La Olla Del Panecillo
La Olla Del Panecillo
La Olla Del Panecillo
Se dice que en Quito había una mujer que todos los días
llevaba su vaquita al Panecillo para que pudiera comer
ya que no tenía un potrero donde llevarla.
Un buen día, mientras recogía un poco de leña, dejó a la
vaquita cerca de la olla pero a su regreso ya no la
encontró. Muy asustada, se puso a buscarla por los
alrededores.
Pasaron algunas horas y la vaquita no aparecía. En su
afán por encontrarla, bajó hasta el fondo de la misma
olla y su sorpresa fue muy grande cuando llegó a la
entrada de un inmenso palacio.
Cuando pudo recuperarse de su asombro, miró que en
un lujoso trono estaba sentada una bella princesa que al
ver allí a la humilde señora, le preguntó sonriendo:
-¿Cuál es el motivo de tu visita?
- ¡He perdido a mi vaca! Y si no la encuentro quedaré en la mayor miseria. Contestó la mujer
llorando.
La princesa, para calmar el sufrimiento de la señora, le regaló una mazorca y un ladrillo de oro.
Además, la consoló asegurándole que su querida vaquita estaba sana y salva.
La mujer agradeció a la princesa y salió contenta con sus obsequios. Pero, cuando llegó a la
puerta, se llevó una gran sorpresa al ver a su vaca de regreso. -¡Ahí está mi vaca! Gritó la mujer
muy contenta.
Y fue así como la mujer y la vaquita regresaron a su casa luego de esa inolvidable aventura que
quedó escondida en la Olla del Panecillo.
LA DAMA TAPADA
Hace más de doscientos años en las calles
apartadas de Guayaquil, los trasnochadores veían
la Dama Tapada. Anoche vi a la Dama Tapada,
contaba en una reunión de amigos, el
Fulanito.Son puros cuentos, respondía el amigo
con aires de valentón. Yo nunca he tropezado con
ella. Nunca se la ve antes de las 12 de la noche,
ni después de las campanadas del alba, opinaba
otro asistente a la reunión. Según la leyenda, la
Tapada era una dama de cuerpo esbelto y andar garboso, que asombraba en los vericuetos
de la ciudad y se hacía seguir por los hombres. Nunca se supo de dónde salía. Cubierta la
cabeza con un velo, sorpresivamente la veían caminando a dos pasos de algún transeúnte
que regresaba a la casa después de divertirse. Sus almidonadas enaguas y sus amplias
polleras sonaban al andar y un exquisito perfume dejaba a su paso. Debía ser muy linda.
Tentación daba alcanzarla y decirle una galantería. Pero la dama caminaba y caminaba.
Como hipnotizado, el perseguidor iba tras ella sin lograr alcanzarla. De repente se detenía
y, alzándose el velo se enfrentaba con el que la seguía diciéndole: Míreme como soy... Si
ahora quiere seguirme, sígame...Una calavera asomaba por el rostro y un olor a
cementerio reemplazaba el delicioso perfume. Paralizado de terror, loco o muerto
quedaba el hombre que la había perseguido. Si conservaba la facultad de hablar, podía
contar luego que había visto a la Tapada.
EL UKUKU
Un oso (ukuku o ukumaria en quechua) se
enamoró de una pastora a quien la raptó y la
llevó a su cueva de entrada accesible sólo al
oso. En esa cueva tapada por una inmensa
roca que solamente el oso la podía mover,
nació el engendro de ambos, quien al crecer
llegó a comprender los sufrimientos de su
madre cautiva.
La madre llevó a su hijo al pueblo donde la gente lo llamó Juan Oso. Allí compitió con
sus coetáneos hasta demostrarles su superioridad física y mental. Como crecía más que
los demás, también comía más que los demás, y el abuelo, incapaz de alimentarlo, lo llevó
a la casa del curaca (cacique) donde sorprendió a todos con su fuerza descomunal. El
curaca, después de cierto tiempo, también trató de deshacerse de él porque consumía
mucha comida. Pero, cada intento de matarlo se convirtió en una aventura para Juan Oso.
LA SACHAMAMA
Es una boa gigantesca y solitaria, que vive en
tierras pantanosas de selva adentro. Llega un
tiempo de su vida, quizá milenaria, en que se
incrementa su peso, es tal que ya no puede
reptar, entonces busca un lugar para vivir
permanentemente. Entonces libra, con su
poderosa cola, un espacio lo suficientemente
amplio, allí pone su cabeza y espera. El gran
poder de atracción que tiene le permite halar
a sus víctimas hacia esa especie de chacra que
forma delante de su cabeza.
Entonces, cualquier animal u hombre que, por ignorancia o descuido, pase por su delante
ve solamente su cabeza. Pero ya será muy tarde. Porque habrá caído en el campo imantado
de la Sachamama, atraído hacia su poderosa mandíbula, para luego ser triturado y tragado.
Satisfecha su hambre, se pondrá a dormir por una larga temporada.