EL Futuro de La Ciencia Política (Harold D. Lasswell)

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Review: El futuro de la ciencia política

Reviewed Work(s): El futuro de la ciencia política by Harold D. Lasswell


Review by: Francisco Sánchez Poves
Source: Revista española de la opinión pública, No. 30 (Oct. - Dec., 1972), pp. 344-347
Published by: Centro de Investigaciones Sociologicas
Stable URL: https://www.jstor.org/stable/40181767
Accessed: 10-07-2019 15:07 UTC

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RECENSIONES

El futuro de la ciencia política ^


El profesor Lasswell, de la Universidad de Yale, es sin duda uno de
tos más prestigiosos investigadores de la ciencia política norteame-
ricana. Entre sus numerosas contribuciones intelectuales destaca,
entre otras no menos importantes, los estudios realizados sobre las
élites y los grupos de presión, el análisis naturalista del poder político,
la aplicación de normas psicoanál ¡ticas a la conducta política y el
estudio de la función social del hombre de ciencia, a los que hay que
añadir el estudio que comentamos y que aparecieron en el año 1963
con el título original The future of political scíence, no ha dejado de
perder actualidad a pesar de los años transcurridos, no sin razón el
futuro sigue siendo uno de los problemas que más interesan al hombre
moderno. «El actual período de transformaciones mundiales - escribe
Lasswell- podría llamarse con la misma razón era de la ciencia o era
de te astropolítica. No cabe imaginar que la ciencia política vaya a ser
la única de entre todas las artes y ciencias, que no quede afectada por
los cambios que experimenta y ha de experimentar el mundo» ¿pá-
gina it).
En el prólogo de su obra subraya que el análisis del futuro de la
ciencia política se debe principalmente a la extraordinaria expansión
que ha tenido el estudio de la Teoría del Estado en los Estados Unidos,
observando que la iniciativa se debe a Charles S. Hyneman, siendo
acogida con entusiasmo por destacadas personalidades de la American
Political AssOciation, de la que era presidente. El objetivo que preten-
día Hyneman no era otro que e\ estimular y fomentar ün estudio ex-
haustivo de los problemas normativos con los que se. enfrentaban los
diversos departamentos de ciencia política de universidades y colle-
ges, de la propia Asociación y de los especialistas y estudiantes rela-
cionados con la ciencia política. Con ello pretendía estimular a los
miembros de la Asociación a publicar sus investigaciones, debidamen-
te razonadas, sobre las cuestiones debatidas, dando por sentado que
cada uno de los colaboradores insistirían sobre todo en las concep-
ciones de la ciencia política en las que tuvieran más experiencias,
pero enlazándolas con un amplio conjunto de temas sobre el estudio
de la teoría del gobierno.
Lasswell ordena su análisis en once densos capítulos, alguno de
los cuales de difícil lectura, principalmente por la variedad de proble-
mas y posibles soluciones que en ellos se contiene. Pero él mismo nos
advierte que su obra va dirigida principalmente a los que se interesan
seriamente por el estudio de la Teoría del Estado, para los que los
términos que usa son familiares.

(*) Harold D. Lasswell: El futuro de la ciencia política. Editorial Tecnos.


Madrid, 1971. 253 págs.

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RECENSIONES

El investigador norteamericano toma en consideración el futuro de


la ciencia política desde el punto de vista del ámbito, el método y eJ
impacto. Todo planteamiento de los asuntos humanos concebido corno
resolución de problemas, dice, suscita cinco tareas intelectuales, que
son designadas con expresiones bien conocidas por los especialistas
de la ciencia política: objetivo, tendencia, condición, proyección y al-
ternativa. La primera cuestión, relacionada con el objetivo, plantea el
problema de esclarecer cuáles son los fines legítimos de un cuerpo
político. Una vez fijados provisionalmente los objetivos, surge la cues-
tión histórica. La siguiente cuestión que se plantea es algo más que un
mero inventario de los cambios, preguntándose Lasswell cuáles son
los factores que se condicionan mutuamente y que determinan la his-
toria. Una vez que se disponga ya de conocimientos sobre las tenden-
cias y factores se podrá proyectar el curso de los futuros desarrollos.
Por último, ¿qué alternativas en punto a normas de actuación parecen
más prometedoras en lo que se refiere a llevar a feliz término todos
los objetivos preferidos?
Observarán que la investigación en la que se encuentra inmerso el
profesor Lasswell es ingente, pero él, con su gran experiencia va tra-
zando paso a paso los caminos que deben seguirse para poder aclarar
el futuro de la ciencia política.
Comienza su análisis señalando cómo los especialistas de la cien-
cia política se encuentran implicados en todas las fases de decisión
de la colectividad en todos los niveles: nacional, internacional y sub-
naclonal en término de siete fases funcionales: información, recomen-
dación o promoción, prescripción, invocación, aplicación, valoración y
terminación.
Lasswell examina con detenimiento esas siete fases. En un acto de
decisión empieza de la siguiente manera: lo concebido como algo que
empieza con un afluir de información procedente de fuentes situadas
en el centro de atención de los participantes en el proceso de deci-
sión, algunos de los cuales perciben que sus valores en punto a objeti-
vos han estado o pueden estar afectados de modos en los que puede
influir la decisión creadora. A esta fase se la denomina fase de Infor-
mación. La segundo fase, de recomendación o promoción, se refiere a
actividades destinadas a influir en el desenlace. La fase de prescrip-
ción consiste en la articulación de normas. Se produce la fase de Invo-
cación cuando se utiliza provisionalmente una prescripción para ca-
raoterizar un conjunto de situaciones concretas. Se habla de fase de
^ideación cuando se emplea una prescripción con un sentido finalista.
La fase de valoración caracteriza la relación entre los objetivos polí-
ticos y las estrategias y resultados obtenidos. Por último, la fase de
terminación implica el tratamiento de las expectativas establecidas
cuando estaba en vigor una prescripción. Toda interacción en el pro-
ceso político puede ser examinada teniendo en cuenta estas siete fa-
ses del proceso de decisión.

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RECENSIONES

En el capítulo segundo analiza con precisión el crecimiento de la


ciencia política norteamericana, centrando su atención sobre las di-
versas dimensiones de la labor contextúa! de la ciencia política, es-
bozando, en primer lugar los requisitos de un estudio continuado de
los fenómenos políticos mundiales adecuado a los requisitos de reso-
lución de problemas de la ciencia política. A continuación su interés
se centra en los métodos mediante los cuales pueden tenderse puen-
tes intelectuales entre el conocimiento de las tendencias y los conoci-
mientos muy especializados de laboratorio, por un lado, y la informa-
ción necesaria para orientar la intervención política en gran escala,
por otro. En tercer lugar, toma en consideración los conocimientos me-
diante cuyo uso puede encauzarse y gobernarse el inmenso niágara de
la oportuna información. Por último se enfrenta con la cuestión de la
capacidad creadora en todos los niveles de participación, a la que
dedica sendos capítulos.
El contenido de los capítulos noveno y décimo, dedicados a la co-
laboración con profesiones afines y a los centros superiores de cien-
cia política, respectivamente, son francamente interesantes, ya que en
ellos se fiia con mayor precisión los caminos a seguir para el logro del
propósito deseado.
Un hecho es cierto, un investigador aislado no puede realizar más
que una pequeña aportación al conjunto de datos precisos para des-
cribir los cambios en la distribución del poder y en la estructura y
función de las instituciones políticas a todo lo largo y ancho del campo
de la política mundial (pág. 53). Indica que muchos de los objetivos
que tiene planteados la ciencia política podrían conseguirse si se logra
mantener la colaboración entre especialistas de la ciencia política e
individuos pertenecientes a especialidades íntimamente relacionadas
con ella. Como ejemplo concreto escoge dos profesiones, con cuyos
miembros ha tenido Lasswell estrechas conexiones y con los cuales
sería muy deseable continuar contando con ellos en años venideros:
el periodismo y el mundo del Derecho (pág. 194).
En el capítulo décimo se plantea el famoso investigador norteame-
ricano la siguiente pregunta: «¿Qué formas organizativas se adaptan a
la futura tarea de la ciencia política?» Lasswell se muestra aquí par-
tidario de una nueva forma organizativa, de reciente creación: los cen-
tros de estudio, de investigación y de consulta, ya que ellos facilitan
la posibilidad de centrar la atención y el «talento» en el contexto pro-
blemático de la humanidad, señalando a continuación las característi-
cas que deben predominar en estos centros: el tamaño, la proximidad
y el interés por la integración intelectual. Deben ser pequeños, con
el fin de facilitar una interacción activa. Sus miembros deben estar lo
suficientemente contiguos para poder realizar muchas cosas en co-
mún. El tercer carácter que las peculiariza es el interés por la integra-
ción intelectual. Un centro de ciencia política que reúna estas caracte-
rísticas se adapta mejor que una amplia y ambiciosa «universidad den-

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tro de otra universidad» a una institución establecida. No obstante,


señala Lasswell que «se podrían formar centros de ciencia política
dentro de las universidades, o bien se les podría crear como entidades
independientes». Todos estos centros de ciencia política deberán re-
currir a sus colegas de la historia, la arqueología y las ciencias socia-
les adyacentes, para resolver con éxito los problemas que se planteen.
La investigación que termina con unas claras conclusiones es, sin
lugar a dudas, una obra que repercutirá favorablemente entre los espe-
cialistas de la ciencia política.
Francisco Sánchez Poves

La evolución del pensamiento político (*)


Son relativamente muy escasos los autores que se han preocupa
do y preocupan de estudiar el proceso de formación de los sistemas
políticos. Los especialistas actuales de la Ciencia Política prefieren
tal vez influenciados por el ambiente de dinamismo y urgencia qu
impera en la hora presente, ir directamente al análisis de los proble
mas sin preocuparse demasiado por analizar los antecedentes inm
diatos. Lógicamente, pues, la parcela referente a la historia de la
instituciones políticas es una de las más superficialmente cultivadas
Ante este panorama, en cierto modo desolador, no resulta extrañ
que nos impresione muy gratamente la aparición - en lengua caste-
llana - de estas páginas en las aue, como el futuro lector de las
mismas podrá advertir, se nos habla detenida y minuciosamente del
proceso de formación del pensamiento político y, consecuentemente
de la reacción del hombre - correspondiente a distintas épocas -
ante la aventura política. Es conveniente advertir, y así evitaremos
innecesarias desilusiones, que a lo largo de estas páginas tan sólo
se nos habla de los hechos que ya han sido consumados, es decir,
que han agotado su ciclo vital de manera más o menos gloriosa. Se
trata, por tanto, de una mirada retrospectiva al pasado político del
ser humano. Un pasado que, no obstante, puede proporcionar prove-
chosas enseñanzas.
La primera cuestión que el profesor Parkinson trata de solventar
es la referente al hecho de si en el quehacer político lo únicamente
importante es la palabra escrita. Quiere, seguramente, decir el auto
que en el proceso de formación de la Ciencia Política hay que ten
en cuenta también, independientemente de lo que han afirmado gr
ficamente los filósofos del pensamiento político, todo aquello mani
festado de diferentes maneras por otros hombres e instituciones que

(*) C. Parkinson: La evolución del pensamiento político. Ediciones Deus


Bilbao, 1971. 395 págs.

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