Cerrar Ciclos y Dejar Ir Sin Perderse en El Intento - Proteg
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IR SIN PERDERSE EN EL
INTENTO
Abril de 2019
CONTENIDO
Agradecimientos
Dedicatoria
Introducción
La autoestima
El amor propio
Los valores
El enamoramiento
Idealizaciones
Del enamoramiento al amor
El amor
El amor después del duelo
La pérdida
El Duelo
Fases del duelo:
- Fase de shock/Negación
- Fase de Dolor/tristeza
- Fase de Rabia/Ira
- Fase de culpa
- Fase de Negociación
- Fase de reconstrucción
- Fase de resolución o aceptación
Tiempos del duelo
Duelo patológico
Apego emocional
Haber vivido en carne propia todo lo que tú, que me lees, has pasado; me
hace contar con la habilidad de llegar hasta el último rincón tu alma, esa
alma maltratada por un adiós que, al igual que tú, yo tampoco esperaba
pero que llegó y nos hirió; que dejó marcas y se escudó tras un amor que se
desvaneció, como si nunca hubiera existido.
Agradezco a Dios por este don con el que me ha premiado y que me ha
ayudado a encontrar la mejor manera de entrar en tu vida y con mis
palabras, poder darte una palmada en el hombro para que sepas que, en tu
soledad, no estas sola (o) porque yo estoy contigo a través de mis letras, aun
en la distancia.
Agradezco a mi madre por haberme traído al mundo; por haberme enseñado
todos esos valores que hoy, me hacen ser quien soy; por haberme mostrado
la fortaleza a través de la rudeza; por haberme hecho ver lo bonito que es
darle a otro la mano para que no caiga aun cuando nuestro piso tambalee;
le agradezco también por la dicha tan inmensa de llevar su sangre; le
agradezco por absolutamente todo y le pido que desde el cielo me ilumine
en este largo camino que me toca recorrer, de su mano y de la mano de todos
los que me leen. ¡Gracias mamá!
Agradezco a la vida por cada tropiezo, por cada caída, por cada montaña
empinada que me ha tocado escalar y por cada raspón de rodillas que me
ha imposibilitado correr; por cada persona que ha llegado a mi vida, por
cada amor, por cada desamor y por cada duelo; gracias a todo eso y a
muchas cosas más es que hoy, puedo volver a sonreír y permitirte que, a
través de mis letras, me conozcas y sepas de muy buena fuente que no existe
absolutamente nada en la vida que no se pueda superar y que; así como yo
lo hice, tú también puedes hacerlo…que sepas que todo lo puedes lograr si
realmente crees… así como yo creo en ti.
Agradezco a cada uno de mis lectores por hacer de este proyecto una razón
para seguir aportando todo mi conocimiento; te agradezco a ti por darme la
oportunidad de llegar a tu vida y de acompañarte en este largo camino que
ahora nos toca recorrer; te agradezco también por la confianza y por el
cariño sincero, créeme que se siente y que fortalece mis ganas de seguir
apostando por eso para que todos podamos ver una luz al final del camino.
Gracias a todos, por todo, desde mi corazón… Farley Villalobos.
DEDICATORIA
Esta guía está dedicada principalmente a ti, que formas parte clave de este
proyecto; a ti, que me lees y que logras comprender en cada una de mis
palabras esa necesidad tan mía de aportar paz a tu vida, esa paz que has
perdido sin quererlo y que es tan necesaria para tu estabilidad emocional;
a ti, por tus mensajes, por todos esos comentarios de apoyo que me hacen
pensar que voy por el camino correcto; a ti, por la confianza y por esta gran
oportunidad que me das de poner mi granito de arena para hacer del mundo
un mejor lugar para vivir… A ti, millones de gracias.
A Dios, por mantenerme con vida y salud; por no abandonarme cuando he
perdido las fuerzas, por no dejarme caer y si es que he caído, por no permitir
que me haga tanto daño al llegar al suelo.
A mi madre y a mi hermano por esos lazos que nos unen y nos permiten
poder llamarnos “familia”; a ella que desde el cielo guía mis pasos y me
protege, a ella que fue mi primera gran maestra y que me enseñó tantas
cosas lindas de la vida y del amor que todos debemos guardarle a nuestro
prójimo, aun cuando no recibamos lo mismo. A él, por ocupar la mitad de
mi corazón; por el apoyo que siempre me da para que nunca decaiga, por
esos abrazos que me hacen olvidarme del mundo; por su amor
incondicional… ¡Los amo, familia!
A todos los que han estado ahí y que han visto todo el esfuerzo…
Comenzamos siendo 926 y hoy, ya somos 22.300 almas unidas por una meta:
La felicidad y el bienestar. Estoy segura de que pronto seremos muchísimos
más.
A todos los que han creído en esto y a todos los que han creído en mí…
Agradezco también, a todos los que no han creído.
Un día me levanté con una idea e hice de esa idea un proyecto; así nació la
cuenta de Instagram @Sapio_Sensual y aquí seguirá, para todos ustedes.
Confeccionar una guía como la que ahora tienes en tu poder cuando sabes
que existen tantas personas necesitando esta información, no es una tarea
fácil, aun así, el estar segura del bienestar y de la tranquilidad que con este
trabajo seré capaz de llevar a todos mis lectores me permite poder sonreír
ante cualquier miedo, ante cualquier duda.
Cerrar ciclos y dejar ir sin perderse en el intento se creó gracias a la
necesidad que sentí y que he sentido desde hace mucho, de encender al
menos una luz al que transita por en el camino de la pérdida porque en
muchos de los casos nos sentimos a oscuras y se nos hace imposible ver un
futuro por estar anclados a un pasado que más que otra cosa, solo nos hiere
y logra hacernos mucho daño.
Quienes hemos pasado por un duelo sabemos lo difícil que es divisar un
norte mientras estamos a oscuras; conocemos lo complicado de volver a
levantarnos luego de haberse derrumbado nuestras bases y, peor aún,
comprendemos que en algún momento del camino nos veremos obligados a
pedir ayuda, pero, ¿Qué pasa cuando se nos hace difícil conseguir esa
ayuda?, ¿Qué pasa cuando no entendemos siquiera lo que nos ocurre y
por esa razón no podemos salir del agujero?, ¿Qué pasa con nosotros
cuando nos sentimos solos después de darnos cuenta de lo solos que
estamos?
Una pérdida no es cosa de niños cuando de nuestra estabilidad mental se
trata; un duelo no resuelto puede llegar a destruirnos o a hacer que nos
destruyamos al no poder soportar el drama de lo sucedido; un duelo, cuando
el corazón se ha enemistado con la razón y ha hecho huir a nuestra
autoestima haciéndonos perder el amor propio, es algo extremadamente
delicado que debemos tratar con guantes de seda… y con la debida atención
de un especialista.
Sea que hayamos perdido a un amor, a nuestros padres, a un hermano, a
nuestra mascota o nuestro trabajo; un duelo es un asunto al que debemos
darle la importancia y la atención debida para evitar malos resultados.
A ti, que estas leyendo esta guía en busca de esa luz que pueda alumbrarte
el camino te digo que quedan días largos por recorrer hasta llegar a
sentirnos mejor, pero te pido con todo el cariño con el que escribí estas
líneas, que no decaigas… Ten fe y nunca dejes de creer en ti. Sí se puede.
La Autoestima
La autoestima
Los valores pueden variar mucho según las culturas, las familias o los
individuos. Existen diferentes tipos de valores, también
denominados valores universales que se caracteriza o se diferencian por lo
que equivalen; entre ellos están:
Al hablar de valores morales tenemos mucha tela qué cortar porque estos
corresponden a las acciones o comportamientos correctos o incorrectos que
permiten diferenciar el bien del mal, lo que se sabe de lo que no, lo justo de
lo injusto; por ende, se puede decir que los valores involucran nuestros
sentimientos y emociones, como por ejemplo, cuando amamos o valoramos
el amor aborrecemos el odio, o cuando estamos de acuerdo con la paz, no
deberíamos estarlo con la guerra y cuando valoramos la libertad no somos
partidarios de la esclavitud. Cada individuo debería identificar sus valores,
y al hacerlo, se dará cuenta de lo que realmente es importante para él. La
educación en estos valores depende, en gran parte, de que se contemplen en
aquellos valores que la familia considera primordiales, es decir, que entre
los valores familiares que se transmitan a los hijos estén los valores ético-
morales imprescindibles:
1. Respeto: Tiene que ver con aceptar al prójimo tal como es, con
sus virtudes y defectos, reconociendo sus derechos y
necesidades. Decir las cosas educadamente, sin herir, violentar
o insultar a nadie son muestras de respeto. La educación en el
respeto comienza cuando nos dirigimos a nuestros hijos
correctamente, de la misma manera que esperamos que ellos se
dirijan a los demás.
2. Sinceridad: La sinceridad es el pilar que sustenta la confianza;
para que nuestros hijos no mientan, no debemos abusar de los
castigos porque los niños mienten por temor a los castigos.
3. Renuncia a la violencia: Que nuestros hijos no sean violentos
depende mucho de que sus padres no griten, peguen o les falten
al respeto.
4. Disposición a ayudar: Conseguir que los niños ayuden a los
adultos y a sus iguales se consigue fácilmente: sólo debemos
aceptar desde el principio sus ganas de ayudar, encomendarles
pequeñas tareas y adaptarlas siempre a su edad y sus
posibilidades.
5. Cortesía: Tiene que ver con el respeto, la consideración y los
modales. No tiene que ver con no poder hacer algunas cosas
porque no es de buena educación, sino en hacerlas diciendo
“por favor”, “gracias” y ¿puedo?
6. Consideración: Tiene que ver con saber renunciar a los
propios intereses en beneficio de los de los demás. Si los niños
ven que sus necesidades se toman en serio, les será más fácil
respetar las de las otras personas.
7. Tolerancia: Tiene que ver con la aceptación y el respeto hacia
la gente que es diferente, a lo que nos resulta extraño,
desconocido o poco habitual.
8. Responsabilidad: Tiene que ver con la confianza que tenemos
en que nuestros hijos sabrán asumir algunas tareas y las
cumplirán. Tiene que ver también con la conciencia de que los
actos o el incumplimiento de estos, tiene consecuencias para
otras personas o para nuestros propios hijos.
Todos los padres desean que sus hijos se comporten de forma educada, pero
sin que se conviertan en niños temerosos o conformistas, ni transformándose
ellos en padres exigentes y quisquillosos. Hay algunos valores
fundamentales que todas las personas debemos asumir para poder convivir
unos con otros y que debemos tener siempre presentes y cumplir sin
perjudicar a nadie ya que ellos son las normas de conducta y actitudes según
las cuales nos comportamos y que están de acuerdo con aquello que
consideramos correcto.
- La Honestidad - Amistad
- La Puntualidad - Humildad
- La Responsabilidad - Amor
- Familia - Compasión
- Gratitud - Optimismo
- Sinceridad - Servicio
- Generosidad - Servicio
- Honestidad - Superación
- Decencia - Voluntad
- Solidaridad - Responsabilidad
- Aprender - Paciencia
- Prudencia - Comprensión
- Docilidad - Sencillez
- Autodominio - Bondad
- Sensibilidad - Lealtad
- Sacrificio - Respeto
- Crítica constructiva - Perdón
- Desprendimiento - Alegría
Características y síntomas
Eso, por un lado; por otro, uno de los problemas a nivel psicológico que
puede ocasionar el proceso de enamoramiento es una ceguera emocional
donde encaja perfectamente el dicho popular que asegura que “el amor es
ciego” ya que el juicio crítico que todos tenemos en el día a día, en esta
etapa está apagado y se omiten los defectos y fallas de la pareja; para
nosotros la persona que nos gusta no tiene ningún defecto.
La idealización del ex
Quien suele crear sus propias versiones de las personas lo hacen con la
actual pareja, con la anterior y en soledad, por lo mismo, no es difícil
imaginar que al recordar a la expareja seleccionen los mejores recuerdos
mezclados con un toque de fantasía y por eso sufren aún más, se convencen
de que han perdido el amor de su vida y que nunca podrán querer a alguien
así. En el caso que haya sido una mala pareja, olvidan el daño que les causó
y solo son presas de la nostalgia, no cuestionan el ¿para qué van a estar con
una persona que nos las quería o que prefirió irse con otra?
Las expectativas sirven de alto estándar, como una guía de lo que queremos,
pero es preocupante manipular la realidad para ajustarla a ese ideal. Si
idealizamos de esa manera, debemos saber que esas ideas tarde o temprano
van a romperse, porque no están acorde a la realidad, no tiene más
fundamento que un capricho y eso crea un sufrimiento totalmente evitable.
Debemos aprender a reconocer la realidad y ser felices con ella.
Todo ese tiempo que estemos bajo los efectos de la idealización del amor
será determinante para tu futura estabilidad emocional, así como para la
continuidad o no de la pareja. Que nuestra persona especial pase de
príncipe o princesa azul a sapo no afecta solo a quien sufre esa
transformación radical, sino que el desajuste emocional producido por el
paso de la ficción a la realidad repercute más en nosotros mismos.
Decepción, incomprensión, desánimo y desilusión son los sentimientos que
aparecen una vez que termina el período de idealización. Si antes habíamos
magnificado sus virtudes, ahora corremos el riesgo de exagerar sus defectos,
así que vamos a necesitar mucha fuerza emocional para ver a nuestro amor
con perspectiva. No debemos dejar que nos embarguen las emociones
negativas y retener algunas de esas cualidades que nos enamoraron, lo
importante, es no intentar mantener el ideal ficticio porque corremos el
riesgo de convertirnos en una persona dependiente de ese supuesto amor
perfecto.
El amor es otra cosa, sí, el amor requiere conocer a la otra persona, requiere
tiempo, requiere reconocer los defectos del ser amado, requiere ver lo bueno
y lo malo de la relación. No quiere decir que enamorarse no es bueno, sin
embargo, enamorarse es solo el principio. Cuando alguien ama de verdad,
acepta a la otra persona en su totalidad, con sus defectos y sus fallas. Una
persona enamorada (que siente amor verdadero) trata de hacer mejor a la
otra, ayudándola a superar los aspectos negativos de su personalidad.
Es mejor y mucho más sano poner la relación en términos más reales, como,
por ejemplo, pensar en que cambió el compromiso que una de las personas
tenía con la otra; en definitiva, sería como poder ponerlo en términos de
responsabilidad. Si pensamos que el destino de una pareja es
responsabilidad de ambos, entonces ambos pueden resolverlo. Lo cierto es
que nos resistimos a pensar que debemos esforzarnos por el vínculo y
cuidarlo como cuidamos tantas otras cosas.
El amor no es ciego
Cuando iniciamos una relación nos sentimos perdidos por la pareja y una
vez que la conocemos en su esplendor, puede que ya no nos guste o puede
que sí decidamos estar juntos. Cuando esto ocurre, es porque la pareja ha
superado aquella primera etapa y ha entrado a los terrenos del amor
maduro que no es más que la voluntad de dos de estar juntos. El amor es
una característica inherente al ser humano y se relaciona con la afectividad,
desde luego, pero es más que una emoción y un sentimiento, pues también
posee una buena tajada de voluntad: de ese “querer querer”
Estas sensaciones son los motivos por los que la razón se nubla durante esta
etapa. Ahora, cuando el enamoramiento pasa y las sustancias que nos tenían
un tanto nublados de pensamiento o excitados se regulan, comienza la etapa
más importante de una relación de pareja: el amor maduro, la elección
consciente, el deseo de construir una vida en conjunto con una proyección
de vida en común; es entonces que el amor no solo es una cuestión de afecto
sino de voluntad y, por lo tanto, decides o no querer.
Permanecer con una pareja toda la vida es posible, siempre y cuando ambos
tengan un compromiso de renovar el amor que sienten el uno por el otro: en
el acto consciente de amar, ejerzo la libertad de respetarte y de querer
quererte, principalmente en la crisis, confiando que la situación se
reacomodará y el amor permanecerá.
Al principio del proceso amoroso se idealiza al otro hasta tal punto que la
decepción, aunque sea pequeña, resulta inevitable; nadie es capaz de
cumplir las expectativas de los inicios, todos caemos tarde o temprano del
pedestal. Esa caída siempre se vive con dolor, pero también es posible que
contenga aspectos buenos de los que podemos aprender, ¿nos enseña algo?
¿nos hace más fuertes? Ya que resulta inevitable, deberíamos obtener algún
partido de ella.
El enamoramiento necesita de duelo; el amor verdadero acepta a la persona
tal y como es, con todos sus defectos y todas sus virtudes y para lograrlo,
necesariamente se debe llevar a cabo este proceso.
Comencemos con un ejemplo:
Andrea conoce a Diego en una cita a ciegas que resultó un éxito, Diego
quedó prendido de Andrea y comienza el proceso de conquista: llamadas,
correos, mensajes, salidas y pronto se encuentran saliendo todos los días.
Existe una enorme necesidad de estar juntos, los dos se sienten en las nubes,
todo es perfecto, deciden ser novios, son todo lo que soñaron el uno para el
otro, no hay otra persona mejor.
En esencia todas las emociones son impulsos para actuar, planes
instantáneos para enfrentarnos a la vida. La raíz de la palabra emoción es
motere, el verbo latino “mover” además del prefijo “e” que implica
“alejarse” lo que sugiere que en toda emoción hay implícita una tendencia
a actuar. Cada emoción nos hace reaccionar de diferente manera
biológicamente. Por eso cada vez que vemos a la persona que queremos o
deseamos se desatan reacciones que no controlamos.
En el caso de la felicidad hay un aumento de la actividad del centro nervioso
que inhibe sentimientos negativos y favorece la energía disponible.
Fisiológicamente se produce una tranquilidad que ofrece un descanso
general además de buena disposición y entusiasmo. Con el amor, los
sentimientos de ternura y satisfacción sexual dan lugar a un despertar
parasimpático, lo opuesto a lucha o huir, generando un estado de calma y
satisfacción facilitando la cooperación.
Con esto podemos ver que el amor tiene un impacto en nuestro cuerpo,
físicamente suceden cosas en las que no tenemos control, como estas
reacciones son biológicas entonces por ende son variables y no
permanentes; así comprobamos lo que se dice, que el amor se acaba.
Etapa 1: Enamorarse
Enamorarse es un truco de la naturaleza para que los humanos escojan a un
compañero para que nuestra especie continúe; se siente tan maravilloso
porque estamos inundados de hormonas como la dopamina, la oxitocina, la
serotonina, la testosterona y el estrógeno. Enamorarse también se siente
bien porque proyectamos todas nuestras esperanzas y sueños en nuestro
amado/a.
En esta etapa imaginamos que se cumplirán nuestros deseos, que nos darán
todas las cosas que no recibimos cuando niños y que cumpliremos con todas
las promesas que nuestras relaciones anteriores no pudieron cumplir.
Estamos seguros de que permaneceremos enamorados para siempre y
porque estamos enamorados gracias a las “hormonas amorosas” no
estamos conscientes de la realidad.
Cuando dos personas están bajo las pasiones más violentas, locas,
engañosas y pasajeras, se les exige jurar que permanecerán en esa
condición excitada, anormal y agotadora continuamente hasta que la muerte
los separe.
“Para algunos locos desbocados como yo, el amor es algo que te acciona,
que te hace mover las manos incluso cuando no quieres, que te hace moverte,
que te exalta, que te dinamiza… El que habla de amores controlados no
está hablando de amor”. GP
Etapa 3: Desilusión
Para demasiadas relaciones es el principio del final, es un período donde
las cosas comienzan a sentirse mal; puede ocurrir lentamente o puede
sentirse como un interruptor que se apaga y todo sale mal. Las pequeñas
cosas comienzan a molestarnos, nos sentimos menos amados y cuidados, nos
sentimos atrapados y queremos escapar.
En esta etapa nos volvemos más irritables, heridos y retraídos; podemos
permanecer ocupados con el trabajo o la familia, pero las insatisfacciones
están. Nos preguntamos dónde se ha ido la persona que una vez amamos,
anhelamos el amor que teníamos antes pero no sabemos a dónde fue o cómo
recuperarlo. A veces uno de los dos quiere irse o bien, continúan juntos,
pero sin sentirse realmente unidos. Nos sentimos enfermos en cuerpo,
mente y alma.
La mayoría se da por vencido aquí, pero la verdad es que, si bien se hunden
muchas de nuestras ilusiones sobre nosotros mismos y nuestra pareja,
tenemos la oportunidad de ser más cariñosos y apreciar a la persona con la
que estamos, no las proyecciones que habíamos puesto sobre ellos como
nuestro “compañero ideal”.
Etapa 4: Creando amor real y duradero
Uno de los dones de enfrentar la infelicidad en la etapa 3 es que podemos
llegar al núcleo de lo que causa el dolor y el conflicto; podemos descubrir
nuestras heridas del pasado -incluso de la infancia- que necesitan curación,
si las encontramos podemos sanarlas y cimentar el camino para una
relación real y satisfactoria. Un trauma de la infancia puede afectar la
manera en que te relacionas con las personas durante la adultez,
especialmente con tus parejas.
Cuando descubrimos nuestras heridas podemos ayudarnos mutuamente a
entenderlas y sanarlas para que las cosas comiencen a fluir otra vez.
Empezamos a vernos el uno al otro como seres maravillosos que habían
sufrido mucho en el pasado y se habían unido para amarse y ayudarse a
sanar sus viejas heridas desde la infancia.
No hay nada más satisfactorio que estar con una pareja que te ve y te ama
por lo que eres. Si tu pareja conoce tus heridas puede entender que tu
comportamiento no es porque eres malo o mala y no lo/a amas, sino porque
has sido herido en el pasado y el pasado todavía vive contigo. A medida que
comprendamos y aceptemos mejor a nuestro compañero, podemos aprender
a amarnos cada vez más profundamente.
Empatía y afecto
Tenemos que buscar la protección adecuada y cuidarnos, es preferible no
frecuentar parejas felices que recuerden lo que no se tiene. La experiencia
se encuentra todavía muy próxima, cuando se vive un duelo, el aislamiento
temporal favorece la evolución del psiquismo y la adaptación a la nueva
situación. Los familiares pueden atribuirse la misión de sostener nuestra
tristeza, pero nada garantiza que lo hagan bien, sobre todo cuando citan sus
propias experiencias.
En el contexto del padecimiento amoroso, no son las palabras del entorno
las que ayudan sino más bien la capacidad de mostrar empatía, afecto,
amistad. También hay que atreverse a tener miedo; miedo de no volver a
amar, pero también miedo a volver a hacerlo. Se teme lo peor y lo mejor,
estos miedos señalan que la historia anterior se está cerrando y que el futuro
se abre. Es también el momento en que se piensa en el pasado con nostalgia
pues ya no es necesario odiar a quien se amó. Activar el desapego y
reconocer que esa aventura fue bella implica no tirar al cubo de la basura
lo que nos constituye: nuestras elecciones, sueños y deseos.
Mientras más nos aferramos a algo que ya no es, más sufrimos, no
podemos controlar cómo actúan otras personas, pero sí cómo nos sentimos
al respecto… Como decía Marco Aurelio, filósofo y emperador romano, “Si
te afliges por alguna causa externa, no es ella lo que te importuna, sino el
juicio que tú haces de ella y borrar este juicio, de ti depende”.
La realidad es que en este momento esa persona ya no está a tu lado y puedes
vivirlo de dos maneras: con sufrimiento, dolor y resentimiento o puedes
aceptar y “amar” esta nueva etapa de tu vida, sacar lo mejor de ella,
disfrutar de TU compañía y apreciar los regalos que esta nueva experiencia
te trae, ¿qué eliges tú?
Para ustedes: Pérdidas sufrimos todos los días, cuando nos quedamos sin
trabajo, cuando se nos muere un familiar, cuando discutimos con un amigo
y se rompe la amistad, cuando perdemos a una mascota o cuando se nos va
ese “gran amor”; duele, nadie dijo que no iba a doler, nadie dijo que no
sería triste, que no nos haría daño y sí, nos duele, nos cuesta, sentimos que
no podemos respirar pero señores; de amor absolutamente NADIE se muere,
nadie, ni tú, ni yo, ni los de las novelas ni los de las películas… la vida no
se paraliza con un adiós así que hazme el favor y despierta, los mártires
están completos y ese papel es demasiado para cualquiera de nosotros.
Sí, sí se puede…
El Duelo
Cuando alguien que creíamos que estaría para siempre nos abandona,
inicialmente surge en nosotros un sentimiento de incredulidad, nos negamos
a creer que lo que estamos viviendo pueda estar pasando, seguido de un
sentimiento de incomprensión ¿Por qué nos ha pasado esto?, ¿Por qué a
nosotros?, sentimiento de culpa, ¿Qué habremos hecho mal?, tristeza y
desesperación. Por lo regular, quedamos con un tumulto de sentimientos y
emociones donde prevalece el dolor, la crisis de llanto y la desgana.
Tratamos de salir de esa situación por todos los medios y por esto, llevamos
a cabo estrategias inadecuadas; si pensamos que el alcohol, las drogas, huir
a otro lugar, consolarnos con relaciones accidentales, nos pueden aliviar,
estamos muy equivocados; no nos ayudarán, nos enfermaremos y tendremos
mayores problemas.
No son los hechos los que nos hacen sufrir sino el significado que le damos
a los acontecimientos es el cómo percibimos, vemos, oímos y sentimos la
experiencia de la ruptura y la separación y cómo esta se grava en nuestra
memoria. El recuerdo ligado a las emociones que hacen que emerjan todos
esos sentimientos y que se reflejan en nuestras reacciones corporales y en
nuestra conducta es lo que nos hace sufrir y nos “engancha” a la situación
y a esa persona que es hoy la causa de tantos sentimientos encontrados, pues
unas veces la amamos y otras la odiamos, unas veces la culpamos y otras
nos culpamos.
Las personas pasan por diferentes fases después de una ruptura de pareja:
No todas las personas reaccionan igual ante la ruptura amorosa, pensar que
nuestro mundo se ha vuelto confuso e inseguro, que tenemos sentimientos y
emociones encontradas, que sentimos rabia, cólera y tristeza a la vez, es
normal en estas circunstancias.
EL PERDÓN
Existe una interrogante que nos hacemos todos los que pasamos por este
proceso: ¿Cuánto va a durar? ¿Cuándo voy a sanar? ¿Cuándo va a dejar
de doler? Y es que sí, es un proceso normal, pero eso no le quita lo doloroso.
Tras una ruptura de pareja existe una etapa de olvido que es necesaria para
sanar las heridas que quedan abiertas tras el adiós. Casa historia tiene unas
connotaciones concretas y podemos decir que el duelo tiene una duración
de entre seis meses y dos años, pero debemos poner especial cuidado al
primer año posterior a la ruptura puesto que este período es realmente
importante.
Este primer año tiene un valor emocional significativo porque marca el
punto de inflexión personal de una vida llena de recuerdos por momentos
compartidos en pareja a una nueva etapa de soledad; el primer año es una
etapa de cambio puesto que en estos doce meses se celebran también las
primeras fechas señaladas en ausencia de la otra persona: fiestas de
navidad, vacaciones de verano, fechas de cumpleaños, aniversarios, etc.
Este primer año muestra el proceso de autodescubrimiento de aquella
persona que a pesar de tener sus ilusiones rotas y experimentar una
decepción afectiva, siente en primera persona esa gratificante experiencia
de vivir la vida en cada etapa con lo positivo que tiene cada momento.
El proceso de olvido está marcado por la tristeza, sin embargo, esta tristeza
no impide que la persona pueda disfrutar de momentos felices. A lo largo de
un año, la persona ha superado retos importantes vinculados con el proceso
del olvido y estos retos le hacen cada vez más fuerte.
La persona necesita establecer en su vida nuevos hábitos y otras rutinas, por
ello, a lo largo de este nuevo año afianza nuevas costumbres que aportan
una seguridad emocional. El paso del tiempo también ayuda a observar con
mayor distancia la relación de pareja y esta perspectiva también aporta una
mayor objetividad. Con frecuencia, la persona siente que tras la ruptura se
siente mejor consigo misma.
¿Tardan más los hombres en recuperarse totalmente de una ruptura
amorosa?
Las mujeres experimentan un mayor dolor inmediatamente después de una
ruptura amorosa, pero se recuperan emocionalmente antes que los hombres,
que simplemente siguen adelante pero que quizás nunca se reponen o al
menos esa es la conclusión de una investigación de la Universidad
Neoyorquina de Binghamton y la Londinense University College London en
la que se analizaron las diferencias entre los sexos en respuesta al fin de una
relación amorosa.
Los resultados, publicados en la revista especializada sobre ciencias del
comportamiento Evolutionary Behavioural Sciences, sugieren que las
mujeres sufren un mayor impacto emocional y físico tras la ruptura, sin
embargo, tienden a recuperarse antes y se vuelven emocionalmente más
fuertes. En comparación, según las conclusiones de los investigadores, los
hombres tienden a no recuperarse totalmente sino simplemente a seguir
adelante.
Según Craig Morris, investigador de antropología en Binghamton
University y líder del estudio, las diferencias tienen un fundamento
biológico; “en términos simples, las mujeres evolucionaron para invertir
mucho más que un hombre en la relación.
En caso de que la tristeza por una ruptura de pareja limite de una forma
negativa la felicidad personal tras más de un año de haber dicho adiós,
puede ser recomendable realizar una terapia psicológica o participar en un
taller sobre crecimiento personal. El duelo es necesario, pero no es
saludable que se torne patológico.
La ruptura en una relación de pareja puede ser una de las experiencias más
dolorosas para una persona, después de la muerte de un ser querido. La
separación es una experiencia emocionalmente traumática y es necesario
que cada una de las partes involucradas pase por un proceso de duelo.
Por supuesto, cada ruptura es diferente y las circunstancias que la rodean
también. En el impacto inicial y en el desarrollo posterior del duelo influyen
muchos factores; no es lo mismo, tomar la decisión conjunta de separarse
tras una decisión unilateral y repentina por parte de uno de los miembros, o
si existen terceras personas involucradas de por medio.
Tampoco lo vive de la misma manera el que toma la iniciativa (parte activa)
ya que en cierto modo ha ido asumiendo gradualmente su nueva situación,
que el otro miembro (la parte pasiva), al que le puede coger totalmente
desprevenido. Esto no quiere decir que el que toma la decisión vaya a sufrir
menos, sino que el impacto inicial no va a ser el mismo.
En cualquier caso, el duelo es una reacción natural y un proceso largo y
dolorosa por el que es necesario pasar ante la pérdida de la persona amada.
Apoyo Psicológico
Cuando la persona con el transcurrir del tiempo no registra ningún avance,
sigue sumida en la tristeza y en la desesperanza presentando un deterioro
en su salud; en este punto, estaríamos hablando de un duelo patológico.
En este momento es aconsejable pedir ayuda profesional, con el fin de
ayudar a la resolución ya que, de lo contrario, un duelo complicado puede
acabar provocando un trastorno depresivo o de ansiedad. Hay una serie de
conductas nocivas que pueden llevar a desarrollar otro trastorno
psicopatológico:
- Abuso de alcohol y otras drogas con el fin de evadirse de la realidad.
Esto se convierte en una “trampa psicológica” ya que una vez que la
persona se encuentra fuera de los efectos de la sustancia, el
sentimiento depresivo se hace aún mayor.
- A veces hay una tendencia a desarrollar una serie de conductas
desadaptativas en el intento desesperado de volver con la otra
persona: llamadas continuas de teléfono, envíos de mails, frecuentar
sitios donde puede estar la expareja, etc. Todas estas conductas, lo
único que hacen es dañar la autoestima, el amor propio y conseguir
que el otro miembro de la pareja responda con indiferencia u
hostilidad.
- Uso o abuso de antidepresivos y ansiolíticos. Intentar enmascarar las
emociones que se tienen que sentir en el duelo es un error, ya que
estos sentimientos tienen que fluir necesariamente para poder superar
esta etapa con éxito.
- El descuido general de la salud, los malos hábitos en la alimentación
y en los cuidados básicos, mantenidos a lo largo del tiempo, pueden
hacer que se tenga una mala calidad de vida, entorpeciendo todavía
más la resolución del problema.
En el trance del duelo se pueden sentir emociones como sensación de
fracaso, sentimientos de culpa, envidia hacia amigos o familiares del
entorno que no están pasando por la misma situación, rencor, etc. También
son frecuentes en las etapas iniciales, síntomas físicos como: insomnio, falta
de apetito, dolor de cabeza y otros síntomas de ansiedad. Lo importante es
no quedarse anclado en el pasado y poder empezar a mirar hacia adelante.
Es fundamental ayudar a la persona a que asuma que la relación ha llegado
a su fin para que pueda salir exitoso de esta etapa tan dolorosa.
El apoyo psicológico podrá ayudar a la persona a expresar sus sentimientos,
a eliminar conductas nocivas, a recuperar su confianza y su autoestima y a
identificar pensamientos irracionales que puedan estar interfiriendo en la
resolución del duelo. En definitiva, ayudarle a encontrar de nuevo un sentido
a la vida.
Prepárate…
Se terminó, ¿y ahora qué?
Mi primera noche sin ti.
La fase de negación dentro del duelo es una primera barrera defensiva que
nos lleva a decir y sentir que no queremos, que no puede ser, que debe ser
un error; nos convencemos de que ha habido una equivocación y que la
realidad no es cierta, que no puede estar pasando.
Nuestra reacción inmediata cuando sufrimos una pérdida es levantar nuestros
primeros mecanismos de defensa para postergar el impacto de la agresión
que la noticia necesariamente implica.
La negación entonces es un mecanismo de defensa que nos acompaña a lo
largo de toda nuestra vida y que, ante la noticia de una pérdida, se hace
presente para conceder una tregua entre nuestra psiquis y la realidad.
En la negación existe una búsqueda desesperada del tiempo necesario para
pensar en el futuro de manera mas serena, tomando distancia temporal de lo
que sucede, buscando una más saludable adaptación al evento que apareció
demasiado abruptamente.
La negación es un verdadero intento de amortiguar el efecto del primer
impacto porque bloqueamos las palabras y escondemos los hechos.
Es importante acotar que es una reacción normal y una manera de
racionalizar las emociones abrumadoras; esta es una respuesta temporal que
nos lleva a través de la primera oleada de dolor.
Esta fase tiene una función adaptativa la cual permite ganar tiempo para
“digerir” la pérdida, poder seguir cumpliendo con la rutina y obligaciones y
poco a poco ir siendo conscientes de los cambios que ya se han producido y
se producirán; se centra en buscar maneras de solucionar los problemas y así
poder retomar la relación con nosotros y también permite ganar tiempo para
“digerir” la pérdida, poder seguir cumpliendo con la rutina y obligaciones y
poco a poco ir siendo conscientes de los cambios que ya se han producido y
se producirán.
“Entiendo mis culpas, pero no quiero perderte, soy una imbécil por dejarte
ir, pero tú, tú eres un imbécil por no permanecer”
- Necesito hablarte
- ¿qué quieres?¡Ya te he dicho que no quiero hablar contigo! ¡Entiende
por favor! No funciona, ya no te quiero, no me siento feliz a tu lado,
prefiero dejarlo hasta aquí.
- Déjame hablar, por favor… No lo terminemos así.
- ¿Qué vas a decirme? Que lo intentemos, que volvamos a ser lo de
antes… No quiero volver a lo de antes, no quiero estar contigo; ya no
siento nada por ti.
- ¡Eres un idiota! ¡jamás me amaste! Jamás te importé, solo jugaste
conmigo y ahora me dejas… ¡te odio! -rompe en llanto-
Hagamos un break…
Se le escucha decir a ella mientras lo mira a los ojos luego de lograr que,
después de tantas súplicas, él quisiera verla:
Yo te di todo y hasta más allá de todo lo que una persona podría llegar a
imaginar, puse mis ilusiones en ti, mis esperanzas, todas mis ganas de
hacerlo bien… Confié en ti y creí en tus palabras, te creí aún cuando no
quería creerle a nadie ni querer a nadie, te amé y te demostré mi devoción,
mis ganas, mi entrega y mi fidelidad. Yo quería que me hicieras feliz y que
nuestra relación durara para siempre.
A lo que él responde sin vacilar:
Voy a ser sincero contigo como lo he sido desde que nos conocimos… Ya no
te amo, lo nuestro no puede seguir porque ya no me siento bien a tu lado; no
soy feliz, no estoy tranquilo, no tengo paz y lo peor es que, lo que llegué a
sentir por ti se acabó, ya no existe; tú lo mataste. Yo tengo derecho a rehacer
mi vida… Olvídate de mí, no te hagas más daño.
Este es el momento en el que vemos cómo tiran a la basura todos nuestros
anhelos como si no tuvieran la más mínima importancia, como si a ese ser
que está en frente de nosotros no le corriera ni una gota de sangre por las
venas, como si la persona de la que nos enamoramos no estuviera y sí, tienen
toda la razón, ya no está, se esfumó y no tiene ni las ganas ni la intención de
volver.
Caímos bajo al rogar por una conversación, al buscar las mil respuestas a
todas las preguntas que teníamos en nuestra mente, al implorar una cita como
si con eso lográramos que volviera a nuestro lado quien desde hace mucho
tiempo ya se había marchado.
Solo una frase bastó para desatar el infierno, solo un “tú lo mataste” fue
suficiente para acrecentar el daño y la sensación de derrota por no haber sido
capaces de mantener a alguien a nuestro lado. Ya no es solo la culpa que nos
atribuimos nosotros, ahora la cuota de culpa que teníamos creció porque él
(ella) lo dijo y para nosotros, su palabra basta.
Nos creemos los malos de la película y ellos continúan siendo los buenos; el
error fue nuestro y, por tanto, buscamos mil y una formas de hacernos daño
para tratar con esto de minimizar la culpa que ha caído sobre nuestros
hombros -por partida doble-.
Día 16, 17, 18, 19, 20…
“Ahora entiendo por qué dicen que del amor al odio hay un paso”
¿Por qué tenías que decirme tantas mentiras? ¿No te dolía saber que
mientras yo creía en ti, falsedad era lo único que recibía de tu parte? ¿Qué
te costaba ser sincero (a), hablarme con la verdad, como yo siempre te
hablé? ¿Era tan difícil no hacerme sufrir? ¿Lo disfrutabas? ¿Has disfrutado
todo este tiempo de saber cuánto estoy sufriendo? Cobarde, eso eres; un
cobarde.
Cuando la fase de culpa termina, entramos en una nueva fase que, si bien no
deja de ser difícil por la cantidad de sensaciones y de sentimientos
encontrados, es una fase que para nosotros resulta ser un tanto liberadora.
Dentro del duelo en la ruptura de pareja, la fase de rabia es la más beneficiosa
y positiva porque si alguien o algo nos provoca rabia, le evitamos y buscamos
sacarle de nuestra vida; es importante saber que hacer esto ante una ruptura,
es excelente.
Muchas han sido las preguntas que he recibido sobre que tan positivo -o no-
resulta el hecho de mantener contacto con nuestros ex durante el proceso de
duelo; la verdad, es que se encuentra muy lejos de ser positivo y aún cuando
por ciertas razones debamos verle constantemente, lo mejor será siempre
mantener distancia para no retroceder con estos encuentros ni caer
nuevamente en las fases de culpa o tristeza profunda.
Una vez que dejamos de sentir que todo ha sido nuestra culpa, estamos en
condición de poder repartir responsabilidades y al hacerlo, comenzamos a
sentir rabia. Aunque nos parezca alocado, la rabia dentro del duelo es lo
mejor que nos puede pasar ya que esta al ser bien conducida es un motor
muy poderoso que logra mantenernos lejos del ser perdido, lo que resulta
fundamental para lograr la superación.
En algunas oportunidades el dejador querrá entablar con el dejado una
relación de amistad y sí, esto en un futuro podría ser posible pero dentro del
proceso de duelo definitivamente no.
Debemos utilizar la rabia para pensar en nosotros y cuidarnos, pero no
debemos quedarnos estancados en esta fase porque si lo hacemos, la rabia
podría volverse en contra de nosotros y hasta llegar a destruirnos.
Como muchos de ustedes ya saben, nos encontramos en la recta final; si bien
el duelo (de pareja) puede tener una duración de entre 6 meses a 2 años, he
decidido por cuestiones de tiempo llevarlo al lapso de un mes, así, podremos
determinar de forma más rápida los sentimientos y las sensaciones propias
de este proceso.
Es importante entender que cada persona vive su duelo de forma distinta,
hay quienes se mantienen en cada fase por más tiempo que otros y también,
quienes pasan por alto alguna fase o tienen reacciones totalmente distintas
(por ejemplo, hay quienes lloran desconsoladamente y hay quienes no
derraman ni una sola lágrima). Las fases no siempre se dan en el mismo
orden ya que todos tenemos nuestra propia manera de hacerle frente al
duelo.
No debemos obligarnos a sentir ni tratar de inducir las sensaciones propias
de las fases siguientes para engañarnos creyendo que estamos haciendo bien
el proceso; debemos respetar el tiempo que necesitemos estar en cada una y,
sobre todo, no reprimir lo que sentimos.
Hay fases en las que duraremos más y otras que pasarán casi desapercibidas,
lo realmente importante es saber y entender al tratarse de un proceso normal
y natural, que lo mal que nos sintamos o creamos estar, no es el fin del
mundo.
El proceso en sí es doloroso, pero siguiendo los consejos y prestando
atención a las reflexiones escritas luego de cada día vivido, el dolor será cada
vez menor hasta que podamos entonces decir que lo hemos finalizado.
Se puede, claro que se puede.
Día 21, 22, 23, 24…
“Tengo tantas cosas qué decirte, tanta rabia acumulada por tu partida
que, si te tuviera en frente, podrías saber quién soy”
La rabia nos ciega, nos bloquea, saca de dentro de nosotros lo peor, algunas
veces en los peores momentos… esos momentos son los más tristes porque
nunca lo imaginamos, ¿dejarnos a nosotros? ¿cómo se le ocurre? ¿quién se
ha creído que es? Y así, podrían seguir las preguntas, porque sí, hay muchas
preguntas, pero no, esas preguntas no tienen respuestas.
La rabia en estos momentos de duelo es un motor verdaderamente fabuloso
porque cuando sentimos rabia lo que menos queremos es saber de esa
persona ni verle y mucho menos escribirle o que nos escriba; solo pensar que
existe nos molesta y queremos quedarnos lejos de él/ella lo más que
podamos… Y está bien, esas ideas están bien.
No se emocionen que tampoco es para tanto… Sí, está bien sentir rabia
dentro del proceso, es natural y necesario, pero no podemos ni debemos
quedarnos mucho tiempo dentro de esta fase porque más allá de ser
beneficioso para nosotros, podría traernos muchos problemas.
Acariciemos a la fiera que llevamos dentro y hasta podría aconsejarles que
la alimenten un poco con algunos recuerdos que nos aumenten la ira, pero
eso sí, ¡No la dejen salir de la jaula! No vayan a estar mandando indirectas
por los estados de WhatsApp ni poniendo fotos que dañen a la otra persona…
La rabia es necesaria, pero como todo lo que comienza, es una etapa que
tiene fin.
Vamos a comportarnos como las personas maduras que somos y vamos a
darnos nuestro lugar… Nos queda poco para terminar este proceso y no
vamos a echar por la borda todo lo que hemos avanzado hasta ahora por una
tontería de niños, ¿verdad que no?
Día 25, 26, 27…
“Ya hace mucho que no estás, pero hoy al despertar me di cuenta de que,
también hacía mucho tiempo que no veía brillar al sol… ¿sabes qué más
descubrí? Que el sol sigue brillando, contigo o sin ti”
Hace mucho que no dormía tan plácidamente, hace apenas unos días que no
estás, pero para mí, parecían meses sin ti… Hace mucho que no recibo en
mi teléfono tus mensajes, o bueno, tus peleas sin sentido y tus quejas por
absolutamente todo lo que hacía -aunque pensara que lo estaba haciendo
bien-. Hacía tanto tiempo que no estaba tan tranquila.
Hacía mucho tiempo que no me levantaba en calma ni me preparaba una
taza de café, hacía mucho que no ponía en la radio la música que me gusta
-porque siempre me decías que no la querías escuchar-, hacía mucho que no
desayunaba en paz sin los sonidos de la vajilla golpeándose contra el
tenedor a causa de tu mal humor; hacía tanto tiempo que no respiraba a mi
soledad… y está bien.
Hacía tanto tiempo que no estaba conmigo que hoy, me desconozco; olvidé
qué tanta azúcar me gustaba en el café porque siempre estaba apurada
preparándote el tuyo; olvidé que las tostadas con mermelada son mis
favoritas porque a ti te gustaban untadas con queso; hacía tanto tiempo que
no sonreía por mis torpezas al servirme el desayuno porque siempre buscaba
la perfección para no hacerte enfadar.
Hacía mucho que no me ponía ese pantalón blanco ceñido al cuerpo que me
encantaba; he perdido unos kilos gracias al despecho, pero, ahora que lo
veo, me ha sentado muy bien haberlos perdido porque hoy ese pantalón me
queda como me quedaba exactamente la última vez que me dijiste que no te
gustaba que me lo pusiera. Hacía mucho que no me maquillaba los labios
para ir al trabajo, que no me arreglaba el cabello como me gusta para que
no te sintieras mal por dejarme salir así… Hacía tanto tiempo que no tenía
una cita con mi propio yo, que hoy que me tengo en frente, siento que me
desconozco… Claro, aún hay tiempo para comenzar, pero ahora sin ti.
Lo más normal de estar dentro de una relación es perder contacto no sólo con
el mundo exterior por temor a represalias de nuestro ser amado sino, perder
contacto con nosotros mismos por tratar de agradar -o no hacer molestar- a
quien está a nuestro lado…
Comenzamos cambiando tantas cosas de nuestro yo que cuando esa persona
ya no está, cuando miramos al espejo, lo que vemos es a un completo extraño.
Día 28, 29…
“¿Cómo voy a culparte por toda esa oscuridad si fui yo quien apagó la
luz y quien cerró hasta las ventanas?
Ni yo misma podía creer que los ojos de todos en la oficina estuvieran sobre
mí, halagaban lo bien que se me veía ese pantalón blanco que tanta rabia te
causaba y me hacían sonrojar cuando se burlaban del color de mis labios;
estos últimos días me descuidé un poco y desde que estaba contigo, no solía
venir vestida de esa manera para que no te molestaras.
La actitud de mis compañeros sin duda me hizo sonreír, fue como un viento
refrescante que dio pequeñas palmadas a mi autoestima para despertarla;
eran esas mariposas dormidas en el estómago que pensé que habían muerto
contigo, fue el llamado de mi jefe a su oficina para felicitarme por mi
actitud… ¡Vaya! Había olvidado lo que se sentía ser yo; la verdad, es que
aún no sé muy bien cómo reaccionar ante mí misma.
De salida de la oficina paré en el puesto de la esquina donde te compraba
las rosas; escogí un botón rojo hermoso y al oler su perfume, recordé todas
aquellas rosas que siempre compraba para mí antes de cambiar el hábito y
comenzar a comprártelas todas… no sé si soy yo o es que todo a mi alrededor
vibra de una forma diferente; siento una energía distinta, como si todo
hubiera cambiado sin darme cuenta.
Llegué a casa y de una vez, me fui directo a la cocina; quería complacerme
con una rica pasta al estilo mediterráneo y una buena botella de vino; la
verdad es que sí, tengo ganas de celebrar… aún no sé por qué, pero siento
en el aire esa magia extraña, esa que te dice que las cosas están cambiando.
Encendí la radio y le subí todo el volumen a un especial romántico que
ponían en el canal de siempre; por un momento se me hizo un nudo en la
garganta, pero ¿por qué no escuchar ese estilo de música si antes de ti, esa
era la música que me gustaba? Respiré profundo y tomé un sorbo del vino,
esta vez no como lo hice aquella noche; esta vez sonreía porque no
recordaba lo bien que se sentía estar conmigo misma.
Al estar lista la cena puse la mesa para uno; una vela encendida, mi botón
de rosa hermoso y elegante dentro del florero de la sala que tenía más polvo
que mi felicidad; la copa, la música y yo, frente a mí, en una cita para uno
donde después de mí, ya no faltaba nadie más.
Día 30
“Hoy podría seguir encerrada golpeándome contra los barrotes que
representaban tus brazos, pero decidiste irte cariño y créeme, me hiciste
un gran favor”
Vivir la rabia adecuadamente nos ayudará a dar el salto hasta la tan
anhelada fase de aceptación porque las emociones que experimentamos en
la fase de rabia, al no ser completamente positivas o gratificantes, nos
permiten ver lo ocurrido como una experiencia en la historia de nuestra
vida.
Cuando nos encontramos acariciando a la aceptación es cuando
comenzamos a asumir lo sucedido y a pensar en nosotros mismos dirigiendo
la mente hacia el futuro; ya no miramos al pasado como antes ni enfocamos
nuestra vista en el dejador, aceptamos el presente para superar la ruptura y
construir un futuro para y por nosotros.
Cuando ya hemos asumido que la pérdida es inevitable debemos -en parte
por obligación y en parte por necesidad- cambiar nuestra visión sobre la
situación recordando que no es lo mismo aceptar que olvidar. No les estoy
pidiendo que olviden ni que saquen el disco de sus mentes como si nunca
nada pasó; les estoy pidiendo que acepten que hubo alguien y que hubo algo,
pero que ya ese alguien y ese algo no están, que la vida sigue y que tenemos
que seguir con ella.
Muchas han sido las preguntas que he recibido sobre el vaivén en el que nos
mantenemos mientras estamos en el duelo y sí, así ocurre; es muy importante
que podamos tener en cuenta que las fases del duelo en la ruptura de pareja
no son lineales ni tampoco correlativas y esto es algo que se nota
especialmente al inicio del duelo.
A lo que me refiero es, que cuanto más reciente es la pérdida sufrida, más
cambiantes son las fases porque podemos fácilmente pasar de la fase 1 a la
3, y luego a la 2 y luego a la 4 o a la 5 o a las demás. No siempre se cumplen
todas las etapas, ni necesariamente ocurren en el orden señalado.
A medida que vayamos trabajando la pérdida y vivamos el duelo, veremos
que, el retroceso se vuelve más raro y que vamos avanzando con más
frecuencia porque ya no nos sentimos tan inseguros y comenzamos a mirar
al futuro con ojos diferentes.
Algo muy importante para tomar en cuenta, en el caso de que los síntomas
no cesen después de los períodos de tiempo estipulados para cada tipo de
duelo y en el caso de que estos síntomas nos provocaran problemas para
desenvolvemos en nuestra vida rutinaria, es muy importante acudir a un
profesional de la psiquiatría y/o psicología porque podríamos estar
sufriendo un episodio de depresión crónico, lo que implicaría un duelo
patológico.
Nota: El proceso de duelo puede durar entre seis meses y dos años; lo resumí
en 30 días para que pudiéramos verlo completo desde su inicio y hasta su
recuperación.
Recuperando Valores
RECUPERANDO VALORES
¿Por qué se nos hace tan fácil olvidarnos de nuestros valores cuando
estamos en una relación?
Nuestros valores son los que nos definen, los que nos trazan el camino por
el cual debemos andar, los que nos hacen ser las personas que somos, los
que nos encasillan en un extremo o en otro.
Nuestros valores son los que aprendimos de mamá y papá, los que nos
enseñaron los abuelos y nuestros maestros cuando éramos niños
aprendiendo a vivir... Esos valores son los que llevaremos siempre, hasta la
tumba... Pero tal parece que esos valores pierden importancia cuando al fin
nos decidimos a tener una relación.
Cambiamos nuestras costumbres, nos mutilamos nuestros gustos o nuestras
aficiones, dejamos en último plano nuestras hábitos por no hacer sentir mal
a quién está a nuestro lado o por no iniciar una pelea sin sentido en la que
vamos a terminar sintiéndonos culpables por el simple hecho de ser quienes
habíamos sido desde que comenzábamos a dar nuestros primeros pasos.
Entonces, ¿está bien dejar de ser quienes éramos para tener al lado a un
amor? (Espero que la respuesta sea no), Practica lo siguiente:
Qué irónica resulta la vida entonces cuando lo tenemos todo pero ese
todo no nos basta porque nos falta alguien, ¿no?
Vamos por ahí regalando nuestras arrugas, dejándolas tiradas en los tantos
trasnochos en los que no hacemos más que recordar lo que ya pasó… El
futuro no nos importa porque debemos volver atrás las agujas del reloj; el
mañana no existe para nosotros porque vivimos aferrados a un ayer que solo
queda en nuestra memoria porque de la mente de nuestro amado (a), ya se
borró.
Una relación acaba de terminar y nuestro universo dejó de girar por unos
instantes… Somos los únicos que podemos decidir entre vivir en el ayer o
luchar por un mañana. El minutero sigue andando y cuando estemos viejos,
lamentaremos entonces haber perdido el tiempo.
“Algunas veces pedimos al destino amor, pero se nos olvida pedir que ese
amor sea correspondido”
La fase más difícil del mal llamado amor es cuando nos enamoramos, pero
nuestro amor no es correspondido... Cuando el desamor toca a nuestra
puerta, ya no es mucho lo que podamos hacer. Podemos decidir quedarnos
llorando toda una vida por lo que ya no será o levantarnos para seguir
adelante y poder buscar nuestra perdida felicidad.
1. Distráete: No le permitas que controle tu mente, mantente distraída
(o) en otras actividades.
2. Deja de acosarle: mientras más grande sea la obsesión más
importante será esta persona en tu vida; deja de estalkearle, deja de
revisar su WhatsApp.
3. No lo (a) complazcas: si se conocen bien y te pide que pasen más
tiempo juntos, aprende a decir que No.
4. Deja de ser tan amigable: evita las largas conversaciones, evita las
buenas noches, evita las llamadas telefónicas donde le cuentes hasta
lo más mínimo de ti.
5. Enfócate en sus defectos: dejar de verle como un dios y comenzar a
entender sus defectos te hará pensar un poco en ti al momento de
recaer.
6. OLVÍDATE DE LA INTIMIDAD FÍSICA: Solo vas a sentirte bien
mientras este momento dure, cuando se acabe, vas a volver a tu estado
inicial (y ahora, te sentirás culpable por la recaída).
7. Enfócate en TI: En vez de pensarle, piensa en ti.
8. Mira las diferencias: estar enamorado y amar NO son lo mismo...
Puede que sea una obsesión.
9. Toma distancia: puede que te resulte doloroso, pero es preferible que
duela un momento a que duela por siempre.
10.Convéncete: el sentimiento que experimentas solo va a mantenerse
vivo si tú así lo decides. Si te convences de que no puede existir un
futuro con esta persona, lo que sientes desaparecerá.
11. ÁMATE: Si sabes que a su lado tu amor propio es nulo, termina de
tomar la decisión de pensar en ti primero que en los demás.
Usemos nuestras redes sociales para buscar ayuda, para leer libros que nos
alienten, para escribir nuestra historia, aunque nunca nadie vaya a leerla,
para tomar fotografías y subirlas a las redes, no las usemos para hacernos
más daño, ¿sí? Enfócate más en tu autoestima que en sus estados del
WhatsApp.
No uses a tus hijos como una forma de resarcir el daño que la separación te
causó porque con eso, créeme que estarías fallando como padre/madre.
Si la relación ha llegado a su fin, no te escudes en tus hijos para no irte o no
dejarle ir; asume tu rol paterno/materno, pero sabiendo que no existe
reconciliación y que AMBOS, cada uno desde su espacio, deben seguir
luchando por proveerles a esos hijos la mejor educación y el mejor
ejemplo... El ejemplo de dos padres responsables que decidieron separarse
pero que no con eso, dejaron de ser padres.
14. Batalla contra tu mente para superar el dolor o prepárate para que
tus pensamientos te destruyan
Cuando no queremos pensar más es cuando más pensamos, pero ¿qué pasa
cuando lo que no debemos es pensar, pero queremos hacerlo porque nos
encanta hacernos daño?, el ser humano suele ser irracional cuando de temas
amorosos se trata y mientras más debería cuidarse, menos lo hace.
Nuestra mente puede ser nuestra salvadora o nuestra peor enemiga, todo
depende de cómo la utilicemos; ella siempre estará preparada para
enviarnos imágenes del pasado que nos hagan caer y nos sintamos mal,
pero, si a eso le sumamos el hecho de estar todo el tiempo pensando en lo
que pudo ser y no fue; en lo que debimos haber hecho y no hicimos; en lo
que debimos haber dicho y no dijimos, todo empeora.
Sé que muchos van a decirme que no pueden dejar de pensar o de recordar;
que no pueden siquiera concentrarse porque su mente no los deja y sí, les
creo que sucede, lo que no les creo es que no puedan ser capaces de decir
¡Basta! Y seguir en sus labores.
Nos gusta sufrir, definitivamente nos gusta sufrir porque pensamos que
sufriendo vamos a ir pagando el karma o que, sintiéndonos mal vamos a
estar mejor pronto o peor aún, cuando pensamos que merecemos sufrir
porque no somos o fuimos suficientes.
Ten cuidado de tus pensamientos, especialmente porque los pensamientos
son cosas que se vuelven tangibles y lo que piensas lo atraes, sin lugar a
duda. Estamos en una nueva etapa donde lo que importa es nuestro yo así
que, busquemos la forma de ir cambiando esos pensamientos negativos e ir
soltando las ideas erróneas que tenemos en nuestro cerebro y que no nos
dejan seguir. Vamos a pensar mejor que en poco tiempo vamos a salir de
ahí; seamos positivos que nada nos cuesta.
16. De nada nos sirve poder ver si preferimos taparnos los ojos
Las vendas más difíciles de desatar son aquellas que nosotros mismos nos
amarramos cuando no queremos mirar más allá de nuestras propias
narices... Y es que está totalmente perfecto recaer, es válido retroceder un
poco para con esto tomar mayor impulso hacia adelante, lo que no me
parece válido es que después de darnos cuenta de nuestro valor, prefiramos
cerrar los ojos para seguir presos de una relación tóxica donde nosotros
somos a los que menos quieren.
Y es que no nos quiere nuestro (a) ex porque se encargó de hacernos sentir
lo poca cosa que no fuimos antes; no nos quiere nuestro (a) ex porque nos
hizo desvalorizarnos delante de los ojos del mundo; no nos quieren nuestros
(as) ex porque ante ellos (as) éramos unos seres carentes de autoestima y
amor propio pero, ¿saben qué es aún peor que eso?, no lo es tanto que no
nos quiera nuestro (a) ex o que nos haya hecho sentirnos lo peor; no, mil
veces peor que eso es que nosotros tomemos el camino de regreso hacia esa
relación y nos sintamos felices de estar volviendo al infierno.
Eso, exactamente eso, es peor que cualquier cosa.
19.Trázate una meta: por cada pensamiento sobre tu ruptura, haz una
repetición del ejercicio que más te guste
Como es difícil -pero no imposible- que podamos dejar de pensar en nuestra
relación pasada, en nuestro ex y en toda esa serie de cosas que pudieron
haber sido y no fueron, vamos a actuar entonces de manera más inteligente.
Cada vez que una de esas tontas ideas llegue a nuestro cerebro, busquemos
algo qué hacer. La actividad física es muy buena para alejar el estrés, para
sentirnos mejor y para que podamos lograr cuidar a nuestro cuerpo; se
puede hacer a cualquier hora, en las mañanas es muy beneficioso porque
nos aporta energía para todo el resto del día y si preferimos hacerlo en la
noche, dormiremos mucho mejor.
Los recuerdos hacen daño cuando son tristes y en este momento del proceso
eso, es lo que menos necesitamos. Vamos entonces nosotros a actuar en pro
de nuestro bienestar; cambiemos una idea por unos minutos de ejercicio y
si no podemos ejercitarnos por nuestro trabajo o por las distintas
obligaciones con las que debemos cumplir, busquemos un momento para
relajarnos, ocupemos nuestra mente en cosas beneficiosas como el trabajo,
un nuevo proyecto, nuevas metas, nuevos estudios, cursos; en fin, algo que
nos haga estar lo suficientemente ocupados como para no recordar el
pasado.
Por ejemplo, en San Valentín; todos sabemos que es un día comercial, todos
sabemos que es el día mundial de decir te amo y para siempre... ¿Por qué
ese día no nos decimos a nosotros mismos que nos amamos? ¿Por qué no
nos juramos a nosotros mismos un amor para siempre? Creo que sería el
momento perfecto.
No quiero excusas, no quiero que se pongan en segundo lugar… Quiero que
piensen en ustedes, quiero que vayan a la tienda de la esquina -si es que de
dinero se trata- y se compren un chocolate, un dulce, algo... ¡Algo! Quiero
que se regalen algo para ustedes, algo que quieran, algo que les gustaría
tener... Ustedes lo merecen, ustedes lo valen. Como si fuese el día del amor,
¿qué mejor que amarnos a nosotros mismos?
21. Utiliza tus manos para algo mejor que secarte las lágrimas;
¡MASTURBATE!
Está claro que cuando sufrimos una pérdida, lo que menos queremos es que
otra persona diferente a nuestro (a) ex nos toque, claro, es normal; si él /ella
era la persona soñada en la cama pues obligatoriamente vamos a recordarle
porque eso tan importante; el sexo, se lo llevó cuando se fue y a nosotros no
nos quedaron ni las ganas.
Está claro que no debemos estar buscando sexo fuera de casa, primero,
porque no es sano -ETS-, segundo, porque un clavo NO SACA A OTRO
CLAVO y nosotros necesitamos al menos 6 meses para poder estar
medianamente listos para INTENTAR darnos una oportunidad... Entonces,
si quien era mi mejor cama se fue y no debo buscar satisfacer mis
necesidades de forma irresponsable, ¿qué hago? ¿Me quedo en casa
secándome las lágrimas? No. No, no y NO.
Cuando poco a poco vamos poniendo en su lugar todos esos valores que
habíamos perdido nuestras hormonas dormidas vuelven a despertar, nos
sentimos más guapas (os), más provocativas (os), sonreímos, disfrutamos de
ser nuevamente nosotros. Ese, es el momento exacto en el que yo les digo,
señoras, señores, ¡Mastúrbense! Sí, estimulen sus genitales.
Intentar un acercamiento íntimo con una nueva persona es difícil luego de
salir de una ruptura, pero, nuestras manos fueron las primeras maestras que
conocimos y ellas son capaces de hacernos volver a vivir esas emociones
perdidas. Conócete, explórate, vuelve a tus momentos de adolescencia y
conéctate contigo misma (o).
La mayoría de las veces, una persona nos llena completamente en la cama
porque gracias a que tuvo suerte, pudo lograr conocer a nuestro cuerpo más
de lo que nosotros nos permitimos conocerlo.
Uses o no juguetes sexuales, lo primero es que tú te conozcas, que vayas
despertando a esas hormonas, que sepas lo que te gusta, que entiendas tu
cuerpo y comprendas todas las sensaciones; te garantizo que conociéndote
tú, ya no habrá nadie que consiga deslumbrarte tan fácilmente. Tu cuerpo
es tuyo y lo tienes a la mano... ¿Por qué no lo usas? ¿Por qué no piensas en
ti?
24. No te molestes por lo malo que recibes de las personas, algunos dan
solo lo que tienen en el corazón
Algunas personas recurren a la venganza porque la necesitan para sentirse
bien; están tan dañadas que, para ellos, el devolverte al menos un poco del
"daño" que la relación les causó, es suficiente.
Siempre he dicho que cada uno da lo que tiene dentro de su corazón y que
cada cual actúa como le place, pero ¿no les parece demasiado estúpido
lanzarle dardos a alguien a quien hoy le tienes rabia cuando ayer fue tu gran
amor y le prometías toda una vida juntos? No sé, quizá esté equivocada,
pero, a mi modo de ver, me parece que hacer eso es terminar peor de como
ya estábamos.
Querer asegurarnos de que nos paguen todo el dolor o que sientan al menos
una parte de lo que nosotros sentimos es un juego de niños, principalmente
cuando quienes comenzamos ese juego fuimos nosotros al decidir que
queríamos estar en esa relación.
Al culpar al otro por tus errores -y de paso, hacerle pagar por esos errores-
no estás haciendo más que tratar de escapar de tu propia responsabilidad...
Quizá la única culpa que tiene el otro es de no haberte dado exactamente lo
que tú querías porque no sabía cómo hacerlo, porque no podía o
sencillamente, porque no lo entendía.
26. Todas las personas que llegan a nuestra vida son maestros de luz,
aunque nos dejen a oscuras
Todos tenemos algo qué aprender de la misma forma que todos tenemos algo
qué enseñar; todas las personas que se presentan en nuestra vida lo hacen
porque el universo las puso ahí para que aprendiéramos una lección y
cuando lo hemos hecho esas personas llamadas maestros se retiran de
nuestras vidas porque así debe ser, aun cuando su partida resulte ser muy
dolorosa.
Mi lección aprendida fue darme cuenta de que yo sí merezco a alguien que
me ame, que me valore y que me trate como siempre quise ser tratada; mi
lección aprendida fue el sentir la necesidad de ver materializada mi
satisfacción ante ese amor recibido; mi lección aprendida fue el obligarme
a disfrutar de ese amor que tanto pedí al universo; mi lección aprendida fue
valorarme y no permitir que nadie me hiciera daño ni me tratara como un
objeto...
Mi lección aprendida fue: "Debo y necesito -porque lo merezco- comenzar
a disfrutar de las cosas buenas de la vida, de las buenas intenciones de las
personas hacia mí, del amor verdadero y del apoyo y la incondicionalidad
que yo misma profeso" y señores; qué duro me resultó entenderlo.
Para aprender esa lección me llevé por delante los sueños y la sonrisa de
alguien que me amó de forma sincera, que me respetó y que me dio lo mejor
de sí; para aprender la lección herí y maltraté sin clemencia por no creer en
lo que tenía por la sencilla razón de haber resultado dañada en el pasado y
sentirme imposibilitada para "volver a creer"; para aprender esa lección
causé lágrimas, dolor y decepción; para aprender esa lección me volví la
bestia que solo en brazos de la bella consiguió sentirse plena pero que no se
dio la oportunidad cuando debió, de disfrutar de esa plenitud.
Hoy cuento con una lección aprendida y con la tranquilidad de saber que mi
llegada a la vida de esa persona le enseñó también una lección y fue
aprender a amarse y a darse el valor que yo por las gríngolas que llevaba
en la cabeza, no le di.
Hoy, me perdono por todo y te pido perdón, también por todo... Gracias
por el aprendizaje y por los momentos que debido a la necesidad que tuve
de aprender esa lección, ahora se han convertido en recuerdos.
27. AMATE
¿Qué tan cierto es eso de que para poder amarnos a nosotros mismos
debemos dejar de "amar" o de darle valor al otro? Me parece que no tiene
nada de cierta esta frase.
Cuando comenzamos una relación vemos en el otro una cantidad de valores
que nosotros proyectamos y claro está, algunos de esos valores suelen ser
falsos, pero, los que no lo son, al ser nuestros continuamos valorándolos a
través de la proyección que hemos hecho; ahora no están dentro de nosotros
nada más, sino que se los hemos entregado a esa pareja, pero ¿qué pasa con
ellos? ¿Es cierto que llegamos a un punto de la relación en la que tenemos
que guardar esos valores quitándoselos a nuestra pareja para ponerlos
nuevamente dentro de nosotros y comenzar a amarnos? No señores, no es
así.
Ahora recuerdo que alguna vez te pedí que no te alejaras, que continuaras
con todo y que no te preocuparas porque, yo podría manejarlo; recuerdo
también que te alenté a no dar marcha atrás porque me gustaba eso que
sentía cuando estaba contigo aun cuando bien sabía lo mal que podía
terminar... Insistí y seguí insistiendo para que no te fueras porque sí, yo te
lo permití pero es que en el fondo sentía la tranquilidad de poder levantar
la mano cuando todo acabara para culparte de haberme herido aferrándome
a esa verdad en la que tú pudiste haber reaccionado negándote cuando te
pedía seguir pero no lo hiciste. Si, ya sé que yo lo permití.
Qué fácil es recostarse sobre la pena y el dolor ajeno cuando estando
conscientes de lo que no deberíamos hacer, preferimos hacerlo y terminar
culpando al otro por no huir... Qué fácil es decir "fue tu responsabilidad"
cuando no tuvimos ni la más mínima intención de retroceder mientras
jugábamos con fuego sabiendo que nos podíamos quemar.
30. E l cuchillo es tuyo, pero las ganas de hacerme daño son todas mías.
Nos encanta hacernos daño, nos encanta ir por la vida buscando cualquier
gesto, cualquier palabra, cualquier acción u omisión de los otros para con
eso meternos el dedo en la herida; nos encanta ser y hacernos las víctimas,
nos sentimos como en una novela de esas de los 80 donde peleaban los malos
contra los buenos; nos encanta ser los protagonistas de esas historias
interminables donde los culpables son los demás y nosotros las "pobres
almas" sin darnos cuenta que nosotros mismos somos quienes empuñamos
en contra de nuestros cuerpos esas armas. ¿Y qué ganamos? No ganamos
nada. Si te sientes con ganas de vivir una vida, comienza por la tuya.
Vive, porque tienes una sola vida y las anteriores o las que vienen después
de esta, no cuentan.
Vive, porque hoy tienes la oportunidad de hacer lo que te plazca como te
plazca y con quien te plazca y a ti es a la única persona que le debe importar.
Vive, porque cada uno está viviendo a su manera y a su estilo sin preguntarte
si apruebas o desapruebas sus formas.
Vive, porque a pocos les gustan las sonrisas en caras ajenas y al único al
que deben importarle esas sonrisas en tu rostro, es a ti.
Vive, porque si te quedas a esperar a que a otros les guste lo que haces o te
permitan poder hacerlo, créeme que vas a terminar muerto.
Si te llena, si te hace feliz, si te saca una sonrisa, si te hace suspirar, vive.
Vive y no te preocupes por el dolor o la decepción y hasta por el malestar
que puedas causarle a otros con el hecho de vivir porque, ¿cuándo has visto
que los otros se preocupen o se cohíban de hacer lo que quieran por no
causarte un malestar a ti.
Vive... Y que los demás vivan también.
33. DEJALO IR
El que se va, ya se había ausentado de alma hacía mucho tiempo, aunque de
piel, seguía compartiendo la misma cama; el que se va, ya tenía su rumbo
fijado hacía largo rato, pero no se atrevía a terminar de alejarse; el que se
va, ya no estaba, aunque estuviera.
El que se queda es el que más sufre porque continúa reclamando la
presencia del ausente aun sabiendo que su alma ha huido y que lo único que
tiene a su lado es un cuerpo vacío que no siente ni quiere continuar estando;
el que se queda, espera paciente un regreso, una vuelta de hoja, una nueva
oportunidad.
El que se queda, anhela que todo vuelva a ser como antes y si lo logra, dará
todo y mucho más de todo lo que pudo dar en el pasado, pero, si acaso no
ocurriese de esa forma y ese gran amor se terminara de marchar, entonces
nada habría valido la pena.
Para el que se queda, el cobarde siempre será el que se va.
34. Siempre hay uno que ama más o que se ama menos
¿Cuántas veces han escuchado la frase célebre de telenovela mexicana
"siempre hay uno que ama más"? ¿Y cuantas veces nos hemos puesto a
hacerle a esa frase un análisis semántico buscando otorgarle un significado
que no tiene? Porque señores, no, no tiene que haber uno que ame más y
uno que ame menos, no debe existir tal desequilibrio dentro de la relación.
Supongamos que uno de los dos es el que "ama" más y por ende da más,
siente más, demuestra más; supongamos que ese ser es quien se entrega a
plenitud sin importarle que el otro no ame, no sienta, no demuestre o no dé
más... ¡Qué maravilloso sería! Pero no, no ocurre de esta manera.
Esa frase tan elaborada no la creó aquel que menos ama o que menos siente
o demuestra; esa frase la creó el que está en el otro extremo llorando y
quejándose de estar en esa situación y, ¿para qué la creó? Para auto
justificarse ante su pareja, ante la sociedad y ante el mundo de tener tan
pero tan poco amor propio que se siente incapaz de amarse a sí mismo y en
cambio, lo da absolutamente todo por ese amante esperando que este se lo
retribuya... ese es el momento preciso donde, para no sentir vergüenza ante
todos cuando vean lo poco que se valora, lanza esa frase y sale corriendo
para escapar de toda la responsabilidad.
No existe alguien que ame más, existen personas que se aman menos... O
que no se aman.
Con lo lindo que es ir por la vida con la convicción de que lo que hacemos
está bien hecho porque lo hicimos nosotros y no porque lo dijeron los demás;
con lo bonito que es que si vamos a dar demos sin que nos importe la
recompensa pero mejor aún, que demos porque queramos y no porque
NECESITEMOS algo de vuelta; con lo lindo que es mirarse al espejo y
amarse más allá de lo demás y de los demás; con lo bonito que es creernos
lo valiosos que somos sin que necesitemos escucharlo de alguien más.
Con lo rico que se siente ir por la vida estando seguros de nosotros mismos
sin pedir lo que no hay, sin exigir lo que no nos dan, sin esperar lo que no
existe; con lo rico que es sentirnos SEGUROS de nosotros mismos y entender
que seguridad también es sinónimo de AMOR PROPIO.
Yo pude, sí, eso no me hace una super héroe; yo pude, pero para poder,
tuve que llenarme de valor, de fuerza, de ganas y de mucha paciencia para
poder batallar en contra de todos mis miedos y mis demonios. Yo pude, sí,
eso no me hace más que nadie; yo pude levantar la mirada al cielo y respirar
mientras sentía que el mundo se me caía a pedazos… Pasaron muchos
meses, pasé una larga temporada sin querer saber nada de nadie, pasé
varias estaciones obviando mi responsabilidad para conmigo; yo pude, sí,
pero me habría encantado al menos tener a alguien que me brindara su
apoyo a lo largo de este camino… Yo pude, y ahora quiero que puedas tú.
Jamás dejes de creer en ti ni permitas que otros te hagan pensar que no
puedes hacerlo… Yo siempre voy a estar, recuérdalo, y que Dios te bendiga,
¡Resiliente!
Bibliografía