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Historia Económica Mundial

Bloque Segundo
DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL A LA
PRIMERA GLOBALIZACIÓN, 1760/80-1913

1. La segunda revolución económica. La revolución industrial en Gran Bretaña, 1760/80-1840.


2. Los éxitos de la Europa central y la modernización parcial de la Europa periférica.
3. La segunda revolución industrial y el nacimiento de la gran empresa.
4. La revolución de los transportes y el proceso de integración de los mercados de bienes y factores.
5. El declive de Gran Bretaña y el ascenso de los Estados Unidos.
6. Los efectos del colonialismo en los países de origen.

1. La segunda revolución económica. La revolución industrial en Gran Bretaña, 1760/80-1840


1.1 ¿Por qué fue Europa?
1.2 ¿Qué es la primera revolución industrial?
1.3 El nacimiento de la Revolución Industrial: Gran Bretaña, 1760/80-1840.
1.3.1 El crecimiento de la economía británica durante la revolución industrial.
1.3.2 El crecimiento de la renta per cápita: una revisión de la revolución industrial.
1.3.3 El debate sobre el nivel de vida de la clase obrera.
1.4 La teoría de las instituciones y el papel del Estado.

1.1 ¿Por qué fue Europa?


Para afrontar el problema de por qué Europa fue la cuna de la revolución industrial es útil intro-
ducir previamente algunas consideraciones relativas a los elementos que entendemos se encuentran en la
base de una civilización económicamente «progresiva». Los elementos explicativos que se han considera-
do significativos han sido los siguientes:
• el clima,
• la localización geográfica,
• los recursos naturales,
• la visión filosófico-religiosa del mundo, y
• la organización de la sociedad.
Los tres primeros elementos han desarrollado un papel de mera «facilitación», pero no han sido
suficientes para determinar el dinamismo de una sociedad. Se ha observado, en efecto, que las primeras
civilizaciones dinámicas se localizaban en áreas de clima benigno y con aguas que facilitasen el trans-
pone, la irrigación y la vida en común. Pero son muchas las áreas de este género que no se han desarro-
llado, como lleno está el mundo de áreas ricas en recursos naturales que para desarrollarse han tenido que
esperar la inmigración de personas de países lejanos, porque las poblaciones locales no habían percibido
las oportunidades ofrecidas por los recursos disponibles.
Comparación entre formas estatales de civilizaciones agrarias, con referencia a
algunos elementos estratégicos para el desarrollo económico
China Imperio árabe Europa
(siglos VII-XV) (siglos VIII-XIV) (siglos XI-XVIII)
Tiranía y permiso Fuerte autonomía de las instituciones
Libertad Absolutismo y burocracia
Status satisfactorio de los comerciantes, pero bajo Elevado status de los comerciantes
(competencia) Bajo status de los comerciantes
nivel de confianza en la sociedad Extensas redes de confianza
Mejorando progresivamente con el estado
Orden Grande Escaso, conjuras palaciegas
nacional
Impersonal, basada en códigos
Justicia Arbitrio del emperador Arbitrio de los potentados y habeas corpus
Protección de los derechos de propiedad
Cada vez más, infraestructuras, instrucción,
Bienes públicos Algunos (muelles) Pocos hospitales, instituciones económicas,
leyes de pobres

1
Onerosa y a menudo
Imposición Suave, pero a menudo imprevisible No a los impuestos sin representación
imprevisible (confiscación)

Fuente: ZAMAGNI (2001)

El verdadero papel estratégico en la determinación del dinamismo de las diversas sociedades lo


han jugado las visiones filosófico-religiosas del mundo y la organización de la sociedad que de ellas se
desprende.
En particular, han sido 3 los principios filosófico-religiosos en los que se han cimentado las
civilizaciones progresivas:
• la persona humana como valor sagrado e inviolable: cuanto más se ha afirmado este principio tanto más se ha
abandonado el absolutismo y el esclavismo y se ha proclamado la libertad y la igualdad de todas las personas con
implicaciones fundamentales en el campo político –la democracia– y económico –la libertad de iniciativa y la defensa
de los derechos de la persona–;
• la exaltación del espíritu como racionalidad: de este principio deriva el nacimiento de la filosofía, la ciencia y la
instrucción;
• la superioridad del hombre sobre la naturaleza: de la que viene la idea del homo faber, o sea del hombre creativo, que
no se somete a la naturaleza, sino que la modifica para su utilización.
Como se anticipó más arriba, la perspectiva del análisis se limita ahora a sociedades agrícolas
particularmente dinámicas, entre las cuales destacaron tres, entre el siglo VII y el siglo XVI d.C., como
las más avanzadas: China, el imperio árabe y precisamente Europa. Se trataba de sociedades con un siste-
ma de escritura, basadas en religiones y filosofías diferentes, pero que compartían la confianza en la cul-
tura y en la racionalidad del hombre, y que sobre estas bases habían estado en condiciones de producir
importantes avances tecnológico-científicos, revelando, sin embargo, una diferente capacidad de sostener
el ritmo del desarrollo a lo largo del tiempo.
Lo que sucede es que la Europa preindustrial se destaca como el área donde las libertades
individuales llegaron a alcanzar un mayor grado de tutela:
• Primero a través de la existencia de una pluralidad de instituciones políticas (la fragmentación del poder, que nunca
volvió a manos de un único emperador) y,
• Segundo por medio de una pluralidad de instituciones en el campo cultural: piénsese en las universidades libres, típica
institución europea, donde los intelectuales no sólo tenían la posibilidad de profesar públicamente sus diferentes
puntos de vista, sino también de enseñarlos a nuevas generaciones de alumnos, que podían pasar de una universidad a
otra para adquirir un saber crítico.
Además, la libertad fue tutelada cada vez más por medio de una justicia codificada y «objetiva»
(el habeas corpus) y una autoridad pública que estaba cada vez más en condiciones de hacer respetar las
leyes. Es precisamente la libertad de pensamiento y de empresa la que se halla en la base de un progreso
económico autosostenido y de aquella multiplicidad de realidades económicas que produce la competen-
cia, o sea, el resorte potente de la mejora en el uso de los recursos.
Europa se destaca también por la mayor propensión de las autoridades públicas a asumir
responsabilidades de producción de aquellos bienes y servicios que no convenía que produjesen las
instancias privadas (los llamados «bienes públicos»), pero que se iban perfilando como estrategias para el
desarrollo. Se trata de un tipo de actividad pública subsidiaria y no sustitutiva de la iniciativa privada.
Con este objeto se utilizaban contribuciones efectuadas por la población, que cada vez estaban más
sometidas al control y al consenso de quienes debían pagarlas, «No a los impuestos sin representación».
De este modo se activaron formas progresivamente más difundidas y extendidas de participación en el
gobierno de los asuntos del estado, que no eran de la competencia exclusiva del «soberano», formas que
llevarán con el tiempo a una verdadera y propia democracia política.
Puede concluirse, que Europa supo desarrollar un ambiente particularmente favorable a la
innovación (institucional y tecnológica), especialmente después del humanismo y del Renacimiento,
porque existía una mayor libertad y una mayor seguridad del derecho, que proporcionaba bases más
seguras al cálculo económico vinculado a la inversión, y suministraba más apoyo a la iniciativa individual
por parte de los poderes públicos. En este punto podría decirse que si tales desarrollos dependen de los
particulares fundamentos filosófico-religiosos de Europa, como antes se ha observado, estos fundamentos
se han revelado más eficaces que otros al crear y sostener el progreso económico.

2
Fue por tanto esta estructura de la sociedad europea la que, en medio de contradicciones y
retrocesos, permitió el nacimiento de instituciones y prácticas económicas indispensables para la
revolución industrial. Enumeramos las más significativas:
• la banca y las prácticas bancarias: el cheque, la cuenta corriente, la transferencia, la letra de cambio, el descubierto,
todas ellas prácticas desarrolladas en Italia a partir del siglo XIV;
• el uso de la partida doble, esta práctica contable fue utilizada por los comerciantes italianos a principios del siglo XIII
gracias a la utilización de los números arábigos, no sin la oposición de las autoridades públicas y religiosas, que sin
embargo acabaron por adoptar también tanto los números arábigos como la partida doble;
• el seguro, surgido a causa de los elevados riesgos de transporte de las mercancías por mar en la república marítima de
Venecia, en el siglo XII, y después muy difundidos en Holanda y Gran Bretaña, donde en el siglo XVII se
consolidaron los famosos Lloyd;
• el contrato de venta en comisión, introducido también ya en el siglo XII en las ciudades mercantiles italianas para
permitía poner en relación a los poseedores del capital y los comerciantes, estos después de utilizarlo para una
actividad específica debían devolver el capital y repartirse los beneficios. A partir del siglo XVII aparecerán las
primeras sociedades anónimas.
• el servicio postal se introdujo en el siglo XV;
• la bolsa, como lugar de operaciones comerciales y financieras. La primera bolsa se abrió en Amberes, en 1531, pero
no hacía más que formalizar actividades ya existentes desde hacía tiempo en varias ciudades comerciales de Europa;
• la patente es un derecho de explotación económica exclusiva de una invención que otorga el Estado a la persona,
entidad o empresa que la ha obtenido. Su existencia como institución jurídica se justifica por la necesidad proteger la
propiedad de las invenciones para que pueda compensarse el gasto que se realiza para su obtención. El inventor se
pudiera quedar con una parte de los beneficios sociales de su invento. Es, por tanto, un sistema de incentivos a la
innovación. Fue introducida por primera vez en Gran Bretaña en 1624 (codificada en 1852). Francia no tuvo una ley
similar hasta 1791, y la mayoría de los países europeos no promulgaron leyes de patentes hasta comienzos del siglo XIX.
En el caso de España, las primeras leyes datan de 1811, de 1820 y de 1826.
Para que una tecnología sea patentable, es preciso que se cumplan 3 requisitos:
1. debe ser novedosa y, en consecuencia, ha de suponer la aportación de un nuevo elemento al actual estado de
la técnica;
2. implica una actividad inventiva, de manera que resulte de un conocimiento que no sea obvio, con
independencia de su mayor o menor complejidad; y,
3. ha de tener alguna aplicación industrial, lo que implica que su objeto ha de ser susceptible de fabricación o
empleó en cualquier clase de actividad productiva.
• los códigos de comercio, que se fueron formando en muchos países europeos y estaban sometidos a tribunales de
comercio, hasta su solemne codificación en la época napoleónica, con el nacimiento de las Cámaras de Comercio.
Ha sido esta larguísima preparación de un humus institucional adaptado a la ampliación y mejor
organización de los mercados, y a la tendencia a manufacturas en mayor escala y con mecanismos cada
vez más automatizados, movidos por energía inanimada (sobre todo hidráulica), la que ha estimulado los
inventos estratégicos que determinaron el nacimiento de la revolución industrial en Europa.

“Las instituciones constituyen la estructura de incentivos de una sociedad y, en consecuencia, las institu-
ciones políticas y económicas son los determinantes subyacentes de los resultados económicos”. Así se expresaba
Douglass North, un historiador económico, en la introducción de su discurso de aceptación del Premio Nobel de
Economía del año 1993.47 En los quince años que han pasado desde entonces, la idea de que el marco institucio-
nal es un factor decisivo en el desarrollo (o falta de desarrollo) de las sociedades se ha convertido en una idea am-
pliamente aceptada por la comunidad científica.
Mientras que la tecnología hace referencia a la relación entre el ser humano y los recursos productivos a su
disposición, el marco institucional se refiere a las relaciones que se establecen entre los seres humanos: el marco
institucional es el conjunto de organizaciones y reglas (formales o informales) que regulan la interacción de los su-
jetos económicos. Unos marcos institucionales son más favorables que otros para impulsar el desarrollo. Esta idea
puede aplicarse tanto en el tiempo (para explicar por qué el desarrollo moderno de las economías occidentales es
tan reciente) como en el espacio (para explicar las diferencias de resultados de desarrollo entre unas y otras econo-
mías).

3
1.2 ¿Qué es la primera revolución industrial?

Se conoce como revolución industrial al proceso de crecimiento económico que, entre las últimas
décadas del siglo XVIII y mediados del XIX, experimentaron Gran Bretaña primero y luego Bélgica,
Francia y Alemania. Este proceso tiene dos características hasta entonces desconocidas:
• el aumento de la renta per cápita alcanzó una magnitud superior a cualquier otro anterior en la historia.
• y se convirtió en sostenido.

El término revolución industrial comenzó a utilizarse en el siglo XIX y aunque no es muy preciso si
es adecuado para transmitir la magnitud del proceso de transformación.
Los países arriba citados elevaron su productividad como consecuencia de varias causas:
1. Cambio tecnológico: - nuevas fuentes de energía.
- utilización de materias primas abundantes.
2. Nuevas formas de organización del trabajo: - mayor división del trabajo.
- metódica y férrea disciplina laboral.
3. Mayor especialización económica territorial.
4. Cambio estructural.

1. Cambio tecnológico. Nuevas tecnologías fueron incorporadas a la producción agraria, industrial y


a los transportes.
En casi todos los casos, se trató de sencillos descubrimientos realizados por campesinos y artesanos me-
diante el método de prueba-error, de manera que la ciencia contribuyó poco al progreso tecnológico du-
rante la revolución industrial. La mayoría de las innovaciones en la industria y los transportes nacieron en
Gran Bretaña. Durante varias décadas, las nuevas tecnologías se extendieron por otros países europeos
mediante la emigración clandestina de artesanos, el espionaje industrial y el contrabando de máquinas ya
que Inglaterra no permitió la libre salida de técnicos y de maquinaria hasta 1825 y 1842 respectivamente.
La revolución industrial fue resultado de una eclosión de innovaciones. Muchas de ellas surgieron «en
cadena» y otras fueron transferidas de un sector a otro. Por ejemplo, una máquina de tejer creó el desafío
de inventar otra que permitiera hilar a mayor velocidad y la máquina de vapor, que comenzó utilizándose
en la minería, se empleó luego en la industria y en los transportes.
Pese a la multiplicidad de innovaciones, el cambio tecnológico puede sintetizarse así:
1.1 Nuevas máquinas movidas primero con energía hidráulica y luego con vapor sustituyeron a
otras accionadas por el hombre, los animales, el agua y el viento, lo que conllevó la sustitución de funcio-
nes de producción intensivas en trabajo por otras intensivas en capital.
1.2 Se utilizaron materias primas muy abundantes (carbón mineral, hierro, ladrillos, tintes artifi-
ciales, fertilizantes químicos...), que reemplazaron a otras de naturaleza orgánica cuya escasez relativa
imponía límites al crecimiento económico (madera, tintes vegetales, abono animal).
Al contrario de lo que ocurrió durante la primera revolución industrial, la ciencia y la ingeniería pasaron a
determinar el progreso tecnológico entre la década de 1860/70 y fines de siglo, período convencionalmente
denominado «segunda revolución industrial» cuando las principales innovaciones fueron en los terrenos de la
energía, siderurgia, metalmecánica, química, alimentación, transportes y comunicación.
2. La aparición de nuevas formas de organización del trabajo también contribuyó al aumento
de la productividad durante la revolución industrial. En lo esencial, se trató de la sustitución de pequeñas
explotaciones agrícolas y talleres artesanales por grandes explotaciones agrarias y fábricas que empleaban
mano de obra asalariada. Ello supuso una organización más eficiente de la producción por dos razones:
2.1 Una mayor división del trabajo. En las pequeñas explotaciones agrícolas y en los talleres,
campesinos y artesanos realizaban casi todas las operaciones necesarias para obtener los bienes que
producían, mientras que en las grandes explotaciones agrarias, en las fábricas y más tarde en las grandes
empresas de servicios como las de ferrocarriles, las operaciones fueron divididas y encadenadas, espe-
cializando a grupos de trabajadores en cada una de ellas, lo que aumentó la velocidad de producción.

4
2.2 La productividad creció fue la aparición de una metódica y férrea disciplina laboral que no
existía en las pequeñas explotaciones agrícolas y en los talleres. Frente a un trabajo de campesinos y
artesanos autorregulado y, por consiguiente, de ritmos irregulares, surgió otro reglamentado mediante
horarios estrictos y vigilancia del rendimiento de cada trabajador. Finalmente, durante la revolución in-
dustrial se dieron los primeros pasos hacia lo que después de 1850 sería la «empresa moderna»,
entendiendo por tal aquella que ya no es gestionada por un propietario que realiza múltiples actividades,
sino por directivos especializados por departamentos.

Fuente: ESCUDERO (2009)

Principales innovaciones tecnológicas durante la segunda revolución industrial, 1860/70-1913


Agricultura Energía Siderurgia Metalmecánica
Perfeccionamiento y generalización de las máquinas herramientas
Tractores Electricidad Acero Bessemer
(tornos, fresadoras, perforadoras, trefiladoras)
Segadoras Petróleo Acero Thomas
Trilladoras Acero Martín Siemens
Cosechadoras Aleación de metales
Química Alimentación Transportes Comunicaciones
Nuevos fertilizantes Conservas Buques de vapor Telégrafo
Pesticidas Refrigeración Motor de explosión Teléfono
Tintes artificiales Motor Diesel Máquina de escribir
Explosivos Bicicleta Linotipia
Productos farmacéuticos Tipografía
Fotografía

Fuente: ESCUDERO (2009)

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3. Otra causa que elevó la productividad fue la mayor especialización económica territorial que
originó el aumento del comercio. Cuando dos regiones o naciones producen los mismos bienes y no
existe comercio entre ellas, la riqueza que se genera es menor que cuando se especializan en la
producción de aquello en lo que poseen ventaja comparativa.
4. Finalmente, la productividad creció como consecuencia del cambio estructural que provocó la
revolución industrial. Las economías preindustriales experimentaron este fenómeno, pero nunca con la
magnitud de las que se industrializaron durante el siglo XIX.
El cambio estructural experimentado por Gran Bretaña a través de dos indicadores: el porcentaje de
trabajadores en la agricultura, industria y servicios y la contribución de cada uno de los tres sectores al
Producto Interior Bruto. Se observa que disminuyó la proporción de población activa del primario en
beneficio del secundario y terciario y también lo hizo la parte del PIB correspondiente a la agricultura.
Cambio estructural en la economía británica durante la Primera Revolución Industrial, 1700-1901
Distribución de la población
Composición del PIB por sectores (%)
activa por sectores (%)
Primario Secundario Terciario Primario Secundario Terciario
1700 61,0 18,5 20,5 - - -
1760 52,8 23,8 23,2 - - -
1770 - - - 45,0 24,0 31,0
1800 40,8 29,5 29,7 - - -
1841 22,6 44,0 33,4 22,0 35,0 43,0
1861 18,0 44,0 38,0 18,0 36,5 46,5
1881 12,6 45,3 42,1 10,5 37,5 52,0
1901 8,6 46,3 45,1 6,5 40,5 53,0
Fuente: Mitchell (2007)

No es sencillo establecer la cronología de la revolución industrial. El proceso se inició cuando, como


consecuencia de los factores arriba señalados, la renta per cápita comenzó a crecer de modo sostenido y
cuando también lo hizo la población activa de la industria y los servicios así como la contribución de
ambos sectores a la Renta Nacional. El proceso concluyó una vez afianzado el cambio estructural.
• en Gran Bretaña, la más aceptada es 1760-1840, aunque algunos historiadores fechan el inicio
antes y otros lo retrasan a 1780.
• dos países fueron precoces en su industrialización: Francia (1790/1800-1860) y Bélgica
(1790/1800-1860).
• la revolución industrial alemana se inició más tarde, pero fue más rápida (1820/1830-1870).
• Estados Unidos se industrializó entre 1830/1840 y 1880.
• durante la segunda mitad del siglo XIX lo hicieron Holanda, los países escandinavos y Japón.
Hasta la década de 1980, la revolución industrial fue generalmente interpretada como una rápida
ruptura con el pasado. Esta interpretación ha sido revisada, ya que durante la primera revolución indus-
trial convivieron viejas y nuevas tecnologías y también antiguas y nuevas formas de organización del tra-
bajo. Ese carácter todavía dual de la economía hizo que el crecimiento económico fuera mucho más lento
de lo que se creía con anterioridad.
No obstante, los cambios que en el largo plazo originó la industrialización constituyeron, junto con el
Neolítico, la más importante mutación de la historia:
• la población creció y también lo hizo su esperanza de vida.
• la mayor productividad desembocó en un aumento de la producción y del consumo por
habitante que redujo la pobreza en la que vivía la mayoría de la población preindustrial.
• la sociedad dejó de ser rural y pasó a ser urbana, y,
• el crecimiento económico se convirtió en sostenido.
Una última consecuencia de la revolución industrial debe resaltarse: la profunda brecha que desde
entonces se abrió entre los países industrializados y los subdesarrollados.
• a mediados del siglo XVII la diferencia de renta por persona entre Inglaterra y lo que hoy
llamamos Tercer Mundo se situaba en tomo al 30 %.

6
• hacia 1860, alcanzó el 330 % y,
• en 2000, la renta per cápita de Estados Unidos superó en un 1.000 % a la de los países pobres.
1.3 El nacimiento de la Revolución Industrial: Gran Bretaña, 1760/80-1840
Los historiadores han debatido ampliamente por qué Gran Bretaña1 –y no Holanda o Francia,
países también avanzados a mediados del XVIII– fue la cuna de la revolución industrial. El problema
requiere de una explicación compleja ya que el liderazgo inglés se gestó en el tiempo largo de la Edad
Moderna y en el mismo intervinieron factores geográficos, institucionales y económicos.
No sólo poseía un clima moderado y abundante en recursos hidráulicos, y no sólo se encontró con
una reserva de carbón, recurso estratégico, sino que estuvo en condiciones de desarrollar la propia cultura
y el propio sistema político-institucional, de manera que dispuso de antemano de las mejores condiciones
para la innovación y la inversión. A finales del siglo XVII, Gran Bretaña ya había alcanzado un
ordenamiento social, económico e institucional preparado para afrontar la gran aventura de la industria-
lización. En resumen, Gran Bretaña logró reunir más deprisa que los demás países europeos el mayor
número de aquellas condiciones favorables al crecimiento.
Conviene recordar que las economías de Antiguo Régimen crecían poco. El marco institucional de Antiguo Régimen
creaba obstáculos al crecimiento al impedir la plena movilidad de los factores productivos y de las mercancías.
o el derecho de vincular las tierras dejaba fuera del mercado las de la Iglesia, buena parte de las de la
nobleza y las de los municipios.
o los gremios prohibían la libre instalación de industrias y frenaban el cambio tecnológico.
o también existían aduanas interiores que dificultaban el comercio entre sus regiones.
A estas rémoras institucionales se añadían otras económicas y sociales. La unidad de producción agraria básica en la
Europa del Antiguo Régimen era la pequeña explotación familiar. La productividad de los campesinos era baja por
razones. Esa baja productividad y las elevadas tasas de exacción impuestas a los campesinos por las clases feudales
creaban dos círculos viciosos.
El primero afectaba a la propia agricultura. Una vez deducido el autoconsumo y la parte de las cosechas destinada a la
sementera del siguiente año, las familias campesinas disponían de pocos excedentes para vender, de manera que sus
ingresos eran pequeños y, además, se reducían después de pagar la renta territorial, los impuestos y, a veces, ciertos
derechos señoriales. Por consiguiente, su capacidad de ahorro era prácticamente nula y no podían introducir innovaciones
que elevaran su productividad.
El segundo círculo vicioso afectaba a la industria. La baja productividad agrícola retenía en el campo mucha mano de
obra dificultando el cambio estructural y los escasos ingresos de los campesinos les obligaban a adquirir pocos bienes in-
dustriales de capital y de consumo, con lo que la demanda agregada de manufacturas era modesta.
Esos dos círculos viciosos generaban el tercero: el comercio no era voluminoso al ser modesta la demanda de bienes
industriales por el campo y la de bienes agrarios por parte de unas ciudades poco pobladas.

Veamos ahora las causas geográficas, institucionales y económicas que explican el liderazgo británico:
a) Causas geográficas. Las Islas Británicas poseían una buena dotación de recursos naturales: clima
templado y lluvioso apto para el desarrollo agrícola y ganadero; energía hidráulica para la industria;
abundancia de carbón y de otros minerales; ríos navegables que abarataban el comercio interior y fácil
acceso al exterior ya que ningún rincón del país distaba más de 100 kilómetros del mar.
b) Causas institucionales. Desde el punto de vista político la monarquía inglesa evolucionó
constantemente hacia un menor grado de absolutismo a partir de la famosa Magna Charta de 1215, que
contenía una larguísima serie de cláusulas que limitaban el poder del rey frente a los eclesiásticos, a los
barones e incluso frente a la gente corriente.
Durante la Edad Moderna, Inglaterra experimentó cambios institucionales que terminaron con los
obstáculos que el Antiguo Régimen creaba al crecimiento económico. El proceso se inició a fines de la
Edad Media y culminó con la revolución liberal de 1688 (La Gloriosa). Hitos del cambio institucional
anteriores a ésta fueron:

1
Gran Bretaña está formada por tres regiones que fueron independientes durante mucho tiempo: Inglaterra, Gales y
Escocia. A menudo se utiliza en la literatura la parte (Inglaterra) por el todo, convención que también se usa en las siguientes
páginas. En cambio, se evitará la expresión Reino Unido, porque incluye también Irlanda, en su totalidad hasta 1921 y sólo una
parte desde 1922 en adelante, cuando se formó un estado independiente, dejando sólo el Ulster como región del Reino Unido.

7
1) la supresión de los derechos jurisdiccionales y la aparición de una numerosa clase de pequeños campesinos libres;
2) la libertad de vender tierras promulgada durante la reforma anglicana (1529-1536);
3) la venta en pública subasta durante esos años de las tierras de la Iglesia católica –cerca de 1/4 de las del país–, que
pasaron a manos de la alta nobleza y de la gentry (pequeña nobleza, comerciantes, altos funcionarios y militares);
4) la creación de un gran mercado nacional sin aduanas internas integrado por Inglaterra, Gales e Irlanda al que luego
se añadirían Escocia (1707) y las colonias; y
5) la venta de tierras de la Corona durante la república de Cromwell (1649-1660).

Tras la efímera restauración de los Estuardo (1660-1688) se estableció una monarquía en la que el
poder ejecutivo era ostentado por el Rey, pasando el legislativo a manos de un Parlamento integrado en
su mayoría por propietarios (landlords, gentry y grandes comerciantes). El nuevo sistema político hizo
que los poderes públicos arbitraran medidas pactadas entre los representantes de esas clases sociales con
el fin de que todas pudieran prosperar. Se creó de este modo un marco institucional que estimuló el
crecimiento económico al dar libre movilidad a los factores productivos para que el mercado los asignara
de modo eficiente y al establecer leyes favorables a las iniciativas empresariales.
Un repaso a algunas de las medidas dictadas por el Parlamento ayudará a entender mejor la
importancia del cambio institucional.
1) Desde 1660, las Leyes de Cercamiento (Enclosures Acts) fomentaron que pequeñas explotaciones
agrarias y tierras comunales pasaran a manos de los landlords, que introdujeron en ellas nuevas
tecnologías.
2) Se permitió la libre instalación de industrias y la libertad de innovar porque los privilegios
gremiales desaparecieron al dar los gobiernos instrucciones para que no se aplicaran las normas más
restrictivas del Estatuto de los Artesanos, de 1563.
3) Otro hecho destacable fue la reforma de la hacienda, iniciada durante el período republicano y
culminada después de 1688. La aprobación de impuestos pasó a manos del Parlamento. El parlamento
asumió el control directo de las finanzas públicas, estableció una deuda pública distinta de las finanzas
del rey y fundó el Banco de Inglaterra (1694).
En 1689, tiene lugar la declaración de derechos (Declaration of Rights) donde se reconoce que los
impuestos tienen que ser aprobados por el parlamento, la libertad de imprenta, la inamovilidad de los jueces,
el ejercito no permanente, se garantiza la libertad individual y la propiedad privada, consagrando la
superioridad de la ley sobre la voluntad del rey. De ahí en adelante, la monarquía permaneció como un
símbolo de la unidad de la nación, pero ya no gobernó más, en tanto que la democracia se fue
consolidando.
4) Finalmente, la república de Cromwell primero y La Gloriosa después promulgaron leyes civiles y
mercantiles que estimularon el crecimiento económico al fomentar y proteger el progreso individual, las
iniciativas empresariales y la innovación (posibilidad de acceder a cargos públicos con independencia
del origen social; firmes derechos de propiedad; ausencia de impuestos confiscatorios; claridad en las
normas que regulaban los contratos y seguridad ante el incumplimiento de los mismos; flexibilidad en la
creación de sociedades mercantiles o sistema de patentes, que incentivó el progreso tecnológico al per-
mitir el enriquecimiento del inventor).
Estas medidas crearon en Inglaterra un marco institucional de naturaleza liberal, pero el Parlamento
también dictó otras proteccionistas y mercantilistas que, junto con las primeras, impulsaron el
crecimiento de la industria y del comercio.
• La elevación en 1690 de los aranceles que gravaban las importaciones de hierro sueco bene-
fició a la siderurgia británica porque pasó a abastecer al mercado nacional.
• En 1701, la Calico Act prohibió la importación de tejidos de algodón estampados indios, lo
que constituyó un estímulo para el desarrollo de una industria textil.
• Se trata de las Leyes de Navegación (1651). Estas leyes ordenaron que todo el comercio
exterior desde y hacia Inglaterra se realizara en buques británicos, prohibiendo que los barcos
efectuaran escalas en puertos europeos. Los resultaron fueron dobles:

8
1. estimulo el desarrollo de la flota nacional (el tonelaje de la marina mercante británica
se duplicó durante la segunda mitad del siglo XVII).
2. convirtió a los puertos ingleses en redistribuidores de mercancías hacia el resto del
continente desbancando a los holandeses.
Gran Bretaña: cuna de la democracia parlamentaria
Gran Bretaña es la cuna de la democracia parlamentaria y por ello la historia de su evolución política reviste un interés
universal: algunos historiadores han definido el Parlamento como la contribución más importante de Inglaterra a la
civilización.
Montesquieu dijo que los ingleses eran el pueblo más libre del mundo porque limitaban el poder del rey mediante las
leyes» Voltaire quedó igualmente impresionado y describió a los ingleses como "el único pueblo en la Tierra que ha sido
capaz de prescribir límites al poder de los reyes al oponerse a ellos; y el único que, a partir de unas cuantas batallas, ha
podido finalmente establecer un gobierno sabio, en el que el Príncipe tiene todo el poder para hacer el bien y, al mismo
tiempo, se le impide hacer el mal".
Inglaterra fue el primer país en el mundo que formó un Estado nacional; también fue el primero en institucionalizar,
antes que ninguna otra nación, las prácticas democráticas. Por lo tanto constituye un laboratorio en el que se pueden estudiar
las condiciones en las que la libertad política y los derechos civiles tienen mejores oportunidades para desarrollarse.
Los derechos de aduana y la mayoría de los impuestos tenían que ser aprobados por el Parlamento. "La Corona se hizo más
y más pobre y cuando se vio obligada a recurrir al Parlamento tuvo que ceder derechos constitucionales para poder obtener
fondos" "El umbral en el que los reyes tropezaban repetidamente era el dinero. Los reyes exigían al pueblo dinero en
efectivo, el pueblo les exigía libertades y reformas. Este es el hilo conductor, si es que existe alguno, que se encuentra
presente en toda la historia parlamentaría inglesa" De hecho fue el aumento de la riqueza del pueblo y la dependencia
creciente que tenía el rey de ella lo que obligó a la Corona a conceder a sus súbditos derechos y libertades. Por lo tanto,
puede decirse que la evolución constitucional de Inglaterra marcha al compás de su historia financiera. Proporciona un
ejemplo clásico de cómo la riqueza privada ejerce un control sobre la autoridad pública.

Desde el punto de vista del derecho, Gran Bretaña desarrolló de modo muy original el llamado
common law, que presentaba un elevado grado de adaptación a los cambios que se producían en la
sociedad, porque legislaba y administraba la justicia sobre la base de los cambios verificados en las
costumbres, comprobados mediante el examen de casos, que se convertían en modelos para las aplica-
ciones subsiguientes, más que sobre la base de la conformidad a un cuerpo de leyes que sólo podían ser
modificadas a intervalos a menudo muy largos. Todo ello reforzó cada vez más la protección de los
intereses de los particulares contra los de otros particulares, pero también contra la invasión del estado, y
al mismo tiempo impuso reglas para respetar el interés general.
c) Causas económicas. Optima dotación de recursos y cambios institucionales posibilitaron que Gran
Bretaña experimentara durante la Edad Moderna transformaciones económicas que rompieron los
círculos viciosos de las economías del Antiguo Régimen.
• Agricultura
Para empezar, su agricultura alcanzó una mayor productividad que la europea gracias a un conjunto
de innovaciones ligadas a la generalización de explotaciones agrarias capitalistas (concentración de la
propiedad en manos de los grandes propietarios frente a una Europa donde predominaba la pequeña
explotación familiar) y a la existencia de una numerosa clase de pequeños campesinos con una capacidad
de ahorro superior a los del continente (y una mayor productividad gracias a la selección de semillas y al
cultivo de legumbres, tréboles y nabos que aportaban nitrógeno al suelo).
Hacia 1750, los rendimientos de la agricultura británica eran superiores a los de la europea –con la
excepción de Holanda– ya que, mientras que de cada grano de cereal sembrado se obtenían 9, en el resto
del continente la proporción era por término medio de 1 a 5. En cuanto a la población activa rural inglesa,
en 1760 suponía un 53 % de la total, mientras que en el resto de la Europa occidental ese porcentaje
ascendía al 70 % por término medio. Los cambios experimentados por la agricultura durante la Edad
Moderna tuvieron efectos positivos para el conjunto de la economía británica.
• Industria
La Gran Bretaña de mediados del XVIII era, junto con Holanda, el país más industrializado de
Europa. Prueba de ello es que un 24 % de la población activa trabajaba en el sector secundario, cuando
en el resto de la Europa occidental no alcanzaba el 15 %.

9
Estructura de la industria inglesa en 1770. Casi todas estaban organizadas de un modo que se conoce
como protoindustrial (Verlagssystem), existiendo también otra forma de organización denominada
manufactura o protofábrica.
El Verlagssystem o «sistema domiciliario por encargo» consistía en que comerciantes compraban
materias primas que distribuían entre campesinos y/o artesanos. Estos trabajaban en sus hogares o
talleres con herramientas manuales y transformaban las materias primas en bienes intermedios y finales
cobrando una cantidad por pieza del mercader, que luego comercializaba el producto final. En cambio, la
manufactura reunía en un solo edificio a trabajadores asalariados que también utilizaban herramientas
manuales. Merece la pena destacar que el «sistema domiciliario por encargo» y la manufactura eran
complementarios en algunas industrias porque las fases de producción más sencillas se realizaban de
modo disperso y las que exigían una mayor cualificación en protofábrica.
Frente a esas dos formas de organización industrial, la minería y la siderurgia producían ya
mediante el sistema de fábrica: mano de obra asalariada y empleo de maquinaria movida con energía
hidráulica e incluso con vapor en el caso del desagüe de las minas, ya que la máquina atmosférica de
Newcomen data de 1711.
Valor añadido de la industria británica en 1770
Sector % Sector %
Lana 30,7 Lino 3,0
Piel 22,3 Algodón 2,6
Construcción 10,5 Velas 2,1
Hierro 6,5 Jabón 1,3
Cerveza 5,7 Cobre 0,8
Seda 4,3 Papel 0,4
Carbón 3,9

La mayoría de la industria inglesa (piel, hierro, construcción, cerveza, seda, carbón, velas, jabón,
cobre, industria harinera, astilleros, cerámica, vidrio…) producía para el mercado interno, lo que
significa que el comercio interior de bienes agrarios y manufacturas era mucho más importante en
volumen y en valor que el exterior. Otros (lana, algodón, lino, metalurgia, refinado de azúcar y el tabaco)
en cambio producían tanto para el mercado interior como para el exterior. En el caso de la lana y del
algodón, en 1760, cerca de la mitad de la producción se exportaba, pero este porcentaje era menor en los
demás productos. Es presumible, pues, que la proporción de manufacturas exportadas se situara entre el
15 y e1 20 % de la producción doméstica. Esta cifra era, sin embargo, muy elevada en comparación con
el resto de Europa, de manera que, hacia 1750, Inglaterra era ya el país líder en exportación de bienes
industriales:
Composición del comercio exterior británico en 1750 (porcentaje sobre el valor total)
Manufacturas Materias primas Comestibles
Exportaciones 75,4 16,8 7,8
Importaciones 14,4 54,5 31,1

Una economía capitalista semiindustrializada como la inglesa estaba preparada para iniciar el camino
de la revolución industrial al disponer de demanda, capital y factor humano para ello. El amplio mercado
nacional y el exterior habían creado una demanda creciente. Existía ahorro suficiente para invertir en
nuevo capital y en nuevas tecnologías. En cuanto al factor humano, Gran Bretaña disponía de artesanos
cualificados con incentivos para innovar –recuérdese que existía el derecho de patente– y de empresarios
dispuestos a financiar el cambio tecnológico.

1.3.1 El crecimiento de la economía británica durante la revolución industrial

Inglaterra y Gales fueron los territorios que primero se industrializaron, seguidos de Escocia. Por el
contrario, Irlanda continuó siendo un país agrícola y atrasado.

10
1.3.1.1 La población

Entre 1761y 1841, la población aumento desde los 7,9 a los 18,5 millones, multiplicándose en ese
periodo por 2,3.
Entre 1761 y 1801, la natalidad aumentó 3,7 puntos, mientras que la mortalidad descendió 1,6. Sin
embargo, entre 1811 y 1841, la natalidad se incrementó en un 1,8 y la mortalidad cayó 3,5 puntos, por lo
que el crecimiento de la población se debió ahora más a la conducta de la mortalidad que a la de la
natalidad. Se explica el descenso de la mortalidad por una mejora de la alimentación (aumento de la
producción agraria) y una mayor salubridad (abastecimiento de agua y mejores condiciones de los
hogares).
Sin embargo, el descenso de la mortalidad media del país oculta profundas diferencias entre el campo,
las ciudades pequeñas, los barrios burgueses de las grandes ciudades y los suburbios obreros de éstas
(dieta de peor calidad, hacinamiento y menor higiene, insuficiente salubridad urbana).
El proceso de industrialización fue acompañado de en un intenso proceso de urbanización, sobre todo
durante la primera mitad del siglo XIX:
• en 1750, vivía en ciudades de más de 10.000 habitantes suponía un 17,5 % del total.
• en 1800, ese porcentaje alcanzó el 24 %, y,
• en 1850 el 48 %.
Las regiones que concentraron la industria del algodón y la del hierro desarrollaron mayores
economías de aglomeración que otras, lo que explica que Manchester, Liverpool, Birmingham, Shef-
field, Cardiff y, Newcastle, que en 1750 tenían 21.000 habitantes de media, alcanzaran en 1850 cifras
entre los 230.000 y los 370.000. Londres pasara de 675.000 habitantes en 1750 a 2,6 millones en 1850.
Se ha discutido si la revolución demográfica fue causa o consecuencia de la revolución industrial.
Entre 1700 y 1760, la población inglesa experimentó una tasa anual acumulativa de crecimiento del 0,3
%. En cambio, entre 1770 y 1840, alcanzó el 1,2 %. Parece, pues, que la revolución industrial fue causa
de la revolución demográfica. Ahora bien, ésta favoreció a su vez el crecimiento económico porque
incrementó la demanda agregada de bienes y servicios y la oferta del factor trabajo.
Evolución de la población en Gran Bretaña, 1701-1851
Años en millones 1761=100 Años en millones 1761=100
1701 6,8 86 1821 14,1 178
1751 7,3 92 1831 16,3 206
1761 7,9 100 1841 18,5 234
1801 10,8 136 1851 20,8 263
Tasas de natalidad, mortalidad y crecimiento vegetativo en Inglaterra, 1701-1841 (en tantos por mil)
Tasa natalidad Tasa mortalidad Crecimiento vegetativo
1701-1751 32,3 28,4 3,9
1761-1801 36,0 26,8 9,2
1811-1841 37,8 23,3 14,5

La población en Gran Bretaña, Francia, Bélgica y Alemania, 1750-1870 (millones de habitantes)


Gran Bretaña Francia Bélgica Alemania
1750 7,4 21,0 2,2 -
1800 10,5 27,3 3,1 -
1820 19,8 31,2 3,4 14,7
1850 25,6 36,5 4,5 19,9
1870 29,3 38,4 5,0 23,0

Esperanza de vida al nacer en Inglaterra y Gales, 1761-1850


Ciudades con más
Años Media de Inglaterra y Gales Glasgow
de 100.000 habitantes
1761-1799 35,5 - -
1800 40 - -
1810 41 30 -
1820 41 35 35
1830 41 29 30,1
1840 41 30 27,3
1850 41 34 29,6

11
1.3.1.2 La agricultura

Los cambios tecnológicos y institucionales que experimentan los campos británicos explican el
aumento de la producción agraria.
Desde finales del siglo XVII se comienzan a introducir nuevos sistemas de rotación de los
cultivos. Estos sistemas se generalizaron durante el siglo XVIII y principios del XIX. Uno de los que más
se extendió fue la rotación cuatrienal que introducía el cultivo de tubérculos y forrajeras. Ello hizo posible
que estas plantas no desgastarán el suelo, sino que lo nitrogenaban, de manera que, al año siguiente, esas
dos hojas podían emplearse para trigo y cereal de primavera.
Esta innovación resultó trascendental por dos razones:
• el barbecho desapareció y tubérculos y forrajeras permitieron alimentar mejor a un ganado ahora estabulado,
• con lo que la cabaña aumentó y también lo hizo la cantidad de abono de origen animal.
Este sistema de rotación –y otros– incrementaron la productividad porque se cultivó más superficie al
suprimirse el barbecho; porque crecieron los rendimientos por hectárea al disponerse de más abono y
porque la mayor cabaña permitió reemplazar fuerza humana por fuerza animal.
Otras innovaciones que elevaron la productividad fueron éstas:
1) la selección de semillas;
2) la mejora en la cría del ganado;
3) la utilización de arados de hierro más perfeccionados tirados por caballos, un 50 % más veloces que los bueyes;
4) las máquinas sembradoras arrastradas también por caballos, que sustituyeron a la siembra manual;
5) las nuevas técnicas en el drenaje de suelos húmedos, que permitieron incrementar la superficie cultivada; y
6) las nuevas formas de organización del trabajo en las explotaciones capitalistas (mayor división y mayor disciplina).

Sistema de rotación tradicional y sistema de Norfolk


Campos de cultivo
Año
A B C
1º Trigo Cebada Barbecho
2º Barbecho Trigo Cebada
3º Cebada Barbecho Trigo
Campos de cultivo
Año
A B C D
Forraje (trébol, colza, Cereales de primavera Tubérculos
1º Trigo
alfalfa o lúpulo) (cebada o avena) (patatas o nabos)
Forraje (trébol, colza Cereales de primavera Tubérculos
2º Trigo
alfalfa o lúpulo) (cebada o avena) (patatas o nabos)
Cereales de primavera Tubérculos Forraje (trébol, colza,
3º Trigo
(cebada o avena) (patatas o nabos) alfalfa o lúpulo)
Tubérculos Forraje (trébol, colza, Cereales de primavera
4º Trigo
(patatas o nabos) alfalfa o lúpulo) (cebada o avena)

Después de 1830, la productividad continuó creciendo gracias a la utilización de guano de Perú y


de fertilizantes químicos. Las innovaciones introducidas después de 1830-1840 continuaron incremen-
tando la productividad: tractores, segadoras y trilladoras movidos a vapor y uso de fertilizantes químicos.
Esto último rompió los límites que la escasez relativa de abono orgánico hubiera creado al crecimiento
del producto agrario.
Las innovaciones tecnológicas no hubieran sido posibles sin modificar el marco institucional existente. De
1750 a 1800, las Enclosure Acts provocaron que más de 2,4 millones de hectáreas (1/4 parte de la tierra cultivable)
de campos abiertos explotadas por pequeños propietarios y de tierras comunales usufructuadas por campesinos sin
tierra fueron vendidas al no poder disponer de recursos para cercarlas ni pleitear y convertirse en grandes hacien-
das compradas por aristócratas, comerciantes y campesinos ricos. El cercado de las tierras permitió aumentar el
tamaño de las explotaciones agrarias y que éstas generarán economías de escala. Señala el inicio de las gran-
jas concebidas como empresas agrarias modernas e individualizadas, frente a la agricultura tradicional de campos
abiertos, donde las prácticas colectivas y la indefinición de los derechos de propiedad actuaban desincentivan-
do la innovación, ante la imposibilidad de apropiarse de los beneficios derivados de la acción individual.

12
Evolución de los cercamientos en Inglaterra, 1727-1845
Periodo Número de leyes de cercamientos Número de acres cercados
1727-1760 56 74.518
1761-1792 339 478.259
1793-1801 182 273.891
1802-1815 564 739.743
1816-1845 244 199.300
Total 1.385 1.765.711

Este proceso de concentración de la propiedad tuvo un efecto positivo: las innovaciones tecnológicas
arriba descritas fueron introducidas en esas tierras y ello aumentó la productividad. Sin embargo, también
tuvo un coste social porque una parte de los pequeños campesinos y los campesinos sin tierras se convir-
tieron en asalariados y perdieron el uso de los comunales.
Entre 1760 y 1820, el número de campesinos permaneció más o menos constante en términos abso-
lutos, pero en términos relativos, el porcentaje de agricultores disminuyó con respecto a la población
activa.
Los cambios tecnológicos e institucionales explican que la producción agraria aumentara considera-
blemente. No existe, sin embargo, acuerdo sobre cuánto creció la producción.
Pese a sus diferencias, todos coinciden en que el crecimiento fue menor en el siglo XVIII que entre
1800 y 1850 ya que en este período la superficie cultivada con rotaciones sin barbecho creció mucho más
que entre 1760 y 1800, generalizándose, además, el resto de las innovaciones antes señaladas. Las estima-
ciones más antiguas son las optimistas mientras que las más recientes reducen ese crecimiento. De todos
modos, se calcula que la producción de trigo se multiplicó por 2,4 entre 1760 y 1850.
Producción de cereales en Gran Bretaña y Francia, 1701-1874
Gran Bretaña Francia
millones de Qm 1701/10 = 100 millones de Qm 1701/10 = 100
1701-10 27 100 59 100
1751-60 29 107 61 103
1771-80 33 122 75 127
1781-90 35 130 85 144
1800-13 43 159 94 159
1815-24 49 181 104 176
1825-34 - - 116 197
1835-44 - - 131 222
1845-54 64 237 146 247
1855-64 68 251 158 268
1865-74 70 259 160 271

Estimaciones del crecimiento del producto agrícola inglés, 1760-1830 (tasa media anual acumulada)
1760-1780 1780-1801 1801-1830
Deane y Cole (1962) 0,5 0,6 1,6
Crafts y Harley (1994) 0,1 0,8 1,2

Fuente: FLOUD y JONHSON (2004)

Estimaciones del crecimiento del producto agrícola inglés, 1760-1850 (tasa media anual acumulada)
Deane-Cole (1969) Crafts (1985) Overton (1996) Allen (1999)
1760-1800 0,5 0,4 0,5 0,3
1800-1850 1,5 1,2 1,1 1,1

Fuente: FLOUD y JONHSON (2004)


La mayoría de los libros sobre la revolución industrial publicados antes de 1980 sostuvieron que los
cambios en el sector agrario tuvieron efectos muy importantes para el crecimiento económico2.
2
Más en concreto, se citan estos cuatro efectos:
1) el aumento de la producción elevó considerablemente el consumo de alimentos;
2) el campo incrementó mucho su demanda de bienes industriales de capital y de consumo al crecer los beneficios de los propietarios de la
tierra y de los arrendatarios y los salarios de los jornaleros;
3) la agricultura suministró una parte sustancial del capital invertido en la industria y en los servicios;
4) el aumento de la productividad agrícola permitió que, a la altura de 1841, más de un 75 % de la población activa trabajara en los sectores
secundario y terciario.

13
Las investigaciones posteriores han reducido el papel que la agricultura desempeñó en la industriali-
zación. Intentaremos ofrecer un estado de la cuestión:
1) El consumo de alimentos por persona creció durante la revolución industrial, pero en una
proporción inferior a la que se creía antes de la década de 1980 debido a un crecimiento modesto del
consumo de alimentos entre las clases trabajadoras.
2) La agricultura incrementó de modo considerable la demanda de bienes de capital, sobretodo de
productos siderúrgicos al sustituirse definitivamente la madera por el hierro en los utensilios de labranza
(entre 1820-1840, un 35 % de la producción siderúrgica fue absorbida por el campo). En cambio, lo que
ya no se sostiene es que aumentara notablemente el consumo de bienes industriales por los jornaleros
(tejidos, carbón, velas, jabón, enseres domésticos): los salarios crecieron poco y las familias jornaleras
gastaban un 75 % de sus presupuestos en alimentos.
3) La tercera hipótesis tradicional es que los terratenientes reinvirtieron buena parte de sus beneficios
en carreteras, canales, minas de carbón y fábricas textiles, siderúrgicas y de cerveza. Hoy sabemos que
esto fue así en el caso de carreteras y canales necesarios para comercializar los productos del campo. Sin
embargo, el capital agrario no desempeñó un papel importante en la financiación del sector secundario.
Se ha demostrado que el grueso del capital invertido en la industria no provino de la agricultura.
4) Lo que resulta indiscutible es que el incremento de la productividad agrícola facilitó un profundo
cambio en la estructura del empleo. Aunque la mano de obra campesina no descendió en términos abso-
lutos, sí que lo hizo espectacularmente en términos relativos: de un 53 % de la población activa, en 1760,
a sólo un 22 %, en 1841.
Productividad del trigo en Europa y en los Estados Unidos, 1800-1936 (Qm/ha)
1800 1850 1870 1880 1895 1900 1910 1914 1921 1936
Noruega - 5,7 - - - - 16,6 - - -
Dinamarca - 12,0 - 22,5 25,0 27,5 31,0 29,1 34,1 30,4
Reino Unido 13,6 17,5 20,2 16,7 17,7 19,2 21,4 22,0 23,8 23,1
Holanda 14,0 15,2 18,2 15,3 19,4 20,4 23,9 26,0 31,4 30,3
Bélgica 13,5 14,5 - 15,8 - - 25,1 - - 26,9
Alemania 10,0 10,3 18,2 13,3 16,4 18,7 18,5 19,9 20,4 22,9
Francia 8,5 10,9 10,7 10,9 13,2 12,9 13,2 12,7 16,4 15,6
Suiza 11,0 13,0 - 14,5 - - 21,2 - - 24,0
Austria/Hungría - 7,7 - - - - 13,7 - - -
Rumania - - - 9,0 - - 11,7 - - 10,3
Rusia/URSS 5,4 5,4 - 5,0 - - 6,6 - - 9,3
Portugal - 5,4 - - - - 5,9 - - -
España 5,5 4,6 - - - - 9,4 - - 9,6
Italia 7,3 7,0 - 8,0 - - 9,6 - - 14,4
Grecia - 4,6 - - - - 9,8 - - -
Media europea 8,6 9,4 - 10,9 - - 12,6 - - 12,8
Estados Unidos 10,0 9,8 8,4 8,6 9,2 8,3 9,7 11,2 8,6 9,7

Fuente: GRIGG (1982) y BAIROCH (1989)

Productividad del trabajo agrícola en Europa y en los Estados Unidos, 1800-1910


(en millones de calorías por trabajador agrícola)
1800 1830 1850 1860 1870 1880 1890 1900 1910
Noruega 4,5 5,0 7,4 7,9 7,7 7,3 7,8 7,5 9,6
Dinamarca 8,0 10,9 15,0 20,0 25,5 27,4 30,4 35,0 39,8
Reino Unido 13,2 13,5 17,3 18,0 19,2 19,2 - 21,3 24,1
Holanda 9,0 9,3 10,7 10,8 12,0 12,2 13,5 15,8 19,0
Bélgica 7,0 8,1 9,4 10,9 11,8 13,8 14,7 18,1 21,3
Alemania 6,5 7,8 10,4 12,2 15,1 16,0 18,4 25,5 30,6
Francia 6,5 7,9 11,0 12,2 13,3 13,7 14,5 16,9 17,7
Suiza 4,2 6,0 6,9 8,4 9,0 10,3 11,3 12,2 15,3
Austria-Hungría 5,0 5,0 5,4 6,2 6,7 8,6 9,4 10,3 11,9
Rumania - - 6,7 6,7 6,8 8,0 10,8 11,3 13,9
Rusia/URSS - 5,6 5,9 5,9 5,9 6,0 6,0 6,7 7,4
Portugal - - 4,2 4,1 3,8 3,5 3,5 3,5 3,7
España 4,3 4,9 5,5 6,1 6,0 6,2 6,5 8,1 9,1
Italia 5,0 5,0 5,1 5,1 5,6 5,4 4,7 5,4 6,8
Grecia - - 5,0 4,9 5,0 4,9 5,0 5,0 4,7

14
Media europea 6,0 6,6 7,6 8,0 8,4 8,7 9,1 10,3 11,3

Estados Unidos 20,5 20,8 22,8 26,1 27,5 35,0 38,8 40,7 47,0

Fuente: BAIROCH (1989)

La agricultura en Europa y en los nuevos países de ultramar


La expansión hacia el Medio Oeste estadounidense y el expolio de tierras de los indios dio lugar a una situación de
plétora de superficies cultivables y escasez de mano de obra, que estimuló la introducción de maquinaria. En 1834 el
empresario Cyrus McCormick patentó una máquina segadora dotada de cortas cuchillas triangulares con bordes cortantes de
sierra que hizo fortuna, y en 1880, Appleby fabricó una agavilladora automática. Hacia 1880, cuando se hubo alcanzado el
nivel de mecanización más alto en el marco de la tracción animal, las 4/5 partes del trigo estadounidense se segaban ya a
máquina. Paralelamente se estaban mecanizando otros aperos, como las escarificadoras y sembradoras.
Es oportuno distinguir entre productividad del trabajo y productividad de la tierra. A finales del siglo XIX, la agricultura
de los nuevos países de ultramar (Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Argentina) obtenía rendimientos muy
bajos comparados con los de la vieja Europa: 6 qm/ha de trigo en Australia y 8,5 en Estados Unidos frente a 13 qm/ha en
Alemania, 17 en Inglaterra y 22,5 en Dinamarca. Pero en los países ultramarinos esta producción se obtenía en grandes explo-
taciones trabajadas con máquinas y muy poca mano de obra. Los rendimientos eran bajos, pero la productividad del trabajo
humano era muy elevada. Hacia 1880 esta productividad era unas 5 veces mayor en los Estados Unidos que en España. Desde
el punto de vista del balance entre costes y beneficios, que es el determinante en una economía capitalista, la productividad
del trabajo, con salarios reales crecientes, jugaba un papel más destacado.

Rendimientos ganaderos, 1880 a 1950/62 (producción de leche por vaca y año, en hectolitros)
Antes de 1880 1890-1900 1911-13 1934-38 1950-62
Gran Bretaña 17,7 18,7 - 25,3 27,8
Alemania - 16,8 - 24,8 26,2
Francia 15,5 16,5 - 17,8 18,8
Dinamarca 13,3 21,5 26,2 31,3 33,6
Estados Unidos 9,4 16,5 19,5 27,8 -
Australia - - 14,7 21,0 24,2
Canadá - 10,1 15,1 18,4 25,6

Diferencias entre la agricultura de subsistencia y la agricultura de mercado


Tradicional o de subsistencia Moderna o de mercado
Consumo. Venta en mercados locales y procesa- Mercado. Industria agroalimentaria
1.Destino de la producción
miento local
2. Proporción de ventas Baja Alta
3. Origen de los inputs
3.1 energía Fuerza animal y humana Petróleo y electricidad
3.2 fertilizantes Legumbres, estiércol, cenizas Fertilizantes químicos
3.3 control de plagas Rotación de cultivos, policultivo Insecticidas, fungicidas
3.4 herbicidas Rotaciones, extracción manual Herbicidas químicos
3.5 utillaje Azada, arado, hoz, guadaña Maquinaria autopropulsada
3.6 semillas Propias Adquiridas en el mercado
3.7 piensos para ganados Hierba/forrajes propios (comunal) Piensos adquiridos en el mercado
4. Tipo de producción Intensiva en trabajo y tierra Intensiva en capital
5. Paisaje agrario Diversidad de cultivos Producción especializada
1. subsistencia familiar 1. maximización beneficios
6. Objetivos económicos
2. mejora rendimientos por superficie 2. mejora productividad del trabajo
7. Comportamiento Aversión al riesgo, rechazo a la innovación Innovación permanente
Malo: se obtiene menos de lo invertido (ineficiencia
8. Resultados energéticos Óptimo: se cosecha más de lo invertido
ecológica y dependencia de inputs ajenos)
Fuente: GRIGG (1995)

15
1.3.1.3 La industria

La industria del algodón, la del hierro y la minera fueron las primeras que utilizaron nuevas tecnolo-
gías. Los historiadores están de acuerdo en que la Inglaterra de mediados del siglo XVIII poseía un caldo
de cultivo favorable al que ya nos hemos referido: libertad e incentivos para innovar, artesanos cuali-
ficados y empresarios emprendedores. Sea cual fuera la chispa (quizás mercado interno, externo y altos
costes del Verlagssystem actuaron conjuntamente), lo cierto es que el cambio tecnológico debió mucho a
un conjunto de inventos en cadena y a la transferencia de innovaciones de un sector de la industria a otro.
La producción de tejidos requiere de distintas operaciones (desde el hilado hasta el coloreado). Antes
de 1730, todas estas operaciones se realizaban de forma manual o con primitivos artilugios y de forma
dispersa en hogares campesinos y talleres artesanales. En 1733, un artesano llamado John Kay inventó un
modo de tejer más rápidamente: una lanzadera volante provista de ruedecillas que, accionada por un úni-
co tejedor mediante un bramante, hacía que los hilos discurrieran a través de la urdimbre a una mayor
velocidad. La incorporación de la nueva lanzadera a los telares manuales elevó la productividad en la
fase de tejer rompiendo su equilibrio con la de hilar (cada tejedor necesitaba ahora de un mayor número
de hiladores). El desafío creó incentivos para idear una máquina que hilara más rápidamente. James
Harareaves patentó en 1768 la spinning jenny, una máquina manual que permitía hilar varios husos a la
vez. Richard Arkwright descubrió en 1769 la water-frame y, en 1779, Samuel Crompton patentó la mule-
jenny. Estas dos máquinas se movían con energía hidráulica y eran capaces de hilar simultáneamente
decenas de husos. La revolución del hilado volvió a quebrar el equilibrio entre esta operación y la de
tejer. El desafío consistía ahora en idear telares que no fueran movidos por el hombre, lo que logró en
1786 Edmund Cartwrigth al construir uno accionado primero por caballos y luego por energía hidráulica.
Industria textil algodonera británica
Organización Energía Localización Producción Distribución
Hombre
1750 Sistema doméstico Animal Rural Pequeña Mercado local
Hidráulica
Hidráulica Mercados nacional
1850 Sistema fabril Urbana Grande
Máquina de vapor e internacional

El progreso tecnológico no se detuvo aquí. Dio un gran salto adelante cuando, desde fines del XVIII,
comenzó a aplicarse a las máquinas de hilar y tejer una nueva fuente de energía inanimada mucho más
eficaz y regular que la del agua. La máquina de vapor la ideó en 1769 un técnico de laboratorio de la
Universidad de Glasgow llamado James Watt cuando reparaba una vieja máquina atmosférica de las
empleadas desde 1711 en la minería del carbón para bombear el agua de los pozos. Perfeccionada por él
y por Boulton mediante un regulador de velocidad y un sistema de doble acción que permitía
movimientos no sólo verticales sino rotatorios capaces de accionar árboles de transmisión, la nueva má-
quina pudo acoplarse a hilaturas y telares. El consecuente aumento de la productividad en estas
operaciones mecánicas creó otro desafío, ahora en los procesos químicos. Era preciso sustituir el uso de
sustancias orgánicas por otras inorgánicas más abundantes y baratas. La respuesta consistió en transferir
innovaciones de la industria química a la del algodón: sosa cáustica, ácido sulfúrico y cloro permitieron
lavar, suavizar y blanquear un número cada vez mayor de tejidos. Después de 1850, los tintes artificiales
sacaron a la industria textil del cuello de botella que originaba el uso de colorantes animales y vegetales.
Existen dos teorías sobre el origen de las fábricas:
1. la primera sostiene que se crearon porque la nueva maquinaria era incompatible con el trabajo doméstico.
2. la segunda mantiene que se instalaron para controlar y disciplinar a los trabajadores evitando de este modo costes
inherentes al Verlagssystem (costes de transporte, elevado número de contratos, fraude, irregularidad en los suministros o
baja calidad de los productos). Aunque esta segunda teoría puede aplicarse a industrias como la de quincalla, la primera
posee un mayor poder explicativo en el caso de las fábricas de hilado y tejido del algodón.
Durante algunas décadas, la lanzadera volante y la spinning jenny reforzaron el trabajo doméstico y el
Verlagssystem porque funcionaban accionadas por un sólo hilador o tejedor. En cambio, el tamaño de las
water-frame, de las mule-jenny y de los telares mecánicos, así como su dependencia de fuentes de

16
energía inanimada –agua y luego vapor–, resultaban incompatibles con el trabajo doméstico. Por tanto, el
factor tecnológico resultó determinante en la creación de fábricas de algodón donde se concentró la
producción y donde se procedió a una nueva organización del trabajo (división de tareas por grupos de
obreros y férrea disciplina laboral). El nuevo sistema fabril dio un gran impulso a la productividad
haciendo que costes y precios descendieran, lo que incrementó la demanda de tejidos de algodón produ-
cidos en factoría y la crisis del Verlagssystem en esta rama de la industria. Parte de los trabajadores a
domicilio y artesanos encontró empleo en las fábricas, pero otra abocó al paro subsistiendo gracias a las
Leyes de Pobres, lo que explica la aparición del «luddismo», un movimiento de destrucción de máquinas
liderado por el artesano Ned Ludde, que se extendió durante la década de 1820 no sólo por la región
algodonera de Lancashire, sino también por la lanera de Yorkshire.
Dado que no existen estadísticas sobre la producción de tejidos, utilizaremos la evolución de las
importaciones de algodón en rama (primero procedente de la India y después del sur de los Estados
Unidos) como indicador.

Importaciones medias anuales de algodón en rama de Gran Bretaña, 1750-1840


Toneladas 1750/60 = 100
1750-1760 1.300 100
1761-1800 6.500 500
1801-1840 77.700 5977

Consumo de algodón en rama, 1751-1884 (miles de toneladas)


Gran Bretaña Francia Alemania
1751-60 1,3 - -
1781-90 8,1 4,0 -
1825-34 105,6 33,5 3,9
1875-84 605,0 99,5 134,3

Se observa que la producción creció considerablemente hasta 1800, «disparándose» después como
consecuencia de la mecanización del hilado y tejido y de la aparición del sistema fabril.
Entre 1760 y 1840, el mercado interior británico consumió alrededor del 45 % de la producción y el
otro 55 % se vendió en el exterior, siendo ésta la estructura de las exportaciones: 45 % Europa y Estados
Unidos; 35 % América Latina; 16 % las colonias de las Indias Orientales y 5 % otros destinos.
Por consiguiente, la industria del algodón conquistó un 84 % de sus mercados externos gracias a que
sus bajos costes le permitieron ofrecer precios muy competitivos. Es cierto, en cambio, que después de
1870, cuando los tejidos británicos perdieron competitividad frente a los de otros países que se
industrializaron, el grueso de las exportaciones se dirigió al mercado cautivo de las Indias Orientales.
El crecimiento de esta industria provocó economías de aglomeración en las regiones donde se
concentró y también tuvo efectos de arrastre sobre industrias de otras zonas del país.

17
Fuente: ESCUDERO (2009)

A principios del siglo XVIII, la producción siderúrgica presentaba dos obstáculos:


1. el primero era la utilización de carbón vegetal, de oferta limitada ya que se obtenía talando los bosques.
2. una segunda procedía de la energía hidráulica toda vez que fuelles, martillos y laminadoras se movían lentamente y
dejaban de funcionar en los periodos de estiaje de los ríos. Ambos obstáculos crearon desafíos que hallaron respuestas
tecnológicas que, a su vez, originaron nuevos retos e innovaciones.
El primer cuello de botella terminó en 1767, cuando Watson logró transformar la hulla en coque
(Darby descubrió en 1709 que el carbón mineral era utilizable en los altos hornos, pero la innovación no
se generalizó hasta que no pudo ser destilado). El segundo cuello de botella se resolvió gracias a
Wilkinson, que en 1776 construyó fuelles movidos a vapor.
Estas dos innovaciones elevaron el rendimiento de los altos hornos, surgiendo así otro desafío:
descubrir un método más rápido de afinar el colado. El reto encontró respuesta en 1784, cuando Cort
ideó la pudelación (el arrabio se introducía en hornos de reverbero y era removido manualmente con
palas para acelerar la descarburación). El nuevo sistema elevó la productividad en la fase de obtención
de hierro dulce, por lo que apareció el desafío de aumentar los rendimientos en la producción de barras y
planchas, cosa que se logró a fines del siglo XVIII al sustituir la energía hidráulica por el vapor en
martillos y laminadores. Finalmente, el aumento de la producción de barras y planchas chocó con la baja
productividad de los herreros. Este último reto no halló una respuesta definitiva hasta la década de 1840,
cuando se generalizaron las perforadoras, fresadoras, trefiladoras y los tomos movidos a vapor instalados
en fábricas.
Las innovaciones permitieron un extraordinario crecimiento de la producción:
Producción británica de hierro colado, 1720-1850 (toneladas medias en cada periodo)
1720 22.000 1801-1820 289.000
1760 25.000 1821-1830 543.000
1788 69.000 1831-1840 921.000
1791-1800 127.000 1841-1850 1.624.000

Producción de hierro colado, 1788-1870 (miles de toneladas)


Gran Bretaña Francia Bélgica Alemania
1788 69 - - -
1797 127 - - -

18
1806 248 98 - -
1820 374 185 - 85
1830 688 266 80 110
1840 1419 348 100 190
1850 2285 406 145 210
1860 3888 898 320 529
1870 6059 1178 565 1216

Entre 1760 y 1830, el aumento de la demanda de hierro provino del cambio tecnológico en la agricul-
tura, de la urbanización, de la industria del algodón, de la minería, de los astilleros y de los cuantiosos
gastos militares del Estado, habiendo desempeñado un papel mucho más importante el consumo
británico que el exterior porque, aún siendo notables, las exportaciones supusieron un 24 % de la produc-
ción. El boom de los años 1831-1850 se debió a la construcción de ferrocarriles. Aunque durante este pe-
ríodo el consumo interno continuó siendo más importante que las exportaciones, éstas crecieron hasta al-
canzar un 39 % de la producción en 1850.
Al igual que sucediera en las del algodón, desarrollaron importantes economías de aglomeración.
Resta una breve mención a la minería, que también incorporó nuevas tecnologías. Nótese que fue
pionera en tres innovaciones que terminaron transfiriéndose a otras industrias y al transporte: la energía
de vapor, los raíles de hierro y el ferrocarril –la primera locomotora, ideada por Richard Trevithick en
1801, sirvió para acarrear mineral de hierro a la fábrica siderúrgica de Penydaren (Gales)–.
La evolución del valor añadido de 13 industrias sobre las que se ha podido hallar información para el
período 1770-1831:
Valor añadido de la industria británica, 1770-1831
1770 1801 1831
Millones £ Porcentaje Millones £ Porcentaje Millones £ Porcentaje
Lana 7,0 30,7 10,1 18,7 15,9 14,1
Cuero 5,1 22,4 8,4 15,5 9,8 8,7
Construcción 2,4 10,5 9,3 17,2 26,5 23,5
Sector tradicional 19,8 86,8 38,2 70,6 72,7 63,9

Hierro 1,5 6,6 4,0 7,4 7,6 6,7


Carbón 0,9 3,9 2,7 5,0 7,9 7,0
Algodón 0,6 2,6 9,2 17,0 25,3 22,4
Sector moderno 3,0 13,2 15,9 29,4 40,8 36,1

Total 22,8 100,0 54,1 100,0 113,0 100,0


1770 = 100 100,0 237,3 495,6
Fuente: CRAFTS (1985)
Crecimiento de diferentes ramas de la industria británica durante la primera fase
de la revolución industrial (tasa de crecimiento anual acumulativo)
1700-60 1760-70 1770-80 1780-90 1790-01 1801-11 1811-21 1821-31
Algodón 1,37 4,59 6,20 12,76 6,73 4,49 5,59 6,82
Lana 0,97 1,30 - 0,54 - 1,64 - 2,03
Lino 1,25 2,68 3,42 -0,34 - 1,07 3,40 3,03
Seda 0,67 3,40 -0,03 1,13 -0,67 1,65 6,04 6,08
Cuero 025 -0,10 0,82 0,95 0,63 2,13 -0,94 1,15
Jabón 0,28 0,62 1,32 1,34 2,19 2,63 2,42 2,41
Carbón 0,64 2,19 2,48 2,36 3,21 2,53 2,76 3,68
Hierro 0,60 1,65 4,47 3,79 6,48 7,45 -0,28 6,47
Cobre 2,62 5,61 2,40 4,14 -0,85 -0,88 3,22 3,43
Construcción 0,74 0,34 4,24 3,22 2,01 2,05 3,61 3,14
Cerveza 0,21 -0,10 1,10 0,82 1,54 0,79 -0,47 0,66
Velas 0,49 0,71 1,15 0,43 2,19 1,34 1,80 2,27
Papel 1,51 2,09 - 5,62 1,02 3,34 1,73 2,21

Fuente: CRAFTS (1985)

19
Es preciso destacar que, durante la revolución industrial, adoptaron la energía de vapor y el sistema
fabril muy pocas industrias: algodón, hierro, producción de máquinas-herramientas, minería, papel y
alguna rama de la cerámica. Las demás continuaron produciendo mediante el «sistema domiciliario por
encargo» o la manufactura (el caso de la lana, lino y seda puede resultar extraño, pero continuaron orga-
nizadas mediante el Verlagssystem hasta que las máquinas de hilar y de tejer movidas a vapor fueron
perfeccionadas a mediados del XIX, ya que las anteriores tenían movimientos bruscos que sólo toleraba
la fibra de algodón por su mayor resistencia). Se pueden extraen dos conclusiones:
1. que el sector moderno (carbón, algodón, hierro y papel) creció más que el tradicional: en 1770 suponía un
13,4 por 100 del valor añadido y en 1831 un 36,6 por 100.
2. que, pese a lo anterior, el sector tradicional continuaba siendo predominante en 1831 al producir un 63,4 por
100 del valor añadido. Nos hallamos, pues, ante un crecimiento de la industria de naturaleza dual.
En las décadas de 1950 y 1960, Hoffman y Deane-Cole realizaron las primeras estimaciones del
crecimiento del producto industrial británico durante la revolución industrial. En la década de 1980, Har-
ley y Crafts revisaron estas estimaciones añadiendo más información sobre el sector tradicional. El resul-
tado que obtuvieron fue un menor crecimiento del producto al disminuir el peso del sector moderno con
mayor productividad:
Estimación de las tasas de crecimiento del producto industrial británico, 1760-1830 (porcentaje)
Hoffman Deane-Cole Harley Crafts
1760-1800 2,4 1,2 1,6 1,9
1800-1830 2,7 4,4 3,2 3,0
Fuente: FLOUD y JONHSON (2004)

La revisión que implican las nuevas estimaciones se calibrará mejor comparando las de Hoffman,
Deane-Cole y Crafts en números índices para el período 1760-1841. Se observa que el cálculo de Hoff-
man multiplicaba el producto industrial por 8; el de Deane-Cole por 7 y el de Crafts por 5.
Estimaciones del crecimiento del producto industrial británico durante la revolución industrial
Hoffman Deane-Cole Crafts
1760 100 100 100
1801 266 164 194
1821 425 407 -
1831 600 607 447
1841 833 714 526
Fuente: HARLEY (1993)

Hacia 1760, Gran Bretaña era ya líder mundial en la exportación de bienes industriales porque vendía
en el exterior del 15 al 20 % de su producción. También se recordará que la principal partida era la de te-
jidos de lana seguida de lejos por los de algodón. Pues bien, durante la revolución industrial, el por-
centaje de la producción vendido en el exterior llegó a alcanzar el 35 % en algunos años y también hubo
un cambio en la composición de las exportaciones al ganar importancia las industrias del sector moder-
no. Prueba de esto último es que, en 1841, el valor de las exportaciones se repartía del siguiente modo:
50 % tejidos de algodón; 13 % hierro y maquinaria; 23 % otros tejidos y 14 % materias primas (carbón y
productos agrícolas). El sector moderno ascendía por lo tanto al 63 %.
El mercado interior desempeñó un papel más importante que el exterior en el crecimiento de la pro-
ducción industrial.
Las familias de jornaleros, mineros, trabajadores a domicilio y empleados del comercio gastaban un
75 % de sus ingresos en alimentos; un 15 % en bienes industriales (ropa, enseres domésticos, carbón y
velas) y un 10 % en servicios. Las de los obreros industriales gastaban un 65 % en alimentos; un 20 % en
productos industriales y un 15 % en servicios dado que lo salarios eran mayores en las fábricas. Téngase
en cuenta, además, que el primer grupo era bastante más numeroso que el segundo. El crecimiento del
número de trabajadores coadyuvó a incrementar la demanda de bienes industriales, pero no lo es que la
clase obrera disfrutara de ninguna revolución del consumo porque los salarios reales crecieron modes-
tamente, de manera que las familias gastaban poco en productos industriales. Como se ha demostrado el

20
grueso de la demanda de estos bienes provino de las clases medias y de la burguesía, hecho que, además,
concuerda con estudios sobre la distribución de la renta que indican una menor equidad durante la revo-
lución industrial.

Fuente: http://www.egr.msu.edu/~lira/supp/steam/

Máquina de vapor de Watt

Fuente: http://thales.cica.es/rd/Recursos/rd99/ed99-0314-01/maq_watt.htm

21
Fuente: http://aula2.elmundo.es/aula/laminas/lamina1139393972.pdf

La máquina de vapor
Los antiguos griegos ya comprobaron que la energía del vapor podía ser aprovechada para producir movimientos.
En el siglo I, Herón de Alejandría construyó un aparato llamado aeolipile que aprovechaba la fuerza del vapor para hacer
girar unas bolas, aunque dicho aparato no tuvo ninguna aplicación práctica. Las máquinas de vapor no se utilizaron en la
industria hasta finales del siglo XVIII debido, sobre todo, a los trabajos de Thomas Newcomen y James Watt.
La máquina de vapor fue el aparato que más contribuyó a la revolución industrial, ya que el uso del vapor no tiene
limitaciones geográficas como otras fuentes de energía, como la hidráulica o la eólica. Fue un artefacto clave en la industria
y en el transporte durante más de 150 años.
Las primeras máquinas de vapor fueron llamadas con bastante frecuencia máquinas atmosféricas, puesto que era la
presión de la atmósfera la que proporcionaba la fuente motriz. Después de varios intentos con distintos sistemas para
conseguir el vacío necesario, el primero en utilizar el vapor de agua para este fin fue Papín (1647-1714). En 1687 publica la
Descripción y empleo de la nueva máquina para elevar el agua, obra en la que describe el funcionamiento básico de su
máquina neumática, consistente en un cilindro vertical en el que se mueve un pistón como consecuencia del vapor del agua
calentada en el fondo del cilindro. El vapor hace ascender el pistón, el cual era sostenido en el punto más alto de su
recorrido. A continuación se enfriaba el cilindro con lo que el vapor condensaba, soltándose a continuación el pistón que es
empujado hacía el fondo por la presión atmosférica. La máquina de Papin no tenía demasiada importancia práctica, pero
estableció el principio vitalmente importante de que se podía utilizar el vapor para mover un émbolo hacia arriba y hacia
abajo en el interior de un cilindro. En 1698, el mecánico inglés Savery (1650-1715) construye una máquina para bombear el
agua de las minas de Cornualles, siendo esta la primera vez que se emplea la presión del vapor como fuerza motriz para un
uso industrial. La máquina de Savery fue perfeccionada por Newcomen (1663-1729) con su máquina atmosférica, que en
1712 estaba ya en funcionamiento, y que durante casi un siglo se empleó para achicar agua de las minas.

22
El rendimiento de la máquina de Newcomen era poco satisfactorio, más que nada porque el vapor se enfriaba en el
propio cilindro. De ello se dio cuenta un mecánico escocés llamado James Watt (1736-1819), quien al reparar una máquina
de Newcomen introduce en ella importantes modificaciones. Hace que el vapor se condense en un recipiente especial, el
condensador, que conecta con un tubo al cilindro al que, además, cierra por sus dos extremos. De esta forma se podía
mantener siempre caliente el cilindro, ahorándose una importante cantidad de combustible. Además introduciría otros
adelantos en su máquina, como un mecanismo para regular la distribución del vapor, máquina de doble efecto, y una varilla
que une el émbolo con un balancín articulado, la biela, por lo cual el movimiento rectilíneo se hace circular.
La máquina de vapor del escocés Watt fue inventada en 1765 y patentada en 1769. Las máquinas de Watt fueron
construidas en 1774 por una empresa propiedad del inventor en sociedad con el empresario inglés Boulton. De esa fábrica
salieron máquinas cada vez más perfeccionadas de acuerdo con las sucesivas patentes de invención correspondientes a los
años de 1781, 1784 y 1794. Para 1775 la máquina de vapor de Watt ya era la más difundida en Inglaterra, pues superaba
ampliamente a la de Newcomen: consumía sólo 1/3 de carbón y su rendimiento energético por unidad de vapor era 4 veces
superior.
La primera solicitud extranjera de una máquina Watt a la sociedad Boulton-Watt se realizó en 1778 y luego
continuaron aumentando. Entre 1775, cuando salió del taller Boulton-Watt la primera máquina, y 1825, la compañía había
fabricado 110 máquinas de vapor, que se distribuyeron por todo el mundo en vías de industrializarse, a pesar de las
reglamentaciones inglesas que impedían las exportaciones de maquinarias, herramientas y utensilios, especialmente las
empleadas en la industria textil de algodón y lino, y que se mantuvieron en vigor desde 1774 hasta 1843.
Ordenación de la industria en la Edad Media y Moderna
Industria capitalista
Industria artesanal Industria a domicilio
o manufacturera
Cerca de las fuentes de energía
Localización En la ciudad En el campo
o de materias primas
Fábrica (establecimiento,
Lugar de trabajo Tienda o taller del maestro artesano Domicilio del trabajador
taller, etc.)
Maestro artesano, oficial (aprendiz)
Ejecutores materiales Campesino Obrero
y trabajador temporero
Alternado con los trabajos
Ritmo de trabajo Continuo Continuo y coordinado
agrícolas
Director de la empresa Maestro artesano Comerciante empresario Empresario capitalista
Propietario
-de las materias primas Maestro artesano Comerciante empresario Empresario capitalista
-instrumentos de trabajo Maestro artesano Campesino (no siempre) Empresario capitalista
-del producto acabado Maestro artesano Comerciante empresario Empresario capitalista
Textil y vestido, cuero, elaboración
Herrerías, caldererías, molinos,
Sector industrial de mayor manual de madera y metales,
Textil y vestido almazaras, serrerías, papeleras,
difusión construcción de edificios urbanos,
batanes, vidrierías, etc.
alimentación
Fuente: VITTORIO (2003)

Las máquinas-herramientas
Las innovaciones descritas fueron posibles también gracias a los importantes progresos realizados en paralelo y a con-
secuencia de estos desarrollos en el sector de las máquinas-herramientas (tomos, fresadoras, muelas, limas, pulimentadoras,
rectificadoras, etc.), que permitían obtener partes metálicas con los requisitos mecánicos y de proyección indispensables
para el buen funcionamiento de las máquinas que se construían con ellas y fabricar objetos estandarizados. Con las máqui-
nas-herramientas las operaciones se hicieron rápidas y precisas.

Potencia total de las máquinas de vapor, 1840-1896 (miles de HP)


Países 1840 1850 1860 1870 1880 1888 1896
Gran Bretaña 620 1.290 2.450 4.040 7.600 9.200 13.700
Alemania 40 260 850 2.480 5.120 6.200 8.080
Francia 90 370 1.120 1.850 3.070 4.520 5.920
Austria 20 100 330 800 1.560 2.150 2.520
Bélgica 40 70 160 350 610 810 1.180
Rusia 20 70 200 920 1.740 2.240 3.100
Italia 10 40 50 330 500 830 1.520
España 10 20 100 210 470 740 1.180
Suiza - - 20 100 220 300 510
Holanda - 10 30 130 250 340 600
Europa 860 2.240 5.540 11.570 22.000 28.630 40.300

23
Estados Unidos 760 1.680 3.470 5.590 9.110 14.400 18.060
Mundo 1.650 3.980 9.380 18.460 34.150 50.150 66.100

Difusión de la máquina de vapor de Watt


Año País año País
1773 Estados Unidos 1798 Bélgica
1778 Francia 1798 Suecia
1785 Holanda 1798 Rusia
1787 Alemania 1803 Hungría
1787 Italia 1803 Portugal
1789 España 1804 Dinamarca
1796 Austria 1824 Suiza

El vapor, el motor del Mundo


Cuando el rey Jorge II visitó la fábrica de Boulton & Watt en Soho, Boulton le aseguró: “Majestad, tengo a mi dispo-
sición lo que el mundo necesita; algo que impulsará más que nunca la civilización, al librar al hombre de todas las tareas
indignas. Tengo la energía del vapor”. Durante el siglo XIX, el vapor se empleó para impulsar las máquinas del floreciente
sector industrial, y para mover los motores de los diversos medios de transporte, por tierra y mar. Todo este progreso técnico
provocó una ola de optimismo y fe en el futuro, algo que hoy quizás nos cueste entender. Después de siglos de práctica in-
movilidad social, esta rápida sucesión de avances técnicos creó una atmósfera en la que se creía que la tecnología y el vapor
estaban a punto de rescatar a la humanidad de la dura lucha por la supervivencia.

Fuente: http://www.google.es/images?q=quarry+bank+mill

El comerciante Greg Samuel construyé la fábrica de Quarry Bank Mill en Cheshire en 1784. La construcción de la fábrica
costó 3000 libras dando empleo a 150 hombres en los trabajos de hilado y esta impulsada por un molino de agua (río Bollin)
de unos 20 caballos de potencia. En 1796, incorpora una máquina de vapor de 10 caballos para mover las nuevas máquinas
de hilar. En 1816 Quarry Bank emplea 252 personas y produce 342.578 libras de tela. En 1826, la fábrica empleaba a 380 y
la producción llegó a 699.223 libras. Además del mercado interno, se exportar tejidos a Italia, Francia, Estados Unidos,
Rusia, Alemania y Latinoamérica. En 1834, Samuel Greg murió y su empresa producía el 0,6 por 100 de todos los hilos y el
1,03 por 100 de todas las telas producidas en Gran Bretaña.
Fuente: http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/TEXgreg.htm

24
Fuente: CORIAT (1993)

Fuente: Museo de los Indianos de Asturias

Fuente: Museum of Science of London

25
1.3.1.4 El comercio y otros servicios
El aumento de la producción agraria e industrial y de las exportaciones e importaciones exigió nue-
vos medios de transporte ya que los antiguos imposibilitaban un tráfico abultado, rápido y barato. Hasta
la década de 1830, hubo 3 innovaciones.
1. la primera fue la construcción de una densa red de carreteras de peaje financiada por
terratenientes, mercaderes e industriales (en 1750, el país tenía 5.440 kilómetros de carreteras
y en 1830 disponía de 35.200).
2. la segunda innovación fue la construcción de una red de canales también financiada por em-
presas privadas (en 1830, existían 4.000 millas navegables)3.
3. la tercera afectó al comercio exterior porque los viejos barcos fueron sustituidos por clippers,
buques también de vela, pero con un diseño que permitía doblar la velocidad sin disminuir
sustancialmente la carga.
Después de 1830, la aparición del ferrocarril supuso economías de escala mucho mayores que las
alcanzadas hasta entonces en el tráfico por carreteras y canales. Stephenson construyó entre 1814 y 1829
varios modelos de locomotoras, una de las cuales –la legendaria Rocket–, logró alcanzar los 47 kiló-
metros por hora. En 1825, comenzó a funcionar el ferrocarril de 13 kilómetros Darligton-Steckson y, 5
años más tarde, se inauguró la línea Manchester-Liverpool. Durante la década de 1830, se instalaron
2.390 kilómetros de vías férreas y en 1850 el país disponía de 10.000. Dejamos fuera las innovaciones en
el tráfico marítimo posteriores a 1830 porque el tonelaje transportado mediante navegación a vapor fue
muy reducido hasta la segunda mitad del siglo XIX.
Longitud de los canales en Europa, 1800-1914
Países Bajos Bélgica Francia Reino Unido España Alemania Rusia
Años 1800 1830 1847 1850 1856 1914 1914
Kilométros 650 450 4170 7200 300 6600 500
Fuente: http://www.munabe.com/departamentos/humanidades/documentos/tema7/revolucionesindustriales.pdf

Longitud de la red ferroviaria (en kilómetros)


1840 1850 1860 1870 1913
Gran Bretaña 2.390 9.797 14.603 21.558 32.623
Bélgica 334 903 1.730 2.897 4.676

3
Gran Bretaña tenía abundantes recursos de carbón y hierro y la construcción de canales obedeció a la necesidad de
transportar estos materiales a los centros fabriles; el desarrollo industrial británico estaba, pues, ligado al económico transporte
de las materias primas y de las manufacturadas. Se imponía una red de transportes industriales que fue atendida en el primer
momento de la Revolución industrial por medio de canales, como vías de transporte más económicas, hasta la aparición del
ferrocarril. La era de los canales británicos fue el siglo XVIII. Durante los siglos XIX y XX, el desarrollo de nuevos medios de
transportes harían menos interesante la construcción de nuevos canales, aunque éstos se siguieran utilizando en gran escala.

26
Francia 497 2.915 9.167 15.544 40.770
Alemania 469 5.856 11.098 18.876 63.378
Países Bajos 17 - - 1.419 3.339
Dinamarca 0 - - 770 3.951
Finlandia 0 - - 483 3.683
Suecia 0 - - 1.727 14.360
Noruega 0 - - 359 3.165
Italia 20 - - 6.429 18.873
España 0 - - 5.295 15.088
Austria - Hungria 144 - - 6.112 44.800
Rusia 27 - - 10.731 70156
Estados Unidos 4.510 - - 85.170 40.1975
Japón 0 0 0 0 10.570
Desarrollo ferroviario en Europa, 1850-1910
Kms de vía férrea por cada 1000 km2. Habitantes por kilómetro de vía férrea
1850 1868 1890 1910 1868 1890 1910
Gran Bretaña 34 81 114 132 1.305 1.204 1.246
Francia 6 29 61 74 2.280 1.145 968
Alemania 11 - 88 - - - -
Italia - 19 45 60 4.500 2.216 1.912
España - 11 20 29 3.409 1.741 1.635
Rusia - - - 8 - - -

Fuente: CAMERON (2005)

Los nuevos medios de transporte contribuyeron notablemente al crecimiento económico. Las ma-
yores economías de escala y la mayor velocidad abarataron los costes y los precios del transporte. Ello
fomentó el comercio interior y exterior, lo que, a su vez, incrementó la productividad al originar una
mayor especialización de cada región en aquello en lo que tenía ventaja comparativa y convertir a Ingla-
terra en «taller del mundo». En este sentido, algunas estimaciones afirman que los nuevos medios de

27
transporte contribuyeron en un 22 % al aumento total de la productividad de la economía británica. Por
otro lado, carreteras, canales y clippers generaron efectos de arrastre sobre varias industrias (canteras,
cemento, astilleros e infraestructuras portuarias). Fue, sin embargo, el ferrocarril el que provocó mayores
externalidades sobre la industria al «disparar» la producción de traviesas, raíles, locomotoras y vagones
(la construcción de ferrocarriles incrementó en un 40 % el empleo en la minería, siderurgia e industria
mecánica y, además, creó 200.000 puestos de trabajo directos). Aunque algunos historiadores han insis-
tido en que se despilfarró ahorro en líneas irracionales que devengaron cortos beneficios o quebraron,
existe acuerdo en que el balance de la construcción de la red ferroviaria resultó muy positivo.
Entre 1800-1831, la actividad comercial se incremento un 2,1 %, lo que significa que se multiplicó
por 1,9. Huelga decir que el comercio ya había aumentado un 40 % entre 1760 y 1800. La estructura del
comercio exterior británico durante la revolución industrial fue la siguiente.
Composición del comercio exterior británico en 1760-1841 (porcentaje sobre el valor total)
Manufacturas Materias primas Comestibles
Exportaciones 85,0 9,0 6,0
Importaciones 7,5 60,0 32,5
Fuente: CRAFTS (1985)

Inglaterra se especializó en la venta de bienes industriales (tejidos de algodón, otros tejidos, hierro y
maquinaria) –un 85 % de las exportaciones–, e importó básicamente materias primas (algodón en rama
sobre todo), cereales y comestibles coloniales (té, azúcar, café...).
Los libros más antiguos sobre la revolución industrial sostuvieron que el aumento de las exporta-
ciones desempeñó un papel crucial en el crecimiento de la economía británica. Esta hipótesis debe ser
matizada a la luz de investigaciones posteriores. Aun siendo importante, el porcentaje de la producción
industrial vendido en el exterior nunca superó el 35 %. Por otro lado, se ha estimado que el porcentaje de
las exportaciones sobre la Renta Nacional no se situó por encima del 16 % hasta la década de 1850. Estas
cifras no deben ocultar, sin embargo, que los mercados externos contribuyeron notablemente al desarro-
llo del sector moderno de la industria (algodón, hierro y maquinaria), que generó externalidades muy po-
sitivas para el resto de la economía.

1.3.1.5 La formación de capital

El origen de los capitales invertidos en las primeras fábricas ha sido objeto de animado debate entre
los historiadores británicos, entre los sostenían que fueron los grandes comerciantes quienes los crearon
y otros que afirmaban que lo hicieron hombres con fortunas modestas. La controversia quedó cerrada
cuando se demostró que las primeras fábricas textiles y fundiciones de hierro fueron financiadas en la
mayoría de los casos por artesanos, campesinos acomodados y pequeños comerciantes. Este hecho no
debe extrañar ya que los establecimientos industriales exigían entonces poco capital fijo al ser pequeños
los edificios y sencilla y barata la maquinaria. A fines del siglo XVIII, instalar una fábrica de hilados
costaba unas 2.000 libras y un alto horno unas 800. Como los bancos se mostraban reacios a conceder
créditos a largo plazo, los empresarios pioneros reunían el dinero recurriendo a mercados informales
(parientes y amigos) y después iban aumentando el capital fijo mediante la reinversión de beneficios. Por
otro lado, se ha demostrado que los grandes bancos comerciales de Londres no se implicaron en nego-
cios industriales y continuaron ocupándose de sus actividades tradicionales (descuento de letras de cam-
bio, divisas y compra de deuda pública).
Este panorama fue cambiando a medida que el proceso industrializador exigió más capital fijo. Hacia
1820, instalar una hilandería costaba 20.000 libras; una fábrica siderúrgica 100.000 y esta cantidad se
quedó pequeña a lado de la que exigía construir un ferrocarril. La mayor demanda de capital pudo ser
entonces nutrida gracias a que el aumento de la renta elevó la tasa de ahorro existente en el país, a la
creación de sociedades anónimas y a la aparición de bancos comprometidos con la industria.

28
Inversiones en capital fijo en Gran Bretaña, 1760-1831 (porcentaje del PIB)
1760 6 1801 7,9 1821 11,2
1780 7 1811 8,5 1831 11,7
Fuente: CRAFTS (1985)

Estos datos arrojan las siguientes conclusiones:


1. las inversiones experimentaron un crecimiento gradual, de manera que no hubo ningún período de «despegue» ni a
fines del XVIII, ni tampoco durante la década de 1830.
2. pese a ello, la tasa se dobló al pasar del 6 % en 1760 al 11,7 % en 1831.
3. esto último permitió aumentar el capital fijo por trabajador, lo que constituyó una de las claves del crecimiento
económico sostenido que inauguró la revolución industrial.
Estructura y evolución de las inversiones. Entre 1760 y 1800, las realizadas en agricultura, transporte
y urbanización fueron superiores a las de la industria. Sin embargo, entre 1801-1830 y 1831-1840, los
dos sectores que más capital recibieron fueron industria y urbanización. Finalmente, entre 1841 y 1850,
ferrocarriles e industria acapararon el 69 % de la nueva formación de capital.
Estructura de las inversiones en capital fijo en Gran Bretaña, 1760-1850 (porcentaje)
1760-1800 1801-1830 1831-1840 1841-1850
Urbanización 23,5 32,0 30,0 18,0
Agricultura 32,5 21,0 13,0 13,0
Industria 21,0 30,0 34,0 30,0
Transportes 23,0 17,0 23,0 39,0
Total 100 100 100 100
Fuente: FEINSTEIN (1978)

1.3.1.6 El capital humano


A todo lo anterior hay que añadir el desarrollo de la filosofía inglesa en sentido empírico, el
nacimiento de la economía política con Adam Smith, la difusión de la cultura por medio de diarios,
academias y clubes. Si bien es cierto que sólo la mitad de la población británica sabia leer y escribir en la
segunda mitad del siglo XVIII, también se observa que probablemente sólo Suecia se encontraba en
mejores condiciones y que la tecnología de la primera revolución industrial no exigía, en realidad, estu-
dios particularmente avanzados, sino una mentalidad curiosa, una capacidad de aprender a partir de la
experiencia y, sobre todo, un gran incentivo para utilizar los propios talentos con finalidades productivas.
Ninguno de los inventos importantes de la revolución industrial inglesa exigió unas bases científicas dis-
tintas de las que ya existían en el imperio romano. Hasta la caldera de vapor era conocida, pero no se le
apreciaba la utilidad práctica y, como la pólvora en China, sólo se la empleaba para actividades lúdicas.
La historia de la alfabetización en Europa se remonta a la acción de la Reforma, que planteó que
“los hombres de Dios debían ser instruidos porque tenían que aprender la palabra de Dios en páginas
impresas”, metodología que utilizó la Contrarreforma en las sociedades donde había disputas religiosas.
Así, entre los siglos XVI y XIX, la capacidad de leer y luego de escribir se difundió primero en los
centros urbanos y luego en el medio rural, ello con anterioridad a cualquier intervención del Estado y en
forma previa a los requerimientos de calificación propuestos por las necesidades del proceso
industrializador. Por ejemplo, a fines del siglo XVIII, en la región Norte-Noroeste de Francia, cerca de
3/4 partes de los hombres firmaban su acta de matrimonio; en París, en 1847/48, el 87 % de los obreros y
el 79 % de las obreras sabían leer; en Alemania, en 1887, sólo el 0,8 % de los reclutas del ejército eran
analfabetos; en 1900, en Bélgica, el 83 % de la población de 8 a 15 años era alfabeta; en Inglaterra y
Gales, en 1901, sólo el 1,4 % de los hombres y el 1,9 % de las mujeres no sabían firmar el acta de matri-
monio; en 1907, en Suecia, el número de conscriptos analfabetos no supera el 0,3 %.
Educación y crecimiento económico. Hay una clara relación entre la elevación de los niveles educa-
cionales y crecimiento económico, lo que explica la expansión del sistema de educación elemental en los
países como Estados Unidos, Francia, Inglaterra o Alemania en las décadas finales del siglo XIX y al
comienzo del siglo XX. Además, el uso creciente de innovaciones tecnológicas en el área administrativa de

29
las empresas, como la máquina de escribir, el telégrafo y el teléfono, requirió que los trabajadores tuvieran
que ser capacitados para poder utilizarlos eficientemente. La alfabetización y la escolarización primaria
jugaron un papel central en el incremento de la productividad del trabajo en esta fase del desarrollo capitalis-
ta. Las estrategias de los industriales tenían que tomar en cuenta los niveles educacionales de los trabajadores
en forma más prioritaria para el funcionamiento del sistema productivo directo4.

El analfabetismo en Europa alrededor de 1850 (se indica el % aproximado de analfabetos adultos)


Países con menos Países con 30 a Países con más del
de 30 % de analfabetos 50 % de analfabetos 50 % de analfabetos
Dinamarca Imperio austriaco 40-45 % Grecia
Finlandia Bélgica 45-50 % Hungría
Alemania - Prusia 20 % Inglaterra y Gales 30-35 % Italia 75-80 %
Islandia Francia 40-45 % Portugal
Países Bajos Irlanda Rumania
Noruega Luxemburgo Imperio ruso 90-95 %
Escocia 20 % España 75 %
Suecia 10 %
Suiza

España Bélgica Francia Inglaterra Italia Rusia


1870 71 36 32 24 69 86
1890 61 26 22 8 55 83
1910 50 15 13 0 38 79
Fuente: MITCHELL (2007)

1.3.1.7 El papel del Estado

Hoy en día, el Estado contribuye al crecimiento económico realizando varias funciones:


1. mantiene un marco institucional que permite la asignación de recursos por el mercado y el
progreso individual –para ello, oferta bienes públicos como defensa y policía–;
2. también produce bienes preferentes (educación, sanidad, infraestructuras de transporte);
3. redistribuye la riqueza;
4. estabiliza el ciclo económico mediante medidas de política fiscal y monetaria; y
5. regula la actividad económica.
La primera función es imprescindible para que exista una economía de mercado y las otras tratan de
resolver fallos de mercado. La idea de que el Estado debía ocuparse sólo del mantenimiento de la ley y
el orden tiene su origen en la fisiocracia francesa y en Adam Smith y se conoce como laissez-faire (de-
jad actuar al mercado).
Algunos historiadores han sostenido que el Estado británico desempeñó un papel mínimo durante la
revolución industrial porque cumplió con el laissez-faire. Esta tesis se apoya en dos hechos:
1. La Gloriosa creó un marco institucional de naturaleza liberal y el Estado inglés intervino menos
que el alemán o el japonés en el ámbito económico al no subvencionar la construcción de ferrocarriles o
la creación de algunas industrias.
2. En cambio, otros historiadores han hecho hincapié en que el Estado británico fomentó el
crecimiento económico mediante políticas comerciales proteccionistas y mercantilistas ya que, hasta la
década de 1840, Inglaterra fue un país liberal pero no librecambista.
Un breve repaso a la política comercial inglesa entre fines del siglo XVIII y la década de 1840 evi-
dencia que el Estado no fue efectivamente «mínimo». La agricultura estuvo protegida mediante las Leyes

4
En el nivel más elemental, la alfabetización de la fuerza de trabajo fue un factor central en la consolidación de la
transformación económica. Tan es así que empresarios innovadores como Henry Ford, tenían escuelas primarias dentro de las
propias fábricas para poder contar con la mano de obra adecuada. En el caso de Ford, dada la fuerte presencia de mano de obra
inmigrante, no se trató solo de alfabetizar sino también de constituir una mano de obra alfabetizada en inglés.

30
de Granos. Los aranceles a la importación de productos siderúrgicos y la Calico Act fueron medidas
típicas de fomento de la industria y también lo fueron estas otras:
1) la rebaja de derechos arancelarios a la importación de materias primas necesarias para la industria;
2) la devolución de esos derechos en el caso de aquellas utilizadas en la producción de bienes que se exportaran;
3) la abolición de los aranceles de exportación para la mayoría de los bienes industriales;
4) los subsidios a la exportación en determinados sectores;
5) la prohibición de exportar maquinaria y
6) la prohibición de que los trabajadores cualificados pudieran ser contratados en el extranjero.
Finalmente, las Leyes de Navegación constituyeron una medida mercantilista que contribuyó a convertir
a Gran Bretaña en una gran potencia comercial y estimuló el desarrollo de su marina mercante y de algu-
nas de sus industrias.
La política comercial. Gran Bretaña no adoptó el librecambio hasta la década de 1840, cuando la revolución industrial
ya había finalizado. En 1846, el Parlamento derogó las Leyes de Granos y en 1849 hizo lo propio con las Leyes de Nave-
gación. Después de 1850, sólo persistieron algunos aranceles «fiscales» sobre las importaciones de productos coloniales.

1.3.2 El crecimiento de la renta per cápita: una revisión de la revolución industrial

Hasta la década de 1980 no existió suficiente base empírica para desmentir la hipótesis de brusca
elevación de la renta per capita. Todas las investigaciones posteriores han ratificado el revisionismo.
Las tasas de crecimiento del PIB y del PIB por persona propuestas por Deane y Cole y por Craft
muestran que las de Crafts son mucho menores porque Deane y Cole sobreestimaron tanto el
crecimiento de la agricultura como el de la industria y el de los servicios. El revisionismo se calibrará
mejor mostrando la evolución porcentual de ambas macromagnitudes.

Tasas de crecimiento del PIB y del PIB por habitante en Gran Bretaña, 1760-1830 (en porcentaje)
Estimación de Deane-Cole Estimación de Crafts
Años
PIB PIB por habitante PIB PIB por habitante
1760-1800 1,30 0,52 1,00 0,17
1800-1830 3,00 1,61 1,97 0,52
Fuente: FLOUD y JOHNSON (2004)

Evolución de la renta nacional en Gran Bretaña, 1760-1830 (números índices)


Estimación de Deane-Cole Estimación de Crafts
Años
Renta nacional Renta per cápita Renta nacional Renta per cápita
1760 100 100 100 100
1800 168,4 124 150 107,5
1830 426 200 270 125
Fuente: HARLEY (1993)

Estimaciones de la productividad total de los factores en Gran Bretaña, 1760-1831 (tasa de crecimiento anual)
Productividad total
Y producción K capital L trabajo T tierra
de los factores
Feinstein (1981)
1760-1800 1,1 1,0 0,8 - 0,2
1801-1831 2,7 1,4 1,4 - 1,3
1831-1860 2,5 2,0 1,4 - 0,8
Crafts (1985)
1760-1800 1,0 1,0 0,8 0,2 0,2
1801-1831 2,0 1,5 1,4 0,4 0,7

31
1831-1860 2,5 2,0 1,4 0,6 1,0
Crafts / Harley (1992)
1760-1800 1,0 1,0 0,8 - 0,1
1801-1831 1,9 1,7 1,4 - 0,35
1831-1860 2,5 2,0 1,4 - 0,8
1760-1831 0,34
Antras / Voth (2003)
1760-1800 - - - - 0,27
1801-1831 - - - - 0,54
1760-1831 - - - - 0,41
Fuente: VOTH (2006)

La Renta Nacional de Deane y Cole se multiplica por 4,2 y la renta por habitante por 2. Por el con-
trario, la Renta Nacional de Crafts lo hace por 2,7 y la renta per cápita crece sólo un 25 % porque la
nacional es menor y porque el cálculo de la renta por habitante lo hizo con las nuevas cifras de población
de Wrigley y Schofield.
El revisionismo arroja 2 conclusiones.
1. la primera es que el crecimiento económico fue lento.
2. la segunda es que no hubo «despegue», sino evolución gradual de la renta per cápita (0,17 %
entre 1760 y 1800 y 0,52 % entre 1800 y 1830).
Pero ¿por qué fue lento el crecimiento?. Williamson lo atribuyó a las guerras contra Francia (1793-
1815), que provocaron un nocivo «efecto expulsión» puesto que mucho capital susceptible de ser
invertido en actividades productivas se desvió hacia la compra de deuda pública. Sin embargo, Crafts y
Harley mantienen que ese efecto fue modesto porque la financiación de las guerras se hizo sobre todo
mediante una subida de los impuestos indirectos, de manera que recurren a otra explicación: el
crecimiento fue lento porque la economía británica tuvo un carácter dual. Harley ha ratificado esta
hipótesis. Divide la economía en 3 sectores:
1. el primero es el moderno, integrado por algodón, hierro y transportes.
2. el segundo es la agricultura, que también adoptó innovaciones.
3. al tercero lo denomina tradicional porque en él apenas hubo cambio tecnológico (toda la industria
–salvo algodón y hierro– y gran parte de los servicios).
Entre 1780 y 1850, la tasa de crecimiento de la productividad en el sector moderno fue del 1,1 %; la de
la agricultura del 0,7 % y la del tradicional del 0,02 %. Además –y aunque el sector moderno ganó peso
durante la revolución industrial–, no llegó a superar el 15-20 % de la Renta Nacional. Por consiguiente,
la baja productividad del sector tradicional y el hecho de que su peso en el conjunto de la economía no
bajara del 55-60 % explican que el crecimiento fuera lento.
Las razones de ese crecimiento gradual estriban en la dualidad de la industria británica. En 1831, las ramas más
modernas de la industria británica (carbón, algodón, hierro y papel) produjeron el 36,8 % del valor añadido del sector
industrial, pero el otro 63,2 % fue producido por otras en las que el trabajo era todavía artesanal y de baja productividad.
Algunos datos del censo de la población británica de 1851 abundan en el mismo sentido. El número de herreros (112.500)
era mayor que el de los trabajadores de la siderometalurgia (79.500) y el de zapateros (274.000) superaba al de mineros
(219.000). Lo mismo sucedió en Francia, cuyo crecimiento fue todavía más gradual que el inglés por las características de su
agricultura y por una estructura industrial con mayor peso de sectores tradicionales.

Contribución del progreso técnico en los diferentes sectores al progreso general de


la economía británica, 1780-1860 (tasas de crecimiento anual acumuladas)
Contribución al
^
Valor producción sector / ^
Sectores
A (sectores) valor producto nacional crecimiento de A
(nivel agregado)
Algodón 1,9 0,050 0,10
Estambre 1,3 0,025 0,03
Lana 0,6 0,025 0,02
Hierro 0,9 0,014 0,01

32
Canales y ferrocarril 1,3 0,050 0,07
Navegación 0,5 0,043 0,02
Sectores modernos 1,1 0,207 0,22
Agricultura 0,7 0,191 0,13
Resto economía 0,33 0,603 0,20
Toda la economía 0,55 0,55
Fuente: HARLEY (1993)

Fuente: http://www.ggdc.net/maddison/Historical_Statistics/horizontal-file_03-2007.xls

Fuente: http://www.ggdc.net/maddison/Historical_Statistics/horizontal-file_03-2007.xls

33
Revolución industrial y crecimiento económico en Gran Bretaña (tasa de crecimiento anual acumulativo)
Producto nacional
Producción agrícola Industria y comercio Producto nacional
por habitante
1700-1760 0,6 0,7 0,7 0,3
1760-1780 0,1 1,1 0,7 0,0
1780-1801 0,8 1,8 1,3 0,4
1801-1830 1,2 2,7 2,0 0,5

En los dos siglos que siguieron a 1750 “la vida cotidiana cambió más que en los siete mil años
precedentes”, Mokyr define la tecnología como “un agente desestabilizador en esta narración tan
vertiginosa”. Asevera que “el progreso tecnológico no empezó hasta 1750 y que la diferencia entre el
periodo posterior a tal fecha y el anterior fue tan sólo de grado”; sin embargo, “un grado lo fue todo”. En
poco tiempo, “los efectos de las ganancias en productividad permitieron a Europa expandir su población
multiplicándola varias veces, en claro desafío a las restricciones maltusianas”.

El caso británico permite intentar estimar, con algunas hipótesis atrevidas, tasas toscas de crecimiento desde la Edad Media. El
Doomsday Book, redactado en 1086, hace posible hacer una estimación de la renta en esta temprana época. Se puede poner esto en
relación con las similares existentes para 1688, que se apoyan en las tablas elaboradas por G. King con estimaciones sobre el ingreso
familiar de la población inglesa. De la comparación entre las dos arriesgadas estimaciones es posible deducir una tasa promedio de
crecimiento en Inglaterra del 0,29 % entre 1068 y 1688. Si se combina esta cifra con los datos comparativos de Crafts desde 1700 es po-
sible hacerse una idea de la evolución de la economía británica a lo largo de todo un milenio. Los datos muestran, en resumen, un
crecimiento económico sostenido, si bien extremadamente reducido, que se mantiene a una tasa casi constante hasta bien entrado el siglo
XVIII. Hasta el final del siglo XVIII no se observa una aceleración del crecimiento económico.

Fuente: PIERENKEMPER (2001)

Los cambios que en el largo plazo originó la Revolución Industrial constituyeron la más impor-
tante mutación de la Historia. La población creció y también lo hizo su esperanza de vida. El aumento de
la productividad desembocó en una "explosión" de la producción y del consumo por habitante que redujo
drásticamente la pobreza en la que vivía la mayoría de la población preindustrial. La sociedad dejó de ser

34
agraria y pasó a ser urbana y, por primera vez en la Historia, el crecimiento económico se convirtió en
sostenido. Una última consecuencia de la Revolución Industrial debe resaltarse: la profunda brecha que
desde entonces se abrió entre los países industrializados y los no industrializados.
Los cambios que la industrialización había producido en la economía y en la sociedad inglesa eran
ya irreversibles. Si la pobreza era antes inevitable, después de la revolución industrial la pobreza se
convierte en una responsabilidad social ligada a las modalidades de distribución de los productos y no a
su insuficiencia absoluta. Y como ha afirmado el historiador económico Nathan Rosenberg “La
percepción de la pobreza como algo moralmente intolerable en una sociedad rica, tuvo que esperar a la
aparición de una sociedad rica.”.

1.3.3 El debate sobre el nivel de vida de la clase obrera

La Revolución Industrial supone el inicio de una transformación en la producción y también en las


formas de vida de una parte creciente de la población. La Revolución Industrial ofreció grandes posibili-
dades de crecimiento, de enriquecimiento y de ascenso social y, por esa misma razón, genera fuertes desi-
gualdades sociales. Los países, grupos o personas que tienen acceso a las nuevas tecnologías, que arries-
gan su capital y su trabajo para aplicarlas y tienen éxito, se pueden apropiar de la mayor parte de las ga-
nancias que el aumento de la productividad hace posibles y pueden incrementar dichas ganancias aún más
reinvirtiendo parte de los beneficios obtenidos. Este hecho provoca un desequilibrio creciente tanto entre
las personas como entre los países, de modo que la Revolución Industrial generó una sociedad con gran-
des posibilidades de crecimiento, pero a la vez desigual y altamente conflictiva.
La principal consecuencia social de la Revolución Industrial es la aparición de la clase obrera y
dentro de ella, del proletariado, caracterizado por la constatación de pertenecer a una comunidad nume-
rosa que sólo dispone para subsistir de la fuerza de sus brazos, de su capacidad de trabajo, vendida a cam-
bio de un salario, y el sentimiento de miseria frente al rápido enriquecimiento empresarial.
La formación de la conciencia de clase obrera debida a una serie de cambios en las condiciones de
vida y de trabajo:
• la sumisión a la disciplina de la fábrica,
• los cambios de residencia hacia suburbios en pésimas condiciones de espacio y de higiene (falta de abastecimiento de
agua y de alcantarillado),
• terreno propicio para las enfermedades pulmonares y gastrointestinales,
• el desarraigo respecto a los grupos familiares y las solidaridades del pueblo.

La cuestión de los niveles de vida de la clase obrera, en su doble vertiente de renta y de condicio-
nes de vida, ha sido muy discutida. En resumen, podemos decir:
• que hoy en día nadie defiende que las clases bajas de la población británica habrían estado mejor si no se hubiese
producido la Revolución Industrial.
• los sectores sociales afectados por la Revolución Industrial no generan la mayor parte del añadido de la economía
británica hasta después de 1850. Por lo tanto, su impacto sobre los salarios y las condiciones de vida solamente podía
ser relativo, los años de la Revolución Industrial fueron años de guerras y de fuerte crecimiento de la población, fac-
tores que en principio se deben considerar como depresores del nivel de vida.

Los cálculos sobre la evolución de la renta son muy variados, aunque estos cálculos apuntan a que
la renta real de los trabajadores bajó o, como mucho, más o menos se mantuvo entre 1760 y 1830:
• después de 1815 (fin de las guerras napoleónicas), los salarios reales crecieron, aunque no se pueden olvidar
que los datos indican que hasta el año 1850 existía un fuerte malestar social.
• en la segunda mitad del siglo, el crecimiento del salario real es poco discutido y se ve reforzado por otros
indicadores relacionados con el incremento del consumo.

La evolución de las condiciones de vida es un tema mucho más complicado todavía que el del
salario real. Las opiniones pesimistas se basan sobre todo en el crecimiento de la mortalidad, que en parte
podía ser sencillamente efecto de la mayor urbanización de Gran Bretaña; tradicionalmente, la mortalidad
era más elevada en las ciudades que en el campo. Asimismo, se han utilizado como indicadores de bien-

35
estar medidas antropométricas –estatura de la población–, que muestras un descenso de la misma, si bien
es cierto que a lo largo de la segunda mitad del siglo la mejoría es evidente.
Como resumen, creemos que se puede afirmar que hasta la segunda mitad del siglo XIX, la
Revolución Industrial no tuvo potencia suficiente para ser determinante en la evolución del nivel de vida
británico. Por lo tanto, el proceso de industrialización no puede considerarse el principal responsable de
los cambios en los niveles de vida. Igualmente, se debe tener en cuenta que la Revolución Industrial
favorecía más las mejoras del salario real que de la calidad de vida y que la diferenciación social entre
patrones y obreros fue acompañada de una diferenciación en el seno de la clase obrera. De hecho, la
desigualdad social fue ascendente entre 1820 y 1860, decreciendo a continuación.
La Revolución Industrial dio oportunidades de trabajo y de especialización a muchos obreros,
aunque los niveles de vida aún eran extremadamente bajos en 1850 –a pesar de ser superiores a los del
resto de la Europa de la época– al igual que a los de la Gran Bretaña de mediados del siglo XVIII. No
obstante, a finales del siglo XIX una 1/3 de las familias obreras inglesas rozaba los niveles mínimos de
vida y la mitad de sus miembros morían en el asilo. Cabe decir también que para la mayoría de las
familias, la miseria no era un hecho permanente sino temporal.
En definitiva, no se puede culpar a la Revolución Industrial de haber empeorado los niveles de
vida de la clase obrera, aunque en sus primeros momentos puede que empeorara su calidad de vida, si
bien es cierto que habría que repartir la culpa entre las nuevas condiciones de vida y trabajo y el
crecimiento de la población. Otra cosa es que la distribución de los beneficios podría haber sido menos
desigual sin comprometer el crecimiento económico y que disposiciones legales y/o inversiones
relativamente pequeñas en sanidad, por ejemplo, hubieran podido tener efectos altamente beneficiosos.
Pero el bienestar de la clase obrera no formaba parte de las preocupaciones de los empresarios ni del
gobierno.

1.4 La teoría de las instituciones y el papel del Estado

Según la teoría de la economía de los derechos de propiedad, la propiedad es un factor


fundamental para el crecimiento económico. Según un miembro de esta escuela, la propiedad privada
surge "por el impulso de presiones para obtener la eficiencia a través de un proceso semejante al de la
selección natural". Los historiadores de la economía North y Thomas han aplicado esta tesis al pasado
para argumentar que las sociedades que proporcionan garantías sólidas a los derechos de propiedad son
las que tienen más probabilidades de experimentar un desarrollo económico. En su opinión, lo que
determina el crecimiento económico son las instituciones legales que aseguran a los empresarios indivi-
duales los frutos de su trabajo: “la organización económica eficiente es la clave para el crecimiento; el
desarrollo de una organización económica eficiente en Europa occidental explica el auge de Occidente.
Una organización eficiente asegura el establecimiento de acuerdos institucionales y de derechos de pro-
piedad que crean un incentivo para canalizar el esfuerzo económico del individuo hacia actividades que
acercan la tasa privada de rendimiento a la tasa social de rendimiento”. Las garantías de la propiedad son,
por tanto, de importancia fundamental: "El crecimiento económico ocurrirá si los derechos de propiedad
son lo suficientemente valiosos para acometer actividades socialmente productivas". North ha demostrado
cómo la introducción en Inglaterra de las patentes animó a los inventores a hacer públicas sus invenciones
y, de esta manera, estimularon la Revolución Industrial5.

5
El notable desarrollo que experimentó Europa Occidental, que pasó de encontrarse relativamente atrasada en el siglo
X a gozar de la hegemonía económica mundial en el XVIII, es la historia de un sistema de creencias que ha ido evolucionando
gradualmente en un contexto de competencia entre unidades políticas/económicas fragmentadas que producen instituciones
económicas y una estructura política que produjo el crecimiento económico moderno. E incluso en Europa Occidental hubo
éxitos (los Países Bajos e Inglaterra) y fracasos (España y Portugal) que reflejan diversas experiencias con el entorno. Para
North una parte esencial de la política es la creación de sistemas políticos que creen y apliquen unos derechos de propiedad
eficientes. La clave de crecimiento a largo plazo es la eficiencia en la adaptación, más que la eficiencia en la asignación. Los

36
La protección de la propiedad intelectual y las patentes
“Tras unos comienzos poco prometedores, Inglaterra experimentó hacia 1700 un crecimiento económico sostenido. Había
desarrollado un conjunto eficaz de derechos de propiedad incorporados al derecho civil. Además de eliminar los obstáculos
que oponían a una eficaz asignación de los recursos en los mercados de productos y factores, Inglaterra había comenzado a
proteger la propiedad privada intelectual mediante una ley sobre patentes. El terreno estaba abonado para la revolución indus-
trial” .
Número de patentes registradas en Inglaterra, 1700-1849

Fuente: NORTH y THOMAS (1978)

Fuente: WIPO Statistics Database

Patentes concedidas, 1883-2007


1883 1890 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2007

Alemania 4.848 4.680 8.784 12.101 14.452 26.737 14.647 2.383 19.666 12.887 20.188 19.073 14.707 17.739

sistemas políticos/económicos prósperos han desarrollado estructuras institucionales flexibles que pueden sobrevivir a las
perturbaciones y a los cambios que forman parte de una evolución fructífera. Pero estos sistemas han sido el producto de una
larga gestación. No sabemos cómo conseguir la eficiencia en la adaptación a corto plazo. North define la historia económica
como la disciplina que se ocupa de la evolución de las economías en el transcurso del tiempo. El objetivo de las investiga-
ciones que se realizan en este campo no es sólo aportar luz sobre el pasado económico, sino también contribuir a la teoría eco-
nómica ofreciendo un marco analítico que nos permite comprender los cambios económicos.

37
China 13.058 67.948

España 1.164 1.498 2.172 5.464 4.212 4.196 6.309 7.375 9.224 3.499 2.208 2.667

USA 21.162 25.313 24.644 35.141 37.060 45.226 42.323 43.129 47.170 64.427 61.827 90.366 157.496 157.283

Rusia 17.592 23.028

Francia 7.724 9.009 12.399 16.064 18.950 24.000 9.650 17.800 35.000 26.117 28.060 12.948 11.274 12.112

Japón 240 586 1.769 2.161 4.976 6.716 4.272 11.252 30.879 46.106 59.401 125.880 164.954
Reino
3.962 10.646 13.170 16.269 14.191 20.888 11.453 13.509 26.775 40.995 23.804 9.396 8.253 5.930
Unido
Oficina
Europea 484 24.756 27.523 54.699
Patentes

Fuente: WIPO Statistics Database


A medida que finaliza el siglo XX, los beneficios que la propiedad privada proporciona, tanto a la
libertad como a la prosperidad, se reconocen como nunca antes en dos siglos. Con excepción de algunos
casos aislados, como son los de Corea del Norte y de Cuba, en donde los comunistas han podido man-
tenerse en el poder, el ideal de la propiedad común, en todas partes, se va desvaneciendo. A partir de los
años ochenta, la "privatización" va ocupando un espacio en el mundo, a un paso cada vez más acelerado.
Aparte de la evolución del sistema económico, los historiadores económicos han tratado de
categorizar los motivos del cambio de las instituciones. La evolución de las instituciones como una
manera de reducir los costes de transacción y, por ello, hacer más eficiente la economía. Las instituciones
son un conjunto de reglas que dirigen el modo en que los individuos y grupos cooperan y compiten para
alcanzar sus objetivos. Tales reglas pueden ser más o menos adecuadas al momento histórico en que
actúan. En este sentido, áreas con reglas distintas se encuentran compitiendo en el mismo sistema de
reglas, así como en la tecnología y en los métodos de producción. Por este motivo, quien inventa una
institución que se demuestra más «eficiente» en un determinado momento histórico se verá imitado, del
mismo modo que se imita la tecnología más eficiente. El paso de una institución a otra se produce porque
cambian las condiciones económicas, pero también porque una institución existente revela sus aspectos
negativos y sugiere la búsqueda de soluciones que dan lugar a instituciones que responden mejor a las
necesidades del ambiente económico predominante, porque producen un ahorro en los «costes de
transacción», es decir, en los costes de investigación, información y aplicación de los contratos, y en los
costes de realización de las innovaciones. En este sentido, North ve todos los avances de la historia eco-
nómica como resultado de cambios institucionales acertados. Por ejemplo, según North, no fue tanto la
nueva tecnología la que generó la revolución industrial en Inglaterra, cuanto una mejora en la definición y
en la aplicación de los derechos de propiedad, que dio lugar a la organización de la fábrica, la cual esti-
muló la adopción de nueva tecnología y la especialización del trabajo.

Entre las instituciones hay una que merece una particular atención se trata del Estado. Una
historiografía de inspiración preponderantemente liberal no ha categorizado adecuadamente hasta ahora el
papel del estado en una perspectiva generalizadora y comparativa. En algún caso se ha considerado al
estado como factor sustitutivo para el despegue, pero, por otra parte, en general su presencia sólo se ha
advenido cuando se ha comportado mal. Pues bien, incluso una rápida ojeada basta para sugerir que la
importancia del gasto público ha ido aumentando notablemente a lo largo del tiempo, sobre todo en el
siglo XX (con una tendencia final a detenerse o incluso a contraerse levemente), a la vez que otras
intervenciones –control del dinero y de los cambios, proteccionismo, subsidios, gestión directa de empre-
sas y bancos, políticas sociales y regionales– han seguido un proceso no siempre creciente, pero de tal na-
turaleza que en conjunto han implicado cada vez más políticas públicas de apoyo al desarrollo y a la ocu-
pación. Es un hecho que hasta ahora ha sido escaso el interés de los historiadores por buscar una expli-
cación de esta tendencia, más allá de la mayor o menor importancia que ha tenido el estado en este o
aquel país.

38
Dado que la presencia de un estado activo en la producción de condiciones favorables para el
ejercicio de la libertad de empresa y de bienes públicos ya se ha revelado como elemento constitutivo de
un capitalismo progresivo, un esquema útil para la discusión del papel del estado podría basarse en la
cantidad y calidad de su presencia. Podría identificarse una tipología tripartita:
1. El estado mínimo. Los sistemas capitalistas industriales no pueden funcionar adecuadamente sin
un nivel mínimo de estado que garantice defensa y law and order (o sea una legislación que establezca las
reglas del mercado, entre las que se halla en primer lugar la defensa de la competencia, y asegure su
observancia por medio de la administración de justicia) y proporcione algún bien público que se considera
esencial en los diversos momentos históricos. Naturalmente, frente a estos papeles el estado efectúa un
gasto público que financia mediante impuestos.
2. El estado de economía mixta. Además de los papeles irrenunciables antes indicados, en una
economía mixta el estado produce muchos otros bienes públicos (característicamente educación,
bienestar, infraestructuras, incluidas las construcciones populares, a la vez que asume papeles de
«suplencia» del sector privado en muchas áreas de intervención: empresas públicas en sectores
considerados estratégicos o heredados a causa de operaciones de reflotamiento o desarrollo de áreas
deprimidas con las llamadas políticas regionales). Ello a consecuencia de «fallos del mercado», como en
el caso de externalidades, bienes valiosos o monopolios naturales, o de mercados imperfectos que no
propician la aparición de empresarios adecuados en número y calidad. Se tiene así una parte de la
economía capitalista gestionada por el estado en forma de monopolios o de empresas competitivas, con
distintos grados de eficiencia y con resultados no siempre positivos. Para coordinar sus intervenciones, un
estado de economía mixta puede adoptar esquemas más o menos fuertes de programación, que sin
embargo nunca llegan a eliminar el mercado.
3. El estado máximo. En este caso, el estado asume todas las responsabilidades productivas. En
realidad se trata de un modelo extremo que niega las raíces del capitalismo, eliminando bien el mercado,
bien la libertad de empresa. Aquí se hace referencia a este modelo sólo porque ha tenido una encamación
histórica, la de la economía soviética de planificación centralizada, que se ha revelado en quiebra.

El modelo histórico de estado que prevalece entre los países occidentales avanzados es el de
economía mixta. Sin embargo, Estados Unidos tiene una economía mixta muy próxima al estado mínimo,
con un poco más de bienes públicos respecto a este último, mientras que entre los demás países se
registran grados más elevados de economía mixta. En particular, Europa se distingue por tener un welfare
state, cuya sostenibilidad está hoy en discusión, bastante más avanzado que el americano, y por haber
tenido políticas industriales expresadas de distintos modos según los períodos históricos, primero a través
del proteccionismo, después a través de los subsidios o las empresas públicas.
Economías de
Economías de mercado Economías mixtas
planificación central
Los agentes económicos en el mer- Los agentes económicos a través
cado deciden qué, cómo y para El Estado que planifica y decide a del mercado.
quién producir. través de instituciones para la pla- Importancia del Estado en el sumi-
¿Quién toma las
Creciente importancia de las gran- nificación (Ministerios, etc.). Las nistro de determinados bienes y
decisiones?
des corporaciones u oligopolios empresas estatales deciden sobre servicios (sociales).
que interfieren el libre juego del objetivos a pequeña escala. Importancia de las grandes Corpo-
mercado. raciones o multinacionales.
Los medios de producción son de
Privada. la colectividad y la titularidad del Importante propiedad del Estado
¿Cómo es la
Los individuos son los dueños de Estado en su nombre. Los bienes combinada con la propiedad priva-
propiedad?
los bienes de producción. de consumo pueden ser de propie- da.
dad privada.
La producción la dirige el Estado a Los empresarios privados en todo
¿Quién dirige la El empresario toma las decisiones través de instituciones de planifi- aquello que atañe a su campo. El
producción? de qué y cómo producir. cación. Las empresas estatales se Estado fija los bienes y servicios
ajustan al plan. que ofrece a la colectividad.
¿Cuál es la filosofía El ánimo de lucro en la esfera pri-
La distribución igualitaria de la
que rige la actividad El ánimo de lucro. vada, combinada con la mejora del
renta y de la riqueza.
económica? bienestar colectivo.

39
Los determina el mercado, en El mercado.
¿Cómo se fijan los Los fijan los organismos de plani-
función de la oferta y la demanda, El Estado se reserva la fijación de
precios? ficación.
al menos teóricamente. los bienes públicos.
Decide prácticamente todo lo Elabora el marco económico y ga-
¿Qué papel tiene el Elabora el marco económico que
relativo a las decisiones económi- rantiza los derechos sociales de los
Estado? garantiza la libertad de mercado.
cas. ciudadanos.

Fuente: http://www.ecobachillerato.com/temaseco/temas/2sistemaseconomicos.pdf

Incidencia del gasto público sobre el PIB, 1880-1999


1880 1913 1929 1938 1950 1960 1973 1982 1996 1999
Gran Bretaña 9,9 13,3 23,8 28,8 34,2 32,6 41,5 47,4 41,9 39,7
Francia 11,2 8,9 12,0 23,2 27,6 34,6 38,8 50,7 54,5 52,4
Alemania 10,0 17,7 30,6 42,4 30,4 32,5 42,2 49,4 49,0 47,6
Italia 13,7 1,2 19,5 29,2 30,3 37,4 50,2 54,7 49,2
Países Bajos - 8,2 11,2 21,7 26,8 33,7 45,5 63,7 49,9 43,8
Estados Unidos - 8,0 10,1 19,8 21,4 27,6 31,1 37,6 33,3 30,1
Japón 9,0 14,2 18,8 30,3 19,8 18,3 22,9 34,2 36,2 38,1

Trayectoria del gasto público en 14 países, 1881-1995 (porcentaje del PIB)


(Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Japón, Canadá, Italia, Bélgica,
Holanda, Suiza, Finlandia, Suecia, Dinamarca y Noruega).

Fuente: BORDO y JONUNG (2000)

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