Señores y Sirvientes, de PIERRE MICHON
Señores y Sirvientes, de PIERRE MICHON
Señores y Sirvientes, de PIERRE MICHON
Ya pasó todo. Ahora hay paz. El cartero Roulin, toda amabilidad –cuando
le quieren comprar, en una suma millonaria, uno de los retratos que le hizo su
querido amigo Vincent Van Gogh, igual de borracho que él y yo y tú–, regala
la pintura… ¡Piensa en Vincent y, a su memoria, obsequia el cuadro! ¡Rechaza
el dinero en nombre de un recuerdo de ternura! “Llévatelo”, dice al marchante,
“y habla de que Van Gogh tiene todavía a su amigo Roulin”.
“Quién decidirá qué cosas son hermosas y por ello valen mucho entre los
hombres o no valen nada”, sentencia Michon ante el sagrario de los dólares, y
ese será, hasta ahora, nuestro mejor fajo de palabras.