Nazismo y El Mundo Hiperboreo
Nazismo y El Mundo Hiperboreo
Nazismo y El Mundo Hiperboreo
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ÍNDICE Y BIBLIOGRAFÍA de la
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NACIONALSOCIALISMO. Historia y Mitos.
ÍNDICE.
Capítulo I.
EL CONTINENTE PERDIDO
1. Introducción
2. La Atlántida.
3. El hombre de Cromagnon
4. Los creadores de la civilización egipcia
5. Los guanches (Canarias)
6. La Atlántida en la Península Ibérica
7. Los dioses blancos en América
8. La pérdida de la integridad racial y el hundimiento de la
Atlántida
9. Recuerdos de la Atlántida polar
Capítulo II.
EL MITO DE LOS ORÍGENES
1- La caída de la humanidad
2- El dualismo y el “eterno retorno”
3- Los hiperbóreos
4- La corriente esotérica oculta
Capítulo III.
LA GRAN TRADICIÓN HIPERBÓREA
1- El origen
2- Historia y tradición en Esparta
3- Vivir en Esparta
Capítulo V.
CUESTIÓN MÍSTICA Y RACIAL NACIONALSOCIALISTA
1- Los precursores
2- La teosofía
3- La Ariosofía de Guido Von List
4- La Teozoología de Jorg Lanz Von Liebenfels
5- La cuestión racial
6- El problema judío
7- Nietzsche. El profeta del eterno retorno
8- Cristo y la redención de la humanidad. La alquimia racial.
Capítulo VI.
HITLER, EL FÜHRER DE LA RAZA ARIA
1- Introducción
2- El yoga de la Thule
3- Hitler guia la Thule
4- El ritual de iniciación
5- Un miting en Nurenberg
6- El Reich de los Mil Años
7- Esoterismo y acción: la toma del poder del nacional
socialismo
8- Miguel Serrano y el “Hitlerismo esotérico” en la actualidad
Capítulo VII.
SS. LA ORDEN NEGRA
1- La Guardia Negra
2- El origen
3- La iniciación del SS
4- El castillo de Wewelsburg
5- La SS-Anhenerbe
6- Las Órdenes
7- El Nacional Socialismo secreto
Capítulo VIII-a.
LA VÍA DEL DIAMANTE
Capítulo VIII-b.
EL AMOR MÁGICO
Capítulo VIII-c.
LOS ELEGIDOS DEL DRAGÓN
1- Introducción
2- Hiperbórea
3- Los hierosgamos y el sexo sagrado
Capítulo IX.
EL GRIAL
Capítulo X.
DE LOS HIPERBÓREOS AL NAZISMO
1- Introducción
2- El conocimiento de los antiguos
3- La Fuerza Pura y el Vril
4- El chamanismo
5- Los dioses civilizadores
6- John Dee, científico y mago
7- El mundo interior y la raza futura
8- Nazismo enigmático
9- Los OVNIs del Tercer Reich
10- De Alemania a la Antártida
11- ¿Dónde está Hitler?
12- Borrando todo rastro
BIBLIOGRAFÍA:
Adolf Hitler:
“Mi Lucha”
Andrea Ramos:
“¿Eran rubios los faraones?”. (Revista “Más Allá”)
“El origen esotérico del nacionalsocialismo” (Revista “Más Allá”)
Conde de Gobineau:
“Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas”. Editorial Apolo.
Barcelona 1937.
Edwige Thibaut:
“La Orden SS. Ética e ideología.
Friedrich Nietzsche:
“El crepúsculo de los ídolos”
Graham Hancock
“Las Huellas de los Dioses”
Jacques Bergier:
“Los libros condenados”
Joaquín Bochaca:
“Hitler y sus filósofos. De Gobineau a Chamberlain”
Julius Évola:
“El misterio del Grial”
“El yoga tántrico”
“La raza del espíritu”
“Rebelión contra el mundo moderno”
Koichi Tohei:
“El libro del ki”
Krishna:
“Bhagavad Gita”
Miguel Serrano:
“El Cordón dorado”.
“Nos, libro de la resurección”
“Adolf Hitler, el último avatara”.
“Manú: por el hombre que vendrá”.
“La resurección del héroe”.
“Los OVNIs de Hitler contra el Nuevo Orden Mundial”
Entrevista en el semanario chileno ALBA.
Otto Rahn:
“La Corte de Lucifer”
Pawels y Bergier:
“El retorno de los brujos”
Platón:
“La república”
“Critias”
Victoria Le Page:
“El enigma de Shambhala”
Werner Maser:
“Hitler. Leyenda, mito y realidad”.
EL CONTINENTE PERDIDO
1. Introducción
2. La Atlántida.
3. El hombre de Cromagnon
4. Los creadores de la civilización egipcia
5. Los guanches (Canarias)
6. La Atlántida en la Península Ibérica
7. Los dioses blancos en América
8. La pérdida de la integridad racial y el hundimiento de la Atlántida
9. Recuerdos de la Atlántida polar
1- Introducción
La historia se convirtió en leyenda y la leyenda en mito.
Dice Jean Robin en "Operación Orth" que "el primer poder temporal cuyo
espíritu se ha perpetuado secretamente en el tiempo, cuyo "cuerpo" ha
permanecido oculto en las cavernas de la tierra, ascenderá en los últimos días
para recuperar su poder y maravillar al mundo con su mágica resurección". El
primer poder temporal viene a referirse al mundo de los dioses, el cual habría
venido a convertirse en un "tiempo mítico" que, en palabras de René Alleau,
fluye paralelamente al tiempo histórico, pero a un ritmo diferente. A lo largo de
los milenios, han habido múltiples ocasiones en las que este tiempo mítico ha
venido a actuar sobre la historia humana. De hecho, aquí tratamos de la
continua reaparición de este poder "oculto" en el plano de la historia. Es
inevitable que el resurgimiento de este tiempo primigenio sobre el mundo,
provoque terribles enfrentamientos apocalípticos. Y, como decimos, esto es
inevitable puesto que en estas contiendas siempre hallaremos enfrentándose a
muerte a dos poderes antagónicos e irreconciliables: por una parte a los
poderes de este mundo y por la otra parte a los adalides del mundo del mito y
el espíritu.
Pero dice la leyenda que los ejércitos del Papa de Roma, no hallaron nunca el
Grial al rendirse finalmente la fortaleza de Montsegur tras meses de asedio,
pues la noche anterior, cuatro perfectos cátaros consiguieron eludir el cerco y
ponerlo a salvo en una cueva de las montañas del Sabarthez, en el Pirineo.
Rhan, quien, cual puro loco, dedica los mejores años de su vida a buscar este
Grial por las cuevas y montañas pirenaicas de la región, no habría conseguido
encontrarlo, aunque sí abrió el camino para que sus camaradas, pocos años
más tarde lo reencuentren y lo descifren.
2- La Atlántida.
El mito del continente perdido, de la tierra de los hombres dioses, se entronca
con la teoría de los ciclos de la Humanidad, de la que nos habla Platón y que
es recogida posteriormente por toda la tradición esotérica hasta nuestros días.
La Atlántida habría sido una gran civilización extendida por el mundo entero,
que se habría visto fatalmente aniquilada por una catástrofe cósmica de la que
serían antiguos vestigios las visiones apocalípticas recogidas en las Edda y en
otros muchos textos antiguos, además de en la biblia judía.
Los sacerdotes del antiguo Egipto habían conservado, y sus libros sagrados
dan fe de ello, el recuerdo de un vasto continente que se habría extendido
antaño en medio del océano Atlántico, tal vez dentro de un espacio delimitado
al oeste por las islas Azores, y al este por la fractura geológica del estrecho de
Gibraltar.
3- El hombre de Cro-magnon.
Esta misma raza puede apreciarse también en muchos de los restos hallados
en las tumbas no expoliadas y en representaciones de los faraones y miembros
de su séquito plasmadas en los templos y monumentos funerarios del Egipto
Dinástico. En siglos pasados, estos rasgos llamarían la atención de los
egiptólogos, sorprendidos por hallarlos en una región africana.
Por las observaciones de Coon sobre los libios es más que probable que todos
ellos tuvieran antecedentes en este antiguo pueblo: “Hace 3.000 años, durante
el Paleolítico Superior un grupo de Cromagnon –los llamados hombres de
Afalou– vivieron en el norte de África y los libios descienden de ellos. Muchos
de ellos fueron pelirrojos dado que este rasgo todavía persiste en la zona… En
la actualidad, los rasgos de este tipo humano se encuentran sobre todo en
Noruega, Irlanda y el Rif marroquí. Los modernos bereberes descienden de los
antiguos libios”. No se trataba de una mera hipótesis. Coon se hallaba en lo
cierto. Las investigaciones de Cavalli Sforza y otros genetistas de la
Universidad Princetown confirmaron mediante pruebas de ADN efectuadas en
los años noventa que los bereberes están más próximos a los británicos que a
cualquier otro grupo racial africano o europeo. También existen otros datos
confirmatorios relativos al tamaño y forma de los cráneos de Cromagnon
encontrados en Afalou bou Rummel (Argelia), que son iguales a los
encontrados en Dinamarca y Suecia. Coon también habló de una “raza de
constructores de megalitos” que se situaba entre la nórdica y la de
Cromagnon, que tras haber construido templos astronómicos como el de
Stonehenge o pirámides subterráneas como Silbury Hill en Inglaterra, al igual
que en numerosos alineamientos en la Bretaña francesa como los de Carnac
(nótese la semejanza lingüística con Karnac egipcio) y muchas otras
construcciones principalmente por el Occidente de Europa, llevó consigo su
saber al Mediterráneo, norte de África, Libia y Egipto.
A mediados del siglo XX, el antropólogo Raymond A. Dart realizó una serie de
trabajos sobre cráneos egipcios fósiles que, al parecer, poseían rasgos
exclusívamente nórdicos. Asimismo rastreó cuatro grandes invasiones nórdicas
en Egipto (la anterior fue previa a las conocidas dinastías) y afirmó que “el tipo
faraónico egipcio era de procedencia nórdica como lo prueba la cabeza del
faraón Ramsés II, cuyo cráneo era elipsoide pelágico, es decir, nórdico”.
Faltaba un análisis del pelo de este faraón, pero en 1993, los antropólogos G.
Elliot, B. Smith y W.R. Dawson lo analizaron con microscopio y confirmaron
que era nórdico, igual que su cráneo. También efectuaron medidas
antropológicas en 25 grupos de esqueletos distintos de todo el mundo y
concluyeron que los faraones constructores de pirámides descendían de esta
“mítica raza megalítica” de la que habla Coon: “En conjunto, muestran lazos
con el neolítico europeo, el norte de África, la Europa moderna y más
remotamente, la India… El grupo de esqueletos que más se aproxima a los
antiguos egipcios es el del neolítico francés”. Precisamente, los constructores
de los mencionados megalitos prehistóricos.
No sólo eran rubios o pelirrojos muchos faraones. Son numerosos los restos
arqueológicos y paleoantropológicos que reflejan la existencia de egipcios
rubios, pelirrojos, de ojos claros y de raza blanca en el antiguo Egipto.
Seguidamente destacamos algunos de ellos reseñados en diferentes fuentes
antropológicas (B. Smith y W. R. Dawson) o aqueológicas (Sir Wallis Budge y
Sir Flinders Petrie):
-Una momia pelirroja, bigote y barba rojas cerca de las pirámides de Saqqara.
-Momias pelirrojas en las cavernas de Aboufaida
-Una momia rubia en Kawamil, junto con otras muchas de cabello castaño.
-Momias de pelo castaño encontradas en Silsileh.
-La momia de la reina Tiy tenía pelo ondulado y castaño.
-Cabezas pelirrojas en una escena rural en la tumba del noble Meketre
(alrededor del año 2000 a.C.).
-En la tumba de Menna, al oeste de Tebas (XVIII Dinastía), se ven en una
escena pintada en una pared a jóvenes rubias y a un hombre rubio
supervisando a unos trabajadores de piel oscura cosechando grano.
-Estela funeraria del sacerdote pelirrojo Remi.
-Talismanes con un ojo azul llamado el ojo de Horus.
-Egipcios pelirrojos con ojos azules en pinturas de la III Dinastía.
-Una pintura en la tumba de Meresankh III en Gizeh (alrededor del 2.485 a.C.)
muestra personajes pelirrojos de piel blanca.
-Una pintura de la tumba de Iteti en Saqqara muestra un hombre rubio de
aspecto nórdico.
-Pinturas de gente pelirroja con ojos azules en la tumba de Bagt, en Beni
Hassan.
Existen además muchos otros restos arqueológicos que representan a
individuos de raza blanca en el antiguo Egipto. Así, el museo egipcio de El
Cairo alberga miles de tesoros y entre ellos, las estatuas de Rahotep y Nofret
tienen rasgos blancos y los ojos de color azul. En la misma sala en la que se
conservan estas dos esculturas podemos ver otras representaciones del mismo
período que lucen ojos azules verdes o grises. Es el caso del famoso escriba
Morgan, o de la estatua de madera de Seikh el Beled. El Museo del Louvre en
París conserva entre sus tesoros la estatua del famoso escriba sentado (2500
a.C.), descubierta también por el francés Mariette en el Serapeum de Sakkara
en la década de los 50 del siglo XIX. Todos ellos tienen las mismas
características. Como ya hemos dicho, la presencia de estos rasgos de raza
blanca, se dan mayormente en las primeras dinastías.
En su libro “La Serpiente Celeste”, John Anthony West, apunta que los
llamados “venerables del norte” que aparecen en algunos textos religiosos
egipcios, no fueron seres de leyenda sino que existieron en realidad. Estos
hombres de raza blanca, debieron de ser una suerte de conquistadores que
provinientes de Europa, como hemos visto anteriormente, fueron a parar a
Egipto antes de las primeras dinastías.
5- Los guanches.
Entre los misterios y enigmas de las Islas Canarias, aún hoy día hay
numerosos testimonios de personas que han podido ver la “isla fantasma” de
San Borondón. En los antiguos mapas de navegación, esta isla aparecía
como la octava isla de las Canarias, una isla “inexistente” que nos atraería una
vez más hacia el enigma del continente perdido. ¿Será acaso una proyección
fantasmal del continente que un día existió “frente a las Columnas de
Hércules”?
A principios del siglo XVI, antes de que los españoles llegaran a Perú, en el
templo de Coricancha, se erguía una estatua de Viracocha. Según el texto
contemporáneo, la “Relacion anonyma de las costumbres antiquos de los
naturales del Piru”, esta estatua asumió la forma de una representación de
mármol del dios, que descrita “con respecto al cabello, color de la tez,
facciones, vestimenta y sandalias, era tal como los pintores representan al
apóstol san Bartolomé” Otros relatos sobre Viracocha aseguraban que se
parecía a santo Tomás. Varios manuscritos eclesiásticos ilustrados representan
a ambos santos como individuos blancos, delgados y barbudos, de mediana
edad, calzados con sandalias y ataviados con largas y vaporosas túnicas.
Como veremos, los documentos históricos confirman que éste era el aspecto
que representaba Viracocha, según descripción de quienes le veneraban.
Quienquiera que fuera este antiguo dios, por tanto, no podía ser un indio
americano actual, pues éstos son gentes de piel relativamente oscura y escaso
vello facial. La poblada barba de Viracocha y su pálida tez indicaban que se
trataba de un individuo de raza blanca.
En el siglo XVI, los incas coincidían con esa opinión. De hecho, sus leyendas y
creencias religiosas hicieron que estuvieran tan convencidos del tipo físico de
Viracocha que en un principio confundieron los españoles blancos y barbudos
que desembarcaron en sus costas con Viracocha y sus semidioses, pues su
regreso había sido profetizado hacía mucho tiempo y el propio Viracocha,
según todas las leyendas, prometió volver. Esta feliz casualidad proporcionó a
los conquistadores de Pizarro la ventaja estratégica y psicológica que
necesitaban para dominar a las fuerzas incas, numéricamente superiores, en
las batallas decisivas.
La historia de la isla se divide (según los datos que aparecen en unas tablillas
que contienen jeroglíficos anteriores a la existencia de los moais) en tres
periodos que acabarían con diversos enfrentamientos y guerras entre los
Orejas Largas (de rasgos indoeuropeos) y los Orejas Cortas (de piel oscura y
cabello negro). Cuando el almirante holandés Jacob Roggeveen descubre
Pascua en 1772, estaba superpoblada por estas dos razas que aún
permanecían bien diferenciadas a pesar de darse ya un proceso de decadencia
y mestizaje. Las leyendas hablan de los Orejas Largas, como de una raza
proveniente del cielo y de los Orejas Cortas, como provenientes de otras islas
del Pacífico. El investigador británico James Churchward, tras haber descifrado
el contenido de diversas tablillas, concluye que éstas informan de la existencia
de una civilización desaparecida en el Pacífico hace unos 12.000 años,
(desaparecida coincidiendo en el tiempo con la también desaparecida
Atlántida) y que sería el continente de Mu. Los instructores y fundadores de
esta civilización provendrían del cielo y construyeron gigantescos templos,
monumentos y ciudades en piedra. Utilizaban la “fuerza antigravitacional” para
hacer levitar las pesadas piedras. En algunas de las leyendas y tradiciones de
las culturas posteriores al cataclismo que sucediera hace 12.000 años, existen
leyendas y tradiciones con referencias a técnicas antigravitacionales que
permitirían la levitación de grandes objetos, o incluso seres humanos,
empleando “secretos sonidos mágicos”.
Existían otras divinidades, en concreto entre los mayas, cuyas identidades eran
muy semejantes a las de Quetzalcóatl. Una de ellas era Votan, promotor de la
civilización, al que también se describía como un individuo de tez pálida,
barbudo y vestido con una larga túnica. Como vemos, su nombre coincide con
el germánico Odín o Wotan y su símbolo principal, al igual que el de
Quetzalcóatl, era una serpiente. En términos generales, existe un trasfondo de
datos históricos en los mitos mayas y mejicanos. Lo que las tradiciones indican
es que el barbado extranjero de raza blanca llamado Quetzalcóatl (o
Kukulkán, o lo que sea) no era un solo individuo, sino que probablemente se
trataba de varias personas que procedían del mismo lugar y pertenecían a un
mismo tipo racial no indio, sino blanco. Ciertos mitos que se incluyen en
antiguos textos religiosos mayas conocidos como los Libros de Chilam
Balam, por ejemplo, afirman que “los primeros habitantes de Yucatán fueron
los del pueblo de la serpiente. Estas gentes llegaron del este en unas
embarcaciones acompañando a su líder Itzamana, la serpiente del Este, un
sanador capaz de curar mediante la imposición de manos y resucitar los
muertos”. Son los “compañeros de Quetzalcóatl” y venían de una isla en
medio del Atlántico a la que llamaban Thule. Entre tanto, Juan de
Torquemada, relató esta específica tradición, anterior a la conquista, referente
a los extranjeros de imponente presencia que habían llegado a Méjico con
Quetzalcoatl: “Eran unos individuos de gran empaque, bien vestidos, con unas
largas túnicas de lino negro que iban abiertas por delante, sin capas,
escotadas y con unas mangas que no alcanzaban los codos… Estos
seguidores de Quetzalcóatl eran hombres de gran sabiduría y excelentes
artistas en toda clase de oficios y trabajos”.
En su libro “La Corte de Lucifer”, Otto Rhan se refiere al tema que nos
referimos de los “dioses” blancos de América, transmitiéndonos la idea que
tenían los nacionalsocialistas al respecto de una América civilizada ya antes de
la llegada de Colón por la raza blanca o atlante. A su vez, Rhan desarrolla una
dura crítica del cristianismo católico, afirmando que “el Nuevo Mundo fue
descubierto por segunda vez por Cristóbal Colón, el nombre de pila (de
Cristóbal Colón) significa “portador de Cristo”. Por lo que Colón ha llevado la
doctrina de Cristo que Jesús sacó de la casa de David a través del océano.
Sobre las huellas de Colón, Hernán Cortés navegó sobre el mar océano y
conquistó el imperio azteca de Méjico para España. Escribió un informe al
emperador. Allí se dice que Moctezuma, rey de los aztecas, se sometió al
emperador, porque él lo consideraba como el señor de “Aquel Luminoso
Superior”, del que sus propios ancestros provenían. (referencia a los
antepasados raciales atlantes-blancos de la aristocracia azteca). Moctezuma
incluso aceptó que Hernán Cortés quitara todos los “ídolos”. Sólo cuando él, el
rey, fue hecho prisionero y gravemente herido por los invasores sedientos de
oro, rechazó todo tipo de tratamiento a sus heridas, desdeñó llegar a ser
Cristo, quiso morir y murió. Había pagado un terrible error. Cortés era un
enviado del Papa y del emperador católico, pero no del “sabio dios”, al que él y
los suyos por tanto tiempo habían esperado. Del norte debía llegar el dios de la
Patria Primitiva Tulla o Tulán, que había sido una “Tierra del Sol”, pero donde
“el hielo había empezado a dominar y ningún sol más había”. Debía provenir
de Thule. En lugar de la llegada de la Corte de Lucifer –cito de “Redentor
blanco” de Gerhart Hauptmann–: el engendro, que al rostro de nuestra Madre
Tierra deshonra desvergonzadadamente con la inmundicia de su horror…”
No obstante, es preciso añadir que los grupos racistas alemanes del siglo XIX
y, sobre todo, las sectas nacidas de la Primera Guerra Mundial no eran las
únicas en apelar a la tradición de la Atlántida; los teósofos, guiados por la
célebre medium señora Blavatsky, pretendían también conocer el lejano
pasado de los “Grandes Antepasados”. La señora Blavatsky no dudó en
afirmar que ella había conseguido leer, página por página, el manuscrito
secreto que relataba la historia del fabuloso continente, el cual se hallaría en la
biblioteca del Vaticano (conservándose otro ejemplar en un monasterio del
Tíbet).
En tales círculos de pensamiento, sobre todo, por parte del fundador de la
Antroposofía, Rudolf Steiner, se atribuye a los atlantes el dominio de las
técnicas más modernas y superiores a las de nuestra ciencia actual, armas de
vanguardia, vehículos motorizados, cohetes e incluso ingenios espaciales y
máquinas que permitían desplazarse en el tiempo, tanto hacia el pasado como
hacia el futuro. El absoluto control que poseían sobre las fuerzas de la
naturaleza al transformarse en “fuerza negra” les habría arrastrado a un
cataclismo inconcebible, resultado tal vez de su dominio “demoníaco” de la
energía nuclear.
Los celtas, los vikingos, los germanos han conservado el recuerdo de Thule
como el de un verdadero Edén, análogo al País del Otro Mundo, de la Gesta
del Gral… “Más allá de los mares y de las islas afortunadas, más allá de las
espesas nieblas que defienden su acceso”, en esta isla “donde los
hiperbóreos están en posesión de todos los secretos del mundo”. Más que
todos los otros, sin duda, los germanos se apoyan en la leyenda de Thule.
Sobre ella basaron, hasta bien entrado el siglo XX, su culto pagano y sus
ocultas aspiraciones políticas. Este mito no se ha debilitado jamás. Inspiró el
“Fausto” de Goethe y el “Parsifal” de Ricardo Wagner. “La balada del rey de
Thule”, escrita por Goethe, y que Gérard Nerval tradujo en verso francés, tiene
un sentido esotérico que no escapa a los tradicionalistas.
La leyenda de Thule se relaciona, por tanto, con esta Hiperbórea, que habría
existido en el Gran Norte, en algún lugar entre el Labrador e Islandia, o tal vez
más al norte aún. Una enorme isla de Hielo rodeada de “altas montañas
transparentes como el diamante”, Hiperbórea no habría sido, sin embargo,
glacial: “en el interior del país reinaba (1) un dulce calor en el que se
aclimataba perfectamente una vegetación verdeante. Las mujeres eran de una
belleza indescriptible. Las que habían nacido en quinto lugar en cada familia
poseían extraodinarios dones de clarividencia”. El hombre de Hiperbórea,
descendiente de “Inteligencias del Espacio”, es descrito en el “Libro de Enoc”
(cap. CVI-CVII): “Su carne era blanca como la nieve y roja como la flor de la
rosa; sus cabellos eran blancos como la lana; y sus ojos eran hermosos”. En la
capital de Hiperbórea, Thule, “vivían los sabios, los cardenales y los doce
miembros de la Suprema Iniciación…”
Entonces, sin lugar a dudas, los dioses moraban entre los hombres y
compartían con ellos la copa de oro de la ambrosía, brebaje sagrado que
proporciona la eterna juventud. Encontramos aquí las viejas leyendas
germanas y escandinavas (2) que rememoran la epopeya de los hombres-
dioses y la creación del mundo, cuyo mito se vuelve a encontrar en el núcleo
de todas las grandes religiones.
NOTAS
(1) Esta descripción del clima y de la vegetación polar nada tiene de inverosímil. La
Geología parece confirmar la leyenda de este paraíso ártico. Roger Vercel ha
descrito con conmovedora precisión lo que habría podido ser esta región en
remotísimos tiempos: “Por aquel entonces, existían vastas frondosidades de
árboles gigantes en Groenlandia y el Spitzberg (islas situadas al norte del Circulo
Polar Ártico). Bajo un sol de fuego, la profunda vegetación de los trópicos se
llenaba de savia en los lugares en que hoy en día vegetan líquenes cortos. Los
helechos arborescentes se entremezclaban a las colas de caballo gigantes, a las
palmeras del período terciario, a las lianas de la jungla ártica. Resplandecía el
verano; las nubes, cargadas de fecundidad, vertían cálidas lluvias, y en la
inmensidad del bosque polar vivían animales de gran volumen, el mamut velludo,
el rinoceronte bicorne, el gran ciervo, cuyas astas alcanzaban cuatro metros, el
león de las cavernas… “ (Comunicación póstuma a la Sociedad francesa de
Filosofía, página 26). De esta lujuriante vegetación, la hulla de Spitzberg y de la
isla del Oso son su vestigio… “En aquella época el polo de frío estaba, sin duda,
cerca de París o de algún lugar de Europa Oriental… Y el Paraíso Terrestre se
extendía al extremo norte de las Islas Boreales, en esta zona tan bien defendida
por los bancos de hielo que hasta ahora no se ha podido determinar con precisión
los límites de la tierra y del agua (Al asalto de los polos, Colección Marabout,
páginas 7-8).
La Islandia de los vikingos y de las sagas ha podido muy bien guardar el vago
recuerdo de una civilización floreciente que se habría desarrollado en una
época fabulosa. Lo cual explicaría también el extraordinario desarrollo de las
ciencias ocultas, y particularmente de la alquimia, entre los monjes islandeses
de la Edad Media.
CAPÍTULO II
1- La caída de la humanidad
2- El dualismo y el “eterno retorno”
3- Los hiperbóreos
4- La corriente esotérica oculta
1- La caída de la humanidad
Tales leyendas, nos aportan sin duda parte de verdad y están vinculadas a la creencia
de la renovación periódica de la humanidad. Así, habríamos conocido cuatro ciclos
anteriores, y el último sería el ciclo del agua, o del diluvio, recuerdo catastrófico
registrado tanto en los libros tibetanos como en los escritos Vedas o en la biblia judía.
La idea de periódicos apocalipsis, merecidos o no por el hombre, satisface el espítitu,
ya que rellena las lagunas de la historia, al mismo tiempo que explica el sentido de la
Creación en un eterno devenir.
No obstante, la sola lectura de las leyendas que han llegado hasta nosotros es
ya rica en enseñanza. La raza de los gigantes y de los cíclopes, presentes en la
mitología griega e incluso en la biblia judía (Libro de los reyes), si realmente
existió, presupone condiciones de vida muy diferentes de las que conocemos.
En efecto, para que la glándula pineal del hombre se desarrollara hasta el punto
de permitirle un crecimiento casi indefinido, habría sido preciso que la gravedad
terrestre fuera mucho menor que en nuestros días. Sin duda, algunos no
dudarán en franquear este paso y responderán que nuestros remotos
antepasados eran seres extraterrestres venidos de otro planeta, incluso de otra
galaxia. Habrían llegado de los confines del Cosmos; lo cual, sin embargo, deja
intacto el problema de la Creación. El sufrimiento del hombre tiene su origen
esencialmente en la ignorancia en que se encuentra acerca de su origen (en el
sentido metafísico del término) y de su futuro.
b- La segunda, entiende que tanto si se trata del combate entre el bien y el mal, el
fuego y el hielo, la luz y las tinieblas, el hombre está en conflicto con un mundo
que debe “transmutar”, si quiere cumplir plenamente su destino. Frente al
monismo espiritual, se levanta, siempre combatida y siempre renaciente, la
cosmogonía dualista, llena de energía, que ve la vida como la lucha incesante entre
diversos elementos. Estamos en un mundo que no es fijo, estático, sino más bien vivo,
en pleno cambio.
Las antiguas leyendas germánicas, así como las sagas nórdicas, al igual que los
vedas hindúes, enseñan precisamente esto a través de una mitología que en
ocasiones nos parece embrollada.
La Persia de los primeros tiempos conoció también, con la religión mazdeísta de la luz,
el dualismo cósmico. Si los germanos provienen de la misma raza indoeuropea que los
persas de origen, los puntos de convergencia entre ambas creencias no deben
sorprendernos. Así, el dualismo luz-tinieblas, y el culto del astro solar, eje del sistema
religioso, son otros tantos símbolos comunes a los germanos de Tácito y a los persas
de Zoroastro (Zaratustra). Sabiendo esto, no resulta sorprendente que Nietzsche, el
filósofo alemán de la renovación y de la voluntad de poder, se haya abrevado en las
fuentes de la tradición irania para la inspiración poética de su “Zaratustra”.
3- Los hiperbóreos.
En contraposición a las ideas evolucionistas, la tradición aria nos habla de “paraísos
perdidos” y de un mundo sometido a procesos involutivos. El hombre en este mundo
no evolucionaría hacia la perfección, sino que involucionaría o descendería desde
naturalezas superiores o divinas hasta la situación actual en la que nos hallaríamos.
De aquí la tradición de las sucesivas razas de oro, plata, bronce y hierro de la que nos
hablan Hesiodo y la tradición aria de la India.
Los Dioses Blancos habrían llegado hasta este mundo desde otros mundos, otros
universos, otras realidades. Puede encontrarse una alusión al reino de los gigantes en
la predicción del Wala, al comienzo del Edda islandés: “Recuerdo los gigantes
nacidos con el alba de los días, estos gigantes que me enseñaban en otro tiempo la
sabiduría”. En las antiguas leyendas, los gigantes son descritos como una “raza roja”,
es decir, de cabellos rojos, ya que se vuelve a hablar de cabezas rojas. La
gigantomaquia describe así los gigantes anteriores al diluvio: atlantes, titanes, cíclopes
u hombres de cabellos bronceados. Es preciso admitir que la noción de rojo ha estado
siempre ligada, a través de toda la antigüedad, a las razas nórdicas y célticas, es
decir, del Atlántico Norte. En los frescos tibetanos que muestran “los cuatro reyes de
las cuatro direcciones del espacio”, el Oeste está representado por una figura roja que
tiene en sus manos una especie de pequeño monumento funerario.
Si el nacional socialismo trató de recrear “la raza perdida”, nunca habría dejando a la
mecánica del mundo la evolución o selección, sino que la buscaría por un proceso de
recuperación dirigido con una finalidad específica. Tratose de purificar la raza de tal
forma que fueran extirpados los “aspectos demoníacos que dieron lugar al diluvio”. Un
proceso alquímico de purificación, no una evolución adaptada a los patrones de este
mundo. Se buscaba recrear una raza que por un lado fuera vigorosa y sana y que
además fuera de mente clara e inteligente, hasta llegar a alcanzar las capacidades
superiores propias de los órganos espirituales correspondientes. Sólo una raza sana y
vigorosa, pero además de mente clara, despierta e inteligente puede llegar a alcanzar
un día el dominio total de sí misma (la libertad) y despertar el poder espiritual del bien
y la belleza en su más pura expresión.
Tal vez los antiguos griegos consiguieran percibir atisbos de la gloria de esos seres en
sus dioses, sus estátuas marmóreas y su ideal de perfección. En algunos individuos y
razas actuales podríamos hallar retazos de ese ser superior, aunque ya mezclado,
involucionado, decaído, ofuscado y torpe.
Platón propone una educación sana y armoniosa, destacando la importancia de la
gimnasia (cuerpo vigoroso), así como de la música, y señalando además la necesidad
de la condición racial. Mediante diversas prácticas esotéricas y la práctica del sexo
sagrado, los iniciados en los misterios de la antigüedad, tratarían de hacer encarnar en
la raza espíritus superiores.
Dos son los condicionantes principales en la cuestión racial. Por un lado el vigor
físico y la salud del cuerpo y por otro lado, la pureza racial o espiritual. Por la
pérdida de la pureza racial, el que fuera hiperbóreo involucionó hacia la
animalidad, perdiendo la espiritualidad pura, cayendo en la rueda del “samsara”,
siendo desde entonces azotado por los males y miserias del mundo, la
enfermedad, el vicio, la muerte, la animalidad, en definitiva.
Prometeo, en la mitología griega, roba el “fuego de los dioses” para entregárselo a los
mortales. Parece estar refiriéndose este suceso a un acto en el que la sangre (o fuego)
aria (o dioses) pasa a encarnar en algunos hombres, de tal forma que desde entonces
una nueva raza de hombres participará de las capacidades y el conocimiento divino.
Desde entonces se produjo una quiebra o crisis en el mundo y Zeus (dios de dioses),
encadenó a Prometeo en una roca de las montañas del Cáucaso haciendo que un
águila devorara su hígado que le volvía a crecer una y otra vez para ser nuevamente
devorado.
La biblia judía parece estar hablando del mismo tema cuando nos habla de los
“nephelin” que engendraron hijos en mujeres de la tierra para crear una raza de
gigantes, “héroes famosos de la antigüedad”. También el demiurgo Jehová condena a
Adán y Eva y los expulsa del Paraíso impidiéndoles que coman del árbol de la vida “no
sea que coman de él y vengan a ser como uno de nosotros”.
Las razas sujetas a la rueda del “samsara” o del mundo procederían exclusivamente
del proceso conocido como “evolución” o adaptación al medio, siendo manifestaciones
demiúrgicas, esto es evolución del animal.
Muchos han buscado a los hiperbóreos, la raza divina vestida por trajes de aire, allá en
la Patria Nórdica Polar donde los hombres dioses celebran sus fiestas. Pitheas de
Marsella, en el siglo III antes de Cristo, llegó hasta la actual Islandia buscando Thule.
Es una nostalgia y un recuerdo de ese Paraíso que llama a los peregrinos por la
“memoria de la sangre”, la sangre de los ancestros hiperbóreos.
Los dioses estuvieron el la tierra y de su pasado dejaron recuerdos y señales por todo
el planeta, por todos los continentes. Restos de edificaciones ciclópeas que jamás
pudieran haber sido construidas por hombres miserables que nisiquiera conocían ¡el
sencillo mecanismo de la rueda o de la polea!.
Hubo otra civilización anterior a la actual,una civilización que abarcaba todo el planeta
y que no se limitaba a este planeta. Esta civilización era diferente en todos los sentidos
al mundo actual y tenía unos principios y unas realizaciones que nada tienen que ver
con lo que hoy día conocemos. Entonces existieron dos humanidades. Una humanidad
era la que hemos identificado como hiperbórea y el resto era la raza proviniente de la
evolución del animal-hombre. Los hiperbóreos dominaron el arte de la civilización y
establecieron diversas colonias por todo el mundo. Su capital era Thule y se hallaba
en el extremo Septentrión. Platón los denominó Atlantes, de “A-tlan-te”, “tlan”, “tulan”,
“thule”. La Atlántida se hundió en una sola noche y Platón nos indica que su causa fue
la decadencia racial y el mestizaje, cuando finalmente la componente divina de los
atlantes se agotó pasando a predominar la componente animal.
La Leyenda Venusina nos dice que “antes que todo existiera, en el cielo se
enfrentaron las fuerzas del Príncipe Lucifer contra las del impostor Jehová en una
contienda cósmica. Lucifer será desde entonces el “ángel caído”, refugiándose
en el polo norte, que hoy es el polo sur o antártico por la inversión de la tierra en
tiempos remotos. Ahí vivirá “atrapado” en el Mundo Interior, en el “infierno” y
con él marcharán sus leales huestes y desencadenará una recurrencia cósmica
que se repetirá en las rondas del Eterno Retorno hasta que vuelva a recuperar el
trono que por su naturaleza le pertenece, expulsando al Impostor. Desde la
extraordinaria guerra del libro Maharbarata hindú, hasta la Segunda Guerra
Mundial, los ecos de esta guerra primigenia se repiten en la historia, en donde
las fuerzas impostoras triunfan momentáneamente, convirtiendo ante el mundo
a los leales en seres oscuros y condenándolos a las sombras; haciéndolos
“demonios”, llevándolos al mismo tormento de Wotan en Iggdrasil o Irmisul, la
Encina Dorada, el “Árbol del Espanto” de los Sternsteine, destruido por
Carlomagno”.
Según este conocimiento al que se refieren los textos de los arios hindos, el
continente Ártico, hace milenios, era un lugar de clima templado y con una
naturaleza generosa. Esta tierra, denominada Thule, fue habitada por una
civilización superior, una civilización que participaba del conocimiento
trascendente o espiritual y que era formada por los arios originales, seres
venidos de las estrellas, semidivinos y de sangre pura. Estos habitantes se
llamaban “ariyas”, de donde proviene la palabra “ario”, que viene a decir
“nacido dos veces” o “iluminado”. La Patria de esta estirpe estaba aislada del
mundo por el inmenso océano boreal. Gracias a esta separación, la pureza
racial no estaba amenazada y podían vivir en armonía. Pero tras una serie de
cambios climáticos debidos a un cataclismo planetario, aquella eterna
primavera dio paso a un clima frío e inhabitable, con lo que los arios primitivos
hubieron de emigrar hacia regiones más al sur. Así, los arios emigrarían hacia
diversas regiones situadas al norte del continente euroasiático, fundando la
legendaria civilización del Gobi, en el Asia y migrando también hacia
Escandinavia. Los innumerables restos de fauna congelada en las islas árticas
hoy inhabitables, como la isla de Vrangelja (Vrangel), al norte de Siberia, en
pleno Océano Ártico, así como los yacimientos de carbón de las islas árticas
como Spitsberg (Noruega), son la demostración de que en otro tiempo aquellas
tierras polares, hoy inhabitales, fueron lugares de naturaleza exuberante. De
esta manera, la Patria original de los arios sería sepultada por los hielos
polares.
En su libro “Nos. Libro de la resurección”, el escritor y exdiplomático chileno
Miguel Serrano, rebusca el origen de los arios, llegando a la conclusión de
que el Génesis de la biblia judía es un relato atlante adulterado. De hecho, se
hallaría más cerca de lo acaecido lo que Platón dice en su Critias y en el
Timeo. Serrano señala la mitología griega y dice que “Al principio, un hombre
surgió de la tierra. Se llamaba Evénor y desposó a Leucippe. Tuvieron una hija,
Clito. De ella se “enamoró” Poseidón”. Esto es, Poseidón, o una raza divina,
vendría a cohabitar con las “hijas de los hombres” o las surgidas de la tierra,
“enamorándose”, y cruzándose con ellas. De esta forma se engendraron los
héroes semidivinos, no immortales ya. “En verdad, los dioses griegos son los
héroes y reyes (semi-divinos) de la Atlántida-Hiperbórea. Poseidón y Clito
dan a luz las cinco parejas de gemelos de los diez reyes de la Atlántida. Los
Dioscuros, Castor y Pollux (Polo) son una de estas parejas. También lo sería
Jasón. Por lo menos es un rey del Gral, como Heracles-Hércules”. Aquí,
Miguel Serrano indica que el gemelo en cada una de las 5 parejas de reyes
gemelos de la Atlántida, en lugar de una entidad material es el “doble” divino de
un mismo “semidivino”. De esta manera, cada semidivino tendría en un mundo
astral, paralelo, un doble divino. O también podríamos decir que cada semi-
divino tiene dos naturalezas: una mortal y otra divina. Serrano llega a la
conclusión de que “se desprende de todo esto que existen varias
humanidades. La humanidad divina de los hiperbóreos, la semidivina de los
héroes descendientes de los divinos mezclados y la de los animales-hombre,
los sudra, los pasu, los esclavos de la Atlántida, tal vez los robots de la
Atlántida que de algún modo sobrevivieron a su hundimiento. Platón nos
cuenta la destrucción de la Atlántida, debiendo referirse a una catástrofe
acaecida con mucha posterioridad a la inmensa tragedia de la que sólo hay
memoria en el registro akásico del universo. De aquella no se salvan más que
los divinos hiperbóreos en sus vimanas o “discos volantes”, yendo a otros
astros. (¿a Venus, la estrella matutina?). El eje de la tierra se desvía, nacen las
estaciones, involuciona la Segunda Tierra. La Primera Tierra pasa a ser la
Tierra Interior, "hueca”. Cuando los divinos retornan, tras edades (Lucifer es
uno de sus jefes) encuentran todo cambiado. En la superficie hay seres
extraños irreconocibles (Evénor, Leucippe, Clito?)”. No sabemos con qué fin
los divinos mezclaron su sangre con los “hijos de la tierra”, aunque podemos
pensar que la intención era ayudar a la humanidad y transferirle “fuego de los
dioses” (que Prometeo entregara a los hombres), esto es, su sangre divina, y
Lucifer y sus huestes entran en la Tierra Hueca, donde edificarán las ciudades
de Agartha y Shamballah. También los Edda se refieren al mismo asunto del
“Libro de Enoc” y del “Mahabharata”, presentando a los Vanes y los Ases
como extraterrestres. Son los ángeles del “Libro de Enoc” que enseñan a los
hombres la ciencia, el arte y la civilización. Los escritos antiguos nos hablan de
un conflicto bélico legendario entre parientes de la misma sangre, los Ases y
los Vanes, o los Pandavas y los Koravas de la Guerra del Mahabharata. Los
Ases provienen del Cáucaso, tal vez descendidos del monte sagrado Elbruz, y
son guiados por Odín-Wotan con su hacha mágica. Los Vanes se hallan al
norte. Atlas o Irmín sería un Vanes. De la unión de Ases y Vanes vendrían los
germanos que guardan en su sangre la memoria de los ancestros
hiperbóreos. Eurípides se refería a Hiperbórea como el “País del Ámbar” (la
región báltica y el sur de Escandinavia), región situada al norte, de donde
provendrían los arios. Así mismo, según Miguel Serrano, los Tuathas de
Dannan de la leyenda irlandesa, son los mismos que los germanos identifican
como los Ases, esto es, los extraterrestres descendidos de los astros.
Hay que memorizar, nos informa de nuevo el autor galo, que los nórdicos
sitúan la patria de los hiperbóreos en esa Thule en donde, se cree, debieron
aterrizar los primeros seres llegados de las estrellas. Estos hiperbóreos, según
germanos, celtas y las antiguas tradiciones, proporcionaron la raza de los
hombres superiores que se hundió con su continente cuando se produjo el
cataclismo mundial o el “hundimiento de la Atlántida”.
De esta forma, los arios, en tanto que se alejaban de su lugar de origen, iban
llevando su civilización a las diversas partes del mundo, instalándose y
levantando imperios y culturas. Pero la consecuencia de esto era la pérdida de
la pureza racial original, al mezclarse con las razas “hombre-animal” que
hallaban y se les agregaban en las regiones meridionales. Los primeros arios
tras la desaparición de la Hiperbórea polar, los hiperbóreos que se salvan de
la catástrofe, emigran con la swástika dextrógira, en dirección del Gobi, tierra
verde, de grandes bosques, en aquel entonces, y allí fundan una gran
civilización, cuyos restos aún podrían encontrarse bajo las estepas y las arenas
de los desiertos del Asia central. Esta civilización también desaparece. Miguel
Serrano dice que pudo ser debido a causa de una explosión atómica. A esta
catástrofe se estaría refiriendo la historia bíblica de la mujer de Lot y la Estatua
de Sal. Según el profesor Hermann Wirth, la gran emigración del Gobi de los
pueblos Aryo-Godos que logran salvarse de la catástrofe que ha transformado
en un árido desierto a esas regiones (actual desierto del Gobi, entre China y
Mongolia), ha sido robada y falseada por los judíos, que serían una tribu o
casta de parias que se mantendría parasintando en la periferia de ese éxodo.
Se apropiarían así los judíos del mito y la leyenda (las 12 Tribus, “los Cuarenta
Años de peregrinación en el Desierto”, etcétera) traspolando los
acontecimientos a los desiertos del Sinaí y tierras de Palestina, donde al final
arribarían, como un grupo o tribu de indeseables. Se dice que habría un
manuscrito que explicaría esta historia que, según Miguel Serrano, puede
conservarse en una sinagoga o en los mismos subterráneos del Vaticano. De
aquella antigua migración aria en Asia aún perduran leyendas y conocimientos
secretos como los que anteriormente nos referíamos a los templos del Tíbet
anterior a la invasión comunista. Los arios que más cerca permanecieron de su
lugar de origen, tras la última glaciación, fueron aquellos que se establecieran
en Escandinavia. Así, su pureza perduró allí con mucha más firmeza que en el
resto de los lugares que los arios colonizaran. Esta patria nórdica posterior a la
pérdida de Hiperbórea, Escandinavia, será el origen de las últimas migraciones
de arios hacia regiones más meridionales de Europa y Asia cercana. Así,
desde Escandinavia, migrarán los descendientes de los arios que vendrán a
civilizar Troya, el Hélade y posteriormente Alba Longa, los creadores del
Imperio de Roma.
Los fundadores de las civilizaciones del Asia eran gente de raza aria. Un
ejemplo es Irán (“Arián”), que toma su nombre de sus antiguos conquistadores
originales. Hasta 1979, el Shah era el “Señor de los Arios”. No es necesario
aclarar el origen de la civilización de la India, la cual es fundada y civilizada por
los arios provenientes del norte. También se sabe que hacia el Siglo I D.C. el
noroeste de China era habitado por gente de raza blanca o “caucásica” que
hablaba un idioma llamado tochario. A principios del siglo XX, arqueólogos
alemanes y franceses que excavaron en las provincias del noroeste chino
descubrieron los grandes parecidos entre esta lengua supuestamente aislada y
los idiomas germánicos y celtas. Recientes excavaciones en la provincia de
Xinjiang han descubierto cuerpos momificados de gente que vivió hace entre
4000 y 2400 años. Los cuerpos habían sido preservados increiblemente bien y
de acuerdo al New York Times, “…los arqueólogos apenas podían creer lo que
veían…”. Las momias tenían narices largas al igual que los cráneos, pelo rubio
o rojizo, labios finos y otros rasgos inconfundiblemente arios. Una momia de
una joven adolescente de pelo rubio se ha convertido en una atracción para
turistas. Aparentemente era una princesa de hace unos 3.000 años ya que fue
envuelta en ropas bordadas de lana y cuero junto con bellas joyas, jarros y
ornamentos de oro, plata y jade. El Dr. Víctor H. Mair de la Universidad de
Pensilvania dijo: “Debido a que los cuerpos encontrados son sin duda de la
familia indoeuropea y porque datan de un periodo lo suficientemente antiguo
como para tener relación con la expansión de los indoeuropeos desde su
lugar de origen, jugarán un papel crucial en la determinación del mismo (el
lugar de origen)”.
Hacia el año 1167 de nuestra era, nace de la tribu de los Kiyad un niño que
será llamado Temujin, en el ámbito geográfico por donde discurre el río Onon,
al nordeste de Ulaan Baatar (actual capital de Mongolia), esto es, en el extremo
oriente de Asia, al norte de China. Su tribu provenía de una unión entre turcos
e iranios y, en contra de lo que pueda parecer, no eran parientes ni de lejos de
los chinos, sus ancestrales enemigos. Temujin era de pelo rojizo, tez blanca,
de raza blanca y ojos verdes grisáceos. En 1206, tras años de duras y
sangrientas batallas fraticidas, Temujin y sus hombres salieron victoriosos. El
siglo XIII había hecho acto de presencia y era el momento propicio para que
todos asumieran los designios de un gran Khan. De esta forma, en 1206 fue
convocada la “kurultai” o asamblea de notables mongoles. En ella abandonó su
nombre Temujin para asumir el de Gengis Khan, fundador del imperio más
extenso de la historia. El Khan era un eugenésico que mejoraba los genes de
su horda al emparejar a sus guerreros con las mejores mujeres apresadas. La
SS, conocedora de que el propio Gengis Khan (quien llevaba una esvástica en
su sello) y sus élites no eran de raza mongólica sino descendientes de antiguos
atlantes, realizó una edición especial en un sólo volumen de un libro sobre el
caudillo mongol para sus tropas. El mismo Hitler admiraba el genio organizador
de Gengis Khan y en una ocasión afirmó que “¡Si Gengis Khan fue realmente
el gran hombre que la historia nos muestra, entonces es que era ario!”
Séis siglos antes de Cristo, surge en el norte ario de la India el budismo. Según
diversos estudiosos afines al nacional socialismo y al fascismo, como el mismo
Julius Évola, en su forma más pura, quitando las impurezas culturales
mestizas que ha sufrido con posterioridad, Buda fue un “iluminado”, un “ariya”
que respondía al nombre de Siddharta, un hombre de raza aria que se
mantuvo fiel al código de honor y lealtad de los antiguos hiperbóreos que
antaño habitaban Thule, y que vino a denunciar la creciente degeneración y
bastardización del brahmanismo de su época. El barón Julius Évola,
investigador del budismo, nos dice que este, en su forma original, es de espíritu
puramente ario y de una visión anterior a la humanidad actual. ( “La Doctrina
del Despertar. El budismo y su finalidad práctica”. Editorial Grijalbo, SA.).
Hablamos ahora del Tíbet, que aunque a algunos poco informados pueda
extrañar, tiene mucho que ver con el tema de la Atlántida. Las relaciones entre
la Alemania nacionalsocialista y el Tíbet fueron más allá de la mera rutina
diplomática. Durante el Tercer Reich, Alemania mantuvo en el Tíbet diversos
delegados y observadores y la celebrada expedición SS de 1938-1939 realizó
multitud de estudios sobre las más diversas cuestiones. Himmler trataba de
verificar la hipótesis de que tras el hundimiento de la Atlántida, el Tíbet fue
habitado por atlantes blancos y que en ese lugar del mundo aún es guardado el
conocimiento de los antiguos y las entradas a su “reino subterráneo”.
La expedición alemana logró crear una actitud positiva respecto a Alemania por
parte de los tibetanos. Bajo el lema del “Encuentro de la esvástica occidental
con la oriental” lograron establecerse contactos políticos de alto nivel con el
gobierno tibetano que se manifestaron, entre otros, en la declaración oficial de
amistad que Qutuqtu de Rva-sgren, el regente tibetano, puso por escrito a la
atención del “notable señor Hitler, rey de los alemanes, que ha conseguido
hacerse con el poder sobre el ancho mundo”. También en el documental se ve
una larga cola de tibetanos que acuden a ofrecer regalos a “los primeros
alemanes que son recibidos aquí” (lo que no es del todo cierto, ya que el propio
Schäfer había participado anteriormente en dos expediciones al Tíbet
realizadas por un equipo germano-estadounidense).
Entre los nacionalsocialistas que se aventuraron por las altas regiones del
Himalaya y el Tíbet, encontramos en lugar preferente a Heinrich Harrer, quien
narra sus aventuras en su libro “Siete años en Tíbet”. Harrer es detenido el 1
de septiembre de 1939 en la India, justo al empezar la guerra y finalmente, tras
varios intentos, consigue fugarse del campo de concentración donde estaba
detenido por los ingleses alcanzando el Tíbet el 17 de mayo de 1944. Gracias a
los delegados alemanes que permanecían en Lasha, Harrer pudo establecer
contacto con las autoridades tibetanas, llegando a convertirse finalmente en
instructor y hombre de confianza del Dalai Lama.
Harrer estaba incorporado a la “Orden Negra” (la SS) desde 1938 y era
miembro de los “wandervogel” o “pájaros errantes”. Este era un movimiento
juvenil que predicaba el retorno a la naturaleza y un estilo de vida alejado de la
dinámica urbana, y muchos de sus miembros eran montañeros y escaladores.
Cuando los ingleses le detienen en la India, Harrer estaba junto a otros
camaradas en una espedición para alcanzar la cumbre del Nanga Parvat (que
en el idioma local quiere decir “Nuestra Montaña”), un “ocho mil” del Himalaya,
de 8126 metros de altitud, en el actual estado de Pakistán. Un año antes, en
1938, cuando ya era un SS, Harrer y otros tres escaladores del mismo cuerpo,
ascendieron por primera vez la cumbre del Eiger (Suiza) por la cara norte. La
aventura se considera aún hoy en día una azaña del alpinismo. Durante los tres
días que duró la ascensión Hitler estuvo informado de los progresos de la
expedición y, tras su brillante resultado, quiso conocer a los protagonistas.
Cuentan las crónicas que el Führer les recibió emocionado y les dijo:
“Camaradas ¿qué habéis hecho?”, el propio Harrer contestó: “hemos escalado
la cumbre del Eiger para llegar a nuestro Führer”.
El Tíbet será invadido en 1950 (sólo 5 años después de la Guerra) por los
comunistas chinos. Los comunistas, financiados y empujados por la Alta
Finanza Mundial, vendrían a realizar una vez más el trabajo sucio de los
financieros y del capitalismo internacional y mundialista. Cuando el Dalai Lama
tuvo que exiliarse en la India, sólo el embajador de Chile en aquel país, Miguel
Serrano, fue a recibirle. Actualmente Miguel Serrano es una autoridad
destacada en el esoterismo nazi.
La cruz gamada significa “la gran rueda del llegar a ser”, rueda que gira
irresistiblemente sobre su propio centro inmutable marcando su destino, su
manifestación espacio-temporal. En el Cuaderno de la SS nº 3 de 1944, Fritz
Reich describe el sentido en el girar de la esvástica: “Sí, el crepúsculo de los
dioses es totalmente absurdo sin un nuevo amanecer de los mundos en la
óptica germánica. La victoriosa transformación de los malos en buenos se
cumplirá cuando “los malos llegarán a ser mejores y Balder regresará”. La
certeza aria más sagrada quiere que la luz triunfe finalmente sobre las
tinieblas, el bien sobre el mal. Encontró su manifestación intemporal en las
enseñanzas del gran persa ario Zaratustra en una época ilustre”.
Respecto al águila imperial, Alfred Rosenberg, afirma que los “aryas” situados
en las más elevadas mesetas y regiones del Asia Central hicieron del “pájaro
de las cumbres (el águila) el rey de las montañas… aquél que puede mirar el
Sol de frente, cara a cara…”. El Águila del Imperio, portadora del signo del
imperio (la swástika) y situada sobre el estandarte nacional socialista alemán
es el mismo signo de las invencibles legiones romanas, o el de las tropas
napoleónicas. Dice la Tradición, que el Emperador Juliano, el “último
emperador romano”, en su última noche, antes de morir por una herida de
guerra en Persia, tuvo una visión: vio el Águila del Imperio de Roma (signo de
Zeus-Júpiter) que volaba hacia Oriente, hacia el Asia, para refugiarse por casi
dos milenios en las montañas más altas del mundo (el Himalaya). Tras lo cual,
el águila, volvía a Occidente con el símbolo sagrado (la swástika) en las patas
para que el Imperio lo aclamara. Aquí queda explicado el significado del águila
nazi portando el signo sagrado de la swástika en sus patas. De esta forma, el
nacional socialismo alemán pretendía hacerse depositario de la Tradición
imperial, reivindicando para sí, el derecho de ser legítimo heredero del Imperio
(Reich) Romano y del águila de Zeus-Júpiter.
Himmler encargó a Wiligut el diseño de un anillo con el que honrar los méritos
extraordinarios de los miembros más destacados de la SS, el llamado anillo de
la calabera (Totenkopfring), que se entregaba acompañado de un certificado
que describía tanto la ornamentación como su simbolismo. En este anillo,
figuran la esvástica y tres signos rúnicos. cuyo significado ha sido tomado casi
literalmente de Guido von List:
- La leyenda de la esvástica es “sé uno con Dios, el Eterno”.
- La runa Hagal: “vela por el universo que hay en ti y dominaras el
universo”.
- La runa Sol: “el espítu creador siempre vence”.
- La doble runa Sig, seguida de lo que parece una superposición de la runa Tyr
con la Os, ideada por el propio Wiligut: “la fuerza de tu espíritu te hace
libre”.
1- El origen
2- Historia y tradición en Esparta
3- Vivir en Esparta
1- El origen
Echamos un vistazo en este capítulo a Esparta, en la antigua Grecia, como
ejemplo de colonización y aportación de cultura aria y nórdica en Europa. Con
esto pretendemos ilustrar, en la ronda del Eterno Retorno, la invasión que la
raza aria proveniente del norte, ha efectuado sobre regiones meridionales en
las diferentes etapas históricas. Aquí vienen a mezclarse y confundirse mito,
leyenda e historia, conformando un conjunto en el que los patrones raciales
vienen a definir de forma clara y precisa, en base a su naturaleza más
profunda, su función y su destino.
A Licurgo, un gran legislador tan histórico como mítico de comienzos del siglo
VII a C., se le atribuyen las líneas básicas de la constitución y la educación
espartanas. Plutarco nos dice que Licurgo “proporcionó a sus conciudadanos
abundante tiempo libre; pues en modo alguno se les dejaba ocuparse en
oficios manuales y, en cuanto a la actividad comercial, que requiere una
penosa dedicación y entrega, tampoco era precisa ninguna, ya que el dinero
carecía por completo de interés y aprecio”. Más en su conjunto que en
rasgos sueltos (que se dan también en algunas ciudades dorias) esta
configuración política y formativa del Estado espartano resulta singular:
combina formas de varios regímenes, de la monarquía, de la aristocracia y de
la democracia popular y nacional, sobre el trasfondo guerrero ya mencionado.
Su gobierno conjugaba una monarquía doble (con 2 reyes, con funciones
religiosas y militares); un consejo de ancianos, la gerousía, de claro matiz
aristocrático; la apella o asamblea del pueblo (los espartíatas), y un consejo de
cinco éforos, con poderes ejecutivos amplios.
3- Vivir en Esparta
A Licurgo se le considera el instaurador del singular sistema de educación que
caracterizaba a los espartanos. A diferencia de las otras polis griegas, allí la
educación (agogé), corría a cargo de la polis y era obligatoria y colectiva. Ya
desde su nacimiento, los ancianos de la tribu paterna debían examinar al recién
nacido, que, si era muy enclenque o padecía graves defectos, debía ser
arrojado por el monte Taigetos. Sólo debían vivir los capaces para ser
hoplitas dignos. Hasta los siete años el niño era cuidado por su madre. Luego
quedaría a cargo de la comunidad, que lo preparaba mediante la agogé para
convertirse en uno de los “iguales”. Los niños convivían agrupados por edades
bajo la dirección de un paidónomo, y se les enseñaba a soportar todo tipo de
penurias y a entrar en la adolescencia mediante una iniciación particular. Esta
consistía en una temporada de vida al margen de la comunidad, salvaje, la
krypteía, con duros ritos religiosos que ponían a prueba su capacidad de
soportar y superar el dolor.
CAPÍTULO IV
1- Los precursores
A lo largo del siglo XIX, en Occidente se produce un gran desarrollo científico.
Hombres de ciencia y estudiosos realizan ensayos y trabajos sobre las más
diversas cuestiones, proponiendo en cada caso variadas teorías. Entre las
materias de estudio, empieza a plantearse la cuestión racial. Desde un punto
de vista científico, se analizan las diferentes características de las razas
humanas: su fisionomía, su actitud espiritual o intelectual. Ya entonces, el
poder financiero mundial trataba de imponer la idea de que existía una sola
raza humana (al margen de la judía) y de que las diferencias físicas eran
únicamente resultado anecdótico de las adaptaciones del hombre al medio. En
definitiva, tal y como sucede hoy en día, este poder financiero mundial trataba
de fundamentar el valor de las personas exclusivamente en su capacidad
económica o financiera. Frente a esta idea, hubieron quienes no dejaron de
señalar que las características físicas peculiares de cada raza se identifican
con un ánimo concreto y hacen que las razas sean diversas en sus
capacidades, sus cualidades, sus actitudes y en sus logros, entre otros
aspectos. De esta forma, al desarrollarse el estudio racial de la humanidad,
reaparecerá toda una visión del mundo ignorada.
Uno de los autores que revolucionaría con sus trabajos el mundo científico e
intelectual de la época, sería Joseph Arthur Gobineau (1816-1882), conocido
como el Conde de Gobineau. Diplomático y escritor francés, en 1848 inició su
carrera diplomática que desarrollaría en Persia, Grecia, Brasil y Suecia. En
1855, acabó y publicó su monumental obra “Ensayo sobre la desigualdad de
las razas humanas”, la cual es considerada como precursora en el estudio
racial de la humanidad y en la que defiende la decisiva influencia de las razas
en el desarrollo de las civilizaciones y de la historia. Según Gobineau, la raza
aria es la raza ”pur sang” de la humanidad, la mejor armada para la lucha por
la existencia, la más bella, la más enérgica y la que mayor suma encierra de
genio creador. Pero afirma el autor francés que la raza aria ya no existiría en
estado puro desde hace unos dos mil años, debido a la bastardización que ha
sufrido por la mezcla con las razas no arias. De esta manera, Gobineau afirma
que la humanidad está condenada a una gradual decadencia hasta el día en
que se extinga total y definitivamente por el agotamiento de la sangre aria, ya
que según el autor del Ensayo, sólo en las naciones con suficiente porcentaje
de sangre aria, puede llegar a florecer la civilización. Para demostrar esto,
Gobineau centra su Ensayo en multitud de ejemplos históricos, desde los
antiguos imperios hasta las naciones civilizadas y tribus salvajes de su época.
El Ensayo de Gobineau, tuvo escasos partidarios en la Francia de su época,
pues chocaba frontalmente con los dogmas universitarios y la ciencia oficial de
su tiempo. Las ideas de Gobineau, eran intolerables para esos abanderados
del liberalismo, el igualitarismo y, en definitiva, el mundialismo capitalista. Sin
embargo, en la misma Francia, y a contra corriente, contaba con sus
partidarios, como era el profesor Robert Dreyfus, quien en la École des Hautes
Études Sociales dio varias conferencias sobre el Ensayo que levantaron
enorme entusiasmo. En 1870, Gobineau es descubierto por Richard Wagner
y sus discípulos y desde entonces, es “adoptado” por Alemania y en 1898,
Ludwig Schemann, lleva a cabo la fundación de la “Gobineau Vereinigung”
(Unión Gobinista). Es por entonces cuando la obra de otro genial escritor,
Nietzsche, está en el apogeo de su fama, con su exaltación del hombre de
acción para que junto con la idealización gobiniana del hombre ario, surja en el
todavía brumoso horizonte intelectual de Alemania, la silueta del
superhombre.
En ese mismo periodo histórico anterior a 1914, hubieron otros muchos autores
que con su obra contribuyeron a forjar las bases sobre las que se
fundamentaría la cosmovisión nacionalsocialista. Entre estos autores, tenemos
a Arthur Schopenhauer, Vacher de Lapouge, Oswald Spengler, Houston
Stewart Chamberlain, o el mismo Richard Wagner que citábamos antes.
Toda esta cosmovisión tenía fuertes vínculos con cierta corriente esoterica: la
religión y la visión antigua del mundo, las desaparecidas civilizaciones, la visión
mágica de los antiguos imperios perdidos. Desde mediados del siglo XIX
Europa y EEUU vivieron un enorme interés por el ocultismo. En todas partes se
creaban fraternidades de estudiosos del esoterismo, mientras la literatura que
divulgaba esta temática experimentaba una difusión sin precedentes. Como
elemento subyacente en la cultura del siglo XIX y principios del XX este
movimiento cultural se puede interpretar como una reacción directa contra el
desarrollo del capitalismo y su pragmatismo materialista que desacralizaban el
mundo y relegaban la especulación y la práctica espiritual a un lugar marginal.
En Alemania, dicha reacción encontró en el antiguo paganismo germánico una
contestación a la dinámica de la revolución tecnoindustrial que provocaba el
traslado masivo de la población rural a las ciudades y la mecanización de la
producción agraria.
2- La teosofía
En el siglo XIX, la cultura ocultista abandonó la clandestinidad y fue promovida
públicamente. Entre sus principales promotores destacó Madame Blavatsky
(1831-1891), aristócrata rusa de origen germano, cuyas concepciones, según
algunos estudiosos, parecen haber influido en la elite cultural del NSDAP
(Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes).
Hacia finales del siglo XIX muchos creían que la teosofía era capaz de dar una
respuesta superior al problema espiritual del hombre. Sus ideas se difundieron
en todo el mundo, desde el Reino Unido a la India y EEUU, proponiéndose en
principio, como una síntesis de las grandes religiones, impulsada por una
especie de hermandad universal con un elemento oculto. Grupos similares
nacieron en los cinco continentes. Blavatsky había viajado a Oriente, de donde
regresó al cabo de diez años con facultades mediúmnicas desarrolladas y con
un profundo conocimiento esotérico. En Nueva York encontró el ambiente
idóneo para establecer la Sociedad Teosófica en 1875. Su ideología pronto se
difundió en todo EEUU, Inglaterra, Alemania e India, donde estableció
finalmente su sede en 1879.
En 1908 funda la Sociedad Guido von List, que se proponía financiar y llevar
adelante investigaciones histórico-religiosas, y se rodea de todos los nombres
importantes del esoterismo alemán y países de habla alemana de su época.
Este grupo trabaja para definir un sistema filosófico que debería convertirse en
una suerte de teología de la nación alemana en el marco de su política futura.
List creó un círculo de diez personas que llamó Hoher Armanen-Orden (Alto
Orden Armánico) y los condujo por toda Alemania en una búsqueda de las
huellas de Wotan y de los lugares donde la manifestación de la auténtica
sabiduría aria pudiera ser apreciada mediante la meditación y la fusión con los
elementos naturales. Se cuenta que él mismo entraba en trance tocando
objetos o que captaba visiones de la antigüedad aria enfocando la mente sobre
un lugar. También las runas se integran en el pensamiento de List, que las
unió con otros símbolos ya mencionados como el triskel o la esvástica. List
afirmaba haberlos hallado en las catedrales tardogóticas y advirtió que la
mayoría de los templos cristianos se erigían sobre construcciones paganas
anteriores, señalando así los lugares donde se concentraba la manifestación de
una energía wotánica que sólo esperaba el momento oportuno para ser
liberada. En su ideología las enseñanzas teosóficas se funden estrechamente
con las ariosóficas. En ambas hallamos la esvástica o cruz gamada, que para
List era un signo del acto creador de Dios: una forma solar de energía que se
originaba en un centro fijo.
Jörg Lanz Von Liebenfels, el otro gran teórico de la ariosofía, nació en Viena
en 1874. Después de una experiencia como monje cristiano de la Orden del
Císter en sus años jóvenes, durante la cual realizó interesantes investigaciones
sobre textos gnósticos y apócrifos, renunció a sus votos y continuó con la
elaboración de una teología gnóstica y zoomorfa, en la cual el mal era
identificado con las razas no arias y el bien con la pureza racial aria.
Liebenfels abandonó el monasterio de Heilligenkreuz en 1899 y cuatro años
después su nombre era ya conocido por los lectores de numerosas
publicaciones “völkisch” (nacionalistas).
Ostara ofrecía una esperanza de redención llevando a cabo una política que
salvaguardara a la raza aria de las razas subhumanas, lo cual supondría más
tarde la base ideológica de la eugenesia nacional socialista. En un párrafo de
esta revista, Liebenfels afirma que: “los arios son la obra maestra de los
dioses y están dotados de poderes sobrenaturales y paranormales, emanados
de “centros de energía” y “órganos eléctricos” que les confieren supremacía
absoluta sobre cualquier otra criatura”. En su teología, Lanz von Liebenfels
también utilizó la astrología y definió la historia de la humanidad como una
”guerra entre razas”, cuyo final escatológico era claramente evidente en sus
horóscopos. Desde los años 1960 a 1968 previó una invasión de Europa por
razas no arias que habría de presagiar la destrucción del sistema mundial. A
partir de entonces se habría de desarrollar una regeneración racial. A esta le
seguiría un nuevo milenio guiado por una especie de Iglesia Aria, en la cual
una élite iniciada en los secretos del “arianismo” guiará el destino del mundo.
El ideal de una casta de “monjes guerreros” como los Caballeros Templarios,
fue el antecedente de la Orden Negra que configurarían más adelante la SS.
Como List, también Joseph Lanz von Liebenfels fue influido por el ejemplo
de los Caballeros Templarios, pues el fundador de la Orden Cisterciense, de la
que había formado parte en su juventud, era Bernardo de Claravall, promotor
e ideólogo de la orden de los Caballeros del Templo. Siguiendo su estela, en
1907, Lanz von Liebenfels fundó la O.N.T. (Orden del Nuevo Templo), con
sede en el castillo de Burg Werfenstein y el 25 de diciembre del mismo año, el
solsticio de invierno, enarboló el estandarte de la Orden con una esvástica
solar. El objetivo de esta era promover la conciencia racial mediante
investigaciones histórico-arqueológicas, estudios religiosos y el
restablecimiento de los antiguos rituales wotánicos. En el castillo se trabajó
para crear un museo y monumento antropológico de la raza aria, que sería
completado más tarde por la organización SS-Ahnenerbe. Para Liebenfels,
reconstruir la Orden del Temple equivalía a crear una hermandad merecedora
de recibir el Grial en custodia. ¿Qué era el Grial para los ariósofos?: un
acumulador de energía, emisor del “electrón de los dioses”, destinado a
mantener sus facultades superiores y trascendentes.
5- La cuestión racial
El nuestro es un universo en el que todo está en continuo movimiento y
transformación. Nada permanece estable ni inalterable y todo en él avanza o
retrocede, asciende o desciende, se fortalece o debilita... El hombre que
contempla esta realidad puede sentir el vértigo de un universo inabarcable y en
el que el tiempo no se puede detener. Conocedores de la finitud de todas las
cosas sensibles, algunos hombres a lo largo del tiempo, han tratado de
encontrar un sentido a este eterno devenir. El transcurrir del tiempo y de los
acontecimientos, las más de las veces pueden parecernos carentes de sentido;
es decir, no pareciera existir un significado más allá de lo puramente
anecdótico en lo que somos y en lo que hacemos. Tampoco pareciera haber un
sentido en la historia humana...
En esta línea, el concepto de “raza” nos está indicando un origen, un linaje, una
“especie” y nos señala un carácter hereditario representado por cierto número
de individuos. Con toda la diversidad marcada por los diferentes individuos que
hemos dicho antes, la raza viene a señalar un carácter “colectivo” marcado por
un origen sanguíneo.
De esta forma, más allá de cada individuo, existiría una “colectividad” que
vendría a marcar nuestra condición, nuestro género y nuestro destino. El
sentido de este “destino colectivo” es el que vendría a conformar una unidad
dentro del cuerpo de lo que viene a llamarse “humanidad”.
Las civilizaciones, en tanto que creación del genio humano, estarían sujetas a
la lucha y alternancia de estas fuerzas, de tal forma que, al igual que lo hace
individualmente cada persona, se moverían entre estos mismos principios: las
fuerzas de la vida (luminosas) y las fuerzas de la muerte (oscuras).
Oscar Spengler (1880-1936), decía que “¡según una ley interna cada pueblo y
su cultura debe morir un día, después de haber conocido su juventud y su
madurez!. Igual que un árbol o un hombre van envejeciendo, luego,
necesariamente, mueren, de la misma manera un pueblo debe envejecer y
desaparecer”.
Adolf Hitler, en “Mi Lucha” (Volumen I, cap. 11. “La nacionalidad y la raza”),
analiza la función de la raza y de cómo, en su opinión, la decadencia de las
civilizaciones sucede por la pérdida de la integridad racial:
“Todas las grandes culturas del pasado cayeron en la decadencia debido
únicamente a que la raza de la cual habían surgido envenenó su sangre.
Es un intento ocioso querer discutir qué raza o razas fueron las depositarias de
la cultura humana y los verdaderos fundadores de todo aquello que
entendemos bajo el término “Humanidad”. Pero sencillo es aplicar esa
pregunta al presente, y, aquí, la respuesta es fácil y clara. Lo que hoy se
presenta ante nosotros en materia de cultura humana, de resultados obtenidos
en el terreno del arte, de la ciencia y de la técnica es casi exclusivamente obra
de la creación del ario. Es sobre tal hecho en el que debemos apoyar la
conclusión de haber sido éste el fundador exclusivo de una Humanidad
superior, representando así “el prototipo” de aquello que entendemos por
“hombre”. El ario es el Prometeo de la humanidad, y de su frente brotó, en
todas las épocas, la centella del Genio, encendiendo siempre de nuevo aquel
fuego del conocimiento que iluminó la noche de los misterios, haciendo
elevarse al hombre a una situación de superioridad sobre los demás seres
terrestres. Exclúyasele, y, tal vez después de pocos milenios descenderán una
vez más las tinieblas sobre la Tierra. ¡La civilización humana llegaría a su
término y el mundo se volvería un desierto!.
Si se dividiera la Humanidad en tres categorías de hombres: creadores,
conservadores y destructores de la Cultura, tendríamos seguramente como
representante del primer grupo sólo al elemento ario. Él estableció los
fundamentos y las columnas de todas las creaciones humanas; únicamente la
forma exterior y el colorido dependen del carácter peculiar de cada pueblo. Fue
el ario quien abasteció el formidable material de construcción y los proyectos
para todo progreso humano. Sólo la ejecución de la obra es la que varía de
acuerdo con las condiciones peculiares de las otras razas. Dentro de pocas
decenas de años, por ejemplo, todo el Asia poseerá una cultura cuyo
fundamento último estará impregnado de espíritu helénico y técnica germánica
como la nuestra. La forma externa es la que, por lo menos parcialmente,
acusará trazos de carácter asiático.
Si a partir de hoy cesara toda la influencia aria sobre Japón –suponiendo la
hipótesis de que Europa y América alcanzaran una decadencia total– la
ascensión actual de Japón en el terreno científico-técnico todavía podría
mantenerse algún tiempo. Dentro de pocos años, la fuente se secaría,
sobreviviría la preponderancia del carácter japonés y la cultura actual moriría,
regresando al sueño profundo, del cual hace setenta años, fuera despertada
bruscamente por la ola de la civilización aria. Esto es porque, en tiempos
remotos, también fue la influencia del espíritu ario la que despertó a la cultura
japonesa. (...) Se puede denominar una raza así depositaria, mas nunca, sin
embargo, creadora de cultura. Está probado que, cuando la cultura de un
pueblo fue recibida, absorbida y asimilada de razas extranjeras, una vez
retirada la influencia exterior, aquella cae de nuevo en el mismo
entorpecimiento.
Un examen de los diferentes pueblos, desde tal punto de vista, confirma el
hecho de que, en los orígenes, casi no se habla de pueblos constructores,
sino siempre, por el contrario, de depositarios de una civilización.
El proceso de su evolución representa siempre el siguiente cuadro: grupos
arios, por lo general en proporción numérica verdaderamente pequeña,
dominan pueblos extranjeros y gracias a las especiales condiciones de vida del
nuevo ambiente geográfico (fertilidad, clima, etc.), así como también
favorecidos por el gran número de elementos auxiliares de raza inferior
disponibles para el trabajo, desarrollan la capacidad intelectual y organizadora
latente en ellos. En pocos milenios y hasta en siglos logran crear civilizaciones
que llevan primordialmente el sello característico de sus inspiradores y que
están adaptadas a las ya mencionadas condiciones del suelo y de la vida de
los autóctonos sometidos. A la postre, empero, los conquistadores pecan
contra el principio de la conservación de la pureza de su sangre que
habían respetado en un comienzo. Empiezan a mezclarse con los autóctonos y
cierran con ello el capítulo de su propia existencia. La caída por el pecado en
el Paraíso tuvo como consecuencia la expulsión. Después de un milenio, o
más, se mantiene aún el último vestigio visible del antiguo pueblo dominador
en la coloración más clara de la piel, dejada por su sangre a la raza vencida y
también en una civilización ya en decadencia, que fuera creada por él, en un
comienzo.
De la misma manera que el verdadero conquistador espiritual desapareció en
la sangre de los vencidos, se perdió igualmente el combustible para la antorcha
del progreso de la civilización humana. Así como el color de la piel, debido a la
sangre del antiguo Señor, todavía guardó como recuerdo un ligero brillo, la
noche de la vida espiritual también se halla suavemente iluminada por las
creaciones de los primigenios mensajeros de la luz. A pesar de toda la
barbarie reiniciada, ellas aún continúan allí, despertando en el espectador
distraído la ilusión de un presente, que no es más que un espejismo del
legendario ayer.
De este breve esbozo sobre el desarrollo de las naciones depositarias de una
civilización se desprende también el cuadro de la vida y muerte de los propios
arios, los verdaderos fundadores de la cultura en esta tierra. (...) Como
conquistador, el ario sometió a los hombres de raza inferior y reguló la
ocupación práctica de éstos bajo sus órdenes, conforme a su voluntad y de
acuerdo a sus fines. Mientras conducía de esta manera a los vencidos para su
trabajo útil, aunque duro, el ario cuidaba no solamente de sus vidas,
proporcionándoles tal vez una suerte mejor que la anterior, cuando gozaban de
la llamada “libertad”. Mientras el ario mantuvo sin contemplaciones su posición
de señor fue no sólo realmente el soberano, sino también el conservador y
propagador de la cultura, dado que ésta depende exclusivamente de la
capacidad de los conquistadores y de su propia conservación. En el momento
en que los propios vencidos comenzaron a elevarse desde el punto de vista
cultural, aproximándose también a los señores, mediante el idioma, se
derrumbó la vigorosa barrera entre el señor y el siervo. El ario sacrificó la
pureza de la sangre, perdiendo así el lugar en el Paraíso que él había
preparado. Sucumbió con la mezcla racial; perdió paulatinamente su capacidad
creadora, hasta que los señores comenzaron a parecerse más a los indígenas
sometidos que a sus antepasados arios, y eso no sólo intelectual sino también
físicamente. Pudieron esos señores caídos en el mestizaje disfrutar todavía de
los bienes ya existentes de la civilización, pero luego sobrevino la paralización
del progreso y el hombre se olvidó de su origen. Es de este modo como
contemplamos la ruina de las civilizaciones y reinos, que ceden el lugar a otras
formaciones.
La mezcla de sangre, y por consiguiente, la decadencia racial son las únicas
causas de la desaparición de las viejas culturas: pues los pueblos no mueren
como consecuencia de guerras perdidas, sino por la anulación de aquella
fuerza de resistencia que sólo es propia de la sangre pura incontaminada.
Todo lo que en el mundo no es buena raza, es cizaña.
El antípoda del ario es el judío. La aparente cultura que posee el judío no es
más que el acervo cultural de otros pueblos, corrompido ya en gran parte por
las mismas manos judías. El judío no posee fuerza alguna susceptible de
construir una civilización y eso por el hecho de no poseer, ni nunca haber
poseído, el menor idealismo, sin el cual el hombre no puede evolucionar en un
sentido superior. Ésta es la razón por la que su inteligencia nunca construirá
ninguna cosa; por el contrario, actuará sólo destruyendo. Cuanto más, podrá
dar un incentivo pasajero, llegando entonces a ser algo así como un prototipo
de una “fuerza que, aun deseando el mal, hace el bien”. No por él, sino a pesar
de él, se va realizando de algún modo, el avance de la Humanidad.
El judío no es nómada, pues hasta el nómada tuvo ya una noción definida del
concepto “trabajo”, que habría podido servirle de base para una evolución
ulterior, siempre que hubieran concurrido en él las condiciones intelectuales
necesarias. El idealismo como sentimiento fundamental, no cabe en el judío, ni
siquiera enormemente apagado; es por esto que, en todos sus aspectos, el
nómada podrá parecer extraño a los pueblos arios, pero nunca desagradable.
Eso no sucede con el judío. Éste nunca fue nómada y sí un parásito en el
organismo nacional de otros pueblos, y si alguna vez abandonó su campo
de actividad, no fue por voluntad propia, sino como resultado de la expulsión
que, de tiempo en tiempo, sufriera de aquellos pueblos de cuya hospitalidad
había abusado. “Propagarse” es una característica típica de todos los
parásitos, y así es como el judío busca siempre un nuevo campo de nutrición.
Con el nomadismo eso nada tiene que ver, porque el judío no piensa en
absoluto abandonar una región por él ocupada, quedándose allí, fijándose y
viviendo tan bien acomodado, que incluso la fuerza difícilmente logra
expulsarlo. Su expansión, a través de los países siempre nuevos, sólo se inicia
cuando en ellos se dan las condiciones necesarias para asegurarles la
existencia, sin tener necesidad de cambiar de asentamiento como el nómada.
El judío es y será siempre el parásito típico, un bicho, que, como un
microbio nocivo, se propaga cada vez más, cuando se encuentra en
condiciones adecuadas. Su acción vital se parece a la de los parásitos de
la Naturaleza. El pueblo que le hospeda será exterminado con mayor o
menor rapidez.
El judaísmo nunca fue una religión, sino un pueblo con unas características
raciales bien definidas. Para progresar tuvo que recurrir bien temprano a un
medio para distraer la sospecha que pesaba sobre sus congéneres. ¿Qué
medio más conveniente y más inofensivo que la adopción del concepto de
“comunidad religiosa”? Pues bien, aquí también todo es prestado o, mejor
dicho, robado. La personalidad primitiva del judío, por su misma naturaleza, no
puede poseer organización religiosa, debido a la ausencia completa de un ideal
y, por eso mismo, de la creencia en la vida futura. Desde el punto de vista ario,
es imposible imaginarse, de cualquier forma, una religión sin la convicción de
vida después de la muerte. En verdad, el Talmud tampoco es un libro de
preparación para el otro mundo, pero sí para una vida presente dominante y
práctica”.
Siguiendo con esta argumentación, podremos ver cómo el virus judío tratará de
hacerse con el control de la humanidad, pero su propia naturaleza vírica le hará
imposible dominar el cuerpo sin, a su vez, destruirlo. Tal vez percibiendo esto,
el judío tratará de dominarle, como un vampiro que se aprovecha de la energía
vital de su víctima. Puede ser que por un tiempo consigan dominar este cuerpo
enfermo y moribundo (que es la “civilización moderna”), pero finalmente el ciclo
se cerrará y todo ese edificio colapsará, derrumbándose. En el final, las razas
de color de la tierra, esto es, las bacterias de la putrefacción, ahora tan
prolíficas devorarán el cadáver de lo que un día fuera una civilización.
Una vez hayan devorado el cadáver, arruinada la civilización, las razas de color
de la tierra, volverán a sus chozas, al caos terrestre del que un día surgieran y
del que su naturaleza forma parte. El virus judío desaparecerá cuando haya
cumplido con su naturaleza de infectar y destruir la civilización.
6- El problema judío
El judío lleva a la práctica su naturaleza sin tener piedad alguna con los no
judíos y esta actitud ha calado muy hondo en las naciones en las cuales ha
venido a desarrollarse. No es únicamente en Occidente donde al judío se le ha
atribuido la reputación de usurero sin escrúpulos, sino que esta fama la ha
ganado en todas las naciones en la que se ha instalado. El libro de "Las mil y
una noches", recoge, entre numerosos cuentos de diversas tradiciones del
mundo islámico, la "Historia de Aladino y la lámpara maravillosa". Aladino,
un niño pobre e inocente, habiendo encontrado una lámpara mágica, habíale
pedido al genio de la lámpara comida para poder alimentarse él y su madre. El
genio, siguiendo sus dictados, se lo había dispuesto en unos platos preciosos.
Dice así este cuento:
"Aladino y su madre tuvieron para dos días con los alimentos que les había
llevado el genio. Cuando se hubo terminado la comida, Aladino cogió uno de
los platos que le había llevado el esclavo. Era de oro puro, mas el muchacho
no lo sabía. Se dirigió al mercado, y lo vio un judío más malicioso que el
diablo. El muchacho le ofreció el plato, y cuando el judío lo hubo
contemplado, se retiró con Aladino a un rincón para que nadie lo viera. Lo
examinó bien y comprobó que era de oro puro. Pero ignoraba si Aladino
conocía o no su precio. Le preguntó: "¡Señor mío! ¿Por cuánto vendes el
plato?". "Tú sabes lo que vale", le contestó. El judío permaneció indeciso
sobre lo que había de dar a Aladino, ya que éste le había dado una respuesta
de experto. De momento pensó en pagarle poco, mas temió que el muchacho
conociera el precio; luego pensó darle mucho, pero se dijo: "Tal vez sea un
ignorante que desconoce su valor". Se sacó del bolsillo un dinar de oro y se lo
entregó. Aladino se marchó corriendo en cuanto tuvo el dinar en la mano, y el
judío comprobó así que el muchacho desconocía el precio del plato. Por esto
se arrepintió de haberle dado un dinar de oro en vez de una moneda de
sesenta céntimos. (...)
Aladino, cada vez que se le terminaba el dinero, cogía uno de los platos y se lo
llevaba al judío, el cual los adquiría a un precio irrisorio. Habría querido rebajar
algo, pero como la primera vez le dio un dinar, temió que si le bajaba el precio
se marchara el muchacho a venderlos a otro, y él perdiera tan magnífica
ganancia. (...)
Cuando el anciano orfebre vio a Aladino, le dijo: "Hijo mío, ¿qué es lo que
quieres?. Son ya muchas las veces que te veo pasar por aquí y tener tratos
con ese judío, al cual le das algo. Creo que ahora llevas algún objeto y vas en
busca de vendérselo. ¿No sabes, hijo mío que procuran adquirir los bienes
de los musulmanes, de los que creen en el único Dios (¡ensalzado sea!), a
precio regalado, y que siempre engañan a los creyentes?. En especial ese
judío, con el que tienes tratos y en cuyas manos has caído, es un bribón. Si
posees algo, hijo mío y quieres venderlo, muéstramelo sin temor pues te
pagaré lo que Dios (¡ensalzado sea!) manda". Aladino mostró el plato al jeque,
y éste lo examinó, lo pesó en la balanza y preguntó a Aladino: "¿Era como éste
el que vendiste al judío?". "Sí, era exacto y de la misma forma". "¿Cuánto te
pagaba?". "Un dinar".
"¡Ah!. ¡Maldito sea el que engaña a los siervos de Dios (¡Ensalzado sea!)!".
Miró a Aladino y añadió: "Hijo mío, ese judío ladrón te ha estafado y se ha
burlado de ti ya que esto es de oro purísimo; lo he pesado, y he visto que vale
sesenta dinares. Si quieres aceptar su importe, tómalo". El viejo orfebre contó
los sesenta dinares, y Aladino los aceptó y le dio las gracias por haberle
descubierto el engaño del judío".
Si por una parte, podemos constatar que el judío aparece en torno al 400 a.C.,
por otra parte se nos plantea la cuestión de ¿cómo llegó a ser y cuál es el
substrato humano sobre el que llegó a formarse?.
El judío Carlos Marx escribió sus obras londinenses por encargo de Nathan
Rotschild (banquero judío cuyo apellido significa "protector o escudo de los
rojos"). Los cheques con que este banquero de la alta finanza mundialista pagó
a Marx pueden verse en el Museo Británico. Para ahondar más sobre la
cuestión de la conspiración mundialista tras la cual se hallaría la mano y la
mente de el judío, existen diversas obras, difíciles de conseguir en la
actualidad ya que su difusión está prohibida y perseguida. No obstante, no hay
ningún tipo de persecución contra las ideas marxistas, ni siquiera las de sus
más destacados criminales. Este dato debería ser tenido en cuenta por
quienes, en su irresponsabilidad, creen estar combatiendo al Sistema desde
posicionamientos marxistas.
8- Cristo y la redención de la
humanidad: la alquimia racial.
En opinión de List y Liebenfels, así como de otros diversos autores como
Lagarde y Langbehn, Cristo era un auténtico ario, cuya sangre, derramada por
la Lanza de Longino, fue recogida por el Grial, el cual es considerado como
vínculo real con la raza divina original. La Lanza de Longino clavada en el
costado de Cristo restaura en Él la totalidad que se perdiera cuando en el
Paraíso, el Demiurgo Jehová tomara la costilla de Adán para “proceder a
construir de ella una mujer”. Cristo, entonces, reunifica los pares opuestos,
recupera la totalidad, la naturaleza divina que perdiera el hombre al ser dividido
y caer en la dualidad de este mundo. La sangre de Cristo, cuando es recogida
en el Grial, se ha convertido ya en sangre pura e inmortal. Chamberlain, dice
que Cristo no tenía sangre judía, pues Galilea, significa “Tierra de Gentiles”,
esto es, de “no judíos”. Según la ariosofía, los judíos, habrían acabado
asesinando a Cristo, siguiendo los dictados de su propia naturaleza criminal.
Cristo habría sido pues, un ario puro, un auténtico hijo de Dios que denunció a
los judíos como hijos de Satanás y que manifestó sus poderes sobrenaturales y
sus milagros gracias al poder del vril del que está dotado por su naturaleza
divina. Si bien, y como sucede con toda revelación divina, con el tiempo gran
parte de su mensaje habría sido pervertido y adulterado, permanecería en él un
verdadero mensaje iniciático, aunque no accesible a la masa, sino a quienes
tengan las claves para interpretarlo. Nos estamos refiriendo principalmente, al
evangelio de san Juan.
Interesante es recordar aquí los estudios del barón italiano Julius Évola,
(1898-1973) quien, en su libro “La raza del espíritu” afirma que “en su
aspecto más externo, una idea convertida en estado de ánimo colectivo e ideal
de una determinada civilización dará lugar a un tipo humano casi como con los
rasgos de una verdadera y propia “raza del cuerpo” nueva”. Esto es, según el
autor italiano, la raza del cuerpo (la raza física), vendría a ser el resultado del
alma o mente-mentalidad, del individuo y de la nación en su conjunto, lo cual
no niega, sino que liga y confirma el fundamento de que la mente está
determinada por la raza: “los procesos en los que una idea, un estado de
ánimo, da lugar a un tipo humano (raza), son reales y son una extensión de lo
que es positivamente hallable en los sujetos individuales”.
Continúa Évola diciendo que “una idea, en tanto actúe con suficiente
intensidad y continuidad en un determinado clima histórico y en una
determinada colectividad (la materia prima “alquímica” sobre la que se actúa es
la base racial, la raza existente), termina dando lugar a una “raza del alma” y,
a través de la persistencia de la acción, hace aparecer en las generaciones
que inmediatamente le siguen un tipo físico común nuevo, a ser considerado,
desde un cierto punto de vista, como una raza nueva”.
Adolf Hitler en “Mi Lucha” (Volumen II, capítulo 2: “el estado”) viene a refirse
a toda la cuestión que venimos tratando, poniendo especial énfasis en la
cuestión de la “raza pura”. La idea de re-creación (a través del proceso
“alquímico” de purificación) de la raza aria está presente en este texto de “Mi
Lucha”, donde expone la idea de crear colonias de raza pura que vendrán a
ser el orgullo de toda la nación, hasta conseguir crear una raza que portará en
sí las cualidades primigenias perdidas. Podemos leer todo esto en palabras del
mismo libro del Führer:
“Si por ejemplo, en una determinada raza un individuo se cruza con otro de
raza inferior, el resultado inmediato es la baja del nivel racial y, después, el
debilitamiento de los descendientes, en comparación con los representantes de
la raza pura. Prohibiéndose absolutamente nuevos cruzamientos con la raza
superior, los bastardos, cruzándose entre sí, o desaparecerían dada su poca
resistencia o, con el correr de los tiempos, a través de mezclas constantes,
crearían un tipo en el cual nunca más se reconocería ninguna de las
cualidades de la raza pura. (...)
En el correr de los tiempos, todos esos nuevos organismos raciales, como
consecuencia del rebajamiento del nivel de la raza y de la disminución de la
fortaleza espiritual de ahí dimanante, no podrían salir victoriosos en una lucha
con una raza pura, incluso intelectualmente atrasada. (...)
Los productos bastardos entran por sí mismos en un segundo plano a menos
que, por el número considerable por ellos alcanzado, la resistencia de los
elementos raciales puros se hubiera vuelto imposible.
El hombre que haya perdido sus instintos superiores, hasta que no reciba un
correctivo de la Naturaleza, no será consciente de la pérdida de ese instinto.
Existe siempre el peligro de que el individuo totalmente ciego, cada vez más
destruya las fronteras entre las razas hasta perder completamente las mejores
cualidades de la raza superior. Resultará de todo eso una masa informe que
los famosos reformadores de nuestros días ven como un ideal. En poco
tiempo, desaparecería del mundo el idealismo. Se podría formar con eso un
gran rebaño de individuos pasivos, pero nunca de hombres portadores y
creadores de cultura. La misión de la humanidad debería, entonces, ser
considerada como terminada.
Quien no quiera que la humanidad marche hacia esa situación, se debe hacer
a la idea de que la misión principal de los estados germánicos es cuidar de
poner un dique a una progresiva mezcla de razas.
La generación de nuestros conocidos abúlicos e ignorantes de hoy
naturalmente gritará y se quejará de la “ofensa a los más sagrados derechos
humanos”.
Sólo existe, sin embargo, un derecho sagrado y ese derecho es un deber para
con lo más sagrado, consistiendo en velar por la pureza racial. Por la defensa
de la parte más sana de la humanidad, se hace posible un
perfeccionamiento mayor de la especie humana.
Un Estado de concepción racista tendrá, en primer lugar, el deber de sacar al
matrimonio del plano de una perpetua degradación racial y consagrarlo como
la institución destinada a crear seres a imagen del Señor y no monstruos,
mitad hombre, mitad mono.
Toda protesta contra esta tesis, fundándose en razones llamadas humanitarias,
es acorde con una época en la que, por un lado, se da a cualquier degenerado
la posibilidad de multiplicarse, lo cual supone imponer a sus descendientes y a
los contemporáneos de estos indecibles sufrimientos, en tanto que, por el otro,
se ofrece en las droguerías (farmacias) y hasta en puestos de venta
ambulantes, los medios destinados a evitar la concepción en la mujer, aun
tratándose de padres completamente sanos.
Es deber del Estado Racista reparar los daños ocasionados en este orden.
Tiene que comenzar por hacer de la cuestión de la raza el punto central de
la vida general; tiene que velar por la conservación de su pureza y tiene
también que consagrar al niño como el bien más preciado de su pueblo. Está
obligado a cuidar que sólo los individuos sanos tengan descendencia. Debe
inculcar que existe un oprobio único: engendrar estando enfermo o siendo
defectuoso, y debe ser considerado un gran honor el impedir que eso
acontezca; pero en este caso hay una acción que dignifica: renunciar a la
descendencia. Por el contrario, deberá considerarse execrable el privar a la
nación de niños sanos. El estado tendrá que ser el garante de un futuro
milenario, frente al cual nada significan el deseo y el egoísmo individuales. El
estado tiene que poner los más modernos recursos médicos al servicio de esta
necesidad. Todo individuo notoriamente enfermo y efectivamente tarado, y,
como tal, susceptible de seguir transmitiendo por herencia sus defectos, debe
ser declarado inapto para la procreación y sometido a tratamiento esterilizante.
Por otro lado, el estado tiene que velar porque la fecundidad de la mujer sana
no sufra restricciones como consecuencia de la pésima administración
económica de un régimen de gobierno que ha convertido en una maldición
para los padres la dicha de tener una prole numerosa. Se debe liberar a la
nación de esa indolente y criminal indiferencia con que se trata a las familias
numerosas y en lugar de eso ver en ellas la mayor felicidad para un pueblo.
Las atenciones de la nación deben ser más en favor de los niños que de los
adultos.
Aquél que física y mentalmente no es sano, no debe ni puede perpetuar sus
males en el cuerpo de un hijo. Enorme es el trabajo educativo que pesa sobre
el estado racista en este orden, pero su obra aparecerá un día como el hecho
más grandioso que la más gloriosa de las guerras de ésta nuestra época
burguesa. El estado, por medio de la educación tiene que persuadir al individuo
de que estar enfermo y ser físicamente débil no constituye una afrenta,
sino simplemente una desgracia digna de compasión; pero que es un
crimen, y por consiguiente, una afrenta, transmitir por propio egoísmo esa
desgracia a seres inocentes. Por el contrario, es una prueba de gran nobleza
de sentimientos, del más admirable espíritu de la humanidad, que el enfermo
renuncie a tener hijos suyos y consagre su amor y su ternura a algún niño
pobre, cuya salud le dé la esperanza de vivir y ser un miembro de valor en una
comunidad fuerte. En esa obra de educación el estado debe coronar sus
esfuerzos tratando también el aspecto intelectual. El estado deberá obrar
prescindiendo de la comprensión o incomprensión, de la popularidad o
impopularidad que provoque su modo de proceder en este orden.
Una prohibición, durante seis siglos, de procreación de los degenerados
físicos y mentales no sólo liberaría a la humanidad de esa inmensa desgracia
sino que, además, produciría una situación de higiene y de salubridad que hoy
parece casi imposible. Si se realiza con método un plan de procreación de los
más sanos, el resultado será la constitución de una raza que portará en sí las
cualidades primigenias perdidas, evitando de esta forma la degradación
física e intelectual del presente.
Sólo después de haber tomado ese derrotero es cuando un pueblo y un
gobierno conseguirán una mejor raza y aumentarán su capacidad de
procreación, permitiendo después a la colectividad gozar de todas las ventajas
de una raza sana, lo que constituye la mayor felicidad para una nación.
Es preciso que el gobierno no deje al azar a los nuevos elementos
incorporados a la nación, sino, que por el contrario, los someta a determinadas
reglas. Deben ser organizadas comisiones que tengan a su cargo dar
instrucciones a esos individuos, informes que obedezcan al criterio de pureza
racial. Así se formarán colonias cuyos habitantes todos serán portadores
de la sangre más pura y, al mismo tiempo, de gran capacidad. Será el más
preciado tesoro de la nación. Su progreso debe ser considerado con orgullo
por todos, pues en ellos están los gérmenes de un gran desarrollo nacional y
de la propia humanidad.
Apoyada en el estado, la ideología racista logrará a la postre el advenimiento
de una época mejor, en la cual los hombres se preocuparán menos de la
selección de perros, caballos y gatos que de levantar el nivel racial del
hombre mismo”.
1- Introducción
El Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes (N.S.D.A.P.) tiene
su origen en una de tantas asociaciones (bund) en las que el pueblo alemán
tendía a organizarse de forma natural. En este caso se trataba de la
Germanenorden (la Orden de los Germanos), fundada el 12 de marzo de
1912, que también incorporaba La liga del Martillo y otros grupos de carácter
nacionalista y antijudío.
2- El yoga de la Thule
Pero será en 1916 cuando la GO reciba un impulso decisivo con la irrupción de
Rudolf von Sebottendorff. Joven inquieto y aventurero, después de haberse
matriculado en el Politécnico de Berlín viajó por todo el mundo y se instaló
durante un tiempo en El Cairo, donde estableció contacto con el misticismo
islámico y con la enseñanza de los derviches Mevlevi.
En su libro “Antes que Hitler llegara” (1933), Sebottendorff afirmó que las
obras de List y Liebenfels “eran un inestimable patrimonio de datos digno de
tenerse en cuenta, a pesar de su mística a ultranza” y sostuvo que Philipp
Stauff, conocido por sus investigaciones rúnicas, había reunido en la
Asociación de los seguidores de List a los auténticos discípulos de éste. La
logia berlinesa de la Sociedad Guido von List se escindió y en 1912 Stauff y
sus colaboradores entraron a formar parte de la Germanenorden (GO). Por
tanto, disponemos de un respaldo documental sólido para afirmar que, desde
esas fechas, la GO tenía en su interior guías como Stauff, Nauhaus,
Sebottendorff y otros que aprobaban y practicaban las enseñanzas de List y
Liebenfels. Si añadimos los ejercicios de yoga de la masonería turca y la
preparación iniciática de Sebottendorff, tenemos que admitir que la GO estaba
impregnada por un saber ocultista que, de cara a las masas, expresaba
abiertamente su ideología con discursos nacionalistas, así como a través del
órgano oficial de la logia, “Runen”, dirigido y financiado por Sebottendorff,
cuyo primer número apareció en enero de 1918.
Hitler quedó vivamente impresionado por las ideas del nuevo partido –que
estaban en perfecta sintonía con las suyas– y presentó a sus superiores un
informe favorable. Volvió a visitar el grupo y se inscribió en el mismo como
afiliado número 7. Poco tiempo después asumía la presidencia y la
organización acabó adoptando el nombre de Partido Nacional Socialista de los
Trabajadores Alemanes (N.S.D.A.P.). La Orden de Thule había encontrado al
jefe adecuado y su propio destino político. En esta orden se promovía la idea
de que el pensamiento científico debía enfocarse en la misión de demostrar y
desarrollar las cualidades latentes de la raza aria Volvemos a encontrar aquí
las ideas de la ariosofía, que serían aplicadas con la típica disciplina alemana
por las SS durante el III Reich. Por lo tanto, la Thule tenía como objetivo crear
una élite destinada a ocupar los puestos clave en la conducción de la nación en
busca de su ser, velando por su purificación eugenésica. Esta ideología venía
siendo difundida por la corriente ariosófica desde la segunda mitad del siglo
XIX hasta los primeros años del S XX. En la base de este pensamiento
subyace un recuerdo, una nostalgia por los orígenes, en el sentido de una
“caída” desde la pureza original (la Edad de Oro) como efecto del pecado (la
mezcla con razas animales) y la convicción de que el judío actua siempre como
promotor de dicha degradación.
Desde estos primeros años, el nacional socialismo alemán irá adquiriendo cada
vez más fuerza hasta convertirse en el único poder de Alemania.
4- El ritual de iniciación
Indagando sobre el carácter religioso de la Orden de Thule, examinamos
brevemente el ritual de iniciación. Esta velada litúrgica era un evento de
etiqueta y mientras los novicios permanecían en una habitación contígua,
en la sala de la Logia el Maestro ocupaba su asiento con baldaquín,
protegido simbólicamente por dos caballeros con túnica blanca y cascos
adornados con cuernos. Enfrente se sentaban el tesorero y el secretario,
mientras el heraldo se situaba en el centro de la sala. En el punto opuesto
al Maestro, en una zona denominada “Bosque del Grial”, se sentaba el
Bardo y delante de éste el Maestro de ceremonias, vestido con un hábito
azul. Alrededor se distribuían los hermanos, mientras un órgano y un
piano acompañaban musicalmente a un pequeño coro de “elfos de la
floresta”. Con una gran solemnidad, se comenzaba con el Tannhauser de
Wagner. A la luz de las velas los hermanos se hacían la señal de la
esvástica retrógira –en sentido izquierdo– y el Maestro les respondía con
el mismo signo. Los novicios eran introducidos en la sala con los ojos
vendados, mientras el Maestro les hablaba sobre la visión del mundo ario-
germánica de la Orden y se encendía la “sagrada llama del bosque”. El
Maestro blandía la lanza de Wotan y los dos caballeros cruzaban sus
espadas encima de ella: luego se producían una serie de llamadas y
respuestas de reconocimiento acompañadas por el Lohengrin y los
novicios prestaban juramento ante la Orden. Se proseguía con rituales en
los que se personificaban figuras divinas del panteón germánico, creando
así una atmósfera mágica por la que el novicio sellaba su pacto con la
Orden.
5- Un miting en Nurenberg
Louis Bertrand, académico francés simpatizante con la causa nacional
socialista (hizo el saludo brazo en alto en la Academia Francesa con ocasión
de una sesión de trabajo), ha descrito en su libro dedicado a Adolf Hitler,
publicado en 1936, una de las demostraciones del III Reich en Nurenberg: “En
el centro de esta enorme explanada, completamente cubierta por tropas
armadas, una avenida larga como el lecho de un río que se pierde en las
lejanías del horizonte… De pronto, una orquesta wagneriana invisible, llena el
espacio de triunfales sonoridades: es la marcha de los Nivelungos… Y he aquí
que, desde el fondo de la pradera, a lo largo de la avenida que conduce a la
tribuna del Führer, se levanta una franja de púrpura como aquella que anuncia
el Sol en el invierno matinal. Veinte mil estandartes se elevan. Acompasado
por la música triunfal, el río sube, afluye, se esparce en una vasta capa roja y
de repente se detiene con un solo movimiento. Y, con un solo movimiento, los
veinte mil estandartes se yerguen, como grandes flores de púrpura, y se
inclinan en una salutación unánime, ante la minúscula en la distancia silueta
con camisa parda apenas discernible allá arriba, en la cumbre de la tribuna, y
que representa el maestro de la Tercera Alemania… Y yo me pregunto qué
soberano, qué héroe nacional ha sido aclamado, querido y vitoreado tanto
como este hombre, este hombre de camisa parda, que, seguido de su cortejo
como un soberano, tiene siempre el aire de un trabajador. Se trata de algo muy
distinto a la popularidad; se trata de la religión. Hitler a los ojos de sus
seguidores es un enviado, participa de la divinidad”.
1- La Guardia Negra
2- El origen
3- La iniciación del SS
4- El castillo de Wewelsburg
5- La SS-Anhenerbe
6- Las Órdenes
7- El Nacional Socialismo secreto
1- La Guardia Negra.
2- El origen.
La instrucción militar de los SS tenía por ideal crear una fuerza de élite
superior, que hiciera de estos soldados, hombres vigorosos, firmes,
duros y disciplinados. Los soldados estaban en el patio de armas a las
seis de la mañana, momento en el que realizaban diversas actividades
físicas de ejercitación, endurecimiento y fortalecimiento físico.
Posteriormente, practicaban ejercicios como combate cuerpo a cuerpo,
tiro al blanco e instrucción. Tras esto tenían un descanso para comer y
luego volvían al campo de entrenamiento físico. Por la tarde llevaban a
cabo tareas de mantenimiento de material e instalaciones. Luego
realizaban divesas actividades de estudio y de dominio de la voluntad.
4- El Castillo de Wewelsburg.
5- La SS-Ahnenerbe
Ernesto Milá en su estudio “La Ahnenerbe, ciencia y locura”, nos dice que
la sección esotérica estaba a cargo de Friedrich Hielscher. Por su parte,
Ernst Jünger, así como el filósofo judío Martín Buber, colaboraron también
con el instituto. La dirección ideológico-cultural que la Ahnenerbe ejerció
sobre la SS se fue haciendo más notable con el tiempo. La Ahnenerbe,
creada en julio de 1936, asumirá a finales de ese año el control de la
revista SS “Norland” y en 1942 será muy notable su presencia formativa
en las escuelas de oficiales de la SS.
6- Las Órdenes
El Movimiento Nacional Socialista creó las Órdenes Hitlerianas, según la la
concepción de la jerarquía en el nacional socialismo. Estas escuelas estaban
abiertas a miembros que hubieran dado pruebas de su adhesión al partido,
ofreciendo un historial de más de cuatro años de antigüedad a la SA, la SS o
en las filas de la Juventud Hitleriana. Los Ordensburg, o burgos de la Orden,
eran tres en total: había, sucesivamente, Crossinsee (en Prusia Oriental),
Vogelsang (en Renania) y Sonthofen (en Baviera). Estos burgos o villas
germánicos, que tenían tanto de castillo fortificado como de monasterio
medieval, hacían pensar en el Krak de los Caballeros (recinto fortificado de
Siria de tiempos de las cruzadas), tan importante era su arquitectura. El marco
había sido cuidadosamente elegido, y esas tres construcciones se elevaban en
medio de un paisaje de landas y de bosques. La dirección de estos burgos
dependía del NSDAP, es decir, el partido Nacional Socialista, y no de la SS; sin
embargo esta enviaba allí profesores y alumnos para que perfeccionaran su
formación política y espiritual.
Es interesante señalar que cada uno de estos tres burgos estaba especializado
en una actividad muy particular, puesto que de estos tres establecimientos
debía surgir una Orden llamada a tomar el relevo del Partido. Entre el millar de
hombres que anualmente salieron del ciclo de los tres Ordensburg no había
más que SS.
“Al franquear las entradas del mundo divino, las puertas de la Ciudad de los
Césares, nos encontraremos con todos esos inmortales que allí han
resucitado, pudiendo penetrar en una nueva velocidad del tiempo. La velocidad
supratemporal de los Vimanas, de los Ovnis, como los llaman hoy. Y veremos
cara a cara al Führer”. Mas para que todo esto pueda llegar a suceder,
debemos antes alcanzar la Iniciación del Hitlerismo Esotérico. No se trata,
entonces de ponernos a buscar por cumbres, lagos, ventisqueros, oasis
antárticos, las entradas al mundo subterráneo, la Ciudad Alquímica de las
mutaciones, la del plomo, Paititi, sin haber sido merecedores de cruzar el
umbral gracias a una transformación previa y sincronística, lograda por medio
de la Iniciación que hizo posible que los hitleristas esotéricos también fueran
admitidos por “los que antes que ellos llegaron”, a esos Refugios de la Vida
Eterna de la raza aria inmortal. Nadie que no sea un ario, un nacido dos veces,
un iniciado, podrá penetrar ahí”.
“De haber podido seguir más años de trabajo de ese Laboratorio de Magia
Levógira, sólo los Divyas saben a dónde habrían llevado a los SS. Por ello, el
Señor de las Tinieblas, Jehova, tembló en sus avernos descargando todas sus
fuerzas antes de que también para él se hiciera demasiado tarde y el Yuga de
los Héroes pudiera tener éxito en remontar la corriente fatal de la entropía y
reimplantar la Edad Dorada. Vencer al tiempo, creando una nueva velocidad
que lo superara”.
Miguel Serrano sigue diciéndonos que “si bien no llegó a cumplirse el plan SS
para la restauración de la tierra, los desconocidos dirigentes SS alcanzaron la
Gran Transmutación, dando fin, algunos de ellos al “opus magnum”. Ni
siquiera Himmler les conocía. Al igual que ocurriera con los templarios antes,
estos Directores Desconocidos no fueron hechos prisioneros ni murieron en la
guerra. Desaparecieron de un modo misterioso y nadie ha sabido nunca
quiénes fueron ni a dónde partieron. Himmler y los otros dirigentes visibles de
la SS no hicieron más que obedecer sus órdenes, ciñéndose a sus directivas,
al igual que lo hicieran los templarios, y los propulsores de las leyendas
escritas del Gral. Cuando poco antes del final, estos desaparecen, los
dirigentes visibles se quedan huérfanos y toda la gigantesca estructura interna
se desmorona en una hora, como al soplo de un viento venido de otro
universo. Himmler empieza a deambular, habiendo perdido además el
contacto con el Führer. En lugar de combatir hasta la muerte, entra en
conversaciones con el presidente de la Organización Judía Mundial. No era
más que un fantasma al que habían succionado su alma; habiendo perdido la
iluminación telepática que lo insipirara un día para poder revivir un inmenso
sueño en las tierras más sacras de los gigantes hiperbóreos del Esternsteine”.
CAPÍTULO VIII.a
“Sólo el ser duro, el ario firme como las rocas del Esternsteine, puede
modificar el Destino de la Época Más Oscura”. (Miguel Serrano).
No podemos pensar que sea casual que tanto Miguel Serrano como Julius
Évola, dos personalidades reconocidas en el estudio de la vertiente esotérica
del fenómeno del nacional socialismo y del fascismo, sean grandes entendidos
en el Yoga Tántrico y que hayan dedicado a este tema muchos de sus
estudios.
Si bien Nietzsche no fue un iniciado en la vía del diamante, que es una vía
fundamentada en la práctica de su disciplina y no en el conocimiento teórico o
intelectual, sí fue un gran estudioso del mundo antiguo, recogiendo en sus
escritos mucho de aquel saber. Destacamos aquí el siguiente párrafo de su
libro “El crepúsculo de los ídolos”, en el cual el genial escritor alemán escenifica
una conversación entre el diamante y su pariente el carbón de cocina, pues
parece estar haciendo referencia al proceso iniciático por el cual el carbón
vulgar viene a convertirse en puro diamante. Este es el camino o la vía del
diamante:
“¡Por qué tan duro! –dijo en otro tiempo el carbón de cocina al diamante;
¿no somos parientes cercanos?”–
Dice el diamante:
¿Por qué tan blandos? Oh hermanos míos, así os pregunto yo a vosotros:
¿no sois vosotros mis hermanos?
¿Por qué tan blandos, tan poco resistentes y tan dispuestos a ceder?
¿Por qué hay tanta negación, tanta renegación en vuestro corazón? ¿Y
tan poco destino en vuestra mirada?
Y si no queréis ser destinos ni inexorables: ¿cómo podríais algún día
vencer conmigo?
Los creadores son duros, en efecto. Y bienaventuranza tiene que
pareceros a vosotros el imprimir vuestra mano sobre milenios como
si fueran cera,
bienaventuranza escribir sobre la voluntad de milenios como sobre
bronce, más duros que el bronce, más nobles que el bronce. Sólo lo
totalmente duro es lo más noble de todo.
Esta nueva tabla, oh hermanos míos, coloco yo sobre
vosotros:
¡endureceos!” .
Dice Julius Évola en su libro “El Yoga Tántrico”, que “la particularidad de los
Tantra reside en el carácter de su práctica. No es ni una lamentación, ni una
contrición, ni un arrepentimiento ante una divinidad. Es la práctica de la unión
de Purusha y de Prakriti”.
De esta forma, los tantra ofrecen a la vez gozo y liberación. Dionisos era
considerado por los antiguos como un dios análogo a Siva bajo uno de sus
aspectos principales que pone de relieve el tantrismo de la Mano Izquierda.
Una concepción del mundo en tanto que poder. En las formas que asume el
tantrismo, Siva conserva los rasgos específicos de la trascendencia pura o
purusha, estando asociado esencialmente con una Sakti de tipo terrible, sobre
todo en Kali o Durga, personificación de su propia manifestación indomable y
desencadenada.
Toda la simbología del Tercer Reich así como su mismo espíritu marcial, de
concentración, autodominio, y de acción, nos señalan este “Principio
Sivaista”. El Nacional Socialismo, vino a ser pues la materialización de este
espíritu, en un momento concreto de la historia.
Como hemos visto, el Yoga Tántrico hace uso del poder de la energía sexual.
En el Camino de la Mano Derecha, lo hace sin realizar el acto sexual con una
pareja y en el Camino de la Mano Izquierda, lo hace llegando a realizar el acto
sexual con su pareja. En el tantra de la mano izquierda, por lo general, se
realiza este acto una sola vez y reteniéndose el semen. A este acto se le
denomina Maithuna, y consiste en reactivar los chakras y recrearlos. De esta
forma puede abrirse el tercer ojo, la visión interior y alcanzar la inmortalidad, la
totalidad. Por lo que se ve, este es un acto sexual que nada tiene que ver, ni
por los oficiantes que lo realizan, ni por la forma, ni por el objetivo que persigue,
con la sexualidad del hombre corriente. Mediante la canalización, el dominio y
la transmutación de la energía sexual, se obtiene la mutación en Superhombre
y la Personalidad Absoluta.
Donde el hombre moderno se entrega con ansiedad y vicio por el deseo sexual
que le domina, le degrada y le hace perder la dignidad y la voluntad, el iniciado
tántrico, trabaja y consigue fortalecer su cuerpo-mente, su voluntad,
autoafirmándose por encima de su propio deseo sexual, convirtiéndose en
Señor de sí mismo. De esta forma, en el amor mágico, desarrolla y aprende a
canalizar su propia energía sexual. Existen ejercicios y pruebas iniciáticas en
los que se estimula el deseo sexual por la pareja tántrica, mas sin llegar a
eyacular, esto es, sin dejar que la energía sexual se pierda. Este dominio y
acumulación del poder del sexo, eficientemente canalizado mediante los
ejercicios físicos (asanas) y de respiración (prahnayana), conseguirá, como
hemos indicado, despertar Kundalini, la cual a medida que se desarrolla y
asciende, ofrece al iniciado estados extáticos que le permiten acceder y vivir
en estados superiores de consciencia.
El “Hitlerismo Esotérico” del que nos habla Miguel Serrano, desarrolló esta
vía en su iniciación para la superación de los pares opuestos, consiguiendo la
creación del cuerpo astral y la Individuación, la totalidad y el andrógino
alquímico. Es en el Castillo de Wewelsburg en Westfalia, donde algunos SS se
iniciaban en esta vía. Ahí, en ese recinto mágicamente construido, desarrollan
la ciencia antigravitacional, según una ciencia numeral y una matemática
hiperbórea, aria, y ahí los SS consiguieron crear su Cuerpo Astral, a la vez
que sus cuerpos físicos quedaban transmutados. El Cuerpo Astral, que es
conocido como el Eidelón o el Lingasarira. Pero sólo muy pocos y en el más
grande hermetismo.
Capítulo VIII.b
EL AMOR MÁGICO
Miguel Serrano afirma que toda su obra escrita se halla centrada en el misterio
del Amor Mágico con la propia anima, en esta Iniciación de Amor, de los
Minnesänger.
EL-ELLA es él que busca a ella y ELLA-EL, es ella que busca a él. La unión
última, indica Miguel Serrano (“NOS, libro de la Resurección”), habrá de
producirse no en la fusión de los opuestos, no en el Andrógino primordial, sino
entre EL-ELLA y ELLA-EL, en la separación última y en la reunión en esta
separación. En la Resurección esta unión será NOS.
El primer paso en el camino se cumple con “la mirada”. La Dama del Castillo,
la Domna, “mira” profundamente, desde su más íntimo secreto al “elegido”.
Este se prende, se enciende, “constelándose” dentro del arquetipo del anima.
Se enamora. Empieza el proceso numinoso. Lo ha visitado la Reina de Saba.
En “la Divina Comedia”, Beatriz “mira” a Dante y este queda prendado a vida
y muerte.
De ahí sigue “la prueba de Asag”. Dice Dante que “quien ha puesto allí su
planta, jamás deberá retroceder”. Si así lo hiciera, sería como suicidarse.
Esta prueba del Asag consiste en acostarse desnudos en un mismo lecho con
la amada, pasando allí una noche sin tocarse. Vemos aquí cómo el Asag es
casto y pertenecería al “tantrismo de la mano derecha”.
Autores como Julius Évola afirman que en el momento actual del Kali-Yuga,
el cuerpo se halla tan materializado que no es posible encontrar una salida más
que haciendo uso de la propia materialidad, es decir, practicando el Tantrismo
de la Mano Izquierda y el Maithuna. El cuerpo físico carece de órganos
apropiados para el A-Mor y sólo los tiene para la reproducción y creación de los
hijos de esta vida, de la carne, que en verdad es el hijo de la muerte terrestre.
Todo ello tras pasar por la Nigredo, la noche oscura y negra de la muerte
mística, la Albedo, o resurección de esa muerte y la Rubedo, la
inmortalización por medio de la materia espiritual roja que se produce en el
Rayo Verde.
1- Introducción
2- Hiperbórea
3- Los hiergo-gamos y el sexo sagrado
1- Introducción.
2- Hiperbórea.
Indagando sobre estos dioses o hijos de dioses, venimos a parar, una vez más,
a las puertas de Hiperbórea.
Los constructores de megalitos europeos, que se cree pueden tener hasta diez
mil años de edad, fueron hiperbóreos supervivientes de la Atlántida que
erigían templos y canalizaban las energías telúricas. Estos templos eran
centros donde se desarrollaba el conocimiento religioso y científico. Las
poblaciones nómadas que se asentaron en las inmediaciones de esos centros
iniciáticos, habrían recibido de los hiperbóreos conocimientos que
contribuyeron al proceso de asentamientos agrícolas con sus artes y ciencias a
lo largo de toda Europa Occidental.
Electris fue sin duda un centro de alta magia chamánica que no estaba
habitado por hombres tribales normales de la prehistoria sino por familias de la
élite Cromañón, poderosos maestros-chamanes y Señores del Polo;
guardianes de un lugar sagrado prohibido a las tribus de cazadores-
recolectores que habitaban las tierras salvajes. Esta raza de Señores,
generaría un sin fin de historias imponentes y sobrenaturales.
En los diálogos del Critias, donde se cuenta cómo los diez reyes-sacerdotes se
reunían periódicamente para celebrar el sacrificio del toro, la pieza central de
su culto, recordamos los misterios de Mitra y así mismo, podemos entrever el
origen de las actuales corridas de toro, una enorme similitud evolucionada por
el tiempo y las circunstancias:
“Su reinado y la comunidad estaban regidos por
las normas de Poseidón, veneradas en la ley y
grabadas por los primeros reyes en un pilar de
oricalco en el templo de Poseidón, que se
hallaba en medio de la isla... Antes de cualquier
juicio, ellos realizaban la ceremonia siguente:
había en el templo de Poseidón varios toros que
vagabundeaban en libertad. Los diez reyes (...)
entraban solos y empezaba la caza del toro,
usando mazas y lazos, pero ninguna arma de
metal; y cuando lo atrapaban, le cortaban el
cuello sobre el pilar para que el flujo de sangre
cayera sobre la inscripción.”
La ceremonia estaba seguida de un festejo en el cual las extremidades del toro
se consagraban a Poseidón, después de lo cual los diez reyes se sentaban
dispuestos a juzgar al pie del pilar; una práctica que nos recuerda los Aesir que
se sentaban a juzgar al pie del Yggdrasil.
Atlas nació de tal linaje mixto. En la leyenda griega, toma su lugar en una línea
de diez reyes y reinas que comienza con Urano y continúa con Poseidón,
Atlas, Electra y seis descendientes más. Se dice que cada uno de ellos nació
de un dios y de una mortal (o viceversa), que construyeron una ciudad y
trajeron las artes de la civilización a las tribus nómades que se hallaban
hundidas en la ignorancia. Como vemos, la historia de la Atlántida recobra un
tema que era bien conocido en la tradición hiperbórea.
CAPÍTULO IX
EL GRIAL
A lo largo de la historia, son muchos quienes han
buscado este mítico elemento y su fuente de
poder: cristianos, templarios, cátaros y
germanos se disputan el bien supremo, la
búsqueda esotérica de uno de los iconos más
importantes que han existido en el devenir de los
siglos.
Ya en el siglo XXI, en plena era espacial, donde la tecnología y globalización
dominan sin contrapeso la mente de la civilización, pareciera que no existe
lugar para la magia, la leyenda, la epopeya u otra corriente de pensamiento,
una que abra los enmohecidos candados de la realidad fantástica, que desde
tiempos pretéritos fue dominio de algunos iniciados y que hoy sólo parece ser
un recuerdo olvidado. Sin embargo, el tiempo no ha borrado como se cree, esta
facultad de ver más allá, de respirar el mito y construirlo, pues hoy hablaremos
de algo tan mágico como poderoso: el Grial.
Según el escritor chileno Miguel Serrano, “el Grial germánico es una piedra
que cae de la corona rota de Lucifer” y agrega que “debemos explicar que la
figura del ángel caído o Lucifer, la religión judía y cristiana lo declara como el
demonio”. Al respecto Serrano señala en la revista “Hiperbórea”, volumen VII,
que “Lucifer para el patriarca Enoc, como para los cátaros es un dios, es el
hermano de Jesús, es un ser de Luz, bueno. Por ejemplo, Otto Rhan, Coronel
de la Ahnenerbe-SS en sus estudios sobre el Gral, en el libro “La corte de
Lucifer”, viaja por Europa buscando esta corte, pues los verdaderos luciferinos
son los que conserban la sabiduría antigua”.
“El Grial es un objeto muy poderoso. Para la leyenda germánica, es una piedra
traída por los ángeles extraterrestres a la Tierra. Una piedra donde está
grabada la sabiduría antigua. Cuando el Continente de Hiperbórea
desaparece, quienes logran salvarse llevan consigo una piedra grabada, una
piedra esmeralda donde está inscrito el conocimiento, la ciencia, y la sabiduría
hiperbórea. Igual que si hoy día ocurriera una catástrofe y quienes se salvaran
grabaran en códigos secretos todo el conocimiento científico actual. Ellos, los
hiperbóreos tenían la clave de todo el saber”
“Los que se salvaron de la catástrofe que acabó con Hiperbórea, llevan
consigo un tesoro que los ayuda en todas las sucesivas guerras y situaciones.
Es un tesoro mágico y además es un código secreto que recoge el
conocimiento y la sabiduría de esta civilización. Es el Gral”.
Dice Miguel Serrano que “el poder real del Gral es el poder del conocimiento
hiperbóreo, el que buscaban los SS para recuperar el superhombre, que es
algo que no está en el futuro, sino en el pasado, en Hiperbórea. El poder que
Lucifer y los ángeles tenían cuando cayeron a la Tierra, el mismo que poseían
los Rapa-Nui de la isla de Pascua, el maná, la facultad que hacía posible
mover los Moais. Es decir, la “telekinesis”. Exactamente es el poder que está
en la mente y en un momento dado del tiempo se extravía. ¿Por qué se
pierde?. Según el libro de Enoch y otros más, porque los seres divinos se
mezclan con las hijas de los hombres que van quedando en la Tierra.
Entonces, ese poder tenía la capacidad de controlar la rotación de las esferas,
crear otros mundos, nuevas galaxias. Pero hay un combate, una lucha
legendaria y Lucifer, pierde. Entonces los SS querían recuperar ese
conocimiento hiperbóreo, para lograr que los dos hemisferios del cerebro
trabajaran al mismo tiempo, ya que hasta ahora usamos nada más el izquierdo,
donde se encuentra la tecnología y la mente racional. A raíz de la desaparición
de esa civilización arcaica se pierde el poder del hemisferio derecho, lugar
donde comulgan la leyenda, la religión, la mitología, la intuición, el poder de la
telekinesis y el maná de los pobladores primitivos de Rapa Nui”.
CAPÍTULO X
4- El chamanismo
8- Nazismo enigmático
Más allá del norte, del hielo, de la muerte –nuestra vida, nuestra
felicidad... Nosotros hemos descubierto la felicidad, nosotros sabemos el
camino, nosotros encontramos la salida de milenios enteros de
laberinto." (FRIEDRICH NIETZSCHE)
1- Introducción
¿Quiénes son los hiperbóreos ?
Las doctrinas de los antiguos afirman que la humanidad ya existía antes de
aparecer sobre el universo físico, en un nivel de existencia diferente, en un
mundo sin tiempo. La marcha cíclica del Cosmos habría traído consigo la
incorporación, la materialización de la humanidad. Es decir, el mundo material
sería reflejo materializado de un "otro mundo", la plasmación sobre el lienzo del
espacio-tiempo de un "otro mundo".
4- El chamanismo
Vamos a echar un breve vistazo a la cuestión del chamanismo. En el
chamanismo hallamos multitud de conocimientos y prácticas antiguas que nos
pueden permitir entrever qué eran y en qué creían nuestros primeros
antepasados. Cierto es que en la actualidad el chamanismo se identifica con un
tipo decadente e incluso vinculado a prácticas degeneradas, pero eso no quita
que parte de su existir se deba, sobre todo en un origen, a una vía iniciática
que provendría de los tiempos en que el "otro mundo" estaba unido a este
mundo "espacio-temporal". Es de esta unión primigenia de la que aquí
queremos o pretendemos tomar nota y sacar partido.
Muchas personas, el atravesar una crisis de salud les provoca una disfunción
de sus sentidos físicos, provocándoles una percepción de esos otros mundos o
realidades invisibles del "más allá". Igualmente los niños son más sensibles a
esas otras realidades ya que aún no se hallan tan identificados con este mundo
espacio-temporal.
Los escitas alcanzaban el trance mediante el uso del cáñamo, que quemaban
sobre piedras calientes a la salida de los funerales. Este método de alcanzar el
trance, empleado generalmente cuando ya no se es capaz de conseguirlo de
forma natural, era también propio de los magos tracios y getas, a los que se
conocía como kapnobátai. Estrabón traduce este término como aeróbatas, "los
que caminan sobre las nubes", aunque la traducción más correcta sería "los
que caminan por el humo"... del cáñamo, claro. El uso del cáñamo para ayudar
a la consecución del trance parece haber sido corriente entre todos los pueblos
escitas e iranios, que poblaban las regiones asiáticas al este y sudeste de
Europa.
Los verdaderos chamanes son los sabios de la estirpe y conocen y dominan los
secretos y las fuerzas de la vida y de la naturaleza. Ejercen de curanderos y
guías del pueblo y son el vínculo entre el mundo de los hombres, los
antepasados y el mundo divino.
Según Dee, las palabras del alfabeto enoquiano fueron dictadas letra a letra
por un ángel que las iba señalando sobre un cuadro, de atrás hacia adelante,
para evitar que el poder encerrado en ellas causara una catástrofe. Cada
palabra sería un nombre, hasta entonces desconocido, de Dios o de sus
ángeles. Las letras del lenguaje enoquiano se inscriben en cinco tabletas
atribuidas a los cuatro elementos y al éter, la quintaesencia de la que emana
todo. Estas tablillas enóquicas, dispuestas en un arreglo que escondería los
poderosos nombres ocultos de Dios y de sus ángeles, sirvieron a Kelley para
obtener lo que Dee llamó "visión del plano elemental del Universo o del cosmos
enóquico", el mundo de Enoquia, en cuyos límites estarían establecidas las
cuatro atalayas de los elementos, un concepto que recuerda a los cuatro
castillos de los vientos y los mundos elementales de la mitología celta, bien
conocida por el mago inglés.
Dee decía también que era posible construir máquinas totalmente automáticas
que realicen el trabajo del hombre. "Esto -añadía en el año de 1585- ha sido ya
realizado en otra parte..."
Desde que John Dee empezó a anunciar que publicaría sus conversaciones
con los ángeles, fue acusado de magia negra y se llevó a cabo contra él una
implacable persecución. En 1597, aprovechando su ausencia, unos
desconocidos excitaron a la chusma, que asaltó su casa. Cuatro mil obras
raras y cinco manuscritos desaparecieron definitivamente, y numerosas notas
fueron quemadas. Después, a pesar de la protección de la reina de Inglaterra,
prosiguió la persecución. Por último, el hombre destrozado, desacreditado,
murió a los 81 años, en 1608, en Mortlake. Una vez más, la conspiración de los
"hombres de negro" pareció haber triunfado.
Los vril-ya de "La raza futura", parecen hacer un guiño al hombre superior. De
hecho Bulwer Lytton parece estar hablándonos de la mismísima raza de los
hiperbóreos o el "superhombre" de Nietzsche:
Zee (una vril-ya) me dijo que en su concepto, cuanto más pueden asimilar la
vida a la existencia que sus mentes sean capaces de concebir como más
cercana a la de los espíritus que se hallan al otro lado de la tumba, más se
aproximarán a una divina felicidad aquí y más fácilmente se acercarán a las
condiciones del más allá."
8- Nazismo enigmático
Hasta aquí hemos tratado de enfocar unos cuantos aspectos al respecto de la
cuestión mágica del mundo sobre la que, a nuestro entender, el nazismo o
nacionalsocialismo alemán del Tercer Reich vino a fundamentar su
cosmovisión. Tratando de desentrañar y comprender el pensamiento de los
antiguos, podemos comprender la relatividad de este mundo. Complementando
esto, el "mundo visible" vendría a ser el reflejo de un "otro mundo". Nuestro
mundo mortal está sujeto a la ley del espacio-tiempo y a la ley del nacimiento-
muerte. Los iniciados, como ya lo hiciera Pitágoras, buscan transmutar e
inmortalizar este mundo mortal mediante la perfección, pues la perfección es
cualidad de la inmortalidad. Aquí podemos entender a Nietzsche cuando habla
de los hiperbóreos, pues para llegar a ellos es preciso alcanzar más allá de
este mundo, hallar la salida del laberinto. Y esto no lo conseguiremos con
actitudes pasivas ni contemplativas, ni mediante un intelecto que se quede en
la esterilidad, sino mediante la práctica del endurecimiento diamantino del
mago tántrico y mediante la acción. Un camino sólo para los pocos, los
"perfectos", no para los degenerados, ni los criminales.
Es evidente que en todo el tema del Tercer Reich existe una raíz esotérica. Lo
hemos visto en capítulos anteriores. Hemos visto cómo el mismo signo de la
esvástica es un signo religioso antiguo y que una determinada corriente oculta
está representada y vigente en este movimiento. Durante un tiempo breve pero
intenso, en la tierra llegó a conformarse un "Reich mágico", un mundo
transvalorado y absolutamente diferente al mundo que hoy día conocemos.
Todo eso no nació de la nada:
Por esto mismo, entendemos que ese Tercer Reich histórico fue reflejo de un
"Tercer Reich metafísico" que sigue vigente en alguna parte más allá de las
contingencias de este mundo. La existencia de ese Tercer Reich
"metahistórico", deberíamos situarla en lo que se conoce como "pliegues del
espacio tiempo" o en una dimensión paralela a la nuestra. Un "otro tiempo" de
algún modo inaccesible pero muy cercano, en tanto que no está sujeto a
nuestra percepción habitual. ¿Puede ser que en ese otro tiempo los
nacionalsocialistas vivan la victoria de su causa?. ¿No es de esto mismo de lo
que hablan las tradiciones germánicas del Walhala o las tibetanas de
Shambhala? En nuestra edad media tenemos el mítico Reino del Preste Juan
y en otras partes del mundo vuelven a encontrarse leyendas similares. Vamos
a dedicarnos a buscar indicios y efectos de esa otra dimensión, ese "reino del
espíritu" o esa "realidad fantástica" y desconocida. El mundo en que vivimos no
tiene por qué ser sólo y únicamente lo que a simple vista puede percibirse con
los sentidos físicos ordinarios. Tampoco tiene por qué ser lo que nos cuentan
las partes interesadas en condicionarnos y hacer de nosotros un determinado
tipo de persona. Hay quienes apuntan a que el Tercer Reich pudo sobrevivir a
la destrucción a la que le sometieron los poderes mundiales y aquí sólo se
pretende dar a conocer esta parte "fantástica" del nacionalsocialismo. El tema
ya ha sido tratado en numerosas ocasiones con mayor o menor acierto, por lo
que no pretendemos decir nada que no haya sido dicho ya antes. Tampoco
pretenderemos hacer ningún juicio de valor sobre la cuestión. Únicamente
hemos querido recopilar una serie de datos y disponerlos de la forma más
adecuada que hemos podido.
Podríamos agregar aquí que el fenómeno OVNI sería una eclosión súbita de
otra dimensión sobre el lienzo de nuestro mundo espacio-temporal. Existen
multitud de testimonios que apuntan a este fenómeno de cosas, en el cual las
dimensiones parecieran transmutarse e interconectarse. A fin de cuentas, de
esto vendría a tratar la cuestión de la "otra ciencia" descubierta por los
nacionalsocialistas. Ahí es donde las huestes hiperbóreas aguardan
atentas y preparan el cumplimiento de su retorno.
Sin embargo, al poco tiempo, movidos tal vez por la ciencia ficción de moda en
la época o quién sabe si por otras oscuras intenciones, los gobiernos –y por
consiguiente la prensa– comenzaron a especular sobre el "peligro de invasión
extraterrestre". Pero, años después de que los rumores sobre "visitantes del
espacio" se extendieran por todo el planeta, la revista estadounidense
Examiner volvía a la tesis de finales de la guerra en un artículo publicado el 26
de mayo de 1988 bajo el título "¡El misterio de los OVNI desvelado!", y en el
que se decía: "El secreto de los OVNI estaba ya resuelto hacía mucho tiempo,
si es que existió alguna vez. Los extraterrestres son en realidad nazis que
desean reedificar su imperio. Los gobiernos del mundo están perfectamente
informados de todo este asunto y, por ello, callan, y al mismo tiempo, están
verdaderamente aterrorizados".
Esa nave increíble nunca fue encontrada; pero hoy, desafiando la lógica y las
leyes de la materia, se la ve surcar libremente los cielos, apareciendo y
desapareciendo en distintos puntos del planeta, especialmente en el sur de
América y en la Antártida.