Moral Sexual

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Moral sexual, familia y educación

en la cultura prehispánica
Yolanda Corona Caraveo

Existe una gran diversidad y riqueza en las concepciones nahuas sobre la


sexualidad. A diferencia de las nociones cristianas en las que el mundo
divino tiene una cualidad de pureza completamente carente de erotismo
y sexualidad, la cultura prehispánica concebía a los dioses como plena mente sexuados,
vinculando incluso el origen de los hombres y de muchos
aspectos naturales, a los excesos cometidos por ellos en éste ámbito.
Por otro lado, en su panteón existían dioses especiales vinculados al
placer sensual, a la voluptuosidad y a actividades como el amor, la fertilidad
y la procreación. De acuerdo a Quezada, Tlazoltéotl —conocida
también como Taelcuani o Ixcuiname— era “reconocida abiertamente
como diosa del placer sensual y de la voluptuosidad, es identificada, asimismo,
a la más antigua deidad de la tierra, a la diosa lunar y a la gran
parturienta
Otros dioses asociados a estas actividades eran
Xochiquétzal y Xochipilli, cuyas significaciones eran múltiples y complejas,
teniendo relación este último con el placer, la sensualidad, las
relaciones sexuales ilícitas y el pecado
También dentro del ámbito de culto a lo divino se puede encontrar la
sexualidad ritual que realizaban los guerreros solteros,4 así como la representación
de actividades sexuales e imágenes fálicas durante la ceremonia
en honor a Tlazoltéotl (Códice Borbónicus, pl. 30), que parece estar
relacionada con la fecundidad. Otro aspecto interesante es que el vínculo
del placer con lo divino permitía considerarlo como un regalo de los
dioses “que alegraba la existencia humana y se oponía a las miserias
terrenales”.
Es interesante notar sin embargo, que cuando se requería una comunicación
con los dioses se creía que era necesaria la contención y la abstinencia
sexual. creencia de que la sexualidad enturbiaba la relación con lo sagrado y
podía ser la causante de que los rituales no tuvieran la efectividad deseada. la creencia de
que los niños no tenían deseos sexuales y
por lo tanto podían ser intermediarios entre los dioses y los adultos.
se promovía la castidad antes del matrimonio y especialmente
la virginidad en las mujeres, el uso de la sexualidad dentro de las uniones
estables; la idealización de la pareja y el castigo severo al adulterio.6
Seguramente esto último tenía que ver, por un lado, con la necesidad de
la estabilidad social, y por el otro con el asegurar la paternidad y por tanto
la transmisión patrilineal
En un contraste interesante con lo anterior, la sexualidad también
estaba asociada a las enfermedades y la muerte. Era considerada como la
causante de enfermedades y muerte para los individuos cuando el tonalli
abandonaba el cuerpo durante el acto sexual y éste se interrumpía
Es importante hacer notar lo que López Austin plantea como un
enaltecimiento del valor de lo masculino, que en el ámbito sexual se
manifestaba en el hecho de que los hombres casados no se consideraban
adúlteros si tenían relaciones con mujeres solteras, así como por la
posibilidad de que los hombres nobles y los que hubieran destacado en
las guerras fueran polígamos.
Sin embargo, dentro del sistema ideológico de esta cultura hay un reconocimiento
de la diferencia —que no llaman precisamente inferioridad—
entre la sexualidad masculina y femenina. Se plantea que las
mujeres requieren de placer y que los hombres que no hayan respetado
la continencia dentro de su juventud no serán capaces de satisfacerlas.
era lícito que las
mujeres buscaran en otros hombres satisfacción a su deseo, cuando el
suyo era impotente.
las nociones sobre la sexualidad en la sociedad
mexica distan mucho de ser simples o unitarias. De acuerdo a las diversas
significaciones revisadas anteriormente, era imposible justificar que la
sexualidad fuera algo absolutamente negativo, pecaminoso o destructivo,
sobre todo porque era creación de los mismos dioses. Coexistía entonces
la visión de la misma como algo preciado y también como algo peligroso
Los sistemas de control y disciplina
Educación en el templo-escuela: el Calmecac y el Telpochcalli
existía la firme convicción de que la juventud
era una etapa de la vida en la que eran naturales las desviaciones y excesos. El templo-
escuela era el lugar privilegiado para la educación y el
fortalecimiento de niños, niñas y jóvenes: el Calmecac para la nobleza y
el Telpochcalli para la gente común
se puede advertir la preocupación de los padres y maestros
para que los jóvenes no dieran rienda suelta a sus impulsos; una de las
maneras para prevenir esto era mediante el matrimonio, que implicaba a
su vez la salida del templo-escuela.
Excepciones a la normatividad
Aunque pudiera pensarse que las normas que regían la vida sexual se
aplicaban de igual manera a todos los individuos, esto no era así.
Aparentemente se exigía de todos los jóvenes una continencia sexual,
pero era permitido el contacto con prostitutas a aquellos que habían
obtenido ciertos éxitos en los campos de batalla.
La distensión de la disciplina o laxitud de las reglas tanto en asuntos
sexuales como en la conducta social para los jóvenes plebeyos tenía que
ver, según López Austin, con la necesidad de asegurar la superioridad de
la clase gobernante
Control ideológico y coerción mediante el castigo
Además del exhorto, la sociedad mexica utilizaba métodos de disciplina
sumamente severos tanto en la familia como en la escuela.
La vida dentro del templo-escuela no se quedaba atrás en los castigos,
sobre todo porque eran los lugares privilegiados para la formación de
jóvenes guerreros. De acuerdo a los textos, los lugares de enseñanza se
veían como espacios represivos muy severos. La imagen del maestro es
del que castiga para corregir.
Muchos de los textos referentes a la educación mexica terminan con
la frase: “para que así se impusiera el temor”, o bien “para que el tlatoani
impusiese temor”; se indica también que se “juntaba la gente”. Lo anterior
sugiere que se realizaban frecuentemente actos públicos de castigo que podían implicar la
muerte o un escarnio ejemplar del individuo transgresor, como medida de control social.
Se puede advertir entonces, que dentro de la sociedad mexica se
encuentran diversos sistemas de control que aseguraban el cumplimiento
de las normas. Existe, por un lado, una actividad constante de socialización
y transmisión ideológica a niños y jóvenes, en la que se les introduce a los
sistemas de creencias de su grupo social, primero en la familia y, posteriormente
en el templo-escuela. Esta transmisión ideológica se ve
acompañada de sistemas de disciplina y castigo que se ejercían tanto en el
ámbito familiar, como escolar y social.
La ascética o dominio individual
Las consideraciones anteriores me llevan a formular la siguiente pregunta Era entonces
imposible que existiera un espacio de libertad
y de juego individual?
Para López Austin no parece ser así. De acuerdo con su planteamiento
existían diversos caminos para escapar del cerco de control social. Por un
lado existía la creencia en la posibilidad de ayuda de los dioses mismos causantes y
originadores de los deseos— para evitar el castigo a las transgresiones, e incluso para evitar
que esas fueran descubiertas. También
plantea que existían procedimientos individuales para escapar de los
posibles castigos sobrenaturales o sociales
existía un espacio en el que los sujetos podían utilizar su astucia para
enfrentar tanto a los miembros de su grupo, a las autoridades, como
también a los dioses. Otro aspecto que podría apuntar a la contienda individual dentro del
ámbito de la moral sexual, es la noción de equilibrio que era tan preponderante
en la sociedad prehispánica. En términos de la sexualidad se
hacía énfasis en el ideal de moderación por parte de los sujetos, lo que
podría hacernos suponer que era precisamente tarea de los mismos el
colocarse en ese lugar de equilibrio
os textos revisados parecerían sugerir que la apuesta del sistema ideológico
característico de la cultura mexica fue precisamente —y a pesar de
la cita con la que se inicia el ensayo— el que los padres y los maestros —inmersos
también en esa ideología— “se metieran en su interior, y colocaran
allí sus corazones”. existe una tensión interesante entre una
moral sexual que no sólo intenta prescribir los comportamientos, sino la
misma interioridad de los sujetos y una certeza de que sólo el propio
sujeto es el que logrará manejar sus pasiones

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