La Guerra en El Mundo Antiguo-Libro PDF
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Antiguo
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La Guerra en el Mundo
Antiguo
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La Historia Militar en el Mundo Antiguo
Introducción
Mg Esteban Darío Barral
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires
Para una mejor comprensión del estudio de la Historia Militar antigua podemos
establecer que es necesario tener en cuenta ciertos aspectos que creemos
fundamentales para poder comprender mejor el fenómeno de la guerra.
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la época que analizamos. La táctica y la estrategia son aspectos militares que
están dentro de las decisiones políticas de un estado, pero siempre teniendo en
cuenta la contextualización temporal que analizamos. Si analizáramos la toma de
la ciudad de Platea por una fuerza tebana en el 431 a.C y que dio lugar al inicio de
la guerra del Peloponeso, de acuerdo a la estructura temporal de Tucídides, en
base a conceptos tácticos y estratégicos, sin tener en cuenta la decisión política y
el por qué de dicha acción, el resultado sería muy subjetivo, como también si no
tuviéramos en cuenta el significado de la guerra en las distintas poleis griegas, el
papel fundamental que llevaba a una ciudad estado al estado de beligerancia, etc.
Es decir, los aspectos militares no pueden ser analizados simplemente desde una
óptica simple y particular sin ver el todo.
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Por el contrario, también encontramos ejemplos de exageración en la
sobrevaloración de las capacidades militares de ciertos ejércitos y se los compara
con fuerzas actuales a modo de establecer paralelismos, sin tener en cuenta la
distancia temporal y de contextos donde unos y otros se desarrollaron.
Esto mismo sucede con los conductores militares, donde incluso se ha llegado
a establecer una especie de ranking de los mejores generales de la historia como
si de un concurso de baile se tratara. Si tomamos una lista de los diez mejores
comandantes, probablemente los nombres de Alejandro, Aníbal y Cesar no
faltarán en la misma. Se harán comparaciones de Alejandro con Napoleón, o de
Rommel y Aníbal, sin tener en cuenta la distancia temporal y de contextos que
separan a unos y otros. Es algo poco serio y probablemente de aficionados, pero
no del mundo académico.
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Insurgencia proviene del latín insurgere, supino del verbo isurrectum (levantarse), y que puede
traducirse como levantarse hacia dentro. Insurrectio, (levantarse) o insurrectionis (levantamiento)
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lucha que encontraron en sus provincias. Como nunca antes habían combatido de
esa forma y contra un enemigo que combatía distinto, los comandantes romanos
debieron adaptarse sobre el terreno, pues el conocimiento aún no había llegado a
ellos tal como nos llegaría ahora a nosotros a través de un manual de
contrainsurgencia. Con esto intentamos demostrar que es incomparable poner en
un mismo plano a un general romano que a un general de la Segunda Guerra
Mundial, pues el primero debió adaptarse a la guerra a medida que la misma se
hacía, en tanto que el segundo lo pudo hacer debido a su preparación previa y a la
información con que contaba y que le permitiría adaptarse en mucho menos
tiempo.
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Rebellio significa rebelarse como sinónimo de resistencia a algo.
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La táctica de combate y los elementos de la misma tal como los conocemos
ahora, se iniciaron antes del mundo antiguo, específicamente, cuando el hombre
aprendió a maniobrar en grupo y contra otro grupo humano de similares
características. El empleo de tácticas de caza para combatir, de la misma forma
que la utilización de las armas, fue una larga adaptación del hombre al combate. A
medida que la tecnología avanzaba, de la piedra al bronce y de este al hierro,
también avanzaba la manera de maniobrar en el campo de batalla, naciendo
procedimientos tácticos que se irán puliendo con el tiempo. El fuego y el choque
serán los principios que rijan los campos de batalla de oriente, en tanto que la
masa y el choque regirán el mundo occidental de la mano de los griegos.
Contar con fuerzas militares fue una necesidad imperante. Ahora, contar con
fuerzas militares es una cosa y contar con una eficiente fuerza militar es otra. Las
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primeras organizaciones militares eran grupos de hombres armados que
concurrían ante un llamado para satisfacer una necesidad bélica, ya sea, para la
defensa de un grupo o para incursionar sobre otro grupo social. Pero a medida
que las sociedades fueron complejizando sus estructuras, también se complejizó
el entramado militar que debía sostenerla. Colocar un ejército en campaña llevaba
implícitas ciertas dificultades a resolver:
1. La instrucción.
2. El equipamiento.
3. La conducción, que requería de hombres con conocimientos para tal
actividad.
4. La logística necesaria para poder sostener a una fuerza militar en
campaña por un breve tiempo.
Para conformar una fuerza con posibilidades de éxito en una operación militar
se requería disciplina y conocimientos militares que eran impartidos por los
militares a sueldo, pero que tenían una serie de deficiencias difíciles de subsanar.
La materia prima con la que trabajaban eran básicamente campesinos-milicianos,
en muchos casos, y dependiendo de las sociedades que hablemos, eran
propietarios que se costeaban su propio equipo y que podían aportar una pequeña
parte de su tiempo a la instrucción militar y a la guerra. Esto limitaba mucho las
decisiones políticas de los gobernantes en caso de que fuera necesario ir a la
guerra o utilizar la violencia en provecho de una estructura social dominante.
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La centralización de las actividades político-militares-sociales en torno al
palacio, permitió un tejido complejo de relaciones permitiendo a su vez la división
de las responsabilidades políticas, militares y religiosas. Esto fue fundamental para
la práctica guerrera compleja y que la diferenciaba sustancialmente de la guerra
de bandas en las sociedades pre-estatales.
Sociedades como la egipcia, hitita o asiria, lograron crear ejércitos con un alto
grado de complejidad y con un elevado tecnicismo militar que les permitía realizar
campañas de conquista sobre pueblos vecinos. La logística militar necesaria para
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llevar a cabo operaciones militares fue posible gracias a la centralización palacial
de la que ya hicimos mención anteriormente; pero fue también esa centralización
política la que llevó a los ejércitos de la Edad del Bronce a no poder mantener los
territorios conquistados y ser derrotados por pueblos que desarrollaron una cultura
guerrera superior. El autoritarismo y la estricta jerarquización de las estructuras
militares, donde las decisiones estaban en manos normalmente de una casta
guerrera, y donde la responsabilidad recaía en el propio soberano, llevó a las
principales organizaciones militares a la derrota, debido a que de esa manera no
se aseguraba una eficiente conducción militar. Otra debilidad de este sistema
jerarquizado y centralizado era la sucesión real, que hacía muchas veces de las
intrigas y golpes palaciegos el elemento principal de la política interna,
descuidando la capacidad militar para terminar con posibles rivales de estados
vasallos o de provincias rebeldes.
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fiables y la poca visibilidad del campo de batalla creaban un ambiente paralizante
para la fuerza menos entrenada; y es en ese momento cuando se producía la
ruptura del dispositivo y la derrota de un ejército.
Los sumerios fueron los primeros en organizar una civilización tal como hoy en
día la podemos conocer, ya que no sólo implementaron los primeros métodos para
trabajar el suelo y llevar a cabo la revolución agrícola, sino por sus leyes y su
religión que legaron a pueblos posteriores como los asirios y caldeos. La
organización militar sumeria puede apreciarse en una de las principales fuentes de
la antigüedad: la estela de los buitres. Una piedra caliza tallada de 1,80 metros
de alto por 1,30 de ancho y que narra la victoria del Rey Eannatum de Lagash
sobre Umma. Datada sobre el 2500 a.C., nos deja ver que hay una posible
3
Mervyn Meggitt, antropólogo que entre sus tantos trabajos etnográficos también estudió la guerra
entre los Mae Enga en Nueva Guinea.
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Ver las obras de John Keegan Historia de la Guerra y Halbert Turney High The Primitive War.
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organización militar en los ejércitos con una especie de formación en falange de
una infantería de choque y carros de combate con lanceros. De la misma manera,
podemos apreciar en el llamado estandarte de Ur, 2600 a.C, una caja trapezoidal
que en la llamada “cara de la guerra” se pueden ver los componentes del ejército
sumerio con carros de guerra e infantería de choque.
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No sabemos si todos los infantes de las fuerzas de choque irían equipados de la
misma manera o sólo algún núcleo de profesionales contratados lo harían así.
A medida que la tecnología suplía las necesidades del combate las estructuras
sociales permitían un mayor grado de complejización de la guerra, debido a su
necesidad obvia de mantener ejércitos con profesionales permanentes que
nuclearan las levas necesarias para una campaña. La superioridad en armas y
organización de los sumerios les permitió a estos imponerse sobre sus vecinos
que no contaban con una sociedad preparada como la de estos. Los estados
colindantes incluían a toda la sociedad para llevar a cabo una guerra, en forma
similar a como lo hacían los grupos pre-estatales, sin una estructuración y
organización debida para llevar a cabo una guerra abierta contra un estado como
Sumer. A diferencia de los primeros, los sumerios preferían involucrar ejércitos
más pequeños pero con profesionales adiestrados, equipados y organizados para
una campaña coherente. El resultado en el campo de batalla no se hizo esperar y
la totalidad de los estados adyacentes cayeron bajo las huestes sumerias uno tras
otro.
Pero a los sumerios les sucedería algo que es propio de la lógica y la dinámica
de la guerra, tarde o temprano el enemigo aprende de sus derrotas y comprende
que la mejor forma de luchar es imitando al vencedor. En pocas palabras, sin
querer se enseña al enemigo a luchar. Y cuando los conocimientos militares de los
sumerios se expandieron a estados vecinos, el poder de sus fuerzas militares
quedó sellado. Un ejemplo de ello fue Sargón quien hacia el año 2270 a.C al
frente del reino de Kish inició una campaña contra Uruk a la que conquistó luego
de un asedio. Para ello seguramente debió contar no solo con los conocimientos
propios para combatir en un terreno restrictivo como lo es una ciudad amurallada,
sino de ciertos conocimientos básicos del arte de sitiar ciudades, algo que para la
fecha que nos corresponde era muy difícil de concretar.5
5
El arte de sitiar ciudades se basaba en una serie de procedimientos que incluían la preparación
territorial, el cerco, la excavación de trincheras, minar la muralla y contar con ciertos ingenios que
les permitiera a las tropas de asalto ingresar a la ciudad. Las primeras ciudades amuralladas, de
acuerdo a los hallazgos arqueológicos realizados hasta el momento, datan del 8000 a.C., por lo
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Las campañas de Sargón lo llevaron a dominar ampliamente la región que hoy
conocemos como el Golfo Pérsico y probablemente a fundar la ciudad de Acad.
Su imperio dominó a todos los estados vecinos, y esto fue posible gracias a contar
con una organización social y administrativa tal que le permitía mantener fuerzas
profesionales adiestradas para emprender largas campañas de conquista.
tanto los conocimientos para contrarrestar las defensas de una ciudad deberían haberse ido
puliendo y perfeccionando para el 2500 a.C., a un grado tal que la mayoría de los ejércitos
poseyeran estos conocimientos.
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Roux, George. Mesopotamia. Historia política, económica y cultural. Ed Akal. 2002. Pag 146
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aliadas o conquistadas, tales como los arqueros, cuyos operadores eran en su
mayoría mercenarios contratados. Los acadios fueron los que en algún momento
durante el reinado de Naram-Sin, incorporaron el arco compuesto un arma
avanzada para la época y que podía llegar a alcanzar los 150 metros de
efectividad.
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La introducción del carro de guerra por los hititas está en duda por varios historiadores que
establecen que fueron los hurritas los primeros en introducir el carro de guerra y que los primeros
sólo lo hicieron como contramedida después de haber sido derrotados en combate por los
segundos.
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todos los ejércitos posteriores también lo adoptarían. El carro conjugaba dos
acciones importantes para la táctica militar: la maniobra y la potencia de fuego.
También habían logrado una variante en su utilización con lanceros equipados con
largas picas para contener a una formación enemiga a la distancia, maniobrando y
huyendo cuando era necesario. El carro desarrolló todo su potencial militar entre el
1600 y el 750 a.C., permitiendo a una aristocracia militar en varios estados pivotar
entre su estrategia militar y política, y reinando de manera absoluta en las batallas
por al menos 1000 años y llegando a extenderse tal práctica hasta China y los
Estados del Egeo.
Los acadios habían demostrado ser, tal vez, los primeros en desarrollar un
imperio, que aunque hoy nos parezca un término común en el 2400 a.C era un
paso enorme ya que el mismo significaba superar el marco de la ciudad-estado. A
partir de ellos, varios estados van a desarrollar fuerzas militares con el objeto de
intentar expandirse sobre sus reinos vecinos formando verdaderas potencias
regionales. Uno de ellos es el Egipto faraónico.
Hacia el 2900 a.C. el llamado Egipto faraónico entró en la región a tener una
importancia político-militar que iría en aumento de acuerdo a su instrumento militar
se fuera fortaleciendo.8 Entre el Antiguo Imperio y el Imperio Medio, Egipto no
lanzó campañas militares contra sus vecinos con el objetivo de expandirse. En una
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También se lo conoce como Egipto Imperial, Antiguo Imperio hacia el 2900 e Imperio Medio hacia
el 1650 a.C. aproximadamente.
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zona geográfica compleja y dependiendo en gran parte de la situación hídrica del
Río Nilo, hasta la invasión de los hicsos no sufriría agresiones externas
significativas. Pero cuando estos invadieron hacia el fin del Imperio Medio, 1600
a.C aproximadamente, Egipto se convirtió en un estado militar. La situación
regional a comienzos del segundo milenio ya no lo mantenía aislado de los
intereses de sus vecinos y por lo tanto debió adoptar una fuerza militar tal que le
permitiera mantener su posición geoestratégica favorable en la zona.
Imperio Hitita
Mitani
Mar Mediterráneo
Asiria
Bajo Egipto
Alto Egipto
Etiopía
El Imperio egipcio y la posterior expansión militar hacia el fin del Imperio Medio en
el segundo milenio.
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Para fines del segundo milenio los babilonios tras el reinado de Hammurabi
(hacia el 1700 a.C.) se encontraban dominando toda la región conocida como de
los dos ríos, pero la posterior invasión de los pueblos casitas llegados de las
montañas terminó con dicho imperio. Esto alteró la situación geoestratégica de la
región y Egipto ya no podía quedar al margen de la expansión de los aguerridos
pueblos montañeses. La guerra no era indiferente a los egipcios ya que la misma
había estado presente en el valle del Nilo pre-estatal de la misma manera que lo
había estado en otras regiones. Los hallazgos arqueológicos así lo demuestran y
tal como había sucedido en otros lugares la guerra primitiva también tuvo su lugar
en la historia egipcia.
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En tercer lugar, la expansión les permitía el control de las principales rutas
comerciales. Así la situación y para lograr tales objetivos era necesario conformar
una eficiente maquinaria militar capaz de poder llevarlos a cabo.
En ése período parece que gran parte de las fuerzas profesionales provienen
de una mayor afluencia de voluntarios, muchos de los cuales han heredado la
profesión de sus padres o de otro miembro de la familia; también se observa una
gran presencia de tropas mercenarias reclutadas entre diferentes grupos étnicos
con aptitudes especiales propias de su sociedad. Entre estos combatientes
estarían los arqueros, lanzadores de honda y de jabalinas, es decir, de mano de
obra especializada que se debía tercerizar. Esto hace suponer que la guerra
seguía siendo estacional, de acuerdo a los períodos de siembra y cosecha, que
era cuando se realizaban las levas de campesinos para conformar las fuerzas del
faraón.
Estos milicianos a tiempo estacional, contarían con una preparación militar muy
específica pero no especializada, la que quedaría en manos de los profesionales y
los mercenarios. El entrenamiento militar de los profesionales era duro y basado
en una rígida disciplina, la que también se imponía a las milicias, y se dirigía a
mantener una buena forma física y de combate. Ejercicios de lucha cuerpo a
cuerpo y maniobras de marchas agotadoras eran normales dentro de la
preparación física de los combatientes.9 Los hombres recibían tierras y parte de
los botines conquistados, lo que hacía de la vida militar una profesión nada
9
En el papiro Anastasi I se puede observar el entrenamiento a que se sometía un recluta cuando
era enviado y acuartelado para una campaña militar.
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despreciable ya que muchos ex soldados llegaban a tener hasta esclavos, algo
que no todos los ciudadanos estaban en condiciones de poseer.
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realizar, como por ejemplo adoptar una formación en cuadro para contrarrestar el
ataque de los carros enemigos. Podemos presuponer que esta formación de
falange debería tener variaciones tácticas y procedimentales necesarias para las
circunstancias que debieran enfrentar, esto se puede inferir de la articulación en
compañías y secciones, aunque la misma podría responder a cuestiones
netamente administrativas y no tácticas.
Las fuerzas de carros de combate eran otra tropa aparte. La fuerza de carros de
combate en el ejército egipcio fue parte de un proceso de modernización que
estuvo relacionado con la experiencia de la derrota en campañas anteriores; y fue
durante el Imperio Nuevo que se llevaron a cabo estas modificaciones militares de
crear una fuerza de carros de guerra.
Los primeros carros utilizados por los egipcios eran una copia de los
canaánitas, y fue el carro que tecnológicamente tuvo el mejor diseño de todos los
de la antigüedad, cuya estructura ligera lo capacitaba para ser utilizado como una
plataforma de fuego capaz de transportar un arquero equipado. Su diseño ligero y
altamente móvil no lo hacían adecuado para combatir contra otros carros o en
formaciones cerradas.
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Para el ejército egipcio la infantería llevaría el peso de los combates, pero el
carro era ligado íntimamente con la aristocracia militar, y las ceremonias de la elite
hacían de su uso algo que marcaría la estructura social de Egipto.
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habían enfrentado siempre los egipcios que eran tribus de montañeses sin
armadura alguna; es por ello que dependían de la protección de la infantería
pesada para poder lanzar sus flechas con alguna protección. Su misión consistía
en darle potencia de fuego al ataque frontal de la infantería y obligar al enemigo a
tomar alguna formación de protección que dificultara el enfrentamiento cuerpo a
cuerpo de las infanterías.
En las alas se ubicaban las fuerzas milicianas reclutadas entre los estratos más
bajos de la población o entre tribus aliadas. Armados ligeramente con hondas y
jabalinas su misión principal era cubrir los flancos de la infantería pesada en
falange y evitar un envolvimiento. Es probable, y lo veremos en las batallas, que
los carros se ubicarán delante de todo el dispositivo en forma lineal para arremeter
a la primera línea enemiga y desarticularla para permitir posteriormente a la
infantería romper su formación.
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capacidad de formar que poseían los egipcios. También cuatro cuerpos van a ser
los utilizados en la batalla de Qadesh posteriormente y la cifra es acorde a la
cantidad de hombres en capacidad de reunirse para el período que nos toca.
Teniendo en cuenta que para estas fechas reunir y mantener un ejército de
semejante tamaño es muy difícil y complejo, por eso se deben tener en cuenta las
cifras cuando analizamos la capacidad de una fuerza en combate y la que
realmente poseía o podía llegar a poseer.
Ejército Cananeo
Megido
Ejército Egipcio
Batalla de Megido
1457 a.C.
Yaham
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El rey de Kadesh, en el Oronte, había desafiado el poder de Egipto y con su
ejército se dirigió hacia el sur, donde se encontraban varias ciudades aliadas que
le proveerían de más hombres y recursos. Además, con esta maniobra intentaba
bloquear a las fuerzas egipcias que se dirigirían hacia el norte bajo el mando de
Tutmosis. El ejército del rey de Kadesh era una amalgama de varios grupos
tribales que respondían a cada jefe difuminando y complicando la cadena de
mando necesaria para la eficiencia en combate. La fuerza que había logrado
reunir era similar a la de los egipcios, y tal vez un poco menos pero despreciable a
la hora de la batalla, pues su número no era el problema, sino la organización
necesaria para el combate.
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llegaría a intervenir, e incluso las fuerzas de carros de los Cuerpos no lograrían
desplegar para actuar contra la infantería enemiga.
Ejército Egipcio
Arqueros Arqueros
Inf Lig I I Inf Lig
Carros
Batalla de Megido
1457 a.C.
Carros
Infantería tribal Carros
I
I I I
Ejército Cananeo
Como dijimos antes, Megido tenía una importancia estratégica debido a que
ocupaba un nudo de rutas y especialmente la salida al Wadi Ara que conectaba
con la llanura costera de Palestina. Era una importante vía de comunicación que
conectaba a Egipto con Mesopotamia y permitía el acceso al creciente fértil. El
control de Megido permitía el control de esa ruta vital, por lo tanto la fuerza
cananea debía ser destruida y desalojada de allí.
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Con la madrugada del día siguiente el ejército egipcio inició el ataque. Los
carros atacaron en primer lugar y lanzaron proyectiles con una precisión
devastadora sobre las mal conducidas y desordenadas filas cananeas. Mientras
tanto la infantería pesada egipcia iniciaba la marcha y encontró a la primera línea
enemiga demasiado desordenada como para aguantar la presión, en tanto los
arqueros montados en los carros realizaban una verdadera matanza en sus filas.
En algún momento la línea cananita se quebró y la retirada se convirtió en una
huída desesperada buscando la seguridad de los muros de la ciudad. La
persecución no fue efectiva y podría haber aniquilado al completo las fuerzas del
rey de Kadesh, de no haber sido porque los soldados egipcios se dedicaron a
saquear el campamento enemigo. Esto dio tiempo a los cananeos a resguardarse
tras los muros de Megido, la que debió ser sometida a un sitio de siete meses
antes de tomarla.
El ejército egipcio fue uno de los más imponentes del mundo antiguo y no sólo
tenía capacidad para operar por tierra sino que también lanzó operaciones anfibias
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cuya flota se armaba con madera traída del Líbano y almacenada en los depósitos
de Tebas. Tutmosis III lanzó una serie de ofensivas para cruzar el Éufrates y
atacar Mitanni, sus fuerzas fueron transportadas en barco hasta la costa Siria y
desde allí lanzaron varias acciones ofensivas, tanto terrestres como ribereñas.
La decadencia del Imperio Nuevo cuyas causas son más internas que externas
repercutió en las fuerzas militares y para el 1100 a.C. Egipto había dejado de ser
una potencia militar.
Tanto los sumerios como los acadios y posteriormente los egipcios fueron
potencias que desarrollaron sendos ejércitos y sistemas militares eficientes, pero
el primer Imperio militar del mundo antiguo fueron los Asirios. No hay fuerza militar
que llame más la atención después de griegos y romanos que el imperio asirio;
muchos ejércitos posteriores copiarán su complejo y eficiente sistema militar,
aunque sus campañas militares aún despierten la indagación científica en los
historiadores militares por la eficiencia adquirida en el campo de batalla.
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Asiria conoce dos períodos: el primero abarca desde el siglo XIV al siglo XI,
donde demostrará su capacidad militar hasta su caída posterior a la invasión de
los pueblos del mar en el 1170 a.C. aproximadamente. El segundo, y tal vez el
más interesante para la historia militar, es el denominado como Imperio Neoasirio
cuyo período abarca desde el siglo XI al VII a.C. Es en éste momento donde
mediante una serie de brillantes campañas militares dominaron el mundo antiguo
de esa época.
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estas campañas se encuentran las destinadas a destruir a las tribus
israelitas y dominar su eficiente sistema de fortificaciones.
En el frente norte se llevaría a cabo una despiadada guerra de
contrainsurgencia contra las tribus hurritas que operaban en base a
procedimientos propios de la guerrilla, por lo tanto los asirios
desarrollaron los primeros procedimientos contrainsurgentes de la
historia militar de manera efectiva.
Otro de los elementos fundamentales que caracterizaron a los asirios
fue la campaña de terrorismo interno llevada a cabo sobre las ciudades
estado sometidas. Si bien el término terrorismo no es empleado de la
misma manera que en la actualidad, sí fue una campaña de terror tal
como se llamo al terror jacobino durante la revolución francesa en el
siglo XIX.
Para poder dar cumplimiento a los objetivos que se fueron imponiendo por los
distintos reyes se debía contar con una herramienta eficiente y eficaz, y para ello
se conformó un ejército cuyas características serían imitadas posteriormente.
El ejército asirio era una fuerza integrada básicamente por infantería ligera y
pesada, pudiendo combinar ambas para diferentes misiones. La infantería pesada
estaba compuesta por profesionales y tropas reclutadas en levas obligatorias de
las provincias del imperio. Los especialistas como honderos, arqueros y
lanzadores de jabalina, tropas de asalto e ingenieros de combate, normalmente
eran profesionales contratados, llegando a contar con una excelente calidad de
sus fuerzas. Fueron los primeros en desarrollar una caballería como fuerza; en
tanto la misma reforzaba a grandes unidades de carros de guerra. Los arqueros
montados fueron en su momento una de las grandes innovaciones, probablemente
influenciados por las tribus escitas que ya luchaban de esa manera.
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Ejército Asirio
Líneas de las
diversas campañas
contra las tribus
israelitas Meggido
Campañas
de Sargón
713 a.C
Jerusalén
Gath
Gaza
Raphia
Campañas Asirias
en el Frente
Fuerzas egipcias Occidental
Uno de los elementos más importantes con que contaba el ejército asirio eran
los ingenieros de combate, logrando desarrollar no sólo una multiplicidad de
equipos para franqueo y transporte de tropas en zonas de difícil acceso, sino que
también desarrollaron grandes capacidades para construir maquinas de asedio.
Combinados todos los elementos militares hacían de la maquinaría bélica asiria
una herramienta colosal para poder aplicar su política conquistadora.
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No hay ejército eficiente si su sociedad, cuyas fuentes humanas nutren al
mismo del principal elemento de éste, si la misma no estuviera preparada para ir a
la guerra. El punto principal por el cual Asiria se había convertido en una máquina
de matar tan eficiente era su sociedad militarizada. Desde el rey hasta el último
miembro de la comunidad formaban parte de una estructura militar, pues la
organización jerárquica del ejército se había extendido a la sociedad. Podemos
decir que fue la primera sociedad militar del mundo.
Las campañas militares asirias tuvieron como objetivo primario el control de las
fronteras y sus zonas adyacentes buscando una profundidad estratégica
adecuada para su supervivencia, pero posteriormente comenzaron a lanzar
campañas cada vez más intensas y profundas con el objetivo de conquistar
nuevos territorios, conseguir esclavos y zonas de recursos que les permitiera
ampliar sus fronteras nuevamente. Al reemplazar en los campos la mano de obra
de los campesinos por esclavos, permitió que las campañas militares no fueran
estacionales y por lo tanto sus ejércitos tuvieron una mayor cantidad de mano de
obra libre para reclutar y por el tiempo necesario que las mismas requiriesen.
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Clastres, Pierre. Arqueología de la Violencia. La guerra en las sociedades primitivas. Ed Fondo
de Cultura Económica. 2007
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reclutar con los que se podían alinear en un campo de batalla. De los 150.000
hombres que se podrían reclutar, un 30 % al menos debían estar desperdigados
en las guarniciones de frontera con el objeto de resguardar las mismas ante un
ataque en caso de que el núcleo principal del ejército estuviera empeñado en una
operación. Otro tanto debían permanecer en reserva para poder acudir al
momento del llamado en caso de que se los necesitase, por lo tanto del resto, la
mayoría eran tropas auxiliares que cubrían los puntos estratégicos a medida que
la fuerza principal avanzaba, dejando que para una batalla o un asedio, un
comandante contaría con entre 30.000 y 35.000 hombres como mucho. Esta cifra
hoy nos puede parecer muy baja, pero para la época era un ejército enorme.
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Las primeras guerras libradas fueron de carácter defensivo y guerras
preventivas con el objeto de mantener sus fronteras en la estrecha llanura ribereña
del Tigris, además de mantener abiertas las rutas comerciales que eran
indispensables para su supervivencia. Pero al finalizar el siglo X, todas las rutas
comerciales se hallaban cortadas y los pasos de montaña bloqueados por tribus
rebeldes que realizaban una constante guerra de guerrillas en los montes Zagros y
las alturas del Tauro, creando sendos frentes en el Norte y el Este. En el sur la
situación se volvía cada vez más complicada por las constantes reivindicaciones
del los distintos reyes. Ante estos acontecimientos se decidieron lanzar campañas
militares de las cuales nombraremos algunas para darnos una idea de cómo
luchaban los asirios y cómo funcionaba su maquinaria militar.
Las iniciales campañas que realizarán los asirios podemos calificarlas como de
contrainsurgencia, sin confundirnos con los procedimientos actuales y haciendo
referencia a que la misma no es un término moderno sino como explicamos
anteriormente mucho más antiguo de lo que pensamos habitualmente. Las tribus
del norte hacen una guerra insurgente donde no reconocen a la autoridad de
Assur y se rebelan en forma constante, utilizando procedimientos propios de la
guerra de guerrillas tales como incursiones, golpes de mano, emboscadas, etc.
Pero lo que es peor, es su capacidad para levantar en forma constante a otras
tribus de la región para que hagan lo mismo y con el objeto de crear zonas
controladas por ellos y que permitan que dicho control se ejerza sobre las rutas
comerciales que entran y salen de Asiria.
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asiria; en muchos casos fue de población sometida y en otros de población
designada para tal fin.11
11
Según Chaliand en los tres siglos que duró el apogeo militar asirio en su imperio, unos 4.000.000
de personas fueron desplazados en operaciones de deportación masiva. Semejantes cifras
demuestran posiblemente que los asirios fueron los pioneros en este tipo de operaciones, aunque
muchas veces la relocalización de colonos no fue violenta, sí lo fue en la mayoría de las veces. Si
bien muchos autores han minimizado estas acciones, probablemente haya sido peor de los
suponemos o sabemos, debido a la brutalidad de la guerra y a una política que se distinguía no
precisamente por su bondad y misericordia.
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4. Una configuración estructural de sus fuerzas para combatir en
formaciones lineales o para asaltar zonas restrictivas como ciudades o
fortalezas de montaña.
El imperio asirio asentó sus bases de acuerdo a la política militar de dos de sus
principales reyes: Asurnasirpal II (883-859 a.C.) y posteriormente su hijo
Shalmanaser III (859-824 a.C.). Con ellos las fronteras comenzaron a ampliarse y
un imperialismo basado en la conquista de pueblos adyacentes surgió con los
mismos.
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La base de esto fue el uso del terror con un fin netamente psicológico para lograr rápidamente la
sumisión de las regiones rebeldes. La tortura, la decapitación y la mutilación en todos sus
aspectos, además de una serie de procedimientos horrorosos, fueron ejecutados con la finalidad
de crear en el enemigo una conciencia de la derrota y la no oposición al poder militar asirio.
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momento pareció que su derrumbe era inminente. Pero con la llegada al poder de
Tiglat Pileser III (744-727 a.C.) quien mediante una serie de reformas militares y
aplicando una estrategia de largo alcance devolvió a Asiria todo su poderío; peor
aún, hizo del ejército asirio una maquinaria bélica sin parangón y sin imitación que
podemos decir recién con la legiones romanas la aparición de un ejército similar.
Con la muerte de Tiglat Pileser III le sucedieron una serie de reyes de gran
capacidad militar que llevaron las fronteras del imperio a su máxima extensión. Y
fue esa extensión la que comenzó a forjar su decadencia, como también la
inevitable política interna y estructura fiscal fallida para la administración del
mismo la que provocaría su decadencia y posterior caída. Pero un factor que los
historiadores del próximo oriente no han tenido en cuenta al momento de evaluar
la caída del Imperio asirio ha sido la capacidad de sus enemigos para adaptarse a
la guerra que Asiria les llevó. Cuando un ejército tan eficiente como el asirio se
convierte en una máquina de matar imparable, lo más lógico es que sus enemigos
derrotados lo imiten, tal como había ocurrido con los sumerios y acadios. De esa
manera y sin buscarlo, los asirios habían enseñado a sus vecinos a pelear. Todos
los ejércitos que lucharon contra ellos comenzaron a imitar sus tácticas, a
organizarse de la misma manera y a crear en sus sociedades una conciencia
militar para la guerra que les brindara los recursos necesarios para llevarla a cabo
con eficiencia.
37
para recorrer, y Grecia y Roma nos legarían una forma occidental de combatir que
ellos habían heredado del Oriente Próximo Antiguo.
38
Bibliografía
39
Los Orígenes de la Guerra
Los humanos comenzaron sus rituales mortuorios hace unos 150.000 años,
pero esas prácticas comprenden la sepultura –que puede proporcionar datos- pero
también la cremación y la exposición de cadáveres13. Aun así no siempre es
posible distinguir entre heridas producidas por accidentes, las provenientes de
violencia individual y las sucedidas en ocasión de violencia grupal, siendo éstas
las que aportarían datos a esta investigación.
13
(Keely, 1996)
40
Las armas aparecen regularmente 40.000 años atrás y las fortificaciones están
sujetas al sedentarismo que aparece alrededor de hace 14.000. Lo que establece
un marco temporal amplio pero más preciso si tenemos en miras que nuestra
especie camina sobre la tierra hace dos millones de años, y que el homo erectus
hace 500.000 años. Entre éstos “…el Hombre de Pekín, el “Prometeo” que
aprendió a conservar el fuego, lo utilizó para asar sus hermanos: al lado de los
restos del primer uso regular de fuego se encuentran los huesos mutilados y
tostados del propio Sinanthropus Pekinensis…”14, podría hacer suponer alguna
actividad asociable a la guerra, sin embargo sólo muestra una gran habilidad para
sobrevivir y seguramente orientada a la caza.
El “Horizonte Militar”
14
(Lorenz, Sobre la agresión: el pretendido mal, 1971) (Ferril, 1997)
41
En 1949 Harry Holbert Turney-High15 formula su teoría del “Horizonte Militar”
para separar esos dos períodos que quedarán bautizados como ―Guerra Primitiva
o Ritual‖ y ―Guerra Real o Civilizada‖. El planteo parte de la idea que la diferencia
entre las dos se debe a que en la primera sus ejecutores son pueblos iletrados
que desconocen las normas básicas de la ciencia de la guerra, esencialmente no
tienen táctica y ello lo manifiestan por su ausencia de formaciones de combate.
Propone cinco condiciones necesarias para una:
1. Operaciones Tácticas
2. Comando y Control definidos. Sin definición de una autoridad militar en
control durante la acción, sólo se obtiene una riña sangrienta
3. Habilidad para conducir una campaña para la reducción de la resistencia
enemiga si la primera batalla falla. Esta es una condición muy importante,
es mucho más que un raid, e implica una mayor autodisciplina y
organización social
4. El motivo debe ser claro. La guerra debe estar basada en un motivo grupal
y no individual, o por causa de parentesco. La guerra verdadera está por
encima de las disputas hereditarias o familiares; es una cuestión política
propiamente dicha.
5. Adecuado abastecimiento
15
(Turney-High, 1949)
42
que la victoria puede no producirse o ser sólo aparente y que tiene mayor valor la
supervivencia del guerrero.
16
(Turney-High, 1949)
43
Es cierto, para seguir con la metáfora, que recoger lo que la naturaleza brinda
sin control, no es lo mismo que cosechar lo plantado; pero esencialmente son dos
actividades idénticas en dos etapas de evolución, diferenciables por esta condición
temporal. Con la guerra sucede lo mismo, Turner-High no ve la guerra primitiva
como una etapa de aprendizaje bélico, y pretende por otra parte que la táctica es
una invención -que ciertamente lo es- pero que se creó completa en un solo acto,
que aún sería previo al primer combate civilizado. La diferencia que sí es
apreciable es que los objetivos primitivos eran menos concretos, y más variados y
las formas muy laxas.
Hugh Kennedy explica lo que llama la “Paradoja del Nómade”17 . ―En la historia
de la guerra ha sido generalmente el caso que la superioridad militar reside en los
estados más ricos y los que tienen la más desarrollada administración… Los
nómadas que asolaron y a veces dominaron las tierras… de Europa, eran una
excepción a esta regla. Casi por definición, no tenían estado y aparato
17
(Kennedy, 2002)
44
administrativo, a menudo venían de tierras pobres y completamente ignorantes en
las artes de la civilización‖. Sin embargo causaron el terror de estados modernos y
se impusieron a ellos. ¿Cómo lo lograron? Kennedy destaca que poseían una
mayor movilidad, que todos los hombres adultos eran guerreros y que sus líderes
eran seleccionados por su habilidad para hacer la guerra. Pero la paradoja
comprende algo más, aun los más exitosos guerrilleros tienen que convertirse en
guerreros convencionales y adoptar sus tácticas cuando alcanzan un gran éxito,
pues entonces son ellos los que tienen tierras y riquezas que deben defender y
administrar.
El inicio de la Guerra puede entonces datarse hace 30.000 o 20.000 años atrás,
mientras que la forma de Guerra en la que hoy todavía nos movemos puede
estimarse que comenzó a introducirse de manera discontinua y sujeta al grado de
evolución del grupo comunitario entre los 12.000 y los 10.000 años.
45
Ahora que conocemos su antigüedad y su práctica tan variada es forzoso
admitir que la Guerra es un conocimiento, un saber humano profundo y arcano
que no puede soslayarse, y que obliga a estudiarlo, aprenderlo y desarrollarlo bajo
la condena ―de pérdida de lo que nos es más querido‖ que nos indicara Sun Tzu18.
46
especialización militar en la sociedad primitiva; el primitiva batalla campal
individualista en la que los participantes practican duelos hombre a hombre,
aunque no necesariamente en contra del mismo hombre, debe haber dado paso
bajo presiones competitivas al esfuerzo más unificado. Unificación predica
liderazgo y organización de partidas de caza, que era fundamental para la
sociedad primitiva, proveyó un modelo a partir del cual el liderazgo podría ser
trasladado al campo de batalla‖.
20
(Harris, Caníbales y Reyes, 1986)
47
Desde otro enfoque Claude Meillassoux21 observa que en las sociedades
donde se alcanza el progreso de la horticultura –actividad en la que las mujeres
tienen alta participación- se denota la debilidad femenina durante los períodos de
embarazo y lactancia, esto llevaría a la obtención de hembras fuera de la
comunidad derivando en guerras inter-tribales. Confirmando la condición de
recurso para la mujer Meillassoux destaca que las hembras “conquistadas” eran
objeto de protección por el conquistador y tratadas como las otras de la tribu. Ese
trato consistía en el sometimiento de la mujer a la familia en un principio y a las
élites gobernantes después, lo que las convierte en un objeto. Se debe observar
que desde este enfoque el recurso buscado no es la mujer en sí, sino su
capacidad reproductiva.
21
(Meillassoux, 1975)
48
produce intimidación y disuasión en otras comunidades que podrían terminar
como tributarias de recursos. En nuestro mundo la capacidad de sostener la
propia soberanía es presupuesto de reconocimiento por la comunidad
internacional y facilita la obtención de recursos tanto por las vías pacíficas como
las bélicas. Así la sofisticación de la civilización ha llevado a un refinamiento del
concepto “recurso‖ lo que nos ha guiado a la disminución de la aplicación de la
Guerra como medio de supervivencia.
Es obligado admitir que hay Guerras cuyas causas no reconocen ningún vínculo
con la supervivencia, ni aun remotamente. En estos casos es mi opinión que no se
trata de Guerra, sino de un acto criminal de máxima magnitud donde tanto las
poblaciones como sus fuerzas armadas son abusadas y bastardeadas por los
promotores de acciones violentas colectivas que sólo llevan a su propio beneficio.
¿Qué es la Guerra?
49
En intención de simplificar las posturas vigentes tomaremos como guía la
estructura de la síntesis de teorías realizada por Annalee Newitz y Joseph
Bennington-Castro22 :
22
(Newitz & Bennington-Castro, 2012)
23
(Peterson & Wrangham, 1996)
24
(Ehrenreich, 1998)
50
por qué la guerra no suele sentirse "natural" a la mayoría de los hombres, y
requiere un tipo de transformación ritual del guerrero o de una formación básica.
La guerra es un comportamiento aprendido, y sus rituales son una defensa contra
el miedo de la depredación.
51
equilibrio con los recursos. Malthus creía que mientras la humanidad no llegar a
establecer controles preventivos decentes, la acción positiva de la guerra se
aseguraría de que la población no superará a la oferta de alimentos. Esta idea se
superpone un poco con la teoría del "desequilibrio ecológico" de la guerra, en la
que "los puntos de inflamación de conflicto" son el resultado de estrés ecológico
de los humanos que explotan demasiados recursos de la tierra. Cuando los
recursos se agotan, surgen los conflictos.
Pensamiento de grupo:27 Esta teoría explica que durante una crisis, los
grupos - no importa cuán inteligentes o bien informados - suprimirán las opiniones
disidentes, debido a la presión de ponerse de acuerdo sobre un plan de acción, lo
que lleva a tomar decisiones terribles. Esto es en cierto sentido una versión
complementaria de las teorías del macho guerrero y la persuasión de los
25
(Beehner, 2007)
26
(Paret, 1986)
27
(Janis, 1982)
52
halcones. La idea es que, cuando se ve amenazada, la gente se forma
naturalmente en bandas de "nosotros" contra "ellos", y luego toma decisiones
arriesgadas para mantener su sentido de identidad de grupo superior. Esta teoría
se ha aplicado con frecuencia para analizar la guerra en Irak.
Gestión del Terror: La teoría sugiere que los seres humanos forman grupos
culturales como tribus y naciones, porque necesitan creer en algo de ellos va a
vivir después de su muerte. Todos tememos nuestra propia mortalidad, pero en
nuestras culturas nos damos creencias y rituales que amortiguan ese miedo. Los
problemas surgen cuando estas creencias se ven amenazadas. La teoría de la
gestión del Terror sugiere que para muchas personas, un ataque contra su nación
o su grupo despierta su miedo básico de la muerte. Puede verse alguna relación
con la teoría del Rubicón, donde las amenazas al grupo son la causa de que las
personas crucen un umbral en el que están dispuestos a tomar decisiones
violentas que nunca harían en la vida cotidiana. La teoría de la gestión del Terror
sostiene que cruzar este umbral hace que la gente esté dispuesta a morir para
preservar su cultura - porque, después de todo, es sólo su cultura lo que puede
vivir después de ellos.
53
El Impulso Agresivo: La agresión es un instinto de lucha que ayuda a los
individuos y especies a sobrevivir. En los animales, hay inhibiciones innatas contra
matar a otros de la misma especie, como el despliegue de gestos de sumisión.
Pero es diferente para los seres humanos: las armas y agresión comunitaria ("el
entusiasmo militante") aumentan nuestra capacidad para defendernos, y también
para infligir violencia sobre otros grupos. La expresión inevitable de la agresión
humana es la guerra. Esta idea sugiere que la guerra es específica para la
humanidad, como resultado de nuestras herramientas avanzadas y la
organización social. Esta teoría está vinculada con las ideas de Konrad Lorenz.
El hombre es una especie animal más del planeta tierra y, como las otras
especies, tiene características que le son propias, que lo distinguen. Su aspecto
es el de una especie débil sin elementos físicos que lo hagan peligroso como
garras, fauces feroces o caparazones y espinas. Sin embargo esa apariencia es
28
(Lorenz, Sobre la agresión: el pretendido mal, 1971) (Lorenz, On aggression, 2002)
29
(Harris, Theories of Culture in Postmodern Times, 1999)
54
engañosa esconde dos herramientas más peligrosas que todas las otras. Por una
parte el hombre tiene una psique compleja, o más compleja que la de otros
animales, que le da la capacidad de modificar el entorno y adaptarse; la segunda,
que está íntimamente ligada a la primera, es su carácter gregario, su capacidad de
reunirse en comunidades organizadas. Como consecuencia de la acción conjunta
de estas virtudes aparece una tercera primordial a las otras que es la generación
de cultura. Así el hombre es un ser biológico al par que es un individuo social.30
―Es posible observar que un animal doméstico –un gato, por ejemplo, o un pero
o un animal de corral- si se encuentra perdido y aislado vuelve a un
comportamiento natural que fue el de la especie antes de la intervención externa
de la domesticación. Pero nada semejante puede ocurrir con el hombre, ya que en
su caso no existe comportamiento natural de la especie al que el individuo aislado
30
(Lévi-Strauss, Las estructuras elementales del parentesco, 1991)
55
pueda volver por regresión…No se puede entonces tenerla esperanza encontrar
en el hombre ejemplos de tipos de comportamiento de carácter pre cultural‖31. El
hombre construiría una comunidad similar o muy diferente a la que conoció, pero
siempre una comunidad y producirá cultura.
31
(Lévi-Strauss, Las estructuras elementales del parentesco, 1991)
32
(Mead, 1940)
56
caballo y carruaje. Una forma del comportamiento mismo se vence sólo cuando
otra cosa ocupa su lugar, y con el fin de inventar formas de conducta que harán
obsoleta la guerra, es un primer requisito para creer que una invención es posible‖.
Este autor señala que los impulsos biológicos más relevantes –vitales- como el
hambre, la fatiga, los impulso sexual, etc., nos exigen una conducta de respuesta,
por ejemplo el hambre mueve a la búsqueda de comida, su ingesta y la producción
de saciedad. Esta relación que inicia con un impulso, es seguido de una reacción
del cuerpo y concluye en una satisfacción que está influida por la cultura. La
secuencia se compone en síntesis de: Impulso Reacción del cuerpo
Satisfacción. De los tres elementos el central es el menos influenciable por la
cultura, mientras que el lazo fisiológico entre el primero y el segundo y el lazo
psicológico entre éste y el tercero si se ven afectados por la cultura, esto hace que
toda la secuencia se interinfluencia culturalmente sin dejar de ser ineludible. ―La
cultura en todas sus innumerables variedades redefine las circunstancias bajo las
cuales se puede producir un impulso, y es posible que en algunos casos remodele
33
(Malinowski, An anthropological analysis of war, 1948) (Malinowski, Magic, Science and Religion
, 1948)
57
el impulso y lo transforme en un valor social…, sin embargo, en cualquier cultura
nunca puede producirse la eliminación completa de cualquiera de estas
secuencias vitales, impuestas a cada cultura por la naturaleza [biología] humana…
cada cultura tiene que incorporar integralmente la secuencia completa vital de las
tres fases‖.
Existen además los impulsos no vitales que pueden ser excluidos culturalmente
por no ser esenciales a la continuidad comunitaria. La agresión, la hostilidad, el
odio o la violencia forman parte de estos impulsos que resultan ser además
impulsos derivados. Así un freno, bloqueo u obstaculización de una secuencia vital
puede dar lugar a una agresión que tenga por objeto remover el estorbo. Pero la
agresión también puede surgir de una gran variedad de elementos no orgánicos
determinados por factores culturales como la propiedad económica, la ambición,
valores religiosos, sentimientos personales, dependencia, autoridad, etc. Los actos
de violencia están determinados culturalmente, no biológicamente. Los
sentimientos culturales o definidos culturalmente pueden guiar o ser guiados hacia
actos de violencia, por ejemplo a través de imperativos convencionales,
tradicionales o ideológicos. Entonces la hostilidad puede transformase
culturalmente por medio de propaganda, alarmismo, adoctrinamiento, educación u
otras vías de inducción y conducción. La educación primariamente apunta a
contener los impulsos de hostilidad individual y regularlos para sostener la unidad
comunitaria; también conduce a la violencia grupal hacia afuera según los
lineamientos culturales del grupo. Los casos de agresión puramente fisiológica son
muy escasos y mayormente objeto de atención psiquiátrica.
58
―…La materia prima de la hostilidad existe ciertamente. Pero no es de ninguna
manera el núcleo biológico de cualquier tipo de violencia organizada, en el sentido
en el que el sexo es el núcleo de la vida organizada de la familia, el hambre de la
administración, la evacuación de las instalaciones sanitarias, o el mantenimiento
de la temperatura corporal, un factor biológico, alrededor del cual se centran los
ajustes culturales de la ropa y la vivienda‖.
―Los seres humanos nunca pelean en gran escala bajo la influencia directa de
un impulso agresivo. Luchan y se organizan para la lucha porque, a través de la
tradición tribal, a través de las enseñanzas de un sistema religioso, o de un
59
patriotismo agresivo, han sido adoctrinados con ciertos valores culturales que
están dispuestos a defender, y con ciertos odios colectivos sobre los que están
listos para el asalto y el asesinato. Dado que la pugnacidad está tan extendida,
pero indefinidamente plástico, el verdadero problema no es si podemos eliminarla
completamente de la naturaleza humana, sino cómo podemos canalizarla a fin de
que sea constructiva‖. Esta posición complementa la de Margaret Mead.
Otra línea de ideas que apunta a esta condición cultural de la guerra es que
muchas teorías que tratan de explicar la funcionalidad de la guerra en la especie
humana siempre derivan y concluyen sus posturas vinculándola a la cultura de la
sociedad. Creo correcto citar una de ellas que parte de la crítica a otra.
Creo que es indiscutible que uno de los libros fundamentales para comprender
la guerra como fenómeno es la “Historia de la Guerra” de John Keegan34 . En esa
obra su autor expone, ciertamente con un enojo que las letras impresas no pueden
ocultar, que cuando Clausewitz plantea su famosa frase “la guerra es la
continuación de la guerra por otros medios”, se equivoca pues en ocasiones la
guerra pierde o carece de objetivo político. Cita entre otros casos la guerra
sucedida entre los rapanui habitantes de la Isla de Pascua que ante el
agotamiento de los recursos y la consiguiente ruptura del equilibrio ecológico
34
(Keegan, Historia de la Guerra, 1995)
60
comenzaron una lucha por el liderazgo de la tribu que terminó con el exterminio de
los grupos en pugna. Y más claramente considera que el empleo de las armas
nucleares no encaja en el enunciado del prusiano pues su nivel de muerte y
destrucción no puede considerarse un objetivo político. Más allá de estar o no de
acuerdo todo los factores que esta elucubración emplea –supervivencia, ecología,
extinción, tecnología, muerte, política- confluyen sobre la cultura lo que coincide
con la postura que sostengo.
61
Bibliografía
62
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University of South Carolina Press. 1949
WRIGHT, Quincy. A Study of War. Chicago: University of Chicago Press. 1942
63
Los números y la guerra: El Ejército de Jerjes
"Los persas perdieron sus guerras en Grecia en parte, porque los griegos
triunfantes escribieron las historias y otros textos que sobreviven"
J.M. Balcer.
Jerjes era el comandante supremo de la fuerza de invasión del 480 a. C., pero
el funcionamiento del ejército, como de todo el imperio, dependía de la capacidad
del rey para delegar. Para asegurar la lealtad hacia su persona, muchos de los
principales comandantes y comandantes de contingentes secundarios estaban
64
relacionados con el Rey y la casa real. Por ejemplo, Mardonio, uno de los seis
grandes generales del ejército, era el cuñado del Rey y Masistes era el hermano
de Jerjes.
Hydarnes era hijo de Hydarnes quien conspiró para llevar al trono a Darío I, y
tenía una posición de mando totalmente independiente era responsable solo ante
el Rey a diferencia de los otros comandantes. Su comando era el de los diez mil
Inmortales. Había otras cuatro unidades de guardia, dos de mil lanceros y dos de
65
mil jinetes cada una, estaban bajo el control de Jerjes, pero podían destacarse
como en Platea.
66
Matienos
Pactycs Artayantes Ligyes –Mariendeni - Gobryus
Sirios
Armenios - Frigios Artochmes
CABALLERÍA
Persas – Sagartos S/D Caspios S/D
Elamitas –Cissianos - S/D Libios -Paricanos S/D
Kashishitas
Indios (Carros y S/D Árabes (Camellos) S/D
Caballos)
Bactrianos S/D Medos S/D
67
bajo un Pempadarca. Herodoto dice que además de los oficiales persas, los
líderes nativos también acompañaban a sus hombres. De nuevo, Herodoto es más
vago al dar detalles de la caballería. Dice que los persas, los sagartianos, los
cissianos, los bactrianos, los caspianos y los paricanianos suministraron la
caballería. Los indios suministraron caballería y carros, los libios solo carros. Los
árabes suministraron tropas montadas en camellos. Agrega que solo estas
naciones suministraron tropas montadas, pero no se menciona a los Sacae que
desempeñaron un papel prominente en Platea. La organización de los
contingentes montados era probablemente decimal, pero el número de carros (si
es que existían) y cómo se organizaron es imposible de decir. Quizás ellos
también pudieron haber sido decimales. Una miríada de carros, sin embargo, o
incluso tres mil (tres hombres por carro es una posibilidad) parece absurdo si se
considera que toda la confederación hitita reunió un máximo de dos mil quinientos
para la batalla de Qadesh.
Herodoto nos da una gran cantidad de detalles con respecto a las unidades en
el ejército de Jerjes. Dos pasajes son especialmente importantes. En primer lugar,
cuando Jerjes deja Sardis, se describe el núcleo élite del ejército. Jerjes tiene dos
unidades de guardias, cada una fuerte en mil hombres, que no están conectadas
con los Inmortales. Herodoto los llama Aichmophoroi o portadores de lanza.
Dichos soldados a menudo se llaman Doryphoroi, con el mismo significado. Es
posible que estos soldados sean del tipo de los representados en los relieves de
Persépolis con una lanza y un pequeño escudo en forma de ocho y sin arco, por lo
general con el sombrero acanalado de Polos. Sin embargo, en la campaña, los
persas vestían como medos, aunque el equipo parecía haber permanecido igual.
Una de las unidades estaba formada por nobles y la otra era una fuerza selecta.
Las dos unidades de guardia montadas que se describen en el mismo pasaje eran
también de mil hombres cada una y la única unidad que quedaba con Mardonio
era de nobles.
Los Inmortales eran diez mil y siempre se mantenían con toda su fuerza.
Herodoto no los describe como Aichmophoroi o Doryphoroi, sino como soldados
68
de infantería (Pezoi), sugiriendo que eran como otra infantería nativa en el ejército
y con similar equipamiento equipo; es decir con una combinación de arco, lanza y
escudo. De los diez mil Inmortales, Herodoto dice que nueve mil tenían lanzas
adornadas con granadas de plata en lugar de púas y que los mil restantes tenían
granadas de oro. Estos mil hombres habrán formado la línea del frente de
Decarches en el campo de batalla y es posible que llevaran el Gerra (escudos de
mimbre). Herodoto también menciona que los más cercanos a Jerjes –Angchistas-
tenían manzanas (Mela) en lugar de granadas en sus lanzas. Esta distinción
parece relacionarse con las dos unidades principales de guardias de mil hombres,
lo que convierte a uno de ellos en Melophoroi. Esto hace que la división de
guardias de Jerjes tenga un total de catorce mil hombres. En este punto no hay
ninguna razón para dudar de las fuentes de Herodoto, ya que la organización es
similar a los ejércitos Aqueménidas posteriores.
69
publicación de “Historia del arte de la guerra en el marco de la historia política” de
Hans Delbrück en 1900 que se comience a racionalizar el volumen del ejército
peras y de los ejércitos de la antigüedad en general.
70
debajo de ellos son más compatibles con la Lista de Satrapías que con la Lista del
Ejército, aunque de manera aproximada, teniendo en cuenta los problemas de
propaganda política inherentes a la naturaleza de las inscripciones. Herodoto
describe el imperio desde el punto de vista griego y en lugar de hacerlo con la
visión persa. La Lista del ejército de Herodoto, sin embargo, puede decirnos las
razas en el imperio y su equipo (no con demasiada precisión), y se cree que la
Lista del Ejército es correcta en su identificación de unidades, pero esto todavía no
significa que éstas fueron las tropas que acompañaron Jerjes en Grecia. Las
descripciones de Herodoto sobre algunos tipos de tropa suenan verdaderas
combinadas con los relieves de Persépolis; pero no es verdad para todas las
naciones que enumera. No podemos ubicar a los caspios o los frigios en
Persépolis. Cualquiera que sea la fuente de Herodoto, parece inclinarse hacia la
parte occidental del imperio, en la que hay una gran parte del ejército de Jerjes
reclutado de miembros de tribus montañesas de Asia Menor y armado con
jabalinas como los frigios, los micianos y los pafionianos y psidianos. Ninguno de
estos puede ser visto en Persépolis. Tal vez esto sugiere la disposición de mayor
detalle para la parte occidental del imperio, y menor a medida que se adentra en la
región oriental. Sardis pudo haber sido también la fuente de Hecateus. Heródoto,
tal vez y simplemente haya hecho que estos contingentes surgieran de un
conocimiento bastante básico y poco equilibrado del Imperio Persa. Parece
curioso que las tribus duras y avispadas de montañistas pudieran criar una miríada
de hombres cada una cuando Jerjes podía reclutar solo diez mil Inmortales y diez
mil persas nativos en la más próspera Persis. Creo que un dato de las tendencias
creativas de Herodoto se aprecia en su cuenta del imperio de Darío: sesenta y
siete naciones, para sesenta y siete contingentes de ejército, marina y caballería
de y que los líderes heroicos en la Ilíada (griegos y troyanos juntos) totalizaban
sesenta y siete. Por lo tanto la Lista del Ejército no puede ser tratada como algo
completamente verdadero, sino más como un indicio.
Las tropas que quedaron atrás en Grecia con Mardonio en 479 a. C. muestran
un gran predominio de las unidades iraníes e iraníes orientales: persas, medos,
bactrianos, sagartianos y sacae. Solo indios, frigios, misios, poenios, tracios y
71
algunos infantes de marina egipcios y etíopes son además mencionados. Esto
hace que uno cuestione el paradero de los psidios, moschi, macrones y otros de
menor valor combativo, pues parece extraño que Jerjes devuelva a Asia sus
tropas más prescindibles. Herodoto usó fuentes de Asia Menor y su imaginación
para completar unidades para la lista de veintinueve comandantes persas. Sin
embargo la diferencia en las unidades aplicadas a Platea sugiere que Herodoto
tenía otra fuente; presumiblemente un ateniense u otro testigo ocular griego de la
batalla que describió lo que vio. Otras piezas de evidencia que respaldan esto son
los jarrones Áticos de Figuras Rojas del período. Ninguno de estos muestra a las
tropas de Jerjes en nada excepto en el ropaje de medos. Pudo haber sido que los
pintores de vasos griegos siempre representaban a un persa estereotipado. Esto
es posible, pero solo hay unos pocos que muestran soldados armados etíopes de
la época; probablemente el soldado de tipo marino etíope o egipcio en Platea, lo
que sugiere que los artistas griegos podrían haberlos diferenciado si tenían ideas
adecuadas de las tropas vistas por ellos mismos o por las descripciones de los
veteranos griegos. Otra posibilidad es que todos los miembros del ejército del
Gran Rey estuvieran equipados al estilo persa. Pero, incluso con sus recursos
financieros, no es creíble que gastase su dinero en un equipamiento tan costoso
como poco relevante; por demás los montañeses de las tierras altas no tendrían
las finanzas suficientes para ello. La caballería, sin embargo, puede haber podido
permitirse esto, ya que sería la rica aristocracia la que la mantenía en las formas y
el equipo persa.
El ejército fue reclutado sobre la base de que todos los reclutados deben
obedecer ese llamado a las armas y seguir al Gran Rey. Incluso solicitar la
exención podría resultar en la más dura de las penas, como descubrieron
Oeobazus y Pythios que pagaron con la vida de sus hijos tales pedidos. La
elegibilidad para el servicio armado comenzaba a la edad de veinte años y las
personas permanecían calificadas hasta los cincuenta años. Jenofonte dice que
había casi 120,000 persas en el imperio; lo más probable es que se refiera a los
hombres en edad militar, pero es difícil determinar cuán precisa es esa cifra. Entre
los persas, la infantería era reclutada de los granjeros y la nobleza formaba la
72
caballería. Medos, bactrianos y sacae eran otra constante en los ejércitos de
Aqueménidas. Estas naciones formaron la mayoría de la caballería. Los
campesinos más pobres parecen haber sido citados por los aqueménidas como
honderos, pero estos solo son mencionados por Jenofonte y Curtius. No puedo
creer que la honda, un arma campesina típica, solo se usara desde el tiempo de
Jenofonte en adelante. Herodoto no los menciona. Esto sugiere que Jerjes solo se
llevó su mejor y más útil infantería y que tales campesinos mal armados fueron
reunidos solo en defensa de su patria contra los Diez Mil de Jenofonte y los
ejércitos de Alejandro en Issus y Gaugemela.
Hay documentos de Babilonia que enumeran los equipos que un jinete tenía
que proporcionar y hacen evidente que, al menos, se podría contratar y equipar a
un sustituto en lugar de realizar un servicio militar personal. Tal vez Oeobazus y
Pythios también deberían haber ofrecido sustitutos; parece extraño que no lo
hicieran. El Rey de Reyes, sin embargo, tenía un poder absoluto y tal vez haya
razones políticas y estratégicas para estas decisiones. Estados semiautónomos
también proporcionaron tropas; los cilicianos, si se puede creer en Herodoto,
proporcionaron infantería de marina. Uno debe notar que hubo mercenarios
incorporados y mantenidos por Jerjes. Un ejemplo notable es la guarnición judía
de Elefantina en Egipto. Muchas de las tribus de las montañas de Asia Menor bien
pudieron haber sido mercenarios pagados, tal vez, a través del saqueo. Los
psidianos, por ejemplo, parecían propensos al bandolerismo y las incursiones. De
nuevo, esto no significa necesariamente que estuvieran en el ejército de Jerjes y
seguramente serían incapaces de enfrentarse a una pesada falange de hoplita.
Los nómadas escitas bien pudieron haber sido mercenarios al igual que los indios
en el ejército de Jerjes. Tengamos en cuenta que Mardonio los conservó para su
campaña de Platea. Esto enfatiza su calidad ya que el ejército de Mardonio era
una fuerza selecta.
El entrenamiento de las tropas fue muy variado. Darío habla de ser un buen
jinete, arquero y lanzador, tanto a pie como a caballo. Probablemente, resume el
entrenamiento solo para la nobleza. Lo más probable es que la arquería se
73
aprendiera de los escitas inicialmente, como lo habían hecho los medos. Los
atenienses usaban escitas a bordo de sus barcos y como fuerza policial. Son
comunes en jarrones griegos en este período y deben haber sido maestros de su
oficio. Estrabón da una cuenta del entrenamiento persa. Mucho, al parecer, se
aprendió de la caza: lanzamiento de lanzas o jabalinas, tiro con arco y,
curiosamente, el uso de la honda. Sin embargo, escribe sobre Cardaces, antes del
año 368 a. C., lo que lo hace un tema difícil de interpretar. Las tropas parecen ser
parte de la nobleza, pero su armamento (excepto la honda, quizás usada solo en
la caza por nobles) resulta idéntico a la descripción de Herodoto de la infantería
persa ordinaria, que debe haber sido hábil en arqueros y lanceros cuando se
inspecciona el cuentas de Termopilas y Platea. La infantería básica simplemente
carecería de tiempo para llegar a ser tan hábil como la nobleza. Las unidades de
guardia eran profesionales de tiempo completo, obviamente superando en calidad
a las tropas de la línea. El entrenamiento para los medos y los cisianos y susianos
era casi seguramente similar, ya que eran razas importantes dentro del imperio;
pueden haber contribuido con hombres a los Inmortales. Los contingentes iraníes
orientales como los bactrianos y sus parientes eran en gran parte nómadas; la
capacitación volvería a surgir de la caza y de cualquier disputa local que pudiera
ocurrir.
74
513 a.C. menciona el pago de una madre a un comandante del ejército en Elam
por su hijo, lo que sugiere que no todo el entrenamiento militar babilónico había
cesado hasta esa fecha al menos. Una nación en particular que sirvió como
vasallos en lugar de mercenarios y no fue desmilitarizada fue Egipto. Sus tropas
sirvieron muy eficazmente como infantería de marina en la flota y luego fueron
transferidos a la fuerza terrestre de Mardonio. Había dos clases de soldados: los
Kalasires y los Hermotubies. Herodoto dice que eran profesionales, ya que tenían
prohibido practicar cualquier otro oficio. Es posible que los Kalasires fueran
egipcios y los Hermotubies fueran libios. Herodoto pudo haber confundido a los
etíopes de origen libio.
Después de tener una idea sobre la organización del ejército de Jerjes, ahora
es necesario observar el tamaño de la fuerza. Como mencioné antes, casi todos
los eruditos se sienten obligados a hacer que el ejército del Gran Rey sea lo más
grande posible sosteniendo el espíritu de Herodoto. Para establecer esa magnitud
de fuerzas creo conveniente considerar no sólo los ejércitos de invasión, sino
también los de defensa, que son casi siempre más grandes que las fuerzas
ofensivas enviadas fuera del país de origen simplemente porque es posible
obtener el máximo reclutamiento aprovechable. En este último sentido es útil
considerar las fuerzas aqueménidas hasta las campañas de Alejandro Magno.
75
administración persa era capaz de organizar las raciones necesarias con
suficiente idoneidad. Cambises ya había cruzado el desierto del Sinaí para atacar
a Egipto por medio de la inteligente planificación de suministros. Las campañas de
Artajerjes en el siglo IV estaban bien provistas y equipadas. No hay ninguna razón
para pensar que Jerjes estaba menos preparado. Se instalaron depósitos de
suministros avanzados en las áreas controladas por los persas, en la costa Tracia,
Tyrodiza, Doriscus, Eion y Macedonia. Cuando Herodoto escribe sobre los
abderianos de Tracia y los tasianos de la isla de Tasos, sugiere que Jerjes tendría
su ejército provisto por vasallos cuando fuera conveniente. Además, los intentos
de presionar a los estados griegos para que ofrezcan tierra y agua como muestras
de sumisión eran también su forma diplomática de obtener posibles bases de
suministro directo. Una Tebas simpatizante de los medos suplió tales necesidades
en el tiempo de Platea. También Jerjes había dicho "…llevamos mucha comida
con nosotros mientras marchamos y tendremos más comida de aquellos cuya
tierra y gente invadimos. Porque los hombres contra los que marchamos no son
nómadas sino agricultores‖. Jerjes estaba muy consciente de lo que le había
sucedido a Darío en Scythia, donde hubo de enfrentar una estrategia de tierra
arrasada. Mientras no encontrase una resistencia obstinada, él podría establecer
su base de suministro en Grecia continental. Fue esa resistencia que el Gran Rey
subestimó lo que llevó la campaña al fracaso.
76
Por otra parte el Imperio Persa tenía otros problemas en 480 a. C. entre los que
Grecia era sólo uno de ellos, y no el único. Egipto había sido recientemente
recuperado después de una revuelta, requiriendo una guarnición mercenaria persa
y judía, y Babilonia también había sido obligada a volver a la sumisión. No es
posible determinar con cuánta fuerza se llevaron a cabo las operaciones en
Macedonia y la cuenca del Indo. La frontera norte del imperio siempre fue
vulnerable a las incursiones escitas por lo que requería vigilancia. Además de todo
esto, las provincias menos volátiles tenían que ser igualmente guarnecidas y
administradas. La población nativa persa no era siempre numéricamente pródiga,
ya que un millar de hombres parece haber sido el comando de guarnición más
grande que podría tener un sátrapa. Para obtener una idea del tamaño del ejército
de Jerjes hay que observar las fuerzas posteriores desplegadas por el Gran Rey.
La batalla de Issus tuvo lugar en 333 a.C. y Arriano dice que Darío tenía
600,000 soldados en el total de su ejército, pero las tropas efectivamente en
campaña ascienden a 140,000. De éstas, 30,000 eran mercenarios griegos,
30,000 eran caballería y 20,000 eran infantería ligera. La infantería ligera son los
honderos y jabalinas del tipo encontrado en Anabasis de Jenofonte. No se
mencionan los honderos citados por Herodoto, pero sí están en la Cyropaedia de
Jenofonte; eran campesinos reclutados solo en tiempos de crisis local, no las
tropas de calidad necesarias para la fuerza de tarea de Jerjes. Los mercenarios
griegos no estaban disponibles para Persia en 480 a. C. y los griegos asiáticos no
eran del mismo calibre. Arriano, sin embargo, escribe sobre 60,000 Cardaces;
estos profesionales de la guerra estaban equipados de manera muy similar a la
infantería de línea del tiempo de Jerjes y formaban parte regular de los ejércitos
persas. Sería imprudente decir que los Cardaces y la infantería de línea persa de
Herodoto eran el mismo tipo de unidad, pero la similitud en el equipo y su función
en el campo de batalla debieron ser similares en función y diferentes en calidad.
Esto hace que su número de 60,000 se pueda sugerir como un máximo para la
buena infantería persa nativa disponible para la defensa del imperio. Cualquier
fuerza enviada al exterior ciertamente debería ser menor. Incluso en el supuesto
de que hubo declinación de la población entre los persas nativos desde 480 hasta
77
333 a.C. (y no se evidencia ninguna), la cantidad de buena infantería persa
disponible para las acciones en el extranjero no podría haber excedido los 60,000.
Los números de Arriano también pueden ser exagerados y podríamos, tal vez,
disminuir esta cifra. Nótese también que mientras Persia usaba mercenarios
griegos en este período, Jerjes tenía unos 13,000 aliados griegos en Platea. Así
que consistentemente los griegos, de una forma u otra, formaron una parte
considerable de los ejércitos aqueménidas desde 479 a.C. en adelante en el teatro
occidental. Alrededor de 14,000 estaban en el ejército de Ciro el Joven de 401 a.
C. Sólo las tropas de valor militar útil se habrían llevado a Grecia con cualquier
aliado confiable reclutado en el camino.
78
no podemos estar tan seguros y podemos conjeturar que la Lista del Ejército es,
en su mayor parte, una fabricación.
Conclusiones
El tamaño del ejército de Jerjes será una fuente de controversia, durante mucho
tiempo más. Lo cierto es que las ideas sobre el tamaño demasiado grande del
ejército no se sostienen y que Jerjes tendría muchas menos tropas sujetas
79
efectivamente al campo de batalla de las que realmente llevó a la campaña en
Grecia. Además, otras áreas y fronteras del imperio tuvieron que atenderse
militarmente al mismo tiempo. Los ejércitos aqueménidas que representan un
reclutamiento completo para la defensa local contra Alejandro en el siglo IV,
alcanzarían alrededor de 100.000 para la máxima leva útil disponible. La fuerza de
Jerjes, que operaba fuera del imperio, debía ser menor. Tal vez la figura de
Jenofonte de 120,000 persas en el imperio sea bastante realista.
Independientemente del tamaño real del ejército de Jerjes, Herodoto lo magnificó
porque él y otros griegos querían creer que era así. Nos tomó casi dos milenios y
medio para dejar de desear que fuera así también.
80
Bibliografía
BRADFORD, A. With arrow, sword, and spear : a history of warfare in the ancient
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Varios. Studies in the Greek Historians. New York: Cambridge University Press.
1975
81
La Batalla de Qadesh. Un ejemplo de la guerra en la Edad del
Bronce
Introducción
Una sociedad tan compleja como la egipcia, debió a lo largo del tiempo
evolucionar en un complejo imperio. El cual para sostenerse precisaba de un
gobierno fuerte, y esta fuerza necesariamente estaría dada por un ejército
permanente que lo sostuviera, pero además necesitaba de una burocracia
administrativa que permitiera sostenerlo. Uno de los episodios de este reinado nos
permite, ver la complejidad de su organización en una de las actividades sociales
más antiguas de la humanidad.
La batalla de Qadesh librada por los imperios hitita y egipcio en el siglo XIII
antes de Cristo, tiene varias características que la han hecho particular. Quizás la
más importante de ellas es que es junto a la batalla de Megido uno de los primeros
hechos de armas que están documentados, aunque en Qadesh y a diferencia de
Megido por ambas partes contendientes. Al igual que el tratado de paz que puso
fin a esta guerra está debidamente registrado y por último el choque de la
tecnología, aquí se enfrenta el hierro contra el bronce. Solo con estas
peculiaridades la batalla se gana un debido lugar en la historia. Pero además en
82
su desarrollo va a presentar; técnicas procedimientos y modos de luchar que se
van a repetir a lo largo de la historia de la guerra. Aquí podemos encontrar las
primeras lecciones que separadas por; tiempo, espacio, y procediendo de
diferentes sociedades militares, van a repetir las soluciones a los problemas que
se le presenten. Esto nos lleva a la obvia conclusión, de que existen principios
universales, que guían las acciones de armas. Si bien una enseñanza puede estar
debidamente documentada, al no ser accesible, obligará a repetir o redescubrir
acciones para llegar a las mismas conclusiones. Finalmente la presencia de los
máximos líderes en la contienda nos da la pauta de que siempre el instrumento
militar estuvo subordinado a la política.
83
Desarrollo
Durante el auge del Imperio Medio se desarrolla la batalla de Qadesh. Para esta
época tanto sus gobernantes como su clase dirigente, han cobrado debida
conciencia de la necesidad de poseer un adecuado instrumento militar. Es así que
los faraones y los miembros de la nobleza, se ocupan de las tareas castrenses,
tanto en la asignación de recursos en el sistema burocrático de gobierno, como en
la integración de la oficialidad para la dirección del ejército. Si bien los principales
cargos y funciones eran ocupados por nobles, éstos eran profesionales ya que
desde temprana edad, la educación de los mismos se realizaba en los cuarteles,
hecho que incluía a los príncipes herederos. Por su parte la tropa provenía de la
leva que se realizaba sobre la población, la misma tenía un sistema de carga
impositiva, ya que la administración contaba como impuesto, los miembros que se
aportaban al ejército. Además contaban con tropas provenientes de las tribus y
pueblos conquistados, que por sus destrezas y habilidades, conformaban
35
La invasión de los hicsos no debemos tomarla sólo como una irrupción violenta de los mismos,
sino más bien como una irrupción progresiva ante un debilitado sistema administrativo y político
egipcio.
84
unidades especiales, siendo los más característicos los Nubios y los Sherden,
estos últimos tan valorados que conformaban la guardia del faraón.
85
Como se puede apreciar la masa de la fuerza compuesta por la infantería,
tendría la misión principal de conformar el elemento de choque y los carros se
reservaban, para conformar vanguardia, exploración, guardaflancos y el concepto
de reserva. Esta última función será determinante en la batalla de Qadesh. La
infantería combatía en formación de falange, en los relieves de la época se puede
observar que las mismas estaban compuestas por una formación en cuadro, con
un frente de ocho hombres y una profundidad de once, esto da un total de ochenta
y ocho hombres, lo que podría implicar que las compañías se subdividían en tres
fracciones, o que por cuestiones de escala en la representación, solamente
formaban un cuadro compacto de un reducido frente con una considerable
profundidad. En el primer caso tendríamos subunidades con una amplia capacidad
de maniobra, mientras que en el segundo tendríamos una subunidad con una gran
capacidad de choque, pero con dificultades a la hora de realizar maniobras
rápidas.
El ejército hitita, estaba conformado por una gran cantidad de pueblos, pero que
eran homogéneas en su modo de vida. A diferencia de los egipcios que
desarrollaron como agricultores a orillas del Nilo, los pueblos de Anatolia (la actual
Turquía asiática) fueron en principio cazadores, que devinieron en pastores y que
luego se dedicaron a la agricultura. Esto les dio la característica común de
desarrollar la cultura guerrera más apta para la conquista. Los pueblos que logró
agrupar Muwatallis para esta campaña, por lo tanto eran más aguerridos que los
egipcios. Y a diferencia de los habitantes del Nilo, confiaban más en los carros que
en la infantería, de manera tal que la mitad de los efectivos que se reunieron para
esta campaña correspondían a esta arma. El carro de los hititas era más pesado
que su homólogo egipcio y tenía tres tripulantes. Auriga, lancero y escudero, lo
cual le confería un mayor poder de choque, sacrificando la velocidad y capacidad
de maniobra. Esto nos lleva a inferir que en el combate estas unidades explotaban
lo que hoy se llama, el efecto psicológico paralizante. Cuando se lograba esto sus
rivales quedaban inermes frente a los carros, o en el mejor de los casos echaban
a correr. La dificultad del empleo de estas tácticas, reside en el hecho que el
terreno debía reunir ciertas condiciones, tales como estar despejado de
86
obstáculos, ser llano y amplio. La mejor formación de carros para lograr el efecto
citado, era la de línea, y cuanto la línea era más extensa que profunda mayor, era
el efecto.
Campamento de
Ramsés Viejo Qadesh
Qadesh
Shabtuna
Bosque de
Robawi Alrededores de
Kamuat el-
Qadesh
Harmel
El problema era que para desplegar una extensa línea de carros, era necesario
un terreno todavía más amplio que el habitual. Estos terrenos son difíciles de
conseguir y por lo general no están ubicados convenientemente. Por lo cual es
necesario desarrollar una maniobra previa, para llevar al enemigo al terreno
elegido, o preparar con anterioridad al paraje donde se prevé se va a llevar a cabo
la batalla. Las diferentes tribus y pueblos que integraban el ejército de Muwatallis,
87
aportaron los contingentes de carros para formar dos grandes columnas que
totalizaban alrededor de tres mil quinientos carros, casi once mil hombres. Por su
parte la infantería estaba compuesta por una agrupación de nueve mil hombres.
Estos estaban armados con escudos, lanzas y espadas, pero a diferencia de los
egipcios, llevaban armaduras de escamas (cuero y bronce) y sus espadas eran de
hierro. Lo que pareciera ser una ventaja tecnológica clara para los hititas no fue
explotada en su totalidad, porque estos privilegiaron el empleo de carros con
lanzas, al choque de falanges de infantería. Esto se debe básicamente al menor
número de los últimos.
36
Una de las maniobras del ejército napoleónico por el cual sus fuerzas marchaban separadas y se
unían en una batalla posteriormente.
88
terreno. Los caminos de la época no tenían un ancho considerable, por lo cual los
hombres que se podían desplazar por los mismos no podían ser más de cuatro y
no toleraba más de un carro a la vez. Esto significa que una columna de infantería
de cuatro mil hombres, avanzando en frente de cuatro ocuparía un kilómetro de
extensión pero la columna de quinientos carros ocuparía tres kilómetros, con lo
cual la columna final con separaciones mínimas se extendería por seis kilómetros.
Si se suman los cuatro cuerpos en una sola columna se extendería por
veinticuatro kilómetros (cálculos conservadores), lo cual la haría poco flexible y
difícil de conducir con los medios de la época.
El ejército egipcio logro atravesar el Sinaí, siguiendo la línea costera con las
separaciones antes descriptas. Tras superar los territorios de Palestina y a la
altura de la ciudad de Biblos, se alejó de la costa y siguiendo el curso del Orontes,
se dirigió a la ciudad de Qadesh, que era uno de los objetivos, con el cual
conseguiría asegurar sus fronteras. El encolumnamiento de sus divisiones era el
siguiente: Amón (con el faraón), Ra, Ptah y Suketh. Muy próximo a Qadesh
Ramsés encontró indicios de que el ejército hitita se encontraba próximo.
Evidentemente Muwatallis para emplear mejor sus fuerzas, compuestas en su
masa por carros, debió elegir el lugar donde presentar batalla. Para lograr que los
egipcios se dirigieran hacia el lugar, dejó unos soldados adecuadamente instruidos
para informar a las fuerzas egipcias sobre la supuesta ubicación de los hititas.
Esta técnica por increíble que pueda parecer resulto efectiva, lo que evidencia que
los egipcios no poseían un adecuado elemento de información. No poseían
informantes locales, lo que se puede deber a que eran considerados extranjeros, y
la seguridad inmediata que le brindaban los carros, no estaban suficientemente
adelantadas como para funcionar como fuerza de cobertura. La información que le
fue suministrada al faraón, era de que las fuerzas hititas eran mínimas y que se
retiraban más al norte de Qadesh, hacia el lago de Homs. Por lo cual el faraón
decidió reunir a sus fuerzas para atacar a los hititas bien al norte de Qadesh.
89
del faraón es la de Ra. Los hititas que esperaban atacar a las fuerzas egipcias por
separado, se abalanzaron sobre la división de Ra, siendo los carros la punta de
lanza del ataque.
Neharin
Hititas
Refuerzos Campamento Hititas
egipcios Egipcio
provenientes
de Amorru Amón
Qadesh Hititas
Ra
Batalla de Ptha
Qadesh
Bosques
Suketh de Labui
90
Ra, fue tarea para la infantería hitita, que hizo bien su trabajo, porque la división
no volvió a tomar parte en la batalla.
Desatada la batalla alrededor del campamento y cuando los hititas parecía que
tenían la victoria en sus manos, ésta se malogró, porque las tropas de Muwatallis
se desorganizaron dedicándose al pillaje. Al parecer el campamento egipcio y los
bienes que llevaba el faraón, despertaron la codicia de los hititas. Este valioso
tiempo que se les dio a los egipcios, fue bien empleado por el faraón, que organizó
37
Debemos tener en cuenta que las mismas no estaban diseñadas para ser arrojadas pues no
eran del tipo jabalinas y esa opción no era factible en el desarrollo de la batalla.
91
los carros que tenía disponible, y atacó a los hititas que estaban distraídos en el
saqueo de su campamento.
Cuando los hititas comenzaron a retirarse, empujados por los carros egipcios,
se unió a la batalla la división Ptah, que al parecer alertada por mensajeros apuró
su marcha. Esto significó la debacle del ataque hitita, los carros sin el apoyo de la
infantería, volvieron por el camino que llegaron y se retiraron del campo de batalla.
La persecución de los egipcios no fue eficaz, es probable que en su camino
siguiendo a los carros, se hayan encontrado con la infantería hitita, que había
destruido a la división Ra, y al medir fuerzas con ella, optaron por abandonar
definitivamente la persecución.
Si bien el ejército egipcio pareciera haber quedado dueño del campo de batalla,
no hay indicios de que haya continuado su campaña más al norte, como tampoco
los hititas procedieran a avanzar hacia el sur. El tratado firmado luego por ambas
partes, reconoce implícitamente que ambas partes se encontraban en situación de
equilibrio de fuerzas, por lo cual era mejor un tratado de paz y amistad.
Conclusiones
Mil trescientos años antes de Cristo que sumados a los dos mil de nuestra era,
nos dan como resultado una distancia de más de tres milenios, un espacio de
tiempo tan amplio que casi roza la prehistoria. Recién en el siglo tres antes de
Cristo con la conquista de Alejandro, occidente tiene una mirada más acabada de
92
esta civilización, que para esa época ya ha tenido su época de esplendor milenios
antes. Lo que conocemos como relatos orales de la historia y tradiciones egipcias,
se corresponden a esta época. La distancia temporal es tal que cuesta poder
ubicarse en el momento de los hechos de la batalla. Por ello las conclusiones
apenas pueden ser catalogadas como conjeturales.
93
Bibliografía
DELBRUCK, H. History of the Art of War within the framework of Political History -
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HOLMES, Richard. Campos de Batalla. Las Guerras que han marcado la historia.
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KEEGAN, John. Historia de la Guerra. Editorial Planeta. 1995
LÉVEQUE, Pierre. Las primeras civilizaciones. De los despotismos orientales a la
ciudad griega. Editorial Akal. 2012
94
GUERRA Y FORMACIÓN SOCIAL EN EL MUNDO GRIEGO
ANTIGUO
Por ello, aquí no nos interesa tanto comentar puntualmente batallas que ya han
sido descriptas con muchísimo detalle en innumerables libros y artículos, aunque
mencionaremos y glosaremos algunas de ellas para enfatizar los elementos que
nos sirven en función de observar y pensar la relación entre guerra y formación
social durante este período histórico. A su vez, haremos algunas consideraciones
sobre la importancia que en la actualidad algunos autores le otorgan a este
período, con su consecuente revalorización como fuente para entender los nuevos
conflictos armados que existen en la actualidad.
95
I – La falange
Al ser la guerra uno de los elementos fundamentales del mundo griego antiguo,
cada incursión o invasión a gran escala tenía como fundamento el intento de
devastar el territorio agrícola del enemigo, como indica van Wees4. En tanto se
buscaba afectar la agricultura, las batallas dependían de los ciclos de siembra y
cosecha por lo que estaban acotadas espacio temporalmente, lo que producía un
96
abandono transitorio por parte de los propietarios-soldados quienes abandonaban
provisoriamente sus labores para colaborar en la batalla.
97
Pero es magnífico a su vez, como indicamos con Aristófanes, las formas que
asumían los relatos sobre este tipo de choques, tanto en las comedias como en
las tragedias, lo que ponía al alcance de los sentidos de todos los integrantes de la
polis el relato sobre el desempeño de los hoplitas. La fuerza bruta y sus
componentes elevaban a los hombres, logrando así una marcada reproducción de
las costumbres y valores bélicos, que también incluían la representación de las
acciones en las celebraciones y esculturas. Pensemos que, al no ser cuerpos
militares profesionales a excepción de los espartanos, era de suma importancia
lograr involucrar a toda la polis, y más aún a los combatientes, en la defensa o el
ataque a llevarse a cabo.
Aquí sólo hicimos referencia al modelo típico de la falange de las polis griegas,
y no a la falange espartana cuya actuación era altamente eficaz debido a que a su
organización en tanto fuerza militar profesional y permanente, se sumaba una
composición organizada en subunidades lo que generaba en su integración una
mayor flexibilidad.
98
II- Cisma al interior del mundo griego
Para Donald Kagan, en esta primera fase la estrategia seguida por el ateniense
Pericles tenía dos facetas: encerrarse dentro de las murallas de la ciudad y dejar
el campo en manos de los espartanos, suponía que los recursos podían obtenerse
por el comercio utilizando el poderío naval de la polis, a la vez que dicho poderío
permitiría hostigar al enemigo en las costas bajo la forma de incursiones a los
lugares bajo su control. Si chocar contra la falange espartana conllevaba un gran
riesgo debido a la alta probabilidad de derrota, se suponía que esta estrategia
99
sería una muestra clara de cómo podía Atenas dañar al enemigo allí donde éste
no pudiese estar presente8.
Ahora bien, ante esta estrategia que rehuía el combate tradicional, los
espartanos debían concebir algún tipo de método que no sólo implicase las
invasiones al territorio agrícola del Ática. Sin embargo, tal como indica Fornis el
problema principal era la carencia de dinero para expandir la flota en función de
adquirir naves y remeros, por lo que cualquier intento de disputarle el mar de los
atenienses necesitaría de un apoyo importante por parte de las flotas de sus
aliados9.
Por otro lado se desprende de lo anterior que, debido a la ampliación del tiempo
y espacio de lucha entrarán a primar nuevos sujetos cuyo rol, que antes era
100
eminentemente secundario en la batalla irán asumiendo un mayor protagonismo y
centralidad: si Esparta tratará de ir conformando una flota para disputar el mar a
los atenienses decididamente y contratará mercenarios, Atenas buscará mejorar la
calidad de sus fuerzas terrestres, dándole un mayor impulso a la infantería ligera.
También tenemos que pensar que cualquier despliegue para el combate de las
fuerzas terrestres espartanas tenía que seguir una lógica centrípeta, es decir
siempre debían considerar que no podían alejar demasiado todos sus efectivos
para el combate a grandes distancias de la polis y sus adyacencias, ya que ello
supondría la oportunidad para que se rebelasen los ilotas y las fracciones sociales
sojuzgadas.
Sobre esta cuestión del nuevo impulso a la infantería ligera por parte de los
atenienses, la ocupación y batalla de Pilos y Esfacteria (425 a.C.), marca un gozne
en la forma en que se realiza la guerra y cómo repercute su resultado al interior
del mundo griego. No sólo los atenienses utilizan en gran número infantería ligera
y arqueros sino que logran vencer a una unidad espartana e incluso toman gran
cantidad de prisioneros, lo que repercute en dos sentidos: dan por tierra con la
imagen de la invencibilidad terrestre espartana y con el principio arraigado de que
los espartanos prefieren morir antes que ser prisioneros, a la vez que se
manifiesta de qué manera pueden usarse la combinación de infantes y arqueros
para imponerse en la batalla.
101
Destacamos en cursiva parte del párrafo anterior ya que si la falange
necesitaba de un terreno llano para lograr un despliegue efectivo en la medida en
que estaba equipada pesadamente, es lógico que llevándola a un espacio
desfavorable se verá afectada su capacidad de lucha y se le dificultará la forma en
la que pueda disponerse y maniobrar. Esto supone una interacción de nuevo tipo
entre enemigos que no actuarán de modo previsible, lo que consecuentemente
debe llevar a una adaptación para el combate.
102
omnipresencia del conflicto, su extensión y duración, la creciente relevancia de los
nuevos sujetos, la percepción y valoración de la guerra, entendemos tanto para
este período histórico como para los demás que la guerra no sólo puede dar
origen, sostener o modificar diferentes órdenes sociales sino que también no
puede percibirse simplemente como una actividad especializada escindida de las
estructuras y parámetros existentes en un momento dado.
103
utiliza. Por un lado, tenemos la creación de botas más ligeras y que se atan más
fácilmente, junto a la generalización del uso de cota de malla, específicamente el
linothorax (coraza de lino), en lugar de la coraza de bronce.
104
una mayor incorporación de hombres como infantería ligera o mercenarios. Pero
también, Ifícrates hacía del entrenamiento y la instrucción uno de los pilares de la
organización de sus fuerzas con lo cual constantemente éstas iban aprendiendo y
especializándose en diferentes formas de ataque y defensa.
Uno de los ejemplos del empleo exitoso de este tipo de fuerzas lideradas por
Ifícrates ocurrió en la batalla del Lequeo, durante la Guerra de Corinto (que
enfrenta a Esparta contra una coalición de polis liderada por Atenas que también
incluía a Tebas, Corinto y Argos), cuando en el 391 a.C derrotan a una mora
espartana (600 hombres), causándole unos 250 muertos. Los espartanos,
sorprendidos por la aparición de los peltastas ificráticos y por cómo les arrojaban
jabalinas, intentaron perseguirlos aunque obviamente el menor peso del equipo y
las armas hacía que los peltastas huyeran, a la vez que como relata Jenofonte, la
orden de Ifícrates era no entablar lucha cuerpo a cuerpo con los hoplitas sino
diseminarlos, en función de poder derrotarlos con las armas arrojadizas desde el
frente e individualmente por los flancos.13
En esta batalla se observa cómo los peltastas hacen uso de sus cualidades
para evitar el choque con los espartanos, utilizando su movilidad para
incomodarlos permanentemente, desordenándolos para poder atacarlos sin su
núcleo de fuerza constituido, desgastándolos en función de que su equipo resulta
más pesado e incómodo y venciéndolos en un marco en el que sus condiciones de
agilidad y acoso se imponen por sobre la fuerza bruta espartana.
105
imponerse en un combate corto dentro de un terreno uniforme, la actuación de los
mercenarios y tropas ligeras, al combinar movilidad gracias al equipamiento liviano
con la posibilidad de utilizar armas arrojadizas, dentro de una organización y
disciplina propias, establecería una diferencia con la cual poder imponerse
efectivamente en el campo de batalla.
106
adecuada para hacer la guerra. El peso de lo simbólico pues seguiría actuando e
influyendo fuertemente a la hora de disponerse para la lucha.
Conclusiones
Una correcta apreciación del mundo griego antiguo como totalidad implica
reconocer que los hechos armados no eran algo aislado, sino que influían
decisivamente en las actuaciones individuales y colectivas, y cuya densidad
también pesaba a la hora de construir un mundo cultural más amplio y asequible
para todos los ciudadanos. En este sentido, pensar la guerra en esta etapa no
puede escindirse de las lógicas que dan forma a las configuraciones sociales
existentes, y el tipo de cambios que éstas sufren a partir del desarrollo del conflicto
armado.
107
En la actualidad, de la mano de reconocidos académicos como Victor Davis
Hanson y Donald Kagan, pioneros en su momento en el estudio y difusión del
lugar de la guerra en la antigüedad helénica14, el mundo griego es considerado un
ejemplo histórico de cómo ciertos valores constituyen y disponen a una
determinada formación social para luchar. Sin embargo, esta revalorización de los
ideales guerreros y heroicos de los griegos es utilizada en función de sostener una
justificación de las doctrinas y principios intervencionistas de la política exterior
norteamericana15.
De acuerdo con esta concepción, se nos sugiere que entendamos los conflictos
armados actuales desde un prisma histórico que, partiendo desde Grecia, nos
remita en última instancia a los modos en que la superioridad occidental se ha
manifestado a lo largo de la historia, y a cómo ella tiene que ser utilizada para
asegurarla ante las amenazas y desafíos que plantea, por ejemplo, el terrorismo
como nuevo enemigo difícil de asir y combatir.
108
Notas
1. Aristófanes. Las Avispas, Buenos Aires, 1944, pág. 62. Muchas de las obras
teatrales griegas se referían al comportamiento de los hoplitas a la hora del
combate. En este caso, el autor alude a la batalla de Maratón.
7. Tucídides. Historia de la Guerra del Peloponeso, Libro IV, Apartado IV, pág.
231.
109
atenienses creía conveniente utilizar una estrategia con algunos elementos
ofensivos que incluya el combate directo con los espartanos.
10. Tucídides. Historia de la Guerra del Peloponeso, Libro IV, Apartado IV, pp. 228
y ss. Ediciones Orbis, Barcelona, 1986.
12. Moreno Hernández, Juan José. Ifícrates y la infantería ligera griega, pp. 218 y
ss. en POLIS. Revista de ideas y formas políticas de la Antigüedad Clásica 14, pp.
197-224, 2002.
14. Algunas de las obras fundamentales respecto a esta cuestión: por parte de
Hanson, su trabajo de edición en Hoplites: The Classical Greek Battle Experience.
(Routledge, 1991) y su The Wars of The Ancient Greeks (Cassel, 1999). Kagan
con su trabajo sobre La Guerra del Peloponeso (Edhasa, 2009), versión abreviada
del estudio original de cuatro tomos publicado por este autor entre los años 1969-
1987.
110
Por su parte Kagan, en su Sobre las causas de la guerra y la preservación de la
paz (Turner-FCE, Madrid, 2003) desarrolla la idea de que sólo es posible la paz a
partir del mantenimiento de una superioridad militar permanente, lo que supondría
intervenir a tiempo antes que esperar el desarrollo de los acontecimientos.
Además, Kagan junto a su hijo Frederick y Robert, eran asiduos colaboradores y
referentes del Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense, think tank pionera en
la difusión de los valores neoconservadores y el apoyo a la política exterior del
gobierno republicano de George W. Bush.
Ambos autores a su vez han escrito innumerables artículos sobre estas cuestiones
en varios diarios y revistas, la mayoría de ellos disponibles online.
111
Bibliografía
112
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civilización occidental. Editorial Turner-FCE. 2006
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Vol. 1, Cap. 9: “War and Society”. Editorial Cambridge University Press. 2008
113
De Agricultores a Soldados. La guerra y su impacto social en la
Grecia Antigua
Introducción
38
Según van Wees en el período clásico resultaron destruidas o aniquiladas cerca de veinticuatro
poleis, donde se cometieron todo tipo de abusos. Hay numerosos ejemplos en las fuentes clásicas
que hablan de la periodicidad de la guerra entre los griegos. Cuando la guerra entre las poleis
llegaba a su fin, dentro de la misma polis se sufría la stasis, la guerra civil. Es probable que los
griegos hayan sido belicosos e incluso que la guerra llegara a ser parte de sus actividades
políticas, propias de quienes creen en el sometimiento de semejantes o por cuestiones de
conveniencia económica. Hans van Wees. La Ciudad en Guerra. En Robin Osborne. La Grecia
Clásica. Editorial Crítica. 2002.
114
palacio cumplía una función centralizadora no solo de las actividades estructurales
y fiscales, sino también en la redistribución del excedente de recursos como
elementos fundamentales del control monárquico.
Que los griegos utilizaran una forma de guerra simple pero extremadamente
violenta y decisiva, es consecuencia de un proceso cultural íntimamente ligado a
la economía y a la base agraria de la polis, aspectos que analizaremos en el
presente trabajo.
El Surgimiento de la Polis
115
tendrían una cierta igualdad institucional. La posibilidad de participar en la
Ekklesía (Asamblea), los integraba a la comunidad política, como también y de
acuerdo estamentariamente a su capacidad de recursos, de conformar parte de la
organización militar de la polis en la falange de hoplitas, pero al formar parte de la
misma (la Ekklesía) les daba una autonomía propia de quienes toman decisiones
de estado debido a que era parte de la capacidad de la Asamblea.
El renacimiento cultural griego después de la edad oscura, entre los siglo VIII y
VII a.C., fue el resultado no solo de la integración de la aldea a la ciudad, sino de
la clase de propietarios iguales con capacidad de producir un excedente y que
41
Finley, Moses. La Grecia Antigua. Editorial Crítica. 2000. Pag 37
42
Gallego, Julián. Op Cit. Pags 28-33
116
diferenció a los diferentes grupos sociales que ahora convivían dentro de la
ciudad-estado. Para definir al campesino es necesario sumar cuatro aspectos
básicos:
43
Gallego Julián. Op Cit. Pag 44
44
Ibidem. Pag 47
117
Los homoioi,45 participaban de una comida en común para lo cual
aportaban una cuota fija de alimentos.
Solo los homoioi podían tener acceso a la tierra y a los hilotas, que eran los
que trabajaban y cuya producción les permitía hacer las contribuciones
obligatorias a las mencionadas comidas.
Solo los homoioi participaban de las asambleas donde se tomaban las
decisiones políticas.
Los espartanos participaban de un modo de vida público exclusivo.
Los periecos se agrupaban en base a comunidades aldeanas campesinas y
todas sus labores estaban relacionadas con tareas agrícolas relevando a los
espartiatas de todas aquellas tareas no esencialmente militares. Dentro de las
tierras conocidas como perioikis, no había una igualdad entre todos los periecos
pues al menos se distinguen tres grandes grupos: los labradores propiamente
dichos y que aparentemente eran la mayoría; los terratenientes y los tenderos.46
Los ejércitos espartanos no sólo se formaban con los espartiatas, tal como
muchas veces parece, sino que por el contrario la mayoría de la los integrantes de
la falange serían periecos cuyas posibilidades de recursos económicos les
permitiera la adquisición de la panoplia hoplita. Según Cartledge, muchos periecos
estaban desligados de la producción directa gracias a que poseían esclavos para
esas actividades.47
Para tener una idea de la función militar, para la batalla de Platea los
espartanos lograron formar una fuerza militar de cerca de 10.000 hoplitas, de los
cuales más de la mitad eran periecos. Esto no quiere decir que había igualdad de
unos con otros, puesto que en la falange los espartanos formaban solos, mientras
que las otras falanges estaban compuestas exclusivamente por periecos.48
45
Tradúzcase como semejante, no iguales como muchas veces se ha traducido. Cartledge, Paul.
Los Espartanos. Ed Ariel. 2009. Pag 16
46
Gallego, Julián. Op Cit. Pag 64
47
Cartledge, Paul. Op Cit. Pag
48
Hanson, Victor Davis. The Western Way of War. Editorial Caliber Press. 1998. Pag 88. Para
Hanson, la capacidad militar espartana estaba limitada por la poca demografía existente entre los
espartiatas y su miedo constante a la rebelión de los hilotas. Nunca enviaban fuerzas más allá de
118
En el siglo V aumentó la importancia del reclutamiento de los periecos, debido
en gran parte para sustituir las pérdidas de la guerra y, ya durante la guerra del
Peloponeso, conformar un mayor número de fuerzas militares, donde se incluía
una activa participación de los mismos en el control de los hilotas. El ejército
espartano se vio solicitado cada vez más a enviar fuerzas fuera del Peloponeso, y
el temor a una rebelión de los hilotas, los périecos resultaban una fuerza militar a
la que podía recurrirse sin que opusieran muchos obstáculos. Es así que los
espartanos van a dar a los periecos una mayor participación, sin dejar de ser por
ello los espartiatas la clase dominante.
Con la invasión tebana y el declive militar espartano las poleis periecas fueron
arrasadas cuando Epaminondas lanzó su campaña que llegó hasta las puertas de
Esparta. La devastación del territorio sufrido por lo periecos y la activa
participación de estos en la guerra, además de haber demostrado su lealtad, les
permitió hacerse cargo políticamente de sus poleis, logrando un cierto
autonomismo del cual antes no habían gozado.
su área de influencia en el Peloponeso y el total de las mismas no era superior a las dos terceras
partes de las fuerzas que quedaban en territorio espartano.
119
aún cuando fueran dependientes de una pólis mayor en el terreno político y
militar.49
Más tarde con las reformas de Clístenes donde las comunas campesinas fueron
elevadas al rango de demos ligándolas definitivamente al poder central de la polis.
―De esta manera se manifiesta el lugar de la aldea en la base de la pólis
ateniense, y es justamente mediante su existencia que podemos entender la
especial disposición del territorio ático como espacio político. Clístenes politizó el
campo ático y arraigó allí la identidad política. Desde entonces, la integración entre
campo y ciudad adquiriría una forma orgánica por la cual los vínculos entre las
comunidades locales y la sociedad global se regirían por los lazos políticos e
institucionales. Las reformas de Clístenes permitieron incorporar a la comuna
política a los campesinos, como miembros con todos los derechos. Es hasta las
guerras Médicas que la pólis y la democracia progresaron en forma conjunta y
paulatina, pero al finalizar la misma el Areópago apareció de modo visible al frente
49
Gallego, Julián. Op Cit. Pag 88
120
del gobierno de la ciudad debido al prestigio que adquirió al impulsar el desenlace
y apoyar al estrategia que finalizaría con la decisiva batalla de Salamina.
Posteriormente con Efialtes, el Areópago sólo ejercería funciones judiciales,
mientras que la asamblea, el consejo y los tribunales realizarían de modo práctico
los principios del poder popular.‖ 50
50
Gallego, Julián. Op Cit. Pag 109
51
Las técnicas mecánicas utilizadas eran las siguientes: el pisoteo o el corte con elementos de filo.
Hay dudas sobre la efectividad de la aplicación de las mismas debido a que se necesita una buena
cantidad de mano de obra para llevar a cabo la tarea y también debiendo tenerse en cuenta el
tiempo que insumía esta actividad. Ver Thorne, James. Warfare and Agriculture. The Economic
Impact of Devastation in Classical Greece. Art. Greek, Roman, and Byzantine Studies. GRBS. 2002
121
constitutivo importante en la dieta de los griegos por sobre las aceitunas y la uvas,
nos da la pauta de que la destrucción de estos podría afectar en gran medida no
sólo a la economía de una polis, sino también a la población.
Ante esta situación debemos tener una cierta cintura para afirmar, como dice
Hanson, de que la devastación de los cultivos podía transformar la guerra. Puede
que sea así en parte, pero no era una causa exclusiva. Según Gallego ―La
importancia de las legumbres ha sido reconsiderada, y se ha llegado a plantear si
en realidad la famosa tríada no sería más bien un cuarteto. El cultivo de
leguminosas tiene varias implicaciones, pues se asociaría con una producción
agrícola intensiva con mucha atención puesta en el mejoramiento del terreno,
buena provisión de agua, pocos animales y elevada utilización de trabajo manual,
que además de vid, olivos y árboles frutales, combinaba cosechas de cereales y
legumbres, con menos tiempo dedicado al barbecho.‖52 Como podemos observar
la agricultura era vasta y no se acotaba solo a la vid y olivos, haciendo que la
economía de la polis no quedara limitada. Los campesinos griegos hacían un
aprovechamiento masivo de los recursos a su alcance y efectuaban una labor por
demás dura y compleja, ya que el cultivar las tierras venía de la mano de diversas
tareas previas, como la preparación del suelo mediante el abono y conformar
canales de riego en una zona bastante difícil para el beneficio agrícola.
52
Gallego, Julián. La Agricultura en la Grecia Antigua. Los labradores y el despegue de la Polis.
Revista SEHA. Historia Agraria. Pag(s) 15-35. 2004
122
Hoplita griego luchando contra un guerrero persa. Siglo V a.C.
Entre los siglos VIII y VI a.C. en algunas poleis54 se introdujeron ciertos cambios
militares que llevaron a los griegos a una nueva forma de combatir: la falange de
hoplitas. La falange no fue inventada por los griegos, pues este tipo de formación
53
Ibidem. Pag 28
54
Decimos en ciertas poleis porque no se ha podido establecer con seguridad en cual o en cuales
a la vez se dio la aparición de una formación de falange.
123
es mucho más antigua, e incluso en la llamada época heroica de la Grecia de
Homero los heróes no luchaban solos sino que junto a ellos había hombres
llamados promachoi, o los primeros de la fila, que luchaban juntos en una especie
de formación que podría haber antecedido a la falange. Si observamos la famosa
Estela de los Buitres de Naram-Sin, también podemos prestar atención a una
formación en falange.
55
Aún hoy está muy debatido la forma en que funcionaba la falange, pues su funcionamiento
concreto no está muy claro. De todas maneras, daremos la explicación que creemos por lógica se
ajusta o aproxime a la realidad.
124
estaban en condiciones de prestar servicio en la falange. Así, pues, alrededor del
60 % o más de un ejército hoplítico típico pertenecería a las familias no
aristocráticas de la polis.‖56
125
en profundidad57 y cuya flexibilidad era prácticamente nula, ya que si alguien
abandonaba su puesto la misma corría peligro de fraccionarse.58 ―Análogamente,
el soldado ciudadano busca el honor, la gloria y la fama con tanto celo como el
héroe homérico, pero solo podía ganarlo al servicio de la polis.‖59 Hay que tener en
cuenta que para los antiguos griegos las obligaciones militares de los ciudadanos
estaban relacionados a su situación social en la comunidad. Las relaciones
intracomunitarias pautaban que se era soldado en la medida en que se era
ciudadano y no a la inversa (Garlan), pues era en la falange y durante la guerra
cuando estos demostraban su verdadera condición.
También la danza, por lo menos hay mucho autores que están de acuerdo con
esto, permitía el entrenamiento rítmico necesario para mantener la formación en la
falange. A diferencia de todo esto, sólo los espartanos rompían con todos los
moldes, ya que eran la única polis en mantener un ejército profesional. Mucho se
ha hablado con respecto a ello, pero a diferencia de los demás ejércitos de las
otras poleis, los espartanos eran más un ejército de ocupación en su propio
territorio que para defenderse o atacar a otras poleis. El sometimiento de los ilotas
en la región de Mesenia, el elitismo reservado solo a los homoioi, y el poco
despegue demográfico de estos ante un avance de la población ilota, hizo que los
57
Esto iría variando con el tiempo hasta llegar a la falange macedónica que fue la última reforma
importante que sufrió con Filipo II y Alejandro. La formación de falange sería derrotada por la
mucho más ágil y flexible Legión romana en las batallas de Cinoscéfalos y Pidna en el marco de
las guerras macedónicas.
58
Como es propio de toda batalla o combate, cuando alguien pierde su puesto en la línea y huye,
normalmente arrastra a otros a imitar su conducta, por lo tanto, la preparación psicológica del
soldado es más que necesaria. La inculcación de valores, el sentido de lealtad para con el grupo y
la virtud se revelan como elementos esenciales para poder conformar una formación tan rígida
como la falange.
59
Pomeroy, Sarah. Op Cit. Pag 135.
60
El pankratio era el antecedente más cercano de las actuales MMA o Artes Marciales Mixtas, ya
que utilizaba técnicas de boxeo y lucha libre, valiendo combatir tanto de pie como en el piso.
126
mismos dedicaran sus fuerzas a convertirse en un ejército de ocupación y de
control sobre aquellos elementos sometidos. Pocas veces los espartanos van a
arriesgarse a emplear sus fuerzas fuera del territorio Lacedemonio. Los cambios
comenzarían durante la Guerra del Peloponeso que obligaría a una
reestructuración de la manera de combatir de Esparta.
La Guerra de Falanges
Esos hábitos agrarios dieron lugar a un protocolo militar extendido entre las
diversas polis, generando un carácter ritualizado y prácticamente acordado de
lucha. La falange no podía luchar en cualquier lado, era vulnerable en muchos
aspectos, pero no pareció importarle a los hoplitas hasta entrado el siglo V a.C. Si
la lucha se llevaba a cabo en territorio escabroso se corría peligro de romper la
127
formación, por lo tanto, los ejércitos se encontraban en campos acordados de
antemano para luchar en forma brutal y sangrienta.61
Las falanges empujaban hasta que una de las dos cedía y abandonaba el
campo de batalla. No había persecución del enemigo, sino que se rehacían las
filas, se levantaba el botín y se retiraba a continuar con las labores agrícolas. La
táctica era muy rudimentaria y estaba limitada por esa concepción ideológica de
los integrantes que veían como algo innoble la lucha fuera de estas
características. ―Los historiadores parecen a veces reacios a tener en cuenta la
naturaleza deliberadamente agraria de aquella forma de combate: el grado
asombroso en que el protocolo del cultivo y la sociología rural de la polis definía la
práctica de la guerra en todo el abigarrado paisaje de las nacientes comunidades
griegas.‖62 Esta forma de lucha se basaba en el choque y se limitaba al mismo, era
una exposición de fuerza bruta donde se empujaba hasta hacer ceder al
adversario. Para poder lograr mantener las filas prietas y evitar el desbande de las
mismas se hacía necesario un convencimiento tal que los hombres obraran
cooperativamente de la misma manera que lo hacían en las labores agrícolas.
Pero esto sólo no bastaba. La literatura, la cerámica, la escultura y un
adoctrinamiento basado en el heroísmo y el reconocimiento colectivo completaban
esta capacidad de los campesinos soldados para poder combatir como hoplitas en
la falange.
Por otro lado, estaban las fuerzas menos apreciadas en la guerra griega: la
infantería ligera o psiloi. A diferencia de los hoplitas estos no compartían los
mismos principios que guiaban a estos, ya que para aquellos que luchaban dentro
de la falange era un acto innoble el luchar con armas arrojadizas y a distancia.
Matar a distancia no es lo mismo que matar apuñalando, y eso diferenció en gran
medida a la infantería pesada de la infantería ligera, independientemente de cuál
de las dos era más apta para el combate de acuerdo a las circunstancias. De la
61
Hanson hace referencia y diferencia la guerra hoplita arcaica con la de la Grecia clásica en una
forma de defender sus tesis contra los análisis de Krentz o Han Van Wees. Ver la obra de Kagan,
Donald y Viggiano, Gregory. Hombres de Bronce. Hoplitas en la antigua Grecia. Ed Desperta Ferro.
2017
62
Hanson, Victor D. The Wars of the Ancients Greeks. Editorial Cassell. 1999
128
misma manera ocurría con la caballería y con los marinos de la flota (Jenofonte),
que no eran considerados como los hoplitas ya que no compartían los mismos
riesgos que estos.63
La guerra entre las polis no podía ser larga y extenderse mucho más allá de
cierto período de tiempo y en ciertos períodos del año. La misma estaba
circunscripta a los tiempos de siembra y cosecha, es decir en verano en un
concepto de la decisión militar que impregnó los campos de batalla. La logística no
estaba muy desarrollada en los ejércitos griegos y los mismos debían, en parte,
vivir del territorio que atacaban. Va a ser durante las guerras Médicas y su
contacto con ejércitos desarrollados como el persa donde comenzarán a organizar
los suyos (Ferrill).
63
La Guerra del Peloponeso va a demostrar en gran parte cuan equivocados estaban los griegos
con respecto al uso de la infantería ligera siendo un ejemplo de ello la derrota de Pilos y Esfactería
de una Unidad espartana en manos de infantes ligeros. Posteriormente la utilización de
mercenarios con una estructura basada en infantes ligeros y al mando de Ifícrates aniquilará a un
Regimiento espartano en Lequeo en el marco de la guerra corintia.
129
encontronazo, la falange al unísono, echaba el peso de siete hombres sobre
la espalda de los de la primera fila en colisión con el enemigo y bajo ese
impacto algunos hombres caían inevitablemente muertos, heridos o
aplastados por los de atrás; ello podría crear una brecha en el muro de
escudos, y los de las filas segunda y tercera se esforzaban por ampliarlas
con las lanzas, ensartando y pinchando desde su posición relativamente
protegida. Si la brecha se ensanchaba, se producía el othismos o empujón
con el escudo para abrirla aún más y crear más espacio para poder
desenvainar la espada, segunda arma del hoplita, y propinar tajos en las
piernas del enemigo; y era el othismos el método más eficaz, pues podía
producir la pararrexis o rotura cuando aquellos más fuertemente apurados
por la presión del enemigo cedían al impulso de huir, y deshacían las filas de
atrás o, lo que era más humillante, trataban de retroceder desde la mortífera
brecha, contagiando el pánico a sus compañeros.‖64
Hay ciertas dudas de que la batalla se haya dado siempre así, dado la dificultad
que conlleva poder luchar en forma tan apretada. De haberse dado el combate tal
cual la descripción que hemos hecho, la misma limitaría enormemente la maniobra
individual y sería casi imposible mantener algún tipo de formación lineal durante
cierto tiempo. Amalgamar hombres para que luchen con un campo de maniobra
restringido y sin posibilidades de retroceder es sumamente complejo de lograr,
sólo con una gran disciplina y altos valores socio-morales podría lograrse. Los
espartanos poseían esa capacidad y la harían valer a lo largo de la guerra del
Peloponeso; para el resto de las poleis nos reservamos en su aplicación.
64
Hanson, Victor D. Citado en Keegan, John. Historia de la Guerra. Editorial Planeta 1995. Pag(s)
305-306. Ver también, Hanson, Victor D. The Western Way of War. Infantry Battle in Classical
Greece. Editorial University of California Press. 1989. Pag(s) 135-151. Cap 12, The Charge.
130
Beocios CORINTIOS ARGIVOS EUBEOS ATENIENSES
Batalla de Nemea
394 a.C. Primera Fase
Si ésta manera de combatir era tan compleja ¿por qué se la utilizó durante al
menos tres siglos? Para poder explicarlo debemos volver hacia atrás a la base
agraria de la polis y a que la falange era más una representación social que militar.
La aparición de los hoplitas causó un cambio, para algunos historiadores fue una
revolución, y para otros fue un proceso gradual que terminó en lo que hoy
conocemos. Hay que ver a la falange como la representación ciudadana y
estratificada de la polis, donde la extracción del campesino-ciudadano-soldado de
sus tareas civiles era mínima (Garlan). Se debe tener en cuenta cuando hablamos
de la falange, que la misma representaba una modalidad de hacer la guerra donde
lo lúdico y gregario tenía una función inseparable. La guerra de hoplitas era
simple, violenta, corta y ritualizada. La misma era una expresión social de la polis
y la guerra se hacía porque estaba en la cultura de los ciudadanos. La literatura, el
arte, el deporte y todo lo concerniente a la formación social de una polis estaban
ligados a la guerra. La guerra y la sociedad griega arcaica y clásica son
131
indivisibles y comprenderlas de otro modo es muy difícil, pues no se podrían
comprender ciertas acciones y valoraciones éticas que se le daba a la guerra y a
quienes combatían en ella.
EUBEOS
ESPARTANOS
ALIADOS
ALIADOS
ALIADOS
Batalla de Nemea
394 a.C. Segunda y Tercera Fases
65
Esparta tenía dos reyes, era una diarquía. Se suponía que uno controlaba al otro, pero a su vez
también se reemplazaban en las tareas propias del liderazgo.
132
Hoplita griego. Obsérvese la posición para el combate; la misma hace repensar
en la forma de combatir de la falange, ya que sí ésta era la posición que debían
adoptar para la lucha el espacio necesario para llevarla a cabo entre hombre y
hombre es mayor que la explicación normal de que iban hombro con hombro.
133
Las Guerras Médicas (490 y 480-478 a.C.) demostraron que dos poleis
sobresalían por el resto: Esparta y Atenas. Ese liderazgo llevó a ambas a intentar
imponerse política y socialmente sobre la otra, desencadenando el largo y cruento
conflicto conocido como la Guerra del Peloponeso (431-404 a.C.).66 Pero la
diferencia social notoria entre ambas salió a la luz durante ésta guerra, y si algo
caracterizó a la contienda fue que modificaría la forma de guerra de las falanges, y
por ende la composición social de las poleis.
66
Anteriormente se vivieron varias acciones bélicas entre ambas polis y también entre sus aliados,
así que estas fechas son relativas a cuanto la duración del conflicto bélico.
67
Por el rey espartano Arquidamo que diseño la estrategia de dicha fase de la guerra.
134
431, cuando el grano estaba maduro; a principios del verano en 430 cuando el
grano estaba maduro; en los veranos del 428 y 427 en las mismas condiciones
anteriores y en 425 antes de que el grano madurara (Tucídides). Los espartanos
intentaron segar las cosechas mediante el fuego, algo que no consiguieron en su
totalidad, aunque muchos campesinos ateniense y aliados resultaron arruinados
económicamente.
Otra de las formas que tenían los espartanos de impedir la siembra era
ocupando las tierras de labranza, pero esto tenía una contra: el tiempo que debían
mantener fuerzas en tareas de este tipo, y si algo habían demostrado los
espartanos durante las guerras Médicas era su negación a mantener fuerzas fuera
del Peloponeso. Esto se debía a que cuantas mayores fuerzas se concentraran
fuera de su zona de control de los territorios bajo su dominio, mayor era el peligro
de una sublevación de los ilotas. Es por ello que los períodos de invasión y
devastación fueron cortos.
135
lograron un resonante triunfo en Pilos y Esfacteria al derrotar a un Locoi
espartano y obligarlo a rendirse.
La guerra confirió una nueva estructura social tanto en Esparta como en Atenas
que a la larga provocaría consecuencias enormes y trascendentales.
Consideraciones finales
136
terminó siendo sustancial, y posteriormente durante la Guerra del Peloponeso
cuando la estrategia ateniense se basó en su fuerza ¿si eran tan importantes
como los hoplitas, porque no tener los mismos derechos? Esparta tuvo que
reclutar a los periecos que habían sufrido en gran parte el ataque y la devastación
de sus tierras por parte de las incursiones atenienses, debido a la oliganthropia
68
que sufrían los espartiatas y que incluso debieron recurrir a los ilotas para
conformar fuerzas suficientes y cubrir las bajas de sus homoioi.
La nueva forma de hacer la guerra había comenzado una nueva etapa, atrás
quedaba la lucha de los hoplitas atados por constricciones sociales a la base
agraria de la polis. Ahora la guerra se volvería mucho más compleja, pero también
destructiva y perversa.
68
Restricción en la natalidad.
137
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WEES, Hans Van. The Homeric Way of War: The Iliad and the Hoplite Phalanx.
Greece and Rome. Vol XII. Nro 1. April 1994
139
La antología guerrera de la historia de occidente
Dr Diego Gonzalo Cejas
Universidad Guido Di Tella
69
LAFFIN, John, Grandes batallas de la historia, 1ra ed, Buenos Aires, El Ateneo, 2004, p 33.
70
CLAUSEWITZ, Carlos von, De la guerra I. Sobre la naturaleza de la guerra, Buenos Aires,
Biblioteca del Oficial, 1968, p 271.
140
efectivamente en ese ámbito que los versos guerreros influyeron sobre las fuerzas
morales.
Se puede afirmar que, dentro de la cultura occidental, entendida de manera
muy amplia, existe lo que podría llamarse una “tradición” de versos de guerra, que
hunde sus raíces en Grecia, Roma, la himnodia guerrera germana y la canción
épica hispana. Por lo tanto, es de interés para nuestro objeto de estudio el
explorar brevemente esa tradición de la cual los poetas del Plata se sintieron
herederos.
Por lo menos desde el siglo VI A.C.71, la canción guerrera definida como una
combinación armónica y rítmica de sonidos, destinada a estimular la disciplina del
cuerpo, así como a despertaren el alma vibración patriótica y sentimientos
guerreros72, proporcionó al hombre un medio para estimularse al combate,
exteriorizar sentimientos de alegría por la victoria, admiración a sus jefes o
identificación con ideales. Los espartanos, en particular, avanzaban cantando el
himno guerrero nacional o peán que les instaba a reverdecer las hazañas de sus
ancestros73. Una de los versos guerreros más antiguos que Occidente atesora fue
escrito por Calino de Efeso y decía así:
71
ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA, Manual de Historia Militar, 2da ed, Buenos Aires, Talleres
Gráficos de la Escuela Superior de Guerra, t I, p70
72
FERNÁNDEZ DE LATORRE, Ricardo, Historia de la música militar de España, Madrid, cit,
preludio.
73
ANGLIM, Simon y otros, Técnicas bélicas del Mundo Antiguo. 3.000 a.C- 500 d. C.
Equipamiento, Técnicas y Tácticas de Combate, Madrid, Libsa, 2007, p 20.
141
Mas ese no será recordado ni amado por el pueblo,
mientras que al otro, si cae, lo lloran tanto el grande como el chico
pues a toda gente afecta la nostalgia de un bravo
que supo morir. Y, si acaso pervive, rivaliza con los héroes,
porque a su paso admíranlo cual si fuera una torre en el muro;
hazañas acomete que valen por muchos, siendo él uno74.
74
AAVV. TRAD RODRIGUEZ TOBAL, Juan M., Los inicios del canto. El ala y la cigarra. Fragentos
de poesía arcaica griega no épica, Madrid, Hiperión, 2001, versos 8 a 21. Fragmento 1.
142
ahorrar nuestras vidas. Así pues, oh jóvenes, luchad unidos y no déis la señal de
la huída vergonzosa ni del miedo75. La épica de Tirteo devino de un nuevo
principio: un patriotismo que reemplazó la búsqueda del honor individual. Junto al
patriotismo se revelaron otros valores guerreros: en el combate no importaba la
riqueza ni el linaje. El valor los igualaba; esto es lo que Oswin Murray llamó la
nueva moral76.
Puede asegurarse que la poesía de guerra de Calino y Tirteo utilizó palabras e
ideas provenientes de la Ilíada77. Para un hoplita, el coraje guerrero (areté)
demostrado en batalla era considerado la mayor virtud a la que podía aspirar un
griego78. Así, quien exhibía ese valor era un valiente (agathos), opuesto al cobarde
(kakos). Esto impone calificar conductas específicas: para ser valiente ¿qué debía
hacerse? ¿Mantenerse firme en la falange o tener actitudes agresivas?
En la poesía homérica el coraje se vinculó más con la agresividad, pero en el
seno de la Polis la areté se relacionó con el modo en que el hoplita mantuvo firme
su posición en la consecución de la victoria de la falange 79. El hoplita ya no se
destacaba en la habilidad individual con su lanza, sino en la decisión de mantener
su puesto en la fila y no huir cobardemente, lo que implicaba el abandono del
escudo, sobre el cual pesaba el mandato materno de regresar con él o muerto
encima de él80.
En la sociedad espartana no fue el poeta (aedo) el dador de gloria, sino que la
polis, en su continuidad temporal, garantizaba al combatiente el recuerdo de sus
acciones. La propaganda espartana hizo de la “bella” muerte una ley y sus
hombres de armas la cumplieron. Una estricta codificación premiaba al guerrero
victorioso con una vida honorable, y si éste moría, su muerte era vista como un
contratiempo necesario. Una bella muerte salvaba la polis, pero la disciplina
75
TIRTEO, VI
76
MURRAY, Oswin, Grecia arcaica, Ed. Taurus, Madrid, 1981, p 126.
77
No hubo en Tirteo información táctica o militar expresa, sino incitaciones de tipo ideológico para
sostener la guerra Las exhortaciones al combate son iguales a las de Homero; así Tirteo intentó
expresar una nueva mentalidad pero a través de una antigua traición poética.
78
JAEGER, Werner. Paideia. Los ideales de la Cultura Griega,, 15 reimpresión, México, Fondo de
Cultura Económica, 2001, p 317.
79
HANSON, Victor D., ―Génesis de la Infantería, 600 – 350n a C.‖ en PARKER, Geoffrey, Madrid,
Ed Akal, 210, p 37
80
Tirteo VII; VIII; X; Calino I
143
hoplítica salvaba de la muerte a la mayoría de los combatientes. Por eso
condenaba a quien huía (trésas) o era cobarde.
Himnodia guerrera
Los ideales que divulgó Tirteo fueron propios de los dorios: una aristocracia
fundada en el privilegio de las armas y sostenida por el culto a las virtudes
guerreras de los antepasados. En los 230 versos que se conservan de él, pueden
leerse el elogio de la muerte en batalla por la patria, la descripción del combatiente
valeroso y la exaltación de la constitución espartana. Las elegías de Tirteo, de
tono firme y severo, caracterizaban el elogio del valor guerrero y la vigorosa
afirmación del ideal moral de la patria espartana. El heroísmo que propuso no se
fundó en gestas personales, sino en acciones disciplinadas de las tropas, acciones
requeridas por la nueva táctica hoplítica. Por estos motivos sus cantos de guerra o
peanes tuvieron gran fortuna en toda la Grecia y fueron cantados en las escuelas
y en los campamentos y suscitaron sentimientos de virtud: Para un valiente es
hermoso caer muerto en la primera línea de la lucha.
El culto de las virtudes guerreras y la convicción de que ningún mal era mayor
para el espartano que la pérdida de su patria, fueron los motivos fundamentales de
su poesía. En su composición El buen gobierno ensalzó la nueva constitución “de
Licurgo” introducida en Esparta luego de la segunda guerra mesenia. Esta
situación aportó un nuevo elemento a la guerra, el soldado combatiente decisor de
la política de estado. Ello contribuyó a la cohesión de la falange, basada en que
sus integrantes eran ciudadanos con iguales derechos y que confiaban en el
apoyo mutuo que se brindaban. Esta fue una característica fundamental de la
falange griega: el soldado peleaba por su sociedad81. Este modelo de una
formación concentrada con una alta moral y espíritu de cuerpo resultó eficaz
81
VIGO, Jorge, Fuego y Maniobra. Breve Historia del Arte Táctico. Buenos Aires, Folgore, 2007, p
32.
144
contra los persas en Maratón y Platea, acciones en las que un himno compuesto
por Tirteo82, contribuyó a decidir las victorias del 490 y 479 a. C.
Preguntado el rey espartano Agesilao por qué sus soldados iban a la pelea al
son de flautas, respondió: Para que pueda verse, mientras avanzan a compás,
quienes son cobardes y quienes valientes; porque así como el ritmo anapesto
aumenta la energía de los esforzados, descubre la debilidad de los pusilánimes,
en que el pie de estos vacila y no sigue bien la cadencia rítmica de la flauta 83.
Plutarco recordó el influjo que el Himno de Cástor imprimía en los combatientes:
Formada la falange y estando ya a la vista de los enemigos, el Rey […] daba la
orden a los flautistas la de que tañesen el aire de Cástor, y también daba el tono
para el himno de embestir: de manera que todo esto hacía grave y terrible la vista
de unos hombres que marchaban al numeroso sonido de las flautas, sin claros en
la falange, sin turbación alguna en sus espíritus, y que más bien con semblante
dulce y alegre eran por la música como atraídos al peligro84.
Tucídides recordó una similar impresión que los espartanos causaron en la
Batalla de Mantinea: Los argivos y sus aliados comenzaron con gran violencia y
furia, mientras los espartanos avanzaban con lentitud al son de la música de los
numerosos flautistas de sus filas. Esta costumbre no tiene nada de religiosa: su
propósito es que marchen al paso todos juntos, sin desorganizar las filas 85. Los
espartanos y otros ejércitos posteriores avanzaban con el canto del himno
guerrero nacional o pean, que les instaba a reverdecer las hazañas de sus
intrépidos ancestros86.
Jenofonte recordó su empleo en la Batalla de Cuxana: los griegos avanzaron
hacia el enemigo entonando el peán87. Ello dio pauta de la popularidad de esta
composición que sobrevivió muchos años a su autor y fue empleada, en campaña,
82
Himno de Cástor: canción guerrera que estaba en uso entre los lacedemonios y al compás de la
cual marchaban al combate. Se celebraban en ella las hazañas de Cástor; cfr PEDRELL, Felipe,
Diccionario Técnico de la Música, Edit Maxtor, 2009, p 221.
83
ASENJO BARBIERI, Francisco, Escritos, Madrid, Editorial Complutense, 1994, p 423.
84
PLUTARCO, Vidas Paralelas, v 1, París, Librería de A. Mezin, 1847, p 92.
85
TUCÍDIDES, Historia de la Guerra del Peloponeso, Barcelona, Ediciones Orbis, 1986, p 46.
86
ANGLIM, Simon y otros, Técnicas bélicas del mundo antiguo (3000 a. C. – 500 d. C.
Equipamiento, técnicas y tácticas de combate, cit, p 20.
87
JENOFONTE, Anábasis Retirada de los Diez Mil. Estudio de Carlos García Gual, 3 ed, Madrid,
Biblioteca Edaf, 2004, p 26.
145
después de la cena, los soldados juntos cantaban himnos en alabanza de los
dioses. Cuando estaban ya para cargar al enemigo el rey ofrecía sacrificios a las
Musas para que les ayudasen a ejecutar acciones dignas de pasar a la posteridad.
Se coronaban los soldados de flores, y se iba adelantando el ejército al sonido de
las flautas que tocaban el himno de Castor88.
La historia militar griega brindó ejemplos de comandantes que incitaron
psicológicamente a sus tropas y “antes de preparar sus armas, prepararon sus
almas”89. Para ello, hicieron conocer las causas y aspiraciones que los guiaron a la
batalla. En el mundo griego, revelar el propósito que condujo a la guerra, orientó
la acción militar necesaria. No sólo entre los guerreros, sino entre las poblaciones
sujetas a ingentes sacrificios, cuantiosas pérdidas y desequilibrios económicos
que atentaban contra su propia felicidad.
88
ANTEQUIL, M, Compendio de Historia Universal, Madrid, Imprenta de Aguado, 1831, p 303.
89
BURGUETE, Ricardo, “La Ciencia del Valor, Psicología de la Guerra”; cit en MARINI, Alberto, La
psicología al Servicio de la Guerra, Buenos Aires, Círculo Militar, 1954, p 25.
146
tradiciones militares. Valores como el patriotismo o la fidelidad al Emperador
fueron conceptos más bien lejanos90. Al no poder sostener aquél sistema
indefinidamente, terminó entregando su defensa a los bárbaros romanizados
quienes impusieron su modelo de milicia local con rasgos regionales y étnicos; de
allí al desmembramiento del Imperio distó poco, tal como lo cantó el poeta
Horacio91 en el “Delicta maiorum”:
[…] No fueron estos padres los que engendraron la juventud que tiñó los mares
con la sangre cartaginesa y venció a Pirro, al poderoso Antíoco y al cruel Aníbal,
sino la prole varonil de rústicos soldados, diestra en remover la tierra con los
azadones sabelios, que, obediente a la voz de sus severas madres, cargaba con
los troncos de leña, cortados en la selva, cuando el sol prolongaba Ias sombras de
los montes, hacía desuncir los bueyes cansados, y fugitivo en su carro traía las
horas plácidas del reposo92.
Con estos versos Horacio anticipó la decadencia romana. Otro poeta, Virgilio
creyó poder detener este proceso y escribió un ambicioso poema patriótico
inspirado en las grandes epopeyas homéricas, la Eneida, que cantó las virtudes
del pueblo romano y cimentó una mitología propia para la nación. La composición
de este poema épico de doce cantos fue un modelo de perfección literaria tanto
por su equilibrio métrico como por su musicalidad.
La Eneida narró las aventuras de Eneas, héroe troyano, desde la caída de
Troya hasta su posterior arribo a Italia. La obra glorificó a la familia de los Julios (la
del emperador Octavio Augusto)93 y la entroncó con Eneas y, por tanto, con Marte
y Venus. Fue el gran poema nacional romano porque ensalzó sus orígenes y un
glorioso destino. Sirvió para desarrollar un sentimiento de superioridad respecto a
los demás pueblos con mensajes que se repiten a lo largo de la obra:"A éstos no
les pongo límites ni en espacio ni en tiempo: Les he dado un imperio sin fin.
Incluso la áspera Juno, que ahora castiga el mar, la tierra y el cielo llenándolos de
90
GIBBON, Edward, Decadencia y Caída del Imperio Romano, Girona España, Atalanta, 2012, v I,
p 7.
91
El gran diccionario histórico, o Miscellanea curiosa de la Historia Sagrada y Profana, Tomo
Quarto, F – H, París, Hermanos Detournes, 1753, p 847.
92
Horacio. Epodos, Odas y Carmen Secular. Introducción, versión rítmica y notas de NUÑO, Rubén
Bonifaz, México, Universidad Autónoma, 2007, pp 138-139.
93
PLUTARCO, Vidas Paralelas, cit, p 211.
147
temor, cambiará para bien sus designios y de acuerdo conmigo, protegerá los
romanos, señores del mundo, el pueblo que se cubre con la toga. Así ha sido
establecido"94.
La Eneida fue parte de la acción psicológica con que Augusto fortaleció las
estructuras del imperio. Además de aplicar leyes y reformas sociales, una de las
principales armas con que contó fue la propaganda y por ello mandó componer
esta epopeya nacional, una obra que revelase la grandeza que aguardaba al
Imperio Romano, y la ascendencia divina de sus conductores. Virgilio trabajó once
años y Augusto editó la obra a pesar de tener varios versos inconclusos por la
muerte de su autor. "¡Idos, escritores latinos; idos, los griegos!, No sé qué cosa
nace más grande que la Ilíada", escribió Propercio al conocer la obra 95.
Ningún romano pudo ser indiferente ante los sucesos relatados en la Eneida, y
esto fue un signo claro de que Virgilio logró el objetivo perseguido por Augusto96.
Fue importante para la divulgación de la obra, su gran valor literario que la hizo
perdurar durante siglos y fue el modelo épico, hasta incluso en el Río de la Plata.
Así Augusto encontró en la Eneida un gran recurso para la reorganización del
poder. La obra fue leída en las escuelas y divulgada en todos los círculos
influyentes del imperio y entre los ciudadanos.
94
VIRGILIO, Eneida, I., Madrid, Editorial Labutxaca (Texto latino de la editorial Bernat Metge), 19
A.C. v VI, pp 847-853.
95
PROPERCIO, Elegías, v XXXIV, 26 A.C., pp 65-66.
96
MONSERRAT, Tudela y Penia, “La Cultura como a eina de propaganda de la política D`August”,
en Revista Auriga, n° 69, Barcelona, feb 2014, pp 12 -19
97
FERNÁNDEZ DE LATORRE, Ricardo, Historia de la Música Militar de España, cit, p 26.
148
y se dató como compuesto entre 1060 y 1065, ya que testigos aseguraron que los
normandos lo cantaban durante la batalla de Hastings.
Este Cantar narró legendariamente la acción de Roncesvalles, que enfrentó a
los vascones contra la retaguardia carolingia al mando del conde Roldán, prefecto
de la Marca de Bretaña. El combate de 778 fue resignificado tres siglos después y
Roldán, filiado con el emperador Carlomagno, adquirió una dimensión épica y
heroica. Su hecho de armas fue contado como un ataque de 400.000 sarracenos
que derrotaron a Roldán por una traición. Esta gesta simbólica repercutió en la
literatura europea e inspiró otras canciones militarizadas como la siguiente,
compuesta por Bertrand de Born:
149
de la lanza en su costado y sus banderolas98.
98
Recogido en LE GOFF, Jacques, La Civilización del Occidente Medieval, Barcelona, Ediciones
Paidós Ibérica, 1999, pp 299-300
99
LE GOFF, Jacques, Mercaderes y Banqueros de la Edad Media, Buenos Aires, Eudeba, 1982, p
92.
100
MENÉNDEZ PIDAL, Ramón, La España del Cid, Madrid, Plutarco, 1929, p 170.
150
ascenso social en tierras de Extremadura. El propio Cid logró sobreponerse a su
condición social y alcanzó por su esfuerzo, prestigio, riquezas y un señorío
hereditario. El Cantar reveló el ascenso social del héroe que creó su propio linaje,
sin perder su dimensión humana. El poema se diferenció de la épica francesa por
la ausencia de elementos sobrenaturales, la mesura con la que se condujo el
héroe y la verosimilitud de sus hazañas. Ofreció asimismo un modelo de prudencia
con la comunidad hispanoárabe, de origen andalusí que ocupaba la región.
Divulgó el «espíritu de frontera» y el ascenso social de los caballeros infanzones
en tierras de Extremadura. Puede afirmarse que el tema fue el ascenso del héroe,
que crea su propio linaje. Exaltó la vida militar como medio para alcanzar honores
y fortuna101.
Psicológicamente, las acciones del Cid hicieron justa la Reconquista de
España y el sostenimiento de la fe. Profundizaron la moral del pueblo español y
moralizaron su guerra. En una época en que los principios que gobernaban la
conducta de guerra, estaban más basados en las costumbres de los caballeros
que en el derecho religioso o la filosofía escolástica, el sentimiento de respeto al
vencido y el sentido de justicia del Cid, hizo de la Reconquista una guerra moral.
Su sola presencia como conductor de ejércitos fue garantía de ello102.
Políticamente, el Cantar delineó las aspiraciones hispanas: recuperar sus
territorios y ampliar su patrimonio moral y espiritual. El Cid orientó la reunión de
todos los hispanos y para ello, expulsó a los enemigos dentro del propio país y
aseguró la unidad interior. La acción psicológica permitió transformar una
“cruzada” en una guerra nacional103. Los cantares contribuyeron a formar el
espíritu castellano que fusionó lo social con lo religioso, lo militar y lo político en
una unidad, que se convirtió en la identidad del pueblo español104.
101
MUCIÑO RUIZ, José, “Hermenéutica Literaria y poesía épica: El cantar del Mío Cid”, en
GONZÁLEZ A. y MIAJA DE LA PEÑA, M, Introducción a la Cultura Medieval, México D. F. UNAM,
2005, p 185.
102
BELLAMY, Axel J. Guerras Justas: De Cicerón a Iraq, Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica, - 1ra ed – Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2009, p 77.
103
BELLAMY, Axel J. Guerras Justas: De Cicerón a Iraq, cit, p 83.
104
MUCIÑO RUIZ, José Antonio, “Hermenéutica Literaria y poesía épica: El cantar del Mío Cid”, en
GONZÁLEZ, A. y MIAJA DE LA PEÑA, M., Introducción a la Cultura Medieval, cit, p 182.
151
La trascendencia de estos cantares motivó que Alfonso X dispusiese en sus
Partidas105que los infantes los oyesen durante sus comidas. Textualmente
ordenaba que los juglares non dixiesen ante ellos otros cantares si non de gesta o
que fablasen de fechos de armas. Los trovadores en cambio, fueron poetas cultos
llegados a la península en el siglo XII, procedentes de la Provenza. Entre ellos se
halló el gascón Marcabrú, quien compuso la trova Pax in nomini Domini para
exhortar a caballeros franceses a unirse a una cruzada para conquistar Almería.
La obra aludió a la metáfora del baño de purificación para llevar la lucha contra
el infiel: Paz en el nombre de Dios. / Ha hecho Marcabrú los versos y el son. / Oíd
lo que dice: / el señor celestial, por su misericordia / nos ha preparado, / cerca de
nosotros una piscina / que jamás la hubo tal106. Marcabrú también compuso una
exhortación a los caballeros de Castilla: el Poema de Almería y a los castellanos
cantó: Sus armas son tan abundantes como las luces de las estrellas; / tienen
muchos caballos protegidos con hierro y paños, / y su habla resuena como atabal
y trompeta.
Hubo también otros trovadores españoles como José Gomis de la Mata,
Macías de Padrón, Lorenzo Pomer, Mosén Rodrigo Díaz, Juan de Torres, Marín
García, y Ausías March107 cuya obra se enlazó directamente con los cantos
rioplatenses108. También las cantigas de Alfonso X incluyeron episodios guerreros;
la número 99 narró cómo la Virgen María aniquiló unos moros invasores que
pretendían destruir las imágenes cristianas, o la 192 que refirió la redención de
un caballero pecador: Ed ´est un mui gran miragre / mostrou, por un cavaleiro /
que apost´e fremos ´era, / et ardid ´e bon guerreiro109. Así, la Reconquista
Española se caracterizó por el gran desarrollo de romances de contenido guerrero .
105
Las Siete Partidas fueron un cuerpo normativo redactado por la Corona de Castilla, durante el
reinado de Alfonso X (1252-1284), La Partida III contaba con 31 títulos y se refería a emperadores,
reyes: sus deberes como oficiales de la corte y en la guerra; cfr Novísima Recopilación de Las
Leyes de España dividida en XII libros. Mandada formar por el Señor Don Carlos IV, cit, p XLIII.
106
MILA Y FONANALS, Manuel, Obras de Manuel Milá y Fontanals, dirigidas por Martín de Riquer.
II: De los trovadores en España, Barcelona, CSIC, 1966, pp 91 y 151. .
107
FERNÁNDEZ DE LATORRE, Ricardo, Historia de la Música Militar de España, cit, p 39.
108
WILKES, J. T. y GUERRERO CÁRPENA, I, Formas Musicales Rioplatenses. Su Origen
Hispano, Buenos Aires, Publicaciones de Estudios Hispanos, 1946, cit, p 23.
109
FERNÁNDEZ DE LATORRE, Ricardo, Historia de la Música Militar de España, cit, p 41.
152
Otros cantares menos heroico-caballerescos, pero resueltamente más
nacionales, se desgajaron del antiguo recurso del Cantar de Gesta. Estas
recreaciones de los viejos cantares eran incompletas e hilvanaban situaciones
sueltas sin antecedentes ni desenlace; el relato extenso se desdibujó y muchos
distaron de la tradición a que pertenecían, tanto que no revelaban rastros del
Cantar del cual se habían desprendido. Estos romances fronterizos fueron
manifestaciones espontáneas del esfuerzo propagandístico nacional. Con la toma
de Granada se agotaron y no hallaron otros temas de inspiración110.
Sin embargo, deben evocarse algunos de esta última época que incluyeron
novedades luego empleadas localmente: por ejemplo el empleo de la voz del
enemigo: ¡O, castillo de Montanges, / por mi mal te conocí, / ¡Cuidata de la mi
madre / que no tiene más de a mí! 111 . También otro quecantó con burla un
modesto botín: Cavalleros de Alcalá / entrasteis a fazer presa, / et fallastes un
morillo / entre Estepona y Marbella. Versos de esta factura irrumpieron en la
conquista y colonización del territorio americano112.
110
MENÉNDEZ PIDAL, Ramón, El Romancero Español, New York: The Hispanic Society of
América, 1910, p 51.
111
“O, castillo de Montanges” [1429], en FERNÁNDEZ DE LATORRE, Ricardo, Historia de la
Música Militar de España, cit, p 44.
112
GESUALDO, Vicente, La Música en la Argentina, Buenos Aires, Editorial Stella, 1998, pp 19-20.
113
KONETZKE, Richard, América Latina II. La época colonial, México, Siglo XXI Editores, 1993, p
21.
153
practicando lo mismo que habían hecho siempre, es decir, la lucha contra el
infiel114.
Por todo ello, la empresa americana se entendió desde un primer momento
como la prolongación de la guerra que desde siglos atrás libraba la Península
Ibérica. Sin embargo, esta empresa militar no inspiró un romancero local, pero sí
la difusión de antiguas producciones en lengua romance, según explicó Ramón
Menéndez Pidal. La importancia de este proceso fue la perdurabilidad del género
para cantar la experiencia bélica rioplatense, pues incluso el Martín Fierro,
considerado el poema épico local115, acusó la fuerte influencia de su estilo.
Las alusiones de algunos diálogos prueban la permanencia del romancero
hispano en la memoria de los conquistadores116. Por ejemplo, el cronista Bernal
Díaz del Castillo registró que el jueves santo de 1519 Hernán Cortés recibió a “un
caballero que se decía Alonso Hernández Puertocarrero, é dijo a Cortés: Cata
Francia, Montesinos, / Cata París la ciudad, / Cata las aguas del Duero, / Do van a
dar a la mar / Yo digo que miréis las tierras ricas, y sabeos gobernar”. Cortés que
entendió el sentido de aquellas palabras, respondió: Denos Dios, ventura en
armas, / Como al paladín Roldán117.
Un año después, durante la noche triste de 1520, Cortés lloró la muerte de sus
hombres y uno de sus oficiales lo consoló con un verso: “Señor capitán, no esté
vuestra merced tan triste; que en las guerras estas cosas suelen acaecer, y no se
dirá por vuestra merced: Mira Nero de Tarpeya / A Roma como se ardía‖. El
destino de Cortés inspiró una copla de estilo hispano que decía: En Tacuba está
Cortés / con su escuadrón esforzado, / Triste estaba y muy penoso, / Triste y con
gran cuidado, / La una mano en la mejilla, / Y la otra en el costado118.
Estos versos exhibieron la destreza de los hispanos para componer versos
espontáneos. El mismo Cortés compuso coplas y con ellas acompañó un obsequio
114
Denunciado por VITORIA, Francisco de, Relecciones sobre indios y el derecho de guerra,
Madrid, Espasa Calpe. Colección Austral, 1946, pp 62-63.
115
LUGONES, Leopoldo, El payador y antología de poesía y prosa. Prólogo de Jorge l. Borges.
Selección, notas y cronología de Guillermo Ara, Cracas, Biblioteca Ayacucho, 1979, pp 4-6.
116
MENENDEZ PIDAL, Ramón, Romancero Hispánico, t II, Madrid, 1953, p 94.
117
Cancionero Popular de Tucumán, Recogido y anotado por Juan Alfonso Carrizo. Buenos Aires,
Universidad Nacional de Tucumán, 1937, t I, p 250.
118
DÍAZ DEL CASTILLO, Bernal, Historia verdadera de la conquista de Nueva España, Barcelona,
Red Ediciones. Linkua digital, t II, 2010, p 42.
154
que envió a su Carlos V. Otro cronista de Indias, Francisco López de Gomara
anotó que la joya entregada, “tenía de relieve un ave fénix, con una letrilla al
emperador que decía: Aquesta nació sin par; Yo en serviros sin segundo; Vos sin
igual en el mundo‖. La crónica refirió asimismo que, “la copla el mesmo se la hizo,
que cuando quería no trovaba mal”119. No solo los jefes de hueste trovaban, sino
que esta habilidad estaba extendida también entre la tropa.
119
LÓPEZ DE GOMARA, Francisco, Historia de las conquistas de Hernando Cortés, México,
Imprenta de la Testamentaria de Ontiveros, 1826, t I°, p 115.
120
LÓPEZ DE GOMARA, Francisco, Historia General de las Indias y vida de Hernán Cortés,
Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1979, p 164
121
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS Y CULTURALES DE LA PAZ, Actas
Capitulares de la Ciudad de la Paz 1555-1562, La Paz (Bolivia), Cabildo, 1965, vol 2, p 814.
155
tuve más ley, / pues fue causa de dar cima / a cosa de tanta estima / y contino por
el Rey. Otro danzante recitó: Yo también soy la ciudad muy nombrada de Trujillo /
que salí con gran lealtad / con gente a su Magestad / al camino a recebillo.
Otro delegado dijo: Yo soy de Piura deseosa / de servirte con pie llano, / que
como leona rabiosa / me mostré muy animosa / para dar fin al tirano y un cuarto
expresó: Yo, Quito, con lealtad / (aunque fue tan fatigada) / seguí con fidelidad / la
voz de su Magestad / en viéndome libertad. Un representante de dos ciudades
pronunció: Guanuco y la Chachapoya / te besamos pies y manos, / que por dar al
Rey la joya / despoblamos nuestra Troya / trayendo los comarcanos. El último
expresó: Ilustrísimo señor, / Yo, el gran Cuzco muy nombrado, / te fue leal
servidor, aunque el tirano traidor / me tuvo siempre forzado122.
La crónica dio pauta de la rápida adopción del metro castizo para el canto y
divulgación de las acciones de armas americanas. La guerra civil contra el
rebelde Francisco Girón fue puesta en verso de este modo: El uno jugar y el otro
dormir, / ¡Oh, que gentil! – No comer y apercibir. /¡Oh, que gentil! / El uno duerme
y el otro juega. ¡Así va la guerra!123. En esta copla sarcástica los aludidos fueron
el Arzobispo de Lima, Gerónimo de Loayza, conocido por su apego al ajedrez y el
dormilón era el oidor de la Real Audiencia, Hernando de Santillán.
En1550, Juan Nuñez del Prado, enviado por Pedro de la Gasca entró en
Tucumán y allí fundó el primer asiento de los españoles.Mateo Rosas de
Oquendo, en un verso que recordó esa fundación apuntó: Una vez fui en
Tucumán debajo del estandarte/ atronando de trompetas de pífanos y atabales / y
caminando tres días unos llanos adelante / fundamos una ciudad si es ciudad
cuatro corrales124. Estos hombres que se adentraron en territorio americano fueron
los voceros de la copla del pueblo español y cantaron sus aventuras en
romances, letrillas, coplas y glosas de uso cotidiano.
122
De la VEGA, Garcilaso, Comentarios reales del origen de los Incas, reyes que fueron del Perú,
de su idolatría, leyes y gobierno, Madrid, Imprenta de los hijos de Doña Catalina Piñuela, 1829, vol
5, p 29.
123
Cancionero Popular de Tucumán, Recogido y anotado por Juan Alfonso Carrizo. Buenos Aires,
cit, p 251.
124
GRECO, Andrés, “Cuatro poetas y una escritora‖ en Boletín del Instituto de Investigaciones
Históricas UBA, t XXVIII , 1943-1944, p 148.
156
Los autores de las letras hispanas cantadas por los conquistadores fueron
Cristóbal de Castillejo125, Diego Hurtado de Mendoza126, Jorge de Montemayor127y
especialmente Fray Ambrosio Montesino128. Este último revistió la prédica de
formas populares y compuso en décimas a cuartetas: Pues a ti, Señor, revelo / mi
defecto, porque hagas / venir las almas con vuelo / por mis letras al señuelo 129.
Su Cancionero Sagrado fue la fuente preferida para llevar a cabo la
Evangelización Americana130.
125
Cristóbal de Castillejo, 1490 - 1550, poeta español, representante de la reacción tradicionalista
frente a la adaptación de los metros italianos que llevaron a cabo Garcilaso de la Vega, Juan
Boscán y Diego Hurtado de Mendoza. Su espíritu y temática fue plenamente renacentista, como lo
fueron también sus géneros. Castillejo reunió su obra en tres grupos: Obras de amores, Obras de
conversación y pasatiempo y Obras morales y de devoción. Sus obras completas no se editaron
hasta 1573 en Madrid y fueron expurgadas por la Inquisición, cfr REYES, Carlos R, Estudios sobre
Cristóbal de Castillejo: tradición y modernidad en la encrucijada poética del siglo XVI, Salamanca,
Ediciones de la Universidad de Salamanca, 2000,
126
Diego Hurtado de Mendoza y Pacheco, 1503 - 1575, poeta y diplomático español. señalado
como el autor del Lazarillo de Tormes. Representó al aristócrata militar y humanista del siglo XVI.
Junto a Garcilaso de la Vega y Juan Boscán introdujo nuevos temas, metros y estrofas de la lírica
italiana, y fue el primero en cultivar el burlesco tema del "soneto del soneto". Fue autor, de una
reconocida historia de la Guerra de las Alpujarras basada en sus experiencias militares y políticas
durante la sublevación de los moriscos en 1568-1570; cfr DÍEZ FERNÁNDEZ, José I., Diego
Hurtado de Mendoza, Poesía completa, Barcelona, Planeta, 1989, Introducción.
127
Jorge de Montemayor, 1520- 1561, escritor portugués en lengua española. Su Cancionero de
1554, contuvo poemas religiosos y profanos. Los primeros fueron prohibidos por la Inquisición por
contener errores teológicos; los profanos, alcanzaron gran éxito.Fue también autor de obras
religiosas: un Diálogo espiritual, un Segundo cancionero espiritual. Su obra más importante fue
Los siete libros de la Diana que fue la primera novela pastoril de la literatura en lengua castellana;
cfr de su autoría Los siete libros de la Diana, Edición, prólogo y notas de Francisco López Estrada,
Madrid, Espasa-Calpe, 1954,
128
Fray Ambrosio Montesino, 1444 - 1514 clérigo, poeta y traductor castellano. Editó un cancionero
con poesía piadosa, teológica y moral, Cancionero de diversas obras de nuevo trovadas que habló
la lengua de los simples, participó de sus emociones y humanizó la vida de Cristo y los santos;
otras composiciones fueron, "Coplas de Nuestra Señora reina del Cielo", "In Nativitate Christi",
"Romance en honra y gloria de San Francisco", "Coplas del Nacimiento", "Coplas del destierro de
Nuestro Señor", "Tratado del Santissimo Sacramento", "Al destierro de nuestro Señor para Egipto"
y "Coplas al árbol de la Cruz". Por orden de la reina Isabel la Católica tradujo del latín la Vita
Christi. Corrigió a petición del rey Fernando el Católico una traducción de los Evangelios y
Epístolas, que se reimprimió muchas veces hasta el año 1559, fecha en la que el Índice prohibió
toda traducción de la Escritura en lengua autóctona. Otra traducción suya fue la de las
Meditationes y los Soliloquia de San Agustín; se le atribuye también un Breviario de la Immaculada
Concepción de la Virgen nuestra Señora (Toledo, 1508), cfr ALVAREZ PELLITERO, Ana M, La
obra lingüística y literaria de Fray Ambrosio Montesino, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1971,
129
Romancero y Cancionero Sagrados, Biblioteca de Autores Españoles, Madrid, 1855, p 415.
130
Cancionero Popular de Tucumán, Recogido y anotado por Juan Alfonso Carrizo, cit, p 256.
157
La conversión al Cristianismo en versos de Montesino
El cronista Fernández de Oviedo describió en una frase la llegada de los
primeros religiosos misioneros en las Américas; una frase sintetizó aquel
movimiento misionero: “Llovieron los frailes”131. La evangelización comenzó en
1493 con el segundo viaje de Colón. Los Reyes Católicos enviaron a Bernardo
Boyl como “vicario pontificio”, a cargo de la instrucción catequética de los
naturales de las Nuevas Tierras. Junto con él viajan algunos franciscanos que
difundieron los cantares tradicionales y religiosos. También los jesuitas
aprovecharon la buena disposición de los indígenas para la música y les
enseñaron los cantares hispanos.
El padre Alonso de Barzana escribió en 1588: “Todas estas naciones son muy
dadas a bailar y cantar […] son los mayores músicos desde niños y con más
graciosos sones y cantares; y no solo todas sus fiestas son cantar, sus muertes
todas las noches las cantan todos los del pueblo cantando juntamente, bailando y
bebiendo”132.Los jesuitas los ganaron para la fe, “a ratos predicando, a ratos
haciéndoles cantar en sus coros y dándoles nuevos cantares a graciosos tonos y
así se sujetan como corderos, dejando arcos y flechas. También mucha de la
gente de Córdoba son muy dadas a cantar y bailar, y después de haber trabajado
y caminado todo el día, bailan y cantan en coros la mayor parte de la noche”,
escribió Barzana. . Entre los más difundidos se halló uno cantado al son de la
canción guerrera ¡Oh Castillo de Montanches!:
131
FERNANDEZ de OVIEDO, Gonzalo, Historia general y natural de las Indias. I-IV. Edición y
estudio preliminar de Juan Pérez de Tudela Bueso. Madrid 1959, v 5, Biblioteca de Autores
Españoles , pp 117-121.
132
Carta del 8 de septiembre de 1594 con detalles etnográficos y lingüísticos sobre los pueblos del
Tucumán, dirigida a su provincial Juan Sebastián y publicada tiempo después en Relaciones
geográficas de Indias, Madrid, 1885, Tomo II, apéndice 3, p LVIII.
158
Los desmayos que he pasado.
¡Oh qué triste cuando viere
Mi cuerpo tan azotado,
Y tu suelo consagrado
De la sangre que vertí..
[…]
Ya no puedo ser escaso,
¡Oh gentes! en dar perdón,
Porque estas penas que paso
Sonables aldabas son,
Con que llamo á salvación
A todos los que elegí,
Y se duelan de mi Madre,
Que no tiene más de a mí133
133
Romancero y Cancionero Sagrados, cit, p 437.
134
El término "propaganda" derivó del nombre de la Congregación Propaganda Fide y de su
misión; fundada en 1622 por el papa Gregorio XV, fue la encargada de la difusión del catolicismo y
de la regulación de los asuntos eclesiásticos en los países no católicos. La jurisdicción de la
Congregación se extendió a todos los territorios en los que no se habían conformado diócesis; cfr
CANTOS CASENAVE, Marieta y otros, La Guerra de la Pluma: política, propaganda y opinión
pública; Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 2009, p 21.
135
Romancero y Cancionero Sagrados, cit, p 414.
159
El contacto y el diálogo con los naturales exigieron ante todo el aprendizaje de
su propia lengua. Los franciscanos fueron buenos lingüistas; en la Nueva España
había quien hablaba y escribía tres lenguas nativas: la mejicana o náhuatl, otomí y
tarasca; derivación y, a la vez, instrumento eficaz de este aprendizaje fueron los
catecismos, las gramáticas, los vocabularios y otras obras que escribieron los
misioneros, y que a partir de 1539 la imprenta, introducida en Méjico contribuyó a
divulgar; entre 1524 a 1572, los franciscanos en Méjico escribieron ochenta obras
en lenguas indígenas, los dominicos dieciséis y los agustinos ocho136.
El supuesto derecho a convertir por la fuerza a los no creyentes, fue
cuestionado por Francisco de Vitoria, un dominico catedrático en la facultad de
teología de la Universidad de Salamanca. Los naturales, argumentó Vitoria, no
cometían ningún pecado por no creer la fe cristiana antes de que esta les fuera
predicada. España no debía, por tanto, usar la fuerza para convertir a los naturales
americanos en ninguna circunstancia. Como lo expresó Vitoria, “la guerra no es un
argumento a favor de la verdad de la fe cristiana. Los bárbaros no pueden ser
obligados a creer mediante la guerra; solo pueden simular que creen”137.
Vitoria concedió que si los misioneros hispanos presentaban pruebas
razonables de la fe “acompañadas de maneras que fueran tanto decentes como
respetuosas del derecho natural”, los naturales pecaban si seguían negándose a
convertirse. No obstante, no encontró evidencia alguna de que los conquistadores
presentasen la fe de manera decente y, aún si lo hiciesen, tampoco había en los
pecados de los naturales motivos justificables para la guerra.
Luego, Vitoria rechazó otros tres supuestos: los pecados de los naturales, pues
no todos los pecados eran motivo de guerra; la libre elección por parte de los
indios de ser gobernados por los españoles, porque en verdad tuvieron una
elección forzada y el obsequio divino de Dios, porque no pudo ser demostrado. En
consecuencia, Vitoria descartó de manera expresa la idea, central de las
Cruzadas, de que la Iglesia o el Imperio tuvieran derecho a iniciar la guerra, la
136
RICARD, Robert, La conquista espiritual de México, Fondo de cultura economica de España,
México, 1947, pp 505-510
137
DE VITORIA,Francisco, Relecciones sobre indios y el derecho de guerra, cit, p 67.
160
afirmación de que esas guerras fueran justas y el argumento de que los no
cristianos tuvieran menos derechos que los cristianos138.
138
BELLAMY, Axel J., Guerras Justas: de Cicerón a Iraq, cit, p 93.
139
THOMSON, Oliver, Mass Persuasion in History: a Historical Analysis of the Development of
Propaganda Techniques, New York, Crane Russak & Company, 1977, p 11.
161
epopeya reveló la grandeza que aguardaba a Roma y la ascendencia divina de
sus conductores. Al direccionarse al mundo helenístico demostró que Roma
estaba unida a Grecia por una comunidad de origen y cultura, y ello fue
fundamental para mantener el equilibrio del Imperio. Por eso la importancia de la
insistencia de Virgilio sobre los lazos que unían a Eneas con príncipes griegos.
Siglos más tarde, el Cantar del Mío Cid divulgó el «espíritu de frontera» y la
oportunidad de ascenso social en tiempos de Reconquista. Fue precepto moral,
filosófico y militar y suscitó conceptos como fidelidad y patria para librar una guerra
secular. Precisó las aspiraciones castellanas y ofreció un patrimonio moral y
espiritual que reunió a los hispanos para recuperar su territorio y expulsar a los
infieles. Puede afirmarse que creó el espíritu hispano con matices sociales,
religiosos, militares y políticos y abrió a España las puertas del Imperio.
Este recurso, dirigido a la comunidad hispanoárabe de origen andalusí que
ocupaba la región, impidió que se alíen al enemigo, los mantuvo en su posición
imparcial o los atrajo hacia la propia causa. Otros cantares menores se desgajaron
del Cantar de Gesta. Estos romances fronterizos contribuyeron espontáneamente
al esfuerzo propagandístico nacional, pero se agotaron con la toma de Granada.
Versos de esta factura irrumpieron en la conquista del territorio americano.
Uno de los elementos que caracterizó la Conquista de América fue la
convergencia entre los conquistadores y los evangelizadores: la conjunción de la
expansión militar y de la misión religiosa. La cruz y la espada se unieron en un
proceso indiferenciado que exigió simultáneamente la sumisión al rey de España y
la conversión al cristianismo. Se trató de una mentalidad en la que no hubo
separación entre la problemática religiosa, la militar y la política.
La acción psicológica favoreció la acción de conquistadores y evangelizadores y
confirmó la visión providencialista adquirida en siglos anteriores. Por ella tuvieron
la impresión de haber sido elegidos por la providencia divina para expandir el
evangelio y así la mística religiosa de la Reconquista Española se extendió a la
Conquista de América. España, como antes lo habían hecho Francia e Inglaterra,
teologizó la guerra e hizo de la propaganda su más eficaz colaboradora.
162
Bibliografía
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C. Equipamiento, Técnicas y Tácticas de Combate. Editorial Libsa. 2007
AAVV. TRAD RODRIGUEZ TOBAL, Juan M., Los inicios del canto. El ala y la
cigarra. Fragmentos de poesía arcaica griega no épica. Editorial Hiperión 2001
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Editorial Biblioteca Edaf. 2004
163
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1993
MUCIÑO RUIZ, José. “Hermenéutica Literaria y poesía épica: El cantar del Mío
Cid”, en GONZÁLEZ A. y MIAJA DE LA PEÑA, M. Introducción a la Cultura
Medieval. Editorial de la UNAM. 2005
VIGO, Jorge. Fuego y Maniobra. Breve Historia del Arte Táctico. Editorial Folgore.
2007
164
La Batalla de Salamina. Un Punto de Inflexión en la Historia Militar
Griega
Lic. Fernando Ymfeld
Universidad de la Defensa Nacional
Introducción.
La batalla de Salamina fue el mayor combate naval de la Antigüedad, ocurrió en
septiembre de 480 a.C., se enmarcó en lo que se denominó la 2da Guerra Médica
entre el Imperio Persa y un grupo de Ciudades Estado griegas. En palabras de
Barry Strauss autor de “La Batalla de Salamina” lo que estaba en juego era la
libertad de Atenas y puede decirse que del desenlace de esta batalla dependió
nuestro presente.
Es muy dudoso que el espíritu de investigación intelectual que condujo a
Sócrates, Platón y Aristóteles, sentando las bases de la filosofía occidental,
pudiera haber florecido en Atenas bajo el gobierno del Gran Rey.
Este trabajo busca profundizar este aspecto en esta batalla, desde los
antecedentes hasta su desenlace y por último ver las consecuencias y efectos
posteriores, principalmente desde la perspectiva de Atenas como la principal
beneficiaria de este triunfo.
Antecedentes.
El apoyo de Atenas a la rebelión Jónica (499-494 AC) fue la excusa para que
Darío (549-586 AC) el Gran Rey persa, emprendiera una acción punitiva cuyo
objetivo más amplio era expandir su imperio hacia el oeste eliminando una
165
influencia desestabilizadora como la idea de democracia y autogobierno que
practicaban las ciudades griegas.
Después de una campaña marítima exitosa el ejército persa a las órdenes de
Datis puso pie en el Ática en la bahía de Maratón, elegida por su larga playa
protegida y porque la distancia a Atenas aseguraba un desembarco sin oposición.
Los atenienses junto con sus aliados de Platea llegaron a tiempo para evitar
que los persas salieran de la cabeza de playa, Milcíades fue el comandante griego
que los condujo al primer triunfo terrestre sobre los persas, en el 490 AC.
A pesar de que la batalla de Maratón significó un triunfo importante para los
griegos, cobró mayor importancia por el rápido repliegue de estos hacia Atenas
para evitar un nuevo desembarco más cercano, ya que los persas después de la
batalla tenían casi toda su flota intacta, al igual que su caballería que no intervino
en las acciones y sentían que podían conquistar la ciudad. Los espartanos
llegaron tarde a esta batalla por razones religiosas, lo que permitió que los
atenienses se alzaran con el crédito de la victoria.
Atenienses Fenicios
Aliados
Salamina
Espartanos
Jonios El Pireo
Jonios
Fenicios
Persas
Egipcios El contingente
egipcio se
repliega
Golfo Sarónico
Batalla de Salamina
166
Para los persas Maratón no fue un desastre, solo un retroceso en sus
aspiraciones por conquistar Grecia, por lo que al retorno del ejército Darío
comenzó la planificación de una nueva invasión, que se vio demorada por la
rebelión en Egipto y la posterior muerte de Darío en el 486 AC.
Su hijo y sucesor Jerjes (519-465 AC) emprendió personalmente la conquista
de Grecia como comandante en jefe y el máximo responsable en la toma de las
decisiones, motivado principalmente por la lógica de expansión de un Imperio que
se encontraba en su auge, que era una gran civilización con importantes adelantos
y que dominaba gran parte del mundo conocido.
La tierra a anexar no era rica en tributos, pero la infantería pesada y la flota
serían una importante adición al poder del ejército persa, sumado a que las
riquezas de Sicilia quedarían más cerca.
También Jerjes tenía una necesidad personal de completar la misión de su
padre y lograr éxitos que le dieran gloria, el Gran Rey debía castigar y subyugar a
los que lo desafiaban, por lo que una exhibición de fuerza podría ser todo lo
necesario para ganar la rendición de los griegos. En este sentido dos
espectaculares hazañas de la ingeniería, los puentes de barcos sobre el
Helesponto y el canal cortado a través de la península de Athos, el primero más
necesario que el segundo son exhibiciones claras de poder.
La Campaña de Salamina
El ejército persa cruzo el Helesponto sobre el puente de barcos en abril,
Herodoto habla de un ejército de un 1.700.000 infantes y 80.000 de caballería, es
poco probable que hayan sido esos los números, según Barry Strauss el ejército
sería del orden de 200.000 soldados, no es objeto de este trabajo aclarar este
punto, lo que hay que destacar es que cualquiera haya sido la cifra era muy
grande para la época, además de ser multicultural ya que incluía a representantes
de todos los pueblos que formaban el Imperio Persa, esto denotaba un logro
logístico y organizativo propio de un gran imperio.
167
En cuanto a la flota que acompañaba a este ejército, Heródoto como Esquilo
hablan de 1.327140 trirremes y 3.000 naves menores de apoyo logístico, esta
podría ser una exageración épica que debe haber estado más cerca de 700 a 800
naves antes de Artemisio (Whilliam Shepherd, Salamis 480 BC, Osprey Publishing
Ltd., London 2010, pág.69).
Al igual que el ejército de tierra, la flota era una fuerza multiétnica ya que los
persas no tenían flota, no eran marineros y las naves correspondían a sus pueblos
vasallos muchos de los cuales eran griegos, posiblemente los componentes más
importantes eran de fenicios, egipcios, jonios y carios.
El mando de la flota persa fue dividido entre Ariabignes, hijo de Darío y medio
hermano de Jerjes, Prexaspes, que no era de sangre real, Megabauzas, hijo de
Megabates, primo de Darío y Achaimenes hijo de Darío y hermano mayor de
Jerjes. Como se puede ver no había una unidad de mando y esto puede haber
provocado inconvenientes a la hora de tomar decisiones.
El componente terrestre de este ejército estaba comandado por seis
comandantes el más influyente y principal asesor de Jerjes según Heródoto era
Mardonio, pero no tuvo influencia en la batalla de Salamina.
En Abril del 480 AC en el consejo de guerra griego en el istmo de Corinto, los
Tesalios propusieron detener a los persas lo más al norte posible, pero esta
estrategia no era posible ya que no se podía cubrir todas las rutas de acceso al
centro de Grecia, y la flota griega hubiera estado en desventaja en el mar más
abierto de la costa este.
Después de acaloradas discusiones los griegos acordaron detener el ataque en
el centro de Grecia en el estrecho desfiladero de las Termópilas que era el último
paso por encima del istmo de Corinto que permitía una defensa ante una fuerza
muy superior en número, hacia allí se dirigió el rey Leónidas de Esparta con una
fuerza aliada de unos 7.000 hoplitas aproximadamente. Por su parte la flota griega
se situó en Artemisio a unos 64 Km., contaba de unos 300 trirremes
aproximadamente y tenía como misión detener a la persa y evitar que esta
140
Este gran número podría haber derivado de las listas de impuestos del Imperio pero es poco
probable que todos hubieran participado de la campaña.
168
desembarcara contingentes a las espaldas de Leónidas, de esta manera ganar
tiempo para que las ciudades del sur envíen sus refuerzos y frustrar el avance sin
mucho daño al rico interior del centro y sur de Grecia. Esta era una operación
combinada que implicaba que la derrota en alguno de los dos frentes haría
insostenible la posición del otro.
Antes del despliegue de la flota griega se había decidido que el comandante
fuera Euribíades que era espartano, los atenienses aceptaron esto con desgano
principalmente Temístocles que de todas maneras supo moverse políticamente
para en realidad ser el verdadero líder de la campaña. Los atenienses aportaban
200 naves y cada uno de los 17 contingentes que formaban la flota tenía su propio
comandante y era un miembro voluntario de la Alianza Helénica.
Entre el 27 y el 29 de Agosto se dieron las batallas de Termopilas y Artemisio,
para la historiografía la primera tuvo un mayor valor por el heroísmo épico de la
lucha hoplítica. Artemisio fue un enfrentamiento naval y esto era trabajo para los
ciudadanos más bajos, extranjeros y esclavos. Comandados por Temístocles un
aristócrata menor y no un rey como Leónidas, Artemisio significaba un mayor
compromiso griego en hombres que Termopilas y una derrota allí hubiera
significado darle el control del mar a los persas y con ello la derrota en la guerra.
La estrategia defensiva griega requirió que la flota mantuviera al canal de
Euripios cerrado a los persas mientras la fuerza de tierra pudiera sostener el paso
en Termópilas, después de tres días de combates en los que los griegos tuvieron
grandes bajas pero que también provocaron duras pérdidas a los persas ayudados
por las tempestades que hundieron muchas naves y recibida la noticia de la
derrota de Leónidas, Temístocles decide replegar la flota hacia Atenas para iniciar
la evacuación de la misma hacia Salamina.
Después de tres días de enfrentamientos y pocos combates, las dos flotas no
se sacaron ventajas y las pérdidas fueron parejas por ambos bandos, a pesar de
que se habla de grandes pérdidas sufridas por los persas como resultado de una
galena que azotó la zona.
Más importante que las pérdidas de los persas fue que esta batalla permitió a
Temístocles probar la flota griega, evaluar sus tácticas frente a la flota persa,
169
ganar experiencia y consolidar su liderazgo, esto iba ser fundamental en
Salamina.
Una vez derrotado Leónidas en la Termópilas no tenía sentido mantener la flota
en Artemisio y por otro lado ya se había decidido la evacuación de la ciudad de
Atenas, por lo que era necesario que la flota regresara.
Por su parte la flota persa se reunió con el ejército de tierra, que con el camino
abierto hacia el sur conquistó Beocia quemando y saqueando Platea y Tebas así,
llego a Atenas cuando la flota ocupaba el puerto del Pireo.
El ejército persa ocupó Atenas que estaba desierta con la excepción de unos
cuantos atenienses que resistieron en la Acrópolis que a pesar de su férrea
defensa fueron derrotados y los persas saquearon e incendiaron el templo de
Atenea.
Heródoto retrata con dramatismo la evacuación de Atenas como ocurriendo en
pocos días entre el retiro de Artemisio y la llegada de los persas a la ciudad, pero
es probable que meses antes haya comenzado el proceso de preparar a Salamina
como refugio para la administración civil y el comando militar, preparar el arsenal y
base naval, almacenamiento de alimentos, armas y todo lo necesario para apoyar
el aumento masivo de la población.
La elección de Salamina para que la flota griega emprendiera acciones contra el
enemigo en el futuro habrá tenido distintas posturas de los comandantes griegos,
el Ática se debe haber descartado de plano ya que se había decidido no
defenderla y el nuevo punto de no ceder era el istmo de Corintio es probable que
los espartanos quisieran estar más cerca de ese punto sin embargo Salamina está
a 40 km del istmo y en Artemisio la flota estaba a 64 km de Termópilas así que
esta postura estaba cubierta.
Para Temístocles la estrategia era clara, esperar en Salamina y combatir dentro
del estrecho, esto facilitaba las operaciones de sus trirremes más pesados y
menos maniobrables que los persas y en un espacio confinado la cantidad de
naves perdía la ventaja que tenía el presentar combate en un mar abierto como
podría haber sido en las proximidades del istmo de Corintio. Para los peloponesios
el problema era no tanto la distancia a sus tropas terrestres sino las posibilidades
170
de escape si no se diera una victoria en Salamina. Estas discusiones se dieron en
el marco de un consejo de guerra convocado por Euríbiades y que Heródoto lo
describe con bastante detalle y al final de acaloradas discusiones se decidió
combatir en Salamina.
En Artemisio las dos flotas habían estado frente a frente en un estrecho de 11
km de ancho con la visión clara de los movimientos del otro, en Salamina el punto
más estrecho era de menos de 1.600 m y los persas estaban varados a 16 km de
distancia en Falero, cada uno quería luchar en su lugar de elección, los griegos en
las aguas confinadas del estrecho de Salamina y los persas en el golfo Sarónico
mucho más amplio.
La cantidad de naves de uno y otro contingente es difícil de precisar con
exactitud, Heródoto habla de 368 naves griegas141 y los persas entre unos 650 a
700, más allá de estos números lo cierto es que por la forma en que los persas
actuaron es seguro que consideraban a la flota griega con capacidad como para
montar una defensa en profundidad en las dos entradas al extremo sureste de los
estrechos a ambos lados de la isla Psitalea y simultáneamente si era necesario
cualquier amenaza desde el noroeste bloqueando el canal entre las dos islas
Farmacusas. Con las tripulaciones reunidas cerca de sus naves, tendrían tiempo
suficiente para lanzarse al mar y formarse para contrarrestar cualquier empuje
persa en el estrecho de Salamina.
Es necesario hacer unas consideraciones sobre el trirreme griego de esta
época que de acuerdo a los estudios de fuentes arqueológicas y documentales y
de las pruebas realizadas en el Olympias142, llevaba 170 remeros, 16 tripulantes,
141
Heródoto afirma que los griegos contaban con 378 naves, de las cuales 180 eran atenienses.
Añade también dos barcos desertores del bando persa, lo que suma un total de 380.
Desgraciadamente, cuando Heródoto cita los barcos en relación a la aportación de cada ciudad-
estado, la suma total sólo alcanza las 366 embarcaciones. Heródoto también especifica que la flota
griega en Salamina era mayor que la de Artemisio, que probablemente contaría con 333 naves. Si
decidimos que las cifras proporcionadas por la relación detallada de las ciudades que nos legó
Heródoto son más exactas, parece ser que los griegos contaban con 368 barcos el día que se libró
la batalla de Salamina (las 366 naves de la Liga y los dos desertores). (Barry Strauss, La Batalla de
Salamina, Edhasa, Buenos Aires 2006, pág.91)
142
Olympias trirreme botado en 1987 por la Armada Helénica de Grecia siguiendo las
descripciones históricas y la arqueología y al que se le hicieron distintos tipos de prueba que
permitieron medir la velocidad, maniobrabilidad y todas las complicaciones derivadas de la
navegación de este tipo de naves.
171
10 hoplitas y 4 arqueros, por lo que es probable que las naves llevaran
aproximadamente 200 hombres con lo que estaríamos hablando de unos 75.000
hombres en el mar.
Los trirremes persas eran similares y más si tenemos en cuenta que toda su
flota era de procedencia griega, lo que cambiaba era la composición de los
infantes que se incrementaron quizás para incluir más persas en las naves y tener
más potencia de fuego, dando mayor importancia al abordaje que al choque del
espolón. De acuerdo con las pruebas en el Olympias se podrían acomodar hasta
30 infantes, por la cual habría a bordo unos 220 hombres lo que daría una fuerza
total de unos 140.000 en el mar.
No existen certezas sobre los hechos relacionados a la batalla en si, hay
muchas suposiciones y como fuente más importante se utiliza a Heródoto, así
como no está clara la intensión de los persas de crear un terraplén para unir
Salamina con el continente o si los persas movilizaron tropas hacia el istmo,
tampoco es segura la estratagema de Temístocles mandando al tutor de sus hijos
Sicinno al campamento persa para parlamentar pero con la intención de dar falsa
información relacionada a que la alianza griega se quebraba y parte de la flota se
retirarían y que algunos se volverían en contra, así como la intensión del mismo
Temístocles de cambiar de bando.
No es descabellado que los persas se dispusieran a parlamentar teniendo en
cuenta que una parte de su estrategia había sido mantener siempre el diálogo con
sus oponentes incluso hasta el momento de la batalla, para lograr una victoria sin
derramar sangre o socavando la resistencia con sobornos u amenazas.
Es probable que este artilugio de Temístocles haya influido en Jerjes para que
apresurara la entrada de la flota al estrecho; se debe tener en cuenta que solo una
pequeña minoría de las ciudades helenas formaban parte de la alianza, que hasta
poco tiempo antes habían estado en guerra entre ellos, con largas historias de
rivalidad y enemistad y que Jerjes seguramente conocía las acaloradas
discusiones relacionadas con la estrategia que tomaron los griegos.
172
El día 24143 de septiembre Jerjes reunió al consejo de guerra para decidir si
atacaba a la flota griega dentro del estrecho, a diferencia de las reuniones griegas
en la que todos los comandantes daban su opinión y discutían acaloradamente, el
consejo persa era muy distinto a ningún comandante se le hubiera ocurrido en
público opinar en contra de las decisiones del Gran Rey por lo que los
comandantes acercaban sus inquietudes a Mardonio y este las ponía a disposición
de Jerjes, y la realidad era que el Rey ya había tomado la decisión de atacar a los
griegos, por lo que el consejo de guerra fue un acto más protocolar y de
reverencia al Gran Rey que para tomar decisiones militares.
Heródoto habla de que Artemisa de Halicarnaso presentó algún reparo a entrar
en el estrecho pero que fue desechado su modo de acción, después Artemisa
tendría una destacada actuación en la batalla, pero esta Reyna merece un estudio
aparte ya que fue la única mujer que comandó en batalla.
Una gran parte de la flota persa, encabezada por los fenicios entró en el
estrecho bajo la cobertura de la oscuridad manteniendo cerca de la costa norte del
Ática, las maniobras nocturnas aunque difíciles y arriesgadas, estaban ciertamente
dentro de las capacidades de los fenicios. No esperaban encontrar resistencia
porque creían que la Alianza Helénica estaba cayendo a pedazos y que elementos
significativos de ella se entregarían o intentarían alejarse. Los griegos eran
conscientes del movimiento persa, pero en la noche no se luchaba y, en cualquier
caso, Temístocles quería que los persas entraran en gran número para negarles el
espacio en el que pudieran explotar sus mejores capacidades marineras.
Otra parte de la flota persa que podrían haber sido los egipcios fueron a
bloquear el estrecho entre Salamina y Megara y un tercer componente selló los
pasos este y oeste de la isla Psitalia. Al mismo tiempo infantería persa fue enviada
a la isla de Psitalia para desde allí atacar a los griegos con arcos o simplemente
matar a los sobrevivientes de la batalla que llegaran nadando a las costas de esta
isla.
143
Los días que se tomaron en este trabajo están enunciados en el libro (Barry Strauss, La Batalla
de Salamina, Edhasa, Buenos Aires 2006)
173
Jerjes había ordenado poner su trono en la ladera para observar la batalla,
seguramente al igual que en Termópilas esta presencia buscaba infundir ánimos y
presionar a sus súbditos, se preparaba para ver un espectáculo en el que estaba
convencido que sus fuerzas triunfarían.
La batalla se desarrolló desde la mañana hasta el atardecer el día 25 de
septiembre y los persas llevaban remando desde la noche anterior, no está claro
como entraron en posición cada componente de la flota griega y persa.
Inmediatamente antes de la batalla, las dos flotas se enfrentaban a través del
tramo de agua entre las dos islas Farmacusas y Psitalia, ambas partes se
adherían al principio táctico de luchar con una orilla amistosa a sus espaldas, los
persas tenían también el apoyo potencial de las fuerzas de tierra en su flanco
izquierdo, en Psitalia, y a su derecha la isla Farmacusa 2 estaba ocupada también
por los persas que con arqueros podían presentar una seria amenaza a las naves
enemigas a menos de 180 metros.(Whilliam Shepherd, Salamis 480 BC, Osprey
Publishing Ltd., London 2010, pág.69).
Lo que es probable es que la batalla se desarrollara de la misma forma en la
que se enfrentaban los ejércitos de hoplitas de la época en tierra, las dos
formaciones se enfrentaron y chocaron. Es evidente que el grueso de los
combates en la fase central se hizo en lo que Tucídides llama “la manera pasada
de moda”, como en Sybota en el año 433 AC. (Whilliam Shepherd, Salamis 480
BC, Osprey Publishing Ltd., London 2010, pág.69)
Las tácticas de combate de esta “manera pasada de moda” debió consistir
principalmente en embestir con el espolón al enemigo, al tiempo que los hoplitas
barrían con armas arrojadizas las cubiertas de los barcos, luego se retiraba el
barco para provocar que el agua entrara por el boquete causado por el espolón y
así hundir el barco, si bien no están muy documentadas estas tácticas se
corresponden con las pruebas que se hicieron sobre el buque Olympias. Es
probable que esto haya ocurrido así en lugar de producirse el abordaje del trirreme
debido a que los buques de la liga griega llevaban menos hoplitas que los persas y
eran más pesados en su construcción con lo que se favorecía la embestida con el
espolón.
174
El punto de inflexión se produjo cuando los persas comenzaron a sufrir bajas y
los barcos de su línea de frente se pusieron en fuga y los que estaban atrás
presionaron para impresionar a su rey que los observaba desde la costa, esto no
permitía las maniobras, mientras que los griegos tenían más libertad de acción y
se dedicaron clavar sus espolones en los barcos persas luego se retiraban y estos
se iban a pique.
Así el mayor peso de los barcos griegos facilitó la acción de embestir y las
ventajas de mayores capacidades marineras de los persas y de mayor cantidad de
infantes que estos llevaban a bordo no fueron relevantes.
En el relato de Heródoto los atenienses y aginetanos fueron los contingentes
que mayores daños causaron, los primeros embistiendo a los que presentaban
una resistencia mayor y los segundos atacaban a los que trataban de salir del
canal; esto puede haber sido así teniendo en cuenta que el contingente ateniense
era el más grande y que los aginetanos si bien eran unos 30 eran los más
experimentados y podrían haber sido utilizados como la reserva.
Cuando el estrecho estuvo libre, Arístides tomó su destacamento de hoplitas de
sus posiciones en las playas de Salamina y destruyó a la fuerza persa que se
había posicionado en la isla de Psitalia la noche anterior. Esto puso fin a la batalla
dejando a los griegos en pleno control de los estrechos, al igual que lo que ocurría
en las batallas terrestres el vencedor se definía no tanto por las bajas sino por
quien quedaba en posesión del campo de batalla. Sin embargo es muy probable
que al final de la tarde los griegos todavía no se dieran cuenta de la magnitud del
triunfo, a pesar de que los relatos hablaban de muchos cuerpos flotando en el mar.
Las bajas en ambos lados, así como se vio la dificultar de saber la cantidad que
combatieron, es difícil de precisar con certeza, pero teniendo en cuenta las bajas
de Artemisio, las fuentes históricas y la comparación con los combates de la época
podrían haber sido como indica una fuente romana de 40 trirremes en el lado
griego y unos 200 en el lado persa.
Esto representa considerables bajas para los persas considerando que sus
naves llevaban más infantes que las griegas.
175
Consecuencias
Como se describió anteriormente las perdidas persas fueron superiores a las
griegas, pero no significaban la aniquilación ni mucho menos, Jerjes todavía
mantenía la flota egipcia intacta, mantenía los números a su favor, pero las
tripulaciones que habían escapado del estrecho seguramente estarían
desmoralizadas y agotadas y muchos de los barcos seguramente necesitarían
trabajo para volver a ser dignos de combatir.
Si se realiza un balance de la campaña de Jerjes el balance no era negativo,
había tomado y destruido Atenas, se había apoderado de Grecia central y
septentrional, y había matado a Leónidas el rey espartano; y aunque había
perdido una batalla su enorme ejército de tierra estaba casi intacto e invicto.
El día 26 de setiembre se reunió el Estado Mayor persa más reducido que el del
día anterior a la batalla, allí Mardonio le sugirió que la batalla era insignificante,
pero Jerjes no lo escucho y hecho a todos menos a Artemisa y le rindió honores
por su desempeño en la batalla, luego decidió que una parte de su ejército se
quedara en Grecia a las órdenes de Mardonio y el regresaría con la flota. Si
Mardonio conseguía triunfar sobre los griegos todo el mérito se lo llevaría el Gran
Rey y si era derrotado Mardonio cargaría con la culpa.
Quizás unos de los aspectos más importantes que consideró haya sido el
tiempo, se acercaba el invierno los trirremes de esta época eran muy rápidos pero
frágiles a las tormentas con lo que preferían navegar en los meses de mayo a
octubre y para octubre la flota persa ya no debía estar en campaña sino de vuelta
en sus puertos.
Después de haber saqueado toda el Ática es probable que ya no quedara
mucho alimento y este gran ejército persa necesitaba comer, con lo que
seguramente la línea principal de abastecimiento haya sido por mar teniendo en
cuenta que el transporte terrestre era más lento y costoso.
A dos meses de la batalla de Salamina, Jerjes ya se había establecido en
Sardes, y allí permaneció durante todo el año siguiente, hasta el otoño de 479 a.C.
La guerra contra los griegos continuó en tierra con mucha energía durante un año
más pero la flota persa quedó recostada a las costas de Anatolia.
176
La estrategia le dio muy mal resultado, en agosto de año siguiente Mardonio era
derrotado en la batalla de Platea donde perdió la vida, antes de que se cumpliese
el año de abandonar Atenas, Jerjes no sólo había perdido el Peloponeso, sino casi
todos sus dominios en la Grecia continental, así como las islas más importantes
del Egeo oriental y, además, las ciudades-estado de Jonia y Caria se apartaban
del imperio. Las islas restantes las seguirían un año más tarde. Pasados veinte
años del estallido de la sublevación jonia, año 499 a.C., una confederación de
ciudades-estado de la Grecia continental estaba sacando al Gran Rey del Egeo,
empujándolo hacia la costa oriental de Anatolia.
Desde el punto de vista de los griegos y principalmente los atenienses las
consecuencias de Salamina son fundamentales para entender el devenir de la
historia de esta ciudad y de toda Grecia. Hasta el siglo V las marinas habían sido
caras144 y no tenían importancia estratégica, la necesidad de combatir a los persas
en el mar no sólo alteró las reglas de la guerra griega, sino también el equilibrio
social y económico de la ciudad misma. La elevación de la marina - y sus
tripulaciones - a un estado de igualdad aseguró la creciente radicalización de la
democracia ateniense durante el próximo medio siglo.
A partir de Salamina, en Atenas, el poder marítimo, las fortificaciones urbanas,
las murallas que conectan el puerto y la ciudadela, y el empleo de los pobres en
trirremes se consideraban esenciales para la supervivencia de los gobiernos
populares que elegirían para guiar a la ciudad a personas que no tenían porque
ser aristócratas.
La potencia naval en Artemisio y Salamina aparentemente confirmó que los
barcos eran estratégicamente invalorables y que sus empobrecidas tripulaciones
eran tan valientes como los terratenientes hoplitas. Pero para la mente
conservadora agraria todo esto era un anatema. Todos los filósofos deploraron los
144
Un ejército de 10.000 hoplitas representaba una inversión de capital de 200.000 dracmas en
armaduras y esclavos; sin embargo, una flota de 100 buques y sus aparejos cuestan cinco veces
más, casi un millón de dracmas. Y mientras un ejército hoplitas pudiera marchar, forrajear, pelear y
regresar en una semana por no más de 70.000 dracmas en la paga de infantería, una flota de 100
trirremes en patrulla durante un mes podría necesitar veinte veces más para los salarios, el
mantenimiento y provisiones. (Victor David Hanson, The wars of the Ancient Greeks, Cassell,
London 1999, pag 101)
177
triunfos navales de las guerras persas y se asustaron por la belicosidad de la
chusma en la Asamblea ateniense.
Platón llegó a decir que la impresionante victoria naval en Salamina que salvó la
civilización occidental hizo a los griegos "peores" como pueblo, mientras que
Aristóteles vinculó las batallas marítimas de las guerras persas con el auge de la
demagogia misma. A sus ojos, era casi mejor perder heroicamente en el campo de
batalla hoplita que ganar en el mar con la ayuda de una muchedumbre
empobrecida y poco educada, que exigiría cada vez más derechos y botín de
ultramar para pagar por ello. (Victor David Hanson, The wars of the Ancient
Greeks, Cassell, London 1999, pag 103).
A pesar de la importancia del triunfo, Salamina no representó la expulsión de
los persas de Grecia, cuando la guerra se reanudo en el 479 AC, la estrella de la
gloria de Temístocles se había apagado, pero ni bien los persas fueron
expulsados después de las batallas de Platea y Mycale los griegos comenzaron a
pelear entre ellos.
Los atenienses recurrieron otra vez a Temístocles que reconstruyó las murallas
de Atenas y fortificó el Pireo alentando la población de esta zona y orientando los
esfuerzos de la ciudad hacia el mar. Este cambio talasocrático le permitió a Atenas
en el año 477 AC la creación de una alianza naval entre las ciudades-estado
griegas. La coalición se fundó en la isla de Delos y comprendía a unas ciento
cincuenta ciudades-estado griegas de las islas del Egeo, Eubea, la costa noreste
de Grecia, el mar de Mármara y la costa occidental de Anatolia.
Temístocles fue el verdadero padre de la nueva Atenas, había fundado la flota y
salvado a su nación, pero al elevar a Atenas a nuevas cotas de poder, también
plantó las semillas de nuevos conflictos. Las dos ciudades, antiguas aliadas contra
los persas, conducirían a toda Grecia a un nuevo e incluso más destructivo peligro
cincuenta años después de Salamina. Temístocles y Euríbiades habían dejado a
un lado sus diferencias para hacer frente a un peligro más importante esto no se
volvería a ver en mucho tiempo y en el caso de Temístocles en el 471 AC partió al
exilio para nunca más volver a su patria.
178
Las guerras del Peloponeso (431-404 AC.) fueron lo bastante brutales para
hacer que a los helenos les pareciesen buenos los viejos tiempos de la invasión
“bárbara”. Quizás estas guerras sean las consecuencias más importantes de la
batalla de Salamina.
Se ha dicho que Salamina fue una gran batalla porque sin esa victoria el mundo
se habría visto privado de aquella gloriosa maravilla que fue la cultura griega. Pero
esta consideración contrafáctica es difícil de sostener porque se subestima la
capacidad de recuperación, de resistencia y de empuje de la civilización griega. Lo
que si es seguro es que no se hubiera desarrollado la democracia imperial.
La derrota en Salamina no hubiese privado al mundo de la gloria griega, sino de
su astucia y codicia. Salamina le ofreció a Atenas una prueba de poder que no
pudo resistir. Atenas permaneció libre gracias a la batalla de Salamina, se salvó la
democracia y nació el imperio ateniense. (Barry Strauss, La Batalla de Salamina,
Edhasa, Buenos Aires 2006, pag 248)
Y fue esta contradicción entre democracia e imperio lo que hizo de Atenas un
lugar tan importante durante el siglo posterior a Salamina, y mucho tiempo más.
Atenas fracasó en el momento de dar vida a sus ideales de libertad, y ese fracaso
propició la aparición de ciertos críticos. Esos personajes incluyen a historiadores
como Heródoto y Tucídides, y poetas como Sófocles, Eurípides y Aristófanes. Y
ellos incluían al mayor crítico de todos, Sócrates, quien precedió a Platón, a
Aristóteles y a toda la tradición de filosofía política occidental. Esa tradición, el
debate entre la democracia y sus detractores, es el auténtico legado de Salamina.
179
Bibliografía
De Souza, Philip. The Greek and Persian Wars 499-386 BC. Editorial Osprey
Publishing Ltd. 2002
Hanson, Victor David. The wars of the Ancient Greeks. Editorial Cassell. 1999
Shepherd, Whilliam. Salamis 480 BC. Editorial Osprey Publishing Ltd. 2010
180
Los Perros de la Guerra. Mercenarios en el Mundo Antiguo.
La Revolución Militar y su Aporte al Arte de la Guerra.
Introducción
Pero sin duda las mejores fuentes antiguas, son las vividas por una series de
innovadores comandantes griegos que lucharon entre los siglos V y IV a.C.,
145
Vidal, Jordi. Mercenarios en los Ejércitos Paleobabilónicos. En Espino, Antonio. Nuevas
fronteras en la Historia de la Guerra. Ed Pórtico. 2014. Cap I. Pag 5.
146
Están descriptos Cuerpos de soldados nubios en las cartas de Amarna del siglo XIV a.C. Vidal,
Jordi. Soldados Nubios en las Cartas de Amarna. Art. Revista de Historia Nro 27. 2015
181
pasando uno de ellos a la historia, no por su trabajo como mercenario, sino como
historiador. Jenofonte nació cerca de Atenas en la segunda mitad del siglo V a.C.,
y su campaña junto a Ciro lo convirtió en quien es hoy. La famosa Retirada de los
Diez Mil que narra la campaña de una unidad de mercenarios griegos en Persia,
es sin dudas una de las grandes crónicas de la antigüedad.
147
Las obras de Lartéguy fueron controvertidas y muy criticadas en la época que aparecieron en
las librerías y hasta el día de hoy. La primera se titula “Los Centuriones” y narra la historia de los
paracaidistas y soldados de la Legión Extranjera francesa en Indochina, siendo el personaje central
el Coronel Raspeguy, que no es ni más ni menos que quien fuera posteriormente General en el
Ejército Francés Marcel Bigeard. La segunda obra se centra, con casi los mismos personajes, en la
impopular guerra de Argelia y se titula “Los Pretorianos”.
182
a sus contemporáneos. En esto es en lo que se distinguen de los demás
hombres.‖148
Si los mercenarios a órdenes de Clearco, luchaban solo por la paga o por otras
razones, es motivo de especulación aunque Jenofonte hace ver que el Jefe
mercenario era un hombre dedicado por entero a la guerra. Otros comandantes
posteriores cómo Ifícrates, también eran hombres dedicados por entero a la guerra
y no estamos seguros que su motivación sea simplemente la paga. El aporte que
su estructura militar brindó a unas Poleis aferradas a un conservadurismo militar
incomprensible y la revolución militar que los mismos generaron, es el motivo de
estudio del presente trabajo.
183
A muchos les podrá parecer incorrecto llamar revolución militar a las reformas
de Ifícrates y Chabrias, pero creemos, y compartimos con Arther Ferril 149, que para
el momento en que se dio, fue una verdadera revolución en asuntos militares.
En apariencia, entre los siglos VIII y VII a.C. mercenarios carios y jonios
combatieron en varias campañas en distintos lugares, cuyas acciones están muy
poco registradas, no así a algunos grupos que lucharon a órdenes del faraón
Psametico I (664 a.C),150 aunque de seguro no fueron los primeros griegos en
vender sus servicios. Ya el Mediterráneo más que una barrera infranqueable era
un lugar para el libre intercambio y un comercio por demás provechoso para todas
las civilizaciones que se desarrollaban en sus costas. Del centro a la periferia y
viceversa, el intercambio de bienes y servicios fue una constante en la antigüedad
y es en ese intercambio donde los profesionales de la guerra también
interactuaban.
Toda organización mercenaria cuenta entre sus filas con miembros que
normalmente son parte de su mismo grupo, de su polis o que han actuado en la
milicia en ocasiones anteriores. Es por ello que las unidades mercenarias
149
Ferrill, Arter. Los Orígenes de la Guerra. De la Edad de Piedra a Alejandro Magno. Ediciones
Ejército. Madrid. 1971. Pag 213
150
Trundle, Matthews. Greek Mercenaries. From the Late Archaic Period to Alexander. Ed
Routledge. 2004. Pag 28
184
constituían en gran forma un brazo de la polis a la que representaban,
transmitiendo no sólo sus servicios profesionales sino también su cultura.
185
Cleón y Demóstenes al frente de un fuerte destacamento de infantería ligera,
psilois, lograron rodear a un batallón espartano de 420 hombres obligando a
rendirse a 292 y matando al resto.151 Las fuerzas ligeras demostraban que se
podía vencer a la infantería pesada en campo abierto, siempre y cuando se
supiera utilizar a la misma y manteniendo distancia de combate con los hoplitas.
La guerra se estaba convirtiendo en algo mucho más móvil y fluctuante; ya la
táctica comenzaba a variar de acuerdo a las exigencias del terreno, el tiempo y el
enemigo a enfrentar.
Si algo demostró la guerra del Peloponeso fue que la guerra de hoplitas estaba
llegando a su fin, pues ya era hora de que aparecieran nuevas formas de guerrear.
Pero se necesitaba un vector para transportar los conocimientos evolutivos
propios de la experiencia extraída del combate. Eso sólo lo podían hacer los
militares profesionales y los únicos con esas características eran los mercenarios.
151
De los 292 hombres rendidos, 120 eran Homoioi, es decir, ciudadanos de plenos derechos y
parte de la elite del ejército espartano. Tucidides. Historia de la Guerra del Peloponeso. Ed Crítica.
2013. Libro IV. Pags 287-288.
152152
Ver a Jenofonte. Anábasis. La Retirada de los Diez Mil. Ed EDAF. 1993.
186
sólo que iban a combatir contra rebeldes insurrectos de la satrapía de Asia Menor
en la Pisidia, sin conocer la realidad que era destronar al hermano menor de Ciro y
rey de Persia Artajerjes II; esto probablemente para evitar un amotinamiento entre
las tropas ante tamaña campaña. Luego de una serie de acontecimientos que van
desde deserciones, acciones menores durante el trayecto y nuevas mentiras, la
fuerza mercenaria llegó al Éufrates, donde se reveló el verdadero objetivo de la
operación. Ya sin más que hacer, los mercenarios continuaron y se enfrentaron
con el rey persa en la llanura de Cunaxa.
Las fuerzas de Ciro oscilan de acuerdo a las fuentes entre los 60.000 y 80.000
hombres de infantería, entre ellos la fuerza de 14.000 mercenarios, y unos 3000
jinetes que se enfrentarían a un poderoso ejército persa de aproximadamente
100.000 hombres y que incluía 6000 jinetes y cerca de 200 carros de combate
falcados.
187
Carros falcados persas
Batalla de Cunaxa I Infantería persa
401 a.C.
Proxeno
Menón
Clearco Fuerzas
Persas de
Mercenarios Mercenarios Ciro Ciro
Caballería I I I I Caballería
Los persas, con tal de que los mercenarios se fueran, urdieron un perverso
plan, aunque inteligente y maquiavélico, y enviaron a uno de sus agentes más
confiables a parlamentar. Tisafernes, el hombre designado para tal fin, logró
convencer a Clearco que llevaría a él y a sus mercenarios fuera de las fronteras
de su imperio. Para ello los condujo a través del río Tigris con destino al Zab
Mayor. Allí llevó a Clearco y a sus capitanes a un encuentro donde los tomó
prisioneros y después los ejecutó. Con esta acción los persas apreciaban que el
resto de los hombres se rendirían y serían esclavizados. Pero esto no fue lo que
ocurrió. Los mercenarios eligieron nuevos jefes, entre los cuales se encontraba
Jenofonte, para que los condujeran nuevamente a su patria. Es entonces cuando
188
comienza una de las mayores travesías de una fuerza militar en la historia.
Atravesando territorio indómito y luchando contra tribus hostiles, seguidos de
cerca por el ejército persa, los griegos se abrieron paso combatiendo y dando
muestras de una gran eficacia militar. Marcharon hacia el Norte y lograron llegar
hasta las costas del Mar Negro, donde con gran alegría y emoción habían
prácticamente concluido la campaña. Era principios del 400 a.C. Luego de
alcanzar Calcedonia y pactar con el sátrapa de la región, pudieron embarcar
rumbo a Bizancio para cruzar el estrecho. Quirísofo, uno de los jefes mercenarios,
partió hacia esta ciudad con el fin de conseguir barcos para cruzar, mientras el
resto de la fuerza continuaba la marcha con dirección a Paflagonia.
Cómo toda fuerza militar que se mueve por un territorio a medida que avanzan
se abastece del mismo, ya sea por voluntad de los habitantes de la zona o por la
fuerza. Ni bien llegaron a la costa de Grecia, las ciudades de la zona los miraban
con recelo e incluso les negaban la entrada. El amotinamiento estuvo a la orden
del día hasta que los contingentes lograron regresar a sus hogares, aunque una
fuerza de 6000 hombres fue contratada nuevamente, esta vez por Esparta, para
luchar contra Persia cuando se inició un nuevo conflicto entre ambos en 399 a.C.
De esta manera finalizaba la retirada de los Diez Mil, tal como se la conoció a
través de la historia. Jenofonte fue recibido con honores en Esparta y los
mercenarios que quedaron estuvieron a órdenes de Tibrón.153
153
El contingente mercenario, de acuerdo a Jenofonte, estaba compuesto antes de iniciar la campaña de las
siguientes fuerzas: 1000 hoplitas, 800 peltastas tracios y unos 200 toxotai cretenses, todos ellos bajo el mando
del espartano Clearco. Comprendían el contingente más completo de la fuerza mercenaria. También había
unos 300 hoplitas siracusanos, otros 700 hoplitas bajo Quirísofo de Esparta; 1000 hoplitas bajo el mando de
Soféneto de Arcadia; 4000 hoplitas con Xenias de Arcadia (gran parte de este contingente se fue con su jefe
cuando abandonó a los mismos en Siria); 1500 hoplitas y 500 peltastas con Próxeno de Beocia; 1000 hoplitas
con Soféneto de Stínfalo; 500 hoplitas con Sócrates de Acaya; 300 hoplitas y 300 peltastas con Pasión de
Mégara y 1000 hoplitas y 500 peltastas con Menón de Tesalia. Jenofonte. Op Cit. Pags 20-27
189
combate y como ya había quedado demostrado en las guerras médicas. Pero
también se aprendió, y esto fue durante la retirada de los mercenarios, que era
necesario contar con un mayor número de infantería ligera, peltastas, de arqueros,
toxotai, de honderos, de caballería y de una logística adecuada para mantenerse
durante un prolongado tiempo en el terreno operando. En los combates contra las
tribus de Armenia, la infantería ligera llevó el centro de gravedad de los combates
debido a su mayor movilidad ante combatientes que se movían con armas
arrojadizas y no luchaban en terreno abierto. Todas estas lecciones fueron
descriptas minuciosamente por Jenofonte en su obra y es probable que haya
influido mucho en el pensamiento militar de otros profesionales de la guerra,
incluido Filipo II de Macedonia y de su hijo Alejandro.
Mar Negro
Trapezus
Calcedonia
Sardes Ipsos
Tarso
Cunaxa
Mar Mediterráneo
Babilonia
190
El pensamiento táctico griego
La guerra griega estuvo marcada siempre por dos principios predominantes que
marcaron un estilo de hacer la guerra: El primero, se basaba en el enfrentamiento
directo por la fuerza de la masa y el choque. Para ello se debían dar ciertas
condiciones, de lo contrario se corría peligro de que dicho principio no se pudiera
aplicar. Para poder hacer que la masa prevaleciera dando fuerza al choque, era
fundamental colocar las mejores tropas enfrentando a las mejores del enemigo. El
empuje fundamental de la falange buscaba quebrar la línea enemiga y para ello se
debía contar con las mejores tropas en el punto decisivo del encuentro, a su vez
se contrarrestaba el empuje enemigo, que también había apoyado sus mejores
hombres sobre el ala propia. Esto se puede referir de la siguiente manera: si el
enemigo coloca sus mejores tropas sobre el ala derecha, las mejores fuerzas
propias se deben colocar en el ala izquierda para de esa forma poder
contrarrestarla.
Ahora bien, para que ambos principios se pudieran cumplir era necesario que el
enemigo combatiera de la misma manera; esto funcionó en el combate de
falanges hoplitas, pero no era lo mismo ante un enemigo que luchaba de manera
distinta. Los mercenarios lograron derrotar a la infantería pesada persa en
Cunaxa, pero luego durante la épica retirada debieron adaptarse a una nueva
forma de lucha que era la que les presentaban las distintas tribus hostiles a
medida que avanzaban. Es en estas situaciones donde se puede observar la
inutilidad del empleo de la falange, ya que no se podía vencer a un enemigo
esquivo y que luchaba con armas arrojadizas.
191
Los mercenarios como profesionales de la guerra que eran, comprendieron esto
rápidamente y se adaptaron ya que de lo contrario les iba la vida en ello. Como
ocurre en toda fuerza mercenaria para cobrar hay que sobrevivir. Es seguro que
ese lema básico de los mercenarios fue el que los llevó a progresar y a adaptarse
a nuevas innovaciones tácticas, pues era lo que les aseguraba la supervivencia en
el campo de batalla. Es en esto que se basaba su principio de evolución en el
campo de combate y lo van a demostrar ciertos capitanes mercenarios en la
llamada guerra de Corinto.
La guerra del Peloponeso había dado una cierta experiencia a los ejércitos
participantes, pero sobre todo había formado a militares que habían adquirido un
alto grado de profesionalismo, convirtiendo sus conocimientos en dinero y
empleándose de acuerdo a los mandatos, muchas veces de la propia polis, o
también de diversos empleadores. Durante la guerra de Corinto el dinero persa fue
el que inclinó muchas veces la balanza y de esta manera las poleis podían
financiar sus ejércitos especialmente de mercenarios.
192
las fuerzas de Ifícrates eran similares y los derrotó utilizando tácticas de
aferramiento por el fuego de armas arrojadizas.
193
cuando quedaban aislados porque la línea se desordenada, eran presa fácil de los
hoplitas atenienses que alineados los esperaban. La caballería lacedemonia no
quería perseguir sola sino que lo hacía acompañada de los hoplitas espartanos,
por lo tanto su velocidad de movimiento quedaba restringida a la del hoplita. Esta
ventaja fue aprovechada por los experimentados hombres de Ifícrates que fueron
acorralando a la fuerza espartana. Desde Lequeo se enviaron fuerzas navales
para poder evacuar a los hombres que quedaban, pero estos en su
desesperación para no quedar aislados no lograron mantener una acción de
retaguardia efectiva y simplemente huyeron acosados ahora, no solo por los
peltastas, sino también por los hoplitas atenienses que perfectamente formados
comenzaron a avanzar convirtiendo la retirada en una huida desesperada. La
fuerza espartana fue aniquilada al completo, pero más allá de la acción bélica en
sí, lo interesante es la consecuencia que la misma trajo. Dejaba ver la
imposibilidad de maniobrar a una fuerza compuesta solo de hoplitas contra otras
mucho más móvil y flexible, en tanto que la combinación de fuerzas profesionales
altamente capacitadas y móviles con infantería pesada era una gran hermandad
que ya no podía escapar a una nueva forma de hacer la guerra.
Había quedado claro que una fuerza de hoplitas no podía operar por separado
de otras fuerzas, e incluso la caballería por si sola tampoco lo podía hacer si no
tenía a su lado fuerzas ligeras que la acompañaran. Numerosas acciones más van
a llevar a cabo los hombres de Ifícrates y en muchas ocasiones combinados con
infantería de hoplitas, algo que los mercenarios de Jenofonte ya habían hecho en
su campaña en Persia.
Por otro lado la guerra de Corinto, con una influencia cada vez mayor de Persia
ya que su dinero lograba financiar los costes de la misma, también llevó a fuerzas
mercenarias a combatir al Norte de África, en la campaña persa para recuperar
Egipto. Conocida como la campaña egipcio-chipriota y que no está desligada de
las acciones e influencias persas en la guerra de Corinto, se basó en el freno a las
ambiciones de Evágoras que quiso poner el gran Rey de Persia.
194
Las numerosas revueltas campesinas en el delta del Nilo, llevaron al rey persa
a utilizar dinastas para un mejor control del territorio, es aquí donde se relaciona la
campaña, ya que antes de poder controlar el territorio egipcio se debía controlar
Chipre donde cualquier acción militar estaba condenada de antemano si no se
establecía una base firme en dicha isla. En la isla había una polis helena bajo el
rey Evágoras cuyas ambiciones políticas contrastaban con las persas. Atenas
envió a una fuerza de experimentados soldados profesionales al mando de
Chabrias que desembarcó en Chipre con el objetivo de realizar acciones militares
y demostrando una vez más la conjunción entre infantes ligeros y pesados como
ya un elemento imprescindible para la lucha. La acción de Chabrias deja ver la
importancia de las fuerzas mercenarias para las acciones políticas externas de las
poleis, donde hay un cierto paralelismo con las fuerzas mercenarias actuales y la
tercerización de la guerra.
Las acciones mercenarias las volveremos a ver en la campaña que los persas
lanzan contra Egipto en el 373, donde participa el mayor contingente de
mercenarios griegos hasta el momento. El ejército persa bajo el mando de
Farnabazo, cifrado en cerca de 100.000 hombres y transportado por unas 300
naves, debía remontar el Nilo en una operación anfibia tan grande como pocas
hubo en la época. Ifícrates comandaba a una fuerza de 20.000 mercenarios
griegos, todos ellos fuerzas especializadas en una combinación de infantería ligera
y pesada. Del otro lado, es decir por el lado egipcio, Chabrias había sido
195
contratado por el rey Ácoris con la misión de establecer un sistema de
entrenamiento para sus hombres y erigir las defensas en el delta del Nilo.
La fuerza persa remontó el delta del Nilo asolando las distintas guarniciones y
aldeas que encontraba, pero a medida que se internaba encontraba una mayor
resistencia entre las fuerzas egipcias que contaban con el asesoramiento de
Chabrias. Por su parte Ifícrates propuso al estratego persa una acción relámpago
para tomar Menfis, algo que fue desatendido por el persa. Cómo las acciones se
ralentizaban y la estrategia persa no iba con el pensamiento de Ifícrates, éste
decidió retirar su contingente sin el consentimiento de Farnabazo, dando por
finalizada la acción de su fuerza en la campaña.
Conclusiones
196
La guerra hoplita ritualizada y violenta nada podía hacer en los nuevos teatros
de operaciones. Las acciones de los mercenarios en la campaña de Ciro así lo
demostraron cuando debieron enfrentarse a tribus hostiles que luchaban desde
posiciones ventajosas y no entraban en combate cuerpo a cuerpo. La importancia
de la caballería y la infantería ligera iba a ser determinante cuando una fuerza
hoplita quisiera operar en ambientes fuera de los principios que regía a la
utilización de la falange. De la única manera que la misma podía evolucionar
estaba en manos de tropas profesionales, que eran los que combatían en los
diferentes teatros de operaciones y que adaptaban constantemente sus
procedimientos y su equipo en pos de su supervivencia.
Los mercenarios fueron el elemento fundamental para esa evolución, eran los
únicos que mantenían una estructura militar profesional y que se iría adaptando a
los distintos ambientes donde tuvieran que operar. Las fuerzas espartanas, que a
su vez eran el único ejército profesional en la Grecia continental, no pudieron
adaptarse a pesar de su profesionalismo de la misma manera que los hicieron los
mercenarios. Atados a costumbres militares que les habían dado la victoria en
campañas anteriores no pudieron ver que su forma de combatir estaba llegando a
su fin. Si bien contaban con tropas ligeras y caballería, su eje principal pasaba por
el hoplita y sus tradiciones y ethos militar aferrado a una cultura y a una sociedad
elitista no les permitiría ver que la guerra estaba cambiando.
197
modelo para que Epaminondas primero, luego Pelopidas y después Filipo II de
Macedonia lograran cambiar para siempre la forma de guerra en Grecia. Fueron
los perros de la guerra, esos profesionales que sabían lo que hacían, los que
permitieron que la misma cambiara en una verdadera Revolución Militar.
198
Bibliografía
Fuentes primarias
Bibliografía
ENGLISH, Stephen. Mercenaries in the Classical World. Editorial Pen and Sword.
2012
HANSON, Victor Davis. The Western Way of War. Infantry Battle in Classical
Greece. Editorial University of California. 1989
199
HANSON, Victor Davis. Matanza y Cultura. Editorial Turner. 2004
Artículos
Desperta Ferro. Mercenarios en el Mundo Antiguo. Edición Especial Nro IV. 2015
VIDAL, Jordi. Soldados Nubios en las Cartas de Amarna. Anuario Nro 27. Escuela
de Historia. Revista Digital Nro 6. 2015
200
El elefante, un arma en las guerras de la antigüedad
Los elefantes cargan contra sus adversarios con una fuerza irresistible. Ninguna
línea de soldados con los escudos trabados puede detenerlos. Son como
montañas que se mueven por el campo de batalla, y su ensordecedor trompeteo
causa pavor. ¿De qué sirven unos pies rápidos, unos músculos fuertes o unas
manos rápidas para enfrentarse a una torre móvil que lleva hombres armados?
¿De qué le sirve su corcel al jinete? Asustado ante el inmenso tamaño de la
bestia, el caballo huye despavorido.
Ambrosio.
Introducción
201
antigüedad, sobre todo en pueblos cercanos al Mediterráneo, influyó en el
resultado de las batallas a veces a favor y otras en contra de los que los utilizaban.
Antecedentes
Los elefantes son animales originarios de zonas templadas del sur y sudeste de
Asia, Asia Occidental y África. Según se sabe ya eran conocidos por los humanos
desde épocas remotas como el Neolítico. Se conocen intentos de domesticarlos
en la cultura de Mohenjo Daro entre el III y II Milenio a.C. En Siria en el año 1470
a.C., Amenemhelt dice haber visto escapar a un elefante mientras acompañaba a
Tutmosis III.
El deseo de obtener marfil motivo cacerías a gran escala como las realizadas
por el mismo Tutmosis III y el rey asirio Tiglaht-Pileser I en zonas cercanas en la
tierra de Niy. A los reyes Salmansar II y Assurnasirpal II les entregaron elefantes y
marfil como tributo desde regiones de la actual Siria. Lo anteriormente
mencionado junto a la certeza de que en regiones de Siria ya se habían
domesticados a los paquidermo, ha llevado a varios estudiosos a hablar del
“elefante sirio” como especie en sí, pero no existen pruebas que lo diferencien de
los elefantes indios, siendo lo más probable que en esa época este último
extendiera su hábitat hasta aquella zona.
202
su carencia frente al rey indio Strabrobates que poseía una gran cantidad. La treta
no funcionó ya que algunos desertores le contaron al rey indio el plan y la reina
asiria fue derrotada.
Características
En primera instancia hay que destacar que los elefantes usados en los
combates, más allá de la especie, generalmente eran machos al ser estos de
mayor tamaño, más agresividad y a la vez poseían colmillos más grandes. Las
hembras podían ser utilizadas para el transporte o para atraer machos para
captúralos como veremos más adelante.
El gran peso de los paquidermos les permitía transportar grandes pesos en sus
lomos en distancias cortas, y a la vez que en batalla podía levantar a un caballo
con su jinete. Debido a la enorme cantidad de alimento que consumía, la logística
que movilizaban era enorme por lo que lo normal era capturarlo alrededor de los
20 años, pueden llegar a vivir entre 70 y 80, por lo cual se ahorraban muchos años
de alimentos. La edad óptima para el combate era alrededor de los 40 años, ya
que eran adultos y más difícil de que se espantaran en combate, además ya
contaban con dos décadas de instrucción. Por supuesto que ante la necesidad y
urgencia estos años se alteraban.
Captura
203
que se repartieron el reino y el poder, optaron por mantener a los paquidermos en
sus respectivos ejércitos.
Entrenamiento
204
que se le decía indio a cualquier conductor de elefante. Estos se encargaban de
entrenarlos, alimentarlos y cuidarlos; por lo que formaban un gran vínculo con el
animal, habiendo ocasiones que si el conductor era herido el elefante abandonaba
la batalla para protegerlo o simplemente los defendían hasta perder la vida. Aun
así los elefantes seguían siendo animales impredecibles que a veces daban la
vuelta y atacaban a sus propias filas.
Principales combates
Río Hidáspes, 326 a.C.; esta batalla se libró en las cercanías de dicho río, en la
segunda orilla desde la perspectiva de Alejandro, en ella los macedonios es
enfrentaron a las fuerzas del rey Poros. Los elefantes, del rey Poro, tuvieron una
influencia muy importante en esta batalla. Este último ante el avance de los
macedonios sale a cortarles el paso apostando sus fuerzas en la orilla del
mencionado río. Con sus fuerzas en una orilla y las del rey Poros en la opuesta,
eran los elefantes, que se estiman en doscientos, la gran preocupación de
Alejandro; llegando a decir a Cratero, que debía cruzar con la reserva por otro
lugar y según se sucedieran los acontecimientos, dijo lo siguiente: “Si ves que
Poros me persigue con solo una parte de sus tropas, dejando el resto de ellas y
los elefantes donde ahora están acampados, no te muevas tú de tu sitio. Y si ves
que Poros lanza contra mi todos sus elefantes, dejando en su campamento solo
unos pocos hombres, debes cruzar con toda celeridad, ya que son sólo los
205
elefantes los que pueden impedir el desembarco de la caballería y no el resto de
sus tropas”155.
Primer
Macedonios cruce
Ejército
de Poros
155
Arriano. Anábasis de Alejandro Magno, Libros IV-VIII (India). Ed Gredos. 1982. Pag.99
206
Alejandro y la
caballería de los
compañeros
Una fuerza de
caballería
macedónica rodea al
ala izquierda del
ejército Indio
Heraclea y Auscullum a.C; cuando esta ciudad del sur de Italia, enemistada con
Roma, recurrió al Rey Pirro de Epiro para que comandase sus ejércitos contra
Roma, este llevó a la península 20 elefantes que fueron una desagradable
sorpresa para los romanos. Estos elefantes habían sido obtenidos por Pirro a
quien se los había entregado Ptolomeo II por lo que se deduce que provenían de
los bosques africanos, no hay certezas de que poseyeran torres encima para
lanzar armas arrojadizas. Los que sí es seguro es que se destinaba infantería
ligera para proteger a los paquidermos, sus patas y su vientre. Los soldados
romanos no estaban acostumbrados a verlos y menos los caballos; por lo que
estos últimos, en un principio, huían ante la carga de estas bestias. Solo la
infantería a un alto precio y juntando filas podía lograr mantenerse en frente a las
bestias de Pirro. En el primer choque entre la legión romana y la falange
macedónica luego de la embestida inicial quedaron en un punto muerto, sin
avanzar ni retroceder. Pirro recurrió a sus elefantes que mantenía en reserva y
estos cargaron contra la caballería romana que huyó despavorida. La caballería de
Pirro, al ver sus movimientos libres ya sin la presencia de la caballería enemiga,
ataca por un flanco a las legiones romanas y estas rompen filas y abandonan el
campo de batalla.
207
Tarento a negociar con Pirro el rescate de los prisioneros. Este último intentó
sobornarlo para que el romano presionara en el senado a favor de la paz
ofreciéndole sumas cada vez más altas. Como no obtenía resultado, Pirro mandó
a traer un elefante, éste se acercó en silencio, para asustarlo. El animal levantó la
tropa junto a la oreja de Fabricio y soltó un barrito estruendoso. El romano, sin
inmutarse le dijo a Pirro: “Ni ayer me convenció tu oro, ni hoy tu elefante”156.
Decio
Ejército de
Ejército Pirro
Romano
Arqueros
Levino
Elefantes
Caballería
Batalla de Heraclea
280 a.C.
156
Javier Negrete. Roma Victoriosa, pag 175.
208
cargando contra su propia tropa. Esto se debió a que muchos de los elefantes
apenas se habían adiestrado y domesticados por la urgencia de la situación.
Como prueba del respeto o el temor que los romanos le tenían a los elefantes;
dentro de las demandas romanas hacia Cartago para firmar la paz se encontraba
aparte de las devoluciones de territorios de ultramar, diez mil talentos, la
destrucción de su flota, etc, roma exigió que Cartago renunciara a adiestrar más
elefantes de guerra.
Quedan fuera del análisis otras batallas en donde los elefantes participaron
como ser: Paraitace; (317 a.C.) la primer batalla en la que los dos ejércitos con
jefes europeos combatieron entre sí usando elefantes, Gabiene, Gaza, Ipso,
Baécula e Ilipa, etc. Solo se mencionaron aquellas batallas en las que los
paquidermos tuvieron una gran influencia o presentaron alguna particularidad de
relevancia.
Equipamiento
Existen dudas sobre el equipamiento que pudieron llegar a poseer los elefantes
en las guerras antiguas. Los autores clásicos solo ofrecen información
fragmentada y vaga en este sentido; Plutarco indica que iban cubiertos por
arneses púrpuras y llevaban torres en sus lomos. Polibio indica que llevaban torres
con guerreros portando largas lanzas, y Tito Livio que llevaban armaduras con
plumas en la cabeza y torres con cuatro hombres. Seguramente dichas torres
hubieran sido fabricadas en madera para reducir su peso y no en metal.
209
En la actualidad el empleo de torres se encuentra muy discutido, el tema del
peso es fundamental; en los elefantes del bosque existen serias dudas si estaban
en capacidad de llevar el peso de una torre más sus ocupantes y el armamento
que transportaban. Hay que tener en cuenta que en caso de ser afirmativo limitaría
enormemente la velocidad y la movilidad, además de cansar al animal
prematuramente. En el caso de los elefantes indio-asiáticos los estudiosos afirman
que no llevaban dichas torres.
Fresco románico de la ermita de San Baudelio de Berlanga (actualmente en el Museo del Prado),
que representa un elefante de guerra.
210
Cota de placas para un elefante de guerra indio.
Movilidad.
Durante las campañas los elefantes acompañaron a los ejércitos a donde fue
necesario, realizando grandes proezas como “Sirio” el elefante de Aníbal, el único
que sobrevivió al cruce de Los Alpes. Su transporte terrestre no representaba
problemas, si bien es de suponer que debían ralentizar la marcha no obstante
tenían una movilidad aceptable que se iba degradando en cuanto el terreno se
compartimentaba, como en el caso de angostos desfiladeros o en los Alpes
mismos.
En cuanto a los cursos de agua tomaremos como ejemplo el cruce del Ródano
(200 metros de ancho) por parte de Aníbal y sus 37 bestias; el cruce resultó muy
complicado. Tuvieron que recurrir a botes y balsas que les vendieron las tribus que
vivían al oeste del río. Lo más difícil fue conseguir que los elefantes cruzaran las
corrientes. Para ello, tuvieron que engañarlos de una forma muy ingeniosa.
Armaron balsas grandes y muy sólidas para aguantar el peso de los paquidermos
y las ataron juntas a la orilla, construyendo una especie de puente que avanzaba
hacia el centro de la corriente. Después las recubrieron con tierra, de modo que
parecía un camino.
La comitiva la abrieron dos hembras, a las que les siguieron los machos hasta
el final del puente. Al llegar a las últimas balsas, los cartagineses cortaron las
amarras que las unían al resto de la pasarela y empezaron a remar hacia la otra
orilla. Aun así algunos elefantes se asustaron, empezaron a dar vueltas y
pisotones e hicieron zozobrar las almadias. Sus mahout se ahogaron pero ellos se
salvaron cruzando el río a nado y respirando en todo momento gracias a sus
trompas. Si bien la técnica para cruzarlos fracasó quedó en evidencia que un
curso de agua, medianamente razonable, no era impedimento para los elefantes.
211
En el caso del transporte naval, las embarcaciones típicas de guerra como las
penteras y los trirremes no parecen aptas para llevar dichos animales. Sus
dimensiones; entre 35-40 metros de eslora y 6 de manga más los 2 metros de
calado no las hacen aptas para el transporte, menos para semejantes bestias. Por
eso en las empresas que llevaron los monarcas ptolemaicos para trasladarlos por
el Mar Rojo, Pirro llevando elefantes desde Epiro a Italia y Aníbal a la península
Ibérica hacen pensar que se sirvieron de buques comerciales. Estos disponían
una mayor capacidad de carga y sus dimensiones; 20-30 metros de eslora con
una manga que solía ser la cuarta parte de la eslora los hacían los más aptos.
Contramedidas
Táctica: la más exitosa fue la utilizada por Escipión en Zama. Formó sus tropas
de tal manera que creó corredores humanos, si se tiene en cuenta la velocidad de
los elefantes no parece fácil. La disposición fue la siguiente: en vez de colocar los
manípulos escalonados como otras veces, los príncipes se plantaron justo detrás
de los astados: eso dejaba unos pasillos muchos más largos entre unidades, lo
suficiente para contener la acometida de los elefantes. Al final, aguardaban los
triarios con sus largas lanzas, como una muralla erizadas de pinches. Rodeados
de legionarios por ambos lados, los paquidermos recibieron una densa lluvia de
pila, y aunque causaron algunas bajas su ofensiva no dio los resultados buscados,
o al menos eso es lo que se piensa. Como mencionamos anteriormente a esta
táctica se le sumaron los ruidos que trajeron más confusión a las bestias.
Algo más básicas fueron las trampas en el suelo, ocultando agujeros erizados
de estacas, cadenas o bolas con púas de hierro, que causaban grandes dolores a
las patas de los elefantes.
212
neutralizar a los paquidermos. En India se crearon flechas de hierro, llamada
naraca, que no se rompían e incluso podían llevar una carga incendiarias para
causar más daño.
Sabemos, por la Columna Trajana, que a principios del siglo II d.C. los romanos
también emplearon artefactos como el carro-balista, o balista montada sobre un
carro tirado por caballos o mulas, para facilitar su transporte durante la batalla.
Normalmente se colocaban tras las líneas de infantería, para protegerlas y poder,
desde allí, lanzar sus flechas de mayor calibre contra los elefantes.
Por último, se sabe que los romanos llegaron a utilizar, no se sabe en qué
oportunidad, cerdos prendidos fuegos para que sus gritos espantaran a los
animales. La efectividad de esta “arma” está muy cuestionada.
Conclusiones
213
Las grandes mentes militares de la época antigua entendieron el valor de los
elefantes en el combate; Alejandro Magno sufrió sus ataques y le costó, junto a
otras razones, los amotinamientos de sus tropas que no querían enfrentarse de
nuevo con estas bestias. Pirro los llevó a la península itálica y causó grandes
daños a los romanos; Aníbal cruzo los Alpes con sus elefantes, sobreviviendo
solamente Sirio, el que fue todo un símbolo en sus campañas. Escipión, años
después maquinó tácticas para vencer a los elefantes de Cartago y luego de
vencerlos, como parte de las indemnizaciones de guerra, Roma exigió a Cartago
que deje de entrenar e incluir elefantes en sus ejércitos; ya en las batallas de
Cinocéfalos (197 a.C.) y Pidna (168 a.C.), los romanos ya poseían sus propios
elefantes.
214
Bibliografía
BLIN, Arnaud. Las batallas que cambiaron la historia. Editorial El Ateneo. 2016
Crl (R.) ROTTJER, Enrique I. Alejandro El Grande. Editorial Círculo Militar. 1955
215
Campañas romanas en Britania. Una Guerra Fallida en un
Ambiente de Insurgencia
Introducción
Los britanos realizaron un tipo de guerra que a los romanos no les era
favorable, y por el contrario los desgastaba evitando la confrontación directa.
Cesar debió replegarse nuevamente a la Galia para volver a invadir Britania al año
siguiente pero en términos muy diferentes y con fuerzas muy superiores.
Había buscado una victoria rápida llevando a Britania a sus legiones sin una
aparente planificación adecuada y sin un conocimiento profundo de los habitantes
de dicha isla, cuyas costumbres diferían enormemente de la de los romanos. El
157
Cesar, Julio. La Guerra de las Galias. Edit Losada. 2003. Libro IV, Pag 125. Si bien la fecha es
aceptada por gran parte de los historiadores modernos, algunos difieren en cuanto al día de
ejecución de la misma.
158
Tácticas romanas de batalla. Artículo extraído de la página web: www.romans-in-britain.org.uk
216
ejército romano buscó imponerse en el campo de batalla, intentando causar el
mayor daño al otro a fin de ocasionarle una derrota decisiva que concluya
rápidamente con la campaña. Esto es así en toda guerra donde ambos oponentes
luchan con las mismas reglas de juego, pero los britanos luchaban por su
supervivencia. Esta incomprensión de la caracterización del ambiente en que sus
hombres deberían combatir, resultó en un grave fallo militar que por poco no
alcanzó ribetes muchos más dramáticos.
217
de transporte, que le permitiría a los legionarios descender de las mismas y estar
listos para entablar combate ni bien pisaran tierra firme.
161
Ibidem. Pag 139
162
Ibidem. Pag 140
163
Julio Cesar. Op Cit Pag 140. esta era la forma de combatir de los britános, siempre enviaban
delante a la caballería y a los carros de combates o essedari, que proviene de la palabra esseda,
un tipo de carro ligero que era tirado por una pareja de caballos y conducidos por dos hombres
“essedari”, de los cuales uno combatía y el otro conducía.
218
proyectiles sobre los romanos.164 Por esto, las tropas de desembarco,
atemorizados y sin experiencia alguna en este tipo de combate no actuaban con el
mismo entusiasmo con que lo hacían siempre.165
Cesar sin saberlo, había cometido un grave error al haber realizado una
maniobra tan larga para el desembarco. En primer lugar no había hecho preceder
su ataque con fuerzas que aseguraran la playa y en segundo lugar a la vista del
enemigo maniobró con sus fuerzas embarcadas dándole tiempo a éste que se
preparara para rechazar el desembarco. Sin saberlo y como harían otros
comandantes en otras guerras, había cedido la iniciativa al enemigo. La libertad de
acción ahora era de los britanos. Cuando Cesar advierte su error y ve al enemigo
desplegado, ordenó a las naves de guerra, cuya forma era inusitada para los
britanos y a la vez eran más maniobrables, fueran alejadas de las naves de carga
y que fueran impulsadas velozmente con los remos y se colocaran frente al ala
derecha del enemigo,166 y que desde las mismas comenzaran a arrojar proyectiles
contra este sector del ejército britano. El mismo estaba formado, aparentemente,
en una línea paralela a la costa con los carros y la caballería desplegada delante
de la infantería. Cesar, con esta acción, trataba de establecer desde las naves lo
que hoy se conoce como base de fuego, intentando aferrar al enemigo y permitir el
desembarco de las unidades de asalto. De esta forma, consigue obligar a los
britanos a quedar fuera del alcance de los proyectiles de los barcos, dando tiempo
y un mínimo de espacio a sus tropas para establecer una cabeza de playa. Sin
embargo, los legionarios de la Décima, que encabezaban el desembarco,
comenzaron a dudar por la profundidad de las aguas, pero siguiendo siempre el
relato de Cesar, el aquilifer de esta Legión, arengó a sus compañeros y saltó al
agua llevando el águila hacia el enemigo 167(*). Entonces, el resto de los soldados
lo siguieron y saltando de las naves comenzaron a marchar contra el enemigo.
164
Ibidem. Pag 141
165
Ibidem. Pag 141
166
Ibidem. Pag 141.
167
Ibidem. Pag 141 El águila era la insignia de la legión y al hombre designado para llevarla se los
llamaba aquilifer. Según Cesar en su relato el aquilifero gritó a sus compañeros “¡Compañeros,
saltad a no ser que queráis que el águila sirva al enemigo! ¡Yo por lo menos habré cumplido con mi
deber por mí república y mí general!
219
Una vez que los vieron desde las naves cercanas, comenzaron a imitarlos
inmediatamente.168
De esta forma, Cesar, logró establecer una cabeza de playa, que permitió al
resto de la fuerza desembarcar y consolidar sus posiciones. El desembarco tuvo
lugar en la costa de Deal en una zona cerca de Bigberry, donde los britanos tenían
168
Ibidem. Pag 142
169
Ibidem. Pag 142. La fragilidad de la cabeza de playa es una deducción, puesto que Cesar no
reconoce tales momentos en la batalla.
170
Ibidem. Pag 142.
171
Ibidem. Pag 142.
172
En realidad, las naves que transportaban a la caballería, no habían podido mantener el rumbo y
no habían podido llegar a la isla. Julio Cesar, Op Cit. Libro IV pag 142.
220
una buena base fortificada. Posteriormente las tropas romanas comenzaron a
fortificarse en un típico campamento romano y como era costumbre de las
Legiones en combate. Los britanos, inteligentemente, decidieron ganar tiempo y a
la vez estudiaban al enemigo que había desembarcado. Para ello, enviaron
embajadores a Cesar para tratar la paz; prometieron que darían rehenes y harían
lo que se les ordenara. Entre estos embajadores estaba Comio, quien había sido
enviado antes a Britania.173 A éste, los britanos lo habían apresado y encadenado
cuando después de desembarcar intentaba transmitir los encargos de Cesar. Se
acordó una tregua donde Cesar exigió rehenes y comenzó a reunirse con los
caudillos de varias tribus que venían a rendirse al romano.
Ratificada así la paz, cuatro días después de la llegada a Britania, las dieciocho
naves que transportaban a la Caballería, unos 500 hombres, soltaron amarras del
puerto del norte con viento suave, pero antes de llegar a la costa, se levantó un
temporal que ninguna pudo mantener el curso, y unas eran llevadas al lugar de
donde habían venido y otras eran arrojadas peligrosamente a la parte sur de la
isla. Posteriormente, fueron forzadas a seguir hasta alta mar en una noche
desfavorable e intentaron llegar al continente.174 En la noche del 30 al 31 de
agosto, el temporal afectó a las naves de carga que estaban ancladas,
destruyendo gran parte de la flota. Esto fue un gran golpe para los soldados que
estaban acampados en la costa, ya que las naves destruidas eran las mismas que
debían llevarlos de regreso. En efecto, no había otras naves con las cuales
transportarse de regreso y faltaba todo lo necesario para reparar las naves, y
como a todos les había resultado evidente que era mejor pasar el invierno en las
Galias, no se habían aprovisionado como corresponde para una campaña
invernal.175
Al enterarse de las falencias logísticas, los jefes britanos vieron que a los
romanos les faltaba caballería, naves y trigo, infirieron que el número de soldados
173
Ibidem. Pag 143.
174
Ibidem. Pag 143. Lo sucedido a las naves, da una idea de lo improvisada que fue esta
campaña, donde desde el apresto de los hombres y material, hasta los conocimientos previos de la
zona, fueron hechos prácticamente a la ligera.
175
Ibidem. Pag 144.
221
era exiguo, teniendo en cuenta el tamaño del campo atrincherado de los romanos
y consideraron que los mejor era realizar una rebelión, cortar el suministro de trigo
y los aprovisionamientos y alargar la acción hasta el invierno, porque confiaban en
que, superados los romanos o privados de la posibilidad de regreso, ya nadie
cruzaría después a Britania para hacer la guerra.176 Habían observado bien, y
obrado en consecuencia. Cedieron terreno en un principio al enemigo, pero ahora
era tiempo de recuperar la iniciativa, reunieron a sus tropas y se prepararon para
luchar una vez más.
Cesar, que si bien no conocía los planes de los britanos, debió suponerlos
como viejo soldado experimentado que era, tomó una serie de medidas para evitar
el aniquilamiento de sus fuerzas. Con la madera de las naves destruidas, reparó
otras y así logró recuperar gran parte de la flota, con doce naves perdidas, pudo
hacer que el resto estuviera en condiciones de navegar.177 Mientras realizaba
reparaciones a las naves, la Décima Legión permanecía en el campamento y la
Séptima había sido enviada a buscar trigo, y sin que hubiera surgido sospecha de
guerra, cuando una parte de los hombres todavía estaba en los campos y la otra
iba y venía del campamento, los que estaban de guardia ante las puertas de éste,
dieron la novedad a Cesar que se veía una polvareda mayor de los acostumbrada,
en la zona hacia donde había marchado la Legión. Cesar se dio cuenta de lo que
sucedía, e inmediatamente hizo avanzar con él a las cuatro Cohortes
estacionadas en las puertas del campamento, ordenó que otras dos se
estacionaran en las mismas y el resto de las tropas se equipara y lo siguiera en
seguida.178
176
Ibidem. Pag 144.
177
Ibidem. Pag 145.
178
Ibidem. Pag 145.
222
Trinovantes
Catuvellauno
Atrebates
Desembarco
de las fuerzas
de Cesar
Después de alejarse un poco del campamento, advierte que los suyos son
hostigados por los enemigos y a duras penas resisten y que, como la Legión
estaba en formación cerrada, le caían proyectiles de todas partes. Pues, como de
todo el trigo de esa zona sólo quedaba una parte sin cortar, los britanos calcularon
que la fuerza romana iría hacia allí, y durante la noche se escondieron en los
bosques cercanos. Así, atacaron a la Séptima Legión, donde numerosos hombres
habían dejado las armas y estaban alejados unos de otros ocupados en la
223
recolección; tras matar a varios, hostigaban a los demás, en formación cerrada, y
al mismo tiempo los rodeaban con la caballería y los carros de combate.179
“La manera de combatir desde los carros es la siguiente: rodean a una fuerza
de un lado a otro y arrojan proyectiles; la mayoría de las veces sólo con el miedo
que dan sus caballos y el estrépito de las ruedas ya desorganizan las líneas
enemigas; después de penetrar entre los escuadrones de caballería, saltan de los
carros y combaten a pie. Entretanto, los aurigas se alejan un poco del combate y
colocan los carros de tal modo que, si aquellos son sobrepasados por el enemigo,
tienen una retirada libre hacia propias posiciones. De esta forma tienen una
caballería móvil y una infantería firme, y con práctica cotidiana y ejercitación logran
en un terreno con declive, incluso pronunciado, mantener el control sobre sus
caballos a todo galope, aplacarlos por unos momentos y hacerlos cambiar de
dirección, logran correr sobre el timón, mantenerse en pie sobre el yugo y después
volver en un instante al carro‖180. Los romanos, se encontraban en unos primeros
momentos desorganizados y confundidos por la forma en que combatían los
britanos. Pero Cesar llegó a tiempo con los refuerzos, dando oportunidad a la
legión aferrada de organizarse para el combate nuevamente. Los britanos viendo
que las Legiones formaban, se retiraron del campo hacia los bosques. Cesar
condujo a sus tropas al campamento.181 Pasaron varios días durante los cuales las
tormentas retuvieron a los romanos dentro del campo atrincherado e impidieron al
enemigo a presentar batalla.182 Entretanto la rebelión comenzó a extenderse por
toda la isla, varias tribus se unieron para combatir a los romanos y expulsarlos de
sus tierras. Cesar dispuso a sus tropas a la batalla, ya que el campamento era
constantemente asediado por los britanos, formó las legiones delante de éste y
lanzó una operación punitiva sobre las aldeas enemigas. En una típica operación
de búsqueda y destrucción, incendiando las granjas y campos de los britanos,
arrasó con gran parte del territorio. Pero el enemigo le negaba la batalla y solo se
dedicaba a hostigar a las pequeñas partidas de suministro, por lo tanto Cesar dio
179
Ibidem. Pag 145.
180
Ibidem. Pag 146.
181
Ibidem. Pag 146.
182
Ibidem. Pag 147.
224
por concluida la operación y se replegó al campamento. Siguiendo la narración de
Cesar en sus Comentarios de la Guerra de la Galia, dice que los britanos le
ofrecieron la paz y pagar una indemnización de guerra. Esto es poco probable, ya
que el ejército britano no estaba derrotado, es más, estaba intacto, y la situación
de los romanos era mucho más complicada de lo que Cesar hace parecer.
Posteriormente, las legiones abandonaron el campamento y en orden comenzaron
a embarcarse rumbo a la Galia. Días después la operación se dio por concluida y
el ejército de Cesar regresó al territorio de los morinos de donde había partido.
Julio Cesar. Estatua de Cesar realizada por Nicolás Coustou. Siglo XVII. Museo
del Louvre París.
225
caro. No se tiene cifras de las bajas sufridas por ambos contendientes, pero es
probable que los romanos tuvieran unas 1000 bajas y un poco más elevadas las
de los britanos. Estos últimos plantearon una guerra inteligente, donde en ningún
momento fueron a la batalla si esta no les era favorable, y cada vez que lo
hicieron, fue en sus condiciones y no en las de los romanos. Los problemas
logísticos de la expedición y la falta de previsión de Cesar, hacen pensar en una
subestimación del enemigo, donde la confianza en la mejor preparación y
equipamiento hacían inclinar la balanza de parte de los romanos.
226
aprovecharse de la misma, y Cesar no era precisamente de los que se quedaban
con los brazos cruzados dejando pasar la oportunidad. Britania estaba allí y que
mejor que él para conquistarla. La excusa esgrimida de que ayudaban a las tribus
galas tiene algo de certeza ya que había estrechos lazos comerciales entre estos
y los britanos, pero en el mejor caso y a pesar de ser un fracaso, fue un gran golpe
psicológico positivo en la carrera política de Cesar, pues la reputación generada
en la campaña no hizo más que cosecharle réditos políticos.183
En el año 54 a.C cesar regresó, esta vez y de acuerdo a las fuerzas que
movilizó, lo hacía en una campaña mucho mejor preparada y con objetivos
militares más concretos, posiblemente para establecer bases militares y crear una
nueva provincia. Para ello preparó una fuerza de invasión consistente en cinco
legiones, unos 20.000 hombres, y una fuerza de 2000 jinetes, esta última una
fuerza apreciada especialmente para perseguir a los britanos que rehuían el
combate.
Las fuerzas de invasión lograron conformar cabezas de playa, esta vez sin
oposición, probablemente en la costa oriental de Kent cerca de Sandwich.
Inmediatamente se dirigieron a la aldea fortaleza de Bigbury que estaba ocupada
por una de las tribus de la zona, los cantíacos, a quienes derrotaron con facilidad
y aniquilaron. Pero el problema se presentaría cuando las fuerzas romanas
intentaran dominar la región al norte del Támesis que estaba ocupada por los
Catuvellaunos, cuyo líder Casivelauno demostró ser uno de los principales
opositores de Cesar.
Los romanos contaban para poder combatir a los catuvellaunos con aliados
locales que se habían sometido a Roma por conveniencia y fueron estos quienes
guiaron a las fuerzas romanas en una movimiento de pinzas sobre el territorio de
los trinonvantes, al noreste del Támesis.184 Sin embargo, los ataques constantes
183
Suetonio da otro motivo distinto de porqué Cesar decide invadir Bretaña y es que según éste,
había llegado a oídos de Cesar que en la isla había grandes cantidades de perlas y que era factible
hacerse con grandes cargamentos con mínimos problemas. Suetonio. Vida de los Doce Cesares.
Editorial Gredos. 2010. Pag 64
184
Cesar. Op Cit. Pag 157
227
sobre la retaguardia romana en su base de Kent, obró como una maniobra de
acción indirecta y obligó a los romanos a una rápida retirada.
Trinovantes
Catuvellauno
Río Támesis
Atrebates
228
A pesar de las campañas fallidas de Cesar siempre quedó en los romanos el
antecedente de considerar a Britania como una potencial provincia en tiempos
posteriores, pues aún continuaba siendo una isla plagada de misterios y habitada
por personajes de los que se conocía muy poco. Si de algo sirvieron las
operaciones de Cesar en el aspecto militar, fue sin dudas la información que éste
recopiló sobre los ejércitos tribales britanos, y especialmente sobre sus
procedimientos tácticos que tanto habían costado a los romanos.
Habrá que esperar casi un siglo después a que los romanos inicien una
campaña de conquista en Britania. En ese período se habían estrechado lazos
comerciales con algunas tribus britanas a quienes les convenía más comerciar con
Roma que enfrentarse a ella militarmente, especialmente cuando no había
razones para hacerlo. Varios señores de la guerra locales de tribus que ocupaban
territorios específicamente al sur y noroeste del Támesis, se habían convertido en
aliados de los romanos y luchaban contra los catuvellaunos, que habían
emprendido una serie de guerras tribales y conquistado y ampliado su área de
influencia haciéndose cada vez más poderosos.
229
Al emperador Claudio los acontecimientos políticos que lo llevaron al poder lo
sorprendieron tanto como seguramente a muchos en la época, no tenía
antecedentes militares de ningún tipo y tampoco había sido previsto que
gobernara, es por ello que probablemente haya visto en Britania la oportunidad
para alcanzar la gloria que le había sido esquiva a lo largo de su vida. Y aquí
vemos nuevamente como la guerra se convierte en un elemento estructurante de
la política romana al servicio individual de quien ostenta el poder, como
anteriormente lo había sido para quienes intentaban llegar al mismo.
Los britanos no podían oponerse a los romanos en campo abierto, ello hubiera
sido un suicidio, por lo tanto sólo le quedaban dos opciones: o los contenían en
sus fortalezas, aldeas fortificadas o puntos fuertes, o se desplegaban en pequeñas
unidades guerrilleras para hostigar y desgastar al invasor. La mayor esperanza en
la estrategia britana estaba en aprovechar la geografía como un elemento
determinante de las operaciones militares, pues el desconocimiento del terreno
por parte del enemigo y sus tácticas de combate en orden cerrado en campo
230
abierto, eran un impedimento para el compartimentado terreno montañoso y de
bosques, con ríos, arroyos y pantanos que hacían difícil el tránsito de las tropas.
231
Para otros líderes tribales, como Carataco líder de los catuvellaunos y
Tugodumno de los Trinonvantes, la guerra era la opción más viable y fue la que
decidió su destino y el de su pueblo. El no enfrentar a los romanos en campo
abierto debía ser una regla a no romper, solo había que hacerlo en condiciones
tácticas favorables, como por ejemplo cuando los romanos llegaron a la orilla del
rio Medway se encontraron con que la orilla norte estaba ocupada por los
guerreros de Carataco que impedirían el cruce. Los britanos creían que la fuerza
romana no era capaz de cruzar a menos que lograran tender un puente y
justamente eso era lo que debían impedir. Pero no tuvieron en cuenta que Plaucio
contaba entre sus filas con la caballería auxiliar gala, que tenía la capacidad de
cruzar a nado con sus monturas e impedimenta, y eso fue lo que hicieron. Dos
destacamentos de caballería gala cruzaron el Medway cayendo sobre el ala
izquierda del dispositivo britano, mientras la IIda Legión Augusta lo hacía por el
lado opuesto y caía sobre el ala derecha matando a muchos guerreros y obligando
a los mismos a retirarse hasta verse forzados a luchar en la línea del estuario del
Támesis.
La línea que discurría a lo largo del Támesis estaba cubierta por varios
pantanos, y al no conocer los pasos de vadeo la situación se había complicado,
especialmente porque las fuerzas britanas ocupaban la orilla opuesta.
Nuevamente se utilizó a la caballería auxiliar gala para que ingresara a los
pantanos y encontrara puntos de cruce aptos para la infantería, la que lograría
cruzar por distintos puntos. Los britanos ofrecieron una gran resistencia, pero uno
de sus líderes Tugodumno cayó en los combates y tal como sucede en
sociedades tribales cuyo mando está supeditado a las acciones del jefe de la
partida de guerra, obligó a las fuerzas britanas a dispersarse dejando espacio a
los romanos para que incursionaran hacia el norte del Támesis.
Dos objetivos se le presentaban a Plaucio a la vista una vez que había logrado
romper el frente del Támesis: por un lado la fortaleza y capital de los
catuvellaunos, la que fue asaltada y destruida y más tarde bautizada por los
romanos como Verulamium; por otro lado la capital del reino de los trinonvantes,
232
que también fue conquistada y rebautizada como Colonia. Pocos guerreros
huyeron a las montañas y quedaron asimilados a otras tribus, pero los líderes de
los catuvellaunos y los trinonvantes decidieron someterse a Roma, tal como lo
habían hecho otros antes que ellos.
Si bien las tribus más guerreras habían terminado pactando con los romanos,
muchos grupos de las mismas se habían retirado a las montañas, bosques y
pantanos y desde allí iniciaron una nueva guerra de guerrillas que duraría una
década, llevando al emperador Nerón a desistir e incluso pensar en abandonar las
posesiones que Roma tenía en Britania.
233
para los romanos un avance muy dificultoso. Hasta ese momento Roma
controlaba el territorio que iba desde Southampton hasta The Wash en la región
suroriental de la isla, pero el occidente de la misma era territorio controlado por la
insurgencia de Carataco que se había revelado como un excelente comandante
guerrillero. Ocho años después fue derrotado en una serie de batallas en campo
abierto pero logró escapar una vez más con un núcleo de guerreros de elite y se
dirigió al Norte para persuadir a los brigantes que se unieran a él en la lucha, pero
la reina de estos era aliada de Roma y lo entregó sin más a los romanos. A pesar
de los problemas que había traído, el emperador Claudio lo mantuvo como
prisionero y le perdonó la vida.185 Así finalizaba la campaña más compleja que
habían tenido los romanos hasta ese entonces. Pero los problemas no dejarían a
Roma en Britania.
185
Los romanos bajo el mando de Escapula iniciaron una serie de acciones que podemos
comparar con las actuales operaciones de búsqueda y destrucción, donde obligó a varias tribus a
desarmarse, pero por sobre todas las cosas los romanos actuaron con mucha violencia sobre
tribus que no eran hostiles a ellos, sembrando la semilla de próximas rebeliones. Carataco se
enfrentó a una fuerza militar romana de cerca de 10.000 hombres en el 50 d.C en Snowdonia. Es
improbable que haya logrado conformar una fuerza parecida a la de los romanos, probablemente la
mitad de esas fuerzas. Escapula tenía con él a las legiones XIVta y XXma más cohortes auxiliares
y una pequeña fuerza de caballería. Para poder contrarrestarlos, Carataco decidió utilizar el terreno
pantanoso y boscoso a fin de restringir los movimientos y la maniobrabilidad de las legiones. Ubicó
a sus fuerzas en una orilla alta sobre un rio caudaloso pero vadeable, los romanos formaron en
testudo y avanzaron protegiéndose de los proyectiles, en tanto eran cubiertos por el fuego de
armas arrojadizas de las cohortes auxiliares. De esta manera se selló el desarrollo de la batalla
donde los guerreros britanos fueron casi exterminados.
234
pantanosas aledañas que hacían difícil un ataque a la misma. Los romanos
debieron instalar varias maquinas de asalto y resistir por sobre todas las cosas, a
un constante e intermitente fuego que lanzaban sus defensores con todo tipo de
proyectiles arrojadizos. Las fuerzas de asalto de la IIda Legión conformaron varios
grupos de choque utilizando la formación de testudo o tortuga, y cubiertos con un
amplio fuego de apoyo de su artillería lograron tomar el fuerte.
Para el año 60 d.C. estalló la peor revuelta hasta ese momento en la isla. La
reina Boudica levantó a las tribus britanas en una nueva insurgencia para expulsar
a los romanos de su territorio.
235
The Wash
Gales
Territorio
Río Támesis controlado por
los romanos
en el 45 d.C.
Southampton
La rebelión de Boudica
Las tribus de los icenios eran aliadas de Roma y ocupaban territorios al norte
de los catuvellaunos y de los trinonvantes, no habían sido una amenaza para
los romanos hasta ese momento y es probable, incluso, que hayan sido una de las
primeras tribus en aliarse a estos. Si bien hubo en ese año una rebelión de
caciques menores y que fue sofocada violentamente por fuerzas auxiliares
romanas, la mayoría del tiempo los icenios se mantuvieron tranquilos. Sin
embargo los acontecimientos darían un giro inesperado.
236
Uno de los principales líderes icenios era Prasutago que al morir en el 60 d.C.
dejó el reino a cargo de sus dos hijas que fueron nombradas, tal vez en un acto de
sumisión, y junto a todos sus bienes con el emperador Nerón. Acto que tal vez
pensaba lo podría dejar afuera de los interese romanos y de esa manera mantener
a su pueblo alejado de los problemas. No fue así, ya que los romanos incautaron
los bienes de Prasutargo y a partir de allí comenzó una serie de eventos
relacionados con los excesos de los funcionarios romanos que derivaron en
hechos de violencia, tal como llegar a azotar públicamente a la esposa del
fallecido rey, Boudica, y la violación sistemática de sus hijas cuando la reina se
negó a entregar los bienes. La rebelión estalló.
Cayo Suetonio Paulino era el legado imperial en Britania, que en ese momento
se encontraba en la otra parte de la isla, precisamente en la isla de Mona,
sofocando una rebelión.186 Varias tribus se plegaron a la insurrección, entre ellos
los trinonvantes. Estos al haber sido derrotados por los romanos en las
campañas anteriores, guardaban un alto rencor y por sobre todo debían compartir
parte de su territorio con ex-legionarios que recibieron tierras como parte de pago
por sus servicios. Más que una usurpación, los mismos eran una muestra
constante de la consecuencia de la derrota. Otro de los problemas que sumó
causas a la rebelión eran los altos impuestos que las tribus debían pagar para
mantener la paz, los que sumados a la codicia de los legisladores romanos se
hacían muy pesados de contener.
Además de todos los factores nombrados, debemos sumar, tal vez, el más
importante de todos: el de los señores de la guerra que habían visto su poder
socavado por los reyes y caciques más importantes. Esta era la oportunidad que
se les presentaba para recuperar su lugar en la escala de poder de la tribu.
186
Cuando Paulino llegó se encontró con una situación bastante candente y con rebeliones
constantes, por lo tanto decidió tomar medidas militares que podríamos llamar de
contrainsurgencia. Optó por atacar a quienes eran los que incitaban a la rebelión y para ello
descubrió que la religión era un elemento clave de las mismas. Por eso decidió atacar la Isla de
Mona ubicada al noroeste y que era la base de la religión druídica. Poco se sabe de los druidas,
pero sabemos que sus sacerdotes itinerantes hicieron mucho para fomentar la oposición a Roma.
Para esta campaña Paulino llevó a gran parte de sus fuerzas al norte de Gales desprotegiendo las
regiones pacificadas.
237
La llegada de Roma a Britania impactó duramente en su cultura, alterando
sensiblemente el estilo de vida de los britanos. Roma ofrecía un estilo de vida más
sofisticado y complejo, pero ese no era el estilo de vida de las distintas tribus que
vieron disminuir culturalmente su poder guerrero, pues eran por sobre todas las
cosas un pueblo guerrero. Aquí podemos ver las diferencias militares entre los
romanos y los britanos, para los últimos, el ejército era de los privilegiados y por lo
tanto los que sufrían las consecuencias de una guerra era el propio pueblo, porque
era a ellos a quienes se despojaba de su poder político y de las libertades de vivir
su vida cómodamente. El pueblo es el que conforma su ejército porque es una
nación de guerreros y donde cada uno de ellos ocupa un lugar en la sociedad. Era
un motivo más que razonable para poder oponer una fuerte oposición, pero al ser
conquistados culturalmente por el simple proceso de aculturación, muchas tribus
se veían beneficiadas con el estilo de vida que Roma ofrecía y es por ello que era
mejor aliarse que combatir. De esa manera por cada tribu que se rebelaba había
otra que se aliaba sin más a los romanos o pactaba con ellos. Pocas tribus podían
prosperar sin los romanos, y de hecho, pocas los hicieron. Tampoco hemos de
creer que los romanos eran en verdad el símbolo de la civilización, sino que el
proceso temporal de aculturación mermó en gran parte el poder combativo de las
tribus e hizo que muchas se sometieran, esto dejaba a los romanos a un paso por
delante de los britanos, ya que cuando una tribu se sublevaba se conseguían
aliados que podían ayudar a someterla. En una guerra de insurgencia con las
características que se presentaban en Bretaña, el apoyo de tribus aliadas era
esencial para la contrainsurgencia de los romanos.187
187
Algo similar sucedería en las guerras indias de las planicies en EEUU y en nuestro país, donde
al apoyo de indios aliados fue fundamental para poder derrotar a las tribus hostiles.
238
romanas habían marchado con Suetonio Paulino a la campaña de la Isla de Mona,
haciendo que esta situación fuese totalmente favorable a Boudica. Los centros
como Colchester y Verolamium también tenían una cierta connotación simbólica,
pues no solo eran habitados por ciudadanos romanos, sino que estos eran
también los que confiscaban bienes a los britanos y recaudaban impuestos.
Una vez que arrasó con Colchester, la fuerza rebelde se dirigió hacia el lugar
más representativo del poder de Roma en la Isla: Londinum (hoy el actual
Londres). La que fue reducida a cenizas y su población siguió la misma suerte que
la anterior ciudad. El siguiente paso fue la toma de Verolamium, que terminó de la
misma manera. Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, Paulino ordenó
movilizar a la XVta Legión y a la IIda, pero esta última no se movió ya que su
comandante no se atrevió a enfrentarse a los rebeldes que lo superaban
numéricamente. Debieron esperar a Paulino para marchar a combatir a Boudica.
Éste decidió marchar directamente a Londinum al frente de su ejército que
contaba con una fuerza no menor a los 12.000 hombres.
Mientras las fuerzas romanas avanzaban hacia el sur, los britanos lo hacían
hacia el norte buscando un probable encuentro con aquellos. Ambos ejércitos se
encontraron en Mancetter, cerca de la actual Coventry. Según las fuentes antiguas
los britanos superaban los 200.000 hombres algo que es sin duda una
exageración, ya que en entre ellos se cuentan a todos los pobladores que
acompañaban a los guerreros, entre ellos mujeres, ancianos y niños.
Probablemente el número de guerreros esa tarde no superara los 20.000 o
30.000.
Paulino formó a sus tropas en la formación habitual romana con las legiones en
el centro, la infantería auxiliar a cada lado y las alae de caballería en cada ala del
dispositivo. También se ubicó al pie de un monte y con bosques a los costados
para que su posición no fuera rodeada fácilmente. Por su lado, Boudica, adoptó un
dispositivo similar con la infantería tribal ocupando el centro del mismo, la poca
caballería en las alas y una gran línea de carromatos con la mayoría de la logística
en la retaguardia.
239
Las fuerzas britanas cuyo componente principal eran los icenios, no habían
enfrentado al ejército romano en batalla aún y no habían visto desplegado todo su
poderío. La disciplina, el equipamiento y entrenamiento de una fuerza profesional
como con la que contaba Paulino, era muy difícil de vencer en campo abierto. Y si
bien eran superados a una proporción de 2 o 3 a 1, los romanos contaban con una
gran ventaja en potencia de choque y maniobra, además de contar con una muy
eficiente cadena de mandos y organización para el combate, algo que las tribus
rebeldes no podían equiparar de ninguna manera. Es más, el armamento de
muchos britanos estaba compuesto por elementos de labranza que no podían
significar una gran amenaza para los acorazados legionarios.
240
Batalla de Watling Street
60/61 d.C.
Paulino
Auxiliares Auxiliares
Caballería I I I Caballería
Legionarios
Línea de carromatos
241
Fue Julio Agrícola quien completó la conquista, un comandante experimentado
y que había combatido a Boudica en la anterior rebelión. Se hizo cargo en el año
78 d.C y se propuso terminar con las insurrecciones britanas. Sus campañas
fueron poco ortodoxas y llama la atención lo innovadora que fueron, ya que
utilizarían una combinación de fuerzas de elite, tropas de choque y fuerzas
anfibias embarcadas en una forma muy moderna de hacer la guerra. Para el 79
había completado la conquista de Anglesey e iniciaba la nueva campaña en
Escocia.
242
que se podían transportar. Cuando hablamos de tropas de elite, normalmente
podemos hablar de una vexillatio organizada para alguna misión particular o bien
se trataría de tropas auxiliares, como la caballería gala por ejemplo, que podían
llevar a cabo ciertas operaciones en base a sus destrezas particulares.
243
piedra sólida y no sólo era netamente defensivo, como lo era mucho más
limitativo. Del otro lado del muro se encontraban las aguerridas tribus de los
pictos que no se someterían a Roma si no era mediante una larga y desgastante
guerra.
Conclusiones
Julio Cesar, intentó conquistar Britania y para ello formó un gran ejército y una
flota capaz de transportarlo a través del canal. Los romanos poseían una
organización de combate tan eficiente que los hacía prácticamente invencibles en
el campo de batalla, es por eso que Cesar buscó derrotar al ejército confederado
britano en una batalla decisiva con el objetivo de obligarlo posteriormente a
aceptar las condiciones que éste les impondría. Pero los britanos, si bien en un
primer momento intentaron enfrentarse a los romanos tratando de evitar que
desembarcaran, decidieron evitar una confrontación directa y se replegaron hacia
el interior del territorio negando a Cesar la posibilidad de que emplee contra ellos
toda la capacidad de combate en un encuentro.
Las tribus britanas eran fuertes en las montañas, sabían que los romanos no
conocían el territorio y que si osaban adentrarse en el mismo su situación logística
244
se complicaría. Es por ello que la actitud adoptada por los isleños de conducir una
guerra de guerrillas evitando encontrarse con el enemigo en campo abierto y
llevándolo a las montañas donde mediante emboscadas, golpes de mano y
devastando la zona para evitar que se aprovisione, fue acertada aunque la guerra
se extendiera más de los previsto. Si bien las fuentes de primera mano no son
claras con respecto al desarrollo final de la campaña (Julio Cesar, La guerra de las
Galias)188, es posible deducir que la poca importancia que éste da a la campaña
hace pensar en que la misma no fue muy favorable.
188
Julio Cesar “La Guerra de las Galias‖. Editorial Losada. Edición 2004
245
contrarios: por un lado, hacía que otras tribus indecisas se sometieran a los
romanos por miedo a sus represalias; por el otro, obligaba a otras a resistir
militarmente.
La única forma que tenían los britanos de vencer, era mediante una guerra de
insurgencia con procedimientos de guerrilla. Una bien planificada guerra de
insurgencia tenía posibilidades de vencer a la larga, tal como ha sucedido, y
sucede, a lo largo de la historia. Pero dependía de varios factores, y uno de los
más importantes era el relacionado con los intereses intratribales donde los
señores de la guerra que habían perdido poder se aprovechaban de las
circunstancias para aliarse a los romanos y recuperarlo. La poca o casi inexistente
unión entre las tribus, o rivalidades propias de estas sociedades, hacían muy poco
probable que se conformara una fuerza militar contundente como para poder
contrarrestar el poder militar romano.
246
En Britania no hubo una batalla que aniquilara a las legiones, por el contrario,
los pueblos autóctonos son los que más sufrieron el embate de la guerra. Pero la
conquista completa no se produjo. A pesar de grandes derrotas como la de
Boudica en Waitling Street o de Cálgaco en Monte Graupio por Agrícola, la
resistencia britana nunca cejó y la llama de la insurrección siempre estuvo altiva,
lista para inflamarse en cualquier momento. Y cuando no se tiene control de la
situación, cuando la misma debe ser mantenida a fuerza de operaciones militares,
la guerra que debería haber dejado paso a la diplomacia no cumplió con su rol y
por lo tanto las campañas militares fallaron. Por eso decimos que es una guerra
fallida, pues el ambiente insurreccional nunca fue controlado en su totalidad, e
incluso el limes debió ser marcado con una estructura defensiva.
Son nuestras disensiones y desacuerdos los que les dan ventajas, los
defectos de sus enemigos los que sirven a la gloria de su ejército; esta
amalgama de pueblos, unidos ante los éxitos se disocian ante los reveses; a
no ser que, por casualidad, los galos, los germanos y muchos de los
bretones, que pueden prestar su sangre a la tiranía del extranjero, mientras
fueron mucho tiempo sus enemigos más que sus esclavos. Temor y terror
son débiles lazos para la amistad... Todo lo que me anima para vencer está
de vuestra parte; los romanos no tienen esposas para quemarlas, ningún
pariente que les reproche la huida; muchos no tienen patria, o son de otra
patria que no es Roma. Poco numerosos, desorientados, no ven a su
alrededor más que objetos desconocidos: este cielo, este mar y estos
bosques, nos han sido entregados por los dioses, y nos encarcelan y
encadenan... Entre las filas enemigas encontraremos apoyos para nuestra
causa; los bretones reconocerán su causa propia; los galos se acordarán de
su independencia pasada; los mismos que cuando poco los usupios dejaron
247
a los romanos, todos los otros germanos los abandonaron. Y después de
esto, nada más que añadir: fortines evacuados, colonias de viejos,
municipios debilitados y desunidos; de un lado la obediencia forzada: del
otro, la autoridad injusta.189
189
Tácito. Vida de Agrícola. Ed Gredos. 2011. Pag 32.
248
Bibliografía
COWAN, Ross. “Roman Battle Tactics. 109 BC-AD 313”. Editorial Osprey. 2007
FULLER, J.E.C. “Batallas Decisivas del Mundo Occidental” Tomos I. Editorial Luis
de Caralt. 1961.
249
LOMAZOFF, Amanda. “The Atlas of Military History”. Editorial Thunder Bay Press.
2012.
www.romans-in-britain.org.uk
250
Una Válvula de Escape: Conflictos sociales, esclavismo y
expansión militar en la República Romana (siglos V-IV a. C.)
Introducción
190
Por cuestiones de simplicidad, utilizaremos las fechas de este modo, aclarando, desde luego,
que todas ellas son antes de Cristo.
251
maquinaria que debían utilizar los que pretendían reformar la sociedad. Alteró
incluso la significación misma del término “romanos”191.
191
Brunt, P.A., Conflictos sociales en la República romana, Eudeba, Buenos Aires, 1973, p. 15.
192
Finley, M. I., Esclavitud antigua e ideología moderna, Crítica, Barcelona, 1982.
252
tierras de los grandes propietarios, lo que haría necesario reemplazar a esta mano
de obra por esclavos (esto es lo que Finley llama condición negativa). Y las bases
que posibilitaron el desarrollo de este sistema ya habían comenzado a sentarse,
como pretendemos demostrar, antes de que la victoriosa expansión militar romana
proporcionara aquella mano de obra que podía ser sometida a la esclavitud, y no
como consecuencia de ello. No obstante, sí fue la expansión lo que posibilitó
apaciguar los conflictos sociales que, como afirmáramos, tuvieron como eje central
la cuestión de la tierra. De dicha cuestión nos ocuparemos a continuación.
193
Duplá, A., La República Romana arcaica (509-264 a.C.), Madrid, 2003, p. 77.
194
Por “ciudadanos más ricos” ha de entenderse en este caso exclusivamente a los patricios, pues
aún no se había constituido la posterior nobleza de origen mixto, que recibiría el nombre de
nobilitas.
253
extensiones de tierras privadas (ager privadus), lograron monopolizar además el
acceso a las tierras públicas (ager publicus), a partir del argumento de que sólo
podían utilizar tierras del ager publicus aquellos que pudieran hacerlas realmente
productivas, y excluyendo, de ese modo, a los sectores plebeyos más pobres del
usufructo de dichas tierras. Por lo tanto, si recuperamos aquí el planteo de Moses
Finley acerca de las tres condiciones básicas para el desarrollo de una sociedad
esclavista, la primera de ellas (concentración, en forma de propiedad privada, de
grandes extensiones de tierra en pocas manos) ya puede verse con claridad en la
Roma del siglo V.
Así pues, los sectores sociales más ricos (y, no hay que olvidarlo, sus clientes)
no hicieron más que incrementar la cantidad de tierra que ya poseían, mientras
que los pequeños campesinos, cada vez más empobrecidos, se vieron aquejados
por deudas195. De este modo, al problema del ager publicus se sumó el del nexum
como segundo elemento del conflicto. El nexum consistía en una forma de
explotación análoga a la esclavitud por deudas de la Atenas arcaica 196, según la
cual el deudor se ofrecía a sí mismo en garantía, convirtiéndose en esclavo de su
acreedor si no podía saldar la deuda. Podría deducirse, pues, que la tercera de las
condiciones de Finley no estaba presente en la sociedad romana del momento, al
menos no aún.
Siendo esta la situación de gran parte del campesinado romano hacia mediados
del siglo V, las demandas de la plebe se centraron básicamente en obtener un
reparto más equitativo del ager publicus, por un lado, y la abolición de las deudas,
por el otro. El principal método de lucha del movimiento plebeyo había sido desde
los orígenes de la República la secesión: ésta implicaba la separación de los
plebeyos de la elite patricia, conformando lo que muchos autores caracterizan de
un auténtico Estado dentro del Estado, o un Estado paralelo, con sus propias
instituciones y cargos públicos, el más importante de los cuales era el del tribuno
195
Según parece, el número de campesinos sometidos a la esclavitud por deudas se incrementó
tras el saqueo de Roma por parte de los galos en el año 387, que dejó a muchos plebeyos en una
situación económica crítica.
196
Forma de esclavitud abolida, en Atenas, por las reformas llevadas a cabo por Solón en el año
594.
254
de la plebe197. Esta situación fue relativamente común durante el siglo V, teniendo
lugar la primera secesión registrada en el año 493.
La escisión más formal de la plebe y el patriciado, cristalizada en la famosa Ley
de las XII Tablas en la figura de la serrata198, no hizo más que dar lugar a la
consolidación de una elite plebeya, un grupo dirigente mejor definido formado por
plebeyos, que a partir de entonces podría acaudillar a los sectores campesinos en
la lucha contra el exclusivismo patricio. La reintegración de la plebe al Estado
romano tras las secesiones no acabó, pues, con el enfrentamiento entre los
órdenes, sino que por el contrario, éste continuó con renovadas energías, en tanto
los problemas de fondo respecto del aumento de la equidad en el acceso a las
tierras públicas y la abolición de las deudas, así como de un mayor acceso a las
magistraturas por parte de los plebeyos (este era principalmente el objetivo de la
nueva aristocracia plebeya), no habían sido solucionados. Y los intentos de
cerramiento por parte de la elite patricia contribuyeron, paradójicamente, a dar
coherencia al movimiento plebeyo.
El siglo IV nace, pues, marcado por el conflicto de los órdenes, cuyas causas
últimas no habían sido resueltas. La solución o atenuación de dichos conflictos no
sería sencilla, y estaría relacionada fundamentalmente con dos aspectos
principales.
El primero de ellos fue un cambio en la legislación de la República. Las leyes
Licinio-Sextias, que en la práctica institucionalizaron, como se dijo, la existencia de
dos órdenes separados, atenuaron el conflicto entre los mismos, permitiendo por
un lado, el acceso de los plebeyos a la máxima magistratura, el consulado, y
reduciendo, por el otro la cantidad de tierra del ager publicus que podía
197
El rol de estos funcionarios plebeyos (en principio no reconocidos por el Estado) era el de
proteger a los miembros de la plebe frente a la arbitrariedad y los abusos de los magistrados
patricios (ius auxili), mediante atribuciones tales como la intercessio y la provocatio. No obstante, la
capacidad para imponer sus decisiones se basaba un poder de facto, respaldado por el juramento
por parte de los plebeyos de dar muerte a todo el que atacase a un tribuno (lex sacrata). Sólo
posteriormente, con el fin de las secesiones de la plebe, sería el tribuno reconocido como un cargo
público institucionalizado en la República Romana.
198
Cerramiento institucionalizado del orden patricio; uno de sus principales exponentes fue la
prohibición, sancionada en la Ley de las XII Tablas, de los matrimonios mixtos entre patricios y
plebeyos, disposición que sería posteriormente anulada por la Ley Canuleya del 445.
255
usufructuar cada pater familias a un máximo de 500 iugera, más otras 500 para las
familias de más de dos hijos199. Esto redundaría en una reducción del peso del
nexum para muchos campesinos, si bien éste no sería formalmente abolido sino
hasta el 326 (aunque en la práctica seguiría existiendo, de diversas formas). Las
leyes Licinio-Sextias, a pesar de separar formalmente a patricios y plebeyos,
dieron cabida a las reivindicaciones de éstos últimos (o al menos de los sectores
más ricos encuadrados en la nueva aristocracia plebeya), y si bien para muchos
autores este triunfo de la plebe marcaría asimismo la desmovilización política de la
misma, sería legítimo ver aquí el germen de la nueva nobleza mixta compuesta
por patricios y plebeyos ricos, la así llamada nobilitas. Tal y como señala la
historiadora británica Mary Beard, ―el resultado del conflicto de los órdenes no fue
una revolución popular, sino la creación de una nueva clase de gobierno, que
incluía a plebeyos y patricios ricos‖200. Y si bien las principales magistraturas eran
ahora accesibles a personas de origen plebeyo, esto no debe llevarnos a olvidar
que ―la primera condición para la mayoría de los cargos políticos era la riqueza en
cantidad considerable‖201.
Pero la sanción de las leyes Licinio-Sextias no explica por sí sola el fin del
conflicto de los órdenes (o al menos la atenuación del mismo). Se debe tener en
cuenta el segundo aspecto de este proceso de profundas transformaciones
sociales y políticas, tanto o acaso más importante aún. Se trata, tal y como
adelantáramos en la introducción, del proceso de expansión militar, del cual la
nueva nobilitas sería actor fundamental.
199
Dichas cifras atribuidas a las leyes Licinio-Sextias han dado lugar a conjeturas por parte de los
historiadores, al ser las mismas planteadas por Tiberio Graco en su reforma. Mientras algunos
sostienen que historiadores romanos posteriores atribuyeron a las leyes Licinio-Sextias
disposiciones adoptadas por Tiberio, otros plantean que fue el tribuno de la plebe el que intentó
legitimar su programa retomando una ley más antigua. La cifra de 500 iugera, más coherente con
la extensión de tierras disponibles en el siglo IV que en tiempos de Tiberio Graco, avalaría más
esta segunda hipótesis.
200
Beard, M., SPQR. Una historia de la antigua Roma, Crítica, Barcelona, 2016, p. 201.
201
Ibíd.
256
Hacia el siglo IV Roma inició su expansión por Italia, proceso que se vería
sustentado ahora sí por la existencia de un campesinado ya más numeroso que
podía servir en la infantería. Dicha expansión no sólo contribuyó a trasladar las
tensiones hacia el exterior de la sociedad romana, sino que además proporcionó a
Roma nuevas tierras, que ahora podían ser distribuidas entre los sectores
campesinos más consolidados. Particular fue el caso de la conquista de la ciudad
etrusca de Veyes, cuya tierra (ager veientanus) fue entregada a miembros de los
sectores urbanos más pobres (proletarii) no en usufructo sino como ager privadus.
Al mismo tiempo, la expansión por Italia marcó un incremento en la fundación de
colonias, donde la tierra era asimismo distribuida entre los colonos romanos. Este
proceso, tal y como señalan los autores españoles Francesc Xavier Hernández
Cardona y Xavier Rubio Campillo202, resultó de vital importancia para una Roma
cuyo poderío militar descansaba aún en un ejército no profesional, sino de
ciudadanos, organizado en base al modelo hoplítico. De este modo,
202
Hernández Cardona, F. X. y X. Rubio Campillo, Breve Historia de la Guerra Antigua y Medieval,
Ediciones Notwilus, Madrid, 2010.
203
Ibíd., p. 53.
257
romano estaba compuesto por infantes pesadamente armados con escudos y
lanzas, dispuestos en línea y generando nutridas falanges. La infantería ligera
marchaba al frente, dispersa, y la caballería guardaba los flancos204.
Aunque la condición de ciudadano y soldado se hallaban, tal como en el
caso de la Atenas clásica, íntimamente vinculadas, la realidad era que el hecho de
que el ejército romano fuera uno de ciudadanos soldados, que seguía los patrones
del modelo hoplítico, implicaba en la práctica que muchos ciudadanos, aunque
libres, no podían costear el equipo que les permitiría servir en las filas de la
infantería, ni tampoco abandonar sus actividades económicas el tiempo suficiente
como para participar en una campaña en el extranjero. Esto daba a la guerra,
irónicamente, un carácter marcadamente aristocrático, cuestión que sólo
comenzaría a revertirse (y gradualmente) en el período que analizamos. La
aristocracia romana (en primer lugar el patriciado, y posteriormente la nobilitas
mixta) era una clase social profundamente militarizada en sí misma aún en
términos culturales, pues ya en aquel entonces poseía la sociedad de la República
Romana un marcado carácter guerrero, que nunca perdería. Es precisamente esta
cuestión la que señala el historiador norteamericano J. E. Lendon, al afirmar que
(…) early Romans did not conceive of military excellence primarily as a set of
learnable skills. Success in battle was primarily the consequence of the
inborn human quality that Romans most admired, virtus or masculine courage
(from which, eventually, the English word virtue). Virtus is analogous to the
Greek andreia, but is a value far more basic to the Roman sense of self than
Greek andreia had been to Greek identity in historical times. (…). The Roman
cult of virtus manifests itself in the degree to which Roman society was
adapted to the making of war205.
204
Ibíd., pp. 53-54.
205
Lendon, J. E., “War and Society”, en Sabin, P., H. Van Wees y M. Whitby (eds.), The Cambridge
History of Greek and Roman Warfare. Volume I: Greece, the Hellenistic World and the Rise of
Rome, Cambridge University Press, Cambridge, 2007, pp. 509-510.
258
En una cultura, como se dijo, ya tan profundamente militarizada, el papel
desempeñado por las historias y relatos de las hazañas pasadas no puede ser
minimizado. Ya el propio Polibio destacó acertadamente esta cuestión: ―todas
aquellas historias del valor romano, del heroísmo y autosacrificio que debió de
haber oído, contadas una y otra vez alrededor de las hogueras de los
campamentos militares y de las mesas de cena, no eran simplemente para divertir,
concluyó‖206. Por el contrario, ―su función era la de alentar a los jóvenes a imitar
las hazañas bizarras de sus antepasados: eran un aspecto del espíritu de
emulación, ambición y competición que corría por la elite de la sociedad
romana‖207. La virtus romana, por lo tanto, tenía un carácter eminentemente militar
pero además preformativo: el buen ciudadano romano debía ser necesariamente
un guerrero, y los relatos, repletos de hazañas militares (desde las historias
contadas en los campamentos que menciona Polibio hasta los poemas épicos
como La Eneida, parte ineludible de la formación de cualquier miembro de la elite
romana) tenían esta función de incentivar a la persecución de hazañas y hechos
heroicos como elemento fundamental de la identidad romana. A este respecto
enfatiza Lendon el hecho de que:
Rome’s aristocracy was narrowly military: until the late Republic only fighting
brought advancement to an ambitious young Roman of high family. The sons
of great Romans could not forswear violence and achieve eminence as
jurisconsults or rhetoricians or bishops, as their descendants did: their choice
was the sword or the shadows. Even the reputations of Romans known for
accomplishments other than war – like Cato the Elder, say – were
undergirded by military success (Plut. Cat. Mai. 1). A great Roman was a
warrior first, and a politician or an orator or a lawyer only second208.
206
Beard, M., Op. cit., p. 198.
207
Ibíd.
208
Lendon, J. E., Op. cit., pp. 510-511.
259
Hacia el siglo V, por lo tanto, la guerra romana estaba organizada según el
modelo hoplítico, y se trataba, en consecuencia, de una actividad circunscripta a
los sectores sociales lo bastante pudientes como para poder costearla, sectores
sociales a su vez imbuidos de una cosmovisión según la cual la guerra era la
actividad por excelencia que los definía como clase y daba sentido a sus vidas. No
tiene sentido, pues, hablar de “políticos” o “militares” romanos: más allá de lo
anacrónicos que ambos términos puedan resultar, las realidades que describen no
se encontraban en absoluto disociadas, sino, al contrario, profundamente
integradas. La guerra era la razón de ser de las clases dirigentes en la República
Romana, y algunos historiadores han inferido que este factor cultural es tan
importante como los factores económicos a la hora de explicar las campañas de
conquista romanas. En este sentido,
(..) as well as contributing to social stability, the Roman cult of virtus was a
structural cause of war in the middle Republic. A nation in which the most
admired human quality could best be displayed in war naturally made war
frequently. All wanted to compete in virtus: the rich also needed war for
political advancement, while the poor yearned for loot209.
El último punto señalado por el autor es fundamental, pues si la guerra era, por
la forma misma en que era concebida, una válvula de escape a las tensiones
sociales de la República, también lo era por la promesa de tierras y botín que
conllevaba, y esta cuestión implicaba que los sectores de más baja condición no
desearan verse excluidos de la posibilidad de tomar parte en la misma. Virtus,
pero también tierras (por aquel entonces, como afirmáramos, principal motivo de
conflicto) y riquezas, eran promesas más que tentadoras para cualquier ciudadano
romano. Y efectivamente, es hacia el siglo IV que empezamos a presenciar
modificaciones a este sistema hoplítico (cuya institución los historiadores romanos
atribuían a las reformas llevadas a cabo por el rey Servio Tulio210). Y dichas
209
Ibíd., pp. 515.
210
Goldsworthy, A., Roman Warfare, Cassell, Londres, 200, p. 29.
260
transformaciones tuvieron lugar en el marco de las guerras de conquista que
llevarían a Roma a poseer el control de toda la Península Itálica. A decir de
Hernández Cardona y Rubio Campillo,
La singularidad de Roma comenzó cuando desbordó los límites de la ciudad-
estado y se convirtió en un auténtico Estado con ciudades. A partir de ese
momento, los romanos pudieron organizar ejércitos de grandes dimensiones
y pasaron a ensayar innovaciones. Durante el siglo IV a. C., el dictador
Marco Furio Camilo (446-365 a. C.) propició grandes reformas como la
fijación de un sueldo para pagar a las tropas. Pero el cambio más importante
y revolucionario fue el diseño de la legión como unidad autónoma y básica
del ejército211.
Cada vez más ciudadanos romanos podían participar en las guerras de la
República y, cómo afirmáramos, dichas guerras permitieron aumentar aún más el
número de soldados, ya sea extendiendo la ciudadanía romana a las ciudades
conquistadas, ya brindando tierras, a título privado, a ciudadanos romanos que
ahora sí podían permitirse el costear un equipo militar (debe tenerse en cuenta
que a pesar de las reformas llevadas a cabo por Marco Furio Camilo, el equipo
aún debía ser adquirido por cada soldado a título privado, y no era otorgado por el
Estado de forma estandarizada, algo que sólo ocurriría luego de las reformas
iniciadas por el cónsul Cayo Mario a fines del siglo II). Sin embargo, en esta
primera forma de la legión, la infantería romana ya estaba dividida en tres cuerpos
claramente definidos: hastati, príncipes y triarii. Cada uno constituía una de las
tres líneas en que formaba la infantería (hastati al frente, príncipes en la segunda
línea, y triarii en la última), y poseía una función específica, la cual se reflejaba en
su equipo también diferenciado. Los hastati (los soldados más jóvenes, cuya sed
de virtus justificaba el hecho de que lucharan en primera fila y buscaran el choque
con el enemigo) y los príncipes (algo mayores, de entre 25 y 35 años de edad)
utilizaban un equipo similar:
En general portaban un casco de bronce, un disco frontal protector en el pecho,
también de bronce, o cota de malla corta de tradición céltica, un escudo alargado
211
Hernández Cardona, F. X. y X. Rubio Campillo, Op. cit., p. 54.
261
de grandes dimensiones, una jabalina y una lanza pesada, mitad de madera,
mitad de hierro, denominada pilum, una espada corta, un puñal y, en algunos
casos espinilleras (grebas o cnemides)212.
Por su parte, ―los triarii mantenían el armamento típico de los hoplitas: casco,
armadura, un gran escudo y una larga lanza. De hecho, formaban en falange y
constituían el muro de seguridad por si hubiera que cubrir a los compañeros en
retirada‖213. Delante de la infantería propiamente dicha formaban los vélites, ―la
infantería ligera armada con jabalinas y hondas. Los vélites agrupaban ciudadanos
pobres y jóvenes que no podían costearse un equipo militar‖214. Existía además la
caballería, pero debe tenerse en cuenta que
Su papel en las batallas era complementario, su función principal era la
exploración del territorio y la persecución del enemigo. Los estribos no se
conocían, las herraduras eran extrañas, y los caballos de pequeñas dimensiones,
razones todas ellas por las que la caballería, con una capacidad ofensiva limitada,
era un arma más auxiliar que decisiva215.
Esta nueva forma de organización de la infantería romana, la legión, fue un
producto de las reformas llevadas a cabo en el período analizado, reformas cuya
importancia no debe en modo alguno minimizarse. Tal es así que bien puede
considerarse que, en efecto,
Las reformas furianas fueron auténticamente revolucionarias. El concepto de
hoplita que luchaba en filas y con la larga lanza en mano quedó obsoleto. Los
romanos lanzaban jabalinas y lanzas como armas arrojadizas, y la estructura
manipular les permitía reforzar el ataque, retirar tropas cansadas o empujar hacia
el combate tropas de refresco. Nada de esto podía hacer la falange de hoplitas,
condenada al combate de corta distancia, y sin posibilidad clara de dar relevo a los
combatientes de las primeras filas que pudieran bajar de rendimiento a causa del
cansancio y de la presión ambiental216.
212
Ibíd., p. 56.
213
Ibíd., p. 58.
214
Ibíd., p. 56.
215
Ibíd.
216
Ibíd., p. 58.
262
Estas reformas militares darían lugar al que sin lugar a dudas puede
considerarse el ejército más poderoso y eficiente de toda la Antigüedad, que
pronto se convertiría en protagonista de un proceso de expansión territorial
prácticamente constante, sustentado, a su vez, en la militarizada cultura romana y
el culto de la virtus. Pero fue éste un proceso en el cual, como afirmáramos,
factores políticos, militares, sociales y económicos se retroalimentaban
constantemente: al otorgarse tierras recientemente conquistadas a los sectores
sociales más pobres, se reducían las tensiones sociales y se ayudaba a concluir
finalmente el proceso de desmovilización político de la plebe, pero a su vez esto
permitía convertir a dichos sectores pobres en campesinos medios, capaces ahora
de servir en el ejército y contribuir así a consolidar la expansión militar. Y a su vez,
esta transformación generaría otro cambio fundamental, íntimamente ligado al
futuro carácter esclavista de la sociedad romana217, pues privaría a los mayores
terratenientes de una mano de obra interna, en tanto los campesinos antes
sometidos a deudas y despojados de tierras ahora gozaban de una mejor
situación (y se hallaban, además, protegidos por las leyes Licinio-Sextias). Se
daba así la tercera de las condiciones planteadas por Finley, la llamada condición
negativa, y se hacía necesaria, pues, la introducción de un nuevo tipo de mano de
obra.
De allí que, a decir del mismo Finley, el desarrollo de la esclavitud sea previo a
la expansión militar (nosotros diremos, simultáneo), y no consecuencia directa de
ésta por la disponibilidad de prisioneros de guerra, como tendía a pensarse, pues
dichos prisioneros no tenían por qué incorporarse a la sociedad romana como
mano de obra esclava si no hubiera existido en aquel contexto particular una
demanda de ésta. Pero dicha demanda sí existía, impulsada por los cambios en el
régimen de tierras, posibilitados a su vez por las transformaciones tanto legales
como territoriales. Y esto no hizo más que sumar un nuevo elemento, la necesidad
de una nueva fuente de trabajo, a un proceso que se retroalimentaba
217
Según el esquema de Finley, es una sociedad esclavista aquella en la cual la mayor parte de
los excedentes económicos provienen de la explotación de mano de obra esclava. Esto, desde
luego, no implica que no hubiera otras formas de explotación económica, y de hecho, éstas serían
cada vez más variadas conforme Roma se expandiera a nuevas tierras.
263
constantemente. La expansión militar proporcionó, tanto como luego lo haría
también el comercio, la fuente de dicha mano de obra, en una dinámica que hacía
necesaria, de esta manera, una expansión constante para satisfacer las
demandas de mano de obra esclava, tanto como las demandas de virtus y de
tierras cultivables No es una casualidad que la explosión del expansionismo
romano se dé a partir del siglo III, momento en que según Finley puede calificarse
a Roma, por primera vez, como una sociedad esclavista.
Cuando Roma completó la conquista de la península itálica, derrotando a
samnitas al sur y etruscos al norte, y quedando vedado el avance más hacia el
norte (controlado por los galos), la única opción lógica era continuar la expansión
hacia el Mediterráneo. Y esto conduciría, a su tiempo, al inevitable conflicto con la
gran potencia naval del momento: la República de Cartago. Las tres subsiguientes
Guerras Púnicas, ganadas no sin un gran esfuerzo por la República Romana,
demostrarían la eficacia del nuevo sistema de organización del ejército en
legiones, y convertirían a Roma primero en una gran potencia naval, y luego, tras
la derrota definitiva de Cartago, en dueña absoluta del Mediterráneo, a partir de
entonces llamado, con toda justicia, Mare Nostrum.
Conclusión
264
que, como afirmáramos, no pueda entenderse a estas esferas en modo escindido,
sino como parte de un proceso unitario cuyos componentes, más aún en una
sociedad tan profundamente militarizada como la romana, se influenciaban entre
sí y se retroalimentaban constantemente.
El nuevo modelo de acceso a la tierra posibilitado por la expansión militar y
sancionado en las leyes Licinio-Sextias daría origen a un sector campesino medio,
privando de este modo a las aristocracias de la mano de obra interna y empujando
a Roma al establecimiento de una sociedad de tipo esclavista. La necesidad de
mano de obra esclava sería un incentivo más, de este modo, para una expansión
militar que no debe ser vista como causa última del esclavismo, sino, tal vez más
acertadamente, como su consecuencia lógica, o en cualquier caso como un
desarrollo simultáneo, componente indisociable del mismo proceso.
En consecuencia, la República Romana del siglo III era, de este modo, ya una
sociedad esclavista que, habiendo logrado atenuar las tensiones sociales que la
habían sacudido en los siglos anteriores, se hallaba embarcada plenamente en un
proceso de expansión militar, posibilitado por el surgimiento de uno de los mejores
ejércitos de la Antigüedad, y que acabaría dando lugar a uno de los mayores
imperios de la Historia.
265
Bibliografía
BEARD, M., SPQR. Una historia de la antigua Roma. Editorial Crítica. 2016
LENDON, J. E. “War and Society”, en Sabin, P., H. Van Wees y M. Whitby (eds.),
The Cambridge History of Greek and Roman Warfare. Volume I: Greece, the
Hellenistic World and the Rise of Rome, Cambridge University Press, Cambridge,
2007.
266
Después de Cannas. La indecisión de Aníbal y su no marcha a
Roma
Introducción
El 2 de agosto del 216 a.C no sería un día más para recordar en la historia de la
República romana. Ese día cerca de 60.000 soldados romanos perecerían a
manos de las fuerzas cartaginesas bajo el mando de Aníbal Barca. Fue el mayor
desastre militar de una fuerza ocurrida en el lapso de una tarde y en un reducido
campo de batalla de apenas tres kilómetros; mantuvo en vilo el pensamiento
militar posterior y fue el sueño de todos los mandos militares a lo largo de la
historia.218
218
Los números de las bajas difieren de acuerdo a las fuentes, las que van de los 50.000 a 80.000.
Hemos preferido utilizar las más conservadoras dadas por Goldsworthy de 60.000, teniendo en
cuenta que es un número alto y para hacer una comparación, las fuerzas británicas no perdieron
esa cifra de hombres en dos días de combate intensivo en la batalla del Somme.
267
bota italiana y en la zona de influencia de la por entonces surgente potencia
romana. La rivalidad que iba aumentando a medida que los intereses de ambas
potencias crecían llevó inevitablemente al primer choque armado en el año 264
a.C. La guerra duraría más de 20 años y finalizaría con una derrota para los
cartagineses, con condiciones de posguerra muy duras e indemnizaciones casi
imposibles de pagar. Roma se quedó con Sicilia y Córcega, poco tiempo después
también se quedaría con la isla de Cerdeña, dejando a los cartagineses con muy
poco margen de maniobra en el Mediterráneo.
Lo cierto es que una vez que Aníbal aniquiló al ejército romano no decidió en
forma inmediata marchar a Roma y decidir la guerra. Ese es el objetivo del
presente trabajo, intentar dilucidar la actitud del comandante cartaginés que se
había revelado hasta ese momento como un conductor extraordinario y con altas
cualidades para la guerra.
268
La larga marcha de Aníbal a Cannas
El casus belli fue Sagunto. Una ciudad situada al sur del río Ebro y protegida de
Roma, que inició una serie de acciones con tribus aliadas de Cartago y esto llevó
a la intervención de Aníbal contra Sagunto, que obviamente solicitaría ayuda a
Roma. Las fuerzas cartaginesas sitiaron durante ocho meses a la misma hasta
que lograron conquistarla y pasarla a fuego luego de saquearla y esclavizar a sus
ciudadanos. La guerra con Roma estaba asegurada.
269
Trebia
Trasimeno
Cannas
La larga marcha
de Aníbal a
Cannas
El primer objetivo de la misma era salvar el terreno que le impedía llegar a Italia
por el norte de ésta; para ello debía cruzar los Alpes y dominar el territorio que
estaba en manos de tribus hostiles. Este era un plan realmente bien concebido y
estratégicamente bueno, pues utilizaba el camino de menor expectativa del
enemigo y a su vez evitaba el enfrentamiento por éste en terreno no preparado
para un combate. Los planes de Aníbal hacen ver que buscaba una decisión en el
campo de batalla con el objetivo de quitar a Roma a sus aliados en la península y
270
de esa manera socavar su poder. La mejor forma de invadir Italia era sin dudas
por mar, y también la más segura, pero el dominio que ejercían los romanos del
mar después de la Primera Guerra hacía inviable la misma. Sin embargo, hay
otros motivos más fuertes para pensar en utilizar la ruta terrestre y no tiene que
ver solo con la seguridad de la misma. En primer lugar, el ejército de Aníbal iría
afianzándose a lo largo de toda la vía dominando y aliándose con tribus hostiles,
de esa manera aumentaba el poder de los Bárcidas en Cartago, donde también
debían librar batalla contra sus propios contrincantes. Por otro lado, también se
aseguraba una gran fuente de suministros y hombres que podían ir aumentando
sus fuerzas y relevando sus bajas.
En el 218 a.C inició la marcha siguiendo la costa, cruzó los Pirineos, derrotó
rápidamente a un destacamento romano en oposición y también a las fuerzas
tribales hostiles que se le interponían en el camino. Tras dos semanas de marchas
forzadas cruzó los Alpes y entró en la Galia Cisalpina para noviembre del mismo
año. El ejército cartaginés contaba con 70.000 infantes, 12.000 jinetes y 37
elefantes; un ejército enorme para la época y utilizando cifras conservadoras. 219
Ha sido motivo de numerosas especulaciones la cantidad de hombres que Aníbal
perdió en la marcha a través de los pasos montañosos y en combate contra las
tribus rebeldes; pero es probable que tanto Livio como Polibio exageraran los
números del ejército cartaginés para de esa manera aumentar sus bajas. Es por
ello que creemos que el número real de fuerzas que cruzaron con Aníbal no eran
tantas como las que ciframos, probablemente la mitad de infantes y unos dos mil
jinetes menos, y es probable que los elefantes no hayan cruzado, sino que hayan
sido llevados posteriormente, pues en Tesino no están en el orden de batalla.
219
Otros autores dan la cantidad de 90.000 infantes, 20.000 jinetes y 37 elefantes. Parecen cifras
muy abultadas para la época y difíciles de sostener, de todas maneras era sin duda un ejército
grande. La presencia de los elefantes es discutida también, ya que no se ha podido corroborar con
fiabilidad la existencia de los mismos. Sí, podemos establecer con relativa fidelidad que el paso
que Aníbal tomó fue el de San Bernardo y que al menos un elefante cruzó con él. Ver la obra de
García Tomas, Salvador. Aníbal. Un genio de la Guerra. Ed Cultiva Libros. 2011. También
Goldsworthy, Adrian. Las Guerras Púnicas. Ed Ariel. 2002
271
Hispania. Las dos legiones de Sicilia que estaban bajo el mando del Cónsul
Sempronio debieron regresar y dirigirse por mar al norte de Italia para
contrarrestar la nueva amenaza. El primer enfrentamiento tuvo lugar en Tesino,
que más que nada fue una batalla de caballería, donde los romanos fueron
derrotados sin problemas y su comandante, Publio Escipión, herido en la refriega.
Éste retrocedió con sus fuerzas hasta Placentia para esperar los refuerzos de
Sempronio y las dos legiones que venían de Sicilia; cuando ambas fuerzas se
unieron volvieron a enfrentarse con Aníbal, esta vez en Trebia que terminó con un
verdadero desastre y con el aniquilamiento de la fuerza romana en una de las
peores derrotas sufridas hasta entonces.220
Las fuerzas cartaginesas maniobraron de tal manera que evitaron a las fuerzas
que estaban en Arretium con Flaminio; para ello atravesó los pantanos del Arno y
en una maniobra de acción indirecta obligó a los romanos a perseguirlo. Por su
parte, Flaminio comenzó a seguir a Aníbal de cerca, esperando que el ejército de
Gemino se le uniera y de esa manera derrotarlo tal como habían hecho con los
galos en Telamón al tomar su ejército entre dos fuerzas. Las fuerzas romanas
eran poderosas, probablemente unos 25.000 a 30.000 hombres, entre romanos y
auxiliares, y más o menos igualaban a las fuerzas que tendría Aníbal disponibles
220
Se estima que entre ambas batallas, Tesino y Trebia, los romanos perdieron unos 20.000
hombres según las diferencias entre las diversas fuentes.
272
en ese momento. Las tropas de Flaminio perseguían de cerca al ejército
cartaginés, pero en algún momento perdieron contacto y se adentraron en el
camino que bordea el lago Trasimeno, cubierto de niebla y con el lado occidental
del mismo apoyado de bosques y montañas. Quedando canalizado por el camino
e impidiendo todo tipo de maniobras fueron a parar a la mayor emboscada de la
historia militar.221
221
El lago Trasimeno es el cuarto más grande de Italia ocupando una superficie de 128 km2. La
niebla que cubre el mismo ha sido puesto en entredicho por numerosos historiadores, debido en
gran parte que esa zona es muy cálida y poco propensa a que se forma niebla, sin embargo, la
misma es probable y de hecho es habitual en la región, incluso durante el verano. De todas
maneras, la misma no ha sido la causa principal de la derrota sino un recurso más de la geografía
utilizada por Aníbal.
273
El Ejército cartaginés se
encuentra emboscado con una
poderosa fuerza de caballería
para operar en la retaguardia
romana.
Emboscar a una fuerza enemiga del tamaño del ejército de Flaminio no fue
tarea fácil, especialmente de noche y en condiciones adversas. Si la emboscada
se llevó a cabo tal como las fuentes antiguas relatan, fue una acción cuya
perfección aún en el día de hoy es muy difícil de realizar; por lo tanto, las
cualidades de conductor de Aníbal, de sus mandos intermedios y la calidad de sus
tropas debieron ser de primera línea y nos hacen ver la capacidad de un ejército
profesional contra otro de campesinos-propietarios, ya que los romanos no eran
todavía la potencia militar que llegarían a ser.
222
Quinto Fabio Máximo era un típico aristócrata romano de la época de la República, cuya
Dictadura le brindaba los plenos poderes para gobernar, el mandato duraba solo seis meses y era
en casos extraordinarios que se nombraba a alguien como Dictador.
274
Fabio aplicaría lo que más tarde se conocería como táctica fabiana, que no es
otra cosa que una maniobra de desgaste, donde el objetivo es atacar las líneas de
comunicaciones y la logística del enemigo pero no enfrentándolo en campo
abierto. Se quemaban los campos, se evacuaba a la población a ciudades
amuralladas y se atacaba a las partidas logísticas que forrajeaban en el terreno.
Pero estos procedimientos de combate son un arma de doble filo, no todas las
sociedades están preparadas para soportar durante mucho tiempo este tipo de
guerra y mucho menos la romana que estaba constituida por terratenientes y ricos
propietarios que veían sus tierras arrasadas por la guerra. Especialmente cuando
las tierras devastadas por Aníbal evitaban a los campos de Fabio, que no tardó en
ser tratado de traidor y cobarde por el mismo senado y el pueblo romano.223
Si hay algo que hizo de Roma la potencia militar que fue, eso estuvo
relacionado íntimamente con una sencilla ecuación: la capacidad de convertir
ciudadanos en soldados y antes que ello a los habitantes en ciudadanos. La
mayor fortaleza de Roma fue esta. A diferencia de otros estados de la antigüedad
que no cedían la ciudadanía a cualquiera, lo romanos no tenían problema en
hacerlo siempre y cuando se acataran las leyes romanas y se cumpliera con los
223
Aníbal había ordenado a sus hombres quemar las cosechas y haciendas, menos las que
pertenecían a Fabio con el objetivo de que los mismos romanos se volvieran contra este y
nombraran a alguien que decidiera dar nuevamente una batalla. Cuando Aníbal se desplaza al
territorio de Campania y comienza a devastarlo es encerrado en un valle por las tropas de Fabio y
logra salir de allí gracias a un ardid de guerra.
275
impuestos y la milicia. Esto hacía que cuando se necesitaban hombres para el
combate, Roma tenía mucha disponibilidad de los mismos que incluso debían
costearse su propio equipo y servían en las Legiones cuando se los convocaba a
campañas militares; en la época de la República los soldados eran campesinos-
propietarios iguales que después de luchar en una campaña debían regresar a su
hogar a trabajar la tierra nuevamente. Esta capacidad para reclutar hombres y
levantar ejércitos también le daba, a diferencia de otros estados, la capacidad de
poder asumir bajas que podrían haber aniquilado a otro estado o pueblo.
El tema de la unidad de mando en los romanos para esta batalla ha sido muy
debatido y, probablemente, objeto de ser unas de las principales causas del
desastre. El problema que se suscita entre los historiadores militares para explicar
la batalla es que según las fuentes de la misma, Polibio y Livio, hacen causa sobre
la irresponsabilidad en el mando y en la toma de decisiones de Terencio Varron y
sobre la cautela que acompañaba al otro cónsul al mando que era Emilio Paulo,
cargando la responsabilidad de la derrota al primero y exculpando sin dudas al
276
segundo que incluso habría de caer en combate, aumentando de esa manera su
virtud y ética caballeresca para el liderazgo y creando el mito del comandante que
murió en combate a pesar de tener la razón de cómo enfrentar al adversario y por
consecuencia de la irresponsabilidad de quien estaba al mando.
Cuando Livio y Polibio nos dicen que la estrategia de Varron era salir a buscar
una batalla y la de Emilio la de evitarla, se contradice con dos elementos
fundamentales para poder comprender la acción desencadenada:
El dispositivo romano era el estándar de todas las batallas que había librado
antes: las alas estaban cubiertas por la caballería y en el centro se ubicaba la
infantería legionaria y auxiliar. Éstas últimas se disponían en triplex acies, es decir
en tres niveles de acuerdo a la veteranía y equipo: hastatis, príncipes y triari. Un
problema era la maniobrabilidad, la que quedaba restringida por la estrechez del
campo de batalla que obligó a reducir la distancia entre manípulos; de esa manera
se apostaba al choque restando capacidad de maniobra. El mayor punto fuerte de
los romanos no estaba en su número sino en su alta moral; la mayoría de los
legionarios quería combatir contra Aníbal cuanto antes a pesar de que su
experiencia contra los cartagineses era la de la derrota.
278
mercenaria. En las Alas, estaba a la derecha la caballería de elite númida bajo el
mando de su comandante Maharbal, en tanto en la otra Ala se ubicaba la
caballería mercenaria gala e hispana bajo el mando de Asdrúbal.
Gneo Servilio
Emilio I Aux I I I I Aux Varron
I Aux I I I I Aux
Maharbal
Asdrúbal I
I I
I I
Aníbal
Libios Libios
Batalla de Cannas
216 a.C.
279
combatía canalizaba el empuje romano y amontonaba cada vez más sus filas
dificultando ya no solo la maniobra colectiva sino también la individual.
Para Aníbal la batalla debía ser brutal y decisiva, debía lograr que Roma se
aviniera a firmar la paz. Pero los romanos no eran cualquier pueblo y no firmarían
la paz, por el contrario la guerra a partir de ese momento recrudecería al máximo.
280
antigüedad. Establecer la toma de Roma como objetivo principal puede parecer
algo obvio hoy en día, pero en el siglo III a .C no era tarea fácil y probablemente
no estuviera en los planes de Aníbal ejecutar sus planes de guerra con ese
objetivo. De ser así, todos los ejércitos del mundo antiguo hubieran marchado
directamente hacía las ciudades estado enemigas y sitiarlas sin más para tomarlas
por asalto o traición.
281
El objetivo estratégico de tomar Roma es algo que se ha tomado como que ese
era el fin de la guerra para Aníbal y se basa en gran parte en los relatos de Livio
cuando en un supuesto diálogo entre éste y su comandante de caballería
Maharbal le propone enviarlo con su caballería y tomar Roma. Ante la negativa de
Aníbal éste le habría dicho a su comandante “sabes cómo obtener una victoria,
pero no sabes cómo utilizarla”. Probablemente este diálogo no haya existido
nunca y de todas maneras lo vertido por Livio y por Polibio es la opinión de Roma,
pero no nos ha llegado nada de los cartagineses debido a que sus fuentes se han
perdido. También los estudiosos modernos han establecido este objetivo como
algo elemental para ganar la guerra, basándose en la terminología moderna y en
la doctrina de los ejércitos actuales, pero que no se condicen con los ejércitos de
la época antigua.
282
que el arte de la poliorcética avanzaba a medida que la guerra se desarrollaba.
Los recursos que se debían emplear para sitiar una ciudad que se negaba a
rendirse eran enormes, tanto en materiales como en hombres, pero también si el
mismo se prolongaba demasiado se podían llegar a correr dos riesgos grandes: el
primero estaba relacionado con los riesgos propios del combate, donde muchas
veces el ejército sitiador se encontraba luchando en dos frentes, uno con los
defensores de la ciudad y en el otro con los ejércitos que normalmente eran
enviados para levantar el sitio en rescate de la misma. El otro problema grande,
además del problema logístico mencionado, era la posible aparición de
enfermedades que a veces causaban más muertes que el combate mismo,
provocando a su vez deserciones y baja moral.
Sitiar una ciudad como Roma, lejos de los apoyos necesarios para cubrir las
necesidades logísticas y de hombres, con ciudades que aún eran afectas a los
romanos, no era un buen negocio para Aníbal, como tampoco lo hubiera sido para
cualquier comandante. Antes, debía asegurarse destruir las bases de apoyo que
Roma tenía y que eran indispensables para continuar la guerra y las mismas
estaban dadas en las ciudades aliadas, cuyos estados contribuían con ingentes
cantidades de hombres, dinero y recursos para que ésta se levantara una y otra
vez en la guerra. A punto estuvo de lograrlo, ciudades como Capua y Tarento y
regiones como la de Salapia se volvieron contra Roma y brindaron apoyo a Aníbal.
Pero la presencia romana era tan fuerte que la mayoría de la ciudades del norte y
otro tanto de las del sur no defeccionaron y se mantuvieron en constante combate
contra los cartagineses.
Aníbal había sufrido muchas bajas en la batalla, bajas difíciles de reponer por
su lado debido a que se encontraba en territorio totalmente hostil y alejado de sus
bases logísticas; tampoco había convencido a su propio senado en Cartago que le
negaba los recursos necesarios para continuar la guerra y los mismos llegaban en
cuenta gotas. Filipo V de Macedonia había sido ganado como aliado e inició la
Primera Guerra Macedónica contra los romanos, que tuvieron la capacidad de
remontar fuerzas militares y terminar venciendo en la misma. Como hemos podido
observar la situación de Aníbal distaba mucho de ser la mejor para poder tomar
Roma que al menos estaba defendida por dos legiones al momento de la batalla
de Cannas. Los romanos poseían fuerzas en el Mediterráneo, en el Norte y las
legiones que debieron reconstituirse después de Cannas. Había fuerzas en
Hispania, en Sicilia y en Cerdeña. En poco tiempo, se habían recuperado fuerzas
suficientes para continuar la guerra, de otra manera el senado romano habría
capitulado.
Si la situación hubiera sido sin retorno para continuar la guerra, no hay dudas,
ya que estaría fuera de toda lógica y sentido común, que los romanos hubieran
283
capitulado sin un atisbo de esperanza todavía. Creemos que Aníbal era más
consciente que su comandante de caballería y su visión estratégica iba más allá
de una acción temeraria que podría haber derivado en un verdadero fracaso y el
aniquilamiento de todo su ejército.
Para ganar la guerra debía destruir lo que Roma había construido y la base de
su poderío que estaba intrínsecamente relacionado con la capacidad política y
militar de ésta, que hacían de los sistemas de alianzas el elemento fundamental
para producir recursos. Nadie había encontrado hasta ese momento la manera de
destruir el poder romano cuya fuerza principal se ceñía en base a su cultura, a su
civilización, a su política externa y a su libertad para producir ciudadanos que
contribuyeran a sus filas militares. Ese era el secreto de Roma, si no se destruía
su entorno, no se podía ganar la guerra, y como tomar la ciudad no era viable por
los motivos que hemos citado anteriormente, Aníbal utilizó la vía más apta para
alcanzar la victoria, la misma que había logrado en el campo de batalla de
Cannas, pero que marcó el zenit y el fin de su carrera militar.
Conclusiones
El arte de la guerra en siglo III a.C. que heredaba Aníbal de los griegos, no
había variado mucho en cuanto a procedimientos de combate para llevar a cabo
una guerra, y la devastación del territorio enemigo con el fin de afectar a su
economía era uno de ellos. Aníbal no hizo nada que ningún otro comandante de la
época no hubiera hecho, pues la forma militar de librar la guerra de los antiguos
así lo establecía. Descontextualizar el momento de la batalla de Cannas y de la
Segunda Guerra púnica es un error en el que muchos historiadores han caído
para intentar explicar porqué Aníbal no marchó a Roma en el 216 a.C después de
Cannas.
Cuando se habla de que el camino a Roma estaba abierto, parece que estamos
hablando de unos pocos kilómetros de distancia y que con solo lanzarse por él en
forma inmediata se hubiera terminado la guerra. La distancia entre la región de
284
Apulia donde estaba el ejército cartaginés y la ciudad de Roma dista unos 480
kilómetros por caminos consolidados, llevar un ejército esa distancia hubiera
llevado días enteros de marcha para llegar a las puertas de la ciudad. De haber
mandado una fuerza de caballería tal como Livio expresa en su obra y pone en
boca de Maharbal, hubiese sido el acto más ridículo de la guerra, tal como fue la
incursión de la caballería de JEB Stuart antes de Gettysburg.
Hemos dado los lineamientos necesarios para poder inferir por qué el
legendario comandante cartaginés no marchó inmediatamente a Roma después
de Cannas y agregaremos otro elemento más que nunca se tiene en cuenta: la
extenuación. Aníbal había librado la mayor batalla de su vida, pero las pérdidas
que había sufrido y la extenuación de su ejército también fueron factores que
incidieron en su decisión de continuar la guerra de otra manera.
A pesar de todo los factores que hemos enumerado a lo largo del presente
trabajo, siempre va a quedar una única pregunta sin respuesta ¿hubiera valido la
pena correr el riego de marchar a Roma? Para ella no tenemos una respuesta
coherente, se necesitaría estar en el momento y lugar indicado y en la mente de
Aníbal para poder responderla. El resto podemos llegar a deducir el porqué no
marchó a Roma tal como hemos intentado, pero esa respuesta quedará en la
especulación de la historia.
285
Bibliografía
286
La Rebelión de los Esclavos: Lecciones militares y
consecuencias políticas de la insurgencia de Espartaco
(73-71 a. C.)
Introducción
225
Por cuestiones de simplicidad, utilizaremos las fechas de este modo, aclarando, desde luego,
que todas ellas son antes de Cristo.
287
guerras fueran esclavizados, y no la disponibilidad de prisioneros lo que dio lugar
al desarrollo del esclavismo.
288
y particularmente la liderada por Espartaco, revistieron gran importancia tanto
militar como política, aún cuando las fuentes clásicas no lo admitan directamente.
Por un lado, introdujeron nuevas formas de combate, al tratarse esta de una
guerra de nuevo tipo que, si bien puede haber estado condenada al fracaso desde
el inicio, forzó a los comandantes romanos a adaptarse a las nuevas condiciones a
las que se enfrentaban para poder sobreponerse a las mismas. En dicho contexto
de transformación militar, y en segundo lugar, el resultado de las insurrecciones de
esclavos (es decir, su derrota) sería uno de los factores (desde luego, no el único
y acaso ni siquiera el principal) que acabarían por tener, de un modo más
indirecto, importantes consecuencias en los futuros acontecimientos políticos de la
República Romana, acontecimientos que marcarían el fin de la misma y el
nacimiento del Principado.
289
alguno en su conquista, una verdad que los romanos reconocieron al
negarse a conceder el triunfo a un general simplemente por haber ganado
una guerra de esclavos (…). Perder frente a los esclavos era, sin duda,
intolerable.
Y si las fuentes para el estudio de las guerras de esclavos deben ser abordadas
con cautela, lo mismo puede decirse de la mayor parte de la historiografía (por
otro lado, no tan abundante) que se ocupó de la cuestión en el siglo XX. La
apropiación que desde el marxismo se hizo de la figura de Espartaco (cuestión
que ha contribuido no poco a la fama del personaje en tiempos recientes) ha
desatado intensas polémicas entre historiadores marxistas (principalmente
soviéticos) e historiadores no marxistas acerca de cómo debía entenderse la
naturaleza de las revueltas de esclavos. Esta cuestión es señalada por el
historiador argentino Fernando Piantanida, quien sostiene que:
226
Strauss, B., “Guerras de esclavos en Grecia y Roma”, en Davis Hanson, V. (ed.), El arte de la
guerra en el mundo antiguo. De las guerras persas a la caída de Roma, Crítica, Barcelona, 2012,
p. 187.
290
La historiografía del siglo XX se ocupó fundamentalmente de la interpretación
que correspondía darles a las insurrecciones serviles (Dumont, 1987: 161). El
marxismo, la revolución bolchevique y las condiciones políticas de la
investigación histórica en la Unión Soviética y en las Democracias Populares
fueron determinantes para esta nueva orientación (Dumont, 1987: 162).
Habiéndose postulado la naturaleza de clases de la sociedad antigua,
considerándose a los esclavos como constituyentes de una clase social, y a
la lucha de clases como el motor de la historia, se reflexionó luego sobre si
las revueltas serviles constituyeron un momento importante en la lucha de
clases, si se trataría de episodios revolucionarios que dieron lugar a una
nueva sociedad o al menos a importantes cambios en el orden social
existente (Dumont, 1987:163). A partir de entonces el estudio de los tres
grandes levantamientos de esclavos de fines de la República Romana fue
abordado por la historiografía con el imaginario contemporáneo de lo que
constituye una revolución (una transformación del orden social) trasladándolo
al mundo antiguo para así juzgar el carácter de dichos acontecimientos, bien
como ―revoluciones‖ o bien como ―rebeliones‖, es decir, en función de si los
esclavos buscaron conscientemente la eliminación de la esclavitud o no
(García Mac Gaw, en prensa), generándose una intensa polémica entre
historiadores marxistas y no-marxistas. Como puede observarse, el estudio
de la esclavitud antigua –incluyendo el de las luchas de los esclavos-
confirma la sentencia de Croce de que ―toda historia es historia
contemporánea.‖227
227
Piantanida, F. M., “Las insurrecciones serviles en Sicilia. El relato de Diodoro Sículo y la
participación de los campesinos libres”, en Sociedades Precapitalistas, Vol. 2, Nº 1, 2do semestre
de 2012, p. 3-4.
291
de los acontecimientos de la Antigüedad (algo que por otro lado puede bien
aplicarse a cualquier hecho o contexto histórico). Como mencionáramos
anteriormente, adoptaremos aquí la línea que ve en los sucesos de la rebelión
acaudillada por Espartaco (así como en las dos guerras sicilianas de eslavos, que
no abordaremos aquí) una insurrección o insurgencia, mas no una auténtica
revolución, y trataremos, pues, de analizar la guerra liderada por el esclavo
rebelde de la Antigüedad alejándonos del héroe de la cultura popular moderna.
Jugando con fuego: Roma y las insurgencias de esclavos en los siglos II-I a.
C.
Estas grandes rebeliones, que con toda justicia pueden calificarse de guerras,
resultaron sorprendentes incluso entonces, al constituir un acontecimiento poco
común en la Antigüedad. Las insurgencias de esclavos habían sido hasta
entonces sucesos poco frecuentes, y sin haber alcanzado jamás la magnitud de
aquellos a los que debió enfrentarse la República Romana entre los siglos II y I.
Sin embargo, existen motivos que permiten explicar el por qué de la
aparentemente asombrosa proliferación de las mismas en aquel contexto
específico.
228
Strauss, B., Op. cit., p. 190.
292
Como señaláramos en el capítulo anterior, las victoriosas guerras libradas por la
República entre el 300 y el 100 aproximadamente habían brindado a Roma una
enorme cantidad de mano de obra esclava. Géza Alföldy señaló acertadamente
que ―la importancia de la esclavitud para la economía romana se hizo enorme en
el plazo de muy corto tiempo tras la segunda guerra púnica, por la sencilla razón
de que la oferta y la demanda de esta rentable fuerza de trabajo crecieron súbita y
simultáneamente‖229. La guerra fue el factor que, si bien no dio de por sí origen a
la economía de tipo esclavista, sí permitió su fortalecimiento, consolidación y
expansión, y de este modo, ―alentada por sus conquistas militares en torno al
Mediterráneo, Roma inundó Italia de mano de obra no libre. En el siglo I a. C.
había aproximadamente entre un millón y un millón y medio de esclavos en la
península, y constituían probablemente el 20 por 100 de la población de Italia‖230.
229
Alföldy, G., Historia social de Roma, Alianza Editorial, Madrid, 1978, p. 83.
230
Strauss, B., Op. cit., p. 191.
231
Véase Finley, M. I., Esclavitud antigua e ideología moderna, Crítica, Barcelona, 1982.
293
gladiadores donde se gestó la revuelta de Espartaco‖232. El desarraigo en el que
hiciera énfasis Finley, pues, no era una condición que se cumpliera estrictamente,
y desde luego, esto tendría un gran efecto sobre la capacidad de los propietarios y
del propio Estado romano de ejercer un control efectivo sobre las cada vez
mayores masas de esclavos que se concentraban en suelo italiano.
Cisalpina
Mutina
Umbria
Piceno
Etruria
Córcega
Roma
Samnium
Ostia
Latium Apulia
Calabria
Lucania
Brutium
Sicilia Insurgencia
de Espartaco
71-73 a.C.
232
Strauss, B., Op. cit., p. 192.
294
En segundo lugar, cabe señalarse que este control era aún más deficiente si se
consideran las actividades a las que los muchos de estos esclavos se abocaban.
Debe quedar claro, no fue entre los esclavos educados de las familias patricias
que surgió la rebelión (dicho de otro modo, alguien como Polibio no tomaría las
armas contra la familia de Escipión), sino entre aquellos que trabajaban en el
campo, en las grandes haciendas del sur de Italia, o bien entre los que luchaban
en la arena como gladiadores. Este tipo de actividades implicaron no sólo, en
ocasiones, una mayor dificultad para mantener un rígido control sobre la mano de
obra esclava, sino también una cuestión adicional que no puede ser soslayada. Se
trata del hecho de que ―muchos esclavos eran diestros con las armas, puesto que
muchos de ellos eran prisioneros de guerra que habían sido adiestrados en
ejércitos extranjeros. Espartaco, por ejemplo, había servido como auxiliar en el
ejército romano (es decir, combatió en una unidad aliada, probablemente como
soldado de caballería)‖233. La cuestión del pasado militar de Espartaco (así como
de muchos de sus seguidores) ha sido destacada por multiplicidad de autores
tanto antiguos como modernos, algunos de los cuales han afirmado también que
el tracio, además de una gran experiencia en el uso de armas, ―tenía un gran
instinto para dirigir tropas‖234. Al menos una buena parte de los gladiadores habían
sido soldados, e incluso aquellos esclavos que se desempeñaban como pastores
―tenían permiso para llevar amas debido al peligro que suponían los bandidos, los
osos y los jabalíes‖235. Se trata de los ―vaqueros y pastores (…), gente de
expeditas manos y de ligeros pies‖236 que menciona Plutarco.
233
Ibíd.
234
Everitt, A., Cicerón, Edhasa, Barcelona, 2007, p. 131.
235
Strauss, B., Op. cit., p. 192.
236
Plutarco, Vidas paralelas, Tomo III, p. 243.
237
Véase Alföldy, G., Op. cit., p. 98.
295
la misma nacionalidad o lengua, muchos de ellos antiguos soldados, y darles
relativa libertad e incluso armas, así como acceso a los escondites en las
montañas, Roma estaba jugando con fuego‖238. Las condiciones que de ningún
modo causaron pero sí posibilitaron la revuelta ya estaban dadas. La propia Roma
las había creado.
238
Strauss, B., Op. cit., p.192.
239
Ibíd., p.195.
296
conoce ninguna doctrina abolicionista, ni entre los ciudadanos libres ni entre
los esclavos.‖240
240
Ibíd., p. 193.
241
Alföldy, G., Op. cit., p. 100.
297
―Espartaco no condujo un movimiento de protesta contra la esclavitud, y
menos aún un levantamiento de todo el proletariado. Pocos hombres libres
colaborarían con los esclavos. Al parecer, la mayor parte de sus seguidores
provenían de los pueblos allende los Alpes, sencillamente querían escapar y
recobrar la libertad en su patria.‖242
242
Brunt, P.A., Conflictos sociales en la República romana, Eudeba, Buenos Aires, 1973, p. 169.
243
Véase Piantanida, F. M., Op. cit.
298
sus compañeros fugitivos quisieran regresar a sus distintos hogares: en el
caso de Espartaco a Tracia, en el norte de Grecia; para otros, la Galia .”244
―Era avanzar hacia el norte de Italia y después hacer que sus hombres se
dividiesen en grupos separados y cruzasen los Alpes, donde tratarían de
llegar a sus respectivas tierras natales. No obstante, el plan falló a causa de
la división entre sus hombres. Espartaco nunca pudo imponer su autoridad
en el grupo de rebeldes étnicamente heterogéneo que combatía con él.
Estaba compuesto por un gran número de celtas y germánicos, junto con
tracios y otros grupos, muchos de los cuales se oponían a sus órdenes.‖246
299
así como entre los esclavos y los pobres libres que pudieron haberse sumado a la
revuelta. La cuestión étnica, es decir, el hecho de que la mayoría de los esclavos
rebeldes proviniera de pueblos que habían sido enemigos de Roma, y en muchos
casos incluso tuvieran experiencia militar, es un dato que tampoco puede
soslayarse, pues la procedencia (no puede hablarse en la Antigüedad de
“nacionalidad” más allá del uso indiscriminado que muchos autores hagan del
término), así como la subsiguiente heterogeneidad de los esclavos a raíz de este
motivo, puede haber sido tan relevante como la cuestión de la condición social
servil común a todos ellos. De este modo, ―a pesar de que no pocos esclavos
tenían experiencia militar, puesto que muchos eran ex prisioneros de guerra, los
ejércitos rebeldes carecían de la cohesión que surge del entrenamiento conjunto.
A menudo presentaban una heterogeneidad lingüística o étnica que dificultaba la
comunicación, por no decir la solidaridad‖247, cuestión no menor a la hora de
analizar el desempeño militar de los rebeldes y sus resultados.
Nápoles
Methapontum
Nares Lucaniae
Heraclea
Thuri
Campaña de
Espartaco en el Sur
de Italia
Rhegium
Sicilia
247
Ibíd., p. 198.
300
El Estado contra la insurgencia: aspectos militares de la guerra de Espartaco
contra Roma
248
Plutarco, Op. cit., p. 241.
249
Brunt, P. A., Op. cit., p 169.
250
Beard, M., Op. cit., p. 264.
251
Fields, N., Spartacus and the slave war, 73-71 BC. A gladiator rebels against Rome, Osprey
Publishing, Oxford, 2009, p. 40.
252
Strauss, B., Op. cit., p. 203.
301
Pero más allá del número de sus tropas, Espartaco parece haber sido
consciente desde un principio de la naturaleza del enemigo al que enfrentaba, y
del tipo de guerra que consecuentemente debía librar. También en este aspecto la
palabra “insurgencia” parece ser el término adecuado para referirse a los aspectos
militares de la guerra de Espartaco, que consistió en el enfrentamiento de una
banda de rebeldes (numerosa, es cierto) contra las fuerzas militares
perfectamente equipadas y entrenadas de un Estado. Efectivamente, las reformas
atribuidas al cónsul Cayo Mario habían transformado al ejército romano, ya de por
sí un poderosa fuerza que había protagonizado la conquista del Mediterráneo, en
una maquinaria bélica profesional financiada mediante una inmensa disponibilidad
de recursos económicos. Frente a un enemigo de semejantes características, las
únicas ventajas de las que disponía Espartaco eran la sorpresa y la velocidad, en
una guerra que por momentos parecía adoptar el carácter de guerrilla, técnica en
la que los tracios parecen haber tenido cierta destreza253. No debe perderse de
vista que ―el enemigo tenía los recursos de un Estado a su disposición, mientras
que los insurgentes tenían pocas posibilidades de éxito a la larga contra un
enemigo decidido. No obstante, utilizando la sorpresa y tácticas poco
convencionales podían alcanzar victorias a corto plazo a veces espectaculares‖ 254.
Por otro lado, ―el enemigo, dado que normalmente contaba con hombres bien
armados y bien entrenados que estaban habituados a combatir juntos y
preparados para librar batallas campales, constituía un fuerza que los rebeldes no
podían esperar vencer en combate regular. O más exactamente, un enemigo al
que a la larga no podrían llegar a derrotar‖255
253
Strauss, B., The Spartacus War, Nueva York, Simon & Schuster, 2009, p. 8.
254
Strauss, B., “Guerras de esclavos en Grecia y Roma”, en Davis Hanson, V. (ed.), Op. cit., p.
197.
255
Ibíd., p. 198.
302
tras una guerra breve y no la prolongación de la misma con vistas a una victoria
definitiva sobre el Estado romano. Como afirmáramos, las tácticas empleadas por
los rebeldes dan cuenta de esta cuestión. Los ataques de las fuerzas de
Espartaco eran sorpresivos, y caían sobre las tropas romanas antes de que éstas
pudieran reunirse con los refuerzos suficientes para hacer frente a los rebeldes.
Asimismo, cada una de las victorias alcanzadas por los insurgentes les proveía de
más y mejores armas y equipo, es decir, aquel que obtenían del enemigo
derrotado256. El ejército liderado por Espartaco era, pues, uno que se alimentaba
sólo a partir de sus victorias. Necesitaba del combate y de la victoria para poder
continuar operativo, pero no podía exponerse a la posibilidad de una derrota de la
que no hubiera vuelta atrás.
256
Fields, N., Op. cit., pp. 39-40.
257
Brunt, P., Op. cit., p 169.
258
Strauss, B., “Guerras de esclavos en Grecia y Roma”, en Davis Hanson, V. (ed.), Op. cit., pp.
198-199.
303
El golpe sorpresivo, el saqueo y la huída eran pues los métodos que permitieron
a las fuerzas de Espartaco sobrevivir, equiparse y continuar la lucha, al menos por
un tiempo. En las colinas que conocían tan bien, los esclavos rebeldes se
encontraban relativamente a salvo de las legiones romanas, a las que no podían
esperar vencer en una confrontación directa a campo abierto. Fue precisamente
cuando los romanos lograron forzar dicha confrontación directa que la suerte de
Espartaco fue decidida.
Hacia comienzos del año 71, las fuerzas de Espartaco habían podido derrotar
ya a nada menos que nueve ejércitos enviados por Roma en su contra, pero
siempre en superioridad numérica y explotando al máximo las posibilidades de la
sorpresa y las tácticas de guerrilla. Por aquel entonces, el Senado romano había
tomado muy en serio la amenaza de los insurgentes, y los momentos iniciales en
los cuales el desprecio al enemigo esclavo había tal vez entorpecido o limitado la
reacción de los amos habían quedado hacía tiempo atrás. Si en un principio se
consideraba poco digno el tomarse la molestia de organizar y comandar una
guerra en toda escala contra esclavos fugitivos (sin mencionar que además
resultaba contraproducente, por cuanto implicaba, con la muerte de los esclavos,
la destrucción del capital de sus amos), ―los romanos finalmente aprendieron a no
tomarse a la ligera las amenazas de rebelión‖259. A decir de Plutarco, ―no fue sólo
la humillación y la vergüenza de aquella rebelión la que irritó al Senado, sino que
por temor y consideración al peligro‖ se decidió encarar aquella situación ―como a
una de las guerras más peligrosas‖260.
259
Ibíd., p. 203.
260
Plutarco, Op. cit., p. 244.
261
Véase Fields, N., Op. cit., p. 51.
304
insurgentes, el Senado nombró comandante a Marco Licinio Craso, quien recibió
la orden de reunir y organizar un nuevo ejército. Muchos de sus soldados eran
profesionales y experimentados, ―probablemente veteranos que habían combatido
por Sila en las guerras civiles de Roma una década atrás; otros fueron sometidos
a la férrea disciplina impuesta por Craso‖262, a quien Plutarco atribuye la
reintroducción de la antigua práctica de decimatio en el ejército romano,
consistente en la ejecución de uno de cada diez soldados (seleccionados al azar)
de toda unidad que desertara263.
En total, Craso movilizó a diez legiones, a las que se sumaron las tropas traídas
desde Hispania y comandadas por otro ya afamado comandante militar, Pompeyo,
que acababa de derrotar a los rebeldes de aquella provincia. Frente a la repentina
superioridad de las fuerzas enemigas, Espartaco decidió retirarse hacia el sur y
cruzar con sus fuerzas a Sicilia, en un intento de abandonar Italia por mar. Sin
embargo, nunca lo lograron. Ya sea que Espartaco efectivamente fuera engañado
por piratas que le prometieron transportar a sus fuerzas y luego huyeron
abandonándolos, como sostiene Plutarco, ya cualquier otra razón, lo cierto es que
el ejército insurgente fue rodeado en Lucania, al sur de Italia, antes de poder
cruzar el estrecho de Mesina. Craso completó pacientemente este cercamiento, y
sólo entonces decidió forzar la batalla decisiva, la cual se libró junto al río Silario
(el moderno río Sele), aunque es normalmente conocida por el nombre de Batalla
de Apulia.
262
Strauss, B., “Guerras de esclavos en Grecia y Roma”, en Davis Hanson, V. (ed.), Op. cit., p.
201.
263
―A quinientos [soldados], los primeros en huir y los más cobardes, los repartió en cincuenta
décadas, y de cada una de ellas hizo quitar la vida a uno, a quien cupo por suerte, restableciendo
este castigo antiguo de los soldados interrumpido tiempo había‖. Véase Plutarco, Op. cit., p. 245.
305
en toda regla264. En el combate a campo abierto y en formación cerrada, las
legiones romanas hicieron valer su innegable superioridad. La mayor parte de las
fuentes hablan de unas 60.000 bajas en las filas de Espartaco, y apenas 1.000
entre los romanos. Aún cuando estas cifras pudieran matizarse, la victoria de los
romanos fue en efecto decisiva. Plutarco narra en forma casi homérica la heroica
muerte de Espartaco en batalla: ―Dirigióse en seguida contra el mismo Craso por
entre muchas armas y heridas; y aunque no penetró hasta él, quitó la vida a dos
centuriones que se opusieron a su paso. Finalmente dando a huir los que consigo
tenía, él mismo permaneció inmoble; y cercado de muchos, se defendió hasta que
lo hicieron pedazos‖265. Aún cuando podamos dudar de la veracidad del citado
pasaje, lo cierto es que Espartaco probablemente muriera en batalla, y su cuerpo
nunca se recuperó. De los sobrevivientes de su ejército, aproximadamente 6.000
serían crucificados por las victoriosas tropas romanas.
264
Véase Fields, N., Op. cit., pp. 71-74.
265
Plutarco, Op. cit., p. 247.
306
por la que adquirió en la práctica el carácter de otra guerra civil en toda regla,
estando todavía fresco en la memoria el recuerdo de los días de Sila. Ya Peter
Brunt afirmó en su momento que
307
rebeldes impulsaron el sentimiento de inestabilidad, lo que hizo que los
romanos estuviesen dispuestos a dar un vuelco al Estado y ponerlo en
manos de los césares.‖267
Conclusión
267
Strauss, B., “Guerras de esclavos en Grecia y Roma”, en Davis Hanson, V. (ed.), Op. cit., p.
191.
308
guerra de Espartaco da cuenta precisamente de la victoria de un Estado
organizado y centralizado, con un aparato fiscal que le proveía de abundantes
recursos económicos y un ejército regular, profesional, entrenado y bien equipado,
sobre fuerzas irregulares e insurgentes que a lo sumo podían aspirar a obtener
unas pocas victorias basadas en la sorpresa, así como en un uso inteligente de un
terreno que conocían bien. Es este último un factor que no debe despreciarse,
tanto en estas guerras como en otras más recientes, así como el dato de las
desastrosas consecuencias que produjo el hecho de que el Senado romano, en un
principio, subestimase a los rebeldes en lugar de plantear la necesidad de
organizar contra ellos una guerra en toda regla. Las analogías históricas abundan,
y no es este lugar para las mismas, pero
―De todo esto puede extraerse una lección para el presente. Los insurgentes
pueden irrumpir en escena tan estrepitosamente como lo hicieron Espartaco
y sus gladiadores rebeldes. Pueden conseguir apoyo religioso y aterrorizar a
las poblaciones locales. Al principio pueden reclutar en sus filas a otros
individuos descontentos. Pueden incluso salir de los montes y tratar de
establecer su autoridad sobre una ciudad o una provincia. Sin embargo,
cuando el Estado responde con toda su fuerza armada, los rebeldes
normalmente están sentenciados.‖268
268
Ibíd., p. 205.
309
Bibliografía
FIELDS, N. Spartacus and the slave war, 73-71 BC. A gladiator rebels against
Rome, Osprey Publishing, Oxford, 2009.
STRAUSS, B. The Spartacus War. Editorial Simon & Schuster, Nueva York. 2009
310
Una “interpretación bélica” del inicio de la Edad Media
Esto nos llena de preguntas: ¿Fue en realidad el año 476 el fin del imperio y el
de una era de luces? ¿Los bárbaros destruyeron todo a su paso como un
vendaval imparable? ¿Cómo es posible que un poderoso imperio, resultado de
una de las civilizaciones más avanzadas de todos los tiempos, fuera presa de
bandas saqueadoras casi sin organización y desapareciera así nada más? Y si no
es así ¿cuáles fueron entonces las verdaderas causas de su fin?
La caída del Imperium Romanum Christianum no debe ser pensada como el fin o
el comienzo de una era, si bien significó cambios, estos se venían anunciando ya
311
desde un par de siglos antes. Entre los años 235 y 284, Roma había sorteado una
anarquía militar en donde tres docenas de emperadores-soldados gobernaron (a
un promedio de dos años y medio cada uno) y donde casi todos terminaron sus
días por muerte violenta. Las legiones resultaron ser preponderantes a la hora de
“hacer política”, convirtiéndose en el fundamento absoluto del poder. Incluso
muchos generales llegaron a independizar provincias enteras por la fuerza de sus
tropas, un ejemplo es el de la Galia, que entre el 259 y el 274 fue regida por
Póstumo y Tétrico (quienes con esos nombres obviamente no terminaron muy
bien). La militarización del poder tuvo un efecto contundente en la debilidad de los
emperadores. Pero Roma, aun así se recuperó de inmediato e incluso volvió a
unificarse y a brillar bajo los emperadores Constantino (272-337) y Teodosio (347-
395).
Muchos investigadores piensan que el fin del imperio estuvo relacionado más a
cuestiones económicas y sociales que a las militares. El imperio occidental era el
más débil, con su posición de proveedor de materias primas y como consumidor
de productos que provenían del rico Imperio Romano de Oriente. Por otro lado, a
nivel poblacional en Oriente se concentraba una mayor densidad de habitantes
(sólo en Egipto vivía una octava parte del total de la población del imperio). A esto
hay que sumarle una capacidad productiva y una fertilidad del suelo más baja en
Occidente, además de una crisis financiera del estado (el problema para nada
nuevo del déficit fiscal). Habría que agregar una sociedad que ya no aceptaba la
idea del servicio obligatorio por una marcada falta de lealtad (sobre todo en los
estratos bajos, los más maltratados y punzados por tributos). Así surge la
interpretación de la “descomposición interna” de M. Rostovzev en que las
invasiones bárbaras fueron las simples ejecutoras de un destino que ya estaba
decidido mucho antes en su decadencia. Esta visión del “liberalismo doctrinario”
de la historia, que culpa al sistema económico estatal romano, es peligrosamente
falsa.
312
invasiones, está comprobado que podría haber resistido mucho tiempo más. Un
buen ejemplo son los mil años que duró luego el Imperio Romano de Oriente
(según los estudios más recientes de economía histórica, las diferencias entre
Oriente y Occidente, no son lo suficientemente marcadas para explicar el fin de
este último).
La otra interpretación del fin de Roma que nos queda, es la que sostiene que
este imperio capaz de funcionar y vivir, fue destruido por una fuerza externa, tal es
el caso de las invasiones bárbaras. Uno de los defenderos acérrimos de esta
postura, André Piganiol escribía que “Es completamente falso decir que Roma se
hallase en aquel tiempo en el ocaso (…) El mundo romano no ha caído por muerte
natural, ha sido asesinado”. Aquí entramos en el debate militar, pues sabemos que
el ejército romano fue la máquina de guerra por excelencia de la antigüedad. Su
número esta estimado entre los 300 o 400 mil hombres, una cifra importante,
aunque debemos pensar que estaban, en gran parte, distribuidos por toda la línea
fronteriza. Este hecho fue compensado por una mejor preparación y organización,
lo mismo que la ventaja estratégica de la defensa en fortalezas y murallas (se
necesitan diez veces más soldados para atacar un reducto que para defenderlo),
con una amplia red de comunicaciones y suministros. La imagen que se tiene, en
cambio, de las tácticas de los pueblos germanos (Godos, Vándalos, francos,
Burgundios, Lombardos, Alamanes, Suevos, Hérulos) e incluso de los Hunos, es
de sencillas correrías de saqueo. ¿Cómo vencieron entonces los bárbaros?
Estos interrogantes que no pueden resolverse sin acercar la lupa: ¿Cómo tribus
bárbaras acabaron por superar al imperio más poderoso de la antigüedad? ¿Fue
en realidad el año 476 el fin del imperio y el de una era de luces? ¿Los bárbaros
313
destruyeron todo a su paso como un vendaval imparable? ¿Cómo es posible que
un poderoso imperio, resultado de una de las civilizaciones más avanzadas de
todos los tiempos, fuera presa de bandas saqueadoras casi sin organización y
desapareciera así nada más? Y si no es así ¿cuáles fueron entonces las
verdaderas causas de su fin?
Una explicación a priori es observar los cambios en sus formas de encarar las
agresiones del período estudiado. El imperio Romano había pasado de una táctica
de ataque en guerras expansivas, a una táctica de defensa fronteriza con bastante
efectividad (al menos en un principio). Hacia el siglo III después de Cristo, Roma
venía de soportar más de doscientos años de enfrentamientos contra pequeños
grupos tribales germánicos en clara superioridad. Si bien existían precedentes de
derrotas catastróficas en sus mejores tiempos (no hay que olvidar el fin de casi
20.000 hombres al mando del general Varo en los bosques de Teutoburgo, contra
los germanos, en época de Augusto) el imperio siempre recuperó sus fuerzas ante
sus oponentes.
314
Roma sufrirá varias derrotas, sobre todo bajo el reinado del emperador
Valeriano (253-260), quien tiene el desdichado honor de ser el primer emperador
romano en caer prisionero de sus enemigos (según cuentan, aunque las fuentes
son contradictorias, fue obligado a tragar oro fundido y muerto a manos del rey
persa Sapor I).
Pero como dice la frase “una cal y una de arena”, un punto en contra en lo
militar es la profundización del proceso de “barbarización” del ejército, es decir, la
incorporación de germanos, partos e ilirios, por ejemplo, en sus tropas.
Lentamente estos bárbaros, llegarán a ocupar puestos claves de mando (vedados
en un principio) de las legiones. Por esta época también, en determinados
sectores limítrofes, las fuerzas defensivas estarán integradas exclusivamente por
aborígenes; e incluso las otras tropas que acompañan al emperador (exercitus
comitatensis) o ejército de campaña a caballo, estará compuesto en este período
sobre todo por germanos.
315
Por fin nos acercamos a nuestra explicación. Hemos observado que analizar la
llamada caída del imperio desde una sola variable es imposible. Si bien la
decadencia interna, su economía en retroceso, su sociedad cosmopolita y poco
comprometida, son importantes, hay que sobrevolar hacia otros aspectos. ¿Cómo
resolver este dilema?
Ensayando una perspectiva de análisis distinta, el principio del fin puede ser
marcado entre dos fechas emblemáticas y cercanas entre sí, ambas son
importantes pero por motivos opuestos. La primera es el 357 de nuestra era, año
de la victoria (la última en repercusión) del emperador Juliano en Argentorum
sobre los alamanes, y que marca el fin de las campañas exitosas de los romanos.
Años después las cosas serán muy diferentes, más de cincuenta tratados se van a
concertar con las tribus fronterizas dentro de la guerra defensiva de la cual ya se
ha hablado.
316
Balcanes y de ser reconocido como “Magister Militum” de Iliria, (dada su cercanía
con Occidente) constantemente tendrá roces con sus vecinos y llevará la antorcha
por las calles de la gran “ciudad eterna”.
Por otro lado, luego de la batalla y con la masacre de tantos romanos, resultó
imposible recuperar el número de soldados y oficiales perdidos, y esto llevó a la
necesidad de reestructurar el ejército. El clásico sistema de legiones fue
abandonado definitivamente. Los cambios de hacer la guerra fueron concluyentes
para dar paso al período medieval, el ejército romano adquirió el sistema limitanei
dividiéndose en guardias fronterizos que estaban constituidos por bárbaros
federados. Estas unidades pequeñas eran dirigidas por un ―dux‖ o duque que a la
larga terminaron actuando también como gobernadores de alguna zona fronteriza
desde una fortaleza. Este modo de guerra se llevó a Occidente por Teodosio
cuando unificó el imperio, contando con un ejército móvil conocido como
comitatenses, ya mencionado.
317
Estas unidades de caballería, integradas por combatientes armados con espada
larga y lanza, serán los precursores de los caballeros medievales.
Por último, ante el caos que produjo el paso de los godos luego de Adrianópolis
la frontera danubiana quedó expuesta a los “hunos”, que bajo Atila llevarán a la
máxima expresión las políticas de saqueo y extorsión acelerando el fin del sistema
estatal de Occidente.
Conclusiones
Por otro lado, los llamados bárbaros a esas alturas conocían muy bien las
formas de combate romano, sus tácticas y armas. Ocupaban los principales
puestos del ejército e incluso eran mayoría en el mismo. De este modo se
desmitifica la idea de masas embrutecidas que sólo deseaban saquear todo a su
paso (esto no significa que fuera un avance pacífico). Lo cierto es que impulsados
por la búsqueda de nuevas tierras y el deseo de vivir en las confortables
condiciones romanas no tenían mayor alternativa, o avanzar o perecer de hambre
o a manos de otros pueblos nómades. Sus tácticas eran de una organización
sencilla pero muy efectiva y contundente en donde, la caballería acorazada en
algunos casos o los arqueros montados en otros, barrieron fácilmente a sus
enemigos.
318
buscando el reconocimiento del emperador de Oriente. De estas bases nacerá
luego el Imperio Carolingio, que intentará revivir en gran medida al viejo Imperio
Romano de Occidente.
319
Bibliografía
FERRIL, Arther. La caída del Imperio Romano. Sus causas militares. Editorial
EDAF. 2002
320