Ética em Thomas Hobbes
Ética em Thomas Hobbes
Ética em Thomas Hobbes
SUMARIO
(1) «For it seems to me that our interest in Hobbes is not primary what he said
but in what we can accept and use what he said» (GAUTHIER: The Logic of Levia-
than, pág. v).
143
Revista de Estudios Políticos (Nueva Época)
Núm. 50. Marzo-Abril 1986
ESPERANZA GUISAN
tencia lógica de un entramado que ofrece una apoyatura adecuada para su-
perar el impasse de la filosofía moral y política contemporánea.
En este sentido creo que Hobbes proporciona un material muy idóneo
para la defensa de dos propuestas éticas, o tal vez meta-éticas, que no consi-
dero nada desdeñables:
1. Es necesario evitar a un tiempo el dogmatismo secular que hemos
padecido, y el nihilismo, escepticismo o relativismo metodológico contempo-
ráneo en lo que a los valores morales se refiere.
2. Es posible, y deseable, alcanzar unas cotas mínimas de racionalidad
en los planteamientos ético-políticos.
En cierto sentido habría que considerar a Hobbes como santo patrón de
un empirismo ético no falaz, como espero demostrar, y a su Leviathan como
su texto sagrado. Podríamos denominarle también padre fundador del «na-
turalismo» ético si del término «naturalismo» no se hubiese abusado hasta
el punto de hacerlo tan abarcador como para significar cualquier cosa, y si
no se le hubiese cargado desde 1903, con los Principia Ethica de Moore, de
un sentido exclusivamente peyorativo.
Ocurre así que por «naturalismo» se entiende a veces cualquier intento
de pasar de enunciados fácticos a enunciados valorativos, o de confundir o
igualar lo descriptivo con lo prescriptivo. Otras veces, y Moore posiblemente
fuese uno de los pioneros en ello, se llega mucho más lejos y, como Frankena
sugiere con ironía, se trata más que de una «Naturalistic Fallacy» de una
«Definist Fallacy» (2), prohibiéndose todo intento de definición, o incluso
añadiría yo, de caracterización. Cada cosa es lo que es y ninguna otra cosa,
como reza el famoso dicho de Butler que sirve de lema a Principia Ethica.
Una versión más refinada del «naturalismo» es la que lo hace consistir
no en la falacia de definir o caracterizar una cosa, o decir que una cosa es
algo, sino la de identificar totalmente, extensional e intencionalmente, esa cosa
con ese otro algo. Así, Broad considera que por «naturalismo ético» deben
entenderse «aquellas doctrinas que mantienen que las características éticas
pueden ser analizadas totalmente (without remainder) en términos de pro-
piedades no éticas» (3).
Por otra parte, el confusionismo y la ambigüedad son extremos cuando,
tanto en la versión originaria de Moore como en la de Broad, los términos
supuestamente «naturales» con los que parecemos confundir los términos
144
ETICA Y POLÍTICA EN HOBBES
145
10
ESPERANZA GUISAN
146
ETICA Y POLÍTICA EN HOBBES
1. ¿Emotivismo en Hobbes?
147
ESPERANZA GUISAN
148
ETICA Y POLÍTICA EN H OBBES
149
ESPERANZA GUISAN
150
ETICA Y POLÍTICA EN HOBBES
Por supuesto que existe una ambigüedad en la obra de Hobbes que puede
hacer plausibles tales acusaciones y críticas.
Son numerosas las afirmaciones suyas que efectivamente parecen confir-
mar el positivismo legal. Así, por ejemplo, cuando define la ley civil en los
siguientes términos:
De forma que
«... esas leyes son las reglas de lo justo y lo injusto (just and unjust),
no siendo nada considerado injusto que no sea contrario a alguna
ley» (23).
2. Justicia y equidad
Sin embargo, hay que hacer una distinción importante: justo e injusto
son, efectivamente, sinónimos de lo que es mandado, ordenado, etc., de lo
que es, en suma, legal, pero existe algo por encima de la propia justicia, que
es la equidad.
En el capítulo 18 de la II parte de Leviathan afirma Hobbes que el so-
berano puede cometer iniquidad, pero no injusticia o injuria (24). Lo cual
puede reconvertirse en: «El soberano puede no cometer injusticia o injuria,
pero comete iniquidad.» Es cierto que la reconversión ha trasladado el acento
de un lugar a otro, pero los hechos establecidos son, en puridad, los mismos:
«iniquidad» e «injusticia» no son sinónimos. Existe algún tipo de instancia
por encima de lo meramente legal.
En el capítulo 22, también de la II parte del Leviathan, se dice expresa-
mente que «el poder del representante no tiene más límites sino aquellos
151
ESPERANZA GUISAN
152
ETICA Y POLÍTICA EN H OBBES
Lo cual prueba, una vez más, que «bueno» no es equivalente para Hob-
bes a «lo que es mandado», «lo que es ordenado». O, lo que es igual, que
lo valorativo no se disuelve en lo meramente fáctico y, por tanto, no hay
lugar al «naturalismo» de una u otra especie.
Como afirma con más claridad en otro lugar, con relación a la labor de
los jueces, tanto el juez subordinado como el soberano no están libres de
obrar en contra de la equidad, de tal suerte que un juez no debe sentirse
obligado por una sentencia anterior que haya promulgado; «si después, en
un caso semejante, encuentra que está más en consonancia con la equidad
promulgar una sentencia contraria, está obligado a hacerlo. Ningún error de
un hombre puede convertirse en su propia ley... Los príncipes se suceden,
un juez pasa y otro viene: sí, el cielo y la tierra pasarán, pero ningún título
de la ley de la naturaleza pasará, porque es la ley eterna de Dios» (31).
153
ESPERANZA GUISAN
la misma parte, en ausencia de un poder que les infunda respeto los hombres
se encuentran en una condición de guerra «y tal guerra de todos contra
todos» (34).
En ese ficticio estado del hombre, previo a la formación del Estado o
Commonwealth, «no hay lugar para la industria, porque el fruto es incierto:
y, en consecuencia, no se cultiva la tierra: ni navegación... ni artes, ni letras,
ni sociedad y, lo que es peor de todo, continuo temor y peligro de muerte
violenta, y la vida del hombre solitaria, pobre, sórdida, embrutecedora y
corta» (35).
En una condición tal, «todo el mundo tiene derecho a todo: incluso al
cuerpo de los demás. Y, por consiguiente, mientras se mantenga este dere-
cho natural de todo el mundo a todo, no puede haber seguridad para hom-
bre alguno, por fuerte o sabio que sea, de vivir el tiempo que la naturaleza
permite normalmente vivir a los hombres» (36).
Dada esta situación humana, surge la necesidad de unas «leyes de la
naturaleza», primer fundamento de la moralidad hobbesiana, que son pre-
ceptos que descubrimos mediante la razón, por los que se prohibe al hombre
hacer lo que es destructivo para su vida (37).
Y, puesto que los «derechos de la naturaleza» nos llevarían a la mutua
aniquilación, se perfila como ley fundamental de la naturaleza buscar esa
paz, condición sine qua non del desarrollo de nuestras potencialidades y
poderes. Hay que «hacer la paz y no la guerra», en la medida en que poda-
mos esperar conseguirla, y en caso contrario tratar de defendernos lo mejor
que podamos (38).
Como corolario, se hace preciso una segunda ley, que muestra nuestra
disposición hacia la paz, consistente en que estamos dispuestos, a condición
de que también lo estén los demás, a renunciar a nuestro «derecho natural»
a todas las cosas, de tal suerte que cada uno «se conforme con tanta libertad
con relación a los demás como él permita a los demás con relación a su per-
sona» (39). Se trata, según palabras de Hobbes, de la máxima del Evange-
lio: «Haz a los demás lo que querrías que los demás hicieran para contigo»,
de acuerdo también con aquella máxima de todos los hombres: «quo tibi fieri
nin vis, alteri ne feceris» (40).
154
ETICA Y POLÍTICA EN H OBBES
Todo ello, siempre, bajo la condición de que exista pacto, acuerdo, con-
trato, Covenant, suscrito por todos los hombres, ya que, en caso contrario,
los que siguiesen las «leyes naturales en un mundo donde nadie más las
respetase se convertirían en presa fácil para todos los demás» (41).
Si bien «no hay nada a lo que todo hombre no tenga derecho por natu-
raleza» (42) y no hay nada de que culpar a la naturaleza del hombre, ya
que los «deseos y otras pasiones del hombre no son en sí mismas peca-
do» (43), sin embargo, se impone, en virtud del ejercicio de las potencialida-
des de cada hombre, una serie de restricciones, que serán obligatorias una
vez que se haya establecido un pacto suscrito por todos los hombres; pacto
que necesitará, de acuerdo con los presupuestos hobbesianos, del respaldo
de un gobierno establecido al efecto de defender a los hombres que se han
adherido a él en contra de los posibles desertores que pudieran aprovechar-
se de él, en perjuicio de los demás.
Como se puede apreciar, las «leyes de la naturaleza» encierran un prin-
cipio de equidad o imparcialidad: todos han de ser defendidos de todos.
No es legítimo fundamentar unos principios morales que sirvan de excusa
para que unos cuantos medren a expensas de los demás.
Hobbes ya había reconocido una igualdad natural en los seres humanos,
siendo las diferencias entre unos y otros tan insignificantes que «ningún
hombre puede, por tanto, reclamar para sí beneficio alguno que no pueda
ser pretendido igualmente por otro hombre» (44).
O como indica un poco más adelante: «La cuestión de cuál es el mejor
hombre no tiene lugar en las condiciones de mera naturaleza, donde... todos
los hombres son iguales» (45). Hay aquí casi un anticipo del Rousseau del
Discourse sur l'origine et les fondements de l'inégalité parmi les homes (1755),
cuando se añade: «La desigualdad que ahora existe ha sido introducida por
las leyes civiles» (46).
Las «leyes de la naturaleza» no son sino la manera de mejor reforzar la
igualdad original. Entre ellas, la novena, por ejemplo, propone explícita-
mente: «Que todo hombre reconozca a los demás sus iguales por natura-
leza» (47).
La imparcialidad es el resumen del contenido de las diecinueve «leyes de
155
ESPERANZA GUISAN
156
ETICA Y POLÍTICA EN HOBBES
cumplan; sin embargo, in foro externo no siempre» (54). Para que las «leyes
de la naturaleza» nos obliguen in foro externo se precisa la garantía de que
habrá fair play, de que no seremos burlados por los demás. El sentido y la
justificación del poder constituido no es otro que el hacer de juez, arbitro y
moderador a fin de que el juego sea realmente limpio (55).
De aquí que moral y política se coimplican e inciden la una sobre la otra.
Pero más que de un reduccionismo de lo moral a lo legal o político, parece
que en algún sentido se trata, acertadamente a mi modo de ver, de una
subsunción de lo legal y lo político en lo moral. Hobbes, a pesar de todo,
parece triunfar sobre el «naturalismo». La especificidad de la moral ha que-
dado a salvo.
Nos hemos embarcado en un «es» fundamentante de «deberes» y lo
hemos encontrado empíricamente, derivado de un tipo peculiar de necesida-
des y de unos hechos también peculiares.
A pesar de las ambigüedades de Hobbes parece, pues, posible una in-
terpretación que salvaguarde la aportación positiva del empirismo: su con-
traposición a valores a priori o «supra-humanos», y lo parapete asimismo
contra las amenazas del reduccionismo de lo moral a lo puramente táctico.
Deseos de los hombres ordenados por la imparcialidad parece ser la clave
de la pauta a seguir. Las pasiones y la razón del hombre se alian en Hobbes
para librarle de una existencia meramente animal y elevarle a la categoría de
ser moral (56).
Una de las peculiaridades del empirismo ético que propongo, y del cual,
al menos en la Edad Moderna, podemos considerar a Hobbes como padre
fundador, es su capacidad para formular normas, por supuesto muy genera-
les, pero que de alguna manera sirvan de orientación a nuestra praxis coti-
diana, individual o colectiva.
vertidos y difíciles de la exégesis de su pensamiento (op. cit., pág. 219, nota a pie de
página).
(54) Lev., I parte, cap. 15: E. W. III, pág. 145.
(55) «We cannot altogether avoid considering the political element, since for
Hobbes moral right and wrong can exist in the fullest sense, at least, only in a poli-
tical society» (KEMP: Ethical Naturalism, pág. 186).
(56) «And thus much for the ill condition, which man by mere nature is actually
placed in: though with a possibility to come out of it, consisting partly in the passions,
partly in his reason» (Lev., I parte, cap. 13: E. W. III, pág. 116).
157
ESPERANZA GUISAN
158
ETICA Y POLÍTICA EN H OBBES
159
ESPERANZA GUISAN
160
ETICA Y POLÍTICA EN HOBBES
161
ESPERANZA GUISAN
162
ETICA Y POLÍTICA EN HOBBES
163
ESPERANZA GUISAN
164
ETICA Y POLÍTICA EN H OBBES
Quizá se podría sugerir, grosso modo, al igual que hace Baier en The
Moral Point of View, que la justificación moral y el deber moral incluyen
no los intereses de cualquier individuo (en sentido particular), sino de todos
y cualquiera de los individuos (en sentido universal) (véase nota 65).
Por supuesto que es en un sentido más difícil justificar por qué hemos
de hacer lo que beneficia a todos y no lo que nos beneficia exclusivamente.
Mosterin postula, por ejemplo, como una condición de la racionalidad de
un plan de vida que sea interesado, es decir, no altruista, sino dirigido a la
persecución de nuestros propios intereses (79).
Si ello es así, hay una especie de salto en Mosterin brusco e injustifica-
do cuando afirma, con razón a mi modo de ver, que «la finalidad de la
acción política (colectiva) no es el engorde y la gloria de algún animal meta-
físico como la patria, ni la realización sobre la tierra de los ideales o profe-
cías de alguna doctrina, ni el cumplimiento de abstractos principios mora-
les o jurídicos. La finalidad de la acción política racional es conseguir el
máximo de bienestar para todos los afectados» (80).
Se trata presuntamente de dos planos distintos: la racionalidad de la ac-
ción individual y la racionalidad de la acción política. Pero la pregunta que
nos preocupa es, sin embargo: ¿es racional que un individuo, en cuanto in-
dividuo, subordine sus planes de vida a planes dictados por una acción polí-
tica racional?
La respuesta hobbesiana sería que sí lo es, porque la vida política y mo-
ral, la moral establecida y protegida, es la que hace posible mi propia existen-
cia, la que garantiza mi vida y mi seguridad, sin las cuales no es posible la
consecución de un plan de vida interesado y, por ende, racional.
Racionalidad, prudencia y moralidad de algún modo no son en Hobbes:
conceptos totalmente ajenos. Son todos ellos fruto de una situación determi-
nada, que Hobbes no puede menos que describir-valorar.
Numerosos críticos de Hobbes parecen de acuerdo en afirmar que fue
un acierto por parte de Hobbes haber vinculado la moral con los hechos,
humanos.
Como afirma Peters:
165
ESPERANZA GUISAN
166
ETICA Y POLÍTICA EN H OBBES
167
ESPERANZA GUISAN
168
ETICA Y POLÍTICA EN HOBBES
(87) RICHARD CUMBERLAND: A Treatise oj the Laws oj Nature, trad. por John
Maxwell, Londres, 1727, pág. 21.
(88) Véase The True Intelectual System oj Universe... With a Treatise concerning
Eternal and Inmutable Morality, ed. por J. L. Mosheim, 3 vols., Londres, impreso por
Thomas Tegg, 1845.
(89) MACINTYRE: Op. cit., pág. 138.
(90) Op. cit., pág. 136.
(91) GAUTHIER: Op. cit., pág. vi.
(92) WATKINS: Op. cit., pág. 217.
169
ESPERANZA GUISAN
170
ETICA Y POLÍTICA EN HOBBES
171
ESPERANZA GUISAN
(103) LOCKE: Second Treatise of Civil Government, par. 90-91, Works, vol. V,
págs. 390-391. Véase también op. cit., par. 13: «I desire to know what kind of govern-
ment that is, and how much better is than the state of nature, where one man, com-
manding a multitude, has the liberty to be judge in his own case, and may do to all his
subjects whatever he pleases, without the least liberty to any one to question or control
those who execute his pleasure?... Much better it is in the state of nature, wherein
men are not bound to submit to the unjust will of another» (en Works, vol. V, pá-
gina 345).
(104) Lev., II parte, cap. 17: E. W. III, pág. 155.
(105) R. PETERS: Op. cit., pág. 224.
(106) «This is to think that men are so foolish, that they take care to avoid what
mischiefs may be done them by pole-cats or foxes; but are contení, nay think it safety,
to be devoured by lions» (LOCKE: Op. cit., par. 93, pág. 392).
172
ETICA Y POLÍTICA EN HOBBES
173
ESPERANZA GUISAN
174
ETICA Y POLÍTICA EN HOBBES
tienen el ocio, ni los que han disfrutado del ocio han tenido hasta ahora la
curiosidad o el método, para alcanzarlas» (113).
Es sólo después de que los hombres llevan mucho tiempo construyendo
gobiernos imperfectos y susceptibles de dar lugar al desorden cuando pueden
ser descubiertos principios de razón (cursivas mías), mediante laboriosa me-
ditación, que hagan sus constituciones eternas (114).
A fin de elaborar su método científico-político, elaboró Hobbes un para-
lelo del método utilizado por Galileo, «resolutivo-compositivo», que constaba
de dos partes: la primera consistente en llegar a las proposiciones básicas
más simples, y la segunda consistente en construir las más complejas a partir
de las más simples.
De este modo, el paso previo consistía en observar los elementos últimos
y las causas constitutivas: «Porque al igual que en un reloj, o algún meca-
nismo de pequeño tamaño, la materia, figura y movimiento de las ruedas
no puede conocerse bien excepto cuando se separan y se observan por partes:
así, para lograr una mejor investigación de los derechos de los estados y los
deberes de los subditos es necesario... que se consideren como si se hubieran
disuelto» (115).
El segundo e importante paso era construir, a partir de las peculiarida-
des individuales, el gigantesco Leviathan, con lo que se cumplía la segunda
parte del método «resolutivo-compositivo».
Sin embargo, como Peters ha observado con atino, en realidad, cual-
quiera que fuese la creencia de Hobbes al efecto, él no estaba explicando las
causas de un estado ni se estaba ocupando de una tarea científico-explica-
tiva, sino más bien ético-normativa. Hobbes «evidentemente está proponién-
dose mostrar cómo un estado racional debería ser construido, no dando una
explicación causal de los estados existentes» (116).
Por supuesto que el optimista sueño de Hobbes era demasiado bueno
para ser verdad. «Fracasó en hacer lo que se proponía, que era fundar una
ciencia demostrable de obligaciones políticas. Pero en tal caso, quien quiera
que se proponga hacer esto está abocado al fracaso» (117). Quizá porque,
como indica Kemp, los métodos científicos pueden establecer hechos, «pero
se necesita algún otro procedimiento para establecer conclusiones morales y
políticas» (118).
175
ESPERANZA GUISAN
176
ETICA Y POLÍTICA EN HOBBES
BIBLIOGRAFÍA
BAIER, K.: The Moral Point of View, Cornell University Press, Ithaca y Londres, 1958.
BRAMHALL, J.: The Catching of Leviathan, en Works, tomo III, Dublín, 1676.
BROAD, C. D.: Vive Types of Ethical Theory, Routledge and Kegan Paul, Londres, 1967.
CUMBERLAND, R.: A Treatise of the Laws of Nature, trad. de John Maxwell, Lon-
dres, 1727.
GAUTHIER, D. P.: The Logic of Leviathan, Oxford University Press, Londres, 1969.
GINER, S.: Historia del pensamiento social, Ariel, Barcelona, 1975 (1* ed. 1967).
HARMAN, G.: The Nature of Morality, Oxford University Press, Nueva York, 1977.
HOBBES, Thomas: Human Nature, en English Works, ed. por Sir William Moles-
worth, 1839-35, vol. IV, Scientia, Aalen, 1966.
— Leviathan, en op. cit., vol. III.
— Rudiments, en op. cit., vol. II.
— The Life of Thomas Hobbes of Malmesbury Writte by himself in a Latín Poem,
and Now Translated into English, Londres, 1680.
KEMP, J.: Ethical Naturalism, en New Studies in Ethics, vol. I, ed. por W. D. Hud-
son, MacMillan, 1974.
KROPOTKIN, P.: Etika, obra incompleta publicada postumamente en Moscú, 1922. Ver-
sión cast.: Etica, Libros Dogal, Madrid, 1977.
LOCKE, J.: Second Treatise of Civil Government, en Works, vol. V, Scientia Verlag,
Aalen, 1963.
MACINTYRE, A.: A Short History of Ethics, Routledge and Kegan Paul, Londres y Hen-
ley, 1976 (1. a ed. 1966).
MACKIE, J. L.: Ethics, Inventing Right and Wrong, Penguin Books, Middlesex, 1977.
MACPHERSON, C. B.: Introducción al Leviathan, ed. por C. B. Macpherson en Pelican
Classics, Penguin Books, Middlesex, 1972 (1." ed. 1968).
— The Political Theory of Possessive Individualism, Oxford University Press, 1962.
Versión cast.: La teoría política del individualismo posesivo, Fontanella, Barcelo-
na, 1970.
MANRELL, W. H.: Man-Made Moráis: Four Philosophies that Shaped America, Dou-
bleday and Company Inc., Nueva York, 1966. Versión cast.: El orden creado por
el hombre, Biblioteca de Economía, Sociología y Ciencias Políticas, Buenos Aires
(Argentina), 1971.
MINTZ, S. I.: The Hunting of Leviathan, Cambridge University Press, 1970.
MOORE, G. E.: Principia Ethica, Cambridge University Press, 1971 (1. a ed. 1903).
MONRO, D. H.: Empiricism and Ethics, Cambridge University Press, 1967.
MOSTERIN, ].: Racionalidad y acción humana, Alianza Universidad, Madrid, 1978.
OAKESHOTT, M.: Hobbes on Civil Association, Basil Blackwell, Oxford, 1975 (1.a ed.
1937).
PENNINGTON, D. H.: Political Debate and Thomas Hobbes, en The Pelican Guide to
English Literature, vol. 3, Penguin Books, Middlesex, 1968.
PETERS, R.: Hobbes, Penguin Books, Middlesex, 1967 (1.a ed. 1956).
RUSSELL, B.: Political Ideáis, Alien and Unwin, Londres, 1963. Versión cast.: Ideales
políticos, Aguilar, Madrid, 1968.
•177
12
ESPERANZA GUISAN
178