Mito, Arte e Información
Mito, Arte e Información
Mito, Arte e Información
Nos reunimos aquí hoy, en la Escuela Nacional de Artes Plásticas para hablar y pensar
sobre el mito y su papel en el arte, y por lo tanto en nuestras vidas. Esto es de suma
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importancia, y sin embargo no se había hecho antes. Todos sabemos la importancia que
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tienen las historias de los mitos griegos y romanos en el arte occidental a partir del
renacimiento; el arte egipcio o el de Mesoamérica es incomprensible sin su mitología , y
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sin embargo, parece ser que el papel central que tienen los mitos en las creaciones
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modernidad. Ya en el siglo XIX los mitos se van alejando del centro de la visión
estética, y cuando un movimiento como los prerrafaelitas los retoma, historias
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cristianas, y mitos celtas o griegos, su uso nos suena nostálgico, cuando no pedagógico.
Esto quiere decir que los mitos fundadores de la cultura occidental, ya no juegan un
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perdido; un primitivismo racional que resucita al mito como forma, como historia o
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mera información, pero no como realidad vivida, y es esa realidad, vivida y vívida la
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que encarna el mito. El mito existe cuando somos parte de él, cuando nos ata con sus
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imágenes a su sentido y nos conecta con un universo compartido por un grupo humano.
Cuando el mito no existe en nuestra mente como referente natural, sino como pieza de
información que conocemos pero no sentimos, entonces los mitos son puras historias
extrañas o curiosas, ajenas a nuestra vida. Y sin embargo, Joseph Campbell, a quien
recordamos en estas pláticas, nos dice que “… los símbolos de la mitología no son
fabricados, no pueden encargarse, inventarse o suprimirse permanentemente. Son
productos espontáneos de la psique y cada uno lleva dentro de sí mismo intacta, la
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y Gustave Moreau citan los mitos de la tradición cultural occidental, Odilón Redon,
Gustave Klimt, James Ensor, Emil Nolde, Edvard Munch, Van Gogh, Gauguin, Paul
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Klee y Kandinsky producen más bien una mitología personal en lugar de recurrir a
mitos colectivos que ya no se comparten. Cuando ya en el siglo XX los surrealistas
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entrada del subconsciente en los procesos de producción del arte, la puerta de los
sueños se abre de par en par para dejar entrar, a través del simbolismo onírico, una
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renovada mitología personal, propia de cada artista. Tal es el caso del extraño y gran
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sociales sólo quedó el sueño como fuente generadora de símbolos. Como apunta
Campbell, la relación del sueño y el mito es siempre complementaria: “El sueño es el
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que la conciencia del yo personal. La mente, en tanto Psique total, portavoz de nuestro
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ser completo, formado por la conciencia y sus niveles más profundos de inconsciencia,
IN
cuando nos habla, lo hace crípticamente, mediante símbolos. Yo, en cambio, que soy el
vocero de mi Ego y mi ser consciente, hablo en primera persona desde mi voluntad, en
un discurso lineal lógico gramatical que sostiene la creencia en las posibilidades
clarificadoras de la razón. Vivimos en un mismo tiempo divididos entre dos
dimensiones que corren en paralelo y donde la posible comunicación entre ellas no es
clara ni fácil.; llamémoslos, siguiendo a Edgar Morin, “mythos” y “logos”; Logos
1
Campbell, Joseph., El héroe de las mil caras, Fondo de Cultura Económica, México, 1959. Página 11
2
2 ibíd.,
ibíd., página
página 25
25
3
refiere al discurso racional, lógico y objetivo que aplicamos a nuestro trato con el
mundo exterior. Aquí lo importante es la comunicación clara y precisa de información
con nuestros semejantes. Mythos, en cambio, refiere al discurso de la comprensión
subjetiva, personal y concreta desde nuestra sensación interior, sobre el mundo exterior.
Este discurso plantea su inteligibilidad a través de lo concreto, lo singular y lo físico;
para ello utiliza el poder del símbolo como medio, y de la analogía y la metáfora como
su lógica. Mientras que para el logos los términos significante-significado – referente
TE
sentido, para dirigir nuestra atención al referente, o cosa nombrada. De ahí que la
representación de una persona en una muñeca de vudú no sólo sea el vehículo
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significante de una persona, sino que se convierta en la persona sobre la cual podemos
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y el espacio. El logos, en cambio, sí distingue entre estos términos y los utiliza de tal
manera que el signo abstracto “silla” contiene el concepto del objeto manufacturado
SI
para sentarnos, conocimiento que nos permite referirnos y reconocer cuando nos
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encontremos con dicho objeto. James Kosuth tiene una obra titulada “Chair” sobre las
relaciones entre estos tres términos, al presentar una imagen fotográfica de una silla,
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una fotografía con la imagen ampliada de la definición del diccionario del concepto
silla, y finalmente una silla de verdad. Concepto, representación y objeto presentados a
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“En realidad, tal vez sólo el hemisferio dominante del cerebro traza el distingo entre el
nombre y la cosa nombrada, o entre el mapa y el territorio; el hemisferio simbólico y
TE
afectivo (que normalmente está del lado derecho) es probablemente incapaz de hacer
esas distinciones.”3
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hacia algo cercano a nuestro corazón y que nos habla directamente al hemisferio
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consideramos como mitos, sino como realidades. Las pesadas vitrinas que cargan los
chalmeros con las imágenes del señor de Chalma no son meras representaciones de su
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santo patrón; son y tienen el peso de la divinidad y sus favores cumplidos, o de sus
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promesas pendientes. Aquí la pintura de la pipa sí es la pipa y la figura del niño Jesús,
al ser el foco de nuestras emociones religiosas transforma la figura de porcelana con
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sus ropas baratas en algo más que un objeto artesanal. En este caso surge el verdadero
fenómeno mitológico; el que sentimos de verdad.
U
D
En palabras de Cassirer:
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3
Bateson, Gregory., Espíritu y naturaleza, Amorrortu, Buenos Aires, 2006. Página 41
4
Cassirer, Ernst., Filosofía de las Formas Simbólicas II, Fondo de Cultura Económica, México 1972. Página 22
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únicamente con los desperdicios de la conciencia, tiene una arquitectura propia que se
manifiesta en todo tiempo y lugar y en las más variadas culturas. Por lo tanto, la
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manifestaciones humanas.
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Pongamos que tengo un sueño: estoy parado en una estación vacía en la noche
esperando al tren. Éste llega, lo veo entrar a la estación, detenerse y después marcharse.
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Yo sigo de pié en la estación y lo veo alejarse. Así como se va el tren, yo dejo que mi
sueño pase y se aleje sin darle mayor importancia. Pero si vuelvo a tener el mismo
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sueño y éste se torna recurrente, comienzo a sospechar que el sueño contiene una carga
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de significado vital para mi. Yo no sé que quiere decir el sueño, (más allá de lo obvio:
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“!que se me fue el tren!”) sólo sé que siento la presencia del tren en la estación vacía, y
la sensación de vacío al irse el tren. La interpretación, que con cada repetición del sueño
se vuelve más necesaria, sin embargo no logra agotar los posibles sentidos que tiene la
experiencia del sueño. Al repetirse el sueño reconozco su naturaleza simbólica: intuyo
que las imágenes, la atmosfera, la acción tienen importancia, peso existencial, pero ya
despierto, desde la orilla de la conciencia, formular su significado y explicarme su
relevancia es tan complicado como lo es en general recordar los sueños. Pero si logro
recordar un sueño es porque su intensidad traspone la cortina de amnesia que separa la
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para la realidad consciente. Cuadro y sueño se mezclan más allá del alcance de las
explicaciones racionales. Hay algo, quizás lo más importante, que se escapa, que queda
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un idioma a otro, pero al hacerlo, algo de la sensación del sonido y el ritmo del idioma
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idioma, y el contexto o red de referencias que tiene el poema con su lengua y su cultura,
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se pierde. Al traducir un sueño, que es simbólico, al idioma lógico del lenguaje lineal,
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la sensación misma del vacío, el aura sentimental y hasta sensorial que nos deja un
sueño vívido.
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En otras palabras, el sueño puede comunicar una cierta información, como José
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que le interpreta al faraón el significado de sus sueños, pero esta información, aunque
importante, no agota todo el sueño. Podríamos encontrarle todavía más información, o
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encontrársela distinta. Hay algo en el sueño que es intraducible, porque eso es lo que
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sucede con los símbolos, y por lo tanto con los mitos. Y como vimos antes, lo
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los convertía en algo más que meros bancos o brochas. En qué exactamente, no podría
decirlo. Son elementos pictóricos construyendo una configuración visual única. El
significado, sin embargo, se me escapa, y es más, la sensación de “peso simbólico” no
gana nada si se le da una explicación unívoca. Un crítico de arte puede aventurar una
lectura específica, del mismo modo en que un psicoanalista podría darle a un sueño una
interpretación; pero ni la versión del crítico, ni la del psicoanalista agotan el hecho del
cuadro o del sueño. Últimamente han aparecido en mis cuadros peces y aves. Porqué y
TE
con qué fin, más allá del pictórico, tampoco lo sé. Ante las preguntas de la gente me
aventuré a consultar un diccionario de símbolos, donde encontré que peces y aves son
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A eso que está más allá de la traducción, opaco e intransferible - del sueño, del
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la gran pirámide de Keops; muros sin orificios ni ventanas, cerradas sobre sí mismas,
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con un interior inaccesible, igual que su posible significado. A esto me refiero con lo
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inefable del arte, pero también de los sueños y de los mitos, y creo que esta calidad es la
que hace que el arte y los símbolos sigan teniendo vigencia cuando la información de la
lógica consciente se ha agotado. Nadie rescata el periódico de ayer para releerlo, pero si
regresamos una y otra vez a releer poesía, a saborear un párrafo de una novela, a volver
a contemplar un cuadro temprano del Greco que está en la colección Frick de Nueva
York. Lo “inefable” de algunas obras de arte les confiere una magia perenne, una
relevancia inagotable. No regresamos a ellas por nueva información (aunque
posiblemente si encontremos un nuevo ángulo a lo ya visto) sino para reencontrarnos
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con y revivir una experiencia, que precisamente por inaprensible (en su sentido literal),
es inagotable: lo “inefable” nos llama y nos elude, al negarnos un significado específico
nos revela un sentido más amplio. Está claro que el nivel de información novedosa es
alto frente a una obra desconocida, pero si la pieza se vuelve importante para nosotros
a nivel personal, a mayor familiaridad disminuirá su índice de información y aumentará
su relevancia como experiencia. La información es asimilada por la conciencia en forma
lineal, se va sumando como los eslabones de una cadena. Sólo el último eslabón es
TE
Galileo) puede demostrar la falsedad de una hipótesis (el geocentrismo) que hasta ese
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momento era válida. En el arte esto no sucede así; la última obra no cancela las previas
y un camino novedoso no falsea los anteriores (aunque el arte de vanguardia, hegeliano
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científica de que el último grito de la moda artística hace redundantes todos los gritos
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anteriores).
información tienen el arte y los mitos, siendo que ambos, aunque comunican algo, no es
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arte dependen del aspecto simbólico de nuestra psique. En alguna parte de nuestro
hemisferio derecho se producen naturalmente las imágenes e historias que han
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alimentado las culturas de todos los pueblos. Éstas visten el universo mental y social de
D
Esto significa que la base de toda vida social y de toda actividad cultural es
nuestra naturaleza mental simbólica que genera espontáneamente las historias
5
Morin, Edgar., El método III, Cátedra, Madrid, 1988. Página 173
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colectivas que nos unen a una sociedad; esta actividad mito-poética se manifiesta en
todo momento, pero en el mundo moderno, primordialmente a través de los sueños y
del arte.
significativos y parte integral del sentido total. Puesto que el arte está fundado en la
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existe.
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que la Verdad (así, con mayúscula) es imposible de contenerse en una secuencia lógica
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obras de arte occidental es sólo una referencia, una cita, o cuando mucho una excusa
pictórica para la producción del artista. (Pero como en todo, hay excepciones; Fra.
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mera referencia, y no como una experiencia vivida, es porque estamos inmersos, desde
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hemos estado diciendo que es a través del arte y de los sueños como el pensamiento
mítico simbólico entra en la corriente cultural de la sociedad ¿cómo sucede esto cuando
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predominio de logos sobre mythos. Gombrich, quien sostenía que la tradición occidental
del ilusionismo era única en el mundo, decía que lo que la separaba de todas las otras
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arte, que juegan con el azar y el subconsciente se abren a la entrada del mythos; el
Fauvismo, Dadaísmo, el cubismo, todos los expresionismos y primitivismos se
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enfrentan a los representantes del logos en el arte; las corrientes que creen en el arte
S
como lenguaje y como idea; como instrumento social, pedagógico y político. Lo que
hay que reconocer es la interdependencia creativa de estos dos pensamientos; uno sin el
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otro lleva inevitablemente a un empobrecimiento general: “El mito nutre pero nubla el
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mythos es la relación recursiva entre las tendencias progresistas y las primitivistas, las
racionalistas y las expresionistas, las conceptuales y las “retinales”.
SI
La verdad y la información
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Richard Dawkins, el eminente evolucionista de Oxford, escribió hace unos pocos años
U
un libro titulado “The God Delusion”9, que se puede traducir como “La falsa ilusión de
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todas las épocas de la historia. Las mayores masacres, las peores torturas se han
concebido para aplastar a los infieles y herejes del credo elegido. Su tesis es que las
religiones son terreno fértil para el crecimiento de los extremismos fundamentalistas
que han sembrado de terror e intolerancia las relaciones entre los hombres. Y aunque
sea cierto que sólo una pequeña proporción de los fieles se convierte en
fundamentalista, su argumento es que las religiones generan inevitablemente estos
excesos, y que aún con una pequeña dosis de éstos basta para que florezca la
8
Morin, Edgar., El Método III, Cátedra, Madrid, 1988. Página 190
9
Dawkins, Richard., The God Delusion, Bantam Press, Great Britain, 2006
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mitológicos”, y por lo tanto, sin una religión fundada en ellos. ¿Es posible una religión
fundada en el logos, y no en mythos?
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Posiblemente ese sea el proyecto kantiano que, desde hace doscientos años,
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sustituyó a la “teología” (de teos: dios), la explicación del Todo por la divinidad, por la
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“teleología” (de telos: fín, propósito, meta), la explicación subjetiva de una finalidad o
propósito total para poder unificar el conocimiento, y así ordenarlo y entender las
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en subjetiva, y por lo tanto todo juicio, si va a ser algo más que un mero juicio personal
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y privado, tendrá que seguir el camino que Kant había delineado para el juicio estético.
Éste se convierte así, en el paradigma del juicio con valor más allá de lo personal, sea
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sobre los fundamentos del juicio estético. El problema para el juicio estético era la
validez publica y social de un juicio subjetivo de placer personal. Kant funda la
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manera, el juicio teleológico tendrá que construirse sobre esta base, ampliada
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nos causa la belleza de una concha de Nautilus que encontramos por azar en la playa.
Maravillarnos ante la perfección de su geometría de sección áurea causa un asombro
estético y cognoscitivo; ¿cómo se dio algo así, tan bello y estructuralmente perfecto, sin
un creador inteligente? Explicarnos la complejidad y belleza de su forma (cuando no
existía la teoría de la evolución) exige de nosotros una síntesis estética con fines de
conocimiento, subjetiva pero totalizante.
“La mayoría no creemos hoy que, sean cuales fueren en sus pormenores las alzas y
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hinduismo, cuya danza es, en un plano trivial, creación y destrucción, pero en el todo
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es belleza. Hemos perdido a Abraxas, el terrible y hermoso dios del día y la noche en el
gnosticismo.
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Hemos comenzado a jugar con las ideas de la ecología, y aunque de inmediato las
vulgarizamos y hacemos de ellas un comercio o una política, al menos hay todavía en el
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pecho del hombre un impulso a unificar, y así santificar, el mundo natural total del que
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formamos parte.
epistemologías, diferentes y hasta contrastantes entre sí, que han subrayado por igual
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la existencia de una unidad suprema y (aunque esto es menos seguro) la idea de que
D
esa unidad suprema es estética. La similitud de estas visiones permite confiar en que la
IN
gran autoridad de la ciencia cuantitativa puede ser insuficiente para rechazar una
belleza unificadora suprema.
Adhiero al presupuesto de que nuestra pérdida del sentido de la unidad estética fue,
simplemente, un error epistemológico. Creo que ese error puede ser más serio que
todas las pequeñas demencias que caracterizaron a esas epistemologías más viejas, que
coincidían en la unidad fundamental.”10
10
Bateson, Gregory, Espíritu y Naturaleza, Amorrortu, Buenos Aires, 2006. Páginas 28-29
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liga, reconecta con el todo que nos envuelve. Kant habló de este sentimiento como lo
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tan poderosa que suscita respeto, y hasta miedo, lo que Campbell refiere como el
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encuentro con el dios terrible, Vishnu, el destructor, o el dios colérico del antiguo
testamento. En todos estos casos el sentimiento de lo sublime, que es un arrobamiento
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cara a cara con el tejido vibrante de lo real. Para Kant, tanto lo sublime, como lo bello
se caracterizan por un encuentro con el mundo que él llama “desinteresado”.
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libre de ataduras se distingue de nuestro trato cotidiano con el mundo, que está hecho de
un estira y afloje dentro de una rico entramado de intereses, deseos y aversiones. Cita
Campbell a James Joyce, supongo que refiriéndose al “Retrato del artista adolescente”
y al término que emplea en ese libro de juventud: “epifanía”, como el momento en
que, sorpresivamente, de un momento al otro (in ictu oculi), vemos de una manera libre
de la telaraña de intereses que envuelven nuestra vida, se caen los velos de la realidad
11
Campbell, Joseph, Joseph Campbell and the Power of Myth, with Bill Moyers, program six; Masks of Eternity.
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funden, son una misma cosa, trinidad con tres caras y una misma esencia.
ceguera a reconocer esta realidad subyacente que es descubierta por la epifanía estética,
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pero también por una variedad de experiencias alucinógenas, místicas y religiosas que
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no se pueden negar. El encuentro con esa realidad es siempre de una intensidad tal que
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genera una respuesta refleja de cubrir nuestra desnudez ante tal fulgor; la mitología es el
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tejido de imágenes con que se le viste, y es a partir del trenzado de la trama de estas
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imágenes que también el arte despliega los tapices de su visión. La crudeza de la visión
de esta realidad es enceguecedora y algo debemos hacer para protegernos de ella.
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psicólogo suizo afirma que “la religión es una defensa contra la experiencia religiosa”,
lo que significa que las invenciones mitológicas de imágenes e historias, así como la
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fundacional .
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El arte ilumina la prosa con la profundidad del mito, mostrando que lo cotidiano
también puede ser sagrado y el instante eterno. Esa es la labor del arte, especialmente en
una era carente de mitos sociales más allá de las sagas nacionalistas o ideológicas. La
pintura de un florero de Van Gogh o de Monet, las manzanas de Cezanne, los platos
sobre un mantel de Bonnard no sólo son lo que representan; su peso simbólico
transforma a los simples objetos en íconos monumentales, su alquimia sublima sencillos
elementos del territorio del logos en portales para el acceso al campo del mythos. La
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pero que la trasciende. Pongamos por ejemplo, en tiempos de Jacques Louis David, el
S
muestran. David podrá citar los mitos griegos, pero sus cuadros no viven el mito que
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representan, mientras que los objetos de Chardin adquieren un peso simbólico por la
magia de la pintura que es inexplicable; y eso se queda en la memoria y en el alma,
SI
como un enigma indescifrable, como una marca que no se va. Ese es el acercamiento a
lo divino, y su sello es siempre lo inefable. Los Upanishads dicen: “Porque a los dioses
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les gusta el enigma, y les repudia lo que es manifiesto”. Por eso los dioses tejen
historias y se comunican a través del arte, viven en laberintos y desaparecen de las
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Conclusiones
Para concluir quiero referirme a la relación que tiene el mito con la música. Su cercanía
era el motor de la inspiración de Wagner; para él la música era la forma ideal, la única
que le queda al hombre moderno, de regresar al mito viviente, a la verdadera relación
del hombre con la mitología, y por lo tanto , con los dioses auténticos de su espíritu.
Esto sólo se puede lograr mediante el sentimiento, y sólo en la música podemos
transportarnos a ese plano supratemporal que nuestra conciencia histórica, nuestra
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lógica racional y nuestro mundo tecnológico nos niegan. Lo contrario lo vemos aquí, en
el cuadro de David, Venus desarmando a Marte: una mitología convertida en un teatro
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sentimiento, donde los dioses son personajes cómicos de un guiñol histórico, ajeno y
conceptualmente ridículo.
S
pionero del estudio verdadero de los mitos , dice así: “La verdadera repuesta se halla,
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según creemos, en el carácter común del mito y la obra musical de ser cada uno a su
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manera lenguajes que trascienden el plano del lenguaje articulado, sin dejar como él
de requerir, en oposición con la pintura, una dimensión temporal para manifestarse.
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Pero esta relación con el tiempo es de una naturaleza bastante particular: todo ocurre
como si la música y la mitología no tuviesen necesidad del tiempo más que para darle
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Ese tiempo que es tan precioso para nosotros, que estructura el tejido de nuestra
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hoy en día con más razón. Como Bateson nos dice, lo único que tenemos para guiarnos
en el nuevo mundo de la tecnología y la información es nuestro sentido estético, por lo
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que sería un grave error epistemológico perderlo. En palabras del pensador romántico
Schelling; ante el monoteísmo de la razón, y el politeísmo de la imaginación hay que
O
construir una nueva mitología de la razón.13 Esta mitología será estética y compleja;
S
a lo inefable y lo enigmático.
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Luis Argudín
San Miguel Xicaclo,
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6 de Noviembre, 2010
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Cassirer, Ernst., Filosofía de las Formas Simbólicas II, Fondo de Cultura Económica, México, 1972. Página 20