Musica Gregoriana
Musica Gregoriana
Musica Gregoriana
El desarrollo y transición entre el canto llano y el canto gregoriano. Elementos que se han
ido renovando de la liturgia eclesiástica.
ALUMNOS
Erick Cabrera Minauro
André Zúñiga Merino
El canto ligado a estas liturgias comparte una característica fundamental: procede de la recitación
más o menos adornada de un texto sagrado. Es decir, no se entiende como música en sí misma,
sino como oración. El canto entendido como soporte de un texto cumple tres funciones esenciales:
1. Memoria. En una cultura de tradición oral en la que los textos deben aprenderse de
memoria, la coincidencia de ritmo y acentuación entre melodía y texto ayuda a retener con
mayor exactitud ambos, reforzándose mutuamente.
2. Amplificación. En ausencia de medios artificiales de amplificación del sonido, el canto es la
forma más eficaz de hacer audible un texto ante asambleas amplias. Es el mismo fenómeno
que encontramos en la recitación de los números del “Gordo” de Navidad, de los antiguos
romances del ciego o las lecturas de los bandos municipales por los alguaciles en las plazas
principales de los pueblos.
3. Emoción. Por muy simples que sean las fórmulas melódicas utilizadas en la recitación, el
canto sitúa instantáneamente al oyente en el plano de las emociones. En el caso de un texto
sagrado, el canto puede transfigurar el texto asemejándolo con la palabra de dios, conseguir
que cobre sentido un texto incomprensible, o que adquiera una cualidad mística uno
repetitivo.
La función de soporte textual de la música litúrgica la convierte en algo parecido a una lectura
musical que podemos distinguir a través de dos rasgos característicos y recurrentes: 1) El canto llano
es fundamentalmente monódico (una sola voz real), aunque puede ser interpretado tanto de forma
solista como coral; 2) el canto llano presenta un ritmo libre (no existe un pulso estable)
asemejándose a una prosa musical en la que la longitud de las frases musicales viene dada
directamente por la longitud de las frases textuales.
El canto Gregoriano:
El canto gregoriano fue nombrado por el Papa Gregorio I (590-604), quien introdujo
importantes cambios en la música de la Iglesia Católica utilizada hasta ese momento para
la liturgia del rito romano. Además de dichos cambios, fue autor de numerosas obras y
melodías, como la Regula pastoralis, el Libri quattuor dialogorum o diversas homilías.
La música en la liturgia cristiana tenía su origen en las sinagogas judías, por lo que fue
exclusivamente vocal, sin la utilización de instrumentos musicales y con predominio de la
lengua helenística; para ello, el sacerdote, dirigía los rezos, que eran contestados por los
fieles a modo de contestación con sencillas melodías.
● La utilización del latín como lengua principal obligó a traducir los salmos.
Son muy pocos los ejemplares de cantos escritos que han llegado hasta nosotros, pero hay
que destacar el Códice Alejandrino (siglo V) que contiene trece de los cánticos empleados
en el desarrollo de la liturgia. En esas obras se recogen los textos, pero no la forma de
cantar.
La Reforma Carolingia:
Entre los años 680 y 730, con los primeros carolingios, se produjo la expansión del
repertorio romano existente en lo que desde entonces pasó a conocerse como Canto
Gregoriano. Los ritos anteriores eran el céltico, el ambrosiano, el galicano y el mozárabe o
visigótico; todos ellos, enfrentados al rito romano tradicional, fueron desapareciendo
paulatinamente tras la aparición del Canto Gregoriano, aceptada definitivamente a finales
del siglo X.
Pipino el Breve, Padre de Carlomagno, fue consagrado como rey de los francos por el Papa
Esteban II, quien se encontró con que en el reino se practicaba un rito distinto del romano,
el galicano.
Desde ese momento, Roma empezó a formar capiscoles enviados desde la Galia a
suministrar libros que puedan permitir llevar a cabo la reforma de la liturgia. Las escuelas de
Rouen y Metz se convirtieron en centros fundamentales de enseñanza del canto gregoriano.
El repertorio impuesto inicialmente fue ampliado por los carolingios con piezas nuevas, y
llegaron a ser tan numerosas que se vio pronto la necesidad de conservarlas por escrito,
incluyendo la melodía. Para conseguir esto último, aparecieron unos signos aislados que se
les denominó los neumas. Para lograr una mejor representación de los sonidos, los neumas
se agrupan o separan en función del lugar exacto en que se localizaba cada sonido.
La ejecución pasó a ser de dos tipos: silábico, que es cuando cada sílaba del texto se
corresponde con una única nota, o melismático, que es cuando cada sílaba es entonada
por más de una nota musical.
La polifonía marcó un hecho importante. Hasta el siglo IX, el canto era monódico. Mediante
la polifonía, se combinan sonidos y melodías distintas y simultáneas para cada nota
musical.
El declive y la situación actual
El Canto Gregoriano se fue yendo hacia una situación de crisis que se vio agravada con el
Renacimiento, mucho más inclinado a recuperar las tradiciones de la antigüedad. Tras el
Concilio de Trento, la Santa Sede decidió reformar todo el canto litúrgico, encomendando a
Giovanni Palestrina y Aníbal Zoilo en 1577.
En el siglo XIX hubo varias personas que pretendieron restaurar el Canto Gregoriano. En el
monasterio francés de Solesmes, Dom Pothier y Dom Mocquereau desarrollaron una
investigación científica de los manuscritos más antiguos del canto gregoriano para hacer
una restauración con todas las seguridades de autenticidad. Los resultados fueron tan
buenos que recibieron el apoyo de tres papas (Pío IX, Pío X y Pío XII) y el encargo de
realizar la edición oficial de los cantos litúrgicos de la Iglesia.
● Protus auténtico
● Deuterus auténtico
● Tritus auténtico
● Tetrardus auténtico
● Protus plagal
● Deuterus plagal
● Tritus plagal
● Tetrardus plagal
El Tetragrama:
Es un conjunto de cuatro líneas horizontales en las cuales eran escritas las notas musicales
en la notación cuadrada medieval. Fue inventada en el siglo XI por un monje llamado Guido
de Arezzo. Fue a partir de “El himno de las vísperas de la fiesta de San Juan Bautista” que
se guió para dar los nombres a las notas musicales, observamos que aún no llevaba el Do.
Ya que, en principio, esta fue llamada “ut”.