Estado Federal, Celestino Arauz
Estado Federal, Celestino Arauz
Estado Federal, Celestino Arauz
RESUMEN
Este artículo analiza las limitaciones de origen del Estado Federal de Panamá.
El autor inquiere por el aspecto centro-federal del mismo. Estudia la especula-
ción y el monopolio de las tierras baldías. Contempla las rentas comprometidas
y controversiales de la entidad. Otea las amenazas anexionistas y la reacción
centralista. Asimismo, observa el difícil comienzo del Estado Federal:
divisionismo interno, intromision neogranadina e intereses hegemónicos esta-
dounidenses.
PALABRAS CLAVES
PREÁMBULO
Muchas fueron las limitaciones de origen del Estado Federal de Panamá. Sus
atribuciones de autonomía resultaron muy restringidas por las normativas lega-
les y administrativas impuestas desde Bogotá, algunas de éstas en concordan-
cia con los intereses geopolíticos y hegemónicos estadounidenses, guberna-
mentales y privados.
Cronológicamente la parte central de este estudio sólo abarca dos años (1855 -
1857). Pero nos retrotraemos a las primeras décadas del período de unión a la
Republica de Colombia al referirnos a los antecedentes del proyecto centro-
federal y alcanzamos, sintéticamente, hasta la separación definitiva de Panamá
en 1903, cuando abordamos las proyecciones del autonomismo istmeño y las
consecuencias del intervencionismo estadounidense en nuestro territorio plas-
madas en la Convención del Canal Ístmico o Tratado Hay - Bunau Varilla y la
inclusión del artículo 136 en la Constitución Política de 1904.
Precisa recordar que tras cuatro años de tenaces esfuerzos emprendidos por el
Dr. Justo Arosemena ante la cámara de representantes para que se adoptara,
1
Parte de esta documentación la dio a conocer en nuestro país Rodrigo Miró con el título: “El Estado
Federal de Panamá” en el libro: Documentos Fundamentales para la Historia de la Nación Pana-
meña. Edición de la Junta Nacional del Cincuentenario. Panamá, 1953, Año del Cincuentenario. Páginas
33-59.
2
Véase este documento con su respectivo comentario en la revista Lotería. 2ª. Época, volumen XII, No.
141, Panamá, República de Panamá. Agosto de 1967, páginas 24-40.
Mucho más extensa es la tercera parte del libro que nos ocupa. Comprende
las: “Leyes espedidas por la Asamblea Constituyente del Estado de Panamá”.
Estas normativas discurren desde el 16 de junio al 29 de octubre de 1855 y
contemplan temas diversos, especialmente de carácter administrativo, institu-
cional, judicial, electoral, penal, religioso, económico y fiscal. Se destaca:
“Sobre vigencia de varias leyes granadinas y ordenanzas de la provincia del
Istmo”; la organización de la Secretaría del Estado y la administración provi-
sional de éste; “Fundamental de la Hacienda Pública”; “Administración Judi-
cial”; “Fundamental de la Administración Ejecutiva”; régimen municipal; ad-
ministración provincial de la ciudad de Colón; división territorial; adjudicación
de tierras baldías que correspondían al Estado; bienes mostrencos y vacantes;
correos; adición y reformas de juicios ejecutivos; arbitrios; determinación del
modo de subrogar al jefe del Estado mientras se ejecutaba la Constitución;
jurados y elecciones; reformatoria de los jurados; elección de senadores y
representantes; “poniendo a disposición del Poder Ejecutivo Nacional la fuerza
pública del Estado”; milicia: gendarmería; “para el servicio del año económico
de 1856”; cárceles; establecimientos de castigo; “sobre esención de servicios
forzosos”; amnistía; incorporación de sociedades religiosas; devolución de bie-
nes eclesiásticos; examen de cuentas; “sobre posesión; escusas y renuncias de
empleados públicos”; deuda pública; sueldos “asignando los viáticos y dietas a los
Sobre la fijación de los límites orientales por el congreso, el Dr. Justo Aroseme-
na manifestó que bastaba enunciar el título de la ley de 9 de junio, para persua-
dirse de que ella no hizo, ni podía hacer, la designación de límites del Estado.
En su opinión, “no tuvo otro objeto en el artículo 7° que declarar cuáles eran en
1° de enero de 1849 los límites de los territorios de Darién y Bocas del Toro”,
porque en ellos no tenía derecho la Compañía del Ferrocarril a pedir tierras
baldías “de las que se le concedieron por el artículo 18 del contrato entre ella y
el Gobierno de la República”.
A su juicio, el objeto del artículo 2° del Acto Constitucional, “fue dejar a la ley
no la designación, no el señalamiento arbitrario de los límites orientales del
Estado sino la declaratoria de los que según las disposiciones anteriores debía
tener la nueva entidad, como agregado que era de varias provincias. Cualquier
otro límite más occidental que el de la Provincia de Panamá, que era íntegra-
mente parte del Estado del mismo nombre, era una desmembración del territo-
rio de dicho Estado y una violación del artículo 1° del Acto Constitucional que
lo erigió”. Creía que debía la asamblea constituyente hacer una representación
al congreso que no dudaba expediría una ley especial en el sentido que él dejó
indicado “por exigirlo así la justicia, la constitución en la parte citada y en con-
veniencia del Estado de Panamá”, cuyos límites naturales eran, “los ríos Atrato
y Napipi” que lo separaban de la provincia del Chocó. 9
También dio sus puntos de vista sobre los límites occidentales del Istmo de Pana-
má. Mientras, se debatía en el congreso la creación del Estado Federal de Pana-
má, el 5 de enero de 1855, a consulta del secretario de Relaciones Exteriores,
Cerbeleón Pinzón, respondió: 1° que Costa Rica o su gobierno, pretendían trazar
sus límites con el Istmo de Panamá, es decir la Nueva Granada, mediante una línea
recta que partía de la extremidad oriental del Golfo Dulce y terminaba en la Laguna
9
Justo Arosemena al Presidente de la Asamblea Constituyente Mariano Arosemena. Panamá, 11 de
septiembre de 1855. Documento reproducido por Octavio Méndez Pereira: Justo Arosemena. Segunda
edición. Editorial Universitaria. Panamá, 1970, páginas 181-182. Según Juan B. Sosa había la tendencia
de beneficiar al Canca dándole la costa de Urabá. Véase su obra: Límites de Panamá: Apuntamientos sobre
los derechos territoriales de la República en sus linderos con Colombia, Impreso en Panamá por Tipografía
Moderna, 1914. Páginas 24 a 33.
En segundo lugar dijo que la línea divisoria, tal como la sostenían los granadi-
nos, lucía “con pena no poca variedad”. Las cartas de los generales Acosta y
Mosquera trazaban los límites al norte, en el río Doraces o Culebra, y al sur en
las inmediaciones del Golfo Dulce. El primero de estos geógrafos los traía
“mucho más acá del río Barú” y el segundo fijaba en dicho río que se hallaba
en el extremo del golfo. En su concepto, ambos perjudicaban los derechos de
la Nueva Granada, “y sobre todo sus intereses por aquella parte”.
12
Lázaro Mejía Arango: Los Radicales. Historia política del radicalismo del siglo XIX. Universidad Externado
de Colombia. Bogotá, 2003. Páginas 89 – 92.
13
Robert Louis Gilmore: El Federalismo en Colombia 1810 – 1858.Universidad Externado de Colombia y
Sociedad Santanderista de Colombia. Santafé de Bogotá D.C. 1995. Tomo I, página 223.
Este tema polémico lo abordó el Dr. Justo Arosemena, una y otra vez, en El
Estado Federal de Panamá, en cuyo último párrafo manifestó: “Siga en enhora-
buena la combinación centro - federal, que para mí no tiene las ventajas del uno
ni del otro sistema, i como todas las transacciones, sacrifica los derechos de
ambas partes; siga para el resto de la Nueva Granada, si le conviene i lo desea.
Pero el Istmo de Panamá, que en nada se parece a las otras comarcas grana-
dinas, quiere porque lo necesita, que su territorio reciba una organización dis-
tinta, una organización netamente federal, que no le haga por más tiempo one-
rosa la dependencia al Gobierno Supremo de otro país: dependencia aceptable,
útil i honrosa si no ataca sus derechos i sus intereses; pero altamente injusta e
intolerable, si compromete los beneficios que el Gobierno está destinado a pro-
ducir, en donde quiera que un puñado de hombres, se reúnen para llenar sus
grandiosos destinos sobre la tierra”.15 Pero, como vimos, el “Acto Adicional”
de la Constitución que creó el Estado de Panamá, estipulando que el territorio
que comprendía las provincias de Panamá, Azuero, Veraguas y Chiriquí forma-
rían “un Estado Federal soberano” como parte integrante de la Nueva Grana-
da, se hizo sobre la base de la Constitución de 1853 centro – federal y, por
consiguiente, con grandes limitaciones jurídico – administrativas para la auto-
nomía de la nueva entidad gubernamental.
16
William Paul Mc Greevey: Historia Económica de Colombia 1845-1930. Tercer Mundo Editores.
Quinta Edición. Bogotá, 1989, página 87.
Para darle al Istmo “una mayor vitalidad comercial” se propuso a Bolívar: 1°.
Que se le declarase “país de libre comercio con todos los pueblos de la tierra,
sin prohibirse ninguna clase de efectos, frutos, o producciones, con absoluta
exención de derechos sin sufrir registros y sin estar sujetos los cargamentos a
depósitos, ni aduanas; 2°. Que se concediese a una compañía de capitalistas
extranjeros, la que ofreciera más ventajas, la apertura de un camino o canal
que hiciera “fácil y expedita la comunicación Norte a Sur del Istmo”, imponién-
dose un corto derecho municipal sobre las piezas que transitaran por él y 3°.
Que se arreglasen “los establecimientos interiores de un modo para sostener el
gobierno, las autoridades del país y una moderada guarnición“, que no sería
más que la necesaria a la seguridad del orden público”. 19
17
“Manifiesto que hacen a la Nación Mariano Arosemena y José de Obaldía sobre su conducta cívica”.
Panamá, por José Ángel Santos. Año 1831. Documento reproducido en la obra: Mariano Arosemena:
Historia y Nacionalidad. Estudio Preliminar Argelia Tello Burgos. Editorial Universitaria. Panamá, 1979,
página 31.
18
Ibid., páginas 31-32.
19
Ibid. pág. 32 y Lotería 2ª Época, Vol. XI, No. 127, junio, 1966, páginas 23-25.
Ora sea pues, que se subdivida el territorio que comprende a los seis Departamen-
tos inconstituidos, formando de él dos Estados de la Unión Colombiana, ora que
conservando el uti possidetis las tres grandes secciones nacionales, la Nueva Gra-
nada abrace el sistema centro – federativo, a fin de que cada Departamento use
con plenitud del poder municipal; lo cierto es que bajo cualquier aspecto las refor-
mas mercantiles son de absoluta necesidad para el Istmo, atendida su posición
topográfica, el clamor de sus habitantes y el movimiento universal que ha dado en
los últimos cuarenta años el planeta que habitamos…” 20
20
“Manifiesto que hacen a la Nación Mariano Arosemena y José de Obaldía sobre su conducta cívica”. Op.
Cit. página 33.
21
Ibid., página 56-57.
22
Ibid., 58-59.
23
El Estado Federal de Panamá. Op. Cit., páginas 91-92.
24
“El Istmo de Panamá”, El Panameño. Panamá, 3 de mayo de 1854. Documento reproducido por Argelia
Tello Burgos. Escritos de Justo Arosemena. Estudio Introductorio y Antología. Biblioteca de la Cultura
Panameña. Universidad de Panamá. Panamá, 1985. Página 93.
Como bien indica el sociólogo Alfredo Figueroa Navarro: “Habida cuenta del
hecho de que los suelos del arrabal de Santa Ana son más baratos que los de la
minúscula Ciudad de Panamá, los patricios tratan de procurarse más propieda-
des situadas en el extramuros con el objeto de especular sobre el precio de la
reventa. En efecto, dado que la urbe está saturadísima de inmigrantes, infini-
dad de extranjeros prefieren comprar lotes en el arrabal a fin de establecer sus
almacenes y depósitos. Con todo, principiada la California, los notables ad-
quieren, con suma celeridad, esos terruños, en ocasiones detentados por
arrabaleros…” 27
25
“Explanadas” El Panameño. Panamá, 4 de agosto de 1850. Documento reproducido por Argelia Tello
Burgos: Escritos de Justo Arosemena: Ibid, páginas 174-175.
26
Véase a Eduardo Tejeira Davis: Panamá: El Casco Antiguo y la dinámica de sus transformaciones.
Gobierno Nacional. Instituto Nacional de Cultura. Oficina del Casco Antiguo. Ciudad de Panamá. 2013,
Página 45. Esto se demuestra en documento que reposa en el Archivo Nacional de Panamá, Notaría
Primera. Escritura 29 de 18 de abril de 1856.
27
Dominio y Sociedad en el Panamá Colombiano (1821-1903). Op. Cit. Páginas 283-284.
Observó que las tierras de los pueblos habían sido “siempre objeto de codicia
de los particulares, y tanto por el poco cuidado que de ordinario tienen los
guardianes de las cosas públicas, como por la respetabilidad del propietario, las
leyes han concedido ciertas preeminencias, entre ellas la de que no puedan
prescribirse cuando son del oro común de los vecinos, como los ejidos…”
Ante las críticas contra el cabildo por la “cuestión ejidos”, el Dr. Justo Arose-
mena, no pudo menos que decir: “Desgraciadamente estamos en un país donde
el patriotismo es planta exótica, y así es que cuando un empleado o particular
se muestra celoso por el bien público, a nadie se le ocurre que el tal bien públi-
co sea un objeto cardinal, si no pretexto para otros fines, que cada una va
buscando y hallando a las mil maravillas. ¡Pobre país!” 29
30
“Lei (De 9 de junio de 1855) Sobre concesiones a la Compañía del Ferrocarril de Panamá. República de
la Nueva Granada. Gaceta Oficial. Año XXIV Año 1828 Bogotá, viernes 15 de junio de 1855. Op. Cit.
31
Patricia Pizzurno: Consideraciones históricas, patrimoniales y turísticas sobre el casco antiguo de la
ciudad de Panamá. Panamá, 2005, página 17.
Muy distinto, como vimos, era el dominio, prácticamente absoluto, que la Com-
pañía del Ferrocarril tenía en Colón, situación que se prolongó por mucho tiem-
po. Aproximadamente tres décadas después de la creación del “Estado de
Panamá”, Eusebio A. Morales denunció que: “Esa Compañía estaba en pose-
sión entonces de toda el área de la isla de Manzanillo alegando concesiones de
la Nueva Granada y de Colombia, y en tal carácter daba en arrendamiento por
cortos plazos de cinco años los lotes de terrenos o solares sobre los cuales
había que edificar las casas de habitaciones, los hoteles, los almacenes y esta-
blecimientos comerciales. Le bastaba a la Compañía del Ferrocarril negarse a
prorrogar un contrato de arrendamiento para que sus habitantes dejaran de
tener casa propia o un comerciante su establecimiento mercantil o un hotelero
su hotel. En suma, existía una evidente y depresiva limitación de libertad, una
especie de esclavitud intolerable para todo aquel que tuviera en la ciudad nego-
cios permanentes y valiosos”. Esto explica también por qué se edificaba en
madera y, en consecuencia, la ciudad estaba expuesta a ser pasto de las lla-
mas, como ocurrió en 1885. “Todo el mundo temía ser desposeído del suelo a la
expiración del plazo (de cinco años) y sin derecho a reclamos ni indemnización
por la construcción que debía ser abandonada y demolida…” 33
En resumen, la especulación, con las tierras baldías fue un negocio muy renta-
ble en las ciudades de Panamá y Colón, sobre todo con la reactivación de las
actividades terciarias en la ruta de tránsito. La Compañía del Ferrocarril que
tenía amplios privilegios concedidos por el gobierno de la Nueva Granada supo
aprovecharse de ello para su propio y exclusivo beneficio que, en el caso del
puerto de Colón, entrañó un monopolio que se mantuvo durante varias décadas.
32
“La Ciénaga”: El Elector. Nueva Granada. Estado de Panamá. No. 4, Jueves, 10 de junio de 1858, páginas
1 y 2.
33
“Colón: Su pasado y su porvenir” Ensayos, Documentos y Discursos. Segunda edición. Colección
Kiwanis. Prólogo de Julio E Linares. Panamá, 1977, páginas 225-227.
Más eso no era todo. También se hizo la advertencia que tampoco podrían “hacer-
se innovaciones de ninguna especie por el Gobierno del Estado de Panamá, en las
estipulaciones del contrato del Ferrocarril a través del Istmo”. El mismo quedaba
siempre bajo la exclusiva “dependencia del Gobierno de la Nueva Granada”.
En este punto, es oportuno tener presente también el artículo 10° del “Acto
Adicional” que establecía: “sean cuales fueren las variaciones que en lo suce-
sivo pueda sufrir el presente Acto legislativo, i las consiguientes disposiciones
de la Constitución que expida la legislatura constituyente del Estado de Pana-
má, en ningún caso podrán alterar los derechos que la República se ha reserva-
do sobre las vías de comunicación interoceánicas. Los productos i beneficios
que la República debe obtener en virtud de tales derechos, quedan irrevocable-
mente destinados a la amortización de la deuda nacional”.
34
“¡¡ Estado de Panamá!! A Fabio”. Bogotá, febrero 14 de 1856. El Panameño. No. 743, de 16 de marzo
de 1856. Documento reproducido en la revista Lotería. 2da. Época, volumen XII, No. 141, Panamá,
República de Panamá. Agosto de 1967. Op. Cit. Página 139.
Conviene recordar, por otra parte, que el artículo XXXV del Tratado General
de Paz, Amistad y Comercio, mejor conocido como Tratado Mallarino-Bidlack,
suscrito el 12 de diciembre de 1846 entre la Nueva Granada y Estados Unidos,
tuvo especial significado para el Istmo de Panamá, así como importantes re-
35
Justo Arosemena: “Contribución sobre buques conductores de pasajeros”. El Panameño. Panamá. 5 de
agosto de 1855. Documento reproducido por Argelia Tello Burgos. Escritos de Justo Arosemena. Op. Cit.,
páginas 109-110.
36
Celestino Andrés Araúz y Patricia Pizzurno: El Panamá Colombiano. Primer Banco de Ahorros y Diario
La Prensa – Panamá, 1993. Página 79.
37
“Nuestros intereses materiales” El Día. Bogotá 5, y 29 de noviembre de 1846. Documento reproducido
por Argelia Tello Burgos: Escritos de Justo Arosemena, Op. Cit., páginas 29 y 30.
En efecto, la población del Istmo estaba “compuesta de las tres razas más
indolentes, a saber, la indígena, la negra y la española”. Gozaba, “por precisión
de los atributos que las distinguían”. Era “esencialmente apática” y además
tenía “en contra la actividad del suelo mismo en que habitaba”. Nada incitaba
“tanto al trabajo como la urgencia de satisfacer las más imperiosas necesida-
des”.
Al respecto, el Dr. Arosemena dio ejemplos sobre la relación del hombre con
su entorno. En Europa “donde la abundancia de la población y la limitación de
las tierras” hacía muy difícil “el mantenimiento”, los hombres eran “más o me-
nos industriosos”. En tanto, que en Estados Unidos, cuyos habitantes eran
“hijos de la raza más activa” que se conocía, también había “espíritu industrial,
aunque proveniente de otra causa”. De allí que la raza y el suelo “determina-
ban” con mucha propiedad “el grado de energía de un pueblo, pero energía
habitual, de energía aplicada al trabajo”.
De modo que el Dr. Arosemena era partidario del determinismo causal, quizás
influido por los planteamientos teóricos del aristócrata Charles-Louis de
Secondat, mejor conocido como el barón de Montesquieu en su obra Del Espí-
ritu de las Leyes, en la que señalaba que “los hombres son muy diferentes en
los diversos climas”, así como del mejoramiento de las razas apáticas, tesis que
tenía asidero en la inferioridad del hombre americano con respeto a su homólo-
go europeo expuesta por Georges - Louis Leclerc, conde de Buffon, en su
38
“Fomentar la industria. Es el segundo de nuestros objetos cardinales” El Movimiento. Panamá, 24 de
noviembre de 1844. Ibid., página 15.
39
“Nuestros partidos” citado por Octavio Méndez Pereira: Justo Arosemena. Op. Cit., página 142.
Para lograr estos objetivos, era preciso brindar una serie de facilidades a las
inversiones del capital foráneo, impulsar el comercio exterior, fomentar las ac-
tividades industriales y una inmigración sana con propósitos colonizadores. En
la Nueva Granada, a mediados del siglo XIX, los gobiernos liberales, sobre todo
los sustentadores del radicalismo, procuraron la inserción plena del país al ca-
pitalismo mundial y obtener el mayor provecho posible de los profundos cam-
40
Antonnello Gerbi: La Disputa del Nuevo Mundo. Historia de una polémica (1750-1900). Fondo de
Cultura Económica. Primera reimpresión corregida y aumentada. México, 1993, páginas 67-69.
41
Nuestros intereses materiales. Reproducido por Argelia Tello Burgos. Op. Cit., páginas 27-29.
42
Notas de Viaje (Colombia y Estados Unidos de América). Publicaciones del Banco de la República.
Archivo de la Economía Nacional. Bogotá, 1973. Tomo 1. Página 111.
43
Alfredo Figueroa Navarro: Dominio y Sociedad en el Panamá Colombiano (1822-1903) (Escrutinio
Sociológico). Op. Cit.; página 221.
En esta temática debemos tener presente los derechos garantizados por la Cons-
titución Política del Estado de Panamá a todos los que pisaran su territorio,
como lo era la libre expresión del pensamiento por medio de la prensa de la cual
44
El Estado Federal de Panamá. Op. Cit., página 85.
45
Véase sobre este tema a Alfredo Figueroa Navarro: Dominio y Sociedad en el Panamá Colombiano (1821
-1903) (Escrutinio sociológico) Op. Cit., páginas 291, 310-316.
46
Leyes espedidas por la Asamblea Legislativa del Estado de Panamá en 1857. Páginas 2 y 3.
47
“Mensaje del Gobernador del Estado de Panamá a la Asamblea Legislativa de 1857”. Nueva Granada.
Año III. Gaceta del Estado. Trimestre, No. 102. Panamá, 2 de septiembre de 1837. Página 1.
También era necesario que todas las autoridades estuviesen “animadas de un pro-
fundo sentimiento de respeto a la libertad personal de los ciudadanos y extranje-
ros.” Porque, a juicio de Camacho Roldán, la libertad personal era el primero de los
bienes a que aspiraba “el hombre de cualquier estado de civilización en que se
encuentre”. Pero esta libertad amplia no debía confundirse “con el desobedecimiento
de las leyes y acuerdos de las autoridades y corporaciones locales” que debían
cumplirse estricta y fielmente “sin contemporización ni debilidad de ninguna clase”.
Todo ello debía ir acompañado con el establecimiento “por parte de los cabildos de
cuerpos de policía de seguridad, orden y salubridad, así como la pronta e inteligente
formación de sumarios o comprobación de delitos”.
48
“Mi viaje al Sur”. Obras Completas. Volumen VI, La Habana, 1929. Páginas 59 a 86 y Lotería, 2ª Época,
2º volumen, VI, No. 67 Panamá R. de Panamá, junio de 1961, páginas 83 y 84.
A este punto álgido se llegó en virtud de una serie de factores acumulativos que
se evidencian desde los inicios de la reactivación de la tradicional zona de
tránsito del Istmo de Panamá a comienzos de 1849, a raíz del descubrimiento
de las minas de oro en California. Además de los sangrientos choques entre
los pasajeros estadounidenses con los naturales del país y otros extranjeros que
hicieron crisis en el trágico incidente de abril de 1856, los asaltos y asesinatos
estuvieron a la orden del día, no sólo en la acostumbrada ruta de paso, sino
también en las ciudades de Panamá y Colón. Para colmo de males, las autori-
dades locales fueron incapaces de enfrentar con éxito esta caótica situación.
49
El Panameño. No. 263. Panamá, 27 de enero de 1852: Documento reproducido en la Revista Lotería,
con el título: “Una notable circular del Gobernador Camacho Roldán”. Segunda Época. Volumen XIV, No.
165. Panamá. República de Panamá, 1969, páginas 91-96.
Al decir de Gerstle Mack: “De acuerdo con este lóbrego relato, unos norte-
americanos residentes en Panamá, autodenominados alguaciles, capturaron a
cinco miembros de una banda depravada y los ejecutaron el 27 de julio de 1852.
Indudablemente la narración es gráfica, pero se puede dudar de su veracidad.
La gracia y pompa del estilo es una combinación de sentimentalismo pegajoso
y novela barata de sangre y fuego”. 50
Más veraz resulta el comentario de que un periódico local que decía: “El trán-
sito por el Istmo no dejará de ser arriesgado, hasta que las autoridades no
abran los oídos a las indicaciones de los bien intencionados. Hasta que no
prefiramos el bienestar general al particular. Hasta que no hayamos pasado
por una o más vergonzosas humillaciones. Hasta que el pueblo no se canse de
sufrir”. Y a continuación se hacía la siguiente interrogante”: ¿Qué medidas se
han tomado hasta ahora para estorbar los crímenes, cuando tenemos a las puer-
tas de la ciudad el asaltamiento, el robo, el asesinato? ¡Ninguna!; respondía. 51
Con razón, el Dr. Justo Arosemena afirmó que el oro no hacía “gobernadores
activos e “inteligentes”, si el que los nombraba no se tomaba el trabajo de
consultar las cualidades especiales del Istmo de Panamá, ni volvía expedita “la
administración de Justicia entrabada por prácticas absurdas autorizadas por la
lei, i retardada por muchas instancias de que la última se surte a más de trecientas
leguas”.52 Manifestó que de nada servía que el comercio y la riqueza aumenta-
ran si no había “un buen gobierno”, sin gobierno no había seguridad y sin segu-
ridad la riqueza decaía. De nada servía la riqueza si el robo se entronizaba y si
la vida misma se hallaba amenazada. 53
Dijo también que el Istmo sufría “dos clases de mal, aunque provenientes de la
misma causa: el personal de los Gobernadores i la poca o ninguna vigilancia
50
La Tierra Dividida. La Historia del Canal de Panamá y otros proyectos del Canal ístmico. Prólogo de
Carlos Manuel Gasteazoro. Editorial Universitaria, Panamá, 1992, página 140.
51
El Reformador. Serie 3, numero 25. Panamá, 2 de 1854, páginas 2 y 3.
52
“Comentario” al Proyecto de Acto Reformatorio de la Constitución. 1º de mayo de 1852. Revista
Lotería. 2da. Época, volumen XII, No. 141. Panamá. República de Panamá. Agosto de 1967. Op. Cit.,
página 27.
53
“La situación.”El Panameño. Panamá, 9 de febrero de 1851. Documento reproducido por Argelia Tello
Burgos. Escritos de Justo Arosemena. Op. Cit., página 87.
Según Urrutia Añino, los cónsules debían informarse mejor sobre las medidas
adoptadas por las autoridades para prevenir y castigar los delitos que denun-
ciaban. Consideró “muy general” la acusación de que ningún pasajero que atra-
vesaba el Istmo se libraba de todo tipo de vejaciones, en tanto que la goberna-
ción a su cargo siempre prestó auxilios a todos los que los pedían, así como
también protegió los derechos de aquellos que transitaban por el Istmo56 Pero
54
“Comentario” al Proyecto de acto reformatorio de la Constitución”. Op. Cit., página 33.
55
La Crónica Oficial. Trimestre II, número 138. Panamá, marzo 1 de 1854 página 2 y el Reformador,
Serie 4 número 39, Panamá, 5 de marzo de 1854 Página 2.
56
José María Urrutia a los señores cónsules de los Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Brasil, Portugal,
Dinamarca, Perú y Ecuador. Panamá, febrero 14 de 1854. El Reformador. Serie 4, número 39, Panamá 5
de marzo de 1854. Página 2.
57
Secretaría de Gobierno – Decreto suspendiendo al Gobernador de Panamá. República de la Nueva Granada
– Gaceta oficial. Año XXIV, número 1796. Bogotá, sábado 5 de marzo de 1855, página 771.
Entre finales de 1850 y mediados de 1854, el Dr. Justo Arosemena sostuvo una
polémica encendida con The Panama Star y otros periódicos estadounidenses
que no sólo eran los voceros contra cualquier orden de carácter fiscal adoptada
por las autoridades provinciales para recaudar impuestos, sino también aboga-
ban por las anexión del territorio istmeño a la bandera de las barras y las estre-
llas: “concediendo plena protección a la vida, la libertad del pensamiento, la
palabra y la conciencia, y asegurando la pronta administración de justicia, el
progreso de la educación, la igualdad del sistema tributario, y de todas las de-
más bendiciones que han granjeado a nuestro país (U.S.A.) la admiración y el
respeto de todo el mundo”.
58
“¡¡¡Alerta istmeños!!!” El Panameño. Panamá, 17 de noviembre de 1850. Documento reproducido por
Argelia Tello Burgos: Escritos de Justo Arosemena. Op.cit. Páginas 74-78.
59
“Paz y Justicia”, El Panameño. Panamá, 16 de diciembre de 1850. Documento reproducido por Argelia
Tello Burgos. Ibid; páginas 79-85.
60
“La situación”, El Panameño. Panamá, 9 de febrero de 1851. Ibid. Páginas 86-91.
61
Celestino Andrés Araúz: “El bandolerismo en Panamá en los inicios de la fiebre del oro”, Ellas. La Prensa,
viernes 22 de junio de 2001 y “Ran Runnels y el bandolerismo en Panamá”. Ellas. La Prensa, viernes 6 de
julio de 2001.
62
“El Istmo de Panamá”. El Panameño. Panamá 13 de mayo de 1854. Documento reproducido por Argelia
Tello Burgos. Escritos de Justo Arosemena. Op. Cit., página 98. Puede consultarse con provecho a
Alejandro Bolaños Geyer: William Walker. El Predestinado. Impresión privada Saint Charles, Missouri.
U.S.A. 1992, página XVII. Véase, asimismo: a Laurence Greene: El Filibustero. La carrera de William
Walker. Revista de los Archivos Nacionales de Costa Rica. Año XII, números 1-6. San José: enero-junio;
1958; William O. Scroggs: Filibusteros y Financieros. La Historia de William Walker y sus asociados.
Colección Cultural Banco Nicaragüense. Editorial Presencia. Santafé de Bogotá, 1993; Lorenzo Montúfar:
Walker en Centroamérica. Museo Histórico Cultural Juan Santamaría. Alajuela, 2000; Frederic Rosengarten
Jr.: William Walker y el ocaso del filibusterismo. Editorial Guaymuras. Tegucigalpa, Honduras. Primera
edición en español, 1997. Celestino Andrés Araúz y Patricia Pizzurno: “El Intervencionismo foráneo en
el Istmo de Panamá (1850-1857) “Historia de las Relaciones entre Panamá Estados Unidos”. El Panamá
América: Fascículo No. 9, diciembre de 1997 y Relaciones entre Panamá y los Estados Unidos (Historia del
Canal Interoceánico desde el siglo XVI hasta 1903)… Biblioteca de la Nacionalidad. Autoridad del Canal de
Panamá. Panamá, 1999. Páginas 254-260; Armando Muñoz Pinzón: “William Walker. La Nueva Granada
y el Istmo de Panamá. “Revista Cultural Lotería. Nº. 464-465, enero-febrero, marzo-abril, 2006. Páginas
7-3 4.
En esa ocasión, el Dr. Justo Arosemena dio su voz de alerta sobre un gran
peligro que amenazaba al Istmo de Panamá y por extensión a todo el territorio
neogranadino: “El mayor mal que pudiera suceder a la Nueva Granada con
respecto a un cambio político en el Istmo, no sería ciertamente su independen-
cia absoluta, siempre que el gobierno granadino asegurase para la República
ciertos beneficios. El grave, el inmenso mal, sería que el Istmo cayese en
63
Bolaños Geyer: Op. Cit., páginas 370-371.
Para el periódico de Nueva York “Panamá ganará mucho con pasar a ser per-
tenencia de los Estados Unidos”. Pero dudaba “que los panameños que hoy
viven, ganen más que al ver pasar las cosas a manos de nuevos poseedores, a
menos que los presentes dueños de esas cosas se hagan tan activos, tan dies-
tros, tan tenaces como la nueva raza que ya está invadiendo aquella tierra.
Desde que haya allí un número suficiente de norteamericanos para influir en
las elecciones, ya no se verá un nombre español en la lista de los empleados
públicos, ni entre los jueces de paz, y ya vemos por otro periódico norteameri-
cano, titulado The Panama Star, que ahora cuando aún son mui pocos los ex-
64
“El Istmo de Panamá” El Panameño. 3 de mayo de 1854. Documento reproducido por Argelia Tello
Burgos. Escritos de Justo Arosemena. Op. Cit., páginas 98 y 99.
65
“Estados Unidos. Anexiones”. El Revisor de la Política y Literatura Americana. Trim 3. Número 23.
Nueva York, sábado 16 de marzo de 1850, páginas 1-4. Miscelánea No. 1. Hemeroteca de la Biblioteca
Interamericana Simón Bolívar, Universidad de Panamá.
66
¿Anexión a los Estados Unidos? Comentario de Juan de Dios Restrepo, diciembre de 1851 - enero de
1852. Citado por Marco Palacios y Frank Safford: Colombia. País Fragmentado, Sociedad Dividida. Su
Historia. Grupo Editorial Norma S.A. Bogotá, 2002, página 419.
69
Citado por Roberto Louis Gilmore: El Federalismo en Colombia (1810-1855). Op. Cit., páginas 207-
20 8.
70
“Venta del Istmo de Panamá”: El Panameño. Año II, trimestre 6, número 72 Panamá. Domingo, 26 de
mayo de 1850, página 1. Biblioteca Nacional de Bogotá, Fondo Pineda.
71
Ibid.
72
Véase a Celestino Andrés Araúz: “Contrabando, corrupción institucional y hegemonía mercantil británi-
ca en el Istmo de Panamá y sus proyecciones en el Pacífico (1700-1848)”, Revista de Ciencias Sociales y
Humanísticas. Societas. Vol. 15, No.2, Diciembre de 2013, páginas 7-58 y Encuentro. El mar del sur: 500
años después. Una visión interdisciplinaria. Facultad de Humanidades. Universidad de Panamá. Panamá,
2015, páginas 157-193.
73
El Estado Federal. Op. Cit., páginas 78-79.
74
Geografía Física y Política de la Confederación Granadina. Volumen VI. Estado del Istmo de Panamá.
Provincias de Chiriquí, Veraguas, Azuero y Panamá, obra dirigida por el General Agustín Codazzi. Edición,
análisis y comentarios Camilo A. Domínguez Ossa, Guido Barona Becerra, Apolinar Figueroa Casas,
Augusto J. Gómez López. Universidad Nacional de Colombia. Primera edición, julio de 2002, página 152.
75
Salvador Camacho Roldán: Mis Memorias 1852, página 2. Citado por Oscar Vargas Velarde: La Provincia
de Los Santos. Historia. Régimen Jurídico y Población. Op. Cit., página 49.
76
Geografía Física y Política de la Confederación Granadina. Vol. VI. Estado del Istmo de Panamá. Op. Cit.
77
“Estado económico del Istmo”. Los Amigos del País. Panamá, 10 de noviembre y 11 de diciembre de
1839 y 1º de enero de 1840. Documento reproducido por Argelia Tello Burgos: Escritos de Justo Aroseme-
na. Loc. Cit., página 9.
Tampoco debemos olvidar las pugnas internas y los intereses creados de los
grupos de poder tanto en Bogotá como en Panamá, que impidieron que el nue-
vo sistema de gobierno contara con un apoyo sustancial para la toma de deci-
siones en una coyuntura difícil y llena de incertidumbres. Como bien afirman
dos reconocidos biógrafos del Dr. Justo Arosemena: “Panamá era aún en aque-
llos días, con todo y su importancia histórica y su situación geográfica en el
centro del continente, un pobre villorio, en donde lo material y lo moral andaban
de manos, en donde a la par que el trabajo y las industrias – fuentes de riqueza
y estímulos para la dignidad humana, faltaban y no eran muchos los hombres
capaces de sobreponerse a sus pasiones y situarse en el alto plano de toleran-
cia y comprensión en que en las sociedades civilizadas se ventilan los asuntos
graves de carácter público. La indiferencia, si no la hostilidad con que recibie-
ron el acto por el cual se creaba el Estado Federal era fruto de la envidia hacía
el hombre superior de ilustración exquisita que por méritos propios se había
elevado por encima de la mayoría de sus conciudadanos del Istmo…” 78
78
José Dolores Moscote y Enrique J. Arce: La vida ejemplar de Justo Arosemena. Panamá. República de
Panamá, 1956. páginas 248-249.
79
Robert Louis Gilmore: El Federalismo en Colombia 1810-1856. Universidad Externado de Colombia y
Sociedad Santanderista de Colombia. Santa Fe de Bogotá, D.C. 1995. Tomo II, páginas 29 y 30.
80
Ibid., páginas 49 y 50.
81
Memorias de Salvador Camacho Roldán. Editorial Bedout. BolsilibroBedout. Volumen 74. Sin fecha.
Página 197.
82
El Estado Federal de Panamá: Op. Cit., página 113-114.
83
Carta de Mariano Arosemena a su hijo Justo. Cartagena, 29 de octubre de 1856. Documento Reproducido
por Octavio Méndez Pereira. Justo Arosemena, Op. Cit. Páginas 215-217 y en Mariano Arosemena:
Historia y Nacionalidad. Estudio preliminar de Argelia Tello Burgos. Op. Cit. Páginas 170-173.
84
Carta de Mariano Arosemena a su hijo Justo. Cartagena, 4 de noviembre de 1859, en Octavio Méndez
Pereira: Op. Cit. Páginas 213-215 y un Mariano Arosemena: Op. Cit. Páginas 174-176.
Mas lo cierto es que estas disposiciones legales pronto pasaron a ser letra
muerta. Así se demostró muy pronto cuando, en virtud de lo dispuesto por la
ley de 27 de agosto de 1855, expedida por la asamblea constituyente, las auto-
ridades del Estado de Panamá pusieron en práctica la contribución sobre tone-
ladas. De inmediato, sobrevino la reacción de las empresas y comerciantes
foráneos, a cuya cabeza se pusieron los cónsules, como era lo acostumbrado.
A continuación, la Compañía del Ferrocarril buscó apoyo de la legación de
Estados Unidos en Bogotá que reclamó ante el Poder Ejecutivo contra la men-
cionada ley. A su vez, el jefe superior del Estado de Panamá recurrió también
al Poder Ejecutivo manifestándole la conveniencia de que opinara favorable-
mente sobre la controversial ley. Pero como advirtió el Dr. Justo Arosemena:
“Esa opinión solicitada, caso de ser la del Poder Ejecutivo no le hubiera com-
prometido absolutamente, pero una resolución como la que se dictó el 11 de
octubre (..) fue bastante para desprestigiar enteramente y hacer de todo impo-
sible la recaudación del impuesto...” Dicha resolución declaró “no considerar
aplicable a los buques de vapor o de vela que arribasen a los puertos de Pana-
85
“Cuestiones Internacionales relacionadas ahora con el Istmo de Panamá”. El Tiempo, Bogotá, 4 al 16
de diciembre de 1856. Documento reproducido por Argelia Tello Burgos: Escritos de Justo Arosemena. Op.
Cit., páginas 124-125.
86
Op. Cit., páginas 122-123.
87
El Estado Federal de Panamá. Op. Cit., páginas 90-91.
88
Oscar Vargas Velarde: Juan Mendoza, líder del arrabal. Tribunal Electoral. Panamá, 2015, página 71.
89
El Centinela. Año 1, Nº.78. Panamá, jueves 30 de julio de 1857, páginas 20-23. Biblioteca Nacional de
Bogotá. Prensa 1ra., 1946. Véase a Celestino Andrés Araúz. Panamá y sus Relaciones Internacionales.
Estudio Introductorio. Biblioteca de la Cultura Panameña. Tomo 15. Primer volumen. Editorial Univer-
sitaria. Panamá, 1994, páginas 72-73.
90
Ibid.
91
Ibid.
92
El Centinela. Trimestre 4. Año 1, número 47 Panamá, Domingo 12 de abril de 1857. Página 1 Biblioteca
Nacional de Bogotá. Prensa 1ra., No.1946. En Celestino Andrés Araúz: Panamá y sus Relaciones Interna-
cionales, Op. Cit., páginas 63-64.
93
Ibid.
94
El Centinela. Trimestre 4. Año 1, número 48. Panamá, miércoles 15 de abril de 1857, páginas 1-4
Biblioteca Nacional de Bogotá. Prensa 1era, Nº.1946. Celestino Andrés Araúz. Op. Cit., página 65.
95
Gerstle Mack. Op. Cit., página 154.
De acuerdo con el proyecto del Dr. Arosemena, tales centros de poder goza-
rían de una serie de derechos y garantías comerciales. En primer lugar, ten-
drían amplia libertad para el transporte de su correspondencia por medio del
ferrocarril o cualquiera otra vía de transporte y comunicación que se llegara a
construir en el territorio del Estado de Panamá. Por este servicio, los benefi-
ciados no pagarían nada al gobierno, pero sí anualidades a la Compañía del
Ferrocarril, que a su vez, contribuiría de la misma forma al Estado. Éste se
comprometió a no imponer ningún gravamen por el tránsito de correspondencia
extranjera, ni cobraría contribuciones a los buques y mercancías de las nacio-
nes signatarias que arribaran a los puertos, del Istmo y, por su parte, harían lo
mismo con los productos o mercaderías de Panamá que ingresaran en sus res-
pectivos dominios. Además de ello, los ciudadanos o súbditos de los países
mencionados tendrían, por el hecho de hallarse en el Estado de Panamá, los
mismos derechos y obligaciones civiles y de naturaleza política establecidos
por la Constitución y las leyes para los naturales de la Nueva Granada. Tal
reciprocidad se haría extensiva a los ciudadanos del Estado de Panamá en los
territorios de las naciones protectoras.
Otros puntos del proyecto de ley sobre la neutralidad del Istmo se referían
específicamente a la Compañía del Ferrocarril y existían buenas razones para
que el Dr. Arosemena le dedicara su atención. Así, el Estado de Panamá se
subrogaría de los derechos y obligaciones que con esta empresa había contraí-
do la Nueva Granada y celebraría otro convenio, no sólo para estipular a nom-
bre propio los nuevos derechos y obligaciones de ambas partes, “sino para dar
mayor claridad a algunas cláusulas del actual contrato, que son susceptibles de
varias interpretaciones”. Los únicos derechos que se reservaría la Nueva Gra-
nada, respecto a esta empresa, serían la facultad de rescatar el camino y sus
dependencias, de conformidad con el contrato Stephens-Paredes, así como el
tránsito gratuito, no sólo de la correspondencia, sino también de tropas, pertre-
chos y empleados o comisionados del gobierno.
Quizás por eso, en el proyecto de ley en mención, también se indicó que los
tratados, pactos o convenciones que entonces ligaban a la Nueva Granada con
Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos y Cerdeña, no serían en adelante obli-
gatorios para el Estado de Panamá en aquello que expresamente no se refiriera
al territorio del Istmo. Igualmente, estas naciones podrían mantener, a su cos-
ta, en los puertos de Panamá y Colón, los buques que consideraran necesarios
para la seguridad de sus ciudadanos y de su comercio en el Istmo. Dichos
buques podían mantener a bordo las tropas de desembarco que estimaran con-
venientes, si bien nunca las pondrían en tierra, “si no en caso de absoluta nece-
sidad y por el tiempo indispensable”.
Si surgían problemas del Estado de Panamá con alguna otra nación que no
fuese de las firmantes del Tratado, las potencias, que lo integraban, ofrecerían
su mediación y buscarían la solución del diferendo mediante el arbitraje de una
o más de ellas o de otra potencia extraña, si así lo exigía la parte contendiente
con el país bajo el protectorado. Del mismo modo, siempre que surgiera algún
problema entre el Estado de Panamá con cualquiera de las signatarias del pac-
96
El Centinela. Año 1. Serie 5, número 53 3. Panamá. Domingo 3 de mayo de 1857. Página 2. Biblioteca
Nacional de Bogotá. Prensa Primera. Número 1946. Este documento fue reproducido por Catalino Arrocha
Graell: Historia de la Independencia de Panamá. Sus Antecedentes y sus causas (1821-1903). Star and
Herald. Co., Panamá, 1933 páginas 130-135 y por Celestino Andrés Araúz: “Justo Arosemena ante el
Expansionismo de Estados Unidos” Tareas, No.94, Panamá, septiembre-diciembre 1996, páginas 65-68.
97
El Centinela Año 1, serie 5, número 53 Panamá. Domingo 3 de mayo de 1857, página 2. Biblioteca
Nacional de Bogotá. Prensa Primera. Número 1946.
98
“Convención del 1º de septiembre de 1857, sobre pago de reclamaciones provenientes de los sucesos del
15 de abril de 1856, en Panamá”… en: José Antonio Uribe. Anales Diplomáticos y Consulares de Colom-
bia, Tratados Públicos. Edición oficial. Imprenta Nacional, 1920. VI tomo. Páginas 228-233. Véase,
asimismo: Revista Cultural Lotería. Edición Especial. La Experiencia transístmica. Convenios, contratos,
tratados y otros documentos (siglo XIX). Luis Navas Pájaro y Thais E. Alexandría, compiladores. Op. Cit.
Páginas 93-100.
99
Raimundo Rivas: Historia Diplomática de Colombia (1810-1934) Ministerio de Relaciones Exteriores.
Imprenta Nacional. Bogotá D.E. 1961. Página 424.
This article analyzes the origin limitations of the Federal State of Panama.
The author remarks the centralist-federalist spirit of that political institution.
He studies the speculation and the monopoly of uncultivated lands.
KEY WORDS