al señalar “que
D) Requisitos esenciales.
este respecto, hay que reseñar con PAREJO ALFONSO23” que en el ámbito del
tráfico jurídico común y, por tanto, de las actividades privadas prima la libertad de
voluntad en el marco de lo licito. Buen ejemplo de ello, en relación con los actos
contractuales, es el artículo 1.278 en relación con el artículo 1.261, ambos del Código
230 “Fe pública y Administración Pública”, op. cit., pp.. 170 y ss.
165
la norma positiva -por la relevancia que la misma otorga al negocio-, ya por
la autonomía del sujeto. Por otra parte, teniendo en cuenta que el núcleo esencial de
a la exigencia de seguridad.
refiere, esto es, los actos administrativos en general, los artículos 53 (producción y
LRJAPyPC, señalan que todos los documentos válidamente emitidos por los órganos
articulo 38 de la misma Ley, también cabe formular idéntica afirmación habida cuenta
que dichos registros configuran, en último término, un documento, por más que
166
formalizado en soporte informático. Finalmente, la actividad administrativa
administrativos.
diferente. E! párrafo 3” del artículo 119 del C.P.232 dispone que se considerará
funcionario público todo el que por disposición inmediata de la ley o por elección, o
públicas”. El análisis de este precepto lleva al autor a las siguientes conclusiones, por
231COBO DEL ROSAL, MANUEL: “Examen crítico del párrafo 3” del artículo
119 del Código penal español (Sobre el concepto de =funcionario público> a efectos
penales”, Revista General de Legislación y Jurisprudencia, tomo XLIV, 1962, Pp. 213
y ss.
Sobre los antecedentes inmediatos del precepto en los Códigos penales de 1822,
232
1848, 1870, 1928 y 1932, vid. COBO DEL ROSAL, Idem, Pp. 218-223.
167
cualquier concepto de funcionario en la medida en que se participa en la ejecución de
penal, la cual tiene un alcance más extenso que la administrativa233. En este sentido,
el autor aboga por la necesidad de entender de una manera restrictiva el funcionario
168
esencia de la definición, puesto que en la medida en que se participa de su ejecución
legislador penal no le interesan tanto los delitos que cometen los funcionarios públicos
en el sentido que fuere, como aquellos que se realizan con ocasión del ejercicio de la
función pública: de aquí la nota de especialidad y por lo que se considera que deben
ser objeto de distinto tratamiento. Y de aquí también que partiendo de ese concepto
supuestos concretos que pueden presentarse y, a su vez, extraerse de ellos por cuanto
ejercer el cargo, esto es, se puede participar en la función pública sin ejercer y sin
tener cargo.
(caracterizado por las notas de nombramiento legal, carácter permanente y sueldo con
cargo a los presupuestos públicos), si bien a veces maneja un concepto amplio que,
incluso en ocasiones, deriva en desorbitado. Así, la jurisprudencia criminal ha
declarado que son funcionarios públicos: el obispo (s. 19 mayo 1890); el rector del
seminario (s. 9 marzo 1908); el jefe interino de almacenes del Servicio Nacional del
Trigo (s. 28 enero 1955); el agente ejecutivo de contribuciones (s. 18 diciembre de
1953); el depositario del Ayuntamiento, aunque no pertenezca al Cuerpo de
depositarios (s. 24 noviembre 1954); empleados de la Comisaría General de
Abastecimientos y Transportes, aunque sean temporeros (Ss. 8 febrero 1949 y 23
septiembre 1955); el guarda particular jurado es un agente de la autoridad (s. 26
octubre 1952). En cambio, la misma jurisprudencia ha negado el carácter de
funcionario al personal de RENFE (s. 22 mayo 1946); al encargado por un jefe de
sección de abastecimientos de colaborar en la confección de cartillas, tarjetas, etc.
porque le faltaba el nombramiento de la autoridad competente (s. 28junio 1942).
169
2a Cabría tender a la confección de una figura unitaria que superase la
artículo 119 del C.P. que “a los efectos penales, se reputará autoridad al que por sí
Fiscal”. A este respecto, observa COBO DEL ROSAL que difícilmente pueden
encontrarse notas diferenciadoras que separen tajantemente un concepto del otro; antes
-añade el autor- en atención a que el legislador haya querido en este caso resaltar una
efectos penales. Esto es, existe entre ambos un núcleo común desde el momento en
comprender:
de 14 de octubre de 1947).
170
producir efecto en el estado de las personas o en el orden civil235.
Coincidiendo sustancialmente con las precedentes conclusiones, en cualquier
hace necesario que en orden a la determinación de cuales sean las personas físicas que
235 El artículo 302 <in fine> del Código penal considera a algunos documentos
eclesiásticos, que no enumera, documentos públicos. A este respecto, CORDOBA
ROBA (“Comentarios... op. cit., III, p. 810) considera que por “orden civil” ha de
“,
171
generar documentación oficial no puede derivarse exclusivamente de lo dispuesto en
el artículo 119 del Código Penal, sino que habrá que tener también en cuenta a estos
públicos236.
La postura jurisprudencial sobre esta materia se recoge en la sentencia de 5
de febrero de 1991 (Pte. Soto Nieto. Ar. 758) declara que: “conforme al art” 119 del
C.P. se considera como funcionario público todo el que por disposición de la ley o
índole privada, proyección hacia el bien común; por medio del funcionario adquiere
172
organismos autónomos, ya desempeñe su función de modo permanente o
107)) expresa este mismo concepto amplio de funcionario público a efectos penales
cuando declara que “el art” 119 del Código, que es el verdaderamente aplicable para
determinar la cualidad de funcionario a estos efectos penales, nos dice, entre otras
cosas, que se habrán de entender por tales “todo el que por elección o nombramiento
de autoridad competente participe del ejercicio de funciones públicas. Sea cual fuese
de que la ahora recurrente fue nombrada por la autoridad adecuada para el ejercicio
de una función pública que, además, de hecho y de manera directa estaba ejerciendo
en las fechas en que se cometieron las acciones enjuiciadas. Para entender lo contrario
del contrato a través del que se la nombró para ejercer esa función pública, pues
vía o vehículo empleado para el nombramiento, siempre que éste sea legal con
173
supuestos, el abuso de confianza que constituye una de las bases esenciales de este
confianza que la persona designada merece respecto a la autoridad que contrató e hizo
237 Como señalaba VALDES RUBIO, “las personas en quienes el Estado deposita
la fe pública, tan trascendental para la vida social, pues que ellas consignan los hechos
en que se fundan los derechos, ora en lo judicial, ó bien en lo extrajudicial, pueden
cometer diversos delitos: dando fe de cosas diferentes de aquellas que se otorgaron
ó verificaron, falsificando los autos, los instrumentos ó documentos originales, dando
copia inexacta de los mismos, ó, en suma, mudando ó cambiando los testimonios
fehacientes, de los cuales nace la confianza, que es garantía de bienestar, y que
depende en gran parte de las virtudes acrisoladas de aquellos funcionarios cuyo lema
es <Nihil prius fide> (“Derecho Penal”, op. cit., 1, pp. 291-292).
174
Pone de relieve a este respecto BENEYTEZ MERINO238 que la falsificación
del funcionario público como tipo específico en el campo de las falsedades
que junto a la falsedad haya una infracción del deber de veracidad que resulta de la
el ejercicio de sus funciones cuando realiza los actos que entran en la específica
que a estos efectos se produce entre función pública y servicio público en el sentido
De aquí se deduce que las funciones públicas sólo pueden ser desarrolladas por el
Estado u otros sujetos públicos, en tanto que los servicios públicos pueden serlo por
238 “El bien jurídico protegido op. cit., p. 62. Añade el autor que “un
,
175
En definitiva, el funcionario, para incurrir en el delito de falsegad en
realizar el acto en cuestión en el marco de las competencias que tiene atribuidas como
propias. Por ello, cuando el funcionario público actúa fuera del ejercicio de sus
de sus funciones. Por consiguiente, no será aplicable el artículo 302 del Código penal
autorizar.
176
su jurisdicción.
documento público.
del propio oficio por negligencia si con ello hemos de entender el mal uso de una
177
244
persona o cosa
La citada sentencia de 5 de febrero de 1991 (Pte. Soto Nieto. Ar. 758) señala
en este sentido que “conforme al art” 302 del C.P. el delito de falsedad a que se
las funciones asignadas por el ordenamiento jurídico, bien de forma directa o por
alegación defensiva acerca de la indebida aplicación del apartado 9” del art” 302 del
244 ANTON ONECA, a propósito del abuso de funciones, resalta, con la doctrina
alemana, que el funcionario no puede cometer falsedad abusando de su oficio, sino
sobre documento legítimo, estos es, el expedido por él mismo en el uso de las
atribuciones que la Ley le confiere. De otro modo, al no adverar con su propio
nombre el documento confeccionado por su mano, en la comisión del delito su
condición de funcionario público se oscurece y pasa a la vista de la Ley como simple
particular, pues la cualidad de funcionario no acompaña a cualquier acto de su vida,
sino a aquellos que son resultante del ejercicio de sus funciones (“Derecho penal.
Parte especial”, op. cit., II. p. 138).
178
C.P., en que Francisco R. carecía de la condición de funcionario público yen que no
funcionario público (lo que aquí no se pone en duda: se trataba de una Secretaria de
Ayuntamiento), es preciso, para que el delito del art” 302 se realice, que actúe, al
llevar a cabo la falsedad, con abuso de su cargo u oficio, es decir, que la mutación
tanto, dentro de las tareas atribuidas al mismo. Cualquier otro entendimiento del
hacedero teniendo en cuenta los principios por los que el Derecho Penal se rige, entre
un factor de reducción del tipo penal en el sentido de que sólo aquellas falsedades
que se llevan a cabo con abuso del oficio o cargo y, por tanto, directamente
179
del Código Penal (FD. 4”).
Durante todo el siglo XIX dominó el criterio de que el Derecho Administrativo era
distinguiendo los actos de autoridad de los actos de gestión para someter los primeros
si los intereses que precisamente con esa intervención pública se tratan de tutelar
ostentan una notable significación social. Es el caso de las recetas médicas en materia
180
registro especial245. Tales recetas -oficiales- fueron creadas por Decreto-Ley de
Bases de 30 de abril de 1928 y comenzó a tener vigencia al publicarse el Decreto de
8 de julio de 1930.
cuando menos, simular éstos para hacerlas aparecer como auténticas y completas. La
hipótesis de autos declara como probado que la procesada, con objeto de satisfacer el
181
todos ellos sometidos a las normas internacionales de restricción de estupefacientes.
documento oficial y las falsedades que en ellas pudieran cometerse por alguno de
los medios que especifica el artículo 302 del Código penal, encajarían en la figura
del delito que sanciona el 303 del mismo cuerpo legal, como ya tiene declarado
la jurisprudencia de esta Sala; pero esto sucederá cuando tales falsedades se lleven
a cabo en una de las citadas recetas provista de sus requisitos formales o, por lo
simulación de la letra y finna del médico que se cita se verificó en unas simples
constituya delito es indispensable que se haya ejecutado con perjuicio de tercero o con
ánimo de ocasionárselo, según prescribe el 306 del repetido Código penal” (CDO.
3”). También considera documentos oficiales las recetas médicas de la Seguridad
doctrina sentada sobre esta materia al afirmar -una vez hecha referencia a la
182
Orden de 11 abril 1977 sobre dispensación de especialidades farmacéuticas que dice
ordenada por la Dirección General de la Seguridad Nacional- “que esta Sala viene
noviembre 1978 y 7 mayo 1980, entre otras-, de aquellas otras expedidas por
Médicos particulares. Aún dentro de estas pueden distinguirse las recetas médicas
entre las cuales están las anfetaminas que, para el cumplimiento del Convenio de
Viena, se regularon por R.D. de 6 octubre 1977 (lista 11 núm. 1) las cuales según la
Ley de Bases de 30abril 1928, habría de dispensarse con “receta oficial”, sometidas
Provincia en que resida la farmacia, según la Reglamentación que se inicia ene] R.D.
de 8julio 1930 que desarrolla la Ley de Bases de 1.928 antes citadas, actualizada y
abril 1967, reestructuraciones de los servicios en 1978, 1979 y 1980, que para nada
alteran la necesidad de la receta oficial y los sellos antes indicados” (CDO. 3”).
Por otra parte, sin apartarnos del tema que estamos considerando, la sentencia
183
de 18 de abril de 1989 (Pte. García Ancos. Ar. 3.412) donde el Tribunal Supremo
oficial para negar esta virtualidad a las Fundaciones, aun cuando éstas tengan la
naturaleza de las Fundaciones para señalar que si bien “tienen lógicamente y por su
manera principal en el ámbito del Código civil, y así tenemos: se incluyen dentro del
Capítulo II, del Título 11, del Libro 1” del mencionado texto legal, bajo la rúbrica
<De las Personas Jurídicas>, junto con las corporaciones y las asociaciones, su
capacidad se mide por las reglas de su institución, que habrán de ser aprobadas por
disposiciones administrativas, pero sólo cuando este requisito fuera necesario (articulo
37); pueden adquirir y poseer bienes de todas clases, así como contraer obligaciones
por una norma de carácter privado; y, finalmente, las reglas a que han de someterse
184
concluye el Fundamento de Derecho tercero de la sentencia resaltando el carácter
documento oficial lo tiene en sí misma la receta, sin que sea preciso el carácter de
Ruiz-Zorrilla. Ar. 1.700), en la que se declara probado que el procesado, médico que
que padecía, a un tratamiento de “Eucodal”, con este fin le facilitaba las oportunas
comprobado que, desde que comenzó el tratamiento hasta los últimos meses de 1955,
con el fin de facilitarle dosis superiores a las normales, sin obtener el “carnet de
imaginarios y otras correspondientes a personas reales, pero para las que no iba
185
destinado el medicamento, alteración que realizó en las 26 recetas obrantes en autos,
sin que conste que el procesado se propusiera, con tales alteraciones, lucrarse, ni el
de infringir una disposición legal” -pues existía una conducta reiterada en incumplir
intencional, es importante lo que dice la sentencia a los efectos que aquí interesan en
cuanto que en ella se pone de relieve el carácter oficial de las recetas en cuestión.
Para ello argumenta el Tribunal “ad quem” que “los Colegios Médicos son
incluso de cualquier médico, sin cumplir una serie de requisitos, ante, como se
responde al mismo criterio doctrinal. Así, tras significar, con abundante cita
jurisprudencial, que “aun cuando e indudablemente una receta médica extendida por
186
escrito constituye un documento privado si su confección no puede atribuirse a un
tanto no resulta punible si con ella no se hubiera producido ningún perjuicio a tercero
o intentado causárselo”, agrega que “en el caso que nos ocupa como quiera que tales
A) Concepto.
187
cuáles sean los documentos mercantiles, y en este sentido no resultaba aventurado para
el autor decir que por documentos de comercio han de entenderse aquellos en que
de comercio como aquellos que hacen constar los derechos definidos en las leyes
mercantiles, sin que quepa cualificar de tales cualesquiera otros, aunque pasen
naturaleza análoga”.
188
otros de naturaleza análoga (art. 2). En este sentido, este cuerpo legal considera actos
suscritos por Compañías de crédito (art. 175), por Bancos de emisión y descuento
(art. 177), por las Compañías de ferrocarriles (art. 184), por Compañías de almacenes
generales de depósito (art. 193), por Compañías o Bancos de crédito territorial (art.
o de comercio.
cuando afirma que “son documentos mercantiles los que conforme a la legislación
especial de la materia y acomodados a sus reglas, tienen por objeto hacer constar
equipararle -en la esfera penal-, por razón del interés general, a los documentos
comerciantes” (CDO. 1”). Consecuente con esta última precisión, la sentencia añade
algo que merece ser destacado, a saber: que las anotaciones particulares de índole
189
una falsedad en documento de esta clase porque carecen de naturaleza jurídica por
que reputar como tales, no solo los regulados en el Código de Comercio, sino
en las mismas o, que sirvan para hacer constar derechos u obligaciones de tal
no podría subsistir, por lo que con base en esta doctrina se reconocen como
documentos de esta clase y naturaleza las libretas de las Cajas de Ahorro y Monte
las mismas por contribuir de forma esencial al tráfico mercantil entre las repetidas
los documentos que determinan las formalización y apertura de estas últimas cuentas,
es decir, los que fueron objeto de confección y mutación de verdad esencial por el
190
recurrente” (CDO. 1”)
Lara. Ar. 6.470) dice que es documento mercantil a efectos penales todos los
para demostrarlos”251.
En cambio, no merecen la consideración de documentos mercantiles los “libros
de Actas de una sociedad” (sentencia de 8 de junio de 1973. Pte. Casas y Ruiz del
5.386)252, declara que “a estos efectos los documentos que acreditan, manifiestan
sea ésta, lo que ha de hacerse extensivo a todas las incidencias que sean
191
Y la sentencia de 19 de marzo de 1994 (Pte. Hernández Hernández. Ar.
2.371) señala que “si ciertamente la doctrina de esta Sala, pacífica y reiteradamente,
en los que se exprese o formalice una operación de comercio o que sirvan para
«las facturas, recibos y albaranes»254 [cfr. Sentencias, entre otras, de 6julio 1985,
2 enero 1986, 8 noviembre 1990 y 6 noviembre 1992 y el procesado empleó y utilizó
las «facturas» e «impresos de cobro» de servicios menores, que trucó para evitar el
control de la empresa que dirigía como Gerente, haciendo creer a los terceros,
obligados al pago de los servicios derivados de actos mercantiles, que contrataban con
«Transbus, SA» y a quien efectuaban los pagos, cuando era él quien, en su exclusivo
pueden por menos que ser reputados mercantiles y, como se dijo en anteriores
marzo 1976 (Pte. Sáez Jiménez. Ar. 1.055) donde se señala que “sin que tampoco
192
mercantiles, lo que implica que al no poderles dar en esta ocasión el carácter de
hay dato alguno que permita afirmar que el documento aludido se refiriese a una
910) declara que “los documentos presentados por el procesado al querellante son
privados y comprendidos en el art. 306 del C.P., pues no tienen relación con los
que regula el C. Com. que por sus características sean usuales exclusivamente en
ajuste de cuentas en un contrato de carácter civil”, para añadir más adelante que
hay por tanto, una mendacidad esencial para convertir la acción civil en penal.
Moner Muñoz. Ar. 768) no reputa como documento mercantil, sino privado, un
reúne la condición de comerciante. Dice lo siguiente: “Al amparo del número 1.0 del
193
artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se formaliza el séptimo motivo de
Código Penal, en relación con los artículos 117, 123 y 124 del Código de Comercio.
documento mercantil existirá siempre que sea expresión de una operación mercantil
o de comercio, en el sentido admitido por los usos mercantiles y por la Ley, es decir,
en la línea del propio Código cuando de manera amplia define los actos de comercio.
194
mayo de 1966. Pte. Calvillo Martínez. Ar. 2.523. CDO. 2”).
extensión como la legal vigente resulta desorbitada y alejada del más elemental
Herrera. Ar. 2.093), cuando declara “que a efectos penales sólo pueden calificarse
tienen por objeto hacer constar derechos y obligaciones definidos de tal clase, y
195
al criterio restrictivo de la doctrina para conceptuar el documento mercantil a efectos
penales. Dice lo siguiente: “El motivo segundo del recurso, por igual vía casacional,
alega la indebida aplicación del artículo 303 del Código Penal, al no aparecer clara
a que se refiere el relato probatorio son las «facturas», en las que bien se simuló la
que deba entenderse tanto por documento oficial como mercantil, al ser equiparada
a saber: la asimilación que realiza el artículo 303 del C.P. del documento mercantil
ésta con la que estamos de acuerdo porque, como señala CASAS BARQUERO, entre
respecto, se señala que el documento mercantil goza de una protección <per se>,
196
en virtud de su potencial eficencia en el tráfico jurídico. Cabalmente la protección
Martín Canivelí. Ar. 1.420) cuando afirma que “de la falsedad en documento
mercantil hace grupo aparte el Código Penal (artículo 303) de tal modo, que si en
sanciona de forma más grave que la del resto de ellos porque, faltar a la verdad
en ese caso, supone un más grave atentado a la seguridad del tráfico jurídico
(Sentencia de 10 junio 1993), de tal modo que son tratados cuando la falsedad es
cometida por un particular, con igual sanción que la cometida en documento público
de esta clase de título valor ha sido destacada por la jurisprudencia. Así, la sentencia
de 28 de septiembre de 1992 (Pte. Ruiz Vadillo. Ar. 7.466) afirma rotunda que “la
197
punto de vista de los elementos personales que lo forman, como de los requisitos
objetivos. Por ello las falsedades en cualquiera de tales requisitos tienen su correctivo
documento dimanante, por regla general, del contrato de compraventa, ya sirva para
mercantil que da el artículo 325 del Código de Comercio que entiende ser tal las cosas
muebles para revenderlas, con ánimo de lucrarse en la reventa, excluyendo así de tal
concepto (art. 326) las compras de efectos destinadas al consumo del comprador y
otras enumeradas en el precepto que no tienen alcance tan general, habrá que convenir
que sólo se tiñe de mercantilidad la factura que sirve de sustrato o apoyo a una
tiene carácter.
los que sean expresión de una operación acto de comercio, sino también los que sirvan
198
lo dispuesto en el articulo 2.2 del Código de Comercio -SS. 20 de mayo de 1982, 8
concepto incluye expresamente los recibos, facturas y albaranes expedidos por los
legislación del ramo y en que los de esta clase deben tener una eficacia jurídica
las Leyes de ese orden, se hacen constar derechos definitivos en ellas; sin que quepa
comerciantes. Sin duda que la factura ha sido introducida por los comerciantes en el
tráfico mercantil, pero de acuerdo con la nueva orientación y con lo antes expuesto,
sólo será mercantil en cuanto sea reflejo de una compraventa de tal índole” (FD. 2”).
adquirió productos o efectos con tales facturas no lo hizo con ánimo de revenderlos.
199
reventa por la propia naturaleza de tales prestaciones. En consecuencia, hay que
estimar que las facturas de que se trata en esta causa son documentos privados
dimanante de la jurisprudencia hacia lo que se entienden son los límites más precisos
que resultan del artículo 303 del C.P., RODRIGUEZ RAMOS257 reclama una
modificación de los criterios jurisprudenciales correspondientes a una modificación
legal a fin de vencer esta “inflación penal infundada”. Considera el autor que sólo
tiene sentido castigar una falsedad en documento comercial cuando los peligros que
200
destinatario indeterminado, para responder de inmediato que, evidentemente, en esta
recibos, ni los meros albaranes, ni las facturas, ni los libros de contabilidad, ni otros
indebida”259.
La sentencia de 30 de junio de 1965 (Pie. García Obeso. Ar. 3.428) declara
vedadas por el articulo 43 del Código de Comercio y que son trascendentales para la
principio de prueba por escrito regulado en el artículo 1.228 del Código Civil” (CDO.
Gil Sáez. Ar. 5.044), al señalar que los simples libros provisionales o los llamados
que no es otro según la unánime jurisprudencia que la seguridad del tráfico jurídico
mercantil” (Idem, p. 110).
259 Vid, sobre esta clase de documentos las consideraciones jurisprudenciales
recogidas por LUZON CUESTA, “Las falsedades en documentos mercantiles...”, op.
cit., pp. 149 y ss.
201
absolvió al procesado Luis Félix G. Ch. de los delitos de falsedad en documento
Fundamento de Derecho Tercero se dice lo siguiente: “El tercer motivo, como error
de derecho, denuncia la indebida inaplicación de los arts. 303, 302 y 69 bis del
Código Penal, para combatir los razonamientos de la instancia que rechazó el delito
sino documentos privados con lo que la atipicidad penal devenía como consecuencia
de acuerdo con el art. 306 del Código (daño patrimonial ajeno o ánimo de causárselo).
de la ciudad que se cita, y del que a su vez era Presidente, determinados efectos que
aumentó el precio con el beneficio comercial que estimó oportuno. Mas como al
documentos correspondientes en los que utilizó los anagramas de las casas comerciales
que a él le habían vendido los efectos inicialmente, haciendo ver que eran éstas las
que suministraban tales efectos al Casino pero poniendo desde luego los precios reales
a los que finalmente habían sido vendidos por el acusado a la Sociedad dicha”.
admitido por los usos mercantiles y por la Ley, es decir, en la línea del propio Código
202
cuando de manera amplia define los actos de comercio. En conclusión el documento
expuesto deviene la desestimación del motivo sea cual fuere la definición de los
propio consumo (anís. 325 y 326 del Código de Comercio). Como quiera que se
dentro del art. 306 del Código Penal, obviamente no habría delito de falsedad si no
fue acompañada tal alteración del correspondiente daño patrimonial, tal aquí acontece.
Mas si se estima que los documentos elaborados por el acusado fueron mercantiles
303 y 302 del Código ante la ausencia del dolo falsario como conocimiento y voluntad
203
y esencialmente, la alteración carecía de importancia. Era inocua porque es cierto
quienes hacía constar en los papeles, aunque ocultamente fuera a través o por la
veracidad aparente» (5. 5-3-1992) o no tuvo importancia efectiva alguna” (ED. 4”)
Villarejo. Ar. 472) al declarar que “se denuncia de nuevo la aplicación indebida del
artículo 303 del Código Penal, esta vez con la alegación de que el documento firmado
de hacer los asegurados ante las Compañías con las que tienen póliza de seguro
concertada, no es la primera vez que se plantea ante esta Sala que lo ha resuelto en
Comercio y en las Leyes mercantiles, sino también todos aquellos que recojan una
204
criterio, teniendo en cuenta el carácter mercantil del contrato de seguro y, en
incardinar en el artículo 303 del Código Penal la conducta de quien así se produce
será indiscutible. También este motivo, pues, ha de ser rechazado, lo que arrastra ya
corriente.
títulos valores deben ser considerados el objeto material típico del articulo 303 del
C.P. cuando se refiere a las letras de cambio u otra clase de documento mercantil,
que, en definitiva, son los que, por suponer su falsificación un efecto potencialmente
205
merecerán la pena del artículo 303, por lo que el resto de documentos mercantiles
destacar la ausencia en nuestro Código de comercio de una teoría general de los títulos
(art. 1.170 C.C.), “efectos de comercio” (art. 346 C.C.), “valores” (arts. 346, 347
y 1.448 C.C.), “valores mobiliarios” (art. 166 C.C.), “títulos” (arts. 1.352 y 1.899
C.C. y 548 y ss. C. de Com.), “títulos al portador” (art. 545 C. de Com.), “valores
etc. Ante esta situación la doctrina ha tenido que hacer un importante esfuerzo
refleja la idea esencial de que en esta clase de documentos la existencia del título no
206
materializados en el texto del instrumento o soporte documental.
de un título valor es el nacimiento de una específica obligación que, por derivar del
título, se denomina cartular o cartácea (cambiaria en los títulos de este carácter: letra,
documento, pero que no debe confundirse con ella. Esto es, la creación o suscripción
través del cauce documental escogido. Ahora bien, aun cuando el título valor
se crea para reflejarla documentaría, sino para constituir una nueva obligación que se
superpone a ella y que hace del anterior deudor un deudor doblemente obligado en
por las características mencionadas de incorporación del derecho al titulo que a su vez
207
peculiaridad, hemos visto, caracteriza al título-valor frente al resto de los documentos
penales, pues no sólo sirven para estafar o encubrir la apropiación indebida recaída
sobre una persona concreta, sino que poseen una potencialidad <erga omnes> que
nuevo, quien podrá también a su vez (de ordinario) transmitir a otro adquirente el
indefinidamente265.
208
de cambio2” como objeto material de la falsedad documental se ha puesto de
manifiesto en la sentencia de 17 de mayo de 1993 (Pte. Ruiz Vadillo. Ar. 4.156) al
mercantil, entendida la expresión en sentido muy amplio, tanto como medio de pago,
librador es quien ordena el pago y expide la letra a nombre de otro, que es el librado,
quien habrá de pagarla al tomador, que es el titular de la letra. Hasta tanto el librado
frente a su negativa de pago, el tomador, lo único que puede hacer es dirigirse contra
obligado cambiario principal y directo. Por ello, si no existe poder del representado
necesaria confianza en el propio sistema jurídico. Es por ello -se dice a continuación-
209
Código penal en su articulo 303” (FD. 20)267.
con quien el librador no tiene relación. El T.S. declara no haber lugar al recurso de
fundamentó su fallo declarando que “habida cuenta que quien aparezca como librado
en una letra de cambio tan sólo queda obligado cambiariamente cuando mediante la
no sólo una letra sino la pluralidad de aquellas a las que se refiere el relato
garantía que le ofrece la persona del librado quien, como queda dicho, ninguna
210
exclusivamente, a la solvencia del librador que constituye la única garantía de pago,
solvencia del librador, siendo por ello atípico la consignación como librado de persona
con la que el librador no tenía ninguna relación, ya que ello más que una falsedad
documental ideológica es más bien una declaración mendaz hecha por quien no tiene
que sólo es punible en el ámbito judicial en los términos expresados en el art. 326 y
(Pte. Castro Pérez. Ar. 2.177) cuando establece el criterio de distinción entre la
respecto, afirma que “mientras que el abuso se produce en aquellos casos en los que
el firmante de la letra la entrega con su firma al acreedor para que éste pueda
negociaría, autorizándole con ello para rellenarla con aquellos otros datos
del Código penal sin consentimiento de quien firma la misma” (CDC. 6”).
211
difusión” que ha alcanzado instrumento de pago269. Y si en el Código penal no se
50.000 pesetas por el delito y a diez días de arresto menor por falta. Contra la
siguiente: “Impugna el motivo primero del recurso la aplicación del articulo 303 en
relación con el 302, ambos del Código Penal, en el cauce casacional del artículo
212
había entregado en pago sino en prenda o garantía. Esta última afirmación, sentada
del cheque o talón para este tráfico, porque la falsificación no se consumó con la
alteración o substitución de las formas genuinas del documento, sino que exige, como
fue encontrado por el sujeto, junto con otros más, en un vertedero de basura y
correspondía a una cuenta «ya cancelada» de una sociedad de transportes, cuyo sello
peligrosidad para el tráfico ya que «en ningún caso», y por razón del objeto en que
recaía, podría haber llegado a la consumación. Procede estimar el primer motivo del
5.756/89) señala que cuando los mismos “se libran sobre cuentas canceladas,
213
descarta la posibilidad de apreciar el delito de falsificación”, pues en tal caso “la
constituyendo por consecuencia “un supuesto de falsedad inocua, como todos aquellos
en que, cumpliendo los elementos del tipo penal, carece de aptitud o de idoneidad la
acción falsaria para lesionar los intereses subyacentes en el documento” (FD. 2”).
caracterización del elemento objetivo material del documento privado solamente puede
271 “Comentario del Código Civil”, op. chi., II, pp. 329 y 335.
común considera el concepto de documento privado como residual: esto es, todo
documento al que no puede asignársele la categoría de público, seria privado.
273 “Compendio de Derecho penal”, op. cit., vol. II, p. 118.
214
privado todo documento que no tiene la condición de público, oficial o de
prescritas o, por degradación, los formados con intervención pública ineficaz, por
escritura defectuosa que contempla el artículo 1.223, siempre que ésta “estuviese
necesariamente con la noción del mismo determinada por las normas procesales o
215
civiles. En referencia a la doctrina clásica, cita a PUIG PEÑA278, para quien el
documento privado, a los efectos de falsificación, es todo escrito que directa o
1.580) es ilustrativa al afirmar que “para que una carta pueda merecer el carácter
que aquélla sea generadora de algún derecho que por medio de la misma pueda
afecte a intereses de tercero y como de dicha carta no se desprende más que una
1.446) dice que “desde el punto de vista penal no podrá reputarse documento privado
orden alguno, esto es, el documento privado penalinente estimable debe ser
278 “Derecho penal. Parte especial”, op. cit., t. III, vol. 1, p. 227.
216
protección a documentos estériles como carentes de toda efectividad posible frente
afirma que “la demanda no es más que el acto de parte que inicia y determina el
contenido de verdad de tal modo fehaciente que haya que pasar necesariamente, y de
modo incontrovertible, por lo que en ella se exprese quedando excluida del soberano
criterio apreciativo de las pruebas que, el art. 741 de la L.E. Crim., concede a las
generalmente por escrito y en papel, surgida al mundo exterior con una finalidad
que no haya sido autorizada por Notario o funcionario público competente -véase
279 Doctrina, la expuesta, latente a través de muy varias sentencias, entre ellas y
por cita de algunas, las de 6-4-1973, 31-5-1974, 18-3-1976, 30-6-1981, 23-2-1984,
11-4-1985, 26-5-1986, 21-64988, 21 y 23-6-1989, 23-3-1990 y 30-6-1992.
217
“a sensu contrario”, art. 1216 del C.C.- y que no sea documento oficial, mercantil
dispuesto en el art. 306 de dicho Código, que, en él, se opere, por cualquiera de
los medios establecidos en el art. 302 del mismo, que sean idóneos o aptos para
capitales y no sobre puntos inanes o inocuos, perjudique a tercero, esto es, a otro,
Marzal. Ar. 1.880) y de 25 de junio de 1985 (Pte. Vivas Marzal. Ar. 3.049).
un documento privado, mutación que lo mismo puede ser material que ideológica,
empleando alguna de las formas especificadas en el art. 302 del propio Código. 2.”
o ánimo de causar este perjuicio ordinariamente de base patrimonial. 3.” Una relación
causal, entre falsedad y perjuicio, es decir una falsedad en el documento privado que
218
equivale a detrimento o nocividad para otro -S. de 30 junio 1981- y ha de estar
3.127), que después de indicar que los documentos privados “tienen plena eficacia
noción penal de documento privado no existe razón para limitarla a los escritos que
puedan causar perjuicio a la persona a quien se atribuye, con lo que no podrían ser
hay obstáculo, pues, para que el escrito ocasione un perjuicio a persona distinta de
219
propios, sino en relación a otras figuras ya definidas y delimitadas precisamente. De
por lo que también puede estimarse que el documento privado no presenta unos
caracteres determinados.
(Pte. Carcía Miguel. Ar. 5.154) cuando declara que “al carecer nuestro
privado, ya que ni se hace en las normas sustantivas (arts. 1.225 y ss. C.C.) ni en
las procesales (art. 603 LEC), la doctrina ha venido sosteniendo que no puede
determinarse más que con carácter residual, reputando como taks a los que no
que no puede reputarse como tal el que no cree o pruebe derecho alguno
personas, esto es, que el documento privado para ser penalmente relevante ha de
trascendencia jurídica, ya que en otro caso la ley penal no puede prestar protección
220
a documentos estériles, máxime de que habida cuenta de que a nivel privado no existe
precisamente esta última al concepto residual de documento privado, para señalar que
este supuesto por el perjuicio a tercero que establece el art. 306. Cualquier
a la letra naturaleza de tal (arts. 1 y 2) por ausencia del requisito que se viene
reseñando, lo que quiere significar que cualquier alteración hecha lo sería siempre
fuera del contexto de la letra de cambio’ (ED. 2v). Añadiendo que “tampoco la letra,
o letras, aquí analizada es considerada como pagaré, tal en una primera visión pudiera
deducirse de lo que se consigna en el art. 450 del Código de Comercio [ver las SsTS
27-6-1964 y 8-5-1989 que se citan por el Ministerio Fiscal]. Y ello es así no sólo
221
tampoco puede llegarse al documento privado, en términos estrictamente penales. El
presentes o futuras. En ese sentido se trata ahora de un documento que, por ausencia
porque nada asume o aduce, sólo el vacío. Se ha dicho que ni el Código Civil (art.
privado, hasta el punto de llegarse al mismo sólo residualmente. Así son privados
verdadero significado del documento privado. Por eso, y se acaba de decir con
otras palabras, no puede reputarse documento privado aquel que no cree o pruebe
222
en contra de lo que la doctrina tradicionalmente ha venido considerando283, el interés
de tercero lesionado o puesto en peligro no configura por sí solo el bien jurídico
protegido en la falsedad documental, por lo que queda abierta la vía para indagar qué
otro interés concurre como objeto de protección en el artículo 306 del C.P. La
respuesta, apuntada ya por algún otro autor -RODRíGUEZ DEVESA-, no es otra que
283 Refiere el autor que la doctrina española del siglo pasado -por ejemplo
PACHECO y VIADA- se pronunció preferentemente en favor de una concepción que
pudiera calificarse de “privatista” que consideraba que en esta infracción el castigo era
menor que el de la falsedad en documento público por cuanto en ella no intervenían
ni la “fe pública” ni el “interés de la sociedad”, ni tampoco la “alarma social” que
producía aquel otro hecho. De acuerdo con esta postura doctrina] la falsedad en
documento privado atendía exclusivamente al “perjuicio de terceros”, lo que apreciaba
claramente en el hecho de que faltando tal perjuicio o cuando menos el propósito de
causarlo, no había posibilidad de castigo, cual era el razonamiento de VIADA. A lo
que responde QUINTERO señalando que “ante todo no puede confundirse un evento
jurídicamente relevante con el bien jurídico protegido”. Lo que significa que la
decisión legal de aplicar la sanción penal sólo cuando haya perjuicio o propósito de
causarlo no quiere decir que al derecho penal solamente le interese tutelar los
derechos <concretos de aquel sujeto perjudicado>, sin negar, no obstante, que esos
derechos tienen también incidencia en el disvalor social del hecho. Para referirse
después a la doctrina más recientemente -QUINTANO RIPOLLES-, según la cual la
única razón de la incriminación de la falsedad en documento privado es el daño
causado o querido causar a un tercero. De esta manera se reincide en prescindir de
toda referencia a intereses que excedan de la relación privada existente entre el sujeto
falsificador y el sujeto afectado por la falsificación. Con ello se contempla sólo una
cara del problema, y si sólo se atiende al concreto interés del particular que sufre el
daño, ocurrirá -dice QUINTERO- que un precepto incluido entre las falsedades no
tendrá más misión que la de extender la tutela penal de bienes jurídicos que ya están
protegidos en otros lugares del Código. Por ello, concluye el autor, el delito de
falsedad en documento privado ha de corresponderse con un ámbito propio de
intereses penalmente tutelados (“Sobre la falsedad ,op. cit., Pp. 34-35).
223
Ahora bien, ¿cómo puede la falsificación de un documento privado alterar el
fe ni prueba nada por si mismo? En relación con esta última afirmación, señala
306) contienen restricciones en este sentido, pues nada se dice respecto a la obligación
de decir verdad. Para concluir en este sentido que cuando se afirme que la falsedad
y por lo que acaba de indicarse, esa posibilidad no se niega de <lege data>. Por otra
parte, si como entiende cierta doctrina, la falsedad ideológica solamente puede existir
en los documentos que contengan “verdad” como interés penalmente tutelado, como
224
misma. Ahora bien, si la norma penal pretende evitar que se creen pruebas falsas o,
en otros términos, que escritos mendaces puedan actuar como prueba, y se admite que
en las relaciones jurídicas los documentos privados pueden cumplir esa función,
ocurrirá -afirma QUINTERO- que lo esencial será que la prueba sea falsa, y tal
prueba falsa puede lograrse tanto con falsedad material como con falsedad ideológica,
por la exigencia finalista del ánimo o perjuicio de tercero, que se corresponde con
286 No hay que olvidar, con el autor, la relevancia probatoria del documento
privado se refleja tanto en el artículo 578.3 de la L.E.C. como en los preceptos del
Código civil relativos a la prueba de obligaciones (arts. 1.225 y ss.).
287 “Sobre la falsedad...”, op. cit., p. 37.
225
abolengo que la formalista de mero riesgo característica de la falsedad de documento
ánimo de causarlo que disyuntivamente se requiere en el texto del artículo 306 sitúa
la consumación jurídica.
Ar. 383) se expresa en los siguientes términos: “Respecto al motivo tercero del
recurso, fundado en el número segundo del artículo 849 de la L.E.Cr., que del
226
Considerando de dicha resolución, únicamente en que la casa-masía puede ser objeto
del retracto por hallarse indivisa y tener la condición de cosa común, más no el campo
presentado y que se tacha de falso, procede acoger los motivos del recurso de
fondo que alega infracción de los artículos 311 en relación con el 307 del Código
Penal derogado, correspondiente a los artículos 306 y 302 del Código actual”
(CDO. 3~))•
elemento típico que no figura con la deseable claridad en el hecho probado, donde
esta consecuencia, por lógica que parezca, no es en absoluto obligada, dado que caben
supondría una presunción impropia de la absoluta certeza que debe presidir las
227
decisiones penales cuando se trata de volverse en contra del reo, máxime cuando,
como en el presente caso, parece fuera de duda que el acto perpetrado por éste
impugnada el articulo 306 del Código Penal, como en el primer motivo del recurso
se sostiene, sin que sea pues menester entrar en el examen del motivo segundo, ni
modificar al tenor de los hechos probados para el logro del fin perseguido en el
recurso”.
documento tachado de falso- no causó perjuicio al arrendador del coche, “ni que los
siempre una subjetividad dolosa con propósito de mal uso del documento público
228
falsificado; este propósito doloso plenamente subjetivo, se acentúa, por exigencia
30)
Corral. Ar. 3.466) en el carácter finalista del delito tipificado en el artículo 306 del
señala que “no basta para cometerlo que concurra el elemento objetivo y material
302 al que remite aquel tipo, dado su contenido en blanco, sino que ha de agregarse
tiene ánimo de causar tal perjuicio, ya que basta el simple propósito de perjudicar
presencia del lucro propio - <lucra faciendi > - que puede existir o no, pues la
consumación del delito se realiza por la mera posesión ideal de este deseo, que se
229
de una mutación de la verdad con un simple propósito de encubrir un delito de estafa,
“pero sin albergar perjuicio de tercero, ni ánimo de causárselo”, pues en este caso
el daño ya fue conseguido y consumado con la comisión del delito de estafa, razón
no obstante quedar acreditada la imitación perfecta por parte del procesado de la firma
de que era titular este último, sin embargo el Tribunal Supremo confirmó la sentencia
(CDO. Unico).
Fernández-Cid. Ar. 4.922) considera “que para que exista el delito de falsificación
que el que lo cometa lo haga con perjuicio de tercero, o con ánimo de causárselo
por más que al realizar la imposición y el hacerla efectiva se valiera del engaño de
fingírse marido de aquélla para eludir los reglamentos, toda vez que con este ardid a
230
La sentencia de 1 de marzo de 1988 (Pte. Bacigalupo Zapater. Ar. 1.512)
daño alguno. Dice a este respecto lo siguiente: “El delito del artículo 306 del Código
Penal requiere que la falsificación del documento cause perjuicio a tercero o que el
documento privado para la consumación del delito previsto en el artículo 306 del
denunciante que se podrían haber visto afectados por los documentos que motivaron
esta causa, son los derechos patrimoniales del mismo. Sin embargo, como
acusados -que en verdad no han sido tenidos por probados en la sentencia recurrida-
no se han vistos disminuidos, pues un intento fallido de pago como el aceptado por
aún, la posición de éste se vió, en realidad, jurídicamente mejorada, pues obtuvo una
serie de letras que le brindaban una posibilidad de ejecución de la deuda que -al
tenían fuerza jurídica para afectar los derechos del acreedor o para ponerlos en
231
peligro, no cabe admitir que con dichos documentos se le haya producido un
1935 (Ar. 970), de 7 de diciembre de 1946 (Ar. 1.348), 21 de marzo de 1958 (Pte.
Díaz Plá. Ar. 838), de 10 de junio de 1959 (Pte. Codesido Silva. Ar. 1.254), de 26
(Pte. Espinosa Herrera. Ar. 4.482)290, de 7 de abril de 1964 (Pte. Riaño Goiri. Ar.
de 1965 (Pte. Cid y Ruiz-Zorrilla. Ar. 910), de 2 de julio de 1965 (Pte. García
Obeso. Ar. 3.469), de 4 de octubre de 1965 (Pte. Espinosa Herrera. Ar. 4.619), de
7 de marzo de 1969, (Pte. de Oro Pulido. Ar. 1.401), de 6 de junio de 1970 (Pte.
González Diaz. Ar. 2.761), de 9 de junio de 1973 (Pte. Sáez Jiménez. Ar. 2.693),
de 21 de enero de 1976 (Pte. Hijas Palacios. Ar. 160), de 20 de abril de 1977 (Pte.
Lara. Ar. 3.584). de lO de febrero de ¡982 (Pte. Vivas Marzal. Ar. 645), de 19 de
noviembre de 1982 (Pte. Castro Pérez. Ar. 7.160), de 3 de mayo de 1983 (Pte.
232
Ferreiro. Ar. 6.375).
perjuicio que el tipo del art. 306 utiliza es propiamente jurídico y no puramente
sentencia de 22 de marzo de 1991 (Pte. Díaz Palos. Ar. 2.353) -después de referirse
ésta afecte a extremos esenciales del documento, y tenga por tanto, entidad suficiente
un hombre medio, al «standard man» del derecho anglosajón; en suma, que tenga una
-Ss. 23 noviembre 1982, 27 de mayo 1988, 19 de abril 1989-, declara una vez más
233
y de comercio, más abocados por su misma índole a dejar sentir con más intensidad
sus efectos en el tráfico jurídico, por lo que el art. 306 CP. exige en dicha
persona singular -SS. 26 octubre de 1988 y 23 de junio 1989, entre las recientes-”
(FD. 1~>)
Doctrina esta que aplicada al supuesto de autos supone considerar que, “es
cierto como afirma la sentencia recurrida que faltan datos fácticos probados que
acrediten que la falsificación del documento privado de que se trata (una carta
simulada por el procesado para lograr, al parecer el desahucio de una inquilina por
causa de necesidad, cual si hubiera sido suscrita tal carta, por dicha arrendataria),
aparece que se llegase a producir ningún perjuicio, ni siquiera que la misma fuera
demandada. lEs decir, que como dice el Ministerio Fiscal ni siquiera sabemos si dado
requerimiento del actor para que la inquilina dejara la vivienda por causa de necesidad
de aquél tal como se exige por el art. 65 en relación con el art. 62. 1 de la vigente Ley
234
O en otro caso, a todo lo más que se puede llegar en ausencia de dicho
sentencia de 26 de abril de 1977 (Pte. de Oro Pulido. Ar. 1.829), que afirma que
“per se” la falta de protección penal de éstos “siendo indispensable que la falta
febrero 1976, “en el art. 306 del C.P. se describe y castiga un delito de falsedad
público, su falsificación estaría castigada en el art. 303 del C.P.; b) que en él, o
235
de ellos para constituir dinámica comisiva del delito de falsificación cuando ésta recae
que el propiamente falsario, dicha inveracidad, además de típica, es preciso que sea
documentos oficiales los escritos redactados por particulares cuando aquéllos son
291
un documento privado puede ser calificado de oficial por el simple hecho de que su
236
formara parte de la causa criminal que se seguía, ni que hubiera recaído
providencia judicial292.
Existe no obstante alguna resolución del Tribunal Supremo de signo contrario
en la que se declara el carácter no oficial de los documentos expedidos por los Jefes
documentos señalando que “una cosa es que, por la índole de las atribuciones
encomendadas a todos los empleados de las Compañías de esta clase, la ley les
los atentados de que sean víctimas en actos de servicio relacionados directamente con
Novelda imitando la firma de éste ya que “es evidente que tales documentos no
237
de satisfacer exigencias de carácter regiamentario impuestas por el Ministerio de
consideró por su parte que no existía falsedad en documento oficial, en relación a una
relaciones, consiguió acceso a varias oficinas y entre ellas al Juzgado Comarca) (en
el cual venía desempeñando sus funciones como Juez Comarcal sustituto el otro
otro procesado, declarado en rebeldía, A.V.J., pero como éste estaba comprendido
esta dificultad, requirió la intervención del procesado D.P. para que éste se prestara
a verificar una alteración en cuanto a la fecha del año del acta de nacimiento de
añadiendo de su puño y pulso los vocablos “y dos”, y, una vez realizado lo anterior,
238
documentación estampó como fecha de nacimiento la de 6 de diciembre de 1932,
Sobre estos hechos el Tribunal Supremo consideró que para que se produzca
los hechos que han de constar en un documento oficial, aún teniendo este carácter
del procesado recurrente que, según la premisa de hecho, se limitó a obtener con
edad no real de 19 años, el indicado documento (...), y como por otra parte no
penales se hiciere constar la incierta edad de A.V.J. (...), debe ser estimado el
en origen.
de este hecho, porque sólo en este instante, lo que era documento privado recibe
239
la calidad de documento público con toda la garantía de la fe colectiva que
“no consta que el facultativo supiera la finalidad del parte (mensual de evolución de
destino, que al parecer era surtir en la parte que contrató la iguala. ni sus efectos
suplantara las firmas de María Z. y Roberto M., en las peticiones de transferencia del
240
de culpabilidad a tenor del art. 304 del C.P. y que a lo sumo tendría que recaer en
U.L.- carecen de contenido penal por falta de dolo, al estar hechas de acuerdo con él
y como firma convenida de garantizar un crédito entre ellos, por lo que propiamente
falsedad consiste en la sustitución de la verdad por la mentira, de tal forma que tenga
Título III del Libro 11 del Código penal, es documento público u oficial falso aquél
241
en el que hay mutación o alteración de la verdad en alguna de las fonnas
en el mismo surtan los efectos derivados del cambio de la verdad de que fueron
objeto”295.
En línea con los argumentos que acaban de exponerse, la sentencia de 14 de
mayo de 1973 (Pte. Hijas Palacios. Ar. 2.065) acude también al criterio de la
declara que “los documentos que son simplemente privados, por su origen, cuando se
presentan ante autoridad u oficina pública, para provocar cualquier trámite de carácter
oficiales, porque una vez que se han presentado ante el Organismo donde ha de surtir
mendacidad, que queda protegida con las garantías de seguridad y certeza de que
gozan los expedientes y actuaciones de los organismos públicos. Por tanto, cuando
cualquier litigante se presenta ante los Tribunales, con una condición que no tiene, o
295 La sentencia también exige en este caso un elemento subjetivo del injusto típico
como es el dolo o malicia del agente.
242
seguidos ante la autoridad judicial”296.
Insiste la sentencia de 27 de junio de 1983 (Pte. Gil Sáez. Ar. 3.591) en esta
IV del Título III del Libro 20 del Código penal implica que, no definidos ni
civiles sustantivas (arts. 1.216 y 1.225 y concordantes del Código civil) o procesales
unos y otros. Incluso, se indica, puede adoptarse en este sentido un criterio por
exclusión, reputando “como particulares los que a tenor del art. 306 del Código penal
autorizado por notario o por funcionario público <...), habiéndose también aclarado
y matizado por esta Sala, que los documentos privados falsificados que se incorporan
243
a actuaciones judiciales, bien por haberse creado con este propósito doloso o por tratar
documentos oficiales por ser uno solo todo los expedientes seguidos en cualquier
organismo jurisdiccional, conforme al núm. 7 del art. 596 de la referida Ley Procesal
febrero de 1979, firmados por los trabajadores perjudicados y querellantes, en los que
se hacia constar haber recibido cada uno de ellos lo que se les asignaba en concepto
relación con los núms. 4, 7 y 9 del 302 del Código penal), sin embargo el hecho de
ser simulados con la exclusiva finalidad de que surtieran efecto en las actuaciones
aceptados y unidos por la Autoridad, siendo falsos, más con potencia para producir
efectos en actuaciones jurídicas en la esfera de seguridad del orden público, dando por
244
prevalente perjuicio causado a los intereses generales, al ser la sociedad sujeto pasivo
incorpore a actuaciones judiciales y administrativas, bien por haber sido creados con
ese concreto propósito, bien por su utilización posterior con ese mismo fin, han dado
245
legalidad y a una mayor comprensión de los tipos legales. Cierto que en la sentencia
privados y mercantiles, declara que “sin que la naturaleza de unos y otros, una vez
de 1990 (Pte. Manzanares Samaniego. Ar. 7.992) cuando afirma que “la
expedientes administrativos, para obtener así una resolución inalcanzable sin tal
de julio de 1988 y 9 de febrero de 1989, todas con abundantes citas, y tampoco faltan
quiera que la doctrina mayoritaria ha expresado sus reservas a un criterio tal es por
estricta de los tipos legales que están implicados en este tema. En este sentido,
señala que “el tenor literal del artículo 306 del CP contempla el supuesto de que las
246
que en el artículo 303 se requiere que dichas modalidades falsarias recaigan en
tipifica un delito que, incluso entendido como de resultado (según el sector doctrinal
cortado) o del perjuicio mismo, sin que a partir de aquí pueda <enriquecerse> con
artículo 306, y no por el 307, que excluye expresamente a quienes hubieran tomado
el artículo 303 distingue para los documentos públicos, oficiales o mercantiles entre
opta por un dualismo paralelo, sin que quepa mezclar las conductas definidas en uno
247
u otro para acabar alterando en perjuicio del reo el alcance del artículo 306” (CDO.
40)
doctrina del documento oficial por incorporación, de suerte que ahora “se rechaza la
tuvieron por qué hallarse incluidos ya <ab initio> en el dolo del falsificador. De
esta forma la petición fiscal pierde uno de sus pilares y el problema se traslada a la
caso, por el uso de un documento de esta clase según los tipos delictivos de los
recurso del Ministerio Fiscal en el sentido de determinar si el art. 303 del Código
penal incluye, no sólo a los documentos públicos y oficiales, sino también a los
sido creados con ese propósito, o bien por utilización posterior con ese fin, en línea
248
con lo que expresábamos hace un momento.
intereses difusos tales como los que afectan a la Comunidad Europea, al Estado y al
sector ganadero en general298, entendiendo que el hecho guarda cierta analogía con
el artículo 350 del Código penal respecto a la obtención de subvenciones o
desgravaciones públicas.
298 PUIG PEÑA (op. cit., p. 256) al referirse a la no exigencia de ánimo de lucro
en este tipo de delitos señalaba que los mismos se caracterizan por el grave quebranto
del interés público y de las garantías de protección que los servicios y actos oficiales
ofrecen a los particulares en su vida de relación social.
249
boletines o comunicaciones de riesgos al Banco de España, aunque su destino sea la
España.
aunque eso sí para ser remitidos a un organismo oficiaj (Oficina Central de Riesgos
política de crédito (...) y, además, en base a estos datos formular indicaciones a ese
referenciadas, que en relación con lo establecido en los artículos 302 y 303 del
250
causar perjuicio a tercero (como infracción de resultado cortado) o del perjuicio
mismo “299
2.077) y 20 de marzo de 1992 (Pte. de Vega Ruiz. Ar. 2.373)~% Esta última,
anteriormente citada, señala que la referencia del origen y del destino del documento
público u oficial “es por la razón de que en el inicio el documento público u oficial
~ Por otra parte, la sentencia de 8 de marzo de 1993, reiterando una vez más el
nuevo criterio jurisprudencial iniciado con la sentencia de 11 de octubre de 1990 y
ratificado en la de 25 del mismo mes y año, puntualiza indicando que cuestión bien
distinta es cuando el dolo falsario del agente se extiende <ab initio> a la
incorporación de documento inveraz a un expediente o libro oficial; en este caso, y
cuando la alteración de la verdad trasciende directamente en el contenido de un libro
o registro oficial, convirtiéndose el funcionario público en un mero instrumento de la
mendaz declaración del falsificador, sí puede hablarse de falsedad en documento
oficial.
251
de la Sala Segunda [S. 23-7-1991] terminantemente establece que el carácter de
2~).
falsificó fue un documento <privado>” (FD 3<>), sin que a partir de aquí pueda
muy lejanos30>.
Doctrina esta que se reitera en la sentencia de 7 de octubre de 1992 (Pte.
Registro de la Propiedad.
252
n0 1.009/91), insiste declarando que “la incorporación de) documento privado a un
expediente administrativo no es por sí suficiente a los efectos de transmutar en oficial
supuesto concreto de la receta médica manipulada para los fines apuntados y hecha
valer en oficina farmacéutica [cfr. 5. 21-3-19881 (FD. 10). Para añadir a continuación
hecho eco de una doctrina cada vez más extendida renuente y explícita en su
la vista del listado legal de supuestos falsarios, ha de precisarse que el art. 306 CP
documento privado, mientras que en el art. 303 se requiere que dichas modalidades
253
aquellos instrumentos o consuma las manipulaciones o alteraciones que dan al
definir esta Sala, el art. 306 CP tipifica un delito que, incluso entendido como de
simultánea del ánimo de causar perjuicio a tercero o del perjuicio mismo, sin que
a partir de ahí pueda «enriquecerse» con elementos ulteriores que quizá se encuentren
temporalmente muy lejanos. Siendo cosa distinta que la presentación en juicio o el uso
5 octubre 1992) (FD. 20). De donde se sigue que “la falsedad de un documento
Rec. n” 1 .022/93) señala que las hojas de salarios tienen categoría de documento
254
siquiera por acuerdo de las partes contratantes, sino porque para su alteración se
requiere una solicitud justificativa de la necesidad del cambio que había de ser
destino, sino el control constante (durante el plazo de cinco años) por la Inspección
también en cuenta que esta misma jurisprudencia viene entendiendo que cuando un
documento privado tiene por finalidad y objeto específico entrar como imprescindible
(Pte. Vivas Marzal. Ar. 3.412) declara que “por regla general, dicha jurispruden-
Tribunal de 15 junio 1979, donde se declara que son documentos oficiales incluso
los privados que por unirse a actuaciones oficiales o ser presentados ante
255
Pereda. Ar. 7.229) realiza una ilustrativa síntesis de la evolución jurisprudencial
en las oficinas públicas para los correspondientes expedientes, debía ser considerado
de marzo de 1990), a partir de dicho año de 1990 esta Sala Segunda ha dado un
radical giro, atendiendo a diversas razones. Estas pueden sintetizarse así: a) el dolo
256
privado, carta privada, que por esporádica voluntad de su tenedor se incorpora
a un expediente público, del documento que nace con el único y exclusivo destino
cuando el dolo falsario del agente se extiende <ab initio> a la incorporación del
de marzo de 1992”.
sin ellos no se hubiera producido y que otorgaba una licencia de residencia en base
257
al presupuesto falso y originador de disfrutar de un contrato de trabajo inexistente”
(ED. 60).
258
111. ELEMENTOS DE LA FALSEDAD DOCUMENTAL.
1. El elemento subjetivo.
autor302 que ejecuta la acción falsaria. Según esto, el autor del delito de falsedad
una apariencia falsa de autenticidad y veracidad que sea capaz de inducir a error a
terceros303. Dentro del concepto amplio de autor se incluiría no sólo la persona que
259
a tenor de lo que establece el artículo 14 del C.P.3%
La sentencia de 25 de enero de 1991 (Pte. Jiménez Villarejo. Ar. 472) nos
ofrece un concepto de autor del delito de falsedad. Dice lo siguiente: “No siempre,
siendo perfectamente posible que una redacte el cuerpo del escrito donde se muda o
actuado con dolo falsario, esto es, con conciencia de que el contenido del documento
falso documento, un acto para el que sólo él está legitimado, de suerte que, si no
recurrente sabía perfectamente que los daños ocasionados por su vehículo no se habían
que no puede ser discutido en este recurso habiéndose declarado probado que los
cinco procesados se habían puesto de acuerdo para dar una versión falsa del accidente
204 Vid. ORTS BERENGUER, “Derecho penal , op. cit., p. 237; CASAS
BARQUERO, “El delito , op. cit., p. 200 y GARCíA CANTIZANO,
“Falsedades , op. oit., p. 332, entre otros.
260
responsabilidad que acaso le era ajena, ha de concluirse la absoluta corrección con que
inaplicación del núm. l.<’ del art. 14, al no considerar como autor de! delito al señor
puede ser sujeto activo de tal delito, y si en caso afirmativo éste resultaría autor
sentido positivo, es lo cierto que si bien consta acreditado en el relato fáctico, que el
señor M. dirigió una carta al constructor señor A. unos días antes del otorgamiento
del piso 5 centro de la casa núm. 32 de la calle Menéndez Pidal, a su hija Concepción
sí mismo, ni por medio del señor A., efectuasen ante el Notario autorizante, la
afirmación de que el piso que iba a escriturarse estaba libre de inquilinos, que es lo
que según el recurrente da lugar a la comisión de la falsedad denunciada, sin que por
261
expresamente que el piso enajenado se hallaba libre de inquilinos, sin lo cual no
Por lo que respecta a los distintos grados de ejecución del delito de falsedad
la sentencia de 25 cJe junio de 1985 (Pte. Vivas Marzal. Ar. 3.049) ofrece una
detallada exposición de los mismos en los siguientes términos: “la inducción, también
proposición, de una de las dos formas de participación acuñadas en el número 2.0 del
adoptada por éste, y, por ende, de la misma ejecución del hecho típico y
suficiente, de una persona que no actúa ejecutivamente sobre otra, para impulsar
262
figura, las modalidades clásicas: mandato, orden, consejo, instigación y sociedad,
pero, en realidad, sus formas de manifestación, son ilimitadas, como destacaron las
declarar que «la inducción puede alcanzarse por medio de cualquier actividad
apropiada para ello en el orden de las relaciones humanas», aunque es preciso, por
una parte, que el presuntamente inducido no hubiera tomado, por su cuenta, la firme
determinación delictiva, antes y sin necesidad de excitación ajena, y, por otra, que,
causante de la determinación del inducido o autor material, de tal modo, que el pacto,
el consejo o el mandato, ejerzan influencia tan decisiva en el ánimo del inducido que,
clara y no insidiosa; do!osa, esto es, que es preciso que, el inductor, haya procedido
antijuricidad del hecho y de que, dicho hecho, está amenazado con una pena; y,
263
finalmente, seguida de la ejecución del delito convenido o, al menos, de cualquiera
inductor, el cual se responsabilizará del trecho recorrido del «iter criminis»” (CDO.
30)
nos habla del “consejo” como una forma de inducción al afirmar “que, en el caso
la autoría directa definida en el número 1.0 del artículo 14 del Código Penal, pero
ello, en definitiva, es irrelevante a la luz del principio de pena justificada, puesto que,
respondió que «pusiera la fecha más atrasada posible», lo que equivale al consejo,
Por su parte, el considerando séptimo de esta misma sentencia nos habla de las
elementos indispensables para que concurra esta figura jurídica -excepción hecha de
264
encontrándose, entre aquéllos, el «animus adjuvandi», el «pactum scaeleris»,
concierto de voluntades o acuerdo previo -el que puede ser expreso, tácito o
aportación, por parte de cada uno de los partícipes, de esfuerzo propio aplicado a la
consecución de un empeño común, de tal modo que, todos y cada uno de los
aunque no es preciso que, cada uno de ellos, perpetre la integridad de dicha dinámica,
la índole diferente de los citados actos de ejecución, entre el autor plenario cuyo
coadyuvan a la ejecución del delito de un modo «sine qua non», es decir, de forma
1.663) consideró que, en relación con el caso examinado, no podía reputarse autor y
que el vendedor le dictaba, sin que conste haya actuado sobre la voluntad del
265
transmitente para perjudicar a otro u otros” (CDO. 1~)
recurrente sea autor del delito de falsedad en documento oficial previsto y sancionado
en los arts. 302 y 303 del C.P., por el que ha sido condenado por el Tribunal “a
J . y., que también fueron procesados en esta causa, la que se sobreseyó para ambos
siendo después rellenados los restantes huecos del impreso de alta por el citado
Demetrio, sin que se haga constar acto alguno de ejecución material realizado por el
necesaria para que el delito fuera cometido, porque esa actuación no era tan
imprescindible que sin ella no hubiera sido posible cometer la falsedad, porque
cualquiera otra persona podía haber simulado la firma del Félix, del texto del
documento, máxime cuando no se aclara en las premisas de facto por qué buscaron
a Benito para que firmara con el nombre de Félix C., si porque sabía imitar la firma
de éste, porque estaba autorizado por él para hacerlo, o por cualquier otra causa, por
todo lo que hay que concluir afirmando que el recurrente no es autor por cooperación,
266
conforme al n0 3<’ del art. 14 del C.P., del delito de falsedad por el que ha sido
condenado, y tampoco es autor por inducción a tenor del n~> 2~ del mismo precepto,
concretas sobre cuáles fueran los mandatos, órdenes o cuando menos consejos que
manifestarse por actos directos y eficaces, que sean capaces a forzar la voluntad
del ejecutor material por todo lo que es vista la procedencia del recurso en sus dos
(CDO. 1”).
267
verdadera cooperación, y si ésta era o no necesaria, puesto que no todo
para poder hablar de ella, en primer término, que haya sido eficaz para la comisión
del delito, y así pueda ser calificada de necesaria. En segundo lugar, el carácter de
ha seguido, ante el problema que nos ocupa, una paula ecléctica y flexible -confr.
julio de 1987- que le ha llevado a utilizar indistintamente una u otra de las cuatro
casos, supuestos difíciles de superar. Desde la de índole subjetiva, casi olvidada que
habla del animus auctoris o animus socii, hasta las de naturaleza objetiva,
producido el delito, o bien si existió o no, dominio del hecho, que implica la
las actividades o bienes escasos, según que la aportación del auxiliador lo sea de
268
la aportación de las personas a la Junta Constituyente, que se le imputa, no implica
contribuir con un bien que merezca el calificativo de escaso ni tan siquiera de eficaz
para la comisión del delito, sobre todo, si como se ha dicho con anterioridad, las dos
entidad numérica, para la existencia de la Junta Rectora, pues nada se dice de tal
aquélla, ni los que eran necesarios; y faltando estos datos, no puede afirmarse el
carácter de cooperación, ni mucho menos aun, que fuese necesaria por la aportación
de un bien escaso
este desconocimiento del fin ilícito lleva a la absolución de uno de los encausados del
delito de falsedad por el que fue condenado por la Sala de instancia declarando que
forma que más parece una conducta llevada a cabo por una poco escrupulosa manera
a entender que, por encima de las sospechas que pudiera producirle el encargo los
269
a la mendacidad falsaria y eso es así, dicha ausencia de acuerdo queda patente con
la afirmación que hace el Tribunal Provincial al decir «sin que percibiera (el
recurrente) cantidad alguna que con la confección de los recibos pudiera obtener M.
(el coprocesado), cuyo destino desconocía A. (el recurrente)». Dicha afirmación del
defraudatorio, quizás sin desearlo, produce el efecto más amplio de eliminar el «dolo»,
no sólo respecto de la estafa, sino también respecto de la falsedad y hace por ello
aceptase el encargo, pese a conocer que M. no tenía nada que ver en cuanto a la
acreditado, obvio resulta que, como antes se apuntó, la misma es impune y por ello
llamado dominio funcional del hecho o del acto, esto es, la potestad sobre la
270
realización del tipo305, la posibilidad, conocida por el agente, de dirigir finalmente
acto resolverá la cuestión de cuál de los sujetos intervenientes debe ser considerado
y cual participe307.
6.815) declara que “en el hecho descrito falta la existencia de «dominio funcional
del acto» por parte del acusado ahora recurrente. Son las ciudadanas guatemaltecas
las que suscriben el documento y es un funcionario policial ajeno quien recoge tales
manifestaciones y las documenta. Ni éste ni aquéllas han sido acusados ni por tanto
sumo podría calificarse como constitutiva de inducción y por ello resulta correcta
este recurso. Ni cabía la imposición de la pena de prisión mayor, pues del relato no
«mero acompañante más o menos cualificado» pero sin dominio del acto; ni se
cumplen ninguno de los tres tipos descritos en los núms. 3,0, 42> y 92> del art,
Nuestro Código penal estima que autor del delito de falsedad lo es tanto el
271
funcionario público como el particular. En realidad, la diferencia entre ambos viene
marcada por el objeto material que es sobre el que recae el delito de falsedad en
concreto. En primer lugar, para que se incurra en alguna de las modalidades a que se
refiere el artículo 302 del C.P. es preciso que confluya la condición de funcionario
público y además que abuse del oficio, es decir, de las facultades que le están
302 del C.P. deriva del concepto al cual alude el articulo 119 del mismo texto legal,
y a cuyo comentario realizado páginas atrás nos remitimos. Decíamos allí que una de
las notas que caracterizaban a aquél para configurar la conducta delictiva falsaria era
el abuso de oficio o cargo público, hasta el punto de que resulta imprescindible que
ejecuta alguna de las modalidades referidas en el artículo 302 del C.P.3<>8. En efecto,
exceso inadmisible por parte de aquél en el desempeño de las funciones que tiene
atribuidas por el ordenamiento jurídico, bien entendido que tal exceso no ha de ser en
Pp. 237-238), decía que “un funcionario público puede delinquir de tres modos
enteramente distintos: o abusando del poder o cargo que ejerce en representación de
la sociedad y que ésta o sus delegados le han contiado; o como simple particular y sin
tener en consideración las funciones o cargo que desempeña; o como particular
también, mas prevaliéndose de las funciones o carácter público que ejerce”.
Idem, p. 238.
272
cuestión vulnere las normas reguladoras de la respectiva función pública3LO. En este
sentido, el elemento competencial se erige en principal requisito. De esta manera el
funcionario ha de obrar dentro del marco de las facultades que se le confieren por
realizarse con mayor o menor intensidad, pero no por ello dejará de estar fundada en
los justos límites establecidos por el Derecho, no hay duda que nos encontramos ante
un “abuso de oficio” y, por ende, en una actuación ilegítima desde la perspectiva del
310 A este respecto precisa CORDOBA RODA que la no aceptación de una tal
interpretación y, por el contrario, “entenderse que la comisión de la falsedad por el
funcionario público en el abuso de su función debe ser estimada en cuanto aquélla sea
llevada a cabo por un individuo que ostente la cualidad de funcionario público,
cualquiera que sea la relación que la respectiva modalidad falsaria guarde con las
funciones atribuidas al sujeto, se privaría prácticamente de contenido a la expresión
<abusando de su oficio> que reduciría su significación al de una pura y simple
redundancia, lo que comportaría una evidente vulneración de las normas lógicas en
materia de interpretación, que no pueden admitir sino como última posibilidad, el que
una exigencia legal delimitadora del ámbito de lo delictivo, carezca de un propio y
verdadero contenido” (“Comentarios...”, op. c¡t., Pp. 803 a 805).
311 “Estudios , op. cit., p. 329.
273
de la tipicidad, subrayando al mismo tiempo que no puede existir una actuación
legítima y a la vez abusiva por cuanto que esta última nota excluye la primera.
En este mismo orden de cosas, hay que señalar que no basta que el funcionario
los supuestos de incompetencia relativa en cuanto que tampoco en este caso se cumple
este requisito3>4.
274
El abuso de oficio, y este es un aserto en el que vienen a coincidir la mayor
parte de los autores, difiere de la agravante décima del artículo 10 del C.P., que se
Este deslinde entre ambas ya fue establecido por la antigua jurisprudencia del Tribunal
penal castiga al particular que cometiere cualquiera de las falsedades del articulo 302
en documento público, oficial o mercantil. En este sentido, habrá que distinguir según
revistiendo de una cierta forma jurídica el contenido inveraz que aquél emite, en este
275
Se rechazaría de este modo la calificación de falsedad documental en la medida
objeto de negocio jurídico documentado, no las condiciones en las que éste se realiza.
Tal supuesto, sin embargo, podría integrar el tipo objetivo de otro delito como podría
procesado al estimar: ..... que no integran el de falsedad del artículo 302 núm. 40, por
el que fue condenado, ni el del art. 303 en relación con aquél; no, el primero, porque
servicio y su abuso, y faltaría este segundo requisito, integrante del conjunto del
tipo, por no ser inherente a la expresada cualidad, sino estimable únicamente cuando
Por su parte, la sentencia de 5 de febrero de 1991 (Pte. Soto Nieto. Ar. 758)
276
señala que en relación con el comportamiento enjuiciado, además de subsumible en
documento que pudiera en función de servicio ser emitido por el funcionario ~consigna
falsedad del art<’ 302 -precisa la sentencia de 9 de diciembre de 1975-, sino que a su
manera desmedida e injusta, con desafuero falsario, por adecuarse el acto falso
dentro del art0 303, porque, a tal efecto, opera como mero particular. El delito
de falsificación de documentos públicos -concreta la sentencia de 21 de marzo de
1989- constituye una infracción falsaria, la cual, en cuanto al sujeto activo requiere
la conducta falsaria en documento público por parte del sujeto particular317, así
~ Destacaba ya PACHECO (“El Código Penal”, op. cit., II, PP. 309 y 311) la
mayor agravación de la pena que supone la comisión del delito de falsedad en
documento público por funcionario público que cuando se realiza por particular,
entendiendo que es “natural y evidente que estas otras personas no deben ser
castigadas con la misma pena”. La razón de esta diferencia en el grado de punición
277
como del funcionario público que actúa sin abusar de su oficio. En este punto, señalar
conducta descrita en el tipo del art. 302 del C.P. de aquella a la que se refiere el art.
C.P., y, por tanto, sólo debe servir para calificar el hecho de aquél en el que recaiga,
mientras que el particular seguirá respondiendo por el artículo 303. Puede afirmarse
solamente a titulo de participe, pero nunca en concepto de coautor del hecho en el que
castigado como participe en el delito tipificado en el articulo 303 del C.P., en que el
es clara para el autor, pues “el mal material causado por la falsificación será
igualmente grande; pero el mal total, pero la alarma, pero el delito completo, no han
de compararse de ningún modo en este segundo con los del primer caso. El escribano
que falsifica una escritura, el contador que da un certificado supuesto, el cura que
inventa una partida imajinaria de bautismo, son más criminales que un particular
cualquiera, que por causas de interés hacen la misma falsificación. En los primeros
hay un abuso de fe pública, que merece una pena más grave. El segundo, cometiendo
un gran delito, no le comete sin embargo igual al de aquéllos. Para los unos la
cadena; para el otro el presidio mayor, castigo análogo pero no tan grave”.
318 Vid. GARCíA CANTIZANO, op. cit., Pp. 337 y 338 y referencias
bibliográficas.
278
autor es el particular3>9.
Precisamente, la redacción de este precepto es motivo de polémica doctrinal
material de lo declarado.
Ahora bien, esta tesis no puede mantenerse en aquel supuesto en el que exista
un previo acuerdo entre funcionario y particular, en cuyo caso habría que entender
existente un delito de falsedad del funcionario con abuso de su oficio del artículo 302,
~ Sobre este tema se pronuncia ANTON ONECA (“Derecho penal”, op. cit., 1,
p. 431) señalando que “en los delitos especiales, o sea, los que sólo pueden ser
cometidos por un circulo limitado de personas (v.gr. los funcionarios públicos), la
condición personal no es ya mera circunstancia que califique una figura agravada o
atenuada sino elemento esencial del delito, donde radica su razón de ser. Es evidente
que de tales infracciones sólo pueden ser autores principales las personas calificadas,
pues sólo la actividad de las mismas llena el tipo delictivo. Pero la doctrina dominante
considera que los extraños pueden ser partícipes -inductores, cooperadores necesarios,
cómplices, encubridores-, pues lo propio de tales categorías no es ejecutar los actos
propios de la figura delictiva sino intervenir en el hecho que el autor principal
ejecuta”. Para referirse más adelante, en relación ya con las falsedades documentales,
a la doctrina del Tribunal Supremo que declara que “aplicando la figura del 303
(especialmente destinada a las falsedades cometidas por los particulares) a los
particulares que participen en falsedades ejecutadas por los funcionarios públicos (art.
302). En este supuesto la contigúidad de los dos preceptos y su idéntico contenido,
salvo en lo referente a la condición de la persona, permite quizá admitir que el delito
del artículo 302 sea simplemente una figura agravada por la condición del funcionario,
con respecto al tipo del 303, que deberá ser considerado fundamental”.
279
en el que el particular es responsable, a título de partícipe, como inductor o cómplice.
los mismos se les exige con carácter general la obligación jurídica de decir la verdad -
que sólo excepcionalmente recae en los particulares como más adelante se detallará-
y de cerciorarse de la verdad de lo que se hace o dice ante ellos. Se trata esta de una
malicioso como otro ligero, perezoso, ignorante e incluso egoísta del funcionario,
280
autoría mediata en e! artículo 23 de la Ley del Notariado322. Se constituye este
supuesto en un ejemplo, en el ámbito del delito del falsedad documental, de autoría
manifestaciones imprudentes. A este respecto conviene señalar que el articulo 368 del
imprudente del funcionario público; en concreto, dispone este precepto que será
castigado con la pena correspondiente “la autoridad o funcionario público que por
Por otra parte, para que la acción merezca la consideración de tal es necesario
que sea imputable; pero para que el resultado derivado de la acción sea punible se
requiere que se encuentre en relación de causalidad con el acto voluntario del agente.
En este sentido, es de notar que la averiguación sobre el autor de la falsedad debe ser
hecha con posterioridad a la noción de autor del documento, entendiéndose que autor
281
Finalmente, habría que considerar el supuesto de las personas jurídicas como
sujetos activos del delito de falsedad. A este respecto, como nos recuerda COBO DEL
accion326.
325 COBO DEL ROSAL, “Derecho penal. Parte general”, op. cit., p. 301.
326 Idem, p. 302. En términos similares CEREZO MIR, “Curso , op. cit., PP.
360-361. Por su parte, DEL ROSAL (“Tratado op. cit., vol. 1, p. 525) subraya
,
228. Por su parte, ANTON ONECA (“Derecho penal”, op. cit., 1, pp. 152 y ss.)
señala la razonable postura combativa del Derecho penal clásico sobre la
responsabilidad colectiva, y en concreto, “la teoría de la imputabilidad moral pone la
base de la responsabilidad en la voluntad inteligente que tan sólo se encuentra en el
individuo”.
282
MOURULLO328, el problema se desglosa en la actualidad en un doble aspecto: de
una parte, el de la relevancia jurídico-penal de las actuaciones en nombre de otro (así,
el artículo 499 bis del C.P. imputa la realización de los hechos en él previstos a los
ejemplo, el art. 265 del C.P. relativo a la declaración judicial de ilicitud de una
explosivos o municiones).
relación directa con el titular del bien jurídico objeto de tutela por esta figura penal.
Como señala COBO DEL ROSAL329, sujeto pasivo del delito es el titular del bien
jurídico lesionado o puesto en peligro por el delito33~~. En este sentido, habría que
entender que en el caso de la falsedad en documento púb lico el sujeto pasivo del delito
329 “Derecho penal. Parte general”, op. cit., p. 307. Advierte el autor que es
preciso distinguir entre sujeto pasivo del delito y sujeto (pasivo) de la acción, aun
cuando normalmente pueden coincidir ambos. Idéntica observación realiza CEREZO
MIR (“Curso de Derecho Penal...”, op. cit., p. 364).
330 En parecidos términos se expresa CEREZO MIR (Ibídem) cuando dice que el
sujeto pasivo del delito es el portador del bien jurídico lesionado, puesto en peligro
o agredido. Igualmente DEL ROSAL, “Tratado op. cit., 1. p. 529.
,
283
lo es, en sentido amplio o abstracto, la colectividad social, la sociedad considerada
Ahora bien, como quiera que la sociedad en cuanto tal carece de una
buscarse una realidad más concreta que actúe la representación jurídica de esa
general, social o público (art. 103.1 C.E.), por lo que será ésta, en sus diferentes
evidente que en este caso el sujeto pasivo lo será el particular o persona jurídica
titular del bien jurídico que resulte lesionado o puesto en peligro por la conducta
falsaria.
Con carácter general, la figura del sujeto pasivo del delito coincidirá con la de
perjudicado por la conducta falsaria, pues es el bien jurídico protegido el que resulta
directamente perjudicado por ésta. Ahora bien, no será de excluir algún supuesto en
284
solamente en concepto de perjudicado, de forma indirecta, a resultas de la acción
material o moral por la comisión del delito aunque no sea portador del bien jurídico
2. El elemento objetivo.
2.1. La acción.
285
Con carácter generail, puede entenderse con DEL ROSAL335 que el
identifica falsedad con falta de verdad, entendiendo ésta como verdad íntegra. A este
manera genérica y neutra, y por falsificación la acción concreta caracterizada por esa
ausencia de verdad”.
provocar un error en terceras personas. Por ello, falsedad y error van unidos en la
medida en que la acción falsaria tiene por característica inducir a error a terceros,
idoneidad337. Sin embargo, cuando la falsedad sea tan burda que resulte evidente y,
286
dañoso o de engaño que con ella se pretende338, no existiría delito. Se trataría en
definitiva de hacer aparecer un documento falso como si fuera verdadero, a través de
Ello enlaza con los principios de subsidiariedad y de “última ratio” que sustentan el
287
Sin embargo, el legislador español dota de mayor relevancia a las
desempeñan alguna función pública por estar investidos de potestad autenticadora que
mismo~4’. Desde esta perspectiva, podemos decir que un documento será verídico
en la medida en que no exista identidad entre la realidad exterior y lo que en él se
intenta constatar, que como sabemos se traduce en una lesión o puesta en peligro del
prueba.
esencial para aquellas personas que por razón del cargo o función que desempeñan
(funcionarios públicos en general> están obligados a decir la verdad, en tanto que esta
particulares.
autenticidad o a la veracidad del mismo, pues no todas las partes de que éste consta
son igualmente relevantes para incidir en el valor probatorio del mismo, creando una
~‘~‘Para QUINTANO RIPOLLES (“La falsedad... op. cit., p. III) “aun en los
“,
288
apariencia ajena a la situación documental que debiera constatarse.
doctrina ni en la jurisprudencia una teoría sobre los criterios que deben regir, en
constituyen el documento cuya alteración pueda ser relevante para constituir delito.
de verdad que incida en la eficacia que el documento pueda surtir en el ámbito del
tráfico jurídico. Por otro lado se exige, asimismo, que la esencialidad sea tal que sea
documento sea evidente no afectarían al valor probatorio del mismo por ser ineficaces,
pues la acción resultaría inidónea para la ejecución del delito perseguido. Así ocurriría
segundo del C.P. y en los que sólo existe una imposibilidad relativa de ejecución del
delito.
289
actividad y delitos de resultado343. Señala MEZGER3~ entre estos últimos los
delitos de falsificación de documentos.
exige un resultado que no se identifica con la conducta causante del mismo. De esta
conducta delictiva, mientras que en los documentos privados es necesario que ese
346 CASAS BARQUERO, “El delito , op. cit., p. 410. Señala GONCALVES
MONIZ (“O crime op. cit., pp. 35 y 36) que el delito de falsificación de
,
290
Finalmente, habría que hacer referencia a la naturaleza instantánea del delito
orden a la consumación de este delito hay que tener en cuenta que en los tipos en los
intencional o en sede psíquica del pretendido resultado lesivo, sin que se requiera,
para la concreción del tipo ni para la consumación del delito, la efectiva consecución
del mismo.
Ripollés. Ar. 663), referida al caso de una madre soltera que, próximo su nuevo
procesada en autos para ingresar en una casa de salud bajo la identidad de esta última
e inscribir en el Registro Civil el mismo día del alumbramiento al niño nacido como
hijo natural de esta misma, viene a destacar la “naturaleza instantánea del delito de
bien jurídico de la fe registral, sin que sea obstáculo para ello la producción de efectos
(CDO. 20)347.
291
2.2. La omisión.
generales, no sea lo más idóneo sino que, como dice CORDOBA R0DA348, la
cuestión debe ser examinada atendiendo a cada uno de los tipos de escritos en los
correspondientes números del artículo 302 del C.P., vamos aquí a establecer unas
líneas generales en torno al tema, pasando a analizar con más detenimiento la cuestión
que comprenden esta forma de ejecución falsaria, en concreto los números 2 y 4 del
1<’ del C.P., que el delito de falsedad documental se puede cometer tanto por acción,
como acabamos de exponer, como por omisión, aun cuando respecto de esta segunda
292
forma comisiva del delito de falsedad no existe formulación expresa en ningún
precepto del citado texto legal, deduciéndose implícitamente la misma. Es por ello que
determinada acción que el sujeto tenía obligación de realizar y que podía realizar:
se indica por COBO DEL ROSAL351 que mientras que en los delitos de acción el
carácter previo, siendo esta amenaza o riesgo previos lo que determina la “acción
se traduce en el documento por una laguna, en no anotar un hecho que debió ser
293
a su esencia, así como a sus efectos o consecuencias, esto es, al documento en su
conjunto o totalidad352. Quiere esto decir que esta forma de ejecución del delito de
falsedad documental cabe perfectamente en los tipos de los números 4 y 6 del artículo
302 del C.P., dado los términos empleados en aquéllos de “faltar a la verdad” y de
Hay que señalar, por lo demás, que no se plantean dificultades en cuanto a las
llamadas omisiones parciales, en las que lo que se oculta es sólo un extremo del texto,
pues cuando la omisión alcanza a todo el documento, se dice que la laguna legal
documento no nace de la nada, o sea, omitiendo, por lo que habrá en todo caso una
294
acción-omisión, y esto se da íntegramente en la falsedad total357,
Nuestra jurisprudencia no se muestra, en general, favorable al criterio
El legislador, por su parte, exige que el sujeto que cometa falsedad lleve a
cabo una conducta dirigida a la producción del resultado lesivo para el bien jurídico
protegido363.
~<‘~ “Derecho penal. Parte especial”, op. cit., Pp. 213 y SS.
362 “EL delito , op. cit., p. 197. Precisa el autor que “Ja observación de las
peculiaridades del comportamiento típico descrito en el artículo 306 del C.P. permite,
en general, formular el entendimiento de que el delito de falsedad documental,
conforme al sistema de nuestro ordenamiento penal, puede ser perpetrado tanto
mediante acción positiva cuanto mediante omisión impura”.
363 A este respecto. GARCÍA CANTIZANO (“Falsedades , op. cit., pp. 311
y 312) considera que “falsificar conlíeva ya la idea de ejecución de una determinada
acción encaminada a desvirtuar el sentido probatorio del documento. Desde este punto
de vista, la omisión pura, entendida como no ejecución esperada al sujeto
estructuralmente no es concebible en el marco de la falsedad documental”. En
parecidos términos se pronuncia CASAS BARQUERO (“El delito op. cit., p.,
196) cuando afirma que “el delito de falsedad documental será un delito de acción ya
que requiere para su existencia material realizar una actividad de forma positiva
consistente en un determinado hacer (...). No obstante, no debe quedar excluido el
que por medio de una actividad negativa se puede llegar a configurar este delito si
resulta la posición de una cosa no verdadera en el documento, haciéndose resaltar en
él la constitución de una situación distinta de la verdadera”. Cita el autor las
sentencias de 13 de junio de 1951 y 13 de junio de 1952, que recogen esta doctrina.
295
En orden a la concepción normativa de la omisión, se ha delimitado
ordenamiento jurídico penal3M. Ello nos conduce a otra forma de omisión como
posible típica falsaria, como es la comisión por omisión del delito de falsedad
documental que pueden llevar a cabo aquellos sujetos sobre los que, por ley, ocupen
una posición de garante365 que les obligue a evitar una constatación falsa
en las que intervienen, en base a los principios de buena fe y seguridad del tráfico
jurídico. De aquí que haya que preservar las funciones probatoria, de garantía y de
considera “que el Notario Don M.R., haciendo mérito en el acta de que se trata de
364 COBO DEL ROSAL, “Derecho penal. Parte general”, op. cit., p. 153.
296
que el elector J.G.M. había concurrido en tal concepto a votar o hacer ante él la
electoral, era el de .J.G.A.”. Para añadir que “esta omisión por su propia naturaleza
y atendidos los efectos que podía producir, bien la cometiere el propio Ródenas
artículo 123 de la ley de 1878, ni otro alguno, y sí meramente cuando más de una
los resultados de esta misma práctica, puesto que a ningún elector se le despojaba
tenido como habría sido preciso para que existiera el delito de falsedad con
297
el delito de falsedad en documento público, puesto que nada se alteró ni desfiguró
en las actuaciones judiciales que tuvieron lugar a consecuencia de la gestión del que
(CDO. 1<>).
de reales, respecto a la finca embargada denominada de Bello Sitio, las dos hipotecas
con que estaba gravada dicha finca, para responder del fiel desempeño de los cargos
omisión no ha existido para el juez, que debiendo examinar por sí mismo los autos
practicar su liquidación, lo hizo en el sentido del auto del Juez que aprobó el remate
mente el mismo Juez prescindió de las peticiones del querellante, en que le pedía las
fundamento que se haya cometido tal falsedad, por no haberse confirmado ni hecho
por don E.M.C. los créditos que la Cia. T.S. le había cedido anteriormente contra la
Sociedad Central Redención, porque aquella omisión, que no infringe ley alguna ni
298
para su propósito, no determina la alteración positiva, ni la intercalación a que
(CDO. 2<’).
40 del 302 del Código penal, afirma la sentencia de 31 de diciembre de 1951 (Pte.
sabiendas de su inexactitud, para ejercitar la acción real que a todo el que ostenta un
derecho y acción que sobre el inmueble a virtud de justo título y buena fe ostentaba
construidas esas dos habitaciones, dijo lo que era exacto, aunque omitiera decir en
qué tiempo y por quién se habían efectuado las obras, ya que este detalle no era
indispensable para la finalidad perseguida, por ser indiferente que las habitaciones
se hubiesen construido por el anterior propietario del solar o por el que hacía la
manifestación ante la fe notarial; pero aunque así no fuera, como del texto de la
calificado toda vez que la falsedad criminal requiere que se realice a sabiendas una
299
mutación sustancial de verdad en el documento, que altere la realidad de los hechos
la finca objeto de compraventa diera lugar a una mutación de verdad, puesto que en
Supremo que “se trata de una simple omisión que no altera la verdad en lo
el piso con el beneplácito de la querellante, quien renunció de todos los beneficios que
Pallin. Ar. 3.295) declara que “aun admitiendo que los procesados conocieran
exactamente todos los datos necesarios para hacer una citación en forma por vía de
300
domicilio de la querellante sino su incidencia sobre la producción de un resultado
lesivo para sus intereses, circunstancia que según las previsiones de ley estaba
salvaguardada por las previsiones del legislador que en el artículo del Código Civil
antes citado establece que la partición realizada por Contador-Partidor deberá ser
aprobada judicialmente, salvo que haya confirmación expresa de todos los herederos.
que “al formalizar la escritura de compraventa sin hacerse constar por los acusados
la existencia de una segunda hipoteca mal podría tener trascendencia tal omisión
probatoria del documento. En efecto, en el caso enjuiciado, la omisión, por parte del
embargo que gravan a éste, pues tampoco en este caso se ha visto afectada la
función probatoria del documento, “toda vez que la escritura sólo prueba que el
vendedor realizó una declaración, pero en modo alguno que esta declaración sea
301
verdadera en lo que respecta al estado de dominio del inmueble”, y no dándose por
declararon”.
366 La sentencia 6 octubre de 1993 (Pte. Soto Nieto. Ar. 7289) sintetiza también
esta doctrina señalando que “el delito de falsedad en documento privado que tipifica
el art. 306 del CP viene concebido en función de la protección del tráfico jurídico,
al atentarse contra la fe particular y la certeza con la que hay que contar en las
relaciones intersubjetivas, en correspondencia con la confianza de la sociedad en el
valor probatorio de los documentos Lcfr. 55. 27-5-1988 y 26-3-19901. Como
elementos básicos que definen y caracterizan este tipo de falsedad figuran: 1. ~D de
un lado, el elemento objetivo o material propio de toda falsedad, cual es la mutación
de la verdad ideológica o material por alguno de los procedimientos o formas
enumerados en el art. 302 del CP; 2.~) la <mutatio veritatis> debe recaer sobre
extremos esenciales o capitales del documento, teniendo, en consecuencia, entidad
suficiente para incidir negativamente sobre el tráfico jurídico, con virtud para trastocar
los efectos normales de las relaciones jurídicas; si la inveracidad o mudamiento de la
verdad afecta tan sólo a extremos inanes, inocuos o subtrascendentes, la irregular
conducta quedará fuera de la esfera abarcadora de la ley penal Icfr. SS. 30-5-1987,
24-6-1988, 23-3-1990 y 22-5-1991]; 3.”) presupuesto subjetivo o dolo falsario,
propósito de preconstitución probatoria -no correspondiente con la verdad real-, con
la finalidad específica de causar un perjuicio a tercero, siendo irrelevante que el daño
llegue a causarse o no, al equiparar el Código su efectiva realización con el ánimo de
causarlo, sobrevaloración, en suma, con trascendencia penal, de la tenencia interna
y programada, de la latente y potencial perjudicialidad del mendaz instrumento. Ello
es determinante de la consumación efectiva, ante la detectación del pretendido deseo,
sin exigencia de constatación de una consecuencialidad de empecimiento y disfavor.
302
1<’) un elemento objetivo o material cual es la mutación de la verdad
jurídico, con virtualidad para trastocar los efectos normales de las relaciones
30) el elemento subjetivo del dolo falsario, entendiéndose por tal dolo
lo que no lo es, elemento subjetivo del injusto que hace patente la maliciosa
artículo 302 los siguientes: “la mutación o alteración de la verdad en alguna de las
formas que especifican sus varios apartados, llevada a cabo por un funcionario
303
documento público u oficial” (CDO. 20).
Pumpido Ferreiro. Ar. 10.193) declara no haber lugar al recurso de casación, por
segundo pone de manifiesto que “habiendo decaído el anterior motivo, que pretendía
previstas en el art. 302 CP. En efecto, el «factum» afirma que en los pliegos
Ayuntamiento de Llubí «figuraba como cabecera de los pliegos la razón por la que se
requerían las firmas» y que «el procesado se hizo con uno de los mencionados
según afirma la Sala, cuya declaración fáctica ha de acatarse en esta vía de recurso,
típico de la conducta que el hecho probado describe como realizada por el procesado”.
304
3. 1. La alteración esencial de la verdad.
esencial del mismo, o a la integridad de éste, siempre que no sea debido a un mero
pues ocasión habrá de incidir más concretamente sobre el mismo al hablar de las
en documento público, según el articulo 311, en relación con el número 6 del artículo
310 del CP de las Islas de Cuba y Puerto Rico, que se citan como infringidos en el
368 Sentencia de 29 de enero de 1934. Algún autor sostiene que no es preciso que
la alteración de la verdad sea esencial. Esto que podía ser cierto para algunos casos
del artículo 302 del Código penal, no lo es sin embargo con carácter general. PUIG
PEÑA (“Derecho penal op. cit., p. 263) insiste afirmando que la falsedad ha de
,
305
positivos encaminados a la mutación esencial de la verdad en el texto por el
123) cuando afirma “que la esencialidad del delito de falsedad previsto en el artículo
307 del Código penal vigente, concordante con el 314 del derogado de t870, la
meros errores o equivocaciones ajenos a todo propósito doloso” (CDO. 1<’). Doctrina
esta que aplicada al caso de autos sirven para deducir la irrelevancia criminal de los
modificación o alteración y, por otro, la diferencia que se hace observar entre el pie
(CDO. Y>).
Ar. 754) se declara probado que acordado, conforme a la Ley de Tasas, el cierre de
un molino harinero por un periodo de tres meses y trasladado este acuerdo, que lleva
notificación al interesado, por medio de oficio fechado el 31, pero que no salió de la
306
asistido del Secretario y en presencia de dos testigos y de un hijo del propietario del
molino, en fecha imprecisa, pero desde luego posterior al citado día 2, levantó acta
de clausura del molino, que fue firmada por los cinco, en la que en vez de
diferencia de uno a dos días entre la fecha en que se registró de salida el oficio de
traslado del acuerdo de sanción y aquel otro en que se procedió a darle cumplimiento
mediante cierre del molino por medio de tres meses, “se llega a la conclusión de que
Arizala. Ar. 3.671), examinada la cuestión planteada en autos, señala “que no revisten
carácter punible las previas simulaciones de los acusados para aparecer dueños, pues
la persistencia maliciosa en este propósito por las que los absueltos adquieren sus
307
adjudicaciones de los pisos con lo que los recurrentes consiguen burlar una
alteración de verdad en este caso, constituía por elementos ideológicos que revisten
sobre lo que realmente pactaron los contratantes y consignaron en sus escrituras y los
tienen una oposición terminante con lo que fue la voluntad de los contrayentes y
1991 (Pte. Huerta y Alvarez de Lara. Ar. 7.944) entiende que en la escritura de
declaraba que se recibía por los procesados el total precio de la cesión, sabiendo las
partes que no era así y existiendo una referencia explícita a las cláusulas relativas a
308
Pallín. Ar. 2.343), conociendo de un supuesto de notificación del procedimiento de
como ya hemos afirmado, que la falsedad documental, bien mediante la formación del
documento apócrifo, bien mediante la falsificación del verdadero, tiene que imitar la
verdad misma, lo cual no supone una imitación absoluta369, sino que basta que con
ella se induzca a error, quebrantando, por así decirlo, el crédito que todos los
existe en la doctrina para declarar que si la imitación es tan imperfecta o “tosca” que
309
3.2. El dolo falsario.
A) Apunte previo.
falsedad es uno de los más espinosos debido a la gran disparidad de criterios que el
mismo suscita.
~ Una definición clásica es la que nos ofrece CARRARA cuando concibe el dolo
“como la intención más o menos perfecta de ejecutar un acto que se sabe que es
contrario a la ley”. Observa el autor “que esta definición no pone el animus nocendi
como criterio esencial y constante del dolo”. A este respecto, señala que quienes
consideraron lo contrario “no vieron cuál es la verdadera objetividad jurídica del
delito y confundieron el daño particular con el daño universal”. Precisamente, “en los
delitos que ofenden directamente a la sociedad, el ánimo de dañar al individuo puede
ser muchas veces indiferente, porque la determinación de violar la ley envuelve en sí
misma la idea del daño social” (“Programa...”, op. cit., 1, parágr. 69).
‘y” COBO DEL ROSAL y VIVES ANTON: “Derecho penal op. cit., pp. 488
,
y 490. Explica a continuación el autor que para que concurra la forma de culpabilidad
dolosa no es suficiente con que el autor haya sabido y querido lo que hacía, sino que
es preciso también que haya sabido que no debía hacerlo y que, pese a ello, se haya
decido a realizarlo. Por ello, entiende que la distinción que hace BAUMANN entre
el dolo como “elemento del juicio de culpabilidad” y la “forma de culpabilidad
dolosa”, caracterizada esta última por la especial relación que el dolo establece entre
310
de donde se sigue que una y otra han de proyectarse no sólo sobre la dimensión
externa del hecho, sino también sobre su significación o entraña valorativa. De aquí
CARRARA- surge la intención, que la define como “un esfuerzo de la voluntad hacia
llamado «dolo falsado» para referirse al dolo propio del delito de la falsedad
concepto de dolo en este delito es diferente del concepto general de dolo. Por el
311
de dolo, sino la misma noción que caracteriza a este aspecto del elemento subjetivo
de todos los delitos. Por lo tanto, el dolo del delito de falsedad documental requiere
contenido auténtico”.
Dos son las teorías que han intentado dar respuesta a este interrogante:
312
La tendencia formalista entronca con lo que se ha dado en llamar el <dolus
de elementos morales y éticos, lleva al principio en virtud del cual el dolo está
Ahora bien, así formulada esta teoría es manifiesta su incompatibilidad con los
sea mediando dolo o culpa (art. 10 del C.P.). Lo que aplicado al tema que estamos
estudiando significa afirmar que “el dolo en el delito de falsedad documental no puede
motivo de que la falsedad penalmente relevante tampoco se reduce a una mera falta
de verdad en el documento”383.
aplicarse en nuestro caso, esto es, la que atiende a la intención o ánimo de perjudicar
como contenido del dolo. Lo que a su vez nos conduce a la necesidad de distinguir
último por la concurrencia de especiales características del conocer o del querer del
313
autor3M. En efecto, en tanto que la falsedad en documento público se caracteriza por
la concurrencia del simple ánimo de falsear o faltar a la verdad (dolo genérico); la
de causar un daño a tercero, aspecto intencional este que deberá ser probado para
determinar su existencia así como la del perjuicio ocasionado385. Como señala PUIG
PEÑA, se trata de un <dolus maior> que viene recogido en el articulo 306 del C.P.
junio de 1972 (Pte. Escudero del Corral. Ar. 3.466), donde se indica que a la nota
314
indeterminado en la medida en que queda afectado entonces el interés general de la
en un primer momento el elemento lesivo del perjuicio ajeno fue entendido a veces
daño potencial propio de aquellas otras en las que está presente un interés o valor
Por ello, como indica CARRARA, el dolo quedaría excluido en la falsedad “no
sólo cuando se cree verdadero aquello que es falso, sino también cuando la falsedad
315
Siguiendo al autor italiano, ROMERO SOTO389 entiende que la intención basta para
integrar siempre el delito, aunque el daño buscado no se haya producido, pero cuando
presencia de dolo genérico en los supuestos en que, precisamente por esta carencia,
absolutorio.
(Pte. Gómez de Liaño y Cobaleda. Ar. 4.960), que señala que la presencia de un dolo
genérico “está constituido por el ánimo falsario, consistente en que el agente tenga
conciencia plena de que no dice la verdad real con voluntad de alterarla a pesar
de conocer su ilicitud, sin que sea preciso que concurra un ánimo especifico de
carácter tendencial que diera lugar a un elemento subjetivo del injusto” (CDO.
2 (>)•
Ar. 30) absuelve a la inculpada del delito de falsedad que se le imputaba al considerar
“que, el primer motivo del recurso con sustento en el número 1<> del articulo 849 de
la L.E. Criminal señala como infringidos por inaplicación, el artículo 303 en relación
con el número 4<) del 302 del Código Penal y no puede prosperar, pues necesitaba
316
un dolo evidente en la falta a la verdad en la narración de los hechos, y en este
punibilidad por el posible daño real en la vida del Derecho; a más de que el
Ar. 6.477) declara que “el delito de falsedad en documento público oficial o de
comercio, cuya dinámica delictiva queda expuesta en el artículo 302 del Código Penal,
motivo del recurso, segundo y último objeto de decisión, se pretende que se declare
317
arrendamiento a favor de la querellante, al manifestar que no existía carga o gravamen
sobre la finca, estos supuestos evidencian la inexistencia del dolo falsario, y por
Ar. 9.297) es clara cuando vincula la voluntad falsaria con la vulneración del bien
del Tribunal Supremo declara haber lugar al recurso y dicta segunda sentencia en la
que absuelve al procesado Joaquín A. H. del delito de falsedad de que era acusado,
meses y un día de prisión menor y cincuenta mil pesetas de multa por el delito de
318
esencialmente la conciencia de la «mutatio veritatis» o voluntad de alterar la
Ar. 706) declara en el Fundamento de Derecho tercero que “los motivos 3.c, 4.c y
5.c canalizados por la vía del número l.c frí articulo 849 de la Ley Procesal alegan
la infracción respectiva, por Sil inaplicación, de los números 2.c, 4.c y 5.c del art.
302 del C. P., ya que partiendo de los hechos declarados probados en la sentencia
censurada, resulta obvio que en el otorgamiento del acta previa relativa a la finca
interviene el Sr. Rivas y en el acta que se levanta días más tarde, se hace constar que
se da por supuesto el que el acta se levanta en la propia finca y se hace pasar por el
suasoria de clase alguna, de donde, al igual que ha ocurrido con los dos
razones dadas por el juzgador “a quo” a lo largo de los fundamentos jurídicos 2.c y
4.c de la sentencia impugnada, acordes con la doctrina pacífica de esta Sala y así la
319
consignada en el documento -o documentos-), en acción <antijurídica>, a través
probado que el 27 de julio de 1949 y ante el Notario don R.S. se otorgó escritura de
procesado J.C., un trozo de tierra y una casa, siendo el precio de la venta de 4.000
pesetas que la vendedora confesó haber recibido de la compradora antes del acto a su
entera satisfacción, no siendo cierta esta entrega del precio, pues no se entregó
cantidad alguna en ese concepto por la procesada a la vendedora, la cual, con más de
390 Téngase en cuenta lo dicho sobre este mismo tema páginas atrás al hablar del
documento privado.
320
1951, no siendo cierto, y así también se declara, que la venta de dichas fincas se
logrando hacerla creer que éste iba a apoderarse de los bienes de ella y que para
impedirlo debía ponerlos a nombre de la procesada, pues por el contrario esta última,
criada de doña E., la había atendido cuidadosamente y su dueña hizo compensaría con
confiesa según sostienen los hechos probados, haber recibido de la compradora con
puede decirse que se corneta una falsedad en documento público que castiga en
número cuarto del artículo 302 en relación con el 303, ambos del Código Penal,
pues en ello no existe intención punible alguna, cuando en esos mismos hechos se
fincas, objeto de citada escritura, por la doña E.M. a la procesada M.A.B. no era
su sobrino WC., sino por el contrario, la citada M. era criada de doña EM. a la que
al ser esto así, la actuación de los procesados, no puede estar más alejada de toda
malicia o intención dolosa, pues bien sentado, en los hechos probado queda, que para
321
física de doña E. por su avanzada edad para indisponerla con su sobrino; y en su
consecuencia deben ser acogidos los dos primeros motivos de este recurso, que fueron
apoyados por el Ministerio Fiscal “in voce” en el acto de la vista’ (CDO. 1%.
con anterioridad matrimonio <in artículo mortis>, pero no pudiendo acreditar este
Ar. 754), citada, declara que “centrado el debate relativo a este recurso en la
diferencia de uno a dos días entre la fecha en que se registró de salida el oficio de
recurrida, y aquel otro en que se procedió a darle cumplimiento mediante cierre del
requerido para la existencia del delito que se ha calificado con arreglo al número
545) declara no haber lugar al recurso contra el fallo absolutorio de la Audiencia por
estimar ‘que aún cuando en los hechos probados de la sentencia de instancia recurrida
322
mencionada inexactitud registral de referencia, también es cierto que tampoco
aparece en aquellos hechos afirmación alguna que establece que dicho procesado
mismo procesado por los delitos de falsedad y estafa que el recurrente le imputa”
(CDO. 30)
La sentencia de 28 de marzo de 1958 (Pte. Díaz Plá. Ar. 1.213) dice que
que ese ánimo impulso de las infracciones, no consiste en el simple deseo estático
logro efectivo del fin perjudicial propuesto, lo cual quiere decir que si el documento
o siquiera posible para otra persona, habrá de ejecutarse un acto complementario que
que “el dolo específico que configura la típica modalidad delictiva condensada en el
323
no es bastante para generar el delito de falsedad que se pretende sea reconocido en
compraventa por aquel hecho al procesado, el precio de 4.500 pesetas, que decía el
propio vendedor que se entregaban de presente, sin que este extremo fuese cierto,
testigos, ante todos los cuales se leyó y firmó el documento, no puede existir base
faltar el requisito del perjuicio cometido o intentado cometer, ni para reputar autor
consignado, no ha hecho más que redactar lo que el vendedor le dictaba, sin que
conste haya actuado sobre la voluntad del transmitente para perjudicar a otro u otros,
por lo que debe rechazarse el primer motivo del recurso fundado en la alegación de
pericia y técnica del notario, por lo que no son imputables a aquél del modo
préstamo, sin ánimo alguno de falsear documentos, por lo cual fue ajustada a derecho
324
la absolución acordada por la Sala sentenciadora, no habiendo lugar a estimar el
que al faltar impide la existencia del delito, pues si bien en las falsedades de
relación a una declaración de nacimiento de una niña, haciendo constar que era hija
del procesado y de su esposa, cuando lo cierto es que era hija natural de otra mujer,
pero realizándose dichas manifestaciones sin intención delictiva, sino por el deseo
acuerdo con la madre de la menor que carecía de recursos para mantenerla, considera
presupuesto de las dolosas, al requerir éstas no tan sólo una voluntad neutra al
valor, sino maliciosa, por la concordancia obligada del artículo 1<’ con el 565 del CP,
requerible en las falsedades básicas de los artículos 302 y 303, y la modalidad culposa
325
los hechos probados, y como hecho consta, aunque en vigor no lo sea, la ausencia
concordaban con unas declaraciones a iguales o muy parecidos extremos por los que
manifestaciones vertidas por los enjuiciados en una y en otra ocasión para apreciar su
porque si bien el artículo 1 ~‘ del Código Penal considera punibles las acciones
enumeradas en él, conducta que resulta cuando en el hecho básico se sienta que
326
las partes contendientes, lo que elimina la conducta maliciosa aneja a los delitos
del primer motivo del recurso que invoca la infracción por no aplicación de los
mercantil haciendo constar que los señores P. y C. eran los representantes para los
venían actuando como tales delegados desde la campaña 1964/1966, con conocimiento
327
carta dirigida por el procesado a su cuñado P. que se encontraba en Alemania,
tener para ello facultades, en modo alguno podía vincular y obligar la carta a la
escrito, con el loable propósito de acuciar la actividad de ventas, sin el menor ánimo
declara explícitamente que “el delito de falsedad en documento privado, que tipifica
el art. 306 del C.P. tiene un sentido flnalista, ya que no se crea, por la sola
alguna de las formas descritas en el art. 302 -elemento objetivo-, sino que además,
perjudicar o “animus laedendi”, pero teniendo que concurrir, al lado del dolo
finalística -in alteriur prejudicium- por exigirlo así directa y expresamente dicho
328
necesaria para calificar la conducta como falsaria la comprobación de la
moderno Derecho Penal de que «no hay delito ni pena, sin culpabilidad» exigencia
que en el hecho estudiado tendría que asumir la forma de un dolo falsario específico
de dañar la fe pública o los intereses de tercero -en este caso el inquilino- para
establecido en el texto constitucional que impide presumir nada en contra del acusado,
sin una prueba reputada como suficiente, que en este caso no existe, por lo que el
2 1-6-1988-, no puede reputarse como tal el que no cree o pruebe derecho alguno
personas, esto es, que el documento privado para ser penalmente relevante ha de
329
pues no basta para que se pueda entender cometido el delito de falsedad que concurra
hecho39, lo que constituye una exigencia imprescindible del dolo pues, como resefla
COBO DEL ROSAL, “sólo del conocimiento de la antijuricidad deriva la
330
antinormatividad del querer, su conflicto con las pautas de determinación dimanantes
el tema de la graduación del querer para distinguir el dolo directo y el dolo eventual.
El primero se refiere al fin propio de la acción del autor, así como a las otras
“de primer grado”, en el que el querer del autor se dirige a las consecuencias de su
acción como a un fin, y un dolo directo “de segundo grado”, en el que el autor se
parágr. 66). Por su parte, STRATENWERTH (“Derecho penal op. cit., p. 107)
,
identifica el dolo eventual con el dolo condicionado. Discrepa de esta postura COBO
DEL ROSAL al entender que el dolo condicionado no puede considerarse una especie
autónoma de dolo, pues -afirma- si la condición ocurre y el hecho se realiza, el querer
deviene incondicionado y, en caso contrario, desaparece, quedando solamente como
un irrelevante acto interno, Y cita el autor a otro autor alemán SCHULTZ, para quien
ambas clases de dolo se trata de cosas distintas, pues en el dolo eventual el querer es
incondicionado, siendo condicionada, en cambio, la ocurrencia del hecho; mientras
que en el dolo condicionado, se quiere el hecho solamente en el supuesto de que
ocurra determinada condición (“Derecho Penal. Parte general”, op. cit., p. 495).
331
o sucesos que el autor se representa como existentes o previsibles pueden
396 Entiende MEZGER (“Tratado ,op. cit., 11, Pp. 140 y ss., espec. citadas PP.
146- 149) que la decisión correcta en relación a la problemática que suscita este tema
no puede lograrse, ni unilateralmente sobre la base de la llamada “teoría de la
probabilidad”, ni tampoco unilateralmente con arreglo a la denominada “teoría del
consentimiento”. La solución requiere distinguir: a) el autor piensa el posible
resultado como dependiente de su voluntad: en tal caso supuesto sólo lo ha querido
si ha consentido en él. Tal consentimiento aparece excluido cuando el sujeto interviene
precisamente para evitar el posible resultado; y b) el autor piensa el posible resultado
como independiente de su voluntad: en tal supuesto lo ha querido en tanto le considere
probable, es decir, en tanto cuente con la posibilidad de que el resultado se produzca.
Precisamente, a la doctrina alemana hace referencia SILVA SANCHEZ, la cual aplica
al “conocimiento eventual de la antijuricidad” los mismos criterios que emplea en el
tipo positivo para distinguir entre dolo eventual y culpa consciente. Y así, la mayor
parte de los autores entienden que “existe dicho conocimiento eventual siempre que
el sujeto considera seriamente la probabilidad de que su conducta sea antijurídica y
conforme con ello. Es decir, que son precisos dos elementos. El primero, una
situación de duda, en la que el sujeto advierte la probabilidad seria de que su conducta
infrinja el Ordenamiento. El segundo, una postura del mencionado sujeto, dentro de
la duda, favorable al resultado “lesión del Ordenamiento” (“Observaciones sobre el
conocimiento <eventual> de la antijuricidad”, Anuario de Derecho penal y Ciencias
penales, tomo XL, 1987, p. 649).
332
de la Rosa y de la Vega. Ar. 287) “se deduce la ausencia de dolo, que es elemento
que la concesión acordada a favor del fallecido se considere transferida con todos sus
demuestra que no hubo solución de continuidad entre los actos del causante y los del
que le sucedió en sus negocios, y al faltar el elemento intencional, alma mater del
que no puede ni debe olvidarse, como fundamento de toda infracción criminal que sin
una voluntad de faltar a la verdad, no puede darse este delito de falsedad, pues,
aún habiéndose llegado a admitir la posibilidad de que pueda cometerse por impruden-
cia, la carencia de dolo en tal caso no excluye, pues ello es precisamente el factor
333
previamente del grado de veracidad de lo consignado en el documento, es decir, que
considera que “(...) esta actuación no es constitutiva de delito, pues le falta el dolo,
falsedad ideológica a que se refiere el número 4 del art. 302, pues en este caso se
del asunto no aparece más que el deseo de privar a la Hacienda pública del percibo
subsuelo de monte propio del Ayuntamiento de Guimar, puesto que indica que el
orden 1.141, cuyo asiento se encuentra entre el 1.140 y el 1.142 de los días ocho y
diez del mismo mes, respectivamente, hace inviables el primer motivo del recurso
amparado en el número segundo del art. 849 de la L.E.Cr., por no ser posible
declarar, cual se pretende, que entre las antedichas fechas se intercaló, falseando el
334
Audiencia admite y que no eliminan las circunstancias de ser el asiento único en su
efecto fuera del mismo sin invalidar el campo de operatividad de la Audiencia y sin
741 de la mentada Ley; por lo que queda inalterada la relación fáctica y, según ella,
que aunque el señalado día 9 era domingo, no consta acreditado que la encartada
L.M. pusiera esa fecha a sabiendas de que faltaba a la verdad ni que el procesado
de él, así como tampoco que con el referido asiento, erróneamente fechado en día
inhábil, y cuya verdadera fecha debió ser la anterior o posterior inmediatas, se causara
solicitud para iguales fines que la del repetido asiento” (CDO. 10). Y agrega el
penal y si, por el contrario, la lícita indicada, que hace procedente la absolución del
335
inhábil y no la correspondiente, al decir el Tribunal de instancia que no se acreditó
que dicha encargada del Registro pusiera esa fecha con conocimiento de que
delito falsario imputado y obliga su falta a repudiar el segundo motivo del recurso
con base en el núm. 1’> del art. 849 de la Ley penal de ritos” (CDO. 2’>). L a
sentencia de 25 de junio de 1985 (Pte. Vivas Marzal. Ar. 3.049) manifiesta que “el
que se está faltando a la verdad -bien sea ideológicamente, bien sea materialmente-
en él, toda vez, que, al infractor recurrente, al que se le pregunta, por quien había de
legalizar los Libros de comercio, la fecha que había de ponerse, previa consulta con
su asesor mercantil, facilitó una fecha distinta a la real y muy distante de ella, lo que
evidencia que, por razones interesadas y fraudulentas, se percató de que se iba a fecha
determinación autónoma del yo, que así se hiciera. Procediendo, en consonancia con
número 1.” del articulo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal por aplicación
indebida de los artículos 303 y 302~5.o del Código Penal” (CDO. 60).
336
soporte de una real y verdadera operación comercial, creadas con el designio de
«Cerfinter, 5. A.» hasta lograr el «leasing» previsto, sin que se atisbe propósito
a terceros ajenos a esta operación puente, puesto que la cesión cambiaria mediante
endoso era una expectativa legalmente posible pero que no aparecía en las previsiones
contractuales”. Y una vez expuestas las conductas de las tres partes protagonistas de
337
dolo falsario en los acusados, es decir la voluntad maliciosa finalísticamente
sus obligaciones con terceros, y de dar a las letras de cambio aceptadas el carácter de
que las letras aceptadas respondían a una operación comercial real y efectiva; sin duda
actitud renuente al pago de los acusados porque tales efectos se habían creado con
de las máquinas -soporte causal de las cambiales- había sido resuelta con reintegro de
pudo constituir y constituyó a los aceptantes en deudores civiles, pero los hechos
endosadas”.
338
aceptante, como se deduce -sin necesidad de mayores comentarios- del documento de
intervinientes en estos hechos, ni, por supuesto, referirse a los aspectos civiles que
declara que “no tiene vigor suasorio el primer motivo del recurso, por aplicación
indebida del número 4/> del artículo 302 del Código Penal, porque en la escritura
pública de siete de mayo de mil novecientos ochenta manifiesta ser compradora -la
recurrente- de la casa que había sido propiedad de sus padres, cuando esta
dominio hábil para el acceso al Registro de la Propiedad, siendo la venta del acto
jurídico simulado a tales fines. Todas las demás alegaciones fácticas están al margen
del hecho probado y no pueden ser tomadas en consideración en la vía del número 1 .“
339
del articulo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, las cuales se vuelven a repetir
en el segundo motivo del recurso, con cita del artículo 1.0 del Código, para invocar
la falta de voluntariedad que pugna con la realidad de la venta que no tenía una
finalidad transmisoria, sino que era el vehículo para conseguir un título dominical
delito de falsedad en documento mercantil sancionado en el art. 303 del Código Penal
texto legal, y estableciendo los hechos probados de la sentencia impugnada que dos
de los socios de un negocio de cafetería y pub, Joaquín 1-1. E. y José Luis 6. E.,
pts. pagaderas a través de 24 letras de cambio cada una por valor de 226.681 pts. y
vencimientos mensuales a partir del 30 de julio de 1984, y que tal contrato fue
suscrito por los citados en primer lugar como compradores no obstante figurar en el
existe certeza tuviera conocimiento el acusado H. E.», que también firmó las letras
como aceptante, es claro que semejante declaración no encierra los requisitos básicos
340
intenta hacer responsable a los encartados, ya que, en cuanto a joaquín H. A., no
E. porque si éste fue el que contrató la compra de las mercaderías que le vendió L.,
firmó el contrato correspondiente y aceptó las letras como obligado a su pago, falta
el requisito del dolo falsario característico de este tipo de ilícitos penales consistente
Código Penal, pues incluso los hechos probados aseguran, con indudable valor
exeluyente del dolo referido, que no existe constancia de que tal procesado, al firmar
anomalía, por lo que el primero de los motivos que quedan por examinar de este
997) declara no haber lugar al recurso interpuesto por el Ministerio Fiscal contra la
Derecho primero declara que “en orden al delito del que fue absuelto el procesado,
deshecho, que se habían realizado para ella unos trabajos que no se habían pagado y
que, siendo la cuenta corriente conjunta, del procesado y de su antiguo socio, falsificó
la firma de éste para que el pago del sueldo de los correspondientes trabajadores
que con él era titular, como ya se anticipó) de la cuenta corriente con la que se había
341
expedido el talón, yendo dirigida la intencionalidad del procesado a cumplir un
requisito formal sin el cual no hubiera podido cobrarse la deuda, teniendo en cuenta,
totalmente de fondos en la cuenta corriente, sin que en este último sentido se aclare
obligado correlato que ha de existir entre los diferentes bienes jurídicos defendidos en
esta vía tan enérgica y el alcance de los correspondientes tipos jurídicos. Por ello no
cabo, tiene constancia de los intereses en cada caso defendidos, aquí la confianza
alguno”.
recurrida en la que no se establece en ninguno de sus seis extremos que las personas
342
que figuran en las correspondientes diligencias no existiesen ni tampoco que no
a una persona no identificada» (primero), «practicando una diligencia con una persona
(sexto). En los seis casos el relato establece que las personas destinatarias de los actos
al efecto, pero también narra un acaecer histórico: que las diligencias se practicaron
con otras personas y que los procesados «no se preocuparon de identificar por
considera que “es obvio que con arreglo a tal narración no puede deducirse la
existencia del tipo doloso tratado de aplicar: el definido en el núm. 2.0 deI art.
302 del Código Penal, pues el contrapunto general del art. 565 del mismo cuerpo
existencia de «malicia». Falta así el primer requisito preciso con arreglo a muy
343
mínimo de intención falsaria y defraudatoria”, afirma concluyente que “de no existir
esa mínima intención dentro del núcleo de la misma acción delictiva, no puede
absuelve al procesado considerando que “si bien en la acción llevada a cabo por el
mercantil en cuanto que las dos letras de cambio fueron por él libradas a nombre de
otro, no es menos cierto que falta el elemento subjetivo del tipo, es decir, falta el
tales como la 25-6-1985 cuando nos indica que «el ánimo falsario es elemento
que requiere para que la acción sea penalmente reprochable, la voluntad de trastornar
344
“mutatio veritatis” o voluntad de alterar la verdad en acción antijurídica». Pues bien,
falsaria del inculpado falta ese elemento subjetivo y esencial del dolo falsario, pues
expuesto, el único motivo que se aduce debe ser desestimado” (FD. 2<’).
6.991) dice que “con tales elementos el dolo, como tal, se da en forma íntegra. Un
que este propósito del autor sea exigido por el tipo subjetivo de este delito. Pero,
Hernández) declara que “el elemento subjetivo, es decir, el dolo supone la voluntad
345
es susceptible de prueba directa, debiendo inferirse de los datos objetivos integrados
dicho contenido no lo fuere de forma muy clara, no significa que posteriores actos
guiados por tal convicción constituya una alteración dolosa de la verdad, tal como
declarar que “para que pueda estimarse cometido el delito de falsedad que se imputa
condición interna de todas las acciones u omisiones punibles, y como este elemento
subjetivo tiene que ser apreciado por el Tribunal a quo en uso de las facultades
sentencia recurrida se afirma que el procesado M.A. creía y cree que era propietario
del mencionado monte, y esta creencia era racional por estar fundada en un
<que era propietario por herencia de sus padres de dicho monte> y tampoco
cometieron ese mismo delito los otros procesados Braulio D. y Manuel A.M., al
aseverar esta manifestación en tan repetida acta, puesto que según consta en la propias
346
La sentencia de 22 de octubre de 1973 (Pte. García Tenorio y San Miguel.
Ar. 3.717) estima “que el segundo motivo por el núm. 1’> del art. 849 de la Ley de
ritos aduce infringido el art. 302 núm. 4<’, en relación con el 303 y los arts. 531 y
532 núm. 2<’, del C.P. con lo que es visto que bajo un solo número o en un mismo
numerados distintos, cuales por una parte, las atinentes a la falsedad, y por otra, las
4a del art. 884 en relación con el 874 de la Ley, que es de desestimación ahora,
motivo que no podría estimarse además, porque si los procesados vendieron las
1945 sus primos hermanos a cuyo padre las entregó el de los encausados por
Audiencia por inexistencia del dolo que es esencial en los delitos imputados,
34-7
fallo en la narración fáctica contenida en la sentencia de instancia, dicho motivo no
puede ser estimado, porque las frases o conceptos que se designan como tales son de
aportó todo el material (de la sociedad), sin que le fuera abonado por la contraparte,
la que sienta como probado tal extremo que no deja de ser un hecho y que como tal
puede dar lugar a consecuencias jurídicas como cualquier otro pero que no tiene
invocados, que si en efecto predeterminan el fallo (todos los hechos acogidos como
falsificación del mismo para cometer estafa, dando cuenta y reseñando la actitud
interna del recurrente, que era la de cobrar una deuda sin incurrir en el ánimo de
dolo falsario, como elemento indispensable del delito del que se le acusa, que
figura contradicho o anulado por tales afirmaciones que dan a entender que el
recurrente solamente intentaba cobrar una deuda real y existente y por medios
María Luisa T. T., de los delitos de estafa y falsedad en documento oficial que se les
348
imputaba. Contra la anterior resolución la acusación particular «Tesorería General de
la Seguridad Social», recurrió en casación alegando los motivos que se estudian en los
articulo 302 del Código Penal y con dolo falsario, esto es, con la intención de faltar
o desfigurar la verdad, sea con fines defraudatorios, sea simplemente con fines
que se expiden en las oficinas públicas para el funcionamiento de las mismas o para
349
estipulado, es lo cierto, que, en todo caso, excluye toda criminalización del
motivo de la presente impugnación basada en el núm. 1.” del articulo 849 de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal, por inaplicación del artículo 303 del Código Penal en
relación con los números 27’, 47’ y 5•O del artículo 302 del mismo”.
Ahora bien, esta solución sufrió, por lo que a la figura del Notario se refiere,
de 18 de diciembre de 1946, que dió -como más atrás se indicó- nueva redacción al
D) La intención maliciosa.
350
dolo es concebido en nuestra legislación como <dolus malus>, es decir, como forma
de 1960 (Pte. López Ortiz. Ar. 282), cuando dice que “una acción se reputa
maliciosa cuando además de ser producto de la voluntad del agente se realiza con
que la ley prohibe o manda bajo amenaza de sanción penal” (CDO. lo).
del acto por el Tribunal sentenciador castigado como delito de falsedad en documento
público, la obtención de un beneficio sin provecho propio, para sus convecinos todos,
impacientes compradores; pero sin este aspecto real de los hechos -se agrega-, la
inculpabilidad surge de la naturaleza jurídica misma del documento matriz a que luego
401Razona el autor que el término “malicia” que emplea nuestro Código penal
hace referencia a la mala intención jurídicamente desaprobada. Bien entendido que el
simple desvalor ético-social de la intención resulta jurídicamente irrelevante puesto
que se requiere algo más que una intención moralmente reprobable (Ibídem y nota
núm. 9).
351
y despoja de todo carácter de documento público para convertirle en un documento
privado: concluyéndose que, como quiera que para que la mutación de la verdad en
teniendo en cuenta que ha quedado demostrado en autos que el propósito fue bien
empleado de la empresa funeraria por uno de los familiares del fenecido, considera
no aplicable el artículo 307, en sus números 4() y 50, en relación con el 308, ambos
faltar a la verdad en la narración de los hechos o de alterar las fechas verdaderas del
términos generales del articulo 1<> del texto sustantivo citado”, apreciándose en el
supuesto de autos “la intención no maliciosa con que hubo de consignarse hora
352
inhumación ni causar perjuicio a tercero ni abrigar idea de lucro al presentar después
fallecimiento de aquella señora, por ser exacto el contenido esencial del indicado
aquella inexactitud documental en la figura del delito de falsedad a que los procesados
apreciación de la Sala sentenciadora al afirmar que los hechos ejecutados por los
procesados “no envuelven malicia y falta la intención, elemento básico del hecho
que no estimaron causar perjuicio a otras personas, sin que les guiase ánimo de lucro”
(CDO. único).
podía enajenar porque con anterioridad estaba vendido a otra persona no incurre en
refiere a un supuesto que ‘constituye una práctica viciosa, que ha sido objeto de
delito, por existir solamente falsedad puramente formal no material”, por lo que
353
ratifica el fallo absolutorio de la Audiencia considerando “la actuación de aquél
Previsión, firmando con el nombre y apellidos del querellante, sin imitar ni fingir su
venía realizando por todos los beneficiarios del pueblo, al no acudir rápidamente a
subraya que “la existencia del delito tiene que pasar por la concurrencia,
354
imprescindible, del dolo falsario lo que supone la conciencia y la voluntad de trastocar
siquiera inmoral”.
a realizar una síntesis de la doctrina del Alto Tribunal, a la vez que clarifica desde
una perspectiva conceptual el tema. Comienza por afirmar rotundamente que “el dolo
lo es. Consiste en la conciencia, como querer de la mente, para alterar la verdad, para
elemento subjetivo del injusto que aquí mal puede concurrir cuando no se persigue
en el que constaba la solicitud de que se le embargara la referida finca”. Por ello, “el
ninguna finalidad. Era, en resumen, una persona sujeta a unas circunstancias que
355
plasmado a través de la falsedad” (FD. 40).
Intención maliciosa, elemento subjetivo del injusto, que ha de quedar tan clara
resulta difícil encajar la actividad desarrollada por el acusado en los apartados del
(número 9 del precepto) desde el instante en que éste era cierto, aunque perteneciente
a persona distinta de] que lo libró, como también era auténtica la firma que en él se
pues la falsedad”.
declara que la falsedad “ha de ir acompañada del dolo falsario como conciencia de
356
La sentencia de 22 de octubre de 1992 (Pte. Moyna Ménguez. Ar. 8.426)
viene a corroborar que “no se deduce de la actuación del acusado que los documentos
adoptadas, razones en suma que abonan la desestimación del recurso” (ED. 30).
adquirió un piso hipotecado con conocimiento de este gravamen, pero con obligación
357
de 2 de julio de 1965 (Pte. García Obeso. Ar. 3.469), de 18 de marzo de 1976 (Pte.
Vivas Marzal. Ar. 1. 194) y deS de marzo de 1991 {Pte. Cotta y Márquez de Prado.
Ar. 1.949).
E) Dolo y engano.
Por otra parte, es necesario relacionar el dolo con el engaño puesto que
provocar a error a terceros402, pues en última instancia el engaño no es más que una
que le hace tomar lo falso por auténtico403, destacando en este caso el elemento
de una parte, se exige que la conducta falsaria sea objetivamente idónea para provocar
error.
358
harto elocuente al relacionar ánimo de dañar con propósito de engañar, afirmando que
“el ánimo de dañar se debe identificar, en el caso del artículo 306 del Código
Penal, con el propósito de engañar, pues no hay otra forma de producir un daño
engañar, sin embargo, no es de apreciar cuando los autores de los documentos que
una serie de letras de cambio. En tales casos el documento simulado aparece como
el motivo para la creación de otros documentos, las letras, cuya autenticidad y verdad
valoración penal como falsedad, pues ésta atañe a documentos y no a negocios». Con
válido y no cabe pensar, entonces, que la simulación haya sido causada con el
SOTO404, tres son las causas de la falsedad (<causae falsitatis>) que pueden
citarse, siguiendo a CARNELUTTI: la <causa decipendi> o simple propósito de
359
E) Dolo y error.
simplemente altruista de aquella otra realizada bajo un error teniendo en cuenta que,
como hemos indicado, la conducta falsaria solamente será punible cuando el agente
haya actuado con conocimiento y voluntad en relación a los elementos que conforman
el tipo objetivo del delito. No hay que olvidar a este respecto que, como reseña
(previsión) de las partes integrantes del tipo legal, y dividido, como hemos expuesto,
una inversión haciendo surgir el error del agente sobre los hechos y el error respecto
objeto material de la acción; y así, si el error recae sobre la falta de los elementos
360
igual que si el sujeto altera un aspecto del documento que carece de importancia en
instancia que considera que el procesado incurrió en error de Derecho, señalando que
“si bien dicho procesado, como se afirma en la pregunta St puesto de acuerdo con
M.B. dió instrucciones al primero sobre el modo y forma de la solicitud, hechos que
habría de contener y Juez ante quien debiera presentarse, ni por dolo ni por
que en ella se alegaron, ya que le constaba que P.G. había poseido las fincas de
esta clase de informaciones para llegar mediante ellas al fin que el acreedor se
que los hechos que se declaran probados en la sentencia recurrida se afirma que el
procesado Manuel A., creía y cree que era propietario del mencionado monte, y
361
esta creencia era racional por estar fundada en un documento en el que, al
parecer, y conforme al dictamen de dos letrados, esa finca era propiedad de sus
propietario por herencia de sus padres de dicho monte> y tampoco cometieron ese
manifestación en tan repetida acta, puesto que según consta en las propias premisas
de facto, todos los vecinos de la Parroquia reconocían la propiedad del monte en favor
del procesado Manuel A. (...), y menos aún puede atribuirse la comisión del delito
20).
dueño, de «RUISAN, 5. L.», libró unas letras de cambio a la orden deS. U. M. N.,
de pedidos que, en el orden de una previsión racional, se iban a producir por parte
por la crisis económica del sector y porque los suministros que respaldaban el giro de
362
deduciéndose de lo declarado probado por la sentencia de instancia que, además de
que esa forma de pago fue admitida por la entidad querellante, aunque con ciertas
cautelas, por parte del acusado, pese a su visión anticipada del futuro y de los
asevera que “todo lo expuesto no es óbice para reconocer el error de prohibición que
al hermano que había cooperado en estos gastos-, y que recibe en ella el tratamiento
de evitable o vencible, por entender que todas las circunstancias concurrentes debieron
del procedimiento seguido para dar validez formal a sus pretendidos derechos
dominicales, del cual no trató de saber. Sin embargo, una ponderación cuidadosa de
las circunstancias del caso: el nivel cultural en que se movía la acusada, que le
impedía llegar por vía de reflexión o de autocrítica a una conclusión distinta sobre sus
363
duda sobre la posible corrección y sobre la trascendencia penal del procedimiento
artículo 6 bis a), párrafo tercero, del Código Penal, procede estimar este motivo del
jurisdicción civil para que los presuntos perjudicados por la escritura de referencia
puedan ejercitar las acciones pertinentes, y no sin advertir que la acusación fiscal,
modificando las conclusiones definitivas, calificaba los hechos en el marco del delito
invencible que este precepto parece definir en su apartado primero, y dada su poca
afortunada redacción, hay veces que se confunde, por propia incidencia, con la falta
de dolo o intencionalidad en el hacer del agente comisor, como requisito esencial que
exige de forma genérica el art. 1. del mismo texto legal, sobre todo después de la
reforma llevada a cabo por la Ley Orgánica de 25-6-1983, y ello aunque se trate de
documentos oficiales que define el art. 303 del Código, en el que, a simple vista, el
364
condena. Entendemos, sin embargo, que ello no debe ser así, pues una cosa es que
acción delictiva, no puede hablarse de imputabilidad subjetiva, ni, por tanto, de delito.
de los hechos declarados probados, a los que necesariamente nos hemos de ceñir dada
la vía casacional empleada, no puede de forma alguna inferirse que los querellados
tuvieran el más mínimo deseo de falsear la verdad cuando se llevó a cabo la firma
en solicitud del cambio de titularidad, ya que para realizar tal cambio contaron
Identidad para llevar a buen término y facilitar ese cambio de titularidad. Aparte de
ello, y como bien razona el Tribunal sentenciador, se puede apreciar, en todo caso,
que, dada la baja cultura de los querellados y las buenas intenciones que les
Ayuntamiento, se ignorase que tal acción era ilegal, máxime, como hemos dicho,
cambio de titularidad, proporcionando todos los elementos necesarios para que tal se
Hernández Hernández. Ar. 4.332) al afirmar que “el error de prohibición del art. 6
365
bis a) fue introducido por la Ley Orgánica de 25-6-1983, en un intento perfeccionista
la culpabilidad del art. 1 del propio Código, en cuanto que la última abarca y
que ha de derivarse de la propia libertad con que toda conducta humana debe
verdad” (ED. 4~). Para añadir más adelante que “como tiene reiteradamente
declarado esta Sala [Cfr. Sentencias, entre otras, de 22 enero y 17 octubre 1991],
imprescindible que sea probado con real fundamento por quien lo alega, y que
366
motivos articulados bajo los numerales 3~O y 4,0, puede ser deducido. Procede
referirse al motivo que induce al acto o contrato; en el caso del Derecho penal, en
cambio, se habla de móvil para identificar la causa que mueve al acto delictivo. Lo
autor la concurrencia de esta clase de móviles puede influir en la gradación del dolo,
135).
410 GARCIA CANTIZANO, “Falsedades...”, op. cit., p. 372.
367
ANTON ONECA412, algunas sentencias del Tribunal Supremo, precisamente
los impulsos que movieron a la procesada a ejecutar los actos que se le imputan “iban
20).
electo, autoriza unas certificaciones reputadas falsas extendidas por otros. Este es el
caso del Juez de Paz J.C.M., lego y afrontando una situación de mucho trabajo en el
368
cometieron mutaciones de fecha del natalicio a los fines de optar por los interesados
Parera Abelló. Ar. 379), respecto del cual considera “que a quien presta un servicio
circunstancias que las de una moralidad pública y privada reconocida y una cultura
momentos la verdad de los hechos que integraban los certificados que todos ellos
por ello, como el procesado absuelto, Juez de Paz del pueblo de H., en la provincia
de P., aceptó y autorizó las certificaciones de nacimiento reputadas falsas que para
que sobre el acto certificado contenían, y estimó que la celebración de una misa de
369
absoluta inexigibilidad para la satisfacción de su proceder honesto habida cuenta del
responsabilidad penal derivada de las falsedades que han servido para condenar
imprudencia, por no haber culpa alguna de las mismas se derive” (CDO. 1 ~‘).
padrón a un niño que le fue entregado por su madre fallecida, declara que aquél “no
sólo no planteó y tendió a ejecutar un mal, sino que la formal falsedad realizada
fue un eslabón más de su benéfica trayectoria con relación al hijo ajeno, que crió,
más opuesta al dolo directo que había de presidir la lógica y moral construcción
lo). Precisamente, la sentencia retoma en este caso la doctrina del Tribunal Supremo
conciencia de una ilegalidad, que como ha estimado esta Sala es la conciencia misma
Ar. 663) declara que “el ánimo y conciencia de faltar a la verdad, ordinariamente
370
humanitarias que de otra parte y en el caso concreto, no pasan de ser meras hipótesis
del recurrente, sin apoyo en la realidad formal de los hechos, que, por el contrario,
ponen en evidencia que el niño fue inscrito en el Registro como hijo natural, aunque
de madre que no era la suya, con lo que no cabe alegar con éxito el móvil piadoso de
forma de ejecución culposa del citado delito414. Incluso, ya los prácticos hacen
371
reposar la teoría de la falsedad sobre el principio del dolo con las siguientes palabras:
todos los textos hasta el Código de 1822. Por su parte, el Código penal de 1848
excluye esta expresión, lo que motiva que este delito pueda cometerse por
y al no decirse nada en los restantes, pudiera admitirse a primera vista que podían
416 Dice HASSEMER (“Fundamentos , op. cit., Pp. 267-268) que “dolo e
imprudencia son los dos elementos del actuar humano de los que se deriva
positivamente la posibilidad de imputación subjetiva. Expresan que el que actúa y
causa objetivamente resultados (o desgracias), también debe haber participado
internamente en su acción para que ésta pueda imputársele: que sabia y quería también
lo que hacía (dolo), o que los resultados por él producidos, si no los preveía o quería,
por lo menos debería haberlos podido prever y evitar (imprudencia)”.
417 “Derecho penal de la culpa , op. cit., 1958, Pp. 423 y ss.
372
en los respectivos tipos’118. Para el autor, lo que verdaderamente posibilita la
estimativa culposa en las falsedades documentales es la no necesidad de una segunda
en juego en tal caso el artículo 565420. La jurisprudencia parece estar más próxima
(Pte. Puerta Luis. Ar. 1.110) cuando afirma que “la doctrina sentada por esta Sala
~ Idem, p. 433. Explícitamente señala el autor que resultaría abusivo exigir del
redactor de un Código la repetición reiterativa de tal enunciado del dolo en cada
descripción de delito, que por lo demás, no es función de tipicidad, sino de
culpabilidad. Coincide el autor con ANTON ONECA, a quien cita, cuando este
último indica que en determinados habrá sido imprescindible al legislador el expresar
el dolo dentro del tipo y en otros no habrá sido necesario, así cuando la acción sea
compatible con los dos grados de culpabilidad, no cuando la acción incorpore en sí
misma la idea de intención.
419 Idem, p. 434.
373
que, dentro del debate doctrinal sobre la posible incriminación culposa de la
relación con una finalidad o ánimo específicos -y. arts. 304, 305, párr. 2.0, 306, 307
y 311 CP, y la admite genéricamente en los demás supuestos -y. arts. 302 y 303 CP
Ivid. SS. 8-5-1925, 26-2-1959 y 4-3-1975]. Este criterio ecléctico es el que sigue
principio que concede carácter general al art. 565 del Código Penal («crimen culpae>Ó,
sin más excepciones que las determinadas en la Ley o que deriven de la propia
naturaleza del delito de que se trate, o cuando reclamen un propósito especial <tales
como las falsedades cometidas «a sabiendas», «con ánimo de lucro», «en perjuicio de
comisión culposa para las falsedades ideológicas y, en general, para los tipos que
en las falsedades del art. 303 del Código Penalt’ (FD. 2<’).
La sentencia de 4 de marzo de 1992 (Pte. Montero Fernández-Cid. Ar.
casos que incorporan el dolo a la tipicidad, como son los previstos en los arts.
374
304, 305, 306, 307 y 311 del Código Penal, en los que se exige la realización de
algo que sobrepase la genérica voluntad del autor sobre la mera realización de la
A) Delimitación conceptual.
modalidades falsarias que contempla el articulo 302 del C.P., es preciso subrayar que
421 MUÑOZ CONDE, “Derecho penal. Parte especial”, op. cit., p. 548.
375
La sentencia de 17 de octubre de 1959 (Pte. de la Rosa y de la Vega. Ar.
un documento privado que se confeccionó con fines ilícitos y que para mayor
sentencia de 7 de abril de 1992 (Pte. De Vega Ruiz. Ar. 2.866) que “por falsedad
ideológica del art. 302.4 del Código Penal se falta a la verdad en la narración de
los hechos, también denominada falsedad espiritual. Por medio de ella, y ante el
del documento, también con trascendencia sobre el acto o negocio jurídico que
cit., pp. 189 y ss.; y ROMERO SOTO: “La falsedad documental”, op. cit., pp. 106
y ss.
376
Señala CASAS BARQUERO’123, que en el ámbito documental es posible
distinguir, según el modo en que tenga lugar la mutación documental, entre falsedad
del objeto resultaría falsificada, en tanto que la falsedad ideológica comportaría algo
de una letra de cambio, declara que “ésta no fue falsificada materialmente, puesto
conforme a lo por ellos convenido, siendo legitimas las firmas que en tal documento
esencial que la Ley castiga, constituiría, en todo caso, una falsedad ideológica no
que garantizan la autenticidad, así como, de otro lado, al mismo contenido de los
jurídica entre falsedad material e ideológica. De suerte que un documento puede ser
423 “Reflexiones técnico-jurídicas , op. cit., pp. 1.020 y ss., a quien seguimos
en este punto.
377
alterado después de su formación por su autor aparente, de forma tal que utilizando
De donde resulta que una misma conducta puede ser constitutiva de supuesto
entre ellas’124.
Quiere esto decir que únicamente cuando la falsedad ideológica se manifiesta
fuera del documento puede afirmarse que en tal caso no se verifica al tiempo una
exterior, sino también al propio contenido del mismo, así como en la falsedad
424 Lo que revela, por lo demás, el carácter más teorizante que práctico de la
distinción entre ambas figuras, como pone de relieve GARCíA CANTIZANO, y a tal
fin propone la autora criterios más clarificadores de aquélla desde el análisis de tres
supuestos concretos: a) la falsedad de documentos públicos realizada por funcionario
como abuso de su potestad de autenticación; b) la falsedad de documentos privados
como lesión de la autenticidad del documento; y c) la falsa declaración de particular
en documento público (“Falsedades , op. cit., pp. 297 y ss.).
425 FABIANI, ANDREA: “Del falso ideológico del delitto documentale” “La
Toga”, Napoli. 1933. p. 136, citado por CASAS BARQUERO, idem, p. 1.022.
378
ideológica -en cuanto no hay documento sin contenido-, cabe afirmar cómo no incide
una diferencia en cuanto al significado de las mismas, en la medida que afirmar que
el contenido, esto es, la manifestación del pensamiento que viene documentado, o sea,
que consideremos desde la perspectiva del autor del mismo. Y así, en una forma
general puede afirmarse que, no teniendo los particulares la obligación legal de decir
obligación de ser veraces, la ley protege, en los documentos de ellos emanados, tanto
426 Afirma GARCIA CANTIZANO (“Falsedades... “, op. cit., p. 299) que “la
definición de la falsedad, en cuanto conducta afectante directamente al contenido
verídico del documento, quedaría relegada a un especifico campo de actuación,
concretado en el ámbito notarial y similares, por cuanto que, en estos casos, la labor
del funcionario y del notario consistente en la constatación escrita de declaraciones
recibidas por particulares, o en la declaración propia de hechos que tienen lugar en
su presencia y de los que deben dar fe. El incumplimiento de su función específica
atentaría contra la veracidad del acto, no ya contra la autenticidad, ni formal, por
cuanto su actuación es aparentemente legítima, ni material, ya que declaran lo que
quieren manifestar expresamente”. Por su parte, CREUS (“Falsificación ,op. cit.,
Pp. 128 a 132), tras afirmar que la falsedad ideológica es una falsedad que se refiere
a la veracidad del documento y no a su autenticidad (que es propia de la falsedad
material), señala como consecuencia ineludible de tal aserto que la falsedad ideológica
379
Por ello, consistiendo como ya sabemos la falsedad material en la alteración
encontramos con que tanto una como la otra son posibles tratándose de un documento
material, ya que como los particulares no tienen la obligación legal de ser veraces,
veracidad427.
Cuál sea la posición de la jurisprudencia sobre este tema es lo que a
Ar. 2.666) declara probado: a) Que el procesado que había contraído matrimonio
“sólo es concebible cuando el falsario tiene la obligación de decir la verdad”. Esto es,
“presupone en el agente la obligación jurídica sobre la existencia histórica de un acto
o hecho y sus modalidades circunstanciales en cuanto sean ellas productoras de efectos
previstos por el derecho”. Por todo ello, la falsedad ideológica “sólo es posible en los
documentos públicos, ya que son los únicos dotados de fe pública respecto de los
hechos en ellos referidos como ocurridos ante el fedatario y, por tanto, oponibles erga
omnes, a diferencia de los documentos privados, que sólo son oponibles a las partes
que los han suscripto (o a determinados sucesores)”.
427 ROMERO SOTO: “La falsedad , op. cit., p. 106.
380
soltero. b) Del matrimonio con María M. tuvo el procesado un hijo que inscribió
recurrente del delito de falsedad por el que fue condenado en base a “Que no puede
conducir a igual resultado práctico el último de los motivos de casación que han sido
invocados, puesto que habiendose alegado la infracción del artículo 303 en relación
con el número cuarto del artículo 302 del Código Penal por la Sala sentenciadora, en
de que el hijo nacido de la segunda unión matrimonial era legitimo ya que esta
era la realidad, independientemente del valor legal que pudiera tener esa unión,
máxime cuando la ley civil reconoce plenos efectos civiles respecto a los hijos, aún
contrayentes, por lo que debe ser estimado el aludido motivo del recurso basado en
tener con ella tres hijos, contrajo matrimonio con la misma en 21 de febrero de 1944,
igualmente amancebado con R.P.R., una vez tuvo otros tres hijos con la misma y sin
381
21 de septiembre de 1937, para lo cual consignó en el expediente matrimonial
atendió a su legítima esposa L.B.C., con la cuál no vive en la actualidad sino con la
R. P.
delito de falsedad en documento público por el que fue condenado considerando: “Que
si bien es cierto que el procesado manifestó ante el Juzgado Municipal de C. que era
matrimonio no había sido disuelto, como esta mendaz declaración iba encaminada
a conseguir su único propósito de contraer nuevas nupcias con otra mujer, lo que
funcionario público, que no tiene adecuado encaje en ninguno de los supuestos que
define y sanciona el articulo 302 en relación con el 303, ambos del Código Penal”
(CDO. 20).
procesado al estimar que “no se descubre infracción del art. 303 porque la compra
de una cosa llevada a efecto por escritura pública con la reserva mental de
382
que la norma sancione, pues ni en el documento se hizo constar manifestación
fueran otras que las que podía producir por sí, dado que las posteriores
posterior o secundario, distinto, pues, del primero, que no nació maculado de ilicitud
penal por esa última finalidad propuesta ni por las irregularidades administrativas que
Finalmente, la sentencia deS octubre de 1975 (Pte. Escudero del Corral. Ar.
lesionar, con daño real o potencial, el tráfico jurídico protegido, lo que siempre
383
extralimitación contractual, por lo general no pueden incriminarse dentro de las
corresponde al campo del derecho privado donde debe reclamarse” (CDO. 8<’).
Supremo concluye señalando que “(...) la venta efectuada tenía su apoyo en tal poder
1810428.
428 Señala QUINTANO RIPOLLES (“La falsedad documental”, op. cit., p. 189)
que la distinción entre la falsedad material e ideológica es debida principalmente a la
técnica penal francesa del pasado siglo, en la que tuvo pretensiones más bien prácticas
que científicas. En este sentido cita el autor a GARRAUD para quien “el falso
intelectual es el no sensible a la vista, pues la escritura en el instante mismo en que
interviene desnaturaliza fraudulentamente el pensamiento que está destinado a
expresar” (“Traité”, tomo III, p. 158), imponiendo en la doctrina francesa y belga
(NYPELS) la idea de que la falsedad ideológica no es equiparable a la material ni
debe ser tenida en cuenta como falsedad documental en sentido estricto. Entiende
QUINTANO. por su parte, que la falsedad material es aquella que consiste en la
redacción, alteración, simulación o destrucción de un documento o parte sustancial de
él, y por ideológica, la atestación de lo que no es verídico. Ambas definiciones
entroncan con lo que se ha dado en llamar le2itimidad y veracidad en los documentos.
Nuestro Tribunal Supremo ha asumido esta terminología al tratar de sintetizar los
distintos modos de ejecución de la acción falsaria. Vid, sentencias de 21 de abril de
384
Entre las interpretaciones que se han dado a esta cuestión unas, las más
del documento’129.
385
Bajo este punto de vista, los supuestos falsedad ideológica serán limitados, ya
que toda ausencia de verdad en el contenido del documento será constitutiva de delito.
del autor que al exteriorizarlo falta a la verdad y expresa una cosa por otra “431
B) Criterios distintivos.
aquella que incide en el objeto sobre el que recae la falsedad. De esta manera, se ha
asimilado falsedad material con los modos de ejecución de la conducta falsaria que
afectan al carácter genuino del documento, frente a la falsedad ideológica que implica
386
la falta de veracidad de la declaración documental’132.
Hay autores que consideran insuficiente la anterior distinción y atienden a la
hora de distinguir entre ambos tipos de falsedad al momento de formación del acto
ideológica partiendo del contenido de la obligación violada por el sujeto que falsifica.
ideológica representan una construcción del delito más teorizante que práctica. Por
ello, resulta necesario pasar a analizar la intervención tanto del funcionario público
como del particular en los diversos supuestos de falsedad que prevé nuestro Código
penal.
387
De esta manera, nos encontramos en primer término con la falsedad en
lleva a cabo sobre documento público mediante abuso de oficio433 y, por tanto, en
cumplimiento de su función, la cual viene a consistir en una labor de documentación
que regula las normas que prevén la actuación legítima de éste434. Dicha actuación
puede suponer una incorrecta constatación, siendo consciente de aquello que está
obligado a relatar, o bien una alteración del sentido del documento que debe autorizar,
388
contenido antijurídico a la actuación falsaria por cuanto ésta constituye por si misma
que domina toda la materia relativa a los delitos cometidos por funcionarios
públicos437.
En segundo lugar, la falsedad en documentos privados como lesión de la
autenticidad del documento. Hay autores que justifican la existencia de norma penal
documentada, que exige a la vez que los mismos se abstengan de cualquier conducta
que atente contra la triple función que el documento desempeña en el tráfico jurídico.
Sin embargo, aún admitiendo que no hay una norma que obligue al particular,
que también afecta al propio contenido documental en la medida en que con ella se
arts. 364 a 366- nada impediría que también pudiera hablarse de “infidelidad en la
constatación auténtica del contenido de documentos” que estuvieran confiados a los
funcionarios por razón de su cargo (“Falsedades , op. cit., p. 300).
389
produce una grave alteración de la función que aquél desempeña en el tráfico como
438
produce una modificación del mundo exterior derivada de una determinada conducta.
conducta actúa sobre algo del mundo exterior, en este caso el documento,
ningún cambio en el inundo externo, perceptible a través de los sentidos, por lo que
C) Supuestos específicos.
e. 1. La simulación contractual.
390
las partes contratantes de aquel en que no exista. En el primer caso estamos ante la
admitir que en este supuesto no hay falsedad y a lo más habrá una estafa cuando
Ahora bien, de lo que no cabe duda para ROMERO SOTO~’ es que falsedad
y simulación son dos cosas perfectamente distintas y que aun cuando la segunda
verdaderamente celebrado.
391
c) el desacuerdo entre el acto verdadero y el simulado es intencional.
de una parte hacia la otra. En cambio, en la simulación ese engaño no existe porque
enganar a terceros.
cuando de juzgar dolosas mutaciones de verdad se tratase sólo existieran los preceptos
vacilación habrán que encajar los hechos que describe y da por probados la Sala de
instancia en la figuras delictivas que trazan los artículos 303 y 306 del ordenamiento
jurídico penal, pero como, además de esas normas punitivas, viene de antiguo incluido
en los Códigos patrios un tipo penal específico que constituye una de las modalidades
según expresa el número segundo del artículo 526 del Código penal de 1932 y del 532
del vigente texto refundido, éste delito, que participa de la naturaleza de la falsedad
la ordenación positiva si cuando, como en los casos que se contemplan, concurren los
factores que lo integran se recurriese para calificar los hechos e imponer a los
falsedades”. Y confirma la postura adoptada por el Tribunal <a quo> al calificar los
hechos como simulación de contrato “porque en los documentos que otorgaron los
392
perjuicio patrimonial perseguido” (CDO. Unico).
Ar. 868) es concluyente al afirmar el carácter meramente civil de esta figura cuando
entre otros supuestos, con las simulaciones contractuales, cuyo campo es peculiar
alteraciones posiblemente falsas de tan estricta condición, por las declaraciones de los
ni categóricas, o que utilicen parcialmente las pruebas, o que sean producto de meras
naturaleza, para creer pudieran trastornar la vida del derecho” (CDO. 3<’).
se refiere a la figura del contrato simulado señalando que esta figura “aparece en
393
producirse, que el contrato simulado sea o no eficaz para transmitir el dominio y de
que la acción civil que los perjudicados por la simulación sea o no viable porque el
éxito de las pretensiones civiles, no sirve para despojar al acto criminal de sus
García. Ar. 1.130) recoge la doctrina siguiente sobre este particular: “En el Título
XIII del Libro II del Código Penal en el que se recogen los delitos contra la
11 denominada «De las estafas y otros engaños», situado en el último lugar de tal
Sección, aparece el ni’ 27’ del art. 532, en el que se sanciona con las penas del
artículo anterior (en definitiva las señaladas en el art. 528) al «que otorgare en
perjuicio de otro un contrato simulado». Lo primero que hay que decir con relación
a esta original forma de estafa es que se trata de una figura especial distinta de la
modo el precepto ahora estudiado seria supérfluo y es claro que el legislador no puede
querer tal superfluidad. Su forma de comisión es mucho más simple, pues sólo exige
la realidad de un contrato simulado y que éste haya sido otorgado en perjuicio de otro.
394
en su naturaleza (se quiere donar -negocio disimulado- y se exterioriza una
Lleva implícita la finalidad de engañar, pues la apariencia falsamente creada tiene por
objeto hacer creer a otras personas que algo existe donde no hay nada o hay otra cosa
diferente. Pese a ello, el concepto de contrato simulado es, por sí mismo, inocuo,
simulados lícitos, cuando la finalidad engañosa que persiguen así lo sea, como puede
suceder cuando se aparentan contratos por vanidad o por razones publicitarias o para
porque lo normal es que con la apariencia de contrato se persiga dañar a otra persona
patrimonial para un tercero nos encontramos ante una simulación ilícita de carácter
civil (o penal pero por otro tipo de delito diferente al ahora examinado), como ocurre
en los supuestos de los arts. 628 y 1459 del Código Civil, o de carácter administrativo
cuando, por ejemplo, se disimula una figura contractual para escapar a una
Como el contrato exige siempre una pluralidad de personas que se ponen de acuerdo
respecto de su objeto y causa (arts. 1261 y 1262 del Código Civil), necesariamente
395
en la comisión de este delito han de intervenir, al menos, dos sujetos, todos ellos, en
principio, coautores de este delito, sin perjuicio de que alguno pudiera librarse de sus
estafa propia del contrato simulado otorgado en perjuicio de tercero, la cual tiene una
acuerdo entre varias personas “para aparentar la realidad de un contrato cuando éste
documento privado, por lo que se afirma que la figura delictiva que examinamos
favor de la figura que contiene la totalidad de la ilicitud, frente a aquella que lo hace
396
ideológica. Así la sentencia de 10 de marzo de 1960 (Pte. Quintano Ripollés. Ar.
vendió a Alejandro P.M. una casa en el precio de 10.500 pesetas, otorgándose para
basando dicha demanda en el hecho supuesto de que la referida casa fue comprada por
y para el mismo por el demandante, ante cuya demanda se allana el G. P., contra la
realidad de los hechos, consiguiendo por este ardid, que se dictase sentencia en la que
se declaró nula la escritura pública antes referida y que la casa era propiedad de
el número cuarto del artículo 302 del Código Penal, la naturaleza del documento en
que en el primer motivo del recurso sin bastante fundamento se le atribuye, porque
civil instado por el Manuel G.P. constituye una hipótesis específica de fraude
397
procesal atípica en el derecho vigente en cuanto a la falsedad ideal misma ya que,
procesal civil español” (CDO. lo). Para añadir a continuación que “el fraude
cualquier otro delito, por lo común defraudatario, que es lo que en el presente caso
de otro443.
398
c.3. La inscripción de hijos ilegítimos.
de los mismos.
febrero de 1889, que declaró que “la falta de verdad con que se expresó M.C.R.
y expresar también que era mayor de edad y de estado soltera, cuando sólo tenía 22
por lo que concluye el Alto Tribunal considerando que “no es justiciable el hecho y
aplicación del Código penal de Cuba y Puerto Rico e infringido el artículo 311 en
inscribir como legítimos en el Registro Civil los hijos habidos fuera del
399
matrimonio, restableció el concepto punible de la falsa declaración de hechos,
finalidad malévola o generosa, que guiase a los que hacían tales declaraciones
falsas, sin que a ello sea óbice la estimación marcadamente atenuatoria (le la bondad
de la intención en casos como el presente, por lo que procede acoger el recurso del
Ministerio Fiscal que invoca la infracción de los artículos 3O2.4<~ y 303 del Código
2.666), que conocía del supuesto de inscripción como legítimo de un hijo habido por
que el hijo nacido de la segunda unión matrimonial era legítimo ya que esta era
la realidad, independientemente del valor legal que pudiera tener esa unión,
máxime cuando la ley civil reconoce plenos efectos civiles respecto a los hijos, aun
400
principio de retroactividad de las leyes favorables y la vigencia de la Constitución
indagación; pero el reconocimiento voluntario del padre, según las normas del Código
civil vigente hasta 1981, solamente procedía respecto de los llamados hijos naturales,
es decir, respecto de los nacidos, fuera del matrimonio, de padres que al tiempo de
partiendo de este <prius> civil queda fuera de toda duda que el reconocimiento
haciendo expresa declaración que la reconocida había sido procreada <en estado de
efecto jurídico trascendental en el estado civil del sujeto reconocido, conducta que
incidía en la órbita del artículo 303 del Código penal en relación con el artículo
igualdad de los hijos ante la ley con independencia de su filiación (arts. 14 y 39.2),
redacción al Título V del Libro 1 del Código civil, estableciendo en su artículo 120
401
que la filiación no matrimonial quedaría determinada legalmente -en cuanto al padre~
ser una mendacidad sin trascendencia penal, en cuanto inocua para alterar o afectar
a la relación de filiación, con sujeción al brocardo <falsitas non punitur quae non erat
402
corriente doctrinal y en alguna declaración jurisprudencial (<vide> Auto de 26 de
en el artículo 24 del Código penal, que alcanza en sus efectos a las disposiciones no
por razones de justicia material, pues no sería justo mantener una condena sobre la
que cita la aplicación indebida del articulo 303 en relación con el 302.40 e
403
ABRIR PARTE SEGUNDA