La sexualidad era una parte importante de la cultura prehispánica mexica. Varios dioses se asociaban con la sexualidad y el placer, y la sexualidad se veía como un regalo de los dioses. Aunque la sexualidad se consideraba sagrada, también se creía que podía perturbar la comunicación con los dioses. La sociedad promovía la castidad antes del matrimonio y valoraba la virginidad femenina y la monogamia. Los niños recibían educación moral en escuelas-templos, y se aplicaban castigos severos para hacer cu
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La sexualidad era una parte importante de la cultura prehispánica mexica. Varios dioses se asociaban con la sexualidad y el placer, y la sexualidad se veía como un regalo de los dioses. Aunque la sexualidad se consideraba sagrada, también se creía que podía perturbar la comunicación con los dioses. La sociedad promovía la castidad antes del matrimonio y valoraba la virginidad femenina y la monogamia. Los niños recibían educación moral en escuelas-templos, y se aplicaban castigos severos para hacer cu
La sexualidad era una parte importante de la cultura prehispánica mexica. Varios dioses se asociaban con la sexualidad y el placer, y la sexualidad se veía como un regalo de los dioses. Aunque la sexualidad se consideraba sagrada, también se creía que podía perturbar la comunicación con los dioses. La sociedad promovía la castidad antes del matrimonio y valoraba la virginidad femenina y la monogamia. Los niños recibían educación moral en escuelas-templos, y se aplicaban castigos severos para hacer cu
La sexualidad era una parte importante de la cultura prehispánica mexica. Varios dioses se asociaban con la sexualidad y el placer, y la sexualidad se veía como un regalo de los dioses. Aunque la sexualidad se consideraba sagrada, también se creía que podía perturbar la comunicación con los dioses. La sociedad promovía la castidad antes del matrimonio y valoraba la virginidad femenina y la monogamia. Los niños recibían educación moral en escuelas-templos, y se aplicaban castigos severos para hacer cu
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Moral sexual, familia y educación
en la cultura prehispánica Yolanda Corona Caraveo
Existe una gran diversidad y riqueza en las concepciones nahuas sobre la
sexualidad. A diferencia de las nociones cristianas en las que el mundo divino tiene una cualidad de pureza completamente carente de erotismo y sexualidad, la cultura prehispánica concebía a los dioses como plena mente sexuados, vinculando incluso el origen de los hombres y de muchos aspectos naturales, a los excesos cometidos por ellos en éste ámbito. Por otro lado, en su panteón existían dioses especiales vinculados al placer sensual, a la voluptuosidad y a actividades como el amor, la fertilidad y la procreación. De acuerdo a Quezada, Tlazoltéotl —conocida también como Taelcuani o Ixcuiname— era “reconocida abiertamente como diosa del placer sensual y de la voluptuosidad, es identificada, asimismo, a la más antigua deidad de la tierra, a la diosa lunar y a la gran parturienta Otros dioses asociados a estas actividades eran Xochiquétzal y Xochipilli, cuyas significaciones eran múltiples y complejas, teniendo relación este último con el placer, la sensualidad, las relaciones sexuales ilícitas y el pecado También dentro del ámbito de culto a lo divino se puede encontrar la sexualidad ritual que realizaban los guerreros solteros,4 así como la representación de actividades sexuales e imágenes fálicas durante la ceremonia en honor a Tlazoltéotl (Códice Borbónicus, pl. 30), que parece estar relacionada con la fecundidad. Otro aspecto interesante es que el vínculo del placer con lo divino permitía considerarlo como un regalo de los dioses “que alegraba la existencia humana y se oponía a las miserias terrenales”. Es interesante notar sin embargo, que cuando se requería una comunicación con los dioses se creía que era necesaria la contención y la abstinencia sexual. creencia de que la sexualidad enturbiaba la relación con lo sagrado y podía ser la causante de que los rituales no tuvieran la efectividad deseada. la creencia de que los niños no tenían deseos sexuales y por lo tanto podían ser intermediarios entre los dioses y los adultos. se promovía la castidad antes del matrimonio y especialmente la virginidad en las mujeres, el uso de la sexualidad dentro de las uniones estables; la idealización de la pareja y el castigo severo al adulterio.6 Seguramente esto último tenía que ver, por un lado, con la necesidad de la estabilidad social, y por el otro con el asegurar la paternidad y por tanto la transmisión patrilineal En un contraste interesante con lo anterior, la sexualidad también estaba asociada a las enfermedades y la muerte. Era considerada como la causante de enfermedades y muerte para los individuos cuando el tonalli abandonaba el cuerpo durante el acto sexual y éste se interrumpía Es importante hacer notar lo que López Austin plantea como un enaltecimiento del valor de lo masculino, que en el ámbito sexual se manifestaba en el hecho de que los hombres casados no se consideraban adúlteros si tenían relaciones con mujeres solteras, así como por la posibilidad de que los hombres nobles y los que hubieran destacado en las guerras fueran polígamos. Sin embargo, dentro del sistema ideológico de esta cultura hay un reconocimiento de la diferencia —que no llaman precisamente inferioridad— entre la sexualidad masculina y femenina. Se plantea que las mujeres requieren de placer y que los hombres que no hayan respetado la continencia dentro de su juventud no serán capaces de satisfacerlas. era lícito que las mujeres buscaran en otros hombres satisfacción a su deseo, cuando el suyo era impotente. las nociones sobre la sexualidad en la sociedad mexica distan mucho de ser simples o unitarias. De acuerdo a las diversas significaciones revisadas anteriormente, era imposible justificar que la sexualidad fuera algo absolutamente negativo, pecaminoso o destructivo, sobre todo porque era creación de los mismos dioses. Coexistía entonces la visión de la misma como algo preciado y también como algo peligroso Los sistemas de control y disciplina Educación en el templo-escuela: el Calmecac y el Telpochcalli existía la firme convicción de que la juventud era una etapa de la vida en la que eran naturales las desviaciones y excesos. El templo- escuela era el lugar privilegiado para la educación y el fortalecimiento de niños, niñas y jóvenes: el Calmecac para la nobleza y el Telpochcalli para la gente común se puede advertir la preocupación de los padres y maestros para que los jóvenes no dieran rienda suelta a sus impulsos; una de las maneras para prevenir esto era mediante el matrimonio, que implicaba a su vez la salida del templo-escuela. Excepciones a la normatividad Aunque pudiera pensarse que las normas que regían la vida sexual se aplicaban de igual manera a todos los individuos, esto no era así. Aparentemente se exigía de todos los jóvenes una continencia sexual, pero era permitido el contacto con prostitutas a aquellos que habían obtenido ciertos éxitos en los campos de batalla. La distensión de la disciplina o laxitud de las reglas tanto en asuntos sexuales como en la conducta social para los jóvenes plebeyos tenía que ver, según López Austin, con la necesidad de asegurar la superioridad de la clase gobernante Control ideológico y coerción mediante el castigo Además del exhorto, la sociedad mexica utilizaba métodos de disciplina sumamente severos tanto en la familia como en la escuela. La vida dentro del templo-escuela no se quedaba atrás en los castigos, sobre todo porque eran los lugares privilegiados para la formación de jóvenes guerreros. De acuerdo a los textos, los lugares de enseñanza se veían como espacios represivos muy severos. La imagen del maestro es del que castiga para corregir. Muchos de los textos referentes a la educación mexica terminan con la frase: “para que así se impusiera el temor”, o bien “para que el tlatoani impusiese temor”; se indica también que se “juntaba la gente”. Lo anterior sugiere que se realizaban frecuentemente actos públicos de castigo que podían implicar la muerte o un escarnio ejemplar del individuo transgresor, como medida de control social. Se puede advertir entonces, que dentro de la sociedad mexica se encuentran diversos sistemas de control que aseguraban el cumplimiento de las normas. Existe, por un lado, una actividad constante de socialización y transmisión ideológica a niños y jóvenes, en la que se les introduce a los sistemas de creencias de su grupo social, primero en la familia y, posteriormente en el templo-escuela. Esta transmisión ideológica se ve acompañada de sistemas de disciplina y castigo que se ejercían tanto en el ámbito familiar, como escolar y social. La ascética o dominio individual Las consideraciones anteriores me llevan a formular la siguiente pregunta Era entonces imposible que existiera un espacio de libertad y de juego individual? Para López Austin no parece ser así. De acuerdo con su planteamiento existían diversos caminos para escapar del cerco de control social. Por un lado existía la creencia en la posibilidad de ayuda de los dioses mismos causantes y originadores de los deseos— para evitar el castigo a las transgresiones, e incluso para evitar que esas fueran descubiertas. También plantea que existían procedimientos individuales para escapar de los posibles castigos sobrenaturales o sociales existía un espacio en el que los sujetos podían utilizar su astucia para enfrentar tanto a los miembros de su grupo, a las autoridades, como también a los dioses. Otro aspecto que podría apuntar a la contienda individual dentro del ámbito de la moral sexual, es la noción de equilibrio que era tan preponderante en la sociedad prehispánica. En términos de la sexualidad se hacía énfasis en el ideal de moderación por parte de los sujetos, lo que podría hacernos suponer que era precisamente tarea de los mismos el colocarse en ese lugar de equilibrio os textos revisados parecerían sugerir que la apuesta del sistema ideológico característico de la cultura mexica fue precisamente —y a pesar de la cita con la que se inicia el ensayo— el que los padres y los maestros —inmersos también en esa ideología— “se metieran en su interior, y colocaran allí sus corazones”. existe una tensión interesante entre una moral sexual que no sólo intenta prescribir los comportamientos, sino la misma interioridad de los sujetos y una certeza de que sólo el propio sujeto es el que logrará manejar sus pasiones