Queridos Médicos... ¡Feliz Día!
Queridos Médicos... ¡Feliz Día!
Queridos Médicos... ¡Feliz Día!
Para que esta ponderación hecha por un paciente sea merecida, será
necesario formar profesionales tolerantes, sensibles, pacienciosos,
empáticos, humanistas, comprometidos, predispuestos a dar una información
educativa y orientativa de todos los aspectos, individualmente, de cada
persona que consulta, tomando en cuenta el poder que tiene la palabra y la
influencia positiva o negativa que puede ejercer de lo que el profesional le
diga, cómo le diga y lo que deje de decirle. José Narosky aseveró que el médico
que no entiende de almas jamás podrá entender de cuerpos. Recordemos que
la Medicina se estudia como una ciencia, pero en verdad debe ejercerse
como un arte.
Si no se le explica al paciente, y en términos que entienda, éste acudirá a
buscar información a su vecino, a su compadre, y, sin percatarse del poder de
la palabra, con sus pensamientos y creencias puede incidir grande y
negativamente sobre el progreso destructivo de su enfermedad. Todos
sabemos que existe una irresponsable tendencia de la gente a polarizar y
generalizar los acontecimientos en lo que a salud se trata, todos se convierten
en doctores: “Ponte esto, hazte lo otro, a mí me hizo bien, etc.” todos quieren
dar su receta como si fuera la misma enfermedad en todas las personas.
En el mundo de la salud, creo que nadie está en el rango de vicediós como para
determinar, de una manera impositiva y dictatorial, lo que va a suceder con
tal o cual paciente, habrá que tomar en cuenta de que los seres humanos
somos genéticamente individuales, de conducta y personalidad diferentes,
con niveles educativos distintos, con una historia de vida muy particular.
Sería interminable enumerar entre tantos aspectos a considerarse dentro de
la individualidad del ser llamado paciente. En referencia a esto, Marco Tulio
Cicerón decía que el médico competente, antes de dar una medicina a su
paciente, se familiariza no sólo con la enfermedad que desea curar, sino
también con los hábitos y la constitución del enfermo.
Por otro lado, la formación médica occidental nos “fabrica” con una directriz
como que lo que está escrito en los libros es como una ley matemática o un
mandamiento a cumplirse a rajatabla, sin percatarnos que un gran porcentaje
del conocimiento escrito en éstos se advierte una gran cantidad de adverbios
de probabilidad, y que si bien son resultados de serios, costosos y sacrificados
estudios, son también una recopilación de la experiencia de muchos
investigadores en miles de años, como decimos: “No hay enfermedades sino
enfermos”, cada persona es un mundo.
También resulta más que curioso que, teniendo trascendental importancia el
aspecto psico-emocional de cada paciente, nuestros libros solo nombran en
un solo renglón dichos factores tan vitales a considerar. El mismo Platón
comentaba que donde quiera que se ame el arte de la medicina se ama
también a la humanidad.
El Código de Ética y Deontología Médica dice: “todos los pacientes tienen
derecho a una atención médica con calidad humana y científica”.
Haciendo eco a esto, la formación del médico occidental debe ser el resultado
de la integración de la dimensión científico-técnica y los aspectos humanos y
sociales de la Medicina. Con serio compromiso y brindando la vital
importancia a las ciencias afines a le medicina, se debería instaurar en la malla
curricular de la formación de los estudiantes a la Psicología, a la Filosofía y a
la Sociología como incondicionales para despertar los aspectos humanos en
el estudiante para el trato con el paciente, comprendiendo que se trata de un
ser humano que, además de estar enfermo y necesitado del cuidado de su
salud física, está desorientado, desesperado, buscando información sobre su
dolencia y está emocionalmente alarmado.
Séneca recomendaba que “no puede el médico curar bien sin tener
presente al enfermo”. Con la Filosofía y la Psicología despertamos las
cualidades humanas anheladas para ser buen médico:
- Amor a la profesión con humanismo, motivación para hacer bien el
trabajo. Respeto, a la vida y al paciente en su sentido más amplio.
- Empatía, es decir, ser capaz de situarse en la perspectiva del paciente,
pero sin confundirse con la lástima.
- Humildad, no por tener alto el conocimiento propenda a ser
arrogantemente engreído y explotador, sino al contrario, mostrándose
como un ser humano con fortalezas y debilidades, capaz reconocer sus
errores.
- Prudencia y paciencia para actúa sin precipitación y con buen juicio.
- Calidez, intentando establecer una relación cordial y de confianza con
el paciente, guardando siempre una adecuada distancia terapéutica.
- Ser incluyente sin discriminar a ningún paciente por ninguna razón.
- Saber escuchar y ser respetuoso con los pacientes y sus familiares.
Muy importante respetar el derecho a la confidencialidad y nunca
comentar en público información de un paciente, aunque haya
fallecido… “Nadie podrá llamarse buen médico sin antes haber
demostrado que es un médico bueno”
Por último, sabemos que los seres humanos nos movemos y hacemos todo
en base a la fe y la confianza. Un secreto a voces es la solapada desconfianza
y falta de fe que tienen una buena mayoría de pacientes ante el médico,
reflejan una indisposición hacia los fármacos; antes que recibir con
beneplácito, entusiasmo y confianza lo que le prescribe su médico, están más
bien preguntando si le va a ser daño o no tal o cual medicina, es decir de
entrada ya se predisponen a lo negativo y, obviamente, por sugestión
negativa, a más de disminuir el efecto terapéutico deseado, muy
probablemente le va a dar estragos tal cual está pensando el paciente que ha
perdido la confianza en su médico.
El privilegio de participar en la relación médico-paciente es único
siempre y cuando estemos conscientes de que éstos son seres humanos con
las mismas facultades de pensar, reflexionar, discernir, analizar y con todo el
derecho a informarse de lo que padecen, mereciendo toda la atención y
consideración que se les pueda otorgar en un contexto de confianza y
cordialidad. Pero actualmente las tendencias vivenciales nos están
transformando a todos en “robots” del siglo XXI, el paciente ha dejado de ser
lo más importante, la atención médica ha pasado de las manos de los médicos
a manos administrativas con fines de explotación extrema y lucro neto.
Resulta increíble pensar que, aunque los fundadores de la ética médica como
Hipócrates la promocionaron hace más de dos mil años, la profesión médica
está cada vez más huérfana de estas enseñanzas y más bien cada vez es más
presa y estrangulada por el consumo mercantil. Además, la práctica médica
ha aumentado también sus límites y está moldeada, en particular, con
respecto a la individualidad cultural, política, así como también en base a
religiones, creencias, clases sociales, raza, nacionalidad yéndose en contra de
la declaración de Ginebra que la Asociación Médica Mundial exige a todo
profesional en el momento de ser admitido en la profesión médica. Basta
preguntar a un bachiller por qué quiere seguir medicina y responderá porque
“son los que mejor están económicamente”. Es decir que la racionalidad y los
principios de concebir a la medicina como una combinación de ciencia y arte
a servicio de nuestros semejantes se convierte en una feroz competencia de
quien tiene la casa más lujosa o el carro más caro, cumpliendo al pie de la letra
los “requisitos” de esta sociedad de consumo de ser el hombre lobo del
hombre, arrastrados por la promoción de la vanidad, ya no regresamos a ver
nuestros inicios, ya casi ni saludamos a nuestros antiguos amigos, hay quienes
hasta tienen vergüenza de sus padres, cambian el tono de voz y con aires de
vicedioses aunque ni siquiera han hecho ningún esfuerzo en estudios
lingüísticos ni culturales. Con ese comportamiento nos damos cuenta de que
tenemos sólo conocimiento, pero sin sabiduría, ya que sólo ésta nos
facilitaría a sentir humildad ante el éxito profesional.
La honestidad no se enseña en las escuelas de medicina sino es un valor
de la raíz más profunda de nuestra estirpe médica.
¡Feliz día a todos los médicos que trabajan de acuerdo a los buenos
principios!