Principio de Oportunidad
Principio de Oportunidad
Principio de Oportunidad
El inciso 1º del artículo 1º del Código Procesal Penal establece que toda persona
tiene derecho a un juicio previo, oral y público. Esto supone que cada vez que se
cometa un delito y el ministerio público esté obligado a acusar, el acusado tiene el
derecho a exigir esta clase de juicio.
En palabras de Maier: “... todos estos criterios de selección, a pesar de que cada
uno se dirige, principalmente, a una de las metas propuestas, son útiles para lograr los
dos objetivos, ello porque, si descriminalizamos comportamientos, o los tratamos por
una vía que, frente al Derecho penal tradicional, se puede considerar informal,
conseguimos, al mismo tiempo, descongestionar útilmente la administración de justicia,
seleccionando aquellos hechos incuestionablemente necesitados de la persecución
penal”1.
1
MAIER, Julio B. J., Derecho Procesal Penal. Fundamentos, t. I, Santiago, 1996, p. 839.
para ello en las palabras de Roxin: “A primera vista la legalidad procesal es la cara
positiva de la legalidad penal: si esta impide castigar (y perseguir penalmente) por un
hecho no descrito legalmente como delito, la primera exige perseguir penalmente (y en
su caso castigar) cuando se está ante un supuesto hecho que calza en la descripción
legal (salvo que concurran eximentes)”.
2
COUSO SALAS, Jaime, “Oportunidad versus legalidad: entre economía político-criminal,
despenalización, prevención y principios garantistas”, en Cuadernos de análisis jurídico de la Escuela de
Derecho de la Universidad Diego Portales, serie seminarios, Nº 39, Santiago, noviembre de 1998, pp. 185-
186.
o algo superiores al 50% de los cometidos - la impunidad en los delitos contra la
propiedad es cercana al 82% y en los delitos de homicidio a un 45%.
3
PIEDRABUENA RICHARD, Guillermo, Introducción a la reforma procesal penal, Santiago, 2000, p.
179.
4
El Ejecutivo, en mensaje Nº 110-331, de 9 de junio de 1995, explicaba: “Como ocurre en todos los
sectores del Estado, los recursos para la persecución penal son inevitablemente escasos y, por ese motivo,
no toda forma de conducta desviada puede ser reprimida. El cambio en las pautas de movilidad social y
las asimetrías inherentes a los procesos de modernización, permiten prever que esa brecha entre conductas
a reprimir y recursos disponibles se acentuará en el futuro inmediato. En los hechos todo sistema penal es
inevitablemente selectivo. Existe una zona de la criminalidad que queda, también, inevitablemente fuera
del sistema. En el caso del proceso penal chileno esa selectividad es discriminatoria, puesto que no hace
más que reproducir los sistemas de estratificación social, afectando sólo a los sectores sociales más
vulnerables. Las fuentes primarias muestran que buena parte de la represión penal se traduce en la
persecución de la criminalidad de bagatela cuando es cometida por esos sectores. Este fenómeno no sólo
es grave por lo inicuo de la discriminación que supone, sino que, además, importa un uso gravemente
ineficiente del gasto público, puesto que, como lo demuestra la baja tasa de sentencias definitivas que
logra –nada más un seis por ciento del total excluidas las dictadas por leyes especiales, según ya se acotó-
el actual sistema es ineficiente en la criminalidad común e inexistente con respecto a la criminalidad
socialmente menos vulnerable y de más alta lesividad”.
Más adelante, respecto de la necesidad de una organización racional de la persecución penal, el
Ejecutivo explicaba: “Se propone también facultar al ministerio público para archivar provisionalmente
todas aquellas denuncias que no parezcan susceptibles de una investigación exitosa. El uso de esta
facultad, bajo el control de las víctimas y limitada a delitos de ocurrencia común, pero de poca gravedad,
debiera ahorrar muchos recursos al sistema, evitando su desgaste en casos respecto de los cuales no existe
expectativa razonable de éxito”.
Además, específicamente respecto del principio de oportunidad, se expuso: “El proyecto ha
seguido la tendencia de los sistemas más modernos como el Alemán y el Italiano, otorgando a los fiscales
la facultad de no iniciar o de abandonar la persecución penal en casos de mínima gravedad, cuando
resulte conveniente por no estar comprometido el interés público”, agregando: “Tal como ocurre en los
sistemas mencionados, se ha procurado delimitar de modo preciso el ámbito de aplicación de esta facultad
y se la ha sujetado a estrictos controles tanto por parte de juez como del propio ministerio público. Este a
su vez deberá responder de su utilización frente a las autoridades representativas de la voluntad popular,
de acuerdo con lo que disponga la respectiva ley orgánica. Asimismo, se propone que cuando la víctima se
interese en la persecución su voluntad se imponga de modo absoluto”.
Sin embargo, en mi opinión, el problema no es sólo de orden procesal sino
fundamentalmente de orden penal. Es por ello que, en forma paralela a la modificación
o substitución del Código de Procedimiento Penal, se debió enfrentar una profunda
reforma al Código Penal para adecuarlo a la realidad económica, social y cultural de
hoy, muy diferente en todos sus aspectos a la que existía a la fecha de su
promulgación, 29 de octubre de 1873. La reforma procesal no será eficiente sin que se
realice esta otra reforma y la aplicación del principio de oportunidad, con las críticas que
se le formulan, será únicamente un paliativo y no el remedio adecuado para dar un a
debida solución al problema.
En este sentido López Masle señala: “Se trata de un principio que pregona que
hay razones de conveniencia social o de utilidad político-criminal, para que el sistema
no persiga determinados delitos ni aun en presencia de elementos de convicción
suficientes para obtener una sentencia condenatoria. Si dejamos de lado, entonces, las
consideraciones pragmáticas, podemos observar que es la idea de la desincriminación.
El principio de oportunidad supone asumir que tenemos un sistema penal que de alguna
manera está sobredimensionado. Los penalista, a menudo, reclaman que la
desincriminación es un fenómeno que puede producirse al nivel del derecho penal
sustantivo y no al nivel del proceso. Pero lo cierto es que el principio de oportunidad es
de alguna manera un remedio procesal para un diagnóstico de que nuestro sistema de
justicia penal está sobredimensionado y que es necesario permitir que algún operador
del sistema establezca un sistema de prioridades que permita reducirlo a dimensiones
más adecuadas a las reales necesidad (sic) de persecución penal”.
5
LÓPEZ MASLE, Julián, Formas alternativas de solución del conflicto penal, charla efectuada el 12 de
octubre de 2000 en el Colegio de Abogados de Chile A.G., en publicaciones de la Revista del Abogado
“Las reformas del proceso penal”, p. 51.
6
TAVOLARI OLIVEROS, Raúl, “Los principios del proceso penal en el proyecto de nuevo Código
Procesal Penal Chileno”, en El proceso en acción, Santiago, 2000, p. 569.
7
MAIER, Julio B. J., Derecho Procesal Penal. Fundamentos, t. I, Santiago, 1996, pp. 830-831.
III.- MODELOS DE APLICACIÓN DEL PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD8
8
Ver MAIER, Julio B. J., Derecho Procesal Penal. Fundamentos, t. I, Santiago, 1996, pp. 836-837.
9
Por el hecho de considerársele una excepción a la legalidad, muchos autores no hablan de “principio de
oportunidad”, sino “criterios de oportunidad”, Ej. MAIER, Julio B. J., Derecho Procesal Penal.
Fundamentos, t. I, Santiago, 1996, pp. 834-841.
10
Por lo demás, así se consignó en el mensaje del Ejecutivo donde se indicaba: “El proyecto ha seguido la
tendencia de los sistemas más modernos como el Alemán el Italiano...”.
Por su parte, la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados se
tuvo en cuenta este doble sistema, al señalar: “Se especificó que en esta materia había dos sistemas: el
europeo-continental y el anglosajón”.
“En el primero, el principio de legalidad, o sea, la irrenunciabilidad de la acción penal, por parte
de los agentes públicos, existió por razones históricas. En los siglos XIX y XX, ha sido matizado con
excepciones. Existe en los códigos español y alemán”.
“En el segundo, nunca existió el principio de legalidad. Hay unos agentes públicos, los fiscales,
que tienen discrecionalidad para perseguir lo que ellos estimen. No existe la idea de que los fiscales tienen
que perseguirlo todo”.
“El fiscal resuelve todos los temas de oportunidad en cuanto a las actuaciones. Lo que resuelve el
juez son problemas de legalidad, para saber si en sus actuaciones el fiscal está respetando la ley”.
un examen de los antecedentes reunidos por la fiscalía para evitar que la condena se
produzca por la sola confesión del imputado y se obliga al fiscal a limitar la pena
solicitada”.
“Artículo 260.- Oportunidad. Los fiscales del ministerio público podrán no iniciar la
persecución penal o abandonar la ya iniciada cuando se tratare de un hecho que
por su insignificancia no comprometiere gravemente el interés público, a menos
que la pena mínima asignada al delito excediere la de presidio o reclusión
menores en su grado mínimo o que se tratare de un delito cometido por un
funcionario público en el ejercicio de sus funciones”.
“Para los efectos previstos en este artículo el fiscal deberá emitir una decisión
motivada, la que comunicará al juez de control de la instrucción. Este a su vez, la
notificará a los intervinientes si los hubiere”.
11
COUSO SALAS, Jaime, “Oportunidad versus legalidad: entre economía político-criminal,
despenalización, prevención y principios garantistas”, en Cuadernos de análisis jurídico de la Escuela de
Derecho de la Universidad Diego Portales, serie seminarios, Nº 39, Santiago, noviembre de 1998, p. 190.
presidio o reclusión menores en su grado mínimo o se tratare de un delito
cometido por un funcionario público en el ejercicio de sus funciones. También la
dejará sin efecto, cuando dentro del mismo plazo la víctima manifestare de
cualquier modo su interés en el inicio o la continuación de la persecución penal”.
“Una vez vencido el plazo señalado en el inciso tercero o rechazada por el juez la
reclamación respectiva, los intervinientes contarán con un plazo de diez días para
impugnar la decisión del fiscal, mediante reclamación ante las autoridades del
ministerio público según lo disponga Ley Orgánica respectiva (sic). Conociendo
de esta reclamación ante las autoridades del ministerio público deberán verificar
si la decisión del fiscal se ajusta o no a las políticas generales del servicio y a las
normas que hubieren sido dictadas al respecto. Transcurrido dicho plazo sin que
se hubiere formulado reclamación o rechazada ésta por parte de las autoridades
del ministerio público, se entenderá extinguida la acción penal respecto del hecho
de que se trate”.
12
Sin embargo, durante su debate general, el diputado Juan Antonio Coloma presentó una indicación para
sustituirlo por considerar que “en virtud del principio de oportunidad se da una facultad espectacular a los
fiscales, pero, a su juicio, muy peligrosa, para que no investiguen determinados actos aún en el
convencimiento más absoluto de que hay un delito que afecta a la sociedad y que está ahí buscando ser
En ella se dejó constancia de los motivos que perseguía el legislador con la
inclusión de una norma como esta “... se trabajó sobre un modelo de simulación basado
en una serie de entrevistas a jueces, para ver cómo operan, en la práctica,
desestimando casos. Con el principio de oportunidad, más el archivo provisional y la
facultad de no iniciar investigación, y con la misma lógica que hoy emplean los jueces,
se llegó a la conclusión de que más del 80% de las causas terminarían por alguno de
estos mecanismos”.
establecido. ¿Cuál es el argumento que se da? La insignificancia o la falta de valoración social del delito.
Aquí hay un tema de fondo. Entiende que lo que se busca en este Código es tratar de que la mayoría de las
causas puedan ser investigadas. Incluso se calcula que con este nuevo código el 1.7 por ciento de las
causas llegarán finalmente a un juicio oral, lo cual es una cifra bastante baja”. Como corolario señalaba
que “no es aceptable y vulnera el código de procedimiento penal, señalar que determinados delitos, a
juicio de un fiscal, por su insignificancia, no serán investigados”.
13
BARAHONA VILAR, Silvia, La conformidad en el Proceso Penal, Tirant Lo Blanch, Valencia, 1994,
pp. 222 y ss.
Conforme a lo establecido en el inciso 2º del artículo 166 del CPP, el Ministerio
Público, al tomar conocimiento de la existencia de un hecho que revistiere caracteres de
delito, con el auxilio de la policía, promoverá la persecución penal, sin que pueda
suspender, interrumpir o hacer cesar su curso, salvo los casos previstos en la ley. En
otras palabras, consagra el principio de legalidad como regla general.
Ahora, uno de los casos en que puede no promover la persecución o hacer cesar
su curso es la aplicación del principio de oportunidad, el que esta reglado en el § 1 del
Título I del Libro Segundo llamado “Persecución penal pública”, específicamente en el
artículo 170.
Los presupuestos para que opere este principio son los siguientes:
Tratarse de delitos que tengan una pena mínima superior a presidio o reclusión
menores en su grado mínimo; esto es superior a quinientos cuarenta y un días.
14
LÓPEZ MASLE, Julián, Formas alternativas de solución del conflicto penal, charla efectuada el 12 de
octubre de 2000 en el Colegio de Abogados de Chile A.G., en publicaciones de la Revista del Abogado
“Las reformas del proceso penal”, p. 52.
15
LÓPEZ MASLE, Julián, Formas alternativas de solución del conflicto penal, charla efectuada el 12 de
octubre de 2000 en el Colegio de Abogados de Chile A.G., en publicaciones de la Revista del Abogado
“Las reformas del proceso penal”, p. 52.
Cabe destacar la siguiente constancia que, sobre la materia, dejó la Comisión de
Constitución del Senado: “En lo que atañe al inciso tercero, que establece la posibilidad
de que el juez deje sin efecto la decisión de fiscal cuando considerare que aquél ha
excedido sus atribuciones, ‘o’ cuando la pena excediere la prevista o se tratare de un
delito funcionario, la Comisión estuvo de acuerdo en que el eventual exceso de
atribuciones del fiscal se refiere precisamente a la concurrencia de alguna de esas dos
situaciones, ya que son los requisitos contemplados para que pueda aplicarse el
principio de oportunidad. Por consiguiente, aclaró que la resolución judicial de dejar sin
efecto tal medida de la fiscalía procede cuando considerare que ha excedido sus
atribuciones ‘en cuanto’ concurra alguna de las dos circunstancias que siguen”.
Por su parte, Couso Salas destaca que estas limitaciones: “... aunque restringe
demasiado el ámbito de aplicación de la oportunidad, es estandarizada, y permite una
aplicación igualitaria”16.
16
COUSO SALAS, Jaime, “Oportunidad versus legalidad: entre economía político-criminal,
despenalización, prevención y principios garantistas”, en Cuadernos de análisis jurídico de la Escuela de
Derecho de la Universidad Diego Portales, serie seminarios, Nº 39, Santiago, noviembre de 1998, p. 194.
17
Encontramos, v. gr. este concepto en las siguientes disposiciones: inciso 1º del Nº 14 e inciso 7º del Nº
24 del artículo 19 de la Constitución; 38 Nº 2 del Código del Trabajo y 176 del Código Aeronáutico.
Existen, además, otros conceptos relacionados como: interés social, interés nacional, interés común, interés
público nacional, interés general, interés general de la sociedad, intereses generales de la nación y otras
semejantes, todos los cuales tienes la común característica de tener un contenido jurídico indeterminado o
indeterminable a priori.
Por lo demás, nuestra jurisprudencia tiende a usarlos como conceptos equivalentes, así, por
ejemplo en el recurso de casación de forma y fondo interpuesto en la causa “Agrícola Forestal La
Esperanza con Empresa Nacional de Electricidad S.A. y otro”, de 6 de octubre de 1988, en R.D.J. 2ª parte,
secc. 2ª, 1988, t. LXXXV, p. 170, se lee en el considerando 5º: “No estamos en presencia de limitaciones
impuestas a un predio a favor de otro, sino de limitaciones establecidas en un predio en beneficio del
interés colectivo, del interés público, del interés general de la sociedad”.
18
En este sentido FUEYO LANERI, Fernando, El fraude a la ley, en R.D.J., secc. 1ª, t. LXXXVIII, 1991,
p. 25, quien señala: “Además, en Códigos anteriores el citado italiano de 1942, ya venían valores
indeterminados dirigidos al juez en su misión de aplicar la norma; conceptos o valores tales como el bien
común, el orden público, las buenas costumbres, la moral, el interés público, la buena fe y otros”.
reparación civil para satisfacer el agravio causado. El decreto Ley 2191, añade, invoca
para conceder amnistía una razón política”19.
19
Corte Suprema, 24 de agosto de 1990, recurso de inaplicabilidad por inconstitucionalidad interpuesto por
Iván Sergio Insunza Bascuñán, en R.D.J., t. LXXXVII, 2ª parte, secc. 4ª, p. 64.
20
COUSO SALAS, Jaime, “Oportunidad versus legalidad: entre economía político-criminal,
despenalización, prevención y principios garantistas”, en Cuadernos de análisis jurídico de la Escuela de
Derecho de la Universidad Diego Portales, serie seminarios, Nº 39, Santiago, noviembre de 1998, pp. 194-
195.
escape al juicio oral. En este sentido Maier: “No obstante el respeto de esta distribución de
funciones por las leyes procesales gobernadas por el principio de oficialidad, conforme al
sistema penal que realizan, su conformación es harto conflictiva, en situaciones jurídicas
de extrema tensión. Por ejemplo: si no se quiere conceder al ministerio público un poder
discrecional sobre la persecución penal (principio de oportunidad), es indispensable el
control de sus dictámenes cuando conducen a la clausura de la persecución penal
(sobreseimiento); en ese momento, el tribunal controlante puede obligarlo a perseguir
penalmente (formular acusación, CPP Nación, 348, II); de otra manera, según la solución
que conciben la mayoría de los códigos argentinos (CPP Córdoba, 359; CPP Tucumán,
359; CPP Costa Rica, 347), al permitir que a la clausura de la persecución se arribe por la
vía del control interno jerárquico del ministerio público, no existe control de legalidad
externo y se concede, prácticamente, un amplio campo para el funcionamiento práctico del
principio de oportunidad. Por otra parte, la complejidad del procedimiento penal torna
imposible evitar decisiones intermedias de los tribunales sobre la imputación, sobre todo
en materia de coerción procesales, con lo que existen, dentro del procedimiento,
decisiones judiciales que toman posición, antes de la sentencia, sobre aquello que se va a
decidir en ella; la solución formal ha sido aquí algo más clara: por regla, se aparta a la
persona que ha intervenido como juez en un período anterior del procedimiento, de
intervenir en los que siguen”21.
Control judicial:
21
MAIER, Julio B. J., Derecho Procesal Penal. Fundamentos, t. I, Santiago, 1996, pp. 826-827.
También la dejará sin efecto cuando, dentro del mismo plazo, la víctima
manifestare de cualquier modo su interés en el inicio o en la continuación de la
persecución penal.
En estos casos, la decisión que el juez emitiere obligará al fiscal a continuar con
la persecución penal.
El problema interpretativo que surge es ¿qué debemos entender por “la víctima
manifestare de cualquier modo su interés en el inicio o en la continuación de la
persecución penal”? Es decir, basta una solicitud verbal, sin requisito alguno o, por el
contrario, es necesario la concurrencia de condiciones mínimas. La respuesta a esta
interrogante no es de fácil respuesta, pues hay que tener a la vista varios antecedentes
para llegar a una solución, estos son:
Las autoridades del ministerio público deberán verificar si la decisión del fiscal se
ajusta a las políticas generales del servicio y a las normas que hubieren sido dictadas al
respecto. Recordemos que, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 17 de la LOC del
Ministerio Público, le corresponde al Fiscal Nacional fijar, oyendo previamente al Consejo
general, los criterios de actuación del Ministerio Público para el cumplimiento de los
objetivos ministeriales y dictar las instrucciones generales que estime necesarias para el
adecuado cumplimiento de las tareas de dirección de la investigación de los hechos
punibles, ejercicio de la acción penal y protección de la víctimas y testigos (letra a).
Por último, transcurrido los plazos legales sin que se hubiere formulado
reclamación o rechazada ésta por parte de las autoridades del ministerio público, se
entenderá extinguida la acción penal respecto del hecho de que se tratare, sin perjuicio
de que no perjudicará en modo alguno el derecho a perseguir por la vía civil las
responsabilidades pecuniarias derivadas del mismo hecho.
Por otro lado, a diferencia de lo que ocurre con los acuerdos reparatorios, lo que
se extingue con el ejercicio del principio de oportunidad es la acción penal, mientras que
en los acuerdos reparatorios lo que se extingue es la responsabilidad penal, todo lo cual
es lógico si se considera que con la aplicación del principio de oportunidad quedan
vigentes las acciones civiles tendientes por la responsabilidad delictual o cuasidelictual,
en las cuales se puede declarar a una persona responsable de un delito.
Puede constituir una violación al principio de igualdad ante la ley, toda vez que, ante
dos hechos punibles similares, el Ministerio Público puede adoptar actitudes
distintas: iniciar una investigación en un caso y, en el otro, no iniciarla.
Frente a esta crítica, Maier responde lo siguiente: “Sin embargo, aunque tal
razonamiento deba ser tenido en cuenta para no crear fueros personales o provocar
desigualdades raciales, religiosas, sociales o económicas, cabe advertir que estos
principios funcionan, básicamente, como garantía frente al poder penal del Estado,
esto es, como seguridades para el habitante de no ser afectado en sus libertades
por ese poder, y aquello que se pretende con la aplicación del principio inverso, el
de oportunidad, no es, precisamente, someter a un habitante al poder del Estado,
sino, por el contrario, liberarlo de él y de ese riesgo, al evitar su persecución. No
obstante, el fundamento aquí citado - se refiere a la igualdad ante la ley -, aunque no
logra cabalmente legitimar la persecución penal obligatoria del estado, ha cumplido
el papel de colocar al principio de legalidad en el lugar de una máxima fundamental
del sistema, de modo que el de oportunidad funcione, jurídicamente como su
excepción; y, más allá aún, ha obligado a que los criterios de oportunidad sean
determinados legislativamente, a modo de autorizaciones para prescindir de la
persecución penal en ciertos casos definidos por la ley, casos que sólo pueden ser
definidos por características del hecho en sí – utilitarias en todo caso -, sin crear
prerrogativas personales de raza, religión, sociales o económicas”22.
24
MERA FIGUEROA, Jorge, comentario a SOTO PIÑEIRO, Miguel, “Ministerio Público y política
criminal”, en El Ministerio Público para una nueva justicia criminal, Santiago, 1994, p. 166.
25
SOTO PIÑEIRO, Miguel, “Ministerio Público y política criminal”, en El Ministerio Público para una
nueva justicia criminal, Santiago, 1994, p. 151.
26
SOTO PIÑEIRO, Miguel, “Ministerio Público y política criminal”, en El Ministerio Público para una
nueva justicia criminal, Santiago, 1994, p. 152.
Al CPP chileno se le han formulado dos clases de críticas, además de las críticas
tradicionales al principio de oportunidad, unas en el sentido de violentar ciertos principios
garantísticos del derecho penal y procesal penal y las segundas, en el sentido de que, de
la manera como que está formulado, no va a tener la aplicación que el legislador espera
que tenga.
Falta de adecuación de la normas del CPP con las disposiciones del Código Penal, en
lo relativo a la determinación y aplicación de la pena.
Hace falta, para salvar las objeciones que podrían plantearse en cuanto a la
constitucionalidad de la norma, introducir una modificación constitucional a los Nos 2 y 3
del artículo 19.
Ahora, si se observan las normas del Código Penal y las leyes penales
especiales, casi no existen delitos que tengan asignada una pena inferior a la
requerida para que el principio sea aplicable, con lo que el principio casi no tendrá
aplicación práctica. Así lo ha observado Duce quien expone: “... entre los cuales
quedarían cubiertas como categorías generales las faltas, el delito de ultraje público a
las buenas costumbres del artículo 373 del Código Penal (utilizado normalmente para
detener a prostitutas y trasvestis), las lesiones menos graves del artículo 399 del
Código Penal, los hurtos de especies de poco valor sancionados en el artículo 466 Nº
3 del Código Penal, las estafas residuales del artículo 473 del mismo texto, los daños
de escasa monta económica contenidos en el artículo 486 del Código Penal, la
ebriedad simple del artículo 113 de la Ley de Alcoholes, entre otros”27.
27
DUCE, Mauricio, Principios de legalidad y selección de casos en el nuevo Código Procesal Penal, en
semanario “La semana jurídica”, año 1, Nº 3, semana del 27 de noviembre al 3 de diciembre de 2000, p. 6.
concreto”28.
López Masle critica la falta de ámbito de aplicación con las siguientes palabras: “Por
supuesto, las posibilidades de haber aplicado el principio de oportunidad a otras
situaciones era mucho más amplia que aquellas que el Código estableció. Pensemos
por ejemplo, en las aplicaciones propias de algunos sistemas donde se le puede
conferir inmunidad a un testigo o a un imputado con el objeto de que favorezca la
persecución de alguien que es considerado más importante en la organización
criminal; pensemos por ejemplo, en la decisión de los fiscales de no perseguir delitos
que a veces cometen los propios agentes del Estado, agentes encubiertos, con la
intención también de desbaratar organizaciones criminales. Es decir, en un sentido
amplio, el principio de oportunidad podría haber dado para mucho más de lo que el
Código en definitiva consagró, pero es un principio de oportunidad que obedece a los
temores y las desconfianzas que esta institución plantea a operadores jurídicos que
estamos habituados a movernos en el estrecho margen de la legalidad procesal”.
28
DUCE, Mauricio, Principios de legalidad y selección de casos en el nuevo Código Procesal Penal, en
semanario “La semana jurídica”, año 1, Nº 3, semana del 27 de noviembre al 3 de diciembre de 2000, p. 6.
29
LÓPEZ MASLE, Julián, Formas alternativas de solución del conflicto penal, charla efectuada el 12 de
octubre de 2000 en el Colegio de Abogados de Chile A.G., en publicaciones de la Revista del Abogado
“Las reformas del proceso penal”, p. 53.