3 Pérdida de Hábitat y Fragmentación
3 Pérdida de Hábitat y Fragmentación
3 Pérdida de Hábitat y Fragmentación
fragmentación, especies en
riesgo
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3 Pérdida de hábitat y fragmentación, especies en riesgo........... 1
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3 Pérdida de hábitat y fragmentación, especies en riesgo (10 horas)
Comenzar el siglo XXI el escenario que nos aguarda, si las tendencias de transformación y
degradación del paisaje natural, continúan es el de vasto territorio modelado por el uso
humano de la tierra, con intercalaciones aquí y allá,de algunas extensiones de bosque
natural. Las áreas de bosque y los hábitats que persistan serán solamente aquellos que
permanezcan gracias a su status actual de áreas declaradas como parques o reservas
naturales actualmente, de acuerdo con el World Resource Institute (1989)
próximamente un total del 3% de las tierras de la superficie del mundo estan altamente
protegidas). Simberloff (1986) predice para ese entonces la El empobrecimiento biótico
con el cual iniciaremos este nuevo siglo se debe fundamentalmente a la conjunción de un
"cuarteto demoníaco" como lo denomina Diamond (1984), integrado por un lado, por la
destrucción y fragmentación de algunos hábitats y la contaminación de otros; y por otro la
destrucción de animales y plantas por parte de hombre; igualmente, otro elemento
elemento del cuarteto, es la introducción de animales y plantas extraños al hábitat original;
y por último tenemos los efectos secundarios de las extinciones la extinción de una
especie causada por la extinción de otra o el "efecto de cascada" Si bien, la a extinción es
un proceso que se manifiesta a nivel de las poblaciones de las especies y que además
ha ocurrido con cierto carácter cíclico en tiempos remotos (Pérmico o Pleistoceno, por
ejemplo), los niveles de extinción que se alcanzaran a registrar en las primeras décadas del
siglo que entra no tendrán precedentes si los comparamos con las ocurrido en tiempos
prehistóricos.
Dado que la naturaleza puede ser entendida como una red desistemas, o de uno de estos
sistemas, implica la desaparición de parte de la jerarquía que éstos comprendan o de la
cual hacen parte. Los múltiples niveles de organización jerarquica comprendidos en un
elemento biológico particular (por ejemplo, una palma de cera Ceroxylon quindiuense)
operan desde el nivel de los genes, las poblaciones, la especie, las comunidades, los
ecosistemas, el paisaje, la provincia biogeográfica, de los biomas, hasta la biosfera. Cada
uno de estos niveles se caracteriza por tener una diversidad estructural, funcional y de
composición los cuales están contenidos en forma simultanea cuando vemos la palma de
cera; son todos estos niveles contenidosen la palma de cera los que se mueven a través
del espacio y el tiempo.
Desde hace unos veinte años algunos biólogos conservacionistas han visto en la teoría
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biogeográfica de las islas el medio para comprender y predecir el fenómeno de la extinción
ya que los refugios de habitats naturales rodeados por un mar de ambientes humanos
alterados se comportan como islas para las "species (Diamond, 1976).
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Actualmente, el presente cambio climático está sucediendo con mucha mayor velocidad
que cambios climáticos anteriores. Por lo tanto, los corredores cobran mayor importancia,
ya que el paisaje ha sido substancialmente transformado, creando obstáculos para que las
especies cambien su distribución como medida adaptativa al calentamiento global, por lo
que es necesario mantener y restaurar corredores que permitan esta adaptación.
S = CxAz
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La teoría del equilibrio de la biogeografía insular plantea que existe un balance entre la
tasa de inmigración de nuevas especies que no están presentes en la isla en un momento
dado, y que previenen como colonizadoras del continente, y la tasa de extinción de las
especies que habitan la isla (siendo las tasas de inmigración o extinción medidas en número
de especies por unidad de tiempo). Es la tasa de cambio de este balance la que produce la
diversidad de las especies que pueda contener un área dada. La tasa de inmigración de
nuevas especies es mayor en un principio, y se va reduciendo con el paso del tempo, en la
medida en que las primeras especies migrantes van ocupando los háabitats disponibles. Por
el contrario, la extinción de las especies es en principio muy baja y con el paso del tiempo va
aumentando al existir en un momento dado un número muy grande de especies. Estos dos
procesos vienen de direcciones opuestas, se encuentran en un punto, donde se establece
el equlibrio, es allí donde la tasa de inmigración se hace igual a la tasa de extinción.
Otro de los factores que MacArthur y Wilson (op. cit.) establecieron como determinantes
del número de especies que puede contener una isla es la distancia a la cual se encuentra
dicha isla de la fuente colonizadora. La tasa de Inmigración se hace mayor cuando la
distancia entre la isla y la fuente es menor, amortiguando así el efecto controlador del área
sobre el número de especies que pueda albergar la isla.
Si bien, la relación área-número de especies explica en gran parte la diversidad de
especies presente en una isla, ésta no es suficiente; existen, además de los factores
mencionados, otros tales como la diversidad de hábitats!
Hoy se ha convertido en un axioma dentro de la teoría ecológica que si una illa o un área
aislada tiene una mayor área esta tendrá entonces un mayor número de especies dado
que áreas mayores tienen un mayor número y diversidad de hábitats.
Un ecosistema terrestre o acuático es un continuum de hábitats para las especies
animales y vegetales, presentando áreas de transición al efectuar contacto con otros
ecosistemas. Es a su vez, una unidad dinámica. La interrupción de este continuum debido
a las actividades humanas produce la fragmentación de los hábitats que componen este
ecosistema.
Las conclusiones que arroja la teoría biogeográfica han sido aplicadas a las prácticas y
políticas de conservación. El concepto de isla es aplicable a los fragmentos aislados de
hábitats en los cuales se han transformado un gran número de los ecosistemas. Es sobre
estos parches donde se seleccionan áreas con el fin de preservar las poblaciones y las
relaciones representativas de los ecosistemas. ¿Cuál debe ser el diseño óptimo de estas
reservas para que el mayor número de especies sobreviva? Esa muestra del ecosistema
que representa la reserva ¿qué porcentaje contiene de las especies que caracterizan la
integridad del ecosistema? ¿Cuál es el área óptima para diseñar la reserva? ¿Qué forma
debe tener? ¿Cuán aislada debe quedar en relación con el parche de hábitat más
cercano? ¿Cuáles son las capacidades de dispersión de las especies que componen la
isla? ¿Cuáles especies desaparecerán primero víctimas de la insularización?
Los estudios realizados por Diamond (1972), Terborgh (1975) y Soulé et al (1979) sobre
"islas continentales" plantean instructivas lecciones para entender el proceso de
insularización que sufren las reservas naturales creadas por el hombre.
Las islas continentales perdieron su contacto con el continente durante el Pleistoceno
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(hace más de 10 000 años), debido al incremento del nivel del mar en unos 100 a 200 metros
en relación con el nivel actual. Cuando una isla se separa del continente el número de
especies que la habita es mucho mayor al que puede sostener en esta nueva área. La isla
se encontrará por un lapso de tiempo sobresaturada de las especies originarias del
continente. La velocidad con que una isla pierde el exceso inicial de especies y alcance el
equilibrio de su biota está en función del tamaño de la isla (Terborgh y Winter, 1980). La
relación directa que existe entre las tasas de extinción y el área, en el caso de las islas
continentales, vuelve a enfatizar la importancia de preservar áreas grandes para garantizar
la supervivencia del mayor número de especies.
3) La habilidad que tienen las especies de plantas y animales para dispersarse varía
según las especies. Existen especies de aves, por ejemplo, que son incapaces de cruzar
pocos kilómetros para colonizar nuevos hábitats en los cuales encontrarían recursos
disponibles que garantizarían su supervivencia. La posibilidad de colonizar nuevas áreas y
mantener las poblaciones en diferentes hábitats es para ciertas especies imposible.
4) La heterogeneidad espacial a nivel horizontal y altitudinal determina la disponibilidad
estacional de recursos alimenticios y espacios reproductivos para numerosas especies.
5) Los ecosistemas tropicales están construidos sobre elaboradas redes de relaciones
mutualistas.
6) Las especies de gran tamaño tienden a tener bajas densidades y por lo tanto son más
susceptibles a la extinción. Así, por ejemplo, en el caso de la vulnerabilidad de extinción por
diferencias en requerimientos de área, la cual ocurre entre las aves frugívoras y las aves
insectívoras, anotada en el numeral 2, puede suceder, teniendo en cuenta el tamaño de la
especie, que un insectívoro grande sea más vulnerable que algunos frugívoros pequeños.
7) No todas las especies requieren necesariamente el mismo régimen de
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conservación.
El debate hoy en día está parcialmente resuelto gracias a la formulación de un nuevo
concepto que invierte el problema: es el tamaño crítico de las poblaciones de las especies,
nivel por encima del cual éstas no se extinguen, lo que determina el problema de cuan
grande debe ser el área de una reserva.
De acuerdo con Falk (op. cit.), la conservación, cada vez más, no debe consistir en una sola
táctica u objetivo, sino en un abanico de métodos usados combinadamente. Este autor,
sugiere un espectro de acciones para la conservación, las cuales permitirán dar al
planificador y ejecutor de la conservación, a la manera de una paleta de un pintor, múltiples
opciones para actuar acertadamente. En la figura 2 se expone una síntesis de los tres hilos
conductores que deben ser entretejidos siempre que se trate la problemática de la
conservación: en el cuadro de la derecha, está el modelo de Salwasser (op. cit.) que nos
recuerda todos los niveles de la diversidad biológica que deben tenerse en cuenta
siempre; en el cuadro de la izquierda se exponen las acciones de conservación y manejo; y
por último, en el cuadro central inferior, se resumen los principales factores de degradación o
presiones que afectan los diferentes niveles de la organización biológica.
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Falk (op. cit.) anota, que la serie de acciones comprendidas en la parte superior del cuadro
se caracterizan por requerir una menor participación humana directa, y a su vez,
comprenden sistemas de gran escala. Mientras que, en la medida en que vamos
descendiendo en el cuadro, el grado de participación humana requerida para llevar a cabo
las acciones de conservación va aumentando, y simultáneamente se va reduciendo la escala
de los sistemas que se están manejando (v.gr. el nivel genético). Es necesario entonces,
entender cada una de las medidas y acciones de conservación y manejo que comprenden
este espectro.
Las áreas silvestres son aquellas que no han sido alteradas por el hombre, prístinas como
algunas veces se las denomina, de las cuales aún tenemos en los países del tercer mundo,
en Alaska, Canadá y Siberia. Áreas como las vastas extensiones en el Amazonas, podrían
caber en esta categoría donde el manejo se realiza solo, sin intervención del hombre. Estas
áreas silvestres son "la línea base de la normalidad, la pintura que nos permite una lectura
de cómo una tierra sana se mantiene a sí misma como un organismo" (Leopold, 1941 en
Noss, 1990). Los ecosistemas enteros contenidos en estas áreas permiten conocer los
patrones naturales del paisaje (gradientes ambientales, regímenes de disturbio,
recolonización interna, la dinámica de los parches, etc.). La preservación de estas áreas
permite perpetuar los procesos dinámicos que se dan en ellas.
Las áreas naturales protegidas son aquellas que tienen un respaldo legal para existir como
tales. No necesariamente se desprende de este hecho que éstas estén activamente
protegidas. Especialmente en nuestros países generalmente se carece de los recursos y la
voluntad para implementar en ellas algún tipo de actividad tendiente al manejo.
Las áreas naturales manejadas implican que en ellas se interviene directamente, bien sea
controlando la sucesión vegetal en ciertos lugares, introduciendo poblaciones, creando
refugios de fauna amenazada, controlando especies dañinas, mejorando la competencia
interespecífica o creando corredores entre diferentes parches de bosque.
Las áreas restauradas implican un manejo intensivo del área. Basándose en la recuperación
natural de los ecosistemas se puede intervenir en ellos para acelerar la recuperación de las
áreas degradadas. La restauración puede ayudar a aumentar los hábitats en los parques y
áreas de reserva o ayudar a establecer especies y ecosistemas fuera de sus límites, que
permitan amortiguar el uso de los recursos del bosque en las áreas protegidas.
Las plantaciones y viveros pueden contribuir a aumentar la diversidad si se orientan en forma
diferente a la que acostumbradamente se hace; es decir, no con la mentalidad de fomentar
cultivos monoespecíficos de especies maderables sino con la promoción de especies de
usos diferentes que cubran las necesidades básicas de las comunidades que habitan las
zonas protegidas.
Los jardines botánicos, invernaderos y zoológicos ofrecen la posibilidad del manejo de los
recursos genéticos y su preservación. La investigación sobre especies en peligro de extinción
y la recuperación de poblaciones en cautiverio es una de las lineas de manejo que hoy en
día se practican con relativo éxito, si bien, en ciertos casos sus costos son bastante altos.
Los bancos de germoplasma, de células y genes representan el máximo de participación
humana en la preservación de la diversidad genética dados los requerimientos tecnológicos
altamente especializados. El almacenamiento de semillas, polen, embriones, meristemos
apicales son, entre otros, las acciones que a este nivel se pueden hacer.
Nos corresponde entonces, a cada país de este exuberante continente que tenemos la
suerte de habitar, la responsabilidad con nuestros pueblos, en primer término, y con la
comunidad planetaria en general, de crear la combinación acertada de métodos de
conservación y manejo de nuestros ricos, limitados y amenazados recursos naturales.
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3.3 Teoría biogeográfica de islas
Los valores de z obtenidos por Preston concuerdan con los encontrados al graficar el
log S vs log A; el intervalo de valores de z para islas oceánicas es de 0.20-0.35, mientras
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que para hábitats insulares continentales los valores son entre 0.12 y 0.17 (Figura 2).
Connor et al. (1983) discutieron sobre el valor de z y aseguraron que no tiene ningún
significado biológico.
Figura 2. Incremento del número de especies que ocurre conforme se aumenta progresivamente el tamaño de los cuadrantes o de las
islas muestreadas. La relación alométrica que se muestra en la primera gráfica puede ser linearizada si los datos se grafican de manera
log-log. Las islas oceánicas generalmente exhiben pendientes mayores que los cuadrantes de muestras que están rodeados por un
habitat similar. En las primeras los valores de z van de 0.20 a 0.35 y para hábitats insulares continentales van de 0.12 a 0.17.
(Modificado de Harris 1984)
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Figura3. Modelo simple en el cual el número de especies que habitan en una isla representan un equilibrio entre las opuestas tasas de
colonización y extinción. Note que la tasa de colonización declina y la de extinción aumenta conforme el número de especies se
incrementa desde 0 a P, que corresponde al número de especies en el pool de tierra firme. El punto de intersección de las dos curvas
representa el equilibrio estable, debido a que si el número de especies se desplaza desde s tanto hacia números más altos (s") como a
menores (s'), éste tenderá a regresar (flechas) al valor de s. (Tomado de Brown y Gibson 1983).
Tasa de reemplazo. Las tasas de inmigración y extinción varían en función del número de
especies presentes durante el proceso de establecimiento de las especies de determinado
taxón, hasta alcanzar su número de equilibrio (saturación); esto significa que la varianza
del número de especies de diferentes islas -con determinado tamaño y grado de
aislamiento- cambiará con respecto al número de especies presentes.
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Figura 4. El equilibrio de la biota de una isla está dado entre la inmigración de nuevas especies y la extinción de aquellas ya presentes,
a) Efecto de distancia; una isla cercana tiene un número de especies en equilibrio (s) mayor que una isla lejana, b) Efecto de Área; Una
isla grande tiene un número de especies en equilibrio (s ) mayor que una pequeña (Modificado de Simberloff 1974).
Figura 5. La tasa de reemplazo que ocurre en una isla o en determinado habitat insular varía de acuerdo tanto con el efecto de
distancia como el tamaño de área. El valor que toma esa tasa de reemplazo se puede obtener proyectando, sobre la ordenada, la
intersección de la curva de la tasa de extinción con la de inmigración.
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Impacto de la Teoría: Implicaciones e hipótesis para ecología y biogeografía
El número total de especies que viven en una isla o en ambientes aislados es un dato
importante en ecología y en biogeografía. La propuesta de M&W invitó a gran número de
investigadores a aplicarla en sus estudios y de esta forma se generó enorme cantidad de
información de importante valor para la ciencia. Por medio de este modelo, las biotas
pueden considerarse entidades en proceso de cambio como respuesta a perturbaciones
históricas; ya sea por encontrarse incrementando su diversidad debido a las tasas de
colonización o por el contrario disminuyendo en su riqueza debido a las extinciones
(Patterson & Atmar, 1986).
El análisis del efecto de fragmentación y una guía para el diseño de reservas naturales,
a menudo han sido basados en el marco conceptual de biogeografía de islas (Diamond &
May 1976, Soulé & Wilcox 1980, Burgess & Sharpe 1981, Bierregaard et al. 1992, Begon
et al. 1996).
A partir de los trabajos realizados por Wilson & Willis (1975), se mencionó la selección
de varias áreas pequeñas o una sola área grande que comprenda la misma superficie,
mejor conocido como SLOSS ('Single Large Or Several Small'); con ello se iniciaron varios
trabajos con resultados diferentes, encontrándose algunos que apoyan la selección de
varias reservas pequeñas (Simberloff & Abele 1976, Lynch & Whigham 1984, Lahti &
Ranta 1986) y otros que tienden por una sola área de gran tamaño (Williamson 1975,
Diamond 1976, Diamond & May 1976, Terborgh 1976, Whitcombera/. 1976, Butcher etal.
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1981, Simberloff & Abele 1982, Soulé 1983, Harris 1984, Berry 1986, Brown 1986, Heaney,
1986, Pimm 1988). En este debate hay autores que cambian de parecer de un artículo a
otro (Simberloff & Abele 1984), o hasta en el mismo artículo donde sus resultados
concluyen que es mejor varias pequeñas, pero en la discusión argumentan el valor de
conservar áreas grandes (Virolainen et al. 1998).
Para darle solución a dicho dilema se expresaron ideas de acuerdo con el objetivo a
lograr en la bioconservación; es decir, que si el interés es el de maximizar la riqueza
específica, entonces la respuesta a SLOSS serían varias áreas pequeñas; pero si lo que
se pretende es minimizar las extinciones, entonces es más aconsejable proponer una
reserva grande (Newmark 1986, Burkey 1989). También se reconoció que la solución
podría ser el establecimiento de corredores que interconectasen las diferentes áreas
pequeñas, cuya función fuera la de proteger las especies que requirieran áreas grandes
para su sobrevivencia. Shaffer & Samson (1985) comentaron que el diseño de reservas
debe de hacerse de acuerdo con las siguientes preguntas:
1. ¿Qué es lo que se quiere preservar?
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2. ¿Qué es lo que constituye o implica la conservación?
3. ¿Bajo qué condiciones se llevará a cabo la preservación?
Wilcox & Murphy (1985) y Murphy & Wilcox (1986) indicaron que la teoría no puede
probarse para valorar el dilema de SLOSS; argumentaron que el valor de la teoría hacia
aspectos de bioconservación está relacionado con el fenómeno de 'relajación biótica', que
se da al fraccionar un área de gran tamaño en varias pequeñas, es decir, el efecto de la
fragmentación sobre la tasa de extinción, lo que es predecible por la teoría y corroborado
por evidencia empírica. Esto ha generado que biólogos, tomadores de decisiones y
manejadores de áreas naturales protegidas consideren las consecuencias por fraccionar
áreas, por lo tanto la teoría ha proporcionado una estructura conceptual de gran valor para
la conservación de la naturaleza.
Berry (1986) enfatizó la necesidad de considerar aspectos genéticos, pues en las
reservas existen cambios no adaptativos por pérdida de variación genética que deriva en
un alto riesgo de extinción.
Gran cantidad de los trabajos que dieron origen a esas publicaciones, no sólo sirvieron
para discusiones sobre la validez o la posible refutación de la teoría, sino que derivaron en
nuevos cuestionamientos para tratar conceptos como especiación, competencia, y
genética de poblaciones, entre otros; incluso también para plantear paradigmas que han
sido el punto de arranque para nuevas áreas del conocimiento, tal es el caso del concepto
'Minimun Viable Population' (MVP) que se puede decir es la base de lo que hoy se conoce
como Biología de la Conservación.
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3.4 Ecología del paisaje
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Elementos básicos del paisaje
En otro post que siguió al anterior “Relaciones especies-área (SPARs): Cuando los
científicos se obcecan y las aproximaciones matemáticas dejan de ser exactas (pero ver
también este y este), ya abordaban la debilidad de las premisas teóricas de la propuesta
de McArthur y Willison, debido a que una de sus predicciones teóricas más veneradas
(que el número de especies incrementa con el área de acuerdo a una ley potencial cuyo
exponente resultaba ser más o menos 0, 25) también aparecía al analizar las relaciones
entre tipos de suelos (edafotaxa) y el área de las islas. Sea como sea, la ubicuidad de la
ley potencial mentada se mantiene en tierra firme, si bien cambia el valor del exponente.
Pues bien, imaginémonos que se desea realizar un diseño paisajístico en una región
dominada por cultivos (es decir en una matriz) entre los cuales permanecen bosquetes de
vegetación potencial (es decir parches) de diverso tamaño forma y aislamiento (distancia a
los restantes). El objetivo debiera ser preservar al menos los mínimos posibles (e incluso
potenciar el crecimiento de los necesarios), de tal modo que también lo haga la
biodiversidad existente y la funcionalidad del espacio geográfico que los sustenta. Para
ello, parte de la biota debe poder trasladarse de unos a otros, ya sea activamente (muchos
animales y propágalos de los que se diseminan asociados a los cuerpos de los primeros)
como de forma pasiva (dispersión de propágalos de los vegetales por el viento). No
cualquier configuración de estos bosques-isla (atendiendo también a su tamaño) resulta
ser válida. Resulta indispensable una distribución espacial óptima que garantice, o incluso
aumente, la variedad de organismos salvajes existentes.
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“Efecto de Borde” en parches de diferente tamaño Fuente: Conservation Networks
Pues bien, partiendo de tal información básica (y otra algo más sofisticada) es
posible realizar tales diseños paisajísticos, si se disponen adecuadamente en el espacio
los bosquetes en función de su número y tamaño.
Sin embargo existen otros muchos ejemplos de parches continentales de los que
expondremos tan solo dos en aras de la brevedad.
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3.4.1 Paisaje-nivel de planificación
De uso múltiple espacial y temporal escalas para llevar a cabo los pasos en la fases
de análisis y diseño (que se ser examinados con más detalle en los próximos sección). El
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resultado de estos cuatro pasos puede ser relativamente detallada e integrada foto del
paisaje-lo que era (históricamente), lo que es (actualmente), y lo que queremos que sea
(en la condición futura deseada). Mediante la planificación a escalas espaciales más
grandes y con más tiempo marcos de tiempo (según lo recomendado por el "La
biodiversidad Guía de filtro grueso" enfoque), los gerentes pueden realmente lograr una
mayor flexibilidad, ya que no son necesarios para la gestión de cada valor ecológico de
cada hectárea de todo el tiempo.
Sin embargo, cabe señalar que debido también al auge y accesibilidad de los
análisis digitales de imágenes, podemos también analizar paisajes microscópicos o
crípticos, como lo es el suelo. Por ejemplo, en este último caso haciendo uso de láminas
delgadas o a ser posible de tomografías. Sin embargo, también se pueden estudiar
paisajes más ultrafinos como los obtenidos a escala manométrica. Ya hablaremos de ello
(dentro de las limitaciones que padezco de estas tecnologías que, cuando trabajaba
personalmente en la matera, se encontraban fuera de mi alcance).
Como podréis ver más abajo Josep y colaboradores dividen los índices para le
descripción del paisaje por dos caminos. En primer lugar nos hablan de los objetos de
estudio, diferenciando en tres categorías o niveles, a saber:
Por tanto, podemos indicar que los análisis se realizan tras una clasificación previa de los
elementos que conforman un paisaje. ¿Pero hablamos tan solo de paisajes? En realidad
podemos decir que sí, si entendemos tal concepto en un sentido muy amplio. Por ejemplo,
tales análisis pueden llevarse a cabo sobre mapas o cartografías previamente realizados
sobre recursos naturales muy dispares (geología, vegetación, suelos, etc.). Del mismo
modo, tales índices también son aplicables a paisajes estimados a diferentes escalas,
desde la manométrica hasta la global. Y aquí es, por ejemplo en donde podemos analizar
si existen invarianzas a los cambios de escala, es decir la presencia de estructuras
fractales, aspecto sobre el que más énfasis he realizado en mis estudios sobre suelos.
Nótese que el índice fractal que describen los autores da cuenta de la tortuosidad de cada
fragmento (irregularidad de la forma), no de la búsqueda de leyes de escala. Del mismo
modo, la comparación de los patrones paisajísticos extraídos de cartografías de diferentes
recursos nos permitiría estudiar si existen regularidades en la forma en que estos ocupan
el espacio, aspecto que también puede ser de gran relevancia cuando se trabaja desde la
perspectiva de las ciencias de complejidad. Más concretamente, se trataría de averiguar si
existen leyes de organización espacial muy generales que trascienden a las propiedades
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intrínsecas de cada recurso debido a que ellos obedecen a pautas más generales, es decir
a grandes familias de sistemas no lineales, con independencia de los procesos concretos
que determinan la estructura de cada uno por separado. Por ejemplo, es obvio que las
fueras que generan un paisaje geológico son distintas a las que dan lugar a uno de
vegetación (si bien la última depende en parte de la primera).
Por otro lado, trabajar con cartografías resulta un tanto más ambiguo, pero también
interesante, ya que las pautas y patrones de los mapas pueden obedecer a:
Justamente en esta línea, junto con colegas de la USDA, nos percatamos que tales
patrones cognitivos existen por lo que si se sustrae la leyenda de cartografías diferentes
(por ejemplo, de litología suelos y vegetación) no podríamos a menudo discernir cual de
ellas tenemos ante la vista. Si adicionalmente, si tal hecho ocurre a diferentes escalas, nos
encontramos con un dilema: ¿analizamos lo que observamos directamente o un producto
cognitivo innato a nuestros sistemas de representación espacial?. Pero sigamos.
Seguidamente los investigadores aludidos dividen los índices para la cuantificación formal
del paisaje en cinco categorías, a saber:
Los primeros son los más básicos, aunque no por ello menos interesantes para muchos
propósitos. En general nos ofrecen una primera imagen de la estructura del paisaje y su
fragmentación general. Los segundos informan de las topologías del paisaje y sus
unidades, lo cual resulta dar un paso adelante, ya que dan cuenta de sus morfologías. Por
su parte, los índices de ecotono y hábitat interior pueden ser de gran interés para muchos
propósitos. Suele ocurrir que en cada fragmento o unidad el interior y el exterior atesoren
diferentes atributos. Uno de los ejemplos más fáciles de explicar deviene de un clásico de
esta disciplina: la biología de la conservación. Cuando deseamos conservar bosques isla
en un mar de paisajes agrarios debemos tener en cuenta que los ambientes nemorales (es
decir los típicos de un bosque en se sentido más estricto) tan solo pueden darse en
fragmentos que exceden un cierto umbral de tamaño. Los pequeños no suelen dar lugar a
que se generen los microclimas característicos de los bosques, siendo a menudo formas
de vegetación arboladas que carecen de la mayor parte de las propiedades ambientales
requeridas para la aparición de especies genuinamente nemorales. Pero lo mismo ocurre
en otros ámbitos. Ya mostramos en este post, por ejemplo, lo peligroso que puede resultar
intentar tipificar un paisaje de suelos abriendo las calicatas o zanjas en sus márgenes
debido al efecto de borde. Información al respecto aplicada al ámbito de le ecología del
paisaje podéis encontrarla por ejemplo en este y este documento (artículos publicados en
la Revista Ecosistemas).
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Del mismo modo, los índices de distancia, conectividad y vecindad son importantes
debido a que aportan una mayor información sobre la estructura del conjunto y algunos
aspectos de vital importancia en su dinámica y función. Por ejemplo, en el campo de la
biología de la conservación, además del tamaño y forma resulta muy importante cuantificar
la distancia entre los diferentes fragmentos así como su conectividad, dado que
recogeremos información valiosa a cerca de la viabilidad a que las especies sobrevivan y
viajen (ellos o sus propágulos) entre los diferentes elementos a preservar por su valor
ecológico. Dicho desde el extremo opuesto, nos ayudan a calcular o predecir el grado de
supervivencia-extinción de los taxa. Desde este punto de vista, cabe señalar que si la
primera es esencial con vistas a la conservación de la biodiversidad, la segunda también
lo es a la hora de intentar erradicar especies que han generado una plaga mediante
ingeniería paisajística. No hablaremos de los índices de diversidad por cuanto os hemos
escrito sobre ellos hasta la sociedad en los post incluidos en nuestra categoría “diversidad,
complejidad y fractales”. En otro post futuro ya os comentaremos porqué tales
herramientas son muy importantes en edafología, como por ejemplo con vistas a
caracterizar la porosidad y permeabilidad de un suelo, es decir de sus propiedades para
retener los recursos hídricos. Os dejo ya sin más dilación con la clara y breve descripción
de estos índices por Vila et al.
Los métodos cuantitativos en ecología del paisaje son aplicables a un triple nivel
(McGarigal y Marks, 1995; Botequilha y otros, 2006):
b) A nivel de clase (class level). Los cálculos se aplican a cada conjunto de fragmentos de
la misma clase, es decir, a aquéllos que tienen el mismo valor o que representan el mismo
tipo de uso del suelo, hábitat, etc. Es el nivel apropiado para calcular cual es la superficie
que ocupa una determinada cobertura del suelo, como podrían ser los bosques, o cual es
la extensión media ocupada por los fragmentos de bosque.
c) A nivel de paisaje (landscape level). Los cálculos se aplican al conjunto del paisaje, es
decir, a todos los fragmentos y clases a la vez. El resultado nos informa del grado de
heterogeneidad o de homogeneidad del conjunto del área que se ha cuantificado.
Se pueden diferenciar cinco grandes tipos de índices de paisaje (McGarigal y otros, 1995;
Botequilha y otros, 2006):
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Índices de área, superficie, densidad y variabilidad. Un tipo de índices centrado en las
características de dimensión y en el número de fragmentos que conforman el área de
estudio. Nos permite disponer de una primera aproximación general a las características
morfológicas de un determinado paisaje. Cabe destacar los siguientes índices:
Area. Calcula el área correspondiente a cada uno de los fragmentos, es un índice básico
para la determinación de muchos otros.
Total Landscape Area. Calcula el área que ocupan el conjunto total de fragmentos, es
decir, el área correspondiente a todo el territorio representado.
Mean Patch Size. Relación entre el área ocupada por una clase y el número de
fragmentos correspondientes a aquella clase.
Landscape Shape Index. Calcula la relación entre área y perímetro para el conjunto del
paisaje.
Índices de ecotono y hábitat interior. Permiten hacer cálculos sobre la amplitud del
ecotono, o hábitat de borde, en relación con el hábitat interior. En el caso del ecotono, es
preciso determinar una amplitud que será diferente en función de las propias
características ambientales de cada fragmento y el contraste en relación con el fragmento
o los fragmentos colindantes. El hábitat de interior se considera fundamental para la
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presencia y el mantenimiento de fauna y flora especialista, es decir, más exigente en sus
requerimientos ecológicos, mientras que el hábitat de borde facilita la presencia de
especies generalistas (Forman y Godron, 1986; Forman, 1995). Entre estos índices, cabe
destacar los siguientes:
Total Edge. Perímetro del ecotono a nivel de clase o del conjunto del paisaje.
Edge Density. Perímetro del ecotono en relación con la superficie del paisaje.
Total Edge Contrast. Contraste del ecotono de un fragmento en relación con el ecotono
correspondiente a un fragmento colindante.
Core Area Percent of Landscape. Porcentaje del paisaje ocupado por hábitat interior a
nivel de clase.
Mean Proximity Index. Proximidad media entre fragmentos de una misma clase a partir de
un determinado radio de búsqueda.
Índices de diversidad del paisaje. Estos índices aportan información relevante para poder
comparar distintos paisajes o la evolución de un paisaje en diferentes momentos
históricos. Entre este conjunto de índices, cabe destacar los siguientes:
Existe una gran variedad de software desarrollado con la finalidad de cuantificar las
características de la estructura del paisaje. Entre este distinto software, se puede destacar:
Fragstats: Creado el año 1995, fue desarrollado por el Dr. Kevin McGarigal y Barbara
Marks en la Universidad estatal de Oregon. Funciona esencialmente en formato raster y es
considerado el programa más completo por lo que se refiere a la diversidad y capacidad
para desarrollar cálculos métricos. Se trata de un programa de acceso libre disponible en
la red
(www.umass.edu/landeco/research/fragstats/fragstats.html).
Grass: La primera versión apareció a principios de los años 80 y fue desarrollado por el
Cuerpo de Ingenieros de los Estados Unidos y el Laboratorio para la Investigación de la
Construcción. Funciona esencialmente en formato raster. Grass es un sistema de
información geográfica que dispone de un módulo específico para el análisis de la
estructura del paisaje denominado, en su última versión, Grass r.le. Version. Es de
dominio público, si bien requiere del sistema operativo Unix o Linux
(http://www.grass.itc.it/).
Patch Analyst: Creado en el año 1999 por Phil Elkie, Rob Rempel y Angus Carr, con
financiación aportada por el Ministerio de Recursos Naturales de Ontario (Canadá). Éste
es un programa más modesto que los anteriores, ya que se limita a calcular
exclusivamente los principales índices de paisaje. Existe una versión que trabaja en
formato vectorial y otra en formato vectorial/raster, funcionan como una extensión de
ArcView y es de acceso libre en la red (flash.lakeheadu.ca/~rrempel/patch/).
V-Late. Creado el año 2003 por un equipo del Landscape and Resource Management
Research Group, de la Universidad de Salzburg (Austria), dirigido por Dirk Tiede en el
marco del proyecto de investigación europeo denominado SPIN (Spatial Indicators for
Nature Conservation). Trabaja en formato vectorial y se presenta como una extensión de
ArcGis. En este caso, también se trata de un programa de acceso libre disponible en la red
(www.geo.sbg.ac.at/larg/vlate.htm).
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