El Conductismo
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El Conductismo
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COCHABAMBA-BOLIVIA
EL CONDUCTISMO
El autor dice que la concepción conductista dominó gran parte de la primera mitad del siglo XIX,
que las investigaciones sobre el comportamiento animal hicieron pensar que el aprendizaje era una
respuesta que se producía ante un determinado estímulo. La repetición era la garantía para aprender
y siempre se podía obtener más rendimiento si se suministraban los refuerzos oportunos de las
personas.
Esta concepción del aprendizaje, asociada al esquema estímulo - respuesta, era coherente con las
concepciones epistemológicas empiristas - conductistas sobre la naturaleza del conocimiento y la
investigación, que ya habían defendido Bacon y Pearson en los siglos XVIII y finales del XIX,
respectivamente.
Los años cuarenta fueron hegemónicos de esta concepción y debido a ello se eclipsaron otras
tendencias que empezaban a surgir, para las que la comprensión humana se basaba en algo más
que en la lógica del descubrimiento.
En este enfoque el trabajo del maestro consiste en desarrollar una adecuada serie de arreglos
contingenciales de reforzamiento para enseñar.
Un maestro eficaz debe de ser capaz de manejar hábilmente los recursos tecnológicos conductuales
de este enfoque (principios, procedimientos, programas conductuales), para lograr con éxito
niveles de eficiencia en su enseñanza y sobre todo en el aprendizaje de sus estudiantes.
Dentro de los principios deben manejar especialmente los referidos al reforzamiento positivo y
evitar en la medida de lo posible los basados en el castigo (Skinner, 1970).
Según los conductistas, para que los estudiantes aprendan basta con presentar la información.
El maestro debe reducir su nivel de autoridad en la medida de lo posible, para que el estudiante no
se sienta supeditado a lo que él dice, cuando intente aprender o conocer algún contenido escolar y
no se fomente en él la dependencia y la heteronomía moral e intelectual.
En este sentido, el profesor debe respetar los errores (los cuales siempre tienen algo de la respuesta
correcta) y estrategias de conocimiento propias de los niños y no exigir la emisión simple de la
"respuesta correcta". Debe evitar el uso de la recompensa y el castigo (sanciones expiatorias) y
promover que los niños construyan sus propios valores morales y sólo en aquellas ocasiones
cuando sea necesario hacer uso más bien, de lo que Piaget llamó sanciones por reciprocidad,
siempre en un contexto de respeto mutuo.
De acuerdo con los escritos de Piaget (1985) existen dos tipos de sanciones: las sanciones
expiatorias y las sanciones por reciprocidad. Las sanciones por expiación, son aquellas donde no
existe una relación lógica entre la acción a ser sancionada y la sanción; esto es, el vínculo es
totalmente arbitrario e impuesto por una persona con autoridad.
Estas sanciones, obviamente están asociadas con el fomento de una moral heterónoma en el niño.
En cambio las sanciones por reciprocidad, son aquellas que están directamente relacionadas con
el acto a sancionar y su efecto es ayudar a construir reglas de conducta mediante la coordinación
de puntos de vista (finalmente esta coordinación, es la fuente de la autonomía tanto moral como
intelectual). Las sanciones de este tipo están basadas en la "regla de oro" (no hagas a otro lo que
no quieras que te sea hecho) y deben ser utilizadas sólo en casos necesarios y siempre en un
ambiente de mutuo respeto entre el maestro y el estudiante.
Finalmente, respecto a la formación docente es importante también ser congruente con la posición
constructivista, esto es, permitiendo que el maestro llegue a asumir estos nuevos roles y a
considerar los cambios en sus prácticas educativas (en la enseñanza, la interacción con los
estudiantes, etc.) por convicción autoconstruida (no por simple información sobre las ventajas de
esta nueva forma de enseñar, aunque en el fondo no crean en ellas...) luego de la realización de
experiencias concretas e incluso dando oportunidad a que su práctica docente y los planes de
estudio se vean enriquecidos por su propia creatividad y vigencias particulares.
De forma general es una idea, un principio explicativo del proceso de formación y desarrollo del
conocimiento humano, y de su aprendizaje.
El constructivismo como categoría incorporada con más o menos aceptación a las ciencias
psicológicas y pedagógicas está condicionada socio históricamente. Su contenido se ha
modificado, se ha enriquecido y ha reflejado los matices filosóficos, económicos, sociológicos,
políticos y científicos de las ideas predominantes en un momento dado. A su vez, la forma de
comprender el constructivismo ha tenido implicaciones importantes en el terreno de la práctica
educativa y en la propia teoría pedagógica.
Padre de la Pedagogía Tradicional, Commenio (2000), quien en su Didáctica Magna o Tratado del
Arte Universal de Enseñar Todo a Todos, sentó las bases de esta pedagogía comúnmente llamada
tradicional, muchos de cuyos elementos se mantienen vigentes en la actualidad, en particular
aquellos referidos a sus fines últimos: se trata del arte perfecto de enseñar todo a todos los hombres.
Su introducción asegura que el libro presenta el modo y manera seguro y preferente de establecer
escuelas en todas las comunidades, ciudades y pueblos de cada uno de los países… en las cuales
toda la juventud de ambos sexos, sin excepción alguna, puede ser formada rápida, agradable y
profundamente, en las ciencias, llevada a las buenas costumbres,… y conducida de este modo en
los años juveniles hacia todo lo necesario en esta vida y en la futura. Su intención global y
enciclopédica –enseñar todo lo que había en el mundo creado por Dios-, tiene como propósito final
hacer al hombre semejante a Dios. Con algunas modificaciones en su formulación, esta intención
pedagógica subyace a la mayoría de los modelos pedagógicos actuales comprender el orden que
liga las cosas, más que las cosas mismas, constituyéndose en el mito pedagógico que sigue
teniendo vigencia hasta nuestros días.
conocimientos y valores sociales acumulados por las generaciones adultas, que se transmiten a los
alumnos como verdades acabadas; generalmente, estos contenidos están disociados de la
experiencia de los alumnos y de las realidades sociales.
A pesar del devenir histórico y del desarrollo social hacia otras formas de organización, algunos
de los conceptos primordiales del tradicionalismo pedagógico aún subsisten implícita y
explícitamente en las prácticas pedagógicas actuales, tales como los esquemas de planeación que
permiten la formulación particular de los contenidos enseñables y su desarrollo en el tiempo según
un orden de complejidad, unas estrategias específicas de presentación de esos contenidos, un
particular modo de comunicación entre el enseñante y sus discípulos, y la comprobación periódica
de la realización de los aprendizajes por parte de los estudiantes. Estas ideas básicas están
relacionadas con la educación del carácter, la disciplina como medio para educar, el predominio
de la memoria, el currículum centrado en el maestro y los métodos verbalistas de enseñanza.
Flórez (1994), al referirse a este modelo señala que es academicista, verbalista, que
dicta sus clases bajo un régimen de disciplina a unos estudiantes que son básicamente receptores.
En coincidencia con la anterior apreciación Canfux (1996) afirma que el profesor, generalmente
exige del alumno la memorización de la información que narra y expone, refiriéndose a la realidad
como algo estático y detenido; en ocasiones la disertación es completamente ajena a la experiencia
existencial de los alumnos y los contenidos se ofrecen como segmentos de la realidad,
desvinculados de su totalidad.