Géneros Literarios. Transformación de Los Géneros
Géneros Literarios. Transformación de Los Géneros
Géneros Literarios. Transformación de Los Géneros
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LETRAS TEORÍA LITERARIA UNSJ-FFHA
En los tres ejemplos el contenido es similar: el personaje protagonistra es apresado por las
fuerzas de la ley –la guardia civil, los agentes de policía, el sargento_; sin embargo la
forma en que se concreta ese contenido es distinta. Así, el primero lo hace por medio del
verso, el segundo por medio de la prosa narrativa y el último por medio del diálogo.
El hombre utiliza la lengua en todas las esferas de su actividad, y ese uso se manifiesta en
forma de enunciados orales y escritos. Estos enunciados reflejan las características de
cada una de las prácticas humanas en su contenido temático, en su estilo verbal y en su
organización y estructura, por ejemplo un escrito jurídico y una carta familiar poseen un
contenido, un estilo y una estructura que los diferencia. En consecuencia, cada una de
dichas esferas del accionar del hombre elabora ciertas clases de enunciados a los que
llamamos géneros discursivos.
Los géneros discursivos poseen una gran heterogeneidad puesto que comprenden desde
el dialogo cotidiano hasta las expresiones científicas y literarias. Esta heterogeneidad le
permite observar al investigador las diferencias entre los géneros discursivos primarios o
simples y los géneros discursivos secundarios o complejos.
Los géneros secundarios surgen como consecuencia de una comunicación cultural más
compleja, más desarrollada, más organizada y, fundamentalmente, escrita: la
comunicación artística, científica, sociopolítica, etc. Estos géneros absorben y reelaboran
los géneros primarios que emergen de la comunicación inmediata y cotidiana.
Los géneros primarios que se integran como parte de los géneros discursivos complejos,
se modifican y pierden su relación inmediata con la realidad. Por ejemplo, una carta en el
interior de una novela es parte de una comunicación artística y no representa un suceso
de la vida cotidiana.
Todo enunciado oral o escrito, primario o secundario, es individual y por lo tanto refleja la
individualidad del hablante; pero no todos los géneros discursivos expresan del mismo
modo dicha individualidad. El estilo individual es más evidente en los géneros discursivos
complejos que distinguimos como literarios.
El concepto de género esta tomado de las ciencias naturales que lo definen como
“Especie. Conjunto de seres que tienen cierto número de caracteres comunes”.
Sin embargo, existe una diferencia cualitativa según el termino genero se aplique a los
seres naturales o a los enunciados complejos artísticos. Esta diferencia se manifiesta en la
acción que el organismo individual ejerce sobre la evolución de todo el género.
En el caso de los seres naturales, la acción del organismo individual sobre la evolución de
todo un género es muy lenta; por lo tanto la aparición de un nuevo ejemplar no modifica
los caracteres del género. Por ejemplo, la aparición de un ente vertebrado no modifica las
características del género vertebrado.
En el caso de los enunciados artísticos, no ocurre lo mismo. La evolución sigue un ritmo
diferente: todo enunciado modifica el conjunto de las posibilidades, o lo que es lo mismo,
cada uno modifica el género existente. Tanto es así, que solamente reconocemos a un
texto el derecho de figurar en la “Historia de la Literatura” en la medida en que modifica la
idea que teníamos de esa actividad hasta ese momento.
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La clasificación que hace Aristóteles, entonces, del arte que se vale únicamente de
palabras, es sobre la base de la mimesis. Las obras pueden imitar por medios diversos,
cosas distintas y de manera diferente:
Según los medios con los que realiza la mimesis: imita por medio del ritmo, la
armonía –elemento sonoro bien ordenado- y el metro. La tragedia y la comedia
utilizan estos tres elementos de forma distinta.
Según los objetos de la mimesis: imita a los personajes en acción y estos son
necesariamente virtuosos o viciosos. La tragedia y la epopeya representan
personajes mejores de lo que los hombres son. La comedia representa personajes
peores de lo que los hombres son.
Según los distintos modos o maneras: dos obras que utilicen los mismos medios o
imiten los mismos objetos, se pueden diferenciar por los distintos modos de
realizar la mimesis. La división por el modo considera la estructura discursiva de la
obra. Hay dos modos fundamentales:
Modo narrativo: narra sin cambiar la personalidad del narrador o por boca de otro
personaje que se asume también narrador. La epopeya.
Modo dramático: los actores representan a los personajes obrando y en acción. La
tragedia y la comedia.
LA CONCEPCIÓN RENACENTISTA
A partir de la cuarta década del siglo XVI, el problema de los géneros literarios fue uno de
los asuntos más debatidos, aunque se aceptaron los preceptos de Aristóteles y de Horacio,
no se conformaron con la bipartición genérica.
Aristóteles había establecido una bipartición genérica, épica y drama, pero los críticos del
siglo XVI necesitaban clasificar otras obras como las “Odas” de Horacio y el “Cancionero”
de Petrarca, que no podían ser englobadas en la bipartición de Aristóteles, Por esta razón,
defendieron la existencia de un tercer género: la poesía lírica.
La existencia de este tercer género lo fundamentaron desde una de las lecciones de
Horacio en la “Epístola a los Pisones”, en la cual dice:
“La musa entregó a la lira los dioses y los hijos de los dioses, y al triunfante púgil y al
caballo primero en el certamen, y las amorosas cuitas de la mocedad, y el vino licencioso
del convite”
Poesía dramática: representa la acción sin que intervenga la persona del poeta.
Poesía épica: unas veces habla el poeta y otras veces hablan los personajes por él
introducidos.
Poesía lírica: la persona del poeta narra y considera los acontecimientos, sin que
en ellas figuren más que las reflexiones del propio poeta.
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PROPORCIONES DE LA OBRA
Géneros mayores
• Tragedia y epopeya: poemas extensos
Géneros menores
• Soneto y oda: poemas breves
Como vemos, cada uno de estos tres grandes géneros se subdividía a su vez en otros
géneros, y todos éstos se distinguían entre sí con rigor y nitidez, ya que cada uno obedecía
a un conjunto de reglas particulares, que regían tanto el aspecto formal como el
contenido.
La obediencia y sumisión a las reglas del género fue el factor primordial para valorar una
obra literaria. Las reglas eran extraídas de los principales teorizadores de la antigüedad
clásica -especialmente Aristóteles y Horacio- como así también de las grandes obras de la
Antigüedad grecolatina que el Humanismo había elevado a modelos ideales. Es decir que
sobrevalora los autores grecolatinos en menoscabo de otras culturas con géneros propios,
como fueron los géneros primitivos orales. Por eso, se considera a la doctrina clasicista
como normativa –dicta normas- y preceptiva –ordena obediencia a las reglas del género-.
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Algunos escritores románticos teorizaron sobre los géneros literarios, entre ellos podemos
citar a Víctor Hugo. Este autor condena la regla de unidad de tono y de la pureza de los
géneros, por lo tanto defiende el hibridismo. Considera que el arte debe ser la expresión
de la vida misma la cual es una amalgama de belleza y fealdad, de risa y dolor, de lo
sublime y de lo grotesco. En consecuencia, una doctrina estética que aísle sólo uno de
estos aspectos, fragmenta la totalidad de la vida y traiciona la realidad.
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La poesía, como toda forma de arte, se revela como una intuición-expresión. Es decir,
como conocimiento y representación de lo individual, como una elaboración ilógica de
contenidos determinados, por lo tanto, irrepetible. La obra poética se presenta, entonces,
como una e indivisible, ya que cada expresión es única. Por lo tanto, la teoría del género
no puede dictar reglas y normas para elaborar obras individuales, puesto que la poesía
deja de ser la protagonista de la “Historia literaria”.
A pesar de esto, Croce admite que la noción de género literario es un instrumento útil
para la “‘Historia de la Literatura”, ya que puede constituir un elemento cómodo para la
sistematización, pero siempre como un elemento extrínseco a la esencia de la poesía y a
los problemas de valoración de una obra.
El problema con esta doctrina es que olvida que lo particular de cada obra literaria no se
identifica con un aislamiento absoluto ya que la singularidad del mensaje de un escritor
solamente puede comunicarse por medio de relaciones y estructuras generales, que son
las condiciones que hacen posible la experiencia literaria.
sentir las cosas del mundo, existe el arte. La finalidad del arte es mostrar el objeto corno
visión y no como reconocimiento y para lograrlo posee una serie de procedimientos
específicos.
En Literatura, se observan agrupamientos constantes de procedimientos, pero estos
agrupamientos se aplican a obras distintas que se diferencian entre sí según los
procedimientos usados en ellas. De este modo se crean clases de obras o géneros, que se
caracterizan por un agrupamiento específico de procedimientos.
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natural, y el otro otorga a la primera, una serie de relaciones nuevas a partir de otros
códigos culturales, convencionales, ideológicos, etc.
Esta nueva concepción, propia de la Semiótica, permite definir lo literario con un sentido
más amplio. El argentino Walter Mignolo dice al respecto:
“lo literario se define por un conjunto de motivaciones o normas que hacen posible la
producción y recuperación de textos en cuanto estructuras verbo-simbólicas en función
cultural”
En consecuencia, las obras literarias son textos o discursos. En esta nueva posición
podemos ubicar los siguientes aportes:
TZVETAN TODOROV
Tzvetan Todorov considera que los géneros son clases de textos o discursos. Son clases
porque se puede encontrar una propiedad común a dos textos que permite agruparlos en
una clase. El llamar género a esta agrupación es una percepción que está en el discurso
mismo de los géneros o metadiscurso.
Además, la existencia de los géneros se constata por la presencia de un género específico
que comparte un rasgo específico. Por ejemplo, la novela comparte con las distintas
novelas rasgos comunes entre sí, es decir que todos los textos “novela” contienen una
serie de propiedades compartidas.
El estudio de los géneros, que tiene como punto de partida los textos concretos, tiene
como objetivo último el establecimiento de esas propiedades comunes.
La sociedad institucionaliza y agrupa la recurrencia de dichas propiedades discursivas, y
los textos individuales son producidos y percibidos en relación con la norma que
constituye esa codificación. El género literario es esa codificación de propiedades
discursivas.
Propiedad discursiva significa que cualquier aspecto del discurso puede convertirse en
obligatorio; y remite al aspecto semántico del texto, a su aspecto sintáctico, al pragmático
y por último a su aspecto verbal. La diferencia entre un género y otro se puede situar en
cualquiera de estos niveles del discurso.
Ya dijimos que los géneros funcionan como horizonte de expectativa para los lectores y
como modelo de escritura para los autores. Por una parte, los autores escriben en función
del sistema genérico existente e incluso pueden manifestarlo en el texto o fuera de él, por
ejemplo, en la cubierta o tapa del libro. Por otra parte, el sistema genérico como
institución posibilita que los lectores lean un texto en función de dicho sistema genérico al
cual conocen por la crítica, la escuela, el sistema de difusión del libro o simplemente “de
oídas”.
Ahora, como es a través de esta institucionalización que los géneros se comunican con la
sociedad en la que están vigentes; como cualquier institución, los géneros van a
evidenciar los rasgos constitutivos de esa sociedad a la que pertenecen. En este sentido,
sabemos que una sociedad elige y codifica los actos de lenguaje que corresponden a su
ideología, por lo tanto la existencia de ciertos géneros en una sociedad, así como su
ausencia en otra, son reveladoras de esa ideología.
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WOLFGANG RAIBLE
Wolfgang Raible señala cinco nociones fundamentales para la consideración del género
desde la perspectiva de la Teoría Semiótica. Estos conceptos son los siguientes: género y
convención, género y grado de complejidad, cierre, género e interpretación, situación
comunicativa y signo complejo.
Género y convención: todo texto es considerado un modelo convencional y las normas de
los géneros también son convenciones, pues constituyen a su vez modelos para expresar
determinadas esferas de la actividad humana.
Género y grado de complejidad: el texto es un concepto relativo y dinámico, puesto que
lo es tanto una novela como un capítulo de esa novela. La relación entre el texto parcial
menos extenso y el otro mayor es de carácter funcional. De igual modo, los textos que
forman parte de un determinado género son discursos parciales en relación con dicho
género.
Cierre o clausura: el cierre es un rasgo del signo complejo, en este caso el texto literario.
Por su cualidad de clausura y a través de una ordenación de la información discursiva, el
cierre orienta la expectación que tiene el lector frente al texto y también condiciona la
continuación esperada.
Género e interpretación: debido a la existencia de obras análogas, un determinado tipo
de texto se convierte en precedente de otro en el seno de un género literario. De este
modo, se disminuyen las posibilidades estructurales de interpretación. El género adquiere,
entonces, un valor importante para la interpretación del texto ya que aporta, por sí
mismo, diversas informaciones acerca de sus rasgos configurativos esenciales. Por eso,
ubicar una obra dentro de una serie de obras análogas orienta las posibilidades
interpretativas del lector y, al mismo tiempo reduce dichas posibilidades.
Situación comunicativa y signo complejo: la comunicación lingüística presupone un
hablante, un oyente y una situación en la cual se comunican. Por lo tanto los textos deben
ser descriptos mediante dos tipos de conjuntos de rasgos:
a) aquellos de la situación comunicativa en que se producen o extratextuales y
b) aquellos rasgos del signo complejo mismo o intratextuales. La situación y finalidad
perseguida por el hablante través de un signo complejo, es decir por sus rasgos intra y
extratextuales, condicionan la configuración genérica del texto producido.
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