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POLITECNICO GRANCOLOMBIANO

ASIGNATURA: Métodos Cuantitativos

PROFESOR: Sonia López

Proyecto de Investigación: “Percepción de infidelidad


Social en parejas”

ESTUDIANTE: Leidy Tatiana Martínez Olmos

Pregunta Problema

¿Cómo influye el contexto social en la percepción de la infidelidad en parejas de 20 a 23

años en la localidad de Tunjuelito?

Criterios

 Esto actualmente se dice que es una problemática vigente en muchas parejas,

puesto que ya no existe la misma comunicación entre ellas como antes

 La percepción de infidelidad social en las parejas y los índices de infidelidad

general son conceptos variados y que a su vez dan mucho de qué hablar, pero a su

vez es válido correlacionarlos y así poder formular propuestas que mejoren la

calidad de vida y comunicación que debe existir en las parejas para que esto no

ocurra.
Objetivo general

Mostrar el gradode infidelidad que existe entre esta percepción de infidelidad social en las

parejas y la ayuda que para el mejoramiento de esta problemática de los Jóvenes de 20 a 23

años de la localidad de Tunjuelito.

Objetivos específicos

 Establecer qué posibles factores condicionan la percepción social de la infidelidad

 Detectar los estados de opinión existente sobre la infidelidad, amor, aprecio de los

jóvenes de la localidad de Tunjuelito por medio de una encuesta.

 Analizar qué tan importante es para los adolescentes de hoy tener una pareja y que

tan afectados se podrían ver en un caso de infidelidad


Justificación

Este trabajo principalmente se va a realizar con el fin de evaluar que tan importante es para

los jóvenes de esta localidad tener una relación, pero dentro de esa relación que tanto puede

afectar un caso de infidelidad que pueda perjudicar su ámbito social y afectivo.

Quizás más de uno ha cuestionado el comportamiento de su pareja en épocas de crisis,

"¿Me estará engañando?", "¿será bueno/a ocultando lo que ocurre?","¿Cómo puedo

averiguarlo?". Sin embargo, no es desde el comienzo de los problemas interpersonales

donde se genera la inseguridad, es sino desde el momento en que nuestras mentes generan

la posición que tomamos frente al hecho de que "nos pongan los cuernos". En la época que

vivimos, la infidelidad luce mucho más llamativa que años atrás, la necesidad de libertad e

independencia afloran en las relaciones jóvenes y los divorcios son "pan de cada día". ¿Se

podrá evitar este tipo de conductas de alguna manera? ¿Cómo piensa la juventud acerca de

esto? ¿Podríamos nosotros, teniendo una mentalidad liberal y moderna, cambiar este tipo de

situación?... ¿Cuáles son los factores que podrían evitarla? Muchas teorías se han propuesto

para intentar llegar a una respuesta, se ha involucrado la Religión, el nivel educacional, el

nivel socioeconómico y sociocultural. No obstante, ¿Ha ayudado a que los jóvenes, la

generación del futuro, vayan en contra de las conductas infieles?

Los prejuicios siempre están presentes en la sociedad y los jóvenes en general son quienes

más se influencian de ellos.(Hernández, 2009)

Tomado de: http://percepcionesinfidelidad.blogspot.com.co/


Viabilidad de la investigación:

Aquí entonces tenemos las razones de por qué es viable la investigación:

 Accesibilidad a la localidad

 Accesibilidad a parejas que se encuentran en esta situación

 Disponibilidad de modelos de encuesta sobre percepción de infidelidad social.

 Accesibilidad a diferentes tipos de personas entre los 20 y 23 años que se

encuentran o no en una relación estable.

También explicaremos por que las parejas llegan hasta este punto donde intervienen una 3

persona en la relación y que hace que la comunicación y estado cambie totalmente.


Antecedentes

De acuerdo a varios estudios que se han realizado a lo largo de los últimos años,

encontramos que la Percepción de infidelidad social es algo que cada día está cogiendo más

grado puesto que la sociedad ha tenido cambios radicales que en muchas personas ha

logrado crear nuevas formas de ver una relación afectiva, por otro lado encontramos que

muchas más personas no se han dejado influenciar de alguna manera por la sociedad y han

seguido el mismo camino donde se ve reflejado que para ellos es importante la relación y

comunicación que se tiene en pareja.

A continuación se presentaran varios estudios que ya se realizaron en cuanto a este tema tan

extenso como lo es la Percepción de infidelidad social.

-"Cariño, ¿Me engañarías alguna vez?"-

Quizás más de uno ha cuestionado el comportamiento de su pareja en épocas de crisis,

"¿Me estará engañando?", "¿será bueno/a ocultando lo que ocurre?","¿Cómo puedo

averiguarlo?". Sin embargo, no es desde el comienzo de los problemas interpersonales

donde se genera la inseguridad, es sino desde el momento en que nuestras mentes generan

la posición que tomamos frente al hecho de que "nos pongan los cuernos". En la época que

vivimos, la infidelidad luce mucho más llamativa que años atrás, la necesidad de libertad e

independencia afloran en las relaciones jóvenes y los divorcios son "pan de cada día". ¿Se

podrá evitar este tipo de conductas de alguna manera?¿Cómo piensa la juventud acerca de

esto?¿Podríamos nosotros, teniendo una mentalidad liberal y moderna, cambiar este tipo de

situación?... ¿Cuáles son los factores que podrían evitarla?. Muchas teorías se han
propuesto para intentar llegar a una respuesta, se ha involucrado la Religión, el nivel

educacional, el nivel socioeconómico y sociocultural. No obstante, ¿Ha ayudado a que los

jóvenes, la generación del futuro, vayan en contra de las conductas infieles?

Los prejuicios siempre están presentes en la sociedad y los jóvenes en general son quienes

más se influencian de ellos.

Se sabe que durante la adolescencia se producen cambios tanto hormonales como

psicológicos, los cuales nos incitan a iniciar una búsqueda de nuevas experiencias que se

relacionan con nuestros pares y con el sexo opuesto. Desde este punto comienza la

idealización de las relaciones de pareja.

Al momento de ingresar a una nueva etapa, dejando atrás la vida escolar y situándose en el

mundo universitario, gran parte de las barreras o limitaciones impuestas por nuestros padres

se desvanecen, otorgando a los individuos mayor libertad de acción y responsabilidad sobre

sus actos, lo que se traduce a una búsqueda más concreta respecto a la pareja y a los

intereses personales del individuo.

Esta búsqueda arroja dos opciones, una pareja estable que persigue ideales en común, o una

relación corta que satisfaga los intereses del individuo. La personalidad, la inexperiencia, la

inseguridad, las costumbres, la familia, y los diversos intereses, afectan de manera directa o

indirecta dicha búsqueda y muchas veces se desvía del propósito principal, dirigiéndose a

un nuevo concepto “La infidelidad”.


En sí, la infidelidad significa romper unilateralmente un compromiso acordado con

anterioridad, vinculado específicamente con el hecho de mantener una relación de pareja.

Es sabido que relaciones jóvenes es más frecuente La infidelidad puntual (basada en

relaciones efímeras y relativamente fácil de ocultar) que la Infidelidad de compromiso

(duradera y con aparición de un amante estable).

Objetivos y Preguntas de la Investigación.

El objetivo principal del siguiente estudio es saber cuál es la percepción acerca de la

fidelidad que tiene los estudiantes, hombres y mujeres de la universidad católica del Norte,

en relación a sus pares. Una forma de descubrir, su percepción acerca de la infidelidad para,

de esta forma, reconocer si existen o no prejuicios que influyan en la forma de pensar de los

jóvenes universitarios.

Dentro del estudio realizado se podrán encontrar preguntas como: ¿Perciben los estudiantes

que una persona que practique una religión tradicionalista o conservadora cree que la

infidelidad es algo malo e intolerable?, ¿Consideran los estudiantes que una experiencia

cercana de infidelidad provoca mayor rechazo o mayor aceptación hacia ella?, ¿Perciben

los jóvenes una mayor discriminación social, hacia mujeres infieles que hombres infieles?

Preguntas que representan prejuicios existentes en nuestra sociedad sobre creencias, grupos

etéreos, etc. Preguntas que reflejan niveles de “machismo” en la juventud y que nos dan a

conocer las creencias de la juventud a la hora de enfrentar una situación “complicada”.

Se escogió este interrogante para la investigación, debido a que los estudiantes se

encuentran en proceso de búsqueda y maduración. Según un estudio del centro

evangelistero internacional, la infidelidad es un comportamiento que se aprende en la


infancia y la adolescencia, por lo que los jóvenes son capaces de elegir una posición frente

al hecho y podrían decidir por ellos mismos si cometerla o no.

Hipótesis de trabajo

En la presente investigación se trabajará con el siguiente grupo de hipótesis: Sea un

estudiante hombre o mujer quien practique una religión tradicionalista y conservadora,

puede ocurrir que piense que la infidelidad es algo malo e intolerable. Si existen

antecedentes de infidelidad entre los familiares o los cercanos a un estudiante, es probable

que el estudiante no considere la infidelidad como algo malo e intolerable, más bien que lo

acepte.Sea un hombre o una mujer quien cometa la infidelidad, es probable que sea la

mujer a quien más discrima la sociedad. (Peñailillo, 2007)

Tomado de: http://percepcionesinfidelidad.blogspot.com.co/

Las relaciones de infidelidad en las parejas se remontan a las culturas agrícolas, con las

sociedades patriarcales, quienes sostenían que el adulterio era un vicio femenino. La esposa

adúltera podía ser ejecutada o mutilada, mientras que en el hombre la infidelidad se

consideraba una transgresión sólo si seducía a la mujer de otro o a la hija casadera de una

familia, castigándolo con la castración, la ejecución o pagando una multa. No obstante, en

diferentes culturas, a los hombres les es permitido practicar la poligamia y a las mujeres no;

en la sociedad azteca, a la nobleza se le permitía ser polígamo; en sociedades islámicas

observamos que la poligamia no es prohibida y que incluso por ley los hombres pueden

tener hasta cuatro esposas (García Méndez, Rivera Aragón, Díaz Loving, 2008).
La palabra infidelidad proviene del latín infielitas formado por in = negación, y fidelista =

fidelidad. Se entiende entonces que la palabra significa el incumplimiento de la fidelidad.

La infidelidad es un proceso complejo que se da dentro de la relación marital; es resultado

de una gran cantidad de factores que la influyen y determinan, entre los que se encuentran

los sociales, familiares, individuales y sexuales. Cada uno de estos elementos interactúa de

manera diferente en cada uno de los casos.

Existen muchas definiciones sobre lo que es la infidelidad, pero en términos generales, se

entiende como el contacto sexual que una persona mantiene con alguien que no es su pareja

socialmente establecida, su novio(a), esposo(a) o la persona con quien vive. Algunas veces

se plantean otro tipo de infidelidades, como cuando alguien está enamorado(a) de una

persona ajena a su pareja. Sin embargo, esto no puede considerarse como infidelidad

debido a que sin contacto de tipo sexual, se puede decir que la infidelidad no se ha

consumado, de la misma manera que cuando no ha habido contacto sexual en los inicios del

matrimonio (Pittman, 1998).

Por otro lado, la conducta sexual considerada por los sexólogos, es aquella que conduce al

orgasmo. De tal forma que aunque no haya habido penetración vaginal, es posible pensar

que cierto tipo de conductas que dirigen al orgasmo, tales como la masturbación mutua,

sexo oral o anal o cualquier otra conducta de este tipo, dirigida al orgasmo, puede

considerarse como conducta sexual. Por lo tanto, alguien que ejecuta alguna de estas

conductas con alguien que no es su pareja, puede considerársele infiel (Vargas Flores e

Ibáñez Reyes, 2005). Algo con lo que también puede confundirse la infidelidad, es con la

deslealtad. Este término se usa cuando la pareja ejecuta conductas que van en contra de su
pareja y puede llevarse a cabo cuando la persona se asocia con otra para dañarla, pero, dado

que no es conducta sexual, no puede considerarse como infidelidad.

Así, se definen dos tipos de infidelidad: la sexual, que se refiere a actividad sexual con

alguien más que no sea la pareja estable y, la infidelidad emocional, la cual ocurre cuando

uno de los miembros de la pareja mantiene un vínculo emocional o de amor con alguien

diferente. Se dice que las mujeres son infieles porque buscan ligarse emocionalmente a una

persona aunque no haya relaciones sexuales. En el caso de los hombres lo más frecuente es

que la infidelidad se dé por razones sexuales más que emocionales. Al respecto, Houston

(2005) dice que los hombres son infieles principalmente por razones sexuales, (75-80%),

mientras las mujeres lo son por razones emocionales (20%).

Para Romero Palencia (2007) infidelidad significa hacer algo fuera de lo que dos personas

han acordado como fidelidad, ya sea tener sexo con otra persona o bien involucrar energía

emocional en otra relación. Buss y Shakelford (1997), Wiedeman y Allgeier (1993),

marcan una diferencia entre dos tipos posibles de infidelidad: la infidelidad sexual (coito),

que se refiere a actividad sexual con alguien más que no sea la pareja estable y, la

infidelidad emocional (enamoramiento), la cual ocurre cuando uno de los miembros de la

pareja mantiene un vínculo emocional o de amor con alguien diferente.

Las situaciones que influyen para que la infidelidad ocurra incluyen el sentirse cercano o

ser interdependiente de alguien que no sea la pareja; estar cerca de alguien en quien se está

sexualmente interesado; pasar mucho tiempo con alguien que no es la pareja; no sentirse

cercano o conectado con la pareja; estar en una situación que ofrezca la oportunidad; estar

en situaciones que involucren alcohol o drogas.


Drigotas y Barta, (2001) hacen una serie de análisis y planteamientos sobre la

conceptualización de la infidelidad y proponen las siguientes aproximaciones:

1. Aproximación descriptiva: señalan que los indicadores de infidelidad entre los

individuos nacidos entre 1953 y 1974 son, para hombres de 27.6% y para las

mujeres de 26.2%. Entre los individuos nacidos de 1833 a 1942, la proporción es de

37% de hombres y 12.4% de mujeres. Indican que la insatisfacción marital es la

causa principal de infidelidad para las mujeres. En el caso de los hombres lo más

frecuente es el deseo sexual más que lo emocional. También encuentran que es más

probable que el hombre se divorcie por infidelidad, aunque no existan relaciones

sexuales extramaritales por parte de su pareja.

2. Aproximación normativa: propone que es muy probable que una persona ligada a

otra que ha sido infiel, sea infiel. Plantea que la conquista sexual es un componente

del rol sexual masculino, por eso, históricamente se observa más infiel que la mujer.

Para la mujer hay mayores sanciones sociales que para el hombre.

3. Aproximación modelo de inversión: de acuerdo a este modelo la fuerza primera de

las relaciones es el compromiso, el cual es un apego psicológico a, y una motivación

a continuar en una relación. Para los individuos altamente comprometidos es menos

probable que sean infieles porque están motivados a eliminar alternativas

potenciales por tratar de proteger su relación.

4. Aproximación evolucionista: plantea que el intercambio de beneficios en la díada es

lo que importa y predice el nivel de satisfacción obtenido con base al nivel de

equidad de dicho intercambio. Una contribución de esta perspectiva es la que señala

que es más probable que el hombre sea infiel sexualmente y no emocionalmente y


considera la infidelidad sexual como más problemática para el hombre que para las

mujeres.

5. Nuevas direcciones: plantea la necesidad de considerar las diferencias de

personalidad al hablar de infidelidad, pues ellas influyen en la manera como se

percibe la satisfacción percibida dentro de la díada y esto influye sobre el grado de

compromiso dentro de la relación.

Elmslei y Tebaldi (2008), en general, señalan que hombres y mujeres presentan motivos y

razones diferentes para ser infieles. La infidelidad del hombre, desde el punto de vista

biológico, está determinada principalmente por las características propias de cada uno más

que por algo que tenga que ver con la relación conyugal. En el caso de las mujeres plantean

dos conclusiones: a. las mujeres son infieles mientras mayor su deseo de ser fértiles, pues

ellas buscan hombres con buenos genes, si la fertilidad decrece, decrece el deseo de

mantener relaciones extramaritales; b. por tanto, las mujeres son infieles en relación a las

características de la pareja y no en relación a las propias características.

Huizenga (2006) propone que el tener un amorío es diferente a ser infiel. El primero se

puede concebir como alguien que “no quiere decir que no”. El tener un amorío es un estilo

de vida muy actual y este es sólo uno de los siete tipos de affaire. Los otros seis, están más

en la dirección de la infidelidad.

Allman (1993) señala que más del 90% de las personas casadas, en algún momento de sus

vidas, se han involucrado en amoríos accidentales, en relaciones sexuales ilícitas, libertinaje

o relaciones sexuales de una noche. Todo esto pareciera ser muy moderno, pero un grupo

de investigadores argumenta que el amor, al estilo de los norteamericanos, es de hecho


parte del comportamiento humano universal que tiene sus raíces en los primeros días de la

humanidad. Algunos signos de la infidelidad son:

 Visualizar el tener un amorío como una conquista (sexual) y no como una

oportunidad para intimar. Prevalece la gratificación a un nivel básico.

 El desear ser adorado y creer ser merecedor de la excitación y gratificación personal

porque se le ha ganado.

 Desenvolverse en un mundo que apoye estas ilusiones y comportamientos y

coludirse con los amigos (as), para mantener este mundo.

 Tener problemas con la otra persona porque quizás no satisface sus necesidades y

expectativas.

 No experimentar ningún conflicto, mantener el equilibrio y pensar que la vida se

desarrolla sin problemas.

La infidelidad en el hombre

Houston (2005) indica que los porcentajes de hombres y mujeres infieles se están

acercando y que aun cuando más hombres son engañados por sus esposas, el 70% de las

mujeres siguen siendo engañadas. Cole (2006) plantea que las decisiones acerca del

comportamiento sexual, generalmente, no se planean con anticipación. Poca gente planea

intencionalmente ser infiel (al menos la primera vez). Un amorío ocurre, generalmente, no

porque se planee, sino porque la gente se encuentra en situaciones donde sus emociones los

conducen a tenerlo. Los escenarios que pueden ayudar a que el amorío ocurra son:

1. Estar cercano o ser interdependiente de alguien que no sea la esposa.

2. Estar cerca de alguien en quien se está sexualmente interesado(a).


3. Emplear mucho tiempo en una relación de uno a uno con alguien.

4. No sentirse cercano o conectado con la esposa.

5. Estar en una situación que ofrezca la oportunidad.

6. Estar en situaciones que involucren alcohol o drogas.

Infidelidad femenina

Ali y Millar (2006) señalan que una mujer que esté en sus cuarentas, creció y se desarrolló

durante las permisivas décadas de los 60 y 70. En general, tuvo experiencias sexuales antes

de casarse, lo cual ocurrió alrededor de cinco años después de la edad en la que su madre lo

hizo. Vive en una cultura que promueve la posibilidad de tener buen sexo y buena figura

aún después de la menopausia. Esta mujer desea tener gran sexo y citas románticas en su

matrimonio, pero ve que eso no existe, por ello, las parejas empiezan a vivir vidas

paralelas. Cuando trabajan, conviven con otros hombres, salen con ellos a comer y

gradualmente pueden empezar a salir con otro, empiezan a divertirse y a reír juntos, la

relación puede entonces evolucionar y solidificarse y puede resultar que decidan tener un

amorío, y no porque ella se sienta miserable sino simplemente porque puede.

Snyder (2003) señala que el 60% de las mujeres engaña a su pareja. Dentro de las razones

que se dan para el esto, están las siguientes:

 La otra persona le parece deliciosa.

 Está aburrida.

 Piensa que la otra persona es el hombre de sus sueños.

 Desea jugar con lo prohibido.

 Quiere jugar con los jóvenes guapos.


(Macedo, 2008)

Tomado de: http://alternativas.me/numero-30/54-estudio-sobre-infidelidad-en-la-pareja-

analisis-de-contenido-de-la-literatura

La infidelidad suele definirse como la falta de fidelidad, siendo ‘lo fiel’ aquello que guarda

fe o que es constante en los afectos, en el cumplimiento de sus obligaciones y que no

defrauda la confianza. De acuerdo con Hall (2006), la infidelidad es un acto sexual secreto,

de carácter romántico o emocional, que viola el acuerdo de exclusividad en una relación.

Según Platt, Nalbone, Casanova y Wetchler (2008), puede definirse como la violación del

contrato de exclusividad emocional o sexual asumido por una pareja, es decir, como aquella

interacción emocional o sexual que pone en peligro la intimidad amorosa. Los vínculos

sexuales extraconyugales son los actos más perjudiciales en una relación y, por ello,

resultan extremadamente difíciles de tratar en las terapias de pareja (Fish, Pavkov,

Wetchler, y Bercik 2012). Las relaciones románticas, como cualquier tipo de relación,

requieren de un nivel de compromiso que asegure su continuidad. Por este motivo, la

infidelidad da lugar a fuertes reacciones emocionales que amenazan la estabilidad del

vínculo (Cann, Mágnum y Wells, 2001). En particular, en las relaciones amorosas de larga

duración, la infidelidad conduce a riesgos en la salud (Bell, Molitor&Flynn, 1999) y es

causa y/o consecuencia del deterioro vincular (Previti, & Amato, 2004). La infidelidad, en

tanto, es una de las principales causas de rupturas matrimoniales y de vínculos amorosos

(Vangelisti y Gerstenberger, 2004).


La perspectiva evolucionista

Según la teoría de inversión parental formulada por Trivers (1972), hombres y mujeres

invierten diferentes cantidades de energía en la producción de sus genes. Por esta razón,

reaccionan de diversas maneras ante mismas situaciones. Así, por ejemplo, mientras que los

hombres le dan mayor importancia a la cantidad de encuentros sexuales, las mujeres

centran sus recursos en un número reducido de vínculos significativos. En este sentido, la

perspectiva evolucionista sostiene que los hombres se sienten más preocupados por

infidelidades de tipo sexual, mientras que las mujeres se preocupan por infidelidades de

tipo emocional (Buss, 1994; Buss, Larsen, Westen y Semmelroth, 1992; Buss, Shackelford,

Kirkpatrick, Choe, Lim, Hasegawa, Hasegawa y Bennett, 1999). Asimismo, los hombres

tienden a describir las infidelidades de un modo más sexual que emocional, mientras que

las mujeres lo hacen de modo contrario (Glass y Wright, 1985).

La diversidad de reacciones entre hombres y mujeres ante el fenómeno de la infidelidad

está directamente vinculada con los celos. Según Pinker (1997), uno de los módulos innatos

específicos de la naturaleza dimórfica de la mente se encarga de resolver situaciones

asociadas a los celos y permite reaccionar en forma emocional, cognitiva y conductual ante

distintos tipos de infidelidad. Los celos son mecanismos innatos destinados a la

conservación de la pareja y suelen ser, en tanto, una de las principales causas de disolución

de vínculos amorosos (Buss y Shackerford, 1997). La mujer tiene siempre la certeza de que

el hijo que espera es suyo, mientras que para el hombre esta seguridad no existe. En este

sentido, puede explicarse la reacción emocional en los celos de las mujeres, en tanto que la

infidelidad del hombre podría implicar un desvío de los recursos para la manutención de

hijos que ha tenido con otras parejas. Por el contrario, los hombres mostrarían reacciones
celosas de tipo sexual y no emocional, ya que la infidelidad sexual femenina podría

conducir a la posibilidad de que tuvieran que mantener descendientes que no fueran

genéticamente suyos.

La perspectiva evolucionista, de corte biológico, ha sido complementada por la hipótesis

del doble shock, de corte sociológica, formulada por Treger y Sprecher (2011). Esta

hipótesis sostiene que hombres y mujeres perciben los modos de socialización de manera

diferenciada. Las mujeres consideran que los hombres pueden mantener relaciones sexuales

sin establecer vínculos emocionales; no obstante, conciben que si el hombre se vincula

emocionalmente con una mujer, el vínculo será necesariamente más completo y duradero.

Por este motivo, las mujeres se sienten más amenazadas por una infidelidad emocional y no

por un engaño de tipo sexual. Por el contrario, los hombres suelen pensar que las mujeres

pueden vincularse emocionalmente con un hombre sin que medie en ello una relación

sexual y que mantendrán, además, un vínculo sexual solamente con aquellos hombres con

los que establezcan un enlace emocional. Por ello, los hombres se sienten más amenazados

por una infidelidad sexual y no por un engaño de tipo emocional. Los hombres son menos

propensos a perdonar y a olvidar una infidelidad sexual y, por tanto, tienen mayor

predisposición que las mujeres a disolver una relación sentimental por este motivo.

Sin embargo, más allá de las diferencias biológicas y sociológicas entre géneros, los

resultados de las investigaciones de Canto Ortiz, García Leiva y Jacinto (2009) indican que

las mujeres manifiestan, en general, una reacción más intensa que los hombres ante

cualquier tipo de infidelidad amorosa. Al respecto, en una investigación realizada por

Whitty (2003), en la que se puntuaron comportamientos de acuerdo con una escala gradual
(desde ‘no es considerado infidelidad’ a ‘extrema infidelidad’), las mujeres resultaron ser

mucho más severas que los hombres.

Una posible explicación que puede dar cuenta de esta diferencia de apreciación entre

hombres y mujeres se vincula con la denominada perspectiva socio histórica. Hasta la

última mitad del siglo XX, la mujer y sus hijos dependieron económicamente del hombre.

Su supervivencia económica dependía de su comportamiento sexual: un hombre no estaría

dispuesto a costear los gastos de una mujer que demostrara explícitamente

comportamientos sexuales hacia otros hombres, en tanto que esto acarrearía el riesgo de

mantener a hijos concebidos por fuera del matrimonio. Las instituciones y leyes de las

distintas sociedades a lo largo de la historia estuvieron alineadas en este sentido, siendo un

ejemplo de ello los castigos que han recibido las mujeres adúlteras: desde la lapidación en

la Antigüedad hasta el aislamiento social en la Modernidad.

A pesar de que la forma de vida ha cambiado a un ritmo acelerado en los últimos 40 años,

los valores morales no lo han hecho en la misma medida; por ello, las mujeres continuarían

siendo más conservadoras que los hombres en su juicio de la diversidad de conductas

asociadas a la infidelidad, en especial en aquellas que son de carácter más explícito. Las

mujeres, que han sido más duramente juzgadas por los mismos actos ejecutados por los

hombres, juzgarían por consiguiente sus propios actos y los de sus compañeros masculinos

de manera más severa.


Divorcio e independencia femenina

La infidelidad implica un problema significativo para muchas parejas, ya que el sexo

extraconyugal es la principal causa de disolución vincular y matrimonial (Platt, Nalbone,

Casanova y Wetchler, 2008; Miner y Shackelford, 2010). En el año 2011, se registró en

Buenos Aires, Argentina, una tasa del 50,5% de divorcios, teniendo en cuenta los divorcios

con sentencia firme y los casamientos que se produjeron (Gobierno de la Ciudad de Buenos

Aires, 2012). Esto implica un abrupto incremento en relación con el año 2000, en el que la

tasa fue del 35,8% (Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, 2012).

De acuerdo con los estudios de Fitch y Ruggles (2000), la independencia laboral femenina

dio lugar a mayores tasas de divorcio, en tanto que las mujeres ya no necesitan permanecer

casadas por razones económicas. En el pasado, los matrimonios se unían por razones

económicas, sociales y políticas (Coontz, 2005; Pinsof, 2002). Antes del siglo XIX, los

matrimonios eran elegidos por la familia de los contrayentes, pero luego de la Revolución

Industrial las bases del matrimonio evolucionaron hacia la realización personal y el amor

(Coontz, 2005). Según Johnson (1999), en la actualidad, las mujeres se casan por razones

personales y no necesariamente por imposiciones sociales. Esto hace que los matrimonios

sean más inestables, porque, inevitablemente, en una gran parte de los casos, el amor tiende

a desvanecerse con el tiempo (Kurdek, 1999). Al respecto, Campbell y Wright (2010)

sostienen que los matrimonios basados en el amor y las opciones personales son más

frágiles que aquellos basados en las relaciones sociales, la economía o las motivaciones

políticas.
Los sujetos divorciados tienen una visión más estricta de la infidelidad, en particular

respecto de las conductas ambiguas (i.e., ‘vestirse deliberadamente para una salida’) y las

engañosas (i.e., ‘eliminar el historial de la computadora’). Una posible hipótesis que

explicaría por qué los sujetos divorciados son más severos respecto de este tipo de

conductas es que estas personas han pasado previamente por un fracaso matrimonial. Esto

las volvería más sensibles ante posibles signos de infidelidad de sus parejas o a la hora de

evaluar sus propias conductas.

Por otro lado, aquellas personas que carecen de un compromiso civil consideran con mayor

severidad el hecho de que su pareja mantenga relaciones sexuales con otra persona. Esto

podría deberse a la falta de compromiso a nivel formal que existe en estas parejas, en las

que el vínculo de exclusividad sexual representaría el único vínculo que justifica la unión

amorosa.

Nivel educativo

La infidelidad masculina está asociada al nivel de ingresos, no siendo este el caso en las

mujeres (Allen, Atkins, Baucom, Snyder y Gordon, 2005). Esto puede deberse a las

mayores oportunidades de encuentros sexuales que ofrece el poder económico en los

hombres. No obstante, los resultados demostraron ser contradictorios con estos estudios.

Hemos encontrado que, tanto en hombres como en mujeres, a mayor nivel educativo –

suponemos que, a mayor nivel educativo, mayor nivel económico–, existe mayor severidad

en la forma en que se clasifican diversas conductas, a saber: ‘hacer una salida romántica’,

‘mirar pornografía’, ‘hablar por teléfono a escondidas’ y ‘vestirse deliberadamente para una

salida’. Una posible explicación es que las personas mejor educadas sopesan con mayor
detalle las posibles implicancias de ciertas conductas respecto de su impacto en el futuro de

la relación y, por ello, son más conservadoras a la hora de juzgarlas.

Creencias religiosas

De acuerdo con Bramlett y Mosher (2002), si los dos miembros de la pareja son religiosos

o, al menos, uno de ellos lo es, es mayor la probabilidad de que el matrimonio se conserve

en el tiempo. Una persona religiosa tiende a vincularse con una pareja de características

similares y esta circunstancia se relaciona con una historia personal de fidelidad. Un alto

nivel de religiosidad inhibe la infidelidad dado que, generalmente, estas personas son

menos permisivas consigo mismas (Allen, Atkins, Baucom, Snyder, Gordon y Glass,

2005). Las creencias religiosas generan percepciones muy diversas respecto de distintas

clases de conducta, a saber: ‘hacer una salida romántica’, ‘abrazarse emotivamente’,

‘intercambiar miradas cómplices’, ‘pagar por sexo’, ‘mirar pornografía’, ‘tener sexo

virtual’, ‘fantasear’, ‘hablar por teléfono a escondidas’, ‘dar o recibir regalos’, ‘chatear de

cuestiones íntimas’ y ‘mentir’. En todos los casos, los sujetos creyentes, sean no

practicantes, tienen una visión más estricta que aquellos no creyentes. Nuestra hipótesis en

este caso es que las personas religiosas tienen valores morales más conservadores que

aquellas que no practican la religión o que no creen en un Ser Superior. Por ejemplo, en las

religiones judeocristianas, base común de muchas religiones, el valor de la fidelidad ocupa

un lugar especialmente destacado al punto de conformar uno de los diez Mandamientos. De

esta forma, existe una tradición religiosa muy fuerte en el juicio moral de aquellos actos

asociados, más o menos directamente, con el concepto de la infidelidad. Teniendo en

cuenta que la infidelidad es una de las principales causas de divorcio, esto podría explicar,
asimismo, por qué los matrimonios en los que existe al menos una persona religiosa tienen

mayores probabilidades de permanecer juntos.

Infidelidad 2.0

Las conductas sexuales mediadas por computadora son cada vez más frecuentes. Los temas

vinculados al tópico sexual son los más consultados; por lo menos, doce millones de

personas en el mundo utilizan Internet con fines sexuales. Dado que este tipo de

experiencias no se asocia, en principio, con el contacto físico, no es simple determinar si ha

tenido lugar una infidelidad. Por este motivo, algunas personas sostienen que este tipo de

encuentros son meros ejercicios mentales (Hackathorn y Harvey 2011). Algunas conductas

pueden ser descriptas como sexuales (por ejemplo, tener sexo virtual o usar lenguaje erótico

en una interacción por mensajería instantánea), o bien, puede clasificarse como conductas

emocionales (por ejemplo, chatear acerca de cuestiones íntimas no sexuales).

Las mujeres consideran que los actos relacionados con la infidelidad vía Internet son más

graves que los hombres (Docan-Morgan y Docan, 2007; Hackathorn y Harvey, 2011). En

nuestro estudio, puede detectarse una tendencia a que las mujeres clasifiquen de manera

más severa las conductas que implican el uso de Internet, a saber: ‘tener sexo virtual’ y

‘chatear sobre cuestiones íntimas’. Así, del mismo modo en que son más conservadoras en

la concepción tradicional de la infidelidad, también lo son en cuanto a las nuevas

posibilidades de interacción que se abren con Internet.


Molestia por parentesco

A los sujetos jóvenes y solteros les resultaría más molesto ser engañados con un/a amigo/a

que con un familiar. A medida que aumenta la edad y los compromisos civiles, ocurre lo

contrario y, finalmente, a mayor edad o en personas divorciadas, el tipo de vínculo no es

una variable significativa. Esto puede explicarse en función del ciclo natural de la vida: en

la adolescencia y en los primeros años de la juventud, los vínculos de amistad son

importantes, ya que configuran los referentes exogámicos respecto de la familia de origen.

No obstante, a medida que transcurre el tiempo y se consolidan las relaciones emocionales,

se establecen vínculos más fuertes que derivan en la formación de una pareja estable e,

incluso, de una familia. En estos casos, los familiares cercanos cobran un nuevo rol,

muchas veces en detrimento de las amistades. Llegando a la cuarta década de la vida, las

amistades vuelven a tomar un rol importante, viéndose fortalecidas por el tiempo y las

experiencias vividas, al igual que las relaciones familiares. Es aquí cuando resulta

igualmente doloroso que el engaño se lleve a cabo con un familiar o con un amigo.

Molestia por género

A las personas menores de 35 años les resultaría más molesto ser engañadas por una

persona de su mismo género, siendo indistinto para el resto de los individuos. La

asignación de diversos significados en función del segmento etario, se deriva de las

características del sujeto que intercede en el vínculo amoroso entre dos personas. El

atractivo físico, la juventud y la potencia sexual del adversario representan para los sujetos

jóvenes una clara amenaza a su auto concepto o valoración personal (DeSteno y Salovey,

1996; Dijkstra y Buunk, 1998). En un sentido similar, a los solteros les molestaría más ser
engañados con personas de su mismo género, mientras que a los casados y divorciados les

resulta indistinto. Estos datos son esperables y podrían explicarse en tanto que el rango de

individuos menores de 35 años (con mayor probabilidad de ser solteros) es el más activo a

nivel hormonal y, por tanto, alguien del mismo sexo se configura como potencial

competidor sexual. Por el contrario, a medida que el individuo crece, las relaciones

sexuales toman un lugar menos preponderante dentro de la relación y gana terreno la

compañía mutua, es decir, el lazo emocional. En este caso, ya no resulta relevante con

quién se produce el engaño, sino el hecho de que el vínculo en sí mismo se pierda.

Por otro lado, quienes se encuentran en una relación constituida son indiferentes respecto

de con quién se produce la infidelidad, ya que, a fin de cuentas, se quebranta siempre lo

mismo: el vínculo emocional. Por el contrario, quienes no se encuentran en una relación se

reconocen en competencia con otros para formar una pareja y, por ello, pueden sentirse más

vulnerables ante la idea de una infidelidad con una persona del mismo género.

Algo parecido sucede en cuanto a la diferencia entre hombres y mujeres: a los hombres les

molestaría más ser engañados con una persona de su mismo sexo, mientras que a las

mujeres les resulta indistinto. Antropológicamente, los hombres encuentran más

perturbador la infidelidad sexual de su mujer con otro hombre, porque esto pone en peligro

la certeza de la paternidad. Dado que las mujeres privilegian el vínculo emocional,

cualquier tipo de infidelidad que configure una relación sentimental resulta igualmente

perturbadora.

En otro orden, a las personas de menor nivel educativo les resultaría más molesto ser

engañados con personas del mismo género, mientras que a los de mayor nivel educacional
(i.e., universitarios) les resulta indistinto. Aquí podríamos indicar que las personas con

menor nivel educativo tienden a racionalizar los vínculos con menor intensidad y, por ello,

depositan sus expectativas en el rol sexual. Una persona del mismo sexo configura, en este

sentido, una competencia directa. Los sujetos universitarios podrían contar, por el contrario,

con una mayor cantidad de herramientas intelectuales y, también, con un mayor grado de

racionalización a la hora de valorar la infidelidad.

La jerarquización diferenciada entre lo sexual y lo intelectual se puede comprender a partir

de la teoría triárquica del amor de Sternberg (1998), quien postula la existencia de tres

componentes centrales en las relaciones adultas: la intimidad, la pasión y el compromiso

personal. Sternberg sostiene que la interacción de estos tres componentes determina la

duración y carácter de una relación. La intimidad se entiende como la capacidad de sentirse

cerca del otro; la pasión, como la dimensión física y sexual del vínculo; y el compromiso

personal, como la capacidad que tiene una persona para involucrarse en una relación

duradera. La combinación entre intimidad y compromiso personal lleva a un amor

compañero, que suele ser más duradero. Sternberg señala que, aunque la pasión

acompañada de uno de los otros componentes suela ser el resultado de una relación

inmadura e insensata, no es éste el verdadero problema a la hora de evaluar una infidelidad.

Desde su perspectiva, la infidelidad se explica como resultado de una diferencia de

jerarquía y de valoración en los componentes del amor: por ejemplo, que uno de los

integrantes valore por encima de las otras el compromiso y, el otro, la pasión.

Por último, a las personas que ya han sido infieles les molestaría más ser engañados con

alguien de su mismo género, mientras que a aquellos que no han sido infieles les resulta

indistinto. Aquí, probablemente, nos encontremos con un efecto interesante: aquellos que
han cometido infidelidad, seguramente, lo han hecho porque no tienen gran estima en la

relación de pareja a nivel emocional. Es decir, le otorgan un mayor valor al vínculo sexual.

De esta forma, encuentran que su mayor competidor es una persona del mismo género al

suyo. Es común que el ingrediente del amor sea secundario en este escenario. El affaire

(contacto sexual circunstancial) suele ser un apego romántico apasionado, por lo general

poco duradero. Algunos sujetos consideran que estos vínculos sexuales aportan a la salud

mental, que se alcanza en la medida en que se superan las restricciones morales (Pittman,

2000). Lo contrario sucedería con aquellos que no han sido infieles, de quienes podría

suponerse que tienen una mayor estima por la relación emocional conformada con su pareja

y, por tanto, es esperable que no asignen relevancia al género de la persona con la cual se

comete la infidelidad: en cualquier caso, la traición es la misma.

La investigación

Se realizó un estudio exploratorio orientado a comprender el modo en que la población del

Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) clasifica aspectos centrales del imaginario

vinculado con la infidelidad en la pareja amorosa. Metodológicamente, el abordaje se

concentró en clasificar a la población por medio de una taxonomía de conductas y de

respuestas emocionales ante diversos tipos de infidelidad amorosa. El trabajo de campo se

abordó por medio de un muestreo aleatorio estratificado de la población del AMBA y se

condujo a través de encuestas electrónicas autoadministradas. El universo de estudio está

compuesto por hombres y mujeres de edad mayor o igual a los 18 años, de todos los

estratos socioeconómicos, residentes en el AMBA (10.042.619). El marco muestral se

compone por los habitantes del universo con acceso a una computadora, es decir, un total
de 7.176.048 de habitantes, según datos del Censo 2010 Argentina. Se operó un abordaje

muestral estratificado por género, edad, nivel educativo y estado civil.

Participantes

La muestra se compuso de 2500 sujetos del Área Metropolitana de Buenos Aires. La

mayoría reside en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (56%), es soltera (52%) o casada

(39%), y tiene un nivel educativo secundario (40%) o universitario (38%). El 72% es menor

de 35 años y el 43%, menor de 25; el 50% es de sexo masculino y el 50%, del sexo

femenino. El 75% se encuentra una relación amorosa, el 47% convive con su pareja y el

28% vive en una casa distinta; en promedio, estas relaciones amorosas llevan entre 3 y 5

años de duración. En cuanto a las creencias religiosas, el 70% se define como creyente, de

los cuales el 25% dice ser practicante. El 60% afirma no haber sido nunca infiel y más del

62% jamás haberse enterado de que hayan sido engañados.

Procedimiento

La percepción de la infidelidad puede medirse mediante la apreciación de conductas

asociadas al imaginario de lo infiel. En este estudio, las conductas se organizaron de

acuerdo con la Perceptions of DatingInfidelityScale (Wilson et al., 2011), que distingue tres

clases genéricas de conducta: por un lado, las ambiguas: conductas que no se asocian de

forma clara con la infidelidad, pero en las que puede existir una posibilidad de traición; las

explícitas: conductas típicamente asociadas a la infidelidad; y las engañosas: conductas que

se llevan a cabo sin que exista conciencia por parte del/a compañero/a amoroso/a y que

pueden implicar comportamientos infieles.


El listado de conductas se generó a partir de la revisión de la literatura y de las

investigaciones realizadas previamente, principalmente en Estados Unidos. Se reconocieron

las siguientes conductas organizadas de acuerdo con la escala PDIS: ambiguas (hacer una

salida romántica, abrazarse emotivamente, bailar románticamente, intercambiar miradas

cómplices, dar o recibir regalos interesadamente, vestirse deliberadamente para una salida);

explícitas (tener sexo, dar o recibir sexo oral, pagar por sexo, besarse apasionadamente);

engañosas (mirar pornografía, tener sexo virtual, fantasear, mentir, ocultar información,

hablar por teléfono a escondidas, chatear sobre cuestiones íntimas, eliminar mensajes de

texto en el celular, eliminar el historial de navegación en la computadora).(Cuiñas, 2012)

Tomado de: http://www.santiagokoval.com/2012/09/24/percepcion-de-la-infidelidad-en-el-

area-metropolitana-de-buenos-aires/
Marco Teórico

En principio podemos entender la palabra “Amor” como un lazo, como algo que une a los

jóvenes y adultos, es un compromiso de pasión y comportamiento que también puede ser

sexual, incluso también entran factores muy importante como lo son los celos y el

sufrimiento que se tiene frente a la otra persona. Cuando hablamos de la Percepción de

infidelidad social, encontramos que las relaciones de pareja son inherentes a la vida del ser

humano para su desarrollo individual y social. Autores como Bauman (2005) hacen

referencia al denominado “amor líquido”, nombre que se desprende de la analogía del

líquido como un elemento que cambia de manera constante y que difícilmente mantiene su

forma. En la actualidad es posible observar este tipo de cambios, especialmente en las

relaciones interpersonales; es decir, de acuerdo con el citado autor, la sociedad

contemporánea tiene un orientación encaminada al individualismo y el hedonismo, en

donde la mayor importancia radica en la satisfacción casi inmediata de las necesidades, una

visión orientada en el aquí y el ahora, en la que resaltan las relaciones con un escaso nivel

de compromiso. En palabras de Bauman (2005), “en la sociedad posmoderna hay fragilidad

en los vínculos humanos”. La infidelidad en las relaciones de pareja tiene consecuencias

devastadoras. Es la primera causa de divorcio (Hall y Fincham, 2006) no solamente en

occidente sino en otras muchas culturas estudiadas (Betzig, 1989) y está asociada al

maltrato de la esposa o a su asesinato (Daly y Wilson 1988). Puede causar al traicionado

angustia y le puede desencadenar ataques de furia y sentimientos de humillación (Buunk y

van Driel, 1989; Daly y Wilson, 1988; Lawson y Samson, 1988) también está asociada a la

depresión mayor y a la ansiedad (Cano y Leary, 2000).


No todas las parejas en las que se da la infidelidad se separan, algunas se reconcilian y

continúan su relación superando el problema. El proceso de reconciliación es difícil y

muchas veces es necesaria la intervención terapéutica para llevarlo a cabo. La infidelidad se

considera, además, uno de los más difíciles asuntos a tratar en la terapia de pareja

(Whisman, Dixon, y Johnson, 1997).

Dentro de la línea de establecer tratamientos basados en la evidencia, se están obteniendo

los primeros resultados alentadores basados en estudios empíricos sobre su eficacia

(Gordon, Beaucom y Snyder, 2004; Atkins, Eldridge, Baucom, y Christensen, 2005); pero

dada la limitación de estos estudios, actualmente se está poniendo en común la experiencia

de los profesionales, tanto clínicos como investigadores, lo que permitirá establecer

métodos de tratamiento basados consensuados sobre los que se podrán continuar los

estudios empíricos que los validen (Dupree, White, Olsen, y Lafleur, 2007).

Dupree y otros (2007) han realizado una revisión de los métodos ahora existentes para

proponer un tratamiento basado en el consenso entre los expertos. En todos los que

consideran encuentran como elemento fundamental la propuesta de que se dé un proceso de

perdón que lleve a la reconciliación. El perdón es un proceso que tiene efectos saludables

en la persona que perdona promoviendo su salud mental; pero ha sido incorporado al

quehacer terapéutico en fechas muy recientes y no hay un consenso muy elaborado sobre

cuáles son los procesos que se han de seguir para llevarlo a cabo (Wade, Johnson, y Meyer,

2008). Se puede afirmar que la reconciliación que se busca en la pareja después de la

infidelidad tiene que pasar por un proceso de pedir perdón y perdonar. El propósito de este

artículo es profundizar en cómo se puede llevar a cabo el proceso de reconstrucción de la

pareja en el contexto de la infidelidad.


Hoy día es cada vez más común que las relaciones de pareja, en especial el matrimonio, se

disuelvan en un número considerable decasos por motivos referentes al quebrantamiento de

las reglas implícitas y explícitas de exclusividad que la cultura y la sociedad imponen a las

parejas. Mayoritariamente, tal quebrantamiento es conocido como infidelidad. En México,

en el año 2009 se registró un total de558,913 matrimonios, de los cuales en el estado de

Guanajuato (México) se documentaron 30,309. Tal cifra representa 5.42% del total de los

matrimonios registrados en la República Mexicana. En ese mismo año, hubo en el paísun

total de 84,302 divorcios, de los cuales 4,279 se efectuaron en lacitada entidad, lo que

representa 5.07% del total de divorcios registradosen ese año, de los cuales 59 fueron

administrativos y 4,220 de tipojudicial.

Como se ha dicho en la introducción, la infidelidad es la primera causa de divorcio (Hall y

Fincham, 2006) y puede llevar a la angustia y a la depresión. Desde un punto de vista

conductual, Gordon y Baucom (1999) citan las siguientes conductas como reacción al

descubrimiento de la infidelidad:

Cognitivas: una de las primeras reacciones de la persona engañada son rumiaciones acerca

de lo ocurrido, que pueden llegar a ser tan abrumadoras e incontrolables que pueden

interferir en la concentración y en la capacidad de llevar a cabo el funcionamiento diario

normal. Otra de las respuestas más importantes asociadas al descubrimiento de la

infidelidad es el cambio en la forma de ver al infiel y la relación de pareja, se quiebra la

confianza tanto en esta pareja como en otras futuras llegando a no sentirse seguro en una

relación, también se ha deteriorado su capacidad de predecir y enfrentar el futuro.


Conductuales: Pueden darse reacciones de agresividad del traicionado generando violencia

contra la pareja o contra el tercero. La reacción más común es la evitación del infiel,

llegando a la separación inmediata; como una evitación del sufrimiento producido por la

infidelidad y del que supone la interrelación en esas circunstancias. Otras reacciones

conductuales que pueden aparecer son: una hipervigilacia para conseguir la seguridad de

que el affaire se ha acabado, la realización obsesiva de preguntas indagando en lo que ha

pasado, y una comunicación con índices muy altos de agresividad.

Emocionales: el sufrimiento emocional es enorme. Aparecen sentimientos de rabia, de

ridículo, depresión, ansiedad, sentimiento de ser víctima de alguien muy querido, etc. El

descubierto a veces puede desembocar en una depresión asociada a la pérdida del amante, a

de la pareja, o a la variación de un statu quo que le era muy beneficioso. Muchos autores

consideran que las reacciones emocionales que se dan en la víctima de la infidelidad son

similares a las que aparecen en el trastorno por estrés postraumático (Allen y otros, 2005;

Gordon y Baucom, 1999, Gordon y otros, 2004, Lusterman, 2005). Por ejemplo, Lusterman

(2005) describe así las consecuencias de la infidelidad que son similares a los indicios de

que se ha dado un trauma: Dificultades en el sueño, irritabilidad con ataques de ira,

hipervigilancia para asegurarse de que no se van a dar de nuevo los problemas, una

exagerada respuesta de susto, una fuerte reacción fisiológica a los estímulos que le

recuerden la traición, por ejemplo, películas, TV, comentarios, etc. Aunque no se cumplen

las condiciones de trastorno por estrés postraumático que exige el DSM-IV porque no

existe amenaza física a la vida de la persona traicionada, es conveniente que el infiel sepa

que estas reacciones son consecuencia de sus actos y que no son extrañas ni
incomprensibles y que pueden extenderse en el tiempo. Poner una etiqueta como trauma o

trastorno por estrés postraumático puede servir para este fin (Gordon y otros, 2004).

Una alternativa en este sentido es dar una explicación lógica y entendible, como la que

propone la teoría en la que se basa la terapia de pareja basada en la emoción para que

entienda que las reacciones de la persona engañada son consecuencias de sus actos. Esta

teoría afirma que las emociones que siente el traicionado son una reacción al daño que se ha

realizado al vínculo sobre el que se basa la pareja y que es similar al que se da entre los

padres y los hijos (Johnson, 2005). El traicionado ha perdido la base segura sobre la que

podía realizar la exploración de nuevas conductas y obtener seguridad y apoyo en las

dificultades que podría encontrar en su vida. Esa pérdida genera las reacciones que se han

mencionado, que son tan fuertes como las que se dan en el trastorno por estrés

postraumático, porque de forma similar a lo que ocurre en el trastorno por estrés

postraumático el traicionado siente que sus relaciones en el mundo ya no son seguras y que

cualquier persona puede hacerle daño, puesto que se lo ha hecho la persona que más quería,

en quien más confiaba y que se había comprometido a ayudarla en todas las circunstancias.

Considerarlo de esta forma ofrece la ventaja de que se puede hacer ver al infiel las

consecuencias de la infidelidad, indicándole que ha producido a la pareja un trauma y,

además, se le puede indicar que las reacciones que tiene son consecuencia del trauma

producido por su acto y, en este sentido, son normales y no patológicas. (Higuera, 2009)

La reconstrucción de la pareja, tareas y fases

Una de las primeras preguntas que se hacen las parejas cuando llegan a la terapia es si es

posible o no recuperar la ilusión y el amor. La respuesta a esta pregunta es que es posible


recuperar una relación totalmente gratificante, salvo que no haya cooperación de uno de los

miembros o que el daño debido a la traición sea demasiado grande para poder con él

(Cordova, Cautilli, Simon y Sabag, 2006). La reconstrucción de la pareja es posible el 35%

sobreviven a la infidelidad (Van Leeuwen y Rokx, 2009) y la mayoría sin ayuda

terapéutica. Estudiando los procesos que han seguido estas parejas Olson, Russell, Higgins-

Kessler y Miller (2002) identifican las siguientes fases:

 La fase de montaña rusa, en la que se dan tormentas emocionales.

 La fase de moratoria en la que se reflexiona sobre lo ocurrido y se trata de entender.

Sin que desaparezcan las reacciones emocionales, se trata de buscar el significado a

lo que ha ocurrido.

 Construcción de la confianza. Reconstruir la confianza implica volver a retomar la

relación, tomar la responsabilidad de lo ocurrido, reasegurar el compromiso,

incrementar la comunicación y el perdón.

 Cuando la emocionalidad lo permite, se puede empezar a tener una visión más

amplia y con mayor distancia de las circunstancias que han rodeado la infidelidad.

Este proceso se puede dar en conjunto, si los dos están dispuestos a dar una

oportunidad al perdón, o solamente entre el terapeuta y el miembro de la pareja que

quiere hacerlo.

 En este último caso es importante evitar las rumiaciones y los “por qué” sin fin que

puede parecer que alivian el dolor, mientras que en realidad lo perpetúan. Por eso, la

alternativa es aceptar que no se pueden conocer las causas últimas de la infidelidad

del otro para poder seguir adelante con la vida, aunque suponga aceptar plenamente

el dolor.
 Cuando en el proceso de perdón son los dos los que intervienen, el conocimiento de

lo que ha ocurrido es un proceso conjunto de la pareja y el terapeuta, que está

enfocado en que el infiel ha de explicar qué, como, cuando, donde, por qué, etc.

Para hacerlo, es precisa por su parte una preparación importante, para poder aceptar

la rabia del otro y poder contestar de forma verídica y asertivamente. Por parte del

traicionado es conveniente que tenga la suficiente tranquilidad para poder hacer las

preguntas centrado en los hechos y en sus sentimientos y no en la descalificación

del infiel, aunque este tiene que aceptar las reacciones emocionales asociadas al

dolor que ha causado. Se le explica que las reacciones emocionales se condicionan a

diferentes estímulos que pueden aparecer en cualquier momento dando lugar a una

emoción que puede manifestarse de forma inmediata, son los flashbacks que son

frecuentes, especialmente al principio, pero que pueden aparecer durante años. Hay

que plantearle que el daño existente es muy fuerte y que puede pasar como cuando

las rodillas curadas de una lesión duelen si cambia el tiempo. Se les plantean los

pasos que tienen que dar individualmente y como pareja para manejarse con los

flashbacks.

 El método de comunicación puede ayudar en los primeros momentos, por ejemplo,

se pueden utilizar cartas supervisadas por el terapeuta que permiten una reflexión

mayor a la hora de comunicarse. Luego se lee en consulta la carta en voz alta al

infiel que estará entrenado para oírla de forma no defensiva y aceptar lo que se le

dice.

El perdón es uno de los elementos fundamentales de muchas religiones y movimientos

espirituales (Zettle y Gird, 2008); por ejemplo, en el cristianismo. Para los cristianos, Cristo
vino al mundo a perdonar los pecados de todos los hombres. La petición de perdón la ha

articulado la religión católica en una serie de pasos dentro de la administración clásica del

sacramento de la penitencia: examen de conciencia, dolor de corazón, propósito de la

enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia. Siguiendo esta pauta, el

proceso de pedir perdón comenzaría en la misma etapa de análisis de lo que ha pasado, de

las circunstancias, motivos y emociones que han concurrido en la infidelidad y de los

efectos que ha causado. Ese análisis ha de producir una conciencia del daño realizado, lo

que ha de llevar al arrepentimiento, Para pedir realmente perdón, auténticamente, tiene que

haber un arrepentimiento que incluye un dolor por el sufrimiento causado que no puede

quedar solamente en palabras, sino que ha de articularse en acciones comprendidas en un

plan concreto que permita que aquello no vuelva a ocurrir y que restituyan el mal realizado,

en el caso de la infidelidad, que reconstruyan la confianza destruida, tiene que haber una

petición explícita de perdón y se ha de cumplir lo prometido.


Metodología

Pregunta de investigación:¿Qué influencia social existe en la percepción de infidelidad en

parejas?Estainvestigación tiene un enfoque cuantitativo y de alcance correlacional, puesto

que deseamos analizar la influencia que tiene la sociedad frente a la precepción de

infidelidad que existe actualmente en las parejas adolescentes

Técnica e instrumento y recolección de Datos:El instrumento que se va utilizar para poder

desarrollar el análisis de la pregunta problema es una encuesta, la cual será aplicada a

jóvenes de 20 a 23 años de la localidad de Tunjuelito barrió el Carmen.


INSTRUMENTO

POLITECNICO GRANCOLOMBIANO

ASIGNATURA: Métodos Cuantitativos

PROFESOR: Sonia López

Proyecto de Investigación: “Percepción de infidelidad

Social en parejas”

ESTUDIANTE: Leidy Tatiana Martínez Olmos

ENCUESTA

NOMBRE: ______________________________________________________

EDAD: ___________

LOCALIDAD: _____________________

ENCUESTA

El objetivo de esta encuesta es tener su opinión respecto a la percepción que tienen los

jóvenes de 20 a 23 años frente a la infidelidad.


1. ¿Sus relaciones afectivas (noviazgo), le proporcionan una estabilidad afectiva para su

vida?

a. Siempre

b. A menudo

c. A veces

d. Poco

e. Nada

2. Considera la opinión de su pareja de vital importancia.

a. Siempre

b. A menudo

c. A veces

d. Poco

e. Nada

3. Mi tiempo libre es dedicado solo a mi pareja.

a. Siempre

b. A menudo
c. A veces

d. Poco

e. Nada

4. Dependo de mi pareja constantemente.

a. Siempre

b. A menudo

c. A veces

d. Poco

e. Nada

5. Cambio constantemente de pareja.

a. Siempre

b. A menudo

c. A veces

d. Poco

e. Nada

6. Al terminar mi relación con mi pareja busco ayuda en mis amigos.


a. Siempre

b. A menudo

c. A veces

d. Poco

e. Nada

7. Dedico más tiempo con mi pareja que para mí mismo.

a. Siempre

b. A menudo

c. A veces

d. Poco

e. Nada

8. Deja a un lado sus amistades cuando termina una relación afectiva (Noviazgo).

a. Siempre

b. A menudo

c. A veces

d. Poco
e. Nada

9. Se encuentra en estado de Depresión cuando su pareja lo deja por otra persona.

a. Siempre

b. A menudo

c. A veces

d. Poco

e. Nada

10.¿Es necesario aceptar y confesar cualquier infidelidad?

a. Siempre

b. A menudo

c. A veces

d. Poco

e. Nada
ANÁLISIS CUALITATIVO Y CUANTITATIVO DE LA INFORMACIÓN

1. ¿Sus relaciones afectivas (noviazgo), le proporcionan una estabilidad afectiva para su

vida?

XI FI FA FR FRA P

Siempre 50 50 0,13 0,13 13,16

A menudo 110 160 0,29 0,42 28,95

A veces 112 272 0,29 0,72 29,47

Poco 108 380 0,28 1,00 28,42

Nada 125 490 0,28 1,00 30.60

10%
23%

22% Siempre
A menudo
A veces
22%
Poco
23%
Nada
ANÁLISIS: El 23% de las personas encuestadas creen que sus relaciones afectivas les

proporciona una estabilidad afectiva en sus vidas.

2. Considera la opinión de su pareja de vital importancia.

XI FI FA FR FRA P

Siempre 234 234 0,62 0,62 61,58

menudo 146 380 0,38 1,00 38,42

A veces 112 272 0,29 0,72 29,47

Poco 108 380 0,28 1 28,42

Nada 307 307 0,81 0,81 80,79

26%
34%
Siempre
A menudo

16% A veces

12% Poco
12%
Nada
ANÁLISIS: El 34% de las personas encuestadas consideran la opinión de su pareja de vital

importancia.

3. Mi tiempo libre es dedicado solo a mi pareja.

XI FI FA FR FRA P

Siempre 50 50 0,13 0,13 13,16

menudo 110 160 0,29 0,42 28,95

A veces 112 272 0,29 0,72 29,47

Poco 108 380 0,28 1,00 28,42

Nada 50 50 0,13 0,13 13,16

12% 12%

Siempre
25% 25%
A menudo
A veces
Poco
26%
Nada

ANÁLISIS: El 26% de las personas encuestadas consideran que su tiempo libre a veces es

dedicado solo a su pareja.


4. Dependo de mi pareja constantemente.

XI FI FA FR FRA P

Siempre 77 77 0,20 0,20 20,26

menudo 205 282 0,54 0,74 53,95

A veces 87 369 0,23 0,97 22,89

Poco 11 380 0,03 1,00 2,89

Nada 77 77 0,20 0,20 20,26

17% 17%

2%
Siempre
A menudo
19%
A veces
45% Poco
Nada

ANÁLISIS: El 45% de las personas encuestadas consideran que a menudo si dependen de

su pareja constantemente.
5. Cambio constantemente de pareja.

XI FI FA FR FRA P

Siempre 77 77 0,20 0,20 20,26

menudo 120 120 0,32 0,32 31,58

A veces 40 160 0,11 0,42 10,53

Poco 220 380 0,58 1,00 57,89

Nada 120 120 0,32 0,32 31,58

13%
21%

Siempre
21%
A menudo
A veces
38% 7% Poco
Nada

ANÁLISIS: El 38% de las personas encuestadas consideran que poco cambian de pareja lo

largo de su vida.
6. Al terminar mi relación con mi pareja busco ayuda en mis amigos.

XI FI FA FR FRA P

Siempre 205 205 0,54 0,54 53,95

menudo 15 220 0,04 0,58 3,95

A veces 126 346 0,33 0,91 33,16

Poco 34 380 0,09 1,00 8,95

Nada 120 120 0,32 0,32 31,58

24%
Siempre
41%
A menudo
7%
A veces
25% 3% Poco
Nada

ANÁLISIS: El 25% de las personas encuestadas consideran que a veces cambian de pareja

lo largo de su vida.
7. Dedico más tiempo con mi pareja que para mí mismo.

XI FI FA FR FRA P

Siempre 205 282 0,54 0,74 53,95

menudo 87 369 0,23 0,97 22,89

A veces 126 346 0,33 0,91 33,16

Poco 30 335 0,08 0,88 7,89

Nada 45 380 0,12 1,00 11,84

9%
6%

42% Siempre

25% A menudo
A veces
Poco
18%
Nada

ANÁLISIS: El 42% de las personas encuestadas consideran que siempre dedican más

tiempo a su pareja que a sí mismos.


8. Deja a un lado sus amistades cuando termina una relación afectiva (Noviazgo).

XI FI FA FR FRA P

Siempre 302 302 0,79 0,79 79,47

menudo 40 342 0,11 0,90 10,53

A veces 11 353 0,03 0,93 2,89

Poco 27 380 0,07 1,00 7,11

Nada 302 302 0,79 0,79 79,47

44% 44% Siempre


A menudo
A veces
Poco
4%2% 6%
Nada

ANÁLISIS: El 44% de las personas encuestadas consideran que siempre y nada dejan a un

lado sus amistades cuando terminan sus relaciones (Noviazgo).


9. Se encuentra en estado de Depresión cuando su pareja lo deja por otra persona.

XI FI FA FR FRA P

Siempre 15 220 0,04 0,58 3,95

menudo 126 346 0,33 0,91 33,16

A veces 11 353 0,03 0,93 2,89

Poco 316 316 0,83 0,83 83,16

Nada 64 380 0,17 1,00 16,84

12% 3%
24%
Siempre

2% A menudo
A veces
Poco
59%
Nada

ANÁLISIS: El 59% de las personas encuestadas consideran que pocas veces entran en

depresión cuando rompen con su pareja.


10.¿Es necesario aceptar y confesar cualquier infidelidad?

XI FI FA FR FRA P

Siempre 87 369 0,23 0,97 22,89

menudo 30 335 0,08 0,88 7,89

A veces 40 342 0,11 0,90 10,53

Poco 205 205 0,54 0,54 53,95

Nada 15 220 0,04 0,58 3,95

4%
21%

Siempre
7%
A menudo
49%
A veces
19% Poco
Nada

ANÁLISIS: El 49% de las personas encuestadas consideran que pocas veces es necesario

aceptar y confesar una infidelidad.


CONCLUSIONES

Basándonos en el instrumento diseñado y aplicado con treinta (10) ítems, a los jóvenes

entre 20 a 23 años de edad, cabe concluir:

Se estableció qué tras las distintas aplicaciones el instrumento demostró que podría

funcionar para establecer los objetivos que se plantearon en un inicio para este proyecto, se

podría llegar a considerar esta encuesta un apoyo o guía para determinar que tanto afecta en

los jóvenes la infidelidad que le puede brindar su pareja.

Podemos decir que el tiempo es una variable difícil establecer, ya que se necesita del

mismo tanto para sus diferentes aplicaciones como para correcciones, mejoras, tabulación,

análisis de resultados entre otros aspectos importantes para la elaboración de este proyecto.

Como psicóloga en formación y tras esta experiencia, puedo decir que este trabajo resulto

ser enriquecedor y aporto mucho aprendizaje en el área de los Métodos Cuantitativos, en

donde no había conocimiento previo del tema. Podemos sugerir que el instrumento podría

ayudar a psicólogos enfocados en psicología evolutiva, ya que su target especifico es la

adultez temprana y que pueden puede llegar a tener resultados satisfactorios y favorables si

esta se continúa mejorando y aplicando progresivamente para incluso identificar falencias

en sus diferentes relaciones personales y afectivas.


BIBLIOGRAFIA

Cuiñas, A. F. (2012). Exclusividad en una relación. Percepción de la infidelidad .

Hernández, G. (2009). -"Cariño, ¿Me engañarías alguna vez?"-. Percepciones sobre la Infidelidad .

Higuera, J. A. (2009). La recuperación de la pareja después de la infidelidad . Centro de Psicología


Clínica y Psicoterapia .

Macedo, M. V. (2008). Estudio sobre infidelidad en la pareja: Análisis de contenido de la literatura.


Alternativas de Psicologia.

Peñailillo, V. (2007). Infidelidad. Percepciones sobre la Infidelidad .

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