Este documento agradece a varias personas que ayudaron al autor a completar su libro después de que tuviera que evacuar Nueva Orleans debido al huracán Katrina. Connie Ward y Shelley Thrasher le ofrecieron refugio en su casa en Texas cuando se acercaba la tormenta. Aunque pensó que solo sería una breve estancia, terminó quedándose tres semanas. Ellas fueron muy amables y generosas, y le prestaron su ordenador portátil para que pudiera comunicarse. Su conversación sobre libros y literatura ayudó al autor
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Este documento agradece a varias personas que ayudaron al autor a completar su libro después de que tuviera que evacuar Nueva Orleans debido al huracán Katrina. Connie Ward y Shelley Thrasher le ofrecieron refugio en su casa en Texas cuando se acercaba la tormenta. Aunque pensó que solo sería una breve estancia, terminó quedándose tres semanas. Ellas fueron muy amables y generosas, y le prestaron su ordenador portátil para que pudiera comunicarse. Su conversación sobre libros y literatura ayudó al autor
Este documento agradece a varias personas que ayudaron al autor a completar su libro después de que tuviera que evacuar Nueva Orleans debido al huracán Katrina. Connie Ward y Shelley Thrasher le ofrecieron refugio en su casa en Texas cuando se acercaba la tormenta. Aunque pensó que solo sería una breve estancia, terminó quedándose tres semanas. Ellas fueron muy amables y generosas, y le prestaron su ordenador portátil para que pudiera comunicarse. Su conversación sobre libros y literatura ayudó al autor
Este documento agradece a varias personas que ayudaron al autor a completar su libro después de que tuviera que evacuar Nueva Orleans debido al huracán Katrina. Connie Ward y Shelley Thrasher le ofrecieron refugio en su casa en Texas cuando se acercaba la tormenta. Aunque pensó que solo sería una breve estancia, terminó quedándose tres semanas. Ellas fueron muy amables y generosas, y le prestaron su ordenador portátil para que pudiera comunicarse. Su conversación sobre libros y literatura ayudó al autor
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Agradecimientos
Nadie escribe un libro sin apoyo, y esto es especialmente
cierto en este caso. Cuando iba por el décimo capítulo del manuscrito, tuve que meter los bártulos en el coche y marcharme de Nueva Orleans. Era el 28 de agosto del año 2005. Estuve varios meses sin domicilio fijo, hasta que regresé a principios de noviembre. Nueva Orleans había cambiado, el ochenta por ciento de su superficie había quedado anegado tras la rotura de los diques. La novela que estaba escribiendo en ese momento ya no era posible, porque la ciudad que retrataba había dejado de existir. Obviamente sí que llegó a escribirse, ya que ahora estáis leyendo estas palabras. Varias personas me ayudaron a regresar a Orleans y a finalizar el proyecto. Cuando se acercaba el huracán, Connie Ward y Shelley Thrasher me ofrecieron sitio en su casa. Acepté la oferta, pensando que Tejas no quedaba lejos y no tardaría en volver. Connie y Shelley fueron extremadamente amables y generosas en lo que resultó ser una visita de tres semanas, e incluso me cedieron su ordenador portátil, ya que el correo electrónico era una de las pocas formas de comunicación al alcance de los refugiados. Su amabilidad y su disposición para hablar de libros y de literatura me ayudaron a