Campo Mario Diaz
Campo Mario Diaz
Campo Mario Diaz
Humberto Quiceno Castrillón. Los Intelectuales y el Saber. Universidad del Valle, 1993.
Humberto Quiceno Castrillón. Michael Foucault y el Pensamiento Francés Contemporáneo.
Mario Díaz Villa. El Campo Intelectual de la Educación en Colombia. Universidad del VaIle,
1993.
Para Foucault, dice Humberto Quiceno, “el intelectual es una figura, personaje o
institución que tiene que ver con cierta voluntad de saber y relación de poder” (p. 9). Por eso
Humberto Quiceno presenta a lo largo de su libro las raíces histéricas de “los intelectuales”,
“en la lucha política. . . aquellos que hablan en nombre de la verdad, de la democracia. . ., de
las ideas..., de las nuevas significaciones sociales, puestas en juego contra las autoridades,
el Estado. . ., la mentira, la injusticia” (p. 13). Los primeros “intelectuales” son “grupos de
estudiantes, maestros, escritores y universitarios, que. . . salen a la luz pública para
manifestar su inconformidad con la política oficial y plantear sus puntos de vista” (p. 15).
“Estos sujetos del saber o del conocimiento. . . devienen hombres políticos” (p. 17). A
ellos pertenecen en primer lugar los “intelectuales universales” (p. 47), que se definen como
portadores de valores universales, cuya voluntad de verdad es un sistema de exclusión de
los discursos “falsos” en nombre de los “verdaderos” (p. 46). Son moralistas que en nombre
del saber dogmatizan y a través de sus dogmas, de pretendida validez universal, participan
ellos mismos del ejercicio del poder (p. 59). Pertenecen en segundo lugar los “intelectuales
de izquierda”, para los cuales el poder es algo que posee la clase dominante, encarnado en
el Estado, que actúa como aparato de represión ideológica. Su tarea es luchar por arrebatar
el poder del Estado a la burguesía; sus instrumentos el choque y la resistencia, sus armas
los movimientos de masas y la huelga general (p. 150). Normalmente se trata de los inte-
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Investigadora del CIUP. Doctora en Educación Comparada de la Universidad de Hamburgo.
Mientras que “el papel del intelectual específico consiste en denunciar el poder allí
donde éste se ejerce; en volverlo visible donde es invisible; convertirlo en público cuando
quiere ser secreto. . .; mostrar las formas que utiliza, los instrumentos en los cuales se
apoya, las modificaciones en que se encubre, los mil rostros que utiliza; en fin, atacarlo
directamente en el lugar preciso” (p. 214); pues “el poder es una matriz general de relaciones
de fuerzas —dominación, disciplina, control, producción—, que operan en un momento
preciso en la sociedad. . .“. El poder “no es la violencia que se ejerce; es el nombre que se da
a una situación estratégica dada” (p. 166). El objetivo del intelectual específico debe ser, “en
el campo de la teoría, la elaboración de un saber que funcione para atacar el poder con
eficacia”; en la práctica, inventar modos de vida, de existencia, según criterios inmanentes,
de acuerdo a posibilidades de libertad y sin apelar a valores trascendentales” (p. 224).
Humberto Quiceno se limita a la presentación de los intelectuales y la caracterización de los
tipos de intelectuales, exponiendo comentadamente a Foucault. No obstante, cierta
preferencia expositiva por el intelectual específico, él mismo no toma partido en la lucha en
que se ubica y se determina el intelectual.
hegemonía de grupos de intelectuales que pugnan por el control de las posiciones y las
orientaciones discursivas en el campo, y un escenario para la recreación de los conflictos del
—y con— el campo político” (p. 11).
Con el propósito de establecer y dar a conocer las condiciones históricas y sociales que
han hecho posible la existencia del Campo Intelectual de la Educación en Colombia, Mario
Díaz expone la labor de los intelectuales de la educación a partir de los años sesenta, es
decir, en los tres últimos decenios. En su exposición aparecen con claridad crítica la
sociología de la educación en la primera etapa (años 60), la pedagogía antropológica en la
segunda (años 70), las incursiones iniciales en la epistemología de la educación y las
excursiones en busca de una pedagogía científica, históricamente fundada, en la tercera
etapa (años 80). Y presenta, en referencias críticas a sus obras, el escenario dialéctico
(diálogo es logos que va y viene) de los intelectuales de la educación en Colombia, y sus
discursos, los textos y libros escritos por ellos. Sujetos y discursos llenan el campo educativo
en sentido estricto, en el que se producen” las ideas y se generan los comportamientos, por
contraposición a las prácticas “de reproducción”, que incluyen la transmisión de las ideas,
reelaboradas o no, y los comportamientos institucionales, en los cuales se facilita la adopción
de posiciones de dominación a través de la divulgación de textos al público o por medio de la
enseñanza en las escuelas o en otras agencias del Estado (en donde se hace la
recontextualización de los discursos). Prácticas y recontextualización, por contraposición al
campo educativo en sentido estricto, constituyen el “campo pedagógico”. Ambos campos, el
educativo y el pedagógico, determinan el Campo Intelectual de la Educación.
Pero ouec1a aún por determinar —y ésta es, en el Campo Intelectual de la Educación,
tarea de los investigadores— y poner al descubierto quiénes son los detentadores del poder,
político, económico y cultural, aún en el caso de que estos detentadores del poder ejerzan su
dominación camuflados bajo la forma de la dominación estructural, que en el campo
educativo y pedagógico se ejerce descubiertamente a través de normas legales o de moral
social, que regulan los currículos; o encubiertamente por medio de mecanismos tan sutiles
como los del control del mercado cultural.
En el libro de Mario Díaz tienen importancia, porque hacen parte de la dinámica histórica
del Campo Intelectual de la Educación, los conflictos de clase, la reestructuración del sistema
educativo y sus cambios institucionales, la relativa autonomía del campo de la educación,
especialmente de la educación superior, en relación con el campo político. En este primer
volumen, porque “la investigación apenas comienza,ocupa el mayor espacio el campo
pedagógico, que es una vía de acceso a un problema central del Campo Intelectual de la
Educación, el de la modernidad, por contraposición a la tradición, tema que preocupa de
nuevo a los intelectuales que trabajan en la educación en Colombia, y es término de
referencia actual en las universidades del país.
Con sus publicaciones la Universidad del Valle le está mostrando al país que en
Colombia se puede hacer la universidad investigativa. Ella dispuso, desde el año pasado, por
Acuerdo de su Consejo Superior, la constitución de grupos institucionalmente organizados
para el trabajo de investigación en equipo —de hecho ya existían en algunas de sus áreas
científicas y profesionales -, la integración a ellos de sus mejores estudiantes, y la opción de
aceptar y aún buscar ayuda financiera externa, para apoyar la labor de los profesores y sus
grupos organizados de investigación, especialmente para el trabajo de campo, a través del
cual la Universidad del Valle ha aspirado siempre, y con secciónales en varias ciudades, a
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orientar y dirigir el desarrollo del Departamento. Por eso otros departamentos le han
solicitado asistencia técnica para organizar sus sistemas departamentales de educación (por
ejemplo Santander, Huila, Boyacá).