Diagnóstico A Tiempo Del Glaucoma: Evaluación Del Nervio Óptico
Diagnóstico A Tiempo Del Glaucoma: Evaluación Del Nervio Óptico
Diagnóstico A Tiempo Del Glaucoma: Evaluación Del Nervio Óptico
I N F O R M A C I Ó N
I N F O R M A C I Ó N
I N F O R M A C I Ó N
I N F O R M A C I Ó N
DIAGNÓSTICO A TIEMPO
DEL GLAUCOMA:
EVALUACIÓN DEL NERVIO ÓPTICO
I. INTRODUCCIÓN
II. MORFOLOGÍA Y MORFOMETRÍA DEL NERVIO ÓPTICO NORMAL
Partes de la región intrapapilar
Tamaño papilar
Forma de la papila
ANR: tamaño y relaciones intrapapilares
III. SIGNOS SUGESTIVOS DE DAÑO GLAUCOMATOSO PRECOZ
Anillo neuro-retiniano y excavación
Defectos de capa de fibras nerviosas
Hemorragias papilares
La presente monografía ha pretendido revisar, de una manera breve, pero clara y sistemática, el
conocimiento más reciente sobre la morfología y morfometría papilar, así como la interpretación
de los cambios sobre la capa de fibras nerviosas, y el valor de ambos para el diagnóstico del glau-
coma a tiempo.
* En glaucoma se emplea habitualmente el término “progresión” como traducción literal del inglés, en el sentido de avance de una acción.
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Anillo neuro-retiniano
Excavación
EXCAVACIÓN
Constituye la porción papilar libre de fibras nerviosas, y se muestra como un área más pálida que
se sitúa por dentro del ANR. En su superficie pueden identificarse los poros de la lámina cribosa,
aunque la glía suprayacente puede ocultarlos.
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La región peripapilar2,3 muestra con frecuencia un grado de
atrofia variable, más evidente conforme avanza la edad. Los
cambios de pigmentación, inmediatamente adyacentes al
anillo escleral, son habituales en sujetos normales, recibien-
do el nombre de atrofia peripapilar tipo alfa (figura 2A).
La atrofia completa de retina y coroides, que hace visible la
membrana de Bruch, se observa por dentro de las zonas alfa,
y se ha denominado atrofia peripapilar tipo beta (figura 2B).
Esta forma de atrofia es infrecuente en individuos normales,
excepto en aquellos que presentan configuraciones papilares
miópicas, donde las zonas beta son habituales. En el glauco-
ma, las atrofias beta son más frecuentes que en la población
A
normal. La atrofia beta en papilas glaucomatosas ha sido
vinculada con mayor riesgo de progresión funcional.
TAMAÑO PAPILAR
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Así, dejan una extensa área central de lámina cribosa visible, y el
ANR aparece como un rodete delgado alrededor de ella. Las mi-
cropapilas muestran una excavación mínima o ausente, ya que las
fibras nerviosas, apretadas, llenan toda el área papilar.
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ANR: TAMAÑO Y RELACIONES INTRAPAPILARES
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III. SIGNOS SUGESTIVOS DE DAÑO
GLAUCOMATOSO PRECOZ
La neuropatía glaucomatosa comienza en realidad mucho antes de que observemos hallazgos defi-
nidos en la capa de fibras nerviosas o la papila. Probablemente, los signos más precoces detectables
con la metodología actual aparecen en la capa de fibras nerviosas de la retina. En este sentido, el
empleo de retinografías aneritras ha proporcionado una información inestimable para conocer
mejor los cambios glaucomatosos más tempranos. El valor que tecnologías como la tomografía
óptica de coherencia, la polarimetría láser, o la tomografía del nervio óptico
pueden aportar, para cuantificar el daño glaucomatoso estructural precoz, está
todavía por determinar. Por todo ello, es importante destacar que los hallazgos
que van a ser discutidos a continuación no suponen un diagnóstico precoz,
sino un diagnóstico a tiempo. La toma de decisiones en estas fases del proceso
permite asegurar un pronóstico favorable, en una enfermedad que es lenta y en
líneas generales, relativamente previsible.
Figura 5. La papila A, de un ojo izquierdo, muestra una reducción del ANR temporal inferior, más adelga-
zado que cualquiera de los otros sectores. La papila B, de un ojo derecho, miope de –2.50, exhibe una
reducción del ANR temporal superior. La papila C, de un ojo derecho, muestra una reducción temporal
superior e inferior. El anillo escleral de Elschnig es visible en los 360 grados de su perímetro, especialmen-
C
te en las papilas A y C. Las tres papilas son de tamaño normal. Las tres son sugestivas de glaucoma.
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Como siempre en oftalmología, la comparación con el otro ojo
y el contexto clínico y funcional pueden ser apoyos de gran uti-
lidad para confirmar la impresión diagnóstica.
REDUCCIÓN CONCÉNTRICA
En reducciones concéntricas del ANR, típicas del barotrau-
matismo (PIOs muy elevadas), todo el rodete se adelgaza, pro-
duciendo una similitud en el grosor de todos los sectores. En
casos de megalopapilas es a veces muy difícil distinguir entre
normalidad y anormalidad, ya que cuanto más infrecuente es
la morfología papilar, menos probable es que cumplan la regla
A
ISNT. La comparación con el ojo contralateral puede ser aquí
de gran ayuda (figura 6).
Figura 6. A. Papila de ojo derecho que muestra una reducción concéntrica del ANR.
Obsérvese que las relaciones normales, evidentes en el ojo izquierdo (imagen B),
han cambiado, y todos los sectores muestran aproximadamente el mismo grosor.
El campo visual estándar es normal en ambos ojos. Se trata de una paciente joven,
B
con glaucoma secundario a una fístula carótido-cavernosa derecha.
Figura 7.
Reducción concéntrica del ANR,
especialmente del nasal (imagen HRT, OD).
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EXCAVACIÓN
El valor de la excavación para el diagnóstico precoz del glauco-
ma es relativo. Como ya se ha comentado, la excavación depen-
de del tamaño papilar, lo cual invalida parcialmente su utilidad
como variable independiente, si no se corrige en función del
tamaño global del disco. La excavación normal media (en déci-
mos) calculada mediante biomicroscopía estereoscópica se halla
entre 0,4 y 0,5 (media del diámetro vertical y horizontal, res-
pectivamente). El rango de variación de la normalidad es muy
amplio, entre 0 y 0,84, lo que sólo permite hablar de muy ele-
vada probabilidad de glaucoma en sujetos con excavaciones de
A
0,9 o superiores. Sin embargo, es cierto que la probabilidad
de glaucoma aumenta conforme se eleva la excavación papilar,
lo que obliga a analizar cuidadosamente las papilas que mues-
tran excavaciones amplias.
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DEFECTOS DE CAPA DE FIBRAS NERVIOSAS
La CFNR, la segunda capa más interna de la retina, se hace visible como una imagen estriada,
ligeramente brillante, similar a la cola de un cometa, que parece irradiar desde la papila tanto en
sentido superior como inferior, hacia la retina temporal. En otras regiones retinianas, es más difícil
de apreciar.
Está integrada por los axones de las células ganglionares, astrocitos, los cuales envuelven de manera
incompleta dichos axones; capilares sanguíneos y procesos de células de Müller, que ayudan tanto
a envainar los haces de fibras como a establecer la limitante interna. Por tanto, un adelgazamiento
de la CFNR no equivale a admitir que sólo se han perdido fibras nerviosas, sino que probable-
mente expresa cambios más complejos, también de otros elementos que configuran su estructura.
Asimismo, la frecuente disociación entre la presencia de un defecto de CFNR y la ausencia de pér-
dida funcional correlativa pone en evidencia que la mera constatación fotográfica de tal defecto no
es en absoluto una medición cuantitativa. Defectos de aspecto similar pueden diferir ampliamente
en cuanto al número de fibras nerviosas perdidas.
En sujetos normales, las fibras temporales inferiores son más visibles que las superiores, éstas que
las nasales superiores y, por último, las nasales inferiores. Las fibras temporales-maculares son las
más delgadas y, por tanto, las menos visibles, de ahí el “silencio” de la CFNR propio de la proyec-
ción macular. Una violación de esta regla puede servir también como guía para detectar pérdidas
difusas o focales amplias (figura 8). La visibilidad de la CFNR disminuye con la edad, debido a la
pérdida fisiológica de axones (entre 4.000 y 5.000 por año), que también explica la mengua en
sensibilidad luminosa perimétrica correspondiente.10
Figura 8. Ojo izquierdo que muestra una “inversión” del patrón de brillo de la
CFNR. La presencia de un defecto focal inferior y un defecto focal amplio superior
resalta el brillo de la CFNR propia de la proyección macular.
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La pérdida focal de CFNR, una reducción del grosor de este estrato
retiniano que afecta a un conjunto localizado de haces de fibras, es
visible en el fondo de ojo como una sombra arqueada que debe par-
tir de la papila y aumentar su amplitud a medida que se aleja de ella,
alcanzando una anchura siempre superior a la de un vaso sanguíneo
grueso (figura 9B). No hay que confundir los defectos focales con
pequeños defectos incompletos, que no alcanzan a poseer dichas
características, las denominadas “hendiduras”, que son normales.
A
Tanto en las alteraciones difusas como en las focales, los capilares
de la superficie retiniana se hacen más visibles, y si la pérdida de
fibras es considerable, se puede apreciar el típico moteado del epi-
telio pigmentario.
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la hipertensión ocular, el Ocular Hypertension Treatment Study (OHTS)
ha comunicado una frecuencia del 4,7 %.12 Semejante discrepancia se debe
a diferencias en la metodología para la obtención de datos, el carácter retros-
pectivo o prospectivo del estudio, etc. De hecho, el OHTS ha demostrado
que las HP son detectadas con mayor sensibilidad por las retinografías que
por la exploración oftalmoscópica simple.
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IV. SIGNOS SUGESTIVOS DE GLAUCOMA
EN LA PAPILA MIÓPICA
Diversos estudios han demostrado la relación entre glaucoma y miopía. El estudio Blue Moun-
tains15 observó que el riesgo de padecer glaucoma en los miopes es entre 2 y 3 veces superior a
los no-miopes. Dicho riesgo aumenta en la alta miopía (superior a 8 dioptrías) La prevalencia del
glaucoma se estima entre un 4,2-4,4%, frente a un 1,5 % en los no-miopes. Sin embargo, la rela-
ción de la miopía con la hipertensión ocular es débil (la PIO media de los miopes era 0,5 mmHg
superior a la de los no-miopes). El estudio Beaver Dam comunicó un riesgo de asociación de
glaucoma algo menor, 1,6 veces superior para los miopes frente a los no-miopes.16
Es evidente por tanto que la miopía, y más aún la alta miopía, exige una evaluación específica para
descartar la presencia de glaucoma.
La papila miópica se caracteriza por mostrar signos secundarios a las modificaciones de la rela-
ción nervio óptico-globo ocular, inducidas por el crecimiento de éste. Las inserciones oblicuas
provocan cambios de la orientación papilar y expansión del foramen escleral, con desarrollo de
megalopapilas adquiridas. En el miope es posible observar cualquier variación morfológica papi-
lar: disversiones, rotaciones, inclinaciones, aplanamientos, atrofias coriorretinianas peripapilares
extensas, etc. Las papilas miópicas no cumplen reglas, y por lo tanto es extremadamente difícil
detectar la presencia de una neuropatía glaucomatosa inicial.
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Entre los signos más útiles para sospechar glaucoma en el miope, la experiencia de los autores
sugiere destacar los siguientes:
• Signo de los poros laminares: la observación de poros laminares próximos al anillo escleral de
Elschnig es un dato indicativo de sospecha.
Figura 15. Papila plana, pálida, anodina, en miope magno, con gran atrofia
coriorretiniana peripapilar. El campo visual, con tamaño V, mostró un patrón de
daño tipo Bjerrum completo en hemicampo inferior y casi completo en superior,
típico de glaucoma. La PIO fue siempre inferior a 22 mmHg, con espesor corneal
normal.
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