Ejemplo y Contra Ejemplo
Ejemplo y Contra Ejemplo
Ejemplo y Contra Ejemplo
Luis no empezó a consumir drogas desde muy joven, de hecho, fue hasta
pasados los treinta años cuando le ofrecieron mi primer cigarro de marihuana que
acepto porque quería socializar con la gente de su nuevo trabajo que era mucho
más joven que él, no quería que pensaran que era un fresa.
Cuando llego a su casa le conto a su esposa lo que había hecho y se sorprendió
mucho, le dijo que le parecía una estupidez que a estas alturas haya empezado a
experimentar con las drogas.
En ese tiempo, cuando se inició en las drogas, se sentía como un adolescente
tratando de hacer "nuevos amigos", pero la verdad es que le resultó. Sus "nuevos
amigos" lo invitaban a todos lados, lo llamaban, en fin, lo incluían en todos los planes
que hacían, aunque todo estaba relacionado con el consumo de drogas, no creyó
que fuera un gran problema.
Él siempre había sido un solitario, pero esto tenía una explicación, sus papás nunca
le dejaban hacer nada, no podía salir y esto lo limitaba en su vida social porque
aunque lo invitaran a fiestas o salidas nunca podía porque no le daban permiso,
aunque esto no lo decía porque le daba pena, ¿cómo un hombre tenía que avisar
sobre cada uno de sus movimientos? Pues él sí. Su mamá era sobreprotectora con
él y sus hermanos.
En la prepa, por más que se esforzaba en pertenecer a un grupo, nunca le salía
bien las cosas, lo consideraban el "raro" y, aunque no lo rechazaban abiertamente,
nunca lo incluían en planes, salidas ni nada. Y ahora, a sus treinta años, era la
primera vez que le pasaba, se sentía libre.
Tan solo pasaron dos meses cuando paso de la marihuana, a la cocaína. Fue
increíble lo que le provocó desde la primera vez, se sentía poderoso, capaz de hacer
cualquier cosa. Creía tener una claridad mental como nunca antes y, claro, se sentía
ansioso.
Pensaba que las personas que consumían cocaína solo les hacía falta una "raya"
para experimentar los grandiosos efectos, pero no, cada hora de esa fiesta donde
la probo tenía que volver a consumirla para notar la sensación tan agradable que le
provocaba.
El día siguiente fue un infierno, tenía una especie de cruda, le dolía la cabeza, la
nariz y tenía un gusto amargo en la boca. Se juró a él mismo no volver a consumir
jamás drogas. No lo cumplió ni de lejos, todo lo contrario.
Luego vinieron los problemas de dinero. Su esposa, que trabajaba, se dio cuenta
de que se acababa su sueldo muy rápido y no veía que comprara nada. Entonces
se empezó a preocupar. Un día, cuando volvía de trabajar, lo estaba esperando en
el sillón para hablar. Le preguntó qué es lo que estaba pasando y él le mintió, le dijo
que cuando salía con sus compañeros de trabajo iban a lugares carísimos y que a
él le daba pena decir que no iba por cuestiones económicas. No le creyó pero no le
dijo nada. La verdad es que su explicación resultaba ridícula. Le preguntó si
consumía drogas y él lo negó categóricamente.
Las repercusiones de su excesivo consumo de drogas empezaron a reflejarse en
su trabajo. Ya no era la persona creativa y responsable del principio, se convirtió en
un tipo malhumorado y que aprovechaba el menor descuido para evitar cumplir con
sus obligaciones. Su jefe se hartó y lo corrió.
Como ya no tenía ingresos empezó a robarles dinero a sus padres, sin ningún
reparo, incluso de forma descarada, pero ya no podía estar sin consumir ni un solo
día.