Eichendorff Joseph Von
Eichendorff Joseph Von
Eichendorff Joseph Von
Hemos señalado que ambos relatos plantean un diálogo entre presente y pasado a
través de una anacronía que habilita la convivencia de una duplicidad temporal. Esta
convivencia encuentra a su vez un nuevo exponente a través de los agentes de un recuerdo
nostálgico que trascienden los límites de una realidad interior y se manifiestan en la
superficie factual del texto.
En primer lugar, en “Una expedición marítima” hallamos la función del recuerdo
enraizada en toda la travesía desde el punto de vista del personaje de Antonio. La repetida
remembranza de su niñez, ligada a la figura de Don Diego, magnifica el lugar sustancial que
Eichendorff le otorga a la nostalgia en su obra. Desde el comienzo, esta nostalgia es
introducida por el deseo de Antonio, quien se acuerda “de la lejana y humbrosa patria; de
cómo en su niñez allí, en aquellos hermosos días de verano (...) contemplaban las velas
lejanas en el horizonte y se preguntaban si entre ellas no estaban las del barco de Don diego”
(Eichendorff, 2016: 223). El anhelo por ir en búsqueda de ese sujeto anclado a la infancia
hace del viaje de Antonio una travesía en vistas a la materialización del pasado. La aparición
de Diego como el viejo ermitaño se realiza, de este modo, como la consumación de este
deseo.
Ahora bien, el encuentro de Don Diego es introducido por la “Historia del ermitaño”.
Esta “Historia...” expone el testimonio de un pasado inmerso en el presente de la enunciación
y plantea una nueva duplicidad temporal mediante un relato enmarcado. A través de este
recurso narratológico, la novelle vuelve a poner en diálogo dos temporalidades contrapuestas
con treinta años de diferencia. Sin embargo, vemos que esta narración no sólo refiere a un
pasado perteneciente a la experiencia del perdido familiar de Antonio sino que actúa como
una suerte de repetición de los hechos presentados en el texto. Esta “Historia...” crea un
nuevo tipo de temporalidad cíclica donde se repiten los mismos sucesos entre tío y sobrino.
Así como Antonio y el resto de la tripulación que navega en la Fortuna, el grupo de
marinos que acompañaba a Don Diego en su travesía también “anhelaba un mundo nuevo”
(Eichendorff, 2016: 285). Esta similitud da cuenta de que la “Historia del ermitaño”, desde el
comienzo, se edifica como un reflejo de la expedición en el que el escenario y sus personajes
encuentran sus dobles. En primer lugar, la descripción de la pelea entre Don Diego y el
teniente (ibídem: 300) se presenta como una reiteración del desencuentro entre Antonio y
Sánchez (Eichendorff, 2016: 236) y evidencia la paridad entre los dos tenientes. En ambos
casos, la pelea finaliza con el mismo daño: Antonio, por un lado “acometió y le hizo al
fanfarrón, antes de que este se diera cuenta, una herida en el brazo” (ibídem: 236) así como el
teniente de Don Diego abandona la pelea con sus ropas “salpicadas con la sangre de una leve
herida en el brazo” (ibídem:300).
Al mismo tiempo, encontramos en el teniente rasgos equivalentes a los del capitán
Álvarez. Ambos personajes presentan la misma respuesta frente al deseo de la tripulación de
encontrar riquezas en las tierras desconocidas. Sobre esto Álvarez dice: “La esperanza es mi
placer; lo que amo debe hallarse lejos, como el reino de los cielos” (ibídem: 229). Asimismo,
para el teniente “Eldorado se encontraba en el gran mar de la eternidad, por lo que sería necio
buscarlo bajo las nubes” (ibídem: 286). A su vez, ambos parecerían tener la misma respuesta
frente a la aparición de Venus: para Álvarez, los rituales aparecen como un “maldito sabbat
de brujas” (ibídem: 232). El capitán, por su parte, describe la figura pagana de Venus como
“muchacha demoníaca, y dijo que habría que capturarla muerta o viva y quemarla” (ibídem:
290).
Estos ejemplos dejan ver cómo el presente de la expedición funciona como la
repetición de un pasado y el recuerdo de Don Diego, de este modo, se reitera en la realidad de
los hechos. La muestra de esta idea cíclica del tiempo se termina de constatar en el
paralelismo que la “Historia del ermitaño” crea en la relación tío-sobrino. Antonio y Diego se
muestran como vejez y juventud de una experiencia de vida similar: ambos han abandonado
el hogar en búsqueda de nuevos mundos y se han dejado atrapar tanto por la belleza del
paisaje natural como por la figura de Venus. El anciano da cuenta del romance que tuvo con
la reina salvaje de la isla y su testimonio evoca lo experimentado por Antonio junto a Alma.
Esto termina por confirmarse cuando el ermitaño reproduce las palabras que Venus le había
cantado y que “evidentemente se trataba se trataba de la misma canción que Alma había
cantado en el barco mientras bailaba” (ibídem: 296) y Antonio había escuchado. Este aspecto
repite la inserción del pasado en el presente a través de Alma que emerge como doble de su
tía la reina.
En segundo lugar, en “La estatua de mármol” esta vuelta al pasado desde el presente
también se despliega a través de la figura de Venus. Sin embargo, a diferencia de “Una
expedición marítima” el recuerdo no emerge como un relato enmarcado sino que se entrelaza
en el mismo plano narrativo que se vincula como una sensación nostálgica y difusa. A lo
largo de la novelle, la presencia de Venus se repite tanto en el espacio como en el tiempo:
Venus habita el pasado de Florio (manifestado en su recuerdo) al mismo tiempo que vive en
su presente empírico. En su primer encuentro con la estatua, en Florio se lleva a cabo una
suerte de despertar del olvido ya que “le parecía que conocía a la bella muchacha del laúd
desde hace mucho, habiéndola olvidado y perdido solo en medio de las distracciones de la
vida, y que ahora ella, por melancolía, resurgía en el murmullo de las fuentes” (Eichendorff,
2016:143). De este modo, este despertar emerge como puente que une dos instancias
temporales y hace de la estatua un exponente de la sensación de nostálgica en Florio.
La figura de Venus actúa como un umbral entre dos tiempos: así como la presencia de
Don Diego funciona como la materialización de la nostalgia de Antonio, la estatua, al cobrar
vida, pasa de ser un recuerdo a exteriorizarse en la realidad factual del relato. Esta aparición
se da dentro de un tejido de elementos que son disparadores hacia un pasado desde la misma
superficialidad textual. Del mismo modo que en “Una expedición marítima” la canción de
Venus evoca el canto de Alma y encontramos en las mismas palabras una equivalencia entre
el presente narrativo y el recuerdo del relato enmarcado del ermitaño, aquí, ciertas
construcciones significantes transportan la remembranza nostálgica hacia el presente y hacen
de la realidad un terreno invadido por el pasado. Esto puede verse en el episodio en el que
Florio conoce la casa de la dama y
se le ocurrió de pronto, acaso incitado por la canción que venía del exterior, que en su
casa durante su tierna infancia, él ya había visto a menudo esa imagen: una preciosa
dama con el mismo atuendo, un jinete a sus pies, y un vasto jardín de fondo con fuentes y
avenidas laboriosamente trazadas exactamente como acababa de mostrársele el parque
allí afuera. También recordaba haber visto entonces imágenes de Lucca y otras ciudad
famosas (ibídem: 166).
Este pasaje muestra cómo a través de la inmersión de los tiempos de la infancia, la realidad
del texto se presenta como una red en la que se entremezclan pasado y presente.
“Cuando la realidad adquiere un aspecto aburrido (...) a los románticos se les ocurre
algo, buscan el misterio, aquel sentimiento que “nos empuja hacia desconocidas regiones
lejanas” (Safranski, 2009: 289). Eichendorff, poeta del pasado y la nostalgia, edifica en su
obra un misterio que impulsa la pérdida de realidad a través de una duplicidad temporal. Pero
estas “regiones lejanas” no serán sólo desconocidas, sino que serán también familiares y
asociadas a un recuerdo.
3. El ensueño real: la pesadilla pagana
El misterio en Eichendorff adopta, a su vez, la forma del sueño. Por un lado, puede
leerse cómo el mismo emerge a través del recurso comparativo als ob, característico de la
producción romántica. Este recurso logra introducir al relato una instancia irreal que traza una
grieta entre una narración “realista” y una onírica; y casos como “La estatua de mármol” y
“Una expedición marítima” no son ajenos a esta construcción. Cuando Florio ve por primera
vez a la estatua, puede leerse que: “Cuanto más la contemplaba, más le daba la sensación de
que ella abría lentamente sus ojos llenos de vida, como si los labios quisieran saludarlo, como
si la vida resurgiera cual un dulce canto y devolviera su calor a aquellos hermosos miembros”
(Eichendorff, 2016: 136). De este modo se evidencia cómo “Eichendorff, como cantor del
bosque alemán y de un goce despreocupadamente alegre de caminar, como soñador de
castillos hundidos y de jardines durmientes bajo el claro de luna en los que dormita el tiempo
pasado y vuelve a despertar maravillosamente” (Emrich, 1985: 5) encuentra otra herramienta
para la pérdida de realidad.
Pero a pesar de la repetida presencia de estas comparaciones, la aparición de lo
fantástico en la obra de Eichendorff hace que el sueño tome un lugar mágico e inexplicable
que se entrelaza con plano narrativo del relato. Para Todorov, lo fantástico se realiza cuando
en “un mundo que es el nuestro (...) se produce un acontecimiento que es imposible de
explicar por las leyes de ese mismo mundo familiar” (Todorov, 1981: 18) y frente a esto
quedan dos opciones: “o bien se trata de una ilusión de los sentidos (...) o bien el
acontecimiento se produjo realmente” (ídem). A través de la manifestación de un pasado
mítico en el presente de la narración encarnado en la figura de Venus, lo fantástico en “La
estatua de mármol” y “Una expedición marítima” sucede “realmente”: ingresa en la realidad
y la transforma. Si bien para Beguin, “el sueño del poeta despierta a la vida a una naturaleza
que se ha hecho mágica, en harmonía con el resplandor poético interior” (Beguin, 1994:
385) la aparición de los hechos irreales dentro de los sucesos de ambas novelas cortas
atraviesa este terreno “interior” para volverse parte de la realidad exterior. Como establece
Todorov, el lector de un texto fantástico “deberá rechazar tanto la interpretación alegórica
como la interpretación ‘poética’” (Todorov, 1981: 24) y considerarla, de ese modo, dentro
del plano de lo real.
Ahora bien, esta irrupción de lo fantástico en el registro realista de ambos relatos
adopta, a su vez, un carácter de pesadilla. El lugar del sueño no siempre “está lleno de
preciosos recuerdos y de extrañas co-rrespondencias con la vida real” (Beguin, 1994: 387)
sino que construye un escenario siniestro introducido por tiempos lejanos que la figura de
Venus vehiculiza hacia el presente. Este carácter espeluznante encuentra su fundamento en
dos factores principales, ambos vinculados a un pasado.
En primer lugar, podríamos decir que “La estatua de mármol” comprueba las palabras
de Freud cuando éste establece que “lo ominoso es aquella variedad de los terrorífico que se
remonta a lo consabido de antiguo, a lo familiar desde hace largo tiempo” (Freud, 1995: 60).
Como hemos señalado, la figura de Venus funciona como un umbral entre el recuerdo de
Florio y el presente. Para Florio, “la estatua parecía una amada largamente anhelada y
reconocida de pronto, una flor mágica recogida en el ocaso de la primavera y de la
ensoñadora quietud de la más tierna juventud” (Eichendorff, 2016: 136). Venus posee, de este
modo, una doble identidad que pertenece al pasado y al presente y es precisamente cuando
pone esto en evidencia al decirle a Florio: “Todos creen haberme visto antes, pues mi imagen
aparece y florece en todos los sueños de juventud” (ibídem: 167) que se activa el episodio
sobrenatural y siniestro del relato. En esta escena, “Florio había chocado contra una de
aquellas figuras de piedra junto a la pared. Al instante esta había empezado a moverse, y
todas las demás rápidamente también habían comenzado a moverse” (ibídem: 169). Las
estatuas de la casa de la mujer cobran vida pero no en un sentido metafórico introducido por
el recurso comparativo “como si”: el hecho fantástico choca con el registro realista y habilita
el ingreso de lo siniestro. La escena construye, desde la percepción de Florio, un ámbito
oscuro en el que “se levantó un viento sombrío, como anticipando la tormenta inminente, y su
soplido lo inquietó. Al unísono, notó que las ventanas estaban rodeados por pastos y brotes de
hierbas, cosa propia de antiguas ruinas. Una serpiente emergió de entre la vegetación
silbando” (ibídem: 168).
Al mismo tiempo, este pasaje deja traslucir el segundo elemento que habilita la
pesadilla fantástica. La figura de Venus no sólo evoca el recuerdo de Florio sino que
representa la seducción pagana introducida por un pasado mítico que con “ilusiones
diabólicas practica su antigua seducción sobre jóvenes despreocupados” (ibídem: 175). De
esta manera, podríamos pensar que la presencia de la serpiente en la construcción del
episodio siniestro no es casual. Símbolo de la tentación, la serpiente enfatiza la valoración
cristiana que se opone al paganismo de la diosa Venus. Dicha valoración ya había sido
introducida por Florio cuando exclama: “¡Señor, no me dejes solo en este mundo!”
(Eichendorff, 2016: 167), palabras que activan la inmersión de lo fantástico en el relato. De
este modo, podemos ver cómo lo onírico se traslada hacia la realidad del relato mediante la
inserción del pasado en el presente. Este pasado pagano choca contra un mundo cristiano y se
desenvuelve como un ensueño ominoso.
La construcción de los personaje femeninos en “La estatua de mármol” encarna este
este choque entre la cosmovisión cristiana y pagana: Bianca, símbolo de pureza cristiana
cuyo nombre aparece asociado a la Virgen Blanca se contrapone a su doble siniestro Venus,
símbolo pagano de la tentación erótica. Cuando Florio le confiesa a Bianca: “Me siento como
nacido de nuevo, me parece que todo es bueno desde que te he reecontrado. Si me lo
concedes, no querría que volvamos a separarnos” (Eichendorff, 2016: 178), confirma que su
recorrido entre las dos amadas se presenta como un pasaje hacia una resurrección cristiana.
Luego de haber sobrepasado la seducción de Venus, Florio abandona su deseo hacia la mujer
que ha devenido ser espectral.
En “Una expedición marítima”, a su vez, podemos ver cómo la presencia de Venus se
manifiesta de manera doble a través de Alma y la reina salvaje. Así como en “La estatua de
mármol”, ambas figuras femeninas despliegan no sólo la oposición entre la religión pagana y
cristiana sino también la tensión entre pasado y presente. La reina salvaje, por un lado,
aparece dentro de en un entorno primitivo que describe Don Diego en su “Historia del
ermitaño”. Alma (la Venus de del presente) por otro, no sólo arrastra en su nombre cierta
connotación cristiana sino que representa en el anhelo por huir hacia una Europa occidental.
De modo que podemos ver cómo el ensueño fantástico se manifiesta a partir de la
ambivalencia entre dos mundos (uno pagano y otro cristiano). A través de personajes como
Álvarez, por ejemplo, podemos ver la reacción cristiana frente a los rituales que lo habitantes
de la isla le dedican a la reina salvaje: “¡Maldito sabbat de brujas” - continuó diciendo el
capitán-. ¡Es la señora Venus! En esta noche, cada año le ofrecen sacrificios en secreto; una
mirada de ella, cuando despierta, hace perder el juicio” (ibídem: 232). Venus como “símbolo
de amor pagano” (ídem) o “esfinge temible” (ibídem: 292) evidencia “ese sentimiento
romántico de terror ante las fuerzas desconocidas, ante el oscuro misterio de lo
“incognoscible”, misterio que, por la vida del destino, decida la vida de los humanos”
(Lukács,1970: 58).
Conclusión: el nuevo mundo de Eichendorff
Beguin, Albert, El alma romántica y el sueño. Trad. de Mario Monteforte Toledo. Santafé de
Bogotá: Fondo de Cultura Económica, 1994
Eichendorff, Joseph von, El castillo Durande y otras narraciones. “La estatua de mármol”
Trad. de Marcelo Burello y “Una expedición marítima” Trad de Martín Salinas y Juan Rearte.
Buenos Aires: Gorla, 2016.
Goethe, Johann Wolfgang, Las desventuras del joven Werther. Trad. Manuel José González.
Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1999.
Lukács, Georg, “Eichendorff”. En: Realistas alemanes del siglo XIX. Trad. de Jacobo
Muñoz. Barcelona: Grijalbo, 1970, pp.49-67.
Lukács, Georg, “El Romanticismo de la decepción”. En: Teoría de la novela. Trad. Micaela
Ortelli. Buenos Aires: Godot, 2010.
Novalis, Enrique de Oferdingen, Trad. Eustaquio Barjau. Barcelona: Atalaya, 1995
Safranski, Rüdiger, Romanticismo. Una odisea del espíritu alemán. Trad. de Raúl Gabás.
Barcelona: Tusquets, 2009.
novalis
goethe
“Como no se podía pensar en un progresar externo, toda la energía se dirigió hacia
adentro, y pronto <<el país de los poetas y de los pensadores>> superó a todos los demás en
profundidad, finura y fuerza de interioridad” (ibídem:80)
“Como si hubiera dos caminos para llegar a la ciencia de la historia humana: uno, penoso,
interminable y lleno de rodeos y otro, que es casi un salto, el camino de la contemplación
interior” (Novalis, 1995:103).
pasado idilico . primitivo y juvenil
no persigue otra cosa que la confirmación literaria del sueño” (Lukács, 1970: 60)
que Florio experimenta en su relación con Venus un pasaje hacia , descrita como “una
flor mágica” belleza aparente tentación víctima mundo pagano y mundo cristiano naturaleza
mágica “la Naturaleza del Romanticismo no es una Naturaleza muerta ni muda, está llena de
una secreta vida, no en su superficie, pero en su produndidad” (Alewyn, 1982: 116).
Esta sensación el carácter de lo ominoso sólo puede estribar en que el doble es una
formación oriunda de la épocas primordiales del alma ya superadas, que en aquel tiempo
poseyó sin duda un sentido más benigno. El doble ha devenido una figura terrorífica del
mismo modo como los dioses, tras la ruina de su religión, se convierten en demonios.”
(Freud, 1995: 60)
De algún modo, esta descripción anticipa lo que el destino depara a aquellos que se dejan poseer por el encanto de la
belleza femenina, encarnada aquí en los personajes de Julia y Giulietta. Por otro lado, quizás podemos pensar que no es
casual la referencia a “una flor maravillosa”, considerando la presencia de este motivo en otros relatos de la tradición
romántica (por ejemplo, en el marco del Romanticismo de Jena, hallamos en Novalis y su Heinrich von Ofterdingen una
referencia a la flor como figuración de una amada idealizada y pura). De alguna manera, aquí Hoffmann está presentando la
posibilidad del doble sentido: la belleza de la amada, cuya imagen impacta y erotiza, puede conducir a extremos de
alienación hasta el punto de arriesgar el propio yo.
“esta había empezado a moverse, y todas las demás rápidamente también habían
comenzado a moverse. Pronto, todas las estatuas abandonaron sus sitiales, en un horrible
silencio” 169
No todo tiempo por pasado fue mejor: lo pagano y lo primitivo aparec descripto como
sombrío o peligroso.
que habilita lo siniestro en ambos relatos. Venus no sólo une terrenos narrativos sino
que
● “
Si bien la nostalgia de los tiempos de la infancia y Por un lado, puede
Por un lado, cuando l sueño Eichendorff no persigue otra cosa que la confirmación
literaria del sueño.” (Lukács, 1970: 60)
Como define Todorov, implica pues una integración del lector con el mundo de los
personajes; se define por la percepción ambigua que el propio lector tiene de los
acontecimientos relatados.” (Todorov, ****: 23) “el sueño del poeta despierta a la vida a una
naturaleza que se ha hecho mágica, en harmonía con el resplandor poético interior”
(Beguin, 385) E
Pero
“Las canciones que se escuchan, las nubes, los arroyos, todo se convierte en sueño; la
primavera ve cómo los “sueños en flor” atraviesan la cresta de las colina” (Beguin, 385).
le abre las puertas a lo maravilloso. En este sentido, el episodio sobrenatural que tiene lugar
en “La estatua de mármol” se activa a partir de la reaparición de un recuerdo: “Todos creen
haberme visto antes, pues mi imagen aparece y florece en todos los sueños de juventud”
(Eichendorff, 2016: 167). Una vez dicho esto, la oscuridad, lo tenebroso y lo fantástico
comienzan a habitar el relato e invaden el terreno realista. En este caso, “el realismo no hace
más que coadyuvar a la creación de un clima fantástico e inquietante, en tanto que Lo
fantástico ha sido vehiculizado por la doble identidad de Venus: estatua y mujer. Pero, al
mismo tiempo, lo siniestro se ha revelado por su doble presencia: en lo empírico y en el
recuerdo.
Entre la metáfora del como si a la materialización del sueño. Así como la nostalgia, el sueño
tiene un lugar esencial en la literatura romántica.
“La verdadera melodía fundamental es terrenal y sobrenatural a la vez como la patria y el
bello tiempo pasado que cantan incansablemente las canciones de Eichendorff” (Emrich,
1960: 12).
En Eichendorff hay una ciero trascender del als ob. El “como sí” plantea una doble
estratificación donde sobre la superficie yace la metáfora y la realidad es reformulada en
términos mágicos, románticos. Pero en Eichendorff, hay una dosis de lo misterioso entra en
contacto con la misma superficie de los acontecimientos del relato en la que sueño y relato se
unen en el mismo plano. Eichendorff presenta un registro realista permeable por lo
mágico.11) “el realismo no hace más que coadyuvar a la creación de un clima fantástico
e inquietante, en tanto que Eichendorff no persigue otra cosa que la confirmación
literaria del sueño.” (Lukács, 1970: 60) Mediante la presentación del ámbito natural como ,
el ensueño de los bosques se hace Como sostiene Alewyn,
“Los paisajes de Italia, como también los de Alemania, tienen una calidad que nunca es
completamente terrenal, sino que, transformados por una continua emoción del caminante
romántico, son ya los países de un sueño” (Beguin, ****: 386).
6) “Toma alegremente las flores de la vida tal como las ofrece el momento y no
indagues sus raíces en el suelo, pues allí abajo hay desdicha y silencio.” (Eichendorff,
2016: 156)
4. La Venus pagana:
“Pero crear, a través de medios puramente artísticos, una realidad que se corresponda
con este mundo de ensueño, o ue al menos se adecue un poco más a él que el mundo actual,
es una solución ilusoria. La nostalgia utópica del alma no será un anhelo legítimo, digno de
ser el centro del universo, si no es absolutamente incapaz de satisfacerse en el presente estado
intelectual del hombre, lo que equivale a decir, incapaz de satisfacerse en unmundo pasible de
ser imaginado y provisto de forma, ya sea pasado, presente o mítico” (Lukács, 2010: 113).
Realidad prosaica
Extemporáneo
seducción pagano-sensual
Cosmovisión
Romanticismo de la decepción:
: del sueño
Safranski:
2)
3) “Lo fantástico implica pues una integración del lector con el mundo de los
personajes; se define por la percepción ambigua que el propio lector tiene de los
acontecimientos relatados.” (Todorov, ****: 23)
4) “La vacilación del lector es pues la primera condición de lo fantástico.”
(Todorov, 1981: 23)
5) “En primer lugar, es necesario que el texto obligue al lector a considerar el
mundo de los personajes como un mundo de personas reales, y a vacilar entre una
explicación natural y una explicación sobrenatural de los acontecimientos evocados.”
(Todorov, 1981: 24)
2) “Un horror que nunca había sentido sobrecogió al joven” (Eichndorff, 2016:
137)
3) “le parecía que conocía a la bella muchacha del laúd desde hace mucho,
habiéndola olvidado y perdido solo en medio de las distracciones de la vida, y que
ahora ella, por melancolía, resurgía en el murmullo de las fuentes” (Eichendorff,
2016:143)
4) “La encontrarás por aquí, o por allá; a veces, también en la ciudad de Lucca.”
(Eichendorff, 2016: 145)
5) “ya había visto a la señora durante su tierna juventud, pero no podría
acordarse para nada bien del hecho.” (Eichendorff, 2016: 145)
6) “Toma alegremente las flores de la vida tal como las ofreceel momento y no
indagues sus raíces en el suelo, pues allí abajo hay desdicha y silencio.” (Eichendorff,
2016: 156)
7) “Entonces se le ocurrió de pronto, acaso incitado por la canción que venía del
exterior, que en su casa durante su tierna infancia, él ya había visto a menudo esa
imagen: una preciosa dama con el mismo atuendo, un jinete a sus pies, y un vasto
jardín de fondo con fuentes y avenidas laboriosamente trazadas exactamente como
acababa de mostrársele el parque allí afuera. También recordaba haber visto
entonces imágenes de Lucca y otras ciudad famosas.” (Eichendorff, 2016: 166)
8) “Todos creen haberme visto antes, pues mi imagen aparece y florece en todos
los sueños de juventud.” (Eichendorff, 2016: 167)
9) “Esta nostalgia puede kkegar a adoptar a veces en él formas declaadamente
religiosas, abiertamente católicas.” (Lukács, 1970: 54)
10) Lo onírico como “acompañamiento musical de la vida real” (Lukács, 1970: 59)
11) “el realismo no hace más que coadyuvar a la creación de un clima fantástico e
inquietante, en tanto que Eichendorff no persigue otra cosa que la confirmación
literaria del sueño.” (Lukács, 1970: 60)