El Animal Simbolico Juanjosecastro

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EL ANIMAL SIMBOLICO

Lo más seguro que sé respecto a mí es que soy un ser parlante, un ser que habla, alguien que
posee un lenguaje y que por tanto debe tener semejantes. El lenguaje es el certificado de
pertenencia de mi especie, el verdadero código genético de la humanidad. lo asombroso del
hombre es que se mantiene abierto e indeterminado en un universo donde todo tiene su
puesto y debe responder sin excentricidades a lo que marca su naturaleza. puesto que posee
la capacidad técnica de controlar las fuerzas naturales poniéndolas a su servicio. Sólo de la
muerte no tendrá escapatoria. Quizás lo verdaderamente más humano sea el
propio asombro del coro sofoclíteo ante lo humano, esa mezcla de admiración,
orgullo, responsabilidad y hasta temor de las hazañas y fechorías humanas.
según Pico, lo asombroso del hombre es que Dios ha creado todo lo que existe pero al hombre
le ha dejado, por así decirlo, a medio crear: le ha concedido la posibilidad de concluir en sí
mismo la obra divina, auto creándose. Así que el hombre es también un poco Dios porque se le
ha otorgado la facultad de crear he aquí lo que el hombre puede llegar a hacer con el
mundo, sea por medio de la técnica, la astucia o el lenguaje racional, el hombre puede hacer
consigo mismo y según la elección divinamente libre de su arbitrio o voluntad.
Sin embargo, desde que Darwin hizo pública su teoría de la evolución humana a partir de otras
formas de vida animal, nuestra filiación zoológica se ha convertido en doctrina científica casi
universalmente acatada parece que siempre se ha intentado definir lo humano por
contraposición (y también por comparación) con lo animal y con lo divino. Que los seres
humanos seamos también animales y que en cuanto especie debamos buscar nuestros
parientes entre las bestias y no entre dioses o ángeles no impide que constatemos rasgos
característicos en lo humano que determinan un auténtico salto cualitativo respecto a
nuestros antepasados zoológicos.

La diferencia entre hombres y animales: a los animales, la inteligencia les sirve para procurarse
lo que necesitan; en cambio a los humanos nos sirve para descubrirnos necesidades nuevas
Por decirlo de otro modo: el hombre es un animal insatisfecho, incapaz de satisfacer unas
necesidades sin ver cómo otras apuntan en el horizonte de su vida. Hasta aquí estamos
comparando animales y humanos desde un punto de vista más bien antropocéntrico.

algunos filósofos contemporáneos (Max Scheler, entre otros, en su interesante e influyente


libro El puesto del hombre en el cosmos) distinguen entre el medio propio en el que
habitan los animales y el mundo en el que vivimos los humanos En el medio animal no hay
nada neutral, todo está a favor o en contra de lo que pide la especie para perpetuarse; en el
mundo humano en cambio cabe cualquier cosa, incluso lo que nada tiene que ver con
nosotros, o lo que ya no tiene que ver, lo que perdimos, lo que aún no hemos conseguido o lo
que ya hemos conseguido como,el lenguaje humano (cualquier lenguaje humano) es más
profundamente distinto de los llamados lenguajes animales que la propia fisiología humana de
la de los demás primates o mamíferos. Gracias al lenguaje cuentan para los humanos aquellas
cosas que ya no existen, o que todavía no existen... ¡incluso las que no pueden existir! Los
llamados lenguajes animales se refieren siempre a las finalidades biológicas de la especie ,
Como hemos apuntado, lo característico del lenguaje humano no es permitir expresar
emociones subjetivas -miedo, ira, gozo y otros movimientos anímicos que también suelen
revelarse por gestos o actitudes, como puede hacer cualquier animal- sino objetivar un mundo
comunicable de realidades determinadas en el que otros participan conjuntamente con
nosotros.
Desde luego, el lenguaje humano está también rodeado de enigmas... ¡como todo lo que nos
interesa de verdad! El primero de ellos es el propio origen del lenguaje. Si lo distintivo de los
humanos es la palabra, el gran lingüista Otto Jespersen supuso que al principio lo que hubo
fueron exclamaciones emotivas o quizá frases rítmicas, musicales, que expresaban
sentimientos o afanes colectivos, En cualquier caso, resulta evidente que tenía razón Ernst
Cassirer -otro de los pensadores contemporáneos más destacados- cuando afirmó que «el
hombre es un animal simbólico1». ¿Qué es un símbolo? Es un signo que representa una idea,
una emoción, un deseo, una forma social. Las palabras o los números son los ejemplos más
claros de símbolos pero en modo alguno los únicos. También ciertos seres u objetos pueden
ser cargados por los hombres con un valor simbólico: el árbol de Gernika, por ejemplo, es una
planta como otras y además el símbolo de los fueros del pueblo vasco; la luz verde y la luz roja
de un semáforo representan la autorización para cruzar la calle o la orden de esperar, Los
símbolos se refieren sólo indirectamente a la realidad física y sin embargo apuntan
directamente a una realidad mental, pensada, imaginada, hecha de significados y de sentidos,
en la que habitamos los humanos exclusivamente como humanos y no como primates mejor o
peor dotados

Nuestra condición esencialmente simbólica es también la base de la importancia de la


educación en nuestras vidas. pero los símbolos nos los tienen que enseñar otros humanos,
nuestros semejantes. Quizá por eso somos los primates con una infancia más prolongada,
porque necesitamos mucho tiempo para hacernos con todos los símbolos que después
configurarán nuestro modo de existencia. En cierto modo, siempre seguimos siendo niños
porque nunca dejamos de aprender símbolos nuevos... Y el desarrollo de la imaginación
simbólica determina nuestra forma de mirarlo todo, hasta el punto de que a veces creemos
descubrir símbolos incluso allí donde no los ha podido establecer ningún acuerdo humano.
Como nuestra principal realidad es simbólica, experimentamos a veces la tentación de creer
que todo lo real es simbólico, que todas las cosas se refieren a un significado oculto que
apenas podemos vislumbrar. En Moby Dicky la obra maestra de Hermán Melville, cuando un
miembro de su tripulación le reprocha al capitán Ahab perseguir al cachalote blanco como si
éste fuese el Mal encarnado, pese a que no se trata más que de una mera bestia sin designio
racional, Ahab le responde así: «Todos los objetos visibles, hombre, no son más que máscaras
de cartón. Pero en todo acontecimiento, en el hecho viviente, hay siempre algo desconocido,
aunque razonante, que proyecta su sombra desde detrás de las máscaras que no razonan.

Juan José Castro Pantoja

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