Presentación Eutanasia
Presentación Eutanasia
Presentación Eutanasia
1- ¿QUÉ ES LA EUTANASIA?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la eutanasia como aquella “acción del médico
que provoca deliberadamente la muerte del paciente”.
Esta definición resalta la intención del acto médico, es decir, el querer provocar voluntariamente la
muerte del otro. La eutanasia se puede realizar por acción directa: proporcionando una inyección
letal al enfermo, o por acción indirecta: no proporcionando el soporte básico para la supervivencia
del mismo. En ambos casos, la finalidad es la misma: acabar con una vida enferma.
Esta acción sobre el enfermo, con intención de sacarle la vida, se llamaba, se llama y debería
seguir llamándose homicidio. La información y conocimiento del paciente sobre su enfermedad y
su demanda libre y voluntaria de poner fin a su vida, el llamado suicidio asistido, no modifica que
sea un homicidio, ya que lo que se propone entra en grave conflicto con los principios rectores del
Derecho y de la Medicina hasta nuestros días.
2- EL DEBATE ACTUAL
La eutanasia es un acto que busca provocar la muerte a una persona enferma que conlleva graves
consecuencias familiares, sociales, médicas, éticas y políticas. Su despenalización modificará en
su propia raíz la relación entre las generaciones y los profesionales de la medicina. El Informe
Remmelink sobre la práctica de la eutanasia en Holanda arroja a la luz 1.000 muertes por
eutanasia involuntaria (sin consentimiento) en 1990. Estos 1.000 pacientes eutanasiados se
convierten en 1.000 poderosísimas razones para oponerse a la eutanasia activa. Igualmente en los
casos en los que la eutanasia es solicitada por el enfermo existe un grave problema ético porque
se trata de una derrota social y profesional ante el problema de la enfermedad y de la muerte. Los
casos extremos y la autonomía personal, siempre aludidos por los partidarios de la eutanasia para
su despenalización, no deben generar leyes socialmente injustas, que enfrentan el deseo individual
con el ineludible deber del Estado a la protección de la vida física de cada ciudadano.
Hay que eliminar el sufrimiento humano, pero no al ser humano que sufre.
Tres cuestiones complejas están presentes en el debate de la eutanasia: el consenso democrático,
la dignidad de la persona humana y la autonomía personal.
El consenso:
El consenso convierte el principio legislativo en la única fuente de verdad y de bien, y deja la vida
humana a merced del número de votos emitidos en un Parlamento. Las legislaciones sobre el
aborto, la clonación humana, la fecundación extracorpórea y la experimentación embrionaria son
consecuencia de la aplicación del principio de las mayorías.
Los derechos humanos no son otorgados por el número de votos obtenidos, ni por la sociedad, ni
por los partidos políticos, aunque deben siempre reconocerlos y defenderlos. No se basan tampoco
en el consenso social, ya que los derechos los posee cada persona, por ser persona. Las
votaciones parlamentarias no modifican la realidad del hombre, ni la verdad sobre el trato que le
corresponde.
El hecho de nacer y el de morir no son más que hechos y sólo hechos, adornados naturalmente de
toda la relevancia que se quiera. Precisamente por ello no pueden ser tenidos como dignos o
indignos según las circunstancias en que acontezcan, por la sencilla y elemental evidencia de que
el ser humano siempre, en todo caso y situación es excepcionalmente digno, esté naciendo,
viviendo o muriendo. Decir lo contrario es ir directamente en contra de lo que nos singulariza y
cohesiona como sociedad.
Legalizar la eutanasia es una declaración de derrota social, política y médica ante el enfermo que
no acabará con las perplejidades de la vida, ni de la muerte, ni con las dudas de conciencia de los
médicos, de los pacientes y de los familiares.
La autonomía personal.
La autonomía personal no es un absoluto. Uno no puede querer la libertad sólo para sí mismo, ya
que no hay ser humano sin los demás. Nuestra libertad personal queda siempre conectada a la
responsabilidad por todos aquellos que nos rodean y la humanidad entera. La convivencia
democrática nos obliga a someternos y a aceptar los impuestos, las normas y las leyes que en
ningún momento son cuestionados como límites a la libertad personal.¿Por qué no queremos
descubrir un bien social en la protección legal de la vida en su finitud? ¿Qué cultura dejaremos a
nuestros hijos si les transmitimos que los enfermos no merecen la protección de todos?
Todos queremos una buena muerte, sin que artificialmente nos alarguen la agonía, ni nos apliquen
una tecnología o unos medios desproporcionados a la enfermedad.
Todos queremos ser tratados eficazmente del dolor, tener la ayuda necesaria y no ser
abandonados por el médico y el equipo sanitario cuando la enfermedad sea incurable.
Todos queremos recibir un trato respetuoso, que en el hospital podamos estar acompañados de la
familia y los amigos sin otras restricciones que las necesarias para la buena evolución de la
enfermedad y el buen funcionamiento del hospital.
Sin dolores.
Pudiendo decidir sobre lo que se nos va a hacer y rechazar tratamientos que prolongan
artificialmente la agonía.
El acto médico se basa en una relación de confianza donde el paciente confía al médico el cuidado
de su salud, aspecto primordial de su vida, de sí mismo. En la relación entre ambos no puede
mediar el pacto de una muerte intencionada. La eutanasia significará el final de la confianza
depositada durante milenios en una profesión que siempre se ha comprometido a no provocar la
muerte intencionalmente bajo ningún supuesto.
La eutanasia frenará el progreso de la medicina. Los médicos se irán volviendo indiferentes hacia
determinados tipos de enfermedad, no habrá razones para indagar en los mecanismos
patogénicos de la senilidad, de la degeneración cerebral, del cáncer en estadio terminal, de las
malformaciones bioquímicas o morfológicas, etc.
La solución pasa por dar un cuidado integral a quien pronto va a morir, tratándole tanto los
sufrimientos físicos como los sufrimientos psíquicos, sociales y espirituales.
Este es el fundamento de la Medicina Paliativa que desde la perspectiva del respeto absoluto
debido a toda persona y ante los límites terapéuticos de la propia medicina, pasa a controlar los
síntomas de la enfermedad, especialmente la presencia de dolor, acompañando al enfermo hasta
la muerte.
“Se entiende por sedación terminal la administración deliberada de fármacos para producir una
disminución suficientemente profunda y previsiblemente irreversible de la conciencia en un
paciente cuya muerte se prevé próxima, con la intención de aliviar un sufrimiento físico y/o
psicológico inalcanzable con otras medidas y con el consentimiento explícito, implícito o delegado
del paciente”. El recurrir al consentimiento implícito o delegado cuando el paciente puede conocer
la información quita al moribundo su derecho a afrontar el acto final de su vida: su propia muerte.
La familia y el médico suplantan y despojan al enfermo del conocimiento de esta decisión.
El verdadero respeto a los derechos del paciente pasa por hacerlo partícipe de las decisiones
sobre su cuidado, aunque éstas hayan de pasar por una información desagradable.
La sedación terminal es correcta únicamente cuando se busca mitigar el sufrimiento del enfermo y
no cuando la finalidad es acelerar su muerte. En este caso se trata de eutanasia activa.
Las difíciles circunstancias que provocan algunas enfermedades o una experiencia familiar
desagradable pueden ser causa de una posición personal a favor de la eutanasia. Pero los casos
extremos no generan leyes socialmente justas, por las dificultades que estos mismos comportan.
Los casos extremos son utilizados y presentados como irresolubles, por lo que si hoy aceptamos
matar intencionadamente a un paciente como solución para un problema, mañana podremos hallar
una centena de problemas para los cuales matar sea la solución.
La eutanasia no resuelve los problemas del enfermo, sino que destruye a la persona que tiene los
problemas.
Se habla del control absoluto del acto eutanásico ante su despenalización pero la evidencia es muy
distinta pues el médico, si se despenaliza la eutanasia, tendrá impunidad para matar sin que nadie
se entere.
EL País (23/06/2000) publicó el caso de una enfermera inglesa investigada por la muerte de 18
menores. Las dudas surgieron por la carta de una madre quejándose del tratamiento recibido por
su hijo, ya fallecido. Al estar versada en los cuidados paliativos aplicados a casos incurables, sus
visitas a las distintas casas no eran supervisadas con el mismo rigor que las tareas del resto de sus
compañeras. Las autoridades del Hospital de Runwell, del condado de Essex, la suspendieron de
empleo y sueldo. La noticia no citaba el nombre de la enfermera.
En Brasil, publicó ABC (11/05/99) “investigan a las funerarias por el nuevo “ángel de la muerte”. El
auxiliar de enfermería Edson Izidoro, sospechoso de haber matado a 131 pacientes en estado
grave, confesó haber recibido comisión de las funerarias y de haber actuado por dinero.
La Razón (12/01/99) publicó “Un médico holandés denuncia ante el Consejo de Europa 900 casos
de eutanasia sin consultar al paciente”. La denuncia fue realizada por el doctor Henk Ten Have en
la reunión de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa que tuvo lugar el día anterior.
Amnistía Internacional (AI), publicó Diario Médico (3/11/ 98) declaró que los médicos que
intervienen en la ejecución de un reo por medio de una inyección letal incurren en una práctica
contraria a la ética profesional, aunque les ampare la legislación del país. El doctor, James Welsh,
ha afirmado que cuando se introdujo el uso de la inyección letal “se presentó como un sistema que
humanizaba de manera notable las ejecuciones. Sin embargo, en la práctica, se tiene constancia
de un alto número de casos en los que ha fallado y ha causado una muerte dolorosa”.
El Mundo publicó (7/01/99) “La policía británica investiga 50 muertes por eutanasia”. Varios
hospitales han sido acusados de haber retirado el suero intravenoso a sus pacientes, mientras
estaban sedados, y de causarles la muerte por deshidratación. El doctor Gillian Craig dijo al
respecto: “En algunas ocasiones, sedar a un paciente y deshidratarle equivale a eutanasia. El agua
y los alimentos constituyen una necesidad básica y no pueden ser considerarse como un
tratamiento que los médicos pueden conceder o retirar a su antojo”.
ABC (8/08/2000) publicó “En Dinamarca no se atenderá a los enfermos terminales para ahorrar
gastos”. El pacto concertado entre médicos y políticos escandaliza a la sociedad.
Tras pocos años, la reiteración de casos irá privando a la eutanasia de su carácter excepcional. La
habituación se producirá con la idea de que es una intervención no carente de ventajas, e incluso
una terapéutica aceptable. La eutanasia le ganará falazmente la batalla a los cuidados paliativos
por ser más indolora, rápida, estética, y económica convirtiéndose para el enfermo en un derecho
exigible a una muerte dulce, para los allegados en una salida más cómoda, para algunos médicos
un recurso sencillo que ahorra tiempo y esfuerzos, y para los gestores sanitarios una intervención
de óptimo cociente costo/eficacia.
Un ejemplo: Holanda.
Según la nueva ley holandesa la eutanasia no será delito si el médico la practica respetando los
siguientes requisitos: que la situación del paciente sea irreversible y el sufrimiento insoportable;
que el médico esté seguro que nadie coacciona al paciente y que su petición de morir haya sido
expresada más de una vez; que el médico pida la opinión de otro colega, que deberá haber visto al
paciente. Todos estos requisitos estaban ya previstos en la legislación de 1993. Lo novedoso de
esta ley es que los menores de 12 a 16 años pueden también solicitar la eutanasia con permiso de
sus padres. Los de 16 y 17 años no necesitaran el consentimiento paterno, pero sí su participación
en el proceso de decisión.
P.J. van der Maas y G. van der Wal, catedráticos de Salud Pública de la Universidad Erasmus de
Rotterdam y de la Universidad Libre de Amsterdam, realizaron un informe a petición de las
ministras de Justicia y Sanidad para evaluar la aplicación de la legislación. Sus conclusiones
permiten comparar la práctica actual de la eutanasia con la que reflejó otro informe realizado en
1991 por una comisión, presidida por el fiscal general del Estado Jan Remmelink.
Los dos estudios se basan en dos informes separados: uno basado en entrevistas con médicos y
otro en el procedimiento de notificación.
La comparación del informe Remmelink de 1990 y el de 1995 pone de manifiesto que del total de
fallecidos en Holanda:
Las muertes por eutanasia han aumentado de 2.300 casos en 1990 a 3.120 casos en 1995;
Las eutanasias con consentimiento son una gran derrota familiar, social, médica y política que
debe movernos a reflexionar sobre la voluntad de morir de estos pacientes que dicen: “Doctor,
quiero morir”, que significa: “Doctor, quiero vivir, pero ¿estará también a mi disposición cuando no
pueda más?”. Los 1.000 casos de eutanasias sin consentimiento explícito, son una poderosa razón
para no permitir esta práctica ya que estamos hablando de homicidios involuntarios.
El debate de la eutanasia pone al descubierto cuáles son deberes del Estado o políticos y cuáles
son deberes personales.
La tutela de la vida humana es un deber político que no puede relegarse a la moral particular o
privada de cada uno. La vida física es un bien universal que no puede ser amenazado por ninguna
circunstancia.
Jurídico-político: regula las relaciones entre los hombres – por la convivencia en paz, seguridad y
libertad- y protege los bienes comunes de los que participamos todos y en los que la vida física de
cada hombre es presupuesto necesario para la existencia de otros bienes. No es un deber del
Estado hacer bueno al hombre a través de las leyes civiles, pero sí proteger a todos los que
pueden verse privados del derecho fundamental a la vida especialmente ante la vulnerabilidad que
comporta la enfermedad.
Moral: regula los actos individuales. El presunto derecho al suicidio asistido es una opinión o deseo
personal. Una cosa es el deseo que todos tenemos de morir bien y otra bien distinta despenalizar
el acto intencionado de supresión de una vida: el homicidio.
Pablo Salvador Coderch, Catedrático Derecho Civil de la Universidad Pompeu Fabra, escribe en un
artículo de Opinión, Ministros de muerte, en La Vanguardia. Viernes, 27 de febrero de 1998.
“No existe nada parecido a un derecho a la muerte ni nadie en su sano juicio puede pretender que
el Estado reconozca a ninguno de sus ciudadanos la facultad de exigir ante un tribunal que un
funcionario le inyecte una sustancia letal”.
“Yo no estoy de acuerdo (con el mensaje enviado por los medios de comunicación) deprimente y
letal: hay que ayudar a vivir que no siempre es fácil; en algún caso aislado, habrá que dejar morir,
pero matar es una solución demasiado sencilla. Cuesta tan poco, que está al alcance de cualquier
incompetente”.
“Los jueces del Tribunal Supremo Federal (EEUU) se negaron a admitir que tampoco hay que
distinguir entre eutanasia activa -matar- y pasiva – dejar morir-….. Llevan razón: en la vida y en el
derecho la regla de principio es que no es lo mismo hacer algo que abstenerse de ello”.
Camilo José Cela. Premio Nobel de Literatura (1989). El Mal Camino. ABC.
“Por el mundo adelante se extiende cada vez más la idea de la licitud del exterminio cuanto pueda
frenar la marcha triunfal del vencedor, y eso es peligroso. El retrasado, por la razón que fuere, el
tonto, el débil, el enfermo, el viejo, el negro, el paria y el perdedor, también tiene derecho a seguir
viviendo, aunque sea mal. Si el hombre no es capaz de adecuar su vida a la justicia -y lleva
demasiado tiempo intentándolo sin conseguirlo- no va a tener más remedio que volver a la
caridad…….. La energía del fuerte debe encauzarse hacía la regeneración del débil, que siempre
será posible si se prueba seriamente a hacerlo”
“Lo que no se puede admitir que los superdotados quieran hacer jabón con los infradotados; un
trozo de carne con figura humana, por poco que discurra, sigue siendo un hombre y, por el solo
hecho de serlo, es digno de absoluto respeto”.
Juan Alberto Belloch, Ex-Ministro de Justicia (1993-1996) responde a la pregunta de la periodista
Carla Fibla: ¿Qué es lo que personalmente le hace mostrarse tan reacio a la despenalización de la
eutanasia?…… “si está despenalizado practicar la eutanasia activa y directa, en determinados
casos el riesgo es que el médico termine sustrayendo o suplantando la voluntad del paciente”……
“Hay que pensar; el valor de la muerte, si se da o no un elemento de presión sobre los más
débiles”. “Por arreglar una injusticia creamos un problema mayor”
8- DISPOSICIONES INTERNACIONALES
La solución a los sufrimientos que comporta la enfermedad no debe pasar por admitir el matar o la
ayuda al suicidio de las personas enfermas. Matar nunca es una solución y aún menos el suicidio.
El reto social y médico está en el desarrollo de una Medicina Paliativa eficaz, que admita la
condición doliente del ser humano y que procure el control del dolor y el alivio del sufrimiento.
Muchos casos de petición de eutanasia se deben a una “medicina sin corazón”. La eutanasia se
basa en la desesperación y refleja la actitud de “ya no puedo hacer nada más por usted”. Hay que
ayudar a vivir, pero no siempre es fácil; también habrá que dejar morir, pero matar es una solución
demasiado sencilla. La respuesta ante la petición de eutanasia no es la legalización sino una mejor
educación y atención sanitaria y social.
La Medicina Paliativa procura responder a cualquier necesidad de los enfermos cuando se
encuentran en una fase avanzada de la enfermedad o en situación terminal. La extensión de los
programas de Cuidados Paliativos es muy importante para poder atender mejor a estos enfermos.
Precisamente en España, el Plan Nacional de Cuidados Paliativos que están elaborando el
Ministerio de Sanidad, el Insalud y los representantes de todas las comunidades autónomas, tiene
como principal objetivo mejorar la calidad de vida de los pacientes en situación terminal.
La solución pasa por practicar una buena medicina, es decir, dar un cuidado integral a quien pronto
va a morir, tratando tanto los sufrimientos físicos como los sufrimientos psíquicos, sociales y
espirituales del enfermo.
Hay que ser respetuosos con la vida y también con la muerte. Al final de la vida, se deben
suspender los tratamientos que según los conocimientos científicos no van a mejorar el estado del
paciente; y únicamente se deben mantener los calmantes, la hidratación, la nutrición y los cuidados
ordinarios necesarios, hasta el fin natural de la vida.
LOS OTROS
Como todo indica que a partir de ahora hasta los menores podrán decidir cuándo se quieren morir
o no tras la nueva decisión de la corte constitucional, muchos no dudan en calificar que se trataría
de un suicidio y por supuesto la iglesia no apoya esta decisión.
“La iglesia siempre ve la eutanasia como un mal moral grave y en segundo lugar que sea para los
menores de edad, le añade como una cierta realidad difícil y de negación a la vida, para quienes
tienen , menos posibilidades también , que son los menores de edad”, destacó Monseñor Elkin
Fernando Álvarez Botero, secretario general de la Conferencia Episcopal de Colombia
Pero entonces ¿Un niño decidirá por su vida? o lo harán sus padres? ¿Qué pasa si ninguno de los
dos está de acuerdo?. Siempre se ha hablado de autonomía personal, pero ¿tendrá un menor de
edad la conciencia y capacidad para querer morirse antes de empezar a vivir?
“Aquí hay un principio y es el de la vida sagrada y cuando uno entiende que la vida es sagrada,
entiende cabalmente que nadie tiene derecho a tomarla , ni la persona misma , ni sus familiares y
mucho menos los médicos”, destacó Marco Fidel Ramírez, Concejal de la Familia.
El asiduo defensor de la familia, el concejal Marco Fidel Ramírez, rechaza una vez más la
resolución que regula la muerte en Colombia.
“Ambas medidas las he demandado en los más altos tribunales y estoy a la expectativa del
resultado que nos de los magistrados”, agregó Ramírez. Y es que según él, esta decisión responde
más a una cultura de la muerte que a algo sensato.
Y quién no recuerda al exprocurador Alejandro Ordóñez, otrora defensor de la vida, los principios y
la religión pues para él nadie tiene derecho de matar a otro, y cree en cambio que es necesario
promover el derecho a la vida y la esperanza.
“El país conoce mi posición respecto al derecho a la vida, la defensa de esta desde su concepción
hasta la muerte natural. En Colombia no hay derecho a matar a nadie, ahora no es solo el derecho
a matar a los viejos, sino el derecho a matar a los niños, se está envileciendo a la sociedad y
deslegitimando nuestro ordenamiento jurídico”, agregó Ordoñez.
Según él, la sociedad debe sacudirse y armarse de argumentos y no permanecen impávidos ante
semejante panorama.
“Es necesario acudir a los instrumentos que la constitución ha señalado, nosotros no podemos
permanecer impavidos y contemplativos, frente a estas decisiones abiertamente injustas”, destacó
Ordoñez.
Muchos consideran que la medicina es sinónimo de curar y salvar, más no de acabar con una vida,
y mucho menos con la de aquellos que ni siquiera saben para que vinieron al mundo.
LOS 5
Desde hace unos años se está intentando modificar la percepción social sobre la eutanasia al igual
que ocurrió con la unión homosexual para que sea bien vista por la sociedad y acabe aceptándose
como algo natural.
Este proceso artificial e inducido por las élites se conoce en las ciencias políticas como ‘ventana
Overton’ y consta de cinco etapas: primero, de lo impensable a lo radical; segundo, de lo radical a
lo aceptable; tercero, de lo aceptable a lo sensato; cuarto, de lo sensato a lo popular y quinto, de lo
popular a lo político. Un sexto paso podría entenderse como de lo político a lo legal.
Actuall depende del apoyo de lectores como tú para seguir defendiendo la cultura de la vida, la
familia y las libertades.
Pese a toda la batería de apoyos mediáticos e institucionales que la eutanasia recibe, existen
numerosos expertos que reniegan de dicha práctica, recoge el portal sobre ética
médica BioEdge. Varios médicos y especialistas en ética han publicado conjuntamente un artículo
en la Revista de cuidados paliativos titulado “Suicidio asistido y eutanasia: temas emergentes
desde una perspectiva global” para concienciar sobre el riesgo que entraña el asesinato de
personas por un supuesto ‘derecho a la muerte’.
Entre esos expertos están Daniel Sulmasy de la Universidad de Georgetown –formó parte de la
Comisión para el estudio de la cuestiones bioéticas del expresidente Barack Obama-, Margaret
Somerville -jurista y una de las mayores activistas contra la eutanasia en Canadá- y el reconocido
experto en cuidados paliativos Lukas Radbruch.
En resumen, estas son las cinco razones con más peso para oponerse a la legalización de esta
práctica:
‘Pendientes resbaladizas’. Según los autores, a pesar de las prevenciones para evitar
que se cometan excesos, “permitir la eutanasia voluntaria ha llevado a la eutanasia
involuntaria”. Conocidos son los casos de Países Bajos y Bélgica.
‘Falta de autodeterminación’. La expresión de un deseo de muerte no significa que
ese paciente esté deseando realmente la eutanasia. “Como estas expresiones
dependen en exceso del estado de ánimo del paciente, tales solicitudes requieren
atención extrema”. Algo semejante ocurre con los niños cuando se les pretender
hormonar: que un niño exprese en un momento una idea contraria a su sexo no
significa que se les deba bloquear hormonalmente ya que depende del estado de
ánimo y de los sentimientos, no como resultado de un hecho objetivo.
‘Cuidados paliativos inadecuados’. “El conocimiento holístico de los cuidados
paliativos”, afirman, “es la obligación ética más urgente en todo el mundo”.
‘Profesionalidad médica’. Los médicos que colaboran en este tipo de prácticas
amenazan la integridad moral de la profesión médica, argumentan. Si un médico ya no
es un ‘salvavidas’ sino un ‘quitavidas’ su sentido cambia por completo.
‘Diferencia entre medios y fines’. La presión por la legalización de la eutanasia llega
a confundir el problema del sufrimiento con la vida de la persona. “Debemos matar el
dolor y el sufrimiento, no a la persona con dolor y sufrimiento”, señalan. Este es uno de
los argumentos más utilizados por los defensores de los cuidados paliativos
1. La Eutanasia mata.
Aunque sea con permiso de la víctima, aunque se ejerza con mayor o menor grado de
consentimiento... pero mata. En realidad, la eutanasia es un tipo de homicidio, o de
suicidio, según cómo se establezca. Reflexión. ¿La muerte, matar como sistema legal,
puede ser la solución a un problema humano?
2. La Eutanasia no sirve para evitar el sufrimiento.
Piénsalo, la muerte siempre es dolorosa, incluso cuando es programada. Este dolor es
visible para los demás o, en otras ocasiones, sólo es interno, lo experimenta la conciencia.
3. Uno de los sufrimientos peores es el del arrepentimiento tardío.
Es como el sufrimiento que experimenta el suicida que ha saltado al vacío. ¡Quiere volver
atrás! Pero ya es tarde. La eutanasia no evita el sufrimiento final: solo lo enmascara.
4. La eutanasia es irreversible.
Una persona, puede atravesar un estado de depresión, o ser empujada a ella por su
entorno durante un cierto tiempo, un mes, dos, tres. Si en este tiempo solicita que acaben
con su vida lo habrá hecho en unas condiciones en las que no era ella misma. Pero será
tarde. Ya estará muerto. La ley, si se aprueba, establecería 30 días entre petición y
muerte. Demasiado poco para vencer la depresión.
5. La eutanasia no es consecuencia de la libertad, sino que es su víctima.
Está ampliamente documentado que la causa fundamental que impele a buscar la
muerte no es la enfermedad terminal, o una gran incapacidad funcional, sino la falta de
reconocimiento humano y la soledad. Sentirse un “algo” que sobra, que es una carga o
molestia para su familia, que es ignorado, o bien que está solo, terriblemente solo. Es esto
sobre todo lo que crea las condiciones para desear morir. La gran tarea de nuestra
sociedad ha de ser reconstruir el reconocimiento y el acompañamiento. Esa sí es una
actitud humana y no la muerte.
6. Una ley sobre la eutanasia empuja a la muerte… porque "va de legal".
Lo que la ley permite se acaba convirtiendo en un deber moral que condiciona a la
sociedad y a las mentes. La propia ley influye sobre la persona, estimula a su
entorno a escoger la vía de la muerte. “¡Qué haces tú en este mundo!”. Se presupone
que hay vidas que no vale la pena que sean vividas.
7. La eutanasia legal favorece el suicidio.
Una ley o sociedad con eutanasia considera que la muerte provocada puede ser la
solución para los problemas y cargas de la vida. Eso es un peligro para los que sufren
ideas de suicidio ya que “normaliza” esta práctica.
8. La eutanasia no aumenta la autonomía personal, e incluso puede reducirla.
Una persona, sin necesidad de una ley que permita la eutanasia, puede suicidarse sin
mucha complicación. Pero la ley posibilitará que otros decidan sobre la vida ajena.
9. No: "más opciones" no es más libertad
La eutanasia defiende una idea equivocada de la libertad afirmando que ésta es mayor
cuanto más numerosas sean el número de opciones. En realidad, ser libre no es poder
optar entre "muchas opciones", sino poder optar entre "opciones buenas". La eutanasia no
es una buena opción.
10. La eutanasia busca aligerar los costes del Estado en sanidad y pensiones.
Es la contrapartida real a la falta de nacimientos. Muchos ingenuos aun piensan que los
motivos son benéficos. ¡Qué error! Cuando todos los datos advierten que los gastos en
sanidad crecen porque aumenta la población en edad avanzada, que sufre
enfermedades crónicas complejas, cuando saben que las pensiones no alcanzan, y
que cada vez hay menos jóvenes para trabajar, la eutanasia se convierte en
la medida fácil de los poderosos para cuadrar el presupuesto público, sin aumentar
los impuestos. [Vea el vídeo de E-Cristians sobre "eutanasia como ahorro"]
11. Es para eliminar pobres: los ricos no utilizan la eutanasia.
O bien la emplean en mucha menor medida que los demás. ¿Qué porcentaje de gente de
altos ingresos la utiliza en los países donde ya es legal? Casi nadie. No sólo eso. Como
pueden pagárselo, los ricos acuden a hospitales privados que les garantizan buenos
cuidados paliativos y que en ningún caso les aplicarán la eutanasia. La eutanasia acaba
siendo una medida que afecta sobre todo a gente con pocos recursos económicos.
12. La eutanasia pervierte la piedad.
La verdadera compasión es la solidaridad con el dolor de los demás, y no la eliminación de
la persona que sufre.
13. Contra el dolor, cuidados paliativos y acompañamiento
Los cuidados paliativos y el acompañamiento son la respuesta al sufrimiento, como
lo es la construcción de una sociedad más fraterna a medio plazo. Las atenciones
paliativas no alargan artíficialmente la vida. A veces, como efecto colateral, pueden
acortarla algo. Los cuidados paliativos buscan proporcionar calidad de vida.
14. El gran objetivo humano: cuidados paliativos para el 100% de la población
Vivir y morir bien. Sin sufrimiento, en compañía.
15. Con la eutanasia, el Estado no invertirá en cuidados paliativos
La eutanasia margina los cuidados paliativos de las políticas públicas. Con ella hay
más gente que sufre y su único camino es usarla. Ese es su éxito. Bélgica y Holanda,
pioneros en legalizar la eutanasia desde hace muchos años, poseen unos servicios
paliativos que son peores que los de muchas comunidades autónomas españolas.
16. ¡No te creas las promesas de los políticos!
Dijeron que bajarían los impuestos, y los subieron, que aumentarían las pensiones con la
inflación y va a ser que no, etc... Si se aprueba la eutanasia, los cuidados paliativos de
calidad acabarán siendo sólo para los ricos.
17. La eutanasia legal, puesto que vivimos en una economía de mercado, enseguida
se convierte en un negocio
Una vez se legaliza, aparece un complejo entramado de médicos, personal de enfermería
y abogados que se dedican a ella: es su principal negocio. El afán de lucro de esas
personas presionará inevitablemente para condicionar la tutela de los derechos de los
pacientes.
18. La eutanasia legal presiona: menos "deber de cuidar", más "deber de morirse"
Por un lado, el deber del que quiere morir para con sus personas queridas y la sociedad
queda absuelto. Por otro, el deber de cuidado queda reducido por la posibilidad de dar una
solución que se presenta como viable y legal.
19. La eutanasia o suicidio asistido deteriora la confianza médico-paciente
Hay personas que han cambiado de país de residencia por no fiarse de las prácticas de
ciertos médicos en países eutanasiadores. La eutanasia (matar al enfermo) es
contraria al juramento hipocrático que desde hace cerca de 2.000 años caracteriza la
profesión y la ética médica. Sería una ruptura deontológica brutal que tendrá
consecuencias sobre la profesión médica... y sobre todos nosotros, sus pacientes.
20. No sería solo eutanasia para "terminales", ni "voluntarios"
Con eutanasia legal, los enfermos psiquiátricos, los dementes, los ancianos y los recién
nacidos discapacitados se convierten en grupos especialmente vulnerables, como ha
ocurrido en estados totalitarios en algunas épocas de la historia.
BIBLIOGRAFIA
https://www.austral.edu.ar/capellania/mas-info/textos-espirituales/razones-del-no-a-la-eutanasia/
https://conexioncapital.co/los-argumentos-los-estan-la-eutanasia/
https://www.actuall.com/vida/5-argumentos-expertos-la-eutanasia/
https://www.religionenlibertad.com/vida_familia/405662103/20-argumentos-contra-legalizar-la-
eutanasia-Acuantos-de-estos-habias-pensado-por-tu-cuenta.html