El Proyecto Personal de Vida - Tema 2
El Proyecto Personal de Vida - Tema 2
El Proyecto Personal de Vida - Tema 2
Según una de las orientaciones operativas de la nueva Ratio, “todo salesiano asume la
responsabilidad de la propia formación y se obliga a un esfuerzo constante de conversión y
de renovación. Elabora el propio proyecto personal de vida, a partir de su experiencia y del
proyecto vocacional de los Salesianos de Don Bosco y lo verifica en los momentos fuertes”
(FSDB 277). El Capítulo General 25 ha confirmado este compromiso, pidiendo que “el
hermano, como primer responsable de su propia formación, dé valor al ‘Proyecto personal
de vida salesiana’, poniendo una especial atención en algunos elementos:
- La vida está siempre en construcción y Dios tiene el plano de ella. Él dice: “Antes de
formarte en el seno materno, ya te conocía” (Jer 1,5). Dios tiene un designio para tu vida,
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que tú estás tratando de descubrir y hacerlo tuyo: Dios te llama a ser un salesiano, sacerdote
o coadjutor. Para poder acoger el don de la llamada, Él te da la gracia de este período de
formación inicial. Sea cual sea la fase que estás viviendo – prenoviciado, noviciado,
posnoviciado, formación específica- se trata siempre de un tiempo de identificación con la
vocación salesiana. Para ti, la formación inicial “es ya tiempo de ...santidad” (FSDB 308).
Tu deber es discernir cómo quiere Dios que vivas la fase de formación en que te encuentras
y cómo puedes tú hacer de ella tu camino de santidad. El proyecto te ayuda a hacer esto: tú
buscas el camino que Dios ha trazado para ti; tú descubres lo que Dios quiere de ti; tú
proyectas tu vida para tu propio futuro como tú piensas que Dios la querría.
- Conjuntando todo hacia una meta, tu vida se hace más unificada. Te haces capaz de
enlazar el pasado, el presente y el futuro en una unidad de significado según tu opción
fundamental. Así, mientras vas avanzando en edad y pasas de una fase de formación a otra,
haces experiencias que tienen que estar integradas en una nueva síntesis vital. Por ejemplo,
pasar del posnoviciado al tirocinio es una nueva experiencia que exige una reflexión y un
nuevo planteamiento de tu vida, en continuidad con la fase precedente: tú debes encontrar
el modo con el que, desempeñando tus nuevos deberes, puedes seguir creciendo en la
vocación, en la vida de comunión, en la interioridad apostólica, en la santidad. El proyecto
personal es precisamente este instrumento de unificación.
Mientras vas dando estos pasos para unificar tu vida, puedes evaluar algunos aspectos de
cómo vives. Comienzas a conocerte con mayor lucidez en tus valores y en tus límites; te
das cuenta de lo que debes cambiar, si quieres alcanzar la visión de tu vida en obediencia a
la llamada de Dios. Te vas haciendo cada vez más convencido de la necesidad y hasta de la
belleza del nuevo planteamiento que quieres dar a tu existencia. Te sientes impulsado a
hacer esfuerzos para convertirte, para trabajar sobre ti mismo, para tomar decisiones
difíciles, precisamente para asegurar la realización de la identidad que te atrae y te promete
gozo y satisfacción. Así el proyecto se convierte para ti en un medio de conversión y de
renovación (FSDB 277) y te lleva a una mayor autenticidad y fidelidad en la vocación.
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al grupo y los valores ajenos. Es como si tuvieses todos los materiales para construir tu
casa, pero, al carecer de un plano, los dejas amontonar en desorden unos sobre otros. En
cambio, mediante el proyecto personal, guiado por el Espíritu de Dios y de Su gracia, tú te
haces “protagonista necesario e insustituible” (FSDB 216) de tu formación, ejercitando tu
libertad, definiendo tus metas, construyendo tu identidad de salesiano consagrado apóstol,
sacerdote o coadjutor, llegando a ser aquello para lo que Dios te llama.
Por tanto, como habrás notado, el proyecto no es una simple declaración de intenciones o
de deseos, ni un plan de especialización que tú haces para ti mismo y con el que tratas de
dialogar con tu Inspector o con tu Director Espiritual. El proyecto personal de vida es la
descripción de la meta que tú quieres alcanzar y de los pasos que quieres dar para llegar a
ella, siempre mirando al crecimiento en la vocación de salesiano consagrado apóstol.
Dicho crecimiento tiende a las finalidades de la fase en que te encuentras y comprende los
aspectos de la formación humana, espiritual, intelectual y educativo-pastoral típicos de esa
fase. La “Ratio”, que es preciso tener en las manos para hacer el proyecto, te ayuda a tener
presente la especificidad de la experiencia formativa que estás viviendo. Caminando por
este camino, caminas hacia la santidad, que es “el amor perfecto a Dios y a los hombres”.
El proyecto personal antes que todo es voluntad de verdad: se trata de tomar en serio la
aventura de la propia vida, es conocimiento de sí y discernimiento en el Espíritu. No
consiste en ordenar una serie de objetivos y líneas de acción, tampoco se trata de alcanzar a
toda costa una vida moralmente más perfecta, ni poner los resultados a valoraciones
periódicas. Todo esto se puede tener sin que se trate de un proyecto personal. Al contrario,
podría faltar todo esto y existir un proyecto personal bien definido.
Para que exista un proyecto personal bien definido se presuponen algunas condiciones
básicas en la persona que lo elabora:
a. Autonomía: Capacidad de tomar la vida en las propias manos, para vivir la
aventura de la propia libertad;
b. Autenticidad: Capacidad de adentrarse serenamente en sí mismo, para ir adelante
en el proceso de conocimiento y de aceptación:
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Reconocerse: no defenderse, ni esconderse de sí mismo; sino poderse decir a sí mismo
con serenidad: “Este soy yo”.
Aceptarse: Amarse como se es, incluidos los propios límites; así como Dios nos ama.
Si el Proyecto no se construye sobre estas bases, puede transformarse en una trampa que, en
lugar de liberar nos hace todavía más esclavos.
Se debe evitar pues que el proyecto personal se transforme en un camino engañoso. Por ello
es imprescindible partir del conocimiento de sí mismo y del discernimiento como
elementos esenciales; de otra manera se construye sobre falsas identidades que tarde que
temprano mostrarán su debilidad.
La elaboración del proyecto personal de vida (PPV) puede ser particularmente eficaz para
conseguir ciertos objetivos importantes:
Clarificar la propia vocación, sobre todo cuando comienzan a aparecer las primeras
inquietudes y los primeros ideales (en la formación inicial);
Alcanzar un mejor conocimiento de sí mismo y poder trabajar sobre los aspectos
descuidados de la propia personalidad;
Afrontar las crisis y las diversas fases de la vida;
Vivir un proceso permanente de renovación.
Con todo, el PPV pretende hacernos concentrar y recoger en torno a aquello que es
esencial, para definir y recolocar la propia identidad en los diversos procesos de la vida.
El PPV es un momento de gracia y de salvación en el cual se ilumina la propia existencia:
por eso es indispensable vivirlo muy conscientemente. De todos modos, una vez que se ha
visto sobre qué cosas se debe trabajar, conviene irlo perfeccionando constantemente. No
puede limitarse a una tarea que se hace en un momento, se debe retomar con frecuencia, de
aquí la importancia de la evaluación del mismo.
3. Noción de proyecto:
La palabra proyecto viene del término latino pro-iectus (Ser lanzado a). Eso es la vida, una
oportunidad de vivir la existencia como una opción por aquello que se quiere llegar a ser.
Es la existencia como libertad en su sentido más fuerte. No sólo tenemos la libertad una
cosa u otra, sino que somos libertad de escoger aquello que queremos hacer de nosotros
mismos. El hombre es libertad, una libertad limitada y condicionada, pero libertad de poder
elegir aquello que se quiere llegar a ser: es esta la suprema dignidad, es la mayor grandeza
del ser humano y a la vez su drama. Aquello que lo hace hombre (ser humano) es el
ejercicio de su libertad.
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El hombre es un continuo deber ir más allá de aquello que es, más allá de donde se
encuentra. Por eso, el PPV no es algo que sólo algunos deben realizar, el PPV es
constitutivo de todo el ser humano; pues el ser humano se proyecta siempre en un futuro de
esperanza y auto elección.
Vivir con Cristo implica vivir como Cristo. “La excelencia objetiva de la vida consagrada
refleja el mismo modo de vivir de Cristo” (V.C. 32).
Esto significa tener el sentido de la trascendencia de Dios en la propia vida. Ser libre y
humilde de corazón, viviendo con alegría la propia vida; tener la capacidad de amar de
manera natural y sobrenatural. Todo esto habiendo pagado el precio del aprendizaje.
Ama al Señor con todo el corazón (Dt. 6,4-5; Mt. 22, 35-37)
Por lo mismo es una persona que posee el sentido de la trascendencia de Dios, sabe que
cuando está en relación con El, su interlocutor es Dios mismo, su Dios y Creador; por lo
tanto, puede decir con simplicidad, pero con todo su ser “Señor mío y Dios mío”.
Sabe que de parte de Dios sólo podrá “recibir”, posee un gran sentido de la gratuidad de
Dios, por esto puede hacer silencio delante de Dios, un silencio lleno de alabanza y
gratitud.
Libre de corazón
La causa más profunda de su libertad interior es la vivencia del primer mandamiento “El
Señor es uno solo” (Dt. 6,4). Por lo mismo, en su corazón no puede haber cabida para otros
“señores”, otros “absolutos”. De hecho el corazón humano se hace esclavo cuando
absolutiza aquello que de hecho no es absoluto, creyendo no poder vivir sin aquello que ha
sido absolutizado. El Salesiano, como hombre espiritual se hace libre de las cadenas de los
ídolos. En ningún momento debe significar autosuficiencia, porque en la base se encuentra
la certeza de la dependencia absoluta de Dios.
Con base en esta libertad interior el salesiano puede ser cordial, amar y servir
verdaderamente a sus jóvenes y sus hermanos sin sentirse dueño de nadie, sin necesidad de
manipular o de satisfacer sus necesidades afectivas o de autoafirmación. La cordialidad, el
afecto, el amor, la comprensión, el servicio resultan de un corazón libre y, por lo tanto son
auténticos.
Humilde
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Con el corazón libre reconoce su real condición de pecador con sencillez; sabe que no es
diferente de los demás seres humanos. Se vuelve al Padre a partir de su nada como el hijo
Pródigo, con la certeza de que este Padre lo ama gratuitamente.
Con esta actitud humilde, el hombre de Dios (Salesiano) se entiende como un servidor
humilde de Dios y de los demás; puede aceptar serenamente las ingratitudes cuando lleguen
y puede retirarse cuando sea el momento de hacerlo diciendo con sabiduría “soy un siervo
inútil, he hecho cuanto debía hacer” (Lc. 17, 10)
Feliz
La felicidad y la alegría en cierto sentido muestran que la vida se está realizando de manera
válida e integrada. Se sabe por qué se vive y se aprecia la misma. A nivel espiritual
podemos decir que la felicidad es un fruto de la vida en el Espíritu: “amor, alegría, paz,
paciencia, benevolencia, bondad, fidelidad, sencillez, dominio de sí (Gál. 5, 23).
En el Salesiano, la vida en la alegría lo hace capaz de ofrecer siempre a los demás un trato
de caridad visible, el cual hace parte de la cordialidad natural y sobrenatural; y de otra
parte, la oportunidad de hacer ver de manera encarnada todo aquello que quiere enseñar.
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dividida en buenos y malos; conoce el corazón humano y sabe que en los seres humanos
hay siempre posibilidades de bien.
Ante los desafíos de la nueva evangelización, el religioso siente la necesidad de una sólida
cualificación y de un fuerte compromiso cultural. La reflexión, el estudio y la actualización
constantes constituyen una responsabilidad vocacional y profesional, en particular en los
ámbitos más cercanos a la misión.
5. Motivaciones salesianas
5.1 Los frutos maduros del Bicentenario (ACG 421 del 2015, Don Ángel Fernández)
1. Sueño con una congregación de salesianos felices
Estoy convencido de que la mayoría de los sdb somos felices, muy felices en la vivencia de
nuestra vocación. Me incluyo, porque yo también soy muy feliz. Pero creo que hemos de
pretender que sea así en todos, sin que ningún hermano se quede al lado del camino
sintiendo que él no puede, o que esta meta no es para él. Esta meta es para todos, puesto
que este profundo deseo de felicidad resuena en el corazón de todo hombre o mujer desde
que hemos sido llamados a la vida.
En realidad, hermanos, lo que estoy expresando con este sueño de felicidad para cada uno
de nosotros es el deseo de que nuestra hermosa vocación y entrega no sea solo un trabajo, a
veces muy marcado por el desbordamiento, a veces por una extrema actividad que raya o
alcanza el «activismo», y que puede apagar en nosotros el fuego encendido y puede
conducirnos a ese «gris pragmático» del que habla el Papa Francisco. Estoy soñando con
una vocación salesiana en cada uno de nosotros vivida como la vivió Don Bosco,
olvidándose de sí y llenos de pasión por Dios y por los jóvenes.
Los salesianos trabajamos en muchas partes… pero tantas veces no saben decir quiénes
somos, y menos aún por qué hacemos lo que hacemos y por qué vivimos como vivimos. Y
este es mi sueño: el de que sea quien sea el que se encuentre con un religioso salesiano, o
quien entre en relación con una de nuestras comunidades, pueda sentirse tocado por la
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presencia de hombres de fe, de profunda y probada fe, que en su sencillo vivir y hacer, casi
sin pretenderlo, dejen traslucir su condición de religiosos, de hombres consagra dos por y
para Dios, y desde Él consagrados a los jóvenes.
La clave está en vivir de manera armónica nuestra identidad. Tantas veces nos hemos dicho
y recordado que ni nosotros somos trabajadores sociales, ni nuestras obras son puestos de
servicios sociales, por más que sea grande el bien que hagamos en ellas y desde ellas.
Somos, ante todo, creyentes consagrados por Dios en nuestra condición de religiosos, y
«¡cuánto bien nos hace dejar que Él vuelva a tocar nuestra existencia y nos lance a
comunicar su vida nueva!» Entonces lo que acontece es que, en definitiva «lo que hemos
visto y oído, nosotros lo anunciamos» (1Jn 1,3)»
3. Sueño con una congregación de salesianos apasionados por los jóvenes, por los
más pobres
Si no nos preocupara estar con los más pobres, los que más nos necesitan y nos sintiéramos
cómodos en tener poder y medios económicos, deberíamos asustarnos. Y he de deciros que
yo me siento preocupado ante casos de hermanos que viven la autoridad no como servicio
sino como poder, no como servicio sino como fuerza que permite tener y hacer cosas, y
más todavía si viene de la mano de los recursos económicos, o se busca que así sea.
Un gran desafío es el de atrevernos a asumir esta tarea y misión, a pesar de que muchas
veces es difícil cuando los jóvenes no están precisamente esperando nuestra propuesta ni se
sienten motivados ante ella. El primer gran desafío es estar convencidos de la suma
importancia que tiene nuestra misión, y encontrar las energías suficientes para meternos de
lleno en ella, aun sabiendo que no seremos recibidos ni con aplausos, ni con atención. Y a
este desafío de la frialdad, indiferencia, o incluso rechazo de la necesidad de Dios, se
añaden otras dificultades que yo me atrevo a llamar: los altos precios que pagamos a causa
de algunas acciones y decisiones: la preocupación por las estructuras, los cargos
administrativos que nos sentimos obligados a asumir, la gestión, el desarrollo y
superposición de actividades, y otras muchas cosas, nos limitan en ocasiones. Agotan
energías, mitigan o matan el gozo vocacional y la felicidad como salesianos y, sobre todo,
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pueden alejarnos de estar en medio de los jóvenes; y si no estamos con ellos, en medio de
ellos y siempre a su servicio, no hay evangelización posible.
Me permito recordar aquí lo que bien sabemos: Don Bosco, desde joven, acarició el deseo
de ser misionero. Don Cafasso, acompañándolo en su discernimiento vocacional, le cerró el
camino diciéndole que él no debía ir a las misiones (MBe II, 162-163), pero siempre tuvo
esta inquietud en su corazón; y realizó su deseo por medio de sus hijos, desde aquel 11 de
noviembre de 1875, escogiendo de entre sus primeros salesianos a los que enviaría a
América para atender las necesidades espirituales de los emigrantes y llevar el Evangelio a
los pueblos que no lo conocían.
Bien sabemos cómo Don Bosco, que no se fue a ninguna tierra lejana, trabajó con sus
muchachos en Valdocco encendiendo en ellos y en sus jóvenes salesianos esta pasión
misionera, este celo por la difusión del Evangelio. Las lecturas diversas, el Boletín
Salesiano y todo cuanto parecía útil y oportuno, era empleado para difundir este sueño
misionero.
Renuevo en este momento mi invitación a todos aquellos hermanos que se sienten llamados
por el Señor para la «missio ad gentes et ad vitam» para que acojan la llamada y podamos
realizar, en tiempo oportuno, el discernimiento adecuado.
5.2 Perfil del salesiano para los jóvenes de hoy (Carta de Don Ángel Fernández para
convocar el Capítulo General 28 / ACG 427 - 2018)
Hablar de los salesianos de hoy y de mañana supone, para todos nosotros, dirigir la mirada
a Don Bosco porque él es nuestro modelo. Como ya formulara el CG21, Don Bosco “no es
para nosotros simple recuerdo del pasado sino presencia carismática, viva, operante y
proyectada al futuro. En él nos comprendemos mejor a nosotros mismos y hallamos el
verdadero sentido de pertenencia a la Congregación”1.
A Don Bosco ‘hombre de Dios’ cuyo rasgo quizá más admirable fue la unidad de su
persona, de su vida y obra2. La admirable armonía de gracia y naturaleza magníficamente
manifestada en su persona hace que el salesiano intuya fácilmente cómo la fe enriquece
toda vida humana y cómo la vida se ve plenificada en la fe. De hecho, Don Bosco sabía leer
1 CG21, 163.
2 Cf. CGE, 83,1.
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la realidad, que le tocaba vivir y en la que estaba inmerso, con una mirada de fe
extraordinaria. Por eso decir salesiano hoy debería ser lo mismo que decir hombre de fe
profunda.
El “Da mihi animas caetera tolle”, en el centro de su vida como pasión apostólica llena de
motivaciones y sueños en favor de sus jóvenes. Pero la fuente de todo es el Evangelio y la
persona y el corazón de Cristo apóstol del Padre. En Don Bosco podemos ver cómo el
Espíritu Santo inspira un cierto ‘modo salesiano’ de intuir el rostro, el corazón de Jesús
Buen Pastor y su misión, en un proyecto de vida fuertemente unitario en el que el aspecto
humano y divino están íntimamente unidos para una única misión: la de salvar a los
jóvenes3. Por eso decir salesiano hoy debería ser lo mismo que decir pasión apostólica por
los jóvenes.
La paternidad infinita de Dios; y, como Don Bosco, intenta vivir ante Dios Padre con un
corazón repleto de gozosa gratitud y confianza. Siente que su misión de educador y pastor
tiene su cima en revelar el Padre a los jóvenes. Y, en Don Bosco, descubre cada vez más su
unión con Dios y su sentido extraordinario de paternidad; al comprender que el modelo
supremo de Don Bosco es Cristo, el salesiano puede tomar una mayor conciencia de que “el
mundo actual tiene necesidad urgente de descubrir este verdadero rostro de Dios y esta
vocación ‘filial’ de todo hombre”4. Por eso decir hoy salesiano hoy debería ser lo mismo
que decir Hijo de Dios que se sabe y se siente padre de los jóvenes.
Que ser salesiano es nuestro modo de ser Iglesia. “No es pensable ningún dualismo entre
vida salesiana y vida de la Iglesia universal o particular ya que el Espíritu, que anima y
unifica la Iglesia y que ha inspirado nuestra vocación salesiana, es el mismo” 5. La fidelidad
a Don Bosco hoy pide de nosotros, como Congregación, estar atentos a los signos de los
tiempos, atentos a los ‘gritos’ de esos jóvenes de los que hablamos, sin perdernos en lo que
pudiera desfigurar nuestra identidad carismática. Y por eso, como dicen nuestras
Constituciones (ya desde las primeras redactadas por Don Bosco y editadas en 1875),
hemos de llevar en el corazón la pasión por ser evangelizadores de los jóvenes,
especialmente los más pobres, cuidar especialmente las vocaciones apostólicas, ser
educadores de la fe en los ambientes populares, sobre todo con la comunicación social, y
anunciar el evangelio a los pueblos que no lo conocen 6, puesto que la pasión del “da mihi
animas” no conoce fronteras. Por eso decir salesiano hoy debería ser lo mismo que decir
identidad carismática en la comunión eclesial.
Que decir fidelidad al carisma significa para nosotros también la vuelta al Don Bosco
genuino del Oratorio7, no para hacer lo que él hizo, pero sí para imitar cómo lo hizo,
descubriendo a un Don Bosco siempre flexible en tantos aspectos, pero firmemente
aferrado a su misión entre los jóvenes. Se comprende que al referirnos al Oratorio no lo
hacemos entendiendo tan solo una actividad concreta frente a otras muchas que él mismo
llevó a cabo, sino atendiendo a ese espíritu que lo movió en todo momento, esa fuerza,
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pasión educativa y creatividad, ese dinamismo y esa flexibilidad no exenta de total claridad
y firmeza que él tuvo y que representa para nosotros hoy una lección magistral de fidelidad
dinámica a su propia vocación apostólica. Don Bosco se nos revela por tanto como un
verdadero modelo de docilidad al carisma originario, docilidad a esa llamada y misión que
le fue confiada, junto con una apertura a la realidad, a los tiempos y lo que estos pedían.
Por eso decir salesiano hoy debería ser lo mismo que decir apóstol de los jóvenes siempre
fiel, siempre flexible y creativo.
Que el salesiano de hoy debe tener la mente y el corazón llenos de los valores del espíritu
salesiano y de la espiritualidad que nos distingue y caracteriza. En ese espíritu salesiano la
caridad es el medio y el método fundamental de su apostolado: la amabilidad incansable y
la familiaridad son nombres salesianos de la caridad vivida entre los jóvenes. La simpatía,
dar el primer paso, reconocer a cada persona, el optimismo y la alegría, el espíritu de
familia…, son elementos distintivos y propios de nuestro ADN salesiano. Por eso decir
salesiano hoy debería ser lo mismo que decir siempre educador, siempre amigo.
Vocación y formación
PARA LA REFLEXIÓN
11
Segundo Capítulo
EL PPV DEL SALESIANO EDUCADOR PASTOR
SE INSPIRA EN JESUCRISTO BUEN PASTOR
1. El conocimiento de cristo
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1,17-18). "Yo soy el principio y el fin" (Ap 22,13).
"Yo soy la luz del mundo”. El que me sigue, no camina entre tinieblas" (Jn 8,12; 12,46).
"Caminad mientras tenéis luz, para que la oscuridad no os sorprenda. El que camina en la
oscuridad no sabe adónde va" (Jn 12,35).
"Yo soy el camino" (Jn 14,6). "El que no va conmigo, se pierde" (Lc 11,23). "Entrad por la
puerta estrecha, porque es ancha la puerta y amplio el camino que lleva a la perdición" (Mt
7,13).
"Yo soy la verdad" (Jn 14,6). "¿Quién puede acusarme de pecado? Pero si digo la verdad,
¿por qué no creéis en mi?" (Jn 8,46). "Para ser de verdad mis discípulos, tenéis que
ateneros a ese mensaje mío; conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" (Jn 8,31-32).
Porque "el que busca la verdad acabará escuchando mi voz" (Jn 18,37). "Yo he venido en
nombre de mi Padre, por eso no me aceptáis; a otro que venga en su propio nombre, a ése sí
lo aceptaríais"(Jn 5,43). .
"Yo soy la vida" (Jn 14,6). “Todo el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que
vive y cree en mí no morirá jamás" (Jn 11,2526). "Vine a que todos tengan vida y la tengan
en abundancia" (Jn 10,10). "Yo doy mi vida por mis ovejas" (Jn 10,15).
"Yo soy el pan de vida”. El que venga a mí no tendrá nunca hambre" (Jn 6,35). "El pan que yo
daré es mi carne entregada por la vida del mundo. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cie-
lo. Si alguien come de este pan, vivirá eternamente" (Jn 6,51).
"Yo soy la resurrección y la vida" (Jn 11,25). "El Padre dispone de la vida y ha concedido al
Hijo disponer también de la vida" (Jn 5,26). "Y ésta es la voluntad de mi Padre: que no
pierda a nadie de los que me dio, sino que lo resucite en el último día" (Jn 6,39).
"Yo soy el buen pastor; el buen pastor da la vida por sus ovejas" (Jn 10,11). "Todos los que
vinieron antes de mí eran ladrones y bandidos, pero las ovejas no les hicieron caso" (Jn
10,8). "Yo soy el buen pastor: conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí, igual
que mi Padre me conoce y yo conozco al Padre; además, me desprendo de la vida por las
ovejas" (Jn 10,14-15).
“Yo soy la puerta del redil”. "Os lo aseguro, yo soy la puerta de las ovejas" (Jn 10,7). "El que
entra por mí, estará al seguro; podrá entrar y salir y encontrará pastos" (Jn 10,9). "Nadie va
al Padre sino por mí" (Jn 14,6). "El que me ve a mí, ve a mi Padre" (Jn 14,9).
“Yo soy la fuente de aguas viva" “Quien tenga sed, que se acerque a mí; quien crea en mí,
que beba" (Jn 7,37). "El que crea en mí, no tendrá ya más sed" (Jn 6,35). "Ese agua se le
convertirá dentro en un manantial que salta dando una vida sin término" (Jn 4,14).
“Yo soy la vid" Yo soy la vid verdadera, mi Padre es el labrador. Todo sarmiento mío que no
da fruto lo corta; los que dan fruto los limpia para que den más" (Jn 15,1-2). "Yo soy la vid,
vosotros los sarmientos; el que sigue conmigo y yo con él es quien da fruto abundante,
porque sin mí no podéis hacer nada" (Jn 15,5).
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¿Qué hacer ahora?
Esta presentación de Jesús es muy seria y exige seriedad de parte de quien lo ha escuchado.
El que quiera tomar en serio la vida, deberá tener al menos la honradez de comprobar todo
esto y de verificarlo con sinceridad. Y esto se comprueba en la vida y con la vida.
Cuando este Cristo entra en la vida de alguien, la primera reacción es la siguiente: "¿Qué
voy a hacer ahora?" Cristo entró en la vida de Pablo en el camino de Damasco. Asustado y
vencido, Pablo se cayó del caballo y dijo: "Señor, ¿qué quieres que haga?" (Hch 9,6).
Esta es la pregunta que da origen propiamente al PPV como fruto de un adecuado
discernimiento.
Continuamente los hombres repiten la misma pregunta. Hoy la seguimos repitiendo
nosotros. Vamos a ver en los evangelios cuál es la respuesta que Cristo da a los que se la
formulan. De esta manera, él completará su presentación.
La respuesta de Cristo a nuestra pregunta (Una propuesta de vida que se plasma en el
Evangelio y que nos debe inspirar)
"El que quiera venirse conmigo...
- que se niegue a sí mismo (Mc 8,34),
- que cargue con su cruz de cada día (Lc 9,23) - Y me siga" (Mt 16,24).
El que le siga tiene que...
- saber perder su vida por su amor (Mt 16,24).
- no tener donde reposar la cabeza (Lc 9,57).
- dejar a los muertos que entierren a sus muertos (Lc 9,60).
- poner la mano en el arado sin mirar hacia atrás (Lc 9,62).
- preferirle a sus padres, hijos y hermanos (Lc 14,26).
- preferirle incluso a la propia vida (Lc 14,26).
- saber renunciar a todo cuanto posea (Lc 14,33).
- no avergonzarse de El en este mundo (Mc 8,38).
- saber hacerse como un niño (Mt 18,3).
- no enfadarse nunca con los demás (Mt 5,22).
- no insultar nunca al hermano (Mt 5,22).
- reconciliarse con los demás (Mt 5,24).
- no mirar nunca a una mujer con ojos de codicia (Mt 5,28).
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- no jurar nunca (Mt 5,34).
- decir siempre la verdad y no mentir nunca (Mt 5,37).
- presentar la mejilla derecha, si le golpean en la izquierda (Mt 5,39).
- amar a los enemigos (Mt 5,44).
- perdonar siempre, hasta setenta veces siete (Mt 18,22).
- no obrar para ser visto por los hombres (Mt 6,1).
- no acumular dinero (Mt 6,19).
- no preocuparse demasiado de la comida y el vestido (Mt 6,25-31).
- no juzgar a nadie (Mt 1-2).
En resumen, ser perfecto, como el Padre celestial (Mt. 5, 48)
Esta propuesta produce miedo. ¿Es posible asumir un PPV inspirado en el Evangelio?
Éste es el ideal que Jesús propone al que manifiesta deseos de seguirle. No es fácil llevarlo
a cabo. Las exigencias son enormes. Jesús no admite términos medios; dice con toda cla-
ridad: "El que no está conmigo está contra mi" (Mt 12,30). Pero también Jesús dice: "Mi
yugo es suave y mi carga es llevadera" (Mt 11,30). "No echaré fuera a ninguno de los que
vengan a mí" (Jn 6,37). "Dios no me ha enviado al mundo para condenar al mundo, sino
para que salve al mundo" (Jn 3,17; 12,47). Es como si nos dijese: "Intentadlo y veréis cómo
la cosa no es tan difícil como parece".
Jesús tiene toda la razón, su invitación a ser felices; su propuesta, su proyecto es nuestra
felicidad, nuestra realización. Somos de Cristo para vivir felices, amando a Dios y al
prójimo.
3. La práctica de Jesús debe ser la práctica del discípulo
Jesús desde el carisma salesiano
Jesús anuncia y revela la llegada del Reino de Dios
"Id a contar a Juan lo que estáis viendo y oyendo" (Mt 11,4)
Juan predicaba en el desierto. Jesús se adhirió a su mensaje. En el momento de asumir el
compromiso, en la hora del bautismo, escuchó la voz del Padre que le indicaba la misión
del Siervo: "Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco" (Mc 1,11). Cuando Jesús supo
que Juan estaba preso, volvió a Galilea (Mt 4,12), asumió su misión y comenzó a recorrer
el país con este mensaje: "El tiempo se ha cumplido. El reino de Dios está llegando. Con-
vertíos y creed en el evangelio" (Mc 1,15).
Vamos a fijarnos en algunos aspectos de esta práctica de Jesús, en donde el Reino se hacía
presente y que para muchos era motivo de escándalo (Mt 11,6).
a. Jesús convive con los marginados y los acoge
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Jesús ofrece un lugar a los que no tienen lugar en la convivencia humana. Acoge a los que
no son acogidos; los inmorales: prostitutas y pecadores (Mt 21,31-32; Lc 7,37-50; Jn 8,2-
11); los herejes: paganos y samaritanos (Lc 7,2-10; 17,16; Mc 7,24-30; Jn 4,7-421; los
impuros: leprosos y posesos (Mt 8,2-4; Lc 17,12-14; 11,14-22; Mc 1,25-26.41-44); los
marginados: mujeres, niños, enfermos de todo tipo (Mc 1,3234: Mt 8,17; 19,13-15; Lc 8,1-
3); los colaboradores del Imperio: publicanos y soldados (Lc 18,9-14; 19,1-10); los pobres:
gente del pueblo y quienes no tenían poder (Mt 5,3; Lc 6,20, 24; Mt 11,25-26). ¡Jesús
anuncia el Reino para todos! No excluye a nadie. Pero lo anuncia a partir de los excluidos.
Su opción es clara; el llamamiento también: no es posible ser su amigo y continuar
apoyando el sistema que margina a tanta gente. A quien quiere seguirle le manda elegir: -¡O
Dios o el dinero! No se puede servir a los dos" (Mt 6,24). Luego ven y sígueme" (Mt
19,21).
b. Jesús acoge a la mujer y no la discrimina
La mujer vivía marginada por el simple hecho de ser mujer (Lc 15,19-27; 12,1-5). ¡No
podía haber injusticia mayor! Jesús se desmarca de la sociedad de su tiempo: las acoge y no
las discrimina. Cura a la suegra de Pedro (Mc 1.29-31); una extranjera de Tiro y Sidón
consigue hacerla cambiar de idea y recibe su atención (Mc 7,24-38). Después de haber
resucitado se aparece a María Magdalena, enviándola como mensajera de la Buena Noticia
de la resurrección (Jn 20,16-18)
Jesús vuelve al proyecto del Padre en el que la mujer y el varón, con sus diferencias, son
iguales en dignidad y aprecio (Mt 19,4-5). A los discípulos que quieren seguirlo no les
permite que mantengan el dominio del varón sobre la mujer (Mt 19,10-12).
c. Jesús lucha contra las divisiones injustas
Había divisiones, legitimadas por la religión oficial, que marginaban a mucha gente. Jesús,
con palabras y hechos concretos, denuncia o ignora estas divisiones. Prójimo y no prójimo:
obrar como el samaritano: prójimo es todo aquel a quien te aproximas (Lc 10,29-37). Judío
y extranjero: Jesús atiende la petición del centurión (Lc 7,6-10) y de la cananea (Mt 15,21-
28). Santo y pecador: acoge a Zaqueo y rebate las críticas de los fariseos (Mc 2,15-17).
Puro e impuro: cuestiona, critica y hasta ridiculiza la ley de la pureza legal (Mt 23,23-24;
Mc 7,13-23). Obras santas y profanas: limosna (Mt 6, 1-4), oración (Mt 6,5-8) y ayuno (Mt
6,16-18) adquieren una nueva dimensión. Tiempo sagrado y profano: Jesús pone el sábado
al servicio del ser humano (Mc 2,27; Jn 7,23). Sagrado y profano: relativiza el templo; Dios
puede ser adorado en cualquier lugar (Jn 2,19; 4,21-24; Mc 13,2). Rico y pobre: denuncia el
escándalo del abismo que separa al rico del pobre (Lc 16,19-31).
Al denunciar las divisiones injustas, invita a la gente a definirse frente a los nuevos valores
del amor y de la justicia. Algunos lo aceptan, otros lo rechazan. Es signo de contradicción
(Lc 2,34). Crea nuevas divisiones (Mt 10,34-36). A quienes quieren seguirlo les advierte
que se preparen, porque sufrirán la misma contradicción (Mt 10,25).
d. Jesús lucha contra los males que destruyen la vida
16
A través de su acción y predicación, Jesús combate el hambre (Mc 6,35-44), la enfermedad
(Mc 1,32-34), la tristeza (Lc 7,13), la ignorancia (Mc 1,22; 6,2), el abandono (Mt 9,36), la
soledad (Mt 11,28; Mc 1,40-41), la letra que mata (Mc 2,23-28; 3,4), la discriminación (Mc
9,38-40; Jn 4,9-10), las leyes opresoras (Mt 23,13-15; Mc 7,8-13), la injusticia (Mt 5,20; Le
22,25-26), el miedo (Mc 6,50; Mt 28,10), los males de la naturaleza (Mt 8,26), el
sufrimiento (Mt 8,17), el pecado (Mc 2,5), la muerte (Mc 5,41-42; Le 7,11-17), el demonio
(Me 1,25.34; Lc 4,13).
Ha venido "para que todos tengan vida y vida en plenitud" (Jn 10,10). Intenta recuperar la
bendición de la vida (cf. Gn 1,27; 12,3), perdida a causa del pecado (Gn 3,1519). A quien
quiere seguirlo le da el poder de curar las enfermedades y de expulsar los malos espíritus
(Mc 3,15; 6,7). El discípulo debe asumir el mismo espíritu de lucha a favor de la vida.
e. Jesús desenmascara la falsedad de los poderosos
Entre los males con los que Jesús se enfrenta, están los falsos líderes. No tiene miedo de
denunciar la hipocresía de los líderes religiosos de la época: sacerdotes, escribas y fariseos
(Mt 23,1-36; Lc 11,37-52; 12,1; Mc 11,15-18). Condena la pretensión de los ricos y no cree
mucho en su conversión (Lc 16,31; 6,24; 12,13-21; Mt 6,24; Mc 10,25). Ante las amenazas
de los representantes del poder político, tanto de los judíos como de los romanos, no se
intimida y mantiene una actitud de gran libertad (Lc 13,32; 23,9; Jn 19,11; 18,23).
Se da cuenta de la mentalidad opresora de los líderes civiles (Lc 22,25) y religiosos (Mt
23,2-4). A los que quieren seguirlo les advierte: "Vosotros no debéis proceder de esa
manera" (Lc 22,26). Pide que recen al Padre para que mande obreros a su mies, es decir,
que ayude al pueblo a tener buenos líderes (Mt 9,38).
Con esta predicación en favor de la vida y contra todo lo que la destruye, la corrompe y la
arruina, se presenta a la gente, anda por Galilea y anuncia la Buena Noticia del Reino. En
estos gestos de solidaridad, se revela como Emmanuel, Dios con nosotros (Mt 1,23), Y Él
mismo se convierte = Buena Noticia para el pueblo. Por eso atrae a los pobres marginados.
Es todo un movimiento popular que se forma m. tomo a su persona y mensaje (Mc
1,33.45). Mucha gente comienza a seguirlo.
4. Constituciones Salesianas - Artículo 11: EL CRISTO DEL EVANGELIO.
Jesucristo es modelo y fuente del Espíritu Salesiano. Lo miramos como modelo y
recordamos con ello que el camino de santificación a que estamos llamados es camino de
“cristificación”.
Salesianamente nos identificamos con él como “Buen Pastor” que desea la salvación de los
jóvenes.
De él asumimos con especial interés: Su gratitud al Padre por el don de la vocación divina
a todos los hombres; su predilección por los pequeños y los pobres; su solicitud en predicar,
sanar y salvar; su actitud de Buen Pastor; su deseo de congregar a los discípulos en la
unidad de la comunión fraterna.
17
El cristo a quien seguimos y contemplamos
A Él tenemos acceso por la escucha y la meditación de la Palabra, particularmente del
Evangelio, por la Eucaristía y la reconciliación. Algunos rasgos que atraen nuestra atención
salesianamente:
GRATITUD: Confianza, alabanza a la bondad del Padre que ve en cada joven un
hijo y da una vocación divina a todos los hombres (Lc. 20, 21). Es la figura de
Cristo Sacerdote que nos permite experimentar el amor paterno de Dios.
PARA LA REFLEXIÓN
1. Hasta el día de hoy ¿cómo has asumido tu vida cristiana?
2. ¿Qué ha significado ser de Cristo?
3. ¿Qué asumes de Jesucristo y su Evangelio para inspirar tu PPV? Trata de definir
desde Cristo la Opción Fundamental de tu PPV.
¿Qué rasgos de Jesús quieres asumir como propios?
¿En qué consistirá tu proceso de Cristificación?
Elige una frase bíblica que ilumine tu PPV
18
Tercer Capítulo
FORMULACION DEL PPV
Debe ser siempre JESUCRISTO. De El asumo las características y rasgos que más me
llaman la atención y que en mi condición.
Este es el problema frente al cual siempre tendremos que ubicarnos.
19
La cruz es el significado de la vida en general. Un amor inmerecido por la bondad y
gratuidad de Dios. El cristiano está llamado a amar de la misma manera de Jesús. Dios nos
ha posibilitado para amar a su manera (Este es el signo más claro del amor de Dios).
Todo proyecto debe centrarse en Jesucristo. Cuando se vive con Cristo más se
simplifica la vida.
La pasión por Dios que conduce a la amistad con Jesús que lleve a una opción por
su persona.
20
soy capaz de crear, el modo de afrontar los conflictos, aquello que es más difícil: llegar a
iluminar las inconsistencias psicológicas, a veces inconscientes, en las cuales se esconden
nuestras resistencias a crecer y a madurar.
No se puede hacer crecer una espiritualidad vigorosa ignorando nuestra realidad humana.
El discernimiento comienza desde el conocimiento de sí mismo.
Análisis de la autoestima
1. ¿Qué imagen tengo de mí mismo? ¿Cómo me valoro a mí mismo?
2. ¿Crees tener una imagen negativa de ti mismo, justa o al contrario te sobrevaloras?
¿Qué haces para obtener una imagen más objetiva de ti mismo?
3. ¿Te gusta tu nombre, apellido, tu lugar de nacimiento o sientes rechazo por alguno
de estos?
4. ¿Cómo han sido y cómo son las relaciones con tu madre, tu padre, tus hermanos y
con los demás familiares?
5. ¿Tienes algún recuerdo de las experiencias de tu infancia con los cuales no te has
reconciliado?
6. Trata de completar las siguientes frases:
Aquello que más me gusta de mí mismo es …
Aquello que menos me gusta de mí mismo es …
Mi condición física
1. ¿Me siento reconciliado con mi cuerpo? ¿Existe algo que todavía no acepto?
2. ¿Te preocupas por tu salud? ¿Temes perderla? ¿Cuáles son tus temores?
3. Una de las cosas de mi cuerpo que me cuesta aceptar es…
Mi condición psicológica
1. ¿Conoces tu carácter y tu temperamento? Describe tu personalidad y tu carácter a
partir de los dos o tres aspectos positivos y negativos más evidentes.
2. ¿Mi estado de ánimo es estable o cambio de humor fácilmente?
3. ¿Conoces tus cualidades, capacidades y habilidades?
4. ¿Conoces tus límites y defectos? ¿Los aceptas y los tienes en consideración en tus
conflictos?
5. ¿Aceptas tu edad y afrontas los compromisos que ella exige?
6. ¿Qué estiman los demás de ti?
7. ¿Cuáles aspectos de tu carácter te gustan menos?
8. ¿Cómo es tu fuerza de voluntad? ¡eres perseverante n lo que te propones?
Mi identidad
1. ¿Cuáles son las actitudes y los valores humanos a los cuales eres más sensible?
2. ¿Qué estiman los otros más de ti?
3. ¿Cuáles personas admiras por sus cualidades?
4. ¿Tienes complejos por tu nivel cultural?
5. ¿Dónde pones tus mayores esfuerzos y entusiasmos?
21
6. ¿Dónde encuentras tus mayores satisfacciones? ¿En qué cosa te sientes realizado?
¿Por qué? ¿A qué te gustaría dedicarte?
7. ¿Te sientes a gusto con lo que haces?
8. ¿Tienes algunos ideales por los que te sientes atraído o ves que eres indiferente a
ellos?
9. ¿Tienes algún proyecto en mente? ¿Qué significa esto en tu vida?
10. ¿En qué aspecto te sientes perdedor o frustrado en la vida? ¿Por qué?
11. ¿Existe algún hecho en tu vida que te haya marcado y que pesa sobre ti como una
pesadilla que no logras olvidar? ¿Por qué no lo has podido superar?
12. ¿Cuáles son tus miedos o temores de frente al futuro? ¿Por qué?
13. ¿Qué nivel de autonomía personal has alcanzado
14. ¿Te sientes libre al momento de tomar decisiones, sobre todo vocacionales, o eres
más bien indeciso, dependiente?
15. Todos tenemos necesidad de afecto. ¿Cómo afrontas esta necesidad? ¿Cómo estas
con tus amigos, en las relaciones comunitarias, con tu familia? Analiza las
relaciones con las mujeres.
16. ¿Tienes necesidades psíquicas no integradas? ¿Debes iniciar un proceso de
integración o de aceptación?
17. A la luz de todo esto que estoy descubriendo en mi modo de ser, ¿desde dónde
debería iniciar a trabajar?
Trata de definir cuál puede ser el problema que aún debes resolver y enfrentar en este nivel.
Otras preguntas que me pueden ayudar en esta dimensión (No hay necesidad de abarcarlas
todas. En el cuestionario anterior pueden haberse incluido con otra redacción)
1. Escribe un slogan que te identifique, e ilumine tus acciones.
2. ¿Qué pienso de mí mismo?
3. ¿Cuáles son mis mayores cualidades o virtudes?
4. ¿Cuáles son mis principales defectos?
5. ¿Cuáles han sido mis mayores aciertos en la vida hasta hoy?
6. ¿Cuáles son mis mayores dificultades?
7. ¿Qué le da sentido a mi vida?
8. ¿Cuáles son mis mayores aspiraciones?
9. ¿Qué estoy dispuesto a hacer para alcanzarlas?
10. ¿Cuáles son mis mayores “hobbies”?
11. ¿Qué es lo que más me preocupa del presente?
12. ¿Qué quiero aprender (estudiar) para construir mi futuro?
13. ¿Cuáles son los cambios que debo realizar en mí?
14. ¿Qué me gustaría que escribieran en mi tumba cuando muera?
22
3. ¿Qué estoy dispuesto a hacer por los demás?
7. ¿Qué es lo que menos les gusta a los otros de mí? ¿Por qué?
8. ¿Qué es lo que más les gusta a los otros de mí? ¿Por qué?
Las preguntas de esta fase se deben orientar sobre todo al discernimiento de las imágenes
de Dios, de las cuales depende nuestra relación con Él.
1. ¿Quién es Dios para mí? ¿Cuáles imágenes tengo de Él?
2. ¿Es un Dios mágico? ¿Mi experiencia religiosa tiende a concentrarse en la práctica
de ciertos ritos y sacramentos que me dan tranquilidad y seguridad? ¿O bajo la
confianza en el Dios de la gratuidad?
3. ¿Es un Dios-ley que amenaza mi libertad? Cuando me siento en pecado o
imperfecto, ¿tiendo a angustiarme porque me siento rechazado por Dios?
4. ¿Es un Dios-abuelo? ¿Acudo a Dios sólo cuando me siento mal y tengo necesidad
de ser consolado? ¿Es un Dios indefinido que pide mi responsabilidad o tal vez el
Padre indulgente que tranquiliza las conciencias?
5. ¿Es in Dios padre de la vida? ¿Es Dios una prueba insuperable para mi libertad? ¿O
lo he descubierto como fuente de vida, de libertad? ¿Qué significa para mí que el
amor de Dios es gratuito e incondicional?
6. ¿Es un Dios Salvador? ¿He llegado a aceptar el hecho que la salvación depende de
Dios y no de mis esfuerzos incapaces de superar el pecado? ¿Integro gratuidad y
responsabilidad, experiencia de pecado y paz confiada?
7. ¿Cuál espacio ocupa la afectividad en mi relación con Dios?
8. ¿Tiendo a separar a Dios de su voluntad? ¿Qué significa la expresión: “¿Ni Dios sin
su Reino, ni el Reino sin Dios”?
23
1. ¿Quién ha sido Dios en tu vida y quién es en el momento actual?
2. ¿Qué puesto ocupa la oración en tu vida?
3. ¿Cuáles son las mayores dificultades que se te presentan en la oración? ¿Qué
importancia das a la dimensión contemplativa? ¿Qué tipo de oración haces y cuánto
tiempo le dedicas?
4. ¿Qué puesto ocupa la meditación de la Palabra de Dios en tu vida?
5. ¿Cómo vives la relación con Dios en tu experiencia apostólica o en tu diario vivir?
6. ¿Integras lo humano, lo histórico y lo espiritual, o funcionan como mundos
independientes?
7. ¿Has alcanzado a unificar tu vida de creyente en la vida ordinaria y en el trabajo
diario?
8. ¿Existe algo que te impida la dedicación incondicional a cumplir la voluntad de Dios?
¿A qué crees que se deban estas resistencias o temores?
9. ¿Sobre qué bases construyes hoy tus opciones?
10. ¿Has unificado tu vida en Dios y en su Reino o vives una vocación dispersa o
descentrada?
11. Te sientes suficientemente concentrado y entusiasmado para continuar haciendo la
pregunta: “Señor, ¿qué quieres que haga?”
1. ¿Soy una persona sociable o más bien tímida, introvertida, poco comunicativa?
2. ¿Cómo es mi comunicación con los demás: me manifiesto solo con las ideas o
manifiesto también mis sentimientos y mis convicciones?
3. ¿Cómo me encuentro ahora fraternalmente: integrado, tranquilo, aporto al espíritu
de familia con gozo y con confianza?
4. Al contrario, ¿me siento en discordia y tenso?
24
5. ¿Soy selectivo en mis relaciones fraternas? ¿Excluyo a alguien de mis relaciones
afectivas? ¿Trato a los hermanos según el criterio de la simpatía, antipatía,
gratificaciones o construyo la fraternidad de la gratuidad con la cual Dios me ama?
6. ¿Soy rencoroso o practico el perdón con generosidad?
7. ¿Aporto a mis hermanos: confianza, serenidad, optimismo, alegría, buen humor,
cordialidad, iniciativas para el crecimiento? ¿O, al contrario, tensiones, conflictos
no necesarios, problemas y silencios?
8. ¿Tiendo a ser individualista o pienso habitualmente en el bien de la comunidad?
9. ¿Rezo por mis hermanos, especialmente por aquellos que tienen mayor necesidad y
con quienes tengo mayores dificultades?
10. ¿Me esfuerzo por aceptar a mis hermanos como son?
11. ¿Qué es lo que más me gusta de mi comunidad y qué es lo que menos me gusta?
12. ¿Soy demasiado sensible? ¿Tiendo a crear sub grupos en la comunidad?
13. ¿Reacciono rectamente con los hermanos que son diferentes y que no piensan como
yo?
14. ¿Hay algún hermano con el cual creo que debería modificar mis relaciones?
¿Cómo? ¿Trato de clarificar las cosas hablando en privado con los hermanos con los
cuales tengo dificultades?
15. ¿Cómo practico la obediencia en la fraternidad?
Describe tus cualidades para la vida fraterna, tus mayores dificultades y tus satisfacciones.
e. Discernimiento sobre el compromiso con la misión
Se trata de unos medios eficaces para responder a los objetivos propuestos. Estas acciones
han de ser cuantificables para poder ser evaluadas. El realismo que exigen aconseja que, en
su planteamiento se asuma lo que verdaderamente se necesita y se quiere trabajar. No se
recomiendan muchas, sólo las necesarias.
26
b. Vida Fraterna:
Ante todo, es necesario hacer la evaluación del camino que estás haciendo. Tu proyecto ya
debería haber fijado los tiempos o las fechas concretas para este ejercicio. Debes dedicar
tiempo suficiente para la evaluación, como por ejemplo, durante los retiros o los ejercicios
espirituales. La evaluación tiene la finalidad de ver hasta dónde has sido fiel a todo lo que
te propusiste en el proyecto: si has llevado a cabo las actividades que escogiste y cómo las
has hecho. Si no las has hecho, es preciso descubrir el porqué. Es preciso también verificar
si se han alcanzado las metas prefijadas y en qué medida. En el caso de un resultado escaso,
el análisis de las causas podría mostrar que tal vez no has sido constante en los
compromisos asumidos y no te has esforzado después del entusiasmo inicial; o, tal vez, no
27
has analizado bien los problemas y te has quedado en la superficie; o no has prestado
atención a los diversos aspectos del problema; o, tal vez, tus líneas de acción eran
demasiado genéricas. Sea lo que fuere, mediante la evaluación te das cuenta si vas por el
camino justo y puedes retomar los elementos útiles para hacer las correcciones necesarias
en tu proyecto. La evaluación del proyecto requiere, por eso, un modo diverso de hacer los
retiros mensuales y trimestrales, de modo que tengamos mayor espacio para la oración y la
reflexión personal.
Debes escribir cada cuánto revisarás el proyecto. Consiste en leer, meditar, orar y
reflexionar todo lo redactado. Analizar si los objetivos específicos funcionan y también
revisar el objetivo general.
Las líneas de acción que se vayan cumpliendo desaparecen del proyecto, para dar campo a
nuevos puntos de trabajo.
¿Cuándo evaluar?
Diariamente: Objetivos específicos, algunas áreas o dificultades.
Ordinariamente en el examen de conciencia.
Semanalmente: Quizás una lectura espiritual o una meditación para
mirar aquellos aspectos más generales.
Mensualmente: En el Retiro, para hacer ajustes, correcciones o
modificaciones de estilo y redacción. En el Retiro trimestral se puede
revisar totalmente.
Anualmente: En los Ejercicios Espirituales anuales conviene hacerlo
totalmente de nuevo, pues cada año se debe cambiar el objetivo general.
3. Otra propuesta de elaboración (Propuesta de Don Cereda en la carta del 2005)
“Habla, Señor, que tu siervo escucha”. Le preguntas qué quiere de ti “aquí y ahora”.
En el primer paso se trata de identificar la llamada de Dios. Por medio de las
Constituciones, que delinean la identidad del salesiano consagrado, tú conoces ya lo que
Dios quiere de ti; además, la “Ratio” te ayuda a descubrir la finalidad, la experiencia
formativa y las condiciones de la fase que estás viviendo; tú encuentras una referencia
también en el proyecto inspectorial de formación, que describe la actuación de dicha
identidad en el contexto de tu Inspectoría; finalmente, el proyecto comunitario te ofrece un
28
cuadro más preciso de lo que Dios espera de ti y de los demás formandos con quienes
vives.
Tú ahora estás pensando, no en las cosas que tienes que hacer, sino en las metas que Dios
te inspira y que querrías alcanzar, que te prometen un sentido de alegría y representan un
paso adelante en el camino de tu crecimiento vocacional. Tú estás formulando para ti
mismo la visión de lo que Dios te llama a ser. Es importante que esta visión del futuro no
sea descrita como algo intelectual o frío, sino como algo que te apasiona, atrae y estimula,
que responde a tus deseos y a tus expectativas, que indica las posibilidades que pueden
resultar de tu esfuerzo. Cuanto más te atraiga y te entusiasme la meta, más decidido te
sentirás en los pasos que has de dar para conseguirla.
(Aquí se podrían incluir los diferentes análisis de la realidad personal en cada una de las
dimensiones)
Habiendo ya identificado para qué te llama Dios, llega ahora el momento de considerar el
punto en que te encuentras, es decir, tu situación actual en relación con la llamada de Dios:
tus recursos y tus debilidades, tus capacidades y tus posibilidades, tus limitaciones y tus
condicionamientos negativos. Por ejemplo, ésta podría ser mi situación: “Habitualmente
soy fiel a mis deberes, me empeño en los estudios, trato de tener buenas relaciones con
todos. Pero me doy cuenta de que en las reuniones comunitarias, mientras sigo todo con
interés, no comparto con los demás mis ideas y mis experiencias, por miedo a lo que podrán
pensar o decir de mí”.
En este contexto es útil recordar que no es de gran ayuda hacer una lista interminable de
todos los puntos positivos o negativos, en sus detalles. Una buena elaboración del proyecto
presupone la capacidad de individuar los dos o tres puntos que son decisivos y que
prácticamente determinan todo lo demás; se trata de captar los aspectos principales
que requieren atención. Convéncete de que el éxito de tu proyecto no está tanto en la
aplicación de las técnicas, como en la prontitud para afrontarte a ti mismo con autenticidad
y profundidad y abrirte con confianza y paciencia al Espíritu.
Finalmente, este es el paso en el que tratas de asumir el mensaje que te viene de Dios en
respuesta a tu petición: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?”. A la luz del conocimiento de
ti mismo, logrado con el segundo paso, tú escoges las líneas de acción que te propones
realizar en el curso del año para llegar a las metas que te has propuesto en el primer paso.
Buscas adónde debes ir y qué te sugiere el Espíritu. Es deseable que tus líneas de acción
sean realistas y realizables dentro del año; que sean pocas y esenciales; que se refieran a los
aspectos importantes de la experiencia formativa que estás haciendo. Según la “Ratio” es
importante escoger compromisos que se refieran a las cuatro dimensiones formativas.
También es de gran ayuda que el plan de acción marque pasos graduales, que deben
concretarse mes por mes, semana por semana. Dando estos pasos uno después de otro, te
vas creando una cierta confianza en ti mismo y te vas haciendo más decidido y optimista,
viendo el progreso que estás haciendo. Si quieres, estos pasos pueden tener en cuenta
motivaciones, actitudes y comportamientos; éstos pueden concretarse en objetivos,
procesos e intervenciones. Y aún en lo concreto de las determinaciones, también este paso
puede expresarse en forma de oración.
Cuarto: Evaluación
Ahora que has formulado tu proyecto personal, debes estar seguro de que no se quedará en
el papel, sino hacer que se convierta en un medio eficaz para tu crecimiento. Para lograrlo,
no necesitas medidas extraordinarias, sino los medios que la metodología de la vida
espiritual y nuestra tradición salesiana han recomendado siempre. No se crece si no hay un
método serio de caminar; el proyecto de vida es un nuevo recurso para la vida espiritual que
valoriza elementos tradicionales, dándoles una nueva función y organicidad.
30
compartes el proyecto, te confrontas y haces la evaluación con el guía. En efecto, la “Ratio”
dice que el formando “periódicamente revisa –en diálogo con su Director- el progreso en el
logro de sus objetivos” (FSDB 216). Tú hablas de las dificultades que experimentas y pides
consejo. Su mayor aportación será ayudarte a ver mejor las realidades ante Dios y a
ahondar tus motivaciones; al mismo tiempo te dará confianza y aliento en el camino. En
esta acción de los dos verás mejor tu vocación: con el discernimiento te encontrarás cada
vez más confirmado en ella o afrontarás los interrogantes que pudieran surgir.
- También te servirá de ayuda una metodología que has usado siempre, desde los primeros
momentos de la formación inicial, es decir, la práctica pedagógica de meditar escribiendo,
de tomar notas, de fijar por escrito tus experiencias y las reflexiones que el Espíritu te
sugiere. Al texto que has escrito podrás referirte en todo momento, para una confrontación
y una integración. Escribir es un medio para no quedarte en la superficie, para facilitar la
reflexión y la oración, para llegar a las profundidades de tu vida. Usa este medio también en
otras ocasiones y no sólo en la formulación del proyecto.
- Es obvio que deberías ejercitar la vigilancia sobre tus pasos cotidianos. Sin una
conciencia vigilante, es decir, si no se está atento y vigilante, no se hace camino; se sufre,
en cambio, pereza, debilidad, superficialidad. Entre los medios comunes, el examen de
conciencia cotidiano no es un momento formal y expeditivo, sino sustancial y profundo.
También la meditación diaria, es una oportunidad para “tomar alguna buena resolución y
buscar el modo de ponerla en práctica”, reforzando aquello sobre lo que estás trabajando.
Pero, sobre todo, la celebración frecuente del sacramento de la Penitencia es un momento
de gracia que, juntamente con la evaluación de tu vida y con el arrepentimiento que suscita
en ti, con el perdón de Dios que te reconcilia consigo, te ofrece la gracia sacramental de la
curación y de reanudar el trabajo.
31
Encontrarás un cuadro que te servirá como referencia para que te dediques a elaborar tu
PPV como SDB en formación inicial. No hay prisa en elaborarlo, invoca al Espíritu Santo y
piensa muy bien qué es lo que te sugiere el Señor. No olvides comentar tu proceso con el
Director Espiritual.
Nombre:
Cita bíblica de referencia:
OPCIÓN FUNDAMENTAL
OBJETIVO FINAL
32
OBJETIVO GENERAL
DIM.
ESP.
VIDA
DE
ORA
CIÓN
DIM.
ESP.
VIDA
FRA
TER
NA
DIM.
ESP.
CON
SEJOS
EVAN
GÉLI
33
COS
DIM.
INTE
LEC
TUAL
DIM.
APOS
TÓ
LI
CA
Anexo 1
“JESUCRISTO IDEAL DE VIDA”
En un Proyecto de Vida Cristiano el ideal siempre deberá ser Jesús. Por eso como EL...
1. BOCA: ¿Cuáles eran las palabras qué decía? ¿De qué hablaba? ¿Con quiénes hablaba?
¿Qué enseñó? ¿Qué denunció?
Mt. 4,17; 4,23; 5, 3-12; 7,1-5; 11, 25-30.
Lc. 11, 1-4; 11, 42-44
2. CABEZA: ¿Qué pensaba? ¿A qué daba valor? ¿Por qué hacía las cosas?
Mt. 5, 3-12; 7, 7-11; 13, 44-46; 18, 1-4.
Mc. 16, 16-20.
Lc. 12, 22-32
Jn. 19, 30
3. CORAZÓN: ¿De qué llenaba su corazón? ¿Qué sentimientos tenía? ¿A quiénes amó?
¿Por qué se alegraba? ¿Qué le entristecía?
Mt. 6, 19-21; 6, 24-34-40.
Lc. 6, 27-38; 15, 1-32.
Jn. 19, 31-37; 20, 26-29
5. PIES: ¿Qué caminos recorría? ¿Qué lugares visitó? ¿Qué metas se propuso?
34
Mt. 7, 13-14; 8, 18-22; 9, 35-38; 16, 24-26; 18,12-14.
Lc. 6, 12-16; 10, 29-37; 24, 13-35
Jn. 10, 1-5
Anexo 2
EL SENTIDO DE LA VIDA
El sentido de la vida tiene que ver con la conquista de la felicidad. Estas son dos realidades
afines.
Vale la pena intentar por tanto, descubrir los secretos de una felicidad posible.
El sentido de la vida no es un simple regalo, hay que buscarlo, hay que encontrarlo.
Quien se equivoca en la concepción de la felicidad o del sentido de la vida y lo busca
en el placer, en la satisfacción plena de sus deseos, en el disfrute máximo de los bienes
materiales, en el triunfo a toda costa, no la encuentra en forma alguna.
El sentido de la vida está al alcance de cada uno. Es posible de realizar. No se trata de una
cosa sino de una forma de vivir, un estilo de ser hombrees o mujeres. Este no aparece como
un premio para quienes lo persiguen ansiosamente, sino que llega a los dominios de quienes
saben apreciar debidamente la vida.
De ahí que sea adecuado valorar debidamente los hechos cotidianos, sencillos,
aparentemente insignificantes que vienen a formar parte de nuestro tesoro existencial.
Para vivir en plenitud y llegar a descubrir los horizontes de una existencia feliz es
necesario mantener bien abiertos nuestros sentidos, alerta nuestra curiosidad y atento
el corazón.
35
El sentido de la vida se construye cada día. Se va labrando golpe a golpe, minuto a minuto,
con un corazón dispuesto y una mente abierta. Este se convierte en algo muy personal que
debe incluir necesariamente a los demás.
No pocas veces se manipulan las personas sugiriéndoles valores falsos. Pero no olvidemos
que el ser humano, aquel que está llamado a descubrir el sentido último a la vida cuenta con
LA INTELIGENCIA, LA LIBERTAD Y LA ESPONSABILIDAD. Y es capaz de HACER
OPCIONES. El ser humano es el AGENTE de su propio devenir existencial. Conviene
descubrir el valor de la vida y darnos cuenta de que estamos capacitados para ser cada
día más felices SI SABEMOS VIVIR DE ACUERDO A NUESTRAS CONVICCIONES.
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