La Posesion
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La Posesion
LA POSESIÓN
Dra. Edith Fiore
LA AUTORA TRATA DE LA POSESIÓN, DETECTANDO Y LIBERÁNDONOS DE LOS ESPÍRITUS ATADOS
A LA TIERRA
Autora de "Vd. ya Estuvo Aquí"
Este libro no pretende ser un sustituto a la ayuda médica o psicológica. Yo siempre recomiendo que mis pacientes
vayan a un médico cualificado para sus problemas físicos. Si tienes problemas emocionales o mentales, debes buscar
la ayuda de un terapeuta o consejero profesional.
CONTENIDO
Págs.
Prefacio 13
1. Introducción a la posesión 15
2. De lo natural a lo supranatural 19
3. Observaciones históricas de la posesión por espíritus 28
4. Qué sucede cuando mueres 38
5. Por qué los espíritus permanecen entre nosotros 45
6. Los efectos de la posesión 52
7. Caso-estudio - Tony 65
8. Caso-estudio - Anne 73
9. Caso-estudio - Peter 87
10. Caso-estudio - Bárbara 104
11. Caso-estudio - Paolo 118
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RECONOCIMIENTOS
Deseo expresar mi gratitud a: Mis cinco pacientes que permitieron que narrara sus historiales; Mis pacientes, cuyo
coraje y experiencias contribuyeron al entendimiento de los muertos inquietos, y a mi propio crecimiento espiritual;
Jeffrey Mishlove, Ph. D., por su meditada crítica al capítulo 3; Margaret Jane Kephart, por sus pertinentes contribuciones
al capítulo 3; Ormond McGill, por su amistad, percepciones y ánimos; Ted Chichak, por su entusiasmo por mi trabajo
que sobrepasa sus responsabilidades como mi agente literario; Jim Fitzgerald, por hacer de este libro una realidad como
mi editor; Emma Darknell, por su paciencia, habilidad, amistad e interés como mecanógrafa; Jon Kennedy, por su
experiencia como profesor de redacción y por editar el manuscrito; Chris Carney, Harriet Handler, Kathy Iverson,
Barbara Jones y Barbara Shipley, por sus críticas constructivas; Reginald Fitz, por el título de este libro y sus
contribuciones al manuscrito.
PREFACIO
En La Posesión, NO INTENTO DEMOSTRAR QUE los espíritus existen ni que mis pacientes estaban poseídos. Más
bien, mostraré lo que sucede a diario en mi despacho introduciendo una terapia que, aunque no una panacea, es efectiva
e incorpora antiquísimos conceptos al contexto de la hipnoterapia del siglo veinte.
Mis pacientes y yo empleamos la hipótesis de trabajo de que la personalidad sí sobrevive a la muerte del cuerpo. A
través de los años, muchas personas me han contado haber sentido los espíritus de sus seres queridos, a veces
inmediatamente después de su muerte. A menudo era solamente un saber que estaba ahí.
Otras veces, fueron vistos u oídos, o se notó un aroma identificativo: su perfume o marca preferida de tabaco de pipa,
etc.
Estos espíritus no estaban apegados a la tierra, sino que vinieron a decir «adiós» o eran «visitantes» del mundo de los
espíritus para reconfortar o ayudar. Los entes que no habían tenido una transición exitosa al más allá eran los que
causaban problemas afectando a personas de forma dañina o destructiva a través de la posesión.
Ayudando a estos espíritus posesivos a marcharse, se conseguía eliminar sus efectos devastadores, a menudo cambiando
vidas dramáticamente. Porque la desposesión funciona, sentí la necesidad de escribir este libro. Puede que lo que vayas
a leer te trastorne, pero espero que te ayude al explicarte lo que tú has estado experimentando en ti mismo o en otros.
Ofrecerá la esperanza de que problemas que hasta ahora parecían insolubles pueden resolverse, y que se pueden
encontrar técnicas para conseguir este objetivo. Al menos puedes ganar una nueva perspectiva para entender el
comportamiento humano.
Lo que se va a revelar también te invita a abrir tu mente a la posibilidad de que la vida sí continúa después de la muerte
—y esta misma creencia puede tener sobre ti un efecto profundo y de largo alcance.
Comparto mis técnicas terapéuticas con los no profesionales y terapeutas que quieran incluirlas en su armamentárium.
En cierto sentido algunos capítulos podrían ser considerados como manual de entrenamiento para curadores
profesionales.
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Los historiales médicos empleados en La Posesión son de una naturaleza tan personal y sensible que era importante y
necesario proteger la intimidad de mis pacientes. Por esta razón, sólo he ocultado su identidad, reteniendo las cualidades
esenciales que presentaban.
Muchas de las transcripciones literales que ilustran los casos analizados, así como algunos de los capítulos de este libro,
eran repetitivos y confusos. Por tanto, los he editado en interés de la claridad y concisión.
La mayor parte de los casos que leerás eran casos claros y de fácil solución. Pero uno de ellos implicaba conexiones
entre los dos «personajes», el paciente y el espíritu, que retornaban a una vida pasada. Sin embargo, no necesitas creer
en la reencarnación para beneficiarte de los hallazgos o técnicas que describiré.
Examinemos ahora el papel que juega la posesión por espíritus en vidas humanas. El capítulo 1 te introducirá en este
fascinante y sorprendente tema.
1. INTRODUCCIÓN A LA POSESIÓN
La enfermera dijo «DOA». «Yo estaba por encima de mi cuerpo en la Sala de Emergencias mirando hacia abajo. Estaba
demasiado ensangrentado. Yo no quería que lo salvaran... un mal accidente. Oí este aterrorizado grito pidiendo ayuda.
Pensé, «A lo mejor puedo salvar a alguien, a mí no me pueden ayudar aquí». Fui a ayudar.
Había un chico joven... también estaba siendo operado. Era el espíritu gritando, no el cuerpo. El cuerpo estaba sobre
una mesa, pero seis pies por encima ése era el chico... pero él era como yo.
Estaba aterrorizado, así pues, le hablé como a un amigo... y le pedí que me hablara. Finalmente se tranquilizó... y desde
entonces hemos sido amigos.
Ese encuentro tuvo lugar hace cuarenta y seis años. Albert había estado con mi paciente, Howard, cada día desde
entonces-dentro de su cuerpo-como espíritu posesor. Albert salió de su escondite después de tres años de terapia
hipnoanalítica. Tal y como dijo, « ¡No pienso hablar contigo! No necesito tu ayuda».
Emergió porque—siguiendo una corazonada—retrocedí a Howard a una amigdalectomía a la edad de cuatro años para
ver si había recogido una entidad apegada a la tierra. Ciertas pistas habían señalado en esa dirección.
Fui interrumpida groseramente durante mi iniciación hipnótica por una enfadada y desconocida voz gutural procedente
de Howard. « ¡El no necesita tu ayuda!» Con esa afirmación comencé una terapia intensiva con el espíritu, quien más
tarde se identificó como Albert. Después de tres sesiones se marchó de mala gana con dos camaradas del mundo de los
espíritus.
Dos semanas más tarde, Howard irrumpió en mi despacho con una enorme sonrisa en su cara. Antes de sentarse en la
silla reclinatoria me dijo muy excitado: ¡No deseo comer! Por primera vez en mi vida no me interesa la comida para
nada. Te lo creas o no. De hecho, tuve problemas para encontrar algo que me apeteciera. ¡Y ni siquiera lo terminé!
Todo esto es una nueva experiencia. ¡Y en los primeros cuatro días perdí siete libras!
Recostándose un poco en su silla continuó: Realmente estoy seguro de que me libraré de estas últimas noventa libras
y de una vez por todas daré por terminada mi batalla con la obesidad.
Brenda, una mujer negra, alta y sorprendente cercana a los treinta, buscaba alivio a unos dolores que padecía por casi
todo el cuerpo que habían supuesto un reto a especialistas durante años. Bajo hipnosis —y regresada a la causa de sus
dolores—se liberó de su angustia al enterarse que Ann, la hija pequeña de su mejor amiga, había quedado desfigurada
en un reciente y fatal accidente de coche. Habló con reverencia de su profundo amor y apego a Ann.
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Posteriormente relató haber entrado en la habitación del hospital de Ann donde le mantenían con vida a base de
respiración artificial: Quiero entrar sola. Entro... le miro... no se parece a Ann, no se le parece en absoluto... tan
golpeada y aplastada. Su cabeza es tan grande-pero ella es tan diminuta, tan pequeña. La enfermera dice, «No podemos
hacer nada por ella.» Simplemente le miro. Desearía poder hacer algo. (Llorando). Es tan bonita-era tan bonita, tan
mona.
¡Hay que hacer algo por ella! No sé qué hacer. Sólo le miro... rezo...
¡Estoy tan abatida! Quizá... quizá pueda llevarla a... podría mantenerla con vida /Puedo hacer algo por ella! Me hago
cargo. Me ocuparé de todo. Seré la primera en ver su cuerpo... iré de compras...y la pondré preciosa... y prepararé el
funeral... y tendré todo listo para ella... el ataúd... las flores... volverá a estar preciosa otra vez. (Larga pausa). ¡Está
conmigo ahora... está conmigo y me gusta!
El cuerpo de Brenda se había estado retorciendo y contorsionando durante la regresión. Le traje al presente y —mientras
aún estaba profundamente hipnotizada— le expliqué, «Ann necesita ser liberada, Brenda. Su progreso espiritual y
felicidad dependen de que se vaya al mundo de los espíritus. Es una prisionera aquí. Estoy segura de que no se lo deseas.
Ahora deja que se vaya.»
«Me resultará difícil, pero lo haré», accedió secándose las lágrimas de sus mejillas. Entonces le dijo «adiós» a Ann. En
pocos minutos la desposesión había terminado.
Howard y Brenda son dos de los más de quinientos pacientes poseídos que he tratado durante los últimos siete años.
Vinieron a mi consulta padeciendo la serie de síntomas y problemas psicológicos y psicosomáticos.
Desde que me di cuenta de este fenómeno, he comprobado que al menos el sesenta por ciento de mis pacientes estaban
poseídos y era esta situación la que les causaba su mal-estar. La mayoría de estas personas fueron liberadas —mediante
técnicas de desposesión— de más de una entidad. ¡Algunos pacientes eran anfitriones inconscientes de hasta cincuenta
o más!
La posesión es una condición relativa. Cuando es completa —lo cual es raro— la personalidad original parece haber
desaparecido y es reemplazada por la de la entidad apegada a la tierra. Normalmente, hay un equilibrio vacilante entre
las dos; a veces, el espíritu ejerce sólo una ligera influencia, mientras que otras veces, él o ella pueden ser
extraordinariamente dominantes.
En algunos casos hay una continua lucha interna por el control, repleta de diálogos mentales ¡incluso insultos y órdenes!
Los espíritus que poseyeron a mis pacientes habían sido anteriormente gente de todos los estratos sociales, quienes —
después de la muerte— permanecieron en el mundo físico y se convirtieron en «personas desplazadas». No habían
hecho la transición adecuada entre el nivel de la tierra y «el otro lado» al morir. A veces años más tarde sin cuerpos de
su propiedad, se unían accidentalmente o deliberadamente con gente cuyas vidas a partir de entonces no serían las
mismas. Para estos espíritus no había nada peor que sentenciarse a sí mismos a residir en los cuerpos de otros individuos,
ya que por este hecho posponían sus posibilidades de entrar en el mundo de los espíritus al que pertenecían.
Hay otro tipo de espíritus, históricamente llamados demonios o diablos, sobre los que se opina que nunca han sido seres
humanos. Existen estudios documentados sobre sus devastadores y, en ciertos casos, fatales efectos. La Iglesia Católica
toma muy en serio este tipo de posesión y emplea a sacerdotes especialmente experimentados quienes —después de
extensas investigaciones y preparaciones— ejecutan un exorcismo altamente estructurado, el Ritual Romano. Son
muchos los exorcistas que han sufrido grandes daños físicos, mentales y emocionales, e incluso perdido su vida, como
resultado de estos encuentros.
Afortunadamente —que yo sepa— nunca he tratado a un paciente plagado de demonios. La posesión por demonios o
satánica no se encuentra dentro del alcance de este libro. Para aquellos que quieran proseguir este tema, hay referencias
relevantes en la bibliografía.
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De entre mis historiales, os mostraré cómo la gente se convierte en vulnerable a los entes y qué sucede cuando los
espíritus se entremezclan con sus personalidades.
Quizá os preguntéis cómo yo, psicólogo clínico, me vi mezclada en esta psicoterapia carente de ortodoxia.
El capítulo 2 describirá mis antecedentes y cómo evolucionó mi terapia cambiando mi punto de vista.
2. DE LO NATURAL A LO SUPRANATURAL
El tema de una emisión de una hora de duración era la diferencia entre un psiconeurótico y un neurótico. Lo estaba
escuchando clandestinamente en mi cama muy tarde una noche a la edad de trece años. Abrió las puertas de todo un
mundo nuevo —el mundo del comportamiento aberrante. ¡Estaba fascinada!
Ahí y entonces, a las ll pm, decidí convertirme en psicólogo y tratar a personas con estos desequilibrios.
Las distinciones ya no existen, pero mi interés por la psicología anormal y el funcionamiento de la mente han
permanecido firmemente hasta la actualidad. Mirando atrás, me doy cuenta de que lo que realmente me intrigaba era el
concepto de la mente subconsciente que se discutía e ilustraba con afloramientos —fobias, obsesiones, coacciones,
etc.— Ahora creo que la mente interna es nuestro reto más grande y tan merecedora de investigación como el espacio
exterior.
Mi curiosidad se ve continuamente estimulada por los sondeos a mis pacientes por debajo de la superficie de sus mentes
conscientes. Con la experiencia adquirida al haber realizado más de veinte mil regresiones hipnóticas a más de mil
pacientes, a menudo puedo predecir (a mí misma) con éxito qué encontraremos con estas exploraciones. Aun y así cada
caso es como un complicado puzzle que hacemos cogiendo al azar una pieza aquí y otra aislada ahí. Cuando la última
y más importante pieza es colocada en su lugar se produce una curación instantánea. A veces el proceso es rápido y
suave. Muchas veces es lento y tedioso según afloran facetas ocultas.
Fui criada en la Costa Oeste en un entorno muy confortable con gran cantidad de estímulos por parte de mis creativos
y enérgicos padres. Mi padre, pintor de retratos y caricaturista, era una adorable, cálida persona que me animó a
estimular mi potencial desde la niñez hasta las últimas veces que estuvimos juntos antes de su muerte. Me dio el coraje
para tener fe y confianza en mí misma. Con su ayuda emocional e interés aprendí a arriesgarme, lo cual me permitió
explorar dimensiones de la terapia que iban más allá de mi aprendizaje.
La alegría de vivir de mi madre, unida a su estricta visión alemana de educación infantil, desarrollaron en mí una fácil
autodisciplina, amor por el trabajo duro y persistente optimismo.
Todas estas cualidades han sido de un valor incalculable al tratar a personas con problemas durante los últimos diecisiete
años.
Después de dos años de colegio universitario me casé a los veinte y fui madre. Años más tarde, completé mis estudios
como subgraduado, ingresé en el colegio para graduados de la Universidad de Maryland y finalmente recibí mi
doctorado en psicología clínica de la Universidad de Miami en 1969. Mi formación psicológica estaba estrictamente
encaminada en la línea del comportamiento, con gran énfasis en la investigación y un curso práctico de terapia.
Curiosamente, en el colegio universitario y en las universidades en las que estudié, Freud recibía un escaso
reconocimiento por sus contribuciones a nuestro conocimiento de la mente humana y comportamiento humano. Y no
recuerdo haber visto en los textos y clases de mi colegio universitario y de graduado mención alguna de más de un
párrafo a la hipnosis.
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Durante mis primeros años como terapeuta trabajé con niños perturbados emocionalmente. Después de formar parte de
la plantilla de una clínica psiquiátrica infantil, monté una consulta privada, trabajando con niños, parejas y adultos.
Comencé a leer sobre nuevas aproximaciones terapéuticas, e incorporé algunas de estas técnicas y puntos de vista a mi
trabajo.
Después de trasladarme a California, asistí a un taller de auto-hipnosis en el Instituto Esalen y comencé a incluir la
relajación y sugestión hipnótica a mi terapia. Debido a mi gran interés por las motivaciones intensas tras los síntomas,
vi la hipnosis como una de las formas más rápidas para acceder a la mente subconsciente, el almacén de todas las
memorias. Según me iba sintiendo más cómoda con la hipnosis empecé a usar una aproximación hipnoanalítica que he
venido empleando durante los últimos once años. En un principio mis pacientes encontraron las causas de algunos de
sus problemas en sucesos de su primera niñez que habían reprimido por completo. A menudo, traumas mantenidos en
el nacimiento y cosas dichas en el momento del parto tenían un profundo y duradero efecto. Increíblemente, algunos de
mis pacientes recobraron de forma espontánea recuerdos perdidos del período intrauterino, entre la concepción y el
nacimiento.
Una dramática solución de un caso de depresión brotó del recuerdo de un intento de aborto. La mente de mi paciente,
como feto en desarrollo, registró que no era querida y que su existencia misma estaba siendo amenazada. Después de la
regresión, su depresión de toda una vida se evaporó completamente.
Una tarde sucedió algo que cambió el curso de mi vida profesional —aun cuando no me di cuenta al momento—. Uno
de mis pacientes, que sufría problemas sexuales, se encontró a sí mismo, bajo hipnosis, como sacerdote católico en el
siglo diecisiete. Mientras discutíamos la regresión antes de que se marchara, dejó claro que él creía firmemente en la
reencarnación.
Dado que el concepto de vidas anteriores no se me había ocurrido a mí sino como un fascinante y arcaico punto de vista
del Este, estaba intrigada. Pero mucho más cuando llegó para la sesión siguiente anunciando que ¡estaba completamente
curado!
Antes de que pudiera descifrarlo, otra paciente regresó espontáneamente a una «vida anterior», y también ella más tarde
me comunicó estar totalmente liberada de sus síntomas.
El tercer y decisivo caso afectaba a una mujer joven con una obsesión por las serpientes, que sufría pesadillas con
serpientes al menos dos veces por semana, de las cuales se despertaba chillando. Ya que nuestra investigación bajo
hipnosis revelaba que su fobia no procedía de nada que hubiera experimentado en su vida actual, sino más bien de una
previa encarnación —y sintiéndome algo ridícula— la transporté a un tiempo anterior a su nacimiento.
Ella era particularmente un profundo y excelente sujeto hipnótico. En cuestión de segundos estaba dando una viva
descripción de una antigua ceremonia, probablemente en América Central, con sacerdotes nativos bailando frente a una
pirámide con serpientes venenosas en sus bocas. Las serpientes representaban todo lo que era maldad y terrorífico, y en
un momento dado, cuando los sacerdotes las arrojaron al suelo, se agitó violentamente —luego se relajó con una sonrisa
gloriosa, mientras los sacerdotes las decapitaban.
Todavía en hipnosis, pero vuelta al presente, negó «creer en todo eso», y parecía bastante agitada. Le di una sugestión
posthipnótica para que olvidara lo que acababa de experimentar. ¡Con este caso tenemos tanto un paciente como un
terapeuta no creyente! Pero también ella volvió a la vez siguiente muy alegre porque estaba libre de todos los temores
que había sufrido.
Con cara radiante, me contó que su marido y ella habían ido de camping por primera vez, y se había sentido relajada
sin experimentar ningún tipo de ansiedad. Añadió, «Lo mejor de todo, ¡mis pesadillas han desaparecido! ¡Por ahora no
he tenido ni una en dos semanas!» Y permaneció libre de sus síntomas.
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Pese a todo seguí sin creer en la reencarnación, pero veía el valor que este tipo de terapia tenía, que definitivamente
consideré como fantasía. Empecé a emplearla con más frecuencia hasta que con el tiempo se convirtió en una técnica
que empleaba regularmente con excelentes resultados. Mi libro You Have Been Here Before: A Psychologist Deals
with Past Lives, trata el tema en profundidad.
Durante los primeros años, encontré a muchos pacientes deslizándose dentro de otras personalidades durante el trance
hipnótico. Asumí que eran personalidades múltiples y lidié con ellas como si lo fueran. Sí que era raro que algunos
pacientes tuvieran tantas «personalidades», algunas simplemente pasaban con rapidez. Recuerdo a una «persona» que
empezó hablando con una voz muy infantil y se identificó como «Susie», ¡y me preguntó si quería saltar a la comba con
ella! Nunca volví a saber más de ella.
Era difícil para mí saber qué estaba ocurriendo con estos pacientes y en especial encajarlo en un marco teorético de
referencia aceptable. Ninguno de estos pacientes parecía beneficiarse de la investigación de estas «personalidades», con
la excepción de sentirse más cómodos con los distintos aspectos de sus personalidades que, a veces, estaban destrozando
sus vidas. En lugar de sentir que estaban actuando fuera de su propio carácter, empezaron a tomarlo como otra parte de
sí mismos.
Empezaron a luchar un poco mejor con parte de su extraño comportamiento. Pero había poco cambio en ese
comportamiento. Según me fui interesando más en la metafísica, por mi experiencia con terapia de la vida pasada, me
hice con una amplia biblioteca. Muchos de los libros, incluyendo El Libro Tibetano de los Muertos (EDAF, 1980),
mostraban la típica experiencia de la muerte como muy bella, con el espíritu reuniéndose con la Luz y dejando atrás el
cuerpo. La luz, a la que también se hacía referencia como Luz Blanca o Luz Brillante, aparentaba representar la presencia
de Dios. Algunos libros describían casos donde espíritus —o descarnados— permanecían apegados a la tierra y a
menudo se «unían» a personas vivientes desapercibidas de su presencia.
De esta forma permanecían existiendo en el nivel físico a través de estas personas —trayendo a menudo grandes miserias
y, a veces, ¡incluso la muerte! Según leía estos casos, reflexioné sobre mi trabajo anterior con pacientes que yo asumía
tenían personalidades múltiples y pensé si no habría estado yo lidiando con espíritus. Quizá entes habían estado hablando
a través de mis pacientes los cuales eran «médiums» involuntarios. Este concepto —posesión— también explicaba por
qué algunas regresiones parecían solaparse cronológicamente. Quizá no eran las vidas pasadas de los pacientes sino las
de espíritus o, si recientes, las últimas vidas de los entes.
Armada con esta nueva perspectiva, empecé a escuchar cuidadosamente cuando mis pacientes describían sus problemas
y comportamientos, para detectar si alguna otra persona podía estar causando su sufrimiento.
Muchos de mis pacientes de hecho se quejaban de tener otra persona en su interior. «Mi marido dice que soy dos
personas completamente distintas, particularmente antes del periodo» era un comentario frecuente. Igualmente, común
era «¡Ese no soy yo!»
Otros confiaron que «alguien» dentro de ellos indeterminó su resolución de hacer dieta, o dejar de fumar o beber, etc.
Alguien me dice. «No vas a seguir la dieta. Al mediodía volverás a empezar a comer otra vez.» «Estos pacientes hablaron
de sus conflictos muy abiertamente, porque asumían que estaban hablando de dos partes diferentes de sus personalidades
—que estaban en guerra dentro de sí mismos. Pero yo empecé a oír y a interpretar estos comentarios como posibles
pistas de posesión.
A menudo usando señales con dedos como guía, le pregunté al paciente hipnotizado si había un espíritu presente.
Muchas veces, se levantó el dedo «sí». A veces, después de un titubeo, se levantaba el dedo «no», pero si yo entonces
preguntaba si había alguien que no quería que yo supiera que él o ella estaban presente, el dedo «sí» descubría al
«culpable». También aprendí que los espíritus podían manipular las señales con los dedos ¡intentando desviarme!
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Dando un salto cuantitativo, realicé desposesiones —liberando a las «almas perdidas»— y me sorprendía cuando más
tarde estos pacientes me relataban un cese inmediato de sus síntomas, algunos de muchos años de duración. En particular
gente sensible, a menudo, describía haber visto a estos entes e incluso a sus seres queridos quienes estaban allí para
llevarles al mundo de los espíritus. A veces corrían lágrimas por las caras de mis pacientes mientras resonaban a
emociones de los espíritus posesores. Podían sentir un pánico abrumador cuando los espíritus creían que estaban siendo
sacados, y alegría y desahogo cuando veían a sus espíritus familiares que venían a por ellos.
Algunos comentaban, «Está menos lleno ahora», «Me siento un poco vacío», «Me han quitado un gran peso de encima»,
«Ahora me es posible ser yo. No sabía que era yo todos estos años que había un yo que podía ser libre.»
Nuevamente, me encontré en el mismo punto en el que había estado durante varios años anteriormente con mis primeros
casos de regresión espontánea a vidas pasadas: ¡un no creyente participando en algo que parecía hacer milagros!
Durante este tiempo me acordé de un artículo que había leído en el Baltimore Sun antes de los días del colegio para
graduados. Se narraba un caso chocante de un paciente —esquizofrénico sin remedio— de uno de los más prestigiosos
hospitales mentales del Este. Según lo recordaba, un domingo su familia le hizo su habitual visita y le llevó a dar un
paseo por el campo en coche. Afortunadamente, tuvo lugar un choque que le causó serios daños. En cuestión de
segundos estaba completamente sana mentalmente —por primera vez en años— ¡y aparentemente se quedó así!
Uniendo esto a lo que estaba sucediendo en mi consulta, empecé a especular con la posibilidad de que quizá había
estado poseída, conducente a un diagnóstico de locura —y más tarde el espíritu fue por fuerza catapultado de su
maltrecho cuerpo.
Me preguntaba si la razón por la cual la terapia con electroshock a veces daba resultados muy exitosos con pacientes
seriamente deprimidos no era el mismo proceso: el espíritu posesor era sacado del cuerpo del paciente por el shock.
Parecía encajar con el creciente campo de conocimiento acerca de que nuestros cuerpos emiten un campo de fuerza
electromagnética.
Los retrocesos de los que se había informado pudieron haber sido causados por no haberse ido el espíritu al mundo de
los espíritus y haberse quedado apegado a la tierra en las proximidades de su anterior anfitrión, el paciente. Entonces,
cuando las vibraciones del paciente volvían a la normalidad, el espíritu podía ganarse nuevamente la entrada.
Mientras intentaba entender estas cosas, leí en un diario la increíble historia de una mujer italiana que se despertó de
una operación hablando un idioma extranjero que no entendía nadie de su familia. Más aún, no sólo no reconoció ella a
nadie, sino que ¡presentó una personalidad completamente diferente! Pensando sobre esto, teoricé que un espíritu, el
habitante originario del cuerpo, se había marchado y había sido reemplazado por otro. Para mí éstas eran y serán
preguntas fascinantes.
Mi trabajo con espíritus posesores me ha obligado a volver a mirar mis propias creencias acerca de la vida después de
la muerte y la supervivencia de la consciencia. A través de los años, he evolucionado de un no creer en —pero fascinada
por— lo «supranatural» a un aceptar intelectualmente los conceptos de la reencarnación y la continuación de la
personalidad. Todavía no estoy completamente convencida de ellos a un nivel emocional y a menudo me encuentro a
mí misma preguntándome y sopesando si no será toda una fantasía. Sin embargo, debo admitirme a mí misma que ¡la
terapia funciona! ¿Por qué? Entonces reconozco los conceptos intelectualmente como posibles dentro de la realidad. ¡Y
así nuevamente!
Mi método actualmente consiste en usar la hipnosis para llegar a la causa del problema, ya sea de un recuerdo reprimido
de un suceso de esta vida, vidas pasadas o de la presencia de uno o más entes posesivos.
A mis pacientes les explico que no intento demostrar que los espíritus existen o que les están poseyendo, sino que esta
técnica funciona. Incluso añado que yo misma no soy una creyente completa. Acordamos emplearlo como «hipótesis
que funciona».
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La mayoría de mis pacientes son de mente muy abierta, e incluso convencidos de que los espíritus existen y que ellos
están poseídos. A veces están mucho más dispuestos a aceptar la idea que yo, al igual que muchas personas de la
audiencia cuando doy una conferencia sobre la posesión. A menudo, ofrecen de forma voluntaria «evidencias» de sus
vidas o de otra persona a la que conocen.
Veo a los entes poseedores como los verdaderos pacientes. Están sufriendo enormemente, incluso quizá sin darse cuenta.
Prisioneros de hecho, están atrapados en el plano terrenal sintiéndose exactamente igual que momentos antes de su
muerte, que pudo haber tenido lugar hace décadas. No parecen beneficiarse de ninguna de las actividades positivas o
educación que sus anfitriones han experimentado a lo largo de sus vidas desde la posesión. Más aún, se están privando
de estar en el mundo de los espíritus que les ofrecería una hermosa vida y les permitiría la posibilidad de progresar
espiritualmente.
Mi objetivo terapéutico es ayudar a los espíritus posesivos, al sufrir ellos el mayor de los daños, incluso si ello significa
que mis pacientes deben padecer un poco más mientras trabajamos la voluntad de los posesores para que abandonen. Si
fuera posible el «echarles a patadas», crearía un enorme problema, ya que nuevamente serían personas desplazadas y
quizá se engancharían a otras personas inesperadas que posiblemente no buscarían ayuda. Esto probablemente
conduciría a suicidios o asesinatos como mucho, y como poca miseria para los poseídos.
La desposesión puede tener resultados inmediatos y duraderos al aportar un completo alivio a los síntomas. Es una
técnica fácil a emplear en casos no complicados. Afortunadamente. no requiere un entrenamiento sobre salud mental
como sucede con el hipnoanálisis (regresión).
A veces, sin embargo, puede ser muy agotador con entes testarudos que clavan sus talones y se niegan a marchar. En el
capítulo 14 compartiré mis ideas de cómo puedes ejecutar una desposesión sobre ti mismo y otros, e incluiré
transcripciones exactas de las desposesiones que actualmente uso con mis pacientes.
Veamos ahora a través de la historia los diferentes puntos de vista sobre la desposesión y su resolución.
EN EL ULTIMO CUARTO DEL SIGLO VEINTE, MUCHOS pueden considerar supersticioso creer que espíritus de
los muertos son una causa de miseria y sufrimiento entre los vivos. Esto es particularmente cierto ahora, ya que la
mayoría de los científicos encuentran causas biológicas para casi todas las enfermedades humanas, mentales y físicas.
Sin embargo, una breve ojeada a la literatura muestra que, a través de la historia, a menudo las personas han atribuido
las raíces de muchas enfermedades a espíritus posesores y se han empleado muchos rituales diferentes para exorcizarlos.
Maestro, he traído ante ti a mi hijo, que tiene un espíritu mudo...le preguntó a su padre. ¿Desde cuándo le sobrevino
esto? Y le dijo, Desde niño... Jesús censuró al mal espíritu, diciéndole, Tú, espíritu mudo y sordo, te ordeno, sal de él,
y no vuelvas a entrar nunca más, el espíritu lloró, quedó exhausto, y salió de él: y estaba como un muerto; tanto así
que muchos dijeron, Está muerto. Pero Jesús le tomó de la mano, y le levantó, y él despertó (Marcos 9:17-27).
Estos son sólo tres de los más de veintiséis ejemplos que encontré en la Biblia sobre Jesús exorcizando espíritus.
Durante el primer período cristiano, la habilidad para expulsar espíritus era considerada como una señal de auténtico
discípulo.
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Jesús dio a sus doce discípulos poder contra espíritus impuros, para expulsarles (Mateo 10:1). Incluso antes del
nacimiento de la Cristiandad, los antiguos griegos y romanos tenían creencias bien fundadas acerca de los llamados
muertos y sus efectos sobre las personas.
Un hombre enfermo moribundo es aquél sobre el cual un espíritu maligno ha posado su mirada. (Homero) Ciertos
demonios tiránicos requieren para su regocijo un alma todavía encarnada; siendo incapaces de satisfacer sus pasiones
de otra forma, incitan a la sedición, codicia, guerras para conquistar, y obtienen así aquello que ansían. (Plutarco)
Los demonios son los espíritus de hombres perversos. (Josefo) Siempre han existido distintos puntos de vista en relación
con la naturaleza de los espíritus posesivos. En algunos casos, las personas creían que eran los muertos. Otras veces, se
especulaba que algunos espíritus nunca habían tenido forma humana, y que eran, sin embargo, siervos de Satán, o
incluso Satán mismo. En este capítulo, examinaremos lo primero.
Ciertas culturas tenían ideas muy definidas acerca de dónde se originaban los espíritus posesores, y por qué interferían
con las vidas de las personas. Los chinos han tenido una tradición de adoración a sus ancestros que retrocede a más de
diez mil años. Desde su punto de vista, una persona pasa por muchos ciclos, o vidas. Uno debe estar en buenas relaciones
con sus ancestros, ya que continúan existiendo en otro mundo —y, si son enfadados o preocupados, pueden volver para
hacer daño en este mundo.
Los japoneses también han practicado la adoración a sus ancestros y creían en los espíritus apegados a la tierra. Quizá
esto explique la popularidad del culto por el exorcismo Mahikari en continuo y rápido crecimiento, que tenía en 1970
cuatrocientos mil miembros repartidos por el mundo. Conocido como la Supra-Religión, de la Verdadera-Luz, mantiene
que los espíritus posesivos causan más del ochenta por ciento de los males humanos, físicos y emocionales. Se dice que
sus exorcismos son capaces de restablecer a la persona poseída, y son miles los tratados a diario con estas técnicas.
Los antiguos egipcios también creían que los vivos eran afectados por los muertos, particularmente los espíritus de las
personas maltratadas o humilladas en su honor después de morir.
Las antiguas tumbas son un testimonio de su elaborado sistema de creer que la vida continúa después de la muerte. Los
cuerpos eran momificados para que pudieran ser usados después; los órganos internos eran preservados con hierbas y
ungüentos en vasijas mortuorias con el mismo fin. Las tumbas eran recipientarias de artículos del hogar, comida,
semillas, animales, y sirvientes para que continuara la forma de vida. Incluso esposas eran selladas vivas en las tumbas
para acompañar a los muertos en sus viajes al infierno.
Varios de mis pacientes —durante regresiones hipnóticas—han seguido la pista de problemas actuales, tales como
claustrofobia y miedo por la oscuridad, a haber sido enterrados con vida en estas tumbas. Recordaban su terror según
veían cómo se apagaba la luz de las antorchas y su respiración se hacía cada vez más difícil antes de morir sofocados.
Una de las filosofías más altamente desarrollada sobre el mundo de los espíritus y su relación con los vivos proviene de
Asia. La antigua religión de la India —basada en los Vedas, escrituras sagradas—, era la antecesora del moderno
Hinduismo y Budismo, que todavía hoy practican millones de personas.
Los eruditos indios percibían a los humanos como posesores de al menos siete diferentes «cuerpos» o «vehículos», de
los cuales sólo el más bajo es físico. El resto no son físicos y son invisibles a la vista humana normal. Estos cuerpos
corresponden a diferentes planos o niveles de realidad, y cada cual es más fino —vibrando a una más alta frecuencia—
que los que están por debajo.
El cuerpo más próximo al físico es conocido como el etérico, y es el más denso —en término de sus vibraciones— de
los cuerpos invisibles. En ciertas ocasiones, puede ser visto por aquellos que poseen visión psíquica— clarividentes—.
Su forma es la misma de un cuerpo físico, controla su salud y se extiende unas cuantas pulgadas más allá de él.
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El siguiente vehículo más alto es el astral o emocional, que entrepenetra tanto los cuerpos físicos como los etéricos,
extendiéndose varias pulgadas más allá de ellos, formando un óvalo de luces coloreadas. Dado que controla los aspectos
emocionales de los seres humanos, se le percibe como en un continuo cambio, resonando a las emociones de la persona.
El cuerpo mental es incluso más fino en sus vibraciones que el astral. También entre penetra a los otros, y contribuye
aura en expansión. Un vehículo mucho más refinado es el cuerpo espiritual.
Residiendo fuera del individuo en el nivel espiritual, es, no obstante parte de nuestro ser.
Las enseñanzas esotéricas discuten cuerpos aún más altos, como el causal (uno de los vehículos espirituales de más
rápida vibración).
La teoría india, basada en las escrituras de eruditos antiguos, es que existe todo un mundo, el nivel astral, que existe
entre el mundo físico y el mundo espiritual más elevado. No es un lugar, sino más bien un número incalculable de
niveles, subniveles y, divisiones de subniveles, que se elevan en una escala de ascensión gradual, como resultado del
aumento de la frecuencia del grado vibratorio.
El nivel astral inferior es el mundo de los espíritus terrenales. En los niveles más altos del mundo astral residen los entes
espiritualmente desarrollados que se conocen como guías, maestros o profesores.
Se cree que los seres humanos a menudo «viajan» en sus cuerpos astrales hasta el nivel astral mientras duermen, en
ciertos estados de trance, y deliberadamente, mediante la voluntad de una parte de sí mismos de abandonar el cuerpo
físico. A esto último se le denomina como «proyecto astral» o «experiencias fuera del cuerpo».
Los Vedas describen la muerte como el desprendimiento del cuerpo humano. El individuo continúa, viajando hacia más
altos niveles de existencia, trayendo consigo recuerdos. Después de una estancia en el mundo astral, el alma continúa
elevándose al nivel mental, nuevamente dejando atrás un cadáver —la concha astral—. Más tarde, el individuo va a un
más elevado nivel astral, esperando volver a nacer en un cuerpo físico.
Este reciclaje de la verdadera esencia de una persona de un cuerpo físico a otro y la doctrina del karma —la ley de la
causa y el efecto—"son esenciales para la evolución espiritual, según el sistema Veda. Es a través de la reencarnación
que los individuos pueden purificarse para entrar en el nivel más alto, y reunirse con la divinidad.
Pero todos estos importantes ciclos pueden ser bloqueados si las personas continúan obsesionadas con deseos terrenales
a la hora de su muerte. En este caso, permanecen y están atrapados por las vibraciones del nivel físico. Vistos en el nivel
astral más bajo, están tan próximos al nivel terrenal como les es posible, intentando fútilmente satisfacer sus vicios y
deseos.
Mientras están en este bajo estado, estos entes apegados a la tierra no pueden hacer progresos espirituales. No pueden
ser liberados de sus vehículos inferiores y elevarse a estadios más altos.
A menudo, según la teoría Védica, descarnados ignorantes o maliciosos buscan a seres vivos para poseerles a fin de
continuar la vida terrenal. Pueden acceder al cuerpo porque el cuerpo astral, que les es visible a ellos en el aura de la
persona, tiene algún defecto a través del cual entran. Después de haberse incorporado, ejercen su control, que es siempre
de naturaleza negativa.
Este punto de vista sobre la posesión ha trascendido en la India y en el Tíbet y actualmente es parte de la famosa tradición
médica tibetana, practicada por los tibetanos expatriados en el norte de la India.
Algunos de los dogmas de la antigua tradición Védica resurgieron en el Oeste durante el siglo diecinueve en dos
corrientes, Teosofía y Espiritualismo. Aun cuando mantenían muchas creencias conflictivas, ambos puntos de vista
mantenían firmemente la creencia de la continuidad de la personalidad del individuo después de la muerte.
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Puesto que nuestra investigación tiene que ver con la posesión por espíritus terrenales, es particularmente interesante la
influencia de estos dos movimientos en curadores de distintas partes del mundo.
El espiritualismo tenía un profundo y catalítico efecto en el misticismo Sudamericano a través de los libros del escritor
francés Alan Kardec. Kardec escribió sobre la inmortalidad del alma y la naturaleza de los espíritus y sus relaciones con
los hombres. Mantenía que sus libros le eran dictados por espíritus de un grado más elevado, transmitido a través de
médiums.
Hoy en día la influencia del Espiritualismo ha conducido a rituales de desposesión utilizados por curadores, médiums e
incluso algunos modernos doctores médicos y psicólogos en Sudamérica.
Durante unas charlas en el Primer Congreso Internacional sobre Terapias Alternativas en Sao Paulo en 1985, me llevaron
a visitar la Federación de Espiritismo de Sao Paulo, que es una organización albergada en un edificio tipo colegio. Tres
mil quinientos médiums, procedentes de todas las clases sociales—desde sirvientes analfabetos hasta abogados— tratan
a quince mil pacientes por semana —¡sin cobrar!— Dado que los médiums creen que están siendo utilizados por
curadores del mundo de los espíritus, es un artículo de fe no cobrar. Su trabajo consiste básicamente en apartar espíritus
mediante desobsesión (desposesión).
En la Federación me dijeron que uno de cada cinco habitantes de Sao Paulo es un médium. ¡Hay doce millones de
personas viviendo ahí! Sao Paulo no es una excepción; los médiums se dan en todo Brasil.
En Estados Unidos un primitivo psiquiatra Espiritualista, Cari Wickland, M. D., trabajó durante treinta años con
pacientes con serios trastornos que él creía estaban poseídos por entes apegados a la tierra. Su mujer, Anna —una
médium de trances—permitía a los espíritus posesores que hablaran a través de un aparato vocal.
Entonces el Dr. Wickland conversaba con ellos —en un intercambio de ida y vuelta— y les convencía de su condición.
Después de educarles sobre la vida que les esperaba, les convencía para que abandonaran. Con algunos espíritus
recalcitrantes tenía que hacer uso de una especie de terapia a base de electroshock para sacarle de los pacientes a la
fuerza.
Pensaba que "un grupo de espíritus serviciales —la Banda Piadosa—le ayudaban para eliminar a estos entes, y más
tarde les orientaban en el otro mundo. Su libro Thirty Years Among the Dead, publicado por primera vez en 1924, es
un clásico en el campo de la terapia de la desposesión. En él describe su teoría de la enfermedad mental por posesión
por espíritus, incluyendo largas transcripciones de las sesiones que mantenía con los espíritus que hablaban por medio
de su mujer. Sir Arthur Conan Doyle, erudito Espiritual, decía de él y de su libro: «Jamás he conocido a nadie con tan
amplia experiencia sobre invisibles. Ninguna persona interesada en la obsesión o la curación de la insanidad por medios
físicos debería perderse este libro».
Otro gran hombre —Edgar Cayce— trajo la opinión de la posesión por espíritus como causa de enfermedad a la atención
del público. Siendo un joven carente de educación criado en una granja en Kentucky, Cayce se dio cuenta que podía
caer en un trance hipnótico y responder a preguntas sobre cualquier tema.
Desde 1900 hasta su muerte en 1945, dio más de catorce mil «lecturas» trance. La mayoría eran para gente enferma a
quienes la medicina estándar no había curado.
Aunque despierto era un Cristiano Fundamentalista Sureño experto en la Biblia, en trance, Cayce, conectaba con lecturas
de vidas pasadas y místicas que discutían conceptos del karma, reencarnación, meditación, la teoría de niveles
ascendentes, cuerpos múltiples, posesión por espíritus, y mucho más.
En sus discursos sobre espíritus terrenales y posesión por espíritus como causa de enfermedad mental, Cay ce fue más
allá que la mayoría de los escritores de este tema, sugiriendo complicadas causas físico-emocional-mental y espirituales
para la posesión.
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Las curas que él prescribía para la posesión mientras estaba en trance incluían el uso interno de oro, aparatos eléctricos
de bajo voltaje, ajuste quiropráctico para cerrar la entrada al sistema nervioso, masaje, reforma dietaria, y un sinfín de
otras técnicas naturo páticas y espirituales.
Más recientemente, en 1982, un psiquiatra británico, Arthur Guirdham, M. D., narró sus descubrimientos en el libro
The Psychic Dimensions of Mental Health. Basando sus conclusiones en su trabajo de más de cuarenta años, creía que
toda forma de enfermedad mental seria puede estar causada por interferencias de los espíritus. Profundamente dedicado
a curar a sus pacientes, sus técnicas son muy parecidas a las de Wickland. El también usa la terapia del electroshock
para desalojar a espíritus posesores testarudos.
Adam Crabtree, terapeuta en práctica y erudito del mesmerismo, también trabaja con los espíritus posesores. En Múltiple
Man: Explorations in Possession and Múltiple Personality, describe su entendimiento de las condiciones de sus
pacientes en términos tanto de posesión por espíritus terrenales como por múltiples aspectos de la propia personalidad
de las personas. Sus técnicas son más bien del tipo persuasivo, ya que él no usa el electroshock. También trabaja
terapéuticamente con los posesores.
Otro tipo de curador, el shaman, son miles a través del mundo. La tradición shamánica —la medicina y religión del
mundo anterior a la cultura escrita— tiene una historia que se puede seguir hasta hace cuarenta mil años y se encuentra
en todos los continentes. Quizá donde se conoce más en Estados Unidos es entre hombres y mujeres, medicina de
nuestros propios grupos de Nativos Americanos. Los shamanes basan la mayor parte de su poder en la creencia en
espíritus de muchos tipos, y emplean rituales para extraer a los tipos posesivos negativos.
Recientemente, ya que existe un reconocimiento mayor de su valor como forma de terapia, estos curanderos han
comenzado a enseñar a médicos y psicólogos las técnicas de curación shamánicas. Admitir como posible las creencias
de los Nativos Americanos para curar a los espíritus ha alcanzado incluso a esa fortaleza de escepticismo académico
que es la comunidad antropológica americana. Uno de los más conocidos expertos antropológicos en shamanismo,
Michael Harner, dejó boquiabiertos a sus colegas y deleitó a sus alumnos creando una sociedad de curación shamánica.
Actualmente viaja por todo el mundo enseñando las técnicas de curación shamánicas.
En la actualidad está aumentando rápidamente el número de trabajadores de salud mental que usan una variedad de
técnicas de desposesión. Conforme su trabajo se da a conocer, otros buscan el aprendizaje. Aparte de los autores arriba
mencionados, existen muchos otros excelentes terapeutas que a diario liberan a pacientes de problemas emocionales,
mentales, físicos y espirituales y síntomas mendiante la liberación de ignorantes almas perdidas que son las verdaderas
receptoras de la terapia.
Hemos visto que a lo largo de la historia registrada —y probablemente mucho antes— las personas han creído en la
posesión por entes terrenales. Esta creencia ha atravesado todas las fronteras —en términos tanto de tiempo y estructura
social.
Personas no sofisticadas, así como eruditos y grandes filósofos han contraído con este punto de vista. Ello no prueba su
validez, desde luego. Como la reencarnación, la vida después de la muerte, el alma, y muchos otros conceptos, la
posesión por espíritus muy probablemente no puede ser demostrada.
Para mí, como terapeuta que trabaja con personas con preocupaciones, que no son felices y sufren —tanto emocional
como físicamente— la exposición de una prueba no es una prioridad. ¡Los resultados lo son! Porque la terapia de la
desposesión elimina el dolor y el sufrimiento —desde mi punto de vista— su uso continuado está justificado.
El entendimiento del proceso de la muerte es esencial a nuestra continua búsqueda en las motivaciones que hay tras la
posesión —así como a su solución. El siguiente capítulo mostrará cómo los pacientes experimentaron sus muertes y
estados post muerte al recordarlo bajo hipnosis.
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Mis hallazgos clínicos sugieren que la vida sí continúa después de la muerte biológica. Pacientes hipnotizados
regresados a vidas anteriores se encuentran a sí mismos tan «viejos» justo después de la muerte del cuerpo como antes.
Recuerdos, personalidad, percepciones, emociones, pensamiento continúan sin parar. Desde luego, la inmortalidad del
alma parece estar corroborada por regresiones a la vida pasada.
Investigadores de la «muerte clínica» o «próximo a la muerte» han informado sobre hallazgos que básicamente son
idénticos a los de mis pacientes regresados. Su material procedía de entrevistas a cientos de personas que habían muerto
y revivido posteriormente. Desde 1975 con el libro del Dr. Raymond Moody, Vida después de la Vida (EDAF, 1978),
ha crecido rápidamente el campo de las muertes clínicas y experiencias próximas a la muerte, siendo significativo el
que los investigadores estén de acuerdo.
La mayoría de mis pacientes rememorando previas encarnaciones bajo hipnosis, narraban experiencias sobre la muerte
que eran asombrosamente similares.
Al parecer la muerte implica una suave, natural transición a un reino espiritual sin pérdida de consciencia. Mis pacientes
notaron una inmediata sensación de alivio de los dolores, incomodidades o miedo que habían estado experimentando
justo antes de abandonar sus cuerpos.
Casi todos relataron una sensación de elevación y flotar. Podían ver con claridad sus cuerpos debajo de ellos y cualquier
otra cosa que estaba sucediendo alrededor. A menudo intentaban asegurar a sus familias que se encontraban bien y con
vida. Con una maravillosa sensación de libertad, continuaban su elevación y eran atraídos hacia una brillante luz blanca.
Se les unían seres amados que ya habían muerto y a menudo un sabio y confortante espíritu altamente evolucionado o
un guía. Se encontraban a sí mismos en cuerpos perfectos; cualquier defecto había sido corregido. Si habían sido ciegos,
verían perfectamente; si sordos, ahora tenían un oído agudo. Si sus cuerpos habían quedado mutilados por accidentes
de coche, estaban enteros e intactos. Increíblemente, sus cuerpos espíritu parecían tan reales y sólidos como habían
parecido sus cuerpos físicos anteriormente.
Si la regresión continuaba, narraban experiencias de una rica, plena existencia en otro mundo. Llegado un momento,
con sabios consejeros, revisaban la vida que habían dejado y la veían entera como si de una película se tratara. (Personas
que casi se han ahogado o han escapado de la muerte por milagro, a menudo narran experiencias similares de haber
visto pasar toda su vida por delante de sus ojos como un destello.) Tenían claro que esta revisión tenía como finalidad
permitirles ver dónde habían pasado pruebas con éxito y dónde habían fallado. Los espíritus consejeros señalaban lo
que aún tenían que aprender para conseguir el progreso espiritual necesario. La siguiente encarnación estaba planeada
en función de este conocimiento.
Las fichas de mis pacientes están repletas de transcripciones de regresiones que ilustran la típica experiencia con la
muerte.
Lo que sigue a continuación procede de un paciente varón de veintiséis años, Joe, que sufría de depresión, bronquitis
crónica, y una más bien rara alergia —cada vez que bebía leche o comía nueces, desarrollaba a continuación una mucosa
espesa en su garganta que aumentaba enormemente su ya persistente tos.
Siguiendo instrucciones de regresar al suceso responsable de sus alergias, se encontró a sí mismo como un joven
viviendo en Georgia en el siglo XIX. Describió una frustrada e irritable niñez durante la cual buscaba peleas como
solución a su ira, que ganaba fácilmente debido a su fuerte constitución. Siendo aún jovencito, mató a un hombre y se
escapó para unirse al Ejército Confederado. Posteriores sugestiones hipnóticas tendentes a llegar directamente a la causa
de sus alergias descubrieron lo siguiente: Estoy recostado contra un árbol y el tamboril está vertiendo leche cuajada en
mi desgastada taza. Tiene un agujero y por ello tengo que beber lo más rápidamente posible antes de que se salga toda.
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Estoy comiendo las pecanas del suelo... hace semanas que no comemos comida normal. Veo un fangoso y lento río
próximo a los árboles. Los otros hombres están tumbados al sol o sentados bajo los árboles comiendo pecanas, y" todos
estamos vestidos con andrajosos uniformes grises. Estoy muy cansado... y estoy pensando en desertar.
He peleado durante toda mi vida, pero ahora estoy luchando con personas que quieren y pueden devolver la pelea... y
tengo miedo. No veo muchas pistolas y las que veo no están cargadas... desde hace semanas sin munición. Me doy
cuenta de que el cuchillo que tengo es toda la protección que me queda —la única forma que puedo devolver la lucha—
. Oigo ruidos de pies que corren y de cascos de caballos...ahora gritos y cornetas... ¡estamos siendo emboscados!
Saltamos y corremos, tratando de atravesar el arroyo. Mis pies se atascan continuamente en las rocas. Surgen detrás
nuestro, disparándonos con rifles, y nos damos la vuelta y luchamos, aunque la mayoría no tenemos revólveres. Dos
soldados saltan sobre mí y me sujetan bajo el agua, doblando mis brazos hacia atrás hasta que me duele la espalda.
Saco mi cabeza del agua y un chico joven con mirada de odio en su cara empieza a golpearme con la culata de su rifle,
llamándome rata de agua.
Me estoy ahogando y tragando agua. (Larga pausa). Ahora tengo la sensación de estar flotando como si me estuviera
elevando fuera de mi cuerpo, y a la vez veo cómo mi cuerpo flota río abajo junto con los cuerpos de otros chicos que
conozco. Miro alrededor y veo que también ellos se han elevado de sus cuerpos, y me doy la vuelta y veo a mi abuelo
bañado en Luz dorada. Dice, «Venga muchacho la guerra ha terminado». Otros chicos que conozco también vienen;
gente como mi abuelo en nuestro pueblo. Les dice «Venid todos. La guerra ha terminado también para vosotros».
Siento una enorme sensación de alivio. Oigo un piano, así como otras voces; una muy, muy claramente. Esta voz es
como un destello, y casi la oigo, pero no del todo. Yo mismo soy casi como un destello y eso es todo lo que hay. Veo el
mundo claramente, pero rápidamente, como si todo se estuviera moviendo a gran velocidad.
Selecciono las cosas que hice mal. Me están diciendo mis errores y me doy cuenta de ellos sin sentirme incómodo por
ello. Sé que tengo que sobreponerme a la ira y al odio y aprender a ser menos egoísta.
La mayoría de las experiencias de muerte recordadas por mis pacientes hipnotizados eran tan sencillas y predecibles
como la de Joe. Sin embargo, a veces otras eran bastante diferentes.
En lugar de una suave transición de un mundo a otro, algunos recuerdan haber huido de la Luz aterrorizados o apartarse
de sus parientes que se han ido (en espíritu) o guías. Muchos no se habían apercibido de su muerte, ya que se sentían
vivos, y estaban totalmente confundidos y asustados, sobre todo cuando no podían impactar a sus supervivientes. Estos
individuos permanecieron apegados a la tierra —ligados al nivel físico— a pesar del hecho de que habían muerto.
Algunos de estos espíritus de hecho parecían mezclarse con o poseer seres vivientes. Este proceso se reflejó claramente
en la regresión de una joven paciente, Linda, a la que se le estaba tratando de una depresión tan grave que era un
inminente caso de suicidio. Durante el trabajo hipnótico se vio a sí misma como uno de estos espíritus «desplazados»,
un varón depresivo. La transcripción comienza minutos antes de su muerte: Me siento muy deprimido. Me siento
preocupado, furioso y confuso.
Es por mi mujer. Me ha sido infiel. (Llorando). Es preciosa y es una persona muy feliz... y yo no lo soy... pero es capaz
de hacerme sentir bien. Duele que me haya sido infiel. ¡La necesito! He intentado con todas mis fuerzas ser lo que ella
quiere, pero ella no me quiere. (Larga pausa).
Veo un río que está prácticamente seco y hay un puente que lo atraviesa. (Pausa). Ahora estoy sobre el puente... ya no
me quiero quedar aquí. Sencillamente es muy doloroso. Cualquier cosa sería mejor que esto. No hay nada que me
retenga... nada que me obligue en absoluto. Creo que estoy perdiendo la cabeza. (Pausa). Me subo a la barandilla...
salto.
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Estoy en el lecho del río. (Larga pausa). Me siento muy raro... mi cuerpo se siente extraño. Puedo ponerme de pie y
puedo ver mi cuerpo en la arena. ¡Pero todavía estoy aquí! ¡Maldita sea! ¡No es justo! Estoy tan enfadado... no
funcionó. ¡No es justo! Estoy asustado. Hay una brillante luz alrededor mío... y ¡la odio! (Pausa). Quiero irme. Corro
por el lecho del río apartándome de mi cuerpo. Me tropiezo con arbustos y árboles porque ahora está más oscuro. Pero
algo no va bien ¡algo no marcha bien!. No lo entiendo. Me doy contra un árbol y lo atravieso. Estoy asustado y confuso.
¡No me gusta esto en absoluto! Es como estar ciego, tanteando y golpeándote con las cosas. Me tumbo aquí un rato...
Durante la misma sesión, el hombre, ahora un espíritu, prosiguió recordando su atracción por y subsiguiente posesión
de una chica joven: Me encuentro tan solo. He estado aquí durante mucho tiempo. Es triste y tengo miedo y estoy
enfadado. Da la sensación de que llevo aquí toda una vida. Oigo a gente; se están divirtiendo. Están en la playa,
jugando. Me acerco a ellos, pero me ignoran. ¿Por qué no pueden ayudarme? ¿Por qué no me quieren ayudar? Me
siento tan miserable y ellos están tan contentos. ¡Me hace enfadar!
Hay una chica joven muy hermosa, que está feliz y preciosa —pero ni siquiera se para a mirarme— ni siquiera se da
cuenta de mi presencia. (Linda agita los puños y luego se muestra confusa.) Traté de pegarle; No entiendo; no sé qué
ocurrió. Es como si estuviera con ella ahora; soy parte de ella, de alguna forma. Es mucho mejor ahora. Tengo más
calor ahora. Ella es muy feliz y yo aún me siento muy triste, pero puedo sentir lo que ella siente. Me gusta cuando ella
se siente bien. Pero es ella la que se lo está pasando bien —y eso también me pone de mal genio. (Larga pausa). Ahora
ya no se divierte tanto como solía.
Al parecer todos los espíritus van a la Luz tarde o temprano—incluso después de haberse quedado atascados en el nivel
físico durante décadas. Con los suicidas, he averiguado que muchos permanecían como desencarnados, sintiéndose tan
deprimidos como lo estaban antes de sus muertes hasta que fueron «rescatados» por espíritus ayuda o poseyeron a
insospechadas personas vivientes. No obstante, otros que se mataron a sí mismos fueron inmediatamente hacia la luz.
Una interesante descripción del viaje hacia la Luz fue proporcionada por un paciente deprimido que revivió cometiendo
suicidio en una vida anterior. Después de su muerte, permaneció vagabundeando en el nivel tierra durante un cierto
número de años. Cuando recordó estas experiencias, le avancé al tiempo en que el espíritu encontró la Luz. Fue hace
mucho tiempo. Estoy confusa... vacilante. Estoy intentando elevar mi nivel de consciencia. Lo intento, pero no puedo.
Veo recuerdos de Luz, pero no la puedo encontrar. La Luz emite destellos, pero no está aquí. Aparece y desaparece.
Voy a la deriva... busco. Sé que la Luz significa algo. Cuando se aproxima, me siento mejor. Siento paz desde arriba.
Sé que me tengo que acercar a ella. Sé que tengo que hacerlo... tengo que encontrarla. Tengo que hallar esa paz dentro
de mí.
Viene... viene. Alguien me está ayudando. Alguien me guía. Alguien me está ayudando a encontrar mi paz... encontrarme
a mí misma...encontrar mi ser interior... encontrar mi destino... mi suerte.
Me uno a la Luz. Entro en la existencia con la luz; pero la Luz no es el final. La Luz es el principio. Hay mucho más
para mí que la Luz.
Hay espíritus más allá de la Luz. Hay más espíritus como yo. Me adentro en la Luz. Algunos espíritus entran fácilmente.
¡Algunos me pasan tan deprisa! Algunos tienen problemas para seguir a mi paso. Estoy intentando descubrir algo más
acerca de la Luz. ¿Qué hay al otro lado? ¿Qué es lo que hace ir a esta gente... a estos espíritus? ¿Por qué? ¿Qué es?
Me encuentro bien aquí. El frío está desapareciendo... ha desaparecido. Hay calor. Hay ternura... hay paz, pero no paz
total. Hay más paz y felicidad más allá de la Luz. Eso lo puedo ver. Sé que está ahí. Sin embargo, no es fácil atravesar.
Alguien me está ayudando. Tropiezo y me caigo. ¡Oh! Mi guía me está ayudando. Hay muchos espíritus. Me comunico
con todos estos espíritus. Ahora hay mucha felicidad. Me siento feliz. Me siento mucho mejor de lo que jamás me he
sentido. Siento júbilo. Ya no me siento sola. Pertenezco a algo.
La Luz está detrás de mí. Es azul... ahora es azul cristal. La Luz todavía brilla detrás mío, pero todo es azul. Es... es
una unidad. Es un principio que jamás podría conocer. Es un estar juntos... es un compartir. No sé por qué todos
comparten conmigo. Y yo estoy empezando a compartir con ellos.
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Estoy abandonando mi dolor. Me están haciendo sentir feliz. Me están dando fuerza, eliminando mi confusión,
guiándome, a través de sus sentidos —sus pensamientos— su experiencia. Ahora ya ha terminado... ¡ha terminado!
Por las regresiones de mis pacientes, parece que ir a la Luz es una experiencia universal. La Luz en sí es descrita de
varias formas como «Dios», «amor incondicional», «una preciosa luz como el sol», y por la mayoría como
indescriptiblemente bella y maravillosa. Una típica experiencia de ella es que «hace calor, y me siento protegido. Debe
ser Dios. Me siento arrepentido de todo lo que he hecho».
Otra descripción frecuente viene ejemplificada por lo siguiente: No estoy preparado para marchar. ¡No! Quiero
quedarme con mi amigo. Mi guía me dijo que no sería bueno para mí. Necesito bendecirle y moverme. Nos fuimos. ¡La
Luz es inmensa! Simplemente preciosa. Y es caliente. De pronto, me siento verdaderamente bien. ¡Me siento
verdaderamente feliz! Mi guía se está riendo conmigo. Estoy diciendo que necesito volver con mi amigo. Él me dice
que no es posible, que tengo cosas que hacer. Todo está bien. No importa lo que hicieras o dijeras. Está bien. ¡Me
encuentro tan bien!
Ya has visto lo maravillosa que es la experiencia de la muerte cuando el individuo hace la transición hacia la luz. Es
hora ya de examinar las razones por las cuales muchos se resisten a esa experiencia y permanecen en el mundo físico
sin cuerpos de su propiedad, y, en su ignorancia, se condenan a sí mismos a una miserable existencia terrenal.
DE MI EXPERIENCIA CLÍNICA HE HALLADO VARIAS explicaciones básicas de por qué ciertos entes permanecen
ligados al nivel material, en vez de completar sus transiciones al mundo espiritual. Las más comunes son ignorancia,
confusión, miedo (especialmente de ir al infierno) ataduras obsesivas a personas vivientes o lugares, o adicción a drogas,
alcohol, fumar, comida, sexo. También un erróneo sentido por un trabajo sin terminar a veces compele a los espíritus a
permanecer en el mundo físico.
Algunos permanecen decididamente para obtener venganza. Comunicándome con estos espíritus a través de pacientes
hipnotizados, he aprendido que algunas personas estaban tan convencidas, durante sus propias vidas, de que no había
nada después de la muerte, que simplemente se negaron a ver a miembros de su familia o guías espirituales que vinieron
a por ellos. En su lugar, entraron a la deriva en un estado de confusión e ignorancia que a menudo duraba años.
Cuando se les preguntaba, normalmente negaban estar muertos, diciendo algo parecido a: «¡Cuando estás muerto, estás
muerto! ¡Estoy aquí ahora, así es que no estoy más muerto que tú!» Bajo hipnosis les retrocedía al tiempo de sus muertes,
y entonces les pedía que miraran a sus propias vidas sin vida, cuerpos físicos, se negaban a ello, o decían estar dormidos
o que pertenecían a otra persona.
A fin de convencer a una entidad particularmente testaruda de que su cuerpo había muerto, la regresé al momento de su
muerte. Declaró con vehemencia, «Estoy durmiendo... estoy durmiendo sobre una cama de satén. ¡No estoy muerta, lo
sabes! ¡No lo estoy! ¡No puedo —no quiero— ver nada más!» Momentos después, reconoció a unos parientes espíritus,
incluyendo a su marido fallecido y a su amiga íntima. Dijo, «No me vas a decir que estoy muerta. \No estoy muerta\
Ahí está Betty. Ella está muerta. Quiere que vaya a su casa. Pero no puedo ir con ella porque está muerta. Betty me está
gritando, "¡Estás muerta! ¡Estás muerta!" ¡Pero no! ¡Yo no estoy muerta!»
Después de hablar más con ella acerca de la naturaleza de la muerte, finalmente fue capaz de aceptar su verdadera
condición y voluntariamente partió con su marido y Betty.
Algunas personas estaban en tan profundo estado de con fusión cuando se murieron que simplemente no se dieron
cuenta de que estaban muertas. Esto es particularmente cierto en el caso de los suicidas. Muchos de ellos, aunque no
todos, vagaban sin dirección, haciendo intentos fútiles para conectar con los vivos. Este era el caso de la persona
anteriormente mencionada que se mató saltando el puente. Ese espíritu podía ver su cuerpo tendido en la arena, pero el
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hecho de su propia muerte no le causó impresión alguna en él. Más tarde no podía entender por qué la gente en la playa
no le respondía.
He visto casos de suicidas que sí experimentaban un proceso mortal normal. No obstante, parece ser que cuando cometen
suicidio sólo están posponiendo la ejecución de sus lecciones y retrasando su progreso espiritual, ya que tendrán que
encontrarse a sí mismos en otra situación de prueba, con el suicidio como opción de fuerza, en alguna vida futura.
La confusión también era común entre gente que experimentaba una súbita, inesperada muerte. Algunos permanecían
donde habían muerto durante horas, meses en algunos casos, incluso años. Un hombre joven que fue matado en un
accidente de coche permaneció en la escena mirando cómo los médicos metían su cuerpo en una bolsa de plástico, sin
entender el significado de lo que estaba sucediendo. Entonces —sintiéndose solo— vagó al salón del motel donde había
estado actuando como músico, y se quedó petrificado cuando la gente no le podía ver y no le hablaba. Contándome esto,
bromeó, «¡Me sentí como Gaspar, el fantasma misterioso!».
Otro hombre que también murió en un accidente de coche se quedó en el lugar del accidente en un estado de alucinación
durante veinticuatro horas simplemente con la vista clavada en el lugar donde su coche se había salido de la carretera
saltando a un río, antes de, en cierto modo, regresar a su casa, donde sin éxito intentó comunicar con su familia.
Un jovencito que recibió un tiro en la cara no podía conseguir abandonar su cuerpo desfigurado. Recuerda: «Estaba
confuso, no sabía qué estaba sucediendo. Estaba perdido. No sabía adónde ir. Sólo recuerdo que la persona que me
disparó sencillamente se fue en coche y me dejó ahí».
Otros entes confesaron estar tan avergonzados de sus anteriores hechos que no querían ver a sus espíritus queridos. A
menudo aquellos que habían sido educados en un fuerte ambiente religioso estaban aterrorizados de ir al infierno. Estos
asustados espíritus a menudo se resistían desesperadamente a las ayudas que aparecían en el momento de su muerte.
Uno rehusó —en reiteradas ocasiones— a ir con su madre al mundo de los espíritus porque tenía enormes
remordimientos por su anterior práctica de la adoración al diablo. Creía que ella nunca le perdonaría, ya que había sido
una firme católica. La desposesión tuvo éxito sólo cuando su madre finalmente fue capaz de convencerle de que le
perdonaba por completo.
Otro espíritu posesor, un joven negro, veterano de guerra, criminal de la calle y drogadicto que había cometido suicidio,
en un principio rehusó marcharse con su madre y tía que vinieron a buscarle. «Ellas son buenas y yo no puedo ir donde
ellas están, porque yo hice cosas malas como beber y robar y arrollar personas», confesó.
Una joven que creía fuertemente que el infierno era su castigo por cometer suicidio se alejó tímidamente de los espíritus
ayudadores. Finalmente se fue cuando su madre literalmente la arrastró fuera.
La atadura obsesiva era otra de las razones que obligaban a algunos entes a permanecer sujetos a la tierra. Padres que
permanecían para «ayudar» a sus hijos según iban creciendo; maridos que permanecían por verdadera preocupación
afectuosa por sus mujeres. Pero por muy buenas que fueran las intenciones, la atadura de los espíritus siempre causaba
serios problemas: los padres superprotectores retrasaban el crecimiento y desarrollo de sus hijos porque les afectaban
con sus temores; los esposos amantes se preocupaban mucho cuando el superviviente viudo se volvía a casar y a menudo
y deliberadamente creaban problemas con los nuevos matrimonios.
En un caso, el espíritu de un joven permaneció cerca de su hermano más pequeño que le había idolatrado a fin de poder
«ayudarle». Como el ente había sido un adicto a la marihuana, el hermano vivo comenzó a usar la droga —y en poco
tiempo estaba usando otras también.
dos libras y media de peso— necesitaba más. Estaba demasiado débil para sobrevivir por sí misma. Yo le podía dar
más; podía darle la fuerza que necesitaba hasta que pudiera seguir por sus propios medios.
Era diminuta, tan diminuta. Me necesitaba —y yo le necesitaba a ella. Todavía necesitaba experimentar cosas; con ella
podía experimentar lo que no había podido y quería. Después de su partida —más de veinte años después— el paciente
dijo, «Era amable, pero parece ser que se hizo con tanta parte de mí que no me dio la oportunidad de crecer».
Otro espíritu, una madre cuya hija había muerto, era reacia a abandonar a mi paciente, una chica de diecisiete años,
porque la chica la recordaba a su propia hija desaparecida.
Pero los motivos de los entes posesores no eran siempre benignos —a menudo eran maliciosos— ¡incluso vengativos!
Varios de mis pacientes estaban plagados por espíritus de personas que les habían sido hostiles en vida. Muchos habían
sido asediados por entes viciosos que nunca conocieron. ¡Algunos de hecho eran atormentados por espíritus que odiaban
a los otros espíritus que ya poseían a los pacientes!
Una paciente mujer de mediana edad estaba poseída por varios entes, entre los cuales había dos hermanas. Quedó claro
que la hermana mayor habitaba mi paciente sencillamente porque estaba siguiendo a su hermana en un obsesivo esfuerzo
por controlarla. Cuando la hermana menor se marchó con sus seres amados, el ente finalmente se marchó, para alivio
de mi paciente.
Al igual que existen individuos cuyas vidas revolotean obteniendo venganza, existen espíritus del mismo tipo. Si habían
sido asesinados o sentían que les habían perjudicado, permanecían después de la muerte para deliberadamente dañar a
sus «malefactores».
Como gente viviente, sus vibraciones eran inferiores que la mayoría y, como criminales y adictos, era fácil para ellos
permanecer apegados a la tierra. Algunos incluso tenían intenciones de matar a la persona que poseían. Veréis un
ejemplo de esto en los casos de Peter y Bárbara en los capítulos 9 y 10.
Los espíritus también permanecían frecuentemente ligados al nivel terrenal porque estaban obsesionados con un lugar,
normalmente su antigua casa o tierra. En un enigmático caso, una entidad femenina poseyó a mi paciente de niña,
cuando su familia edificó su casa sobre terreno que había sido la vista de la antigua casa del espíritu, hace más de
ochenta años. La entidad vengativa primero había intentado expulsar su rabia sobre el padre y la madre de la niña. Pero
como las auras de los padres eran demasiado fuertes, mi paciente, entonces una criatura de siete años, se convirtió en
su víctima. Desde el momento de la posesión en adelante, la personalidad de la niña cambió drásticamente; se convirtió
en una persona extremadamente tímida y especialmente temerosa de hablar en público.
En su regresión, encontramos que la entidad posesora había sido colgada públicamente por asesina ante la exaltada
multitud.
Su último recuerdo era el de «un mar de caras hostiles». Este miserable espíritu había llevado las emociones de esa
traumática experiencia a la niña que poseyó. Cuando finalmente se marchó, mi paciente quedó inmediatamente liberada
de su desarbolado antiguo temor y dio una charla en su iglesia sin ningún tipo de ansiedad.
Una de las más fuertes ataduras que apegan a los espíritus al mundo físico era la adicción al alcohol, drogas, sexo,
fumar, incluso comida. Si una persona moría en las garras de una tal adicción, la sensación más imperiosa después de
la muerte era la sustancia adictiva o la sensación. El espíritu permanecía ciego al abandono, buscando solamente cumplir
la necesidad. Los espíritus guías o familiares eran ignorados, la Luz brillante pasaba inadvertida.
He tratado a muchos de tales pacientes adictos. Espíritus adictos tendían a apiñarse alrededor de adictos vivos y los
lugares que frecuentaban, intentando experimentar nuevamente lo que una vez fue el tema dominante de sus vidas. De
hecho, sí llegan a experimentarlo otra vez después de poseer al individuo.
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Los pacientes adictos a las drogas, incluyendo el alcohol, normalmente abrían la puerta a la posesión al ser primero
indulgentes con las drogas y así atraer a los espíritus adictos. Pero en otros casos, sencillamente estaban en el sitio
inoportuno en el momento inoportuno, en un bar o en una fiesta que por su naturaleza ya había atraído a espíritus a la
espera de ser consentidos.
Cuando un proyecto importante no se completa, a menudo hay una necesidad por terminarlo. Esto puede continuar tras
la muerte, a menudo ligando a espíritus al mundo material. Frustrados en sus vanos intentos por finalizar su trabajo,
estas entidades pueden eventualmente poseer a otros para vivir —y trabajar—experimentadamente a través de ellos.
Entonces los poseídos sienten la inexplicable necesidad de hacer cosas por las cuales antes no sentían ningún interés.
Sin importar qué necesidades están desesperadamente intentando cumplir, los espíritus apegados a la tierra están
inmensamente frustrados, confusos y descontentos; no pueden encontrar paz o satisfacción duradera mientras habitan
los cuerpos de otras personas. Verdaderamente son almas perdidas que no saben que se están haciendo daño a sí mismas.
Su influencia sobre las vidas y los comportamientos de sus desconocedores anfitriones es siempre negativa, ¡a veces
fatal! En el próximo capítulo se mostrará cómo los espíritus atrapados en el nivel tierra afectan a sus víctimas.
Aprenderás acerca de la gama de síntomas y problemas causados por la posesión.
Si fueron anestesiados, o drogados por alcohol, sustancias prescritas o ilegales antes de que murieran, permanecen
«espaciales» y «fuera de ello» en tanto permanezcan vinculados a la tierra.
Entes posesores que cometieron suicidio continúan sintiéndose desolados al margen de lo que experimenten sus
anfitriones. Permanecen miserablemente deprimidos.
GRADO DE POSESIÓN
La posesión en sí misma puede ir desde ser prácticamente total, en cuyo caso el habitante original es reemplazado casi
del todo, a una mucho menor influencia. Algunos de los factores que determinan la extensión de la influencia son la
fuerza intrínseca del individuo en comparación a la del espíritu posesor, y condiciones que debilitan al poseído como
estrés, abuso de drogas, enfermedad, etc.
Cuanto más renuncie el poseído a controlar su consciencia, mayor será la influencia de sus posesores. Si los poseídos
beben, particularmente si se emborrachan, están inconscientemente dando el control a las entidades. Las amnesias son
ejemplos de total —aunque temporal— rendición de la consciencia. Por ello otros dicen «Es una persona completamente
distinta cuando está borracho». ¡Lo es! Su rol había sido reducido a cero durante aquel tiempo.
Uno de los factores más importantes en la posesión es cuando tiene lugar. Una gran mayoría de mis pacientes fueron
poseídos cuando eran niños pequeños, en especial durante hospitalizaciones para operaciones como amigdalectomías,
o durante serias enfermedades. Recoger a un espíritu a una tierna edad y crecer con él «a bordo» hacía prácticamente
imposible para las personas poseídas discernir entre los límites de sus propias personalidades y las de sus posesores.
Oigo quejas como «Siempre he tenido un genio violento» y «Mi madre me decía que tenía dolores de cabeza desde que
aprendí a andar». Cuando la posesión tiene lugar en los primeros años, a menudo el poseído tiene miedo de que los
espíritus se marchen, temiendo que «No quedará nada» o «No sabré quién soy» o «Estaré solo».
La posesión debilita el aura del niño y crea una vulnerabilidad para una mayor posesión. Mis hallazgos indican que las
personas poseídas a una edad temprana están poseídas de forma múltiple cuando adultos —cada entidad indeterminando
adicionalmente la integridad y protección del aura.
Por otro lado, si la posesión tiene lugar cuando los individuos son mayores, las diferencias de «antes y después» se
pueden establecer de forma más clara. En estos casos, los pacientes hacen comentarios como «No he vuelto a ser igual
desde el accidente» o «Siempre fui un niño feliz y popular en el bachillerato, luego, hace tres años, comencé a retraerme
y me hundí en estos malos humores». Especialmente comunes son comentarios como «Ese no soy yo», «Nunca haría
tal cosa —pero lo hice», «Mi marido dice que soy como dos personas diferentes», o «Creo que tengo una personalidad
múltiple».
En la mayoría de los casos, hay una mezcla de las personalidades y la incidencia de la posesión se percibe muy
vagamente, cuando se percibe.
Cuando las personas son poseídas por espíritus del sexo opuesto, parece ser que su sistema hormonal se ve afectado —
siempre de -forma negativa.
Casos de síndrome premenstrual (SPM) a menudo desaparecen inmediatamente con una desposesión exitosa. En
muchos pacientes, una de las razones para la reducción del apetito era este tipo de posesión.
La posesión por espíritus del sexo opuesto deriva en tensión y distancia entre relaciones maritales o de pareja. ¡A
menudo, a los posesores les disgustan las esposas, o incluso les odian! Ya que los poseídos aceptan estas emociones
como suyas, la destrucción prosigue, destrozando relaciones. En uno de mis casos, una paciente femenina seriamente
poseída por un colérico joven drogadicto se convirtió en desmesuradamente hostil con su marido.
Su relación se deterioró hasta el punto de la separación y finalmente el divorcio, a pesar de mi consejo en contra.
Las entidades del sexo opuesto a menudo son la causa de una gran parte de la confusión acerca de la identidad sexual.
La homosexualidad, transexualidad y travestismo son resultados extremos de este tipo de posesión.
Escala de efectos
SÍNTOMAS FÍSICOS
El mismo acto de la posesión en sí mismo produce fatiga en el individuo, en ocasiones agotamiento. Todos los pacientes
poseídos que yo he tratado percibieron una disminución de su nivel de energía. Normalmente oigo «Estoy agotada
cuando llego a casa del trabajo», «Me acuesto a las ocho y media —pero solía permanecer levantada hasta las 11 pm.».
Considero este drenaje de energía como resultado de que los espíritus posesores tienen unos sistemas de energía muy
débiles. Literalmente están chupando la energía de sus anfitriones. Se lo explico a los pacientes como, «Es como una
batería abasteciendo las necesidades eléctricas de un coche y medio. La entidad no tiene un cuerpo, y por ello no utiliza
tanta como tú, pero su actividad y pensamientos requieren energía, así es que te la quita a ti».
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Parece ser que los espíritus traen una impronta de sus cuerpos físicos, exacta a cuando murieron. Esto afecta al
organismo vivo de los poseídos. De acuerdo con la teoría esotérica, los cuerpos astrales más inferiores de los espíritus
se entremezclan con los cuerpos etéricos de los vivos, resultando una mezcla de dos. Esto crea una muestra para los
cuerpos físicos y manifestaciones posteriores de algunas de las características físicas anteriores de los posesores.
Así pues, la posesión puede derivar en síntomas físicos de todo tipo, entre los cuales: dolores, más frecuentemente
dolores de cabeza, incluyendo jaquecas, SPM con edema (retención de agua); agujetas; falta de energía o agotamiento;
insomnio, obesidad con hipertensión derivada; asma y alergias, etc.
Una paciente femenina, Sally, sufría destellos de ardor que habían aparecido de forma repentina, aun cuando su
menopausia había comenzado hacía años. Estaba tan trastornada que tenía que cambiarse de camisón y mudar las
sábanas varias veces durante la noche debido a su abundante sudoración. Incluso peor, tuvo que dejar de dormir con su
marido, ya que él generaba demasiado calor adicional. Descubrimos que recientemente había recogido a un espíritu
menopáusico el cual, afortunadamente, al ser descubierta su verdadera condición, abandonó sin dilación. ¡Sally se vio
librada inmediatamente de sus síntomas, para regocijo de su marido!
Otra paciente femenina contó que su ciática, que estaba padeciendo desde hacía más de quince años, había desaparecido
después de una desposesión. No se descubrió la identidad del espíritu posesor, por ello sólo podemos suponer que él o
ella era una persona con ciática.
Un dolor de nuca crónico y una depresión fueron completamente eliminados cuando el espíritu que se había colgado a
sí mismo en prisión fue transportado al mundo de los espíritus por sus seres queridos. Mi paciente se sintió confortable,
física y emocionalmente, por primera vez en años.
Algunos pacientes se quejaron de sentirse «ebrios» con resaca o borrachos, sin razón aparente. Sólo después de
desposesiones exitosas se dieron cuenta de quién había sido responsable—y fueron finalmente liberados de estos
síntomas.
La posesión por un espíritu que ha muerto como persona de edad a menudo deriva en síntomas comunes a la gente
mayor, como visión borrosa, malestar y dolores, y cansancio generalizado.
Una mujer de unos veinte años buscó ayuda médica durante varios años a raíz de un intenso dolor abdominal y sensación
de decrepitud y vejez. No quedó liberada de estos síntomas hasta que realizamos una desposesión. El posesor era el
antiguo propietario de su casa, que había muerto en el dormitorio de mi paciente —y suyo— de cáncer en el intestino a
la edad de veintisiete años.
Conforme he advertido antes, es imprescindible consultar al médico de cabecera cuando notes un problema físico. La
desposesión no debe ser el sustituto a un buen cuidado médico.
PROBLEMAS MENTALES
Muchos de los problemas mentales son el resultado de la intervención de los espíritus. El que más prevalece es la falta
de concentración «emborronándose» como dijo un paciente. Otro dijo, «Mi mente se toma pequeños descansos como
si pegara un salto momentáneo», y «Una parte se cierra, se queda en blanco». Problemas de memoria, como olvidarse
de algo que se ha dicho o hecho, perder salidas en la autopista, etc., son típicos.
En mi profesión ciertos «olvidos» ocasionales de citas terapéuticas reflejan la resistencia del espíritu a la desposesión.
Esto es particularmente evidente cuando hemos estado trabajando con entidades recalcitrantes.
La razón por la cual el olvidar es un problema es que hay dos o más personas habitando el mismo cuerpo, todos «a lo
suyo» de vez en cuando. El espíritu posesor puede decidir que quiere helado, y el paciente «regresa» con su mano puesta
en la puerta del frigorífico y no puede recordar por qué lo está abriendo.
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Esto, desde luego, depende de cómo estén interactuando los dos. Si uno releva y el otro desaparece, es cuando se
experimenta ese tipo de comportamiento. En otros casos, los pensamientos de la mente del espíritu son recogidos y
ejecutados por el poseído sin ruptura en la conciencia.
Algunos pacientes comentaron que solían tener aptitudes en ciertas materias como matemáticas o deletreo, y después
eran un desastre en las mismas. Un ejemplo extremo de cómo los espíritus interfirieron en el funcionamiento mental es
el caso de Tony, relatado en el capítulo 7. Veréis cómo fue casi expulsado del colegio universitario después de un
comienzo brillante.
PROBLEMAS EMOCIONALES
Las emociones siempre se ven afectadas cuando hay una desposesión. Ansiedad, temores y fobias fueron en muchos
casos rastreadas hasta los posesores, aun cuando los pacientes normalmente asumen, la responsabilidad de las
reacciones. A menudo oí comentarios como «¡Siempre me gustó conducir, pero ahora cuando me acerco a la autopista,
me vuelvo loco!» o «He estado esperando esta sesión toda la semana, pero según venía, casi me mareo y ¡por poco no
me salgo de la sala de espera! ¡Este no puedo ser yo!» Una conversación con los espíritus temerosos desvelaba quiénes
eran verdaderamente los ansiosos.
Las fobias están frecuentemente relacionadas muy lógicamente a las actuales circunstancias de la experiencia previa de
la muerte, que los entes recuerdan vivamente. Cuando las personas a las que poseen se encuentran en situaciones
similares, todos los temores originales retornan y los poseídos, sintiéndolos, asumen que son ellos mismos reaccionando,
sin darse cuenta que están poseídos.
Este era el caso de un paciente particularmente sensible, Lynn, un físico muy conocido, que no podía entender qué le
había sucedido. Durante siete años, inmediatamente después de una cirugía electiva, era incapaz de conducir su coche
por sentir miedo. Si era otro el que conducía, desaparecía su ansiedad, salvo que condujeran por la vecina autopista
costera, en lo alto, por encima del agua. Esta situación le resultaba extremadamente confusa, ya que una de sus anteriores
alegrías en la vida había sido correr carreras de coches.
Bajo hipnosis se convirtió con facilidad en un joven espíritu quien, suicida por un romance roto, había lanzado
impulsivamente su coche desde esa misma autopista. Estaba aterrorizada según caía hacia el océano. Su cuerpo fue
llevado al mismo hospital en el que se encontraba Lynn. El espíritu, disgustándole el frío del depósito de cadáveres y
sintiéndose confuso y asustado, vagó hacia un piso superior entrando en la habitación de Lynn, donde rápidamente la
poseyó.
Aun cuando intentábamos liberar a un espíritu asustado de un paciente que asumía estar poseído, todavía le resultaba
difícil experimentar pánico y negar que no fuera suyo. Cuanto más creía el paciente que pertenecía a la entidad, más
rápidamente podía controlarlo.
A menudo se rastreaban depresiones a espíritus que no se daban cuenta de que estaban muertos. Según lo explicado en
el capítulo 5, algunos de los que se suicidaban permanecían ligados al mundo físico porque estaban aterrorizados de ir
al infierno.
Muchos continuaban tan deprimidos que no veían a sus espíritus ayuda y a sus seres queridos. Porque aún eran suicidas,
¡imponían verdaderos peligros a la vida misma de los poseídos! Regresiones a vidas pasadas mostraban que a veces
entes dementes habían conducido a sus anfitriones al suicido.
Próximo a la depresión, el síntoma más devastador de posesión por espíritus es el abuso de la droga y el alcohol. Una
vez que los espíritus adictos conquistan la entrada, literalmente acogotan a sus víctimas. Los anfitriones entonces
interpretan el impulso hacia el uso de las drogas como enteramente suyo. Bajo la influencia de la sustancia, renunciar
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aún más al control sobre sus vidas. Esto permite a los espíritus —normalmente posesiones múltiples— a ser indulgentes
consigo mismo. Ellos no tienen que pagar el precio en relaciones rotas, salud quebrantada, trabajos perdidos e incluso
mayor pérdida de su propia estima y respeto.
El aura se debilita por el uso continuado de la droga, permitiendo una fácil posesión por aún otros más en busca de un
muñeco, un facilón, o un «pelele», como han sido descritos por sus posesores.
Dado que la personalidad original está invadida por los espíritus adictos, la terapia resulta difícil, las entidades desde
luego no motivan el ser ayudadas. En su ignorancia, no quieren dejar «lo bueno». ¡Afortunadamente, en casos
excepcionales he podido ayudar a algunos pacientes a liberarse de su esclavitud—incluso en una o dos sesiones—!
Normalmente, sin embargo, es una larga lucha durante la cual el paciente a menudo sucumbe y abandona el tratamiento.
Este tipo de posesión puede ser peligrosa para la vida —una fatal sobredosis o accidente de coche. Muchos de mis
pacientes han escapado de la muerte de milagro, según se ilustra con el siguiente ejemplo. Glen, un agente de cambio y
bolsa en su cincuentena, buscó ayuda porque durante veinte años había estado sufriendo de insomnio. Conversaciones
posteriores revelaron un serio problema de bebida que había comenzado cuatro años antes. Después de unas cuantas
sesiones, destapamos a una entidad alcohólica, John, que le había poseído durante una hospitalización hacía cuatro años.
Aparentemente se marchó con su ser querido después de una desposesión sin complicaciones.
Unos cuantos días más tarde Glen llamó para una cita de emergencia, explicándole urgentemente a mi secretaria que no
podía esperar a su siguiente cita programada.
Según entró en mi despacho al día siguiente, tenía un aspecto terrible. Después de caer colapsado en la silla reclinatoria,
se descolgó con lo siguiente: «Dormí durante toda la noche por primera vez en veinte años la noche después de nuestra
cita.
¡Pero cuando me desperté por la mañana, me sentí enfermo! casi no podía bajar a la cocina para prepararme el café. ¡Mi
cabeza me estaba matando! ¡No me lo podía creer! Sobre el mostrador de la cocina estaba el vodka. ¡Un litro entero
vacío! La noche anterior estaba sin abrir. Debí bebérmela entera. Ahí —junto a la botella— había un cuarto entero de
requesón comido, no quedaba ni una cucharada. Verdaderamente me aterroricé. ¡De milagro que no estaba muerto!
Gracias a Dios, me comí el requesón. Y —sabes— no recuerdo nada».
Glen continuó, diciéndome que después de lo ocurrido estaba confuso y tremendamente deprimido. Le aterrorizaba
volverme a ver e inmediatamente canceló su próxima cita. Luego reflexionó y se preguntó si John le había abandonado
verdaderamente. Descolgó el teléfono y solicitó verme lo antes posible.
Bajo hipnosis, quedó claro que John se había ido al más allá, pero que sólo había abandonado el aura del Glen
temporalmente. Según declaró «Fui descubierto y me sentí acorralado». Admitió que la desposesión le había trastornado
profundamente. No tardó mucho en volver a deslizarse en el cuerpo de Glen.
«Él estaba durmiendo, pero yo no. ¡Todo lo que quería era una bebida! ¡Estaba aterrado! Bajé a la cocina y me bebí el
vodka. Luego pensé "Podría matarnos". Así pues, me comí el requesón». Después de tranquilizar a John, se intentó otra
desposesión. En esta ocasión me aseguré de que estaba bien asido a su mujer muerta y finalmente partió con ella.
¡Funcionó! Desde ese momento Glen perdió todo deseo por el vodka.
AFICIÓN A FUMAR
Al contrario del abuso de la droga, la adicción a la nicotina no causa tanto debilitamiento del aura y no distorsiona en
gran medida la consciencia. Los efectos son menos destructivos mental y emocionalmente, pero causan bajas en la salud
de los individuos. He tratado a personas que se han quejado de incipientes enfisemas o la amenaza de cáncer de garganta,
que tienen todos los motivos para dejar de fumar, pero no pueden.
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Los entes adictos no se preocupan en absoluto de la salud de sus anfitriones. Creen que encontrarán otro idiota si el
anfitrión muere. ¡Qué desahogo para los pacientes cuando las desposesiones han sido exitosas! Encuentran
inmediatamente no sólo el deseo de dejar de fumar, sino también libres de síntomas de abstinencia.
Uno de los problemas más multi determinados con los terapeutas (médicos o psicológicos) tratan a diario es peso en
exceso u obesidad.
Obviamente, la posesión es solamente una de las muchas causas de esta preocupación nacional en aumento. He tenido
pacientes que han encontrado a entidades en la raíz de sus problemas con el control de peso. No sólo había espíritus
responsables del aumento de peso, sino que no estaban interesados en hacer dieta y de hecho decididos a no poner fin a
su placer de comer todo lo que querían. A veces nuestras pistas estaban claras porque el aumento de peso tenía lugar
rápidamente a continuación de una situación en la que la posesión era especialmente factible: después de una operación,
la muerte de un ser querido, etc.
Sylvia, una deliciosa mujer de unos cuarenta años, está llena de júbilo cuando su largo y obsesivo deseo por los dulces
—la cruz de su crónica lucha por el peso— desapareció después de nuestra primera sesión durante la cual yo había
realizado una desposesión generalizada. Al principio de nuestra segunda reunión explicó, «Los dulces no me interesan
para nada. ¡No me lo puedo creer! No te haces una idea de cómo dominaba mi vida. Sólo pensaba en comer algo dulce
—y cuando lo hacía no me satisfacía— tenía que ejercer todo el control que podía juntar. «Y he sido así desde que
puedo recordar! Ahora ni siquiera pienso en ello.» ¡Los espíritus traen sus deseos con ellos! El deseo por el chocolate
desapareció con el suegro fallecido de mi paciente que le había estado poseyendo desde su muerte.
Su familia le conocía como «chocohólico». Otra paciente me contó que la mañana que se comprometió a sí misma a
empezar una dieta, una voz dentro de ella dijo, «¡No voy a dejar que hagas dieta! ¡Olvídalo! Corre de mi cuenta.» La
entidad posesora, que le había dominado durante muchos años, partió cuando se convenció que podía comer todo lo que
quisiera en el mundo de los espíritus. La necesidad de comer de más desapareció con ella.
PROBLEMAS DE RELACIONES
Las relaciones sufren verdaderamente como resultado de la posesión porque hay un inesperado «ménage á trois» —o
más—implicados. Un niño desagradable puede estar albergando a un espíritu vicioso cuyos valores son diferentes a los
de la familia del niño. Un marido podría estar relacionándose con un espíritu masculino posesor de su mujer. Un cambio
de papeles entre compañeros o parejas involucradas a menudo deriva en una atracción sexual errática. Incluso las
relaciones entre empleado y empleador pueden verse afectadas por la misma razón, que queda ilustrada en el caso-
estudio de Anne en el capítulo 8.
PROBLEMAS SEXUALES
Dado que muchos espíritus eran mayores cuando murieron, las personas que poseyeron a menudo experimentaban
síntomas de envejecimiento, incluyendo una notoria disminución de su apetencia sexual.
Descuelgues sexuales son parte del repertorio que muchas entidades traen consigo. Sus propios problemas y
proclividades se manifiestan cuando los poseídos están comprometidos en el sexo. ¡En algunos casos, incluso se le
prohíbe al poseído, acercarse a su pareja! Este era el caso de Paolo, sobre quien leeréis en el capítulo 11.
Una de las causas de la homosexualidad es la posesión por espíritus del sexo opuesto. Si la posesión tuvo lugar antes de
la pubertad, el desarrollo sexual se veía desde entonces desorganizado y el poseído crecía creyendo que él deseaba
parejas sexuales del mismo sexo, cuando eran los entes los que estaban haciendo la elección. Todo paciente homosexual
al que he hecho una desposesión tenía al menos una entidad excesivamente dominante del sexo opuesto que estaba
determinando la preferencia sexual. A menudo estos pacientes contaban sentirse como «atrapados» en cuerpos del sexo
equivocado.
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Algunas de estas personas estaban considerando operaciones transexuales irreversibles por el deseo del espíritu de
conseguir convertir el cuerpo del poseído lo más parecido posible al cuerpo del muerto.
He tratado a un cierto número de travestidos, todos con espíritus poseedores del sexo opuesto. Eran ellos quienes
compraban la ropa y se arreglaban para satisfacer su capricho, para confusión y vergüenza de sus víctimas.
Este capítulo te ha proporcionado una visión de cómo las vidas de los individuos pueden ser secuestrados por espíritus
posesores. Por los casos y viñetas anteriores puedes ver que los efectos de la posesión pueden ser desastrosos y, a veces,
fatales.
Los siguientes cinco capítulos —cada uno un caso-estudio completo— dan una visión profunda de no sólo los
devastadores resultados de la posesión, sino también de cómo sucedió en un principio. Verás cómo la terapia de la
desposesión benefició a esas pobres personas sufridoras —los poseídos y posesores.
Estos casos fueron seleccionados de mis ficheros con cientos de pacientes, para proporcionarte un entendimiento de la
angustia que proviene de la posesión, de las personas mismas que fueron —en la mayoría de los casos— las
conscientemente involuntarias e insospechadas víctimas de los espíritus.
7. CASO-ESTUDIO – TONY
TONY ENTRO DUBITATIVAMENTE EN MI DESPACHO, SUS ANCHAS ESPALDAS caídas como si cargara con
un peso abrumador. Se hundió en la silla, pareciendo estar exhausto, a pesar de tener un cuerpo joven y musculoso. Si
hubiera tenido una expresión diferente, hubiera sido el retrato de la salud. De hecho, era lo suficientemente guapo como
para ser un actor de cine.
Arreglado cuidadosamente, espeso pelo negro, rizado, enmarcaba una robusta cara que reflejaba su herencia italiana.
Frunciendo el ceño y buscando la forma correcta de expresar sus sentimientos, comenzó: «¡Toda mi vida ha cambiado
y tengo miedo! ¡Solía ser un estudiante-A y ahora actualmente estoy suspendiendo-mis notas son equivalentes a veintes
y treintas! Me estoy expulsando del colegio universitario. ¡Todo mi futuro se está yendo por el sumidero! No sé qué
está sucediendo.»
Explicó que durante los últimos cuatro meses le había sido imposible concentrarse e incluso recordar temas que acababa
de leer. Peor aún, le resultaba difícil entender a sus profesores, cuando anteriormente él había estado fascinado con la
materia y era el primero de su clase. Quería ser médico. Ahora, se preguntaba si estaría haciendo un trabajo manual toda
su vida.
El Dr. Adams, oncólogo y amigo de la familia, había estado ayudando a Tony a decidir una especialidad médica. Había
mucha relación entre los dos y, por su descripción, el Dr. Adams daba la impresión de ser un médico infrecuente. Tenía
la habilidad de ver auras y «leer» a las personas con intuición precisa.
También tenía unas fuertes habilidades curatorias, que empleaba silenciosamente mientras tocaba a las personas durante
exploraciones físicas. Tony confesó que su amigo había mostrado gran preocupación por él durante este período de
cuatro meses y que le había dado ánimos para que buscara ayuda.
«Tony, hay una solución para cada problema. Cuando vemos humo, sabemos que hay un fuego en alguna parte. Nuestro
trabajo es encontrar el fuego-y apagarlo. ¿Puedes recordar exactamente cuándo empezó este problema?» «No sé qué lo
causó. ¡Un día era diferente! Pensé que era el estrés de tener sólo unos pocos meses por delante para graduarme y
preocuparme por si sería admitido en un colegio médico.
Además, estaba toda la presión extra de exámenes e informes. Parecía ser que todos tenían la misma fecha tope.» Añadió
que estaba teniendo problemas con su novia. «¡La cosa más pequeña hace que explote! Estoy irritable con ella la mayor
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parte del tiempo. No entiendo esto-nos llevábamos divinamente antes. Sí, desde luego hacía pequeñas cosas que eran
molestas, pero sencillamente las ignoraba-no me afectaban.
Ahora, temo estar reventando esta relación-o lo haré, si esto sigue así.» Después de revisar unas cuantas áreas más de
su vida, decidí que era mi oportunidad para abordar el tema de la posesión por espíritus. Las pistas parecían señalar en
esa dirección; la repentina forma de hacer mella sus síntomas, el comportamiento anómalo y los problemas mentales;
Su incapacidad para concentrar, comprender y recordar. ¡Sonaba a espíritus cuyas edades o desarrollo mental hubieran
evitado su admisión al colegio universitario! Le dije a Tony que pensaba en la posibilidad de que tuviera una o más
entidades con él que estaban complicándole la vida. Aceptó la idea inmediatamente y accedió a la desposesión.
Le preparé para hipnosis, respondí a varias preguntas, y le cubrí con la manta floreada que uso para los pacientes
conforme él se estiraba en la silla que ahora estaba reclinada.
Se relajó inmediatamente cuando empecé la inducción hipnótica. Según proseguía, su cuerpo y músculos faciales
parecían ceder a la tensión que yo había visto antes.
Después de obtener una idea básica de cómo estaba él respondiendo a la hipnosis, me dirigí a cualquiera de las entidades
que pudieran estar con él. Repentinamente, su cuerpo se puso rígido, su cara se contorsionó, y comenzó a moverse.
Cuando les informé que sus seres queridos habían venido para ayudarles y luego les dije que se marcharan con ellos al
mundo de los espíritus, esperaba ver los cambios habituales indicativos de que se habían marchado. En vez de ello, su
cuerpo y su cara registraron incluso más temor. Supuse que alguien estaba tremendamente asustado y necesitaba ayuda
extra.
«Dime qué es lo que percibes, Tony.» «Veo a una joven, quizá de unos doce años. La vi una vez en un accidente. Quiere
irse con una mujer mayor que ha venido a buscarla... pero tiene miedo-no sabe qué le espera.»
Entonces hablé directamente a la niña y le hice un retrato del mundo de los espíritus y de las amigas que tendría, y su
perfecto cuerpo espiritual.
«No quiere abandonarme a mí.» «Dile que no quieres que se quede contigo.» Hubo un largo silencio, y luego su cuerpo
se relajó y sonrió ampliamente. Le realicé sugerencias hipnóticas para que saliera del trance, y le pregunté qué había
sucedido. «Al principio estaba verdaderamente furioso, y dije mentalmente, «¡Lárgate de aquí ahora! ¡Márchate!» Y
sentí un «¡No!, ¡No lo haré!»
Fue automático. Y luego le hablé como lo haría a un niño, «Tienes que marcharte. Será bueno para ti.» Luego sentí que
ella lo aceptaba y se marchaba. Y me sentí como ligero y verdaderamente bien. Me siento como si quisiera proseguir y
comenzar el colegio otra vez-quiero ponerme al día ahora.»
A fin de aprender más acerca de su susceptibilidad a la posesión, decidí regresarle al momento en que el espíritu se le
unió. Volvió a caer en un profundo trance conforme yo iniciaba la inducción hipnótica, y después de habérsele sugerido
que regresara a minutos antes de que ella le poseyera, él recordó haber visitado al Dr. Adams en su consulta durante un
receso en la universidad. Estaba leyendo una revista en la sala de espera cuando se percató de que algo está sucediendo
afuera.
Tony. Oigo... un ruido. Es como un golpe, y creo que puede ser un accidente de coche, pero no oí el chirriar de las
ruedas. Oigo a esta chica diciendo, «Oh, ¡Dios mío!, ¡Dios mío! ¡Ayúdame! ¡Ayúdame! Y me doy la vuelta y miro hacia
afuera... y veo a alguien que corre atravesando la calle, adelante y hacia atrás. Así es que me levanto y corro al
vestíbulo... y le pido a la secretaria que llame a la patrulla de carretera y que les diga que hay un accidente... y llame
a una ambulancia también. Corro afuera. Está lloviendo. Corro dando la vuelta al edificio hacia la calle... y todavía
veo a la niña que corre hacia delante y hacia atrás. Me paro en la calle para asegurarme que no vienen coches... y
pasa un camión por delante mío, y luego cruzo. Veo a dos personas ahí paradas... un hombre en el lado izquierdo, y
una mujer mayor en el derecho... y hay un cuerpo en la calle.
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Al principio parecía como si fuera una anciana... y un hombre está arrodillado ahora... y hay sangre alrededor de su
cabeza en el pavimento. Ando... y pienso que debería acudir a ayudarla. Pero no quiero moverla. Y entonces me siento
verdaderamente asustado... No quiero ver... No quiero ver qué aspecto tiene... porque vi la sangre... y vi que estaba
justo alrededor de su cabeza. Pero quiero ir a ayudar a la chica. ¡Me siento como si yo debiera hacer algo! Así es que
cruzo y me siento ahí y le miro... y veo como viene la ambulancia... y me marcho. Me siento aliviado de que otro está
ahí para ayudar. Y camino hacia el edificio... Pasan unos cuantos minutos... y luego vuelvo a salir afuera y permanezco
al otro lado de la calle... y veo como levantan a la niña. ¡Me fijo en sus piernas, colgando, y me siento terriblemente
afectado! Le pusieron en la camilla y toda la sangre sobre ella se secó verdaderamente deprisa. (Larga pausa).
Ahora, me veo a mí mismo... ¡Cuando leí lo sucedido en el periódico, me golpeó como si me hubiera dado contra una
pared o algo parecido, al enterarme de que ella había muerto! ¡Y me veo a mí mismo hablando con mis padres y
contándoles acerca de ella, y estoy tan preocupado! Y normalmente no me preocupo tanto por cosas como ésta.
Dra. Fiore: Ahora vuelve al momento mismo en que su espíritu se unió a ti.
Tony: ¡Siento que ha habido dos veces! Una vez... de pie en la calle... Me siento como si yo fuera la única persona ahí
con una experiencia próxima a lo que estaba sucediéndole a ella, y se agarró a mí. Y el otro momento, mientras leía el
periódico, dándome cuenta de que había muerto en el hospital. (Larga pausa). Nuevamente me siento tenso. Dios, me
siento como me sentía justo antes de cuando fui golpeado en mi accidente. Estoy esperando a que ocurra. Ahora me
siento rodando en mi coche. Estoy continuamente volviendo a la chica cuando ella fue golpeada.
Hay algo completamente diferente ahora. Me veo a mí mismo cuando tenía dieciséis años y estaba en el hospital, hace
mucho tiempo, en la Sala de Emergencias. Trajeron a una anciana. Oí a los médicos decir que estaba sufriendo un
ataque al corazón. Estaba intentando ayudarle, pero murió en la cama de al lado. Entonces uno hizo un chiste acerca
de ella, y otro dijo, «¡Bueno, hemos perdido a ésa!» ¡No sé por qué recuerdo eso! ¡Me molestó! (Larga pausa).
Dra. Fiore: Habla de todo lo que venga a tu mente.
Tony. Creo que la persona que murió es el tipo de persona que siempre está intentando derrumbar a la gente. Y yo
siento... es casi como un-como si... ella supiera que yo estaba ahí. Y quiso derrumbarme haciendo lo que la otra chica
me hizo a mí.
Dra. Fiore. ¿Poseyéndote?
Tony. Sí. Eso es lo que ocurrió.
Dra. Fiore. ¿Crees que se marchó con la desposesión?
Tony. No. La puedo sentir ahora conmigo. (Larga pausa). Sabes, puedo sentir como si no estuviera conmigo todo el
tiempo. Es muy extraño, porque ahora recuerdo claramente cuándo sucedió esa vez. Y siento como... ella vino y se
marchó. Y no me gustó esa sensación.
Porque sentí como si yo no tuviera ningún control en absoluto sobre ello. ¡En esos momentos sentí que no quería hacer
nada!... Eso era cuando ella estaba ahí. (Larga pausa). Ahora tiene sentido (Larga pausa). Todavía me siento un poco
confuso.
Dra. Fiore. Ahora voy a hablar con ella. (Pausa). ¿Recuerdas cuándo tuviste el ataque al corazón? Quizá ni siquiera
te has dado cuenta de que lo tuviste. Bueno, pues tu cuerpo físico murió entonces en el hospital. Este joven estaba ahí.
Estaba herido y en la cama al lado de la tuya. Por alguna razón fuiste hacia él... y desde entonces has estado con él.
Convencí fácilmente al espíritu que quedaba para que se marchara, en especial después de ofrecerle un juvenil, sano
cuerpo que atendería a sus necesidades durante su permanencia en el mundo de los espíritus.
Una vez fuera de la hipnosis, Tony se estiró y luego narró, «Salió verdaderamente deprisa. Al principio, no me gustaba
su personalidad-estaba amargada y furiosa. Pero escuchó cuidadosamente lo que tú le decías, y podía sentir cómo
cambiaba.
¡Había estado conmigo más de cinco años! Apuesto a que es ella la que se las ha estado haciendo pasar canutas a mi
novia.
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Estaba trastornada cuando le dijiste que había muerto, y sentí lástima por ella. Pero cuando vio a su marido venir a por
ella, se sintió verdaderamente feliz, y se marchó inmediatamente.
Le expliqué a Tony que al parecer él era extremadamente sensible a la posesión, habiendo recogido a dos entes por
sentir lástima y preocupación por lo que les había sucedido. Le urgí para que se rodeara a sí mismo todos los días con
Luz Blanca (ver capítulo 15) y, además, hacerlo en cualquier situación donde hubiera negativismo-pelea, discusión,
dolor, mental y físico-o si estaba en medio de personas usando drogas y/o bebiendo.
Los dos teníamos la sensación de haber cumplido con nuestra respectiva tarea, y quedamos de acuerdo en que el
problema parecía haber quedado resuelto. Tony dejó la consulta como un joven mucho más contento y aliviado.
No supe nada de Tony durante meses, lo que no era sorprendente, porque yo pensaba que habíamos apagado los fuegos
tal y como esperábamos. También sabía que los exámenes finales estaban encima y que se encontraría apurado de
tiempo. De hecho, era muy buena señal que no hubiera llamado para otra cita. Sugería que ya no necesitaba mi ayuda.
Varios meses después, empecé una terapia con uno de los padres de Tony y tuve la oportunidad de preguntarle por él.
«¡Es como de la noche al día! ¡Está fenomenal desde su visita a este sitio!»
Decidí que el caso de Tony sería de particular interés porque pudo resolver su problema en sólo una sesión-lo que es
bastante infrecuente. Además, había otros aspectos únicos que serían de gran ayuda para los lectores; el hecho de que
había recogido a dos espíritus tan fácilmente, básicamente por su simpatía hacia ellos, y que los dos pudieran dejarle y
volver a su capricho.
Decidí llamarle para saber personalmente de sus progresos. Después de intercambiar llamadas durante un mes a los
contestadores de ambos, por fin contactamos una tarde.
«¡Es increíble! Te vi un viernes y tenía una clase de anatomía al martes siguiente y casi no tenía tiempo para estudiar,
metí el trabajo de dos semanas en un fin de semana y el lunes, y me salió francamente bien-una B. Es la mejor marca
que he sacado desde que el problema comenzó. Estoy sorprendido de cuanto puedo leer y concentrarme ahora. Es
estupendo poder estudiar otra vez.» «Tony, ¿hay algún rastro del problema?
«A veces presiento que va a ocurrir, no muy frecuentemente, y lo paro. Es como si lo empujara fuera. Cada vez soy
mejor haciendo eso.»
Cuando le pregunté por sus exámenes, me dijo muy orgulloso que se había graduado hacía cinco días. «Lo mejor es que
ahora sé que tengo el potencial para conseguirlo.»
Le felicité y le dije lo contenta que estaba de que hubiera salvado los obstáculos. Añadí, «Tony, estoy preocupada por
el hecho de que pudieras tener una pizca del problema. Podría ser que una de las entidades no se hubiera marchado
hacia la Luz, sino que está en tu proximidad y puede acceder a ti de vez en cuando. Creo sería bueno para ti que vinieras
para otra sesión próximamente, especialmente dado que en otoño estarás bajo presión en el colegio médico.
Acordó pedir otra cita y comentó que ya no estaba irritable con su novia y que no saltaba por cualquier cosa. «¿Te
acuerdas de la anciana que murió en la cama de al lado en el hospital cuando yo estaba en el bachiller? Desde que se
marchó, no ha habido más explosiones, y me siento pacífico.»
«Estoy segura que te previne, Tony, no tomar ninguna droga o alcohol. Al parecer recoges a los espíritus con gran
facilidad, como un imán. Dado que quieres ser médico, tienes que asegurarte de estar protegido, ya que pueden gravitar
hacia ti, queriendo tu ayuda. Toma precauciones extra con la Luz Blanca.»
«Si tomo una cerveza, lo hago en casa. El verano pasado estaba tomando un vino con el Dr. Adams y su mujer, y él dijo
que podía ver como mi aura se reducía, se encogía conforme bebía. El otro día me dijo que había estado verdaderamente
preocupado por mí. Ahora está muy contento. Y lo de los espíritus no le sorprendió en absoluto.»
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Le dije que estaba muy contenta de que se hubiera acordado de hacerlo y le recordé que debía hacerlo a diario, no sólo
presenciando una tragedia.
«Sí, siento cuando entran, y creo una energía, y les empujo hacia fuera. No penetran lo suficiente como para afectarme.
¡No quiero volver a pasar por eso nunca más! Casi me destrozaron antes.»
Estábamos concluyendo nuestra conversación cuando Tony interpuso que él notaba que ahora era más perceptivo a
otras personas, aun cuando él entendía «la energía que estaban apagando.»
Tony es también más perceptivo de sí mismo. Ahora se da cuenta de algunos aspectos muy importantes del
comportamiento humano y espiritual que le ayudarían a ser un buen, sensible y efectivo curado.
8. CASO-ESTUDIO – ANNE
«¡INCLUSO SUEÑO QUE MI JEFE ESTA INTENTANDO MATARME!» dijo Anne a los cinco minutos de nuestra
primera sesión.
Una atractiva pelirroja de unos treinta años, obviamente angustiada, temiendo que las cosas hubieran llegado demasiado
lejos. Estaba a punto de sacrificar su sueldo para aliviarse a la tremenda tensión laboral.
Su atuendo casual —vaqueros desgastados y camiseta de suave color verde— contrastaban con la rigidez de su cuerpo.
Cuando se echó hacia delante en su silla, su barbilla comenzó a temblar a pesar de sus esfuerzos para mantener el
control. Los ojos se llenaron de lágrimas según explicaba, «he invertido doce años en la compañía y he realizado una
buena tarea-como jefe de proyectos. Ahora tengo categoría de sénior y soy respetada por todos, excepto Bill, mi jefe.
Desde hace más de un año su comportamiento es del todo inaceptable. Quiere poder sobre mí-controlarme. Me niego a
dejarle».
Describió un forcejeo que llegó hasta el punto en que ella finalmente le dijo que iba a abandonar la compañía. «Pero
eso sólo empeoró las cosas», dijo. «Reaccionó de una manera tan fuerte que su jefe, oyendo las voces de Bill, sugirió
que quizá sería mejor para él trabajar en otro departamento. ¡Pero Bill no quiso ni oír hablar del tema!»
Buscando un pañuelo, Anne añadió, «he trabajado para él durante dos años. Los primeros seis meses estuvieron bien-
una verdadera amistad. Ese es el problema. Tiene que saber todo sobre mí. Creo que está celoso de mis posibilidades y
del éxito en mi vida personal. Entonces, las cartas cambiaron muy rápidamente.»
Sugerí que se recostara y se relajara y, cuando estaba más calmada, le pregunté por su vida en casa. Finalmente sonrió.
«¡Tengo un marido maravilloso! Ha sido una gran ayuda en este tema. Cualquier cosa que yo decida está bien para él.
Incluso está de acuerdo en vender la casa, si es necesario, para que yo no tenga que trabajar durante un año o lo que sea
hasta que consiga rehacerme.»
Pensando si la reacción hacia Bill sería un reflejo de una relación previa con su padre, le pregunté por él.
«Siempre me he llevado bien con mi padre. Estamos muy unidos.»
Luego resumió sus relaciones pasadas con hombres, y me pareció que esta situación con Bill era única. Quería saber si
era consciente de mi trabajo con vidas pasadas, ya que supuse que las raíces de su problema retrocedían a otra vida.
«¿Por qué me elegiste a mí como tu terapeuta?»
«He buscado mucho durante los últimos seis meses —y pensé si nos conocimos antes— sabes, en una vida anterior. Tú
trabajaste con Grace, una amiga mía, y ella pensó que podías ayudarme. ¿Crees que es posible que Bill y yo hayamos
estado juntos antes?
«Anne, cuando tenemos una relación con alguien, hemos estado con ellos muchas veces antes, especialmente si es
intensa. Tú has estado con tu marido quizá cientos de veces, en distintos papeles, incluso como hombre. Tú puedes
haber sido su padre, y él tu hija. Se puede saber mucho de lo que habéis hecho juntos antes, por la calidad de la relación
actual. Si es armónica, puedes estar bastante segura, de que al menos en las últimas veces que estuvisteis juntos, tuvisteis
buenas relaciones. Si hay conflicto, como sucede con Bill, entonces habéis tenido problemas, incluso mucho peor. ¡Bill
y tú habéis peleado antes! Tendremos que volver a ese tiempo para ayudarte a librarte de la carga que tienes con él;
entonces él ya no tendrá motivos para meterse contigo.»
Dado que Anne parecía estar incapacitada para colaborar con su relación con Bill, que no cuadraba con su manifiesta
competencia y logros, decidí mencionar el tema de la posesión.
Ella era consciente de que yo realizaba terapia de la vida pasada, pero podía no tener conocimiento de mi trabajo con
espíritus.
Me deslicé en el tema de la posesión por espíritus y mi trabajo en este campo y noté que su barbilla volvía a temblar.
Estaba preparada para la hipnosis! Una entidad estaba preocupada y podía haber tomado contacto con él o con ella
inmediatamente.
Sólo para estar segura de que no era la misma Anne reaccionando, decidí seguir mi secuencia habitual y extraer una
guía base haciéndole una grabación de relajación. Le eduqué un poco acerca de la hipnosis y le sugerí que colocara la
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silla en posición reclinatoria, cerrara los ojos, y comenzara a concentrarse en su respiración. Entonces le di sugerencias
hipnóticas positivas y relajantes que grabé para que ella escuchara al irse durmiendo por la noche. Parecía
maravillosamente relajada, su cabeza cayendo sobre su hombro.
Después de poner la cinta de la otra cara, grabé la desposesión. Segundos después de dirigirme a cualquiera de los
espíritus que pudiera haber estado en ella, noté un claro cambio de una expresión de éxtasis a otra de total agitación —
una reacción «violenta».
¡Ahí estaba mi evidencia! Su llorar era tan fuerte que casi abandoné la grabación. Sin embargo, invité a los seres queridos
de los espíritus, como hago habitualmente, y presencié cómo la entidad se tranquilizaba. Continué y al poco observé
como la tensión de su cuerpo cesaba abruptamente. Terminé la desposesión y la saqué del trance.
«El no se quería marchar», contó ella, empezando a llorar suavemente. «No sé por qué, pero me siento triste.»
«¿De qué otra cosa te has dado cuenta?»
«Siento un revolotear aquí.» Señaló su pecho. «Cuando él no se siente amenazado, todo se calma.»
«¿Puedes decir quién es él?»
«Un hombre. Por algún motivo estoy segura de que es un hombre. Sin embargo, no sé quién es.»
Dado que él probablemente no se había marchado, le pedí a ella que cerrara sus ojos otra vez, y que controlara las
reacciones que sentía según yo hablaba específicamente a ese espíritu. Le caían lágrimas por la cara mientras yo indicaba
lo duro que era para un hombre estar atrapado en un cuerpo femenino.
Luego le invité a irse con su ser querido, quizá su madre, al mundo de los espíritus donde él estaría en su propio fuerte
y sano cuerpo masculino.
Miré el reloj y vi que todavía nos quedaban cuarenta minutos de la doble sesión. «Tenemos tiempo para hacer una
regresión para averiguar si tú has estado con Bill anteriormente. Si es así, veremos si puedes recordar el suceso que está
causando la tensión entre vosotros. Lo chocante es que si lo recuerdas, él puede tener un cambio de opinión. He visto
cómo eso ha ocurrido antes. Debe haber un eslabón telepático entre las personas que da lugar a una reacción automática.
Cuando experimentas la vida pasada, no solamente te curas, sino que puede que a él también, incluso sin que tenga
conocimiento de la regresión.»
«Eso sería maravilloso! Crees que puedo recordar una previa reencarnación?»
«No es difícil-si lo intentas! Intentarlo se cruza en el camino.
Sólo tienes que saber que es tan fácil como recordar algo que ocurrió ayer. Si sigues mis directrices, hoy obtendremos
algo que merezca la pena-aunque sólo sea practicar.»
Le di instrucciones de cómo informar sobre lo que le viniera a la mente bajo hipnosis y respondí a unas cuantas preguntas
acerca de cómo era una regresión. Luego induje la hipnosis y le di unas cuantas sugerencias para regresar a ese momento
particular en el que ella y Bill habían estado juntos antes de que ello surtiera un efecto en ella ahora.
Después de una cierta vacilación, describió una escena bucólica: un camino de tierra bordeado de árboles con campo a
ambos lados. Una joven pareja caminaba de la mano. Ella pensó que sería a finales de 1800 o principios de 1900 por
las ropas y el carruaje que vio. Dijo que le parecía que las personas se gustaban y que disfrutaban de su salida. Le empujé
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adelante en el tiempo. Dijo, sin ningún tipo de emoción, que la relación había concluido. Sabiendo por experiencia que
algo traumático había sucedido que ella no quería recordar, le di sugerencias para que se sobrepusiera a la resistencia.
«Están discutiendo... agitan las manos... golpeándole a él!»
«Dime más sobre ello.»
«Es bastante violento. Ella está gritando. El la está tirando a ella al suelo. Ella llora. (Larga pausa). Mi mente está en
blanco. ¡Se han marchado!»
En ese momento, decidí usar otra táctica que a veces he usado como comodín cuando ha sido necesario. «Relátame tu
sueño otra vez: el de cuando Bill te mataba.»
«Hay algunos árboles y una biblioteca en un pueblo pequeño...y una pareja. (Pausa). ¡La misma pareja!... ¡El me mató!
¡El me mató! Se cubrió la cara con las manos y sofocó fuertes gemidos y quejidos. «Con sus manos desnudas. ¡Oh, Dios
mío! ¡No quiero saber nada más!»
Apelé a la parte de ella que quería ser curada y le ayudé a sobreponerse a sus penas con sugerencias reafirmantes.
«Están luchando con él, intentando pararle. Ahora tiene algo en su mano... y me está golpeando con ello ¡una y otra
vez!» Temblaba violentamente según recordaba su muerte. Súbitamente paró-todo el tormento había desaparecido. «Se
ha terminado.» (Larga pausa). «Me siento muy ligera... y ahora siento que estoy flotando hacia arriba.»
«Mira hacia abajo y cuéntame lo que ves.»
«Veo a la chica ahí tendida.»
«¿Y él?»
«Está casi contento. Algunas señoras están intentando ayudarme...pero ha terminado. El simplemente está ahí de pie.»
Dándome cuenta de que ella debía recordar el motivo de la discusión, le regresé al inicio de la pelea —antes de que él
le tocara.
«Me está acusando de algo.»
«¿Qué?»
«De estar con otro hombre. (Larga pausa). ¡Este otro hombre! ¡El que está en mi cuerpo! Abrió los ojos, sacándose a sí
misma abruptamente del trance, y se sentó. «Eso es lo que es!»
Puesto que necesitas aclarar todo lo que había aprendido, decidí no trabajar más con el espíritu por el momento. Quería
saber qué sentía —había pasado por mucho en una sola sesión—y siendo la primera!
«¡Me siento distinta! ¡Fuerte!» Una preciosa sonrisa iluminó su cara. ¡Menudo triángulo tuvimos!
Casi no reconocí a Anne cuando fui a llamarla a la sala de espera para su segunda sesión. Era el retrato de una
profesional, vestida con estilo con un buen traje. Su maquillaje ponía los retoques a la apariencia de conjunto de un
perfecto atavío.
Presentí que su reacción era seguramente la entidad manifestándose parcialmente debido a mi pregunta. Quizá estaba
reviviendo su muerte, que podía haber supuesto fuego. Decidí revisarlo. Compartí mis sospechas con ella, y la coloqué
bajo hipnosis para explorar su relación en la misma vida pasada que habíamos tocado la última vez.
Recordó que ella y el hombre estaban enamorados. Habían hablado de hacer el amor, pero decidieron fugarse juntos
primero.
Después de planear su «fuga» con risas, planearon robar una caja fuerte... la caja de Bill. «Íbamos a robar su dinero-
cogerlo y marchar.» Entrando a escondidas en un edificio durante la noche, su amigo fue a encender un cartucho de
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dinamita, mientras que ella se escondía afuera entre los arbustos. Hubo una fuerte explosión y ella vio como el edificio
se incendiaba.
«¡Algo salió mal!» Con gran agitación y lágrimas corriendo por su cara y cuello, Anne continuó, «¡El murió en la
explosión! Vinieron muchas personas corriendo para apagar el fuego, y yo me uní a ellas, pero tuve que enmascarar mis
emociones.»
Después de continuar la regresión algunos minutos más a un momento en el que no estaba tan preocupada, la volví al
presente, luego le pedí que hablara en voz alta al espíritu y le dijera con palabras propias que quería que se marchara
ahora mismo.
Llorando mucho, lo hizo y luego «confesó» que él se había quedado porque ella quería que así lo hiciera. Él se marchó
diciéndole que creía que ya era hora de que se marchara.
Le pregunté cómo se encontraba.
«Le echo de menos», bisbiseó.
Anne salió de la hipnosis con mis sugerencias para sentirse bien en todos los sentidos, completamente despierta y alerta.
Aunque con los ojos llorosos, sonrió cansada.
Entonces, con mirada perpleja, preguntó, ¿Cómo puede ser él un espíritu ahora? Fue hace mucho tiempo. Permanecen
tanto tiempo aquí los espíritus?
Le contesté que sólo él podía responder a esa pregunta.
Añadí, «Probablemente se reencarnó. Después de su última muerte permaneció apegado a la tierra y fue atraído hacia ti
por tus lazos a la vida pasada.»
Fijamos su próxima cita para dos días después y se marchó, diciendo que se encontraba mucho mejor.
Mientras revisaba mis notas antes de ir a la sala de espera en busca de Anne, sentí que habíamos hecho un tremendo
progreso en nuestras dos citas. Si su mejora había continuado, sugeriría que ésta fuera nuestra última cita. Anne había
venido por un problema específico, y si quedaba resuelto, no habría necesidad de más ayuda.
Por su posición, fue exiliado a una isla remota. Después de permanecer ahí por largo tiempo, viviendo con el temor de
que sus enemigos vinieran a por él, vio un barco aproximándose a la isla.
En este momento de la regresión, ella empezó a trastornarse y se deslizó viviendo el suceso en lugar de limitarse a narrar
los detalles.
Mientras un pequeño grupo de hombres —un capitán y sus marineros— se acercaban a la cueva en la que vivía, se
alarmó mucho, sabiendo que le matarían si no les daba cierta información vital.
«Estamos hablando en voz muy alta el uno al otro. Quieren algo pero no se lo voy a dar. El que está al mando está
ordenándoles que se maten. (Ella estaba a punto de perder el control, al volver a experimentar el pánico de él). Me
golpearon detrás de la cabeza con la culata de una pistola y cargó al suelo. (Larga pausa). Estoy mareado... muy mareado.
Estoy perdiendo el conocimiento... todo lo que veo es rojo. Es mi sangre. Me siento verdaderamente cansado... se limitan
a pegarme. (Larga pausa). Veo a la persona en el suelo. (Larga pausa). Ya no me siento cansado... ya no me siento parte
de eso.»
Ahora que ya había lidiado con el suceso que probablemente había causado el anterior problema de la jaqueca y asociaba
el mareo, decidí averiguar quién era el «nosotros». El haberse ido de la lengua era un chivatazo de que había alguien
más con ella.
También era posible que la entidad con la que habíamos estado trabajando durante las dos últimas sesiones no se
hubieran marchado.
Todavía estaba profundamente hipnotizada y disfrutaba estar en la Luz siguiendo la muerte que había revivido. Le
pregunté qué quería decir con «nosotros».
«Hay otros conmigo. Me controlan. Están muy preocupados porque tú les puedes hacer marchar. Son muy fuertes, y
ahora están enfadados contigo porque yo sé que están conmigo.»
La regresé al momento en que se unieron a ella. Recordó estar en una mesa de operaciones cuando era niña, después de
ser golpeada por un coche.
«Algo cortante, de metal, me ha cortado. Me duele la parte de atrás de la cabeza. Los médicos están temerosos. Respiro
con dificultad. Esto dura un rato. Caigo más y más. Me duelen los brazos. Es difícil respirar... mi pecho es muy pesado
y me duele la pierna... caigo más profundamente. Tengo dificultades para respirar. Siento como si apenas estuviera
viva... Eso sucede cuando otra persona viene con una vieja, oscura y arrugada cara.
Son tres. Toman el control. Me siento muy caliente cuando ellos toman el control. Hacen que mi cuerpo se sienta a
gusto. Hacen que el dolor se vaya.»
«¿Estabas de acuerdo en que ellos tomarán las riendas?»
«No, simplemente vinieron. Dos mujeres y un hombre. El hombre es muy viejo y está muy cansado.»
Hablé directamente con ellos, diciéndoles que su trabajo había terminado. Habían salvado la vida de la pequeña-hacía
treinta y un años-pero ahora ya estaba bien. Ellos tenían que pensar en su propio bienestar e irse con sus seres queridos
que habían venido a buscarles. Los tres se marcharon en cuestión de segundos.
Una vez fuera de la hipnosis, Anne explicó que había estado corriendo a través de la calle frente a su casa para reunirse
con su madre cuando le golpeó el coche. Le llevaron al hospital y estuvo en coma durante unos cuantos meses-no se
esperaba que viviera. A sus padres les dijeron que si sobrevivía, nunca sería normal, no podría comunicarse con nadie,
y probablemente tendría que vivir en el Hospital Infantil el resto de su vida.
Anne hizo una mueca mientras dijo, «Quizá no solamente me ayudaron a salir de ese estado sino también a desarrollarme
normalmente. ¡Tenían buenas intenciones!»
La última y cuarta sesión de Anne tuvo lugar cinco días después. Casi entró a mi despacho de un salto, estaba radiante.
Las cosas le iban extraordinariamente bien en el trabajo. Su jefe se desvivía por explicarle las cosas y era mucho más
flexible. Le sorprendía qué ya no hablaba de él a sus espaldas. Si otros le criticaban ella les hacía callar automáticamente.
Decía que todo lo que había sucedido antes —la depresión, pensamientos de marchar y vender la casa— eran ahora
como un sueño que se iba desvaneciendo. De hecho, se había sentido verdaderamente bien desde la última sesión. Tenía
mucha más energía, lo cual veía como un verdadero beneficio.
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Le sugerí que sería de gran ayuda para ella explorar su relación con Bill, dado que eso había sido su carta de presentación
a mi despacho. Yo sentía que en realidad no sabíamos mucho sobre qué eran el uno para el otro-sólo que él le había
matado a ella. Asintió y con una sonrisa de culpabilidad dijo, «Tengo verdadera curiosidad por saber cómo se enteró
del otro hombre.»
Le regresé al momento en que Bill descubrió su relación con su amante.
«La noche de la explosión... algunos caballos se acercan con un carruaje. Es Bill. Me pregunta qué ha sucedido. La casa
está ardiendo. Él está gritando. «¿Qué sucedió?» La gente corre intentando apagar el fuego. Ahora él está corriendo
dando órdenes a la gente y me estoy sintiendo verdaderamente mal...creo que encontraron el cuerpo. Sí, lo creímos
todos. Yo lo estoy mirando también. El está mirando a la caja fuerte. Está abierta y está mirando a ver que falta. Mira a
todos los que están en la habitación. Se percata de mí. Siempre confió en mí. (Larga pausa). Yo era como una hermana
para él. Crecimos en la misma familia. (Llora). Por eso confiaba tanto en mí. Nos criaron juntos. Me está mirando
sospechosamente. Le cuesta creerlo, sin embargo, pero no obstante hay suficiente duda.»
Le pregunto que está sintiendo.
«Nunca debí traicionarle. El confiaba en mí», contestó, llorando mucho.
Siguió con la regresión, describiendo como él había cuidado de ella y le había protegido —arropándola con su devoción.
Después del incendio ella se quiso mudar a otra ciudad pero él le negó su permiso. En otra ocasión, después, ella se le
enfrentó según salían de la iglesia un domingo, diciéndole que se marchara definitivamente. El discutió con ella. Ella
estaba firme. El se volvió irracional, hasta el punto de «volverse loco» y terminó por atacarla. Revivió su muerte otra
vez, añadiendo que se dio cuenta de que no quería vivir mientras él le pegaba. Escapó de su culpa y de la trampa en la
que creía encontrarse al salir de su cuerpo.
Según concluíamos la sesión, Anne comentó, «He pensado que por qué no esperé a que pasara en lugar de acudir
buscando ayuda. Él va estar ausente durante tres meses para montar otra oficina de ventas en Japón —y se marcha
dentro de dos semanas nada más! Si yo hubiera esperado, nada de esto hubiera sucedido, porque la presión hubiera
desaparecido.»
«Anne, he llegado a la conclusión de que todo el mundo busca ayuda en el preciso momento en que es mejor. ¡No hay
accidentes! Si hubieras esperado, cuatro almas perdidas continuarían apresadas aquí en el plano terrenal, y Bill y tú no
hubierais llegado a vuestra paz, que probablemente es una de tus razones de ser de esta vida. Te has curado a ti misma
espiritualmente, y le has ayudado a él. Me pregunto si no había seres altamente involucrados, tus guías, que te inspiraron
a darte una oportunidad de ser liberada no sólo de las posesiones, sino también de los recuerdos negativos del pasado.»
Aparentemente el problema estaba resuelto, y las dos acordamos que esta sería la última vez que estaríamos juntas, a
no ser que surgiera otra cosa.
9. CASO-ESTUDIO – PETER
ESTE ES UNO DE MIS CASOS MAS FASCINANTES DE posesión, quizá porque no fue de fácil y rápida solución.
Como resultado, el caso demuestra plenamente la intrigante conjugación de las personalidades de los espíritus posesores
y sus problemas con los de los pacientes poseídos. Además el caso de Peter es particularmente interesante por el número,
persistencia y variedad de espíritus que encontraron alojamiento temporal en él.
Conocí a Peter por primera vez cuando vino a mi despacho a principios de otoño de 1983, había sido mencionada por
un amigo que sabía de mi trabajo. Iba en busca de consejo psicológico-con idea de explorar una vida pasada-como
medio para lidiar con sus múltiples problemas personales.
Peter era un hombre alto, musculoso de treinta y cinco años, con bigote, pelo negro y ojos oscuros. De golpe me dio la
sensación de una persona que sufría de abatimiento, temor y culpabilidad. Tenía el aire de un animal atrapado y sus ojos
evitaban los míos cuidadosamente, moviéndose rápidamente por el despacho.
Según escuchaba los detalles de su vida durante nuestras primeras y escasas sesiones, quedó claro que cada área era un
caos.
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Analista de computadores Peter había subido rápidamente los peldaños desde un puesto en la plantilla hasta vice-
presidente.
A pesar de su éxito rápido, sus problemas emocionales y de personalidad estaban minando su confianza en sí mismo,
amenazando su carrera. Se describió a sí mismo como un «manojo de nervios». En especial sentía ansiedad y temía a
los grupos.
Esto constituía un problema porque tenía que dar charlas periódicas a altos ejecutivos de su compañía y de otras.
Habló de que frecuentemente padecía serios ataques de ansiedad antes de las reuniones, y en una ocasión —en un pánico
ciego salió corriendo de una sala llena de ejecutivos. Describió otros varios ataques de ansiedad que había padecido
mientras conducía entre el tráfico en horas punta en San Francisco, durante los cuales de hecho tuvo que echarse a un
lado de la calle por miedo a marearse. Estos ataques eran una manifestación de la amplia gama de síntomas físicos,
desde palpitaciones y sudores hasta náuseas y mareos.
Peter habló de que muchas veces había falseado su horario para evitar las temidas charlas, sabiendo todo el tiempo que
se estaba privando de oportunidades para avanzar, así como fallar en sus obligaciones y responsabilidades para con sus
patrones.
Otras veces, sin embargo, funcionaba brillantemente en reuniones importantes, hablando y comportándose con total
seguridad y aplomo. Cuando le pedí que me explicara por qué era tan errático, se sintió totalmente perdido.
Otro problema le preocupaba incluso mucho más. Tenía una creciente imposibilidad para concentrarse y recordar
detalles, y aseguró que su memoria se había reducido en un cincuenta por ciento. A menudo perdía el hilo de las
conversaciones y no podía tener la mente fija en su trabajo o leyendo más de cinco minutos seguidos. Para poner las
cosas peor, muchas tardes le era imposible recordar fragmentos enteros del día; a ratos horas enteras estaría
completamente en blanco. Podía dar cuenta de ellas sólo mediante referencias a los registros diarios o preguntando a
sus compañeros qué habían hecho.
Porque aumentaban sus temores de fallar, Peter había empezado a dilatar su trabajo, y estaba convencido de que si
seguía así terminaría loco.
Por si fuera poco estaba también crónicamente incapacitado para llevarse bien con las mujeres. Iba por su tercer
matrimonio que estaba fallando por momentos. Su mujer, Betty, ya no le atraía sexualmente aunque él alegaba que era
físicamente bella.
Estaba aterrorizado pensando que quizá era un homosexual reprimido. Al mismo tiempo, estaba fanáticamente celoso
de Betty y se resentía del interés que los hombres tomaban por ella cuando iban a fiestas. A menudo le acusaba de
flirtear, y esto a veces conducía a desagradables confrontaciones casi físicas.
Después se sentía culpable y lleno de remordimientos. Conforme Peter se sentía más a gusto conmigo, admitió que
estaba preocupado por la bebida. La bebida en exceso había constituido la mayor parte de su vida durante años. Bebía
prácticamente todos los días y veía la bebida como un verdadero desahogo de sus temores y ansiedades.
Aunque procedente de una familia de clase media con un banquero por padre, Peter siempre había preferido beber entre
trabajadores en los peores establecimientos. Mientras bebía, su habitual naturaleza agradable se tornaba en amarga.
Se ponía extremadamente sarcástico y daba lugar a peleas de bar. Por lo que yo he aprendido de la relación entre la
bebida y la entrada de espíritus, mis sospechas cada vez eran mayores de la posibilidad de la posesión como causante
de sus problemas.
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También, anoté cuidadosamente la rara dualidad que concurría en la mayor parte de sus experiencias problemáticas de
la vida.
Quería a su mujer, pero no se sentía atraído por ella y la maltrataba. Era compasivo y adorable, pero tenía un
temperamento terrible y ocasionalmente la tomaba con animalitos inocentes, compañeros de juegos, amigos y amantes.
Era altamente competente en su trabajo, pero se sentía falto de ingenio e indigno.
Además de estos sugerentes rasgos de personalidad y síntomas, Peter había tenido varias experiencias distintivas que
parecían ser serias pruebas para sostener la hipótesis de la posesión.
He aprendido que las personas muy sensibles son especialmente propensas a la posesión, y de niño había padecido
varias experiencias físicas. En el primer curso predijo el ataque de un perro que de hecho tuvo lugar unos días después.
Años después tuvo la premonición del suicidio de una tía favorita.
Peter admitió sentirse a menudo gobernado por dos personalidades diferentes, una benigna y otra maligna. Desde su
niñez tenía pesadillas de un hombre embrujado y demoníaco que le miraba.
Recordó que a lo largo de su vida en el deporte, cada vez que tenía la oportunidad de un gran éxito, se autolesionaba.
Se había herido la rodilla seriamente cuando intentaba entrar en el equipo de football del colegio universitario. En el
bachillerato, una lesión de ligamentos de la espalda le habían apartado del campeonato de boxeo del estado.
Frecuentemente, cuando estaba hablando con alguien, tenía la sensación de que otro ser estaba hablando por medio de
él. Incluso a veces sentía que en realidad no estaba ocupando su cuerpo sino como si se «hubiera echado hacia atrás y a
la izquierda de mi cabeza como a un pie.»
Esa sensación me trajo a la memoria inmediatamente comentarios similares de otros pacientes que luego resultó habían
estado poseídos. Durante nuestra tercera sesión sugerí que utilizáramos la hipnosis para ver si había espíritus poseedores.
Peter parecía alarmado ante la posibilidad, a pesar de mi cuidadosa explicación del concepto de la posesión y la
importancia que una desposesión podía tener. Dubitativamente accedió a intentarlo.
Resultó ser un sujeto hipnótico excelente. Entro rápida y fácilmente en estado hipnótico y acepto mi sistema de
comunicación por signos con los dedos. Una comprobación mediante señales con los dedos indicó inmediatamente que
sí tenía un cierto número de espíritus con él —seis o más— y cuando pregunté si alguno había estado con él desde la
niñez, el dedo «sí» se levantó.
Efectué una sencilla desposesión, después de la cual sus señales con los dedos dejaron ver que al menos tres entidades
aún permanecían. Le pedí que me dejara hablar con las entidades remanentes y me aproximé como solía hacerlo
habitualmente:
«¿Por qué os estáis imponiendo en la vida de este hombre, causándole problemas, cuando sabéis que habéis pasado por
el cambio llamado «muerte» y que deberíais estar progresando en vuestras propias vidas de espíritus?» pregunté.
Llegaron dos respuestas diferentes, bastante claras de tono.
Una era algo que había oído muchas veces antes de entidades posesivas: «Tengo miedo», bisbiseó una voz temblorosa.
«No sé qué me va a suceder. No quiero marcharme.»
Pero la otra respuesta me sorprendió con su breve pero seco sarcasmo. «¡Y qué!» De repente me di cuenta de que Peter
y yo teníamos nuestro trabajo cortado.
Hice una pausa y a continuación realicé nuevamente mi procedimiento estándar de desposesión, explicando
detalladamente la naturaleza de la experiencia espiritual, el aprendizaje y curación que tendría lugar en el reino
espiritual, y luego invocando a amigos íntimos o familiares para que nos ayudaran.
Antes de sacar a Peter del trance hipnótico, realicé una comprobación rápida con las señales de los dedos para buscar
entidades. Resultó negativa; según su subconsciente no había más espíritus en su aura o cuerpo.
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Una vez fuera del trance dijo que se sentía relajado y refrescado. Comentó que tenía la clara sensación de que una de
las entidades había sido muy fuerte. Se marchó sintiéndose muy optimista.
Al principio de nuestra siguiente sesión, una semana después, Peter declaró sentirse mucho mejor. Aún sufría de
ansiedad, pero menos agudamente, y su relación con su mujer parecía haber mejorado en cierto sentido.
Pareció disgustado cuando le sugerí que realizáramos otra comprobación de espíritus. Expliqué que a menudo las
entidades parecían haberse marchado al primer intento y que a veces otras «salían de su escondite» sólo gradualmente.
Rápidamente entró en trance y, tal y como había sospechado, las señales con los dedos indicaron que desde luego había
más con él.
En esta ocasión, establecí contacto rápidamente con uno que dio a conocer su nombre claramente como Joseph Biddle
y sabía exactamente por qué estaba con Peter: «Le odio y le voy a hacer pagar por lo que él me ha hecho a mí.»
«Te estás haciendo daño a ti mismo también», repliqué.
«No me importa. Merece la pena si le puedo hacer pagar.»
Le pedí a Joseph que regresara al momento de su muerte.
Contó que estaba solo en un hospital de Kansas. Estaba furioso cuando murió. Al parecer se había casado con una mujer
más joven que le había dado un hijo, pero se había escapado con el niño. Había llevado el dolor de esa experiencia el
resto de su vida y sentía especial amargura por los bebés.
Le pedí a Joseph que se pasara al momento en que su espíritu abandonó su cuerpo. Contó ver su cadáver acabado tendido
en la cama, permaneciendo junto a él por algún tiempo, y luego moverse por los corredores del hospital.
«Veo a un bebé diminuto, un recién nacido. Pienso que quizá es mi bebé. Y sé que puedo hacerle pagar al bebé por
haberme abandonado. Me uno al bebé. Desde entonces he estado con él.»
Inmediatamente supe que ésta era una entidad muy importante en la vida de Peter, y podía explicar sus iras periódicas
y crueldades.
Pacientemente le expliqué a Joseph el riesgo de su situación espiritual: de qué manera estaba prolongando su propia
miseria así como infligiendo miseria sobre un ser humano que nada tenía que ver con sus problemas. Llamé a espíritus
amigos para que vinieran a guiarle. Joseph pronto vio a su hermana y partió con ella.
Antes de sacar a Peter de la Hipnosis pude tomar contacto con un espíritu más. Al contrario de Joseph Bidde, éste estaba
confuso sobre quién había sido o qué estaba haciendo con Peter —de hecho, estaba confuso, casi estupefacto.
«Venga, vamos a echar un trago», repetía alegremente la entidad, «Vamos a Rocky's a divertirnos un poco.»
Me enteré que había sido operador de maquinaria pesada en su anterior vida, con un claro gusto por la botella.
Aparentemente había estado con Peter desde su niñez. Lo último que podía recordar de su vida era que estaba manejando
un tractor Gaterpillar en un terreno de edificación.
Hubo que animarla bastante para que se marchara.
Cuando Peter estaba fuera de la hipnosis, discutimos los últimos descubrimientos. Estaba muy seguro de que Joseph
Biddle había ejercido una gran influencia sobre su vida. Recordó sus tempranas imágenes en sueños de un viejo hostil.
Estaba menos seguro acerca del operador del Caterpillar. Acordamos que quizá esa entidad podía explicar lo de su
bebida y su fascinación
por el rudo estilo obrero. Abandonó esa sesión sintiéndose esperanzado y entusiasta.
Sin embargo, en nuestra siguiente sesión el operador de grúa apareció de inmediato cuando Peter entró en trance.
«Todavía estás aquí. Cómo te llamas» pregunté.
«Lou, creo.»
«¿Pero por qué estás aún aquí con Peter?»
«Me deja beber. Puede ser divertido, y puedo hacerle ir a los sitios de mi tipo.»
«¿Qué tipo de sitios?»
Ya sabes, un lugar que tiene en él hombres de verdad que saben beber y no un montón de camisas embutidas.»
«¿Has estado con Peter durante mucho tiempo, no es así?»
«Sí, supongo que sí.»
«¿Pero tú sabes que debes marcharte, no?»
«¿Por qué?»
Le expliqué la situación porque él estaba evidentemente confuso y creía que aún estaba vivo en su propio cuerpo.
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Nuevamente, le llevé al momento de su muerte en su última vida. Describió un accidente en el cual el Caterpillar rodó
sobre él.
«Moriste en ese accidente.»
«¿Sí?», replicó incrédulo.
«¿Qué sucedió después de eso?»
Yo vi a un niño pequeño jugando en un jardín trasero.
Parecía bastante agradable y amistoso. Y yo me sentía solo-y perdido. Así es que me acerqué a él.
Finalmente le quedó claro a Lou lo que había sucedido de verdad. Dijo que sentía el daño que le había causado a Peter
y preguntó cómo podía seguir adelante. Le dije que mirara alrededor para ver si veía a alguien conocido. Vio a su mujer,
de la que creía que había muerto odiándole por la bebida. Dándose cuenta que ella le había perdonado, se marchó feliz.
Esta vez tuve la sensación de que se había ido para siempre.
Tenía la esperanza de que hubiéramos llegado a la raíz de los problemas de Peter y así se lo dije.
Sonrió débilmente. «Así lo espero yo también», dijo, «pero algo raro sucedió cuando salía de la hipnosis esta vez. Algo
dentro de mí, alguna parte de mí, pareció reírse. No podía decir si era sólo mi imaginación o qué. Pero parecía decir,
«Te he engañado otra vez, todavía no te has dado cuenta de que estoy aquí.»
Peter se marchó preguntándose si conseguiría ayuda desde este ángulo. Cuando se fue, me quedé preguntándome si
seguiría el tratamiento lo suficiente como para alcanzar la cura que era posible.
En nuestra siguiente sesión se sonrió al decirme lo mucho mejor que se había sentido durante esa semana-especialmente
porque no había tenido ningún deseo de beber. Frunciendo el ceño dijo que su carencia de apetencia sexual por su mujer
estaba causando estragos en su matrimonio. Rápidamente sugerí la hipnosis y, después de tanta práctica, Peter cayó
rápidamente en un profundo trance.
Al principio, cuando pregunté si había espíritus presentes, sus señales con los dedos indicaron un «no», pero cuando
pregunté si algunos se estaban «escondiendo» un «sí» surgió como respuesta.
«¿Puedo hablar contigo?», pregunté.
«No está preparada para hablar contigo, tiene miedo», dijo Peter en una somnoliente monotonía.
«Entonces háblame de ella.»
«Es rubia, bonita, pero tímida y callada. Está muy sola. No sabe por qué es tan desgraciada; pensó que le gustaría estar
conmigo, pero no le gusta hacer el amor con mi mujer. ¡Lo odia!»
«¿Sabes cuánto tiempo ha estado contigo?»
«Creo que no.»
«Quizá hable conmigo.»
Peter estaba callado, y yo esperé. Después de un minuto pregunté, «¿Está dispuesta a hablar conmigo ahora la mujer
que está con Peter?»
«Sí, estoy aquí», surgió la voz de Peter, más suave, más vacilante, casi femenina.
«¿Cuál es tu nombre?»
«Laurie. ¿Pero, por qué estoy aquí?»
«Eso es lo que estamos intentando averiguar, Laurie.»
Mientras le preguntaba con suavidad, pude descubrir que esta entidad había conocido a Peter en una fiesta, hacía cinco
años, poco antes de conocer a su actual mujer. Se había sentido atraída inmediatamente hacia él, a causa de su naturaleza
dominante y agresiva. Recordó haberle visto entrar en una fiesta con una chica de cada brazo. Después, se obligó a sí
misma a caminar hasta él, y presentarse, y estuvieron media hora hablando juntos. Ella murió en un accidente de coche
que tuvo de regreso de la fiesta, cuando iba a su casa.
Le expliqué con cuidado a Laurie que al quedarse con Peter estaba retrasando su propio regreso, el de ella misma, a la
vez que le causaba un daño inmenso a él.
Dijo: «No me había dado cuenta de eso. Lo siento.»
«Por ese motivo, debes marcharte. Será mucho mejor para los dos.»
«Pero no me puedo ir. ¿Adónde podría ir? Es muy solitario.»
Iba a seguir intentando persuadirle cuando Peter dijo: «No se irá. No quiere escuchar lo que le vas a decir. No te va a
escuchar más.»
Intenté comunicarme con ella más tiempo, inútilmente.
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Cuando salió de la hipnosis, Peter se acordó que había conocido a Laurie. Estaba asombrado de que un encuentro tan
corto le hubiera llevado a su posesión. Pero también recordó que poco después de haber conocido a Laurie, sus
sentimientos hacia las mujeres habían experimentado un cambio gradual y sutil.
Nos encontramos ahora con el problema de cómo convencer a Laurie para que se marche. Peter también dijo que a
medida que salía del trance, había vuelto a sentir la presencia de una personalidad fuerte y malévola, que se estaba
mofando de nosotros.
Durante las semanas que siguieron, nuestras sesiones dejaron mucho que desear. Intentamos en varias ocasiones, y sin
éxito, atraer a las entidades. Peter tampoco sentía una sensación extraordinaria de presencias extrañas, tanto bajo
hipnosis, como en su vida cotidiana.
La relación sexual con su mujer había mejorado. Las cosas le iban bien en el trabajo, y seguía sin sentir deseos de
alcohol.
Durante estas sesiones, trabajó mucho sobre sus sentimientos interiores de inutilidad, culpabilidad, e inseguridad. Pero
por lo general, parecía que las cosas le iban tan bien que yo estaba comenzando a creer que ya no albergaba espíritus.
Quizá le habían abandonado espontáneamente, por sí mismos. En la creencia de que sus problemas residuales podrían
remediarse con las herramientas habituales de la psico-terapia, comencé a explorar sus primeras relaciones con su padre
y su madre.
No obstante, seguimos utilizando durante cada sesión un periodo de hipnosis con carácter rutinario, con la esperanza de
restablecer contacto con Laurie, y cotejar la presencia de otras posibles entidades.
Entonces, en nuestra primera sesión en diciembre, conseguimos casi sin sospecharlo una entrada. En los primeros
minutos del trance hipnótico, la voz de Peter cambió imperceptiblemente de tono. «¿Todavía no sabe que estoy aquí,
verdad?, dijo con deleitación. Reconocí inmediatamente la misma voz burlona que había oído meses antes.
«¿Cuánto tiempo ha estado con Peter», le pregunté, con la esperanza de una respuesta.
«Lo suficiente como para conocerle bien, algo más de cuatro años.»
«¿Por qué se ha quedado con él tanto tiempo cuando sabe que lo único que consigue es hacerle daño, y hacérselo a Vd.
mismo? En estos últimos meses ha tenido muchas oportunidades de marcharse.»
«No me querrían. He hecho algunas cosas malas. Si me fuera allí, tendría que cambiar.»
«Pero en cualquier caso tiene que cambiar. No puede permanecer aquí. Mire a su alrededor. A lo mejor hay alguien que
conoció alguna vez, y que ha venido a buscarle. ¿Ve esa Luz?»
«He visto la Luz muchas veces y he visto a mi madre cerca de ella. Pero siempre huyo. No quiero enfrentarme con ella,
y tengo miedo de lo que me puedan hacer.»
«No harían nada que le hiriese.»
«No lo sé.»
Aunque me daba cuenta de que no llegaría a ningún sitio con este enfoque, me animó pensar, no obstante, que había
establecido un diálogo con esta entidad tan recalcitrante. Le pedí que retrocediese al último período de su vida. Me dijo
que había vivido en San Francisco con su madre a principios de siglo.
«Mi nombre es David», dijo. «No recuerdo de qué vivía, pero sí sé que practicaba la magia negra, y que llegué a tener
mucho poder. Dirigía un grupo de adoradores de Satán. Mi madre nunca lo supo. Pero si lo supiera me odiaría
eternamente. Yo he destrozado muchas vidas.»
«Se le puede ayudar después en el mundo espiritual», le dije, «pero ahora debemos parar la destrucción de otras vidas.
Progrese en el tiempo. Permítase recordar su muerte.»
¡La tierra se está moviendo, es un terremoto! Acaba de caer algo sobre mi cabeza, parte de un edificio. ¡Estoy sepultado
por los ladrillos! Contemplo mi cuerpo sin vida y quiero regresar dentro de él. Siento que me han robado la vida. (Una
pausa larga). Vi la Luz, la misma que he visto muchas veces desde entonces, y oí voces de personas que venían a por
mí. Pero tuve miedo y les di la espalda.
Lo siguiente que recuerdo es que me encontraba con un hombre cuyo trabajo consistía en limpiar las calles. Me uní a
él para permanecer vivo, aunque no fue una elección muy buena, y el trabajo era horrible. Este hombre murió de muerte
natural, prematuramente.
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Después, me uní a muchas, muchas personas. Me di cuenta de que podía unirme a ellos y separarme cuando quisiera.
Era interesante.
Cuando me sentía aburrido o deprimido, sencillamente me marchaba, y buscaba otra persona a la que pudiera unirme.
Hice muy desgraciadas a la mayoría de estas personas. A algunas les di poder, otras se interesaron mucho por lo
oculto, pero todas caían en depresiones, y entonces no me gustaba permanecer mucho junto a ellas.
«¿Cómo se juntó a Peter», pregunté.
«Estaba bebiendo en un bar de San Francisco. Aunque se encontraba en compañía de algunos amigos, se le notaba
retraído y desgraciado. Me di cuenta de que era débil, y que sería fácil juntarse a él. De hecho ya había conocido a
Satán.» Cuando Peter y yo comentamos lo que se había revelado bajo hipnosis, de repente agachó la cabeza
avergonzado, y me contó que durante la adolescencia le habían intrigado las ciencias ocultas, y que había leído varios
libros sobre rituales satánicos.
Dijo que conservaba desde hacía años una estatuilla de yeso pintada representando un Satanás con patas de cabra y
barbudo. Aunque la figurilla solía trastornarle emocionalmente, nunca se había decidido a tirarla.
En la sesión siguiente pude ponerme en contacto con David casi inmediatamente, y le pregunté: «¿Quiere permanecer
en este círculo sin fin, sintiéndose desgraciado y causando pena a otras personas, cuando sabe que puede acabarse?»
«Todavía tengo miedo», dijo receloso.
Insistí en que no había nada que temer, y que cualquier cambio sería un cambio hacia la felicidad y la alegría.
«¡Pero me odian!»
«Todo ese odio y esa vergüenza son sólo suyos, todo está dentro de usted. Su madre le ama. Mire a su alrededor, a lo
mejor se encuentra aquí ahora.»
Pasaron algunos segundos, «Sí, está aquí. Quiere que me vaya con ella y me perdona. Me voy a ir. Adiós.»
Con esas palabras, David, la entidad torturada, se marchó. Tanto Peter como yo nos sentimos muy optimistas al final
de esa sesión. Al poner juntas las piezas del rompecabezas podía hablar de la época en que se le había unido David,
aumentando los sentimientos de inseguridad y autodesprecio.
A lo largo de las semanas siguientes continuó aumentando la autoestima de Peter. Sentía una confianza renovada en sí
mismo, y se dio cuenta de que era capaz de frecuentar y trabajar con gente en su trabajo sin demasiada ansiedad. La
relación con su mujer mejoraba, y también su memoria.
Durante nuestras sesiones seguimos utilizando la hipnosis para controlar la posible presencia de entidades. Sin embargo,
las señales de dedos indicaban repetidamente que no había ninguna, de manera que utilizaba el resto del tiempo de la
hipnosis para alimentarla con sugerencias positivas para su autoestima mejorada.
A finales de enero, Peter se presentó para su sesión en un estado de nervios y de incomodidad grandes. Estaba a punto
de sufrir un ataque de angustia que había comenzado justo antes de salir de casa, para venir a verme. A medida que se
acercaba al edificio donde se encuentra mi despacho, se sintió preso de un miedo que iba en aumento, e incluso podía
oír una voz dentro de él que le rogaba que regresara a casa. Durante el corto trayecto, se le atascó la nariz, como si
tuviera un fuerte catarro.
Tuvo que hacer gala de toda su fuerza de voluntad para entrar en mi despacho, y permanecer allí.
Inmediatamente le puse en trance, pensando que quizá David había recuperado su terreno. Las señales digitales
indicaron que en efecto se encontraba presente una entidad masculina, y que necesitaba ayuda. Pero en vez de David,
resultó ser un espíritu superficial y bromista llamado Eddie Vineburg, quien dijo tener veintisiete años y haberse unido
a Peter en un bar de Sacramento en 1978. Al principio Eddie se negó a admitir que estuviese muerto. Cuando le pregunté
cómo se sentía cuando le llamaban «Peter», me contestó jovialmente: «Soy un cantante de rock, y la gente puede
llamarme como quiera mientras oiga mi música y pague por escucharla.» ¡También se las arregló para señalar que
pensaba que yo era una «fresca» y que no le importaría salir conmigo! Resultó que en efecto había sido un modesto
cantante que había tocado en bares y clubs pequeños en Sacramento. Había muerto quemado en un accidente de coche
en 1978 justo antes de unirse a Peter. Había quedado atrapado en el coche, y lo último que recordaba de esa etapa de su
vida era que tragaba un humo denso que le quemaba la nariz y la garganta.
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Después del accidente se quedó cerca, contemplando su cuerpo muerto. Pero el shock que sufrió al ver cómo los
camilleros retiraban su cuerpo calcinado en una ambulancia le obligó a marcharse.
«Entonces me sentí muy solo y perdido, y me dirigí al bar donde había estado bebiendo antes del accidente. Pero nadie
me hablaba, y ni siquiera pude atraer la mirada de ninguna de las mujeres que había allí. ¡Me sentí como Gaspar, el
fantasma amistoso!»
Cuando vio por primera vez a Peter acodado en la barra, Eddie pensó que parecía una «auténtica ganga», ya que estaba
tan callado y retraído. Pensó asimismo que podría unírsele fácilmente.
La soledad le impulsó a hacerlo.
Le pregunté a Eddie si se encontraba preparado para seguir adelante, y me dijo que lo estaba. Cuando le pregunté si veía
allí a alguien que pudiera acompañarle, reconoció el espíritu de una tía, llamada Sylvia, y entonces se fue.
Al salir del trance, Peter se sintió bien, y se habían disipado todos los restos de su incipiente ataque de ansiedad. También
había desaparecido de manera increíble el atasco de nariz. Recordó haber padecido un ligero cambio de personalidad
en 1978, cuando sintió un repentino interés por bandas de música y canciones que antes no tenía. También se convirtió
en un mujeriego, y desarrolló un talento inédito para atraer a las mujeres y llevárselas rápidamente a la cama.
En la sesión siguiente, cuatro días después, Peter me informó que profesionalmente las cosas le iban muy bien, y que
su autoconfianza estaba en un punto alto. Sin embargo, los problemas sexuales con su mujer habían resurgido
repentinamente como una venganza. Se había dado cuenta de que no sentía ningún deseo sexual hacia ella, de hecho le
repugnaba la idea de hacer el amor. Cada vez que su mujer le tocaba, se incomodaba, y ella se quejaba que incluso
mientras dormía la rechazaba.
Cuando se encontraba bajo la hipnosis, las señales digitales de Peter demostraron que, como yo bien sospechaba, había
una entidad femenina dentro. Resultó ser Laurie, la joven que había muerto en el accidente de coche.
Puesto que las señales digitales de Peter me indicaban que ya no había más espíritus con él, le saqué del trance.
Me indicó que había experimentado la inmensa alegría de Laurie cuando se marchó finalmente. Añadió que se había
sentido abandonada por todos los espíritus que se habían ido. Era la única compañía que había conocido.
Peter se sintió profundamente aliviado, como si le hubieran quitado un gran peso de encima. ¡Estaba convencido de que
por fin era libre! Pero a estas alturas yo ya había aprendido a adoptar con él la actitud de «ya veremos».
A lo largo de varias sesiones después de la marcha de Laurie, Peter me informó que su relación sexual con Betty seguía
mejorando.
Conservaba intactas y fuertes su autoconfianza y su actividad profesional. El problema de la bebida también había
desaparecido. Era el momento de acabar del tratamiento, pues había conseguido sus propósitos.
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El complicado caso de Peter demuestra las complejidades de la relación entre un ser humano vivo y los espíritus que
permanecen atados a la tierra. Su propia vida anterior como miembro de una secta satánica le había creado un profundo
complejo de culpabilidad, que le hacía vulnerable a la posesión.
Las sucesivas entidades parásitas, empezando por el margo Joseph Biddle, sencillamente le debilitaban aún más,
aumentando su vulnerabilidad. El hecho de que a los cinco años se le hubiera unido el espíritu del alcohólico Lou sólo
empeoraba la situación, porque después —a través de la bebida— Peter abría continuamente su aura a más posesiones.
Resultaba una presa fácil para los espíritus muy atormentados. Se consumía de amargura, de temor, y de odio hacia sí
mismo. A medida que le iban poseyendo y amargando, se sentía más incapaz para enfrentarse con la vida, profesional
y personalmente.
Al final, los espíritus poseedores podían actuar fuera de sus personalidades y atravesar directamente su conducta,
mientras que su propia personalidad quedaba progresivamente aplastada y arrinconada.
Para Peter, el camino de regreso a la salud espiritual y psicológica fue difícil y penoso. Comenzó con el desalojo de un
solo espíritu. Con las desposesiones sucesivas, su propio espíritu se hizo más fuerte y mejor definido. Su regresión a la
vida de satanista le ayudó a desprenderse del profundo odio que sentía hacia sí mismo, y de la proclividad subconsciente
para la posesión.
Liberado finalmente de todos los espíritus poseedores, Peter encontró a su auténtica persona, y dio grandes pasos en su
camino espiritual.
«¡HE LUCHADO CON MI PESO DURANTE DIECISÉIS AÑOS!» Desde que me hicieron una histerotomía total, me
ha sido imposible librarme de los kilos. ¡He intentado todo, y he fracasado con demasiada frecuencia! Me he dado
cuenta de que ya no hay más dietas! Bárbara había venido a verme como última esperanza.
En efecto, ¡al parecer lo había intentado todo! Su primera dieta la había hecho con los Vigilantes de Peso, y le llevó
ocho meses de agonía perder seis kilos y medio. La siguiente dieta la realizó bajo la supervisión de un médico, y consistía
en inyecciones de gonadotropina humana y en un régimen de quinientas calorías diarias. Recuperó cuatro kilos, sin
hacer trampa ni una sola vez. Después recabó la ayuda de un centro local de dietas y se le aplicó una dieta «rápida» en
proteínas, con batidos de alto contenido proteínico y ningún sólido. Perdió quince kilos.
Después de un «mal fin de semana» de juergas, tenía miedo de volver, por si le reñían. Pronto volvieron los quince
kilos, más algunos extra. Entonces regresó a los Vigilantes de Peso y más tarde a otro centro dietético. Ninguna ayuda
daba resultados prolongados.
Había estado retrasando el pedirme una cita, hasta que se sintió desesperada. La depresión crónica que padecía estaba
íntimamente unida al problema de su obesidad, llevándose lo mejor de su persona, y se obligó a dar el primer paso.
Como la mayoría de los pacientes con exceso de peso, Bárbara vino a buscar ayuda cuando se encontraba en el punto
más alto de su peso, con un exceso de cuarenta kilos. En lo más profundo de su mente, sabía que su terapia sería una
tarea de búsqueda de su alma, y probablemente dolorosa.
A la gente le resulta difícil invertir las tácticas defensivas de la mente, y mirar dentro. Con cualquier síntoma, hay
traumas y motivos ocultos. Sus mentes construyen barreras muy complicadas para proteger el equilibrio, lo cual resulta
a menudo imposible, al menos en cierta medida.
Bárbara es una mujer despierta e inteligente de cuarenta y algunos años. Cuando le pregunté qué clase de trabajo
realizaba, se río y me dijo: «¡Soy el comodín de todas las profesiones, y perito en ninguna!» Se había casado a los
veintitrés años, y tenía dos hijos mayores.
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A los pocos minutos de nuestra primera sesión era obvio que se trataba de una persona con una mente sensible, solícita
y metafísica. Comentó que recordaba espontáneamente haber vivido en un templo de China como un místico. Si era
verdad o no, lo que eso me sugería era que durante este periodo de su vida se encontraba en el camino espiritual.
De niña había sufrido de nefritis. Después de permanecer en el hospital tres semanas, estaba deshauciada. Recordaba
haber oído a los médicos decir a su madre que no esperaban que superase la noche. A pesar de estar tan enferma, ella
sabía que no moriría.
Como consecuencia de esa enfermedad se quedó extremadamente delgada. ¡Su hermano la atormentaba llevando a sus
amigos para que vieran sus costillas! La familia hizo todo lo que pudo para que engordara, sin éxito. Sencillamente no
podía ingerir una comida completa. Tal como lo veía, «¡He tenido una lucha grande con el peso desde que pasé aquella
nefritis con siete años!»
Pensé que había tenido muchas oportunidades de ser poseída.
Lo comenté con ella, y aceptó esa posibilidad. Añadió que además de las distintas hospitalizaciones a causa de la nefritis,
la histerectomía y los partos, hacía veinte años le habían quitado un cálculo de la vejiga.
Me confirmó: «Siento espíritus a mi alrededor por la noche. Con frecuencia advierto algo a mi izquierda. Me he
preguntado si sería el chico que vivía en nuestra casa. Se mató en un accidente de surfing antes de que nos mudásemos.
De hecho, sus padres vendieron la casa por ese motivo. Hay una habitación, un dormitorio, que creo era el suyo. Casi
puedo sentirlo allí.» Ya que las reacciones de los pacientes ante las cintas de desposesión me suelen proporcionar pistas
que ayudan en el diagnóstico de posesión, grabé una para ella en ese momento.
Mientras hablaba con las entidades terrenales que pudieran estar presentes, observé un gran cambio en la expresión del
rostro de Barbara, que abarcaba desde el miedo hasta el placer. A medida que iba terminando, su cuerpo y su rostro se
relajaron considerablemente; sospeché que por lo menos un espíritu se había marchado.
«Podía ver como Billy, Ricky y Linda se marchaban. Les conocí hace tiempo en el Este. ¡Parecían tan contentos de irse!
¡Debo haberles tenido conmigo durante años! ¡Ricky murió cuando ambos teníamos seis años!»
Durante las sesiones siguientes se desprendió de muchos espíritus, a medida que yo realizaba una desposesión tras otra.
En una de ellas, sus señales digitales me indicaron que tenía trece, y muchos se habían unido durante su enfermedad
infantil.
Algunos no se daban cuenta de que sus cuerpos habían muerto, y otros de que allí se encontraban sus seres amados. En
alguna ocasión, tuve que obligarles a que se mirasen en un espejo, para que se dieran cuenta de que no se encontraban
en sus propios cuerpos. Con frecuencia, era necesario hacer que Bárbara regresara al momento de la unión para clarificar
quiénes eran y por qué había permitido que se le incorporasen. Entonces se producían llantos y temblores, porque
algunos eran muy tercos.
A veces la resistencia era casi irresistible. Había quien presentaba una dura batalla. En muchas ocasiones, Bárbara
estuvo a punto de cancelar por completo las sesiones, y entonces, milagrosamente, se daba cuenta de que ella no quería
parar.
Cada semana me informaba que había veces, cuando tenía más energía, que percibía cambios positivos en sus hábitos
de alimentación. Entonces empezaba a perder peso sin dieta alguna. Pero no todo era de color de rosa. Se producían
recaídas cuando le faltaba energía, y se encontraba cansada y dormida sin explicación aparente. También sufría diversos
achaques y dolores.
Afloraban distintas clases de miedos, los mismos que durante años había sufrido intermitentemente. Sentía que aún
quedaba gente dentro de ella, y con frecuencia podía sentir como se marchaban, cuando ponía la cinta en casa.
Ella misma lo resumió: «¡Me he sentido muy bien, y muy mal! A veces me sentía fatal. También he sentido la necesidad
de ser abrazada, acunada y consolada, y he llorado mucho.»
Una de las entidades con las que habíamos trabajado regresó.
No había entrado en la Luz. Le tomó a Bárbara la palabra de que podía volver si no le gustaba. Necesitaba ayuda para
establecer un contacto fuerte con su ser amado, y por fin se marchó, definitivamente.
Hacía experimentos poniendo la cinta de desposesión en la habitación que ella creía había pertenecido al muchacho que
se había matado. Al parecer se marchó, porque su reacción ante la habitación cambió y le pareció más ligera. Sin
embargo, sentía que su casa no estaba totalmente liberada. Desde entonces, he sugerido métodos similares a otros
pacientes, con buenos resultados.
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Cuando Bárbara vino a su séptima sesión, pude comprobar que las cosas no iban demasiado bien para ella. Parecía
deprimida, y todo su cuerpo reflejaba su estado de ánimo.
«¡Estoy descorazonada! ¡Hay tanta basura en mi vida! Me siento verdaderamente indefensa. En las últimas dos semanas,
me he sentido tan deprimida muchas veces, y he necesitado todo mi esfuerzo consciente para remontarme. ¡Presiento
que nunca perderé peso, me moriré así!»
«¿Ha pensado en el suicidio?»
«¡Oh, sí! Ha sido muy fuerte. Sé que no soy yo. Soy una verdadera superviviente. La primera vez que me golpeó, tenía
cuarenta años. Me sentí terriblemente deprimida. La semana pasada me sentí igual. Incluso me puse enferma, por eso
tuve que cancelar mi última cita. No he estado enferma desde hace mucho tiempo, por lo menos un año. Me lo inventé
para ocultarme. ¡Estaba exhausta, temblando y sudando! Dormí veinticuatro horas seguidas, de un tirón. Está todo unido
a la depresión.»
Bajo la hipnosis, las señales digitales de Bárbara me indicaron que había una entidad que se le había unido cuando tenía
veinte años, o sea hace más de veinticinco años. Cuando le pregunté si era masculina se levantaron tanto los dedos del
«sí» como del «no». Otras preguntas me revelaron que el espíritu correspondía a una mujer homosexual que había
cometido suicidio.
Cuando regresó a la muerte de la mujer, Bárbara me informó que había saltado del puente Golden Gate. Su rostro parecía
preocupado, y dijo: «¡Sé quién es, la hija de una amiga! Realmente me caía muy bien. Era una persona tan agradable.
No me puedo imaginar por qué era tan desgraciada. Al principio me negué a creer que se hubiera suicidado. Justo antes
de hacerlo, escribió una carta a un amigo diciéndole que era homosexual.
Ni siquiera su siquiatra pudo llegar a ella.»
Entonces le pedí que recordase cuándo la había poseído la entidad.
«Cuando me llevé su retrato a casa. No sé por qué le pedí a su madre que me dejara conservarlo.» Después de una pausa
larga admitió que no podía recordar su nombre. Pero inmediatamente, surgió una voz diferente, diciendo en tono bajo:
«Jean».
No perdí más tiempo y le hablé, llamando su atención sobre alguien a quien ella quería mucho, y que había venido a
buscarla.
Se marchó sin mayores problemas con su tía abuela.
Bárbara me anunció: «¡Hemos estado juntas, luchando!»
«¿Qué quiere decir?»
«Me miraba en el espejo, y no era yo realmente a quien estaba mirando. A veces me sentía muy extraña. ¡No me relajaba
nunca! Siempre con los nervios de punta. Temerosa de las alturas. Me aterrorizaba cruzar el puente Golden Gate, cosa
que hicimos en 1978. Me resultaba tan fácil saltar por encima y desaparecer, ¡otra vez! No me sentía a gusto conmigo
misma.
Estaba muy identificada con Jean.»
Después de una pausa, y con mirada confusa, me dijo:
«Siguen allí, sentadas escuchando, Jean y su tía abuela.»
Le pedí a Bárbara que le hablase directamente, y le explicase que debía entrar en la Luz y en el mundo espiritual.
«Es casi como si te invitara yo, Jean. Te tenía envidia. Tú eras todo lo que yo quería ser. Yo sabía que sentías un gran
dolor en tu interior. Me sentí tan mal cuando te suicidaste.»
Bárbara siguió hablándole, y finalmente la persuadió para que fuera a la Luz, lo que al parecer hizo.
«No sabía quién era yo. Pienso que nunca he sido la misma desde su muerte. Ha estado conmigo durante años como un
gran peso. Ahora que se ha ido, siento un vacío, como si me hubieran quitado un cáncer. Algo se ha rasgado, como si
hubiera llevado un vestido y ahora me lo hubiesen arrancado. Se acaba de descargar una gran tensión.
«Me siento extraña, ¡como si hubiera otra persona aquí! Es la otra persona que se encontraba con Jean. Es muy blanca
y muy pesada. Es tan gorda, que es como una gran burbuja. Su barbilla llega hasta su pecho. Tiene el pelo rubio, casi
naranja.
(Una pausa larga). Su nombre es Margaret. Era una amiga de Jean, del instituto. Sentía mucho afecto por Jean, estaba
enamorada de ella. Se mató... quizá porque Jean no le devolvió su amor como ella deseaba —físicamente. Entonces la
poseyó.
De manera que Jean estaba poseída en el momento de su muerte! ¿Quién cometió de verdad suicidio, Margaret o Jean?
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Quizá la homosexualidad de Jean, que ésta no podía aceptar, le llevó a matarse. ¿O era el espíritu que exteriorizaba sus
actos?
Todas estas hipótesis acudían a mi mente a medida que preguntaba a Bárbara lo que sentía Margaret.
«Frustrada y furiosa».
Decidí dirigirme al espíritu directamente. Quería que reconociera su muerte, y prepararle para una desposesión eventual.
¿Cómo se mató?
«Con una sobredosis (SD) —tragué aspirinas. (Pausa). No me encuentro bien. Siento mucho dolor en el abdomen.
(Pausa larga). Jean también tomó aspirinas antes de saltar del puente.
Yo quería que ella viviera. No sabía qué hacer. No podía hablar con ella. Estaba... sólo estaba con ella. ¡No fue mi culpa
el que muriese! (Pausa larga). Habíamos estado juntas las tres, durante mucho tiempo.»
Le pedí que buscase a sus seres amados, quienes le llevarían al mundo de los espíritus.
«No hay nadie aquí. Jean era mi única amiga.»
«Alguien ha venido a por Vd. Mire alrededor.»
«No.»
Decidí que seguir con esta táctica sería inútil. Sabiendo que era gorda, me imaginé que podría persuadirla para que se
marchara si creía que iba a tener un cuerpo esbelto. Le pregunté si deseaba un cuerpo propio que fuera esbelto y bonito
—sin necesidad de hacer dieta!
«¡Esa es una pregunta estúpida!»
Advertí una gran sonrisa en su rostro —funcionaba! Le hablé de la Luz, y de cómo, cuando entrase en ella, se encontraría
en un cuerpo perfecto.
«Pienso que eso es verdaderamente gracioso. ¿Cómo va a cambiar la Luz mi cuerpo? ¿Cómo sabe Vd. eso?»
Le señalé que había una profesora que le había ayudado a comprender. También le sugerí que después de que entrase
en la Luz, estaría sin duda con Jean.
«Hay dos.»
«¿Qué le dicen?»
«Me quieren ayudar, como lo hicieron hace años. No entiendo por qué, nadie quiere ayudarme después de tantos años.»
Le pregunté qué le estaban diciendo sus profesoras.
«Me quieren ayudar.» Mirando hacia un lado, parecía dirigirse a seres invisibles. «¿Qué van a hacer para ayudarme?»
Entonces, volviéndose hacia mí, dijo: «Prometen... no sé si me puedo fiar de nadie. Quiero ver a Jean... ir donde está
ella.»
(Llorando.)
«¿Qué dicen a eso?»
«Me pueden llevar hasta ella, porque las dos necesitamos la misma ayuda. (Pausa). Ahora estoy caminando hacia la
Luz. Es como un destello que se hace cada vez más grande, más grande...es tan brillante que no puedo mantener los
ojos abiertos.
Dicen que "eso; está bien. Tengo carne de gallina. No es caliente...pero, es agradable. Tampoco es misterioso. Estoy
comenzando a relajarme. Mi cuerpo es muy ligero. No siento el cuerpo. No es un cuerpo. Es muy diferente... como el
pensamiento...sin embargo, puedo ver. Hay belleza... y colores. ¡Soy tan ligera! (Pausa). Tengo una sensación como si
hubiera entrado en agua fría... pero es tan hermoso... y es sólo el comienzo.
(Pausa larga). No puedo seguir. Hay un periodo de reajuste.
(Pausa).
«Tengo un mensaje para Vd. Y es que no hay miedo. Nada que temer! (Pausa larga). No puedo hablar mucho más a
través de Bárbara. No es bueno para ella, según me están diciendo.
Bárbara no puede sentir su cuerpo. (Pausa). Su trabajo es muy bueno.»
Sentí que sería mejor que Bárbara recuperase el control de su cuerpo. Estaba preocupada de que pudiera haber estado
fuera de él. ¡Iba a seguir el consejo de las profesoras!
«Bárbara, regrese ahora mismo a su cuerpo. Cuando esté preparada, por favor, dígame cómo ha sido para Vd. Canalizar
a Margaret.»
(Pausa larga). «No podía sentir mi cuerpo. Estoy comenzando a sentirlo ahora. Por ejemplo, mi voz está aquí, pero mi
cuerpo no. Es como si fuera una radio encendida en una vibración determinada. Ahora está sintonizada en una vibración
concreta.
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Si permanece en ella sin estar preparada, ¡se quema! Si permanece demasiado tiempo, ¡a veces no puede regresar! Era
muy agradable. Cuando volví a mi cuerpo, comencé con la mente, luego la cabeza, el cerebro, los hombros, los brazos,
y hacia abajo por el torso. Ahora puedo sentir las pantorrillas y los pies, pero aún me siento más ligera.»
Le propuse algunas sugerencias para que se afirmase y se centrase, y le pregunté cómo se sentía.
«Me siento relajada», Sacudió las manos como si se le hubieran quedado dormidas. «El otro lado ya no está tan lejos.
En cierto sentido, se trata de un estado mental, y es tan fácil entrar en contacto.» Asintió con la cabeza: «¡Mi cuerpo
parece tan diferente!»
«¿En qué sentido?»
«Me siento como si hubiera estado flotando en el agua con pesos sobre mí. No me ahogaba, y me agarraba siempre a
mí misma para que no ocurriera. Una parte de mí sabía que me estaba ahogando. Los pesos han desaparecido. Ahora
me doy cuenta de que debo aprender a caminar otra vez. En realidad no he vivido durante muchos años. Estaba luchando,
sujetándome, controlando... satisfaciendo a todo el mundo, menos a mí misma. Como una marioneta movida por hilos.»
«¿Quién tiraba de los hilos?»
«Es Margaret la que viene a mi cabeza, el pelo rojo y el cuerpo blanco. Jean... cualquiera menos yo. Antes de Jean y de
Margaret, había alguien más, y antes de ellos, aun otras personas.
¡Yo lo he consentido! Porque me he dejado influir por tantas sugerencias, deseo decidirme yo misma.»
«¿Cómo sé que no es todo sugerencias? ¿Qué no me las estoy inventando? Sin embargo, es tan real, cuando lo
veo...¡tantas almas que sufren! Todo el mundo se agarra a mí para que les ayude, pero ¿quién me ayuda a mí? ¿Cuándo
me van a ayudar?»
«En cierto sentido, me siento sola. Aunque me siento aliviada, me siento sola. Estoy caminando con las manos en la
espalda y la cabeza inclinada. En realidad mi misión en la vida es caminar sola y servir. No va a haber nadie que me
ayude. Es como una voz de Jesús —un espíritu. La verdad es que no entiendo ese mensaje. No quiero entenderlo. No
tiene sentido que nadie me ayude. (Pausa). Es muy difícil articular estos sentimientos.»
Antes de sacarle de la hipnosis, le dije que sólo ella sabría si había sido realidad o fantasía, y que todo le parecería más
claro cuando estuviese preparada.
Cuando estuvo fuera del trance, le pregunté cómo se había sentido con la experiencia de dos espíritus, Jean y Margaret.
«Margaret era mucho más fuerte que Jean. No podía recordar su nombre. Entonces regresó de repente a mi mente, como
si ocupase mi cuerpo. No me daba cuenta de que estaba hablando, pero lo estaba haciendo.»
«La sensación en la Luz era de total levedad. Hay un periodo de transición al Otro Lado que necesitaba para
acostumbrarse a estar allí. Cuando sus profesoras le hablaban era como un eco.
No era demasiado bueno permanecer fuera del cuerpo tanto tiempo. Si me hubiera tocado, no le hubiera sentido. Podría
haberme atravesado con la mano.
«Margaret estaba muy enfadada —¡en plan listo! ¡No me vas a dar órdenes!» Lo cual cuadra conmigo. Alternando y
cambiando tan deprisa, toda su personalidad. Y después, alegría, entregándose a lo bueno, a una disolución de todo lo
negativo en la Luz.
«La otra parte, el mensaje para Vd.; lo único es que esta vez es mucho lo que se le ha dicho... aunque se suponía que lo
único que Vd. tenía que hacer era escuchar. Lo que está haciendo es importante. La gente no está del todo preparada —
es un proceso lento.
«La diferencia de aquí a allí es muy pequeña —sólo un estado mental. Hay que insistir en esa fuente, pero con mucho
cuidado. ¡Hay que saber qué fuente se está abriendo!»
Había sido una sesión excitante y productiva. Ambas habíamos aprendido mucho. Resultó una experiencia rara para mí
a causa de los muchos y muy interesantes recovecos y esquinas que jalonaban nuestra excursión: una entidad posesora
que a su vez estaba poseída —mientras que vivía ¡sin cuerpo! Y la descripción de Margaret cuando se encontraba en la
Luz— ¡era la primera vez que ocurría durante una desposesión! Muchos pacientes hipnotizados conducían sus propias
regresiones a través de sus muertes la experiencia inmediata de después de la muerte, y el viaje a la Luz —y más allá
aún. Pero, un espíritu atado a la tierra que se desprende de otro que había poseído, y seguía informando incluso fuera
del cuerpo físico —eso era único.
Cuando Bárbara se acomodó en la butaca, me anunció que realmente se había sentido muy bien durante toda la semana.
No quedaban rastros de la depresión fuerte y de los pensamientos de suicidio que había estado padeciendo justo antes
de nuestra última sesión. Sin embargo, sí se sentía sola. Era como si hubiera perdido unas buenas amigas.
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La depresión se había marchado con Jean y Margaret, pero las recaídas permanecían. Se explicó: «¡Alguien me está
obligando a comer! Es como si alguien me cogiera de la mano y me obligara a hacerlo. ¡Y yo no quiero! ¡Hay una
persona que dice, Aliméntame! Tengo la impresión de que pierdo el control de mi propia consciencia.»
«Bárbara, suena como si estuviera poniéndose caprichosa.
Es curioso la manera en que afloran los espíritus. A veces, me parece que se van a capas. Algunos tienen que irse para
que otros puedan hacerlo.
«Al parecer, Margaret no era responsable de todo su problema de peso. Puede que haya contribuido en cierta medida,
pero desde que Vd. come por obligación, tengo el presentimiento de que hay alguien más —el que dice ¡Aliméntame!
Utilicemos hipnosis ahora, y veamos si hay alguien aquí.»
Después de una inducción hipnótica, le pregunté cuándo se le había unido la entidad «aliméntame». Bárbara replicó:
«Me visitó en el hospital cuando tuve la histerotomía.» ¡Al profundizar se descubrió que el «visitante» era un espíritu
confuso que deambulaba por su habitación y que le había poseído! Realicé una desposesión inmediata, y al parecer se
marchó con sus seres amados sin dudarlo.
Temblando repentinamente, Bárbara murmuró: «¡Dorothy está aquí! Murió de cáncer hace unos años. Está furiosa
conmigo porque me he casado con Gary. Ella y Gary habían salido juntos antes de que yo le conociera. Piensa que la
he separado de él y salta hacia delante y hacia atrás entre él y yo».
Era muy difícil convencer a Dorothy de que fuese a la Luz.
Se encontraba atrapada en un sentimiento de injusticia ante el hecho de que su cuerpo hubiera muerto, mientras que
Bárbara seguía viva y sana. Se había propuesto que su rival se pusiera enferma.
Y se puso enferma. «Si permanezco en su cuerpo, comerá hasta reventar y morirá también, como yo. Entonces sabrá lo
que es. ¡Yo estaba tan llena de vida! Me gustaba hacer muchas cosas físicas, igual que a Gary. Saltaba de aviones,
navegaba.
¡Mi vida se acabó tan deprisa! ¡No es justo!»
Además de la amargura y el resentimiento que sentía hacia Bárbara, seguía aferrada a la tierra a causa de su vínculo con
Gary. Pensaba que era mucha mejor pareja para él que su propia mujer. Se relamía describiendo lo mucho que disfrutaba
estando con él —mientras lo poseía a él. Admitió que creaba problemas adrede entre ellos, y que estaba encantada de
que su matrimonio estuviese derrumbándose.
Hablé a Dorothy y le expliqué que tendría un cuerpo fuerte y sano como el que había tenido antes de enfermar. Se
mostró incrédula ante mis promesas, pero al final consintió en marcharse cuando reconoció a su abuela muerta, y vio
que tenía un cuerpo. Yo estaba a punto de bendecirla, cuando a última hora cambió de opinión y se negó a irse.
¡Era el momento de hacer algo más de lo que yo pudiera darle! Requerí la ayuda de especialistas en el mundo de los
espíritus, y constaté que resultaron de una gran ayuda en las desposesiones difíciles del pasado.
Bárbara me informó: «Todo lo que tenía que hacer era preguntar. Eso es lo que dicen. Hay cinco seres. Son estupendos.
¡Seres ligeros y brillantes! Están formando un círculo. No se pueden acercar demasiado a ella, porque sus vibraciones
son demasiado fuertes. Su abuela y un antiguo amigo, Ted, le están rodeando. ¡Ted está aquí!» El rostro de Bárbara se
iluminó con una sonrisa radiante cuando me explicaba: «Es un amigo de mi suegra. ¡Oh, escribía una poesía tan
hermosa!»
Entonces, recordando, habló a Dorothy: «Me olvidaba. Tú también escribías unas poesías preciosas. Aunque no le
conoces, he venido para ayudarte, y puede hacerlo. Antes de morir, era un hombre mayor, muy enfermo. Le resultaba
muy difícil andar.
Tenía que utilizar un bastón, y apenas podía ver. ¡Mira ahora lo hermoso que es!»
Moviendo la cabeza hacia el lado contrario, se dirigió a Ted:
«¡Oh Ted! ¡Gracias! ¡Gracias!»
Entonces, me explicó: «Los cinco seres están enviando energía y curando. Se han colocado como una estrella de cinco
puntas. Dorothy se está levantando, y llora. Quiere que yo diga "adiós" a Gary.» Después de una larga pausa, durante
la cual siguió sonriendo, continuó: «¡Esa luz es tan curativa. Resulta tan tentador caminar dentro! ¡Pero yo no puedo!»
Pregunté si Dorothy se había marchado. Limpiándose una lágrima de una esquina del ojo, asintió, y su señal digital de
«sí» se levantó.
Llegado ese punto convoqué a los espíritus curativos para que reparasen su aura y su cuerpo. Mientras aguardaba a que
realizasen su tarea, tuve una inspiración.
Puesto que Bárbara era un sujeto con una capacidad hipnótica visual y sensitiva infrecuente, decidí intentar con ella un
experimento que ya me había dado excelentes resultados con otros pacientes igualmente perceptivos.
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Otra sesión memorable había concluido. Antes de marcharse, me dijo que estaba muy cansada, como si hubiera pasado
por mucho. ¡Sin duda así era!
TODOS MIS PROBLEMAS COMENZARON A LOS QUINCE AÑOS. ¡Antes, estaba estupendamente! Me fui a Italia
por un año, y todo cambió a peor. Perdí mi autoconfianza. Perdí toda la autodisciplina que tenía. No estudié. No tuve
éxito. Desde entonces, he tenido muchos problemas. No lo comprendo. Por ese motivo estoy aquí.» A sus cincuenta
años, Paolo había decidido seguir el consejo de su mujer, y hacer algo para cambiar los continuos patrones auto-
destructivos que le impedían conseguir sus objetivos —y que además le estaban haciendo la vida imposible.
Le pregunté qué había ocurrido en Italia que pudiera haber causado ese cambio.
No había nada en absoluto, ni traumático ni infrecuente. Se le había enviado a su país de origen para que acudiese al
American College, un colegio donde se impartían las clases mitad en inglés y mitad en italiano. Sin duda, sus padres
tenían sus motivos para enviarle a casa de sus abuelos. Se le dijo que sería bueno para él practicar el italiano, y conocer
a su familia antes de que muriesen.
Se preguntaba por qué había cambiado su conducta tan drástica y repentinamente. Comentaba que antes, hasta ese
preciso momento de su vida, se había aplicado en la escuela, había obtenido buenos resultados, y además había
disfrutado estudiando, puesto que tenía una amplia gama de intereses y de actividades.
Durante su año en Italia, perdió todo interés en sus clases, y nada parecía motivarle. Tenía que esforzarse justo para
pasar.
Cuando estuvo en Italia intentó, por primera vez en su vida, hacerse con una chica. Quería sexo. ¡No tuvo éxito, pero el
deseo era muy fuerte e insistió!
Su problema actualmente era que durante un tiempo considerable se encontraba fuera de control. Bebía en exceso.
Comía forzadamente, y mantenía una batalla permanente con quince kilos de más. Todas las tardes luchaba con la
decisión de o bien ir a casa con su familia, o bien quedarse en un motel. Si se quedaba, se sentía culpable. Si iba a casa
odiaba los enfrentamientos con su mujer. En sus negocios, lo mismo se encontraba un día lleno de temores y falto de
confianza en sí mismo, y al siguiente estaba pletórico de optimismo y de nuevos planes.
Su relación con Kathy, su esposa desde hacía veintitrés años, era extremadamente tirante. Me confió que «hay ciertas
épocas del año que siento una verdadera necesidad de escaparme— en primavera y en Navidad. Nos hemos separado
varias veces.
Sencillamente me marcho —y permanezco fuera unos tres meses más o menos. La última vez —hace cinco años—
estuvimos muy cerca de divorciarnos. Tiene que existir una razón para todo esto. ¡No tengo ni idea de cuál puede ser!»
Me dijo que sentía mucho respeto por ella, y que además sabía que —en muchos sentidos— era la mujer perfecta para
él.
Se rascó la cabeza, frunció el ceño, y dijo: «La amo, pero nos peleamos todo el rato. El principal conflicto es el sexo.
No puedo excitarme —ella no me motiva. No sé por qué; de hecho solía excitarme. Es una mujer muy atractiva. Tiene
un rostro bonito. Una figura agradable. A veces, no soporto la idea de irme a la cama con ella. Ahora, el sexo se me da
tan mal que tengo miedo de intentarlo.» Añadió que bebía para escapar de la ansiedad de todos los intentos fallidos, y
evitar ir a casa.
Me parecía que el alcohol era un problema mucho mayor de lo que el propio Paolo estaba dispuesto a reconocer. Me
confesó que incluso lo había dejado durante el último año.
Comenzó a usarlo como una muleta hace veinticinco años, y desde entonces se iba al bar todas las tardes después del
trabajo. Cuando sus negocios decaían ocasionalmente, recurría a la bebida
para subir la moral.
Le arrastraron hace un año por conducir borracho. En cierto modo, la multa, la escuela de conducir, y el haber sido
fichado por la policía, le indujeron a disciplinarse. Esto dio resultado. Dejó de beber completamente. Entonces se dio
cuenta de que era capaz de seguir una dieta baja en calorías. Al perder con facilidad quince kilos, se encontraba
estupendamente y lleno de energía. Mantuvo su nuevo peso y recuperó su autoestima. Comenzó a ir a casa con
regularidad, y se llevaba mejor con su mujer y sus tres hijos.
Fueron las preocupaciones de sus negocios las que deshicieron todo lo que había ido construyendo durante ese período
de seis meses. Comenzó a beber de nuevo, y regresaron los kilos —y los problemas en casa.
El problema que más pesaba en el ánimo de Paolo era cómo llevaba el negocio. Como propietario de la ferretería más
popular de la ciudad mantenía que se llevaba de maravilla con sus clientes, a pesar de sus conflictos. «¡En un momento
dado soy el mejor! Al siguiente, estoy totalmente paranoico. Me convenzo a mí mismo de que no lo haré bien —de que
fracasaré.
Comienzo un proyecto, y me entusiasmo de verdad, y estoy seguro de que esta vez resultará. Entonces, me invade un
sentimiento irresistible que mina mi confianza y mi entusiasmo. Hago trizas el plan y vuelvo a la bebida. Ocurre una y
otra vez.
Lo peor es que yo sé que tengo condiciones para tener éxito.» Dado que albergaba la sospecha de que fuera un caso de
posesión la causa de casi todos sus problemas, le pregunté sobre su personalidad cuando bebía.
«¡Puede darse cualquier cambio! Me dedico a vagabundear de bar en bar. Mi objetivo es gustar a la gente. Cuando bebo,
me convierto en el alma de la reunión, con cualquiera menos con Kathy. ¡Entonces me pongo incluso más enfadado con
ella!»
Le participé mi temor de que uno o más espíritus le pose y eran controlándole en ocasiones, y causándole los muchos
problemas que me acababa de describir.
Tanto él como su familia habían creído toda su vida en entidades. Me dijo que la zona en la que vivía ahora estaba llena
de vibraciones malignas. Se habían producido muchas muertes, suicidios, y numerosos casos de alcoholismo —así como
visiones de fantasmas procedentes— del antiguo comentario adyacente.
Con frecuencia, su propia hija montaba a caballo entre las tumbas, y en varias ocasiones había visto el espíritu de una
chica.
Paolo estaba intrigado con la idea de que fueran espíritus quienes le hubiesen estropeado su vida, y consintió en una
desposesión.
Como siempre, comencé con una sesión de relajación, repleta de sugerencias positivas para obtener un bienestar
generalizado. Terminé con sugerencias para dormir, y que debía utilizar todas las noches. Comenzó a entrar en un trance
precioso, relajándose completamente de todas las tensiones que resultaran tan evidentes pocos minutos antes.
A medida que registraba la desposesión en la cara contraria de la cinta, comenzó a hablar, interrumpiendo el proceso.
La voz era sensiblemente distinta a la de Paolo.
Me anunció furioso: «Yo no voy a ningún sitio». La voz era atronadora y gangosa, como si estuviera borracho.
«¿Quién es Vd.?»
«George. Pero no se lo diga a Paolo, ¡ese imbécil!»
Confiando en facilitar su partida, le pregunté si veía a alguien que conociese.
«¡Pete está aquí! ¡Pero está muerto! ¡Qué diablos! No me importa. El bueno de Pete, mi compañero,» tartamudeó.
A medida que hablábamos, era obvio que sus estallidos no eran más que una tapadera de su propio miedo. A veces se
ponía frenético, e incluso estallaba en profundos sollozos, como si sólo aceptara a medias que su cuerpo había muerto.
Cuando mencioné a Kathy, comenzó a vociferar. «¡No puedo aguantar a esa zorra! Todo lo que hace es fastidiar al
pobre Paolo, ¡esa pegajosa!»
Le pregunté si era él quien había decidido darse a la bebida y quedarse en el motel.
«Sí. Si no vuelvo a ver a Kathy, seré muy feliz. Pero si ese mierda vuelve a casa cuando se encuentra muy mal, yo no
siempre puedo detenerle.»
Aunque había parado la desposesión per se, seguía registrando nuestra conversación, advirtiendo que sería muy útil en
nuestro trabajo.
No hice intento alguno por dejar que George se marchase durante el resto de la sesión. Al contrario, intenté orientarle
acerca de su condición y planté algunas semillas referentes a la buena vida de los espíritus en el más allá.
Mi objetivo principal era el establecer una relación con este sujeto, un tanto brusco y explosivo.
Cuando Paolo salió de la hipnosis, dijo, «¡Conozco a ese tipo! Soy yo mismo cuando estoy bebiendo, ¡pero no soy yo!»
Acordamos una entrevista para dos días después. Le sugerí que escuchase la conversación registrada con su mujer.
Supuse que a ella le ayudaría a comprender lo que había estado soportando, y que él a su vez se beneficiaría de la réplica.
Paolo se marchó expresando su estado de ánimo y de optimismo.
«Kathy dijo que había hablado mucho con ese espíritu. Dice que le va saliendo de mí cuando estoy bebiendo. No es que
le vea realmente, sino que ve cómo actúo yo. ¡Es George!»
Le pregunté si había sentido alguna ansiedad mientras se dirigía a mi oficina. Yo estaba preocupada por el miedo de
George.
«Era extraño. Ayer sentí una necesidad fortísima de venir a verle. No sé quién deseaba estar aquí. Luego, ayer por la
noche, me emborraché. ¡Hacía mucho tiempo que no cogía una parecida!
Y sí, me sentí nervioso a medida que me acercaba a Saratoga».
Le sugerí que utilizásemos inmediatamente la hipnosis para que yo pudiese hablar con George.
Dra. Fiore: Ayer, cuando Paolo sintió una necesidad fuerte de verme, ¿ése era Vd?
George: sí.
Dra. Fiore: ¿Para qué quería verme?
George: Sólo quería oír un poco más.
Dra. Fiore: Voy a ayudarle a comprender. Eso es lo que realmente desea, ¿no?
George: (asiente con la cabeza).
Dra. Fiore: De acuerdo. Ahora, relájese. Voy a enseñarle algo.
(Le entrega un espejo). Abra los ojos. ¿Ve esta cara? Relájese. ¿Ve mi mano aquí arriba?
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George: sí.
Dra. Fiore: ¿Siente mi mano?
George: sí.
Dra. Fiore: ¿Siente este pelo rizado?
George: sí.
Dra. Fiore: Ese es el rostro de Paolo. ¿Lo comprende? Ese no es su rostro, ¿o lo es?
George: no.
Dra. Fiore: Pero siente que le estoy tocando, ¿no?
George: sí.
Dra. Fiore: No hay duda de que le estoy tocando. Pero Vd. ve este otro rostro.
George: Sí.
Dra. Fiore: De acuerdo. Ese es el rostro de Paolo, y es un rostro familiar, ¿no? Ha visto esa cara antes porque ha
estado mirando a través de sus ojos, cuando se estaba afeitando, o cuando se estaba vistiendo.
Ahora mire bien. Ese es Paolo.
Bueno, Vd. ha estado con él desde que tenía unos quince años, y ahora ha crecido. Es un hombre mayor, de cincuenta
años. Y tiene un rostro agradable, pero no es su rostro. Cierre los ojos. Relájese.
Ahora cálmese.
Ese es el paso número uno, George. Tiene que darse cuenta de que está en el cuerpo de otra persona. Lo comprende,
¿verdad?
Ha visto ese rostro, pero no es el suyo, y ha sentido mi mano en la cabeza que Vd. sentía como su cabeza, y se ha dado
cuenta de que no es la suya. Ahora, lo más importante que puede aprender —que cualquiera puede aprender, que yo
misma puedo aprender, que Paolo puede aprender, es lo que se nos ha enseñado acerca de la muerte es un mito. La
vida continúa después de la muerte, y es el cuerpo el que muere. Su propio cuerpo ha muerto. Pero Vd. no ha muerto.
¿Comprende eso ahora?
George: (Signos de asentimiento).
Dra. Fiore: Ahora está comenzando a aceptar la idea de que Vd. ya no está en su cuerpo —sino que se encuentra en el
cuerpo de Paolo.
De acuerdo. ¿Acepta también la idea de que no existe como tal la muerte de una persona? Sólo la muerte de un cuerpo.
George: (Signos de asentimiento).
Dra. Fiore: Vd. sabe que está vivo porque está hablando conmigo, ¿verdad? Por lo tanto no ha muerto. Pero su cuerpo
sí ha muerto.
Ahora me gustaría que echase un vistazo a este cuerpo en el que se encuentra.
Abra los ojos y mírelo. Mire las manos. Mire su forma. ¿Es acaso su propio cuerpo, tal como lo recuerda?
George: (Sacude la cabeza negativamente).
Dra. Fiore: ¿Cómo era su cuerpo? ¿Qué edad tenía aproximadamente?
George: Veintiocho años... pelo liso negro... Me gusta bailar. Me gusta que todas las mujeres me rodeen.
Dra. Fiore: Entonces, apuesto a que se ha cansado de Paolo.
George: ¡No! No he encontrado a nadie más con quien me quiera quedar.
Dra. Fiore: ¿Por qué no se ayuda Vd. mismo? Cuando se marche puede tener su propio cuerpo. ¿No le agradaría para
variar?
George: (gritando). Bueno, yo ya tengo un cuerpo.
Dra. Fiore: Cuando se marche, se procurará un cuerpo nuevo.
George: no... no, me está mintiendo.
Dra. Fiore: ¿Murió su madre?
George: mm...
Dra. Fiore: Veamos, suponga que ve a su madre en su cuerpo, ¿qué le sugeriría?
George: eso no es real.
Dra. Fiore: ¿Qué ocurriría si se acercase y le tocase? (Pausa). ¿Siente que alguien le está tocando ahora?
George: no.
Dra. Fiore: ¿Siente que alguien le está tocando la mano?
George: ¡No! ¡No! (Llorando, y mirando hacia un lado, como si estuviese alguien.)
Dra. Fiore: Se está mostrando muy testarudo.
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Paolo estaba muy complacido con los cambios tan positivos que había advertido durante la última semana. Contaba sus
logros con los dedos de la mano: «Ha disminuido la ansiedad de comer, y la de beber ya no existe. Tengo sentimientos
mucho más positivos hacia Kathy. Incluso me gusta ir a casa por la noche. Soy más eficaz en todos los terrenos».
Encontraba que ahora se controlaba mejor, y esto lo atribuía al conocimiento de lo que estaba ocurriendo. Sentía que la
idea de la posesión explicaba mucho de lo que antes era inexplicable.
Con mirada intrigada, añadió: «no sé si aún hay alguien conmigo o no. Mi mente está en blanco. Me concentraré en
algo, y entonces haré algo, como mirar hacia aquí», y señaló hacia la derecha, «¡y entonces ya no podré recordar lo que
estaba haciendo!»
Recordó que el viernes anterior por la noche, después de terminar el trabajo, había decidido irse a casa. Entonces sintió
una necesidad, un impulso irresistible de pararse y tomar un trago. Manteniéndose firme en su decisión de no dar a
George lo que éste pedía, dijo en voz alta, «No, ¡no irás! ¡No te voy a dar nada!» Y se marchó para hacer un encargo.
Al terminar —y cuando caminaba hacia su coche— se dio cuenta de que los faros delanteros estaban encendidos.
Recordaba con claridad que los había apagado después de aparcar el coche. Explicó que como había dos callejones muy
peligrosos, tenía la costumbre de conducir con las luces dadas, y que siempre las apagaba automáticamente —como
había hecho durante años—. «Supongo que alguien pensó que si se acababa la batería, no podría regresar a casa... Debe
ser George. ¡Desde luego odia a Kathy!»
El sábado intentó autohipnotizarse. Habló con George, quien casi se marcha —pero entonces alguien entró en la
habitación e interrumpió la desposesión.
En ese momento, le sugerí que utilizásemos hipnosis. Se recostó, reclinando al máximo la silla. Le cubrí con una manta.
Al cerrar los ojos y responder a mis sugerencias hipnóticas, se deslizó rápidamente en una somnolencia típica de un
estado de trance. Entonces dediqué mi atención a George.
Dra. Fiore: ¿Cómo está, George?
George: Bien.
Dra. Fiore: ¡Bien! ¿Cómo se encuentra al haber venido a verme hoy?
George: No quería venir.
Dra. Fiore: Paolo me ha dicho que el otro día casi se marcha, pero que alguien les interrumpió.
George: Sí, había buena gente que tiraba de mí.
Dra. Fiore: ¿Por qué tiraban?
George: Porque no me quería ir.
Dra. Fiore: ¿Está nervioso por irse?
George: Realmente no.
Dra. Fiore: ¿Qué le preocupa?
George: Estoy aquí desde hace tanto tiempo. ¡Estoy tan cansado!
¡Verdaderamente cansado!
Le habló sobre la maravillosa vida que tendría, y lo bien que descansaría y se encontraría con sus seres amados.
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George: Son muchas las personas que me están tendiendo sus manos.
Dra. Fiore: Tome la mano de alguien.
George: Quiero hacerlo, pero sencillamente no puedo. No puedo.
(En tono desesperado).
Le tranquilicé y le ayudé a reconocer rostros familiares entre los que allí se encontraban. Estaba demasiado angustiado.
Dra. Fiore: Relájese. ¿Quiere que le hipnotice?
George: Ya estoy hipnotizado.
Dra. Fiore: Le voy a hipnotizar un poco más. Preste atención a mi voz.
Le sugerí que relajase progresivamente «su» cuerpo. Se tranquilizó, y parecía estar mucho más calmado. Entonces le
expliqué que irse era lo más sencillo del mundo. Le dije que una persona encantadora le estaba rodeando con sus brazos.
Quizá fuera su madre, una hermana, o una amiga. Le abrazaba, y se quedaría con él para ayudarle, porque le había
echado mucho de menos.
(Una pausa larga). «Se ha ido», exclamó Paolo.
«¿Cómo se encuentra?»
«¡Trastornado!» Lloró, mientras las lágrimas le caían por la cara y por el cuello. «¡Me siento libre!» Y suspirando
fuerte exclamó: «Oh, Dios... ¡la voz que siempre he escuchado se ha ido!» Unos sollozos profundos le sacudieron. «¡Oh
Dios, oh! ¡he perdido tanto tiempo!
¡Tanto tiempo de mi vida, Dios! Tengo tanto que hacer.
Sentí que Paolo se acababa de curar a sí mismo de la aflicción que había padecido durante esos treinta y cinco años.
Cuando compartí estos pensamientos con él pareció excitado y radiante.
Cuando se marchó, me sentí gozosa, segura de que se había curado a sí mismo —y a George—, en un nivel espiritual
muy profundo. El tiempo lo diría.
«¡No puedo creerlo! ¡El sexo con Kathy era mucho mejor de lo que había sido en veinte años! Voy mucho a casa. Y me
encuentro totalmente contrario a la bebida. ^Pero lo mejor es cómo son ahora nuestras relaciones sexuales. ¡Ese George
realmente me hizo daño! ¡Es tan agradable que se haya marchado!»
Paolo regresó a mi despacho dos semanas después para su cuarta sesión de terapia. Continuó: «Hace poco menos de un
mes vine aquí por primera vez. ¡Estoy asombrado ante el cambio tan completo!»
«Un espíritu puede afectar a cada área de su vida, Paolo. Era muy dominante —y sencillamente tomó el mando—. Pero
—recuerde— también Vd. tenía su poder. Si no, nunca se hubiera casado con Kathy. Él no se lo habría permitido. No
es sorprendente, pues, que haya tenido problemas a lo largo de toda su vida matrimonial. Estoy segura de que fue él
quien le obligó a marcharse en aquellas ocasiones. No obstante, todavía era Vd. responsable. Si hubiera querido, hubiera
podido pararle.
El problema era que no se daba cuenta de que tenía esa entidad. Pensaba que era Vd., pero todo eso ya es agua pasada».
Frunció el ceño, y se inclinó hacia adelante, en la silla, poniendo los codos en sus rodillas para sujetarse la frente. Era
obvio que algo le preocupaba.
«Nada ha cambiado mi actitud sobre el éxito. Esperaba que ocurriese. No puedo conseguirlo en grande, tal y como
pienso ahora. Me veo como un perdedor».
Le comenté, «Roma no se hizo en un día». Al señalarle que siempre existe una razón detrás de los problemas, le sugerí
que quizá no había superado completamente su ataque de posesión.
«Es muy improbable que sólo tuviera un espíritu con todo lo que bebía. En cada ocasión abría su aura, de manera que
otros podían embarcarse con facilidad. Así mismo, puede ocurrir también que le esté afectando una vida anterior.»
«Sí. Cuando mencionó a los espíritus recordé lo que ocurrió ayer. Estábamos de mudanza, y cuando estaba cargando
mis trastos del garaje, comencé a sentirme muy deprimido. Sentía cómo se apoderaba de mí. Cuando dejé la casa, me
sentí algo mejor, pero a lo largo del día conservé la sensación de estar siendo perseguido».
Sospechando que realmente no había ocurrido nada nuevo, le pregunté: «¿Había sentido esto antes?»
«¡Sí! Pero cuando George estaba conmigo, me sentía muy dirigido, especialmente en casa. No me he dado cuenta de la
diferencia hasta ayer. Es extraño, porque me encontraba estupendamente —hasta que entré en el garaje».
Le pedí que me lo explicara con más detalle.
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«Nada está bien. Nada va a estar nunca bien. No es más que un montón de cosas negativas. Después de marcharme me
pregunté si se había suicidado alguien en el garaje. Ello explicaría lo desanimado que me encontraba.»
Creo que experimentamos la vida a dos niveles —o más— simultáneamente: a nivel consciente, y a un nivel
subconsciente —la mente interior—. Su mente subconsciente podría haber advertido a los incorpóreos, y además saber
mucho sobre ellos.
Sin duda habría registrado cualquier impacto sobre él. Le sugerí que comprobásemos si había recogido una o más
entidades aferradas a la tierra. Estuvo de acuerdo. Cuando comencé la inducción hipnótica, sus párpados comenzaron a
palpitar, lo cual era una señal de que estaba entrando en trance. Cuando se encontró en un estado de hipnosis profunda,
le pedí que rememorase lo ocurrido el día anterior, cuando estaba en el garaje.
Paolo: Hay muchas luces a mi alrededor —figuras que se mueven—, y todas me empujan... como una manta pesada
sobre mí. ¡Verdaderamente pesada! ¡Tengo que salir de aquí!
Dra. Fiore: ¿Viene alguien con Vd?
Paolo: Alguien se cuelga de mi exterior.
Dra. Fiore: ¿No en el interior?
Paolo: Eso es.
Me dirigí a la entidad que se había aferrado a su aura, y le pregunté si se encontraba presente algún ser amado. El espíritu
contestó que su mujer había venido. Realicé una desposesión, y aparentemente se marchó, y entró con ella en la Luz.
Paolo observó: «Siento escalofríos. Cuando se marchó, parecía como si alguien levantase despacio una manta pequeña.»
Y exhalando un gran suspiro dijo: «Una levedad.»
Para asegurarme bien, le pregunté quién más se encontraba allí. La respuesta fue: «Barry.» Se marchó con su madre, y
Paolo lo describió «Como si alguien estuviera tirando a él...! ¡se ha ido».
Había llegado el momento de enfrentarnos con el problema que más le preocupaba: su falta de éxito en los negocios.
Puesto que había experimentado el mismo sentimiento de fracaso desde la partida de George, no podíamos achacárselo
a este último.
Le pedí a la mente interior de Paolo que le llevase al suceso responsable de ese conflicto.
Paolo: Sigo queriendo pensar en los años veinte. En un gran hombre de negocios — verdaderamente poderoso.
Manejaba a mucha gente, y hacía cantidad de cosas ilegales. (Pausa larga). Yo tenía una esposa bellísima, pero todavía
me gustaba distraerme. Me dejó, y entonces comenzó un infierno para mí. Todo lo que hacía se iba al infierno. Me
quedé sin nada. Me convertí en un borracho pendenciero... tirado en la calle. ¡Oh Dios cómo lo odiaba! \Era horroroso\
Ahí, sentado en mi rincón. (Pausa). Todavía me encuentro así. No soy nada. Nunca llegaré a ninguna parte. Me lo
merezco. (Pausa larga). Me veo allí, y es horroroso.
Dra. Fiore: ¿Está fuera de su cuerpo, cuando se ve a sí mismo?
Paolo: Sí. Siento pena por esa persona que está allí sentada. Desearía dejarle. Quiero marcharme a cualquier sitio...
pero no quiero morir. No se me ha ocurrido matarme. (Pausa larga). Comienzo a sentirme mejor... en pie...
verdaderamente feliz. Estoy bailando alrededor...en esta fiesta. (Pausa). Hay mucha luz. ¡Estoy solo allí!
Quería explorar el cambio producido en una persona, desde el hombre de negocios con éxito hasta el vagabundo, de
manera que le hice regresar desde esa evidente experiencia de después de muerto, cuando se encontraba en la Luz, hasta
el momento anterior cuando tenía éxito.
A medida que progresaba a través de ese tiempo, parecía como si fuese poseído mientras bebía y se relacionaba con
muchachas de citas. Como dijo, «Me cogió desprevenido. Entonces, lo único que quería era dejar de trabajar y jugar.»
Desde ese momento, se producía la caída en picado, inevitable.
Fuera ya de la hipnosis, Paolo comenzó a reír ruidosamente, mientras le caían lágrimas por la cara. Al principio era
difícil determinar si estaba riendo o llorando. ¡Quizá era un poco de ambas cosas!
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«¡Me encuentro maravillosamente! Me siento liberado de un enorme peso. Ya me encuentro distinto. Ese debe haber
sido el último periodo de una vida anterior. Siempre me he sentido atraído por los años veinte... las ropas, la música, el
estilo de vida. ¡No me sorprende!»
Parecía como si hubiera alcanzado sus objetivos terapéuticos con esa sesión. Le dije: «La velocidad se demuestra
andando.» Con independencia de lo importantes que hayan sido tanto las desposesiones como las regresiones, sólo su
vida fuera de este despacho demostrará hasta qué punto se ha obtenido el éxito.
La experiencia me ha enseñado que cuando se descarga a la gente de sus principales problemas, la vida se les convierte
en algo demasiado agobiante —e interesante— como para regresar aquí e intentar un seguimiento. La mayoría de mis
pacientes no se proponen a sí mismos una terapia de continuidad. Lo único que quieren es una solución para sus
síntomas. Incluso cuando han convenido en comunicarme cómo han ido respondiendo al tratamiento, rara vez han
cumplido con su palabra. No obstante, estoy convencida de que esa era su intención cuando me lo dijeron. A veces,
años más tarde, me he encontrado con ellos en sitios, o un paciente nuevo que ellos mismos me envían me han contado
que todos sus problemas han desaparecido —¡completamente!
Esas noticias son siempre muy gratificantes, y a veces me he preguntado acerca de los que no tengo noticias. Como ya
estábamos terminando nuestra sesión, le pedí que me llamara y me dijera cómo le iba —en caso de que no tuviera
necesidad de regresar.
Paolo, naturalmente, me prometió que o bien vendría para otra cita, o que me comunicaría en qué medida le había
afectado nuestro trabajo.
Seis semanas después, llamé a Paolo para saber cómo estaba.
El informe era excelente. Se encontraba lleno de energía y optimismo; había desaparecido por completo el deseo de
beber; iba a casa siempre, y estimaba que sus relaciones maritales habían mejorado en un setenta y cinco por ciento
desde nuestra primera sesión; había perdido cuatro kilos —sin hacer dieta.
¡Estaba totalmente bajo control! O, mejor dicho, ¡estaba al mando de su propia vida!
Cuando le pregunté acerca de sus problemas en los negocios, su voz cambió, reflejando su decepción: «Siguen siendo
un problema —pero van mejor. Tampoco es que sepa lo que puedo hacer.»
«Cuando quiera trabajar sobre el tema, llámeme, Paolo. Me parece que aún debemos investigar unas cuantas vidas
anteriores para ver por qué bloquea su propio éxito.»
Convino en llamarme al regresar de un viaje de negocios, cuando encontrara un hueco en su horario.
Yo sabía que vendría a buscar mi ayuda cuando estuviera preparado para enfrentarse consigo misma —a través de
regresiones por vidas anteriores.
A lo largo de estos últimos cinco capítulos es mucho lo que han aprendido sobre posesiones, a través de las vidas de
personas que han sido poseídas. También son muchas las preguntas que puede que hayan sido contestadas, pero
probablemente son más aun las que tienen in mente. Sin duda, la más importante sería: «¿Qué puedo hacer en ese caso?»
En primer lugar, necesitan entender bien qué es lo que crea esa vulnerabilidad que de hecho proporciona el marco
adecuado para la posesión.
Al parecer, estamos protegidos de la posesión por la fuerza de nuestras auras. Cuando vibran a frecuencias muy altas
no pueden ser penetradas por espíritus que a su vez se encuentran en frecuencias más bajas. Yo suelo explicar este
proceso a mis pacientes de la manera siguiente: «Suponga que su aura está vibrando en mil —por tomar una cifra
hipotética—, entonces sólo pueden penetrar sistemas energéticos de mil o superiores.
Si sus vibraciones bajan a quinientos, los espíritus que estén vibrando entre esa cifra y 999, y que antes no habían tenido
acceso, ahora pueden entrar con facilidad. Cualquier situación, emoción o vibración por debajo de las vibraciones de su
aura aumentan la posibilidad de la posesión.»
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El aura es a la dimensión emocional-mental-espiritual de una persona lo que un sistema de inmunidad al cuerpo físico.
De la misma manera que un sistema inmunológico debilitado deja al individuo en situación de alto riesgo para coger
enfermedades e infecciones. Así un aura disminuida genera una vulnerabilidad para la intrusión del espíritu.
He encontrado que existen dos categorías principales de condiciones o conductas que han terminado en posesiones:
aquellas en las que de hecho son las personas las que han invitado a los espíritus a entrar, y aquellas en que no sólo son
inconscientes de la posesión, sino que además no desean que ocurra —a un nivel consciente.
POSESIÓN NO DESEADA
Pienso que nosotros somos espíritus que habitamos vehículos físicos —nuestros cuerpos—, que desechamos al morir,
de la misma manera que desechamos la ropa usada. La consciencia del cuerpo procede de un ser interior, el yo mismo,
que está conectado al cuerpo por una «cuerda de plata». El cuerpo se convierte en algo inconsciente cuando el espíritu
lo abandona temporalmente.
Me parece interesante que nuestro lenguaje reconozca esta idea. Por ejemplo, decimos: él «se ha ido», o «ha sido
eliminado». Un accidente, una sobredosis de droga, un golpe en la cabeza, cualquier condición que cree un estado de
inconsciencia —por breve que sea— «abre la puerta» a una posible posesión, porque entonces el aura está
extremadamente debilitada, incluso cuando se está recuperando la consciencia.
Pienso que una de las razones por la cual la anestesia general es tan eficaz radica en que fuerza a la persona fuera del
cuerpo, y al quedarse inconsciente puede ser operado sin dolor.
Las regresiones hipnóticas revelan que, durante las operaciones, los pacientes suelen encontrarse por encima de sus
cuerpos, mirando la sesión quirúrgica, a veces incluso con cierto desinterés. A menudo, los niños, que emocional y
mentalmente están igual fuera que dentro de sus cuerpos, se sienten aterrados y abandonados, como vimos en el caso
de Ron en el capítulo 1.
Cuando desaparece la anestesia, los cuerpos vuelven a ser habitables, y los espíritus —los pacientes— entran de nuevo
en ellos.
Los médicos, las enfermeras, el personal sanitario, los paramédicos, los quiropracticantes, los enterradores y todos los
que trabajan en los cementerios son objetivos ideales para las posesiones, dada la naturaleza de su trabajo, y el lugar
donde lo realizan.
Si tuviéramos el don de la clarividencia, probablemente nos asustaría comprobar el gran número de espíritus que puebla
los hospitales. La gente muere, a menudo drogada o en un estado de confusión y de miedo, y puede quedarse allí, atada
a la tierra.
La mayoría —al no darse cuenta de la muerte— esperan que las enfermeras y los médicos sigan cuidándoles hasta el
punto de, a veces, poseerles. Uno entró en mi paciente, un enfermero, mientras le estaba administrando la respiración
boca a boca, cuando el cuerpo del espíritu ya había muerto de una sobredosis de droga. Otros espíritus están tan
desesperados por «vivir» que fuerzan su entrada en cualquier víctima que les convenga.
John fue uno de éstos. Me habló a través de mi paciente hipnotizado, un alcohólico llamado Glen. Me contó cómo había
muerto de un ataque al corazón mientras le realizaban una prueba de estrés en un hospital local. Se quedó lívido ante lo
que había ocurrido y sólo pensaba en una cosa: regresar a su cuerpo. Asimismo, necesitaba desesperadamente un trago.
Entonces se fijó en Glen, quien había sido ingresado en el centro cardíaco para una observación durante la noche,
después de sufrir lo que parecían síntomas de un ataque al corazón, que luego se diagnosticarían como una indigestión
aguda. Al darse cuenta de que no podía reclamar su propio cuerpo, John se introdujo deliberadamente en el cuerpo de
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Glen, y a los pocos días estaba bebiendo de nuevo. Desde entonces, Glen comenzó a beber vodka con regularidad,
aunque antes no le gustaba, y se emborrachaba con frecuencia. En el capítulo 6 vimos cómo este ente casi le mata.
Los espíritus que deambulan por los hospitales cazan con facilidad personas cuyas auras están abiertas. Las
enfermedades agudas suelen incapacitar bastante el aura, de manera que la mayoría de los pacientes hospitalizados
resultan vulnerables.
Este es el caso de los niños pequeños en especial, ya que los entes adultos pueden dominarlos con facilidad. Sin embargo,
a sus poseedores se les mira frecuentemente como personas reconfortantes y bien recibidas. Una vez que han sido
poseídos, sus auras se debilitan aún más, ya que se mezclan con las auras de sus poseedores que por lo general son
negativas, a causa de sus miedos y de su confusión. Al haber disminuido su protección, se convierten en presas abiertas
para otros que también desean cuerpos físicos. Cuantos más espíritus suban «a bordo», más baja será la vibración del
aura del poseído.
Las conductas que definitivamente colocan a las personas en situación de riesgo están asociadas al abuso de las drogas
y del alcohol. Incluso el experimentar inocentemente con drogas de «diversión» se traduce con los años en posesión.
Cada uno de los cientos de pacientes que he tratado, y que había abusado de las drogas y del alcohol, estaba poseído.
En todos los casos había muchos entes, que a su vez habían sido drogadictos, y que continuaban con sus hábitos a través
de sus víctimas, debilitándoles continuamente para controlarles aún más. Una alcohólica recuperada que yo traté como
paciente aún conservaba dentro de ella dieciocho espíritus alcohólicos, a pesar de que no había probado una gota en
cuatro años.
Las emociones excesivamente negativas como la rabia, la depresión, y el dolor, todos rebajan la frecuencia del aura y
disminuyen su protección temporalmente. La fatiga, en especial el agotamiento, y la enfermedad también debilitan la
capacidad protectora del aura. Si hay espíritus cerca, esperando entrar en algún cuerpo, se colarán rápidamente.
Las muertes de los seres amados o de amigos íntimos también crean vulnerabilidad a causa de los trastornos físicos y
emocionales que padecen los supervivientes. Por si esto fuera poco, suelen exponerse en los tres lugares donde se
produce la mayor concentración así como el mayor número de espíritus: los hospitales (incluidas las casas de reposo y
las residencias para convalecientes), las funerarias, y los cementerios. Con frecuencia se bebe después de los funerales,
y cualquier espíritu que haya seguido a los invitados y a los miembros de la familia hasta casa, puede poseerles entonces
con facilidad.
Los gestos de amor y de afecto suelen crear a veces atracciones vinculantes cuando mueren los seres amados. Esto
impide con frecuencia que los fallecidos prosigan su camino, y se ejerce sobre ellos una atracción magnética para que
se queden en las auras de sus feudos.
Recuerdo uno de estos casos. Grace sufrió excesivamente después de la muerte de su novio; ella cursaba el segundo
curso en la universidad cuando él se mató en un accidente de coche.
Le escribía poesía tras poesía, y mantenía con él conversaciones «imaginarias». Entonces comenzó a tener una serie de
problemas que, como descubriría años más tarde en mi consulta, se debían a que él se le había incorporado en aquel
tiempo.
Muchos de mis pacientes se han dado cuenta de que sus padres se encuentran en su interior desde su muerte.
Paradójicamente, suelen ser los más difíciles de convencer para que se marchen. ¡Pensaban que ellos sabían mejor que
nadie lo que convenía a sus hijos, y no querían oír lo que yo, una extraña, tuviera que decir al respecto!
En la inmensa mayoría de los casos, las víctimas ni querían ser poseídas ni se daban cuenta de ello. Sin embargo, algunas
personas, pedían explícitamente que les poseyeran, ¡sin darse cuenta de las consecuencias!
POSESIÓN DESEADA
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Escritores populares, incluidos Shirley MacLaine, Jane Roberts, y Ruth Montgomery, han abierto el reino de lo
sobrenatural a millones de mentes. Pienso que han contribuido en una medida muy importante al progreso del
crecimiento espiritual de la gente por todo el mundo, personas que sienten ahora gran interés por sus propias
experiencias psíquicas. Una de las experiencias más fascinantes es la de aprender cosas sobre la vida de ultratumba y
sus habitantes. En este sentido, muchas personas intentan recibir mensajes de los espíritus.
A causa de este interés creciente, el tablero Ouija ha sido muy popular durante décadas. El juego comprende un tablero
con el alfabeto impreso, así como los números, un «sí» y un «no» y una plaquita, que a su vez no es más que un objeto
triangular con patas cortas y un indicador. Se sientan varias personas alrededor del tablero colocando los dedos
suavemente sobre la plaquita, y hacen preguntas a los espíritus para que se las contesten a través de sus manos. Esto
hace que la plaquita se mueva alrededor del tablero, expidiendo respuestas. Puede resultar interesante, ¡excitante,
divertido, y... devastador!
La escritura automática es otro de los sistemas mediante los cuales la gente invita a los espíritus a que se incorporen
temporalmente.
La práctica usual consiste en sujetar plumas o lapiceros sobre el papel, esperando que los entes utilicen sus brazos y
manos para escribir mensajes. Esto puede resultar peligroso, porque puede atraer a los espíritus que no respetan las
propiedades de otras personas: ¡sus cuerpos!
Una paciente me contó una experiencia que había tenido hacía muchos años. Estaba aprendiendo a escribir
automáticamente con un médium, y recibía comunicaciones muy interesantes en distintas letras. Una noche se despertó,
y se percató de que su mano «estaba escribiendo» en el aire. No podía controlarla, a pesar de toda su fuerza y voluntad.
Después de diez minutos de terror se paró repentinamente. Desistió de su aprendizaje, y no volvió a sufrir semejante
experiencia. Fue muy afortunada, desde luego. Su profesora continuó recibiendo mensajes en lenguas extranjeras que
desconocía, así como en pentagramas musicales. Su escritura se aceleraba, pero sus defensas se derrumbaron, y ¡tuvo
que ser ingresada en un hospital!
Su experiencia fue parecida a la de un paciente que nunca llegué a ver. Mi secretaria recibió una llamada urgente de una
mujer que insistía frenéticamente en verme ese mismo día. Tenía miedo de perder la cabeza, y estaba exhausta y asustada
porque los espíritus la obligaban a escribir mensajes día y noche. Fue enviada a un centro de salud mental, ya que yo
tenía todas las horas comprometidas. A menudo me he preguntado qué habrá sido de ella, y si recibía la ayuda que
necesitaba.
El abrirse a los espíritus no conduce necesariamente a la posesión, y si esto no ocurre es una bendición, ¡porque se han
bajado las defensas voluntariamente!
La gente se lamenta: «Yo sólo quería que viniesen espíritus muy evolucionados, los buenos.» «¡No deseaba esto!»
Cuando se invita con carta blanca, cualquier espíritu puede entrar y quedarse.
El Exorcista, una película que trata de una niña poseída por el demonio, está basada en el caso real de un chico cuya
posesión diabólica fue el resultado de jugar con un tablero Ouija. En la película, un sacerdote católico, exorcista
entrenado y experimentado, resultó muerto durante el exorcismo. Muchos exorcistas han perdido sus vidas a
consecuencia del exorcismo, o ¡incluso durante el mismo!
Ahora que son conscientes de la peor de las consecuencias —la posesión demoníaca—, les mostraré resultados menos
catastróficos.
Por ejemplo, en el caso de Tina, los entes eran afortunadamente terrenales, pero aun así, por poco la vuelven loca.
Tina vino a verme porque su madre «la envió». Muy pronto, en la primera y única sesión que tuvimos, quedó
perfectamente claro que a su juicio no necesitaba ayuda alguna. Según ella, «Ya no oigo voces.»
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Era una mujer joven de veinte y pocos años, bajita y gruesa, y sensible en extremo, la que vino a verme vestida
completamente de negro, incluso las medias. Contó su historia, comenzando con una crisis nerviosa que había padecido
hacía dos años.
De repente, y después de un periodo intenso durante el cual utilizó el tablero Ouija, el Tarot, y la escritura automática,
comenzó a oír voces en su cabeza. Se identificaron como las mismas tres personas que habían estado enviándole
mensajes a través del tablero y de la escritura. «Eran verdaderamente agradables, educadas, y amistosas. Hablaban
mucho, durante todo el día.»
Tina explicó que solía preguntarles acerca del colegio y de sus amigos, y que le daban respuestas y consejos. Cuando le
pregunté si le habían ayudado, eludió la respuesta y continuó diciendo: «Eran mis amigos. Incluso decían "buenas
noches" y dejaban de hablar para que yo pudiera dormir.» Siguió dando detalles acerca de su amistad con ellos, y
entonces, frunciendo el ceño dijo: «Luego se volvieron malos, y decían cosas desagradables como "negra" y "eres una
asesina".» Advirtió que las voces eran distintas y supuso que sus verdaderos amigos se habían ido.
Las voces se hicieron tan persistentes, que no podía tener una conversación normal con otras personas, y por fin, agotada
y confusa, tuvo que dejar la universidad. Ordenó al nuevo «grupo » que se marchara, pero la hicieron hablar aún más.
Por entonces, presentaba ya síntomas físicos, entre los cuales el peor era los vómitos intensos que duraban hasta veinte
días. Sus padres, preocupados por ella, la llevaron a un psiquiatra, quien diagnosticó esquizofrenia, comenzó una terapia
con medicación, y consiguió que pasara los días en una unidad especial de un centro de salud mental, regresando por la
noche a casa. Después de un año —y siguiendo con la medicación— pudo regresar a la universidad, con obligaciones
limitadas, y una sola asignatura: por ejemplo, canto.
Al terminar su historia, añadió que no comprendía por qué sus padres le habían quitado el tablero Ouija. Incluso después
de que le explicara lo que yo pensaba que le había ocurrido —posesión— afirmó serena y firmemente que no tenía
intención alguna de abandonar la escritura automática, porque todavía «se divertía» con los tres espíritus originales —
sus amigos, que habían regresado.
Puesto que seguía viendo a su psiquiatra con regularidad, no quería continuar nuestros tratamientos. Pensé que la
verdadera razón era que sabía que en mi opinión tanto ella como sus «amigos» estarían mejor si se marchaban al mundo
de los espíritus, adonde pertenecían.
Otra práctica que abre la puerta deliberadamente es «sentarse » en una sesión de espiritismo. En este caso, la idea radica
en que el grupo de gente sentada entre en contacto con los espíritus. Con frecuencia esta gente no tiene ni idea de lo que
dirán los entes. He oído hablar de adolescentes que —al jugar medio en serio— se asustaban mucho cuando algo ocurría.
Una vez más, al igual que ocurre con el tablero Ouija y la escritura automática, la llamada llega a los espíritus. Si entre
los presentes hay alguna persona especialmente sensible a lo psíquico, o con las auras debilitadas, los espíritus pueden
incorporarse, aunque no sea temporalmente.
Hemos visto varias formas —el tablero Ouija, la escritura automática y las sesiones— mediante las cuales la gente
consiente deliberadamente que entren los espíritus. Con anterioridad, hemos visto también que algunos han sido
poseídos sin desearlo.
Estas son las dos grandes categorías. Muchas veces las fronteras son borrosas. En la «frontera» entre ambas existe una
zona donde la gente pide ayuda a los espíritus, o les llama sencillamente porque se siente perdida o sola. Se abren
deseando entrar en contacto, sin planificarlo. A veces obtienen mucho más de lo que habían pedido.
Viene ahora a mi mente un ejemplo divertido. Al principio de su tratamiento, Marilyn se desprendió de varios entes,
entre otros una madre dominante y otros parientes. En una sesión después, me confesó humildemente que se había
estado debatiendo con una decisión importante, y que había reclamado la ayuda de los espíritus, aunque era consciente
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de los peligros potenciales. Se rio y dijo: «Todo el mundo tenía su opinión —yo tenía un verdadero comité—, y todos
estaban en desacuerdo.» Descubrimos que, como bien sospechaba ella misma, algunos se habían quedado con ella.
Un fenómeno que no suele entenderse bien es el del compañero de juego visible o imaginario. Bajo hipnosis mis
pacientes se han convencido de que en efecto se trataba de espíritus.
Fuertes vínculos de amistad y de dependencia mutua, establecidos en un momento determinado, resultaron en la
aparición de ambos, el espíritu y el niño. Desde entonces, han cohabitado en el mismo cuerpo, y el poseído no se daba
cuenta conscientemente de la posesión.
Creo que la mayoría de mis pacientes que fueron poseídos por muchos espíritus, y que con frecuencia recogían a otros
nuevos entre las sesiones de terapia, eran médiums «incontrolados» o «sensitivos». Este caso se daba especialmente
entre los que no abusaban ni de las drogas ni del alcohol. Las cosas más livianas debilitaban sus auras: tomar una comida
con MSC o una tableta de algún analgésico. Incluso conducir cerca de un cementerio o visitar a un amigo en el hospital
resultaba en una nueva posesión.
Creo que una de las razones por las cuales algunas personas son más psíquicas que otras es porque poseen la capacidad
de llegar a sus propias mentes subconscientes, habilidad que la mayoría no posee. Es más, pienso que
subconscientemente todos nos damos cuenta de las mentes subconscientes de otros, pero lo que percibimos no suele
«colarse» hasta nuestras mentes conscientes, donde podríamos utilizar los datos. A veces, cuando consigue penetrar,
tenemos una «corazonada», una premonición o una intuición sobre algo.
Los psíquicos tienen una relación especial con sus mentes interiores. Desgraciadamente, esta sensibilidad es un arma
de doble filo, ya que según mi experiencia al haberles tratado, resultan especialmente vulnerables para la posesión.
Parece como si tuvieran las fronteras debilitadas —es decir, las defensas—entre sus mentes conscientes e inconscientes.
Esto permite que aflore lo negativo del subconsciente (miedos, memorias traumáticas, etc.), lo que resulta en una
inestabilidad emocional, que por supuesto reduce a su vez la frecuencia de sus auras.
Esto, añadido a su deseo de ayudar a las personas, incluso a los espíritus, resulta en posesiones que por lo general tienen
su origen en la infancia. Este es el caso especialmente de los clarividentes que vieron espíritus siendo niños.
De mis conversaciones con médiums entrenados en Brasil y en Inglaterra, he aprendido que también ellos tienen estas
experiencias, desagradables tanto para ellos como para sus familias, hasta que pudieron controlar sus poderes. A veces
esto requería un entrenamiento intenso, y ayuda de otros médiums durante algunos años. Entonces, utilizaban su
sensibilidad en un sentido razonable y beneficioso: sirviendo a otros. Desgraciadamente, en este país tenemos muy
pocos, o casi ninguno, centros donde se pueda recibir este tipo de entrenamiento. Yo contemplo mi papel terapéutico
con estas gentes como un freno a sus capacidades de médium —excepto en casos raros—, y ayudo a la persona a
recuperar terreno, a centrarse más y a equilibrarse.
Con anterioridad, yo comparaba el aura con el sistema inmunológico —ambos nos protegen. He demostrado cómo las
personas que rebajan voluntariamente e involuntariamente las vibraciones de sus auras, acaban en posesión. Ahora
quiero compartir con Vds., un hallazgo intrigante, que provoca más preguntas de las que responde.
Cierto número de mis pacientes han rastreado el origen de sus posesiones hasta sus nacimientos, infancias, y edades
adultas, cuando eran felices y se encontraban bien. Sencillamente «recogieron» espíritus. Ellos no hicieron nada para
crear una situación de vulnerabilidad. No pude encontrar ninguna razón, y sin embargo estaban poseídos.
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Siguiendo con la analogía del sistema inmunológico, quizá algunas personas tienen una susceptibilidad inherente,
comparable a la debilidad genética de un cuerpo físico.
Es posible que la explicación radique en vidas anteriores. Puede que la posesión fuera su karma. También pudiera ser
que se hubieran formado vínculos entre los poseídos y los poseedores durante vidas anteriores. En muchos casos
complicados de posesión, especialmente si la posesión no ha sucumbido a mis estrategias, he encontrado que existían
conexiones y motivaciones para la posesión en vidas anteriores. En el caso de Anne, pudieron comprobar el fuerte
vínculo existente entre ella y su poseedor, es decir: el resultado de una relación amorosa en una vida anterior.
Ahora que han visto cómo entran los espíritus en las auras y en los cuerpos de las personas, veamos un aspecto más
positivo: cómo puede empezar haciendo algo acerca de la posesión, sencillamente detectándola. Una vez que se ha
establecido, o incluso se sospecha el diagnóstico, pueden tomarse las medidas oportunas para eliminar la condición. En
los dos próximos capítulos les mostrarán técnicas adecuadas para conseguir estos objetivos.
Ahora que han visto en los cinco casos-estudio cómo cinco personas experimentaron sus posesiones, puede que hayan
advertido ciertos-síntomas que pueden tener en común, así como algunos síntomas únicos y particulares de cada caso.
En el capítulo 6 también les mostré las distintas maneras en que la posesión afecta a la gente.
Para ayudarles a apreciar si les importa estar poseído, describiré los signos y los síntomas que constituyen los
indicadores más claros. Recuerden, que lo importante es el efecto global, y no uno o dos síntomas.
1º Las características más destacables que experimenta toda persona poseída es una rebaja persistente del nivel de
energía.
Un momento muy bueno para controlar su energía es la mañana. Repose tranquilamente en la cama —justo antes de
levantarse—y sintonice dentro de su cuerpo. Compruebe si se encuentra preparado para el día y si tiene energía
suficiente para hacer frente a sus necesidades. ¡Utilice su sentido común! Pueden existir muchas razones para el
cansancio: una calidad pobre o insuficiente de sueño, las actividades de la noche anterior, alergias, crisis con las que ha
estado batallando, y estrés. Puesto que todas son iguales, si no existen razones lógicas para su fatiga, considérela como
una señal positiva de una posible posesión.
2º. La característica más reveladora de posesión consiste en cambios en su personalidad, a veces golpes repentinos de
humor.
Por ejemplo, ¿utiliza a veces palabras o actos ajenos a su carácter? ¿Piensa, «ése no soy yo»? Esto puede ocurrir
especialmente si ha bebido mucho, o si ha estado bajo la influencia de las drogas. ¿Le han dicho, a veces, que es como
«otra persona»? ¿Ha advertido un cambio repentino? Si esto ocurrió después de la muerte de seres queridos o de amigos
próximos, quizá se le han unido. Fíjese si presenta algunos de sus hábitos, intereses, idiosincrasias, o rasgos de
personalidad. ¿Les ha llamado o se le han colgado? ¿Percibió algún cambio después de una operación quirúrgica o
durante o después de una hospitalización?
3º. Muchos hablamos con nosotros mismos, verbal o mentalmente. Puede ser reconfortante, e incluso divertido. Estas
«conversaciones» pueden haberse convertido en algo tan habitual, que ya ni se da cuenta.
Cuando estos diálogos tienen lugar entre Vd. y un ente, pueden desvelar muchas cosas acerca de la personalidad de su
poseedor, así como de su «relación»: quien tiene miedo o está enfadado, y quien manda. Cuando sintoniza con los
pensamientos de la entidad y los acepta como suyos, es muy difícil distinguir de quiénes son.
Muchos de mis pacientes se han dado cuenta más tarde de que cuando creían que estaban hablando consigo mismos, en
realidad lo estaban haciendo con sus espíritus poseedores, a quienes conocían subconscientemente! Exclamaciones
típicas como: «¡No tienes nada que temer!» «¡Déjalo!», «No debes sentirte así, tienes mucho que ofrecer.» A menudo
la gente se hablaba a «sí misma» como lo harían con niños, o con gente con una personalidad muy distinta de la suya.
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Resulta más fácil si el espíritu «se dirige» a Vd. o le «habla» en segunda persona. Por ejemplo: «Quieres comer helado»,
o «No crees en los espíritus», etc.; en este caso es mucho más evidente que no se trata de Vd.
A veces los poseedores le darán órdenes, mandatos, o incluso le incomodarán. Dependiendo de la personalidad de los
espíritus, su trato para con Vd. será protector, crítico, o exigente: «No tienes que trabajar tanto», «No dejes que se
aproveche de ti», «Perra, nadie te querrá nunca», «Gorda asquerosa».
En la mayoría de los casos estas conversaciones o comentarios son pensamientos. En casos extremos, los pacientes
llegan incluso a oír voces dentro de sus cabezas —rara vez— de alguien conocido.
4º. Como han podido constatar a lo largo del libro, el consumo de substancias suele ser un elemento importante en la
posesión. Si abusa de las drogas y/o del alcohol, esté seguro de que está poseído. ¿Ha decidido dejar las drogas, el
alcohol, o el tabaco, y «reconvertirse», o escuchar comentarios sobre las conversaciones interiores, como hemos
señalado más arriba? Si este es el caso, entonces es que Vd. probablemente tiene uno o más espíritus interesados en que
conserve esos hábitos.
5º. ¿Es impulsivo, y hace cosas sin pensarlo? Quizá es Vd. cuidadoso con su presupuesto, y sin embargo se lanza a
compras extravagantes. Puede que se trate de otros seres que se miman a sí mismos. Los espíritus tienen mentes propias,
y no tienen que pagar las consecuencias, ¡ni las facturas!
6º. Si hay dos o más personas habitando su cuerpo, puede olvidarse de cosas, y tener rupturas en su consciencia. Esto
puede ser muy serio, ya que horas, e incluso días, ¡pueden faltar de su memoria! ¿Le ha ocurrido entrar en una habitación
y no recordar por qué está ahí? Si tiene muchas cosas en la cabeza, eso podría justificar ese tipo de comportamiento,
pero no el olvidarse de horas enteras, de días completos, o de actividades recientes. Si advierte que esto le ocurre,
considérelo una señal positiva.
7º. Los problemas de concentración suelen estar íntimamente relacionados con pérdidas de memoria. ¿Le resulta muy
difícil mantener actividades mentales? ¿Le resulta imposible concentrar su atención en lo que está leyendo, o en las
conversaciones? ¿Tiene la sensación de que a veces se encuentra en una nebulosa? Quizá tiene un ente drogado, o un
espíritu de edad avanzada.
8º. ¿Experimenta ansiedad o depresión sin razón aparente? ¿Surge de repente, de «la nada», o suele estar en el fondo la
mayoría de las veces? Como explicamos en el capítulo 6, algunos espíritus se sienten así, y se manifiestan a través de
Vd.
9o. Los espíritus recogidos en el hospital pueden haber muerto enfermos, drogados y con dolor, o también puede que
sus cuerpos hayan sido trasladados hasta allí después de su muerte, como consecuencia de accidentes, o de ataques al
corazón.
¿Le costó mucho recuperarse? ¿Ha tenido otros dolores o síntomas desde su hospitalización, que al parecer no guarden
relación con su estado? De nuevo, use su buen juicio, y ¡no se lance a conclusiones!
10º. Sus propias reacciones a este libro pueden ser en sí mismas un buen diagnóstico. Si su lectura le ha resultado difícil,
si no pudo terminar algunos casos o secciones porque le causaban ansiedad u otras respuestas emocionales, entonces
con toda probabilidad está haciéndose eco de espíritus poseedores.
Mientras las tenga frescas en su mente, apunte las reacciones y lo que las causaron en una libreta. Tiene que ser su
propio detective, por tanto manténgase alerta a cualquier pista. Registre cualquier conducta que le parezca sospechosa.
Lea de nuevo La Posesión con una libreta de notas a mano, y observe sus reacciones. Sintonice con las respuestas de su
cuerpo: latidos fuertes del corazón, sudores, problemas de respiración, temblores, estremecimientos. Estas son todas
señales de ansiedad.
Ahora que ha leído las diez señales más comunes de posesión, es momento para que se evalúe a sí mismo, o a cualquier
persona que le preocupe.
Resulta una gran ayuda el ser lo más objetivo posible. ¿Cuenta con alguien en su vida, con quien se encuentre cómodo
compartiendo sus preocupaciones? Si es así, pídale que le asista con la lista de comprobación que sigue, y que discuta
con Vd. cualquier otra señal que pueda haber advertido.
Entre el material citado más arriba hemos reunido los siguientes elementos al objeto de confeccionar una lista de control
que le permita apreciar la posibilidad de posesión tanto en Vd. mismo como en otros. Puesto que la mayoría de los
elementos de la lista pueden ser resultado de otras condiciones, no asuma que tiene «visitantes» basándose sólo en uno
o dos elementos.
El retrato de conjunto es lo que es de verdad importante. La ventaja de esta lista reside en que le ayudará a discernir
más, y esta discriminación depurada le conducirá a darse cuenta de la posesión, si ocurre. Una vez que sabe o sospecha
la causa de su condición, es entonces cuando puede empezar a hacer algo para ayudarse a sí mismo, y ayudar a su
poseedor.
PUNTUACIONES
Ningún problema, nada advertido: 0
A veces, un problema no importante: 1
Ahora siempre, la mayoría de las veces, o sí: 2.
LISTA DE CONTROL
1. Nivel de energía bajo
2. Cambios de carácter u oscilaciones de humor
3. Voz (-ces) interior (-es) que le habla (-n)
4. Abuso de drogas, incluido el alcohol
5. Conducta impulsiva
6. Problemas de memoria
7. Escasa concentración
8. Ataques repentinos de ansiedad o de depresión
9. Ataques repentinos de problemas físicos sin razón aparente
10. Reacciones emocionales y/o físicas ante la lectura de La Posesión.
Una puntuación global de 10 o más sugiere posesión (una puntuación de 2 en elementos 2, 3, 4, o 10 nos lo sugiere con
fuerza). Si ha obtenido una puntuación de menos de 10, utilice su buen juicio, porque ello no significa que esté
definitivamente poseído. El mero hecho de «oír» voces interiores indicaría que tiene espíritus.
La posesión no es una «sentencia de muerte» o una enfermedad final. Se trata de una condición que por lo general tiene
remedio. Si es incapaz de resolver el problema por sí mismo, se encuentra de todas formas mucho mejor que antes,
porque ahora puede comprender sus síntomas, y recabar ayuda. En el capítulo 14 describiré las técnicas tanto para la
auto-desposesión como para la desposesión de otra persona. También he incluido una transcripción de la desposesión
que de hecho utilizo con mis pacientes, para que lo puedan comprender mejor, y en el capítulo siguiente les propongo
algunos consejos al respecto.
Utilizando la técnica descrita en este capítulo puede liberarse a sí mismo o a otra persona de los espíritus poseedores.
Algunos de mis pacientes lo han hecho por su cuenta, entre sesiones de terapia.
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Una desposesión no causa daño alguno. En el mejor de los casos los entes se marcharán, y lo peor que puede ocurrir es
que se sientan molestos durante un tiempo, pero después se queden.
La desposesión no atrae a ningún ser corpóreo que esté buscando «residencia»; de hecho, produce el efecto contrario,
les repele.
Resulta esencial darse cuenta de ciertos puntos clave cuando se está realizando una desposesión, bien para uno mismo
bien para otra persona. Los espíritus poseedores son almas perdidas, literal y figuradamente. Recuerden que sufren,
aunque pretendan que no es así. Yo les considero como los verdaderos pacientes, y no las personas que los albergan.
En vez de pensar en este procedimiento como «librarse de» o «echar a patadas» a los entes, piense en ello como en un
método que les ayuda lo más posible. La gama es muy amplia: desde condiciones totalmente desesperadas y perdidas a
condiciones en las que por fin encuentran la paz, dejando atrás todas sus preocupaciones y miedos mundanos. El mayor
esfuerzo debe estar encaminado a convencerlos de que es verdad. Cuando esto se ha conseguido, ayudarles a marchar
es un proceso relativamente sencillo.
Suelo explicar a mis pacientes que si yo les librase de sus espíritus por la fuerza, sin asegurar a estos últimos que se les
conducía a reinos más altos, les estaría creando un problema horrendo, tanto a estos entes como a los mismos seres a
los que podrían unirse más tarde. Es muy improbable que sus nuevos poseídos buscaran la ayuda adecuada, y por tanto
cargar con sus posesiones el resto de sus vidas.
La actitud más importante que debe adoptarse durante una desposesión es de preocupación por los poseedores. Lo cual
resulta muy difícil cuando se paga un precio alto. En casos de suicidio inminente es muy tentador olvidar de quién son
las necesidades prioritarias. En estos casos se impone la ayuda de un profesional en salud mental, así como en aquellos
casos que impliquen violencia física. Si el terapeuta no está dispuesto a tratar la condición como una posesión, entonces
su propio trabajo, con los espíritus puede continuar al mismo tiempo que recibe ayuda del profesional. Desde luego, la
situación ideal sería que su terapeuta le ayudase con los entes, en cuyo caso sería prudente dejar la desposesión
completamente en sus competentes manos, de él o de ella.
Por lo general no se darán cuenta de las identidades de los espíritus poseedores. Sin embargo, a veces resulta muy claro
quién está con Vd. Esto es especialmente cierto si se trata de seres amados: padres, abuelos, esposos, hijos, o amigos
íntimos.
Con los seres amados es preciso hacerse la firme promesa de dejarles ir emocionalmente. A veces el factor que dio pie
a dicha posesión en un principio fue precisamente su dependencia emocional, que pudiera haber continuado después de
sus muertes.
De hecho, algunas personas han rogado a los seres amados muertos que se queden con ellas. Muchos pacientes me han
confirmado con orgullo que han tenido con ellos a sus padres o esposas durante años, y me han relatado las diferentes
maneras en que los poseedores les ayudaron, resultando en última instancia una fuente constante de consuelo y de apoyo.
Sin embargo, puesto que los seres amados eran espíritus terrenales, unos y otros estaban cometiendo un grave error.
Sólo a veces se derivan pequeños beneficios de la posesión: habilidades especiales de los espíritus, compañía, etc., pero
nunca es una solución sana, e impide el crecimiento espiritual de ambos participantes. No debería continuar cuando la
persona poseída es consciente de la situación, ¡por muy fuertes que sean los vínculos!
La forma más efectiva de realizar una desposesión es registrándola, utilizando la transcripción que sigue, o una que
elabore Vd. mismo, siguiendo los criterios que explico más adelante. El poner la.cinta una o más veces al día si fuera
necesario, educa de forma repetida a los espíritus poseedores, y llama su atención sobre los seres amados, que se habían
quedado con ellos desde la primera desposesión, cuando fueron llamados. A veces, los entes necesitan un cierto tiempo
para poder oír lo que se está diciendo, para hacer frente a sus condiciones y a sus propias opciones.
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El poner la cinta también le proporciona a Vd., o a la persona que está ayudando, la oportunidad de fijarse en pistas que
puedan confirmar el diagnóstico de posesión, ya que a veces los espíritus «se esconden».
Cualquier reacción, aparte del interés neutro, sugiere la presencia de espíritus poseedores. Las reacciones que debemos
esperar son pensamientos que vienen a la cabeza, tales como «¡no quiero oír nada más!», «¡no quiero escuchar la cinta!»,
o cosas tan reveladoras como «¡tú, no quieres escucharla!»
Las respuestas emocionales que surgen a lo largo de la desposesión, como la ansiedad, el miedo, el alivio, la alegría y
la rabia, son las respuestas del ente que está reaccionando.
Sin embargo, al espíritu le resulta muy difícil ocultar las sensaciones físicas: la náusea, el temblor y los dolores son
pistas excelentes.
Un diario donde registre fechas e impresiones puede darle una idea de cuándo se marcha el ente. Si, por ejemplo, siente
náuseas cuatro veces seguidas, y luego se pasa, podría ser que el espíritu se haya ido.
Otra manera excelente de desposesión es que alguien —es poso/a, pariente o amigo— le lean la transcripción. O, si está
realizando la desposesión en otra persona, léasela. Si lo prefiere, puede decírselo con sus propias palabras. Esto suele
ser muy conveniente si sabe quiénes son los poseedores, especialmente si son miembros de la familia.
Puede reunir a un grupo de personas al objeto de que le ayuden —o a la persona que según sus sospechas está poseída.
Una actúa de desposesor, los otros envían energía al cuerpo del poseído colocando las palmas hacia su cuerpo, muy
cerca, pero sin llegar a tocarlo. Recen juntos primero, y pidan ayuda para convencer al ente de que se marche. Cada uno
de los presentes debe rodearse de la Luz Blanca. (Visualice una luz brillante y blanca a su alrededor.) Si está realizando
una desposesión para otra persona, que ésta se relaje, cierre los ojos, y se imagine rodeado de una Luz Blanca (véase el
capítulo 15). Entonces, pidan ambos ayuda espiritual y/o digan una oración. Hablen directamente con el ente, siguiendo
los pasos que se describen más abajo. Si conoce al espíritu, diríjase a él por su nombre. Si no es así, diríjase a él en
términos generales o lea la transcripción que presentamos a continuación.
Si cree que el espíritu es alguien que sólo entiende otro idioma, háblele, a él o a ella, en ese idioma.
Si conoce a la gente y las circunstancias de sus muertes, le resultará mucho más fácil ayudarles. También puede
convencerles mejor de su verdadera condición explicándoles cómo murieron.
En ese caso, y si se trata de seres amados, recurra a su amor hacia Vd. para persuadirles de que se marchen, y no deje
de explicarles que su presencia le es perjudicial. Asegúreles de que cuando las personas aman no están nunca separadas,
ni siquiera por la muerte, y que cuando se hayan marchado, sólo está a «un pensamiento de distancia». Que quede muy
claro, que pueden regresar del mundo de los espíritus para visitarle.
Cuando se hayan convencido de que de verdad le están haciendo daño, y de que no estarán separados para siempre, esos
espíritus poseedores por lo general se marcharán inmediatamente.
Si fuera necesario, puede utilizar un espejo para convencer a los poseedores de que ellos no son los poseídos: que se
miren en él y vean el rostro de los poseídos. Indíqueles cuán diferente es ese rostro del suyo propio.
Para ayudar a los entes a superar el más común de los miedos —el infierno—, dígales que ha venido del mundo de los
espíritus un especialista en educación religiosa para ayudarles: sacerdote, monja, ministro, rabino, etc.
Si sospecha que el espíritu estaba enfermo y/o era anciano, sugiérale que en el mundo de los espíritus podrá dormir
confortablemente entre sábanas, y despertar en un hospital o en cualquier otro lugar donde enfermeras y médicos atentos
se ocupen de él.
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Si los espíritus son alcohólicos, drogadictos, y fumadores empedernidos dígales a su vez que podrán tener todo el
alcohol, drogas, y cigarrillos que necesiten, en el mundo de los espíritus. Incluso puede indicarles que miren bien, porque
sus seres amados les están enseñando estos productos. En algunas regresiones que he realizado, al parecer los entes
reciben estas drogas, para ser tratados después por espíritus médicos a su propio ritmo.
En problemas de adicción, suele ser una gran ayuda que el poseído se abstenga de cualquier sustancia a la que sea adicto
el ente. Puede resultar muy duro los primeros días, pero ayudará a demostrar al espíritu que obtendrá con más facilidad
lo que desea en el mundo de los espíritus. Un ente que había poseído a un paciente durante cuarenta años se marchó
porque el paciente le dijo que no volvería a probar otra gota de alcohol.
Uno de los temores que suelen asaltar a los espíritus es que dejarán de existir si abandonan a sus poseídos. Es crucial
convencerles de que eso no es verdad. Indicarles que sus seres amados fallecidos están muy vivos, que les cojan de la
mano para que se den cuenta de lo reales que son. Utilice su ingenuidad, pero sobre todo, ¡convénzales de que sus vidas
continuarán! Puede llamar a cualquier espíritu que necesita para que le proporcione ayuda extra. Por ejemplo, un
muchacho adolescente rebelde se avendrá mejor a marcharse si viene a buscarle el espíritu de una linda muchachita. Si
viene un espíritu que no gusta al poseedor, llame a otro. Un espíritu masculino detestaba a su mujer, y cuando la vio se
negó a marcharse con ella. Yo me limité a que se fijara en otra persona, y se marchó inmediatamente.
También puede pedir a los espíritus médicos y enfermeras que administren sedantes y tranquilizantes. Por último puede
pedir incluso que vengan San Miguel, Gabriel, o el propio Jesús.
INSTRUCCIONES GENERALES
2. Comience por relajarse durante unos minutos en una silla cómoda, o en un sofá. Cierre los ojos, y respire despacio y
profundamente tres o cuatro veces, inhalando y exhalando tranquilamente por la nariz. Diga sus oraciones favoritas —
la Oración del Señor suele ser eficaz. Si tiene fe en ciertas imágenes religiosas, como Jesucristo, Buda, los ángeles, etc.,
pídales que le ayuden en esta tarea. Si tiene por el contrario una orientación metafísica, pida ayuda a los curadores de
espíritus. Todo esto puede realizarse mental o verbalmente. No obstante, advertirá que resulta más fácil si habla en voz
alta.
3. Para protegerse a Vd. mismo de cualquier posible fuerza o ente negativo, es importante crearse una barrera defensiva
espiritual. Utilice la técnica de la Luz Blanca (véase capítulo 15), imaginando que tiene un sol en miniatura en su plexo
solar (una zona circular que rodea su ombligo). Imagínese que este sol es una Luz Blanca brillante, que le rodea
completamente como si fuera un aura deslumbrante, que se proyecta fuera, a un brazo de distancia, incluyendo su cabeza
y los pies. Grabe en su cerebro que este aura le protege completamente de cualquier aspecto negativo, o perjuicio.
4. Diríjase al espíritu poseedor, mentalmente o en voz alta, lo que le resulte más cómodo, pero con ademán bondadoso
y cariñoso. Si le conoce, llámele por su nombre, y explíquele que ahora se da cuenta de que está con Vd. Convénzale
de que él es el espíritu, y que cohabita su cuerpo, desde que el suyo murió, recordándole asimismo las circunstancias de
su muerte. Dígale que todos somos espíritus y que no morimos nunca: solo mueren los cuerpos físicos. Explíquele que
a raíz de su muerte física, se encontró fuera de su cuerpo, completamente consciente, y que es entonces cuando se
debería haber marchado directamente al mundo de los espíritus, donde le estaban esperando sus seres amados. En vez
de eso, se unió a Vd. Especifique que, sin darse cuenta, le ha estado haciendo mucho daño al drenar su energía y
confundirle, ya que Vd. no puede distinguir sus pensamientos y emociones de las de él.
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Llegado a este punto, dirija su atención al espíritu de sus propios seres amados, los que han venido para llevarle a casa
a vivir con ellos. Si sospecha que una determinada persona (su madre, su mujer, etc.), se encuentra allí, dígale que le
busque.
Indíquele que coja de la mano a su «escolta» y úrjale a que se marche con ella. Explíquele que le espera una vida
maravillosa, que estará en su cuerpo perfecto, y que es muy importante tanto para Vd. como para él, que se marche,
ahora. Dígale que no existe el infierno, y que en el mundo de los espíritus hay profesores que le orientarán al respecto.
Al marcharse déle su bendición y su amor. A menudo haga la señal de la cruz, diciendo: «Ve ahora, en el nombre de
Dios, y del Hijo, Jesucristo, y del Espíritu Santo; ve en paz, luz y amor con mis bendiciones.» A lo mejor prefiere sujetar
una cruz con la mano derecha, o sencillamente hacer la señal de la cruz en el aire. Los que no son cristianos pueden
recibir cualquier oración o frase que les parezca oportuna.
5. Continúe relajándose. Agradezca a sus auxiliares espirituales, y manténgase algunos minutos en un estado de calma.
TRANSCRIPCIÓN
Lo que sigue es una transcripción verbal de una desposesión típica que yo suelo usar en mi consulta. A veces la varío
dependiendo de lo que sepa acerca del ente. Describiré estos cambios adelante, en el presente capítulo, y a título de
ilustración he utilizado un nombre arbitrario, Mary. Sustituya el nombre del poseído, o el suyo propio. Lea despacio,
haciendo pausas frecuentes.
TÉCNICA DE DESPOSESIÓN
Se encuentra aquí con Mary, ¿pero Vd. no es Mary, verdad? Vd. es otra persona, completamente diferente de ella. Tiene
un nombre distinto, una personalidad diferente, así como necesidades, ideas, y actitudes. Hubo un tiempo en el que vivía
en su propio cuerpo, mucho antes de que se uniera a Mary. (Pausa).
Procure recordarlo. Piense en algún acontecimiento agradable que le sucediera en su propio cuerpo. (Pausa larga).
Entonces, le ocurrió algo a su cuerpo, y murió. (Pausa). Cuando su cuerpo murió, Vd. se encontró vivo, igual que lo
había estado momentos antes, pero fuera de su cuerpo muerto.
En ese momento, debería haber ido directamente al mundo de los espíritus. Allí estaban los auxiliadores y los seres
amados para escoltarle hasta su nueva vida. Pero, en vez de hacer eso, se quedó en el mundo físico sin su propio cuerpo
físico. (Pausa). Quizá Vd. se encontraba confundido y no se daba cuenta de que su cuerpo había muerto, y por tanto no
comprendía lo que le estaba ocurriendo. (Pausa).
Es ahí donde cometió un gran error, porque en ese mismo instante se convirtió en un alma perdida. (Pausa larga).
¿Recuerda que intentaba hablar con gente, y que no le contestaban? ¿O que cuando les tocaba no parecía que se diesen
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cuenta? Y, que, ¿parecía que mirasen a través de Vd., como si ni siquiera supieran que estaba allí? Quizá se sentía
confuso —trastornado y solitario— y frustrado, e incluso también enfadado con ellos.
La razón por la cual no le respondía es porque es un espíritu invisible. Vd. no estaba en un cuerpo, y por eso no podían
verle.
No sabían que se encontraba allí. No es que le ignorasen, sino que no se daban cuenta de que estaba allí. (Pausa larga).
Entonces, en un momento determinado se unió a Mary y ahí es donde cometió un error aún mayor. Porque, verá Vd.,
hasta ese momento sólo se había estado haciendo daño a sí mismo, al impedirse acceder a la maravillosa vida que podría
haber disfrutado con sus seres amados, y donde habría podido satisfacer todas sus necesidades. Pero cuando se unió a
Mary empezó a hacerle daño a ella, y el menor ha sido utilizar su energía, lo que le causaba cierto cansancio. Pero lo
peor, es que puede confundirle, ya que ella no puede distinguir sus pensamientos, deseos y necesidades de los de Vd. A
Vd. no le gustaría que alguien se lo hiciera, aunque quizá tampoco se diera cuenta de que estaba haciendo daño a Mary.
Afortunadamente, podemos solucionar su problema ahora mismo, porque hay personas, a las que ama mucho, mucho,
y que han venido del mundo de los espíritus para ayudarle hoy. (Pausa). Son personas a las que no pensaba volver a ver
desde que fallecieron, y aquí están con un aspecto maravilloso... incluso mejor del que tenían la última vez que les vio...
y con rostros sonrientes.
Están muy contentos de verla, porque han estado de verdad preocupados por Vd. Le han estado buscando, y le han
echado de menos; y, ahora que le han encontrado se sienten muy felices. (Pausa). Le extienden los brazos. (Pausa). Le
estrechan contra ellos, y le dan un cálido y maravilloso abrazo. Ahora le sujetan, fíjese lo agradable que resulta. (Pausa
larga).
Ahora le cogen de la mano. (Pausa). Quiero que advierta cuán reales y firmes son sus manos. Si las aprieta ligeramente,
podrá incluso sentir los huesos debajo de la piel. Eso se debe a que se encuentran en su cuerpo espiritual. El cuerpo
espiritual es tan real y sólido como un cuerpo físico. (Pausa larga).
En breves momentos va a dejar a Mary, y cuando lo haga, se encontrará en su propio cuerpo espiritual. (Pausa). Ese es
el cuerpo que le corresponde, para que lo use todo el tiempo que lo necesite. (Pausa). Es un cuerpo perfecto, en todo el
sentido de la palabra. Se trata de un cuerpo joven y atractivo, un cuerpo que no envejecerá jamás, ni tendrá arrugas ni
se pondrá enfermo, ni le ocurrirá nada de nada. Si es varón se encontrará en un cuerpo varonil, fuerte y sano. Si es
hembra, estará en un cuerpo bonito, sano y juvenil. (Pausa larga).
Ahora bien, en el caso de que tenga miedo de ir al infierno, quiero que sepa que aquí se encuentra alguien del mundo
espiritual —un profesor de educación religiosa— que le va a explicar que no hay nada que temer, porque no existe el
infierno. Si le han educado en el catolicismo, este espíritu-profesor será una monja o un sacerdote. Si es protestante,
será un ministro de su misma secta. Si es judío, éste será un rabino. ¡A quien necesite aquí se encuentra para explicarle
que no hay nada que temer en absoluto! (Pausa larga). Ha llegado el momento de que se marche a su nueva y maravillosa
vida. Tome la mano de su ser amado y, si lo desea, coja del brazo a su auxiliador, pero sepa que en breves instantes se
encontrará en esa Luz que hay más allá. (Pausa). Quizá pueda verla a lo lejos, o quizá se está acercando a Vd. Es sólo
cuestión de segundos, y va a entrar en ella de la mano de su ser amado.
En el mismo instante en que lo haga se encontrará en su cuerpo nuevo y perfecto. Cuando entre en esa Luz,
experimentará algo que supera las palabras, por su hermosura y belleza. Es una maravilla indescriptible. Se encontrará
completamente amado y aceptado. (Pausa larga). Le aguarda una vida preciosa. Estará con sus seres amados, con su
familia y con sus amigos. No volverá a encontrarse solo. Lo peor ya ha pasado. Ahora se encuentra bien, y aún le espera
lo mejor. (Pausa larga). Ya es hora de que se marche. Le voy a pedir a Mary que le perdone mentalmente cualquier
prejuicio que le haya podido causar. (Pausa). Y ahora márchese con nuestras bendiciones y nuestro amor, y váyase en
el nombre del Padre, y del Hijo, Jesucristo y del Espíritu Santo, yéndose en paz, y luz y amor. (Haga la señal de la cruz
en el aire). Los que no sean cristianos pueden formular cualquier oración o frase que le parezca adecuada.
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A lo largo del proceso, tanto Vd. como la persona a la que está ayudando puede experimentar una amplia variedad de
emociones intensas, incluyendo la pena, la rabia o el miedo, pero cuando por fin se marcha el espíritu poseedor, casi
siempre se obtiene una sensación profunda de bienestar. A veces se relaja el cuerpo tenso de la persona, con un suspiro
de alivio y una gran sonrisa de felicidad. Cuando vea que ocurre esto, o cuando sienta que le está ocurriendo a Vd.,
puede estar casi seguro de que se ha producido una desposesión con éxito.
Mucha gente ha descrito una sensación de «algo que se levantaba» fuera de ellos, generalmente la cabeza, enroscándose
por el cuerpo, o escapándose a través del pecho o desde otras partes. Algunos pueden incluso «ver» a los espíritus
cuando se marchan cogidos de la mano del espíritu de los seres amados, dirigiéndose hacia la brillante Luz Blanca. Por
otra parte, a veces no se tiene un sentimiento claro de cuándo se marchan los entes, sino una cierta sensación de que lo
han hecho: la persona se encuentra más ligera, aliviada, o cambiada en algún sentido positivo. La mayoría se limita a
reconocer que sólo «saben» que finalmente están libres de la posesión. En otros casos, no se producen indicaciones del
momento en que se marchó el espíritu, si bien el cambio registrado después es extraordinario.
Una vez realizada la desposesión, es importante apartar lo más posible a los espíritus de su mente, durante algunos días
después. Puede ocurrir que, al pensar en ellos, les atraiga de nuevo hacia Vd., si no han entrado del todo en la Luz.
Cuando piense en ellos, bendígales, y asegúrese a sí mismo de que se han ido; entonces, piense deliberadamente en otra
cosa. Esto es muy importante en el caso de que los espíritus fueran personas a las que Vd. amaba profundamente. He
visto casos, especialmente en los que están implicados miembros de la misma familia, en los que personas que habían
estado poseídas atraían de nuevo a los espíritus inadvertidamente.
El grado de éxito de su desposesión depende en lo dispuesto a irse que esté el ente. En la mayoría de los casos, será un
éxito inmediato, con independencia del tiempo que haya durado la posesión.
A menudo es preciso repetir varias veces la desposesión para que el espíritu, sea de un ser amado o de un extraño, se
marche.
A veces la desposesión sólo tiene éxito en parte: el espíritu se marcha pero no entra ni en el mundo espiritual ni en la
Luz. El o ella sencillamente se deslizan fuera del cuerpo y del aura y se queda con la persona anteriormente poseída, o
deambula por su alrededor, para regresar luego. Entonces se requiere otra desposesión, con un énfasis especial en la
conexión del espíritu con sus seres amados.
En estos casos, es necesario indicar a los espíritus que aún se encuentran en el mundo físico, que no se han ido donde y
con quien debieran haberse marchado, y que esa es la causa del problema. ¡A veces el ente regresa aterrorizado después
de una de estas salidas falsas! Me he dado cuenta de que cuando ocurre esto se suelen mostrar más dóciles a la hora de
irse.
Un caso particularmente fascinante ilustra este fenómeno: yo lo considero como el síndrome de «la última oportunidad»,
y verán por qué. Roger vino a verme a causa de una sensación extrema de incapacidad para hacer que su vida funcionase.
Tenía un problema tan real como persistente: un impulso irresistible de frecuentar prostitutas en salones de «masaje»,
por lo menos una vez al día.
Después de una sesión, pudimos aislar la causa: un espíritu llamado Bill, que estaba obsesionado con el sexo. Se realizó
una desposesión y se marchó, con su mujer, que había venido del mundo de los espíritus a buscarle.
En nuestro encuentro siguiente, un martes por la mañana, Roger parecía abatido: «He disfrutado de cinco días y medio
de libertad. No he sentido el más mínimo deseo de ver a una prostituta. ¡No podía creerlo! Me fui el fin de semana con
mi novia. El sexo sin problemas: normal, sólo dos veces. Pero después de dejarla en su casa el domingo por la noche,
¡el tema me golpeó como si fuera una tonelada de ladrillos! Me dirigí al salón de masaje más próximo. Desde el
domingo, he tenido catorce orgasmos, con prostitutas y masturbándome. ¡Estoy peor que nunca! No ha funcionado (la
desposesión).»
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Le aseguré de que sí había funcionado, aunque no del todo, y que sin duda «nuestro amigo» Bill había regresado. En
efecto, bajo hipnosis, Bill me confesó tímidamente que se había escapado de su mujer adrede, porque creía que nunca
más podría disfrutar del sexo. Contó cómo había estado dando vueltas por San José, pensando qué hacer. Decidió
reunirse con Roger y hacer un último intento, ya que sospechaba que yo le convencería para que se marchara
definitivamente la siguiente vez. Eso es lo que ocurrió. (Por eso yo lo llamo el síndrome de la «última oportunidad»: he
visto excederse a espíritus fumadores, bebedores, con ansia de comer, etc., porque sabían que se irían pronto.) Bill se
marchó voluntariamente con su mujer cuando ella le dijo que deseaba hacer el amor con él, y añadió: «la calidad es más
importante que la cantidad».
Me reservo un triunfo para el final que garantice que los espíritus poseedores puedan regresar de la Luz Blanca, si así
lo desean. Subrayo que necesitan entrar en la Luz, y que pueden considerarlo como unas vacaciones, con un billete de
vuelta que pueden utilizar. Subrayo que pueden intentarlo durante diez minutos, si así lo desean, y regresar. Cuando
hago esto, obtengo el permiso de mi paciente. Con frecuencia ocurre que, los poseedores necesitan superar su miedo a
marcharse. Pocas veces lo uso, y funciona. Si de hecho regresan, les convenzo de que no entraron en la Luz Blanca, y
que vuelvan a intentarlo, ahora que saben que pueden regresar. La segunda vez tiene una eficacia de un cien por cien.
A veces, se queda uno escondido. Suele ser un padre o un abuelo, alguien de la familia que piensa que es un caso
especial. En estos casos me dirijo a estos espíritus directamente y trabajo con ellos y, tarde o temprano, se marchan con
el espíritu de sus seres amados.
Los entes especialmente tercos pueden necesitar la ayuda de un profesional. Esta es una situación en la que un médium
o un ministro metafísico pueden resultar de gran ayuda. O, si su propio ministro o sacerdote está capacitado y dispuesto
a ayudarle, él o ella pueden ser una gran ayuda, porque el espíritu puede responder a su autoridad en tanto que hombre
o mujer de Dios.
A lo largo del proceso de desposesión es muy importante actuar como si se lo tomara muy en serio; aunque Vd. no lo
crea, actúe como si así fuera. Después, cuando se haya terminado, muéstrese todo lo escéptico y analítico que desee.
Pero, durante el procedimiento, aunque no esté convencido de que Vd. o la persona que está desposeyendo tenga un
ente, lleve a cabo su cometido con voluntad. No hay ningún daño en ello, y, con independencia de su opinión, los
espíritus poseedores se marchan.
Nunca adopte a los entes poseedores de otra persona al objeto de aliviarles el peso —en términos de sacrificio personal,
porque en realidad se estará sacrificando—, ya que puede durarle la posesión el resto de su vida. Puede ayudar sin
perjudicarse.
Si Vd. no puede ayudar, pida ayuda profesional para la posesión. Por favor, recuerde que incluso yo, después de miles
de desposesiones, no estoy aún segura en un cien por cien de la exigencia de espíritus. Pero ¡funciona!
Estoy segura de que habrá surgido la pregunta de cómo protegerse de la posesión, incluso puede que desde el principio
del libro.
Afortunadamente hay muchas maneras de impedir que se le unan espíritus. En el capítulo 14 vieron cómo se resuelve
el problema cuando se identifica. Ahora voy a proporcionar algunas indicaciones para evitar la posesión.
La posesión puede compararse con una enfermedad física, como la gripe. Siempre hay gente que no la coge nunca, a
pesar de que los que le rodean la tengan. Sus sistemas inmunológicos son lo suficientemente fuertes como para impedir
que el virus arraigue.
En el capítulo 12, propuse la hipótesis de que el aura es el cuerpo espiritual lo que el sistema inmunológico es al cuerpo
físico. La clave para protegerse de la intrusión de los espíritus es conservar «fuerte» el aura. De la misma manera que
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hay virus por todas partes, parece que nuestro mundo está poblado tanto de seres descarnados como humanos. A los
primeros se les puede negar la entrada conservando la vibración del aura en una frecuencia rápida.
Algunas personas especialmente dotadas, clarividentes, son capaces de ver espíritus en el aura, y también «leer» su
estado de salud, emociones, y mucho más sobre su persona, fijándose en la forma y color del aura. Algunos libros van
más allá en sus explicaciones habituales sobre el significado de los colores, revelando muchas facetas fascinantes del
aura: por ejemplo, la cólera proyectada «flechas» de rojo oscuro para penetrar el aura de otro. En la bibliografía se citan
varios libros sobre este tema.
Cuanto más entienda el aura, mejor se protegerá al conservar la suya sana. Puede fortalecer su aura utilizando la técnica
de la Luz Blanca. Lo ideal sería que la usara habitualmente dos veces al día, antes de salir de la cama por la mañana, y
justo antes de acostarse por la noche. Cuanto más la use, más fuerte se hará su aura; pienso que cada vez que la use, se
fortalecerá extraordinariamente su aura.
La técnica de la Luz Blanca sólo requiere algunos segundos, se puede realizar en cualquier parte, y sin preparación
alguna. La transcripción directa que presento a continuación es exactamente lo que yo enseño a mis pacientes durante
la primera sesión.
Utilizando su imaginación creativa, imagine que tiene un sol en miniatura, idéntico al sol de nuestro sistema solar,
incrustado en su plexo solar. Es un sol que irradia por cada átomo y célula de su ser. Le llena de luz hasta la punta de
sus dedos, y de los pies a la cabeza. Resplandece a través de Vd. proyectándose a un brazo de distancia en todas
direcciones -por encima de su cabeza, debajo de sus pies, y hacia afuera, creando un aura-, una Luz Blanca brillante,
cegadora y radiante que le rodea completamente y le protege de cualquier influencia negativa o perjudicial.
Cuando se haya familiarizado con la técnica de la Luz Blanca, podrá usarlo como si fuera un pensamiento —una
intención—, y quedará protegido instantáneamente. Piense en apagar una luz cerrando el conmutador, pues igual de
fácil y de rápidamente puede alumbrarse con el sol interior y dejar que brille a través de Vd. como una bombilla. Es
muy importante estar totalmente convencido de que está seguro dentro de su aura de la Luz Blanca. Sus pensamientos,
negativos o positivos, son poderosos.
Las vibraciones de su aura varían constantemente. Reflejan su estado general —su salud física, mental, emocional, y
espiritual.
Debe usar la técnica de la Luz Blanca cuando sea necesario. Si se encuentra ante una situación o persona negativa,
rodéese de la Luz Blanca. Por ejemplo, si alguien está furioso con Vd., le grita o le molesta, es un momento excelente
para rodearse de protección extra. Además de crearse una barrera que le separa de las vibraciones de enfado y negativas,
está evitando que su aura decaiga, lo que le dejaría en una situación de vulnerabilidad ante la posesión.
Si está trastornado, deprimido, temeroso, celoso, o envidioso, todos estos venenos cambian el color de su aura a tonos
oscuros y desagradables, y reducen sus vibraciones. ¡Cuanto más fuerte es la emoción negativa, más débil es su
protección!
Es absolutamente imprescindible que se conserve en un estado mental lo más positivo posible, con una vida equilibrada
en el trabajo, el ocio y el descanso. Los espíritus pueden entrar en un aura debilitada con la misma facilidad con la que
cualquiera puede cruzar una puerta abierta.
Una manera excelente de protegerse es evitando drogas «recreativas» y alcohol. La cantidad que debilita el aura varía
según las personas, y también depende del nivel de energía.
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Algunos de mis pacientes han rebajado su capacidad de resistencia con sólo dos vasos de vino. Con que se «coloque» o
se emborrache una sola vez, ¡se arriesga a una posesión que puede durarle toda la vida!
No piense que puede protegerse con la Luz Blanca mientras consume alcohol o drogas. Puede reforzar algo su aura,
pero desde luego no impide la posesión; se rebajarán inmediatamente las vibraciones de su aura.
Como han visto a lo largo del libro, las posesiones pueden tener lugar después de una operación quirúrgica, o durante
una hospitalización. Para protegerse en estas circunstancias, debe adoptar un enfoque doble: primero use con frecuencia
la técnica de la Luz Blanca, desde el instante en que entra en el hospital, y mientras permanece allí. Utilícela
inmediatamente antes de ser anestesiado, y tan pronto recupere la consciencia. Permanezca lo más relajado y positivo
posible mientras que permanezca en el hospital. Luego, cuando recupere su fuerza, realice una auto- desposesión, o que
alguien se la haga, en el caso de que hubiera recogido uno o más espíritus. Esto ayudará a que estos entes confusos se
marchen antes de «instalarse», impidiendo asimismo que perjudique la capacidad protectora de su aura, y evitando en
última instancia más posesiones. Esto puede hacerse en el hospital.
En los funerales y en todos los acontecimientos en los que puedan entrar en contacto, necesita protección extra a su
alrededor.
Durante el funeral, o mientras vela el cadáver, instruya al muerto que debe buscar a sus seres queridos e ir a la Luz.
Sintonice con la habitación o el lugar, y si percibe o detecta otros espíritus, ínsteles a que se marchen al mundo de los
espíritus.
A veces resulta una gran ayuda informar al fallecido acerca de las circunstancias de su muerte antes de seguir su
instrucción sobre su marcha a la Luz, etc. Esto le ayuda a orientarse en su nueva existencia.
Las oraciones son muy útiles, porque invocan fuentes poderosas de ayuda, las más poderosas. Pueden incluso contar
con la ayuda de auxiliadores espirituales, médicos y especialistas.
Recuerde, «pide y se te dará». La Oración del Señor es un medio muy poderoso de protección. El Salmo veintitrés
también es excelente en este sentido. Diga ambas oraciones y aumentará las vibraciones de su aura a la vez que atrae
ayuda. Si no es cristiano, diga cualquier oración o afirmación que le resulte cómoda.
Puesto que no está tratando con posesión demoníaca, el utilizar una cruz, agua bendita o reliquias religiosas no le dará
ningún resultado positivo, per se, con espíritus recalcitrantes que se aferran a la tierra. Imagínese a un extraño sentado
en su cuarto de estar. Si es terco y no quiere marcharse, ponerle una cruz delante, o rociarle con agua bendita no tendrá
el menor efecto. Tendrá que persuadirle de que se marche. Puesto que este libro no se ocupa del tratamiento de espíritus
demoníacos, no voy a extenderme en la utilidad de las cruces, agua bendita, etc., para tratar a estos «pesos pesados».
En la bibliografía se citan libros sobre la materia.
El capítulo siguiente se ocupa de espíritus no poseedores -los acorpóreos- que bien pueden ser residentes o simples
visitantes. Pero como pueden ser aterradores o incluso constituir un peligro real para una posesión potencial, necesita
estar al tanto de su presencia, saber qué hacer en esas condiciones, y en definitiva cómo proteger su casa.
Durante siglos, los fantasmas que recorren los pasillos de los castillos o se dejan sentir en las casas han constituido el
tema central de muchos relatos. Las estanterías de las bibliotecas están repletas de libros sobre espíritus, atestiguando
que la personalidad sobrevive a la muerte, como recurso último de esperanza.
Todos hemos oído relatos de primera mano de personas que han visto espíritus, han hablado con ellos, o han sufrido
experiencias extrañas en sus casas, cosas que «¡irrumpen en la noche!» ¿Por qué se quedan los espíritus en una casa o
en un lugar concreto? ¿Por qué vienen sin ser invitados? Las respuestas son tan variadas como las razones de las personas
para encontrarse allí.
Algunos se quedan porque durante muchos años fue su hogar, y se encuentran cómodos. Se pasean y se ocupan de cosas,
como solían hacerlo antaño, inconscientes, por lo general, de que están muertos.
Un paciente especialmente sensible me dijo que había comprado una antigua casa victoriana en San Francisco, con fama
de estar encantada. Pudo distinguir hasta seis espíritus, antiguos residentes, y le gustaba tenerlos allí: «No hacen daño
a nadie, y se divierten.» Otros se quedan porque se ha edificado la nueva residencia en terrenos donde habían vivido,
en una casa o tienda de campaña, o donde estaban enterrados. Muchos deambulan por los alrededores, como inquilinos
en busca de viviendas libres. Algunos, aterrorizados, están contentos de tener un lugar donde esconderse mientras que
se explican a sí mismos lo que les ha ocurrido. ¡Los espíritus nómadas vagabundean de un lugar a otro, y a veces deciden
quedarse porque les agradan los residentes vivos!
Sin darse cuenta, ¡hay personas que se llevan a los espíritus con ellos, y entre todos crean un ambiente hogareño!
Algunas partes están pobladas de bandas de acorpóreos, que atraen a otros para que se les unan. Dos pacientes que
vivían cerca de cañadas contaron que en esas localidades habían ocurrido muchas desgracias, fuegos, accidentes,
visiones de espíritus y muertes desafortunadas. Un paciente clarividente entró en la cañada y vio cientos de espíritus,
de los cuales al parecer la mayoría habían sido criminales, reunidos en un barranco. Realizamos una desposesión de
«ausentes» juntos y lo limpiamos, o al menos eso nos pareció.
Los cementerios están llenos de entes y sólo se debe entrar en ellos con la protección de la técnica de la Luz Blanca.
Los niños están más dotados para ver espíritus que los adultos, probablemente porque carecen de esas creencias que lo
impiden. Con frecuencia, estos espíritus se convierten en sus compañeros de juegos imaginarios o invisibles, que se han
traído consigo del hospital o que han recogido en cualquier otro sitio.
A veces se han muerto en la casa y se han quedado allí durante años. De vez en cuando, los padres siguen la corriente a
los niños, y ponen un cubierto en la mesa o charlan en broma con estos pequeños «invitados», como lo harían con
cualquier persona de la casa. Muchos pacientes rastrean, bajo hipnosis, el origen de sus posesiones a sus relaciones con
estos amigos espíritus.
A veces, los supervivientes conservan a los muertos deliberadamente cerca de ellos con amor y atención. Un paciente
me confesó: «Nunca he dejado que se marche mi madre, está conmigo todos los días. Puedo advertir su presencia en el
cuarto de estar, y es muy reconfortante.»
A lo largo de los años, he detectado varias señales predominantes y reveladoras que indican la presencia de espíritus en
la casa de mis pacientes.
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Los animales domésticos pueden ser en extremo perceptivos y receptivos a los entes terrenales. Puede encontrarles con
el lomo erizado y mirando algo que Vd. no ve. Su perro puede gruñir, enseñar los dientes, ladrar o correr con el rabo
entre las patas. Su gato puede escupir, con los pelos de punta y el rabo tieso. Cuando hay espíritus en la casa, el animal
puede negarse a entrar en una habitación determinada, y husmea por los rincones, «controlando las cosas.»
Por lo general no es posible que los espíritus muevan objetos pesados, pero a veces sí pueden manipular cosas pequeñas.
Una persona me dijo que todas las mañanas se encontraba con la misma taza y la misma cucharilla junto a la fregadera.
No se asuste si ve que algo se mueve o levita. Puede tratarse de un ente que está intentando captar su atención. Algunos
buscan ayuda desesperadamente, y necesitan que sepa que están allí.
Un amigo me contó lo asustado que había estado una noche de Halloween (noche de vísperas de difuntos de gran
tradición en el mundo anglosajón). Regresaba tarde a su apartamento después de una sesión que celebraban anualmente
unos magos de teatro.
Mientras se limpiaba el maquillaje, su barra de labios comenzó a moverse erráticamente alrededor del tocador. Al
principio creyó que había un terremoto, pero inmediatamente se dio cuenta de que nada se estaba moviendo. Entonces
advirtió la presencia de un huésped inesperado. Una llamada telefónica a su amiga maga le ayudó a comprender que se
trataba de un espíritu inofensivo que necesitaba que le liberasen. Cuando colgó el teléfono, rezó pidiendo ayuda, y no
volvieron a molestarle.
Una de mis pacientes con más capacidad de médium, cargada de espíritus atormentados, me contó una experiencia
aterradora que había tenido desde nuestra última sesión de terapia. Cuando entraba por segunda vez en la cocina,
descargando la compra que tenía en el coche, resbaló sobre cristales rotos. Al mirar hacia abajo vio que se trataba de
una gran luz que se había desprendido del techo, estrellándose sobre el mostrador, al lado de su primera bolsa de
vituallas. Se había roto en miles de láminas. Por la manera de producirse el accidente le pareció obvio que el ente sólo
quería llamar su atención, sin causarle daño alguno.
Descubrimos que este espíritu, una prostituta, estaba furiosa porque la habían apuñalado en la habitación de un motel,
cuando exigió a su cliente que le pagase antes de tener relaciones sexuales con él. Una segunda conversación con ella,
junto con un pequeño trabajo detectivesco realizado por mi paciente, revelaron que el relato de la mujer coincidía con
una noticia aparecida recientemente en primera página de los periódicos.
Este ente era una de las muchas prostitutas asesinadas por un antiguo policía, que ocultaba sus cuerpos en bidones de
gasolina.
¡Quería venganza! Por fin, conseguimos convencerla de que se marchara con sus seres amados. En otras ocasiones, este
mismo paciente me había informado que en su cuarto de estar se habían caído plantas pequeñas de una mesa, y que se
apagaban y se encendía las luces y la televisión.
Un caso interesante fue el de un espíritu malévolo de un muchacho que había vivido con los niños de una familia, les
acompañó a la casa de sus amigos, y decidió quedarse allí. Al día siguiente se marchó al trabajo con el padre, y causó
un gran trastorno tocando todos los conmutadores, poniendo las vidas en peligro! Esto duró varios días, hasta que su
jefe le dijo que más le valía dejar su «acólito» en casa. Afortunadamente, ¡el ente captó el mensaje! Es muy corriente
que los entes alteren las luces, los aparatos de televisión y radio, para atraer la atención, o asustar deliberadamente.
Aldabonazos y golpes
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Los espíritus golpean en las paredes y en otros objetos para hacerle saber que están allí. A veces deletrean los mensajes,
casi siempre sus nombres, utilizando un código: un golpe representa «A», dos «B», tres «C», y demás; o, un golpe «sí»,
dos «no», tres «quizá», o «incierto». Suelen ser llamadas de ayuda, pero a veces se trata de bromas, juguetonas y
malévolas para asustar a los ocupantes con los que comparten la casa.
Muchas cosas raras ocurren como resultado de la visita de espíritus. Desaparecen libros, llaves y otros objetos, y
reaparecen después. El siguiente relato es uno de los más extraños de cuantos he oído: Una de mis pacientes me contó
un suceso que, de no haber sabido que existen los espíritus, le habría hecho dudar sobre su equilibrio mental.
Mientras veía las noticias de las once de la mañana en la televisión, oyó una explosión fuerte en su casa, y sintió unas
vibraciones débiles. Rápidamente fue de habitación en habitación, buscando la causa del ruido. Puesto que todo estaba
en orden se inquietó. Entonces oyó un «goteo» de agua, y pensó que-se había reventado una cañería, pero recordó que
el ruido de la explosión no sonaba como si saliese de detrás de la pared.
Inspeccionó la pila de la cocina y su cuarto de baño, y no encontró nada raro. Se le ocurrió entonces mirar en el cuarto
de baño de los invitados, que rara vez se utilizaba. Con horror vio que las puertas de cristal de la ducha estaban hechas
añicos. ¡Y continuaron rompiéndose durante cuarenta minutos! El sonido que había atribuido al goteo, era el de la puerta
de cristal resquebrajándose. Dándose cuenta de que no existía ninguna causa «normal», pensó inmediatamente en los
espíritus. Entonces se tranquilizó, y desapareció toda su ansiedad instantáneamente. Se rodeó con la Luz Blanca, y entró
en su dormitorio. Puso la cinta de desposesión que yo había grabado para ella, y se durmió tranquilamente.
Le vi al día siguiente en nuestra cita habitual. Después de grabarle una cinta para que la escuchara en el cuarto de baño,
o donde quisiera en caso de necesidad (véase la transcripción en la sección siguiente), la sometí a hipnosis, y le pregunté
sobre el espíritu.
Me lo describió como un hombre con pelo pajizo, agradable, de treinta y cuatro años. Había destrozado la puerta de la
ducha porque era lo único que no podría haberse explicado. Ella dedujo que quería atraer su atención para pedir ayuda.
Es más, pensó incluso que había venido con su ex-marido, quien había pasado la tarde con ella. Como él no se encontraba
bien, ella le había puesto su cinta de relajación, y debió ser en ese momento cuando el ente le dejó, y se convirtió en el
huésped esperado de su casa.
Lugares fríos
Los lugares fríos de su casa pueden ser indicaciones de espíritus. Algunos permanecen en el mismo sitio, y otros parece
que se mueven.
Espíritus visibles
Muchos pacientes han comentado haber visto sombras que se mueven o personas que parecen muy reales. A veces esto
sólo les ocurre cuando están solos, pero otras veces son varias las personas que han visto los espíritus. Otros cuentan
cómo se despertaron de un sueño profundo para ver una persona al pie de su cama. Aunque reconocieran a muchos seres
amados muertos, la verdad es que se quedaron aterrorizados, y les pidieron que se marcharan. Si el intruso se mostraba
amenazador, entonces el miedo era aún mayor.
Una paciente me contó que se había despertado con un gran sobresalto, y que vio a un hombre con el rostro negro,
carbonizado, que le estaba mirando. Le entró miedo y gritó, y el hombre se marchó. Más tarde, ella y su hermana
pensaron que se trataba de alguien a quien habían conocido mientras visitaban a su padre moribundo en el hospital.
Entonces, habían consolado a la familia de un joven que estaba en coma, con quemaduras y heridas graves producidas
en un accidente de moto. Al parecer se había ido con mi paciente a su casa cuando se murió.
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Cuando infundado se dio cuenta de quien se trataba, comprendió lo de su miedo, le habló y él se marchó.
Espíritus tangibles
Los espíritus pueden tocar a la gente. ¿Nunca ha sentido como una tela de araña sobre su rostro? ¿O una caricia fría? A
veces estas sensaciones son tan fuertes que da la impresión de que nos empujan o golpean. No se alarme. Recuerde que
no pueden hacerle daño. Puede tratarse de un ser amado que quiere que Vd. sepa que se encuentra ahí. Fíjese que la
gente viva se toca con frecuencia, dándose a veces golpecillos amistosos.
Espíritus audibles
Hace muchos años me desperté de un profundo sueño porque alguien estaba diciendo mi nombre. La voz parecía
proceder de la habitación, y desde luego no venía del interior de mi cabeza. Desde entonces, son muchos los pacientes
y amigos que me han contado haber oído voces, que por lo general se dirigen a ellos por su nombre, para entregarles
mensajes o pedir ayuda.
Si sospecha que hay un espíritu en su casa, puede hacer un poco de detective y colocar su aparato de registrar con una
cinta virgen para una hora tardía de la noche, y puede que se encuentre con un mensaje a la mañana siguiente. Si el
aparato se activa con el sonido de la voz, mucho mejor. Se conocen casos de espíritus cuyas voces han sido grabadas, y
en la bibliografía ofrecemos referencias sobre el particular.
Espíritus olorosos
A veces puede detectarse a los espíritus por los olores. Los más comunes son el perfume, las lociones para después del
afeitado, los cigarrillos, los cigarros puros y el tabaco de pipa. Estos olores suelen ayudar a las personas a reconocer a
sus «huéspedes». Por ejemplo, si su madre se encuentra «al otro lado» y advierte su fragancia favorita, puede ser o que
bien le está visitando, o que se encuentra atrapada en un mundo físico, sin cuerpo. Los entes no terrenales que se limitan
a hacer visitas suelen traer consigo, deliberadamente, sus olores de identificación, para que les reconozca.
No obstante, los entes acorpóreos, que rara vez han dejado el plano terrenal, tienen ciertos olores que les acompañan.
Los pacientes me han descrito olores medicinales, por ejemplo, que les recordaban las habitaciones de hospital de sus
padres. Otros contaban cómo podían oler el tabaco de pipa favorito de su padre, o la colonia de su madre.
1. Si sabe quiénes son los espíritus, hábleles amorosamente y explíqueles que sus cuerpos están muertos, y cómo
murieron.
Dígales que sus seres amados están aquí para llevarles al mundo de los espíritus. Luego bendígales y ordéneles que se
marchen. Utilice el mismo formato del capítulo 13.
Un paciente bondadoso explicó a un espíritu visitante recién llegado que no era su casa, sino de ella. Procedió a
explicarle que nada de lo que había en la habitación le resultaría familiar, y le señaló varios objetos para subrayarle bien
la realidad de la situación. Se marchó muy deprisa.
2. Registre la transcripción siguiente o ponga las mismas ideas con sus propias palabras. El que yo he diseñado es para
uso general. Si sabe —o sospecha— quién es el ente, acomode su propio registro a las circunstancias. Por ejemplo, si
sabe cómo murió la persona, inclúyalo en su «conversación» con él o con ella. Si tiene alguna idea de quién puede venir
desde el mundo espiritual para ayudar a un padre, esposo, etc., llame la atención sobre ese ser amado.
Se encuentra en esta casa como un espíritu terrenal. ¿Se acuerda de cuando estaba en su propio cuerpo? (Pausa). Bueno,
pues murió. Pero Vd. no murió, sólo lo hizo su cuerpo. Vd. nunca morirá.
Cuando murió su cuerpo, debería haberse marchado inmediatamente al mundo de los espíritus. De hecho, sus seres
amados vinieron entonces a buscarle. Si se hubiera ido con ellos, hubiera vivido durante todo este tiempo una vida
maravillosa y feliz. Estaría con sus seres amados: la familia y los amigos.
Nunca habría estado solo. En vez de eso, se quedó aquí en el mundo físico, sin cuerpo alguno. Por ese motivo la gente
ni le ve ni le oye. Es un espíritu invisible, y todo este tiempo ha debido ser para Vd. muy confuso y solitario.
Ahora le van a ayudar. Mire quién está aquí. Sus seres amados. (Pausa). Están muy contentos de verle, porque estaban
muy preocupados por Vd. Pensaba que no les volvería a ver cuándo atravesaron el proceso de la muerte. Pero aquí están,
y muy vivos. Han venido a ayudarle. Le sonríen. Le abrazan. (Pausa). Puede sentir su amor. (Pausa).
Le cogen de la mano, y se quedarán con Vd. Ya no estará solo. Fíjese en lo cálidas y reales que son sus manos. Están
en sus cuerpos espirituales, y Vd. también se encontrará en su propio cuerpo espiritual dentro de unos instantes. Será
un cuerpo perfecto en todos los sentidos. Ni envejecerá ni se pondrá enfermo, ni tampoco sufrirá dolores. Será un cuerpo
joven y atractivo.
Sus seres amados le van a conducir a esa preciosa Luz que hay allí. (Pausa). En cuanto entre en la Luz, se encontrará en
su cuerpo perfecto y juvenil. Entonces se irán todos juntos al mundo de los espíritus.
Puede tener todo lo que desee en su nueva vida: amor, felicidad, comida, bebida, sexo. Puede divertirse mucho, si quiere.
¡Es un mundo muy real! Sus seres amados le van a hablar ahora. (Pausa larga).
Mucha gente tiene miedo de ir al infierno. Pero ¡no existe semejante sitio! No tiene por qué fiarse de mi palabra. Se
encuentra aquí un profesor de educación religiosa procedente del mundo espiritual para ayudarle a comprender que no
existe el infierno, y que no tiene nada que temer. (Pausa larga).
Yo (nosotros) te perdonamos el daño que has hecho aquí, en esta casa. Yo (nosotros) te enviamos a tu nueva vida con
bendiciones y amor.
¡Ve ahora! En el nombre del Padre, del Hijo, Jesucristo, y del Espíritu Santo, ve en paz, y Luz, y amor. ¡Déjanos ahora!
Prefiero bendecir al final, pero si no le agrada, tampoco es esencial. Creo que incrementa las vibraciones y añade
positividad.
Puede usar cualquier bendición que le parezca adecuada. Puede poner la cinta en cualquier momento, o tantas veces
como le parezca necesaria. Como en el caso de una desposesión, a veces al espíritu le cuesta algo de tiempo comprender
el mensaje o sobreponerse al miedo o a la indecisión.
Puede que prefiera conectar su aparato registrador a un reloj, y programarlo para que funcione mientras está fuera de
casa. Si los espíritus se muestran más activos a determinadas horas del día, actívelo entonces. Por otro lado, si cree que
existe un ente en un lugar concreto de la habitación, póngalo allí.
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Si advierte que sus huéspedes inesperados no tienen intención alguna de marcharse, puede que tenga que recurrir al
médium local o la clarividente para que vayan a su casa y entren en contacto con ellos. Él o ella suelen ser capaces de
convencer a los espíritus de que se marchen. Si no funciona a la primera, inténtelo con otros psíquicos.
Los zahoris también suelen ser de gran ayuda, y no sólo para detectar si existen espíritus, y en ese caso cuántos son,
sino también para averiguar qué intenciones tienen y por qué están ahí. Algunos zahoris especialmente dotados, capaces
de desalojar una casa, pretenden que pueden también crear un muro protector alrededor de la propiedad recién liberada.
Algunos pacientes me han contado que han obtenido resultados excelentes ordenando a los espíritus que se marchen,
especialmente si se les encuentran a los pies de la cama, al despertarse por la noche. Les ordenan que se marchen en el
nombre de Jesucristo. También suelen calmarse cuando se recita la Oración del Padre, o el Salmo Veintitrés.
Como dije más arriba, esto no suele funcionar en autodesposesiones, o en desposesiones a otras personas, pero sí se
consigue a veces los resultados deseados, en este tipo de situación.
Quizá los espíritus se marchan porque están asombrados de la respuesta de la persona, o porque se dan cuenta de que
han asustado mucho a alguien. Puede solventar el problema inmediato, pero no ayudará al ente a ir al mundo espiritual,
que en definitiva debería ser su verdadero objetivo.
¡No invite a los espíritus a su casa! Por lo tanto, no organice sesiones, no utilice el tablero Ouija, ni practique la escritura
automática. Los desastres potenciales siguientes pueden superar con creces cualquiera posible beneficio.
No consuma drogas (marihuana, heroína, cocaína, etc.) no abuse del alcohol en su casa. Los espíritus indeseables pueden
sentirse atraídos por su residencia, y posiblemente también por su aura y su cuerpo.
Rodee su casa a diario con Luz Blanca. Imagínese un halo o un aura de Luz Blanca brillante rodeándola completamente.
Sepa que está totalmente protegida de los espíritus, o de cualquier cosa negativa o perjudicial. Imagínese cada habitación
llena de Luz Blanca. Sólo lleva un minuto. Hágalo a diario. Implore mental o verbalmente protección de los seres
superiores; V. gr., Jesucristo, el Señor, o guías espirituales.
Conserve su hogar feliz y lleno de amor. Algunos espíritus se alimentan de la energía que se desprende de las disputas
y de la hostilidad. Los estallidos de energía que provocan estas explosiones constituyen un banquete para los entes de
escasa energía.
Los espíritus que he descrito son sólo residentes, no son poseedores. Sin embargo, se pueden deslizar dentro y fuera de
las auras y cuerpos de los vivos, si se les da la oportunidad, como describí en el capítulo 11.
Asimismo, algunos entes poseen la habilidad de ir y venir y poseer a distintas personas a la vez, o como prefieran. He
tratado a un espíritu con adicción, que buscaba colocarse con la novacaína, y que iba al dentista en los cuerpos de dos
miembros distintos de la misma familia, e ¡incluso en el de un vecino de enfrente!
Recuerde que tener espíritus en su casa no es una catástrofe, Cosas mucho peores pueden ocurrirle. Es una situación
que existe, y un problema que ha de resolverse. Y puede resolverse, como ha visto.
¿La posesión del espíritu es una fantasía? ¿O se trata de la condición potencialmente desastrosa que se ha descrito en
La Posesión? Después de todos los años que llevo trabajando con los espíritus, «luchando» con frecuencia con los que
son tercos, se sienten confusos, hostiles y se sienten aterrorizados, todavía no estoy convencida en un cien por cien de
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que no se traten de ficciones de la imaginación. Como terapeuta, la pregunta es discutible, pero la terapia funciona.
Como persona el tema se me antoja de la máxima importancia, porque tiene implicaciones de gran alcance.
El convencimiento de que los espíritus poseen a personas vivas se fundamenta en la premisa de que la vida continúa
después de la muerte. Los entes terrenales son sencillamente aquellos que no han realizado la transición natural a planos
más elevados de la existencia. La posesión nos demuestra que sólo muere el cuerpo físico, y que la personalidad
sobrevive, que somos seres inmortales.
Una de las críticas más frecuentes y serias desde el punto de vista de que los espíritus son la fuente de una gran parte de
la miseria humana es que constituye una abdicación de la responsabilidad personal. Culpamos a los espíritus, cuando
somos nosotros mismos los causantes de nuestras malas acciones, problemas y síntomas. Además de absolvernos a
nosotros mismos, esta actitud (la de creer que los responsables son los espíritus) presupone no tomar ninguna acción
para realizar los cambios necesarios.
Si, por otra parte, el concepto se basa en la realidad, entonces se embrolla el tema de la responsabilidad. ¿Hasta qué
punto nos sentimos responsables de lo que hacemos, si estamos controlados por espíritus, y somos, en definitiva peones
«indefensos »? Nuestros tribunales nos reconocen libres de toda responsabilidad de nuestras acciones, si se estima que
estamos trastornados.
Si nuestras personalidades se sienten oprimidas por las de nuestros poseedores, ¿somos inocentes por virtud de la
posesión? Puesto que se trata de una cuestión de grado, ¿aceptamos la responsabilidad sólo para algunos de nuestros
actos y de nuestros problemas?
Antes de iniciar mi trabajo con la desposesión, me sentí siempre intrigada cuando oía contar que un hombre había
matado a toda su familia, y después se había quitado la vida. A menudo no existía una motivación evidente que
justificase la tragedia. Muchas veces el asesino era un ciudadano destacado, incluso un pilar de su iglesia, amado y
respetado por quienes le conocían bien. ¿Cuántos asesinatos, suicidios, abusos deshonestos de niños, y otros crímenes
son obra de espíritus poseedores? Asumiendo que la posesión es real, ¿hasta qué punto prevalece? ¿Está todo el mundo
poseído, por lo menos hasta cierto punto? ¿Qué porcentaje de la población la padece? En la vida de cualquier persona
se presentan multitud de situaciones y de condiciones que debilitan el aura; por ejemplo, mis propios hallazgos indican
que el estado de embriaguez o la influencia de las drogas han conducido a la posesión.
¿Qué número de acorpóreos puebla nuestro mundo físico? ¿Por qué se han quedado aquí tantos espíritus? ¿Es que estos
entes constituyen la hez de la humanidad, que se queda como un sedimento en un nivel más denso de las vibraciones?
Me parece interesante que yo no haya hablado nunca con un ente poseedor que tenga una espiritualidad desarrollada.
Es posible que éstos entren directamente en el mundo espiritual después de su muerte.
¿Como se desplazan los espíritus terrenales de un lugar a otro? Al parecer, estas almas perdidas tienen las mismas
limitaciones que nosotros para desplazarse. Según parece se mueven de un lugar a otro utilizando los mismos medios.
Con motivo de mi trabajo, he descubierto que viajan en coches, e ¡incluso en aviones!
La posesión nos puede ayudar a comprender la conducta anormal, así como los problemas personales, mentales,
emociónale y físicos. ¿Cuántos pacientes que se encuentran en instituciones mentales no son personas trastornadas, sino
que están poseídas? ¿Las voces que escuchan son reales? ¿En qué medida el sufrimiento físico no es la continuación de
los propios sufrimientos y síntomas padecidos por los espíritus en el momento de sus muertes? ^¿Es que las remisiones
espontáneas e inexplicadas de los síntomas físicos y emocionales es el resultado de la partida de un espíritu poseedor?
Hablé con un músico sobre su depresión.
Al no producirse ningún resultado, decidió descontinuar la terapia al cabo de los años. Luego, años más tarde, se
despertó una mañana aliviado de su depresión y desde entonces no ha padecido trastorno alguno.
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Me pregunto si algunas de las curaciones milagrosas realizadas por senadores poderosos no consistirán en sacar a los
espíritus poseedores, en la línea de la técnica de Cari Wickland con electroshock, descrita en su libro Treinta Años entre
los Muertos. Yo realicé una regresión con un paciente que se había beneficiado de una curación de este tipo. La sanadora
había puesto su mano en la cabeza, y le había gritado: «¡Está curado!» Cuando estaba a punto de desmayarse, le
recogieron sus ayudantes, y se despertó unos minutos más tarde sobre el suelo del auditorio. Mientras estuvo bajo la
hipnosis, recordó que le liberaban de varios entes y que espíritus auxiliadores que trabajaban con la sanadora se los
llevaban.
Pienso que el concepto de posesión debería incluirse entre las materias (psicología anormal, psiquiatría, etc.) que se
imparten en nuestros centros universitarios y escuelas de medicina.
Debería emprenderse una investigación que ampliase nuestra comprensión del papel que los espíritus desempeñan en
la vida humana. También debería hacerse pública la información sobre posesión, para que la gente pueda protegerse
mejor, comprender lo que les está ocurriendo, y buscar ayuda.
Aumenta la desposesión como herramienta terapéutica. He entrenado a más de cien profesionales y médicos en salud
mental de los Estados Unidos, y a más de sesenta en el Brasil. Las personas que yo he entrenado están enseñando a su
vez a otras.
Además de éstos, muchos profesionales, y no profesionales, como metafísicos y ministros espirituales, médiums y
shamanes, han estado utilizando variaciones de estas técnicas durante décadas, cientos e incluso miles de años.
La terapia de desposesión, o como se la quiera llamar, se está extendiendo, porque es muy efectiva y eficaz.
Afortunadamente, ni el terapeuta ni el paciente necesita creer en los espíritus o en la posesión para trabajar. Algunos
sanadores son capaces de usarla telepáticamente sin que el poseído esté en su presencia, y a menudo ni siquiera sabe
que se está haciendo.
Aunque puede producir «milagros», no es una panacea. Incluso cuando la causa de la situación es indiscutiblemente la
posesión, la terapia de desposesión no siempre es una cura.
Existen poderosas fuerzas dentro de la mente, tanto en la de los pacientes como en la de los pacientes poseedores. En
los casos más desgraciados, cuando estas fuerzas están muy arraigadas, la posesión se perpetúa. Evidentemente estos
casos se tratan, pero puede que no resulten en el cese de la situación. Con frecuencia, antes incluso de que llegue a ese
nivel de terapia, el paciente concluye el tratamiento, para ¡eludir la curación!
Uno de los temas implicados en la terapia de desposesión es el papel de la sugestión —hipnótica o no hipnótica. Yo he
luchado contra mi propio temor ante la idea de implantar sugestiones cuando no estaba ni siquiera segura de que existía
tal condición. Asimismo, con algunos pacientes, el diagnóstico no es nada claro. Les digo a mis pacientes que no estoy
convencida de la validez de la posesión, pero les pido que la usen, como yo, como una hipótesis de trabajo. Incluso en
ese caso, la hipnosis es poderosa, y no quiero crear un problema cuando no existe ninguno. Como ocurre en muchas
decisiones psicoterapeúticas, existe una mezcla de experiencia, intuición y sentido común.
Si se acusa improcedentemente a los espíritus de los problemas, puede que la persona no busque la ayuda adecuada.
Esto sería muy serio en aquellos casos donde los síntomas físicos se consideran el resultado de la intervención de los
espíritus.
He descubierto cambios dramáticos en personas que usan estas técnicas, y sin embargo no he encontrado ningún
resultado negativo duradero. La desposesión puede remover cosas, a causa de los motivos subyacentes,
desenmascarando a los espíritus poseedores que pueden sentirse amenazados y trastornados.
Pero los espíritus han estado allí siempre, y sus reacciones son temporales.
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Cuando la terapia es larga y los espíritus no se marchan después de algunas sesiones, encuentro que por lo general el
poseedor y el poseído han estado juntos en tiempos anteriores.
Puede existir un deseo ardiente de venganza en una o en ambas partes. El poseído puede conservar el espíritu atrapado
como un castigo. Por otra parte, puede existir un vínculo entre ambos, basado en un amor recíproco, en una dependencia.
Por ejemplo, el espíritu puede haber sido en otra encarnación la madre de la persona, y haberle poseído durante su
infancia. En la mayoría de los casos, ninguno de los dos se da cuenta de las memorias subconscientes de aquellas vidas
anteriores que compartieron, o de las verdaderas razones de la posesión.
Pienso que en cada caso que se investiga, el poseído ha poseído ha su vez en una vida anterior, deliberada o
involuntariamente. Lo cual nos refiere al tema del karma. ¿Es que cada persona poseída está pagando una deuda
kármica? ¿Es que ambos, el poseedor y el poseído mantienen invariablemente una relación kármica? Si no es así, ¿es
que las vidas pasadas se encuentran siempre inmersas en la posesión?
Algunas personas parece que se mantienen en estado de posesión -una vez se ha establecido claramente el diagnósticoa
pesar de todos los intentos realizados de desposesión, a pesar de las exploraciones efectuadas en conexiones y
motivaciones de vidas pasadas que justificaran las posesiones, y a pesar de la ayuda de los sanadores ausentes
especializados en desposesiones a larga distancia. He pensado siempre que se necesita más trabajo para liberar a estas
personas. Me resulta muy difícil renunciar a ayudarles.
Debe considerarse también el tema del libre albedrío en las posesiones. A primera vista, parece como si fuéramos
marionetas que el destino o los espíritus manipulan contra nuestra voluntad.
¿Accedimos a tener esta experiencia cuando planificamos nuestras vidas en el intervalo entre nuestras últimas muertes
y antes de nuestros nacimientos? ¿Estamos realmente solo «encontrándonos con nosotros mismos? ¿Es que en todos los
casos hemos poseído a alguien antes?
Muchas de las preguntas que he planteado en este capítulo no pueden contestarse a causa de nuestra comprensión y
conocimiento limitado de los espíritus, de la posesión, de la reencarnación, y de las leyes universales.
He compartido con Vd. mis puntos de vista, y le he ofrecido técnicas que funcionan. Siento que la comprensión de la
dimensión espiritual de la vida puede realzar nuestra libertad para vivir la vida al máximo. Mi deseo más profundo para
Vd. y/o para sus seres amados es la libertad de la posesión. Incluso si Vd. alberga una nueva esperanza o está
considerando una manera nueva de contemplar el sufrimiento humano, entonces mi libro habrá cumplido su objetivo.
Las preguntas siguientes son las que me formulan con mayor frecuencia durante mis conferencias sobre posesión de
espíritus.
1º ¿Por qué no se encuentran allí los seres amados del mundo espiritual cuando la gente se muere, para impedirles que
se conviertan en espíritus terrenales?
Los espíritus de los seres amados sí están presentes entonces, intentando atraer la atención de los espíritus terrenales, y
siguen intentándolo de vez en cuando, a lo largo de muchos años. El problema es que los recientemente fallecidos están
demasiado confusos como para verles, o se resisten a la ayuda que se les brinda, porque desean permanecer en el mundo
físico. A veces sí les ven pero les da vergüenza acercárseles. Esto suele darse sobre todo en casos de suicidio.
2o. ¿Cuánto tiempo suelen permanecer terrenales los espíritus sin poseer a alguien, o antes de entrar en el mundo de
los espíritus?
Varía mucho la duración de sus permanencias en el mundo físico como acorpóreos. Al parecer, la mayoría son
rescatados por espíritus superiores, auxiliadores, cuando están preparados para suspender sus vínculos con el mundo
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material o cuando se han dado cuenta de su condición; por ejemplo, que sus cuerpos han muerto. La mayoría permanece
unos diez años o menos antes de poseer a alguien o de entrar en la vida siguiente. Encontré a uno que permaneció
vinculado a la tierra durante cuarenta años antes de poseer a mi paciente. Pasó todo ese tiempo «vagabundeando».
Naturalmente, todos hemos oído hablar de fantasmas que rondan por edificios durante cientos de años. Yo creo que
algunos de estos relatos son verdad.
3o. ¿Cómo explica las «personalidades múltiples», tal y como se describen en Los Tres Rostros de Eva?
Mi opinión es que en estos casos se trata probablemente de médiums incontrolados, con posesiones múltiples. En
realidad, las «personalidades» son otras personas, espíritus. La razón por la cual estos pacientes suelen ser poco
receptivos a la terapia -por lo menos con las curaciones duraderas -es porque no se trata la causa principal, la posesión.
Cuando se hace, las «personalidades» desaparecen.
4o. ¿Una persona puede llamar conscientemente a los espíritus, y que de ello resulte o bien una posesión, o bien una
presencia continua?
¡Desde luego! Con frecuencia este es el problema que surge después de la muerte de los miembros de la familia, o de
otros seres amados. A veces, la gente solitaria implora deliberadamente a los espíritus que le acompañen. Otros buscan
consejo o ayuda, sin darse cuenta de que cuando se llama, puede contestar cualquiera. Los tableros Ouija, la escritura
automática y las sesiones también son medios que utilizan los espíritus para incorporarse, con permiso.
Basándome en la experiencia del trabajo realizado, he descubierto que algunos se quedan en el mundo físico como
acorpóreos, cargando con todos sus terribles sentimientos que ya habían experimentado momentos antes de morir.
Mientras permanezcan atados a la tierra, sentirán lo mismo que sentían con anterioridad al suicidio.
Otros que se quitan la vida entran directamente en la Luz y en el mundo espiritual. En el momento en que flotan hacia
arriba desde sus cuerpos sin vida, se sienten libres y aliviados de su depresión, angustia o ira.
Los que entran en la Luz inmediatamente y los que se quedan en el mundo físico al final tienen que enfrentarse con la
misma situación de prueba: la elección de matarse o no. Como si se tratara de un examen, o vuelven a suspenderlo en
la otra vida, o lo aprueban al no destruirse. No hay ningún castigo, sólo educación y otras oportunidades para el
crecimiento espiritual.
6o. ¿Algunas de las personas que Vd. ha reconducido a vidas anteriores se encontraron a sí mismos en el infierno
después de sus muertes?
He realizado entre veinte y treinta mil regresiones individuales a vidas pasadas, y no he encontrado un solo caso en el
que un espíritu se encontrara en una situación parecida al concepto popular de infierno. Algunos permanecen en un
«infierno» porque continuaron sufriendo lo que habían experimentado antes de sus muertes. Otros estaban atrapados en
los cuerpos de los que poseían y —en mi opinión— eso debe ser un «infierno». No podían vivir sus propias vidas, o ser
ellos mismos, una situación exacta a la que a su vez imponían a sus poseídos.
7o. ¿Están realmente poseídos los esquizofrénicos, más que los psicópatas?
Pienso que la mayoría de los pacientes que se encuentran en instituciones mentales presentan esos síntomas porque
están poseídos. Las voces que escuchan son reales; algunas alucinaciones visuales son destellos de un plano astral
inferior, una parte del mundo espiritual que posee una naturaleza vibratoria muy densa. Todavía hay mucho que aprender
sobre estos casos extremos de trastorno mental. Yo no creo que todos los esquizofrénicos sean psicópatas, como
consecuencia de la posibilidad de posesión. Lo que sí pienso es que -además de su enfermedad mental- indudablemente
están poseídos.
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8o. Si uno tiene problemas para «ver» la Luz Blanca cuando se usa la técnica de la Luz Blanca para protección, ¿impide
que sea efectiva?
No, muchos de mis pacientes no «ven» la Luz Blanca cuando fortalecen sus auras. Con sólo imaginar que está allí, o
saber que está allí es suficiente.
9o. ¿Cómo puedo distinguir entre un ser no terrenal y uno que con probabilidad pueda poseerme? Estoy especialmente
interesado en dicha diferencia con relación a un ser amado que ha muerto.
Un espíritu que ha entrado en la Luz y en la vida de ultratumba y que ha regresado para hacer una «visita», no entrará
nunca ni su cuerpo ni su aura, a no ser que Vd. sea un médium muy entrenado y desarrollado, que suelen usar los
espíritus muy evolucionados.
Es muy difícil determinar la diferencia entre digamos, su madre que viene con un mensaje desde el mundo de los
espíritus, y el que se quede en su casa porque está atada a la tierra.
Una manera de discriminar sería advertir la sensación o el tono de su presencia. Si es positivo, amoroso y no adherente,
entonces con toda probabilidad no es terrenal. Si parece pesado, triste, ansioso o furioso, entonces puede estar seguro
de que sí lo es.
Para estar del lado seguro, indíquele que ha muerto, y dígale que se vaya a su nueva vida con los seres amados que están
allí para ayudarle.
Si ha venido del mundo espiritual para ser útil o para decir «hola», no se enfadará, y cumplirá su cometido.
Cuando se encuentre ante un espíritu guía siempre sentirá mucha energía positiva, se sentirá bien. Con un espíritu
terrenal acorpóreo, se sentirá agotado, ansioso o asustado.
De nuevo, a veces es difícil distinguir a juzgar por sus reacciones, porque mucha gente tiene miedo de los espíritus que
no son terrenales, incluso aunque sean guías o seres amados. Se «enfantasman» sólo porque se encuentran con cosas
desconocidas.
Ruth Montgomery ha descrito el fenómeno del «paseante» en varios de sus últimos libros. Brevemente, existe un
acuerdo a nivel de alma (entre el ser superior y el espíritu evolucionado que desea encarnarse) entre gente viva que ya
no desea permanecer en sus propios cuerpos (o que van a morir en breve) y las almas muy desarrolladas que quieren
contribuir con nuestro mundo y prefieren no atravesar una infancia prolongada y una edad adulta temprana. Los primeros
se marchan, y los últimos, los paseantes, toman posesión.
En el caso de la posesión, los habitantes originales, los poseídos, no abandonan sus cuerpos, y la cohabitación nunca es
una solución positiva. ¡Esta condición daña mutuamente a los poseídos y a los poseedores, a pesar de lo que puedan
decir unos y otros!
De hecho, son acorpóreos, espíritus que no han realizado su tránsito a la otra vida. Dado que los niños son unos
clarividentes y clarioyentes extraordinarios -muy parecidos a los animales- «ven» y «oyen» a estos entes. Piensan que
se trata de niños vivos, como también lo creen los propios espíritus que no comprenden su situación. Se hacen amigos,
especialmente desde el momento en que estos entes se encuentran muy solos y confusos, al quedar varados en un plano
terrenal. Con frecuencia, estos espíritus poseen luego a sus amigos, a veces sin saberlo. En estos casos, a menudo los
poseídos no quieren soltar a sus poseedores.
Evidentemente, existe una motivación subconsciente. Una vez que la mente consciente del poseído dispone de la
identidad y de la historia del espíritu, se suele realizar con facilidad la desposesión.
Mi comprensión de este tema es aún algo incompleta. Podría ser que se consiente subconscientemente a todas las
posesiones. Si este fuera el caso, la libre voluntad seguiría funcionando. En los casos que yo he explorado, sí parece que
en la mayoría se consintió la posesión, principalmente en un nivel subconsciente, y sólo ocasionalmente en un nivel
consciente.
También podría pensarse que la posesión se arregla durante el intervalo —entre la muerte y el renacimiento— por
razones kármicas o por las lecciones implicadas.
La tercera posibilidad es que el concepto de libre voluntad no es válido —que somos peones, manipulados por las
circunstancias.
14o. ¿Qué ocurre a los entes poseedores cuando mueren los poseídos?
En la mayoría de los casos permanecen sujetos a la tierra, como acorpóreos. Algún tiempo después, se «unen» a alguien.
He tratado a varios que -en total- poseían a cuatro o cinco personas consecutivas.
En muy pocas regresiones, he visto que sus «anfitriones» —cuando se desprendían de sus cuerpos— se los llevaban
con ellos a la Luz.
Esto ocurre especialmente si los espíritus les son conocidos: padres, esposos, amigos, etc. A veces, el espíritu de los
seres amados por los poseídos se lleva con ellos a los entes poseedores. Entonces van todos juntos al mundo de los
espíritus.
Sí; a juzgar por las regresiones parece que sí crecen cuando realizan las transiciones adecuadas. Desgraciadamente,
algunos se quedan atados a la tierra como acorpóreos o como poseedores, en cuyo caso no crecen.
Esto explica algunas conductas infantiles, intereses, limitaciones y reacciones de personas poseídas por niños. Con
frecuencia tienen miedo de conducir o de realizar actividades de adultos.
GLOSARIO
Acorpóreo: un espíritu atrapado en el mundo físico: i.e., no en los planos superiores, sino su cuerpo físico. En este libro
se usa con el sinónimo de «espíritu» o «ente».
Aura: es un campo invisible de fuerza electromagnética que emana de los seres vivos, de los animales, y de las plantas.
Refleja la salud, los pensamientos, las emociones, y otras informaciones. Una de sus funciones principales es la de
proteger a los individuos de las influencias externas negativas, incluyendo a los acorpóreos.
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Canalización: permite que un espíritu de los planos superiores se manifieste a través del cuerpo físico de un médium.
Por lo general, suele hacerse hablando, escribiendo, pintando, tocando un instrumento musical o curando a otros, e
incluso con la «cirugía».
Cartas Tarot: un juego de cartas diseñado para desvelar el pasado, el presente y el futuro del participante. El lector
psíquico interpreta las diversas configuraciones.
Clariaudiencia: la capacidad de oír psíquicamente lo que está más allá del sonido físico.
Clarividencia: la capacidad de ver psíquicamente lo que está más allá de la visión normal.
Cuerda de plata: una forma de energía que conecta al espíritu con el cuerpo físico. Los clarividentes la perciben como
una cuerda de color plateado que está unida al espíritu cuando viaja fuera del cuerpo físico.
Cuerpo astral: es un cuerpo que vibra con una frecuencia superior a la del cuerpo físico. Se cree que un ser humano
vivo tiene un cuerpo astral y un cuerpo físico. A veces se le denomina como el «cuerpo emocional».
Cuerpo astral inferior: el vehículo en el que se existe después de la muerte del cuerpo físico, si el espíritu se queda en
el mundo material: i.e., cuando no realiza un tránsito con éxito al mundo espiritual. Se corresponde con los planos
inferiores del consciente: el plano astral inferior.
Escritura automática: es la escritura que realizan los espíritus, utilizando y controlando la mano de una persona viva.
Esto puede realizarse con un lápiz, una pluma, la máquina de escribir, o un procesador de palabras.
Espíritu: la esencia inmortal de una persona. En este libro se utiliza el término indistintamente con «acorpóreo» y
«ente».
Espíritus guías: almas muy evolucionadas del mundo espiritual que han elegido ayudar a los seres vivos. También
pueden ser seres amados fallecidos que han realizado con éxito tránsitos a la vida de ultratumba, y que regresan de vez
en cuando para ayudar y guiar. No se inmiscuyen ni en las auras ni en los cuerpos de los individuos a quienes ayudan.
Experiencias casi de muerte: la experiencia de haber muerto casi; de haber sufrido una muerte «clínica»; la pérdida
de todos los signos vitales, como los latidos de corazón, y la respiración. Es sinónimo de la experiencia de muerte
clínica.
Experiencia extra-corpórea (OBE): el cuerpo espiritual viaja mientras está conectado al cuerpo físico por la «cuerda
de plata». A veces se menciona como una proyección astral o como un viaje del alma.
Exorcismo: un rito que fuerza a los espíritus poseedores, especialmente si son de naturaleza satánica o demoníaca, a
salir de una persona u objetos vivos, incluyendo una casa.
Experiencia clínica de la muerte: muerte real, en algunos casos con diagnóstico médico, y que o bien reviven
espontáneamente, o bien son devueltos a la vida mediante la resucitación u otros medios médicos. Con frecuencia las
personas recuerdan estas experiencias, que suelen constituir los puntos álgidos de sus vidas.
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Golpes: sonidos producidos en un objeto físico por espíritus con energía psíquica.
Hipnosis: un estado mental que responde muy bien a la sugestión, y se utiliza para redirigir e influir en la actividad
mental, y por tanto en la conducta y en las emociones.
Incorporación: la entrada en el cuerpo físico de un ser humano vivo por parte de un acorpóreo; es el acto de posesión.
Inducción: un proceso para crear un estado de hipnosis; por lo general se trata de una técnica verbal que produce una
relajación profunda y receptividad a las sugestiones.
Karma: un concepto antiguo que engloba el principio que se recoge lo que se siembra —la ley de causa y efecto— e
implica que siempre se está encontrando uno a sí mismo. El karma puede ser positivo y negativo.
Médium: una persona que es psicológicamente sensible y capaz de comunicarse con los espíritus, y producir
manifestaciones.
Médiums en trance: personas sensitivas que pierden la consciencia y están poseídas temporal y voluntariamente por
espíritus que desean comunicarse o curar.
Metafísica: lo que se encuentra más allá del ámbito de lo físico (experiencia física); a veces se considera que es lo
oculto. Algunas áreas interesantes de lo metafísico son la reencarnación, la posesión, los niveles de existencia, las auras,
los guías espirituales, los médiums, el poder de cristal y piramidal, la astrología, etc.
Mundo espiritual: el ámbito de vida poblado por espíritus que han entrado en la Luz y han realizado con éxito el
tránsito desde el mundo físico. Se trata de un plano existencial considerado por lo general como vibrando en una
frecuencia superior a la del mundo físico. La mente «subconsciente» a la que nos referimos en este libro es capaz de
almacenar recuerdos de todo lo que se ha experimentado, igual que se percibió en su momento.
Plano o mundo astral: es la dimensión siguiente, por encima del plano o mundo astral. Está poblada por espíritus que
lo consideran como una réplica del mundo físico. Existen varios niveles del plano astral. Las divisiones principales son
el astral inferior y el astral superior.
Péndulo: un objeto se usa para identificar la respuesta a preguntas planteadas. Suele tratarse de un objeto redondo
pequeño a puntiagudo que pende de una cuerda o cadena corta. Se mueve con dirección subconsciente.
Percepción extrasensorial (PES): el conocimiento de hechos, acontecimientos, o presencias mediante otros sentidos
aparte de los cinco del cuerpo físico.
Plaquita: un utensilio que se usa con el tablero Ouija. Es una tabla pequeña triangular o con forma de corazón, que
tiene unas patas cortas y un puntero.
Psíquico: una persona que es sensible a las percepciones que no sean las que se reciben a través de los cinco sentidos
físicos.
Regresión hipnótica: una técnica hipnótica que provoca el recordar y revivir de una experiencia pretérita, de la vida
actual o de una anterior, cuya memoria está enterrada en el subconsciente.
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Represión: un mecanismo de defensa de la mente donde existe un «olvido» de una experiencia emocional o físicamente
dolorosa. Es automático y no guarda relación con la edad. No es un olvido ordinario, sino que tiene un propósito
protector. Puede superarse de distintas maneras. En este libro se ha utilizado la hipnosis para descubrir memorias
reprimidas.
Ritual romano: es el ritual oficial utilizado por los sacerdotes católicos en el exorcismo.
Señales digitales: un sistema de comunicación que establece el hipnotizador con la mente subconsciente del individuo.
La mente interior está temporalmente controlada por las manos, y selecciona a los dedos para representar «sí», «no» y
«no quiero responder».
Sesión: una reunión especial para comunicarse con los espíritus, o para demostrar fenómenos psíquicos, presidida por
un médium.
Shaman: vulgarmente conocido como el «hombre de la medicina» o «el doctor brujo». Es el que usa técnicas antiguas
para conseguir y mantener un bienestar o una cura para sí mismo y para los miembros de su comunidad.
Sonambulismo: un estado de hipnosis muy profundo caracterizado por la amnesia (pérdida de memoria). Otra forma
conocida es la de andar dormido por la noche.
Sugestión hipnótica: ideas que se presentan a la mente subconsciente mientras se encuentra en un estado hipnótico.
Tablero Ouija: un tablero impreso con el alfabeto, «sí», «no» y cifras, y una plaquita (véase más abajo) que se mueve
por el tablero deletreando mensajes; se utiliza para ponerse en contacto con los espíritus.
Terapia de vida anterior: psicoterapia que implica regresiones a vidas anteriores para solucionar problemas actuales.
Terrenal: quien posee la condición de permanecer en el mundo físico como espíritu, después de la muerte del cuerpo
por no haber realizado con éxito la transición a territorios superiores. Según la teoría esotérica, es un ente terrenal que
se encuentra de hecho atrapado en un plano astral inferior.
Trance: un estado somnoliento durante el cual disminuye la consciencia. Puede variar desde muy ligero hasta muy
profundo. Puede ser hipnótico o no hipnótico.
Zahorí: una persona que tiene un talento psíquico para distinguir cosas no vistas (aguas subterráneas, petróleo,
depósitos de minerales, la salud, los entes, etc.), utilizando el péndulo, una rama en forma de horca, o un cable. A esta
persona se le suele llamar «brujo de agua».
BIBLIOGRAFÍA
LA POSESIÓN
Este libro nos ofrece la extraordinaria e intrigante visión de sus experiencias para liberar a los pacientes de sus
sufrimientos. Repleto de historiales clínicos, analiza detalladamente la muerte y su transición, así como regresiones
hipnóticas y experiencias próximas a la muerte. Explica de qué manera síntomas primordiales, como depresiones, fobias
y adicciones están relacionados con la posesión por espíritus dañinos; las circunstancias bajo las cuales los espíritus
poseen a las personas; cómo detectar esta posesión en uno mismo y en otros; técnicas para liberarse y finalmente un
capítulo sobre cómo protegerse uno mismo de la posesión.
La autora se graduó en la Universidad de Miami como doctora en psicología clínica. Ha publicado "YOU HAVE BEEN
HERE BEFORE", editado en España por Editorial EDAF con el título "USTED YA ESTUVO AQUÍ", y actualmente
ejerce su profesión en California.