La escultura barroca española se caracteriza por ser de madera policromada, es decir pintada con colores. Esto le da un realismo mayor que el mármol blanco. Las imágenes procesionales también son de madera pintada y se iluminaban durante las procesiones nocturnas para crear efectos misteriosos. La pintura barroca española se centra en temas religiosos y está influenciada por el tenebrismo italiano, con fuertes contrastes de luz y sombra.
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La escultura barroca española se caracteriza por ser de madera policromada, es decir pintada con colores. Esto le da un realismo mayor que el mármol blanco. Las imágenes procesionales también son de madera pintada y se iluminaban durante las procesiones nocturnas para crear efectos misteriosos. La pintura barroca española se centra en temas religiosos y está influenciada por el tenebrismo italiano, con fuertes contrastes de luz y sombra.
La escultura barroca española se caracteriza por ser de madera policromada, es decir pintada con colores. Esto le da un realismo mayor que el mármol blanco. Las imágenes procesionales también son de madera pintada y se iluminaban durante las procesiones nocturnas para crear efectos misteriosos. La pintura barroca española se centra en temas religiosos y está influenciada por el tenebrismo italiano, con fuertes contrastes de luz y sombra.
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Escultura Barroca Española
Se diferencia de la europea por los materiales y por la
técnica. En España la escultura barroca es casi toda en madera policromada. La policromía llega a cambiar mucho el acabado final. Así las esculturas españolas están hechas por varias personas: primero los aprendices del taller, después entalladores y tracistas que esculpen la imagen, después el policromador o estofador. El color le da ese realismo que quiere la gente, no figuras blancas en mármol sino figuras con el color natural de la piel y de los tejidos. Además se utilizan otro tipo de postizos como pelos naturales, uñas, pieles de animales, ojos de cristal, etc. Todo para acentuar el realismo, para que el pueblo sienta a esa figura como algo cercano a él. Había algunas imágenes de vestir, en ellas sólo se esculpía la cabeza y las manos y después se cubría con ropas verdaderas que podían cambiarse cada cierto tiempo. Así se abarataba la figura. La escultura con función didáctica también se localiza en los retablos. Siguen en ellos los esquemas romanos del renacimiento pero bastante más complicados. A partir del los últimos años del siglo XVII se abandona ese retablo compartimentado y se hacen retablos unitarios, con menos escultura y escenas más grandes. Es en el siglo XVII cuando se crea la imagen procesional, es la imaginería, el arte en la calle. Estos pasos profesionales introducen elementos nuevos: • Son imágenes en madera policromada que se ven andando, con un cierto movimiento que hace más realista a la imagen, que le da a la vez un aire de misterio que es el que arrebata al pueblo. • Las procesiones se hacían de noche y la imagen va iluminada con fuego. Así su imagen se recorta en la noche produciendo unos efectos de tintineo de la luz. Así aumenta ese misterio y el respeto que se siente por ella. • Además de imágenes también se construían para estas procesiones otros tipos de construcciones provisionales: Arcos de triunfo de cartón-piedra con figuras, banderas y estandartes, etc. Pintura Barroca Española Hay tres periodos: la primera mitad, los años centrales con los grandes maestros y la segunda mitad. Es un siglo pródigo en pintores pero este siglo termina por agotamiento a fines del XVII y habrá que esperar a la segunda mitad del XVIII para encontrar a otro gran maestro: Goya. La primera mitad se caracteriza por el realismo y el tenebrismo con focos simultáneos en la Corte de Madrid, Toledo y sobre todo Sevilla que es la única escuela que tendrá continuidad en todo el siglo y donde se forman los principales maestros. Pero el foco más definido de esta primera mitad es el Valenciano, el cual arranca ya del siglo anterior con Ribalta y Ribera. Años centrales: es la época de Zurbarán, Alonso Cano y Velázquez. En la segunda mitad o Barroco pleno encontramos dos focos: La corte en Madrid y Sevilla con dos grandes figuras Murillo y Valdés Leal. Características generales: contenidos religiosos, devocionales, los clientes son órdenes religiosas sobre todo y por eso no hay mitología apenas excepto en la Corte. Hay presión de la Inquisición: se prohiben los desnudos y lo pagano (Contrarreforma). El realismo es el afán común y se intenta solucionar de varias formas. También se utiliza el tenebrismo, contraste de luz y sombras por la influencia de Navarrete y de Caravaggio. También influye la pintura veneciana sobre todo en la primera mitad. Arquitectura Barroca Española Al igual que ocurre en el resto de las artes, el Barroco arquitectónico tendrá en España un carácter fundamentalmente religioso y monárquico. También la Contrarreforma va a dictar el estilo en la construcción de edificios. No obstante, un elemento diferenciador convertirá nuestra arquitectura en algo original con respecto al resto de los Barrocos europeos. El nuestro es un estilo emotivo y alucinado, frente al barroco elegante y clasicista de Francia e Italia. Otra característica es la pobreza de materiales. El siglo XVII es un siglo de crisis económica. El oro de América se ha acabado pero España se niega a perder el papel preponderante que tuvo el siglo anterior. Es un “querer y no poder” el de la arquitectura barroca. Por eso se levantan grandes iglesias y palacios pero predominando el ladrillo sobre la piedra o el mármol. Hay que destacar también la enorme variedad de estilos y formas que representa esta época. Prácticamente cada autor es un estilo distinto, lo que hace difícil una agrupación por escuelas. En cuanto a lo estructural de la arquitectura, no hay grandes cambios. Se mantienen los esquemas fundamentales del edificio, sobre los que se diseñará toda la fantasía ornamental. Las plantas, los espacios, no sufren variaciones con respecto a modelos clásicos. La innovación va a ser fundamentalmente ornamental. El Barroco en Italia
En el siglo XVIII, los compositores italianos
desarrollaron tanto la ópera como la música sacra. Así como la cantata italiana se parecía a una ópera de concierto, la ópera se convirtió en una especie de cantata escenificada. La producción creció sin límites y con cada representación se renovó el interés por un género del que no existía un repertorio a repetir en varias ciudades (como sucedió en los inicios de la ópera), porque los teatros insistían con montar novedades. Por eso se valoraba mucho a los compositores prolíficos, capaces de crear tres o cuatro óperas por año. Para ello, utilizaban música compuestas con anterioridad y les daban un texto nuevo. Era mínima la armonización, casi no existía la polifonía y abundaba la improvisación, aunque resaltando el bel canto de divos y divas. Los textos fueron banalizados y, a pesar de su decadencia, la ópera italiana conquistó Europa. Compositores italianos del siglo XVIII
En el siglo XVIII sonaron los nombres de creadores
musicales como Lotti, discípulo de Legrenzi y adscrito a la escuela veneciana descendiente de Alessandro Scarlatti, que compuso óperas y música religiosa trabajando para el príncipe elector de Sajonia. Otro destacado fue el del veneciano Antonio Caldara, autor de óperas, música religiosa e instrumental. También Benedetto Marcello, autor de obras religiosas e instrumentales. La escuela napolitana continuó la obra de Pier Francesco Cavalli y cuenta en su haber con nombres valiosos como Francesco Durante, autor de música religiosa; Niccola Antonio Porpora, que trajo al famoso castrato Farinelli a la corte de Fernando VI de España; y Leonardo Leo, veneciano pero residente en Nápoles. Asimismo, se destacaron en la época el boloñés Padre Martini, uno de los primeros historiadores de la música, y Steffani, que difundió el arte escénico italiano en Alemania. Música de Cámara A fines del siglo XVII, el centro italiano de música de cámara por excelencia era Bolonia, donde se destacó la labor creativa de Maurizio Cazzati, autor de primitivas sonatas para violín y continuo. Allí también surgió Arcangelo Corelli, que mudó su interés camerístico al cenáculo de compositores romanos. Corelli se destacó sobre todo como autor de sonatas en trío y para solista que sirvieron de referente para desarrollos posteriores. Tenían mucha improvisación, con arreglos muy complejos: desde fórmulas melódicas como los trinos, apoyaturas y mordentes, hasta escalas y arpegios, más numerosos cuanto más lento era el tempo de la pieza. Música instrumental
La obra de Corelli marca el origen de la música
instrumental del XVIII , pero adquiere todo el brillo con Vivaldi, el pelirrojo sacerdote que residió en Mantua y después dirigió el conservatorio de la Piedad en Venecia. Le siguieron otros nombres importantes como Geminiani y Veracini que llevaron la música de violín italiana a Inglaterra. Por su parte, Locatelli (alumno de Corelli) se instaló en Amsterdam. Al mismo tiempo, el genio creador de Tartini, autor de casi 60 sonatas de violín y varios concerti grossi, deslumbraba en Padua. Nardini, Pugnani y otros célebres compositores e intérpretes de violoncello también partieron de Italia a Londres como Bononcini y Dall' Abaco, actuando en la corte de Munich. Y el órgano contó con el aporte invaluable de Domenico Scarlatti. Antoni Soler
Compositor español, principal sucesor del músico
español de origen italiano Domenico Scarlatti dentro de la escuela española de música para teclado del siglo XVIII. Nació en Olot, Gerona, y a los 6 años entró en la Escolanía de Montserrat donde se inició en los estudios musicales y de órgano. Se ordenó sacerdote en 1752 y ocupó el cargo de organista y director del coro del monasterio de El Escorial después de haber dirigido posiblemente la capilla de la catedral de Lérida. Allí estudió con José de Nebra y Scarlatti (entonces compositor de la corte española) y enseñó a miembros de la familia real española. La música de Soler muestra influencias de Scarlatti y de la música popular española. Entre sus más de 400 obras se encuentran composiciones religiosas y de teatro y piezas para órgano y clavicémbalo. También fue autor de un tratado de teoría: Llave de la modulación y antigüedades de la música (1762) libro fundamental en su tiempo. Se conservan muchas obras de Soler, especialmente una enorme cantidad de sonatas en gran parte descubiertas y editadas por el pianista estadounidense Frederick Marvin. También conciertos para instrumentos de cuerda, numerosas misas, villancicos y música de teatro para obras de Calderón de la Barca. Entre sus discípulos se cuenta el príncipe Gabriel de Borbón, hijo de Carlos III. Es el maestro más renombrado de la escuela clavecinística española y su descollante personalidad domina poderosamente en el panorama de la música del siglo XVIII en su país, en un estilo sencillo y directo. Lo más importante de su obra son sus sonatas para clave. Sus más de 130 villancicos han sido transcritos en 12 volúmenes editados por la Sociedad Española de Musicología. Gaspar Sanz
Pocos son los datos comprobados que conocemos
acerca de la vida de Gaspar Sanz, y de éstos la mayoría resultan cuanto menos contradictorios, incluso los que el autor mismo nos proporciona. En cualquier caso, lo que parece seguro como él mismo afirma, es que era natural de la villa de Calanda de Ebro, en la provincia de Zaragoza, pudiéndose situar la fecha de su nacimiento en torno al año 1640. En los archivos parroquiales de Calanda no aparece sin embargo nadie inscrito con el nombre de Gaspar Sanz, si bien algunos de sus principales biógrafos (Félix de Latassa1 y Luis García-Abrinés2) copian una partida de bautismo del citado archivo fechada el 4 de abril de 1640 de un tal Francisco Bartolomé Sanz y Celma. Existen serias dudas para afirmar rotundamente que éste sea nuestro músico, porque ¿cuál sería la razón de Sanz para cambiar sus nombres de Francisco y Bartolomé por el de Gaspar?, ¿sería acaso este último un apodo? Para añadir más incertidumbre, conocemos la existencia de un compositor de música sacra también llamado Francisco Sanz con obras suyas en los Archivos de la Catedral de Salamanca y del Monasterio de San Lorenzo del Escorial: ¿pudiera ser éste el bautizado en Calanda? De momento, no hay respuestas claras a estos interrogantes. En cuanto a la fecha y lugar de su muerte, su primer biógrafo Félix de Latassa da como segura la de 1710 enMadrid, dato no comprobado y de autenticidad dudosa según García-Abrinés, mientras que otros autores hablan de finales del siglo XVII o incluso de fechas en torno a 1721. De su formación primera sabemos por Latassa que se le proporcionó «una educación útil en toda buena instrucción y ventajosa en los estudios de humanidades» cursados quizás en Zaragoza, a los que «siguió después la carrera literaria en la universidad de Salamanca y en ella recibió el grado de Bachiller en Teología», afirmando el estudioso que fue catedrático de música en ésta. Pero consultados por García-Abrinés tanto los libros de matriculados como de licenciados en Teología desde 1656 a 1666, el nombre de Gaspar Sanz no aparece inscrito, lo mismo que su supuesta cátedra, una vez revisada la lista de catedráticos de música desde 1652 a 1753. El texto: la Instrucción de música sobre la guitarra
Grandes fueron el éxito y difusión de la obra de Sanz
desde el mismo momento de su primera edición en Zaragoza en 1674, no sólo debido a su elegante versatilidad, sino también por contener algunas de las piezas más conocidas del repertorio guitarrístico barroco hispano. Que la Instrucción de música... fue un éxito editorial lo atestiguan la gran cantidad de reediciones que conoció: desde la edición príncipe de 1674 que contenía solamente el primer libro de los tres de versiones posteriores, ejemplar hoy propiedad de los herederos de Regino Sainz de la Maza, hasta la supuesta y dudosa edición madrileña de 1791 señalada por Baltasar Saldoni, conocemos y conservamos en la actualidad ocho ejemplares. De éstos, seis se encuentran depositados en la Biblioteca Nacional en Madrid, otro en el Ayuntamiento de Calanda, y el primero de todos, como hemos dicho más arriba, en manos privadas. Las fechas de edición son de 1674 para la primera, las cinco siguientes tienen todas la de 1675 aunque es posible que alguna saliese a la luz en un momento posterior, y otras dos con fecha de 1697 que contienen ya los tres libros completos. Y aún podríamos añadir la posible edición citada de 1791, aunque no se conserve ningún ejemplar de esta hipotética versión. Sanz vertebra la versión final de su obra en tres libros, el primero de los cuales se divide en dos tratados, que quieren ser un amplio resumen del amplio conocimiento de su autor, no sólo desde el punto de vista puramente técnico y solístico en el que Sanz habría de resaltar como un consumado ejecutante, sino también del de la presencia de la guitarra en el acompañamiento general, función fundamental de este instrumento en el repertorio seiscentesco y que en España tiene sus características propias, sin descuidar detalles tan aparentemente nimios como el mantenimiento del instrumento. Así, el Libro Primero contiene en su Tratado Primero, por ejemplo, reglas para encordar, entrastar, templar el instrumento o colocar las manos para formar los acordes, junto a otras más precisas como las que prescriben el uso de arpegios y ornamentos (mordentes, trinos, temblores, etc.) encabezadas por unas «advertencias generales para tañer de punteado». El arte de Sanz no es exclusivamente musical sino, como decíamos antes, tampoco le falta mérito en cuanto al grabado, pues en primorosas láminas explica mediante bellos dibujos las principales posiciones de los dedos de la mano izquierda que forman los acordes, siguiendo un ingenioso sistema para saber qué dedos pisan las cuerdas y cuáles no: «en muchos puntos hay dedos que no pisan cuerda alguna, y serán aquellos dedos que tengan un anillo». También trata Sanz en este primer tratado de la manera de transportar, del rasgueado, uno de los recursos idiomáticos más típicos de la guitarra barroca, así como se explaya puntillosamente en la explicación de su método de tablatura según el «alfabeto simplificado», sistema difundido por Benedetto Sanseverino (1622), que el músico aragonés utiliza, y con él generalmente todos los compositores tanto italianos como españoles que editan tablaturas desde mediados del XVII, a diferencia de Francia y los países que adoptan la notación del país galo, como Alemania o Inglaterra. El Tratado Segundo comienza con unos interesantísimos «Documentos y advertencias generales para acompañar sobre la parte con la guitarra... resumidas en doce reglas y ejemplos... los más esenciales para este efecto», es decir, un tratado de bajo continuo, aunque Sanz advierte que «esta materia es tan dificultosa, que para su explicación... pediría un tratado mayor», añadiendo con gran ingenio que «si no tuviese la estimación de camino real lo que te enseñare, por falta de dilación, admítelo por senda, pues muchas veces los atajos se aprecian, porque miran con más dirección al fin». Entre estas doce reglas, escrupulosamente seguidas por los intérpretes de la presente grabación, algunas nos enseñan a acompañar las cadencias y cláusulas finales del bajo, a entender qué notas se acompañan y cuáles se dejan sin acompañamiento, a tocar los «acompañamientos del bajo cuando camina de salto»... Y para concluir, el autor asegura que «éstas son las doce reglas mejores que entre infinitas hay en el contrapunto y composición... lo que faltare, lo suplirá la música práctica». El Libro Segundo contiene doce folios de música para tañer de punteado, con algunas de las danzas más características de este período en España tales como folías, españoletas, canarios o marizápalos, mientras que el Libro Tercero contiene «las diferencias más primorosas de pasacalles, que hasta ahora ha compuesto su autor... por los puntos y términos más extraños y sonoros de la guitarra», en diez folios de magníficos pasacalles que en el índice denomina partidas (variación o diferencia), y en algunas láminas paseos.
BITÁCORA DEL PROCESO DE TRABAJO DEL LABORATORIO DE PUESTA EN ESCENA DEL GRUPO 0021, A CARGO DEL MTRO. IGNACIO ESCÁRCEGA: RESQUICIOS (S) Por Edwardo Camacho